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LOOKING THE STARS
CAPITULO 1: LATE MI CORAZÓN
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Y así es como todo sucede, las impresiones cada día entran por nuestros sentidos
agudizándolos o despistándolos, o quizás, pasando de improviso… pero eso no paso
contigo. ¿Destino? Quién sabe… solo recuerdo las largas aceras que poseen nuestra
capital “Halfworld” esa que después de bastas peleas pasase hacer la zona espacial más
importante de nuestro planeta Tierra, ahí donde en todo su centro se forma una inmensa
cruz, cuál es el nuevo símbolo de paz intergaláctica, esa que se inauguró con la victoria
de Marte, nuestro planeta vecino, en la anterior guerra… en fin, digamos que en este
futuro no tan lejano, el humano terrestre ha llegado lejos y ahora pues; tenemos a uno
que otro extraterrestre a nuestro alrededor, no obstante, continuo por las calles, cansada
y con el sudor a cuestas, no puedo regresar a casa, no sin ir a ver primero, a uno de los
críticos literarios más densos de la zona y a quién debo entregar mi nueva obra, con la
esperanza de que esta vez, guste de ella y me dé la gracia de poder prosperar. Bueno…
así estoy toda la tarde, buscándole.
—Cuanto calor hace en esta epata del año. —Suspira agotada. —Este hombre
me tiene persiguiéndole por cada agencia… Pensaba Gagui, una chica de
aproximadamente veinticinco años, baja estatura, cabello castaño y ojos cafés, esta que
se balanceaba entre todo el gentío, no había que más hacer, constantemente miraba su
reloj ¿Cuando fue que su pacifico país y su tranquila ciudad cambió a ser una súper
metrópolis? Gagui sabía que llegaría tarde, que no le recibirían, que no le trataban
enserio y ¿Quién confía en una mujer tan rara? La mala suerte le había acogido fuerte,
nada le salía, ninguna editorial le daba la oportunidad, a pesar de que esta estaba segura
de sus dotes y su interminable imaginación.
Sin embargo; entre toda la atestada calle, Gagui se detiene sintiendo como la gente
continua tropezándola infatigablemente, empero, sus ojos vigilaban a cada cuál, notando
de varias cosas y detalles; y es que muchas de ellas vivían para mantenerse, ¿Siempre la
pobreza? Tal vez no. Más la joven muchacha entrecerraba sus ojos— No era pobreza,
en realidad es la soledad.— La mayoría de las masas coexisten sin amor, en la ausencia
de esa calidez que nos llena de alegría, muchos rostros se muestran de una manera
miserable y con miradas apagadas o enajenadas en los varios problemas, lejos del
presente. Y Gagui respiraba hondamente, no quería que tal escena le baje los ánimos,
siempre se consideraba una persona optimista, empero, ya algo de tiempo habría pasado
en la decepción de no encontrar un empleo fijo.
—Bueno, venga… —Se mencionaba a ella misma. —Ya habrá algo mejor. Y
con una ligera sonrisa se abría de la vereda con dirección al frente, ahí donde era el
“Parque de los lagos”, un lugar turístico de la ciudad de Halfworld. Así, entre uno de
sus asientos, se distraía viendo de las nubes, pensando en que excusa dar cuando regrese
a casa. —Bueno, chicos… la verdad es que… otra vez se me ha zafado la oportunidad.
—Murmuraba aparentemente serena. Empero, Gagui se sentía desilusionada, quizás las
cosas no eran tan fáciles como sabían verse en las películas, o como en las novelas que
tratan de superarnos. La jovenzuela introducía sus dedos entre las hebras de su cabello,
con una expresión algo pesimista, rompía en melancolía. ¿Estaría transitando por el
camino correcto? ¿Mis decisiones son las adecuadas? ¿Qué había de malo en dedicarse
a lo que uno más adoraba?. Tal vez la vocación era más complicada de realizar.
En fin, yo (Gagui) barría el césped con mis pies, mi constante inhalación daba vitalidad
a mi cuerpo, aun cuando mi corazón parecía dedicarse hacer lo contrario, yo miraba de
mi nueva novela, de esa romántica épica que muchos años de mi vida se había llevado,
no me arrepiento, como me divertía escribirla. Más… —Que mal me siento. —Soltaban
mis labios con desesperanza, ya sabía que nada podía hacerme recuperar de tal mal
pasada, ni siquiera mi música que donde sea me acompañaba, nadie ni por muy querido,
ni por muy chistoso. ¿Qué haría con tanta pena?.
Y las calles seguían llenas de personas, esas que conversaban de sus muchas vanidades,
otras que eran pegadas en sus iphones, con sus ojos abiertos a todo lo nuevo que le traía
el mundo. Y es que con la nueva alianza de Planetas, las tradiciones, la política y
sobretodo el arte era un intercambio fantástico y algo aceptado entre la mayoría de
juventud terrestre. Por ende, no era de asombro escuchar a las chicas hablar de tal artista
o actor Marciano.
Entonces, así empezó todo, mi miraba se asomaba a buscar de un escondite, algo que
me consuele y como cosa del destino, la pantalla grande del centro se alumbraba con sus
luces, la tarde caía rápidamente, no sé cuánto tiempo he de haber pasado sentada en el
parque, empero, el ruido del presentador, de aquella voz conocida, llamó mi curiosidad,
mis ojos se chocaban con la figura de “Teego” un cantante de pop Terrestre, muy
conocido, este se reía, Teego presentaba a otros cantantes, al parecer extranjeros, unos
que robaban el suspiro de las demás, de esas que yo dejaba a un lado; pues ya era de
tarde y tenía que regresar a la casa, a ver a mi familia.
—¿Un nuevo video musical?. Murmuré sin detenerme, pero tampoco sin
quitar ojo, sin dejar de ver a los nuevos tipos, aquellos que con raro acento y brillantes
sonrisas, se daban espacio para presentar su nuevo single y video a todos los habitantes
de la Tierra.
No estaba mal.— Esto era algo realmente movido y ameno, más puedo confesar que
nada llamó tanto a mi sentimiento, como leer la profunda letra que contenía esta
canción, como ver la expresión de aquel cantante y sentir que su voz acariciaba mi oído,
aconsejándome y disipando de mi dolor. —Bueno, Dios aunque tarde… es oportuno y
ocurrido. —Solté con una leve sonrisa, a la vez que llegaba a la estación de bus, que no
estaba tan lejos de la pantalla, cuál seguía con concentración.
Y el artista notablemente extranjero, bailaba singularmente con volteretas y leves
sacudidas de cadera, agitaba sus brazos con fuerza, todo en armonía, en una danza casi
urbana, casi folclórica, algo impredecible pero asombroso. Así, mis ojos se llenaban de
él, algo nuevo para mí, una sensación diferente… Yo veía sus profundos ojos, su
deslumbrante risa que parecía dar primavera a quién le vea. ¿Este podría ser real?. Más,
que podía cambiar, el bus tocaba con su estruendoso sonidito, cuál llamaba a que suban
todos los pasajeros, yo no me podía quedar y con algo de apesadumbre, adentré la mitad
de mi cuerpo al autobús, ese que sin esperar más, echó a andar. No obstante, a pesar de
que nos alejábamos, pude notar el final del video y con ello, la sonrisa tan amable de
aquel hombre que abrazaba a todas las fans que en la televisión presentaban, este
hombre era semejante a un Ángel, tan luminoso pero tan sencillo.
—¿Quién eres? Y por qué has hecho latir fuerte mi corazón… —Pensaba
Gagui a medida que en la TV salía el nombre del famoso que alejase su tristeza, Kassu,
un hombre de mediana estatura, piel bronceada, cabellos cobrizos y ojos cafés, aquel
provenía de Marte, el Planeta vecino, ese que hacia estremecer las gargantas de las
terrestres.
—Qué extraño que ahora me sienta feliz por ello… —Gagui se arrimaba a la
ventana, viendo del recorrido del bus, muchas calles tenía que pasar, más a la chica
parecía no molestarle en absoluto, adoraba estar en movimiento, esto le hacía crear e
imaginar, así que no era nada nuevo ver a la extraña sacar de un cuaderno y escribir a
velocidad, todo mientras presentaba diversas caras, depende de lo que detallaba. Sin
embargo, inusualmente Gagui se veía perdida entre sus pensamientos; pues, habían
momentos en los que su pluma dejaba de componer, dejándose tentar por su mente
caprichosa, cuál le regresaba la imagen de aquel artista, por ello, levemente Gagui
anotaba varias veces el nombre de este «Kassu».
—Quiero saber de él… escuchar su voz nuevamente... Dijo en silencio, con
sus ojos algo iluminados y su corazón acelerado.
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Más por consiguiente, luego de media hora, Gagui llegó a su casa, a sus pies ya no les
importaba estar cansados, ellos corrían hacia el recibidor, donde saludaba al portero,
tomaba el ascensor y en el quinto piso, alistaba sus llaves y abría su departamento.
—Ya llegué. Mencionó Gagui a fuerte pero alegre tono.
—Bienvenida. Respondió una mujer a su exclamación. Esta se mostraba desde
la cocina, con una sonrisa de esperanza, atraía a los demás que estaban en sus diversas
actividades, todos reunidos para la futura cena. —Llegó Gagui, ahora sí vengan a la
mesa. Terminó la mujer, que a pesar de su edad, se mantenía en buena forma, llena de
vitalidad y belleza; esta era conocida con el nombre de Yuuri, la tía de Gagui.
Y Gagui dejaba sus cosas en la recamara, un cómodo y medio ordenado espacio, donde
el olor del incienso o esencias vagaban por alrededor de los adornos de buena suerte que
colgaban en las esquinas, así como cartelitos con mensajes de superación o reflexiones,
Gagui, contrario a su edad, era una mujer extremadamente seria, con una psicología que
muchos calificaban de anciano, por ello, su tía Yuuri le decía con constancia que no
tendría amigos y peor un novio. Esta rechazaba a todo muchacho, cuál se le acerque.
—Bueno… —Se estiraba. —Vamos a probar de los inventos de mi tía…
¡Muero de hambre!. Así, la joven regresaba por las escaleras hacia donde los demás le
esperaban con una cara de emoción y curiosidad, algo que realmente no percibió la
chica, que aún pensaba en el marciano.
—Y dinos… ¿Cómo te fue con la Editorial?. Se adelantó un adolescente, cuál
se abalanzaba hacia Gagui, quién recién se sentaba a su lado, abriendo de sus ojos con
sorpresa, su garganta se secaba con rapidez, se le había olvidado esa mala pasada, esa
misma que traía su melancolía, cual les determinó a los presentes lo que nuevamente
había sucedido.
—Otra vez lo mismo… —Dijo el púber rebelde. —Gagui debes simplemente
buscarte un oficio útil que te dé dinero. Determinó aquel, este que respondía al nombre
de Nine, su primo. Y Gagui le miraba con vergüenza, más no tenía que decir, nunca se
podía con el sabido Nine, este que con un silbido molestoso recogía y extendía de sus
bombachas bermudas.
—No le vuelvas hablar así a tu prima, Nine. Exclamó Yuuri, su madre.
Aquella que tenía una tolerancia bastante amplia para con Gagui, ella confiaba en los
sueños de su sobrina, en que se convertiría en una gran escritora, cuyos cuentos animen
el corazón aprisionado de la gente.
—Discúlpalo, este muchacho está loco… más la verdad, como que tiene
razón… ¿No?. —Interrumpió la última integrante, Elyel, una estudiante de intercambio,
compañera de Nine, misma que arrendaba una suite en la casa de Yuuri, esta tenía un
gato negro, llamado “Hermes”. —Pero dinos por favor, que ha pasado que llegaste con
muy buena cara. Terminó la chica y con ello, la mesa se llenó de un leve silencio que
pintaba de carmesí las mejillas de Gagui.
Bueno, Gagui era una mujer comunicativa, más no hablaría del bochornoso suceso…
vamos, ¿Enamorarse de un artista? Para Gagui, esto era infante, uno podía admirar a
alguien lejano, pero no encapricharse, obvio era que sería una ilusión muy dolorosa. No
obstante, los demás esperaban respuesta y el jugo de Gagui como su sorbo, no durarían
para toda la vida.
—Y bien prima…. ¿Te nos ruborizaste?. Intervino Nine con su cantado hablar.
—¿Yo ruborizarme? ¿!Por qué lo haría!?. Excusó Gagui con su escondido
orgullo. Así, ambas mujeres se miraban entre sí, era fácil determinar lo ocurrido.
La sonrisa pícara de Yuuri se unía con la impertinencia de Elyel, cuál apoyando de su
espalda a la silla, menee su mano y ría ante la presencia de Gagui. —¡Es un chico!. Dijo
la conocedora Elyel, haciendo que la otra se admire ante su precisión.
Así, Gagui, no sabría dónde ocultar sus ojos ni como hablar del tema, era seguro de que
Nine se burlaría todo el mes de ella.
—Sí es un chico… por fin esta solterona consiguió en quién fijarse. Habló
Nine riéndose a carcajadas, Gagui le miraba con molestia, más solo suspiro. —Bueno, si
es un chico, yo no tengo obligación de decir nada… más no es algo parecido, solo es
que… —Y Gagui miraba a todos, cuales no creían de sus palabras. —¿Qué les pasa? He
creado una nueva novela… es todo. Dijo ella con toda normalidad, no le gustaba mentir,
era una regla para con ella, pero que bien lo hacía, todos al final y al cabo, terminaban
convencidos.
Y así, la comida se presentaba con la cotidiana plática de todos, con las aventuras y
peleas de Nine, con los chistes y críticas de Elyel y los consejos extremistas de la muy
“madura” Yuuri. En fin, nada que llame mi atención, una vez más, terminé de comer,
recogí los platos y fui a la cocina, ahí desde donde podía sentir como cada cual se iba a
su cuarto, uno escuchando Rap y la otra, leyendo sus románticos mangas (historietas).
—¿Un chico?. Pensaba Gagui mientras enjabonaba sus manos, ausente, sin
percatarse de que Yuuri rodeaba sus brazos salvajemente sobre su cuello, obviamente
esto hizo saltar a Gagui, quién quedó frente a frente con ella.
—A todos les puedes mentir, a mí no... Yo sé que te has interesado en alguien.
Soltó Yuuri con sus extraños ojos que parecían leer la mente de Gagui, misma que
encogiendo sus hombros, suspirase amarga. —Es simplemente un desliz… eso es algo
imposible. Mencionó Gagui con algo de presura, no obstante, Yuuri agarró su mano.
—Para el amor nada es imposible… claro, siempre y cuando sea amor. Dijo
la señora, casi que interrogando a la otra, esta que no sabía ni donde estaba parada y que
nerviosa, intentaba escapar de las filudas afirmaciones de su tía.
—Es un hombre amante de las artes… escribe, pero es distinto a ti, lo hace
poco, de seguro que compone poemas o letras. Adivinó la rara Yuuri, esta que hacia
crecer la impaciencia de Gagui, quien a pesar de que daba su brazo a torcer, terminaba
encerraba entre las aseveraciones de su tía. —Mmm… pero él no es de por aquí… viene
de la lejanía. Murmuraba la mujer que parecía abstraerse en medio de los ojos de la
muchacha, cuál admirada, se lanzó hacia su pariente.
—¿Cómo lo supiste? ¡Tú me espías! —Saltaba Gagui. —Siempre sabes lo que
hago o lo que me pasa… y tú quieres que te cuente todo y hacer el papel de mi madre y
aconsejarme y… Gagui miraba la constancia de su tía, eran muchas las veces que esta se
sentía tan pequeña frente a ella, descubierta e indefensa. ¡Cuánto extrañaba a su madre!
Bueno, en un mejor lugar ha de estar. En fin, Gagui miraba de reojo a su tía, esta que
sacando pecho, echase a reír de las impertinencias de su sobrina.
—¿Qué cómo lo hago? ¿No es obvio? ¡Yo soy una bruja!. Exclamó la mujer
asombrando por completo a su pariente, quién viendo a todos lados, regresase admirada
hacia ella, hacia Yuuri.
—¿Es verdad lo que me dices? ¡Estás loca!. —Gagui entrecierra sus ojos con
curiosidad. —Tú me estas molestando… ¿La magia es verdad?.
—Claro que sí, tontuela. Aseguró Yuuri como sí el tema fuese tan sencillo.
Gagui suspiraba, en realidad tenía una familia extraña, pero bueno, con cierta sonrisa en
su rostro, se aventuró a creerle, cuanto le llamaba la atención esos temas y es que ella
adoraba escribir sobre lo invisible e imperceptible, sobre lo que muchos no creían.
—Y qué quieres decir con que eres bruja… ¿Me vas a ayudar? ¿Acaso vas a
hechizar a ese pobre muchacho para que se fije en mí?. Expresó la descuidada Gagui,
cuál se arrimaba al mesón. Yuuri le miraba de pie a cabeza. —Pobre muchacho, fijarse
en ti. Murmuró, causando del sobresalto de la otra, quién resentida, hacía de sus muecas
chistosas. Más, Yuuri se reía, golpeaba leve su cabeza, ella no haría tal cosa. —Hasta
para las brujas, existen reglas, uno no puede meterse en el corazón de nadie, porque
eso sería como violar la misma magia; pues del corazón es que salen los poderes y
depende de cómo sea, es su magia. Habló Yuuri con delicadeza y comprensión.
Gagui se disculpaba, pero ya era demasiado tarde como para seguir hablando, quería
descansar de su largo día de actividades. Empero, antes de siquiera irse, Yuuri estiró su
mano y con sus penetrantes ojos, le sugirió su ayuda.
—Sí tu consideras que él te roba de tu aliento y que tu sentimiento es lo
suficientemente noble, sincero y serio, regresa a mí y yo te daré un espacio para que
hables con él. Mencionó Yuuri.
La exaltación de Gagui se mostró en su cuerpo, esta devolvió sus pasos, casi despistada
hacia su tía, a quién agarraba de sus hombros.
—¿Tu puedes hacer eso?. Preguntó pasmada, Yuuri no demoró en asentir.
—Cada bruja tiene su táctica y su secreto… Acotó Yuuri, justo en el momento
en que Gagui, con sorpresa, gritase lo primero que saliese de su mente. —¡Lo harás
aparecer dentro de una bola de cristal!. Exclamó la jovenzuela y Yuuri, no tuvo más
que reprenderla de su ignorancia, esta se adelantó a ella y saliendo, subió las escaleras y
se adentró a sus aposentos.
Así, Gagui quedaba sola, con las ideas entremezcladas y confusas, pero no tenía por qué
pensar en esas cosas inusuales, de todos modos, solo fueron impresiones nuevas, algo
que según ella, pronto se le pasaría. Entonces, sin perder tiempo, Gagui fue hacia su
habitación, en la cual prendió sus inciensos y se recostó en su cama, intentaba dormir,
más los minutos se convertían en horas y Gagui no concebía el sueño, su mente y su
corazón se entrometían, uno con orgullo, otro con suma curiosidad, todo acerca del
marciano. —¿Pero qué puedes hablar con un desconocido?. Me decía la mente, más el
corazón respondía. —Bueno, todos llegamos a este mundo como desconocidos… —Una
buena respuesta, pero la reflexión no terminaba, yo me involucraba, yo el escepticismo
y el orgullo, pensando en que mi tía solo quería sacarme información, nada más.
Pero mil vueltas daba en esa cama, veía todo a mi alrededor, más me centraba en esa
laptop de la esquina, ahí en mi escritorio donde me sentaba a trabajar. —Quizás, quería
escribir un poco.— Pero yo, solo yo, sabía que no era así, más que difícil es controlar al
cuerpo, a este le gusta todo lo que le hace mal y bueno… —Una mujer es fuerte de
carácter y débil de sentimientos.— No sé en qué momento, ya estaba sentada frente a la
luz de este aparato que iluminaba mis concentrados ojos cafés, mis dedos se movían
solos, entraba a la net y en poco tiempo frente a mí, se mostraban todas las fotos, videos
e información sobre este hombre, sobre Kassu, al cual sus mejores amigos, incluyendo
al famoso “Teego” le llamaban Kat ¿Por qué? le atribuían a que se parecía a un gato...
En fin, muchos, muchos datos sobre él… ¿Dónde Nació? En la ciudad de Tanio, capital
de Marte. ¿Qué signo es? Piscis. ¿Tiene familia? Sí, padres… es hijo único, le gustaba
mucho el deporte, pero optó por la música, dice que le llena de alegría y le une a su
corazón. —Qué bonito ¿No?.— Gagui seguía investigando y viendo videos, era que
cada vez se sentía más extraña, sentía que le gustaban las mismas cosas, eran afines y
que tenían las mismas manías.
Por ello, de esa manera, Gagui sin darse cuenta, pasaba sus restantes horas frente a la
PC, no medía del tiempo, esta estaba admirada de la sonrisa dulce, tan especial que este
hombre le entregaba a todo cuál se topaba con él. Y es que Kassu era un encanto, era de
los pocos Marcianos que había creado una gran fama dentro de la Tierra y ni hablar de
su propio Planeta. Cada imagen, cada gesto, cada frase llenaba el vacío corazón de
Gagui, esta que se estremecía de romance al denotar su humildad.
—Pero… Gagui reacciona. —Se interrumpía a ella misma. —Él vive en Marte
y tú en la Tierra, él es famoso y grande; tú eres una novata que ni siquiera un libro has
vendido… en fin, es solo emoción. Susurraba la muchacha cerrando la laptop, ya no
vería más sobre Kassu, no porque ya tenía su música en su mp3, cuál al prenderlo, le
permitió volverse a recostar, pudiendo con tal sonora y bella voz, dormir plácidamente.
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Ahora bien, Gagui dormía, cruzada entre la fantasía de sus sueños y la afanada jornada
diaria, esta soñaba que caminaba por el parque de los lagos y que entre los árboles, se
sentaba a dibujar, serena, veía de los pájaros, su ensueño era como un cuento de hadas,
en donde a pesar de los instantes, no había rastros de ningún príncipe.
—¡Qué chica!.— Soltaron los labios de una indiscreta mujer, cuál le vigilaba a
su distancia, aquella era Yuuri, cuál sumergida dentro del sueño de la otra, curioseaba sí
aparecería Kassu, más todo continuaba con normalidad. —Está es de las jóvenes que
aunque ruegue soñar con tal hombre, su afanada conciencia no le permite, no al menos
que Gagui tome riendas. —Yuuri rascaba su cabeza. —¿Cómo explicarlo?... para
nosotras las brujas, los sueños en realidad son una dimensión, una en donde el Alma
del humano pasea por todas las limitaciones que la carne tiene, ella puede volar entre
continentes y en medio del espacio, ir donde quiera y hablar con quién desee… esto es
algo que se hace todos los días, pero la diferencia es que unos lo hacen con conciencia,
es decir por consentimiento y voluntad propia… lo que no es tan común de ver; más
otros, lo hacen inconscientemente, la mente les lleva a repetir la continuidad de sus
actos o quizás… a donde su psiquis se sienta cómoda…—Y Yuuri se veía a sí misma,
parecía loro hablando para con ella sola, empero no le sorprendía, siempre era de ese
modo, extraña pero muy feliz. —Bueno… no olvido abuelita, que tú me enseñaste
esto… más, puedo decir que la inconciencia es el caso de mi querida sobrina.
De cualquier modo, dentro del mundo de los sueños de Gagui, todo se veía calmado,
lleno de melodías y arte, algo de lo que gustaba Yuuri, aquella que con tranquilidad, se
sentase a lado de su querida, no demoró en saludarla y hablarle. Para Gagui, quién creía
de su sueño una cotidianidad, le continuó su conversación.
—Hola tía ¿Cómo estás?. —Sonreía Gagui. —¿Cómo has llegado al parque?
Tú nunca sales de casa. Mencionaba despistada, hundiendo su vista en su dibujo.
—Bueno… he dejado de hacer mis obligaciones y estudios para venirte a
ver… de seguro que mi maestro ha de estar muy disgustado, perderme una clase de
Antropología por ti... —Yuuri se recostaba en el verde césped, podía ver a las personas
de alrededor, muchas volaban por los aires sin asombrarse de lo que hacían, otros
traspasaban paredes, todos con los ojos cerrados, durmiendo dentro de su propio sueño.
—¿Desde cuando tienes un maestro, tía? Yo pensaba que tú eres una vaga
que sacaba dinero, debido a tu esposo que vive en el extranjero. Confesó Gagui sin el
velo que atrapaba la vergüenza y la insolencia. Yuuri solo se rio, la golpeó con su pie,
conocía que en el mundo de los sueños todo se mostraba tal como era en realidad.
—Ya basta de charla… ¿Quieres ir a ver a tu Romeo?. Interrumpió Yuuri a la
vez que se ganaba la vista y la conciencia de Gagui, quién a veces cerraba de sus ojos y
otras, los abría. —¿Mi Romeo? Hablas de Kassu.— Reveló Gagui al mismo tiempo que
asentía a su tía. —Así que se llama Kassu, él es un artista Marciano… ¡Vaya gustos,
Gagui!. Y Yuuri se reía con emoción.
—Bueno, te ayudaré, pero primero te explicaré algo… más debes creer en mí,
ciegamente. Aseveró su tía.
Gagui la miraba, cierta expresión de desconfianza se sumaba a sus ojos, algo por lo que
Yuuri le reprendía, esto de la magia era creer sin dudar, sino, ella no tendría resultado
alguno. Gagui, se volvía a disculpar y prestando atención a su pariente, le oía atenta.
—Tú y yo estamos dentro de un sueño, tú estás soñando ahorita mismo, es
decir que tu cuerpo reposa sobre tu cama. Aseguró Yuuri asombrando en gran manera a
Gagui, cuál el honor a la verdad, no le creía nada. —¿Cómo puede ser eso? ¡Ay! Tía, tu
siempre tan loca. Soltó mientras que se levantaba, caminaba por las calles; pues, veía de
la hora, ya era tarde y tendría que volver. Yuuri, chasqueaba sus labios, conocía que no
era fácil aceptar lo que decía, más le seguía de lado, conversaban y atestiguaba, como de
vez en cuando, Gagui se traspasaba con alguna otra persona o pared, algo que su tía le
hacía denotar, no era normal. Gagui, lo aceptaba pero aún no creía, así que sus pasos
continuaban camino a su casa, como en todos los días.
—Vas a ver que cuando regreses a casa, te encontrarás con una sorpresa.
Aseguró Yuuri mientras que le seguía, Gagui era prendida de sus ideas, escribiendo en
su cuaderno, sonriendo de manera despistada, ganándose la vista de los demás, estos
que criticaban, a pesar de verse sencilla, Gagui expulsaba una atmosfera especial.
No obstante, Gagui llegaba junto a su tía, misma que le conducía de la mano hacia su
habitación, esta le insistía en que tenía que ver algo y entonces, Gagui se dejaba jalar,
esta se disponía frente a su puerta, cuál no tardaron en abrir. Y así, con un fuerte pasmo,
Gagui se encontró a sí mismo, acostada sobre su cama.
—Ves que estás dormida. Mencionó Yuuri hacia su asombrada sobrina, quién
sin más, tuvo que aceptar las frases de su tía, cuál le trataba de mantener serena para que
no se vaya a levantar. —Entonces, sí ya sé que es un sueño… ¿Yo qué debo hacer?.
Preguntó la confusa jovenzuela. Yuuri se reía, parecía recordarle sus años mozos.
—Bueno, nosotros los que conocemos este secreto, utilizamos esta dimensión
para ir a aprender de las cosas que ya no se aprenden aquí, puedes ir al pasado y
revisar libros antiguos, o quizás hablar con alguien importante… —Yuuri veía a su
emocionada sobrina. —Pero… ¡Hey no te distraigas! Yo sé que quieres ir a conocer a
ese muchacho, a Kassu. Mencionó la mayor.
Y Gagui se admiraba; pues, de alguna manera, ella ya lo veía más real, esto era una idea
increíble, algo que jamás imaginó. ¿Podía ser real? Sí lo era… nada le impedía hacer lo
que quisiera, ya no habían limitaciones, era su única oportunidad para acercársele, aun a
pesar de las distancias, de un planeta a otro, donde solo se podía ir a través de esas
naves planetarias, cuales costaban demasiado dinero.
—Bueno, sí quiero verle... ¿Cómo le hago?. Preguntó Gagui, esta vez con más
energía y alegría. Y Yuuri le miraba con misterio, esta estaba decidida a mostrarle de
sus trucos, desde cómo saber sí soñaba hasta como viajar más rápido a otros lugares.
Así, Gagui perseguía a Yuuri, la que se lanzaba de edificios y de precipicios, esta le
enseñaba a su familiar que habían mil maneras de volar, unas eran como sí corrieses y te
impulses por las nubes, otras como sí nadarás, otras como sí tuvieras alas, en sí, como lo
dictase tu imaginación. Más también, mostraba que uno podía traspasar paredes, techos
o pisos, que podías ir arriba como de igual manera abajo, que podías viajar y que habían
también muchas formas, que una era por las puertas, pensabas en el lugar que quieras ir
a visitar, abrías el portón y ya estabas allí, otra era por los espejos, otra por los armarios,
o dando muchas vueltas, o quizás cerrando tus ojos y cruzando por tus mismas piernas.
¡Qué va! Miles de cosas y tácticas. Que podías ver la realidad de la persona, que si en el
físico era buena y en el sueño era orgulloso, era porque la verdad, fingía. Como de igual
manera, existían cosas y personas que ya no estaban en la actualidad, que podías hablar
con ellos, que podías comer de todos los manjares, que podías aprender, que podías ser
tú en otro mundo.
—Esto es fantástico, Yuuri. Gritaba Gagui desde un alto risco, su tía sonreía,
más mencionaba que debía marcharse, ya tenía que despertar; pues a esta hora, su hijo
Nine siempre venía a despertarla, sea por pesadilla o soledad.
Gagui entreabría sus ojos, le tomaba de su hombro, pedía que no la deje sola; pues, ante
ese plano desconocido, sentía algo de temor, no obstante, Yuuri se zafaba, esta le decía
lo que debía hacer, ya había aprendido mucho, ahora solo le quedaba ir a comprobarlo.
Así, Yuuri desapareció de los ojos de la joven, está despertaba, regresaba de su alma a
su cuerpo, abría su mirada, recordando lo pasado.
Y Gagui, se veía sola en medio de riscos y montañas. Esta daba una inhalación nerviosa,
estaba preparada para hacerlo, para ir hacia Marte, a ese planeta en donde vivía su amor
lejano. Entonces, la muchacha empuñó sus manos, cerró sus ojos y empezó a dar vueltas
sin parar, un sin número de veces, al principio, sentía que eran lentas y que se mareaba,
más ante los instantes futuros, sus giros se hicieron imperceptibles y todo se coloreó de
blanco, Gagui sentía como su corazón se aceleraba y como su cuerpo se reducía a nada,
solo la velocidad rodeaba su alrededor, aquella empezaba a viajar.
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Más, luego de unos segundos, la joven regresaba a la normalidad, a su forma humanoide
pero fantasmal. Gagui respiraba nuevamente, se agarraba de las paredes para no caerse,
esta veía de su nuevo ambiente, calles largas y grandes, muchas personas algo distintas
circulaban de lado a otro, con ojos rojos, otros negros, altos, algunos de tés morena,
otros bronceados. Y Gagui se admiraba de todo lo nuevo, de la fauna y de la flora, de
las costumbres y de las ropas, del lenguaje y del acento, la verdad parecía estar viendo
un canal de turismo, pero no, estaba ahí… podía sentir la brisa cálida que corría por sus
mejillas, el buen olor sea de la comida, como de las personas, o los bosques.
—Estoy en Marte. Susurraba, mientras que caminaba, aventurándose a hablar
con otras personas, quienes le instruían por las calles a las que podía tener acceso; pues,
Gagui notaba estar en Tanio, Capital de Marte, esa que al igual que “Halfworld” —La
capital de la Tierra— Era más bien una base espacial y comercial, poco habitable, solo
eran ciertas casas en donde “Buenas familias” vivían.
Y Gagui deleitaba su vista y sus sentidos, corría por allí, volaba por acá, gritaba o tal
vez coreaba alguna canción, en fin, esta estaba emocionada. Más, su conmoción estaba
pronta a terminar y con ello, también su estancia frente a Marte y a ese mundo místico
de los sueños. Pues; diagonal a ella, caminaba un hombre, este rodeado de su personal,
miraba de papeles y hablaba por teléfono, realmente se veía muy ocupado como para
ver hacia el frente, ahí donde estaba la otra despistada, misma con la que chocó.
—¡Ah! Disculpa. Mencionó Gagui, excusándose.
—¡Eh! No importa, al final ha sido culpa mía… Respondió aquel, este que sin
parar, continuase de su camino. Gagui levantaba su vista, le miraba y ¡Oh! pasmo, aquel
hombre era Kassu, el famoso marciano, que a pesar de la indiferencia, del descuido y de
los segundos, alegrase el interior de Gagui, esta que impulsivamente, sin pensar, gritase
de su nombre, aquella, con su basta emoción, corrió hacia él, hacia Kassu, cuál giraba a
verla, junto con Kai, su hermano baterista, aquel de oscura cabellera y cafés ojos, cuál
clavó misteriosos en ella.
Que iba a imaginar, Gagui que su misma euforia le iba a jugar sucio, que su impresión
descontrolada le iba a afectar en su equilibrio, esta veía a Kassu, quién con curiosidad,
se acercaba a ella, este de la mano de Kai, irían a hablarle, no obstante, para los ojos de
los marcianos, Gagui desapareció. ¿Qué sucedió? Lo que todos conjeturan, Gagui abrió
sus ojos, despertó con el brillo de la mañana, con el nuevo de en la Tierra, la chica había
abandonado el mundo de los sueños, había regresado a lo que ella llamaba la realidad.
Y Gagui dejaba caer sus pies sobre el helado piso, miraba sus manos y recordaba del
rato vivido, no fue imaginación, fue real, al menos en el sueño, lo fue. La joven, sonreía
con esperanzas, no estaba triste, a pesar de que no hubo platica con él, Gagui era llena
de ilusión… ¿Qué pasa? habrían muchos más días para intentarlo.
—Gagui… tu puedes hacerlo… —Abre sus cortinas. —Tú conocerás a Kassu.
CAPITULO 2: EL ENCUENTRO INESPERADO.
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Y los pies de Gagui se adelantaban con presura por encima de las pisadas de los demás,
esta regresaba con su novela entre sus manos, quizás, otro día laboral fallido, más Gagui
no se veía triste, esta caminaba hacia la estación de bus, regresaría hacia su casa, al sur,
donde vivía, no obstante, Gagui llevaba una sonrisa en sus labios, sus ojos se expandían
por más allá de su mirada, esta se iba con su imaginación a recordar de eso, que ya
remembraba por días, su primer encuentro con Kassu, aquel que chocó su mirada serena
y casi indiferente con ella.
—¡Ay! Porqué la casa está lejos del centro. Gagui cruzaba de la calle, no sin
antes ver esas hermosas flores y gruesos árboles que adornaban el parque de los lagos.
La muchacha sonreía, respiraba hondo e iba por su autobús, cuál ya se paraba para dar
camino a los pasajeros, Gagui corría, daba espacio a los más adultos y luego, se sentaba
en uno de los pocos puestos vacíos, ahí donde sacaba de su bolso, un extraño libro, uno
muy viejo que le hubiese prestado su tía, Yuuri. —Mi tía me ha dicho que esto es de su
abuela… que lo cuide más que mi vida. —Pensó Gagui a la vez que lo abría y empezaba
a leer, justo donde había dejado su separador.
