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El Colegio de Michoacán, A.C.Centro de Estudios Arqueológicos La Piedad, Michoacán.
EL COLEGIO DE MICHOACÁN, A.C.
‘Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera cultural”
Tesis que para obtener el grado de Maestra en Arqueología
Presenta:
Arqlga. Lizbeth Pérez Alvarez
Director de Tesis:Mtro. Efraín Cárdenas García
Lectores:Mtro. Carlos Castañeda López Mtra. Eugenia Fernández-V. Medina Mtro. Armando Nicolau Romero
Agosto 2010.
Índice general
AgradecimientosIntroducciónCapítulo I. El Marco de los análisis espaciales para la interpretación culturalLos patrones de asentamiento Arqueología Espacial Arqueología del Paisaje
i1
11243033
Capítulo II. Modelos explicativos en torno a la historia prehispánica del Bajío11.1. Las periodificaciones
Tradición Chupícuaro Desarrollo local Despoblamieto Repoblamiento
11.2. Principales propuestas sobre las dinámicas regionales ChupícuaroProvincias cerámicas Unidades Político-Territoriales Relación/no relación con Teotihuacan
Capítulo III. Planteamiento de la investigaciónIII.1. Antecedentes y justificación del tema In.2. Problemática e hipótesis In.3. Objetivos y metodología
37373940434445 45474850
53586984
Capítulo IV. Marco geográfico y reconocimiento y descripción de sitios 87IV.1. Situación geográfica 87IV.2. Reconocimiento y descripción de sitios 94
A) Criterios de los que se parte para la delimitación del área y estudioy análisis de los sitios 94
B) Descripción de sitios 981. Sitios de la Tradición de los patios hundidos 992. Sitios con juego de pelota 100
3. Sitios con terraceo habitacional4. Sitios terraceados considerados defensivos o ceremoniales 104
102
Capítulo V. Caracterización de sitios: elementos para la 131 reconstrucción de la dinámica sociocultural abajeña.V.1. La cerámica 131V.2. Los movimientos poblacionales 145V.3. ¿Sitios rituales o defensivos? 156V.4. Correlación de elementos, ¿es el Río Turbio una frontera cultural? 158
Ribliografía 169
Índice de Figuras
Figura 1 Ubicación del Bajío
Figura 2 Mapa de recursos
Figura 3 Cuencas hidrológicas de Guanajuato
Figura 4 Mapa de Clasificación de sitios por rasgos
arquitectónicos
Figura 5 Peralta, sitio 24
Figura 6 Plazuelas, sitio 4
Figura 7 Sitio San José de Mendoza
Figura 8 Nogales, sitio 7
Figura 9 Cerro Pinos, sitio 8
Figura 10 Magallanes, sitio 9.
Figura 11 Viejo Cuerámaro, sitio 10
Figura 12 Palo amarillo
Figura 13 Cazahuate
Figura 14 Sitio La Mina
Figura 15 La vista desde el norte de La Mina
Figura 16 Muros de contención escalonados, el material es cantera
Figura 17 Altos muros de laja franqueando accesos
Figura 18 Patrones en “L”
Figura 19 Restos de cuartos en los actuales ecuaros
Figura 20 Tiestos observados in situ, negro sobre naranja
Figura 21 Pieza del Museo de Abasolo, olla globular negro sobre
naranja
Figura 22 Tiestos observados in situ, negativo
Figura 23 Pieza del Museo de Abasolo, cajete con base en pedestal,
negativo
Figura 24 Tiestos observados in situ, café inciso
Figura 25 Pieza del Museo de Abasolo, olla silueta compuesta, café
inciso
Figura 26 Tiestos observados in situ, negro sobre naranja
Figura 27 Pieza del Museo de Abasolo, olla silueta compuesta,
negro sobre naranja
Figura 28 Tiestos observados in situ, rojo pulido
Figura 29 Pieza del Museo de Abasolo, copa con base acanalada
rojo pulido
Figura 30 Secuencia de pisos quemados
Figura 31 Cerro Huizátaro, sitio 12
Figura 32 Cerrito de Cristo Rey, sitio 13
Figura 33 Los Metates, sitio 14
Figura 34 Cerro de la Cruz, sitio 15
Figura 35 Los Gatos, sitio 16
Figura 36 Mesa del Timbre, sitio 17
Figura 37 Los Edificios, sitio 28
Figura 38 Esferas de Interacción
Figura 39 Cajete con base en pedestal calada
Figura 40 Distribución del blanco levantado, según Brambila y
Figura 41 Crespo
Figura 42 Cajete con base anular al negativo
Figura 43 Distribución del café inciso pulido, según Brambila y
Figura 44 Crespo
Figura 45 Olla café inciso
Negro sobre anaranjado
Tabla con los tipos característicos en el suroeste de
Guanajuato
A mi Sofía
Agradecimientos
Esta investigación se realizó gracias al Fideicomiso Felipe Teixidor, Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), y al Colegio de Michoacán,
A.C., a todas estas instancias gracias por la beca otorgada durante el
transcurso de mis estudios de maestría, y gracias a lo cual este trabajo pudo
llevarse a cabo.
Quiero agradecer infinitamente a mi director de tesis, Ej^aín
Cárdenas García, por su invaluable apoyo en todos los sentidos, por ser
maestro, jefe y amigo, gracias por ser una motivación para todos los que le
rodeamos, por sus enseñanzas y también por su gran paciencia y soporte
para que esto saliera adelante. Gracias porque en todos estos años he
contado con sus regaños y con su amistad, y me ha permitido estar muy
cerca de la arqueología.
Agradezco al Mtro. Carlos Castañeda, porque desde que nos
conocemos ha compartido un sinfín de enseñanzas, haciendo que valore
desde distintas perspectivas el quehacer arqueológico, desde lo académico
hasta lo social; y porque en su casa y su mesa siempre fuimos bien recibidos.
Gracias también por todas las observaciones realizadas a este trabajo,
porque con su ayuda sin duda podrá perfeccionarse la investigación.
A los grandes arqueólogos que aceptaron leer este trabajo para
“despedazarlo”^Eugenia Fernández V. y Armando Nicoalu. Muchas gracias
por sus comentarios, sugerencias, regaños^ pero sobre todo gracias por
hacer realmente arqueología y compartir con nosotros sus conocimientos.
Gracias a todos los maestros del Centro de Estudios Arqueológicos de
El Colegio de Michoacán, a Agapi, a Antonieta, a Verenice, al Dr. Williams,
al Dr. Weigand. Gracias por su tiempo y por todos los libros
prestados^Agradezco a todas las personas del COLMICH involucradas para
que este trabajo pudiera presentarse, y porque siempre que lo necesité me
ayudaron en diferentes aspectos: Lupita, Diana, Tulio, Juanjo^
II
Mi más sincero agradecimiento a mis queridos amigos Josué
Márquez Sifuentes y Ramiro Aguayo Haro, con quienes he compartido a
través de los años gratas experiencias y difíciles momentos, desde largas
horas de pláticas y risas hasta el miedo a los regaños del jefe^Muchas
gracias porque nuestra amistad y cariño se han fortalecido, y siempre
contaré con ustedes, y siempre contarán conmigo.
Muchas gracias a Anyul Cuéllar López (Anyulita) porque es mi gran
apoyo incondicional desde hace 14 años, en todo momento y en toda
circunstancia^Gracias por estar aquí Anyul^ por tus consejos, por tu
hospitalidad^ por ser mi amiga. A Ruth Ortega Rivera, Armando Trujillo y
Rodrigo Esparza, muchas gracias por enseñarme a disfrutar más de la vida,
a reír más y llorar menos. Reciban un gran abrazo y todo mi cariño
siempre.
Quiero agradecer a mis grandes amigas de La Piedad: María Elena
Alvarado, Verónica Mora y Marisela García. Porque a pesar de la distancia
no me olvidan, y porque cuando estuve allá siempre conté con ellas^ recibí
su apoyo y compañía desde el momento en que llegué, un 1 de abril de 2002.
Gracias a Mary también por involucrarse en esto y sacarme de varios
apuros con los trámites a distancia.
Gracias al Mtro. Gerardo Fernández, por el gran apoyo que de él
recibí para realizar este trabajo, agradezco su comprensión, su amistad y
las largas discusiones sobre arqueología, que sin duda han contribuido a mi
formación profesional.
Un especial reconocimiento a mi familia, porque el gran cariño que le
tienen a Sofi ayudó a concentrarme para terminar este trabajo.
Finalmente, quiero agradecer infinitamente a Sofía, a mi mamá y a
Gabo, porque por ellos decidí concluir esta investigación, y porque han
soportado todo con tal de que esto sucediera^Gracias por ser mis alas y por
ser mi ancla también.
III
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
INTRODUCCIÓN
Desde que se empezara en la antropología de los años treinta a hablar
formalmente de patrones de asentamiento, los estudios arqueológicos dieron
un gran salto, pasando del simple rastreo de la difusión de rasgos culturales
hacia el aporte que daba la investigación de los procesos de formas de vida de
culturas y pueblos enteros. Este nuevo enfoque se vio reflejado
principalmente en la segunda mitad del siglo XX, en donde aparecieron
diversas escuelas que hacían referencia al estudio de los asentamientos,
siempre desde la óptica de sus antecedentes. Entre estas escuelas se
encuentran la arqueología de asentamientos, la arqueología espacial y la
arqueología del paisaje, como las más representativas de esta línea de
investigación.
Aún con importantes avances en este campo, los patrones de
asentamiento han sido también blanco de una crítica constante por la poca
profundidad que se atañe a sus resultados. Debemos sin embargo, hacer una
línea entre un análisis espacial y lo que es meramente un recorrido de
superficie para el registro de sitios, puesto que comúnmente se incurre en
semejar las dos tareas, aún por quienes lo realizan. El recorrido de superficie
debe ser el primer paso de un estudio de asentamientos, debe ser la puerta
que abra nuevas problemáticas que deben ser tratadas más a fondo. Una de
las investigaciones pioneras al respecto fue la realizada por Julian Steward en
los años treinta con los indios Pueblo, misma que sirvió de referencia para
que posteriormente Willey lograra en el Valle del Virú, Perú, uno de los
trabajos más representativos de los patrones de asentamiento en la
arqueología. Posteriormente, Flannery -en Oaxaca- y Sanders -en la cuenca
de México-, efectúan estudios de patrones de asentamiento también, los que
han servido de ejemplo para abordar posteriormente temas semejantes en el
país.
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
La práctica arqueológica en México ha superado un periodo largo en
donde los objetivos de las investigaciones eran por lo regular tipologías
cerámicas o la restauración de grandes estructuras. Nos encontramos ahora
en una etapa en la que abundan los estudios sobre procesos y eventos y en qué
medida estos impactan en distintos niveles. A este respecto, los estudios
espaciales sin duda han contribuido en gran medida, ya que se buscan
evidencias de acontecimientos tanto a nivel sitio como a nivel panregional. La
historia que ha seguido el estudio de los patrones de asentamiento se ha
abordado en esta tesis de manera general (Capítulo I), con el fin de analizar
la secuencia que se ha seguido en las problemáticas de la arqueología, muchas
de las cuales sin duda descansan sobre las corrientes teóricas de la
antropología. El recorrido que se hace por los distintos enfoques y las
distintas escuelas es con el fin de ubicar mejor nuestra postura, así como el
nivel de la investigación en el que estamos. Aunque sin duda partimos de
datos generales de superficie, su correcto análisis da nuevos giros a las
interpretaciones, las que abren nuevas perspectivas a la serie de
problemáticas hasta ahora identificadas.
Es a partir de los recorridos de superficie que recientemente se
abordan temas más concretos en la arqueología del Bajío, la que se ha visto
beneficiada en las últimas dos décadas por proyectos tanto de prospección
como de exploración y que han colocado a esta región como un importante
emisor y receptor de tradiciones culturales desde la época prehispánica. Sin
olvidar que después de la conquista fue escenario también de algunos de los
acontecimientos históricos más relevantes del país. Esto nos habla de la
trascendencia que ha tenido el Bajío como partícipe de la historia, tal vez por
su ubicación de enlace entre el centro y el norte, tal vez por factores naturales
como su fértil tierra y las minas, o por el medio que ofrecían sus ríos, tanto
para la sobrevivencia como para las comunicaciones.
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
La historia prehispánica del Bajío ha ido escribiéndose a cuentagotas,
poco conocemos de cómo estas sociedades estaban organizadas, aunque lo
que sí es evidente es su alta jerarquización tanto a nivel región como a nivel
intra sitio. Lo que se revela es una compleja región, que sirvió como zona de
confluencia y de paso para importantes culturas mesoamericanas y del norte
del país, lo que deriva en una gran heterogeneidad de rasgos e influencias, que
se ven reflejadas en una enorme cantidad de asentamientos, haciendo de esta
región una de las más habitadas de la época prehispánica. Pero se requiere de
evidencias más claras sobre por ejemplo las cuestiones económicas y aspectos
más profundos de la ideología, aunque existen también a la fecha propuestas
concretas basadas en análisis arquitectónicos sobre las formas de
organización que al parecer fueron las más difundidas.
En el Capítulo II se exponen las propuestas más difundidas sobre la
secuencia cultural en el Bajío. El periodo considerado de mayor auge en esta
región es el Clásico, caracterizado arquitectónicamente por la Tradición de los
patios hundidos (Cárdenas, 1999) y registrado en aproximadamente 179 sitios
(ibídem). Los sitios pertenecientes a esta tradición se caracterizan además por
un patrón de asentamiento en el que se percibe su estructuración socio-
política, la que al parecer estaba configurada en lo que Crespo (1992) llamó
Unidades Político-Territoriales, y que consisten en un centro rector y varios
sitios menores dispuestos en torno a este, probablemente con una
dependencia económica y política del centro. Esta tradición, posiblemente
heredera de Chupícuaro, tuvo continuidad hasta el Epiclásico, según los datos
analizados procedentes del sitio Peralta, uno de los centros de poder más
grandes y notorios de la región.
El rasgo arquitectónico del patio hundido asociado a montículos se
encuentra presente en una gran cantidad de asentamientos en el Bajío, por lo
que se considera que su origen es meramente local, y cuya manifestación tuvo
su mayor auge en el Clásico. Sin embargo, hasta ahora desconocemos porqué
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
se abandonaron estos asentamientos, presumiblemente hacia el Epiclásico,
periodo en el que además aparecen nuevos asentamientos en la región, como
Plazuelas y Zaragoza (hacia el suroeste del Bajío), cuya principal característica
arquitectónica es la presencia del juego de pelota. Considero que estos sitios
no pertenecen a la tradición abajeña de los patios hundidos (aún cuando en
Plazuelas existe una estructura que pudiera asociarse), y que son influencias
alóctonas, o definitivamente, asentamientos producto de migraciones.
Contrario a la creencia del Bajío como una región homogénea
caracterizada por la presencia de Unidades Político-Territoriales1 y patios
hundidos, se han identificado una serie de asentamientos con características
distintas, que complejizan las interpretaciones que hasta ahora se habían
hecho. Esta investigación se originó cuando se comienza a analizar el sitio de
La Mina, en Abasolo, Gto. Este asentamiento se encuentra muy cerca de la
tradición de los patios hundidos, sin embargo sobresale en el paisaje por los
rasgos tan distintos al patrón que se observa en el entorno -siendo esta
particularidad su total emplazamiento sobre un cerro de laderas abruptas, al
contrario de la tradición local que se ubica en planicies y laderas bajas-.
Inicialmente consideré que este sitio era único en la región, dadas sus
características constructivas y de ubicación. La Mina sería entonces el foco de
la investigación, con dos posibles hipótesis: 1. Se trata de un enclave con fines
comerciales; y 2. La magnitud y características del sitio nos hablan de su
posible importancia regional, siendo así podríamos decir que ni las UPTs ni
los patios hundidos son las formas que rigen en la región.
Sin embargo, la consulta de la información disponible sobre los
antecedentes regionales me llevó a otras consideraciones. Los proyectos de
prospección de superficie Gasoducto Tramo Salamanca-Degollado (Sánchez y
Zepeda, 1981) y Atlas Arqueológico de Guanajuato (Cárdenas 1988)
En adelante UPTs.
