Los Actos Fallidos

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7/17/2019 Los Actos Fallidos http://slidepdf.com/reader/full/los-actos-fallidos-568bef115ec16 1/22 “Los actos fallidos”, caps. II y III de las “Conferencias de introducción al Psicoanálisis” (1916) Lección II. Los actos fallidos Señoras y señores: Comenzaremos esta segunda lección no con la exposición de nuevas hipótesis, sino con una investigación, eligiendo como objeto de la misma determinados fenómenos muy frecuentes y conocidos, pero insuficientemente apreciados, que no pueden considerarse como producto de un estado patológico, puesto que son observados en toda persona normal Son estos fenómenos aquellos a los que nosotros damos el nombre de funciones fallidas !"ehlleistungen# o actos fallidos !"ehlhandlungen#, y que se producen cuando una persona dice una palabra por otra !$ersprechen%equivocación oral#, escribe cosa distinta de lo que ten&a intención de escribir !$erschreiben%equivocación en la escritura#, lee en un texto impreso o manuscrito algo distinto de lo que en el mismo aparece !$erlesen% equivocación en la lectura o falsa lectura#, u oye cosa diferente de lo que se dice !$erh'ren % falsa audición#, claro es que sin que en este (ltimo caso exista una perturbación org)nica de sus facultades auditivas *tra serie de estos fenómenos se  basa en el olvido+ pero no en un olvido duradero, sino temporal+ por ejemplo, cuando no  podemos dar con un nombre que nos es, sin embargo, conocido, y que reconocemos en cuanto otra persona lo pronuncia o logramos hallar por nosotros mismos al cabo de m)s o menos tiempo, o cuando olvidamos llevar a cabo un propósito que luego recordamos y que, por tanto, sólo hemos olvidado durante determinado intervalo n un tercer grupo de estos fenómenos falta este car)cter temporal+ por ejemplo, cuando no logramos recordar el lugar en que hemos guardado o colocado un objeto o perdemos algo definitivamente -r)tase aqu& de olvidos muy distintos de los que generalmente sufrimos en nuestra vida cotidiana y que nos asombran e irritan en vez de parecernos  perfectamente comprensibles . estos casos se suma una gran cantidad de pequeños fenómenos conocidos bajo diversos nombres, y entre ellos determinados errores en los que vuelve a aparecer el car)cter temporal, como, por ejemplo, cuando durante alg(n tiempo nos representamos determinadas cosas de una manera distinta a como antes sab&amos que eran y como tiempo despu/s confirmaremos que en realidad son -odos estos pequeños accidentes, que poseen un &ntimo parentesco, como se nos muestra ya en el hecho de que los nombres con que !en alem)n# los calificamos tienen com(n el prefijo ver, son, en su mayor&a, insignificantes, de corta duración y escasa importancia en la vida cotidiana Sólo en muy raros casos llega alguno de ellos !por ejemplo+ la p/rdida de objetos# a alcanzar alguna trascendencia pr)ctica sta falta de trascendencia hace que no despierten nuestra atención ni den lugar m)s que a efectos de muy escasa intensidad Sobre estos fenómenos versar)n varias de las conferencias que ante vosotros me  propongo pronunciar aunque estoy seguro de que el solo enunciado de este propósito ha de despertar en vosotros un sentimiento de decepción 0xisten 1pensar/is1, as& en el extenso mundo exterior como en el m)s restringido de la vida ps&quica, tantos oscuros  problemas y tantas cosas extraordinarias y necesidades de un esclarecimiento en el campo de las perturbaciones ps&quicas, que parece realmente fr&volo y caprichoso  prodigar el esfuerzo y el inter/s en tales nimiedades Si pudierais explicarnos por qu/ un hombre cuyos órganos visuales y auditivos aparecen totalmente normales llega a ver en 2

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sigmund freud

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“Los actos fallidos”, caps. II y III de las “Conferencias de

introducción al Psicoanálisis” (1916)

Lección II. Los actos fallidos

Señoras y señores:

Comenzaremos esta segunda lección no con la exposición de nuevas hipótesis, sino con

una investigación, eligiendo como objeto de la misma determinados fenómenos muy

frecuentes y conocidos, pero insuficientemente apreciados, que no pueden considerarse

como producto de un estado patológico, puesto que son observados en toda persona

normal Son estos fenómenos aquellos a los que nosotros damos el nombre de funciones

fallidas !"ehlleistungen# o actos fallidos !"ehlhandlungen#, y que se producen cuando

una persona dice una palabra por otra !$ersprechen%equivocación oral#, escribe cosa

distinta de lo que ten&a intención de escribir !$erschreiben%equivocación en la

escritura#, lee en un texto impreso o manuscrito algo distinto de lo que en el mismoaparece !$erlesen% equivocación en la lectura o falsa lectura#, u oye cosa diferente de lo

que se dice !$erh'ren % falsa audición#, claro es que sin que en este (ltimo caso exista

una perturbación org)nica de sus facultades auditivas *tra serie de estos fenómenos se

 basa en el olvido+ pero no en un olvido duradero, sino temporal+ por ejemplo, cuando no

 podemos dar con un nombre que nos es, sin embargo, conocido, y que reconocemos en

cuanto otra persona lo pronuncia o logramos hallar por nosotros mismos al cabo de m)s

o menos tiempo, o cuando olvidamos llevar a cabo un propósito que luego recordamos y

que, por tanto, sólo hemos olvidado durante determinado intervalo n un tercer grupo

de estos fenómenos falta este car)cter temporal+ por ejemplo, cuando no logramos

recordar el lugar en que hemos guardado o colocado un objeto o perdemos algo

definitivamente -r)tase aqu& de olvidos muy distintos de los que generalmente sufrimosen nuestra vida cotidiana y que nos asombran e irritan en vez de parecernos

 perfectamente comprensibles

. estos casos se suma una gran cantidad de pequeños fenómenos conocidos bajo

diversos nombres, y entre ellos determinados errores en los que vuelve a aparecer el

car)cter temporal, como, por ejemplo, cuando durante alg(n tiempo nos representamos

determinadas cosas de una manera distinta a como antes sab&amos que eran y como

tiempo despu/s confirmaremos que en realidad son -odos estos pequeños accidentes,

que poseen un &ntimo parentesco, como se nos muestra ya en el hecho de que los

nombres con que !en alem)n# los calificamos tienen com(n el prefijo ver, son, en su

mayor&a, insignificantes, de corta duración y escasa importancia en la vida cotidianaSólo en muy raros casos llega alguno de ellos !por ejemplo+ la p/rdida de objetos# a

alcanzar alguna trascendencia pr)ctica sta falta de trascendencia hace que no

despierten nuestra atención ni den lugar m)s que a efectos de muy escasa intensidad

Sobre estos fenómenos versar)n varias de las conferencias que ante vosotros me

 propongo pronunciar aunque estoy seguro de que el solo enunciado de este propósito ha

de despertar en vosotros un sentimiento de decepción 0xisten 1pensar/is1, as& en el

extenso mundo exterior como en el m)s restringido de la vida ps&quica, tantos oscuros

 problemas y tantas cosas extraordinarias y necesidades de un esclarecimiento en el

campo de las perturbaciones ps&quicas, que parece realmente fr&volo y caprichoso

 prodigar el esfuerzo y el inter/s en tales nimiedades Si pudierais explicarnos por qu/ un

hombre cuyos órganos visuales y auditivos aparecen totalmente normales llega a ver en

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 pleno d&a cosas inexistentes, o por qu/ otros se creen de repente perseguidos por 

aquellas mismas personas que hasta el momento le inspiraban mayor cariño, o

construyen en su pensamiento, con sorprendente ingeniosidad, absurdos delirios que un

niño hallar&a desatinados, entonces dir&amos que el psicoan)lisis merec&a todo nuestro

respeto y atención 3ero si el psicoan)lisis no puede hacer otra cosa que investigar por 

qu/ un orador de banquete comete un lapsus linguae, por qu/ una buena ama de casa noconsigue encontrar sus llaves, o tantas otras futilidades del mismo g/nero, entonces,

realmente, nos parece que hay problemas m)s interesantes a los que podr&amos dedicar 

nuestro tiempo y nuestro inter/s4

5as a esto os responder&a yo: -ened paciencia+ vuestra cr&tica es totalmente equivocada

Cierto es que el psicoan)lisis no puede vanagloriarse de no haber dedicado jam)s su

atención a nimiedades, pues, por el contrario, los materiales que somete a observación

son, en general, aquellos sucesos inaparentes que las dem)s ciencias desprecian,

consider)ndolos en absoluto insignificantes 3ero 6no confundir/is en vuestra cr&tica la

importancia de los problemas con la apariencia exterior de los signos en que se

manifiestan7 68o hay acaso cosas important&simas que en determinadas condiciones ymomentos sólo se delatan por signos exteriores debil&simos7 Sin dificultad ninguna

 podr&a citaros numerosas situaciones de este g/nero 69e qu/ m&nimos signos deduc&s

los jóvenes haber conquistado la inclinación de una muchacha7 6sperar/is acaso una

declaración amorosa o un apasionado abrazo, u os bastar) desde luego con una simple

mirada apenas perceptible para una tercera persona, un fugitivo adem)n o la

 prolongación moment)nea de un amistoso apretón de manos7 cuando el magistrado

emprende una investigación criminal, 6necesita acaso para fijar la personalidad del

delincuente encontrar en el lugar del crimen la fotograf&a y las señas del mismo, dejadas

 por /l amablemente para evitar trabajo a la justicia, o se contenta con sutiles e

imprecisas huellas que sirvan de base a su labor investigadora7 $emos, pues, que no

tenemos derecho alguno a despreciar los pequeños signos, y que tom)ndolos en

consideración pueden servirnos de gu&a para realizar importantes descubrimientos

-ambi/n yo, como vosotros, soy de la opinión de que los grandes problemas del mundo

y de la ciencia son los que tienen preferente derecho a nuestra atención+ pero resulta, en

general, de escas&sima utilidad formular el decidido propósito de dedicarnos por entero

a la investigación de alguno de estos grandes problemas, pues en cuanto queremos

 poner en pr)ctica tal decisión hallamos que no sabemos cómo orientar los primeros

 pasos de nuestra labor investigadora n toda labor cient&fica es mucho m)s racional

someter a observación aquello que primeramente encuentra uno bajo sus miradas, esto

es, aquellos objetos cuya investigación nos resulta f)cil Si esta primera investigación selleva a cabo seriamente, sin prejuicio alguno, pero tambi/n sin esperanzas exageradas, y

si, adem)s, nos acompaña la suerte, puede suceder que merced a la conexión que enlaza

todas las cosas entre s&, y claro es que tambi/n lo pequeño con lo grande, la labor 

emprendida con tan modestas pretensiones nos abra un excelente acceso al estudio de

los grandes problemas

Con estos argumentos creo haber contestado a vuestras objeciones y conseguido, al

mismo tiempo, que no me negu/is vuestra atención durante las lecciones que dedique a

tratar de los actos fallidos del hombre normal, fenómenos tan insignificantes al parecer