Así, la gente se acumulaba, unos, alado de ella, otros con sus miradas por encima, todos
viendo de lo que leía la joven, unos con curiosidad, otros con espanto, calificando a esta
chica de loca… ¡Va, tal vez no se equivocaban!. Y el libro trataba sobre artes ocultas,
sobre lo tan llamado “Astral” el mundo de los sueños, aquella dimensión o cuerpo que
con tu poder de voluntad podías utilizar conscientemente y averiguar la realidad propia
y hasta del mundo.
—Debo practicar… quiero volver a ver a Kassu. Determinaba Gagui sin dejar
de lado el recuerdo de todos sus fracasos durante la semana, Yuuri accedió a ayudarla,
más solo el libro le dio y desapareció, debía hacer demasiado trabajo. —Los dos chicos
llegan a la casa a eso de las dos. Murmuraba sin perder de vista su reloj, ahí marcaban
casi las once, Gagui conocía que debía hacer la comida, era martes y le tocaba su turno.
Levemente suspiraba, no le quedaba tiempo para sus cosas.
—Pero… Gagui, ¿Por qué quieres ver a este chico, nuevamente?. Se decía
para sí misma, confundida entre lo interesante que era lo que había aprendido y entre la
ciertamente vergüenza que Gagui sentía de buscar a un chico y uno muy famoso. Pero,
esta discusión interna no era nueva para ella, de igual manera, terminaba accediendo a
su capricho y a su lucha por volver a estar consciente en su sueño.
No obstante, la joven castaña llegaba a su departamento, esta saludaba al portero y subía
hacia el quinto piso, donde solo se encontró con “Hermes” el gato negro de Elyel, cuál
estaba junto con Nine, en el colegio.
—Hola, Hermes… como estás. —Le soba la cabecita. —¿Te dejaron comida?.
Gagui dejaba sus cosas, salía hacia la cocina y le servía croquetas al gato, esta sonreía,
gustaba mucho de estos animalitos, más no debía perder tiempo, prendía su mp3 y
empezaba a cocinar, ahí en aquel lugar que también se convertía en su pista de baile.
Y las cebollas se freían sobre el sartén, el olor de la carne y los condimentos, llamaban
la atención al olfato del mañoso Hermes, cuál se ponía a los pies de la joven a maullar,
más esta solo coreaba las canciones de Kassu, agitaba su cadera y aumentaba la llama
de las hornillas, esta no demoraba, si podía, todo lo hacía rápidamente. Por ello, en
menos de una hora, todo el almuerzo estaba listo, apenas serian la una, tenía casi media
hora libre hasta que llegué Yuuri y una hora, hasta que regresen los ruidosos chicos.
Por ende, Gagui limpió de sus manos, abrió del místico libro y empezó a practicar todo
lo que este le ilustraba, desde métodos inusuales hasta rutinas sencillas de respiración y
concentración, ahí donde tenías que relajarte y escuchar tu corazón, más Gagui era algo
inquieta y su misma ansiedad, no le permitía quedarse serena, sin contar que los mantras
le hacían doler su garganta y no probaría de bebidas extrañas. Así, Gagui se lanzaba al
mueble, conocía que las pastillas para dormir no le servirían, estas no les permitían que
recuerde sus sueños y más bien, empeoraban su situación.
—Otra vez me veo aquí… en la nada. Murmuraba Gagui, atestiguando lo muy
difícil que era para ella dormir por las tardes, pero sin olvidar que más complicado era
no zafarse de sus novelas por las noches, estas que la dejaban cansada. —Con este ritmo
de vida no podré volver consciente al mundo de los sueños nunca más… Gagui daba un
suspiro, iría a cerrar el libro, más aquel se cayó de sus manos y este se abría por las
últimas páginas, en donde se relataba de un extraño ritual, donde el practicante usaba la
mirada de un gato negro, según místicos, los animales tenían de un elemental que le
otorgaba al dueño, su magia dimensional.
Bueno bien, Gagui estaba emocionada, leía del sencillo procedimiento, esta sonreía algo
curiosa, levantaba su vista y la chocaba con el gatito, este insospechado que lamiendo su
manita, mirase quieto a los sombríos planes de la aventurera Gagui.
Por el contrario, cerca de la morada, unos energéticos pasos golpeaban del piso con cada
salto, el ruido de un llavero se asomaba tras ser sacado de un llamativo bolso, los dedos
buscaban de la llave correcta, era esa azul que tenía una estrella dibujada, misma que se
introdujo dentro de la cerradura, esta cuál le permitió entrar. Y lo que era una mujer, se
reflejaba en aquel espejo de Yuuri, ese que estaba frente a toda la entrada, sus negras
hebras, tan bien cuidadas, se enlazaban con el aire, aquella parecía una modelo, esta era
la extranjera Elyel, misma que oliendo de la comida, sospechase de que no estaría sola
en la casa, más, con sumo silencio, se adentraba a la sala, ahí donde sus ojos se abrieron
con admiración al ver a su gato y a Gagui.
Y Gagui tenía a Hermes a su frente, casi que obligado a estar sentado, esta era a pocos
centímetros de él, con sus pies dentro de una lavacara con agua, pidiéndole al gato que
le llevase hacia el astral, hacia el mundo de los sueños. —Vamos sr. Elemental del gato
Hermes, lléveme hacia el otro mundo. —Mencionaba Gagui, Elyel se acercaba con
cautela, veía que en la mesita del centro, estaba el libro enigmático, suspiraba hondo, la
joven ya empezaba a conocer de qué gente era rodeada. Así, que con su propia cartera,
golpeó la cabeza de Gagui, esta que reaccionando, se levantase hacia la otra, misma que
por su carácter ariano y algo pendenciero, empiece con una discusión.
—¡Deja a mi gato en paz!. —Gritó Elyel. —Tú de todos, eres la más loca…
¿!Qué te pasa!? Necesitas ayuda, amiga. Criticaba la pelinegra, Gagui entrecerraba sus
ojos con algo de torpeza, más ante las reprensiones, sacaba a flote su orgullo.
—No me hables así, yo también soy dueña de esta casa. Dijo Gagui.
—Y yo por más que tú, porque pago mi renta y aunque no trabajo, mis padres
me dan dinero… Expresó Elyel, misma que alejaba a su gato y se enfrentaba a Gagui, la
que se encogía de a poco y guardaba espacio. —Ok, lo siento… solo quería a tu gato,
pero no debí sin tu permiso. Aludió la castaña, la pelinegra chasqueaba sus labios, ni
con o sin su permiso, no para con tales propósitos extraños, a los cuales la escéptica no
era dispuesta a aceptar.
—Yo no sé a quién has aprendido tales ocurrencias y no sé porque las haces,
pero no es sano, Gagui. Habló Elyel, sacudiendo de su cabellera. —Más, es seguro que
es por algún chico... vamos, no tienes que hacer esas cosas. Acotó la a veces creída
chica, Gagui se exasperaba, esta unía sus labios en una mueca de disgusto y con un loco
grito de rebeldía, se abalanzaba hacia Elyel, misma que al notarla, exaltada, la echase
con su fuerza, no hay que olvidar decir que Elyel hacia mucho ejercicio y que tenía un
buen físico, mismo que tumbó con Gagui y la mandó a golpearse con el mueble.
—¡Oh diablos! La mate. Gritó Elyel al denotar del golpe y del pronto desmayo
de Gagui, cuál casi que babeando se deslizaba por los pisos. Elyel batía sus brazos y con
nerviosismo, se dispuso a ocultar su acto, jalando de los pies de Gagui, a cuál arrastraba
hacia arriba, hacia su habitación. —Tú mismo te la buscaste… ¿Quién se lanza encima
así de repente?. Y Elyel se adentraba al aposento sereno de Gagui, miraba de sus sabias
frases y sus amuletos, como de su buen aroma y recuerdos, —En verdad era la recamara
de esta chica.— Bueno, Elyel acostó a Gagui y la dejó ahí abandonada.
Y Elyel bajaba rápido; pues, sus oídos podían escuchar que Yuuri había llegado, misma
que se asombraba de su presencia, la pelinegra mencionaba que por el día de hoy, todos
los estudiantes habían salido temprano, más Nine se había quedado haciendo trabajo
para sacar más dinero.
—Niño tonto, yo no sé en qué se halla… él sabe que yo le doy todo el dinero
que él quiera. Confesó Yuuri con aires de enojo, Elyel sonreía aun nerviosa. —Tal vez
quiera demostrarle que ya es todo un muchachón. Respondió la delgada.
Yuuri suspiraba, buscaba de la presencia de Gagui, Elyel bloqueaba de la escalera, esta
le mencionaba que la chica cansada de caminar, había hecho la comida y se lanzó a la
cama a dormir, lo mejor era no despertarla.
—De seguro que no encontró a alguien que agrade de sus historias… Habló
Yuuri con rostro entristecido, Elyel hacía de una confundida mueca, le seguía.
—Pero es que sí no la quieren es porque es mala. Opinó la más joven.
—Lo que sucede es que nadie entiende la cabeza de mi sobrina, como de igual
manera, nadie a estas alturas, acepta la magia. Indicó Yuuri, dejando impresionada a la
otra, quién bajando su mirar, empezaba a sentir remordimiento ante el trato hacia Gagui.
Más, Yuuri con una sonrisa, comenzaba a servir del almuerzo con la ayuda de Elyel.
Empero, de cualquier modo, por encima de ellas, descansaba sobre su lecho, la serena
Gagui, esta que con sus cerrados ojos, se dejaba llevar nuevamente de sus ilusiones y de
esa atmosfera mágica que sacaba su alma hacia otro lugar, hacia otra dimensión. Y esta
abría sus ojos apagados dentro de su habitación, se sentaba sobre su cama, ahí donde a
su lado, también estaba su cuerpo durmiente.
—¿Qué estaba haciendo?. Se preguntó, mientras se levantaba para seguir con
sus actividades diarias, no obstante, como un destello de comprensión, se detenía frente
a la puerta, cuál estaba pronta a abrir, Gagui giraba lentamente su cara hacia su litera,
ahí donde para su pasmo, se encontró a sí misma. Y Gagui saltó de la sorpresa, ya sabía
que estaba dentro de un sueño, en el cuál prontamente volvía a controlar, ella sonreía, lo
había conseguido y tal vez con procedimientos no esperados ni ortodoxos. —Te debo
agradecer, Elyel. Soltaron sus labios, todo al tiempo que decidía marcharse hacia otros
horizontes, hacia Marte. Así, Gagui devolvía su mirada a la puerta, está la tocaba y
concentrándose, imaginaba que aquella misma, le transportaría cercano a donde estaba
su ídolo, a donde estaba Kassu.
Y la chica, luego de segundos, giraba de la perilla y se adentraba al nuevo lugar que su
portón le mostraba. —Esta vez, Gagui… esta vez, sí háblale. Murmuró dándose paso a
sus pisadas, esta cerraba de su entrada y se chocaba con mucha gente que apurada, iba
con platos llenos y vacíos, Gagui se veía dentro de la cocina de un restaurante y frente a
un disgustado jefe, cuál no soportaría de su vagancia, este era convencido de que Gagui,
trabaja para él.
—Mira niña, aquí no se te paga para descansar, anda y toma tu uniforme y
recibe la orden de los clientes. Gritó el gordo y alto hombre, este que le entregaba de un
traje, mismo que obligaba a usar. Gagui era confundida, más hacia lo que él le dictaba.
Entonces, en poco tiempo, Gagui se involucraba, ayudando a meseros, sirviendo platos
y hasta regalando sonrisas, no parecía molestarle, pero tampoco gustarle; pues, esta no
quitaba de lado, que tenía que encontrar a Kassu. Por ello, Gagui buscaba una que otra
manera para escapar, más el vigilante jefe, todo lo tenía calculado.
—Oiga, en verdad… ¿No conoce a su personal? Yo no trabajo aquí… es más
yo soy una cliente. Expresó Gagui, empero el jefe, la regresaba afuera. —Los usuarios
no aparecen en mi cocina, además dime jefe. Exigió, Gagui volvía a tomar la libreta.
No obstante, entre las mesas, el llamado de un chico atraía su atención, esta iba hacia él
y con la pluma afirmada entre su nariz y sus labios, se dio a oídos. El chico le veía algo
extrañado, más solo sonrió, al parecer para este, no era la primera vez que se conocían.
—No me había fijado que trabajabas aquí… la vez pasada, te nos acercaste,
¿Algo pasaba? ¿Se nos olvidó de darte propina?. Dijo el joven, Gagui le miraba fijo y
con curiosidad, esta que le ayudó a notar que aquel hombre, no era nada más ni nada
menos que Kai, el baterista de Kassu, su hermano.
Y Gagui saltó, esta sonreía nerviosa, mencionaba equivocarse de persona, más Kai ante
su exaspero, solo se disculpó.
—Bueno, que pena… ¿Vas a tomar mi orden?. Terminó el amable Kai.
Gagui asentía, levemente suspiraba, anotando lo pedido, enajenándose entre las palabras
del baterista, llevando distraídamente sus ojos hacia un lado, ahí donde vio, leyendo de
las revistas, al concentrado Kassu, este que ocultaba sus ojos con unas oscuras gafas. La
chica lo reconoció, no había como dudar, era él y por ende, debía hablarle, así que casi
hablando por encima de Kai, preguntó a Kassu sobre lo que quería comer, no obstante,
este no le respondió.
—Está trabajando, entonces está en cero para el mundo. —Sonríe Kai.—Eh…
¿Sí escuchaste lo que te dije?. Terminó, más Gagui entre golpeaba el brazo de Kassu,
esta con confianza le aconsejaba, debía ser equilibrado y comer, luego podía volver a
trabajar. Kai ligeramente se sorprendía. —Eh… ni a mí me hace caso. Decía Kai.
Sin embargo, Kassu aún no prestaba atención, miles de intentos tuvo que hacer la joven
para que aquel, girase hacia ella y la viese, definitivamente este le hacía notar que no la
conocía, que era una simple mesera, que la verdad, se le había pasado de libertad. Más,
Gagui se le acercaba, con cálida sonrisa y ojos sinceros, le menciona del menú, Kassu
entrecerraba sus ojos con cierta cortesía.
—No quiero nada, no tengo hambre… gracias. Respondió él, interrumpiendo
a la mesera, esta que algo asombrada, guardaba su libreta.
—Sabes… —Y Gagui sacude sus manos. —No eres como pintas ser en la TV,
eres completamente distinto, nada alegre, nada carismático… ¡Claro! Sí toda la fama
es una ilusión… Kassu, eres una mentira. Exclamó la resentida joven llamando también
los ojos de Kai, quién admirado de lo que pasaba, recorría su mirada por su alrededor,
hacia el gentío del área, estas inconscientes, que se centraban solo en ellos, que no
prestaban atención a nada, por muy escandaloso o por muy pequeño, ellos se veían con
ojos apagados, mirando solo hacia su escena personal. Y Kai suspiraba, volvía sus ojos
hacia la enojada Gagui, aquella que contemplaba la poca importancia de Kassu, mismo
que también dormido, regresaba a su ocio, a seguir leyendo. Era obvio que esto disguste
en gran manera a la incomprensible Gagui, quién tumbando sus manos sobre la mesa, se
abra espacio hacia el jefe, este al cuál, sin paciencia alguna, encaró.
—Me voy ahora mismo de aquí. Dijeron sus labios de peligro y sus ojos de
fuego, esos que se escondían tras la serenidad de lo que parecía visible. Entonces, el
Jefe retrocedió, aquel sin palabra, señalaba la puerta, Gagui se dio vuelta, ni siquiera vio
de nuevo a su tan nombrado Kassu, salió y viéndose afuera, suspiró con decepción.
Y Gagui era afuera, no sabía dónde ir; pues, no conocía Marte, más que le daba, caminó
unos cuantos pasos y se sentó en una de las bancas de un cercano parque, esos de los
que tanto gustaba la muchacha.
—No puedo creer que realmente sea así… ¿Por qué tiene tantas fans?. Gagui,
se preguntaba para sí, esta unía sus manos y soplaba en medio de ellas, aquellas que las
rosaba por sus labios. —Kassu no es como yo pensé, como mi corazón lo imaginó… La
chica se sentía arrepentida de sus tantos esfuerzos, de su tiempo invertido, digamos que
perdido; pues, hasta había dejado de escribir, por solo quedarse practicando en que le
diría, en cómo se comportaría con Kassu. ¡Bah, todo era farsa!. Gagui miraba del piso…
¿Por qué no presentarse al mundo como uno mismo es? Bueno… era mejor que esta no
hablase, ya que sin querer, también había hecho lo mismo, así que, ¿Con qué cara culpar
a Kassu?.
No obstante, las cosas no terminaban, la aventura para Gagui seguía a medida que su
cuerpo descansaba, que su alma era en medio de su mundo fantasmal. Entonces, ella era
sentada dentro del parque, ahí donde a su frente, como ensueño o pesadilla, volvía a
aparecer Kassu, aquel ya no estaba con Kai, esta vez estaba con su Manager, aquel que
le explicaba de sus planes en la semana, mismo que le amontonaba de decisiones como
también de preguntas. Kassu se veía algo cansado, pero esta era su vocación, alegrar los
corazones de las personas con su música.
—Debes ahora ir a una sección de fotos. Manifestó el Manager.
—Lo sé… ya estoy listo, me lo has repetido más de mil veces. Alegó Kassu a
la vez que cruzaban de la avenida cercana.
Gagui les miraba, era notable que la brisa imperceptible del astral, le haya permitido a la
joven escuchar de lo previsto, esto que llamaba su curiosidad intensamente, que le
obligaba a pararse y dar una ojeada. —Simplemente, me ocultaré bien. Cantó esta con
algo de picardía, levantándose del asiento y corriendo hacia el lugar, hacia una especie
de garaje muy bien arreglado, a un ambiente urbano pero folclórico, tal como era el look
del cantante.
Así, la vista de Gagui se colgaba por las paredes, mismas que traspasó sin problema,
ella se escondía y desde ahí veía como todo el personal se alistaba para dar comienzo a
sus actividades, mujeres terminaban de decidir el vestuario y accesorios, otras, se iban al
escenario a rectificar de que nada faltase, hombres calentaban, al parecer iban a captar
fotos en movimiento, coreografías. —¡Qué genial!— Gagui, se sentaba sobre el piso, al
juzgar, parecía que nadie la notase, empero el manager clavó sus ojos en ella, en esta
que con una sonrisa, contemplaba las rutinas del emocionado Kassu.
—Niña, ya vamos a empezar… —El adulto jala su mano. —Deberías ya estar
lista para el maquillaje. Y dicho esto, a pesar de las explicaciones extremistas de Gagui,
fue llevaba, con un nuevo uniforme, hacia el camerino, ahí donde todo estaba lleno de
cosméticos, cepillos, y un sin número de artículos de belleza.
—No sé porque, aquí todo el mundo me da trabajo. —Gagui suspira. —No sé
porque Kassu se pone estas cosas, a él se le ve bien sin pintura encima. Gagui rascaba
su cabeza, la verdad era algo brusca, esta no sabía ni como colorearse a ella misma, por
ende ¿Cómo lo hará con Kassu?. Ciertamente, sus dedos temblaban de solo imaginar
que lo haría mal.
Más, a pesar de su frustración, el tiempo que no apremiaba ni esperaba, hizo que en un
abrir y cerrar de ojos, Kassu se siente a su frente, viéndose en el espejo, esperando de su
acción, de que le maquillase y le aliste.
—Quiero lucir algo más oscuro, ya que mi hermano lo ha previsto así, sé que
es algo nuevo, pero bueno, vamos a intentarlo, Ok. Comentó Kassu a la vez que cerraba
sus ojos y se acomodaba en el sillón. Gagui le observaba, le tenía tan cerca, pero en una
situación algo desesperante. Si bien, Gagui debía empezar, comenzó por recordar las
mañas modernistas de Elyel, sus ganchos en los ojos, su base que le hacía tener su cara
tal como una porcelana, sus sombras que le daban más peso a su mirada, en fin, con
ello, intentaba hacer lo mejor que podía. Así, colocaba la base sobre el rostro de Kassu,
más era notable para ojos del demás personal, que en realidad, a esta se había pasado de
blanco, Kassu se veía como un fantasma.
Y las horas pasaban y con ello, la paciencia de todos, entonces, cansado e impaciente,
Kassu abría sus ojos, viéndose con impacto, en lo que estaba convertido. Obviamente,
su grito, asustó en gran manera a Gagui, cuál se alejó de él.
—¿!Pero que es esto!? ¡Es broma!. Mencionó el avergonzado, cuál tomaba la
toallita y se desmaquillaba, este veía de reojo a Gagui, quién se disculpaba, confesando
no saber mucho de cosméticos, la que siempre le arreglaba, era Yuuri.
—Entonces… ¡Que haces aquí!. Exclamó Kassu con cierto disgusto.
—El hombre me obligó. Respondió Gagui algo estresada.
Kassu suspiró, se veía nuevamente al espejo, repetía que todo este día le había ido mal,
que todo era un desastre y que simplemente ya no quería hacer la sección, Gagui le veía,
ciertamente, en su rostro se presentaban algunas muecas, ella no entendía las represalias
de Kassu, así que volviéndose a enojar, cruzaba de sus brazos.
—Oye, ¡Hice lo mejor que pude!. Recriminó Gagui, misma que dejando las
palabras en la boca de Kassu, se dirigiese hacia la puerta, hacia la salida. Y Kassu veía
del fracaso, más se daba fuerzas para volver las cosas a la normalidad, él llamaba a las
otras señoritas, todo empezaría de nuevo.
—Hay que ver cuánto tiempo nos queda. Indicó Kassu, expresando también,
que ya era tarde y que debían apresurar a Kai, quién seguro ya dejaba el restaurante, no
obstante, Kassu buscaba de su celular, mismo que no encontraba por ninguna parte. Por
ello, con algo de preocupación, tomó del móvil de una de sus maquillistas y marcó al
suyo, este que solo sonaba sin respuesta.
Entonces, Kassu lo abandonaba todo, aquel con suma inquietud, se ponía su capucha y
sus gafas, abría de los portones y corría lo más rápido que podía, este regresaría al lugar,
tomaría su celular, ese que contenía todas sus privadas cosas, con las que era bastamente
cuidadoso. Y pasó, que Kassu cruzó alado de Gagui, esta que fue tropezada por él.
—¿Y ahora? ¡Sera que me lo encontraré donde sea!. Aludió Gagui con algo
de resentimiento, sin perder de vista la rapidez del otro, aquel que antes de cruzar la
calle, se encontrase con su hermano, mismo que sin detenerle, le distraiga.
—¿A dónde vas? Ya termino tu sección. Conversó Kai, este comía de una gran
hamburguesa, en la cual rebosaba de la deliciosa mayonesa. Kassu negaba con su rostro.
—Voy por mi móvil… se me ha quedado en el restaurante… ¿Lo tienes?.
—No, Kassu… yo no me he dado cuenta. Respondió el baterista.
Y Kassu chasqueaba sus labios, Gagui se acercaba según sus pasos, cuál le conducirían
al acto, al hecho que sus ojos empezaban a presenciar; pues, el cantante atravesaba de la
calle, su mente despistada, nublaba de su visión, con esta que no notaba del carro, que a
gran velocidad, se acercaba a él. Y Kai entreabría sus ojos con susto, más no estaba lo
suficientemente cerca para ayudarlo, no tanto como Gagui, quién con un estrepito grito,
sin siquiera pensar. —Como algunas veces. —Se lanzase hacia el cuerpo del otro, ese
mismo que se estrelló contra la acera, junto con Gagui, ambos viendo lo tan cerca que
estuvieron de la muerte. Y Kassu atestiguaba de la prisa del auto, como también, de la
valentía de la joven, cuál era congelada, viendo sin creer lo ocurrido.
Así, por consiguiente, el amable Kai se acercaba aliviado, este abrazaba a su hermano,
reprendía su abstracción, como también agradecía a la chica, a cuál volvía a reconocer,
todo contrario a su hermano, quién la saludaba como alguien nuevo.
—¡Me has salvado!. Señaló Kassu con contento, este abrazaba a Gagui, la cual
se admiraba, ciertamente podía denotar la naturaleza algo cambiante de Kassu, la verdad
era que sí reía, que era carismático, pero también entregado y serio.
—No fue nada. Murmuró Gagui algo animada. Kai sonreía abiertamente. —Es
decir, que tu vida no es nada, Kassu. Se ríe el baterista, Kassu golpea su hombro al
tiempo que Gagui se rectificaba, eso no era lo que quería decir. —Es que todos estamos
para servirnos. Aclaró la chica, seguido por la presentación de Kassu, al igual que su
hermano. Por fin, se había cumplido el deseo de Gagui.
—Venga, vamos a la sección de fotos… ¡Te invito! Y luego… eh, todos vamos
a cenar, ¡Muero de hambre!. Señaló Kassu, jalando la mano de Gagui, cuál aceptó con
toda la alegría y placer. Kai les seguía de lado, mencionaba ya haber comido demasiado,
que no quería oír nada de comida.
Sin embargo, ante la celebración, Gagui pasó en primera fila, viendo del espectáculo y
de los flashes, compartiendo de experiencias y de chistes, conociendo de las personas y
de sus mañas y manías, así supo que el Manager, quién era un viejo amigo de los chicos,
era un tímido hombre de antiguas costumbres, como que Kai era algo excéntrico —¿En
qué? ¡Vaya a saber! Este calló a todos.— de igual manera, Gagui se enteró que Kassu
era un hombre muy hogareño pero que no dejaba de lado, las maravillas de viajar por
todo su planeta y por el Cosmos.
—Yo soy Gagui y vengo de la Tierra, su hermana vecina. Expresaba la chica,
esta que se asociaba con todos, que se sentaba alado de Kassu, cuál comía pizza.
—Tenemos a grandes amigos dentro de la Tierra, uno de ellos es Teego ¿Le
conoces?. Preguntó Kassu estirándose un poco, Gagui asentía, era muy escuchado en la
Tierra, un buen artista. —Es el ídolo de mi tía Yuuri y de Elyel. Mencionó la joven sin
olvidar decir, que estas eran parte de su familia. Y así, Gagui hablaba y hablaba, esta
con su sonrisa amplia, daba cumplidos y también, se lanzaba a dar propuestas, estas que
el Manager aceptaba o criticaba, ganando y robando de las carcajadas del personal.
—Algún día iremos a la tierra, ¿Verdad, Kai?. Intervino Kassu.
—Claro, Teego nos está arreglando un concierto allá. Habló Kai junto con su
Manager, cuál tapaba con los oídos de Gagui, cuál a pesar de ello, podía escuchar. —No
le digan nada, que no ven que le dicen después a las otras fans. —Todos reían.—
Y la velada de Gagui era impresionante, más como todo comienzo, tiene un final. La
joven sin darse cuenta, tan rápido como el segundo, se desapareció de la escena, aquella
alma regresaba veloz por los cielos, países, ciudades, avenidas y calles, todo hasta llegar
a su casa, ahí donde sobre su cama, despertó.
Gagui, se movía lentamente, recordaba del momento vivido, de la sonrisa energética
pero galante de Kassu, de los chistes del Manager y de la cortesía de Kai. —Ya me he
despertado y ni siquiera me despedí… Murmuró bostezando, estirando su cuerpo, cuál
pesado, le mostró de la presencia de Hermes sobre ella, de ese gato negro que con ojos
cansados, vigilaba de su estado, tal vez hubiese sido obra de Elyel, misma que hablaba y
reía, de esta fuerte voz, se escuchaba hasta arriba. Así, Gagui se levantaba, colocaba sus
sandalias y se dirigía a la ventana, cuál le mostró que no era de mañana, contrario, aún
estaba de noche.
Entonces, la joven se sentía confundida, como adolorida; pues el malestar de su cabeza,
tras el golpe dado, regresaba. —Ya recordé que Elyel me lanzó al mueble. Susurró
abriéndose paso hacia las escaleras, mismas que al bajarlas, encontrase a su familia, cuál
en compañía de Elyel, reían a carcajadas. Y Gagui se arrimaba a la pared, clavaba sus
ojos en la pelinegra, en la dramática que contase a los demás, sobre su rara y tétrica
experiencia, cuál hubiese vivido hace unas horas.
—¡No les miento! Yo me dormí y entonces empecé a sentir que flotaba, que
tenía como que náuseas… así, abrí mis ojos, iba a ir al baño… —Elyel ponía seriedad.
—Empero, giré mi rostro y ¡AH! ¡Vi mi cuerpo! ¡Estaba muerto!... así que del susto,
me desperté… dije, ¡Ay! Diablos, esta familia, es un grupo de brujos. Criticaba Elyel
con su tono de burla pero también de admiración.
—Yo te dije. —Interviene Nine. —Desde pequeño supe que mi mamá era una
bruja, yo le espiaba. Ella habla con mi abuela en sueños, dice que es su maestra y que
sigue viejas tradiciones. Contaba el rubio, este que era abrazado por Yuuri, misma que
solo reía de las experiencias de Elyel. —Estabas haciendo lo mismo que haces todas las
noches, más esta vez, sí lo sentiste, sí estabas consciente. Explicaba Yuuri, misma que
se percataba de la presencia de Gagui, aquella que soltando una sonrisa caprichosa, se
burlaba leve de Elyel.
—Ósea que salió rápido y sin esfuerzo… ¡Suertuda!. Decía Gagui, misma que
hundiendo sus labios, desvié su mirada hacia el ventanal, este cuál era alado de la
escalera, ahí donde ella pudiese ver del cielo, de ese que le regalaba de sus amadas
estrellas, mismas a las que siempre pedía la inspiración necesaria para continuar su vida,
más Gagui, esta vez guardaba silencio, contemplaba la estrella más grande, esa que
parecía estar a su frente, tintineando sin parar, como sí le hablase desde la distancia.
Gagui sonreía con algo de delicadeza y enajenamiento. —Eres Marte… eres Kassu, la
estrella que le ha dado un giro a mi vida… que le ha dado color a mis grises tristezas…
eres Kassu, el cuál vuelve a unir mi corazón. Y Gagui suspiraba, más no había tiempo
que olvidar, así, con su habitual ánimo, giró y se lanzó encima de su familia, todo, para
volver a compartir de la cena con ellos.
CAPITULO 3: EL DESPERTAR
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Los gritos abundaban en la casa de Gagui, las correteadas y los estruendos de muchas
cosas estrellándose en el piso, los insultos y las advertencias, llamaban de la atención de
Elyel, aquella que bostezando, recibiese del nuevo día. Y la joven se estiraba, se ponía
sus sandalias, su bata y arreglaba su cabello, está a pesar de la curiosidad de saber qué
mismo pasaba afuera, no saldría de su recamara hasta estar bien arreglada, así que luego
de limpiar sus dientes, peinó su cabello y pintó sus cejas y ojos. Así, una vez lista, Elyel
salió, encaminándose a las escaleras, se chocó con la molesta Yuuri, esta que no sabía a
donde mismo correr, todo para detener a su sobrina y a su hijo, cuales peleaban peor que
gatos y perros.
—¿Qué está pasando, ahora?. Interrogó Elyel, la bronceada pelinegra.
—Nine se ha leído el diario de Gagui y descubrió que a esta le gusta Kassu, el
cantante marciano, entonces, Nine se ha metido en su Blog y le ha puesto en ridículo…
bueno, Gagui esta enfurecida. Confesó Yuuri sin quitar sus ojos a su hijo, aquel que ya
viéndose en las garras de Gagui, lanzase del librillo y se eche por entre los muebles, ahí
donde también se desmayó, por un golpe. Elyel miraba lo sucedido, esta con sorpresa,
se acercaba rápidamente junto con la preocupada Yuuri.
—A ese mueble le voy a bautizar con el nombre del sillón de la muerte. Dijo la
pelinegra obteniendo la vista de Yuuri, cuál sonrió sarcástica. —Cuando los compré, me
dijeron que ahí siempre venía a dormir un chico, un modelo que había muerto de una
manera algo trágica. Contó Yuuri, misma que se arrodillaba a recoger a su hijo, Elyel
se quedaba helada, ciertamente se sentía tan extraña, no había como tratar con aquellas
personas, más levemente se acercaba a Gagui, la eufórica que revisaba de su libro, que
este en perfectas condiciones, que ninguna hoja le falte.
—Pero tía… cuando Nine se levanté, yo lo mataré de todas formas. Dijo ella.
—Todo por un simple diario. Aseveró la adulta enojada.
—¡No es un diario! Es más íntimo que eso… ¡Es el libro de mis sueños! Aquí
anoto mis experiencias oníricas, tú como bruja debes saber que eso es más sagrado que
cualquier cosa. Aludió la resentida Gagui, Elyel sonreía algo curiosa, hecha la burlona,
asomaba sus ojos entre las hojas, Gagui le cerraba el libro con una molesta mueca.
—Oye… yo no sabía que te gustaba un Marciano. Conversaba Elyel a medida
que le alcanzaba en largos pasos, Gagui veía hacia atrás, no se podía deshacer de la otra.
—¿Y que tiene?. Preguntó la castaña a la defensiva.
El rubio que estaba en los brazos de su madre, despertaba, para este no habría pausa
cuando se trataba de molestar o criticar, así que oyendo a su prima, se levantaba aun con
dolor, la señalaba y alzaba su voz. —¿Qué, que tiene?. Pues son marcianos, son una
raza muy rara y además tienen costumbres ambiguas, esas que ellos imponen tras su
arte y su política, son de extraña religión, sin decir que su color de ojos rojos son igual
al diablo, así que hay muchas puntos de porque discriminarlos. Declaró Nine, este que
era considerado por las damas, como un muchacho muy celoso y racista.
—Pero Kassu tiene ojos cafés. Intervino Elyel, colocando sus dedos entre sus
labios, Nine chasqueaba sus labios —¡Que interesaba!— La cosa es que era marciano.
—Bueno… nadie ha preguntado tu opinión, cabeza de paja, sin contar que eso
no te da la autorización ni el perdón por lo que escribiste en mi blog. Reclamó Gagui
con su paciencia al límite, con sus mejillas rojas de la indignación y sus ojos chiquitos,
rebosando de esa llamarada.
Yuuri jalaba las orejas de Nine, ella le mencionaba a su oído, con tétrico tono, que era
mejor que se marche, que no salga por el resto de la tarde; pues ya había dicho mucho y
además causado mal aspecto hacia Elyel, quién era su adinerada inquilina.
—Cuanto lo siento… Elyel. Susurró Yuuri alejándose junto con Nine.
Gagui quedaba impactada, ofendida de las acciones de su tía. ¿Por qué pedirle disculpas
a Elyel? ¿Por qué no a ella?. Gagui se cruzaba de brazos, hacia muecas y se encaminaba
a su habitación, no sin antes, ser detenida por la extranjera, cuál con su fuerza, la puso
frente a ella.
Y Elyel sonría amable. —Sabes, no debes hacer oídos a lo que te diga Nine… ese es un
tonto ¿Qué sabe de los Marcianos? Mi padre es Marciano y es súper gente, sin contar
que carismático y de excelente cultura… —Elyel pone sus manos sobre sus caderas. —
Además los marcianos son guapos, al igual que los terrestres, no hay diferencia en
ellos, así tan brusca, como para hacer tal discriminación. Dijo la seria extranjera.