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
registraron algunos asentamientos que presentaban características sobre todo
defensivas -como La Mina-, aunque ambos proyectos les asignaron una
temporalidad del Clásico y los asociaron a los poderíos locales, caracterizados
arquitectónicamente por los patios hundidos.
El rastreo de los sitios en fotografía aérea orientó la investigación hacia
una nueva perspectiva: además de la existencia de una serie de sitios
posiblemente defensivos, estos se ubican principalmente en la vertiente del
Turbio, en las sierras de Pénjamo y Abasolo y en Cerro El Veinte, en Irapuato,
Gto. Considerando que hasta ahora se piensa en las UPTs y los patios
hundidos como las formas generalizadas de asentamiento en el Bajío, la
distinción de un área geográfica con diferentes rasgos tendrá que modificar en
alguna medida las propuestas realizadas. Justamente uno de los temas más
complicados en la arqueología es la construcción de regiones^ Por lo regular
no se toma en cuenta la diversidad de rasgos que puedan existir en un mismo
espacio geográfico, y clasificamos bajo una misma perspectiva una serie de
elementos que pudieran estar indicando una gran heterogeneidad regional.
La configuración del Bajío como región se hace desde la perspectiva
medioambiental, pero la diversidad de elementos culturales parece indicar
más bien la confluencia de distintas manifestaciones e influencias. Por tanto
que, la construcción regional, no solamente tendría que obedecer a la óptica
geográfica, sino también a consideraciones diacrónicas. Este tema se aborda
en el Capítulo III, en donde se discuten los principales parámetros sobre los
que gira la investigación, como son los patrones de asentamiento y los
conceptos de región y frontera.
Antes se habló sobre la vertiente del Turbio como un espacio
caracterizado por un patrón de asentamiento y arquitecturas distintas al
patrón que rige en el entorno. Estos sitios, emplazados sobre complejos
sistemas de terrazas, parecen tener un carácter defensivo; pero además
difieren entre ellos en aspectos como el sistema constructivo o algunos
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
elementos arquitectónicos. Esta variedad de rasgos sugieren por un lado, una
filiación entre los sitios posiblemente distinta, y por otro, el patrón de
asentamiento de la vertiente del Turbio evidencia un mismo acontecimiento,
que derivó en una manifestación arquitectónica concreta. Esto además se
suma a su significativa concepción como zona fronteriza entre importantes
desarrollos culturales, como son Teuchitlán hacia occidente, la Tradición de
los patios hundidos hacia el oriente, al norte asentamientos más relacionados
con el septentrión como es el Cóporo, y hacia el sur el complejo y diverso
espacio de Michoacán. La ubicación del Turbio con estas culturas es en
realidad muy próxima, y de hecho en las serranías ubicadas a ambos lados de
su vertiente aún se encuentran manifestaciones de estos desarrollos.
Es justamente esta doble función de frontera y zona de confluencia lo
que ha motivado esta investigación, ya que por un lado pudiera considerarse
al Turbio como un espacio donde confluyen manifestaciones de las distintas
tradiciones que lo rodean, y por otro es también aquí en donde estos ecos
culturales encuentran una especie de límite, sin que con esto me refiere a una
delimitación tajante. Sabemos que lo sociocultural no obedece a líneas, ni se
puede tampoco hacer una delimitación exacta de difusión de rasgos. Aún esto,
utilizamos el concepto de “frontera”, el que se justifica dado que el sentido en
que se trata es desde la perspectiva que considera a las fronteras como puntos
de reunión y de confluencia, y no como una línea exacta. Entonces, la
pregunta central de esta investigación es:
Pregunta central:
¿Puede considerarse el Río Turbio como una frontera cultural en la
historia prehispánica del Bajío?
Este cuestionamiento tiene implicaciones cronológicas también,
puesto que la concepción “frontera cultural” hace alusión a eventos, como
son la difusión de rasgos, la perdurabilidad de tradiciones y la inclusión de
nuevos componentes. En tanto que un elemento natural, como es el Río
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Turbio se traduce como zona de confluencia -y límite a la vez- de
mecanismos socioculturales. ¿Pero cuál es la sustentación para considerar al
Río Turbio como una frontera y cuáles son los indicadores que nos llevaron a
esta consideración? Párrafos antes se expuso cómo la identificación de los
sitios terraceados más el análisis de su patrón distributivo nos llevaron a la
propuesta de un espacio en donde se percibe una transición tanto espacial
como temporal en las prácticas culturales. Decimos temporal porque
recordemos que la Tradición de los patios hundidos -el rasgo arquitectónico
más difundido en el Bajío- se ubica cronológicamente en el Clásico; mientras
que para los sitios terraceados del Turbio se propone una temporalidad del
Epiclásico. Por lo tanto, la hipótesis que se propone para la problemática
planteada a fondo en el Capítulo III es la siguiente:
Hipótesis:
Los asentamientos terraceados en la vertiente del Turbio funcionaron
como una frontera cultural entre los sitios de la Tradición local y los
sitios que manifiestan la inclusión de otros rasgos. Su emplazamiento
obedece a las tensiones que debieron existir debido a los movimientos
poblacionales acaecidos en el Epiclásico. Por lo tanto, los cambios en el
patrón de asentamiento reflejan la transición entre el fin de un
desarrollo local y la adopción de nuevas prácticas culturales.
Esta investigación se realizó con varios fines, como el de visualizar al
Bajío como una región heterogénea, en donde abundan manifestaciones por
demás distintas, pero que además, su comportamiento espacial nos permite
tener un acercamiento a la construcción de regiones y a la inferencia de
acontecimientos, y tener siempre presente que su ubicación geográfica le
permitió -e incluso obligó- a participar de las dinámicas que se llevaron a
cabo en su entorno, encontrando siempre ecos de estas en su territorio,
además de ser emisor de distintos eventos también. El objetivo principal por
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
tanto gira a la consideración de los asentamientos terraceados como parte
importante de un análisis integral regional:
Objetivo principal:
Explicar la o las funciones de los sitios como parte de una estructura o
sistema de asentamientos en la vertiente del Río Turbio mediante el
análisis espacial basado en la complejidad constructiva, patrón de
asentamiento, emplazamiento y disponibilidad de recursos.
En el Capítulo IV se muestran los sitios que presentan las
características de resguardo. Son un total de doce asentamientos distribuidos
por la vertiente del Turbio cuyos rasgos hemos definido como defensivos,
considerando que sus principales atributos son -además del patrón
distributivo- la ubicación en lugares de difícil acceso, el emplazamiento sobre
terrazas, la restricción de accesos, la visibilidad de los valles y por el contrario,
la no visibilidad de los valles hacia los sitios. En el mapa general de los
asentamientos, podrá verse que se marcaron también los sitios que propongo
pertenecen a tradiciones culturales distintas, como son los patios hundidos y
los juegos de pelota. La intención de incluir todos estos sitios en el mapa es
con el fin de que pueda leerse en este el planteamiento de este estudio, ya que
como podrá verse, la distribución observada obliga de inicio a pensar en una
propuesta para la construcción de regiones culturales.
Finalmente en el Capítulo V se abordan los temas que fundamentan
la propuesta de la tesis. Particularmente cuestiones como los materiales, los
movimientos poblacionales, la disyuntiva sobre la función de los sitios^ son
elementos que nos permitirán analizar desde la perspectiva del contexto
cultural la acepción sobre la aplicabilidad del concepto de frontera al Río
Turbio.
Esta es una aportación inicial para buscar diferentes enfoques si
pretende trabajarse en una problemática, motivada por la necesidad de incluir
distintos aspectos en una interpretación o una propuesta, por ejemplo, tomar
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
en cuenta tanto los datos sobre la arquitectura como los de la cerámica, y
tratar de correlacionar las aportaciones que se tienen al respecto. Aún no
podemos hablar de organización social en nuestra área de estudio, de
jerarquización o de aspectos económicos y políticos. Es esta un propuesta
sobre espacialidad, con el fin de que se analice la vertiente del Turbio
desde el punto de vista de la distribución y emplazamiento de sus sitios. No
existen exploraciones en estos asentamientos -a excepción de La Mina-, y los
croquis elaborados hasta ahora son en realidad sencillos, en parte porque no
se han realizado prospecciones sistemáticas por los proyectos -con
reticulados, topografía o muestreo de material- y en parte porque se trata de
una región con una vegetación sumamente abundante, que imposibilita desde
la superficie datos más detallados de los sitios.
Por lo tanto los datos que aquí se presentan de los sitios son generales,
sin embargo estos dejan inferir las principales características de los
asentamientos, y las razones por las que están siendo considerados en cierta
categoría. La elevación de los cerros elegidos por los asentamientos, la
construcción de murallas en algunos de estos, la falta de indicios de
habitación en las partes más bajas y los sistemas de terraceos restringiendo
accesos y controlando la circulación, fueron los elementos que nos llevaron a
considerar los asentamientos de la vertiente del Turbio en un orden distinto al
patrón que se observa en el entorno.
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Capítulo I
El marco de los análisis espaciales para la interpretación cultural.
Desde que en el siglo XIX se empezara a ver a la arqueología en estrecha
relación con la naciente disciplina de la antropología, la primera se ha
ocupado de sustentar su actividad y sus propuestas en el marco de la teoría
antropológica. Es entonces que las corrientes teóricas desarrolladas en la
antropología son a menudo un marco de referencia en el quehacer
arqueológico.
Comúnmente observamos en los trabajos arqueológicos “nuevos”
enfoques de estudio, o nuevos temas o nuevas metodologías, teniendo estos
por lo regular un antecedente general en las teorías y corrientes propuestos
en la antropología. Esto, sin ser de ninguna manera una desventaja -o una
crítica-, ha venido reforzando la idea de considerar a la arqueología no como
un conjunto de técnicas y metodologías, sino como una disciplina que
trabaja con sus propias teorías y métodos bajo el esquema que rige toda
ciencia social, esto es, el conocimiento del hombre en sus manifestaciones
sociales y culturales.
A lo largo del siglo XX aparecieron en el panorama diversos enfoques
arqueológicos que intentan abordar profundamente aspectos concretos para
el conocimiento arqueológico, como son la arqueología cognitiva, la
contextual, la conductual, del paisaje^ por mencionar solo algunas, sin
embargo insistimos en el hecho de su antecedente común en la formación
antropológica del arqueólogo, incluso aún, algunos enfoques son
directamente retomados de las grandes escuelas de la antropología.
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
En este capítulo se intenta dar de una manera muy general un marco
de referencia sobre los antecedentes de la arqueología de asentamientos (al
ser este el tema central de esta investigación), así como problematizar (más
que definir) algunas de las preguntas bajo las que tanto la antropología,
como la arqueología, han guiado su desarrollo; esto con el fin de entender al
estudio del patrón de asentamiento no como la mera distribución de sitios en
un espacio, sino como una búsqueda de preguntas y respuestas sobre
prácticas culturales.
Uno de los problemas a los que se enfrentó la antropología desde sus
inicios y que sin duda ha sido heredado a la arqueología, es el de definir no
solamente la teoría y el método, sino el mismo objeto de estudio. Es decir,
estamos claros en que lo que queremos estudiar es al hombre, sin embargo,
las principales críticas entre las diversas corrientes, van dirigidas hacia
determinar si lo que se pretende estudiar es la cultura en su conjunto, las
prácticas sociales, un comportamiento determinado o incluso los parámetros
del pensamiento bajo los que se rigen los anteriores.
Dos de las corrientes antropológicas más difundidas en la arqueología
son el materialismo cultural y la ecología cultural, dado que estas ofrecen al
arqueólogo un conjunto de proposiciones y métodos que buscan ir más allá
de los meros supuestos ideológicos en los que mucho tiempo versó la
arqueología. Dicho de otra manera, los preceptos bajo los que estas se han
desarrollado hacen hincapié sobre todo en la relación que existe entre las
prácticas sociales y culturales y la cultura material. Sin que esto quiera decir
que el fin de las mismas se limite a establecer o dar por sentada dicha
relación. Los autores que han desarrollado estas líneas de investigación
buscan sobre todo entender la variabilidad cultural, esto es, cómo sucede la
adaptación de un grupo humano a un contexto determinado y cómo dichos
acontecimientos se ven reflejados tanto en la vida cultural como social de
esta.
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Pero esto no es así de simple, tanto el materialismo cultural como la
ecología cultural y todas las demás corrientes antropológicas, tienen
diferencias sustanciales, que hacen en algunos momentos que por
adscribirse a una de ellas se tengan que perder de vista diversos aspectos de
las sociedades que resulta por demás necesario estudiar, pero que dadas las
premisas y las metodologías por las que cada una aboga, el antropólogo o el
arqueólogo vea limitada su perspectiva.
Sin pretender hacer una revisión exhaustiva de las diferentes corrientes
teóricas ni mucho menos tratar un debate sobre estas -dado que no es el fin
de este trabajo-, abordaré enseguida solo las cuestiones elementales de las
teorías que han servido de marco de referencia para los estudios sobre
patrones de asentamiento en arqueología, así como los puntos que se
consideren necesarios para poder justificar la propuesta que se tratará a
fondo en el capítulo III.
Lo que ahora conocemos como arqueología de los asentamientos tiene
su antecedente en la ecología cultural propuesta por Julian Steward.
Después de que tanto la antropología como la arqueología pasaran casi al
mismo tiempo por un periodo boasiano en el que las líneas se orientaran
hacia diferentes enfoques -el historicista, el psicologista o el difusionista-, y
por otro periodo que diera forma a estudios funcionalistas, es Steward:
“_ uno de los primeros etnólogos norteamericanos que adoptó un enfoque materialista explícito sobre el comportamiento humano, puso en gran medida de manifiesto el papel desempeñado por los factores ecológicos en la formación de los sistemas socioculturales prehistóricos” (Trigger, 1992 : 262).
Este enfoque se definía sobre todo en términos de considerar a la
cultura no como mero mecanismo de adaptación o de supervivencia, sino que
a través de ella podría llegarse a comprender “la naturaleza de las sociedades
humanas” (Steward, 1955, en Bohannan y Glazer, 1993: 335).
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Steward diferenció claramente entre la teoría que proponía y el
determinismo ambiental (y no como muchos de sus críticos afirman). Uno de
sus principales planteamientos era el de corroborar si las adaptaciones que
sufren las sociedades a diferentes entornos se sujetan a ciertos parámetros de
comportamientos, o si por el contrario existen diversos modos de conductas
adaptativas a los distintos contextos, y cuáles son estas (ibídem: 339).
La ecología cultural introdujo una nueva problemática, ya que hasta
ese entonces los estudios antropológicos estaban orientados sobre todo a
determinar el origen y la difusión de los rasgos culturales, mientras que esta
se interesó en cómo ciertos rasgos (como la tecnología) puede ser utilizada de
distintas formas y por lo tanto crear diferentes respuestas y entornos sociales,
“Así, las sociedades equipadas con arcos, lanzas, trampas y otras
estratagemas de caza pueden ser diferentes entre ellas debido a la
naturaleza del terreno y de la fauna” (ibídem: 340).
En este sentido, el tema de la subsistencia se volvió parte esencial de
esta corriente, pero no solo como mero mecanismo de respuesta a una
necesidad básica, sino como un proceso adaptativo tanto natural como
cultural, del que se desprenden dos partes fundamentales de la organización
social, como son la tecnología y la división del trabajo.
Los tres procedimientos de la ecología cultural, según Steward, serían:
1. La interrelación de la tecnología explotadora o productiva y el entorno
deben analizarse.
2. Deben analizarse los modelos de comportamiento incluidos en la
explotación de un área particular por medio de una tecnología
particular.
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
3. Averiguar hasta qué punto los modelos de comportamiento
ocasionados al explotar el entorno afectan a otros aspectos de la
cultura.
Esta visión de la condicionante tecnológica hacia los demás aspectos de
la cultura la compartió otro contemporáneo de Steward, Leslie White.
Para White la cultura es un sistema que tiene una función y una
estructura, y que a la vez se divide en tres subsistemas: el tecnológico, el
sociológico, y el ideológico (White, 1949, en Bohannan y Glazer, 1993: 350).