Como primera providencia, nos dirigiremos a alguien totalmente extraño al

 psicoan)lisis, y le preguntaremos cu)l es la explicación que da a la producción de estoshechos Seguramente comenzar) por respondernos que tales fenómenos no merecen

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esclarecimiento alguno, pues se trata (nicamente de pequeños accidentes casuales 5as

6qu/ es lo que con esta frase quiere significar7 6<uerr) acaso afirmar que existen

sucesos tan insignificantes que se encuentran fuera del encadenamiento de la

fenomenolog&a universal y que lo mismo hubieran podido no producirse7 3ero el

romper de este modo el determinismo natural, aunque sea en un solo punto, trastornar&a

toda la concepción cient&fica del mundo !=eltanschauung# 9ebemos, pues, hacer ver aquien as& nos contesta todo el alcance de su afirmación y mostrarle que la concepción

religiosa del mundo se conduce m)s consecuentemente cuando sostiene que un gorrión

no cae de un tejado sin una intervención particular de la voluntad divina

Supongo que ante este argumento no intentar) ya nuestro amigo deducir la consecuencia

lógica de su primera respuesta, sino que se rectificar), diciendo que si /l se dedicara a la

investigación de estos pequeños fenómenos, acabar&a por encontrarles una explicación,

 pues se trata, sin duda, de pequeñas desviaciones de la función an&mica o inexactitudes

del mecanismo ps&quico, cuyas condiciones habr&an de ser f)cilmente determinables >n

sujeto que, en general, hable correctamente, puede muy bien cometer equivocaciones

orales en los casos siguientes: 2?, cuando se halle ligeramente indispuesto o fatigado+;?, cuando se halle sobreexcitado+ @?, cuando se halle excesivamente absorbido por 

cuestiones diferentes a aquellas a las que sus palabras se refieren stas afirmaciones

 pueden ser f)cilmente confirmadas Aas equivocaciones orales se producen con

 particular frecuencia cuando nos hallamos fatigados, cuando padecemos un dolor de

cabeza o en las horas que preceden a una jaqueca n estas mismas circunstancias se

 produce tambi/n f)cilmente el olvido de nombres propios, hasta el punto de que muchas

 personas reconocen en tal olvido la inminencia de una jaqueca 9el mismo modo,

cuando nos hallamos sobreexcitados, confundimos f)cilmente ya no sólo las palabras,

sino tambi/n las cosas, haci/ndonos reos de actos de aprehensión errónea, y los olvidos

de proyectos y otra gran cantidad de actos no intencionados se hacen particularmente

frecuentes cuando nos hallamos distra&dos, esto es, cuando nuestra atención se halla

concentrada sobre otra cosa >n conocido ejemplo de tal distracción nos es ofrecido por 

aquel profesor del "liegende Blatter que olvida su paraguas y se lleva un sombrero que

no es suyo, porque su pensamiento se halla absorto en los problemas que se propone

tratar en un próximo libro 3or propia experiencia conocemos todos los casos de olvido

de propósitos o promesas, motivados por haberse producido, despu/s de concebir los

 primeros o formular las segundas, sucesos que han orientado violentamente nuestra

atención hacia otro lado

-odo esto lo encontramos perfectamente comprensible y nos parece hallarse protegido

contra cualquier objeción+ mas, por otro lado, no presenta a primera vista todo el inter/sque quiz) esper)bamos Sin embargo, examinando m)s penetrantemente estas

explicaciones de los actos fallidos, hallaremos que las condiciones que se indican como

determinantes de tales fenómenos no son todas de una misma naturaleza Aa

indisposición y los trastornos circulatorios proporcionan un fundamento fisiológico para

la alteración de las funciones normales+ pero, en cambio, la excitación, la fatiga y la

distracción son factores de naturaleza distinta y a los que podr&amos calificar de

 psicofisiológicos ")cilmente podemos construir una teor&a de su actuación Aa fatiga, la

distracción y quiz) tambi/n la excitación general producen una dispersión de la atención

que puede muy bien aminorar, hasta hacerla por completo insuficiente, la cantidad de la

misma dirigida sobre la función de referencia, la cual puede entonces quedar f)cilmente

 perturbada o ser realizada inexactamente >na ligera indisposición o modificacionescirculatorias del órgano nervioso central pueden ejercer id/ntico efecto, influyendo del

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mismo modo sobre el factor regulador, o sea sobre la distribución de la atención

-ratar&ase, pues, en todos los casos de efectos consecutivos a perturbaciones de la

atención producidas por causas org)nicas o ps&quicas

5as todo esto no parece aportar gran cosa a nuestro inter/s psicoanal&tico 3odr&amos,

 pues, sentirnos inclinados de nuevo a renunciar a nuestra labor+ pero examinando m)s penetrantemente tales observaciones, nos daremos cuenta de que no todos los caracteres

de los actos fallidos pueden explicarse por medio de esta teor&a de la atención

*bservaremos, sobre todo, que tales actos y tales olvidos se producen tambi/n en

 personas que, lejos de hallarse fatigadas, distra&das o sobreexcitadas, se encuentran en

estado normal, y que solamente a posteriori, esto es, precisamente despu/s del acto

fallido, es cuando se atribuye a tales personas una sobreexcitación que las mismas

niegan en absoluto Aa afirmación que pretende que el aumento de atención asegura la

ejecución adecuada de una función, y, en cambio, cuando dicha atención queda

disminuida, aparece el peligro de perturbaciones e inexactitudes de todo g/nero, nos

 parece un tanto simplista xiste un gran n(mero de actos que ejecutamos

autom)ticamente o con escas&sima atención, circunstancias que en nada perjudican a lam)s precisa ejecución de los mismos l paseante que apenas se da cuenta de la

dirección en que marcha, no por ello deja de seguir el camino acertado, y llega al fin

 propuesto sin haberse perdido

l pianista ejercitado deja, sin pensar en ello, que sus dedos recorran precisamente las

teclas debidas Claro es que puede equivocarse+ mas si su actividad autom)tica hubiera

de aumentar las probabilidades de error, ser&a natural que fuera el virtuoso, cuyo juego

ha llegado a ser, a consecuencia de un largo ejercicio, puramente autom)tico, el m)s

expuesto a incurrir en errores 5as, por el contrario, vemos que muchos actos resultan

 particularmente acertados cuando no son objeto de una atención especial, y que el error 

se produce, en cambio, cuando precisamente nos interesa de una manera particular 

lograr una perfecta ejecución, esto es, cuando no existe desviación alguna de la

atención n estos casos podr&a decirse que el error es efecto de la 0excitación4+ pero no

comprendemos por qu/ esta (ltima no habr&a m)s bien de intensificar nuestra atención

sobre un acto al cual ligamos tanto inter/s Cuando en un discurso importante o en una

negociación verbal comete alguien un lapsus y dice lo contrario de lo que quer&a decir,

cae en un error que no puede explicarse f)cilmente por la teor&a psicofisiológica ni

tampoco por la de la atención

Aos actos fallidos se muestran adem)s acompañados por un sinn(mero de pequeños

fenómenos secundarios que nos parecen incomprensibles y a los que las explicacionesintentadas hasta el momento no han conseguido a(n aproximar a nuestra inteligencia

Cuando, por ejemplo, hemos olvidado temporalmente una palabra, nos impacientamos e

intentamos recordarla, sin darnos punto de reposo hasta hallarla 63or qu/ el sujeto a

quien tanto contrar&a este olvido logra tan raramente, a pesar de su intenso deseo, dirigir 

su atención sobre la palabra, que, como suele decirse, 0tiene en la punta de la lengua4 y

que reconoce en el acto que otra persona la pronuncia ante /l7 ay tambi/n casos en los

que los actos fallidos se multiplican, se encadenan unos con otros y se reemplazan

rec&procamente *lvidamos por primera vez una cita y formamos el decidido propósito

de no olvidarla en la ocasión siguiente+ pero, llegada /sta, nos equivocamos al anotar la

hora convenida 5ientras que por toda clase de rodeos intentamos recordar una palabra

olvidada, huye de nuestra memoria una segunda palabra que nos hubiera podido ayudar a encontrar la primera, y mientras nos dedicamos a buscar esta segunda palabra, se nos

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olvida una tercera, y as& sucesivamente .n)logos fenómenos suelen producirse en las

erratas tipogr)ficas, las cuales pueden considerarse como actos fallidos del cajista n

una ocasión apareció una de tales erratas persistentes en un periódico socialdemócrata

n la crónica de cierta solemnidad oficial pod&a leerse: 0ntre los asistentes se

encontraba S . el Eornprinz4 !en lugar de Eronprinz# .l d&a siguiente rectificó el

 periódico, confesando su error anterior y diciendo: 08osotros quer&amos decir,naturalmente, el Enorprinz4 n estos casos se echa la culpa, generalmente, a un diablo

 juguetón que presidir&a los errores tipogr)ficos o al duende de la caja, expresiones todas

que van m)s all) del alcance de una simple teor&a psicofisiológica de la errata de

imprenta

Fgnoro si os es tambi/n conocido el hecho de que la equivocación oral puede ser 

 provocada por algo que pudi/ramos calificar de sugestión . este propósito existe la

siguiente an/cdota: >n actor inexperimentado se encargó, en una representación de Aa

doncella de *rle)ns, del important&simo papel de anunciar al rey que el condestable

!Conn/table# le devolv&a su espada !SchGert# 5as durante el ensayo general un

 bromista se entretuvo en intimidar al novicio actor apunt)ndole, en lugar de la frase queten&a que decir, la siguiente: 0l confortable !Eomfortable# devuelve su caballo

!3ferd#4 8aturalmente, el pesado bromista consiguió un maligno propósito, y en la

representación el novel actor pronunció, en efecto, la frase, modificada, que le hab&a

sido apuntada en lugar de la que deb&a decir, a pesar de que varias veces se le hab&a

advertido la posibilidad de tal equivocación, o quiz) precisamente por ello mismo