Gagui veía la veracidad de su compañera, más sin darle importancia a sus afirmaciones,
continuó su camino hacia su habitación, sin embargo, Elyel insistía, con sonreía picara,
le mostraba de su mp3, mismo que al encenderlo, llevaba a los oídos de Gagui, la suave
voz de Kassu. Y Gagui se sorprendía, veía de la lista de reproducción que siempre
escuchaba la joven Elyel, toda era llena de los singles del cantante Marciano.
—Acaso a ti… ¿También te gusta Kassu?. Preguntó Gagui con curiosidad.
—No… a mí me gusta su baterista, el que le hace los trasfondos, Kai. Confesó
la pelinegra esta que con toda la confianza, le comentaba sobre cómo había crecido su
furor por aquel dúo, que llevase en nombre del vocalista. Bueno, Elyel mencionaba que
cuando vivía en Marte, en una fiesta privada, reunión social de su Padre, hubo de varios
conciertos, entre ellos, estaba Kassu, quién en ese entonces, no era tan famoso. Cuenta
Elyel, que junto a su madre se había perdido y que entre toda la gente, Elyel se chocó
con Kai, mismo que respondiendo a sus sonrisas, la ayudase a encontrarse con su padre.
—Esa fue la última vez que lo vi en persona, luego me enteré que era baterista
y luego que firmaron un contrato y subieron como la espuma… —Elyel sonríe. —Esos
dos tienen talento. Exaltó la pelinegra algo coqueta.
Gagui se alegraba notablemente, citaba la suerte que Elyel tuvo al pasar palabras con
Kai, no muchas personas, aun con recursos, tenían de ese bonito recuerdo.
—Pero Kai es muy amable, no diré que Kassu no lo sea… —Gagui apretaba
su barbilla. —Solo que es más reservado. Mencionó con toda libertad.
Elyel sonreía extrañada. —Y ¿Cómo puedes asegurar tu esto?. Preguntó la curiosa.
—Porque yo lo vi, tal vez no como tú, pero sí en sueños, ahí nos conocimos…
—Gagui se contentaba. —Y… fuimos a comer pizza, vi de su sección de fotos, supe que
al le gustaba mucho la mayonesa, sin contar que adora a los animales, más que nada a
los perritos… y que es excéntrico. Contaba Gagui hacia la asombrada Elyel, cuál a pesar
de que criticaba mentalmente a su compañera, se admiraba de su precisión; pues, Gagui
le hacía notar que nunca había buscado sobre Kai, pero que estas cosas las descubrió en
el astral, en el mundo de los sueños.
—Así que tú fuiste a Marte y hablaste con ellos, ¿Sin ningún permiso ni nada?
Ósea, solo imaginaste y ya, estabas conversando de lo bien con Kassu. Interrogó Elyel
con la mucha intriga que se pintaba en su rostro, Gagui sonreía atontada, aquella asentía
sin pudor alguno, le confesaba que al principio, igual que ella, no creía; pero que luego
de experimentarlo, no perdería la oportunidad de conocer a tal interesante persona.
Elyel quedaba fría, su sonrisa nerviosa se plasmaba en su rostro, lentamente guardaba su
mp3 y retrocedía con disimulo, mencionaba de todas las actividades que debía hacer, su
agenda está llena y no había tiempo que perder. Así, la confundida Elyel se retiraba, esta
dejaba sola a Gagui, misma que burlándose de su escepticismo, entrase a su cuarto.
Y Gagui se estiraba, sus pasos se dirigían hacia un extremo de la habitación, ahí donde
estaba su laptop, la cual prendía, después de colocar su botella de agua a un lado, de
acomodar su almohada y de subirle a su música, para así por fin, sentarse a escribir, a
llenar la hoja digital de todas sus grandes ideas, tanto de misterios como de romances,
tanto de guerras como de liberaciones, de horrores y placeres. Asi, Gagui se enajenaba
de todo lo que pasaba a su alrededor, de la bulla de los niños jugando en las calles, de
los autos que pasaban por la avenida, en sí, Gagui tenía como un filtro en sus oídos, ella
solo podía escuchar de todo armónico, de los pájaros, de su música clásica y del ruidito
que sus campanillas hacían junto con la brisa.
—Bueno… ¿Y qué te pasará, William?. Mencionaba Gagui algo pensativa, a la
vez que acariciaba del mouse, a la vez que aclaraba sus ideas y se daba espacio a un sin
número de desenlaces. A Gagui le emocionaba ser la hacedora de las situaciones, ser la
salvadora o la jueza de sus propias creaciones, de todos sus personajes.
Entonces, Gagui pasaba, al igual que la mayoría de sus días, ocupada frente a la laptop,
escribiendo y escribiendo, viendo como las horas se le hacían cortas y viendo que lo que
empezó como una mañana, continuaba como una tarde, ahí donde solo hacia un espacio
para ir a comer y para salir a caminar, para volver a regresar y terminar su jornada en la
solitaria noche.
No obstante, entre la concentración de Gagui, un halito intruso cruzó contra sus oídos,
esto le despistó al momento, por ello, no dudó en girar su cuerpo y encontrarse con su
tía Yuuri, cuál con los pies arriba, encima la pared, le miraba fijamente. Gagui saltó del
susto, cerró su laptop y se dirigió hacia ella, ciertamente Yuuri le sonreía con misterio.
—¿Qué haces ahí de cabeza?. Preguntó Gagui con intriga.
—Es un ejercicio para hacerme más joven. Respondió la mujer, reponiéndose
al momento, caminando hasta su sobrina, cuál sin entender, se sentaba sobre la cama.
Yuuri hacia lo mismo, le daba una palmada en su espalda.
—Cuanto lo siento, Gagui, por todas las frases que te dice mi hijo… aunque
no lo creas, Nine te quiere mucho, al igual que yo. Yuuri perdía sus ojos en los cafés de
Gagui, le regalaba un abrazo caluroso y limpiaba sus lágrimas, Gagui era bastamente
sentimental y esos nobles detalles conquistaban su auto-control.
—Ustedes son mi familia… mi pasado lo dejé atrás, son mi presente y siempre
los incluiré en mi futuro. Confesó Gagui peinando de su cabello.
Y Yuuri siempre exaltaba la sinceridad de la joven, la delicadeza y feminidad que muy
pocas veces era tan visible, como cuando convivías con ella. Empero, Yuuri asevera no
haber venido solo para tal propósito; pues, a pesar de las disculpas, lo que decía Nine
era verdad y Gagui tenía que solucionarlo.
—Aún hay trabajo, aun tus libros no ganan de los suficientes lectores para ser
distribuidos por otros estados… no hace falta el dinero, yo siempre estoy contenta de
cubrirte… más, yo quiero verte realizada, feliz. —Yuuri toma las manos de Gagui. —Yo
anhelo que triunfes… y, las cosas no se están dando, tal vez, debes cambiar un poco tu
manera de ser, quizás tu manera de escribir, será mejor que relates cosas que al mundo
le gusta, así comprarán tu libro. Afirmó Yuuri, viendo con pesar como los gachos ojos
de Gagui se entristecían, ella no quería dejar de ser como era, disfrutaba escribir lo que
su corazón le dictaba, le gustaba ser sencilla y contar lo que la naturaleza le inspiraba.
—Gracias por tu consejo, tía. Apreció Gagui, ella cuál veía de sus libros en la
repisa, de sus ideas en el aire y de su laptop, su compañera.
—Tienes que esforzarte. —Animó Yuuri con fuerza. —Dejar de distraerte…
ya no más Kassu, ni su música, esa te eleva y te saca de tu propósito. Habló la mujer,
Gagui se admiraba, negaba tal suposición, al contrario, el conocer a este le había traído
de alegrías y esperanzas. —Es mi amigo. Dijo Gagui.
—¿Y solo lo quieres como amigo?. Interrogó Yuuri con seriedad.
—Quiero hablarle, compartir y entenderle… eso es de amigos y yo estoy feliz,
más si lo mismo me convierte en algo íntimo, es cosa de la vida. Respondió la joven que
no alcanzaba a comprender las determinaciones de esta; pues ¿No fue Yuuri quién le
mostró el astral y con el fin de conocer a Kassu?.
Yuuri miraba a Gagui con serenidad pero también con severidad. —Es que lo que vives
Gagui, no es real… él no lo recuerda, para él no es nada… no te das cuenta que Kassu
duerme plácidamente. Declaró la adulta y Gagui entreabría sus ojos con verdad, su tía
tenía mucha razón y esta realidad le dolía mucho a la jovenzuela, quién no olvidaba de
su risa y de la celebración ocurrida.
—Pero… debe haber una forma, Yuuri. Determinó Gagui sin perder el aliento.
—¿Para qué?... que es lo que te mueve ¿Qué sientes por ese tipo?. Intervino
la otra, Gagui quedaba en silencio nuevamente, su miraba viajaba por su habitación, sus
suspiros invadían sus labios. —Solo estoy movida por mi intuición, por mi sentir... cuál
me pide que lo vuelva a ver. Respondió la muchacha.
La adulta exhalaba preocupada, no había que hacer, Gagui estaba encaprichada y ella
era muy seria con sus sentimientos.
—La única manera de que ambos vivan sus experiencias, es que Kassu sepa
que está dentro de un sueño, que él despierte. Confesó Yuuri, sin terminar de decir, que
era muy difícil hacer que una persona tome consciencia; pues sí no vivía el presente en
su vida diaria, ni se estudiaba a sí mismo, interna y externamente, de nada valía, ningún
esfuerzo o prueba, resultarían.
Gagui veía pesadumbre de su tía, misma que sin decir más, se levantaba y se marchaba.
Gagui veía de su ventanal, la tarde se despedía y atraía de la presencia de las primeras
estrellas, esas que brillaban acogiendo la congoja de Gagui, misma que veía también de
las personas que caminaban, de las parejas que se abrazaban y de las que igual a ella,
alzaban sus rostros y señalaban las nubes. Gagui, sonreía leve, nada era imposible, esta
lo sabía, sí uno le ponía esfuerzo a las cosas, todo saldría perfecto.
—Kassu despertará… Mencionaron sus labios aventureros. —Y no importa lo
que seamos, lo importante es él y yo, son los detalles y las sonrisas. Y Gagui reunía sus
manos, inhalando de la brisa, retrocedía, sus pasos le llevaban nuevamente a su cama,
sus cansados ojos y su agitada mente quedaban en silencio, escuchando solo del motor
de su corazón, aquel que poco a poco, le enajenaba, le perdía, le extasiaba.
Entonces, la muchacha se iba con su concentración hacia sus sueños, su alma salía de
nuevo y descubriendo de su realidad, despertando a ese nuevo mundo, Gagui veía de su
espejo, esta no demoró en lanzarse contra él y cruzar a su destino, a volver con Kassu.
Bueno bien, Gagui tocaba del piso, aun no controlaba sus mareos, esta se agarraba de un
poste cercano, daba un respiro a la vez que levantaba su mirada, cuál le presentaba de
un extraño paisaje, de flores hermosas pero llenas de espinas que la ahogaban, de lindas
montañas cuales a su alrededor eran llenas de nubes negras, de un gran Castillo, mismo
que desbordaba una tétrica aura. Gagui quedaba en la nada, abstraída de la situación, no
obstante, antes de siquiera pensar en algo, un fuerte grito se abalanzó sobre ella, más no
fue lo único que cayó, porque el peso de un cuerpo aplastó el de ella.
—¡Corra señorita!. Y el clamor llamaba su atención, Gagui era movida por el
aquel, por Kassu, mismo que corriendo con su vida, jalaba la mano de la perdida.
—¿De qué huimos, Kassu?. Preguntó Gagui insospechadamente.
Más, al rato de sus palabras, un fuerte rugido se alzó por un lado del Castillo de hadas,
este era un horrible dragón, sí un animal que tiraba fuego y amenazaba mortalmente. Un
vertebrado que identificaba totalmente a Gagui, misma que olvidando de su filosofía y
de su despertar, corriese aterrorizada junto con el valiente y serio Kassu, cuál le metía a
su escondite.
—¿Tu eres la ayudante que me ha mandado Kai?. Pregunta Kassu.
Gagui le mira confundida. ¿Por qué le pasaban mil ocurrencias?. —No lo sé. Respondió,
con resentimiento; pues, era verdad lo dicho, Kassu no le reconocía, había olvidado todo
lo que habían vivido en experiencias anteriores.
—Bueno no te ves tan fuerte… empero te explicaré el plan. —Intervine Kassu.
—Debemos derribar al terrible Dragón, ir al Castillo y salvar a la princesa, esta que
está siendo cuidada por Kai, solo así, tendremos paz. Contó el cantante, bien metido en
su fantasía. Gagui entrecerraba sus ojos, veía a la feroz criatura ¿Matarla? Como le hará,
la joven solo temblaba de pensar que volvería a salir.
—Somos valientes ¿Verdad?. Animó Kassu con su sonrisa deslumbrante y
heroica, Gagui sonreía nerviosa, encogía sus brazos y asentía con horror. —Lo que uno
hace por la persona que estima.
Y ambos salían blandeando su honor y valor, Kassu empuñaba una espada, misma que
se alumbraba con los rayos del sol, aquel llamaba fuertemente al Dragón, aquel que con
su furia, se acercaba hacia vibrar el piso que sostenía a los joven.
—Esa espadita no lo matará, Kassu… estamos fritos. Pensó la chica, viendo
como la bestia absorbía del aire, aquel que en su interno, transformase en fuego, en esa
llamarada que lanzaba hacia los humanos. —¡Esto está mal!. Gritaba aquella.
Así, Gagui se lanzaba de lado a otro junto con el joven, cuál volvía a encararlo, más no
había que decir, esto era un suicidio, Kassu se lastimaba seriamente con cada arrebato
que al animal le daba, Gagui cada vez desesperaba más, ninguna arma que imaginaba,
por muy grande o explosiva que sea, parecía poder lastimar al titán de fuego, nada le
hacían, ni el agua servía.
—Tal vez resulte el cortarle la cola, amarrar sus pies y… —Kassu pensaba, su
sucio traje de noble se veía manchado ante las cortadas y suciedad. —¡Ya sé! Tú, chica,
serás la carnada, le despistarás mientras que yo intento cumplir mi plan. Determinó él.
Gagui se sobresaltaba, agarraba las manos del hombre a cuál miraba con energía.
—Esto es una locura, ya lo hemos intentado y míranos como estamos… es una
pesadilla, Kassu. Soltó la preocupada que intentaba curar los golpes de Kassu, empero,
su frase aun circulaba su mente, era verdad, esto no era real, era una sueño. Y Gagui se
miraba con Kassu, quién sin prestarle atención, regresaba su vista al dragón.
Y la chica se levantaba con furor, saltaba aliviada y sacudía a Kassu.
—Kassu ¡Esto es un sueño!. Gritó aquella, esta que dejase al otro boquiabierta,
sinceramente aquel pensaba que ella había perdido el rumbo, que estaba loca.
—El sufrimiento de la princesa no es una fantasía. Recriminó disgustado, más
Gagui se empinaba en sus ideas, hacía de todo para que el serio hombre le crea, desde
traspasar los muros, estirar irrealistamente sus dedos o su cabello, desde volar o hacerse
muy pequeña. Kassu se admiraba, más no admitía de la realidad.
—Sí tienes tantos poderes, porque no hechizas al Dragón. Exigió Kassu. La
joven suspiraba, ella no era una bruja.
—Solo sí despiertas, el Dragón se va a desaparecer, por qué debes vencerlo,
eres el dueño del sueño, yo no me puedo meter. Explicó Gagui, cuál solo denotaba de
los inútiles intentos de Kassu, cuál aun al lograr lastimar al dragón, también conseguía
disminuir su vida y su tiempo dentro de aquel mundo.
Gagui ya no sabía qué hacer ni decir, a esta le tocaba pelear, haber sí en verdad podían
destruir a aquel gigante, por ello, ambos se lanzaron a la indecible lucha, con fuertes y
pesadas armas y con el corazón de héroes, cuál les brindaba la fuerza para acorralar a la
terrible bestia; sin embargo, entre los trajines de sus movimientos, Gagui caía entre las
garras del dragón, aquel que le aprisionaba fuerte contra el piso, no había caso, aun
cuando ella supiese que era un sueño, dentro de otro estaba. Y Kassu veía de la trágica
escena, aquel estiraba su mano queriendo ayudar a su compañera, más era imposible
para Gagui salirse de tal pesado obstáculo.
—Morirás como valiente. Murmuró Kassu viéndose impotente.
Gagui saltaba admirada. —¡Como me puedes decir eso! —Gritaba alterada. —No tengo
porque morir, tampoco quiero… no he publicado ni un libro. Angustiaba Gagui, esta
que tras su aflicción no podía imaginar nada que la salvase, ella solo gritaba, le exigía a
Kassu despertar, reflexionar sobre todo lo que le rodeaba. Kassu alzaba sus cejas, veía
de su alrededor, se enajenaba en los gritos de la princesa, quién pedía que la rescatasen.
—¿Desde cuando vemos en nuestra vida a un Dragón?. Interrogó Gagui.
—No mucho, la verdad son mitológicos. Respondió Kassu aun intentando con
dificultad, sacarla de abajo del animal. Gagui empezaba a sentir dolor, más continuaba.
—Ya en nuestros tiempos no hay castillos tan antiguos, ni princesas ambiguas
que piden socorro… esto es una pesadilla, Kassu. Murmuraba Gagui con esfuerzo.
Kassu veía la veracidad de lo dicho, poco a poco se arrodillaba ante ella, clavaba sus
ojos con los de esta, Kassu hundía sus labios, aun no estaba seguro, aquel sentía el sabor
amargo de sus heridas, de la adrenalina y la desesperación.
—No lo sé, señorita. Expresó el derrotado hombre, aquel que con entristecidos
ojos, acariciaba las manos de Gagui, misma que impactada, le rogaba que no se marche.
Sin embargo, entre los reclamos y discusiones, aparecía Kai, el hermano de Kassu, este
que con su ceño fruncido y de un gran carácter de mando, lanzase de una increíble
patada al imposible animal, así, logró que Gagui se libere. Y Kassu al igual que la otra,
se levantaban impresionados de la hazaña hecha por el misterioso Kai.
—¿Esta de broma? Él hizo lo que tú, ni con armas, pudiste. Susurró suave a la
vez que notaba que Kassu abrazaba fuertemente a su hermano, a cuál veía con rareza.
Más, era obvio que Gagui perciba que las cosas no terminan aquí, que el dragón volvía a
pararse y esta vez, mucho más enfurecido, dispuesto a eliminarlos. Entonces, ella daba
del grito y acto de alarma, cuál continuaba con un largo salto, para lanzarse a la carrera,
ya no se quedaría ahí, sí estaba en sus manos, viajaría con todos, a otro lugar. Empero,
Kassu no se quería mover, no hasta comprender lo que sucedía, hasta entender porque
su hermano estaba distinto, porque había cambiado su apariencia.
Gagui detenía sus pasos, sacudía nuevamente a Kassu, más aquel, la calmaba.
—Kai ¿Desde cuando eres rubio? Tú no gustas de ello. Afirmó Kassu, Gagui
jalaba sus cabellos —¿Había tiempo para eso?— El suelo empezaba a temblar insistente
con cada acercamiento de la criatura, Gagui las veía negras.
Y Kai sonreía. —Yo no soy rubio, estás loco… eso solo pasaría al menos que sea una
pesadilla. Aseveró el baterista, este que hacia sobresaltar a Kassu, quién volviendo su
atención a Gagui, la agitaba constantemente. Kassu había determinado sus pensamientos
e ideas, la joven tenía razón, nada tenía coherencia, esto en realidad era un sueño.
—Señorita ¡Estamos en un sueño!. Clamó Kassu, sintiendo como tenía todo el
poder para desaparecer al terrible monstruo.
—Eso es lo que yo le dije durante todo el tiempo y llega Kai con cabellera
rubia y ¡oh! Es cierto… —Gagui golpeaba su frente. —¡Que vanidoso!.
—Se llama ser observador con su familia. Sonreía Kai, expresándole a Gagui
el ya haberla visto algunas veces. —Tú eres la chica del restaurante y del festejo.
Gagui asentía, se sorprendía de las habilidades de Kai.
Y así, todo regresaba a la calma, Kassu desaparecía al dragón, todo al quitarle su razón
de ser, al ver la lógica de las cosas, por ello todo se pintaba de armonía, las espinas se
hacían cenizas, dejando a las flores, deslizarse con el aire y el sol; las grandes montañas
se despejaban y enseñaban de sus verdes pastos. Gagui respiraba hondo, la batalla había
terminado y su felicidad se clavaba en que esta locura, sería recordada por ella, por Kai
y principalmente por Kassu.
—Bueno… vamos por la “Princesa”. Exclamó Kassu adelantándose hacia los
portones del Castillo, Gagui y Kai le seguían, estos intercambiaban palabras.
—Me ha parecido algo infantil… pero fue como estar dentro de una novela…
adoré este drama. Opinaba Gagui entre risas con Kai, quien compartía la sensación.
—Así es Kassu, es que este le gusta leer cuentos, mangas e historias de mucha
fantasía, es lógico que su psiquis se llene de ello. Confesaba Kai con aires de madurez,
Gagui entrecerraba sus ojos, ellos dos eran muy especiales. —¡Ay! Sí estuviese aquí la
enamoradiza de Elyel.—
Empero, lo que empezó como un ocurrido, lunático y fantástico momento, terminó cuál
fatal encuentro, con un sentir como el de recibir un balde de agua encima, quedarse fría,
congelada ante las circunstancias. Y es que en frente de los vibrantes ojos de Gagui, la
figura esbelta de una mujer abrazaba tiernamente a Kassu, a quién ¡Oh sorpresa! Fuese
su príncipe valeroso.
—¿Quién es ella?. Pensaba Gagui para sí. Todo a medida que la nueva fémina
se engancha apasionadamente de los labios de Kassu, aquel que no le ponía barreras,
este que le abría camino hacia su cándido corazón.
Y Gagui tragaba su amarga saliva ¿Qué sucedía? No debía afectarle, más era imposible
dejar de ver a aquellos dos, dejar de sentir esa punzada cruel que le daba su corazón.
—¿Es su enamorada?. Habló ella hacia Kai, intentando no demostrar mucho.
—Es su prometida, nuestros padres les unieron desde muy jóvenes. Contó Kai
con cierta serenidad, llevando una sonrisa a su rostro.
Gagui asentía con falso regocijo, veía la felicidad de Kassu, sí él estaba bien ¿Por qué
compartir su dicha?. Y Kassu se hundía en los ojos de aquella doncella de largo cabello.
—Estaba tan preocupada por ti. Aclamó la novia.
—Yo solo pensaba en rescatarte. Respondió Kassu.
Gagui entrecerraba sus ojos con tristeza, con aquella sensación que la expulsaba de la
escena, que la llevaba a borrarse del mapa, a alejarse poco a poco de la figura de Kassu,
su querida ilusión.
—Tal vez… mi tía Yuuri tenía razón… ¿Qué lugar quiero ocupar? ¿Qué deseo
de él?. —Gagui entrecerraba sus ojos, cada vez la escena se veía más borrosa para ella,
cada vez, todo se iba esfumando. —Kassu… él no me corresponde. Y Gagui se iba, más
la sonrisa deslumbrante del joven quedaba en su mente, en su corazón y en la atmosfera.
CAPITULO 4: DESTINO PRODIGIOSO
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La tarde llegaba al grande estado de Halfworld, ahí donde estaba la mitad del mundo, el
inmenso museo que mostraba todas las tradiciones terrestres, que enseñaba de los ritos y
las costumbres de sus principales países, ahí donde también se había forjado la alianza
planetaria, por ende, había un monumento de los planetas, esta que era en la entrada de
la base espacial terrestre, ahí donde de vez en cuando, descendencia o ascendían naves
extraterrestres, trayendo comercio o tratados de información. No obstante, el sol rojo y
vespertino iluminaba también la iglesia cercana, donde turistas hacían de sus plegarias,
Halfworld era un lugar mágico. Empero, este mismo astro también daba su calor a los
locales centrales y a las casas norteñas y sureñas, ahí en aquella zona donde estaba el
departamento de Gagui, misma que salía a la calle junto con su familia.
—Bueno… ¿Y qué tipo de comida vamos a comer?. Mencionaba Elyel, esta
que se balanceaba a medida que la música surcaba su audición, aquella moneaba con las
llaves, daba largos pasos, adelantándose a los demás.
—Quiero comida china. Respondió Nine ocupado en las redes de su móvil.
—No, sí es comida asiática, yo prefiero el sushi o que tal un ramen. Dictó
Yuuri, esta que se enganchaba al brazo de su mediano hijo, mismo que ya le daba igual,
lo importante era comer.
—No me gusta comer afuera… Susurraba Gagui, quién en cambio era viendo
de las plantas y las mascotas que se lanzaban a los jardines. —No es tan saludable como
hacerlo en casa. Terminó. Elyel hacia una molesta mueca, mostraba su sarcástico rostro
hacia Gagui, esta no gustaba de la cocina.
—Mira, yo les invito de una buena comida, no critiques y acepta, ok.
—Tranquila, era un comentario. Contestó Gagui, entrecruzando sus brazos,
desviando su mirada con estrés. La joven ya llevaba algunos días con aquella expresión,
con esa cara entre enojo y decepción, entre amargura y desconsuelo.
Y Yuuri le miraba de reojo, esta conocía el porqué de su actitud, sabía que se trataba de
Kassu, más no le diría ni a ella sola, ni en frente de nadie.
Entonces, los cuatro llegaban a su Sushi Bar acostumbrado, ahí donde entre deliciosos
jugos, postres y la tradicional gastronomía, se embelesaban con sus chistes, ocurrencias
y conversaciones. Elyel era el centro de atención, aquella con su fuerte voz, imitaba a
las mujeres que en el karaoke, se identificaban con tragedias, Nine se gozaba, aplaudía a
su madre, cuál siempre se quería destacar entre las otras adultas, empero, faltaba una y
esa marginada era Gagui, quién viéndose como extraña entre el grupo, miraba del cielo.
—Kassu… Susurraba para sí, anotando una que otra palabra en su servilleta,
alguna idea para su nueva novela, algún dibujo triste que refleje su interior.
Elyel sonreía junto con el rubio, pero no dejaba de lado la preocupación que sentía por
Gagui, a aquella, que en un momento de distracción, se le acercase amigable, con unos
jugos en la mano y con su blanca sonrisa en su rostro.
—Gagui ¿Qué tal?. La pelinegra se sentaba a su lado, golpeaba su espalda, le
mencionaba que le tenga confianza, cualquier problema, por duro que sea, le apoyaría.
Y más demoró Elyel en su testamento que Gagui hablando.
—Es Kassu, no sabía que tenía una prometida. Confesó Gagui con su mirada
perdida y enajenada. Elyel se admiraba de sus dichos. —¿Y eras su fan?. Dijo esta.
—Claro que no, yo no soy su fan, soy su amiga.
—Con más motivos, pues. Interrumpió Elyel.
—No es así, la amiga no puede conocer mucho a su compañero, pero ambos
comparten emociones, disgustos, peleas y aficiones, en las que se van conociendo, no
debe ser tan fácil, como leerte la biografía. Interpretó Gagui, Elyel hacia su mueca, más
despeinaba del cabello de la otra, no había porqué sentirse mal, hombres guapos había
donde sea, uno más, uno menos. Empero, Gagui suspiraba, era lo menos que quería oír.
—¿Cómo te diste cuenta? En los sueños… Hablaba Elyel con curiosidad.
—Sí, después de una aventura, ambos se besaron, entonces Kai me lo contó,
sus padres habían hecho la alianza entre estos. Indicaba Gagui, la pelinegra se pasmaba
de las historias de la otra, más al parecer empezaba a gustar de ellas, sin contar que las
comenzaba a aceptar.
—Bueno, ok… sí me dijeses lo mismo de Kai, me sentiría mal. Sonrió Elyel,
esta risa que fue transmitida hacia Gagui, cuál golpeando de su hombro, balanceaba su
rostro y su cabellera en son de pedir paciencia.
Y Gagui pedía disculpas a su tía, ya no cantaría con ella en el Karaoke, prefería salir a
caminar con Elyel, quién le proponía ir hacia el museo de Halfworld, al centro de aquel
estado; pues la pelinegra tenía unos cupones privados y quería canjearlos. Así, tomando
de un taxi, estas jóvenes con rostros más animados, empezaban a hablar, a comentarse
de todas las últimas noticias sobre sus personajes preferidos, Elyel siempre tenía acceso
a todo, no se sabía cómo lo lograba.
—He escuchado que los “Kassu-s” están organizando un concierto aquí, en
la Tierra ¿No sería fabuloso ir a verlos?. Expresaba Elyel con felicidad.
—No lo sé, sí hay mucha gente no me gustaría ir, me da miedo las multitudes.
Conversó Gagui, aquella que se gana el chasqueo de Elyel, quién se arrimaba al asiento
del auto, viendo de las revistas que el transporte le ofrecía, ahí donde estaba en toda la
portada, la imagen de Teego, el cantante terrestre.
—Sabes he oído que Teego va a cantar con ellos, tres de sus singles y uno que
han hecho los tres juntos… ¡Sacrifícate! Debemos ir, yo te invito. Declaró Elyel, Gagui
sonreía, sentía que entre ellas había crecido una buena amistad.
Más, luego de casi una hora, cuando el reloj marcaba las cuatro de la tarde, estas chicas
llegaban a su destino, ambas bajándose del carro, se encaminaban a la entrada de la base
espacial, esa que era toda pintada de blanco, con banderas e imponentes honores, con
símbolos de paz y un gran sol tallado en el piso del interior. Gagui sacaba su móvil, esta
tomaba fotos a lo que le rodeaba, incluyendo a la vanidosa Elyel, cuál se interponía en
medio de todas. Y las señoritas saludaban a los uniformados, estos que les designaban
un guía, cuál les haría conocer los lugares a los que era accesible pasar.
—Esto es muy hermoso. Mencionaba Gagui entrando a la iglesia en donde solo
una cruz, símbolo del espacio matemático, se mostraba brillante entre las muchas velas.
—¿Es la primera vez que vienes?. Preguntaba Elyel, saliendo hacia donde, a lo
lejos, se veían los teleféricos, esta respiraba del aire puro. Gagui le seguía. —Sí, es la
primera visita que le doy a este lugar. Sonreía la castaña junto con el guía, mismo que
ahora les conducía a donde estaban las placas de los héroes que habían fallecido a través
de la absurda guerra, como también donde eran las estatuas de esos pacifistas que con
ese amor humanitario, establecieron los protocolos de paz.
Gagui se distraía notablemente, gustaba de la serena música de fondo, del buen olor que
en esas salas había, como de igual manera, de las preguntas algo necias de Elyel ante las
descripciones del guía, cuál contaba una reseña de lo ocurrido en esos tiempos.
—Es verdad… yo recuerdo que en la tierra, momentos de gran desesperación
pasamos por esa pelea. Dialogó Gagui, Elyel asentía, esta explicaba que ella era muy
pequeña, pero que levemente remembraba la preocupación de su padre, ambos estaban
dentro de las fuerzas Marcianas. —Esto era algo malo para ambos planetas. Dijo Elyel,
esta que se ganaba la atención del asesor, quién intercambiando ideas y determinaciones
con la pelinegra, se dio espacio, pidiendo de las disculpas necesarias; pues, él explicaba
que debía ir a dejar un informe y antes que se le pase la hora, no obstante, le mostraba a
las jóvenes de los últimos lugares que debían visitar. Las muchachas no le vieron algún
problema, estas aceptaron de su independencia asumiendo las responsabilidades.
Así, Elyel y Gagui caminaban entre los puentes que les dirigían a la galería externa del
museo, desde ahí donde, por casualidad, divisaron el aterrizaje privado de una gran nave
terrestre, esta que era recibida por algunos hombres y mujeres de buen vestir, esos que
con teléfono en mano, planificaban la salida del recién arribado.
—Quién llegó… ¿El presidente?. Mencionó la burlona Elyel, aquella que sin
prestar tanta atención, al igual que Gagui, continuaba por los pasillos. Así, visitaban de
todas las atracciones del lugar, de sus boutiques de ropas regionales, compraban de
lindos recuerdos y comían uno que otro dulce.
Empero, no tan lejos de ellas, caminaba junto con aquel personal de antes, el joven que
pisaba nuevamente la tierra, ese que era conocido con el nombre de Teego, quién viendo
de su pacifica soledad, se diese espacio para contestar una de sus tantas llamadas. Y el
claro castaño se escapaba por los corredores aledaños, este saludaba a su familia, les
mencionaba que su gira había terminado, que estaba feliz de regresar para unas, aunque
cortas, vacaciones. —Claro, Mamá —Risas. —Te traje muchos vestidos. Afirmó Teego,
este que al arrimarse a la pared, insospechado e imperceptible, viese pasar a aquellas
dos chicas frente a él, tal vez, iban a tomar del mismo e único camino a la salida.
Y el destino obraba con sorpresa; pues, las chicas eran delante del quién continuaba con
sus pasos, estas que sin imaginarlo, se creaban una atmosfera de intimidad en la cual la
pelinegra Elyel presentaba de sus dudas, de sus preguntas sobre las raras costumbres
que poseía Yuuri.
—Es que ella es una bruja. —Contaba Gagui. —Mira, yo sé que ella se ve tal
como una lunática, pero es verdad, yo lo he comprobado, inclusive tú también… viste tu
cuerpo ahí durmiendo mientras que tu alma flotaba encima de él. Refería Gagui, esta
cuál se disponía a explicar, tal como lo hicieron con ella, a Elyel.
—¿Entonces en ese mundo puedes volar? ¡Es mentira!. Expresaba Elyel entre
risas, Gagui meneaba de su índice dedo, no era fantasía, era verdad, quizás una realidad
más real que la que vivimos despiertos.
—El astral es una dimensión en donde el alma tiene la gracia de conocer
muchas cosas, en donde puede estudiar y crecer tanto intelectual como espiritual, en
donde puedes aprender de los mismos maestros, en donde visitas lugares modernos o
antiguos, en donde el tiempo no es excusa, donde no hay limitaciones, claro que esto
tiene un precio y es el estar despierto, es decir, saber que es un sueño. Detalló Gagui,
Elyel se admiraba, llevaba sus manos a sus labios, no podía creer lo que escuchaba y no
era la única persona; pues, no hay que olvidar que el atónito Teego, caminaba detrás de
ellas, con una expresión casi indescriptible cercana al pasmo y a la incomprensión.
—Es tan increíble que me sorprende que no se conozca de ello. Dijo Elyel.
—Sí, lo mismo opino… más sabes, siento cierta vergüenza que sirviendo para
tanto este mundo, yo me dedique a divertirme en vez de, no sé, tal vez aprender de otros
escritores, preguntarles sí su vida también fue tan dura. Resumía la joven, esta que con
personalidad algo despistada, echase su móvil por los pisos, accidente que ocasionó que
ambas se detengan y por ende, girasen a tomar del aparato. Sin embargo, Elyel miraba
al enfrente, donde con asombro, reconoció a Teego, cuál tampoco cubría su figura. De
tal manera, un leve suspiro de emoción llamó la atención de Gagui, quién también vio al
cantante, mismo que colgando su llamada, extrañándose de tales rostros, sonriese.
—Hola que tal, chicas. Mencionaba el amable castaño claro.