El sociológico y el ideológico son variables dependientes del tecnológico, pero
la energía es el motor principal, las herramientas son solo el medio que
sirve a esta energía. White y Steward estaban abogando abiertamente por una
visión materialista de la cultura, retomando algunos principios del
evolucionismo, como es, justamente, la evolución socio-cultural. Sin embargo
diferían de este esencialmente en considerar a la evolución multilineal y no
unilineal, como el evolucionismo decimonónico, aunque tanto Steward como
White estuvieron siempre en desacuerdo en llamar a su enfoque
“neoevolucionismo”.
Años más tarde, Marvin Harris daría forma a la corriente conocida
propiamente como materialismo cultural, semejante a Steward y White en
definir el factor material como la causa y a la organización social y la ideología
como el efecto. Harris a enfocado sus estudios hacia comprobar que la
conducta de toda sociedad está orientada en primer lugar a satisfacer los
requisitos mínimos para la subsistencia, mismos que derivarán en una serie
de problemáticas sobre la producción (Harris, 1979, en Bohannan y Glazer,
1993: 297). Sin embargo, no son solamente los modos de producción los que
importan a Harris, sino la serie de actividades e incluso las formas de
pensamiento resultantes de esto_ lo que él define como cultura:
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
“_ la cultura se refiere al repertorio aprendido de pensamientos y acciones que muestran los miembros de los grupos sociales, repertorios transmitidosindependientemente de la herencia genética, de una generación a otra_ Los repertorios culturales de las sociedades particulares contribuyen a la continuidad de la población y su vida social” (ibídem: 393).
El enfoque materialista de Harris ha sido atacado por muchos por
considerarlo una serie de explicaciones basadas en cálculos prácticos sobre lo
que determinados actos representarían en la sociedad, pero ignorando por
completo la interpretación integral de la cultura. Marshall Sahlins, hace una
crítica flagrante a Harris al respecto de esto. En la obra Caníbales y reyes
(1978), Harris expone cómo los hechos históricos tales como el capitalismo, el
estado o la práctica del canibalismo tienen su origen en términos de las
necesidades fundamentalmente de subsistencia de las sociedades.2
Específicamente la explicación que da Harris sobre considerar el canibalismo
azteca como una práctica que más que tener principios rituales era para
satisfacer las necesidades proteicas de este pueblo, es una visión que Sahlins
descalifica tajantemente:
“La idea de que el sacrificio azteca estaba dirigido a proveer de carne humana tiene de cualquier forma muy poca coherencia económica. En realidad, de todos los pueblos del hemisferio que practicaron la agricultura intensiva, los aztecas tenían, probablemente, los más grandes recursos proteínicos naturales: los lagos del Valle de México
2 Considera por ejemplo, que el canibalismo azteca más que ser una práctica con fines rituales o políticos, se explica perfectamente a través de los requerimientos calóricos y proteicos que tenía dicho pueblo. O incluso la prohibición del consumo de la vaca por los hindús -ya que para estos es sagrada-, nos dice Harris, más que connotaciones religiosas, tiene su origen en el temor de los agricultores a que disminuya la población de bueyes para cultivar, y haya entonces un desequilibrio económico.
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
rebosantes de animalitos y algas, así como peces y, en invierno, millones de patos. No había escasez de carne en los mercados descritos por los conquistadores” (Sahlins, 1978:83).
Lo que debemos ver en la crítica de Sahlins no es precisamente la
observación que este hace sobre el fin del canibalismo azteca, lo que
verdaderamente está cuestionando es la teoría y el método del materialismo
cultural^
“El materialismo se convierte en un juego de salón académico cuyo atractivo tal vez reside en la simplicidad de sus reglas: cualquier clase de valor económico que se puede sugerir para cualquier práctica cultural merece puntuación -sin importar si la misma costumbre ocasiona una falta o irracionalidad en algún otro sector de la sociedad” (ibídem).
La cuestión más difícil tanto de la antropología como de la arqueología,
es diseñar una estrategia que integre todos los ámbitos tanto de lo natural
como de lo socio-cultural, y más aún, que esta estrategia realmente sea
aplicable a los datos reales. Sahlins nos muestra claramente que aunque el
materialismo cultural descansa cómodamente sobre la base de los supuestos
de las determinantes económicas y de subsistencia, Harris descuida el
mismísimo contexto medioambiental en el caso de los aztecas.
Existen algunos puntos fundamentales del materialismo propuesto por
Harris que constantemente son objeto de críticas, por un lado, la estricta
causal económica en sus postulados. Se diferencia en este sentido de la
ecología cultural, que sobre todo propugna por una interacción de los
distintos componentes, iniciando, sí, por la interacción del hombre-medio
ambiente para su subsistencia, pero interrelacionando además factores que
subsecuentemente influyen a la cultura a partir de esta interacción,
involucrando así procesos y fenómenos sociales -y todo lo que ello implique:
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
guerras, desarrollo de nuevas tecnologías, migraciones, invasiones, etc.-, para
la reconstrucción histórica de una sociedad.
Por otro lado Harris no toma en cuenta el componente simbólico para
su interpretación cultural. Es decir, sí considera las manifestaciones
ideológicas dentro de la superestructura3, sin embargo considera estas como
mera expresión cultural de los fenómenos que residen fundamentalmente en
la infraestructura.
Esta visión materialista de la cultura tiene su más claro oponente en
corrientes como el estructuralismo, que introducido a la antropología por
Lévi-Strauss4, definió una línea de trabajo que aunque muy debatida, tiene
diversos seguidores en disciplinas como la sociología y la misma arqueología.
La premisa de la que parte el estructuralismo es la de desentrañar la
estructura mental subyacente en todo hombre, y por lo tanto, en toda
sociedad (tal vez esto nos recuerde la psíquis común de Tylor, o las ideas
gérmen de Morgan, o la unidad psíquica de Boas_). Para esto, parte de
considerar que las estructuras “no son manifestaciones concretas de la
3 Su esquema parte de considerar que para el estudio de la cultura el investigador debe tener en cuenta que existen dos perspectivas sobre la visión de esta: la etic, que es la forma en cómo el investigador percibe una sociedad, y la emic, la manera en cómo esta se percibe a sí misma. Existe además la diferenciación entre el componente conductual y el componente mental; evidentemente, el estudioso solo puede desentrañar el conductual. Visto desde el punto de vista conductual, todo sistema socio-cultural estaría dividido en tres partes: la infraestructura, en esta se encuentran los modos de producción (satisfacer las necesidades de subsistencia) y reproducción y es la que da sentido a todo el sistema. La infraestructura da pie a la estructura; en esta se encuentran todas las formas de organización social encargadas de la seguridad de la población, como la economía doméstica y la economía política. Finalmente estaría la superestructura, en donde encontramos los procesos simbólicos, filosofías e ideologías que resultan después de conformados los dos anteriores (Harris, 1979).
4 Realmente la teoría y el método estructuralista ya existían en la lingüística con Seausssure, aunque es de Roman Jackobson de quien Lévi-Strauss lo retoma. En la antropología tampoco era un término nuevo, Durkheim ya hablaba de estructuras, y Radcliffe-Brown lo retomó con su estructural-funcionalismo. Sin embargo en la antropología, es Lévi-Strauss el principal exponente de lo que propiamente se conoce como la corriente estructuralista.
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
realidad, son modelos cognitivos de la realidad” (Lévi-Strauss, 1953). Dicho
de otra manera, la comprensión de la estructura de una sociedad es algo más
amplio y complejo que el entramado de relaciones sociales implícitas en ella.
Podríamos considerar entonces que las relaciones sociales forman parte de lo
“material”, de lo concreto, mientras que a la estructura la conforman los
elementos subjetivos que intervienen en la percepción general del hombre
sobre él y sobre el entorno.
Hasta aquí el estructuralismo puede parecemos más que antropología,
filosofía^ ¿Pero qué es entonces lo que ha atraído de este a la arqueología? En
principio, Lévi-Strauss propone un método de análisis que hasta ese
momento era ignorado en la arqueología, y que consistía básicamente en
considerar y analizar todos los elementos que intervienen en la vida de las
sociedades de forma estructurada para su interpretación.
“Pensando en esto, podemos decir que la estructura consiste en un modelo que tiene muchos requisitos:1. La estructura tiene las características de un sistema. Está hecha de varios elementos, de los cuales ninguno puede sufrir un cambio sin causar cambios a los demás elementos.2. Para cualquier modelo dado, debe existir la posibilidad de hacer una serie de transformaciones que tienen como resultado un grupo de modelos del mismo tipo.3. Las propiedades anteriores hacen posible el predecir cómo reaccionarán los modelos, si uno o más elementos se someten a modificaciones.4. El modelo debe constituirse de manera que pueda hacer de forma inmediata todos los hechos observados, inteligibles” (ibídem). 5
5 Este método de análisis -o perspectiva- no era de ninguna manera algo nuevo en la antropología. Antes que Lévi-Strauss ya Durkheim hablaba de considerar todos los elementos del sistema para su estudio, como en su conocida analogía de la sociedad como un cuerpo humano, en la que cada parte tiene una función y la anomalía en una de estas tendría repercusiones en el conjunto. También Malinowsky entendía a la sociedad como un conglomerado de instituciones que interactuaban entre sí para dar sentido a la cultura, por lo tanto para una correcta interpretación de esta debían estudiarse todas las partes, y entender
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Esta metodología es la que justamente ha llamado la atención a la
arqueología, y como mencionaba anteriormente, la arqueología
estructuralista busca sobre todo dotar de significado a los datos, considerando
que esta nace en un contexto en que predominaban los estudios con enfoques
procesualistas, en los que las interpretaciones sobre los ámbitos subjetivos de
la cultura no ocupan un lugar preponderante. Es entonces que la arqueología
estructuralista supone dar un orden a los distintos elementos de los que se
dispone^darles sentido en la estructura.
La teoría y el método estructuralistas parecen ser una tarea sumamente
complicada ya en la antropología, imaginemos cuán difícil puede llegar a ser
en la arqueología^ Sin embargo, se habla insistentemente de una arqueología
estructuralista, de la que sin duda Leroi-Gourhan ha sido pionero. Sus
trabajos sobre arte paleolítico han sido un parteaguas en la interpretación de
grafismos, otorgándoles además un marco y un referente históricos. En estos
términos, la arqueología estructuralista se ha enfocado sobre todo al arte
rupestre, tratando así de interpretar las unidades de significado de la
estructura universal de la que habla Lévi-Strauss (López Mazz, 2008: 50).
Es sumamente difícil hablar de arqueología estructuralista en otros
ámbitos que no sea el del arte rupestre. Con toda seguridad habrá quien
refute esto y ponga de ejemplo a la misma arqueología del paisaje, que como
veremos más adelante, algunas de sus vertientes se orientan hacia el
estructuralismo, o por lo menos, es esa la pretensión de sus exponentes. Sin
embargo, a pesar de que realmente la teoría estructuralista ha contribuido en
gran medida a que se abran otras líneas de investigación que consideren
dentro de sus estudios aspectos más abstractos de las sociedades, la
además el mecanismo de articulación. En la misma ecología cultural Steward habló con insistencia del concepto de integración, refiriéndose a las relaciones sistémicas y funcionales de una estructura.
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
complejidad de este enfoque ha derivado en la ambigüedad de sus propios
supuestos (en el campo de la arqueología), lo que hace que no pueda
identificarse claramente ni dentro de la arqueología procesual, ni dentro de la
posprocesual:
“Del mismo modo que el Estructuralismo parte de bases positivistas, y por tanto tendentes a una arqueología procesual, no puede olvidarse que una buena parte de la metodología estructuralista que nació con Lévi-Strauss parte de la fenomenología y la hermenéutica de Merleau-Ponty, y por tanto es base de posteriores tendencias post-procesuales.Es decir, que aunque parte de supuestos empíricos como determinadas prácticas sociales (mitos, sistemas de parentesco, etc.), Lévi-Strauss siempre defendió que la manera de alcanzar su sentido original, su coherencia interna, era precisamente la intuición.” (Moragón Martínez,2007: 12).
Evidentemente la arqueología no trata de buscar la estructura
universal del pensamiento, mucho menos basarse en la intuición. Lo que los
arqueólogos han tratado de hacer con la teoría estructuralista es leer a la
cultura como un entramado de significados, en el que los elementos que lo
componen tienen un diálogo entre sí, es decir, cumplen una función y dan un
sentido. La lectura que resulte de esto será la interpretación cultural.
Los análisis que se han hecho hasta ahora dentro de la arqueología
estructuralista, están muy lejos de acercarse a la base de la teoría que
propuso Lévi-Strauss. Aún así creo que puede hacerse perfectamente un
análisis estructural de los datos, que no es lo mismo que estructuralista. Es
justamente en este punto donde creo radica una problemática que no se
aborda desde la arqueología. Los arqueólogos podemos hablar de estructuras,
y de análisis estructural, y por supuesto tratar de desentrañar significados,
pero la teoría estructuralista aboga por preceptos que sin duda se orientan
hacia un análisis más profundo de los rasgos que la mayoría de las veces no se
21
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
encuentran en lo material. Creo, entonces, que lo que la arqueología puede
tomar del estructuralismo es el método, más no la teoría.
“Inconvenientes también fueron la carencia del lenguaje y la falta de información contextual con la que debe manejarse un arqueólogo, que no posee ni la mitad de datos que esperaba Lévi-Strauss que encontrase un antropólogo. El método de oposiciones binarias del que partía el Estructuralismo original debe, por tanto, descartarse de algún modo. El arqueólogo es incapaz de partir de las bases que considera esenciales la teoría estructuralista, aunque ello no quiere decir que no sea posible un análisis estructural del registro (_) (ibid.: i6).
Parece ser que incluso el estructuralismo ha tenido una respuesta más
favorable en la arqueología que en la misma antropología. Los peligros que
existen cuando una ciencia abandona una posición teórica por considerar que
esta es reduccionista y no explica ni interpreta la totalidad de problemáticas
que encierra alguna cuestión, el siguiente paso no es crear un modelo
totalmente contrario al anterior, sino buscar sus fallos y complementarlo. En
este caso, tanto en la antropología como en la arqueología se buscó un
modelo que integrara aspectos cognoscitivos, en respuesta a los estudios que
hasta esos momentos estaban influenciados sobre todo por determinantes
geográficos.
Sin embargo el principal problema que radica en el estructuralismo, no
está en formular una teoría, tampoco, como ya dijimos, en el método. El
problema que enfrentan básicamente -tanto el antropólogo como el
arqueólogo- es la demostración.
“El estructuralismo no es ni una teoría ni un método, sino una manera de contemplar las cosas.(_) El antropólogo social estructuralista, sin embargo, no puede separar así la teoría de la práctica. Si afirma que la disposición de los objetos culturales en el espacio y en el tiempo está <<organizada estructuralmente>> y que estas
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
<<estructuras>> sirven para transmitir cierto significado <<como>> una lengua hablada organizada gramaticalmente, entonces no sólo deben mostrar que existen estos modelos en cuestión, sino también lo que significan, lo cual no es tarea fácil.” (Leach, 1976: 62).
Todo lo que se ha dicho hasta aquí es de algún modo tratar de comenzar
a visualizar lo que se busca con este trabajo. En la labor arqueológica es
siempre necesario aclarar no sólo los límites de los datos disponibles, sino los
límites que puede alcanzar nuestra interpretación justamente respecto a los
datos. El sentido de incluir esta breve reflexión sobre las teorías que abogan
por una interpretación material de la cultura, contra aquellas que se orientan a
lo cognoscitivo, deriva de la necesidad de pretender una ciencia más completa.
Tal como comentaba en un principio, es costumbre que la adscripción a una
corriente limite nuestro campo de estudio, o por lo menos las problemáticas
que quisiéramos resolver. Siendo de esta manera, normalmente se considera
que la ecología cultural no es capaz de plantear interrogantes que vayan más
allá de lo que meramente aparece en los restos materiales, y se le considera
entonces incapaz de hacer una interpretación global de la cultura. Al mismo
tiempo corrientes como el estructuralismo se han llegado a considerar con
poco rigor científico, dado lo subjetivo de sus planteamientos.
