Los acuerdos básicos para una transición económica exitosa

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203 ¿EMPRESA O NEGOCIOS? Editorial LOS ACUERDOS BáSICOS PARA UNA TRANSICIóN Alejandro Foxley LA PERSONA, TANTO EN SU INDIVIDUALIDAD COMO EN SU RELACIóN CON LOS DEMáS Paola Delbosco EMPRESA Primavera 2011

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En una presentación en el Encuentro Anual de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE), realizado en Buenos Aires, Alejandro Foxley, Presidente de CIEPLAN presentó un documento sobre la experiencia de de varios países para lograr un progreso sostenible: cómo se elaboraron los acuerdos de gobernabilidad, qué problemas tuvieron que enfrentar y cómo superaron los conflictos. “América Latina está viviendo la bonanza de unos precios de materias primas extraordinariamente favorables. Y, por lo tanto, tenemos al alcance de la mano la oportunidad de convertirnos en economías avanzadas en los próximos 10 o 15 años”, señaló Foxley en su presentación.Finalmente, plantea lo que se puede hacer para mejorar la calidad de la política y de las instituciones: tener el coraje para erradicar todas las formas de populismo político y consensuar acuerdos transversales en los temas básicos. Y concluye: “Una economía de avanzada requiere de una democracia de avanzada.

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203

¿EmprEsao nEgocios?

Editorial

Los acuErdos básicos para

una transiciónAlejandro Foxley

La pErsona, tanto En su

individuaLidad como En su

rELacióncon Los dEmás

Paola Delbosco

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E m p r e s ainstitucional

Los acuerdos básicos para una transición

alejandro Foxley

“América Latina está viviendo la bonanza de unos precios de materias primas extraordinariamente favorables. Y, por lo tanto, tenemos al alcance de la mano la oportunidad

de convertirnos en economías avanzadas en los próximos diez o quince años”, señala con énfasis Foxley, durante su presentación en el Encuentro Anual de ACDE de este año.

Para el ex ministro de Hacienda y Canciller de la República de Chile, el desafío será cómo llevar adelante un proceso que conlleva riesgos económicos, sociales, políticos e

institucionales, los que enumera y analiza. A partir de allí da forma a una agenda regional y de país que supere a los gobiernos de turno y, con una mirada a largo plazo, que haga foco

en una macroeconomía estable con reglas claras, un superávit estructural del fisco, y una integración regional de abajo hacia arriba con una clara mirada de apertura al mundo.

Finalmente, nos plantea acerca de qué podemos hacer para mejorar la calidad de la política y de las instituciones. Y su respuesta no da lugar a dudas: tener el coraje para

erradicar todas las formas de populismo de la vida política y consensuar acuerdos transversales en los temas básicos. Y concluye: “Una economía de avanzada requiere de

una democracia de avanzada”.

Si uno toma la predicción, aceptada por

cualquier economista o persona influyente

en el mundo económico, de que los próxi-

mos años van a ser de las economías emer-

gentes, la pregunta central que se nos plan-

tea es cuánto de ese beneficio va a quedar

de hecho en América latina, una región -en

general- de ingresos medios.

La transición es mucho más fácil desde paí-

ses de ingresos bajos a medios que de países

de ingresos medios a economías avanzadas.

De hecho, si uno toma estadísticas desde el

año 1960, más del 65 % de los países de ingre-

sos medios no pasaron la frontera para con-

vertirse en economías avanzadas. Puesto en

términos de datos más recientes: en las dos

últimas décadas, solo ocho países han logra-

do pasar de categoría.

Sin embargo, tenemos varios argumentos

para una visión optimista, aunque es vital

alertar acerca de los obstáculos que se pre-

sentarán en el camino.

Proyección de los países a nivel mundial

El Fondo Monetario Internacional realizó

una proyección de los países a nivel mun-

dial hasta 2016. Suponiendo que a esa fecha

habremos hecho las reformas y los cambios

necesarios como para seguir creciendo a una

tasa del 5 % anual, el argumento optimista

señala a cuatro países de Latinoamérica que,

en un plazo de diez a doce años, pasarían el

umbral para convertirse en economías avan-

zadas: Uruguay, Argentina, Chile y México. Por

su parte, Brasil, Colombia y Perú, de acuerdo

a esta proyección, lo lograrían en el término

de quince a veinte años.