—¡Oh! Muy bien… por favor, regálanos una foto, Teego. Rogó Elyel, cuál al
notar el acercamiento de uno de los guardias, le pidió favor a este, así, los tres se unían,
con sonrisas y expresiones muy modernas, se echaban a la merced de los flashes. Teego
reía, les regalaba un beso sobre sus mejillas, mencionaba que le pasasen la foto; pues él
gustaba coleccionarlas, las pegaba en el mural de su cuarto. Y Elyel se emocionaba, le
imprimía una y se la entregaba, junto con sus nombres y deseos para con él, cuales eran
detrás del retrato.
—Son tan súper, gracias muchachas. Expresó el joven ídolo.
—Es todo lo contrario, debemos agradecer de tu amabilidad. Exaltó Gagui,
sin siquiera pensar en lo que creía este chico de ellas, en que a este le parecía interesante
tener la foto de dos mujeres tan raras. —Yo colecciono rarezas. Pensaba Teego. Más,
como el tiempo no era eterno, aquel estaba de apuro, debía ir a su casa, entonces con
tacto y candidez, el hombre se despedía de las jóvenes, con abrazos y buenos deseos, así
aquel se marchaba junto con todo su personal, con aquellos que agradecían el hecho de
que adelantasen secretamente su viaje; pues, de no ser así, muchas fans rodearían el
aeropuerto espacial.
—Súper que genial, Gagui. Saltaba la alegre Elyel.
—Hoy hemos tenido una suerte única. Expresó Gagui, misma que abría la
puerta de salida, ahí donde veía por última vez, al nombrado Teego, cuál se subía dentro
de su limosina.
Así, en consecuencia de que su paseo hubiese terminado, ambas jóvenes tomaban de un
taxi, este que tras las mismas calles, le regresaban hacia el sur de Halfworld. Y las risas
como las pláticas no terminan, Elyel mencionaba a Gagui el enseñarle su habitación, en
donde coleccionaba de posters y dibujos, hechos por ella misma, de Kai. Gagui sonreía,
mencionaba lo divertido que sería ver aquello, empero, aun en sus emociones, ambas
debían admitir que tal paseo y encuentro, la dejaban poco a poco sin fuerza, por ello,
opacando sus palabras, sus ojos se asomaban hacia el recorrido del auto, una hacia las
personas y tiendas, Gagui hacia los árboles y el cielo.
Sin embargo, no tardaron en que el chofer les despierte, expresándole haber llegado a su
destino, las jóvenes agradecieron y pagando de su servicio, saludaron al portero y dentro
del ascender, subieron a su departamento, cuál para admiración de ambas, sus puertas
estaban abiertas. Gagui miraba a Elyel, cuál veía de la hora, eran las seis de la tarde de
un día miércoles, horario en el que, a decir verdad, siempre se salía, sea al Karaoke, a
hacer tareas o pasear.
—De seguro que hay visitas. Mencionó Elyel pasando hacia el recibidor, cuál
era repleto de personas desconocidas, estas que con tickets en manos, se hacían llamar
clientela. Y Gagui les veía de igual manera, más sin preguntar nada; pues, ya imaginaba
lo que pasaba allí, iría a su habitación, jalando de la mano de Elyel. No obstante, antes
de cualquier movimiento, las personas se alzaron contra ellas, las obligaban sin siquiera
escuchar sus excusas, a que formen fila, a que respeten el turno.
—Pero… —Elyel era metida entre la gente. —¿Para qué es la fila?. Preguntó.
—Es para saber que depara nuestro destino, venimos por la Maga Yuu. Dijo
uno de los hombres amables, este que sonreía hacia Gagui, cuál también se involucraba.
—Ya lo veía venir, así que este es el horario del trabajo de Yuuri, ya veo cómo
es que tiene plata. —Gagui ve hacia adelante. —Hay mucha gente.
—Ok, está bueno, pero necesitamos ir a nuestras habitaciones. Señaló Elyel
sin prestar tanta atención a lo ocurrido, ella volvía a salir de la fila, junto con Gagui.
—Necesito ir a escribir, además de descansar. Respondió la castaña, abriendo
camino para las escaleras, más toda acción era imposible de realizar, la gente no las
dejaban moverse y en un abrir y cerrar de ojos, todo se convirtió en caos, en una lluvia
de gritos, reclamos y empujes.
Así, fueron los mismos empujones los que hicieron que las muchachas, como las olas
del mar, naveguen de lado a otro, lanzadas por los de la derecha y los de la izquierda,
sin rumbo fijo a sus decisiones. Gagui se veía ante el tumulto por los pisos, la presión
era basta y en un instante de desequilibrio corporal, la castaña no obtuvo más, que caer
sobre una tolda, ahí donde junto con Elyel, atestiguaron de la figura mística y mágica de
Hermes, el gato negro, que era encima de la mesa, lugar en donde las manos de Yuuri se
sostenían, barajando de sus cartas de la suerte.
Gagui miraba a su tía, esta era vestida tal como una gitana, un olor agradable marcaba
del ambiente, de esa casilla prepuesta de la nada, de todo el escenario improvisado.
—¿Quieren saber su suerte señoritas?. Mencionaron los seductores labios de
Yuuri, esta que siquiera les veía.
Elyel chocaba miradas con Gagui, era lógico determinar que su tía era profesional y que
además, parecía estar en una especie de trance.
—Bueno, adivina Yuu. Respondió la pelinegra. Yuuri sonreía, esta tiraba todas
sus cartas sobre la mesa, mencionaba que cada una, escoja tres, cualquier de ellas, para
así poder leer lo que les deparaba el futuro. Las jóvenes no demoran en hacer lo dicho,
sin nada de interés, giraron las cartas y con ello, los ojos de Yuuri se entreabrieron.
—Tu, la pelinegra, eres estudiante y siempre andas buscando de algo que
llene tu vida, de hacer lo que adores… sinceramente la profesión que has escogido no
te ayudará mucho, al final terminarás abandonándola; pues, hay un profesor… —Yuuri
cierra sus ojos y se concentra. —Ese te dejará de materia.
Elyel hacia una pesada mueca, esta clavaba sus ojos en el Tarot, sonaba sus dedos, no le
creía del todo, pero conocía que había un docente que le sacaba canas verdes, que era
muy injusto con ella. —¿Qué más hay?. Intervino Elyel con curiosidad.
—En la salud, haces mucho ejercicio y te cuidas, no veo nada malo… pero en
el amor… conocerás a quién por tanto tiempo has suspirado, Venus te sonríe y está de
tu lado, aquel hombre es extranjero y viene de lo lejos, amante de las artes. Habló la
mujer recogiendo sus cartas, suspirando fuerte, enajenándose en su interior, aun sus ojos
se veían cerrados, dispuesta a interpretar la suerte de Gagui, quién algo nerviosa, llevaba
sus dedos entrecruzados, a sus labios.
—Ahora veo frente a mí, a una castaña… ¡Oh! en lo laboral no te va nada
bien, ya nadie cree en ti, muchos te dicen que cambies, pero tú eres terca y fuerte, niña
sigue así, veo que pronto el triunfo llegará a ti… —Yuuri pasa su mano por la segunda
carta elegida. —Venus, también te sonríe, ella busca de Marte… y que coincidencia que
de allí, vendrá un hombre, aquel con el que llevas lazos de estrecha amistad, más he de
pronosticarte algo, que las cosas no serán tan fáciles… empero, el destino los tiene a
ambos juntos. —Yuuri suspira. —A los cuatro, tú estarás siempre junto a Elyel, ambas
verán a esos dos, estos son familia…
Gagui sentía fuertemente el latido de su corazón, sabía a quién se estaban refiriendo, era
de Kassu y de Kai, por ello, volteaba con admiración hacia Elyel, quién llevaba una cara
de no creérselo.
—¿!Estas bromeando con nosotras, Yuuri!?. Entonces, la exaltada Elyel, se
dio a gritos, mismos que rompieron la concentración de la bruja, cuál se vio frente a sus
dos conocidas. Yuuri se asombraba de ello.
—¿¡Qué hacen aquí!? ¡Ah, Claro! Tenía que ser, yo hablando de esos dos y
ustedes frente a mí… era de suponerse. —Yuuri golpea su cabeza. —Yo no sé… ustedes
me deben de pagar… ¡No acepto nada que no sea el dinero!. Reclamó la adulta, Elyel
suspiraba, sacaba su billetera y le lanzaba un billete, algo que ofendió a la otra, cuál le
mencionaba que solo por una, le faltaba unos dos más de esos. Elyel saltó, no estaba con
la predisposición de hacerlo.
—Solo por decirnos mentiras, no, yo tengo en que ocupar mi dinero. Dijo ella
al tiempo que Gagui se disculpaba, esta no tenía como pagarle tal cantidad, más le daba
las gracias, Gagui sí confiaba en las predicciones de su familiar. Y tal acto, de cierta
manera manipulador, hizo que Yuuri baje sus humos, aquella levantaba y les abrazaba
de lado, sus misteriosos ojos se clavaban sobre ambas.
—Ustedes se podrán reunir con ellos, más Gagui, tal encuentro te ocasionará
algunos problemas, tanto con tu alrededor como con el interior de este muchacho…
más, eres su amiga y él te necesita, creo que sabrás a lo que me refiero, cuídate de
todas maneras. Mencionó Yuuri volviendo a afirmar hacia la sorprendida Elyel que sus
frases eran verídicas y que tragaría de su escepticismo. La pelinegra desviaba su mirar
con enajenamiento. ¿Podía ser cierto? Elyel estaba dispuesta a solo esperar.
No obstante, Elyel terminaría con la escena; pues, también los gritos de la clientela a sus
afueras, les apuraba, les exigían que salgan, así, Elyel con cierto disgusto, cargó entre
sus brazos a Hermes, su gato, con el cuál la bruja hacia sus trabajos.
—¡No te lo lleves!. Gritó Yuuri saliendo tras ella.
—¡Dejen en paz a mi gato!. Respondió furiosa, abriéndose temeraria, camino
entre las personas, espacio que Gagui también aprovechó para subir y entrar a su cuarto.
Bueno bien, Gagui estaba alegre, esta cerraba su puerta y con rápidos pasos, se lanzaba
a la cama, desde ahí veía su ventana, veía de las estrellas que empezaban a salir; pues, el
reloj ya sonaba con las ocho de la noche, sonaba con ese sonidito sonoro y melodioso,
con esa musiquita que solo transmitía paz y serenidad a Gagui, cuál obviando su laptop,
se entregaba a un descanso. Y Gagui jugaba con sus amuletos, con su collar de estrella,
cuál lo cruzaba entre sus dedos y lo tiraba por los aires, la castaña sonreía, ciertamente
todo lo que su tía le había dicho, era complaciente para ella.
—No dejaré mis sueños… yo seré una gran escritora, es mi vocación… quiero
animar a las almas, aportar a la felicidad y a la imaginación con mis ideas. —Gagui se
abrazaba a sí mismo. —Dios, sé que siempre ayudas a las personas que admiran todo
lo que creas… sí algo me ha de funcionar, es gracias a ti. La chica se estiraba, poco a
poco sus ojos se cerraban, sus pies le pedían recuperarse al igual que cada parte de su
cuerpo. Así, Gagui ocultaba su iris tras la oscuridad, su corazón era su canción de cuna,
cuál se unía al cantar de esta, mismo que constaba en una leve mantralización, misma
que con un suspiro profundo, llevó su alma, su conciencia hacia aquel mundo del Astral,
al mundo de los sueños.
Y Gagui entreabría sus ojos dentro de su habitación, esta peinaba su cabello hacia atrás
con algo de serenidad, veía su cuerpo durmiente, este que era rodeado de una energía,
misma que era la encargada de reparar el físico. No obstante, la joven era pronta a salir,
¡Quién sabe! hacia Marte, empero, antes de dar un paso, una voz masculina le detuvo,
Gagui no estaba sola dentro de su recamara.
—Hola, te he venido a ver. Dijeron los labios del cobrizo, del sereno pero a la
vez seductor Kassu, cuál sin esperar, se levantase del sillón de la esquina y se avecinase
hacia la sorprendida Gagui.
—¿Estás dentro de mi cuarto?. Preguntó abstraída.
—Bueno… digamos que supe que era un sueño y me dije a mi mismo, antes de
cruzar la puerta que quería verte y mi portón me trajo al tuyo. Sonríe, él mencionaba
que esperaba con ansias a que se durmiese para así, ella levantase dentro de su mundo
privado, ahí donde Kassu era un ídolo, donde no habían cámaras que le vigilasen, donde
podía caminar libremente donde sea. —Quería conocer más la Tierra, ¿Serás mi guía?.
Añadió el muchacho, aquel que saliendo de la casa junto con Gagui, caminasen por las
calles, aquellas que les llevaron a los más lindos lugares del centro, más la joven no se
olvidaría de enseñarle a su querido Kassu sobre su lugar favorito, sobre el parque de los
lagos, ese que visitaba con cotidianidad.
Kassu se sentaba encima del verde césped, escuchaba de una suave melodía que llenaba
sus oídos, él respiraba hondo, veía de los árboles y de las coloridas flores, aquellas que
bailaban con la brisa, ambos estaban felices, Gagui le enseñaba de sus costumbres, está
siempre le cantaba a la naturaleza, era una de las cosas que tanto admiraba.
—¿En verdad haces eso?. Preguntó el curioso y admirado Kassu.
Gagui sonreía divertida. —Sí, entono lo que salga de mi interior. Respondió la chica.
Y el joven entrecerraba sus ojos cautivados, él le seguía entre su composición, esto era
un rato muy ameno y entretenido. No obstante, Kassu también quería demostrar a Gagui
de su lugar favorito, así que luego de unos instantes, estos se echaron con increíble salto
hacia los cielos, ahí donde volando sobre las nubes, llegaron a un límite, semejante a un
hilo que cruzaba con toda la anchura, ese que al pasar, les transportó a las puertas de la
capital de Marte.
Así, aquellos pasaron del ensueño de Gagui al de Kassu, del mundo psicológico de la
joven al del hombre.
Entonces, Kassu y Gagui se veían también frente a un parque, el hombre le mencionaba
que aquí venia siempre a practicar deporte, que desde pequeño, este parque compartió
sus alegrías y tristezas, que a veces solía reunirse allí con su familia para así, darse un
espacio de sus ajetreadas tareas. Gagui era muy sentimental y tales palabras, llegaban a
su delicado corazón, para ella la familia era lo más importante.
—Imagino los momentos tan preciados que tienes aquí. Habló la joven.
—Sí, venga vamos a jugar, además hay un picnic esperándonos. Invitó el otro,
cuál echando sus rápidas pisadas encima del césped, saltase hacia la cancha, ahí jugaba
de muchos deportes con Gagui, desde béisbol hasta futbol, todo mientras continuaban la
charla, esa en donde Kassu confesaba ya recordar a Gagui, como la mesera, como la
inexperta maquillista y como la heroína que lo salvase.
Gagui sonreía, también remembraba de esos locos momentos, más esta era clavada en
ganar el juego, así que sin esperar, aprovechando la distracción de Kassu, se lanzó
encima de él y metiendo el punto, logró su sobre-esforzado triunfo. El hombre admirado
la quedó viendo, Gagui saltaba, Más él solo encogía sus hombros regalando otra sonrisa.
—Ok, me ganaste. Mencionaba Kassu, entrecruzando sus dedos, omitiendo el
decir la verdad, que este la había dejado vencerle.
—No soy tan buena en los deportes, pero soy competitiva. Dijo la chica, quién
cansada, se sentaba sobre el mantel, ahí donde era puesta la comida, esa que al igual que
Kassu, empezó a degustar. Deliciosos emparedados eran bañados en una agridulce salsa,
uvas y manzanas, un colorido jugo de cítricos y algunos que otros snacks, todo esto era
lo que consistía su picnic.
—Los sanduches los ha preparado Kai. Contaba Kassu con alegría.
—Es bueno en la cocina ¿No?. Indicaba Gagui, el otro asentía, además que
citaba que luego de la comida debían irlo a ver, Kai había ido a estudiar y pronto sus
clases terminarían. —Me mencionaba que había oído que aquí podía tomar clases de
temas especiales… y ahora recibe clases con alguien que en vida siempre admiro. Dijo
Kassu continuando con su lunch, Gagui aseveraba su dicho.
—Deberíamos hacer lo mismo ¿Verdad?. Sugirió Gagui entre risas.
—No lo sé… yo tomo clases con mi ídolo de canto, pero también me encanta
la historia, me gustaría aprender más sobre antropología. Discutía Kassu, Gagui le oía,
esta expresaba que su Tía también estudiaba de ello con un reconocido maestro.
—Bueno, mañana veo eso. Determinó el joven.
Y así, después de comer, ambos salían del parque con dirección al centro de Marte, a la
ciudad de Tanio, donde también estaban sus históricas ruinas, esas que los Marcianos
contasen haberse hecho con ayuda de extraterrestres. No obstante, Kassu andaba por las
largas calles, Gagui veía de todos los locales, de las luces que empezaban a prenderse y
de los luceros que por encima de ellos, latían fuertemente.
—Kai está en la siguiente calle. Refirió Kassu perdiéndose entre las películas
que se estrenaban en un cine cercano, Gagui también veía, ella saltaba al ver que en la
cartelera, había una que en el físico recién se estaba filmando. Kassu, admirado, sonreía.
Empero, entre las risas y el acercamiento, los ojos cafés de Kassu denotaba que entre las
personas que salían del cinema, caminaba una mujer familiar, aquella bien agarrada del
brazo de otro hombre, besaba su mejilla de manera muy romántica. Kassu clavaba de su
atención, distraídamente, se adelantaba a Gagui. —No podía ser. —Era su novia, esta
que sus padres hubiesen escogido desde temprana edad, ¿Ahora qué? Ella era con otro
hombre y aquel, era un artista conocido de Venus.
—¿Kassu?. Y Gagui se volteaba, esta veía la espalda del hombre, aquel que
congelado, presenciaba de ese amargo beso de los externos, de esa angustiosa traición.
Kassu no soportaba sus propios instintos igual que su apesadumbrada tristeza interior,
este quería explicaciones, así que aquel sin dudar en sus pasos, fue hacia su prometida,
misma que al verle, quedase quieta, en pasmo al ser descubierta.
—¿Puedo saber que está pasando aquí?. Interrogó Kassu ganándose la vista
del Venusto, quién regresando su mirar a su también novia, le jaló leve, con la intención
de ignorar al cantante ofendido. Más, Kassu detuvo a la fémina, Gagui temblaba, temía
por que Kassu se vea envuelto en una pelea, esta que tras las palabras, se veía venir.
—¡Quiero que me lo digas! ¿Por qué hiciste eso?. Reclamó el disgustado, que
por mucha rabia, no perdía el tono de cortesía y serenidad ante la mujer, quién al notarse
encerrada, en las acusaciones y preguntas de Kassu, se echó a hablar.
—¡No te quiero, Kassu!. Gritó la joven. El adulto se pasmo de su dicho, aquel
quedaba en silencio, desviaba su atención por detrás de él, donde encontró a Gagui, cuál
con cara de angustia, apretaba sus dedos entre sí.
—¿Lo que dices ahora, es verdad?. Preguntó Kassu con la disposición de ya
retirarse de aquel lugar, la mujer levantaba sus tristones ojos hacia él, asentía su rostro.
—No era nuestro, esto era de nuestros padres… no me odies, Kassu.
—Siempre te mostré sinceridad, lo mínimo era que me lo digas… ¿Cómo no
odiarte? Empero… no soy así. —Kassu se da la vuelta con ojos resentidos. —Creo que
está de más decir que esto terminó. Culminó el hombre, mismo que haciéndole señas a
Gagui, saliesen del cinema.
Así, la muchacha presenciaba de la filosa y amarga melancolía que el hombre cargaba
encima de sus hombros, esta que pintaba sus lindos y rasgados ojos de un sombrío gris.
—Recuerda que esto es un sueño, Kassu… no es real. Intentó consolarlo.
Kassu le miraba de reojo. —Yo sé que es este lugar y sé que me muestra lo que es…
Gagui entrecerraba sus ojos, suspiraba hondo, era preferible quedarse callada. Y así fue
durante toda la caminata que duró hasta llegar a casa, ahí donde Kassu le pidiese que le
dejase, ahí donde también le agradecía su compañía; pues, quién sabe de qué era capaz.
—Yo conozco a ese tipo, ella me hablaba mucho de él. Comentó Kassu al rato
que metía sus llaves en la cerradura, aquel entraba, sonreía algo taciturno.
—De igual manera, el astral nos muestra también de nuestras vaguedades, es
bueno que antes de cualquier cosa, lo confirmes cuando despierte tu cuerpo. Sugirió la
joven, esta que dándole un abrazo, se despidiese de aquel.
Y la muchacha retrocedía, sentía una espina en su corazón, como le dolía ver a su amigo
tan adolorido, ella prefería que su novia le besase y le consienta, antes de que le de este
gran espectáculo.
—Voy a despertar mi cuerpo, yo regresaré... después de todo, en Tanio es de
tarde y mi Manager me espera. Señaló Kassu antes de cerrar la puerta.
—Que mejoré tu día. Despidió Gagui, dándose la vuelta, escuchando como la
puerta se cerraba fríamente a sus espaldas. —Cómo fue que algo tan bonito se convirtió
en un día tan horrible. Susurraron sus labios junto con su mirada de intriga, cuál veía de
ese cielo, de esa estrellada bóveda que acogía con las alegrías, con las tristezas, con las
paciencias y angustias, no solo de ella ni de Kassu, sino de todos los seres que vivían
bajo su regencia.
Entonces, Gagui suspiraba honda y cansada, ella estaba lista para regresar también a su
casa y despertarse, así no demoró, desapareció totalmente de Marte, de los ausentes ojos
de Kassu, cuál tampoco estaba en aquel mundo, solo los ámbar ojos de Kai se colgaban
de la escena, este era encima del techo de su casa, junto con una sonrisa serena, lejos del
resentimiento y del dolor, este solo presenciaba lo que sucedía.
—Mira como resultan las cosas… la vida es tal como una rueda de la fortuna,
en la que a veces ganas o en la que a veces pierdes, que te tocará a ti, Gagui. Sonreía el
misterioso Kai, entrecerrando sus ojos, también desaparecía del mundo de los sueños.
CAPITULO 5: MI AMIGA LEJANA.
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Y los días pasaban convirtiéndose en una semana, Kassu no cambiaba de humor, aquel
no salía de su habitación, enajenado y distraído se encontraba entre sus cuatro paredes,
él tampoco quería comer, ni ver TV ni leer libros o revistas, aquel había entrado en una
crisis, no podemos decir emocional, porque más bien, Kassu se le veía tranquilo y en
suma reflexión. Así, regresaba otro nuevo día dentro de Marte, el sol alumbraba toda la
atmosfera, todas las esculturas inspiradoras, las catedrales, las casas y de igual manera,
toda la fuerza espacial, zona mediterránea, cercana a donde vivía Kassu, este que tenía
tal privilegio, gracias a que su padre era un conocido piloto. No obstante, el resplandor
también despertaba con los habitantes, llenándolos de vitalidad y energía.
Por ello, asomando sus ámbares ojos por el ventanal, el carismático Kai se abstraía por
segundos, en estos en cuales limpiaba su frente dando un respiro, terminaba de preparar
la comida justo a tiempo y siempre a la hora acostumbrada, entonces, de tal manera, se
daba espacio para ir a levantar a su perezoso hermano. Kai ya lo veía suficiente, Kassu
comería el día de hoy, así sea obligado, como también, le hablaría sobre lo que pasaba,
aun cuando Kai ya supiese, por su cuenta, del asunto.
—No puede ponerse en ese estado por su novia… mujeres hay muchas. Pensó
al momento de subir las escaleras, continuar al pasillo y tocar tres veces la puerta, esta
era una señal de cortesía, para luego, aun sin respuesta, pasar.
Y la habitación se veía oscura, tétrica, más Kai no tenía temor, aquel prosiguió hasta las
ventanas, cuales abrió de par en par, lanzando de los fuertes rayos solares a la cara de su
molesto familiar, este que se cubría con las sabanas.
—Ya es hora de que te levantes, el desayuno te espera… —Kai jalaba de las
sabanas, las doblaba y las ponía sobre la cama. —Sin contar que hoy tenemos un acto en
uno de los complejos de Tanio, es segundo más grande… debemos dar lo mejor de nos
y obviamente, eso empieza con despertarse temprano. Aconsejó Kai ordenando todo lo
que veía a su alrededor, viendo también de reojo, a Kassu, cuál con cierto mal humor, se
encaminaba al baño, ahí desde donde le hablaba.
—Yo no quiero ir a ese concierto. Determinó con seca voz.
Kai se asombraba, casi que dejaba caer las revistas que llevaba entre sus manos.
—No puedes decir eso, el Manager ha luchado mucho para obtener de este
contrato, no puede ser tan difícil por lo que estás pasando… ¡Kassu! Es un concierto y
eso es laboral, no lo podemos mezclar. Exclamó el ahora disgustado Kai, quién tocando
fuertemente la puerta de su hermano, le obligaba a salir. Kassu lavaba sus dientes, más
le abrió y mostró su pesado semblante. Kai encaraba a su pariente.
—No sé Kai, no te metas… solo no me siento bien para pararme y cantar, así,
para hacer el ridículo, es mejor no salir… postúlalo para otro día. Habló Kassu, cuál
sin darle importancia, revisaba su armario.
—¿Para otro día? Imposible de ti, Kassu… —Kai golpea su hombro. —Dime
que te pasa, que es lo que te aflige. Mencionó apacigüe pero molesta voz del baterista.
Kassu chasqueaba sus labios, entrecerraba sus ojos y contemplaba del violáceo y celeste
cielo marciano, de sus sin número de naves que surcaban las nubes, de los pájaros que
cantaban cerca de los muchos árboles coloridos. Kassu sabía que ya no podía seguir así.
—Es mi novia… —Murmuró, lo suficientemente alto para ser oído. —Ella me
engañó, no me quiso y nunca me lo dijo… me pone pensativo el imaginar porque no lo
hizo, porque se guardó lo que tanto deseaba gritar. ¿Miedo? ¿Deshonra? O tal vez,
solo deseaba jugar de dos. Kassu suspiraba, veía a los niños que saltaban y reían, todos
en medio de sus juegos infantiles, parecía recordarle, que hace muchos años atrás, él y
su novia hacían lo mismo. —A veces no sé si “madurar” es lo peor que hace el hombre.
Kai compartía su vista, hundía sus labios, abrazaba a su hermano de lado.
—Madurar no es agrandarse, es ser consciente de las cosas que hacemos, es
ser jueces no de las decisiones ajenas, sino de las propias, al igual que de nuestros
sentires, madurar es ser aptos para tomar las riendas nuestra vida. Recitó Kai, al rato
que no callaba al hablar de la novia de Kassu, Kai mencionaba que era mejor olvidarla y
no guardar resentimiento, preferible que no estén juntos; pues prueba de ello, era que la
misma vida se encargó de separarlos.
—Mira que de tan grande que es Tanio, te la encuentras con su otra pareja.
—Ni lo menciones, me moría de vergüenza. Kassu se cambiaba de vestuario,
se estiraba nuevamente, calentaba su cuerpo con ejercicios matutinos. Más, el otro iba
hacia la puerta, le mencionaba esperarlo abajo para desayunar como también, para oír
de su determinación con respecto al concierto vespertino. Kassu asintió.
—Date cuenta Kassu, que el amor sobra en este mundo. Opinó el baterista.
—¿Pero qué clase de amor? Pasajeros no deseo. Dijo el cobrizo tomando su
móvil y continuando los pasos de su allegado.
—Lo que es pasajero no es amor, Kassu... pero, dime ¿Cómo te enteraste de
la traición de tu prometida?. Preguntó Kai a medida que regresaban hacia el comedor.
—No me vas a creer, pero lo supe en un sueño… —Kassu se peinaba. —Dirás
que no es algo seguro, pero lo siento en mi corazón, como si fuese intuición.
Kai reía. —Yo creo más lo que veo en mis ensueños que lo que veo en la vida cotidiana,
cuando estoy despierto, siento que la realidad es aquella que veo con el alma y no con
el cuerpo… en fin, yo sí te voy a creer… Mencionó el baterista, Kassu quedaba intrigado
junto a sus ideas flotando en su cabeza, más que se iba a imaginar que su hermano era
un hombre cuya habilidad, era estar despierto en los sueños.
Kai se sentaba, dejaba de lado la plática y daba gracias por la comida que degustarían,
de igual manera, lo hizo Kassu, ambos en un rato de mística, en donde parecía a Kassu
recordarle de las extrañas costumbres de Gagui, su ficticio personaje de ensueños.
—Gracias Kai. Agradeció Kassu dando, después de casi tres días, un grande y
buen bocado a su estómago. Kai se burlaba levemente, comenzaba también a comer de
todos los manjares que este mismo había preparado, los alimentos en manos de Kai, se
convertían en un banquete.
No obstante, entre el corto silencio que se desplazaba al digerir, Kassu daba un sorbo a
su jugo y se dirigía a Kai.
—Sí voy a ir al concierto… ¡Cuanto lo siento! Debes entender a tu hermanito
menor. —Risas. —Bueno… sí es así, debemos apresurarnos. Respondió Kai.
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Entonces, todo empezó a andar rápidamente, las presuras iban de la mano con la
emoción y la organización, los veloces pasos de Kassu y de Kai iban fuera de casa, entre
las muchas calles como también por adentro de los autos, sus ojos, con el transcurrir del
tiempo se adentraban en los de su Manager, aquel hombre que les mostraba el escenario
en donde cantarían, cuál les ordenaba las canciones que cantarían, mismo cuál ajustaba
detalles tales como vestuario, maquillaje, bailarines, en fin, toda una tarde de intenso
trabajo. Kassu practicaba una y otra vez junto a la batería de Kai, aquel que alegre, daba
un sin número de gritos excitados. —¡Que se podía hacer! Kai amaba tocar y Kassu
adoraba cantar.— Y los flashes aun fuera de escena empezaban a llegar, personas con
suma curiosidades comenzaban a guindarse entre las puertas, los corazones inquietos
rogaban porque ya sea la hora, mucho faltaba y la adrenalina estaba por los aires.
Y Kassu bailaba seductoramente, se adentraba en la hermosa letra de su canción, su
mirar se perdía entre las luces de mil colores, estas que le enfocaban junto con Kai,
quién para qué hablar, había creado y dirigido todo el escenario.
—Esto ha sido fabuloso. Determinaba el Manager saltando de la felicidad, al
igual que todo el personal de apoyo. Kassu se reía abiertamente, abrazaba a Kai.
—Sí y esto es gracias a todos ustedes, juntos somos el grupo perfecto. Admiró
el joven cobrizo, quién se sorprendía de ver como en un abrir y cerrar de ojos, la tarde
les había caído, allí solo faltaba ir a comer, regresar y prepararse para uno más de sus
grandes eventos. Kai se estiraba, se quitaba su camisa e iba hacia el baño, todo se veía
envuelto en una vibra de amistad y ocurrencias; pues, los chistes del Manager nunca se
callaban y las risas de Kai intensificaban cualquier palabra.
—Vamos que el hombre que perdió su camisa se va a bañar… dejémoslo y nos
comemos su almuerzo. —Risas. —¿¡Qué es cierto!?. Disponía el Manager.
—¡No! Espérenme por favor… muero de hambre. Respondía Kai apurándose.
Kassu se sentaba a tomar agua, quemaba el tiempo ojeando una que otra revista, como
de igual manera, inspeccionando los planos del concierto, que nada se les quede zafado.
—Esto será dinamita. Exclamó el Manager golpeando la espalda de Kassu.
—¡Vaya que lo creo!. —Kassu guiña su ojo. —Todo ve tan genial. Respondió.
Si bien, algún día tuvo que salir Kai del baño, todo el personal fue a un restaurante
cercano, no comerían mucho, dejarían espacio para el súper festejo que harían luego del
esperado número de ambos artistas, por ello, tampoco tardaron, estos pidieron ciertos
aperitivos y sodas, cuales tomando de manera ciertamente apurada, les hizo regresar a
su zona de trabajo, ahí donde Kassu y Kai se sentaban en una silla, a ser maquillados y
peinados, escuchando desde allí como las fanáticas que llegaban al auditorio, alzaban
sus gritos, llamándolos y elogiándolos.
—Kassu, suerte. Susurraron los labios de Kai, este que le veía por el espejo.
—Junto a ti, la suerte me acompaña, Kai. Respondió Kassu, quién llevando de
varias trenzas en su cabello, se levantaba para acomodar sus últimos detalles de la ropa,
sin contar de los aparatos auditivos y sonoros, micrófonos y cámaras.
Kassu agradecía y caminando por el pasillo, daba su último sorbo a su botella de agua,
veía a su espalda, Kai era con sus baquetas practicando en el aire, una sonrisa surcaba
por ambos rostros, ellos estaban listos para salir, no sin antes, hacer del acostumbrado
silencio, de esa plegaria en la que se unían todo el staff.
—Danos inspiración, damos fuerza… —Silencio de todos. —Y ¡Vamos por
ello, muchachos!. Gritaron al unísono, Kassu chasqueaba sus labios con euforia, Kai
trotaba entre calurosos saltos. El evento se abría y con las figuras de aquellos artistas
sobre la tarima, la gente gritaba y aplaudía.
—Para que hablar de ello.— Todo fue un éxito, Kassu y Kai habían hecho un impecable
trabajo, sus rostros se levantaban con orgullo, sus agradecimientos salían de sus felices
labios y sus ojos brillaban más que todas las luces del lugar. Y Kassu se despedía de sus
fans, lanzaba regalos y con un sonoro beso, se adentraba en la misma logística planeada,
igual hizo Kai, con un fuerte grito de agradecimiento y también, su beso.
—Ustedes hacen que este concierto haya valido la pena… ¡Ustedes son lo
máximo!. Fue lo que expresó Kassu segundos antes de irse, en ellos en donde también,
en primera fila, para su asombro, vio a su novia.
Y por ello, Kassu quedaba pensativo nuevamente, se bajaba de las escalinatas y recibía
de las glorificaciones del resto, no obstante, Kassu a pesar de que sonreía y asentía a
ellas, estaba enajenado, clavado en su mente, cuál le ayudaba a decidirse porque hacer
con respecto a su prometida.
—¿Pasa algo, Kassu?. Más acercándose a él, estaba Kai, mismo que intuía lo
que pasaba. Kassu le veía, entrecerraba sus ojos pacientes, demostrándole serenidad.
—Debo hablar con ella, así como lo hice en sueños. Y Kassu se abría camino
por el pasillo, pedía a los guardias que dejasen pasar a su novia, esa que todo el mundo
conocía muy bien y esa misma, que no demoró en caminar junto con Kassu hasta su
camerino, allí hablarían en privado y claramente.
Entonces, Kassu le sentaba sobre su sofá, él se acomodaba en frente, daba un suspiro,
no sabía cómo comenzar; pues, notaba la ignorancia de su insospechada novia.
—Digámonos la verdad. —Soltó Kassu. —¿Nos queremos?. Expresó viendo
del asombro de su fémina, está a la que acarició delicadamente sus manos. Aquella era
confundida, empero la insistencia de Kassu le hacía hablar.