-odos estos pequeños rasgos de los actos fallidos no quedan ciertamente explicados por 

la teor&a antes expuesta de la desviación de la atención+ pero esto no quiere decir que tal

teor&a sea falsa 3ara satisfacernos por completo le falta quiz) alg(n complemento 3ero

tambi/n muchos de los actos fallidos pueden ser considerados desde otros diferentes

 puntos de vista

9e todos los actos fallidos, los que m)s f)cilmente se prestan a nuestros propósitos

explicativos son las equivocaciones orales y las que cometemos en la escritura o la

lectura Comenzaremos, pues, por examinar las primeras, y recordaremos, ante todo,

que la (nica interrogación que hasta ahora hemos planteado y resuelto a su respecto era

la de saber cu)ndo y en qu/ condiciones se comet&an >na vez resuelta esta cuestión,

habremos de consagrarnos a investigar lo referente a la forma y efectos de la

equivocación oral, pues en tanto que no hayamos dilucidado estos problemas y

explicado el efecto producido por las equivocaciones orales, seguiremos teniendo que

considerarla, desde el punto de vista psicológico, como fenómenos casuales, aunque les

hayamos encontrado una explicación fisiológica s evidente que cuando cometemos unlapsus puede /ste revestir muy diversas formas, pues en lugar de la palabra justa

 podemos pronunciar mil otras inapropiadas o imprimir a dicha palabra innumerables

deformaciones 9e este modo, cuando en un caso particular elegimos entre todos estos

lapsus posibles uno determinado, tenemos que preguntarnos si habr) razones decisivas

que nos impongan tal elección o si, por el contrario, se tratar) (nicamente de un hecho

accidental y arbitrario

9os autores, 5eringer y 5ayer, filólogo el primero y psiqu&atra el segundo, intentaron

en 2HIJ atacar por este lado el problema de las equivocaciones orales, y han reunido un

gran n(mero de ejemplos, exponi/ndolos, en un principio, desde puntos de vista

 puramente descriptivos Claro es que, obrando de este modo, no han aportadoexplicación ninguna de dicho problema, pero s& nos han indicado el camino que puede

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conducirnos a tal esclarecimiento stos autores ordenan las deformaciones que los

lapsus imprimen al discurso intencional en las categor&as siguientes: interversiones,

anticipaciones, ecos, fusiones !contaminaciones# y sustituciones xpondr/ aqu& algunos

ejemplos de estos grupos xiste interversión cuando alguien dice 0la 5ilo de $enus4

en lugar de 0la $enus de 5ilo4, y anticipación en la frase 0Sent& un pech, digo, un

 peso en el pecho4 >n caso de eco ser&a el conocido brindis: 0Fch fordere sie auf, auf das =ohl unseres Chefs aufzustossen4 !0os invito a hundir !aufstossen# la prosperidad

de nuestro jefe4, en lugar de 0*s invito a brindar !stossen# por la prosperidad de nuestro

 jefe4# stas tres formas de la equivocación oral no son muy frecuentes, siendo mucho

m)s numerosos aquellos otros casos en los que la misma surge por una fusión o

contracción >n ejemplo de esta clase es el de aquel joven que abordó a una muchacha

en la calle con las palabras: 0Si usted me lo permite señorita, desear&a acompañarla

!begleiten#4, pero en vez de este verbo begleiten !acompañar# formó uno nuevo

!begleitdigen#, compuesto del primero y beleidigen !ofender# n la palabra mixta

resultante aparece claramente, a m)s de la idea de acompañar, la de ofender, y creemos,

desde luego, que el galante joven no obtendr&a con su desafortunada frase un gran /xito

Como caso de sustitución citan 5eringer y 5ayer la siguiente frase: 05etiendo los preparados en el buzón !briefKasten#4, en lugar de 0en el horno de incubación4

!brLtKasten#

l intento de explicación que los dos autores antes citados creyeron poder deducir de su

colección de ejemplos me parece por completo insuficiente . su juicio, los sonidos y

las s&labas de una palabra poseen valores diferentes, y la inervación de un elemento

 poseedor de un valor elevado puede ejercer una influencia perturbadora sobre las de los

elementos de un menor valor sto no ser&a estrictamente cierto m)s que para aquellos

casos, muy poco frecuentes, de anticipaciones y ecos, pues en las equivocaciones

restantes no interviene para nada este hipot/tico predominio de unos sonidos sobre

otros Aos lapsus m)s corrientes son aquellos en los que se reemplaza una palabra por 

otra que presentan cierta semejanza con ella, y esta semejanza parece suficiente a

muchas personas para explicar la equivocación .s& la cometida por un catedr)tico que

al querer decir en su discurso de presentación: 08o soy el llamado !Fch bien nicht

geeignet# a hacer el elogio de mi predecesor en esta c)tedra4, se equivocó y dijo: 08o

estoy, inclinado !Fch bin nicht geneigt#, etc4 * la de otro profesor que dijo: 0n lo que

respecta al aparato genital femenino, no hemos logrado, a pesar de muchas

tentaciones, perdón, tentativas4

3ero la equivocación oral m)s frecuente y la que mayor impresión produce es aquella

que consiste en decir exactamente lo contrario de lo que quer&amos Aas relacionestonales y los efectos de semejanza quedan ya aqu& muy alejados de toda posible

intervención, y en su lugar aparece, en el mecanismo de la equivocación, la estrecha

afinidad existente entre los conceptos opuestos y la proximidad de los mismos en la

asociación psicológica 9e este g/nero de equivocaciones poseemos ejemplos

históricos .s& aquel presidente de la C)mara austro1h(ngara que abrió un d&a la sesión

con las palabras siguientes: 0Señores diputados: echo el recuento de los presentes y

habiendo suficiente n(mero, se levanta la sesión4 Cualquier otra f)cil asociación,

susceptible de surgir inoportunamente en determinadas circunstancias, puede producir 

efectos an)logos a los de la relación de los contrarios Cu/ntase, por ejemplo, que en

una fiesta celebrada con ocasión de la boda de una hija de elmholz con el hijo del

conocido inventor y gran industrial = Siemens, el famoso fisiólogo 9ubois1Meymondterminó su brillante brindis con un viva a la nueva firma industrial 0Siemens y alsKe4,

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t&tulo de la sociedad industrial ya existente Aa equivocación se explica por la costumbre

de referirse a la citada firma industrial, popular en Berl&n

.s&, pues, a las relaciones tonales y a la semejanza de las palabras habremos de añadir la

influencia de la asociación de estas (ltimas 3ero tampoco esto es suficiente xiste toda

una serie de casos en los que la explicación del lapsus observado no puede conseguirsesino teniendo en cuenta la frase que ha sido enunciada o incluso tan sólo pensada

anteriormente 8os hallaremos, por tanto, ante un nuevo caso de eco, semejante a los

citados por 5eringer+ pero la acción perturbadora ser&a ejercida aqu& desde una distancia

mucho mayor 5as debo confesaros que con todo lo que antecede me parece habernos

alejado m)s que nunca de la comprensión del acto fallido de la equivocación oral 8o

creo, sin embargo, incurrir en error diciendo que los ejemplos de equivocación oral

citados en el curso de la investigación que precede dejan una nueva impresión

merecedora de que nos detengamos a examinarlos emos investigado, en primer lugar,

las condiciones en las cuales se produce de un modo general la equivocación oral, y

despu/s las influencias que determinan tales deformaciones de la palabra, pero no

hemos examinado a(n el efecto del lapsus en s& mismo e independientemente de lascircunstancias en que se produce Si, por fin, nos decidimos a hacerlo as&, deberemos

tener el valor de afirmar que en algunos de los ejemplos citados la deformación en la

que el lapsus consiste presenta un sentido propio sta afirmación implica que el efecto

de la equivocación oral tiene, quiz), un derecho a ser considerado como un acto

 ps&quico completo, con su fin propio, y como una manifestación de contenido y

significación peculiares asta aqu& hemos hablado siempre de actos fallidos+ pero ahora

nos parece ver que tales actos se presentan algunas veces como totalmente correctos,

sólo que sustituyendo a los que esper)bamos o nos propon&amos

ste sentido propio del acto fallido aparece en determinados casos en una manera

evidente e irrecusable Si las primeras palabras del presidente de la C)mara son para

levantar la sesión en lugar de para declararla abierta, nuestro conocimiento de las

circunstancias en las que esta equivocación se produjo nos inclinar) a atribuir un pleno

sentido a este acto fallido l presidente no espera nada bueno de la sesión, y le

encantar&a poder levantarla inmediatamente 8o hallamos, pues, dificultad ninguna para

descubrir el sentido de esta equivocación .n)logamente sencilla resulta la

interpretación de los dos ejemplos que siguen: >na señora quiso alabar el sombrero de

otra, y le preguntó en tono admirativo: 06 ha sido usted misma quien ha adornado ese

sombrero74 5as al pronunciar la palabra adornado !aufgeputzt# cambió la u de la (ltima

s&laba en a, formando un verbo relacionado &ntimamente con la palabra 3atzerei !facha#

-oda la ciencia del mundo no podr) impedirnos ver en este lapsus una revelación deloculto pensamiento de la amable señora: 0se sombrero es una facha4 >na casada

 joven, de la que se sab&a que ordenaba y mandaba en su casa como jefe supremo, me

relataba un d&a que su marido, sinti/ndose enfermo, hab&a consultado al m/dico sobre el

r/gimen alimenticio m)s conveniente para su curación, y que el m/dico le hab&a dicho

que no necesitaba observar r/gimen especial ninguno 0.s&, pues 1añadió1, puede comer 

y beber lo que yo quiera4 sta equivocación muestra claramente todo un en/rgico

 programa conyugal

Si conseguimos demostrar que las equivocaciones orales que presentan un sentido, lejos

de constituir una excepción, son, por el contrario, muy frecuentes, este sentido, del que

hasta ahora no hab&amos tratado en nuestra investigación de los actos fallidos, vendr) aconstituir el punto m)s importante de la misma y acaparar) todo nuestro inter/s,

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retray/ndolo de otros extremos 3odremos, pues, dar de lado todos los factores

fisiológicos y psicofisiológicos y consagrarnos a investigaciones puramente

 psicológicas sobre el sentido de los actos fallidos+ esto es, sobre su significación y sus

intenciones Con este objeto someteremos a observación desde este punto de vista el

mayor acervo posible de material investigable 5as antes de iniciar esta labor quiero

invitaros a acompañarme en una corta digresión 5)s de una vez se han servidodiversos poetas de la equivocación oral y de otros actos fallidos como medios de

representación po/tica ste solo hecho basta para probarnos que el poeta considera el

acto fallido !por ejemplo, la equivocación oral# como algo pleno de sentido, pues lo

hace producirse intencionadamente, dado que no podemos pensar que se ha equivocado

al escribir su obra y deja luego que su equivocación en la escritura subsista,

convirti/ndose en una equivocación oral de su personaje 3or medio de tales errores

quiere el poeta indicarnos alguna cosa que podremos f)cilmente averiguar, pues

veremos en seguida si la equivocación se encamina a hacernos ver que el personaje que

la comete se halla distra&do, fatigado o amenazado de un ataque de jaqueca Claro es

que no deberemos dar un valor exagerado al hecho de que los poetas empleen la

equivocación oral como un acto pleno de sentido, pues, en realidad, pod&a la misma notenerlo sino en rar&simas excepciones o ser, en general, una pura casualidad ps&quica, y

deber en estos casos su significación a la exclusiva voluntad del poeta, que, haciendo

uso de un perfecto derecho, la espiritualizar&a, d)ndole un sentido determinado para

 ponerla al servicio de sus fines art&sticos 5as, sin embargo, no nos extrañar&a tampoco

que, inversamente, nos proporcionaran los poetas, sobre la equivocación oral, un mayor 

esclarecimiento que el que pudi/ramos hallar en los estudios de los filólogos y

 psiqu&atras

>n ejemplo de equivocación oral lo encontramos en el =allenstein, de Schiller !0Aos