¿Cuáles son las razones para este optimis-

mo? Que durante la última crisis, los países

de América Latina manejaron las cosas

mucho mejor, incluso, que los países desa-

rrollados. Hubo una mejor macroeconomía,

no se generaron desequilibrios agudos, y

los bancos y las instituciones financieras,

Alejandro Foxley es Ingeniero químico y Doctor en Economía de la Universidad de Wisconsin. Ha sido profesor en la Universidad de California, en la Universidad de Notre Dame, en el MIT, en la Universidad de Sussex y la Universidad de Oxford. Es miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas de España. Ex ministro de Hacienda (1990/1994). Senador y canciller de la República de Chile (2006/2009). Versión periodística de la presentación realizada en el XIV Encuentro Anual de ACDE (Buenos Aires, Junio de 2011).

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en general, fueron

más prudentes que

en cualquier situa-

ción anterior que

llevó a una crisis en

la región. Se contó

con mecanismos

de autorregulación

más eficaces y ter-

minaron, en la fase

de crisis, con me-

nos activos tóxicos

y, por lo tanto, pa-

rados en un pie fir-

me para enfrentar

lo que nos interesa

hoy día: el período

de poscrisis.

Otro elemento positivo a tener en cuenta

es que el precio de los llamados commodities

sigue alza, en algunos casos creciendo como

en el caso del cobre. En la Argentina han vi-

vido el boom de la soja, con la insaciable de-

manda de China y de otros países del Asia.

Estamos viviendo, entonces, la bonanza de

unos precios de materias primas extraordi-

nariamente favorables. Y por lo tanto, tene-

mos al alcance de la mano la oportunidad

de convertirnos en economías avanzadas en

los próximos diez o quince años.

Los riesgos en el camino al desarrollo

Ahora bien, esto no es automático. Porque

después que se ha recorrido la primera mi-

tad del camino hacia al desarrollo, la segun-

da mitad es mucho más compleja y difícil, e

implica un número mayor de riesgos.

¿Cuáles son esos riesgos que pueden pre-

sentarse en este camino al desarrollo? Voy a

enumerar, rápidamente, algunos de ellos:

víctimas del propio éxitoEl primer riesgo -típico en América latina-

es caer víctimas del propio éxito. Las cosas

están bien, estamos haciendo muy buenos

negocios, la gente está ganando dinero, los

trabajadores tienen buenos reajustes de

remuneraciones, la gente se entusiasma y

compra y compra, y se endeuda con mucha

facilidad con los bancos o con las insti-

tuciones cuasibancarias. Al aumentar el

consumo privado, aumenta el sector de la

construcción, siempre alerta para aprove-

char este empuje, y se comienza a gestar un

boom del sector inmobiliario.

¿Cuál es el riesgo de este conjunto de facto-

res? Que si uno suma una entrada masiva de

capitales, un boom interno de consumo, y un

crecimiento muy rápido del sector inmobilia-

rio, es un cuadro típico potencial de exceso

de demanda interna y creación de una bur-

buja, que en algún momento va a explotar.

Esta historia es muy conocida en nuestros

países; después de pasar unos años de eufo-

ria caemos en depresiones intensas.

Si no manejamos adecuadamente este mo-

mento macroeconómico, y no mostramos

una capacidad verdadera de frenar las ma-

nifestaciones claras de esta poscrisis como,

por ejemplo, la inestabilidad de los precios;

y si el crecimiento nominal de la economía

va mas allá del crecimiento potencial por la

inflación de la demanda, quiere decir que

estamos en una zona de riesgo.

El desafío principal que nuestros países

debemos transitar desde el punto vista ma-

croeconómico es que, después de las estra-

tegia de manejo de crisis con reactivación

económica potente, tenemos que movernos

fluidamente hacia una estrategia de creci-

miento a largo plazo. Si eso no ocurre, pasar

el umbral hacia una economía avanzada en

diez o doce años, tampoco va a darse, y éste

es un desafío muy fundamental.

La trampa de los países de ingresos medios El segundo riesgo es caer en lo que se llama

la “trampa de los países de ingresos me-

dios”. ¿En qué consiste? Tomemos a manera

de ejemplo el caso de Malasia, un país del

este de Asia, región donde se instauró con

más fuerza este concepto. Malasia junto

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Foxley: “No se recorre con éxito la mitad del camino que falta para convertirse

en economía avanzada, si no coexiste con una

buena democracia, transparente, abierta para todos, confiable

y capaz de hacer converger los intereses

emprendedores que toda sociedad tiene latentes y, muchas veces, sin utilizar

adecuadamente”.

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a Tailandia están en el grupo de países de

ingreso per cápita medio. Entre los más

desarrollados se encuentran Japón, Corea y

Singapur, y entre los más pobres: Vietnam,

Camboya y Laos, entre otros.