—Yo lo sé, tu corazón le pertenece a otra persona… tú quieres a otro hombre
y yo no me voy a interponer, deseo que lo sepas ni de mi lado ni del lado de mi familia,
no es ninguna deshonra el anhelar estar con alguien que realmente amamos. Habló
Kassu con toda la seriedad del caso, la mujer no sabía que decir, ni siquiera imaginaba
como este se había enterado; pues, ella estaba segura de lo cuidadosa que era.
—Creo que terminar es lo mejor… para ambos. Susurró Kassu guardando de
su tristeza, regalando a la presente, una delicada sonrisa.
Y la chica le correspondió, empero, no se veía muy agradada de lo transcurrido.
—¿Tienes a otra persona, Kassu?. Preguntó la resentida femenina.
Kassu entreabrió sus ojos con asombro ¿Por qué la pregunta? Kassu jamás le fue infiel a
su novia, ni siquiera tal idea surcaba su mente.
—Yo no tengo a nadie… —Kassu se levantaba. —Tu estás confundiendo las
cosas… ¡Ya dime de una vez! No me lo ocultes… Acaso no eres tú quién tiene a otro, a
ese venusto modelo con el que hablas y admiras. Declaró Kassu, quién carecía de cierta
paciencia. Su novia se levantaba, con rostro de ofendida, esta le negaba totalmente toda
acusación, sin embargo, Kassu se veía muy seguro y esto al fin y al cabo, hizo que la
otra hablase.
—Es verdad. —Dijo ella. —Sí ando con él.
—¿No somos amigos? ¿Por qué me lo ocultas?. Interrogó Kassu con aires de
melancolía, ante la desconfianza. La chica le daba la espalda, veía la puerta de salida,
más no se iría, no sin antes y con cierto dolor, contestarle.
—Kassu… tú me imaginaste siempre como la mujer perfecta y no lo soy, aun
cuando por no decepcionarte, quise intentarlo, no pude… además, este amor no es de
nosotros, es de nuestros padres, ellos quisieron esta alianza, yo me siento avergonzada
porque has sido tan bueno conmigo y yo… yo me he portado pésimo. Expresó la joven,
esta que sin esperar más palabras de su prometido, avanzó a la puerta y la cerró junto a
la ausencia de su figura. —Adiós, Kassu. Fue lo último que dijo.
Y todos vieron marcharse a la empedernida mujer, todos se preguntaban del porqué de
su expresión ¿Qué había pasado? Los rumores y chismes empezaban a circular por cada
área alrededor de Kassu, cuál quitándole importancia, salía del evento, aquel expresaba
no ir al festejo, muchas emociones invadían su interior y lo que más quería era ir a su
casa y descansar. Kai suspiraba, más conocía del esfuerzo que su hermano había hecho,
por ello, convenciendo al grupo, se alejaban del cobrizo, aquel que sin atrasarse más,
tomó al auto y se encaminó a su hogar.
—No sé porque me pongo así, ya pasaron días desde que me enteré de esto,
días en los que he podido superarlo… —Kassu miraba del cielo. —Vamos, Kassu… tu
sabes que te pasa, había cierta duda en ti… nunca creíste que lo que fue un sueño se
convierta en realidad, tu no crees en ello y estas seguro que esto es una coincidencia
muy dolorosa. Kassu apretaba su cabeza, arrimaba su cálida mejilla en el frío vidrio que
le separaba del exterior, ahí donde las rosas recibían de los brillos de la luna, donde la
naturaleza se veía llena de mística y elegancia. El hombre sonreía, como quería estar a
solas para lanzarse hacer las locuras que Gagui hacía, el cantar y dar vueltas libremente.
—Ella me dijo… “Cuando estés triste, siempre anda donde hay vida, donde
están los pájaros o los árboles, ellos te devolverán la alegría”. Recordó Kassu, este que
miraba su celular, sus muchas fotos en donde eran plasmados los momentos entre él y la
mujer traicionera. Y levemente Kassu quedaba en blanco, más él sabía que debía hacer,
debía olvidar para empezar de nuevo, ser optimista, como solo él conocía ser.
—Adiós, esto ya terminó querida amiga… Terminó.
Entonces, Kassu llegaba a su casa, abría de los portones y se lanzaba a su cama, no sin
antes prender su música y abrir las ventanas, desde ahí donde continuaría viendo de las
estrellas. Y un notable bostezo se enganchó en los labios del cobrizo, este que intentaba
entretenerse contando luceros, mismos que poco a poco, le hacían dormir, le llevaban a
su concentración y a su acostumbrado viaje, así el alma de Kassu salía a su mundo y a
las aventuras que este le traía.
Por ello, con el pasar de los segundos, los ojos de Kassu se volvían a abrir, este conocía
dónde estaba y parándose saldría a caminar, quién sabe, tal vez a encontrarse con Gagui,
empero, de la misma manera que él lo hizo una vez, la muchacha le tomó de sorpresa,
recostada sobre su sillón, le saludaba animada, más Gagui le hacía ver que no estaba
sola, ella estaba en compañía de un viejo señor, alguien que Kassu reconocía.
—Sé que era tu cantante favorito en tus tiempos de niñez… —Gagui rasca su
cabeza. —Digamos que lo leí en el internet, en una entrevista que te hicieron.
Kassu sonreía, se sentaba alado de Gagui, saludándola a ella y al artista ídolo, este que
sin esperar, se levantase en frente de ellos, respirando hondo y convirtiendo la recamara
de Kassu en un escenario.
—¿Qué va a hacer?. Preguntó el curioso hombre.
—Quiere dedicarte una canción… le he contado que cuando eras niño, tu
rogabas por ir a una de sus presentaciones, más cuando tuviste la edad apropiada, él
ya había muerto… —Gagui tomaba la mano de Kassu. —Le he enseñado tus canciones,
cuales varias de ellas han sido producto de tu inspiración hacia él. Comentó la chica,
aquella que sin decir más palabras, girase el rostro de Kassu y lo pusiese frente a frente
con el del cantante, aquel que alzaba su voz por encima del ambiente, cuál regalaba una
inmensa armonía en los corazones de los jóvenes y de toda la atmosfera que les rodeaba.
Los ojos de Kassu se cristalizaban llorosos, pero esto no era una sensación amarga, más
bien, era algo que aliviaba sus heridas y le abrazaba cálidamente. Gagui entrecerraba su
mirada cautivada, parecía recordarle ciertos eventos, estos cuales no callaría más.
—Sabes… —Gagui entrelaza sus dedos. —Así te conocí a ti… cuando pensé
que nada me sacaría de la melancolía y la decepción… estaba ahí parada, vencida de
espíritu, cuando por arte de magia, te vi salir en la TV de la capital, tu letra, tu voz, tu
canto, era como sí me diese alientos… tal como te está pasando ahora. Expresó Gagui
hacia Kassu, aquel que liberando una amplia sonrisa, abrazase a la muchacha, todo a
medida que la suave voz del cantante consumía los oídos de ambos.
—Eres tan especial, Gagui… eres una gran amiga. Kassu miraba fijamente a
la avergonzada Gagui, esta que hundiéndose entre sus hombros, sé abrasase a sí misma.
—Solo he hecho lo que te vi hacer a ti…—Gagui contemplaba la mejor cara
que llevaba Kassu. —Tú también eres un gran amigo. Confesó ella.
Y Kassu recostaba su cabeza sobre las manos de la joven, desde allí terminaba de ver y
oír todo el número de su ídolo, aquel que al culminar, agradeció la invitación y animó a
Kassu a seguir adelante, el viejo le mencionaba que nunca deje que nada le limite como
tampoco que nadie le aflige.
—Así lo haré Señor. Exclamó Kassu apretando la mano del otro.
—Que le vaya muy bien en este mundo… ojala que algún día pueda regresar
entre los vivos. Predicó Gagui con amable tono.
Y así fue que el hombre se marchó, esfumándose con la brisa, dejando a ambos jóvenes
a solas dentro de la fantasmal habitación. Entonces, Kassu levantaba su atención hacia
Gagui, cuál parándose del sillón, sugirió salir a pasear, siempre y cuando, él no tenga
cosa que hacer, no obstante, como en la primera vez, Kassu quedó abstraído y callado.
—¿Qué pasa, Kassu? ¿Te sientes bien?. Interrogó Gagui jalando de su brazo.
—Solo… —Kassu traga saliva. —A veces quisiese que seas real, que tú estés
conmigo, que existas cuando despierte y que me aconsejes, que me hagas reír con tus
acontecimientos, que me hagas sentir que no estoy soñando. Kassu se alejaba leve, todo
a medida que el asombro de Gagui crecía como la espuma. ¿Él creía ciegamente que la
muchacha no existía? ¿Qué podía hacer o decir, Gagui?. La chica entrecerraba sus ojos,
no podía obligar a Kassu a creer algo que no quiera, como tampoco, le diría que esta
frase la lastimaba mucho, es decir, que lo vivido, aun cuando parecían dos despiertos,
fue solo una fantasía.
—A mi también me gustaría existir para ti, Kassu. Murmuró la chica, aquella
que era acogida por los fuertes brazos del cantante, aquel que hundía su barbilla sobre la
cabeza de la pensativa Gagui.
—Créeme que sería genial. —Sonríe él. —Que despertemos y que por cosa
del destino, nos veamos el uno al otro… tal vez, no te encuentre como Gagui, pero sí
como esa chica inspirada, sonriente y luchadora, como mi amiga incondicional.
Gagui hundía sus labios a la vez que cerraba sus ojos, presta a calmarse y a poder decir
las mejores palabras hacia su amigo.
—Lo importante es que encuentre a tu amiga incondicional… Respondió ella,
con esa sonrisa brillante y esos ojos sinceros que tranquilizaban el alma del joven, aquel
que no demoró en jalar a Gagui hacia la calle, ahí donde empezaba a contarle todo lo
que le había sucedido en el día, lo de la discusión con Kai, lo del ensayo y el concierto
—¡Y cómo no!— el rompimiento con su prometida.
—Es decir que estoy nuevamente soltero. Sonríe el despistado Kassu. Gagui
solo asentía, jugaba con su collar de estrella. —Ahora tienes tiempo para pensar en tus
decisiones. Aconsejó la chica.
Kassu volteaba a verla, con sonrisa coqueta e innata estiraba sus manos hacia Gagui, la
quién le correspondió sin pensar.
—Créeme que buscaré a una señorita como tu…Confesó Kassu.
Gagui entreabría sus vistas con admiración, ciertamente estaba ruborizada, empero a la
vez, se sentía tan apenada; pues sí era el deseo de Kassu, ella estaba allí, no tenía por
qué haber otra parecida.
Sin embargo, aun ante tales confidencias, ambos continuaron hablando, enterándose del
uno al otro, conversando sobre sus familias y sus mañas, sobre empleos y hobbies, de
sus sentires y pensares. Kassu siempre se entretenía en compañía de Gagui y viceversa,
estos siempre buscaban hacer de la cotidianidad una sorpresa, de las sorpresas unos
bellos recuerdos y de estos últimos, una parte de su corazón.
Así, Gagui agarraba la mano de Kassu, estos caminaban por un puentecillo estrecho, en
donde pretendían sostenerse, donde pretendían demostrar su equilibrio.
—Así que Yuuri, tu tía con la que vives, es bruja… —Kassu se ríe. —¡Vaya!
Que graciosa familia. Opinó el hombre sin aguantar la gracia. Gagui levantaba una de
sus cejas, ciertamente no entendía el chiste.
—Es verdad, Kassu… ella me enseñó que podía ir a verte en este mundo. Dijo
ella con la seriedad pero humor que le distinguía. Kassu seguía balanceándose adelante.
—Yo te creo, Gagui… —Guiña su ojo. —Pero me da risa, tienes a una bruja,
a un niñito agrandado que no deja de fastidiarte, a una chica fresa y adinerada y un
gato que lo usan para rituales. —Vuelve a reírse. —¿¡Es que no te parece inusual!?
Ósea, algo que uno jamás se imaginaría… bueno, tú también tienes un aura extraña,
ahora que lo noto. Sonríe el burlón Kassu.
—¡Kassu!. Más Gagui gritando, logró silenciarlo, esta se empinaba tras de él,
tirando su mano y logrando golpear su cabeza. —Bueno, lo siento. Se disculpó el otro.
Y Gagui miraba a Kassu nuevamente.
—¿En verdad me veo rara?. Preguntó con curiosidad.
—Eh… sí Gagui. Respondió el animado Kassu, mismo que sin esperar alguna
emoción en Gagui, la jaló hacia un lado, haciendo que aquella, asustada de caer al lago,
se aferrase a él fuertemente. Kassu reía, a veces parecía ser un travieso niño.
—¡Hubieses visto tu cara!. Señaló el hombre despeinándola levemente.
—¿Tú crees que fue chistoso?. Preguntó Gagui golpeando suavemente de su
pecho, Kassu asentía caprichoso, más los ojos rencorosos de la joven inventaban junto
con su mente de algún plan con el cuál vengarse. Entonces, de tal manera, Gagui tiraría
a Kassu al lago, más para que ni sospeche, iba ser cautelosa, una señorita de honor, de
delicado y seductor proceder.
Así, Gagui se acercaba a Kassu, cuál borrando de a poco su sonrisa, se centraba en el
rostro de la doncella.
—No importa… yo te disculpo Kassu. Murmuraron dulcemente sus labios, el
joven pestañaba algo nervioso. —Ok, gracias… Desvió su mirada algo avergonzado.
Y Gagui sonreía, era el momento y la joven no lo perdería, con una sonora risa, encogió
sus brazos e impulsándolos hacia adelante, lo arrojó al agua, empero el astuto Kassu, no
se quedaría brazos cruzados, del mismo instinto, aquel logró pellizcar con la camisa de
la muchacha, esta que sin más, por el bochorno y además por la fuerza, caía junto a él.
Entonces, Gagui gritaba ofuscada; pues la distancia ente el puente y el agua, era basto
como para sufrir unos segundos en el vértigo del espacio. Y Kassu reía a carcajadas, él
sostenía el cuerpo de la jovenzuela.
—Por vengativa, Gagui. Determinaba el joven; sin embargo, entre el instante,
para sorpresa de Gagui, la silueta de Kassu iba desapareciendo de a poco, al parecer él
iba despertando y por ende se retiraría del astral. Gagui sacudía a Kassu, no quería caer
sola a la laguna, empero así lo tocó, puesto a que sin más, el admirado artista se esfumó.
Y Gagui se sumergió entre las ondas, entre el fondo del estanque, en donde a pesar de
no ser clara y concisa, gritaba desde su interior. —¡¡Kassu!!.
Empero, Kassu abría sus ojos, pensando verse sobre la cama, no obstante, para su total
pasmo, lo único que encontró fue el aturdimiento de verse entre las nubes, de hallarse
realmente cayendo entre la nada, a miles de metros lejos del suelo. Kassu gritaba con
sumo pánico, este miraba a su alrededor, siendo atraído por una conocida voz, esa que
solo podía ser del odioso Teego, el terrestre que siempre inventaba una que otra broma
pesada con que molestar al serio Kassu.
—Bueno amigos, esta es la broma # 25 de como despertar a Kassu. —Teego
dirige su grabadora hacia el cobrizo. —Lanzarlo de un avión y esperar veinte segundos
hasta que reaccione. Y Teego se interponía entre la filmación, mostraba de sus blancos
dientes y hacia señas con sus dedos.
Kassu gritaba maldiciones, este ahorcaba a Teego en medio del aire, mismo que al notar
del acercamiento de ambos contra el piso, le advirtiese que abra su paracaídas, más el
alto estaba encaprichado en hacer que Teego le pida disculpas, cosa imposible; pues,
este solo se carcajeaba de la impotencia del temeroso Kassu.
—¡Por qué siempre me haces esto!. Kassu se aferraba del cuerpo de Teego, el
que sin esperar un segundo más, abriese su paracaídas.
—Porque cada vez que llegó a Marte te encuentro dormido, Kai siempre está
atento, entonces no se deja de las bromas, en cambio tu… dejas mucho que deseas,
Kassu… —Teego filmaba a ambos. —Mis queridas fans ¿No sé ve tan bonito Kassu?
Parece un gatito asustado. Gritaba Teego a medida que el vértigo se incrementaba y de
igual manera la tensión de Kassu, cuál se desmayó en media aventura.
Sin embargo, luego de siquiera unos largos minutos, Kassu volvía a abrir sus ojos, él era
alado de Kai, su preocupado hermano, cuál le atendía, secando su frente y peinándolo.
—¡Oh, Kai! Tuve una pesadilla. Exclamó el cobrizo levantándose veloz.
—Eh… creo que no fue un sueño, en verdad Teego te botó del avión. Contó el
nervioso Kai, mismo que bajaba los exasperados humos de su familiar, este le confesaba
que esta vez Teego vino para algo muy serio, lo cuál era la señal de la alegría de Kai.
Y Kai se levantaba animado, daba un aplauso y entrecruzaba sus dedos.
—Teego ha venido a decirnos que todo está listo para que demos un concierto
en Halfworld, en la capital del planeta Tierra. Pronunció el emocionado Kai, todo al
tiempo que Kassu quedaba boquiabierta, no lo podían creer, por fin, saldrían a la Tierra.
—¡Eso es verídico!. —Interviene Teego. —Y ante tal excelente noticia, vine
personalmente a mencionárselos, los presidentes lo han aceptado, la Tierra abre de sus
puertas para su concierto, chicos. Y Teego se lanzaba a abrazar a sus compañeros, estos
que con sus brillantes sonrisas, se aprisionaban entre ellos.
Más, a pesar del júbilo, Kassu entrecerraba sus ojos, no podía quitar de su mente la
figura de Gagui, aquella ficticia que tantas maravillas le hablaba del planeta Tierra, ese
en donde supuestamente, ella vivía. —Ahora voy a ir para allá, Gagui. Sonrió Kassu.
CAPITULO 6: KASSU Y GAGUI
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Los ojos de una pelinegra se clavaban con insistencia sobre la pantalla de la TV, aquella
ni siquiera pestañaba y es que no se podía creer aún, a pesar de que en todos los diarios
se anunció, a pesar de que en todos los programas esa era la sensación, Elyel continuaba
impactada de saber que Kassu y Kai estaban en la Tierra. Entonces, Elyel junto con su
gato “Hermes” no dejarían pasar ni un detalle, desde la mañana eran frente al aparato en
donde se mostraba en vivo la bienvenida del dúo y además, de la pequeña entrevista que
estaban teniendo.
—¡Oh, Hermes! Él es tu padre. Pronunció Elyel emocionada, señalándolo a
Kai, quién siempre se veía sonriente y además, él que más hablaba, este era el líder, el
que todo lo organizaba y mantenía a raya.
Y Elyel veía a Kassu, cuál también robaba con los suspiros de las fans presentes, ambos
explicaban que se quedarían al menos tres días en la Tierra y que en el segundo, darían
su mega concierto en compañía de muchos talentos Terrestres, entre ellos, Teego.
—Ha sido algo muy trabajoso, algo por lo que hemos esperado bastamente,
más hace unos días atrás, la dirección artística terrestre nos ha dado espacio. Discutía
Kai ante las cámaras, este achinaba sus ámbares ojos delineados, mostraba la chamarra
negra que tapaba su blusa estampada, misma que caía sobre sus jeans plomos. Elyel solo
sabía suspirar por tal muchacho, imaginaba y rogaba en silencio que algún día, las frases
de Yuuri se cumplan. —Es tan hermoso, Kai. Susurró la pelinegra estrujando a Hermes.
No obstante, Elyel reaccionaba al rato que su asfixiante gato le aruñase, ella debía decir
de esta increíble noticia a Gagui, así que parándose del sofá, poniéndole pausa a su TV,
corrió hacia las escaleras, desde ahí gritaba el nombre de la castaña, empero a pesar de
sus tantos llamados, nadie contestó. Elyel estiraba su cabello, esta imaginaba que Gagui
era prendida, como de costumbre, a la laptop y que ante su concentración, sus sentidos
se bloqueaban por sí solos. Empero, al subir la pelinegra y abrir sorpresivamente de la
puerta, esta se encontró con que Gagui no estaba en la casa, ni Yuuri como tampoco el
problemático Nine, tal vez habían salido, una escapada familiar.
—Claro… —Gira los ojos. —No inviten a Elyel ¿Verdad?. Mencionó con algo
de resentimiento, pero no basto, para opacar sus anhelos de continuar viendo la TV. Y
así, Elyel volvía a acomodarse en el sofá, daba <Play> a la TV y reiteraba su vista ante
Kassu, aquel que llamase la atención por los raros collares que ante cada movimiento, se
deslizaban sobre su pecho casi que descubierto, esto era debido al buzo en V que vestía.
—Sí aquí estuviese Gagui… le diría “Mira aquí está en vivo y no en sueños”.
Elyel reía, estaba feliz y esto lo publicaba en sus redes sociales, ahí cerca de su última
entrada, en donde se veía una foto de ella junto con la entrada VIP del concierto.
Sin embargo, acto más seguido a su dicha, fue la llegada pronta de Yuuri y Nine, estos
que cansados de tanto caminar, llegaban con un montón de fundas, al aparecer habían
ido de compras a las ferias del centro, ahí donde los alimentos estaban a un descuentico.
—¡Por fin llegamos!. Y el ruido ajetreado de la voz de Nine y de las fundas
contra el piso, atrajeron la vista de Elyel, cuál no siendo desconsiderada, volvía a pausar
su programa y se acercaba con el fin de dignarse a saludar. Yuuri sonreía amable, esta
le enseñaba todos los víveres que habían logrado comprar, muchos eran encargos de la
misma Elyel, que para que decir, comía cosas que cuidaban su línea.
—¡Oh! Trajiste mis proteínas ¡Te amé, Yuuri!. Exclamaba Elyel tomando sus
cosas y ordenándolas en la estantería. Más, Nine se arrimaba a la pared, chasqueaba su
boca y pellizcaba la espalda de esta, misma que molesta, le abalanzó de una cachetada,
como le disgustaba a Elyel que le estén toqueteando.
—¿!Qué quieres, eh!?. Expresó Elyel careciendo de paciencia.
Nine se levantaba, con su ceño fruncido, desviaba su mirar. —Sí que esta chica es muy
impulsiva… solo te iba a molestar; pues solo arreglas las cosas que son tuyas. Dijo él.
—Ya pues; para eso estás tú. Mencionó Elyel, aquella que terminando de sus
cortas tareas, regresaría a sus asuntos, empero, antes preguntaría por Gagui, ya que esta
pensaba que la castaña había ido con ellos y era así, más Yuuri contaba que la chica no
quería regresar a casa, más bien, aprovecharía estar cerca del centro para ir a visitar al
parque de los lagos.
—Todo por no cargar las fundas, es otra vaga igual a ti. Criticó Nine.
—No es así. —Yuuri golpea a Nine. —Es que no la vi tan contenta, de seguro
que quiere reflexionar y serenarse. Habló la adulta, Nine suspiraba. —Cómo no va a
estar depre, sí otra vez le negaron su novela, dicen que está muy loca. Declaró Nine.
Y Elyel torcía sus labios con disgusto pero a la vez con pesar.
—Quería decirle que Kassu ha llegado a la Tierra, que yo la invitaría a su
concierto, le he comprado entrada VIP. Indicó Elyel sorprendiendo a Yuuri, quién al
seguir los pasos de la otra, comprobó la veracidad de su dicho. —Esto sí la va a animar.
Habló Yuuri, misma que daba espacio a Nine, quién al ver a Kassu, se retiró, hay que
recordar que al rubio no le gustaban los extranjeros, aquel se fue sin callar su rechazo.
—No sé qué le ven de bueno a esos Marcianos, sí Terrestres hay muchos y son
mejores… Expresa Nine torciendo su mirada.
Yuuri menea su mano, una señal para que se desaparezca rápido; pues Yuuri, no es que
era fan de alguno, más esta sabía apreciar el arte en todos sus sentidos, como que no hay
que obviar que la mujer rubia siempre gustaba de ver a Teego, quién era una especie de
embajador artístico.
—Qué bello que es ese muchachón… sí yo fuese más joven no más. Dijo ella.
—Y sí fueses soltera sobretodo, Yuuri. Añadió la importuna Elyel, esta que se
ganaba con la fría y casi que sarcástica mirada de la bruja. —Bueno ok… dime ¿Me has
comprado entradas a mí también?. Preguntó Yuuri hacia Elyel, quién con su sinceridad
matadora, le dijo. —Ni me acordé de ti… además ya estás adulta para esas cosas, Yuuri
por favor. Aludió a la vez que Elyel regresaba su atención al TV y Yuuri, entreabría sus
ojos con sumo coraje, mismo que le hizo apagar el aparato y se dirigirse, en silencio, a
su cuarto, desde ahí donde oía los reclamos de Elyel. —¿!Vieja!? Infante inmadura.
Empero, por otro lado, estaban tres los famosos, estos que eran en medio de una comida
social, ahí donde compartían de palabras y de fotos, donde se unía todo el personal que
estaría encargado de toda la planificación del evento. Así, Kassu y Kai escuchaban cada
propuesta que estos profesionales les otorgaban, Teego revisaba el diseño de los trajes,
incluyendo del suyo, todo se veía muy calmado y sereno, más para ser ciertos, este trio
estaba muy ocupado, aun cuando comían.
—Quiero que nuestra primera canción sea “Love game”. Decretó Kassu ante
su hermano Kai, quién se veía complacido de la sugerencia.
—Me parece bien ya que es muy movida. —Kai anotaba en su libreta. —De
ahí podemos continuar con “Girls, come on”. Aconsejaba el baterista, este que apenas
le daba un sorbo a su bebida para seguir con sus actividades.
Teego sonreía, veía el esfuerzo que todos le ponían, la felicidad y meditación ante cada
complemento, cuál entregarían como preciado presente al público que concurría en esa
noche, aquella que no estaba tan lejana.
—Chicos no olviden que desde mañana vamos a estar en prácticas y ensayos,
estamos a full. —Teego guiña su ojo. —Más he abogado porque hoy tengan libre para
que conozcan Halfworld y para que pasemos una velada de jóvenes. Decía aquel, este
que robaba una mueca graciosa a Kai, quien ya estaba acostumbrado a sus locuras.
Y Kassu sonreía animado, este degustaba de la gastronomía Terrestre, de sus muchos
postres y platos, provenientes de los estados cercanos a Halfworld. No obstante, aquel
contaba los segundos para lanzarse a visitar de los turísticos museos, las muy famosas
catedrales de piedras y por qué no, los coloridos parques, que con cada cinco cuadras,
arreglaban de la gran capital.
—Kassu se ve muy emocionado, ¿Verdad Kai?. Susurró Teego con picardía.
Kai miraba a su hermano, asentía contento. —Él quería conocer Halfworld desde hace
mucho tiempo atrás. Mencionó el baterista, Teego entrecerraba sus ojos con curiosidad.
—Sí ¿Y por qué será?... —Teego se guindaba del hombro de Kai. —Quizás
nuestro Kassu está interesado en alguna terrestre; pues, nos ha asombrado a muchos
con la culminación de su compromiso. Citó el castaño de claras hebras. El baterista se
daba un instante para contemplar a su hermano ¿Será verdad? Ni él mismo lo sabía con
clara certeza.
—Tal vez, Teego… pero ¿Acaso no es normal fijarse en una muchacha?.
—Sí, pero me pregunto qué clase de chica es en la que se fija Kassu; pues
digamos que su ex no fue elegida por él. Sonríe el Terrestre, este que sin más, viendo de
la hora, se levante junto con su personal, aquellos que se despedían de Kai y Kassu,
puesto a que tenían pruebas de sonido y escenario.
Kassu apretaba las manos de sus compañeros, agradecía la atención prestada ante cada
rato, empero, ambos preferían estar a solas, no había de que preocuparse, sabían cómo
cuidarse y cubrirse de las muchas vistas.
Así, Kassu junto con Kai entraban al tocador, estos cubrían de su presencia con gorras o
sombreros, con gafas oscuras y sencillas vestimentas, estas que le ayudarían a pasar en
completo disimulo hacia donde sea que deseen ir.
—¿Y a dónde vamos? Quiero ir al museo de la base espacial. Refirió Kai, más
Kassu insinuaba tener otros planes, este quería visitar “El parque de los lagos” deseaba
saber sí este lugar existía. Kai suspiró, no le veía problema.
—Pero la verdad es que sí existe aquel lugar, es uno de los atractivos de la
Capital. —Kai saca su mapa. —Lo he leído en el manual turístico. Explicó el mayor,
cuál parándose en la punta de la vereda, detenga un taxi, este que les llevaba entre calles
y semáforos hacia su lugar de destino.
Entonces, con el transcurrir de los minutos, el carro amarillo se estacionó y abriendo de
sus puertas, permitió bajar a Kai, cuál pagaba sus servicios y a Kassu, quién enajenado,
se asombraba de ver lo tan igual que era ese lugar a sus sueños.
—Cuantos recuerdos… cuantas veces vi a esta mujer sentada sobre el césped
de este parque. Pensaba Kassu adelantándose a su hermano, barriendo las hierbitas con
sus botas, sonriendo abstraído, respirando hondo del nuevo ambiente. Kassu robaba con
la atención de Kai, quién entre zancadas se aferraba a la espalda de su familiar.
—Se parece un poco a nuestro parque familiar, ahí donde sabemos reunirnos
toda la familia. Evocó Kai, aquel que veía a todas esas personas, muchas trabajando al
pintar retratos, pescar, tomar fotos; como otras recreándose como al trotar, caminar o
hacer ejercicio o quizás, jugar deportes. —Es un lindo lugar. Opinó Kai continuando los
pasos de Kassu, quién remembrando cada espacio, se adentraba entre los árboles, él iría
al lugar secreto de Gagui, una espaciosa hueca que le daba una hermosa vista hacia los
lagos y los cisnes y patos que había nadaban.
Kai caminaba tras él, la verdad tenía mucha curiosidad por las acciones de Kassu.
—¿A dónde te diriges, Kassu?. Soltó el indagador Kai.
—A un lugar especial, ven mira. Y Kassu agarraba las finas ramas que tapaban
con el espacio, este les hacia a un lado y ambos se adentraban en el área, en esa donde
en compañía de los rayos solares, parecían darle un incandescente brillo al lago. Así,
Kai se admiraba de tanta belleza, este se sentaba alado de su hermano, cuál se veía muy
complacido de su viaje.
—¿Cómo sabias de este lugar?. Interrogó Kai, como quién no lo sepa.
—Digamos que lo vi en un sueño. Contestó Kassu encogiendo sus hombros.
El baterista se recostaba entre las hojas secas, veía como a brisa iba de lado a otro, este
entrecerraba sus ojos, ya no le guardaría secretos a su hermano.
—Aquí te trajo, Gagui ¿Verdad?… —Kai ve a Kassu. —La chica que en el
festejo, nos dijo que venía de la Tierra, misma que te salvó y te “Maquilló”. Confesó el
mayor. Kassu abría sus ojos con sorpresa. ¿Kai acaso recordaba del sueño?.
—¿También estabas despierto?. Preguntó Kassu con sus labios entreabiertos.
—Sí, es más, yo recuerdo que ella se nos acercó desde antes que esa vez en el
restaurante… Dime, Kassu ¿Crees verla aquí?. Manifestó el cauteloso Kai.
Kassu quedaba en silencio, esto ya no era un acontecimiento de dos, sino de tres. Y él
quedaba en reflexión, no imaginaba ver a Gagui, ya que este estaba seguro de que esta
señorita no existía, que solo era una creación de su cabeza.
—Yo estoy aquí por el concierto. Habló Kassu luego de un rato.
—En el parque no estás por el concierto… —Kai sonríe. —¿Qué sucedería sí
ella es de carne y hueso? Qué le dirías… después de todo, mucho han hablado entre
sueños, que tal vez, si el destino lo quiere así… se encuentren aquí. Reiteró Kai, más el
cobrizo negaba su idea. —Estoy seguro que no la veré. Decretó aun cuando su corazón
rebosando de intuición, le presentaba ligeros presentimientos, mismos que él ignoraba.
Igualmente, Kai no insistiría, aquel se estiraba y se daba puesto para descansar, Kai, sin
guardarle respeto al tiempo, cruzó sus piernas como cerró sus ojos, esos que agudizaban
de sus oídos, cuales escuchaban de los pájaros, de los patos y del sonido de las ondas
que retumbaban con las rocas. Kassu observaba a Kai, más su consciencia era entre las
nubes mismas que eran tapadas por los frondosos árboles, esos que una vez, recibieron
de las melodías de Gagui.
—Sí en verdad existes, ven a mí. Susurró también recostándose, oyendo de los
gritos felices de los niños, que cercanos, jugaban a las escondidas, aquellos saltaban por
las ramas y otros se ocultaban entre los juegos infantiles, ellos eran vigilados por sus
madres, esas que cuchicheaban sobre revistas y programas de TV. Kassu suspiraba, se
perdía en los colores de las cometas que volaban con el aire, de los silbidos de ciertos
jóvenes que escuchaban música y de aquellas que disimuladamente bailaban, golpeando
su pie sobre el césped.
Empero, Kassu no notaba del acercamiento de una persona a su recóndito espacio, esta
que también distraída, levantaba de las ramas y se adentraba a la cierta oscuridad que el
árbol les regalaba. Y la jovenzuela chocó sus pies con los brazos de Kassu, aquel que
veloz, se repuso a ofrecer disculpas, ambos lo hicieron. Así, esta bajó su mirar hacia él,
y fue en ese momento que la chica mostró al pasmado Kassu, su identidad, esta era
Gagui, misma que repitiendo de su cotidianidad, iba a su sitio secreto.
Los labios de Kassu temblaban al nombrar suavemente el nombre de aquella, cuál sin
siquiera imaginárselo ni oírlo, avanzó hasta el borde del lugar, ahí donde suspendía sus
piernas en el aire, donde veía del paisaje. Kassu no dejaba de verla, no podía creerlo.
—Es ella. El cobrizo despertaba a Kai, como un instinto involuntario.
Kai bostezaba, se estiraba y soñoliento, clavaba sus cansados ojos en el preocupado y
admirado Kassu.
—Tuviste razón. —Susurra Kassu. —Ella está aquí… no puedo asimilarlo,
pero Gagui está con nosotros. Expresó señalándola con disimulo. Kai dirigía su vista a
ella, era cierto y este solo repetía su pregunta. —¿Qué haría, Kassu?.
Entonces, Kassu volvía a sentirse presionado, atrapado entre sus propias demandas y de
igual manera en las ajenas, estas que eran de Kai, mismo que sugería ir a hablarle. Más,
Kassu no era tan des-complicado con tales asuntos y más aún cuando esto encerraba sus
fantasías y sus pensamientos en los cuales estaban Gagui.
—¿Quién es esta mujer?. Se interrogó a sí mismo, muy serio fijaba su mirar a
ella, esta que ante el murmullo y la atención, empezaba a sentirse incomoda, con ganas
de marcharse a un lugar más seguro.
Y Gagui volteaba su rostro, chocándose con ambos, con uno que estiró amable su mano,
saludándola y con el último, mismo que frunciendo su ceño, se resignaba a acercársele.
La chica no se quedaría a escuchar que cosas le dirían, esta algo asustada, se abría paso
para retirarse, empero —¡Quién podía con Kassu!. —Aquel hombre, sin temor a las
reacciones de aquella, agarró fuertemente su brazo y con ello, Gagui gritó por auxilio.
—Suéltame, por favor. Clamó Gagui.