3iccolomini4, acto primero, escena tercera# n la escena precedente 5ax 3iccolomini,

lleno de entusiasmo, se ha declarado decidido partidario del duque, anhelando la llegada

de la bendita paz, cuyos encantos le fueron descubiertos en un viaje en que acompañó al

campamento a la hija de =allenstein . continuación comienza la escena quinta:

0<>S-8BMP 1Q.y de nosotrosR 6. esto hemos llegado7 6$amos, amigo m&o, a

dejarle marchar en ese error sin llamarle de nuevo y abrirle los ojos en el acto7

*C-.$F* 1!Saliendo de profunda meditación# .hora acaba /l de abr&rmelos a m& y

veo m)s de lo que quisiera ver

<>S-8BMP 16<u/ es ello, amigo m&o7

*C-.$F* 15aldito sea el tal viajeR

<>S-8BMP 163or qu/7 6<u/ sucede7

*C-.$F* 1$enid -engo que perseguir inmediatamente la desdichada pista -engo que

observarla con mis propios ojos $enid !<uiere hacerle salir#

<>S-8BMP 163or qu/7 69ónde7

*C-.$F* 1!.presurado# acia ella

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<>S-8BMP 1acia

*C-.$F* 1!Corrigi/ndose# acia el duque, vamos4

*ctavio quer&a decir: 0acia /l, hacia el duque4 3ero comete un lapsus y revela a los

espectadores, con las palabras 0hacia ella4 que ha adivinado cu)l es la influencia quehace ansiar la paz al joven guerrero

* ManK ha descubierto en ShaKespeare un ejemplo, a(n m)s impresionante, de este

mismo g/nero )llase este ejemplo en l mercader de $enecia y en la c/lebre escena

en la que el feliz amante debe escoger entre tres cofrecillos que 3orcia le presenta Ao

mejor ser) copiar la breve exposición que ManK hace de este pasaje: 0*tro ejemplo de

equivocación oral delicadamente motivado, utilizado con gran maestr&a t/cnica por un

 poeta y similar al señalado por "reud en el =allenstein, de Schiller, nos enseña que los

 poetas conocen muy bien la significación y el mecanismo de esta función fallida, y

suponen que tambi/n los conoce o los comprender) el p(blico ste ejemplo lo hallamos

en l mercader de $enecia !acto tercero, escena segunda#, de ShaKespeare

3orcia, obligada por la voluntad de su padre a tomar por marido a aquel de sus

 pretendientes que acierte a escoger una de las tres cajas que le son presentadas, ha

tenido hasta el momento la fortuna de que ninguno de aquellos amadores que no le eran

gratos acertase en su elección 3or fin, encuentra en Bassanio el hombre a quien

entregar&a gustosa su amor, y entonces teme que salga tambi/n vencido en la prueba

<uisiera decirle que, aun sucediendo as&, puede estar seguro de que ella le seguir)

amando, pero su juramento se lo impide n este conflicto interior le hace decir el poeta

a su afortunado pretendiente: 0<uisiera reteneros aqu& un mes o dos antes de que

aventurarais la elección de que dependo 3odr&a indicaros cómo escoger con acierto

3ero si as& lo hiciera ser&a perjura, y no lo ser/ jam)s 3or otra parte, pod/is no

obtenerme, y si esto sucede, har&ais arrepentirme, lo cual ser&a un pecado, de no haber 

faltado a mi juramento Q5al hayan vuestros ojosR Se han hecho dueños de mi ser y lo

han dividido en dos partes, de las cuales la una es vuestra y la otra es vuestra, digo m&a+

mas siendo m&a, es vuestra, y as& soy toda vuestra4 .s&, pues, aquello que 3orcia quer&a

tan sólo indicar ligeramente a Bassanio, por ser algo que en realidad deb&a callar en

absoluto, esto es, que ya antes de la prueba le amaba y era toda suya, deja el poeta, con

admirable sensibilidad psicológica, que aparezca claramente en la equivocación, y por 

medio de este artificio consigue calmar tanto la insoportable incertidumbre del amante

como la similar tensión del p(blico sobre el resultado de la elección

*bservamos tambi/n con qu/ sutileza acaba 3orcia por conciliar las dos

manifestaciones contenidas en su equivocación y por suprimir la contradicción que

existe entre ellas, dando, sin embargo, libre curso a la expresión de su promesa: 05as

siendo m&a, es vuestra, y as& soy toda vuestra4 Con una sutil observación ha descubierto

tambi/n, ocasionalmente, un pensador muy alejado de los estudios m/dicos el sentido

de una función fallida, ahorr)ndonos el trabajo de buscarlo por nuestra cuenta -odos

conoc/is al ingenioso sat&rico Aichtenberg !2O@;12OII#, del que Poethe dec&a que cada

uno de sus chistes escond&a un problema 3recisamente en un chiste de este autor 

aparece la solución del problema que nos ocupa, pues refiri/ndose a un erudito en una

de sus chistosas y sat&ricas ocurrencias, dice que a fuerza de haber le&do a omero hab&a

acabado por leer .gamenón siempre que encontraba escrita ante sus ojos la palabraangenommen !admitido# /sta es precisamente toda la teor&a de la equivocación en la

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lectura n la próxima lección examinaremos la cuestión de saber si podemos ir de

acuerdo con los poetas en esta concepción de las funciones fallidas

Lección III. Los actos fallidos (Cont.)

Señoras y señores:

n la lección que antecede hubimos de considerar la función fallida en s& e

independientemente de su relación con la función intencional por ella perturbada

*brando as&, recibimos la impresión de que tales funciones fallidas parec&an delatar, en

determinados casos, un sentido propio, y nos dijimos que si esto pudiera demostrarse en

gran escala, habr&a de resultar para nosotros mucho m)s interesante la investigación de

dicho sentido que la de las circunstancias en las que las funciones fallidas se producen

3ong)monos de acuerdo una vez m)s sobre lo que entendemos por el 0sentido4 de un proceso ps&quico Con esta palabra nos referimos exclusivamente a la intención a que

dicho proceso sirve y a su posición dentro de una serie ps&quica n la mayor&a de

nuestras investigaciones podemos, por tanto, sustituir el t/rmino 0sentido4 por los de

0intención4 o 0tendencia4 .s&, pues, la primera interrogación que al llegar a este punto

de nuestra labor se nos plantea es la de si esta intención que hemos cre&do hallar en las

funciones fallidas no es, quiz), sino una engañosa apariencia de las mismas o una pura

imaginación nuestra

3ara comprobarlo, continuaremos nuestra investigación de los casos de equivocación

oral, sometiendo a detenido examen un mayor n(mero de ejemplos de este g/nero n

esta parte de nuestra labor hemos de encontrar categor&as enteras de casos en los que la

intención o sentido de la equivocación se muestra con evidente claridad ntre ellos

tenemos, ante todo, aquellos en los que el sujeto expresa todo lo contrario de lo que se

 propon&a .s&, aquel presidente de la C)mara austr&aca que queriendo abrir la sesión la

declaró levantada 8o hay aqu& equ&voco posible l sentido y la intención de este error 

oral son, desde luego, que lo que el sujeto deseaba realmente era levantar la sesión, pues

incluso pudi/ramos alegar que es /l mismo quien con sus palabras nos revela su

intención *s ruego que no perturb/is por ahora mi conferencia present)ndome la

objeción de que sabemos, desde luego, que no quer&a cerrar la sesión, sino, por el

contrario, abrirla, y que el mismo sujeto a quien en esta cuestión tenemos que reconocer 

como la (ltima y m)s elevada instancia nos confirmar&a, si le interrog)ramos, que suintención era la contraria de la que sus palabras revelaron .dem)s, presentando esta

objeción, olvidar&ais que hemos convenido a examinar ante todo la función fallida en s&

e independientemente de su relación con el propósito perturbado, relación que ya

investigaremos m)s adelante, y os har&ais reos de una falta de lógica con la que

escamotear&ais el problema que precisamente hemos puesto sobre el tapete

n otros casos en los que la equivocación oral no consiste en decir todo lo contrario de

lo que se pensaba, puede, sin embargo, surgir del lapsus un sentido antit/tico .s&, en el

ejemplo antes citado del catedr)tico que en su discurso de toma de posesión dijo: 08o

estoy inclinado !geneigt# a hacer el elogio de mi estimado predecesor4, queriendo decir:

08o soy el llamado4 !geeignet#+ 0inclinado4+ pero, sin embargo, la equivocación da a lafrase un sentido totalmente contrario al que el orador quer&a manifestar 3odremos hallar 

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tambi/n numerosos ejemplos en los que el lapsus añade al sentido intencional un

segundo sentido, haciendo que la frase se nos muestra como una contracción, una

abreviación o una condensación de varias otras -al es el caso de aquella señora de

en/rgico car)cter que al ser interrogada por el dictamen que el m/dico hab&a expuesto

despu/s de reconocer a su marido, dijo que este (ltimo podr&a, sin inconveniente alguno,

comer y beber lo que ella quisiera, lapsus que equivale a la confesión siguiente: 05imarido podr) comer y beber lo que /l quiera+ pero /l no quiere nunca m)s que lo que yo

le mando4 Aas equivocaciones orales se nos muestran con mucha frecuencia como

abreviaciones de este mismo g/nero .s&, un profesor de .natom&a que despu/s de su

lección sobre la cavidad nasal pregunta a sus oyentes si le han comprendido, y tras de

recibir una general respuesta afirmativa, prosigue diciendo: 08o lo creo, pues las

 personas que comprenden verdaderamente estas cuestiones relacionadas con la

anatom&a de la cavidad nasal pueden contarse, aun en una gran ciudad de m)s de un

millón de habitantes, con un solo dedo perdón con los dedos de una sola mano4 Aa

frase abreviada tiene aqu& tambi/n su sentido: quiere decir lo que piensa realmente el

 profesor, esto es, que all& no hay m)s que una sola persona que comprenda aquellas

cuestiones

nfrente de estos grupos de casos en los que la función fallida muestra patentemente su

 propio sentido, aparecen otros en los que la equivocación no presenta ning(n sentido

aparente y que, por tanto, contradicen nuestras esperanzas Cuando alguien destroza,

equivoc)ndose, un nombre propio o yuxtapone una serie de sonidos desacostumbrados,

cosa, por cierto, muy frecuente, parece quedar rechazada decisivamente nuestra

hipótesis de que todos los actos fallidos poseen un sentido propio 5as un detenido

examen de estos ejemplos acaba por demostrarnos que tambi/n es posible llegar a la

comprensión de tales deformaciones y que la diferencia existente entre estos oscuros

casos y los que anteriormente hemos expuesto no es, ni con mucho, tan grande como a

 primera vista parece n una ocasión pregunt/ a un amigo m&o por el estado de su

caballo, que se hallaba enfermo, y obtuve la siguiente respuesta: 0S&, esto drurar)

