Los acuerdos básicos para una transición económica exitosa
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¿EmprEsao nEgocios?
Editorial
Los acuErdos básicos para
una transiciónAlejandro Foxley
La pErsona, tanto En su
individuaLidad como En su
rELacióncon Los dEmás
Paola Delbosco
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EMPRESAP r imave r a 2011
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E m p r e s ainstitucional
Los acuerdos básicos para una transición
alejandro Foxley
“América Latina está viviendo la bonanza de unos precios de materias primas extraordinariamente favorables. Y, por lo tanto, tenemos al alcance de la mano la oportunidad
de convertirnos en economías avanzadas en los próximos diez o quince años”, señala con énfasis Foxley, durante su presentación en el Encuentro Anual de ACDE de este año.
Para el ex ministro de Hacienda y Canciller de la República de Chile, el desafío será cómo llevar adelante un proceso que conlleva riesgos económicos, sociales, políticos e
institucionales, los que enumera y analiza. A partir de allí da forma a una agenda regional y de país que supere a los gobiernos de turno y, con una mirada a largo plazo, que haga foco
en una macroeconomía estable con reglas claras, un superávit estructural del fisco, y una integración regional de abajo hacia arriba con una clara mirada de apertura al mundo.
Finalmente, nos plantea acerca de qué podemos hacer para mejorar la calidad de la política y de las instituciones. Y su respuesta no da lugar a dudas: tener el coraje para
erradicar todas las formas de populismo de la vida política y consensuar acuerdos transversales en los temas básicos. Y concluye: “Una economía de avanzada requiere de
una democracia de avanzada”.
Si uno toma la predicción, aceptada por
cualquier economista o persona influyente
en el mundo económico, de que los próxi-
mos años van a ser de las economías emer-
gentes, la pregunta central que se nos plan-
tea es cuánto de ese beneficio va a quedar
de hecho en América latina, una región -en
general- de ingresos medios.
La transición es mucho más fácil desde paí-
ses de ingresos bajos a medios que de países
de ingresos medios a economías avanzadas.
De hecho, si uno toma estadísticas desde el
año 1960, más del 65 % de los países de ingre-
sos medios no pasaron la frontera para con-
vertirse en economías avanzadas. Puesto en
términos de datos más recientes: en las dos
últimas décadas, solo ocho países han logra-
do pasar de categoría.
Sin embargo, tenemos varios argumentos
para una visión optimista, aunque es vital
alertar acerca de los obstáculos que se pre-
sentarán en el camino.
Proyección de los países a nivel mundial
El Fondo Monetario Internacional realizó
una proyección de los países a nivel mun-
dial hasta 2016. Suponiendo que a esa fecha
habremos hecho las reformas y los cambios
necesarios como para seguir creciendo a una
tasa del 5 % anual, el argumento optimista
señala a cuatro países de Latinoamérica que,
en un plazo de diez a doce años, pasarían el
umbral para convertirse en economías avan-
zadas: Uruguay, Argentina, Chile y México. Por
su parte, Brasil, Colombia y Perú, de acuerdo
a esta proyección, lo lograrían en el término
de quince a veinte años.
¿Cuáles son las razones para este optimis-
mo? Que durante la última crisis, los países
de América Latina manejaron las cosas
mucho mejor, incluso, que los países desa-
rrollados. Hubo una mejor macroeconomía,
no se generaron desequilibrios agudos, y
los bancos y las instituciones financieras,
Alejandro Foxley es Ingeniero químico y Doctor en Economía de la Universidad de Wisconsin. Ha sido profesor en la Universidad de California, en la Universidad de Notre Dame, en el MIT, en la Universidad de Sussex y la Universidad de Oxford. Es miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas de España. Ex ministro de Hacienda (1990/1994). Senador y canciller de la República de Chile (2006/2009). Versión periodística de la presentación realizada en el XIV Encuentro Anual de ACDE (Buenos Aires, Junio de 2011).
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en general, fueron
más prudentes que
en cualquier situa-
ción anterior que
llevó a una crisis en
la región. Se contó
con mecanismos
de autorregulación
más eficaces y ter-
minaron, en la fase
de crisis, con me-
nos activos tóxicos
y, por lo tanto, pa-
rados en un pie fir-
me para enfrentar
lo que nos interesa
hoy día: el período
de poscrisis.