—Quiero que me digas porque lo hiciste. Interrogó Kassu, aquel que quitaba
de sus ojos sus gafas y de su cabeza, el sombrero, este no demoró en decirle quién era y
Gagui en darse cuenta y afirmarlo con una aturdida expresión de incredulidad; pues esta
sabía muy que no era un sueño.
—Eres tú en verdad, Kassu. Soltó la chica llevando su mano a la cara de este,
cuál algo brusco, la tiró lejos de él. La chica quedaba extrañada.
—De seguro que ya sabias que nos íbamos a ver… ¿Por qué te haces la que
nada sabes? —Kassu entrecierra sus ojos con disgusto. —¿Quién eres? ¿Para qué me
has buscado? Que es lo que quieres conmigo o mi familia. Discutió fuertemente Kassu,
aquel conocía bien que muchos harían lo que sea para hacerle daño; pues, su padre era
un reconocido militar y piloto. Entonces, ante la pronta discusión, Kai se acercó hacia el
iracundo, intentaba calmarlo, ya que este no creía que Gagui era de ese tipo de chicas.
—¿Qué está pasando?. Expresó Gagui sin entender la euforia de los presentes.
—Te estás confundiendo, Kassu… no le hables así a ella. Se interponía Kai,
más Kassu se dirigía a Gagui. —Por favor, ¡Ir a ver a una persona hasta en los sueños!
¿Por qué? ¡Solo por convertirse en su amigo y conocerlo! —Kassu empujaba a Kai. —
Es es algo enfermo y debí darme cuenta de ello…esta es una bruja y yo descubriré sus
verdaderas intenciones. Gritó Kassu al tiempo que sentía la resistencia del fuerte Kai,
quién no le dejaba pasar. —Qué más da.— Kassu chasqueó sus labios y dándose por
vencido, giró dispuesto a irse.
Gagui estaba congelada, ninguna palabra salía de su boca, esta ahora comprendía lo que
pensaba Kassu, entonces ella solo retrocedió, de igual manera, agradeciendo a la ayuda
de Kai, quién se sentía apenado por los actos ajenos.
—Cuanto lo siento, Gagui. Excusó Kai, cuál despidiéndose, mencionaba ir por
su despistado hermano. —Créeme que esto ha sido una confusión, él solo se asustó…
no creyó nunca verte. Confesó segundos antes de irse corriendo.
Y Kai jalaba los brazos de Kassu, aquel que ya estaba por más allá de unas dos cuadras,
pronto a tomar un taxi para regresar al departamento que Teego le brindaba. Kai miraba
seriamente a su familiar, le mencionaba sin pelos en la lengua, sobre su mal proceder, él
no debía actuar así, sin contar que no era parte de su naturaleza.
—Sí ella te hubiese querido hacer daño, lo hubiese hecho desde hace mucho;
pues tú le entregaste muchos secretos, sin contar que le enseñaste hasta nuestra casa y
nuestra familia. —Kai sacude a Kassu. —Es una simple chica, una simple fan… date
cuenta… mira sus ojos, ella no haría lo que piensas. Expresó Kai. Kassu suspiraba, no
podía dejar de lado el remembrar lo dicho, como tampoco, todos los momentos, risas y
palabras que aquellos habían compartido en el mundo de los sueños.
—Ella dijo que siempre era muy sincera… —Susurró Kassu con algo de pesar.
—Sin contar que es muy sentimental… de seguro le hice pasar mal rato. Dijo aquel.
Kai suspiraba ante el testarudo, mismo que discutiendo, llegaba a la conclusión de pedir
disculpas a Gagui y esto no demoró; pues, Kassu corrió hacia el secreto lugar, empero,
ya era tarde, la castaña no estaba allí.
—Qué haré… ¿Cómo la volveré a encontrar?. Kassu aplastaba su frente, Kai
le veía, no había nada que hacer, ambos tenían que ir a descansar, así por ende, llamar a
Teego y pedir la dirección del lugar acordado. Entonces, ambos salían del parque, uno
con la atención puesta en la gran pantalla, donde salían ellos mismos cantando, y Kassu,
con la cabeza llena de sus ideas, en donde a pesar, de lo que él excuse, se pintaba como
el malo de la escena.
Así, Kassu entrecerraba sus ojos con decepción, este era muy perfeccionista para con su
persona y no poder arreglar el problema, le mantenía tenso, enajenado en sus pensares.
—Tal vez… era lo mejor, Kassu. Susurró a medida que cruzaba la gran calle,
la principal en donde muchas personas caminaban de lugar a otro, donde se paraban los
muchos; pues ahí estaban varias estaciones, en una de las cuales, para nuevamente
sorpresa del cobrizo, encontró en las filas, a Gagui, aquella que se determinaba por subir
al bus azul, de regreso a su casa.
Y Kassu saltó, agarró el brazo de Kai, mismo que solo se veía corriendo hacia un lado
de la calle, presionado por el seguro y obstinado Kassu, quién viendo como el bus se
retiraba con el sin número de personas, tomase un taxi, pidiendo al conductor que siga
todo el recorrido de esa buseta.
—¡Qué demonios, Kassu!. Gritó el afanado Kai, aquel que se estrellaba contra
el asiento de atrás, mismo que golpeaba constantemente, con su puño, del vidrio.
—La volví a ver… —Kassu aprieta su barbilla. —Esto ya es personal, Kai…
no tiene que ver con nadie más que conmigo… debo hacerlo para sentirme mejor.
Kai chasqueaba sus labios con disgusto. —Bueno, ¡Sí es personal! No me arrastres a mí
a tus ocurrencias. Clamó el agotado Kai, viendo desde el parabrisas todas las carreteras,
avenidas, calles, locales y casas, que recorría este autobús al cuál seguían. Más Kai
bostezaba, le restaría importancia, de todas maneras, descansaría de su atareado viaje,
por ello, arrimándose a la ventana, cerraba sus ojos, dejándose llevar de sus sueños, todo
lo contrario al concentrado Kassu, quién pasó todo los demás minutos pendiente de la
bajada de la jovenzuela.
Y así fue, que Gagui cerró su cuaderno de apuntes y apretando el botón de parada, se
bajó una vez las puertas se abran, la chica agradecía, continuaba caminando a la vez que
guardaba sus cosas en su maleta. Kassu la veía, ella no llevaba un buen semblante, por
ello, también detuvo al taxi y despertando a Kai bruscamente, lo sacó obligándole a que
no cometa errores, ambos debían esconderse, Gagui no tenía que descubrirlos.
—Pero viniste hasta acá para dar tus disculpas, Kassu. Habló el confundido
Kai, mismo que ya no opinaba sobre el asunto, rogaba a su hermano por encontrar de un
cómodo lugar en donde dormir. Kassu se lo prometía, pero primero lo primero.
—Vamos a ver dónde vive y como vive… qué es lo que hace cuando está sola,
cuando es Gagui, ok. Susurró Kassu mientras que entre saltos, se escabullía por todas
las aceras, de vez en cuando, tras la paranoia de Gagui, se ocultaba tras árboles o postes.
—Eso suena acosador, Kassu. Mencionó Kai al instante en que detenían sus
pisadas, en los cuales veían que la chica saludaba del portero y subía al ascensor. Kassu
quedaba en la esquina junto con su hermano, estos quedaban en la nada, en todo el rato
que duró la llegada de la joven a su habitación, aquella que por suerte, conectaba con el
exterior, ahí donde ambos hombres le vieron prender la luz; pues, la tarde ya les acogía
con rapidez.
—Ok, ¿Y ahora qué? Ella entró a su casa y no le diste tus disculpas. Indicó
Kai, este echándose contra la pared vigilase de las expresiones de Kassu, quién con una
retadora sonrisa, se diese vuelta, chocando sus ojos con el departamento de enfrente, era
una locura, Kai entendía sus intenciones y él no le acompañaría.
—¿No quería dormir?. Preguntó Kassu algo burlón. Kai fruncía su ceño a la
vez que estiraba de su rostro, aguardando paciencia.
—Vamos a pedir una habitación.
—Teego ya nos tenía una suite reservada, Kassu él se va a enojar. Soltaba
Kai, empero Kassu no le prestaba oídos, aquel sin pretextos, entró a la recepción donde
se chocó con el administrador, al mismo al cuál sobornaba descaradamente, a Kassu no
le interesaba sí el lugar estaba ocupado, el caprichoso quería un departamento dentro del
quinto piso, y uno que tenga vista hacia la calle.
Kai tragaba saliva ante el silencio formado por las demandas de Kassu, aquel que sabía
cómo ocultar su imagen pero a la vez como lanzar de su elegancia y exigencia.
—Entonces… ¿Hacemos negocio? Te estoy pagando casi el triple… solo por
una noche y más. Expresó Kassu hacia el interesado señor, aquel que hablando con todo
su personal, decidiesen dar aceptación a la sugerencia del artista encubierto.
—Venga Kai, vamos a que descanses. Susurró Kassu con esa molesta risa que
aturdía al otro, mismo que sin más, también entró al ascensor, cual les llevó a la entrada
de su nueva recamara, un lugar espacioso, no tan caro ni arreglado como quizás ellos
gustaban vivir, o como lo había planeado Teego. Esto más bien se veía sencillo, con las
reparticiones básicas, ni tan pobre como tampoco tan rico, de una clase intermedia.
Kai caminaba vigilando cada habitación, convenciéndose de su confortabilidad, más era
notable que lo que ganase su consentimiento, fue la cómoda cocina, cuál estructura y
marca le traían el recuerdo de su vieja vida en Marte.
—Está bien quedemos aquí. Enunciaba el baterista, cuál veía como Kassu ya
se había posicionado en una aparente habitación, misma cuya visión se enlazaba con la
recamara de Gagui. Kai encogía sus brazos, de que valía su opinión ante este terco.
Y Kai se alejaba, tomaba su celular y le comunicaba a Teego de sus nuevas decisiones,
ellos habían preferido una sencilla habitación al sur de la Capital, Kai expresaba ojala
no moleste estas atribuciones al Terrestre, mismo que con una sonora sonrisa, expresó
de su soltura, no había problema, siempre y cuando le reciban en la noche; pues, él tenía
planeado compartir una cena con ellos y además hablar de muchos puntos sueltos con
respecto a su presentación. Kai asentía, este declamaba tener una deliciosa velada, a lo
cual Teego no le puso contra, este conocía de las artes culinarias de Kai como también,
de lo mucho que gustaba hacer de ello.
Y Kassu escuchaba la conversación de su hermano, más no se involucraba, este estaba
con la mirada fija a Gagui, quién levantándose de su cama, tomase su toalla y su ropa y
se adentrase a su tocador. Esto le daba un espacio a Kassu, quién dejando caer su cuerpo
sobre el colchón, miraba del cielo raso y entonaba una de sus canciones a capela.
—Teego va a venir en la noche, así que debo salir de compras al súper, ya vi
en el GPS, hay un supermercado cerca… ¿Vienes conmigo?. Invitó Kai, más Kassu le
negó, prefería descansar, más prometía ayudar a preparar la comida, lo cual dejó más
que complacido al juicioso Kai, quién colocándose sus gafas oscuras y su larga bufanda,
esa que tapaba con casi la mitad de su cara, se encaminaba a abrir la puerta de salida, no
sin antes oír de las serias advertencias de Kassu, cuál entrecerraba del portón levemente.
—Nadie tiene que reconocerte, no hables con ninguna persona… compras los
víveres y sin pasear, regresas, ok. Declamó Kassu obviando las expresiones del otro,
este que asintiendo con despreocupación, saliese a las calles.
Y Kai caminaba libremente, miraba el tipo de personas que vivían aledañas a su nuevo
hogar, algunas eran gentes humildes y serenas, de edad adulta, cuales se preocupaban
por dar de comer a los pájaros o a los peces del estanque público, otros intermedios, se
ocupaban en la TV o en el internet, sea por distracción o trabajo, no quitaban sus ojos de
aquellos medios, más sí que habían jóvenes de toda clase, desde los púber sin oficio que
paraban en alguna esquina molestando a quién pasase, como las caseras chicas que igual
que una madre cuidaban de los demás, más todos estaban envueltos entre la música
conocida para los oídos de Kai, este que sabía que era el éxito de su grupo, la voz de
Kassu sonaba alrededor de todo el parque, ahí donde cerca, estaba el supermercado.
—Parece que en esta zona tenemos una gran fan. —Kai dirige su mirada hacia
una casa de color pastel, de ahí donde en un balcón, se veía el poster inmenso de ambos
artistas. —Sí supiesen que no estamos tan lejos. Kai muerde una de sus uñas, animado y
hasta elogiado, entraba a la tienda, es en donde se veía una larga fila.
Empero, Kai avanzaba, tomaba de una canasta y se perdía por las muchas estanterías,
este tomaba varias cosas, le emocionaba entrar por el pasillo de las verduras, tomar de
hasta lo que no necesitaba y sin contar de que reflexionaba en cuál carne era de mejor
calidad, Kai se tomaba su tiempo, la mediana canasta parecía llenarse con cada paso que
daba, con cada llamativo producto o tal vez con cada nuevo ingrediente.
—Cierto, tomates no… —Kai deja esas verduras. —Pero a Kassu le llevaré
dulces, una tarta tal vez. Y el baterista iba por las sodas y cervezas, mismas con las que
terminó de llenar su lista de compras.
Así, Kai se encaminaba hacia la caja, ahí donde debía respetar la fila, donde entre el rato
de espera, despistado, empezaba a jugar con sus manos, aquel las moneaba tal como sí
practicase sobre su batería, dejándose llevar de la música del fondo, al igual que de las
otras voces de alrededor, donde resaltaba una, cuál era más fuerte que las demás, una
cuya dueña era una jovenzuela que entablaba una conversación telefónica. Ella, eufórica
y sin paciencia, golpeaba el piso constantemente con su pie, mencionaba a sus amigas lo
injusto que había sido el día para ella, no podía ser que siendo la ponga el dinero, para
rematar la situación, le hayan obligado a ir de compras.
—Como si fuese bonito venir a chantarse una hora, aquí parada, para más de
llevar una que otra cosa... —La chica hace puños disgustada. —Y es que acababan de
llegar del mercado, solo porque a la boba de la sobrina de mi casera se le da la gana
de hoy comer tallarín. Expresa la señorita, esta cuyos cafés ojos se fijaban en el hombre,
en Kai, quién al notar que su vista, también mirase a la pelinegra, cuál respondía ante el
nombre de Elyel. —¡Mira tú! Que la vida es ocurrida y Elyel insospechada.—
Y la chica desviaba su mirar, su mueca hacía notar a Kai que no estaba interesado en él,
que solo le parecía extraño lo que hacía. El baterista sonreía algo avergonzado.
No obstante, la fila continuaba y ambos, en distintas cajas, dejaban sus víveres, mismos
que pasaban por la máquina cuál registraba de su compra, así Kai veía como sus muchos
alimentos ya se iban enfundando, él sacaba su billetera del bolsillo, más no solo buscaba
del dinero sino también de esa tarjeta roja y terrestre que le diese Teego para facilitar de
sus transacciones. Empero, aun cuando casi sacaba todos sus documentos, el chico no
encontraba de su objeto, esto empezaba a llamar la atención de la cajera como también
de Elyel, quién notaba que aquel era un extranjero.
—Venga usa mi tarjeta, ahí pones tus datos y los cupones son para mí. Dijo la
chica acercándose a la otra cobradora, misma que aceptó igual que Kai, de su ayuda.
—Gracias, muy amable. Habló el joven mostrando su blanca sonrisa, esta que
robó también la de Elyel, cuál pensaba que lo más llamativo de un hombre, era ello.
Y la pelinegra, algo coqueta, sacaba pecho, recibía de sus papeles, tomaba su funda e
iba hacia la puerta electrónica, igual que Kai, quién sonriente y amable, como pago por
su favor, llevaría sus compras, al menos hasta donde dividan camino.
—¿Vives cerca?... nunca te he visto. Interrogó Elyel, aquella que caminaba de
manera suelta, sin recargo al denotar a Kai lleno de fundas.
—Eh… digamos que por ahora, sí. Respondió el muchacho, este que volvía a
cruzar del parque de la ciudadela, desde ahí donde veía al grupo de fans, aquellas que se
reunían a hablar o a planificar de algún presente para los artistas. Kai las veía, volvía a
sonreír descuidado, sus mejillas se pintaban avergonzadas. Elyel levanta su ceja.
—¿Te gustan esas tipas? Ellas son muy raras. Soltó la pelinegra, a la vez que
Kai se enseriaba, negaba con su cabeza, solo le parecían graciosas.
—¿Ah? Te parece que ser fan de alguien es ser una payasa. Habló Elyel con
su tono de aparente discusión, Kai se mantenía al margen, se rectificaba, no era eso lo
que él quería mencionar. —Ósea, me parecen lindas. Opinó él.
Elyel sonreía. —Entonces, sí te gustan, amigo. Y dado una leve carcajada, se empinaba
al pasar junto a ellas, estas que conocían muy bien de la extranjera Elyel, con quién de
seguro que llevaban algunas riñas.
—Que malos gustos, chico. Declaraba Elyel, ciertamente avergonzando a Kai
frente a las demás mujeres, Kai suspiraba, apresuraba su paso a lado de Elyel.
Más, para qué alargar la cosa, Elyel empezaba a hablar sobre los precios del mercado, le
parecía que todo había subido y era debido a la fama que le daban a los alimentos
adulterados, esos que según ella, con su recta voluntad, no estaba dispuesta a comer. Kai
le continuaba con la plática, este también prefería lo natural.
—Adoro cocinar. Compartió Kai muy alegre.
—Yo no, yo adoro comer. Elyel reía burlona, levantaba la mirada, en frente, a
una calle, estaba ya su casa. Así, la chica pidió sus bolsas, quería engañar a los vecinos
cercanos, hacerles creer que había cargado las compras. Kai la miraba confundido.
—Yo vivo aquí, gracias. Mencionó la chica despidiéndose de lejos.
Kai entreabría sus ojos con admiración, sonreía, le señalaba que él vivía en frente.
—Así que somos como que vecinos. Manifestó Kai, mismo que sin detenerse,
caminaba hacia la recepción de su edificio.
Elyel le miraba con disimulo, la verdad fue que ella gustó mucho del chico, aun cuando
no lo haya demostrado. —¡Uy! Tenemos un cercano muy guapo. Sonrió la pelinegra,
esta que con bailado caminar, se adentrase a su piso.
No obstante, Kai se quedaba conversando con el portero, a este le agradaba hablar, sea
del clima, de la política o del comercio, buscaba cualquier tema para distraerse él y de
igual manera, distraer a la persona que tal vez, aburrida se veía.
—Sí hoy tenemos una visita, es un chico castaño de un look algo infantil y
causal, déjele entrar. Mencionó Kai, mismo que despidiéndose del trabajador, se entre
en el ascensor y llegué a la casa, ahí donde para su sorpresa, Kassu había adelantado lo
suficiente, como para que no lo molestasen.
—Esto sí es nuevo. Aludió Kai, este que dejaba las fundas sobre el mesón, cuál
iba a ver a su hermano, quién salía de la ducha.
—Ya no me molestes con la comida, acabo de quitarme el olor de ello. Habló
el cobrizo, aquel que revisaba de la maleta que Kai había traído; pues la suya, se quedó
en el departamento que Teego les había otorgado.
Entonces, Kassu empezaba a vestirse mientras que Kai salía hacia la cocina, ambos se
pasaban de minutos en sus cosas, Kassu oyendo y componiendo letras y Kai, cortando
cebollas y guisando carnes, preparando rápidamente lo que faltase; pues la noche le caía
veloz y la presencia arrolladora de Teego ya estaba sobre sus hombros.
—¿Oye, estás muy ocupado?. Y la voz de Kai se asomaba, luego de casi
media hora, tras las paredes del cuarto de Kassu, mismo que habiendo dejado sus cosas
de lado, estaba colgado sobre la ventana, desde ahí veía a Gagui quién era en compañía
de… —¡Oh sorpresa para Kai!. —De Elyel, pelinegra con la que conversase en la tarde.
—Sí, estoy ocupado. Más, sin sospechar el atolondro de Kai, Kassu respondió
señalando hacia enfrente, invitando al otro a sentarse a su lado.
Y los ámbares ojos del baterista veían de la muda escena; pues tras la distancia, estos no
podían escuchar lo que Elyel hablaba, más se veía claramente que esta simulaba ser un
huracán dentro de la habitación de la apagada Gagui, quién contemplaba en la pelinegra
su consuelo para sentirse mejor. Así, Elyel prendía de la alta y algo ruidosa música, esta
se lanzaba contra ella, era notable que estese muy emocionada y que de cualquier forma,
quería traspasar su euforia a Gagui, cuál era jalaba y ultrajada de lado a otro, invitada a
bailar sin complejos, a saltar como si estuviese dentro de un concierto, a tocar de la loza
como si estuviese tocando las estrellas.
—Mueve Gagui, debes animarte ¡Tenemos que ponernos hermosas!. Gritaba
Elyel sacudiendo y meneando las caderas de la castaña, quién soltando una nerviosa
risa, alejaba a la pelinegra de su lado.
—¿Qué pasa?. —Gagui se burla. —¿Qué te hicieron? ¿Te nos cambiaron,
Elyel? Tú eres una clase de alienígena. Clamó Gagui, Elyel clava su mirar con seriedad.
—Claro que sí, soy mitad marciana, tonta. Respondió cortante, Gagui rascaba
su cabeza, se disculpaba, a la vez que empezaba a cantar junto con su amiga, ambas si
quiera sospecharían ser observadas; pues, conocían que en el quinto piso de enfrente, no
había nadie. Más, eso era pasado, puesto a que un par de ojos masculinos, se fijaban en
cada detalle y acción que estas hacían.
Así, Kai se fijaba que Elyel animaba a Gagui, sin contar que le enseñaba de sus entradas
VIP al concierto, esto hizo que la optimista castaña saltase de la emoción, echándose a
lado de Elyel a bailar de manera graciosa y alocada. Kassu también la observaba, una
ligera sonrisa se asomaba en su rostro.
—Sabes. —Intervine Kassu. —Es una buena chica… Determina el cobrizo.
—Me imagino que la has espiado lo suficiente para decir eso. Expresa Kai
con su serenidad pero a la vez, tan aguda lengua. Kassu le torcía los ojos sin enojarse.
—Ahora sí quiero disculparme, de seguro que la veré, quizás mañana. Y los
cafés ojos de Kassu encerraban la figura energética y alegre de Gagui, esta que tomando
su abrigo y pintando sus ojos y labios, salía corriendo detrás de Elyel, quien ya había
parado un taxi, estas saldrían a una velada apacigüe, a comprar ropa e ir al cine.
—Ojala que esta vez, sí le pidas perdón y no vuelvas a inventar otra locura. Y
Kai veía como el carro donde estaban las jóvenes, empezaba a andar, aquel continuaba
hasta las puertas de la ciudadela, en donde se chocaron, para sorpresa de los cuatro, con
un súper limosina, la cual sin detener su camino, seguía recto, estacionándose frente al
departamento de los muchachos.
—¿Viste esa elegancia?. Elyel sacaba la cabeza por la ventana, espera poder
atestiguar al creído que bajase del lujoso coche, empero era imposible, puesto que con el
girar del carro, la vista fue otra.
—Te diste cuenta que se estacionó debajo de nuestro edificio… ¿Quién será?.
Acotó Gagui, quién ya dejando de lado la impresión, revisaba las imágenes de su móvil,
esos lindos diseños textiles que había guardado. —Compraremos muchas cosas. —
—Sí debemos estar listas para el concierto de mañana. —Elyel levanta sus
manos en son de gloria. —Vamos a estar cara a cara, yo con Kai y tú con Kassu... La
pelinegra veía a Gagui, le mencionaba que no había de que preocuparse; pues de seguro
que con lo preciosa que iría Gagui ese día, Kassu se disculparía por su actuar. Gagui
solo sonreía algo avergonzada.
—Debo vencer el temor que tengo a ver mucha gente gritando, es la primera
vez que voy a un concierto. Volvió a comentar hacia Elyel, cuál despreocupada, decía
que eso se pasaba una vez, se ve con Kassu.
Y así, ambas mujeres se adentraban por las calles que le conducían al corazón, al centro
de la capital Halfworld, la metrópolis de la Tierra, donde las culturas se unían, donde la
moda, el arte y lo demás estaba junto en un solo lugar. No obstante, contrario a aquellas,
estaban los congelados marcianos, mismos que contemplaban la serenidad y perplejidad
de Teego, cuál sin siquiera cubrir su figura, bajaba de su limosina, buscaba por todo su
alrededor.
—Es mejor bajar. —Se apresura Kassu. —Este es capaz de gritar nuestros
nombres. Exclamó Kassu a la vez que corriendo, tomase el ascensor y bajase hacia el
recinto que le dirigía a la calle, ahí donde arreglando sus gafas, con señas, llamase al
alegre Teego, este que reconociéndolo, se le acercase. Era notable que ciertas vistas del
personal del edificio, clavasen sus ojos en estos dos misteriosos. Y Kassu cruzaba de sus
brazos algo enojado, aquel le colocaba a Teego unas gafas y una bufanda.
—¡Oh! tu no quieres que me descubran. Determinó Teego mientras que veía
como su limosina se retiraba junto con su chofer. Kassu suspiraba tolerante, aquel iba de
regreso a su departamento en compañía del nuevo.
—¿Por qué habéis venido a este lugar?. Pero la curiosidad de Teego se abría
ante la presencia de Kassu, mismo que sin darle importancia, contó que al tomar un bus
les dejó aquí y rápidamente decidieron quedarse.
Y Kai arreglaba la mesa, terminaba de poner las servilletas, los cubiertos y las salsas,
para así, de inmediato, correr a tomar sus toalla, ir hacia el baño y dejar correr de la
tibia agua que recorría con su cuerpo, cada gota reanimaba el cansancio del meticuloso
hombre, cuál ya podía oír la voz de Teego en su sala.
—Estamos aquí porque es bonito, al fondo de la ciudadela hay un parque de
muchas flores coloridas. Manifestaba Kassu al momento que Kai se burlaba. —Como
sabia Kassu de esto, si aquel ni siquiera había puesto un pie afuera.—
—Ah bueno. —Teego se sienta en el mueble. —La verdad yo no nací aquí en
Halfworld pero sé que es muy conocida por su comercio de flores, aquí nacen las más
grandes y hermosas rosas. Voceaba Teego tal como si fuese un guía turístico, empero él
no se dejaba engañar, podía ver en los ojos de Kassu, que este le ocultaba algo.
—¿Y por qué tomaste ese bus? ¿Querías pasear?. Interrogó Teego.
Kassu levantaba sus cejas, imaginaba sentirse dentro de un confesionario.
—Sí, Teego… porqué muchas preguntas. Respondió Kassu al mismo tiempo
que Teego le comentaba, todo le parecía tan extraño, desde la culminación de la relación
con la mujer que llevaba desde la juventud, muchos años juntos y ahora, se le veía bien,
sin sentir dolor ante tal acción. Claro, Teego utilizaba unas palabras tan delicadas ante el
severo problema, cuál Kassu vio solo como curiosidad, lo mismo que le hizo soltar una
leve sonrisa.
—Cuando pasan cosas terribles, no hay medicina tan buena como la de tener
amigos a tu lado, Teego. Confesó Kassu.
—Tienes razón, pero sí yo estaba en la Tierra… ¿Quién te alentó?. Expresó
algo burlón, Kassu entrecerraba sus ojos aguardando paciencia, pues Teego no era su
único amigo. —Bueno…sí, más en ese tiempo tuve una incondicional amiga. Soltó.
Y los ojos de Teego se abrían de par en par, todo en medio de las confesiones de Kassu,
quién viéndole normal, se avanzaba a comentar de todo lo sucedido. Kai ya salía de su
cuarto, secando su cabello con sus manos y saludando a los demás, al instante en que de
igual manera, compartía de la plática.
—Ella estaba con otra persona y yo no iba a ser parte de ese círculo. Confesó
Kassu a medida que se arrimaba al espaldar de los muebles. Teego tapaba sus labios en
son de admiración. —¿!Y como lo supiste, Kassu!?. Habló el rubio.
—Lo vio en sueños. Se adelanta Kai, este que aprovechando de la reunión, se
daba espacio para servir de las cervezas y sodas. Todos tomaban a medida que se cruzó
una corta intervención, esta que volvió a continuar con su charla.
—¡En los sueños! —Hace mueca de incrédulo. —Pero, Kassu…
—Ella me afirmo en cuanto la vi, justo el día del concierto en Tanio. Declamó
el mismo Kassu, aquel que dejase callados los labios del rubio. —Estaba de novia con
un Venusto, un modelo conocido en Marte. Terminó el cobrizo.
Las muchas muecas de Teego se presentaban en el ambiente, desde asombro hasta una
cierta pena que se ceñía entre sus cejas. Kai le observaba, más este se carcajeó de todas
sus expresiones, no había por qué entristecerse, Kassu estaba mejor que antes.
—Al principio, sí se deprimió mucho… pero su excelente amiga ¡No sé qué
hizo! Pero él despertó con buena cara, bueno luego de que tiraste del avión. Intervino
Kai, más Kassu hablaba sobre él. —Todos estábamos felices de venir a Halfworld, es
otra buena oportunidad para nuestra carrera. Declaró el despistado, este que cayese
bajo su misma boca. Y Teego reía entre dientes, se acercaba mucho más hacia Kassu.
—Entonces la nena es Terrestre y por lo dicho, es de Halfworld. —Teego
muerde sus labios. —Y sí ustedes dos están aquí, es porque ella debe vivir cerca, o tal
vez… ¡En frente!. Y Teego abría las ventanas de la sala, chocándose con la otra calle.
Kassu miraba a Kai y viceversa, tragaban saliva, después de todo, Teego no era del todo
tan inocente.
—¿Qué estás hablando?. Kassu jala la camisa de Teego y lo vuelve a sentar.
—Mejor ya vayamos a comer. Opinó Kai.
Así, sea por el nervio o por el hambre, los tres se sentaron en las sillas, con las manos
sobre la mesa y sobre los cubiertos, agradeciendo por la comida, empezaron a degustar
de todos los manjares hechos por Kai. —¡Hey! también le ayude. Expresó Kassu, ante
la risa incontenible de su hermano, mismo que vociferaba, que este solo había hervido
las verduras y cortado las papas, del resto nada. Y los jóvenes se reían, pasaban de una
amena velada, donde la suave melodía surcaba sus oídos, sin contar que en la destapada
sala, solo la luz de las velas iluminaba de lo ocurrido. —Y por qué no contar.— Que fue
ese mismo resplandor el que llamaba la atención de ciertas personas, en especial, de la
vecina de enfrente, de esa mujer adulta que cruzase sus ojos por las cortinas. De Yuuri.
—Acaso… —Clava muy bien sus ojos. —¿Esa gente está haciendo un ritual?
Tenemos brujos cercanos y yo ni lo sabía. Expresó la rubia adulta, esta que ya vistiendo
de su corta pijama, iba con su hijo a la cama. Y Nine también se asomaba, este como si
fuese un detector de Marcianos, chasqueaba sus labios y se daba la vuelta.
—Y todavía son extranjeros, madre… —Toma su mano. —Es mejor volver a
estar cautelosos, vaya a ser que te vuelvan a querer atacar. Revelaba el jovenzuelo de
siempre mal humor. Yuuri reía de manera retadora, empero, algo le mantenía prendida
de esa escena y era que esta empezaba a reconocer al trio.—¡Claro! Era Kassu, Kai y el
hermoso Teego, este que robaba los suspiros de la mujer.
—¡Oh! pero sí son los príncipes de estas pérdidas, sin contar que también ha
llegado el mío. Soltó el poética tono de Yuuri, Nine levantaba una ceja. —¿Espero que
hables de mi papá?. Mencionó el crio problemático, mismo que bostezando, se adelante
a la cama. Y Yuuri acomodaba su pijama con cierto nervio, seguía a su hijo, no sin antes
apreciar del destino, cuál a veces también tenía sus huecas. —Sí estas no se hubiesen
ido, estarían viendo ahorita a sus estrellas. Murmuró Yuuri perdiéndose del área.
En cierto modo, dentro de la morada de los hombres, todo se veía prendido y no solo
por los velones, sino también por las confesiones, los chistes y sin olvidar los chismes,
que aunque malos e insanos, nunca faltan sobre una reunión. Y Teego sé sabia la vida
de todo el mundo, este como centro de toda la atención, siempre estaba enterado del arte
y de la moda.
—Oye y ese Venusto ya tiene contrato con la tierra, va hacer un comercial de
una marca importante de ropa. Recalcaba Teego, más Kassu ignoraba sus palabras.
—Que Kassu no se vea enojado, no cambia que sí le moleste hablar del tema,
Teego. Acentuó Kai, este que volvía tomar en compañía de su hermano, cuál tal como
niño consentido, asentía con su cabeza. —Pero mira, que Kassu se hace líos, ahora está
peleado con la chica que él dice es su amiga, con una terrestre llamada Gagui. Soltó el
impaciente Kai, aquel que se ganaba con la incontenible mirada de su pariente.
Teego veía la hora, ya pronto regresaría su chofer por él; pues, aunque no pareciese ya
algunas horas habían pasado, el vivía en el norte, un sendero algo largo, no obstante, no
se perdería de este buen chisme.
—¿Gagui? Así se llama su “Amiguita”. Mencionaba Teego con burlón tono.
—También la conoció en sueños. Continuaba Kai, Kassu golpeaba fuerte de su
brazo, acusándole de que ya estaba muy mareado. —Kassu, Teego es nuestro amigo…
no seas tan conservador. Concluyó el molesto Kai. Y Teego solo reía de su complicada
relación familiar, estos pelean y vuelta volvían a llevarse, el uno tolerante, Kassu de una
naturaleza perfeccionista.
—¡Y por qué te peleaste con Gagui, Kassu?. Preguntó Teego.
—Porque me di cuenta que era real… —Kassu se manda todo su vaso. —Tu
alguna vez has soñado con algo y lo ves cuando despiertas… es sorprendente ¿Verdad?
Ahora imagínate que siempre sueñes con alguien quién resulte de carne y hueso, tal
como la viste… es algo que te eriza, que te asusta. Declaró Kassu a la vez que atraía a
su mente el recuerdo de la figura y la voz de Gagui.
Y Teego observaba a Kai, mismo que se veía complacido ante las declaraciones de su
hermético hermano, este que empezaba a abrir su corazón.
—Los sueños son como un mundo, cuál sí lo sabes controlar, puedes hacer
cosas increíbles, recibir grandes regalos y enseñanzas. Expresó Kai ayudando a que su
allegado no se vea como un lunático. Teego sonreía nervioso, este remembraba no haber
sido la única vez que escuchó aquello, a su memoria llegaba la plática de aquellas fans,
que con extraños ojos, se enseñaban la una a la otra.
—Créeme que ese cuento ya se ha hecho popular… habían dos chicas en la
base espacial que justo hablaban de eso. Contaba Teego sin negar de las creencias de
los demás, ni tampoco la de sus amigos, aquel mencionaba que mejor era soñar, estar
envuelto en las ilusiones de su mente. Una leve tristeza se asomaba en el rostro de Kai,
pero ya era tarde y el pito delicado de la limosina, llamaba con la atención y la presura
de Teego, mismo que informaba, debía ir a una cita con su madre.