!draut# quiz) todav&a un mes4 Aa r sobrante de dauert !durar)# me pareció

incomprensible, y llame la atención de mi amigo sobre su lapsus, respondi/ndome que

al o&r mi pregunta hab&a pensado que aquello era una triste !traurige# historia .s&, pues,

el encuentro de las dos palabras durar) y triste hab&a motivado el equivocado drurar)

*tra persona relataba un d&a ciertos hechos que calificaba de cochiner&as

!schGeinerein#+ mas no queriendo pronunciar esta palabra, dijo: 0ntonces se

descubrieron determinados hechos4 3ero al pronunciar la palabra $orschein, que

aparece en esta frase, se equivocó y pronunció $orschGein, palabra nacida de la uniónde la que intentaba pronunciar con la que quedaba latente en su pensamiento

Mecordad ahora el caso de aquel joven, queriendo pedir a una señora permiso para

acompañarla, formó una palabra mixta compuesta de los verbos acompañar y ofender 

!begleiten y beleidigen# 9e estos ejemplos pod/is deducir que tambi/n tales casos m)s

oscuros de la equivocación oral pueden explicarse por el encuentro o interferencia de

dos distintos propósitos Aa diferencia que entre ambos g/neros de ejemplos hallamos

obedecer&a exclusivamente al hecho de que la intención latente sustituye unas veces por 

completo a la manifiesta, como en aquellos lapsus en los que el sujeto dice todo lo

contrario de lo que se propon&a, mientras que otras tiene que contentarse con deformar o

modificar dicha intención manifiesta, dando origen a creaciones mixtas que puedenresultar m)s o menos plenas de sentido Creemos haber penetrado ahora en el secreto de

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un gran n(mero de equivocaciones, y manteni/ndonos dentro de este punto de vista, nos

ser) posible comprender otros grupos de actos fallidos que hasta el momento nos

 parec&an enigm)ticos n la deformación de nombres no podemos, por ejemplo, admitir 

que se trate siempre de una concurrencia de dos nombres a la vez semejantes y

diferentes

3ero tampoco en estos casos resulta dif&cil descubrir la segunda intención Con gran

frecuencia realizamos la deformación de un nombre expresamente, sin que la misma sea

debida a equivocación ninguna, y lo que obrado as& nos proponemos es dar a dicho

nombre una expresión malsonante o que nos recuerde un objeto bajo y vulgar s /ste

un g/nero de insulto muy difundido y al que el hombre educado aprende pronto a

renunciar, aunque a disgusto, pues con frecuencia lo utiliza a(n para la formación de

0chistes4, claro es que del m)s bajo ingenio 3odremos, pues, admitir que en las

equivocaciones de esta clase existe tambi/n tal intención injuriosa que se manifiesta en

la deformación del nombre .n)loga explicación habremos de dar m)s adelante a

determinados casos de la equivocación oral de efecto cómico o absurdo

Mecordemos aqu& el conocido brindis: 0Fnvito a usted a hundir la prosperidad de nuestro

 jefe4 !en lugar de 0a brindar por4: 0Fch fordere sie auf, auf das =ohl unseres Chefs

aufzustossen4#, ejemplo en el que una solemne situación queda perturbada por la

irrupción de una palabra que despierta una representación desagradable Mecordando la

forma de ciertas frases expresamente injuriosas, tenemos que admitir que en la

equivocación del orador pugna por manifestarse una tendencia contraria al sentimiento

de respeto y afecto que el mismo se propon&a expresar, tendencia que pudi/ramos

traducir, aproximadamente, como sigue: 08o cre)is que todo esto que estoy diciendo es

en serio Aa prosperidad de nuestro jefe me tiene absolutamente sin cuidado4 Fd/ntica

explicación es aplicable a aquellas equivocaciones orales que convierten en obscenas

frases o palabras por completo inocentes+ as&, en los ejemplos de 5eringer y 5ayer 

decir T.popoT en vez de TU proposT VTpopoT, designación dada al trasero de los niñosW, y

TischeissGeibchenT en vez de TiGeissecheibchenT VTmujer1caga1huevosT, en vez de

Ttajaditas de clara de huevoTW

sta tendencia a transformar intencionadamente en obscenidades palabras inocentes se

observa en muchas personas que obran as& por el placer de producir un efecto chistoso,

y, por tanto, cada vez que o&mos una de estas deformaciones deberemos averiguar si su

autor ha querido hacer un chiste o la ha dejado escapar por equivocación .s&, pues,

habr&amos resuelto con relativa facilidad el problema de los actos fallidos 8o son

casualidades, sino importantes actos ps&quicos que tienen su sentido y deben su g/nesisa la acción conjunta o quiz), mejor dicho, a la oposición de dos intenciones diferentes

5as como tengo la seguridad de que en vosotros habr) surgido un c(mulo de

interrogaciones y dudas que deber/ contestar y desvanecer, respectivamente, antes que

 podamos dejar establecido de un modo definitivo este primer resultado de nuestra labor,

estoy dispuesto a discutir por orden y sucesivamente todas las objeciones que me

 present/is, pues no es mi intención impulsaros a una decisión poco madurada 9e

antemano conozco las interrogaciones que est)is pensando plantearme: la explicación

dada a la equivocación oral, 6se aplica a todos los casos de este g/nero o sólo a

determinado n(mero de ellos7 esta misma teor&a, 6podr&a tambi/n ampliarse a los

numerosos g/neros restantes de funciones fallidas, tales como las equivocaciones en la

lectura y en la escritura, los olvidos, los actos de aprehensión errónea, la p/rdida deobjetos, etc/tera7 6Cu)l puede ser el papel que desempeñan en presencia de la

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naturaleza ps&quica de las funciones fallidas la fatiga, la excitación, las distracciones o

las perturbaciones de la atención7 .dem)s, teniendo en cuenta que de las dos tendencias

concurrentes de la función fallida una es simple patente y la otra no, 6qu/ camino habr)

de seguir para adivinar esta (ltima7 una vez que creamos haberla adivinado, 6cómo

demostrar que no sólo es lo m)s probable, sino la (nica verdadera7 6*s queda a(n algo

que preguntar7 Si no, continuar/ yo por mi cuenta esta serie de interrogaciones

*s recordar/ que, realmente, las funciones fallidas nos interesan poco de por s&, y que si

las investigamos es con la esperanza de que su estudio nos proporcione datos para el

conocimiento del psicoan)lisis 3or tanto, la interrogación que realmente debemos

 plantearnos es la de cu)les son estos propósitos o tendencias que pueden estorbar a otros

de tal manera, y cu)les las relaciones que existen entre las tendencias perturbadoras y

las perturbadas $emos, pues, que cuando hemos llegado a resolver el problema que

 primero nos plante)bamos nos hallamos a(n por completo al principio de nuestra labor

xaminaremos la primera pregunta, esto es, la de si la explicación que hemos dado es

aplicable a todos los casos de equivocación oral . mi juicio, s&, pues para todo ejemplo

de este g/nero que sometamos al an)lisis hallaremos igual solución Sin embargo, no es posible demostrar tampoco que la equivocación no pueda producirse sin que en ella

intervenga este mecanismo 5as desde el punto de vista teórico, esto nos importa bien

 poco, pues las conclusiones que nos proponemos formular, concernientes a la

introducción al psicoan)lisis, permanecen intactas, aunque 1cosa desde luego

inveros&mil1 escapara una minor&a de casos de equivocación oral a nuestra teor&a

explicativa . la segunda interrogación que nos planteamos, o sea la de si debemos

extender a otras variedades de las funciones fallidas los resultados que hemos obtenido

al examinar la equivocación oral, contestaremos desde luego en sentido afirmativo 3or 

vosotros mismos os convencer/is de mi perfecto derecho a hacerlo as& cuando

lleguemos al examen de los ejemplos de equivocación en la escritura, actos de

aprehensión errónea, etc 5as, por razones t/cnicas, os propongo que dilatemos esta

labor hasta que hayamos profundizado algo m)s en el problema de las equivocaciones

orales

>na vez admitido el mecanismo ps&quico de las equivocaciones orales que acabamos de

describir, la cuestión del papel que desempeñan aquellos factores a los cuales han

concedido los que en la investigación de estas materias hubieron de precedernos una

 primordial importancia, o sea las perturbaciones circulatorias, la fatiga, la excitación, la

distracción y los trastornos de la atención, merece un penetrante examen abr/is de

observar que no rechazamos en absoluto la actuación de estos factores .dem)s, no es

muy frecuente que el psicoan)lisis rechace lo que otros investigadores afirman, pues,generalmente, no hace m)s que agregar nuevas deducciones+ pero resulta a veces que

aquello que antes hab&a pasado inadvertido y que el psicoan)lisis añade es precisamente

lo m)s esencial de la cuestión investigada Aa influencia de las disposiciones

fisiológicas resultantes de la indisposición, de los trastornos circulatorios y de los

estados de agotamiento, sobre la producción de las equivocaciones orales, debe ser 

reconocida sin reservas 8uestra experiencia personal y cotidiana basta desde luego para

hacer evidente tal influencia 5as todo esto no aporta esclarecimiento alguno, pues tales

estados no constituyen condición necesaria de la función fallida

Aa equivocación oral se produce asimismo en plena salud y completa normalidad stos

factores som)ticos no tendr)n, pues, otra significación que la de facilitar y favorecer elmecanismo particular de lapsus oral n una obra anterior me he servido para ilustrar 