Otro elemento positivo a tener en cuenta
es que el precio de los llamados commodities
sigue alza, en algunos casos creciendo como
en el caso del cobre. En la Argentina han vi-
vido el boom de la soja, con la insaciable de-
manda de China y de otros países del Asia.
Estamos viviendo, entonces, la bonanza de
unos precios de materias primas extraordi-
nariamente favorables. Y por lo tanto, tene-
mos al alcance de la mano la oportunidad
de convertirnos en economías avanzadas en
los próximos diez o quince años.
Los riesgos en el camino al desarrollo
Ahora bien, esto no es automático. Porque
después que se ha recorrido la primera mi-
tad del camino hacia al desarrollo, la segun-
da mitad es mucho más compleja y difícil, e
implica un número mayor de riesgos.
¿Cuáles son esos riesgos que pueden pre-
sentarse en este camino al desarrollo? Voy a
enumerar, rápidamente, algunos de ellos:
víctimas del propio éxitoEl primer riesgo -típico en América latina-
es caer víctimas del propio éxito. Las cosas
están bien, estamos haciendo muy buenos
negocios, la gente está ganando dinero, los
trabajadores tienen buenos reajustes de
remuneraciones, la gente se entusiasma y
compra y compra, y se endeuda con mucha
facilidad con los bancos o con las insti-
tuciones cuasibancarias. Al aumentar el
consumo privado, aumenta el sector de la
construcción, siempre alerta para aprove-
char este empuje, y se comienza a gestar un
boom del sector inmobiliario.
¿Cuál es el riesgo de este conjunto de facto-
res? Que si uno suma una entrada masiva de
capitales, un boom interno de consumo, y un
crecimiento muy rápido del sector inmobilia-
rio, es un cuadro típico potencial de exceso
de demanda interna y creación de una bur-
buja, que en algún momento va a explotar.
Esta historia es muy conocida en nuestros
países; después de pasar unos años de eufo-
ria caemos en depresiones intensas.
Si no manejamos adecuadamente este mo-
mento macroeconómico, y no mostramos
una capacidad verdadera de frenar las ma-
nifestaciones claras de esta poscrisis como,
por ejemplo, la inestabilidad de los precios;
y si el crecimiento nominal de la economía
va mas allá del crecimiento potencial por la
inflación de la demanda, quiere decir que
estamos en una zona de riesgo.
El desafío principal que nuestros países
debemos transitar desde el punto vista ma-
croeconómico es que, después de las estra-
tegia de manejo de crisis con reactivación
económica potente, tenemos que movernos
fluidamente hacia una estrategia de creci-
miento a largo plazo. Si eso no ocurre, pasar
el umbral hacia una economía avanzada en
diez o doce años, tampoco va a darse, y éste
es un desafío muy fundamental.
La trampa de los países de ingresos medios El segundo riesgo es caer en lo que se llama
la “trampa de los países de ingresos me-
dios”. ¿En qué consiste? Tomemos a manera
de ejemplo el caso de Malasia, un país del
este de Asia, región donde se instauró con
más fuerza este concepto. Malasia junto
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Foxley: “No se recorre con éxito la mitad del camino que falta para convertirse
en economía avanzada, si no coexiste con una
buena democracia, transparente, abierta para todos, confiable
y capaz de hacer converger los intereses
emprendedores que toda sociedad tiene latentes y, muchas veces, sin utilizar
adecuadamente”.
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a Tailandia están en el grupo de países de
ingreso per cápita medio. Entre los más
desarrollados se encuentran Japón, Corea y
Singapur, y entre los más pobres: Vietnam,
Camboya y Laos, entre otros.
Pues bien, Malasia crecía al 7% durante dé-
cadas, pero su crecimiento en la crisis fue
negativo, y se pronostica que en los próxi-
mos años no va a ser superior al4 % y pro-
bablemente pueda estar alrededor del 3%.
¿A qué obedece esta merma? Justamente a
la trampa de los países de ingresos medios.
Malasia tiene un sector productivo no
muy distinto del de países como Brasil o
Argentina, con un sector manufacturero
relativamente diversificado pero con una
fuerte concentración de productos manu-
factureros, intensivo en mano de obra, textil
y manufacturas livianas… ¿Qué es lo que
empieza a ocurrir? Al crecer la economía
suben los salarios, y con una cierta presión
inflacionaria, empiezan a perder ventajas
comparativas con Vietnam, Camboya, Laos
y China. Las manufacturas livianas emigran
para dichos países. Ante esta situación, y
viendo que estaban realizando una fuerte
inversión en educación, deciden competir
entonces con Corea, Japón y Singapur.