Y el rubio se levantaba, aquel ya estaba de retirada, más no olvidaba agradecer y como
no, de despedirse muy afectuoso de sus grandes amigos, a estos que quería tal como si
fuesen hermanos.
—Kassu… a veces debemos dejar el orgullo a un lado, sé que te da miedo y
que muchas ideas se clavan en nuestros complejos, pero sí es buena chica y amiga, dale
una oportunidad y también date una oportunidad a ti mismo. Aconsejaba Teego, aquel
que le daba un presente a Kassu, una linda bufanda de cuadros. Empero, Teego tampoco
se olvidaba de Kai, a quién le regalaba una camisa negra con un tejido urbano. —No
creas a ti no te veo… ¡Ya pues Kai! Cuando te veo con una señorita. Soltó el rubio, este
que no debía ni hablar, ya que él tampoco había concebido de una relación seria con
alguien, no desde hace algún tiempo. Más, ambos hermanos sabían que era un tema que
no habría que mencionar, así que aceptando sus consejos, le acompañaron a la puerta de
recepción, ahí donde le despidieron y además, gracias al escándalo, pasaron un dinero al
personal, todo para que se queden callados.
Así, las manos de los tres hombres se bandereaban por el aire, la oscuridad de la noche
hacia que el coche se desaparezca entre las calles. Teego ya se había ido y los chicos se
veían más calmados pero completamente cansados.
—Crees que nos considera unos chiflados. Habló Kassu al tiempo de darse la
vuelta y regresar a su habitación.
—¡Quién sabe!. —Rasca su cuello. —Lo siento, Kassu… yo sí que estaba algo
mareado. Confesó Kai, cuál recogiendo de los platos y las servilletas, regrese hacia la
cocina, la cual sin esperar, empezaba a arreglar.
Y Kassu se reía leve, este se estiraba, agradecía los detalles de su hermano, más no se
quedaba, este iba a su habitación, en la cual se cambia de vestuario con la determinación
de dormir, no obstante, si quiera antes de hacerlo, la luz de enfrente, llamó su atención.
Sí, Gagui había vuelto de la calle, agotada por lo que se notaba, así, esta también se
daba su estirón y un marcado bostezo, más de alguna manera, Gagui no se acostaría, ella
debía hacer antes. Entonces, la joven dejaba sus cosas, todo al mismo instante, que
Kassu, desde su pieza, se asomaba con cautela a contemplarla.
—Sí que hemos comprado algunas cosas. Gagui guardaba sus objetos dentro
del armario, apagaba las luces de su recamara y prendiendo de una lámpara, se asomaba
a la ventana, llevaba su mirada a lo alto, hacia el cielo que nublado se veía.
Y Kassu de la misma forma lo hacía, con disimulo, observaba los grandes nubarrones,
que sobre las casas, se movían con la fuerte y fría brisa, más hay que decir que esto no
entristecía a la amante de los luceros, a Gagui, quién inhalando, insospechada de ser
vista por su ídolo, entrecerraba sus ojos, aquella con suma integración, abría lentamente
sus labios, de ellos, de los cuales salían la más delicadas y dulces composiciones, esos
poemas que en tiempos libres, Gagui le dedique a sus compañeras de trabajo.
Así, la melodía de Gagui volaba con el viento, llegando a rozar de los oídos de Kassu,
este que presentando su sincera y fascinada sonrisa, acueste su cabeza en el murito de la
ventana, desde ahí miraba el cielo, cuál para él, era semejante a ver a la muchacha, más
la canción se prendía de sus oídos y este, como si se uniese a conformar una clase de
dúo, también soltaba de sus sentimientos hacia el espacio. Así, un concierto inspirado y
exaltado se arrancaba de sus corazones, uniéndose e impregnándose del ambiente.
—Cuando estés triste… —Murmuraba él. —No hay medicina más excelente
que la misma naturaleza y su inocente gallardía, esas que te abrazan y te liberar de las
terribles tristezas. Declaraba Kassu, quién apretaba su corazón apaciguado.
—Cuando estés feliz… —Cantaba Gagui. —No hay dicha más inmensa que
compartirla con el cielo, con el mar, con la tierra y con la atmosfera. Lanzaba la serena
chica, está uniendo sus manos y apegándolas a sus labios, con alegría, notaba como a su
canto, las nubes se retiraban dejando ver la elegancia de las estrellas, ambas rebosando
de consciencia y vida, daban una fiesta de destellos y latidos.
Y ambos se sentían tan pequeños ante tales regalos que el destino le daba, Kassu se veía
extasiado, aquel peinaba su cabello hacia tras, todo a la vez que con sorpresa, notase de
una estrella fugaz, esta que de norte a sur, corriese por la casa de Kassu hasta la casa de
Gagui, mismo recorrido que llevó a este hombre a perderse en la figura de la otra, ella
que sin verlo ni notarlo, terminando con su canción, suspire y mostrando sus iluminados
ojos, diese gracias por todo lo dado. Kassu, en su intimidad, también lo hizo, más ya era
tarde y este con algo de pesar, observaba como la joven se volvía adentrar entre sus
aposentos, donde se cambiaba de ropa y alistaba su cama, lista para arroparse y dormir.
Más, Kassu aún estaba en la ventana, su mente no hacía más que detallar tal hermosa
escena, como su corazón, no dejaba de latir más fuerte al saber que, sin sospechar, la
compartiese con Gagui.
—Gagui tu eres como una estrella, alguien brillante cuál pocos ven y notan
ante su aparente distancia… más, que tan cerca y tan preocupada eres… —Kassu de
una sonrisa. —Eres la estrella que yo siempre estuve buscando… y que mañana, como
el alba, volveré a ver. Y Kassu cerraba sus cortinas y de igual manera, se iba a dormir.
CAPITULO 7: EL FINAL DE LAS SORPRESAS
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Más, después de tan larga noche, el sol salía desde temprano, este desde las seis de la
mañana animaba a que todos los seres se despierten, empero, aun cuando mucha gente
hacia caso omiso, Kai se levantaba animado, este se estiraba con leves movimientos que
le ayudan a mantenerse con energía, el responsable hombre sabía que hoy tendrían una
agenda muy larga, que debían salir desde temprano hacia sus respectivos ensayos y que
además, tenían que desayunar temprano. Bueno, entonces este mayor, se arreglaba, sin
olvidar ponerse sus gafas y su bufanda, se pasaba por el cuarto del adormitado Kassu, a
este a cuál dejaría solo por unos momentos; pues, Kai iría nuevamente al súper, esta
vez, sin olvidar su tarjeta de compras.
Entonces, el castaño salía a las calles, con su sonrisa brillante y su animoso carácter, se
daba espacio para saludar a todos los vecinos que madrugando, salían a recrearse con
alguna rutina de ejercicios. Kai avanzaba y llegando al mercado, se adentraba a la zona
de la panadería, tomaba algunos dulces y masas, para luego ir por las carnes, tal vez,
haría un sanduche de lomo.
—Bueno, vamos por algunas frutas para hacer un batido y de ahí… —Kai va
por los cereales, toma el integral, ese que Kassu siempre le exigía más que los coloridos
de varios sabores. —¡Ah! Los huevos, cierto. Mencionó colocando en su canasta lo que
faltase, así como la miel y la leche. Más, de todas formas, eran las compras de Kai, este
que pagando en la caja y recibiendo de sus cupones, saliese nuevamente en dirección al
parque, ese espacio verde por el cuál debía de pasar para ir hacia la casa.
—Después de todo, este lugar es muy tranquilo y familiar. Comentó el joven
que no dejaba de lado la figura de sus familiares, estos que a pesar de las diferencias, de
las alegrías o de los disgustos, siempre estaban ahí para con ellos.
Y Kai recorría del camino, cruzaba de la calle y llegaba al portón del edificio, donde al
todavía no despertar el portero, buscaba las llaves para entrar, empero, él no estaba solo
esperando a entrar, atrás de aquel, unos piececitos negros caminaban hacia sus largas
piernas, estas con las que rozaba con insistencia.
—¿!Qué pasa!?. Exclamó el alarmado Kai, quién bajando rápidamente de su
mirada, se fijase que tenía entre sus pies a un mediano gatito, uno conocido por la zona,
a Hermes, la mascota de Elyel. Y Kai gritaba con mucha emoción, este era un amante
empedernido de los animales, por los cuales había estudiado bastamente.
—¡Un gato negro!. Expresó Kai dejando sus compras en el piso y alzando al
felino por los aires, estrujándolo entre sus brazos y acariciando su cuellito, por lo cual
Hermes se veía con suma satisfacción, se sentía como un Rey, mismo que ya imaginaba
comer de las deliciosas carnitas que Kai llevaba en su bolsa. No obstante, Kai no creía
que el gato estaba por ello, este inventaba lo bueno que era con las mascotas y como
estas siempre buscaban de él, claro del habiloso chef.
—¡Qué lindo minino! ¿Me quieres?. —Susurraba notando como el animal se
bajaba de sus hombros y con un saltó, se apresuraba a meterse entre las fundas de Kai,
quién con curiosidad, se arrodillaba a su lado. —¿Qué buscas, gatito?. Preguntó al notar
con gracia, como Hermes arrastraba con sus colmillos la funda que contenía las carnes.
Así, Kai empezó a carcajearse, acariciaba la cabecita del animal, mencionaba que no le
podía dar ese alimento, ya que si lo hacía, la furia consentida de Kassu recaería sobre
ambos. No obstante, el gato maullaba fuertemente haciendo que el otro, con tristeza se
compadezca de aquel, así veíamos a Kai hablando a solas con el felino, al cual invitaba
a su hogar, una señal, como alarma de fuego o peligro, que aun a pesar de la distancia,
interrumpía bruscamente con el sueño de Kassu, quién escuchando del agudo cantito del
minino, se levantase rápidamente, sin siquiera pensar, abriendo la puerta y tomando del
ascensor, todo para bajar y negar la petición de su carismático hermano. Empero, no era
solo Kassu el que se sobresaltaba, sino también Elyel, cuál era dentro del jardín de su
condominio, encima del césped, haciendo ejercicios respiratorios. Era obvio que esta, al
ori la voz del masculino, detuviese sus prácticas, abriese de la puertecilla de madera y
cruzase la calle, no sin antes, secar su sudor y vestir su cuerpo de un oloroso aroma.
Y Elyel llamaba a su gato, esta miraba con algo de admiración que su Hermes estaba
junto al vecino de agradable semblante, mismo con el que se regresó ayer de compras.
—¡Oh! es tu gato, pensé que no tenía dueño. Soltó el inocente Kai, sin notar
que su comentario, ofendiese a Elyel, quién cuidaba a su gato más que a ella misma.
—Oye, señorito… —Ella cruza sus brazos. —Este gato tiene placa registrada
por código GPS, además que come de los más deliciosos manjares, por ende tiene una
buena dueña y esa soy yo. Elyel toma a Hermes en sus brazos, este que tenía puesto sus
ojos en la carne que traía Kai, mismo que disculpándose, sonreía nervioso. —Vaya, que
coincidencia nuevamente, el baterista se chocaba con Elyel, quién ya no era una mujer
cualquiera, sino la mejor amiga de Gagui, la chica por la que Kassu se ocultaba.—
—…Bueno, él lo tiene todo… solo le falta un papá… Acotó Elyel esfumando
con la vibra de problemas y discusiones. Kai tragaba saliva, era mejor retirarse antes de
que ella le descubra y diga a los demás o antes de que salga la misma Gagui.
—Claro, tienes razón. Exclamó Kai retrocediendo sus pasos, terminando por
buscar las llaves y abrir la puerta, casi que de espaldas. Elyel hacia una mueca extrañada
al notar el cambio de este joven. —¿Qué le pasaba?.—
Ella empezaba a preocuparse, le estiraba su mano y le calmaba, más Kai empujaba la
puerta, este estaba pronto a entrar; sin embargo, como cosa del destino, la puerta de jaló
hacia adentro, de donde la figura enigmática y reconocida de Kassu saliese a la luz, ante
los ojos de Elyel. Y Kassu no veía a la joven, aquel volteaba la cara de su hermano, se
ponía frente a frente con él.
—¡No Kai! No me traigas animales a la casa… —Frunce el ceño. —Ya hemos
discutido sobre eso, sabes que no tenemos tiempo para cuidarlos. Expresó disgustado.
Kai entrecerraba sus ojos con admiración, este le alejaba de a poco con sus manos, le
mencionaba entrecortadamente, que no estaban solos y ante tal confesión, la impactada
mirada del cobrizo se lanzó contra Elyel, la mujer que obviamente le reconoció y aún
más al escuchar fuerte y claro del nombre del joven con él que había estado hablando.
Entonces, el corazón de Elyel sonaba fuertemente, esta no decía nada, solo impregnaba
sus ojos ante las descubiertos hombres. Un rayo de silencio alumbraba la sombría pero a
la vez aventurera escena. Kassu miraba nuevamente a su hermano, este que mencionaba
no tener culpa; pues a él, nadie lo había reconocido.
—Tú la dañaste, Kassu. Criticó Kai con total quietud, sonriendo a Elyel y al
gatito Hermes, disculpándose por los gritos y mal entendidos. —Espero querida Elyel,
que sepas guardar el secreto. Rogó el baterista, este que robaba veladamente con el
alma y el aliento de la joven, misma que con notable frescura, aceptase de la petición.
—Nunca imaginé que Kai y Kassu estarían viviendo en frente de mi casa. ¡No
lo puede creer!. —Elyel hunde sus labios con sus dedos. —¿Cómo así? Bueno, venga
que no diré nada. Expresó la chica quién, como siempre, tomándose una divertida foto,
cierre de su promesa.
Empero, Kassu le miraba desconfiando —Que más daba. — aquel tomaba a Elyel de los
hombros, ya no tenía como ocultar sus acciones, este miraba los ojos de la pelinegra y
con seriedad, le mencionaba que llamase a Gagui, que tendrían una cita dentro de una
hora, en medio del parque de la ciudadela. Y dicho esto, Kassu entró al edificio junto
con Kai, quién se encerraba en las pupilas de Elyel.
Bueno bien, Elyel no se quedaría parada toda la vida, esta debía regresar e ir a la casa,
por ello junto con Hermes, cruzaba la calle, abría serenamente del portón y se metía a la
recepción del edificio, tomaba el ascensor y metiendo sus llaves a la puerta, abrió de su
departamento, ahí donde Nine, cuál estaba sentado sobre un diván cercano, observase de
su repentino desmayo. Y el muchacho llamó a su madre, Yuuri la cargaba y la acostaba
sobre los muebles, todos dándole aire y armando una revuelta.
—¡Te dije que estaba muy flaca!. —Nine la sacude. —¡Le faltan vitaminas!.
—No, yo presiento que es por emoción… —Yuuri cierra sus ojos y empieza a
tocarla por todos lados. —Sí… así es, Elyel vio a alguien… Mencionaba.
Más, al tiempo de gritos y discusiones, Gagui, llamada por la curiosidad, dejaba a un
lado su laptop y salía, esta avanzaba por el pasillo y las escaleras, cuales le conducían a
la sala en donde encontró a su amiga postrada. Gagui corrió lanzándose a ella.
—¿!Qué le ha pasado!?. Preguntó la alarmada Gagui, esta que se arrodillaba a
su lado con cara de trágica. —Y esto sí que era un problema, Nine llamaba al doctor,
este estaba encaprichado en que se trataba de mala alimentación, empero, Yuuri recitaba
de algunos conjuros para reanimarla, todo este drama a medida que la admirada Elyel
volvía a levantarse.
—¡No me manosees!. Gritaba la chica alejando de un solo golpe a Yuuri y a
Gagui, quién caía sentada en el piso, aliviada de verla mejor, pero con la curiosidad de
saber que le había pasado.
Gagui se reponía, sacudía su ropa y ayudaba a Elyel a levantarse, esta que remembraba
lo ocurrido, no había sido un sueño, era real.
—Gagui… —Elyel pierde su mirada. —Kassu y Kai están aquí, viven en frente
de nuestra casa. Confesó con aura de misterio y sombra. Gagui comenzaba a temblar,
no creía las palabras de Elyel, imaginaba que esta había enloquecido ante la euforia de
saber que este día, en la noche, sería el concierto esperado. —Tranquila, amiga. Decía
Gagui al momento que guardaba de su espacio, empero la desesperada Elyel insistía,
está delante de toda la familia, les contaba sobre su encuentro con Kai, quién en ese rato
no sabía de quién se trataba, después de que el mismo muchacho estaba con Hermes y
que Kassu, sin disfraz alguno, se mostró ante su cara.
—No había como equivocarse, eran ellos… además que se llamarón por sus
nombres. —Elyel tomaba un vaso con agua. —Kassu me habló, él me miró y dijo que te
diga que deben hablar. Confirió la pelinegra sin gota de gracia, cual empezaba a creer
Gagui, sin contar que su involucrada tía lo aseveró.
—Ayer, cuando ustedes salieron, llegó una limosina, en esta había llegado
Teego, cuál hizo una fiesta con esos dos hermanos. Reveló la bruja, cuyas declaraciones
eran verídicas para con las muchachas, quiénes no entendían el propósito de que ambos
estén en frente de ellas.
—¡Ay! Vino por mí. Soltó Elyel con aires de enamorada, Gagui chasqueaba
sus labios, debía haber otro motivo, tal vez, más importante. —Quizás, Kassu quería
asegurarse de que no sea una terrorista. Pensó la resentida Gagui, quién no callándose,
sacaba la información de los labios de Elyel.
—Kassu dijo que en una hora dentro del parque de la ciudadela. Informó la
pelinegra al tiempo que Gagui, viendo la hora, se apresure a cambiarse y arreglarse un
poco, sin contar que dejar su laptop apagada y su habitación organizada.
—Me voy, deséenme suerte. Exclamó Gagui justo al momento de retocar por
última vez su ondulado cabello y saltar hacia el ascensor. Yuuri le miraba, esta corría a
tomar fuerte de su mano, le aconsejaba que lo mejor fuera no ir hacia esa cita. Gagui se
sorprendía de la predicción de su tía, más no podría hacerle caso, aquella tenía que ir a
ver a Kassu.
—Sí vas es posible que te pase algo incómodo. —Yuuri entrecierra sus ojos
con misterio. —Además el conversar con él, no va a ir bien… Acotó la bruja.
Gagui suspiró decepcionada, entrecruzaba sus brazos e insistía aplastando con el botón
que llamaba al ascensor. —Debo verlo, tía. Fue lo último que la joven mencionó antes
de desaparecer de los ojos de su preocupada familiar.
Y Gagui caminaba por las calles, llevaba su mente llena de muchas preguntas y dudas,
sus manos temblaban de a poco al igual que un nudo se amarraba en su garganta. Y es
que Kassu estaba enojado con ella, aun cuando esta no lograba entenderlo del todo.
—Bueno… yo seré sincera con él. Susurró caminando al final de la calle, en
donde se encontraba la puerta del parque, cuál era llenos de gente, niños, adolescentes y
adultos que disfrutaba de su fin de semana. Así, Gagui pisaba del interior del lugar, esta
se recogía de a poco, más su aura siempre denotaba ante los demás, de mucha seguridad
y liderazgo, esto que también llamaba la atención de ciertas mujeres, de las complicadas
jóvenes de la casa pastel.
—¡Hey! ¿Te perdiste?. Y la voz de un hombre cruzaba por los oídos de la
perdida Gagui, misma que al reconocerle quedase quieta, viendo como aquel muchacho
que vestía de su bufanda y gafas, avanzaba alado de ella, este le hacía señas, era mejor ir
a un lugar más privado.
—¿A dónde vamos?. Más, Gagui le continuaba los pasos, esta se veía detrás
del joven, esta, casi nunca salía, por ende no conocía de sus vecinos, empero ellos sí de
ella, así aquellas personas, disimuladamente empezaban a chismear como también a dar
una ojeada a ambos jóvenes, cuales a la distancia, accedieron a sentarse bajo un árbol,
en donde se saludaron más cordialmente.
—Hoy tengo un ensayo, no puedo quedarme mucho tiempo. Dispuso Kassu,
Gagui asentía, desviaba su mirada algo acomplejada; pues, no sabía cómo comenzar con
esta plática, que más bien, se convertía en un interrogatorio. Entonces, se veía a Kassu
entrelazar sus brazos, dar un respiro y tomar la posta del llamado.
—Solo quiero saber porque no me dijiste que eras real… porque fuiste a
verme aun estando tan lejos. ¿Qué te motivo? ¿Con que propósito?. Preguntó Kassu
con la curiosidad sobre sus ojos. Gagui hundía sus labios, se sentía avergonzada, más
tenía que demostrar soltura y fortaleza.
—Yo siempre te dije de donde venía, que era Terrestre de Halfworld, te hablé
de mi forma de vivir y de mi familia, creo no haberte ocultado nada. —Se sinceró la
seria muchacha, esta que sin hacer pausa, siguiese. —Y con respecto a porque tomé esa
decisión de irte a ver… bueno, también te conté que te vi en la pantalla en mi instante
de angustia, luego llegué a mi casa, estaba muy feliz de saber que habían personas que
aun escribían tan lindas letras que ayuden a las personas. Gagui denotaba la frialdad
del hombre, este que no demostraba ninguna mueca, muy entregado, se concentraba en
las confesiones de Gagui.
—Y ¿Qué más? Eso sí me lo habías dicho, en sueños. Murmuró el hombre,
este que tampoco quitaba de vista a las miradas entrometidas que de vez en cuando, se
clavaban sobre ellos.
—Ok, de ahí mi familia empezó a preguntarme del porqué de mi contento a
pesar del rechazo de la editorial, no hablé más mi tía, la bruja, lo supo bien y esa noche
cuando dormía, cuando estaba dentro de mi sueño, ella se apreció y así como lo hice
contigo, ella me despertó, me hizo ver que era un sueño. —Gagui se sentaba sobre sus
piernas, se levantaba de a poco; pues, quién sabe, la conversación pronto termine. —Y
ella, quién ya sabía de ti… me dijo anda verlo y conócelo. Acotó la joven.
Y Kassu asentía creyendo todo lo que la joven le mencionaba.
—Pero ello es lo quiero que me digas… ¡Podías ir donde sea!. Expresaba el
indagador Kassu, mismo que era callado por Gagui. —¡Por qué me moría de curiosidad
ante ti! Yo quería saber sí eras tan increíble cómo te vi en TV, sí eras ese mismo tipo
que robó mi mirada… —Gagui entrecierra sus ojos con disgusto. —Sí eras ese Kassu
del cual yo me fijé y no como una fan, ni como tampoco una amiga. Declaró la agitada
Gagui, cuál gritó de todas sus palabras, la perturbada muchacha que no entendía porque
Kassu le daba tantas vueltas al asunto, sí esto para ella, era algo tan normal.
Si bien mucha gente oyó las declaraciones de la impertinente Gagui, Kassu estaba del
más que impregnado de lo oído, con el corazón vibrante sobre la mano y sus ojos fríos e
impactados, avergonzado, sin siquiera poder hablar o ampliar sus preguntas sobre ello.
—Pensé que era por amistad. Susurró el joven demostrando decepción.
Gagui entristecía su semblante, claro que era así, más hubieron entre ellos, experiencias
bastamente vividas que de la amistad al amor solo había una pequeña tela de separación.
—Yo soy tu amiga. Mencionó Gagui tomando de las manos del hombre.
—No, tú eres mi fan. Respondió Kassu cortamente, levantándose del césped,
peinando su cabello para atrás, viendo de reojo la desilusionada cara de Gagui, misma
que en medio de su silencio, atestiguaba de la decisión de Kassu, aquel que empezaba a
caminar, estos que eran pasos que se alejaban de ella. Y Gagui no quería de esto, había
luchado tanto por ganar su amistad, cuál no dejaría escapar fácilmente, así esta saltó de
las piedras cercanas, agarró de su bufanda y lo nombró con fortaleza. Kassu, al igual
que unas cuantas, regresaron a ver a la fuerte Gagui.
—No dejes que esto se quede en el olvido. —Gagui apretaba la tela que tenía
entre sus dedos. —Yo sí quiero ser tu amiga, no solo tu fan…porque una es la que
conoce por dentro y la otra la conoce por fuera, una es la que comparte tu corazón y la
otra la que comparte tus éxitos. Kassu… Reveló la dulce pero sincera Gagui, esta que
robaba con la atención completa del hombre.
—¿Tu, acaso me conoces?. Interrogó el joven intentando ser firme.
—Sí, porque tú sabes que de donde nos conocemos, vemos nuestras verdades,
sin contar que muchos problemas hemos enfrentado y ante ellos, salimos como somos,
sin mascaras ni antifaces. Contestó la chica, Kassu asentía, tomaba las manos de esta y
las hacía que suelten su prenda. Gagui miraba a Kassu y él a esta, como sí no hubiese
nadie más que ellos dentro del parque.
—Tú eres mi amiga. —Indico Kassu junto con la aseveración de Gagui. —No
otra cosa más… por ello, te pido que no nos volvamos a ver, al menos no en los sueños,
no me busques ahí. Exigió el cantante, Gagui entreabría sus ojos con asombro. —Cómo
más lo va a ver, este solo estaba cortando con ella.—
Y las pocas personas del alrededor unían sus vistas al problema, así como las chicas de
la casa pastel, esas que habiendo notado la presencia de Elyel, cuál obviamente no se
perdería de este caso, se habían acercado a pelear con ella. Estas cuatro se miraban entre
ellas, todas accedían saber que pasaba y los pasos se avecinaban a Kassu y a Gagui,
quién muy claro era reconocida por Elyel.
Así, Gagui se enfrentaba hacia el intolerable Kassu; pues esta se sentía ofendida ante él,
no iba a aceptar sus condiciones, no si es que seguían siendo amigos.
—Tú estás siendo un testarudo. —Gagui se aleja de él. —¡Solo dime que me
vaya! ¡Que me desaparezca!... más no ocultes tus palabras. Exclamaba la chica, quién
era oída por Elyel y el grupo de —¡Oh sorpresa!— Fans de Kassu, mismas que viéndole
de cerca, empezaban a reconocerle. Estas no creían que era él y peor discutiendo con su
vecina, una tipa que pasaba encerrada, que no era ni siquiera popular.
Y Kassu consideraba volver a ser el malo del problema.
—Bueno… —Kassu gira hacia Gagui. —Sí tú lo dices así, es porque tal vez lo
sea de esa manera. Terminó el vocalista, este que sin volver a ver hacia atrás, levante su
mano en son de despedida, él ya debía toparse con Kai, mismo que le esperaba afuera
del parque, dentro de una furgoneta roja.
Kassu se subía y empezaba el auto a dar señales de marcha, no obstante, ahí no termina
todo; pues este, sobrando de seguridad, sacó casi en ojos de todos, sus gafas y la tela
que cubría su cara, así demostró a sus fan que era él, se trataba realmente de Kassu, de
quién jamás pensaron ver tan cerca como en aquella escena.
—Chicas. —Menciona la líder. —Era Kassu… nuestro mayor ídolo hablando
con esta. ¡Quiero morirme!. Gritaba aquella, esta que dejaba caer sus rodillas al piso,
junto con las demás, cuales se unían a su repentina depresión. Elyel las miraba burlona,
esta meneó su cabellera y fue hacia su melancólica amiga, hacia Gagui.
Empero, una de las compañeras, amigas de la líder, clavó con disgusto sus ojos en la
castaña Gagui, a su mente llegaban uno de los planes más necrófagos.
—No podemos dejar que esto pase… es nuestra única oportunidad, chicas.
—¿Pero qué podemos hacer?. Preguntó la última, la más chica.
—Vamos a secuestrar a esa muchacha. Determinó la mujer intermedia, esta
que llamaba el susto de la líder, quién no quería verlo de manera tan extrema, más la de
la idea continuaba, abría los ojos de las demás. —Sí es tan importante para Kassu, sí
ella dice ser su amiga y él la considera, vendrá a recatarla y así le obligaremos a que
nos firme autógrafos y también nos regale fotos. Expresó aquella de sonrisa pícara.
Todas se veían dudosas; pues no era una broma pesada, era algo realmente peligroso, ya
que hay que imaginar sí es que Kassu llamase a la policía.
—Tengo miedo. Dijo la pequeña junto con la alta líder, quién la abrazaba.
Más, la otra reafirmaba su gusto por Kassu, quién estaba decidida, podía lanzarse hacia
el plan. —Qué otra cosa podían hacer. —Las fans de Kassu, aceptaron.
Entonces, aquellas se ocultaban, veían como Elyel consolaba a Gagui, estas salían del
parque en dirección a su casa, discutiendo o intentando cambiar el tema. Gagui se veía
muy molesta ante las frases de Kassu, que difícilmente se hallaba entre las palabras de
su preocupada amiga Elyel.
—Ya no quieres ir al concierto. Mencionó Elyel algo resentida.
Gagui quedaba en silencio, en medio de ese instante en donde su teléfono sonando, les
interrumpió, la llamada era de Yuuri, quería confirmar que todo estese bien… Gagui se
lo hizo saber, a pesar de que conocía lo que le diría, sí tuvo razón, las cosas terminaron
pésimas. <Sin embargo, cuando hay sombras, el sol siempre está destinado a salir.>
Yuuri se notaba intensamente contenta por dentro del móvil y esto admiraba a ambas
jóvenes, quienes adentraban sus oídos en el aparato.
—Han llamado de la editorial más grande de la capital… —Contaba Yuuri.
—Me han dicho que tu obra ha sido admitida, que les ha gustado y que quieren hacer
un contrato contigo. Confesó la alegre mujer, esta cuya alegría también creció en Gagui,
quién dejando, por unos segundos, todo de lado, se lanzó a saltar como loca, a gritar con
júbilo y hasta con ciertas lágrimas.
—¡Por fin Gagui!. Vociferó la feliz Elyel.
—¡Que feliz que me siento!. Clamó Gagui, quién se abrazaba energéticamente
con su amiga pelinegra. Más, Yuuri no se callaba, tenía muchas cosas más que decir.
—Tienes una reunión con ellos... es hoy en la noche. Culminó la adulta y con
ello, la perplejidad de Elyel se mostró, Gagui asentía a todo, esta se le había olvidado de
su cita nocturna, del gran concierto de Kassu, por el cuál mucho habían esperado.
Y Elyel bajaba sus ánimos, poco a poco su euforia disminuía, aquella hundía sus labios,
cuánto deseaba que su amiga vaya con ella, además, que se amigue de nuevo con Kassu.
Más, la joven sabía que no podía ser egoísta, que Gagui había esperado tanto para que
este día llegue. —Mírala. —Olvidándose de todo.
—Amiga, nadie te detendrá esta noche… —Guiña su ojo. —Déjalos con la
boca abierta a esos editores. Expresó Elyel guindándose del hombro de quién metía su
celular nuevamente en su pantalón. —Sí, estoy tan feliz. —Gagui ve a Elyel. —Pero…
aun entre tanta dicha, aparecen las palabras de Kassu… sí deseaba ir a su concierto a
pesar de mi temor. Gagui suspiraba, veía de su alrededor, de los árboles y de la brisa,
realmente intentaría sentirse mejor, así como algunas de las personas que transitaban
por las calles de ahí donde rápidamente lo carros iban de lugar a otro, Gagui no le veía
importancia, empero, ante sus mismos ojos, un auto azul se dirigía veloz hacia ella, a la
vez que se parqueaba bruscamente.
Gagui, enajenada, solo hizo más que alejarse de a poco. —Lo que es estar en otro lado,
sí hubiese vivido atenta en el presente, de seguro, nada le hubiese pasado. —
—¡Oye idiota!. Gritaba Elyel con pendenciera expresión, viendo al igual que
la otra, como tres personas con sus caras tapadas y grandes buzos de colores, se bajaron
y corrieron a ellas, las extrañas, con suma fuerza y agilidad, no demoraron en jalar las
manos de Gagui, echándola contra su voluntad dentro del auto. Elyel veía la increíble
escena, estaba congelada, —¿En qué momento pasó todo esto? Bueno, ya no importaba,
Elyel debía moverse.— Empero, ya era muy tarde, el auto empezó a andar, entre risas
féminas y aplausos; pues, sus secuestradoras, lo habían logrado.
—¡Regresen a mi amiga!. —Gritaba Elyel desesperada. —¡Auxilio! ¡Raptan a
mi amiga!. Anunciaba la angustiada, no obstante, aun con la ayuda de uno cuantos, el
carro de marchó, no sin antes, gritarle a Elyel sobre su demanda y botándoles un sobre
de papel, en donde estaba anotado un número de teléfono.
La pelinegra escuchaba los lamentos de Gagui, esta quién asustada clavaba sus ojos por
última vez, en los de Elyel, cuál cayendo de rodillas, se sentía desmayar.
—Ahora que le diré a Yuuri. Elyel apretaba su corazón, justo ahora pasaban
las cosas, cuando todo parecía aclarecerse. La bronceada estiraba su rostro, carecía de
tiempo para perderlo, Elyel abría el papel y con asombro, leía de su contenido, ese en
donde exigían que no llamasen a la policía, lo único que querían era que Kassu mismo
venga por ella; pues, estas prometían no hacerle daño a Gagui.
—¿Cómo encuentro a Kassu?. —Elyel empezó a correr, sus pasos se paraban
al enfrente de ese edificio en donde, según el portero, algún día atrás, vivieron aquellos
dos chicos, los cuales solo dejaron el dinero y la propina, todo antes de marcharse, quién
sabe a dónde, tal vez a la gran capital. —Gracias, por la información.— Elyel quedaba
en blanco, pensando en su amiga, regresando a la casa, por la única persona, que podría
ayudarla, por aquella mujer que haría lo que sea por encontrar a su sobrina. Yuuri.
Y Elyel abría la puerta del hogar, esta subía las escaleras apresurada y casi que tumbaba
el aposento místico de Yuuri, quién ya sospechaba lo malo que había acontecido.
—¡Se raptaron a Gagui! —Exclamó Elyel. —Para liberarla, quieren que el
mismo Kassu venga por ella, sin nada de trampas. Contó la pelinegra enseñándole los
datos a su casera, misma que asentía, Yuuri utilizaría sus poderes, para saber dónde era
el famoso cantante. —Cierra las ventanas, prende una vela blanca y que todo quede en
silencio, solo el sonido de la flauta debe sonar. Advirtió Yuuri aquella que se acostaba
sobre su cama, cerraba sus ojos y con fuerte inhalación, se echaba a su meditación.
Elyel desesperaba, pero tenía que ser paciente, aguardar los largos minutos que duró el
silencio de Yuuri, aquella que se esforzaba por encontrarlos en su mapa mental, con su
táctica de también salir con su alma y volar por todos lados de la capital, llegando por
fin al lugar de encuentro, ahí donde sus verdes ojos vieron al urbano Kassu.
—Ya lo vi. Balbuceaba Yuuri hacia Elyel.
—¿Dónde están?. Preguntó la insistente muchacha. Yuuri hacia puños para no
cortar bruscamente con la conexión que llegaba.
—Está en una casona, cerca del estadio naval, a unas siete cuadras de donde
queda el parque de los lagos, ahí está junto a Kai y Teego, van a ir hacia el auditorio,
sino llegamos pronto, no podrán salir de ella y no lo veremos hasta de mañana. Contó
Yuuri despertando de inmediato, tomando su chaqueta y corriendo junto a Elyel, quién
aconsejaba tomar un taxi.