¿Pero qué se pretende al adoptar una teoría o un enfoque? Sin duda esto
nos obliga -en el buen sentido- a tener una dirección y un marco de referencia,
y, sobre todo, tener un punto de comparación con otros enfoques^ esto nos
ayuda a identificar y definir cuáles son nuestros intereses y nuestras
perspectivas dentro de la disciplina, lo que nos ofrecen los datos y lo que
nosotros ofrecemos a la historia. En el caso de las perspectivas materialistas, a
pesar de las críticas que se han hecho a estas, sin duda han demostrado ser una
herramienta eficaz para la interpretación cultural, y esto lo avalan diversos
estudios basados tanto en el materialismo como en la ecología cultural. La
ventaja y el aporte de estas derivan de la cercanía del dato con la
23
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
interpretación, lo que las aleja del terreno de la especulación. Toda propuesta
que se haga tendrá que fundamentarse en la demostración. Y aún si los datos
disponibles fueran insuficientes para interpretar una cultura, la integración de
estos, su correcta lectura, y la definición clara de un problema y un método,
nos acercarán por mucho a la realidad del hecho socio-cultural.
Son justamente en el marco de la ecología cultural y del estructuralismo
en donde se gestan en gran medida las bases del estudio del patrón de
asentamiento y de la arqueología del paisaje, respectivamente. Aunque esta
investigación está enfocada hacia el estudio clásico de los patrones de
asentamiento, es necesario dar una breve reseña sobre la evolución de este
enfoque para dar forma a lo que actualmente se conoce como arqueología del
paisaje. La justificación sobre el porqué se decidió para este estudio trabajar
con el enfoque de los sistemas de asentamiento se discutirá en el capítulo III,
en donde se plantea la investigación en general.
Los patrones de asentamiento
Cuando en arqueología hablamos de patrones de asentamiento
inmediatamente nos remitimos a la ecología cultural, y cuando hablamos de
ecología cultural nos remitimos a la llamada Nueva Arqueología. Realmente el
interés por la consideración y reconstrucción del medio ambiente natural del
hombre como parte de su estudio no nació con la Nueva Arqueología. Ya a
mediados de la década de los 50's Robert J. Braidwood encabeza un proyecto
que integró a la arqueología, la botánica, la zoología y la geología, su proyecto
Irak-Jarmo más que tener solamente objetivos de excavación arqueológica,
realmente se enfrentó a problemáticas medioambientales.
Sin embargo, los preceptos que en la arqueología dieron énfasis a la
ecología tampoco nacieron con Braidwood. Julian Steward, desde el enfoque
antropológico de la ecología cultural, es quien integra los estudios medio-
24
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
ambientales a la arqueología, que como veremos más adelante fueron eje
fundamental del estudio de patrones de asentamiento por lo menos en
América.
Steward estaba académicamente ligado a Berkeley y la corriente
particularista propia de esta escuela, y que había alcanzado a las
investigaciones arqueológicas. Sin embargo, la insuficiencia que ofrecían las
clasificaciones de artefactos y las distribuciones de rasgos estilísticos en áreas
geográficas, llevaron a Steward a plantear un nuevo enfoque para la
interpretación cultural. Su estudio sobre los indios Pueblo fue pionero en el
campo de la integración del medio ambiente con las tecnologías, y la
interacción de estos con el patrón de asentamiento.
“A través del número, tamaño y localización de viviendas y kiwas ceremoniales, pudo rastrear el desarrollo de la sociedad Pueblo desde cuando la base de su subsistencia era la caza y recolección hasta cuando fue predominantemente la agricultura, observando que fueron concomitantes el crecimiento demográfico y el tamaño y la complejidad de los poblados^” (Boehm Schoendube, 2005: 66).
Los resultados de esta investigación reflejan claramente el sentido
verdadero del enfoque ecologista, que mas que dar por sentada una relación
hombre-medio ambiente -o en términos de sus críticos, reducir la cultura a
un estricto determinismo geográfico-, vio reflejados en el patrón de
asentamiento el desarrollo de la organización social Pueblo, la que “se
transformó de pequeñas bandas trashumantes a linajes sedentarios
localizados y, finalmente, a un conglomerado de comunidades multilineales
organizadas en clanes” (idem).
Las investigaciones arqueológicas que Steward impulsó, recalcaban
entonces una integración de los aspectos ecológicos con los culturales,
estableciendo entonces que dicha relación era mucho mejor apreciada
haciendo un estudio detallado de los patrones de asentamiento y de la
25
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
evolución de estos. Con la publicación de Ancient Caves of the Great Salt
Lake Region (1937), quedaron sentadas las que serían las bases de los
métodos y objetivos de los estudios de asentamientos. Steward creía que el
aseguramiento de la vida en un entorno determinado, vinculado a la
creatividad para obtener, transportar y preparar el alimento y otros bienes
esenciales para las sociedades, eran la causa de que estas se dispersaran o por
el contrario, se agruparan, lo que evidentemente se manifiesta en la
composición de los asentamientos, además de reflejarse esta influencia en
otros aspectos de la conducta (Steward, 1949: 674, en Harris, 1981: 571).
La influencia de Steward en la arqueología americana fue decisiva. Uno
de los estudios más representativos sobre patrón de asentamiento ha sido el
realizado por Gordon R. Willey en el Valle del Virú, Perú; en este tuvo
incidencia directa Steward, a quien Willey conoció en los 40s en el Boureau of
American Ethnology del Smithsonian Institution. Allí Steward mostró a
Willey la importancia de la aplicación de la teoría antropológica a la
arqueología, así como la importancia del dato arqueológico para la concepción
antropológica (Salazar, 2008: 247).
El proyecto del Valle del Virú se gestó entonces desde la perspectiva de
Steward, quien tuvo gran influencia sobre Willey para que integrara un
estudio en donde se pusiera énfasis al análisis espacial y los alcances de esto:
la organización y la forma en cómo se integra el espacio y además las
implicaciones socio-culturales que esto tiene. Desde este momento la
arqueología de asentamientos se ligó estrechamente a la ecología cultural.
En términos conceptuales, Steward estaba visualizando en el patrón de
asentamiento cómo los distintos pueblos que habitan una región están
estructurados en torno a distintos eventos que mantienen una organización y
hasta una jerarquía, como son la explotación de recursos, tributación,
comercio y guerra (Boehm Schoendube, 2005: 82).
26
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Sin embargo estos conceptos no eran algo estático para Steward, eran
procesos que se identificaban en cada pueblo y además eran integradores de
las distintas sociedades de una región. Estos tenían un nivel de desarrollo que
afectaba a cada parte de la estructura y que a la vez modificaba el sistema
total.
“El concepto de integración, entonces, para Steward se refiere a las relaciones funcionales y sistémicas de las partes con el todo dentro de un nivel de desarrollo, lo cual “requiere de una teoría sobre los niveles socioculturales dentro de un continuum de desarrollo”, así como la inserción de las partes en una unidad social y territorial mayor” (Steward, 1977, en Boehm Shoundube, 2005: 83).
Muchas veces se ha hablado de que la perspectiva de la ecología
cultural es en excesivo reduccionista a lo estrictamente ambiental en
términos de teorías y propuestas, y es que en los estudios de patrón de
asentamiento no siempre se han logrado los objetivos propuestos por
Steward. Sin embargo, es evidente que tal vez lo que en algunas ocasiones ha
fallado es la metodología de los proyectos, y no el enfoque de la ecología
cultural en la arqueología de asentamientos.
Como podemos ver en la última cita, la propuesta es mucho más
compleja que el mero estudio sobre la distribución de los asentamientos o el
medio ambiente, lo que queremos ver en estos es cómo puede llegar a
formarse en un territorio un sistema de integración e interacción que se va a
ver reflejado en la estructura social, y que a su vez esta estructura se reflejará
en lo material, en los distintos componentes del asentamiento y la
composición de la región en sí. Estos supuestos además están inmersos en
otros procesos como son el aprovechamiento del entorno, mecanismos de
27
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
subsistencia y los mismos elementos históricos a los que toda sociedad
está sujeta.6
Este sentido del contexto medioambiental en interacción con la
cultura, es realmente la influencia que imprimió Steward a Willey en la
investigación del Valle del Virú. La naciente arqueología de los asentamientos
estaba preocupada por crear marcos de interpretación que partieran del
análisis material de distintos elementos, desde lo ecológico hasta el concepto
de sitio - y sus niveles de significación- y las problemáticas regionales. Entre
estas nociones estaría implícita la consideración de niveles estratigráficos en
correlación con la composición del asentamiento y las etapas del desarrollo
de este.
En términos de Willey, los patrones de asentamiento son: “(_) el
modo en el que el hombre se dispuso en el paisaje en el cuál vivió” (Willey,
1953)- La concepción de Willey sobre la interpretación del asentamiento no es
meramente material, ya que en este existen aspectos que pueden ir más allá
de lo material y que denoten la organización social. La metodología empleada
por Willey:
“^consistía en el análisis sistemático de un área en la cual se determinaba la posición espacial y cronológica y los atributos principales de los sitios arqueológicos con el fin de interpretar a las culturas arqueológicas en su dimensión dinámica y funcional. Este era el aspecto principal de la propuesta: “En razón de que los patrones de asentamiento están directamente determinados por necesidades culturales ampliamente conservadas, ofrecen un punto de partida estratégico para la interpretación funcional de las culturas arqueológicas” (Willey, 1953: 1)” (Salazar, 2008: 248).
6 Para una exposición detallada sobre teorías y métodos de la ecología cultural, revisar: Steward, 1955, “Theory of Culture Change, the Methodology of Multilinear Evolution.”
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Willey proponía entonces que en los patrones de asentamiento existe
una estructura subyacente que muestra modelos culturales, que interactúan
con el medio ambiente y determinan un paisaje. Aunque el mismo Willey
siempre estuvo consciente de que la visión que pueda tenerse del
asentamiento no es de ningún modo totalitaria, o dicho de otra manera, a lo
que nos enfrentamos en el registro arqueológico es obviamente una
parcialidad de lo que en otro tiempo funcionó significativamente para la
sociedad que lo habitó (Willey, 1956; en Watson, et al, 1984: 116).
Los estudios de Willey tuvieron gran impacto en la consideración de
los asentamientos como un reflejo socio-cultural de la sociedad estudiada,
porque ofrecían un buen marco explicativo que los modelos puramente
ecológicos ignoraban. De esta manera empezaron a desarrollarse distintos
estudios con este enfoque, muchos de los cuales se apegaban sobre todo a
conceptos introducidos por biólogos y ecólogos. Entre estos está Flannery,
quien puso gran énfasis tanto en el patrón de asentamiento como en su
propuesta de que el arqueólogo debía interesarse a la par en la microecología
de su área de estudio (Coe y Flannery, 1964).
Años antes Fredrik Barth había propuesto el concepto de "nicho
ecológico”7, en el que se incluían categorías no solo medioambientales, sino
todas las que intervenían en la vida del hombre en el entramado de sus
relaciones y su cultura. Flannery utilizó recurrentemente este concepto, con
el que buscaba diferenciar los medios de explotación entre las sociedades
móviles y los poblados permanentes (Coe y Flannery, 1964).
7 Nicho ecológico: “Así, el <<medio ambiente>> de cualquier grupo étnico no se define solamente por las condiciones naturales, sino también por la presencia y actividades de los otros grupos étnicos de los que depende. Cada grupo explota sólo una sección del entorno biofísico total, y deja grandes partes abiertas a la explotación por otros grupos^Conviene utilizar alguno de los conceptos de la ecología animal, particularmente el de nicho: el lugar de un grupo en el medio ambiente total, sus relaciones con los recursos y con los competidores” (Barth, 1956: 1079; en Watson, 1984: 110).
29
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Uno de los estudios más representativos de Coe y Flannery es el que
llevaron a cabo sobre la transición a la vida sedentaria en el Valle de
Tehuacán y la costa guatemalteca. Este se basó en el análisis de patrones de
asentamiento, las zonas microambientales y los recursos. En ello
diferenciaron la localización de asentamientos y las zonas que son utilizadas
por las sociedades, estableciendo dos tipos de patrones: a) distribución
contagiosa: todos los asentamientos están en una misma zona, y emplean
las zonas circundantes de manera análoga, b) p atrón sim biótico: los
asentamientos están distribuidos por distintas zonas microambientales,
existiendo relaciones entre ellos por medio de, por ejemplo, el comercio
(Watson, 1984: 112).
De esta manera se fueron gestando los estudios sobre patrones de
asentamiento, los que buscaban integrar nuevas expectativas a las propuestas
de la arqueología tradicional. De ello derivan aspectos que sin duda
categorizan los estudios de patrones de asentamiento de esos años como uno
de los enfoques que proponía la Nueva Arqueología. Ahora se hablaba de
territorios, de medio ambiente, de la interacción entre hombre-naturaleza-
cultura^ de interpretar modelos más allá de lo simplemente artefactual.
Lo que se conoce propiamente como arqueología de asentamientos
encontró eco principalmente en América. En Europa, gracias a la influencia
de la Nueva Geografía británica, se empezaba de hablar de Arqueología
Espacial.
A rqueología E spacial
La arqueología espacial se gestó en Cambridge, y las bases que definirían la
propuesta estuvieron a cargo de David L. Clarke e Ian Hodder. A grandes
rasgos este principio consistía en determinar:
30
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
“_ la disposición exacta de los artefactos en el yacimiento y de los yacimientos en el espacio; de esta consideración surge una información nueva que sometida a test estadísticos genera modelos de ocupación del espacio. (_) la Arqueología Espacial arranca, de forma muy directa, del análisis locacional (_), de la cuantificación y modelización difundidos por los nuevos geógrafos y adoptados con entusiasmo por los arqueólogos” (Orejas Saco del Valle, 1995:56).
Como sucede en todas las corrientes, también la arqueología espacial
tomó distintas vertientes, motivadas principalmente por la problemática de
los “peligros” de la interpretación de los mapas de distribución, los que
fueron un sello de esta corriente. El mismo Hodder (Hodder y Orton, 1990)
insistió reiteradamente sobre este punto, tratando de establecer los límites
entre los simplistas mapas de distribución carentes de objetivos y
metodologías, y otros enfoques que tomaran en cuenta temporalidades,
semejanzas y patrones de distribución (idem). Otra de las observaciones de
Hodder, versó sobre la subjetividad con que los mapas son interpretados,
refiriéndose a la orientación que suele tener el arqueólogo de ver en los datos
la respuesta que está buscando. Sin embargo, aunque Hodder sin duda
aportó nuevas ideas a los estudios espaciales, es Clarke quien definió mejor la
arqueología espacial y estableció los conceptos y los principios analíticos de
esta. Para Clarke la arqueología espacial pugnaba por ver la articulación de
actividades en el sitio y sus consecuencias espaciales, cómo se establece un
sistema de sitios y su relación con el medio ambiente, esto a distintos niveles:
“^the study of the flow and integration of activities within and between structures, sites and resource spaces from the micro to the semi-micro and macro scales of aggregation. Spatial archaeology deals, therefore, with human activities at every scale, the traces and artefacts left by them, the physical infraestructura which accommodated them, the environments that they impigned upon and the interaction between all these aspects” (Clarke, 1977: 9).
31
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
La arqueología espacial pone énfasis en las relaciones que existen en
todas las unidades del registro, incluyendo los elementos muebles e
inmuebles, y de naturaleza cultural o medioambiental. (Sanmartí y
Santacana, 1992: 166). En este sentido, la aportación de la interpretación
reside en la correlación de todos los datos disponibles, y no en el análisis de
elementos aislados.
El modelo bajo el cual ha trabajado esta corriente se basa en la
diferenciación de tres niveles: microespacial, semimicroespacial y
macroespacial. El primero corresponde, por ejemplo, al análisis de una
unidad habitacional, el segundo a un asentamiento o un yacimiento, y el
tercero a la relación existente entre un conjunto de unidades micro u
semimicroespaciales, en otras palabras, la región (ibídem: 168).
Una de las cuestiones que constantemente ha “hecho ruido” sobre la
propuesta de la arqueología espacial es la falta de una teoría de base, que
ligue el dato arqueológico con el problema antropológico, como el mismo
Clarke (1977: 25) ha reconocido (Sanmartí y Santacana, 1992: 169). En esta
ausencia, la tendencia ha sido “teorizar” en torno a los supuestos de la
geografía, en modelos sobre todo económicos que constantemente vemos
empleados en la arqueología para estudios regionales.