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estas relaciones de una comparación que reproducir/ aqu&, pues no encuentro otra m)s

acertada Supongamos que atravesando en una noche oscura un paraje desierto soy

atacado por un ladrón que me despoja de mi reloj y mi dinero, y supongamos que

despu/s de haber sido robado de esta manera por un malhechor cuyo rostro no he

 podido ver, vaya yo a presentar una denuncia a la comisar&a m)s próxima, diciendo: 0Aa

soledad y la oscuridad acaban de robarme mis alhajas4 l comisario podr&a entoncesresponderme: 05e parece que hace usted mal en explicar el hecho de esa manera tan

ultramecanista+ mejor ser) representarnos la situación de la manera siguiente: 3rotegido

 por la oscuridad y favorecido por la soledad, un ladrón desconocido le ha despojado a

usted de los objetos de valor que llevaba encima Ao que, a mi juicio, importa m)s, en

su caso, es volver a encontrar al ladrón, y solamente entonces tendremos algunas

 probabilidades de recuperar los objetos robados4 Aos factores psicofisiológicos, tales

como la excitación, la distracción y los trastornos de la atención, nos prestan muy escasa

ayuda para el esclarecimiento de las funciones fallidas, pues el problema que /stas nos

 plantean es precisamente el de averiguar qu/ es lo que en cada caso ha dado origen a la

excitación y a la particular desviación de la atención

3or otra parte, hemos de reconocer que las influencias tonales, las semejanzas verbales

y las asociaciones corrientes de las palabras no dejan de poseer cierta importancia

-odos estos factores facilitan la equivocación, indic)ndole el camino que debe seguir

3ero el que hallemos ante nosotros un camino, 6quiere acaso decir que hayamos de

seguirlo7 8ada de eso, pues ser) necesario todav&a un móvil que nos decida a

emprenderlo y una fuerza que nos impulse -ales relaciones tonales y tales semejanzas

verbales se limitan, pues, del mismo modo que las disposiciones f&sicas, a favorecer la

equivocación oral, pero no constituyen desde luego una explicación de la misma

3ensad que en la enorme mayor&a de los casos nuestro discurso oral no se halla

 perturbado en ning(n modo por el hecho de que las palabras que empleamos recuerden

otras por asonancia, se hallen &ntimamente ligadas a sus contrarios o, por (ltimo,

 provoquen asociaciones habituales n rigor, podr&amos decir, con el filósofo =undt,

que la equivocación oral se produce cuando, a consecuencia de un agotamiento

corporal, la tendencia a la asociación vence todas las dem)s intenciones del discurso

sta explicación ser&a perfecta si no se hallara contradicha por la experiencia misma,

que muestra, en una serie de casos, la ausencia de factores corporales, y en otros, la de

asociaciones susceptibles de favorecer la equivocación oral

ntre vuestras interrogaciones encuentro particularmente interesante la que se refiere a

cómo es posible fijar las dos tendencias interferentes 8o sospech)is probablemente las

graves consecuencias que esta pregunta puede tener seg(n sea la respuesta que a ella sed/ una de estas tendencias, la perturbada, es indudablemente conocida por el sujeto de

la función fallida Aas dudas o vacilaciones no pueden, pues, nacer m)s que en lo que se

refiere a la otra, o sea a la tendencia perturbadora .hora bien: hemos dicho ya, y

seguramente no lo hab/is olvidado, que existe toda una serie de casos en los que esta

(ltima tendencia es igualmente manifiesta y nos es revelada por el efecto de la

equivocación, siempre que nos atrevamos a considerar este efecto independientemente

de toda otra circunstancia Mecordemos la equivocación en la que el presidente de la

C)mara dice todo lo contrario de lo que deb&a decir+ es evidente que quiere abrir la

sesión, pero no lo es menos que le agradar&a levantarla s esto hasta tal punto

inequ&voco, que toda otra interpretación resultar&a superflua 5as en otros casos, en los

que la tendencia perturbadora no hace sino deformar la tendencia primitiva, sin

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manifestarse ella por su cuenta, 6cómo podremos deducirla de la deformación

 producida7

n una primera serie de casos podemos realizarlo con gran sencillez y seguridad,

obrando en la misma forma que para establecer la tendencia perturbada, la cual nos es

revelada por la misma persona que ha sufrido la equivocación, al rectificar /sta yrestablecer el sentido verdadero .s&, en el ejemplo antes citado: 0sto drurar), digo,

durar) quiz) todav&a un mes4 9el mismo modo podremos, en este caso, hacernos

comunicar la tendencia perturbadora interrogando al sujeto por el motivo de su

equivocación Mecordar/is, sin duda, que su respuesta fue la de que hab&a pensado

simult)neamente que 0aquello era una triste historia4, quedando as& explicada su

equivocación por la interferencia de las palabras 0durar)4 y 0triste4 n otro ejemplo, el

del lapsus 0$orschGein4, nos manifestó el sujeto haber querido decir 0SchGeinereien4

!cochiner&as#, pero que no queriendo emplear una palabra tan malsonante, dirigió su

discurso en distinto sentido -ambi/n en este caso hemos conseguido determinar la

tendencia perturbadora con igual seguridad que la perturbada $emos, pues, que en estos

ejemplos, escogidos intencionadamente por m& entre aquellos cuya comunicación ysolución se deben a personas extrañas por completo al psicoan)lisis, ha sido necesaria

cierta intervención para hallar su esclarecimiento a habido necesidad de interrogar al

sujeto sobre el motivo de la equivocación y sobre lo que de la misma pensaba, pues si

no, hubiera continuado hablando sin fijarse en su equivocación, ni tomarse el trabajo de

explicarla 3ero, interrogados, hemos visto que la explicaban, y precisamente con la

 primera idea que a su mente acud&a sta pequeña intervención y sus resultados es ya

 psicoan)lisis, pues constituye el modelo, en pequeño, de la investigación psicoanal&tica

que m)s adelante expondremos

Ser) quiz) una extrema desconfianza m&a sospechar que en el momento mismo en que

el psicoan)lisis surge ante vosotros, se afirma simult)neamente vuestra resistencia

contra ella+ mas me figuro ver en vosotros el deseo de objetarme que la explicación

dada al lapsus oral por la misma persona que lo ha cometido carece de fuerza

 probatoria, que pens)is que, hall)ndose la misma naturalmente dispuesta a obedecer a la

invitación que le hacemos de explicar su equivocación, nos comunicar) la primera cosa

que acuda a su imaginación y que le parezca apropiada para proporcionar el

esclarecimiento pedido 9e este modo, nada nos asegura que esta explicación sea la

verdadera dado que a la imaginación de la persona interrogada hubiera podido acudir 

igualmente otra idea distinta, tan apropiada, si no m)s, para explicar la equivocación

cometida Qs curioso el escaso respeto que manifest)is ante los hechos ps&quicosR

Fmaginad que alguno de vosotros, habiendo emprendido el an)lisis qu&mico de unasustancia, llegara al resultado de que en la composición de la misma entraba cierto

n(mero de miligramos de uno de sus elementos constitutivos y dedujera de este

resultado determinadas conclusiones

6Cre/is que habr) alg(n qu&mico al que se le ocurra rechazar estas conclusiones bajo el

 pretexto de que la sustancia aislada hubiera podido tener igualmente otro peso distinto7

Ao que suceder) es que todos y cada uno se inclinar)n ante el hecho de que el peso

encontrado es el efectivo y tomar)n sin vacilación alguna este hecho como base y punto

de partida de ulteriores investigaciones Qn cambio, cuando nos hallamos en presencia

del hecho ps&quico constituido por una idea determinada surgida en el esp&ritu de una

 persona a la que hemos interrogado, ya no aplicamos esta regla y decimos que dicha persona hubiera podido tener lo mismo otra idea distintaR 3ose/is la ilusión de la

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existencia de una libertad ps&quica y no quer/is renunciar a ella 3or mi parte siento

mucho ser, en esta ocasión, totalmente contrario a vuestras opiniones s posible que

ced)is a mis razones en este punto concreto, pero sólo para renovar vuestra resistencia a

la aceptación de otros de los que acabo de exponer 9e este modo, continuar&ais vuestra

cr&tica, diciendo: 0Comprendemos que la t/cnica especial del psicoan)lisis consiste en

obtener de las propias palabras del sujeto analizado la solución de los problemas de quese ocupa xaminemos, pues, aquel otro ejemplo en el que el orador de un banquete

invita a su auditorio a hundir la prosperidad de su jefe n este caso, dec&s que la

intención perturbadora que se opone a la expresión del afectuoso respeto que el orador 

quer&a manifestar es de car)cter injurioso 3ero esto no pasa de ser una interpretación

 puramente personal vuestra, fundada en observaciones exteriores a la equivocación

Fnterrogad ahora al sujeto y ver/is cómo no confesar) nunca haber tenido tal intención

injuriosa, sino que la negar) con toda energ&a 63or qu/ no abandonar en este caso

vuestra indemostrable interpretación ante la irrefutable negativa del interesado74 sta

vez s& hab/is hallado un argumento consistente 5e imagino al orador desconocido

como un joven estudioso de brillante porvenir, disc&pulo preferido y auxiliar de aquel jefe en cuyo honor se da el banquete 5i insistente interrogatorio sobre si no ha sentido

alguna resistencia interior cuando se dispon&a a invitar a los circunstantes a mostrar su

afecto y respeto al festejado le impacienta e irrita hasta hacerle exclamar con indignado

acento: 0Ae ruego que cese en sus impertinentes preguntas Sus infundadas sospechas

 pueden causar un grave perjuicio en mi carrera Si he dicho hundir !aufstossen# en lugar 

de brindar !stossen#, es porque ya dos veces en la misma frase hab&a repetido la

 preposición auf 5i equivocación obedece a lo que 5eringer llama un eco y no necesita

de otra interpretación 65e entiende usted7 3ues basta4 5as esta reacción del sujeto

nos parece en extremo violenta y su negativa excesivamente en/rgica $emos que no

 podemos extraer revelación ninguna del sujeto, pero tambi/n que se manifiesta harto

interesado personalmente en que no se halle sentido alguno a su función fallida

-ambi/n vosotros pensar/is quiz), que hace mal en mostrarse tan grosero a propósito de

una investigación puramente teórica pero al fin y al cabo 1añadir/is1 el interesado tiene

que saber mejor que nadie lo que ha querido y lo que no ha querido decir

6Ao cre/is as&7 3ues bien: para nosotros esto constituye a(n un problema sta vez s&

que cre/is poder confundirme f)cilmente: 0e aqu& vuestra t/cnica 1os oigo decir1

Cuando una persona que ha sufrido una equivocación, dice, explic)ndola, algo que os

conviene, declar)is que su testimonio es el supremo y decisivo 5as si lo que dice la

 persona interrogada no se adapta a vuestros propósitos, entonces pretend/is que su

explicación no tiene valor ninguno y que no es digna de fe4 n realidad, es esto lo que parece deducirse de mis palabras, pero puedo presentaros un caso an)logo en el que

sucede algo igualmente extraordinario Cuando un acusado confiesa su delito, el juez

acepta su confesión, no dando, en cambio, fe ninguna a sus negativas, sistema que, a

 pesar de posibles errores, hemos de aceptar obligadamente si no queremos hacer 

imposible toda administración de justicia

3ero 6podemos acaso considerarnos como jueces y ver un reo en la persona que ha

sufrido la equivocación7 6s que /sta constituye un delito7 <uiz) no debamos rechazar 

 por completo esta comparación 5as ved las profundas diferencias que se revelan en

cuanto profundizamos, por poco que sea, en los problemas, tan inocentes a primera

vista, que surgen de la investigación de las funciones fallidas, diferencias que nosabemos todav&a suprimir *s propondr/ una transacción provisional fundada