—Vamos ahora mismo mujer, los taxistas conocen una ruta en donde nos
demoraremos una media hora. Aclamaba Elyel está que abría la puerta de la casa para
esperar del ascensor. Yuuri chasqueaba sus labios, no podían perder media hora, debían
estar ahí mismo, en máximo diez minutos. Elyel se sorprendía, era imposible para el
taxi, más no para Yuuri, quién volviendo a entrar a su departamento, sacó una vieja
escoba. —Debía ser una broma. ¿Cómo en las películas?— Elyel tragaba saliva, ella no
intentaría tal locura.
Yuuri estaba frente a una inmensa altura, ambas habían subido a la terraza, con sus pies
al vaivén del viento, lejos de los ciegos ojos de los que andaban por debajo. Empero,
Elyel sudaba frío, haría tanto esfuerzo por su recién amiga, más no hay que obviar que
dentro de sus ojos asustados, la adrenalina de vivir algo nuevo, le enloquecía de poco.
—Yo tengo experiencia en volar con escoba, además de una licencia. Habló
Yuuri intentando calmar los humos de la valerosa Elyel, quién se determinaba a hacerlo.
Así, con un desgarrado grito y con el vértigo que sumía sus abdómenes y ampliamente
abría sus ojos, aquellas caían por las nubes, agarradas fuertemente del palo de madera,
Elyel sentía el viento sobre su cara, este que estiraba con presión de su piel, más nada
asombraba tanto a la pelinegra como ver las calles y pasar de largo y tan cerca de las
ventanas de los altos edificios que tenía la capital, en estos en donde empezaba a verse,
o a reflejarse, la sonrisa intrépida de Elyel.
—¡Esto es emocionante, Yuuri!. Gritaba la joven.
—Ya te haré olvidar de esto… es ilegal para mí, pero digamos que fue una
emergencia. Informaba Yuuri, quién ya se veía dentro del corazón de Halfworld, con
sus pies flotando por encima del parque de los lagos, ahí donde decidía bajar en picada,
arrastrando a su vez, todos los miedos y estrepitas amenazas de Elyel.
—Mira, Elyel… —Yuuri iba por las calles, su velocidad era casi imperceptible
para los demás. —Ahí están ¿Los ves?. Señaló la bruja, Elyel tenía los ojos cerrados, no
quería marearse, o peormente, morir de la impresión.
Más, no tan lejos de las quienes ya ponían sus pies sobre el piso, estaban los tres chicos,
ellos quienes ocupados entre sus cosas, con papeles y planos en la mano, avanzaban de
la calle, esa en donde estaba la gran estada del auditorio. Kassu, como de costumbre, al
igual que su entregado hermano, se notaban bien concentrados en las explicaciones y en
el orden que dictaba Teego, dando Kai de vez en cuando, ciertas sugerencias, o pidiendo
de pequeños cambios.
—Yo creo que todo está perfecto, Teego. Mencionó Kai, aquel que no quitaba
de vista al callado Kassu, aquel que ya llevaba tiempo, sin decir nada. —Algo extraño
en él. —Pero Kai sabía que se debía a su manera de actuar con la Terrestre.
—Kassu… ¿Qué te parece el vestuario que usarás en “Love Game”?. Saltó la
voz de Teego, mismo que quedó en el vacío de su sigilo. Kassu apenas le asentía con su
rostro, no tenía problema alguno.
Teego y Kai se miraban mutuamente, más no dirían nada, solo esperaban que la voz y el
papel de Kassu saliesen de impecable manera, aun con tal inconveniente.
—¿Y la chica vendrá?. Preguntó Teego en secreto. Kai encogía sus hombros y
levantaba sus manos, no tenía ni idea de cómo reaccionaría Gagui, más no se silenciaba
al mencionar que sentía un mal presentimiento.
—Pero juro que haremos el mejor acto, no te decepcionaremos, Teego. Dijo
Kai abrazando de lado a Kassu, quién esforzándose por tener la mejor cara, le asentía.
No obstante, los tres jóvenes presentaban sus tarjetas, mismas que le darían paso libre a
entrar en las instalaciones del auditorio, empero, antes de dar un paso, los fuertes gritos
de Elyel, llamaron la atención de Kai, quién le reconoció rápidamente. Aquel jalaba la
camisa de su hermano, ambos veían el cansancio de la pelinegra, quién les rogaba que
por favor le escuchasen, Yuuri también corriendo, se abrazaba del sorprendido Teego.
—¿Qué ha pasado?. Interrogó el preocupado baterista. Elyel retomaba de su
respiración, arreglaba su ropa como también su cabello, a la vez que Kassu se asomaba
con cierto interés.
—Raptaron a Gagui. —Soltó Elyel ante el asombro de los hermanos. —Ellas
piden que Kassu vaya, solo así la dejarán libre. Reveló la chica.
Kassu parpadeaba sin creerlo. —No, eso era una broma de mal gusto. —Y el cobrizo les
dio la espalda, este les miraba de reojo, mencionaba que entraría a su ensayo; pues, no
creería en las mentiras de estas tres mujeres.
—¡Oye niño bonito!. —Yuuri agarra su camisa, enojada. —Sí por ti fue que la
raptaron ¡Tú la mandaste a llamar! Y te reconocieron. Kai veía los ojos de la mujer, no
había como engañarse, esto era real.
Kai se acercaba a su terco hermano, se arrimaba a su oído y le convencía de lo dicho.
—Ellas en verdad están preocupadas… —Kai peina a Kassu. —Y creo que tú
también lo estarás si no vas por ella. Susurró en la intimidad de ambos parientes. Kassu
suspiraba, entrecerraba sus ojos y estiraba su rostro. Sí Kassu iba, se perdería el último
ensayo y esto tal vez le causaría problemas a la hora de actuar.
—Kai… ¿Qué es todo esto?. Se acerca Teego con intriga.
—Sé que es verdad… —Kai se dirige a todos. —Yo tuve un sueño donde lo vi,
unas mujeres celosas se llevaban a Gagui. Manifestó Kai llamando la vista de Yuuri,
cuál al oírlo, se sintió subestimada ante el joven, aquella se acercaba al serio baterista, le
estiraba su mano y se presentaba quién sea una hechicera. —¿Tu también eres brujo?.
Interrogó Yuuri, frente a sus demás dudas, tales como… —¿En qué rama desempeñas?
¿Quiénes eran sus maestros? Etc. Kai sonreía nervioso, aquel no era nada de lo que ella
describía y esto lo revelaba frente a todos y como no, delante del confundido Teego.
—Yo no soy brujo… solo tengo sueños premonitorios. Expresó avergonzado
ante Teego, quién rascando su cabeza, contemplase a Elyel, a la rara chica con la que un
día se tomó una foto.
Empero, Kassu tomaba una decisión, sacaba su celular y empezaba a marcar el teléfono
que Elyel le había dado, todos quedaban en expectativa. Más, luego de varias timbradas,
al móvil se asomó la voz delicada de Gagui, cuál hizo saltar al preocupado Kassu.
—¿¡Gagui donde estás!?. Exclamó el alarmado Kassu.
—No lo sé. —Gagui miraba su oscuro alrededor. —Pero estoy bien, no me han
tratado tan mal… solo estoy amarrada a una silla. Contó la muchacha, esta que era
obligada por sus secuestradores a pedir que Kassu venga. Gagui desviaba su mirar, ella
no quería ver a Kassu, más las mujeres jalaban de sus cabellos haciendo que Kassu oiga
de sus débiles lamentos.
—Yo iré a verte, Gagui… —Voceó Kassu, exigiendo a que se le diga a donde
debía ir. —Estaré ahí apenas corte el teléfono. Pronunció el vocalista. Y las mujeres del
móvil le daban las instrucciones, como las advertencias, no tenía que llamar a la policía,
solo él debía llegar. Kassu aceptaba sus políticas, este aún con el teléfono en la mano, se
despedía de los demás y paraba de un taxi. Kai veía el alejamiento de su hermano, más
por alguna razón mística, este no temía de lo que pase, estaba seguro que Kassu volvería
y con Gagui a salvo.
—Kassu… —El susurro de Gagui sonaba nuevamente. —No creo que sea algo
tan peligroso, ellas son fans tuyas, solo pasan hablando de ti. Expresó en disimulo.
—No seas tonta, de igual manera, estoy yendo para allá. Contestó Kassu con
su serio y arisco tono. Gagui veía a las chicas, estas saltaban emocionadas, planeando
todo lo que harían, las preguntas y las fotos.
—Solo creo que no son malas… solo son ocurridas y te quieren conocer como
de cualquier manera. —Gagui sonríe leve. —Tal como me pasó a mí… sabes, quizás sí
sea tu fan, Kassu. Soltó la serena Gagui, esta que detenía las palabras de Kassu, quién
solo se disponía a colgar, a ver de las aceras y del cielo, cuyo ojo del destino, siempre le
jugaba de alguna travesura, todo para encontrarse con aquella doncella.
—¿Mi fan?. Sonríe Kassu algo tolerante. —Estás loca, Gagui.
Y Kassu bajaba del automóvil; pues el taxista mencionaba sobre el final de su destino,
aquel sombrío y desértico lugar era donde se vería con aquellas demandantes, el joven
pagó la cuenta al poco instante, que contemplaba con impotencia como el taxi se alejaba
de él. Bueno, Kassu debía ponerse firme, no tenía ni idea de con quienes trataba, más así
ya había dado su palabra de salvar a Gagui.
—Será que torturarán, ¿Le pedirán dinero a mi familia?. —Kassu respiraba
hondo, este tomaba su celular, daría una última llamada, quizás la que pueda, ya que de
seguro las mujeres no le dejarían una vez a dentro. Así, Kassu llamaba a su hermano
Kai, empero, ante los timbres, le contestó una mujer, esta era Elyel, quién expresaba que
el baterista estaba en la tarima, probando y asegurándose de que todo esté bien.
—Esto es un lugar muy tenebroso, no hay ningún alma… —Hablaba Kassu. —
Es un terreno baldío, de plantas muertas y de un olor a arena. Kassu rascaba su cuello
a medida que escuchaba a Elyel, esta le daba fuerzas. —Al menos, sí es que mueres…
mueres como un valiente. Soltó la pelinegra causando una mala impresión en Kassu,
quién al tiempo, recordaba haberle dicho esas palabras dentro de un sueño a Gagui.
—Debes salvar a mi amiga, ella te necesita. Expresaba Elyel con sus ojos bien
clavados en Kai, cuál estaba junto a Teego, mismo que también era observado por la
coqueta mirada de Yuuri, quién alado de Elyel, habían convencido a Kai para quedarse
en el ensayo, con la excusa de la preocupación que sentían ante Gagui.
Kassu suspiraba, debía cortar la llamada, adentrarse a lo inesperado.
—Yo traeré a Gagui. Profirió Kassu valerosamente.
Elyel se lo agradecía, más había que sincerarse, la jovenzuela estaba prendida de cada
serio gesto que Kai hacía, Elyel no sería mala, más cuanto gratificaba de esta suerte, al
igual que Yuuri, cuál ya tampoco se veía preocupada. —Ambos estarán bien. —
Kassu caminaba hacia donde se asomaban unas personas, estas que haciéndole señas, le
abrían de la puerta, cual interior se mostraba oscuro, Kassu dirigía su atención ante las
encapuchadas, quienes con amabilidad, jalaban suavemente de sus manos, vigilaban que
haya cumplido con su palabra para así, pasar a cerrar del pesado portón.
—Pase ¡Oh! gran Kassu. Hablaba la líder, aquella que le sentaba encima de
un cómodo sillón, en donde a su lado, habían bebidas y snacks, los cuales ofrecían con
toda cordialidad, más Kassu no se fiaba de ella, este hacia puños tras su espalda, estaba
dispuesto a defenderse como sea.
No obstante, antes de siquiera gesticular palabra, sus cafés ojos contemplaron la figura
de la mártir Gagui, quién amarrada, le veía desde la silla. Kassu saltó con disgusto, este
se enfrentaba a las temerosas encapuchadas, quienes se escondían detrás de Gagui, a la
cuál destapaban sus labios, obligándole a hablar, tal como estas tres, lo habían planeado.
Gagui observaba el ímpetu y el arrebato del cantante, este que por casi, guindase a una
de las chicas del cuello.
—Kassu. —Llamó la castaña. —No les hagas daño, por favor. Rogó la chica
admirando en gran manera al cobrizo, quién no concebía tal razón. Gagui miraba a estas
que incorrectamente se habían portado, más ella les comprendían, eran unas señoritas de
fuertes caprichosos. —Ellas son tus fans, todo lo han hecho para verte. —Gagui hace
muecas confundidas. —Sé que no lo merecen… más mientras he estado aquí, me han
contado historias tan lindas de como tus músicas le ayudaron en sus problemas, de
cómo te conocieron… ellas hicieron esto para congratularte. Declaró la apacigüe voz
de Gagui, cuál regaló una serena sonrisa a las jovencitas que afirmaban la una a la otra.
Kassu queda en blanco, abría sus labios sin aliento. —¿Era cierto lo dicho? ¡Que locura!
Y él que estaba tan asustado e inquieto.— Así, Kassu fruncía de su ceño, la verdad no
podía dejar de disgustarse ante la inmadurez de las cuatro, ya que Gagui, en cierto
modo, les estaba apoyando.
—¡Estoy muy enfadado!. Exclamó el hombre levantándose violentamente.
Las mujeres se apegaban a Gagui, aun con fortaleza, amenazan no soltar a Gagui, sí este
no se calmaba y cumplía con lo que pedían. No obstante, Kassu no escucha, él caminaba
con pésima cara hacia ellas. Gagui tragaba saliva, tomaba aliento y volvía a hablarle.
—Acabemos con esto, por favor. Aclamó la sincera, quién se ganaba con los
ojos de todos los presentes, la castaña quería como también necesitaba irse, así al igual
que las chicas a sus casas y Kassu a su concierto. Y Gagui observaba a las jóvenes, a
estas a las cuales obligaba a hablar, a soltar de una vez, sus propuestas.
Por lo tanto, la líder se levantó entre las demás, primero quería escuchar de la promesa
de que Kassu no las delataría, que se comportaría bien con ellas. Muchas veces tuvo que
abogar Gagui para que el hombre aceptase resignado.
Entonces, ante su juramento, las tres chicas descubrieron sus rostros, Kassu las veía al
igual que Gagui, quienes con asombro, las reconocían, las chicas que siempre pasaban
en el parque, las jóvenes de la casa pastel.
—Queremos que te tomes fotos con nosotros. Dijo la más pequeña.
—Que nos firmes nuestras camisas. Soltó la de la mente maestra.
—¡Nada de eso! Que nos contestes muchas preguntas y que comas junto a
todas nosotras… hemos preparado muchos dulces. Comentó la líder, aquella, que tenía
todo preparado para su llegada, una mesa bien arreglada y velas. Kassu se hallaba algo
confundido, más tenía que aceptar y sentarse en la mesa, donde los flashes de la una, las
preguntas de la otra y las camisas de la última, caían sobre el ofuscado cantante, cuál no
dejaba de vigilar a la sonriente Gagui, quién notaba la alegría de las menores.
Y así pasó, que lo que se era una obligación y una mala pasada, se convirtió en un grato
momento de risas y memorias; pues, las chicas le hacían revivir buenos momentos de su
carrera a Kassu, aquel que sin darse cuenta, declaraba del esfuerzo de sus triunfos como
de lo amargo que fueron sus caídas.
—Pero nunca me rendí… —Kassu suena sus dedos. —Es que nunca hay que
caer, siempre debemos dejar fuerzas para las peores batallas. Aconsejaba este.
Gagui le miraba cautivada, ella aun estando amarrada, se reía y era participe de la charla
y de confesar ciertos secretitos de Kassu, en los que se hallaba encerrada su recóndita y
enredada personalidad. Kassu se carcajeaba con cada ocurrencia, como disfrutaba de las
atenciones de las fans.
—Yo escuché a Kassu cuando mi novio me termino, dijo que era muy intensa.
—¡Vaya que tenía razón!. —Suelta Kassu riéndose, Gagui le reprendía, pero
de todas formas, se burlaba de ello.
—Yo lo conocí la primera vez que me escapé de la casa y al oírlo, regresé y le
pedí disculpas a mamá. Confesaba otra, Gagui entrecerraba sus ojos, más el ruido de su
celular alborotaba a todos, esta era la alarma, cuál le repetía de lo muy tarde que estaba
para su cita, la tarde era secuestrada de igual manera por la lenta noche.
Y Kassu miraba su reloj, entre palabras, chismes, comida y recuerdos, transcurrió casi
una hora, por lo cual, Kassu culminando la reunión, se apresuró arbitrariamente a soltar
a Gagui, aquel contaba que tenía que ir al concierto, a alistarse y empaparse del asunto.
—Ustedes han de querer que yo salga bien ¿Verdad?. Anunció Kassu hacia
las fans, quienes también debían alistarse para el concierto, ellas no faltarían por nada.
Kassu sonreía incrédulo, llevaba su celular lleno de fotos sobre la loca aventura, aquella
que ya había terminado.
—Regresemos, ok. Dijo Kassu sujetando la mano de Gagui, quién daba gracias
por su detalle de venirla a ver, el hombre solo le abrazó, viéndola fijamente. Llamando
la atención de las otras, quienes no demoraron preguntar del porqué de la importancia.
Gagui sonreía nerviosa, igual Kassu, quién adelantándose a ellas, saliendo al lote vacío,
las despida. —Gagui es una de mis mejores amigas. Kassu ve a Gagui, cuyo corazón se
sentía más aliviado.
Así, ambos se alejaban del escondido espacio, iban hacia la avenida para tomar un taxi,
sus pasos retumbaban en el piso, era el ruido que se escucha entre ellos, al menos hasta
que Kassu habló, aquel suavemente acercaba su mano a la de Gagui, sujetándola tierno
y amigable. Gagui perdía su mirada en él.
—Yo te quiero pedir disculpas, querida amiga. Exaltó Kassu con humildad.
—Yo también te pido perdón. Gagui se lanza a los brazos del hombre, quién
quedaba muy cerca de ella, con sus respiraciones juntas. Kassu se avergonzaba basto, él
sonreía de lado, unía sus brazos alrededor de la cintura de la fémina.
—En verdad… —Él la mira. —Doy gracias porque eres real. Confesó Kassu.
Gagui reposaba su cabeza en su masculino hombro. Y aquellos jóvenes conformaban
una romántica escena, una como hecha en novelas o películas juveniles, parecía como si
todo fuese un montaje único, donde los brillos de los carros alumbraban sus ojos y sus
labios sonrientes, donde los luceros latían similares a la velocidad de sus pechos unidos,
para Gagui no había nada más que Kassu y para este viceversa.
—Te quiero, Kassu. Declaraba Gagui sin temor a nada, rozando sus labios por
entre el cuello de la camisa del contento joven, mismo que mordiendo sus propios
besos, con dicha, estrujase a Gagui hacia él.
No obstante, como siempre en la vida de estos impredecibles algo tenía que suceder, fue
así, que de la nada, un despistado hombre, un taxista… —Quién sabe, algo ciego, tal
vez. —Detuvo sus sentires, aquel se parqueada a su lado, preguntando si acaso quería
que los llevase a algún lugar. Ambos al escuchar su voz, quedaron atónitos, perplejos de
toda la imprudencia del tipo, más bueno, era cierto, necesitaban de un auto y en esta
avenida, no cruzaban muchos.
Kassu estiraba su barbilla, la verdad era graciosa, más se aguantaría de cualquier chiste
ante la seria cara de Gagui, cuál saludando fríamente al taxista, se sentaba atrás junto a
su animado compañero, quién le daba la dirección al empleador. Y Gagui oía a Kassu,
más no podía callarse, debía decirle lo ocurrido.
—No puedo ir al concierto…—Dijo ella, Kassu se sorprende. —Me ha salido
una reunión informal con unos editores, esto es gracias a un viejo conocido… ¡Yo lo
siento! Quería ir… pero, he esperado tanto para este trabajo. Gagui aprieta la mano de
Kassu, quién algo melancólico aseveraba la importancia de que no falte, era su sueño y
ella debía ir tras de él.
—Mi concierto lo puedes ver en el internet o en la TV en vivo. Murmuró este,
diciéndole al taxista del nuevo destino, Kassu iría a dejar a Gagui a su casa y de ahí
saldría para el centro; pues aunque su móvil ya se había apagado, este estaba seguro de
la inquietud que ahora estaría sufriendo Kai ante su ausencia.
—Te deseo mucha suerte, Kassu. Gagui adecentaba el vestuario de Kassu, este
que miraba de sus manos en su cuerpo, hacia una mueca de conformidad ante sus frases,
él estaba seguro que tenía la energía necesaria para hacer temblar a su público.
—Yo también quiero los mejores deseos para ti. Dijo Kassu colocando de sus
manos sobre las de ella, percatándose que pronto estarían llegando a su casa, después de
todo, aunque fue complicado llegar al “desierto” no estaba tan lejos de la “civilización”.
Gagui mira el vidrio del parabrisas, ahí delante estaba su edificio, cuál era la señal que
hacía que el auto se detenga de a poco. La joven sonreía, no quería bajarse, pero ambos
tenían muchas cosas que hacer.
—Te estaré viendo por mi móvil. Pronunció la chica acercándose al rostro del
sorprendido Kassu, aquella entrecerraba sus ojos y posaba sus labios sobre la piel suave
de sus mejillas, Gagui sonreía. —Yo sabía que vendrías por mí... más cuando te vi en
esa puerta… fue muy feliz, gracias Kassu. Confesó ella.
Y la chica se alejaba con cálido semblante, esta ponía sus pies sobre el piso y cerraría la
puerta, empero, Kassu no le quitaba ojo de encima. —¿Perdería otra oportunidad?. —El
joven respiraba hondo ante cada milésima de segundo, ya no le quedaba más que dejar
sus impulsos sueltos y su orgullo afuera, por ello, Kassu se abalanzó a detener la puerta
y estirando su otra mano, jaló a la admirada Gagui para sí. Entonces, el cuerpo de la
chica quedó agachado hacia él, sus caras volvían estar cerca, Kassu le guiñaba un ojo,
mostraba sus blancos dientes y alanzando su mentón, de igual manera que ella, clavó
sus labios sobre los rosados pómulos de la doncella.
—Yo también estaba muy feliz. Indicó el hombre, este que cerraba el carro y se
volvía a recostar en el asiento, dando señal para que el auto continúe.
Gagui veía la presura del transporte, esta tocaba su mejilla, la apoyaba con su hombro,
todo a medida que daba vuelta y se adentraba hacer el rutinario procedimiento para ir a
su vivienda. Gagui saludaba a Nine, el único que se encontraba en casa y que por orden
de su madre, iría al concierto de Kassu.
—Oye muévete. —Nine criticaba a Gagui. —O es que quieres perder el único
trabajo que te han dado en tu vida. Nine toma sus llaves, se da sus últimos retoques de
pequeño galán y sale a la calle.
—Es un tonto este niño. Gagui suspiraba, aquella entraba a su recamara la cuál
empezaba a desordenar, viendo que vestir, como arreglarse, que llevar en su cartera o
que sacar, en fin, organizando todo para su cercana cita.
Y así igual que ella, lo hacia Kassu, mismo que ya llegando al auditorio, se chocase con
Elyel y Kai, mismo que abrazándole, le llevaría al camerino para que se arregle, más
Kassu no se iría, no sin antes, dirigirse a la pelinegra.
—Graba todo lo que puedas, tú tienes paso libre… quiero que le muestres a
Gagui que este será el mejor concierto de tu vida. Exclamó Kassu, cuál se sentaba en la
banca de la maquillista, aquella que colocaba sus manos sobre él, sobre aquel cantante
que se reflejaba en el espejo. —Parecía que no haya pasado mucho.— Pero este, se veía
en reflexión, su imagen le parecía atraer la figura de Gagui, cuál se plasmó en su mente
con todas sus facetas, ahí Kassu veía a la intensa mesera, la atolondrada maquillista, a
esa impulsiva heroína, como también a su divertida guerrera de ensueños y finalmente,
a aquella damisela en peligro, la imagen de su amiga, imágenes diferentes que juntas,
conformaban a Gagui, la chica que siempre le sacaba una sonrisa.
Entonces, Kassu contemplaba hacia un lado, hacia esa ventana abierta, donde la noche
se asomaba con elegancia. Él sonreía, apretaba levemente su pecho.
—Gagui… Pronunciaban sus labios y sus ojos ansiosos de lucir ante esa bulla
que sus primeros fan hacían desde el escenario, esos mismos gritos que se oían hasta
más allá de unas cuadras, en donde el taxi de Gagui recorría, aquella que veía como el
lugar se prendía de muchas luces, quién notaba del gran movimiento de las personas y
de la enorme fila de alegres jóvenes. Gagui miraba del cielo, de las estrellas a las cuales,
como siempre, les pedía de su ayuda, de su brillo para que todo salga bien, para que esta
logre impresionar a los agentes y Kassu a todos los terrestres.
Y Gagui entrecerraba sus ojos, al oír como la gente aclamaba a Kassu, su celular estaba
entre sus manos, ahí se mostraba el escenario que las diferentes cámaras grababan, más
la castaña no estaba allí, ella también remembraba a Kassu, como ese lejano ídolo,
como ese indiferente y serio cliente, como el seductor y talentoso bailarín, cuál con sus
sonrisas e inocencia se convirtió en su amigo, mismo que luego ante sus tiernas dudas,
se transforme en el motor de su corazón. —Kassu. Mencionaba la jovencita, apretando
su pecho, sintiendo su latir, sonriendo enajenada, dejando lejanamente el auditorio y a la
gente, yendo hacia el norte de Halfworld, escuchando luego de casi media hora, la voz
del taxista, aquel que le expresaba ya haber llegado a su destino.
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Y todo ocurría simultáneamente, Gagui bajaba del auto al tiempo que Kassu saltaba al
escenario, la mujer se encontraba con los ojos de los serios editores y el hombre con los
ansiosos ojos de sus seguidores.
—Mucho gusto, soy Gagui. Se presentaba la muchacha siendo bien recibida,
entrando al edificio y a la cena que habían organizado tan amablemente. Como Kassu
agradecía a su público. —Estamos aquí por ustedes… ¡Mil gracias! Ahora disfruten del
ritmo musical que le hemos preparado. Kassu sentía la dicha de Gagui, quién con el
pasar del tiempo, se soltaba platicando de su inspiración, sus objetivos y sus destrezas,
como de la misma manera, Gagui se identificaba con la frescura de Kassu, quién encima
de la tarima, deslumbraba con sus coreografías, con su espectacular voz y presencia.
Así, Kassu junto con Kai alzaban de su sonido, estos que enredaban las sensaciones que
hacían olvidar las preocupaciones y las tristezas, estas cuyas positivas y hermosas letras
se clavaban en los buenos deseos de la gente reunida.
—Esta canción. —Interrumpe Kassu ante su eufórico público. —Se la quiero
dedicar a alguien especial… a una gran amiga, a una chica muy multifacética… esta es
“!Girls, come on!”. Gritó Kassu saltando de su puesto, tomando con fortaleza su micro
y yendo al son de la asombrosa batería de Kai, aquel que demostraba de su éxtasis y de
su contento, aquel que era admirado por los cercanos ojos de Elyel, quién en primera
fila, llena de energía, gritaba radiante. —¡Te amo Kai!. Reía la pelinegra ganando de la
atención del mismo, quién oyéndola entre la multitud, le lanzaba un beso.
Y esto era el concierto de Kassu, una embriagante velada de emociones y deseos de toda
índole, de esperanza y de seducción. Kai animaba al público, aquel robaba de suspiros
con su tan conocida sonrisa y Kassu, con su serena belleza y coquetería, hacia bailar a
todas las masas. Estos dos sí que eran un dúo, una combinación perfecta.
—¡Son lo mejor!. Y uniéndose a las exclamaciones, estaba Teego, aquel que
detrás del escenario, se meneaba junto a Yuuri, cuál sin siquiera nosotros imaginar que
estaba haciendo y como logró estar allí, se deleitaba sacudiéndose y riendo. Nine, quién
le acompañaba, le miraba de reojo, más que daba, este se acercaba a las chicas del staff,
él les enredaba con sus cumplidos y muy labiosos elogios. —La noche estaba solidaria
con todos, hasta con Hermes, quién solito en la casa, se sentía en la tranquilidad de
dormir sin ser molestado.—
Entonces, el nocturno ambiente acogía las sonrisas de las multitudes, esta con suave voz
rozaba los oídos de Kassu y de Gagui, les invitaba a liberarse, a ser parte del espacio
infinito, a levantar sus miradas y borrar de sus mentes las limitaciones, así Gagui desde
la mesa, con sumo disimulo, veía del techo, ella al igual que Kassu, imaginaba estar sin
aquello, solo bajó el cielo inmenso y sus amigables luceros.
—Y fue así que viendo a las estrellas te encontré. Murmuró Gagui a la vez que
recibía de los aplausos y firmaban de los contratos.
—Y fue así, que buscando de la luz, me choqué contigo. Kassu entreabría sus
ojos, abrazando con complacencia todas las admiraciones de su público, de sus regalos,
de sus besos, de sus cumplidos y de sus coros.
Así, podíamos ver que la misma naturaleza había unido a este par, que sus corazones, de
manera caprichosa, se cosían en uno con el otro, para sorprendentemente ser uno.
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Bueno bien, el espectáculo había sido un exitazo, la despedida dejó a mucha gente con
lágrimas en los ojos, muchos sentían pesar al imaginar que los marcianos regresarían a
su planeta, más el aura no permitía melancolías, Kassu salía del escenario, recibiendo
junto con Kai todas las congratulaciones del staff, de los abrazos de Teego y las dichas
de la sonriente Yuuri y por qué no, de la enamorada Elyel, misma que se guindaba de
los hombros del alto Kai, quién le correspondía ante su satisfacción.
Y los cantantes, el staff y los tres invitados se reunían, con un fuerte grito de gloria
culminaban con la noche de concierto, estos organizaban de una súper fiesta, misma con
la que siempre cerraban el número, no obstante, como la otra vez, pero con otro sentir,
Kassu retrocedía, se disculpaba por no acompañarlos, el Manager alzaba sus cejas como
sí no lo permitiese, empero Kassu mencionaba tener otros planes.
—Debo ir a ver a alguien, de seguro que nos unimos más tarde. Habló Kassu,
aquel que se despojaba de sus accesorios y sus micrófonos, cuál se alistaba para salir a
la calle, para reunirse con su amiga, cuál figura aparecía en su móvil, señal de que le
estaba llamando, de que también se había desocupado.
Así, Elyel se enganchaba del fuerte brazo del sonriente Kai, quién abogaba por Kassu
ante el resentido Manager, quién sin poder retenerlo, le asentía a su aventura.
Bueno, Kassu no demoró, este muy contento, tomó en secreto un auto en donde era él
mismo quien manejaba, por las calles y las avenidas, hasta llegar al lugar de encuentro,
a ese parque en donde su cariño por ella había crecido. Y Gagui estaba sentada sobre
una de las bancas de madera, veía con detenimiento al carro que se acercaba, de donde
bajase Kassu, este que echando sus gafas a un lado de su cara, con sonrisa intrépida y
seductora, caminaba hacia la chica.
—¿Todo bien?. Preguntó Gagui tirando su cabellera hacia atrás, levantándose
para encontrarse con él.
—Sí todo perfecto. Soltó Kassu, mismo que volvía a sentir la cercanía de esta,
aquel que con detalle, asentaba sus manos sobre el rostro de Gagui, a quién miraba con
paciencia, como sí el tiempo nunca se vaya a acabar. La castaña sonreía delicada, veía
de todas las luces de su alrededor, esta vez estaba dispuesta a que nadie le interrumpa,
por ello, estiraba sus manos hacia el cuello del hombre, le acercaba de a poco.
Kassu le miraba, entrecerraba sus ojos, se dejaba llevar de esa atmosfera delirante, de
ese rosa pálido con el cuál se pintaba sus mejillas, de ese olor a amor.
—Te quiero, Kassu. Repitió Gagui sintiendo de la respiración de Kassu sobre
sus labios, este sonreía, levemente se decidía a abrazarlos con los suyos, a darle uno de
sus calurosos besos, uno de sus dulces regalos. Y ambos cerraban sus ojos, se sostenían
el uno al otro, como sí no quieran volverse a separar nunca.
—Te quiero Gagui. Entre habló Kassu acariciando el cabello de esta sonriente,
cuál hundía su rostro en el pecho del cantante, quién posó su barbilla sobre su cabeza.
Kassu estaba muy feliz, todo a pesar de lo extraño y amargo que se veía durante el día,
resultó increíble, con un final feliz, con una conclusa historia de romance.
—Oye… sí puedes irme a visitar en sueños, es más… —Kassu levanta de la
barbilla de Gagui. —Es una orden, escuchaste. Sonríe el cobrizo.
Gagui quedaba en silencio, recordaba que mañana sería el último día en que Kassu se
quedase en la Tierra, que luego volvería a Marte. Más, era mejor pensar en el presente,
en ese hermoso recuerdo que tenían ahora.
—También es una orden que regreses a la Tierra. Bromeó Gagui enlazando
sus manos a las de Kassu, aquel que riendo de lado, besase su frente. —¿Y por qué dices
eso? Me estas botando de tu planeta.
—Claro que no, es que mañana te vas. Expresó la preocupada Gagui, ella cuál
de la mano de Kassu, se dirigía al auto, irían a la fiesta del grupo. Más, Kassu le oía con
atención, este hundía sus labios, abrazaba la cadera de Gagui.
—Es verdad. —Susurró Kassu. —Más, quién sabe sí hoy me convenzan de
quizás quedarme… ¡Hey! Unos días más. Exclamaba el vocalista, este que compartió su
alegría con la castaña, misma que dichosa, se aferraba de su espalda, desde ahí donde
Kassu la cargaba, bajo ese cielo estrellado, bajo ese destino que se cubre como un ancho
firmamento de infinitas luces de todo índole, bajo ese paraíso cuyos ojos siempre están
atentos de los humanos que le buscan.
—De alguna manera te voy a convencer. Gagui entraba al auto, este que de
una vez, empezó a arrancar, hacia un nuevo camino, hacia un nuevo horizonte, a pintar
sobre la vida, cuál lienzo, una fabulosa fortuna, llena de optimismo, fuerza y sobretodo,
eso que Gagui siempre decía que faltaba al mundo, eso que sí tienes, aun en todas las
necesidades, podrás ser feliz, aquello que se llama Amor, pero que pocos comprenden,
porque es semejante al fuego, porque es la misma magia con sus varias expresiones y
tácticas, eso que muchos niegan y no creen, el amor es la magia que radia en el corazón
de cada humano, la que nos ayuda a buscar de nuestras astros, cuales son nuestros más
íntimos regalos de Dios.
LOOKING THE STARS
--------ENDING--------
Ж
“Hay que dejar las teorías, ir al grano, a los
hechos a la práctica. La mayor parte de los
hombres han perdido el tiempo teorizando
inmensas bibliotecas ¿para qué? Sin embargo
los pobres estudiantes no tienen facultades,
no saben salir en cuerpo astral, nunca han
hablado con un maestro, no han conversado
con un Elohim cara a cara, es muy triste el
estado en que se encuentran… cabezas
llenas de teorías y confusión, eso es todo…
Es urgente que practiquéis para que podáis
ver, tocar y palpar la realidad de los mundos
superiores.”
V.M. SAMAEL AUN WEOR.