En este sentido, uno de los modelos más conocidos en la arqueología
es el de la “teoría del lugar central” de Christaller. Sin embargo, las
implicaciones que tienen estos enfoques económicos no son del todo
aceptadas ni satisfactorias para los problemas que se plantea la arqueología.
En principio, parten de la consideración de que el desarrollo cultural opera
bajo el supuesto del “menor esfuerzo”, supuesto que ha tenido que revisarse
incluso en la propia geografía:
“En efecto, la etnografía moderna ha observado que la maximización de beneficios y la minimización de costes y riesgos no determinan siempre y necesariamente el
32
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
comportamiento económico de muchas de las sociedades preindustriales hoy en día supervivientes (Hodder, 1984; Hodges, 1897; Ruiz Zapatero, 1988). Por consiguiente no existe razón alguna a priori que permita suponer que sí tuvieron necesariamente este carácter dominante entre sociedades pretéritas^” (Sanmartí y Santacana, 1992: 169).
Partiendo de la idea de que en la historia de las sociedades intervienen
distintos factores de diversa índole, manifiestos además en el espacio que
habitaron, la arqueología espacial ha intentado formular su propia teoría, que
busque correlacionar los elementos que permitan una interpretación cultural.
Tal vez el obstáculo con que se ha encontrado continuamente es el mismo con
el que en determinado momento se topó el estudio de patrones de
asentamiento, y es el pensar que tanto uno como el otro se limitan a hacer
una distribución espacial de los asentamientos. En la arqueología espacial
sobre todo, los mapas generados a partir de modelos geográficos son blanco
de críticas constantes. Sobre todo por el hecho de que aunque se reconocen
sus limitaciones ha sido muy difícil sobrepasar el límite interpretativo que
ofrecen dichos modelos. Y es que, gestándose la Arqueología Espacial en
Europa, optó sobre todo por descansar sus supuestos en la geografía europea,
al contrario de la arqueología de asentamientos norteamericana, que siempre
consideró a la arqueología en estrecha relación con la antropología, en mucho
mayor medida que con otras ramas.
Constantemente se formulan nuevas propuestas, que buscan
responder las preguntas que quedan pendientes, y es en este marco que nace
la arqueología del paisaje.
Arqueología del paisaje
Al igual que la arqueología espacial, la arqueología del paisaje nace en
estrecha relación con la geografía. Su gestación y desarrollo sin embargo, son
33
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
difíciles de rastrear, porque a la par de la influencia de la geografía europea,
tiene además un claro nexo con la arqueología posprocesual, lo que ha
derivado -como siempre sucede- en distintas vertientes que han hecho a
algunos autores coincidir en que la arqueología del paisaje carece aún de una
definición consensada.
Algunos antecedentes de los que actualmente se siguen en la
arqueología del paisaje, provienen de problemáticas planteadas por los
geógrafos desde los sesenta y setenta. Aunque esta misma disciplina estaba
dividida en dos vertientes:
“La primera, explícitamente positivista, resalta los enfoques espaciales cuantitativos en la documentación y en el evaluación de la presencia humana en el espacio físico. Este enfoque incluye, entre otras las nociones de movimiento, red, nodo, jerarquía y modelos de superficie (_) La segunda fue influenciada por una asociación laxa de filosofías humanísticas, valores, creencias y percepciones (_). Esta perspectiva incluye el existencialismo, feminismo, idealismo, fenomenología e interaccionismo” (Anschuetz, et. al. 2001:8).
En términos generales la arqueología del paisaje buscaba una relación
más estrecha entre hombre y naturaleza, buscar en el paisaje las formas de
vida históricas y las transformaciones que se leen en el entorno. Los
arqueólogos “paisajistas” ponen énfasis en que la relación hombre-entorno
no es estática, sino dinámica, sumamente cambiante, de ahí que el paisaje sea
el producto de estas transformaciones.
La última cita refleja la gran distancia entre las vertientes europeas
que han nacido de esta, quizá de aquí el porqué de la falta de consenso en su
definición. Aunque en España, por ejemplo, el enfoque paisajista se ha
empleado en proyectos que buscan sobre todo la protección y la difusión del
patrimonio. Sin embargo, es muy claro que la vertiente humanista de la
34
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
arqueología del paisaje tiene un vínculo estrecho con el posprocesualismo,
corriente que ha venido siendo una crítica sistemática hacia la tradición
positivista de la arqueología procesual. Específicamente la arqueología del
paisaje rechazó lo que consideraba análisis puramente “cuantitativos”
procesualistas y retomó de las ciencias humanistas muchos de sus supuestos,
particularmente de la fenomenología y el estructuralismo. Es justamente
debido a la adopción de teorías como la estructuralista que se habla junto con
los elementos sociales, culturales y medio-ambientales de enfoques
simbólicos, y además algunos de los seguidores de la arqueología del paisaje
no hablan de una disociación con los sistemas de asentamiento y la
arqueología espacial, sino de una “integración” de estos para fundamentar la
primera (Anschuetz, et. al., 2001: 19).
La consideración que creo que aquí más no interesa es la que nos haga
diferenciar entre las distintas perspectivas que hay en el análisis espacial, ya
que lo que hemos visto desde los patrones de asentamiento, hasta la
arqueología del paisaje pasando por la espacial, es que todas sin excepción
buscan la forma en la que se reflejan la sociedad y la cultura en el espacio,
cómo se integran al medio ambiente y cómo a las vez tanto unos como el otro
sufren transformaciones. Este supuesto de la arqueología del paisaje en
donde busca cómo se transforma la relación hombre-naturaleza no es algo
nuevo, Steward desde los años 50 ya hablaba de que esta interacción es
dinámica en todos sus sentidos, y que lo importante es ver cómo se reflejan
estos cambios en los asentamientos y su entorno.
Así que teniendo en cuenta que parece ser que las premisas de las que
parten estas corrientes son las mismas, en lo que hay que poner atención es
en las teorías de fondo sobre las que estas han versado. Los estudios de
patrón de asentamiento se gestaron con una base antropológica, en
antecedente directo con la Ecología Cultural propuesta por Steward. La
arqueología espacial y una vertiente de la arqueología del paisaje están en
35
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
estrecha relación con la geografía europea, y la vertiente más adoptada de la
arqueología del paisaje se orienta hacia el posmodernismo y su claro nexo
con la escuela posprocesualista, en donde se inscriben corrientes como la
arqueología interpretativa y la estructuralista.
Este recuento de propuestas tiene como finalidad poder identificar
tanto las ideas de las que se parte como los objetivos a los que se pretende
llegar en los estudios sobre los análisis espaciales, así como organizar los
datos de los que se dispone para que puedan ser correctamente
contextualizados. Evidentemente, la perspectiva en la que se decida trabajar
tendrá que ver estrechamente con las problemáticas específicas que se estén
tratando.
36
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Capítulo II
Modelos explicativos en torno a la historia prehispánica del Bajío.
II.1. Las periodificaciones
Las propuestas para definir la cronología del Bajío parten hasta ahora
principalmente de las secuencias cerámicas. Lamentablemente son pocos los
fechamientos absolutos que tenemos, por esta causa no logra establecerse una
secuencia cronológica que esté basada verdaderamente en datos de
laboratorio. Con esto se llenarían huecos que resultarían en investigaciones
más sustentadas y menos discutibles, por el hecho de que la periodificación de
la región está aún en mesa de debate por la falta de un seguimiento y un
acuerdo en los fechamientos que se tienen de las diferentes áreas.
Por supuesto que las secuencias cerámicas han sido sumamente
trabajadas y son una importante contribución, pero debemos tener en cuenta
que la singular ubicación geográfica del Bajío -es decir, que se encuentre
entre importantes desarrollos culturales del norte y el centro de México-,
aunado a la homogeneidad de sus materiales tanto en los distintos periodos
como en las distintas regiones, advierten sin duda una limitante para
establecer una cronología regional. Corresponde a Snarskis elaborar con el
material obtenido en su trabajo de Cerro El Chivo, la secuencia básica de la
cual parten los diferentes trabajos. Es importante señalar que Snarskis hizo
también fechamientos absolutos, por lo que su secuencia ha sido
fundamentalmente el eje para asociar la cerámica de diferentes áreas,
trabajando a partir de los llamados “materiales diagnósticos”.
37
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Lamentablemente aunado la falta de fechamientos con C14 en los
pocos sitios excavados, las secuencias cerámicas se han trabajado a partir de
recolección de superficie sobre todo en los proyectos de recorrido, que entre
otras cosas, obedecen en la mayoría de los casos a demarcaciones sugeridas
por los actuales límites estatales.
En este apartado veremos de manera general estas propuestas
cronológicas, dejando la descripción detallada de la cerámica para un capítulo
posterior, ya que como veremos, el tema de los materiales cerámicos nos
ubican en una problemática en donde a pesar de la homogeneidad presente en
los tres Periodos -Preclásico, Clásico y Posclásico-, las variaciones para
clasificar los materiales diagnósticos, nos sitúan no solo ante diferencias de
temporalidad, sino también espaciales. Retomando esto, Saint-Charles et.al.
(1992) ubica territorialmente estas variaciones y establece las Provincias
Cerámicas del Bajío, que más adelante abordaremos más a fondo.
En el segundo apartado de este capítulo abordaremos las propuestas
generales sobre el desarrollo cultural del Bajío, no a manera de un análisis de
estas, sino como un preámbulo al tema que ocupa esta tesis y a una discusión
que será tratada en los Capítulo III y V. Se tratarán también algunos estudios
en el suroeste de Guanajuato que sin duda son el antecedente inmediato de mi
tema de interés.
Podemos considerar el área sur del estado de Guanajuato como
probablemente la más habitada de la región nor-centro del país en la época
prehispánica. Hay hasta ahora una propuesta inicial para la periodificación de
esta área, corresponde a Castañeda et.al. (1988) cuyo trabajo se enfoca a
correlacionar los materiales cerámicos y el patrón de asentamiento.
Abordemos las distintas cronológicas desde cuatro momentos
generales en que los autores coinciden se dio el desarrollo cultural del Bajío -
si acaso con algunas variaciones temporales y territoriales-, estos son: la
38
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Tradición Chupícuaro, el Desarrollo Local, Despoblamiento y
Repoblamiento.
Tradición Chupícuaro
Los primeros asentamientos que desarrollaron una cultura sedentaria con
bases agrícolas en esta región corresponden a la Tradición Chupícuaro. Esta
cultura tiene su origen en Acámbaro, Gto., desde donde a través del Bajío
desarrolla una red de influencias que llegan hacia el sur hasta el Altiplano
Central, incluyendo sus vecinos Michoacán y Querétaro; y hacia el norte,
Zacatecas y Durango del territorio actual nacional, y según Kelley, hasta las
culturas Mogollón y Hohokam del suroeste de Estados Unidos (Kelley, 1966)
Tomemos en cuenta que ya antes de la Tradición Chupícuaro existían
en el Bajío sociedades cazadoras-recolectoras o con una agricultura
incipiente; pero partimos de Chupícuaro considerando que es la primera
manifestación de una sociedad estratificada con una economía basada en la
agricultura y la explotación de otros recursos naturales del entorno para la
subsistencia y vida cotidiana.
Como se mencionó párrafos arriba, la problemática de la cronología del
Bajío radica en el hecho de los pocos fechamientos absolutos que tenemos.
Sin duda alguna, Chupícuaro es la tradición que primordialmente presenta
esta dificultad para definir su desarrollo temporal. Es a partir de estudios
cerámicos que se han propuesto la mayoría de secuencias cronológicas para el
Bajío. Una importante contribución corresponde a Porter (1956) y las
excavaciones realizadas en la Presa Solís, en la que las que el hallazgo de
entierros asociados a ofrendas permitieron identificar claramente el estilo
Chupícuaro. Porter realiza a partir de correlaciones cerámicas con la Cuenca
de México una secuencia que ubica a Chupícuaro de 500 a.C. al 400/500 d.C.,
estableciendo tres fases para esta Tradición:
39
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
- Fase Chupícuaro Temprana, de 500 a.C. a 300 d.C.
- Fase de Transición, sin una ubicación temporal definida
- Fase Chupícuaro Tardía, de 300 d.C. a 400/500 d.C.
Snarkis, con base en fechamientos absolutos, y tomando como
antecedente una secuencia establecida en 1974 y realizada a partir de una
periodificación de Goreinstein en ese mismo año (Saint-Charles, 1992: 8),
retoma la secuencia ubicando a Chupícuaro como primera etapa, de 650 a.C. a
100 d.C. Con esta fecha coincide Florance (Braniff, 2005: 48).
Por su parte Castañeda et.al. (1988: 322) ubican esta Tradición del 350
a.C. al 350 d.C. Su trabajo se enfoca a la correlación de los materiales
cerámicos con el patrón de asentamiento manifiesto en esta sociedad; así,
plantean que esta fue una cultura con base agrícola que se asentó en áreas con
abundantes recursos acuíferos, expandiéndose paulatinamente hacia el norte
para seguir el curso de los ríos y manantiales (ibidem: 223).
Pienso que considerando que existen fechamientos absolutos en la
secuencia de Snarkis, además de las evidencias del siguiente momento de
desarrollo cultural regional -Desarrollo Local- podemos tomar las fechas
650 a.C. a 100 d.C. como las más acertadas para la problemática de la
cronología de Chupícuaro.
Desarrollo Local
Después de Chupícuaro y antes de la tradición que define este desarrollo local,
se sitúa lo que Brannif denominó como Fase Morales (Brannif, 1998), con un
claro antecedente en Chupícuaro pero con nuevas influencias,
presumiblemente de Occidente. Por su parte, Cárdenas (1999: 33), identifica
la Fase Morales propuesta por Brannif como la referencia anterior inmediata
a la Tradición Bajío.
40
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
La ubicación cronológica de lo que se conoce como Desarrollo Local es
hasta cierto punto variable debido a la gran cantidad de asentamientos que
han sido definidos dentro de este espacio temporal, coincidiendo los diversos
investigadores en que la característica principal que lo identifica es una
tradición arquitectónica común en la región: los llamados patios hundidos o
cerrados. Aunque estos no son exclusivos y probablemente no originarios de
este territorio, se presentan en la mayoría de los asentamientos, o tal y como
lo afirman algunos autores -tema de otro capítulo-, aparece en todos los sitios
abajeños. Esta problemática va más allá al observar las notorias discrepancias
en las secuencias de los investigadores, aunque debemos tener en cuenta
también que las propuestas están basadas en las diferentes áreas de estudio,
las que evidentemente no son totalmente homogéneas en todos los aspectos
de su desarrollo. Sin embargo, aún en las áreas trabajadas por dos o más
investigadores se dejan ver estas contradicciones. Como anota Brambila:
“Por ejemplo Nieto (1988) en la región del Río Laja establece nadamás dos momentos de ocupación agrícola. El primero hacia 100 a.C. a 200 d.C. y el segundo entre 800 y 1000 d.C. cuando habría una etapa de despoblamiento; sin embargo Braniff, en regiones aledañas a las estudiadas por Nieto propone una cronología diferente. Explicaciones de las discrepancias requieren de estudios más minuciosos” (Brambila, 1993: 6-7).
Castañeda et.al. (1988: 324) llaman a este momento Desarrollo
Regional y lo ubican en 350 d.C. a 900 d.C. Las principales características de
este desarrollo según estos autores serían la nucleación de los asentamientos,
y que a diferencia de la etapa anterior, estos no se encuentran en las márgenes
de los ríos, sino en las laderas bajas y cimas de los cerros, y como elemento
común arquitectónico, el patio hundido. Brambila recorre un poco la fecha de
inicio hacia el 400 d.C., y agrega que el elemento distintivo de esta etapa es la
consolidación de unidades políticas con alguna independencia entre ellas
(Brambila, 1995: 314).