Y allí aparecen ciertos déficits muy marca-
dos en comparación con dichos países:
• una insuficiente calidad de los recursos
humanos;
• una economía relativamente rutinaria
integrada en una red regional o global
de producción pero sin una suficiente
capacidad de innovación y creatividad
productiva;
• la ausencia de una filosofía empresaria
competitiva.
Hoy, los mejores ingenieros de Malasia
están buscando trabajo y se están yendo
a trabajar en las industrias de tecnología
avanzada de estos países mencionados.
Las economías de América latina estamos
más o menos en los mismos niveles de in-
greso per cápita que Malasia o Tailandia, y
corremos riesgos similares: México y países
de América Central, en competencia de
China en manufacturas livianas, textiles,
etcétera; Brasil y la Argentina, en un rango
más amplio de manufacturas y con una
competencia creciente de productos de Ja-
pón, Corea y sobre todo de China.
Más del 50% de las
empresas industriales
exportadoras de Brasil
ya están sufriendo la
competencia china
y dos tercios de esas
empresas están per-
diendo clientes hacia
estas empresas asiáti-
cas. Por lo tanto, aquí
hay un desafío muy
importante: el riesgo
de no ser capaces de
movernos subiendo
la escala de valor
agregado incluyendo
más tecnología, inno-
vación y educación de
más calidad para competir.
Desfase entre economía e instituciones El tercer riesgo de los países de ingresos me-
dios es que, a veces, la economía crece más
rápido de lo que se perfeccionan las institucio-
nes y tenemos, entonces, un aparato del Es-
tado que se moderniza segmentadamente en
algunos sectores, y una burocracia pesada con
una muy lenta capacidad de reacción.
Un ejemplo de un sector público capaz de
responder rápido, inteligentemente y con
muy buena coordinación, fue el rescate de
los mineros en Chile. Todos los que seguimos
esa historia, dijimos: “acá hay un buen apa-
rato público que es capaz de hacer esto”. Dos
meses después, en el mismo país, hubo un
incendio en una cárcel y murieron ochenta
personas. Ergo, todavía tenemos una larga ta-
rea por hacer para que el sistema institucional
suba hasta ponerse a un estándar compatible
con una economía avanzada.
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Si uno suma una entrada masiva de
capitales, un boom interno de consumo,
y un crecimiento muy rápido del
sector inmobiliario, es un cuadro típico
potencial de exceso de demanda interna
y creación de una burbuja, que en algún
momento va a explotar.
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En nuestros países, desgraciadamente, hay
más corrupción que la que se conoce o la
que parece y ésta atenta, desde luego, en la
confianza en el sistema por parte de quie-
nes quieren poner su capacidad empren-
dedora, ya sean nacionales o extranjeras, y
apostar al largo plazo.
El riesgo de las democracias delegativas El cuarto riesgo está
relacionado con la
baja calidad de la po-
lítica en muchos de
nuestros países. Una
característica relati-
vamente frecuente
en la región es que
las reglas básicas de
manejo de la econo-
mía y también de la
sociedad, son inesta-
bles. ¿A qué obedece
esta tendencia? Tal
vez, porque hay un
sentido del manejo
del poder que excede
el clima necesario
para que todos sien-
tan que tienen un
espacio y que deben y pueden contribuir al
desarrollo del país y de la sociedad.
Para nuestros dirigentes políticos la amenaza
de la pérdida de poder provoca una tendencia
a cambiar las reglas para mantener ese po-
der. En América Latina a este fenómeno se lo
llama “democracia delegativa”. Los gobiernos
electos por la mayoría con una votación clara,
limpia, frente a problemas o dificultades en
que sienten que pueden perder el poder, co-
mienzan a tomar medidas para ampliar esa
esfera de poder, que incluye: plebiscitos; re-
feréndums, o pedidos al pueblo para aceptar
cambiar la constitución o modificar la forma
como funciona el Poder Judicial y acciones
para que la prensa no puede expresarse con
la libertad que requiere una economía abier-
ta, globalizada y una democracia. El resultado
es la existencia de un desequilibrio de pode-
res, que terminan subordinados al Ejecutivo.