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 precisamente en esta comparación con el juez y con el acusado -en/is que concederme

que el sentido de un acto fallido no admite la menor duda cuando es el analizado mismo

quien lo admite n cambio, yo os conceder/ que la prueba directa del sentido

sospechado resulta imposible de obtener cuando el analizado reh(sa toda información o

cuando no nos es posible someterle a un interrogatorio n estos casos quedamos

reducidos, como en los sumarios judiciales, a contentarnos con indicios que har)nnuestra decisión m)s o menos veros&mil, seg(n las circunstancias 3or razones pr)cticas,

el tribunal debe declarar culpable a un acusado, aunque no posea como prueba sino

simples presunciones sta necesidad no existe para nosotros, pero tampoco debemos

renunciar a la utilización de indicios parecidos Ser&a un error creer que una ciencia no

se compone sino de tesis rigurosamente demostradas y ser&a una injusticia exigir que as&

fuera -al exigencia es signo de temperamentos que tienen necesidad de autoridad y

 buscan reemplazar el catecismo religioso por otro de orden cient&fico l catecismo de la

ciencia no entraña sino muy pocas proposiciones apod&cticas Aa mayor parte de sus

afirmaciones presenta solamente ciertos grados de probabilidad, y lo propio del esp&ritu

cient&fico es precisamente saber contentarse con estas aproximaciones a la certidumbre

y poder continuar el trabajo constructor, a pesar de la falta de (ltimas pruebas

5as en los casos en que el analizado mismo no puede suministrarnos información

alguna sobre el sentido de la función fallida, 6dónde encontraremos los puntos de apoyo

necesarios para nuestra interpretación y los indicios que nos permitan demostrarla7

$arias son las fuentes que pueden suministr)rnoslo n primer lugar, podemos

deducirlos por analog&a con otros fenómenos distintos de la función fallida,

 procedimiento que hemos utilizado ya antes de afirmar que la deformación de un

nombre por equivocación involuntaria posee el mismo sentido injurioso que el que

tendr&a una deformación intencional Fgualmente podemos hallar los puntos de apoyo y

los indicios que precisamos en el conocimiento de la situación ps&quica en la que se

 produce el acto fallido y en el del car)cter de la persona que lo lleva a cabo y de las

impresiones que la misma pudo recibir antes de realizarlo, pues dicho acto pudiera muy

 bien constituir la reacción del sujeto a tales impresiones n la mayor&a de los casos

establecemos, desde luego, nuestra interpretación de la función fallida gui)ndonos por 

 principios generales, y buscamos despu/s la confirmación de tal hipótesis interpretativa

 por medio de la investigación de la situación ps&quica .lgunas veces tenemos tambi/n

que esperar para obtener la confirmación buscada a que se realicen determinados

sucesos que el acto fallido parece anunciarnos

 8o me ser) f)cil aportar muchas pruebas de estas (ltimas afirmaciones mientras

 permanezca limitado a los dominios de la equivocación oral, aunque en ellos podamosencontrar tambi/n algunos buenos ejemplos l joven que deseando acompañar a una

dama se ofreció a efectuar algo entre acompañarla y ofenderla es ciertamente un t&mido,

y de la señora cuyo marido pod&a comer y beber lo que ella quisiera, me consta que es

una de aquellas mujeres en/rgicas que saben mandar en su casa 3odemos citar tambi/n

el caso siguiente: n una junta general de la asociación 0Concordia4, un joven socio

 pronunció un violento discurso de oposición, en el curso del cual interpeló a los

miembros de la Comisión de gobierno interior !.usschussmitglieder# con el nombre de

miembros del Comit/ de pr/stamos !$orschussmitglieder# emos de presumir que su

oposición tropezó en /l con una tendencia perturbadora, relacionada probablemente con

una cuestión de pr/stamo , en efecto, supimos poco despu/s que nuestro orador ten&a

constantes apuros monetarios y acababa de hacer a la sociedad una nueva demanda deeste g/nero Aa intención perturbadora se hallar&a, pues, fundada en la idea siguiente:

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0ar&as bien en mostrarte moderado en tu discurso de oposición, pues te diriges a

 personas que pueden concederte o rehusarte el pr/stamo que has solicitado4 5)s

adelante, cuando lleguemos a abordar el vasto dominio de las restantes funciones

fallidas, podr/ presentaros una numerosa selección de estas pruebas indiciarias

Cuando alguien olvida o, a pesar de todos sus esfuerzos, no retiene sino muydif&cilmente un nombre que, sin embargo, le es familiar, tenemos derecho a suponer que

abriga alg(n resentimiento con el sujeto a que dicho nombre corresponde, y que, por 

tanto, no gusta de pensar en /l $ed, si no, en el ejemplo que sigue la situación ps&quica

en la que el acto fallido se produjo 0Cierto señor se enamoró, sin ser correspondido,

de una muchacha que poco tiempo despu/s contrajo matrimonio con el señor X .unque

conoce a X hace ya mucho tiempo, y hasta tiene con /l relaciones comerciales, olvida

de continuo su nombre, y cuando quiere escribirle tiene que acudir a alguien que se lo

recuerde4 s evidente que no quiere saber nada de su feliz rival 08ich gedacht soll

seiner Gerden4 *tro caso: >na señora pide a su m/dico noticias de una amiga com(n,

 pero al hacerlo la designa con su nombre de soltera, pues ha olvidado por completo el

apellido de su marido Fnterrogada sobre este olvido, declara que ve con disgusto elmatrimonio de su amiga, pues el marido le es profundamente antip)tico

Como m)s adelante hemos de tratar con todo detalle de los numerosos problemas que

suscita el olvido de nombres, nos consagraremos ahora a examinar lo que por el

momento nos interesa m)s especialmente, esto es, la situación ps&quica en la que el

olvido, en general, se produce l olvido de intenciones o propósitos puede atribuirse de

una manera general a la acción de una corriente contraria que se opone a la realización

de los mismos, opinión que no es privativa de los partidarios del psicoan)lisis, sino que

es la que profesa todo el mundo en la vida corriente, aunque luego, en teor&a, se niegue a

admitirla .s&, el personaje que para excusarse ante un demandante alega haber olvidado

su pretensión y la promesa que dio de complacerle, hallar) una completa incredulidad

 por parte del peticionario, el cual pensar) siempre que no quieren cumplirle la promesa

dada . esta concepción del olvido obedece tambi/n que el mismo no nos sea tolerado

en determinadas circunstancias de la vida, en las que la diferencia entre la concepción

 popular y la psicoanal&tica de las funciones fallidas desaparece por completo Fmaginad

una señora que recibiera a sus invitados con estas palabras: 0QCómoR 6ra hoy cuando

usted deb&a venir7 6Creer) usted que hab&a olvidado haberle invitado para hoy74 *

figuraos tambi/n el caso de un joven que tiene que dar explicaciones a su amada por 

haber olvidado acudir a una cita .ntes que confesar tal olvido inventar) los obst)culos

m)s inveros&miles, que despu/s de haberle hecho imposible acudir exactamente a la

hora convenida le han impedido hasta el momento excusarse o dar alguna explicaciónde su ausencia -ampoco en la vida militar exime del castigo la excusa de olvido, cosa

que todos encontramos plenamente justificada $emos, pues, que en determinados casos

se admite por todo el mundo que las funciones fallidas tienen un sentido y se sabe muy

 bien cu)l es /ste 5as siendo as&, 6por qu/ no somos suficientemente lógicos para

ampliar esta manera de ver a las restantes funciones fallidas, sin restricción alguna7

 8aturalmente, tambi/n esto tiene su explicación

Si el sentido que presenta el olvido de propósitos no es dudoso ni aun para los profanos,

no constituir) sorpresa ninguna para vosotros el observar que los poetas utilizan este

acto fallido con la misma intención Aos que hay)is visto representar o hay)is le&do la

obra de B ShaG titulada C/sar y Cleopatra, recordar/is, sin duda, la (ltima escena, en laque C/sar, a punto de partir, se manifiesta preocupado por la idea de un propósito que

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hab&a concebido, pero del que no puede acordarse 3or (ltimo, vemos que tal propósito

era el de despedirse de Cleopatra 3or medio de este pequeño artificio, quiere el poeta

atribuir al gran C/sar una superioridad que no pose&a y a la que /l mismo no aspiró

 jam)s, pues por las fuentes históricas sabemos muy bien que C/sar hab&a hecho venir a

Cleopatra a Moma y que la bella reina habitó en esta ciudad con su hijo Cesarión hasta

el asesinato de C/sar, consumado el cual huyó a otros lugares

Aos casos de olvido de proyectos son, en general, tan claros que no podemos utilizarlos

 para el fin que perseguimos, o sea el de deducir de la situación ps&quica indicios que nos

revelen el sentido de la función fallida .s&, pues, dirigiremos nuestra atención a un acto

fallido, particularmente oscuro y harto equ&voco: la p/rdida de objetos y la

imposibilidad de encontrar aquellos que estamos seguros de haber colocado en alg(n

lugar *s parecer) inveros&mil que nuestra intención desempeñe cierto papel en la

 p/rdida de objetos, accidente que a menudo nos causa gran disgusto+ mas existen

numerosas observaciones como la siguiente: >n joven perdió un l)piz al que ten&a gran

cariño Aa v&spera hab&a recibido de su cuñado una carta que terminaba con las

siguientes palabras: 0.dem)s, no tengo ni ganas ni tiempo de favorecer tu ligereza y tuharaganer&a4 l l)piz era precisamente un regalo de tal cuñado, coincidencia que nos

 permite afirmar que la intención de desembarazarse del objeto perdido hubo de

desempeñar un papel en la p/rdida del mismo Aos casos de este g/nero son muy

frecuentes 3erdemos algo cuando regañamos con aquellos que nos lo han dado y no

queremos ya que nada nos lo recuerde * tambi/n cuando se desvanece el afecto que

ten&amos a tales objetos y queremos reemplazarlos por otros m)s nuevos o mejores .