41
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Braniff coincide también con este rango temporal, 350-900 d.C.,
considerando a este desarrollo regional como un organización compleja
compuesta por señoríos (Braniff, 2004: 483). Cárdenas identifica el Periodo
Clásico Temprano como la etapa de mayor poblamiento en el Bajío, al mismo
tiempo que presenta características arquitectónicas que aluden a un
desarrollo local. Este autor llama a este periodo la Tradición el Bajío o
Tradición de los patios hundidos; esta, situada tentativamente entre los años
300-650 d.C. (Cárdenas, 1999: 19), podríamos llamarla el florecimiento de la
región, dadas las características arquitectónicas que presenta y la gran
cantidad de asentamientos observados. Afortunadamente existen ya
fechamientos absolutos para algunos sitios que están caracterizados dentro de
este periodo de auge abajeño:
“En síntesis se pueden proponer dos rangos de ocupación el Bajío, el primero y más aventurado es proponer el año 240 d.C., de Zubrow como la fecha más antigua y el año 700 d.C., obtenido de la calibración de los datos de Castañeda como la fecha más tardía; un segundo rango que puede proponerse es un poco más conservador y más lógico en términos de las secuencias culturales regionales, ubicaría la arquitectura de patio hundido entre los años 300 y 650 d.C_ (Cárdenas,1999: 62).
Podemos considerar que se tiene un rango temporal y una base de la
cual partir para correlacionar distintos asentamientos con características
similares a las de los sitios fechados. Sin embargo el mismo Cárdenas
reconoce que esta es sólo una primera aproximación para establecer una
cronología absoluta de la región, ya que faltan estudios que asocien la
arquitectura con los materiales cerámicos (ibidem: 63). Por mi parte, pienso
que aunado a esto, tendrían que fecharse asentamientos de distintas áreas,
para ver si estamos hablando de un desarrollo homogéneo en el Bajío
representado por la tradición arquitectónica del patio hundido.
42
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Despoblamiento
Los estudios cerámicos y arquitectónicos muestran un abandono en la gran
mayoría de los asentamientos del Bajío alrededor del año 1000 d.C. Esta
hipótesis surge además de la propuesta de Armillas (1964) sobre cambios
climáticos en toda la región nor-centro, y por lo tanto una serie de
migraciones que despoblaron el área. En este apartado no profundizaremos
en el tema de los movimientos o migraciones, me enfocaré a resumir algunas
de las propuestas cronológicas sobre este abandono.
Los trabajos sistemáticos realizados por el CEMCA en Cerro Barajas, en
Pénjamo, Gto., sin duda son una gran aportación para la arqueología regional,
ya que la secuencia cronológica establecida por Pereira, Migeon y Michelet,
apoya la hipótesis sobre el abandono masivo de la región, o, en sus palabras el
desplome de la frontera septentrional de Mesoamérica, ocurrida a finales del
primer milenio (Pereira, et.al., 2005: 134)
Parece ser que a partir del 900 d.C. ocurre una gran movilización en la
zona septentrional. La hipótesis más lógica es pensar en un cambio
medioambiental -tal como lo propone Armillas- que desencadenó una serie
de desajustes socio-políticos en la organización tanto a nivel región como a
nivel asentamiento,
“El principio del segundo milenio se caracteriza, entonces, por etapas de retracción paulatina de la población como se observa en algunas modificaciones del patrón de asentamiento” (Brambila, 1995: 317).
Braniff por su parte, llama a este reacomodo poblacional “repliegue de
la frontera” y lo ubica entre el 900 y 1150 d.C. (Branniff, 2004), sin embargo,
no lo atribuye de manera categórica a los cambios climáticos propuestos por
Armillas, por lo que habría que considerar una serie de mecanismos
vinculados.
43
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Repoblamiento
La fecha en que se registra un repoblamiento del Bajío ocurre hacia 1350 d.C.
Aunque las evidencias nos muestran que no fue un desarrollo organizado y en
auge como el que se dio en el Periodo Clásico, de hecho, no se han registrado
en el Bajío sitios que sean totalmente característicos de esta etapa. Creemos
que reocuparon asentamientos ya abandonados durante el Epiclásico,
ejemplos de esto son Cerro Barajas y Peralta, en el suroeste de Guanajuato, en
donde se han identificado reocupaciones claramente tarascas. Hay evidencia
también de grupos chichimecas (Taladoire, 1998) cuyos movimientos
migratorios hacen de esta región en el Posclásico un escenario de constantes
reacomodos y luchas quizá por acaparar territorios.
Castañeda et.al. (1988: 330) catalogan a la etapa 1350 a 1500 d.C.
como Presencia Tarasca, cuyas manifestaciones se dan hacia el norte del Río
Lerma. Estos autores proponen que esta presencia se debió a razones
específicamente militares que tenían como fin controlar las zonas lacustres.
En esta etapa -Posclásico Tardío- el Bajío se convierte en una zona de
movimientos ya no producto de un desarrollo regional, sino en la confluencia
de las expansiones de dos grandes estados, el Tarasco y la Triple Alianza.
Jiménez Moreno propone estas colonizaciones en Guanajuato en relación con
topónimos:
“Este autor nos dice que la radiación de la cultura tarasca dominó en la parte sur del estado, y la nahua, las regiones oriental y un poco la sudoccidental, además de la población otomí como sustrato base” (Jiménez Moreno, citado por Brambila, 1995: 321).
Por ahora podemos resumir que después del despoblamiento del Bajío
hacia el Epiclásico, la región se rehabitó por distintos grupos tanto
chichimecas -como los otomís- como por las expansiones tarasca y nahua.
44
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
II.2. Principales propuestas sobre las dinámicas regionales
El Bajío se considera como una zona de paso entre grandes desarrollos
culturales; al encontrarse en un territorio intermedio entre Teotihuacan, La
Quemada, Chalchihuites, Tula y Teuchitlán, se puede inferir el carácter de
área de confluencia de la región. A pesar de que este carácter de zona de
confluencia es aún discutido debido a la falta de estudios sistemáticos que
muestren tal efecto, la arquitectura y el material cerámico han aportado
elementos hasta ahora suficientes para establecer influencias o contactos
entre la región del Bajío y las aledañas. Lo que no ha sido suficiente es el
estudio a profundidad de los rasgos que muestran el tipo de influencia o
contacto que se tuvo. Aquí es importante destacar que hacemos una clara
diferenciación entre contacto e influencia, ya que mientras el contacto implica
la relación directa de dos o más culturas, las influencias pueden ser una serie
de rasgos transmitidos a través de diversas culturas y distintas formas.
Chupícuaro
La trascendencia cultural de los pueblos abajeños y en general de todo
occidente sin duda se deriva de la influencia ejercida por la Tradición
Chupícuaro. Llamamos “Tradición” a este desarrollo cultural por los rasgos
observados en un área ubicada al sur de Guanajuato, cuyo lapso cronológico
tuvo una duración de 650 a.C. a 100 d.C., y sobre todo por la influencia
notoria en los pueblos de su entorno, y aún en los materiales de épocas
posteriores. Esta sociedad es el primer indicio en la Mesoamérica
Septentrional de una sociedad jerarquizada; Crespo (1992) -aunque propone
una cronología distinta, 500 a.C. a 350 d.C.- la identifica como una unidad
político territorial, la primera de la región, en donde siglos más tarde (Periodo
45
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Clásico) estas unidades serían la dinámica bajo la cual se regiría la estructura
social del Bajío.
La Tradición Chupícuaro tuvo un amplio radio de influencia, y aunque
tratamos de problematizar al Bajío dentro de Mesoamérica, sus rasgos y/o
contactos se extendieron tanto al centro como al noroeste de México. Los
rasgos que según Cabrero se utilizan para definir las relaciones entre
occidente -considerando que algunos autores trabajan la región del Bajío
dentro del área de Occidente- y noroeste, radican en la similitud de cerámica
en las dos regiones, y la localización de las tumbas de tiro. La evidencia que
señala Cabrero para sostener la hipótesis sobre esta relación, es la localización
de cerámica Chupícuaro en el norte -sin embargo no especifíca en dónde se
encontró-, afirma que la importancia de Chupícuaro en el occidente, es
comparable a la de los olmecas en la otra parte de Mesoamérica, e incluso que
Chupícuaro podría ser también el orígen de las raíces de las culturas del
noroeste, y concluye que de ser así, esto facilitó “la expansión hacia el norte de
formas de vida mesoamericanas” (Cabrero, 1989: p. 42) Una evidencia más se
encuentra en el denominado complejo Aztatlán. Este complejo, según la
autora, se extiende por el norte de Nayarit, Sinaloa, Durango y casi todo el
Occidente. Otra hipótesis de Cabrero es que el Complejo Coyotlatelco del
Centro de México, es una derivación del Complejo Aztatltán.
Según Cabrero, estos elementos implican un contacto entre occidente y
noroeste, “y van acompañados de otros elementos como son implementos de
piedra, concha, hueso, etc. Algunas veces se encuentran patrones de
asentamiento similares, otras, conceptos ideológicos” (ibídem: 46).8
8 Otra de las propuestas de Cabrero sobre el Bajío es el considerar a la región como parte de una ruta de intercambio: “La ruta interior de intercambio partiría de la Cuenca de México hacia Zacatecas atravesando probablemente la región del Bajío, hasta alcanzar La Quemada y posteriormente el área de Chalchihuites, y de ahí continuar hacia el Norte para dirigirse hacia el Suroeste de los Estados Unidos” (idem).
46
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
A Chupícuaro se le ha conferido un significado dual -que algunas veces
no es coincidente- como receptor y generador de tradiciones culturales. Por
un lado Brannif (1998) comparte la idea de Cabrero de considerar a
Chupícuaro en estrecha relación con occidente y de expandir su influencia
hacia el norte, donde la cerámica de Alta Vista y del suroeste de Estados
Unidos muestra elementos que denotan dicha relación. Por otro lado,
Florance (1985) considera a esta tradición como una expansión de Cuicuilco,
más que como un desarrollo estrictamente local.
Sea cual fuere su carácter, queda claro que Chupícuaro fue sin duda la
más temprana expresión en el Bajío de una organización social compleja y de
una amplia expansión cultural. Hasta no saber certeramente en qué consistió
- y porqué- la difusión de los elementos característicos de Chupícuaro, lo que
nos atañe en estos momentos es tener un marco de referencia regional, para
entender los posteriores desarrollos abajeños.
Provincias Cerámicas
Otra propuesta a la que constantemente se hace referencia en la bibliografía
arqueológica sobre el Bajío es la que está orientada a regionalizar a este en
base a la cerámica. Saint-Charles establece dos regiones cerámicas en el Bajío,
occidental y oriental, la oriental a su vez la divide en cuatro provincias: Lerma
medio, Central, Valle San Juan del Río y Laja (Saint-Charles et al., 1992). Una
aportación importante de las provincias cerámicas es que muestran el rango
de distribución de los tipos cerámicos, desafortunadamente hasta ahora no se
cuenta con las excavaciones suficientes para correlacionar el material o para
descartar tal o cual tipo en determinado asentamiento, por lo tanto debemos
47
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
estar conscientes de las limitantes de las provincias cerámicas para explicar la
dinámica social.
Un primer problema que Saint-Charles identifica es sobre el rojo sobre
bayo, ya que considera que al estar presente en un largo periodo de tiempo, o
de hecho a lo largo de dos periodos mesoamericanos. Sin embargo, la
propuesta de este autor es considerar el rojo sobre bayo no como un marcador
temporal, sino espacial, debido a las claras variaciones que este presenta.
La metodología seguida por Saint-Charles consistió en delimitar al
Bajío como un área, después dividir esta área en dos regiones: oriental y
occidental. A su vez cada región se dividió en provincias, las que se forman
por un continuum de sitios con el mismo tipo.
1. La región oriente (limitando al oriente por el Río San Juan, hasta el Río
Guanajuato al poniente, con el Lerma en el curso medio y al norte por
la Sierra Gorda y la de Guanajuato) se caracteriza por las cerámicas con
engobe y pintura roja, y está dividida en cuatro provincias según sus
variaciones: Lerma medio, Lerma central, Valle de San Juan del Río y
Laja.
2. La región de occidente (inicia en la Cuenca del Río Guanajuato, sigue
hasta el poniente de los Altos de Jalisco, al sur llega a las Sierras de
Pénjamo y Abasolo, y al norte sigue hasta la Sierra de Guanajuato) se
caracteriza por las cerámicas con engobe y pintura naranja. (idem).
Unidades Político-Territoriales
El periodo Clásico en el Bajío se ha caracterizado por una organización
espacial de los asentamientos que deriva en lo que Crespo (1992) ha
denominado el modelo de las llamadas Unidades Político Territoriales. Este
consiste en un centro rector y otros sitios menores dispersos en su periferia
48
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
que dependen política y económicamente de él. Esta forma de organización
social se aplicaría a todo el Bajío como patrón recurrente y es tal vez la
propuesta más difundida, considerando que los asentamientos que presentan
este patrón son identificados dentro del periodo de más auge en la región,
esto es, en el Clásico. Cada unidad, según Crespo, mantendría un
autoconsumo y una organización interna propia, estas unidades estarían
insertas en una estructura socio-política mayor (idem).
Este tipo de organización espacial reflejaría entonces las relaciones de
dominio y poder entre los asentamientos integrantes, y a la vez el tipo de
interacción que mantenían en el contexto mesoamericano. Se entiende
entonces que las comunidades eran dependientes de los centros rectores, y
que la organización en sí -la UPT- era quien tenía autonomía respecto a otros
centros.
“Para explorar esta línea de trabajo se tomarán en consideración los conceptos: territorio, delimitación de la formación social; organización de las fuerzas productivas en el ámbito territorial; el carácter político de las unidades básicas de producción; la organización familiar y étnica; los conceptos religiosos sobre el espacio y su relación con la organización del territorio; los procesos de reordenamiento territorial debido a las actividades de colonización y conquista, en donde ambas implican una migración de un segmento del población y, por último, la organización tributaria en función del espacio” (ibidem: 159).
La organización territorial abajeña en el Clásico apunta hacia un uso
del espacio definido por relaciones de dominio entre asentamientos de
distinto rango, esto es, las Unidades Político Territoriales o UPT’s. Dentro de
este modelo podemos mencionar dos casos -entre muchos- que han sido
definidos claramente bajo este concepto, San Bartolo Agua Caliente
(Castañeda, 1992) y Peralta (Cárdenas, 1999), en cuyo patrón de asentamiento
49
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
es evidente para estos investigadores una organización espacial de este tipo.
Las variantes que ocurren al interior de cada UPT son motivo de otra
investigación que tome en cuenta aspectos relacionados con las actividades de
la sociedad representada.
Relación / no relación con Teotihuacan
Debido al auge de Teotihuacan, las discusiones sobre el contacto o no-
contacto de este centro con el Bajío son hasta hoy motivo de investigación. Es
innegable la gran difusión de Teotihuacan por toda Mesoamérica, diversos
pueblos mantuvieron con este algún tipo de contacto o influencia, y por lo
tanto gran parte de la vida mesoamericana del Clásico giró en torno o al ritmo
de Teotihuacan.
Teotihuacan ha sido a través de los años tema de debate entre los
investigadores que buscan interpretar los mecanismos que dieron origen y
continuidad a una sociedad que tuvo el radio de influencia más extenso e
importante de Mesoamérica. Son justamente estas influencias las que son
motivo de diversas propuestas que intentan explicar, en primer término, su
existencia, para después definir bajo teorías y modelos los diferentes modos y
procesos de interacción. Dicha interacción posee distintos grados o procesos,
por ejemplo, el simple contacto, la influencia, o llegar hasta la dominación de
una sociedad sobre otra/s. En el caso del Bajío, tomemos en cuenta su
cercanía con este centro, y que una región tan próxima no pudo haber
quedado exenta de alguna de las diversas manifestaciones en las que se hizo
notar la influencia e incluso presencia teotihuacana.