Otra muestra de nuestra baja calidad de la
política es la incapacidad que frecuente-
mente tenemos en la región para construir
acuerdos transversales que permitan dar
una estabilidad de largo plazo, al país, y que
permitan, por lo tanto, inducir el salto de
inversión que necesitamos para recorrer la
mitad del camino que falta. Y estos acuerdos
transversales, que deben darse en cuestionas
esenciales, implican diálogo, y escuchar todo
el tiempo que sea necesario al que piensa
diferente, no al que piensa igual.
La agenda poscrisis
Frente a los riesgos expuestos, ¿cuál debiera
ser la agenda de poscrisis de América Lati-
na? O, en otras palabras: ¿qué hacer para
evitar caer en esta trampa de los ingresos
medios y asegurar la continuidad de un
crecimiento alto en el largo plazo? o, ¿cómo
crear las condiciones para un proceso inin-
terrumpido de mejoras de competitividad
en la economía nacional?
El primer punto de la agenda poscrisis con-
lleva tres supuestos sobre los que debemos
coincidir:
• Una macroeconomía estable en el me-
diano y largo plazo con reglas conocidas
por todos y con comportamientos, por lo
tanto, previsibles, sea un gobierno de de-
recha, de centro o de izquierda.
• Un superávit estructural del fisco, eso quie-
re decir asegurarse de que se puede hacer
una política fiscal contracíclica. Para resu-
mir en una palabra, un superávit estructu-
ral a prueba de las oscilaciones del precio
de los commodities o de cualquier factor
inesperado esa meta se ha mantenido.
• Ahorrar las ganancias clínicas por mate-
rias primas, no gastarlas. Esto aumentará
la credibilidad de la gente y la capacidad
de respuesta cuando la economía pudiera
frenar su crecimiento. En Chile creamos
los fondos soberanos en el extranjero
donde esa plata se pone y no se toca. Y
uno de estos fondos es para asegurarnos
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En nuestros países, desgraciadamente,
hay más corrupción que la que se
conoce o la que parece y ésta atenta,
desde luego, en la confianza en el
sistema por parte de quienes quieren
poner su capacidad emprendedora,
ya sean nacionales o extranjeras, y
apostar al largo plazo.
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que cuando la pirámide demográfica se
invierta y el número de personas mayores
aumente fuertemente, vamos a tener una
reserva que pueda suplementar un piso
mínimo de jubilación para todas las per-
sonas que lleguen a la edad de jubilarse.
Proyectarse hacia el mundo y la lección del este asiático
El segundo punto de la agenda poscrisis es
abrazar a la globalización sin complejos. Eso
quiere decir proyectarse hacia el resto del
mundo abriendo la economía, a través de tra-
tados de libre comercio, etcétera. En el caso
de los países en desarrollo, el 65% del benefi-
cio del comercio es por apertura unilateral.
América latina, 51 años después de iniciar el
proceso de integración entre pueblo hermanos,
tiene un comercio interno de 15%, a diferencia
de Europa que ostenta, en un proceso similar
en el tiempo, un 70%. ¿Cuál es el problema?
Creo que la experiencia del este de Asia es
muy rica como ejemplo a seguir. Estos paí-
ses lo que entendieron muy prontamente
es que la integración se hace de abajo hacia
arriba, es decir, las empresas que tenían
ambición buscaban sus socios, preferente-
mente en la región o de países desarrolla-
dos y constituían redes de integración en
la producción fundamental, piezas, partes,
mecanismos de distribución y venta, mejo-
ras de calidad compartidas, etcétera.
Los actores principales de la integración debie-
ran ser las empresas nacionales e internacio-
nales que nos van a ayudar a abrazar la globa-
lización con una buena probabilidad de éxito.
La calidad de los recursos humanos
Y el tercer punto de la agenda está re-
lacionado con la calidad de los recursos
humanos. Aquí voy a dar también un dato
muy telegráfico: si uno ve la prueba PISA
internacional, que mide el rendimiento en
matemática, en ciencia, y en lectura, Argen-
tina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y
Uruguay, se encuentran entre la posición 50
y 65, en el ranking de países. Pensemos que
Corea está 6° lugar, y con ellos vamos a tener
que competir.