esta misma actitud con respecto al objeto responde tambi/n el hecho de dejarlo caer,

romperlo o estropearlo 9e este modo, no podemos considerar como una simple

casualidad el que un escolar pierda, rompa o destroce sus objetos de uso corriente, tales

como su reloj o su cartera, la v&spera precisamente del d&a de su cumpleaños

-odo aquel que se haya encontrado con frecuencia en la penosa situación de no poder 

encontrar un objeto que sabe haber colocado en un lugar del que no logra acordarse, se

resistir) a atribuir a una intención cualquiera tan molesto accidente, y, sin embargo, no

son raros los casos en que las circunstancias concomitantes de una p/rdida de este

g/nero revelan una tendencia a alejar provisionalmente o de un modo durable el objeto

de que se trata Citar/ uno de estos casos, que es, quiz), el m)s acabado de todos los

conocidos o publicados hasta el d&a >n joven me contaba, recientemente: 0ace varios

años tuve alg(n disgusto con mi mujer, a la que encontraba demasiado indiferente, y

aunque reconoc&a sus otras excelentes cualidades, viv&amos sin rec&proca ternura >n

d&a, al volver de paseo, me trajo un libro que hab&a comprado por creer que deb&ainteresarme Ae di las gracias por esta muestra de atención y lo guard/, si/ndome

despu/s imposible encontrarlo .s& pasaron varios meses, durante los cuales record/ de

cuando en cuando el libro perdido y lo busqu/ in(tilmente Cerca de seis meses despu/s

enfermó mi madre, a la que yo quer&a much&simo y que viv&a en una casa aparte de la

nuestra 5i mujer fue a su domicilio a cuidarla l estado de la enferma se agravó y dio

ocasión a que mi mujer demostrase lo mejor de s& misma .gradecido y entusiasmado

 por su conducta, regres/ una noche a mi casa y sin intención determinada, pero con

seguridad de son)mbulo, fui a mi mesa de trabajo y abr& uno de sus cajones,

encontrando encima de todo lo que conten&a el extraviado y tan buscado libro4

9esaparecido el motivo de la p/rdida, se hace posible hallar el objeto temporalmente

extraviado

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3udiera multiplicar hasta lo infinito los ejemplos de este g/nero, pero debo imponerme

un l&mite n mi obra titulada 3sicopatolog&a de la vida cotidiana encontrar/is una

abundante casu&stica puesta al servicio del estudio de las funciones fallidas 5as de

todos los an)lisis de estos ejemplos se deduce id/ntica conclusión -odos ellos

demuestran que las funciones fallidas tienen un sentido e indican los medios de llegar al

conocimiento del mismo por el examen de las circunstancias que acompañan suaparición 9ado que nuestro propósito no es, por ahora, sino el de extraer del estudio de

estos fenómenos los elementos de una preparación al psicoan)lisis, he tratado de ser lo

m)s sint/tico posible y sólo me resta hablaros de las observaciones referentes a los actos

fallidos acumulados y combinados y de aquellas otras relativas a la confirmación de

nuestras hipótesis interpretativas por sucesos posteriores Aos actos fallidos acumulados

y combinados constituyen ciertamente la m)s bella floración de su especie Si se hubiera

tratado solamente de mostrar que los actos fallidos pueden tener un sentido, habr&amos

limitado desde un principio a /stos nuestro estudio, pues su sentido es tan evidente que

se impone a la vez a la inteligencia m)s obtusa y al esp&ritu m)s cr&tico

Aa acumulación de las manifestaciones revela una tenacidad muy dif&cil de atribuir alazar, pero que cuadra muy bien con la hipótesis de un designio 3or (ltimo, la

sustitución de determinados actos fallidos por otros nos muestra que lo importante y lo

esencial de los mismos no debe buscarse en su forma ni en los medios de que se sirve

sino en la intención a cuyo servicio est)n, intención que puede ser alcanzada por los m)s

diversos caminos $oy a citaros un caso de olvido repetido: Yones cuenta que por 

razones que ignora, dejó una vez, durante varios d&as, sobre su mesa de despacho una

carta que hab&a escrito 3or fin se decidió a expedirla, pero le fue devuelta por las

oficinas de Correos, pues hab&a olvidado escribir las señas abiendo reparado este

olvido, volvió a echar la carta al correo, pero esta vez olvidó poner el sello -al

repetición del acto fallido le obligó a confesarse que en el fondo no quer&a expedir la

carta de referencia n el caso que a continuación exponemos hallamos combinado un

acto de aprehensión errónea de un objeto con un extravió temporal del mismo >na

señora hizo un viaje a Moma con su cuñado, un c/lebre pintor ste fue muy festejado

 por los alemanes residentes en dicha ciudad, y, entre otros regalos, recibió una antigua

medalla de oro Aa señora observó con disgusto que su cuñado no sab&a apreciar el valor 

de aquel art&stico presente 9&as despu/s llegó a Moma su hermana para reemplazarla al

lado de su marido y ella volvió a su casa .l deshacer la maleta vio con sorpresa que, sin

darse cuenta, hab&a introducido en ella la preciada medalla, e inmediatamente escribió a

su cuñado comunic)ndoselo y anunci)ndole que al d&a siguiente se la restituir&a,

envi)ndosela a Moma

3ero cuando quiso hacerlo halló que la hab&a guardado tan bien, que por m)s que hizo

no le fue posible encontrarla, d)ndose entonces cuenta de lo que significaba su

0distracción4, o sea del deseo de guardar para s& la bella medalla a expuse

anteriormente un ejemplo de combinación de un olvido con un error, ejemplo en el que

el sujeto olvidaba primero una cita, y hall)ndose decidido a no olvidarla otra vez, acud&a

a ella, en efecto, pero a hora distinta de la señalada >n caso totalmente an)logo me ha

sido relatado por el propio sujeto del mismo, un buen amigo m&o que se interesa a la vez

 por las cuestiones cient&ficas y las literarias: 0ace algunos años 1me dijo1 me prest/ a

ser elegido miembro de cierta sociedad literaria creyendo que /sta me ayudar&a a lograr 

fuese representado un drama del que yo era autor, y aunque no me interesaban gran

cosa, asist&a con regularidad a las sesiones que dicha sociedad celebraba todos losviernes ace algunos meses quedó asegurada la representación de uno de mis dramas

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en el teatro ", y desde entonces olvid/ siempre acudir a las referidas sesiones Cuando

le& el libro de usted sobre estas cuestiones, me avergonc/ de mi olvido, reproch)ndome

haber abandonado a mis consocios ahora que ya no necesitaba de ellos, y resolv& no

dejar de asistir a la reunión del viernes siguiente Mecord/ de continuo este propósito

hasta que llegó el momento de realizarlo y me dirig& hacia el domicilio social

.l llegar ante la puerta del salón de actos me sorprendió verla cerrada Aa reunión se

hab&a celebrado ya, y nada menos que dos d&as antes 5e hab&a equivocado de d&a y

hab&a ido en domingo4 Ser&a harto atractivo reunir aqu& otras varias observaciones de

este g/nero mas prefiero limitarme, por ahora, a las ya expuestas y presentaros otros

casos de distinta naturaleza, o sea aquellos en que nuestra interpretación debe esperar a

ser confirmada por sucesos posteriores Aa condición principal de estos casos es,

naturalmente, la de que la situación ps&quica actual nos sea desconocida o se muestre

inaccesible a nuestra investigación 8uestra interpretación no poseer) entonces m)s

valor que el de una simple hipótesis a la que ni aun nosotros mismos podemos conceder 

gran importancia 3ero posteriormente sucede algo que nos muestra cu)n acertada fue

desde un principio nuestra interpretación hipot/tica >na vez me hallaba yo en casa deun matrimonio reci/n casado, y la mujer me contó riendo que al d&a siguiente de su

regreso del viaje de novios hab&a ido a buscar a su hermana soltera para, mientras su

marido se hallaba ocupado en sus negocios, salir con ella de compras como antes de

casada acostumbraba hacerlo 9e repente hab&a visto venir a un señor por la acera

opuesta, y llamando la atención de su hermana, le hab&a dicho: 05ira, ah& va el señor 

A4, olvidando que el tal era su marido desde hac&a algunas semanas .l o&r esto sent& un

escalofr&o, pero por entonces no sospech/ que pudiera constituir un dato sobre el

 porvenir de los cónyuges

.ños despu/s record/ esta pequeña historia cuando supe que el tal matrimonio hab&a

tenido un desdichad&simo fin . 5aeder cuenta que una señora que la v&spera de su

 boda olvidó ir a probarse el traje nupcial y sólo se acordó de que ten&a que hacerlo a las

ocho de la noche, cuando ya la modista desesperaba de poder tener el traje por la

mañana siguiente 5aeder ve una relación entre este hecho y el divorcio de dicha señora

al poco tiempo 3or mi parte conozco a una señora, actualmente separada de su marido,

que aun antes de su divorcio acostumbraba equivocarse y firmar con su nombre de

soltera los documentos referentes a la administración de sus bienes S/ tambi/n de otras

muchas mujeres casadas que en el viaje de novios perdieron su anillo de boda, accidente

al que sucesos posteriores han dado luego una inequ&voca significación xpondr/, por 

(ltimo, un clar&simo ejemplo m)s Cu/ntase que un c/lebre qu&mico alem)n olvidó el

d&a y la hora en que deb&a celebrarse su matrimonio y se encerró en su laboratorio enlugar de acudir a la iglesia n este caso, el interesado obedeció esta advertencia

interior, y content)ndose con una (nica tentativa, continuó soltero hasta su muerte en

edad muy avanzada

Sin duda se os habr) ocurrido pensar que en todos estos ejemplos el acto fallido

equivale a las ominao, presagios a que los antiguos daban tan gran importancia ,

realmente, una gran parte de estos presagios no eran m)s que actos fallidos+ por 

ejemplo, cuando alguien tropezaba o ca&a *tros, sin embargo, ten&an el car)cter de

suceso objetivo y no el de acto subjetivo+ pero no os pod/is figurar hasta qu/ punto se

hace dif&cil determinar si un suceso pertenece a la primera o a la segunda de estas

categor&as Aa acción sabe disfrazarse muchas veces de suceso pasivo Cualquiera denosotros que tenga tras de s& una experiencia algo larga ya de la vida, puede decir que,

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sin duda, se hubiera ahorrado muchas desilusiones y muchas dolorosas sorpresas si

hubiera tenido el valor y la decisión de interpretar los pequeños actos fallidos que se

 producen en las relaciones entre los hombres como signos premonitorios de intenciones

que no le son reveladas 5as la mayor parte de las veces no nos atrevemos a llevar a

cabo tal interpretación, pues tememos caer en la superstición pasando por encima de la

ciencia .dem)s, no todos los presagios se realizan, y cuando comprend)is mejor nuestras teor&as, ver/is que tampoco es necesaria una tan completa realización