Teotihuacan es un caso excepcional en Mesoamérica por el radio de
influencia que alcanzó. Entre otras propuestas, la complejidad de sus redes ha
50
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
sido tratada de definir por ejemplo en base a la teoría del Sistema-mundo.9
Para la Mesoamérica Clásica, el Sistema-mundo estaría girando en torno a
Teotihuacan como centro, y este desarrollaría distintos nexos entre los cuales
tendría el control hegemónico del sistema. Este sistema estaría basado en el
intercambio de bienes, y legitimado en los artículos que muestren un contacto
o un nexo teotihuacanos, lo cual denotaría el status y/o la influencia de
Teotihuacan.10
Al igual que en diversas regiones de Mesoamérica, en el Bajío se
encuentran también elementos teotihuacanos en algunos sitios como Santa
María del Refugio, en Celaya, Gto. (Castañeda et. al. 1996), y La Negreta, en el
Valle de Querétaro (Brambila y Velazco, 1988); ambos han sido excavados, se
identificó la cerámica característica de Teotihuacan aunada a otros elementos
foráneos como obsidiana verde (originaria de Hidalgo) en Santa María del
Refugio y concha del Atlántico y del Pacífico en La Negreta. Brambila y
Velasco (1988: 293), proponen que estos materiales llegaron a esta región vía
Teotihuacan. Además de Santa María del Refugio y La Negreta, Saint-Charles
(1996) propone varios sitios más con influencia teotihuacana: Inchamácuaro
9 La teoría del Sistema-mundo, desarrollada por Wallerstein: “busca analizar la formación y evolución del modo capitalista de producción como un sistema de relaciones sociales, políticas y culturales que nacen al final de la Edad Media y evoluciona para convertirse en un sistema planetario y confundirse con la economía mundial” (Hurtado s/f, citando a Wallerstein). La jerarquía implícita en este modelo se basa en la existencia de un centro, una periferia y una semiperiferia, las cuales estarán sujetas a una hegemonía que regula el sistema.
10 Una de las críticas a la aplicación del Sistema-mundo en Teotihuacan está dirigida a considerar que esta teoría no es aplicable a las sociedades precapitalistas; otros, como Peregrine, adjudican este “relativo desprecio” de algunos arqueólogos a la dificultad para diferenciar la “perspectiva Sistema-mundo” de la “teoría Sistema-mundo”, ya que mientras las perspectiva es un programa de investigación, la teoría en cambio busca definir la naturaleza de las relaciones económicas (Peregrine, 1996). El mismo autor considera que una de las mayores dificultades del uso del Sistema-mundo en la arqueología es que los estudios parten del sitio, sin tomar en cuenta que nuestra unidad de análisis no es el sitio sino la consideración misma del estudio del Sistema-mundo.
51
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
y Palo Blanco en Acámbaro, Gto., San Nicolás y Arturo Arredondo en
Salamanca, Gto., y El Rosario en San Juan del Río, Qro. Aunque estos no han
sido excavados, y el único indicador que se tiene para hacer la relación es la
cerámica.
Pero realmente en Teotihuacan no se han encontrado materiales
específicamente del Bajío; es entonces que se propone que el sur de
Guanajuato y Querétaro fungieron en todo caso como parte de una ruta de
intercambio dirigida al Occidente. Uno de los intereses de Teotihuacan en
Occidente es la obsidiana procedente de Ucaréo y Zinapécuaro, Michoacán, ya
que se encontró este material asociado a contextos del Clásico en el Templo de
Quetzalcóatl (Gómez Chávez, 2002: 610). Bejarano sugiere que los grupos
teotihuacanos “utilizaron los corredores de Guanajuato durante finales de la
fase III y durante la TV” (1977: 341).
Sin duda una de las principales materias primas que requería
Teotihuacan y que fue motivo del contacto y control con diversas regiones
mesoamericanas es la obsidiana. Parece ser que esta representaba dos tipos
de valores: una asociada a los artefactos terminados y que se exportaban en
pequeñas cantidades a la región maya, lo que nos habla no de fines
económicos sino políticos (Spence, 1977: 296). El otro valor sí denota un
sentido económico, ya que se trata de cantidades más grandes de preformas y
núcleos distribuidos en México central, Tlaxcala, Puebla, Morelos y quizá
Oaxaca (idem).
Teotihuacan necesitaba intercambiar productos para satisfacer sus
demandas. Esto tal vez quiera decir que no necesariamente se le estaba
tributando a Teotihuacan, sino que éste de alguna forma medió y controló la
circulación de distintos bienes a través de Mesoamérica. Esto nos lo indican
también los que hasta ahora han sido identificados como enclaves
teotihuacanos en ciertas regiones, y de enclaves de grupos foráneos dentro de
Teotihuacan. Este estado debió tener grupos de élite distribuidos en
52
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Mesoamérica que se encargaban de organizar el intercambio con Teotihuacan,
evidentemente fue necesario el establecimiento de enclaves para mantener
activo el comercio, así como para que la influencia que ejercía este centro se
extendiera a los niveles ya no solo materiales sino ideológicos.
También en Santa María del Refugio y Tres Cerritos en Cuitzeo se
reportan prácticas asociadas a rituales teotihuacanos (Saint-Charles, 1996:
156). Dichas prácticas debieron ser instauradas por grupos teotihuacanos
establecidos en esta región, que, como hemos visto, legitimaban a través de la
política y la ideología los beneficios que obtenían del comercio: estos
migrantes pudieron estar cumpliendo funciones específicas a favor de la
metrópoli. Tendría entonces, fines políticos que no descartan una conquista
de carácter ideológico con intereses económicos^” (idem).
Es entonces, que no podemos descartar que aunque Teotihuacan no
estaba ejerciendo un poder a base de tributo, sí mantenía el control del
comercio en Mesoamérica a través de estos enclaves, que se encargaban de
establecer los contactos y generar una especie de dependencia al sistema
teotihuacano, que era el que distribuía y redistribuía los bienes entre las
distintas y lejanas regiones. Seguramente Teotihuacan tenía dos objetivos,
uno era el comercio, y otro era su propio abastecimiento tanto de materias
primas como de artículos básicos y de lujo, haciendo necesarios estos enclaves
para que a través de la influencia política y social se mantuvieran el flujo y
movilización de bienes.
Ahora bien, la problemática de la presencia teotihuacana en el Bajío
apenas comienza a esclarecerse. Cárdenas (1999) propuso que no existe
influencia de Teotihuacan al Bajío, y que un desarrollo tal como la Tradición
de los patios hundidos es meramente local. Consideremos que efectivamente
por lo menos dos de las Unidades Político-territoriales más grandes y
representativas que se tienen del Bajío, como son Peralta y San Bartolo Agua
Caliente, no presentan ningún indicio de relación con Teotihuacan, y por lo
53
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
menos en Peralta los indicadores muestran un desarrollo de este centro desde
el Preclásico,11 lo que nos habla de que su establecimiento no fue de ninguna
manera en relación con Teotihuacan, así como la ausencia en el Clásico de
materiales procedentes o con influencia teotihuacana es nula. La contraparte
de esta proposición radica en que los patios de Teotihuacan son más antiguos
que los del Bajío. Aunque esto es cierto, no podemos afirmar por esta razón
que la tradición arquitectónica del patio hundido abajeña es influencia de
Teotihuacan. Además los sitios que se han propuesto con influencia
teotihuacana muestran otro tipo de indicadores, a saber, la cerámica y los
ritos funerarios, y en algunas ocasiones el talud-tablero.
El hecho está en no ver al Bajío como una región homogénea, es decir,
si por un lado existen sitios que muestran una clara relación con Teotihuacan,
como son Santa María del Refugio y La Negreta, por otro lado existen centros
rectores como Peralta en donde tal relación no se muestra en ningún sentido.
Por lo tanto, y al ubicarse estos sitios -los que se proponen tienen contacto
con la urbe y los que no lo tienen como Peralta- en regiones del Bajío
distintas, se pude inferir claramente que las porciones colindantes de
Guanajuato y Querétaro pudieron estar de alguna manera influenciadas por
Teotihuacan, mientras que la parte nuclear de la Tradición de los patios
hundidos y sobre todo la porción suroeste del Bajío tuvieron dinámicas
totalmente distintas, y la presencia de estos asentamientos no se puede
explicar de ninguna manera en relación a Teotihuacan.
La Tradición Cultural de los patios hundidos
Esta propuesta es sin duda una de las más significativas para comprender la
región abajeña tanto espacial como cronológicamente. Situada dentro de lo
11 Aunque evidentemente la arquitectura de etapas anteriores a los patios hundidos es distinta.
54
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
que anteriormente definimos como desarrollo local, la llamada Tradición de
los patios hundidos o Tradición Bajío representa un gran avance en términos
de la definición del patrón de asentamiento y la arquitectura. Aunque
pudieran cuestionarse muchas cosas a este respecto -desde el concepto
tradición- indudablemente resulta una propuesta enriquecedora que
incorpora la importancia del rasgo arquitectónico a las discusiones de la
arqueología regional, basadas casi siempre en los materiales cerámicos.
Basado el modelo de las UPT’s, un elemento considerado como rasgo
arquitectónico característico de estos asentamientos son los llamados patios
hundidos o cerrados, rasgo que Zepeda (1986) y Cárdenas (1999) han
considerado, en el caso de Zepeda, como elemento característico y común en
la región, y en el caso de Cárdenas como elemento central en el trazo de la
construcción. Los patios presentan variantes en construcción, aunque
siempre se encuentran unidos a uno o dos montículos y sobre una plataforma,
lo que hace pensar que tanto el patio como el/los montículos pertenecen a un
mismo elemento arquitectónico, y en donde se trata de reflejar el orden social:
“Específicamente en el Bajío, el patio hundido es un elemento central en el diseño arquitectónico, la disposición de los basamentos para los templos, la presencia de los recintos habitacionales para los personajes notables de la sociedad en torno a los patios, son rasgos que denotan el importante papel que tenía ese espacio en términos ideológicos, en la concepción del mundo, en sus prácticas rituales y, en términos prácticos, en la movilidad al interior de los conjuntos arquitectónicos” (Cárdenas, 1999: 44).
En efecto, en diversos recorridos de superficie en el Bajío, entre ellos, el
proyecto Gasoducto tramo Salamanca-Degollado (Sánchez y Zepeda, 1981);
Atlas Arqueológico Nacional (Cárdenas, 1987) y recientemente la
Actualización del Atlas Suroeste de Guanajuato (Castañeda y Cárdenas, 2003),
han constatado la indiscutible abundancia de patios hundidos en casi todos
los asentamientos registrados.
55
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Sin embargo, la importancia de esta constante arquitectónica no se
limita a la contabilización y descripción de los asentamientos. La propuesta de
Cárdenas sobre las implicaciones de la presencia de este rasgo es la que
justamente nos hace pensar en un desarrollo meramente local, que abarcó los
ámbitos económico, político e ideológico. Aunque reconoce que este tipo de
arquitectura no es exclusivo del Bajío, sí se hace hincapié en que en esta
región resulta ser el eje constructivo en el diseño, existiendo además 8
variantes de patios reconocidas en 174 sitios que Cárdenas identifica con esta
arquitectura.
Cárdenas (1999) hace una relación directa de la presencia de los patios
hundidos con la propuesta de las Unidades Político-territoriales,
estableciendo además tres niveles de asentamientos para la relación
jerárquica: centro rector, sitios administrativos y sitios menores. Las
relaciones de poder entre estos se reflejarían, en principio, espacialmente,
dado el patrón de asentamiento nucleado y la constante del patio hundido. Las
cabeceras de poder distribuidas en el Bajío son: Loza de los Padres, Peñuelas,
Peralta, San Miguel Viejo, San Bartolo Agua Caliente y Tepozán (Cárdenas,
1999; 2007).
El concepto más discutido es, evidentemente, el de “tradición”, por la
serie de connotaciones que este conlleva. Para definir una tradición cultural
Cárdenas apunta: “es un concepto que nos remite a un conjunto de evidencias
y de sitios arqueológicos ligados o relacionados por el hecho de compartir uno
o más rasgos culturales comunes” (ibídem: 45); esto, dentro de un mismo
contexto geográfico y cultural.
El mejor ejemplo que se tiene hasta ahora de esta tradición es el sitio de
Peralta, en Abasolo, Gto. Trabajado por Cárdenas desde 2002, este
asentamiento cuenta con por lo menos 6 de las 8 variantes del patio hundido
(Cárdenas, 2007). Asentado en las márgenes del Lerma, Peralta sin duda es
uno de los asentamientos más grandes que se tengan registrados en el Bajío,
56
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
además la cercanía y similitud arquitectónica con otros sitios de menor
tamaño, hacen suponer la esfera de poder que abarcó Peralta. Aunque las
exploraciones en este sitio han sido constantes e ininterrumpidas, faltan por
definir algunos elementos, como por ejemplo, delimitar el territorio que se
propone fue parte de la UPT de Peralta, y más aún, establecer secuencias
cerámicas en el centro rector y cotejarlas con los sitios que se proponen
formaban parte de este poderío.
El modelo explicativo de las UPTs ligado a la constante arquitectónica
del patio hundido es hasta hoy una interpretación recurrente en torno al
desarrollo cultural abajeño del Periodo Clásico. Más adelante veremos que
aunado a esta propuesta deben incluirse otros elementos tanto materiales,
como arquitectónicos y temporales, que amplíen el marco interpretativo y
ofrezcan nexos entre las distintas etapas culturales.
57
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Capítulo III
Planteamiento de investigación
III.1. Antecedentes y justificación del tema
A pesar de los huecos en la historia regional, las investigaciones en el Bajío
han sido constantes. Sucede en principio que la región es una de las más
habitadas de la época prehispánica, y al mismo tiempo de las más complejas,
llena de elementos por demás distintos que hacen sumamente difícil acceder a
la interpretación. Desde los inicios de los trabajos sobre Chupícuaro y las
importantes contribuciones de las excavaciones en la Presa Solís, se han
venido concretando distintas problemáticas. Si bien, es cierto que el
panorama de la arqueología abajeña es aún un terreno poco explorado,
también es cierto que los distintos proyectos han dado como resultado un
buen bagaje de propuestas. Muchas de estas producto de recorridos de
superficie, que si bien no son de ninguna manera datos concluyentes, han
abierto la puerta para dar inicio a distintas discusiones.
En este apartado no repasaremos la totalidad de proyectos y
propuestas del Bajío, sólo aquellos que ofrecen datos concernientes al tema
que ocupa esta investigación, es decir, los desarrollados en el suroeste de
Guanajuato y/o los que ofrezcan un acercamiento al análisis del patrón de
asentamiento abajeño.
Esta investigación se enfoca a responder un cuestionamiento
primordial derivado de la actual problemática arqueológica del Bajío. El
historial de estudios sobre esta región contiene principalmente recorridos de
superficie y secuencias cerámicas. Sin demeritar estos trabajos, quizá es hora
de profundizar más precisamente en los datos aportados por estas
investigaciones. Falta, en principio, el estudio detallado de los distintos tipos
58
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
de arquitectura, asociado a las secuencias cerámicas y el contexto
mesoamericano en general, ya que aunque son mencionados en la literatura
no queda clara su función. Por ahora creo que el estudio más detallado de la
distribución de determinados tipos de arquitectura es ya un buen comienzo, y
con esto me refiero no a identificar sólo determinado rasgo arquitectónico -
que ya se ha hecho-, sino de analizar el contexto del asentamiento, así como
los elementos que lo componen y su ubicación en el marco geográfico y
cultural.
Aunque a la fecha se han logrado ya importantes avances en la
arqueología del Bajío, siguen surgiendo innumerables problemáticas para su
explicación. Quizá una de las más importantes es la falta de fechamientos
absolutos y cronologías finas, pues sin estos no podemos contextualizar
materiales, sitios, y por lo tanto eventos. Considerando que la Tradición de los
patios hundidos es el momento de mayor auge en el Bajío, es a partir de este
periodo que podemos asociar los eventos en la región. Afortunadamente este
periodo está bien ubicado cronológicamente, (300-650 d.C.), en gran medida
por los fechamientos obtenidos por Cárdenas en Peralta, Gto., uno de los
centros de poder más importantes del Clásico.
Sin lugar a dudas, el elemento del patio hundido es el más
característico del Bajío; la arquitectura común nos habla de una organización
social regional basada tal vez en los mismos principios estructurales.
Podemos proponer una unidad regional de interrelaciones, manifiesta en un
rasgo arquitectónico. Esta explicación derivada de las propuestas sobre la
Tradición Bajío es la contribución más significativa a la arqueología abajeña.