Pues bien, Malasia crecía al 7% durante dé-

cadas, pero su crecimiento en la crisis fue

negativo, y se pronostica que en los próxi-

mos años no va a ser superior al4 % y pro-

bablemente pueda estar alrededor del 3%.

¿A qué obedece esta merma? Justamente a

la trampa de los países de ingresos medios.

Malasia tiene un sector productivo no

muy distinto del de países como Brasil o

Argentina, con un sector manufacturero

relativamente diversificado pero con una

fuerte concentración de productos manu-

factureros, intensivo en mano de obra, textil

y manufacturas livianas… ¿Qué es lo que

empieza a ocurrir? Al crecer la economía

suben los salarios, y con una cierta presión

inflacionaria, empiezan a perder ventajas

comparativas con Vietnam, Camboya, Laos

y China. Las manufacturas livianas emigran

para dichos países. Ante esta situación, y

viendo que estaban realizando una fuerte

inversión en educación, deciden competir

entonces con Corea, Japón y Singapur.

Y allí aparecen ciertos déficits muy marca-

dos en comparación con dichos países:

• una insuficiente calidad de los recursos

humanos;

• una economía relativamente rutinaria

integrada en una red regional o global

de producción pero sin una suficiente

capacidad de innovación y creatividad

productiva;

• la ausencia de una filosofía empresaria

competitiva.

Hoy, los mejores ingenieros de Malasia

están buscando trabajo y se están yendo

a trabajar en las industrias de tecnología

avanzada de estos países mencionados.

Las economías de América latina estamos

más o menos en los mismos niveles de in-

greso per cápita que Malasia o Tailandia, y

corremos riesgos similares: México y países

de América Central, en competencia de

China en manufacturas livianas, textiles,

etcétera; Brasil y la Argentina, en un rango

más amplio de manufacturas y con una

competencia creciente de productos de Ja-

pón, Corea y sobre todo de China.

Más del 50% de las

empresas industriales

exportadoras de Brasil

ya están sufriendo la

competencia china

y dos tercios de esas

empresas están per-

diendo clientes hacia

estas empresas asiáti-

cas. Por lo tanto, aquí

hay un desafío muy

importante: el riesgo

de no ser capaces de

movernos subiendo

la escala de valor

agregado incluyendo

más tecnología, inno-

vación y educación de

más calidad para competir.

Desfase entre economía e instituciones El tercer riesgo de los países de ingresos me-

dios es que, a veces, la economía crece más

rápido de lo que se perfeccionan las institucio-

nes y tenemos, entonces, un aparato del Es-

tado que se moderniza segmentadamente en

algunos sectores, y una burocracia pesada con

una muy lenta capacidad de reacción.

Un ejemplo de un sector público capaz de

responder rápido, inteligentemente y con

muy buena coordinación, fue el rescate de

los mineros en Chile. Todos los que seguimos

esa historia, dijimos: “acá hay un buen apa-

rato público que es capaz de hacer esto”. Dos

meses después, en el mismo país, hubo un

incendio en una cárcel y murieron ochenta

personas. Ergo, todavía tenemos una larga ta-

rea por hacer para que el sistema institucional

suba hasta ponerse a un estándar compatible

con una economía avanzada.

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Si uno suma una entrada masiva de

capitales, un boom interno de consumo,

y un crecimiento muy rápido del

sector inmobiliario, es un cuadro típico

potencial de exceso de demanda interna

y creación de una burbuja, que en algún

momento va a explotar.

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En nuestros países, desgraciadamente, hay

más corrupción que la que se conoce o la

que parece y ésta atenta, desde luego, en la

confianza en el sistema por parte de quie-

nes quieren poner su capacidad empren-

dedora, ya sean nacionales o extranjeras, y

apostar al largo plazo.

El riesgo de las democracias delegativas El cuarto riesgo está

relacionado con la

baja calidad de la po-

lítica en muchos de

nuestros países. Una

característica relati-

vamente frecuente

en la región es que

las reglas básicas de

manejo de la econo-

mía y también de la

sociedad, son inesta-

bles. ¿A qué obedece

esta tendencia? Tal

vez, porque hay un

sentido del manejo

del poder que excede

el clima necesario

para que todos sien-

tan que tienen un

espacio y que deben y pueden contribuir al

desarrollo del país y de la sociedad.