Subir del número 50 al, por lo menos, 20
implica todo un esfuerzo creativo, que invo-
lucra a toda la sociedad. Y si uno quiere ha-
cer la integración desde las empresas hacia
arriba deberá involucrar intensamente a las
empresas en un diálogo con los Ministerios
de Educación, con los municipios, con los
proveedores privados de la educación, para
ver cuál es el método de aterrizar los con-
tenidos que sean adecuados para que esa
gente, cuando se incorpora al mercado de
trabajo, haga un aporte a veces pequeño,
para aumentar la productividad, la eficien-
cia y la competitividad en la economía.
En educación superior nos pasa lo mismo,
estamos en el ranking entre 40 y 80, y en
capacidad de innovar, incluso hay algunos
países de la región que se ubican en el nú-
mero 100 ó 110.
La innovación es un proceso de aprendi-
zaje lento en el cual la interacción entre
empresarios, entre empresas nacionales y
extranjeras, entre instituciones públicas y
privadas, es indispensable.
Foxley: “La innovación es un proceso de
aprendizaje lento en el cual la interacción
entre empresarios, entre empresas
nacionales y extranjeras, entre instituciones
públicas y privadas, es indispensable”.
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Estuve observando la experiencia Finlandia
2020. ¿Qué hacen ellos? Juntan a un grupo
de personas, actores importantes del sector
privado y público y del ámbito universita-
rio, y arman un programa de tres semanas:
la primera en China, la segunda en Silicon
Valley y recién la tercera en Helsinki. ¿Por
qué? Porque para globalizarse hay que
aprender desde abajo, de la gente que está
inventando cosas, que está aplicando las
ideas, y del trabajador que se empeña para
mejorar lo que hizo ayer o antes de ayer.
Competitividad: infraestructura + energía
Finalmente, es importante poner el foco de
la agenda en aumentar la competitividad.
América Latina no puede ser competitiva si
no resuelve dos problemas: la integración
en su infraestructura y la integración en el
plano de la energía. El costo de transporte
de una unidad de exportación desde nues-
tra región a Estados Unidos es el doble del
costo de la misma unidad de exportación
desde el Asia al país del Norte, y la diferen-
cia de distancia es francamente enorme. Sin
embargo, ellos han logrado reducir su costo
de transporte en forma muy significativa.
Si no hay integración y conectividad de
transporte y de energía, va a llegar un mo-
mento en que la tasa de crecimiento de la
economía va a encontrar un techo.
Una economía de avanzada requiere de una democracia de avanzada
¿Qué podemos hacer para me-
jorar la calidad de la política y
de las instituciones? Tener el
coraje para erradicar todas las
formas de populismo de la vida
política y consensuar acuerdos
transversales en los temas bá-
sicos.
Una política de acuerdos en las
políticas transversales es un
juego de suma positiva, todos
ganan: los que participaron en el acuerdo,
los que están en el gobierno y los que es-
tán en la oposición, y como en democracia
por definición hay alternancia en el poder,
y como los que están en el poder cuando
pasa el tiempo, siempre se desgastan, el que
tiene mejor posibilidad en la oposición de
llegar al poder, va a ser el que tuvo una po-
sición constructiva y una capacidad de lle-
gar a acuerdos en los temas fundamentales.
¿Por qué esto es tan importante? Porque en
América Latina hay que fortalecer la credi-
bilidad de las instituciones vigentes en una
buena democracia. Lo que necesitamos, a
veces angustiosamente, en la región es más
rigor democrático; eso quiere decir, respetar
siempre las reglas propias de una democra-
cia avanzada, que es aquella concordada
con todos los sectores relevantes, y resistir
con coraje, con capacidad de persuasión, la
tentación de cambiarlas cada vez que hay
una ventaja transitoria de poder.
No se recorre con éxito la mitad del cami-
no que falta para convertirse en economía
avanzada, si no coexiste con una buena
democracia, transparente, abierta para to-
dos, confiable y capaz de hacer converger
los intereses emprendedores que toda so-
ciedad tiene latentes y, muchas veces, sin
utilizar adecuadamente. Una economía de
avanzada requiere de una democracia de
avanzada.
Para nuestros dirigentes políticos la amenaza
de la pérdida de poder provoca una tendencia a cambiar las reglas para mantener ese poder. En
América Latina a este fenómeno se lo llama
“democracia delegativa”.