Para nuestros dirigentes políticos la amenaza

de la pérdida de poder provoca una tendencia

a cambiar las reglas para mantener ese po-

der. En América Latina a este fenómeno se lo

llama “democracia delegativa”. Los gobiernos

electos por la mayoría con una votación clara,

limpia, frente a problemas o dificultades en

que sienten que pueden perder el poder, co-

mienzan a tomar medidas para ampliar esa

esfera de poder, que incluye: plebiscitos; re-

feréndums, o pedidos al pueblo para aceptar

cambiar la constitución o modificar la forma

como funciona el Poder Judicial y acciones

para que la prensa no puede expresarse con

la libertad que requiere una economía abier-

ta, globalizada y una democracia. El resultado

es la existencia de un desequilibrio de pode-

res, que terminan subordinados al Ejecutivo.

Otra muestra de nuestra baja calidad de la

política es la incapacidad que frecuente-

mente tenemos en la región para construir

acuerdos transversales que permitan dar

una estabilidad de largo plazo, al país, y que

permitan, por lo tanto, inducir el salto de

inversión que necesitamos para recorrer la

mitad del camino que falta. Y estos acuerdos

transversales, que deben darse en cuestionas

esenciales, implican diálogo, y escuchar todo

el tiempo que sea necesario al que piensa

diferente, no al que piensa igual.

La agenda poscrisis

Frente a los riesgos expuestos, ¿cuál debiera

ser la agenda de poscrisis de América Lati-

na? O, en otras palabras: ¿qué hacer para

evitar caer en esta trampa de los ingresos

medios y asegurar la continuidad de un

crecimiento alto en el largo plazo? o, ¿cómo

crear las condiciones para un proceso inin-

terrumpido de mejoras de competitividad

en la economía nacional?

El primer punto de la agenda poscrisis con-

lleva tres supuestos sobre los que debemos

coincidir:

• Una macroeconomía estable en el me-

diano y largo plazo con reglas conocidas

por todos y con comportamientos, por lo

tanto, previsibles, sea un gobierno de de-

recha, de centro o de izquierda.

• Un superávit estructural del fisco, eso quie-

re decir asegurarse de que se puede hacer

una política fiscal contracíclica. Para resu-

mir en una palabra, un superávit estructu-

ral a prueba de las oscilaciones del precio

de los commodities o de cualquier factor

inesperado esa meta se ha mantenido.

• Ahorrar las ganancias clínicas por mate-

rias primas, no gastarlas. Esto aumentará

la credibilidad de la gente y la capacidad

de respuesta cuando la economía pudiera

frenar su crecimiento. En Chile creamos

los fondos soberanos en el extranjero

donde esa plata se pone y no se toca. Y

uno de estos fondos es para asegurarnos

E m p r e s ainstitucional

En nuestros países, desgraciadamente,

hay más corrupción que la que se

conoce o la que parece y ésta atenta,

desde luego, en la confianza en el

sistema por parte de quienes quieren

poner su capacidad emprendedora,

ya sean nacionales o extranjeras, y

apostar al largo plazo.

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que cuando la pirámide demográfica se

invierta y el número de personas mayores

aumente fuertemente, vamos a tener una

reserva que pueda suplementar un piso

mínimo de jubilación para todas las per-

sonas que lleguen a la edad de jubilarse.

Proyectarse hacia el mundo y la lección del este asiático

El segundo punto de la agenda poscrisis es

abrazar a la globalización sin complejos. Eso

quiere decir proyectarse hacia el resto del

mundo abriendo la economía, a través de tra-

tados de libre comercio, etcétera. En el caso

de los países en desarrollo, el 65% del benefi-

cio del comercio es por apertura unilateral.

América latina, 51 años después de iniciar el

proceso de integración entre pueblo hermanos,

tiene un comercio interno de 15%, a diferencia

de Europa que ostenta, en un proceso similar

en el tiempo, un 70%. ¿Cuál es el problema?

Creo que la experiencia del este de Asia es

muy rica como ejemplo a seguir. Estos paí-

ses lo que entendieron muy prontamente

es que la integración se hace de abajo hacia

arriba, es decir, las empresas que tenían

ambición buscaban sus socios, preferente-

mente en la región o de países desarrolla-

dos y constituían redes de integración en

la producción fundamental, piezas, partes,

mecanismos de distribución y venta, mejo-

ras de calidad compartidas, etcétera.

Los actores principales de la integración debie-

ran ser las empresas nacionales e internacio-

nales que nos van a ayudar a abrazar la globa-

lización con una buena probabilidad de éxito.

La calidad de los recursos humanos

Y el tercer punto de la agenda está re-

lacionado con la calidad de los recursos

humanos. Aquí voy a dar también un dato

muy telegráfico: si uno ve la prueba PISA

internacional, que mide el rendimiento en

matemática, en ciencia, y en lectura, Argen-

tina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y

Uruguay, se encuentran entre la posición 50

y 65, en el ranking de países. Pensemos que

Corea está 6° lugar, y con ellos vamos a tener

que competir.

Subir del número 50 al, por lo menos, 20

implica todo un esfuerzo creativo, que invo-

lucra a toda la sociedad. Y si uno quiere ha-

cer la integración desde las empresas hacia

arriba deberá involucrar intensamente a las

empresas en un diálogo con los Ministerios

de Educación, con los municipios, con los

proveedores privados de la educación, para

ver cuál es el método de aterrizar los con-

tenidos que sean adecuados para que esa

gente, cuando se incorpora al mercado de

trabajo, haga un aporte a veces pequeño,

para aumentar la productividad, la eficien-

cia y la competitividad en la economía.

En educación superior nos pasa lo mismo,

estamos en el ranking entre 40 y 80, y en

capacidad de innovar, incluso hay algunos

países de la región que se ubican en el nú-

mero 100 ó 110.

La innovación es un proceso de aprendi-

zaje lento en el cual la interacción entre

empresarios, entre empresas nacionales y

extranjeras, entre instituciones públicas y

privadas, es indispensable.

Foxley: “La innovación es un proceso de

aprendizaje lento en el cual la interacción

entre empresarios, entre empresas

nacionales y extranjeras, entre instituciones

públicas y privadas, es indispensable”.

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Estuve observando la experiencia Finlandia

2020. ¿Qué hacen ellos? Juntan a un grupo

de personas, actores importantes del sector

privado y público y del ámbito universita-

rio, y arman un programa de tres semanas:

la primera en China, la segunda en Silicon

Valley y recién la tercera en Helsinki. ¿Por

qué? Porque para globalizarse hay que

aprender desde abajo, de la gente que está

inventando cosas, que está aplicando las

ideas, y del trabajador que se empeña para

mejorar lo que hizo ayer o antes de ayer.

Competitividad: infraestructura + energía

Finalmente, es importante poner el foco de

la agenda en aumentar la competitividad.

América Latina no puede ser competitiva si

no resuelve dos problemas: la integración

en su infraestructura y la integración en el

plano de la energía. El costo de transporte

de una unidad de exportación desde nues-

tra región a Estados Unidos es el doble del

costo de la misma unidad de exportación

desde el Asia al país del Norte, y la diferen-

cia de distancia es francamente enorme. Sin

embargo, ellos han logrado reducir su costo

de transporte en forma muy significativa.

Si no hay integración y conectividad de

transporte y de energía, va a llegar un mo-

mento en que la tasa de crecimiento de la

economía va a encontrar un techo.

Una economía de avanzada requiere de una democracia de avanzada

¿Qué podemos hacer para me-

jorar la calidad de la política y

de las instituciones? Tener el

coraje para erradicar todas las

formas de populismo de la vida

política y consensuar acuerdos

transversales en los temas bá-

sicos.

Una política de acuerdos en las

políticas transversales es un

juego de suma positiva, todos

ganan: los que participaron en el acuerdo,

los que están en el gobierno y los que es-

tán en la oposición, y como en democracia

por definición hay alternancia en el poder,

y como los que están en el poder cuando

pasa el tiempo, siempre se desgastan, el que

tiene mejor posibilidad en la oposición de

llegar al poder, va a ser el que tuvo una po-

sición constructiva y una capacidad de lle-

gar a acuerdos en los temas fundamentales.

¿Por qué esto es tan importante? Porque en

América Latina hay que fortalecer la credi-

bilidad de las instituciones vigentes en una

buena democracia. Lo que necesitamos, a

veces angustiosamente, en la región es más

rigor democrático; eso quiere decir, respetar

siempre las reglas propias de una democra-

cia avanzada, que es aquella concordada

con todos los sectores relevantes, y resistir

con coraje, con capacidad de persuasión, la

tentación de cambiarlas cada vez que hay

una ventaja transitoria de poder.

No se recorre con éxito la mitad del cami-

no que falta para convertirse en economía

avanzada, si no coexiste con una buena

democracia, transparente, abierta para to-

dos, confiable y capaz de hacer converger

los intereses emprendedores que toda so-

ciedad tiene latentes y, muchas veces, sin

utilizar adecuadamente. Una economía de

avanzada requiere de una democracia de

avanzada.

Para nuestros dirigentes políticos la amenaza

de la pérdida de poder provoca una tendencia a cambiar las reglas para mantener ese poder. En

América Latina a este fenómeno se lo llama

“democracia delegativa”.