Sin embargo, existe también a raíz de esta una constante tendencia a asociar
cualquier elemento encontrado a esta tradición, lo que ha derivado en una
problemática que cada día se hace más notoria: hasta ahora se han ignorado
casi por completo los asentamientos con una arquitectura distinta a la
Tradición Bajío.
59
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Cabe señalar que el problema no reside en la falta de conocimiento de
estos sitios, pues como veremos más adelante, un gran número de estos ha
sido identificado y descrito en la literatura abajeña. La problemática deriva en
propuestas que no son del todo fundamentadas debido, por un lado, a la falta
de exploraciones en estos sitios, y por otro, a que por lo general se les asocia a
los grandes sitios con plazas o patios y montículos, restringiendo su papel en
muchos casos a “sitios secundarios” o “sitios menores”.
En efecto, en diversos recorridos de superficie en el Bajío, entre ellos, el
proyecto Gasoducto tramo Salamanca-Degollado (Sánchez y Zepeda, 1981);
Atlas Arqueológico Nacional (Cárdenas, 1987) y recientemente Actualización
del Atlas del Suroeste de Guanajuato (Castañeda y Cárdenas, 2003), han
constatado la indiscutible abundancia de patios hundidos en casi todos los
asentamientos registrados. Sin embargo, debido a la poca presencia de otro
tipo de arquitectura como los juegos de pelota y los sitios con terraceo
habitacional y/o ceremonial, se ha logrado mantener a estos asentamientos al
margen de las interpretaciones regionales, marcando un notorio énfasis sólo
en el llamado desarrollo local o Tradición de los patios hundidos, aunada esta
al modelo de las UPTs propuesto por Crespo, y que, sin embargo, no logran
explicar totalmente la región:
“Los intentos de Ana María Crespo (1980), Juan Carlos Saint Charles et al. (1992) y Efraín Cárdenas (1999) por regionalizar el Bajío no han logrado establecer del todo las particularidades de cada zona, pues ni las cuencas, los tipos cerámicos o los patios hundidos establecen provincias que se puedan diferenciar culturalmente^” (Castañeda y Quiroz,2004: 159).
Esto nos da una idea de la problemática cultural del Bajío. Estamos
en una región heterogénea, en donde existen diversos patrones de
asentamiento y arquitectónicos. Por un lado, es innegable la constante
presencia de los patios hundidos en los sitios que están claramente
60
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
relacionados -dada su distribución y uso del espacio-. Y por otro lado, nos
encontramos con sitios con características totalmente distintas a lo anterior,
tanto arquitectónicas como de ubicación. Estos sitios -a diferencia de las
UPTs- no están cercanos entre sí, pero en cada uno pueden distinguirse
varios usos de los espacios que los hace suponer como sitios independientes y
con organización propia, como son áreas habitacionales, áreas destinadas al
cultivo y espacios ceremoniales como montículos, plazas y en algunos casos
juegos de pelota. Pero además, un rasgo sobresaliente de estos asentamientos
es su ubicación, al encontrarse en cerros con terrenos abruptos y en donde
han podido restringir accesos, controlándolos por medio de altos taludes,
plataformas o aprovechando las barrancas del mismo cerro.
El primer registro sobre este tipo de asentamientos se realizó en
1972, por el Departamento de Prehistoria del INAH. Estos estudios se
concretaron a la Sierra de Abasolo, específicamente el Cerro Huanímaro. Este
cerro cuenta con un importante asentamiento llamado La Mina, que dados
los reportes de los proyectos que lo han intervenido, tuvo una larga ocupación
incluso anterior al Preclásico. Y de hecho, el objetivo de esta primera
investigación era el estudio de grupos cazadores-recolectores precerámicos.
Posteriormente, en el 73, Emilio Bejarano llevó a cabo el Proyecto Río
Turbio, el cual reportó 21 asentamientos sobre todo en la parte que
corresponde al municipio de Purísima de Bustos.
Las primeras exploraciones en un asentamiento de estas
características las llevaron a cabo estudiantes de la ENAH en 1978. El
Proyecto Abasolo (Juárez y Morelos, 1988), tuvo como objetivo determinar el
acceso diferencial a recursos. Las excavaciones, efectuadas en el Cerro
Huanímaro, dieron cuenta del yacimiento de obsidiana que se encontraba en
el lugar y proponían el asentamiento de La Mina como parte de un sistema de
tributación del Periodo Posclásico.
61
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
La Mina no fue identificado por posteriores recorridos, como son el
Proyecto Gasoducto Tramo Salamanca-Degollado (Sánchez y Zepeda, 1981), y
Atlas Arqueológico de Guanajuato (Cárdenas, 1988). Estos proyecto son de
gran relevancia para la presente investigación ya que es justamente de estos
de donde se analiza la información, incluyéndose modificaciones y datos
realizados por el reconocimiento efectuado por Castañeda y Cárdenas en el
suroeste de Guanajuato para la actualización del Atlas (Castañeda y Cárdenas,
2003), y principalmente del análisis de la información que se obtuvo gracias
al acceso a los diarios de campo de Efraín Cárdenas.
El Proyecto Gasoducto Tramo Salamanca-Degollado comprendió las
poblaciones de Salamanca, Pueblo Nuevo, Abasolo, Pénjamo, La Piedad y
Degollado, identificando 42 asentamientos. Sánchez y Zepeda proponen para
la región estudiada una organización en “unidades”; estas constan de un
centro rector y los asentamientos menores que entran en su radio de
influencia (Sánchez y Zepeda, 1981). Identifican cuatro “unidades”: Coecillos,
Mesa del Timbre, Cerro Grande Temascatío y Los Gatos. Las connotaciones
que otorgan a los centros rectores los autores son defensivas, o en sus propias
palabras, militaristas, al hacer constante referencia a los lugares estratégicos y
de difícil acceso en que se encuentran y al dominio visual que estos tenían de
los valles circundantes. Por otro lado, la característica arquitectónica más
común y relevante que encuentran en estos sitios es el patio hundido, por lo
que infieren que esta subregión está sujeta a la misma estructuración social
desarrollada en el Clásico.
Esta concepción de “sitios de defensa” proviene desde los primeros
recorridos de Noguera (1937) por el estado de Guanajuato, en donde
identifica y describe a La Gloria (León, Gto.) como un asentamiento de este
tipo. En primer lugar por su difícil acceso y además por la visibilidad
privilegiada que se tiene desde la cima del asentamiento. También Castañeda
et. al. (1988: 329) consideran que los sitios construidos en las laderas de los
62
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
cerros hacia la parte oeste de Guanajuato -sierras de Pénjamo, Huanímaro y
estribaciones de la sierra de Guanajuato- tienen connotaciones bélicas, y los
ubican entre el 900 y 1350 d.C. :
“Los sitios se encuentran de preferencia en lugares escarpados. En arquitectura se abandona el uso de patio cerrado, de larga tradición en la región y se presenta un nuevo concepto de plazas abiertas en desnivel, con juego de pelota y el empleo masivo de piedra laja para la construcción de largos muros de contención.En general estos sitios presentan más claramente un posición defensiva que la etapa anterior” (Castañeda et al,1988: 330).
Podemos ver que en esta última cita no se sigue el planteamiento
original de Sánchez y Zepeda de considerar a los sitios localizados en
elevaciones abruptas de esa región como parte de las “unidades” o centros
rectores del Clásico. Castañeda et. al. de inicio hacen una distinción tanto
cronológica como arquitectónica, remarcando la diferencia entre la
arquitectura del llamado desarrollo local y la que se presenta con
características totalmente distintas. Aunque también es necesario recalcar la
distinción que se hace en este estudio sobre los asentamientos terraceados
que no cuentan ni con patios hundidos ni con juegos de pelota.
Otro de los reportes que se tienen de estos sitios al suroeste de
Guanajuato es el realizado por Sergio A. Sánchez Correa (1993), quien
identifica algunos asentamientos con lo que él considera claras connotaciones
bélicas dadas su ubicación y su arquitectura, estos son El Cobre, Mesa del
Timbre, Viejo Cuerámaro y Nogales, sitios que habían sido ya registrados por
Gasoducto en 1981. La temporalidad que les otorga corresponde a lo que
actualmente se conoce como Epiclásico.12
12 En su artículo, presentado en 1984, se refiere a esta temporalidad como Clásico Terminal e inicios del Posclásico.
63
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
En Viejo Cuerámaro, Sánchez Correa reporta los restos de una muralla
que parece ser fue defensiva, por las características de resguardo del sitio. El
mismo autor propone que estas adaptaciones arquitectónicas:
“que restringen y controlan el acceso le dan al sitio características estratégico-defensivas que evidencian cierta inestabilidad sociopolítica hacia los momentos correspondientes a finales del Clásico e inicios del Posclásico” (Sánchez Correa, 1993: 54).
Esta inferencia la hace Sánchez Correa a partir de la ubicación
cronológica tentativa del sitio a partir de la cerámica. Sin embargo, debemos
tener en cuenta que la cerámica es muy homogénea en el Bajío para los
distintos periodos, así que este rasgo no es un buen indicador temporal si es
que antes no se hace un estudio detallado de este material.
Otro de los asentamientos que no pertenece a la Tradición Bajío y que
por su monumental arquitectura seguramente tuvo un papel importante en la
región es Nogales13, ubicado en Cerro Barajas (Pénjamo) y donde además se
distribuyen otros conjuntos del mismo tipo y temporalidad que Nogales.
Cerro Barajas ha sido trabajado desde 1999 por Grégory Pereira,
Dominique Michelet y Gérald Migeon. Estos autores proponen que la
ocupación del cerro se dio desde el 450, pero es en el Epiclásico que se da el
apogeo del asentamiento y en que se construyen las estructuras más
complejas, llegando esta ocupación hasta el Posclásico Temprano. Además,
los autores proponen que el aumento demográfico en el cerro a partir del 750
no es de la población local, sino de posibles migraciones (Pereira, et. al. 2005:
123). Esta aseveración sin duda tendrá importantes implicaciones para la
problemática que aborda esta tesis.
13 Los Nogales fue registrado por Proyecto Gasoducto (Sánchez y Zepeda) en el 81. Posteriormente Zepeda (1986) ubica al sitio en el Posclásico, catalogándolo como una “fortaleza tarasca”. También se trata del mismo sitio al que hace referencia Sánchez Correa, proponiendo que su función es de defensa.
64
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
En términos generales, el patrón de asentamiento es descrito así (una
descripción más detallada de los conjuntos se dará en el próximo capítulo):
“El sitio de Los Nogales forma parte de un conjunto de quince sitios más o menos extensos que ocuparon la falda norte del Cerro Barajas. (_) En cuanto a la organización interna de cada sitio se observa un patrón similar: las estructuras más importantes (plazas ceremoniales con basamentos piramidales, conjuntos residenciales monumentales^) ocupan las partes más altas de la ladera. Frecuentemente fueron construidas sobre terrazas artificiales altas o promontorios naturales, por lo que desde ellas se percibe una vista despejada del valle ubicado al norte. El tamaño y complejidad de las estructuras disminuye al bajar la pendiente. Las terrazas habitacionales sencillas se concentran así en las partes bajas de la vertiente, cerca de las zonas de cultivos” (Migeon y Pereira, 2007: 2002).
Los tipos cerámicos que los autores han clasificado en el cerro han
servido para establecer las distintas fases de ocupación y también distintos
eventos, en general se dividen en 3 fases:
Fase Nogales Temprano, 450/500 a 600/650
Fase Nogales Tardío, 600/650 a 750
Fase Barajas, 750 a 900/950 (idem)
Las asociaciones que se han hecho a partir de la correlación de los
tipos cerámicos indican que las relaciones que se mantuvieron entre las
diferentes fases pudieron estar cambiando, y de hecho, en determinado
momento confluir. Hacia las Fases Nogales identifican “dos esferas
culturales”, una que indica relaciones con la tradición local del Bajío y otra
que se liga más al norte de Michoacán (Migeon y Pereira. 2005: 127). En la
Fase Barajas proponen que las influencias del Bajío disminuyen,
reforzándose los nexos con Michoacán; sin embargo, identifican también
65
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
cerámica de tipos totalmente nuevos, de la que sugieren se trata de relaciones
establecidas con el norte de Guanajuato (idem).
Pereira et. al. han asociado Cerro Barajas con otro asentamiento
ubicado a aproximadamente 20 km al suroeste; San Antoniuo Carupo,
perteneciente ya al estado de Michoacán, tiene gran semejanza arquitectónica
con los sitios de Cerro Barajas. Específicamente en el sistema constructivo
basado en muros de laja sin ningún tipo de argamasa y por la presencia de lo
que ellos denominan “atrios” 14. San Antonio Carupo queda también dentro
de la delimitación de este estudio, al ubicarse dentro de esta área de
confluencia de distintos rasgos arquitectónicos y patrón de asentamiento que
estamos proponiendo.
Mención aparte merecen los sitios con juego de pelota, ya que estos no
parecen estar ni dentro de la Tradición Bajío, ni relacionarse con las
connotaciones bélicas que se les ha dado a los ubicados en los terrenos de
difícil acceso, siendo además muy escasa su presencia en esta región.
En el Bajío Brambila et. al. (1993) han reportado: El Cobre, en la
Sierra de Pénjamo; Carabino, que mas bien se encuentra ya en la Sierra
Gorda; Los Baldíos, en León; El Fuerte, en Huanímaro; Madre Vieja, en
Empalme de Escobedo; y La Trinidad y Los Cerritos, en Tequisquiapan, Qro.
Estos autores proponen que la presencia de los juegos de pelota en el Bajío
corrobora el carácter de esta región como zona de transición, ya que su escasa
presencia denota que no es un rasgo local, y se puede interpretar ya sea por
colonización, o bien, por préstamos culturales (ibídem: 95).
A estos podemos sumar ahora dos asentamientos con juego de pelota
ubicados en el suroeste del Bajío: Cerro Angamacutiro, en Abasolo, Gto; y
Zaragoza, en La Piedad, Mich. Afortunadamente en este momento se cuenta
14 Es debido a estos espacios que se ha propuesto una relación de Cerro Barajas con la cultura Chalchihuites.
66
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
ya con un buen bagaje de información procedente de las excavaciones de dos
de los sitios más representativos de este rasgo arquitectónico en el Bajío,
como son Plazuelas y Zaragoza.
El sitio de Plazuelas, ubicado en la Sierra de Pénjamo, a
aproximadamente 14 km al norte del Río Lerma, y al que anteriormente se le
registró como El Cobre15, se comenzó a explorar en 1998 por Daniel Juárez, y
continuado por Carlos Castañeda. Las excavaciones en el sitio han sido
sistemáticas, arrojando importantes resultados sobre el primer asentamiento
con juegos de pelota explorado en el Bajío.
Plazuelas está compuesto por varios conjuntos distribuidos en tres
laderas, en cada uno de los cuales se identifican distintos elementos que
hacen pensar en una marcada diferenciación social entre sus habitantes. Al
mismo tiempo, debido a la presencia del juego de pelota, un temascal
asociado a este, y otros elementos arquitectónicos de implicación ritual,
además de la importantísima característica de abundantes petrograbados,
condujeron a Castañeda a proponer que en este asentamiento habitó una
sociedad de características teocráticas, cuyo periodo de ocupación se ubica
del 600 al 900 d.C. (Castañeda, 2007: 65).
Por otro lado, dadas las características del sitio, se puede inferir que su
presencia no está relacionada con pobladores locales, sino con todos los
movimientos demográficos que se están proponiendo para el Epiclásico.
Castañeda plantea a además que:
“Los materiales foráneos que aquí se encontraron señalan que debió estar incluido dentro de una ruta comercial entre distantes regiones, como lo señala la presencia de turquesa proveniente de Nuevo México, conchas de caracoles originarios del Mar Caribe, o las figuritas de jadeíta guatemalteca” (ibídem).
15 Se trata del mismo sitio mencionado por Brambila et. al. (1993) y Sánchez Correa (1993).
67
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
El carácter que se le ha dado a este asentamiento como lugar sagrado
donde además confluyeron distintas tradiciones mesoamericanas, lo
comparte otro asentamiento con juego de pelota ubicado a 15 km al suroeste
de Plazuelas: Zaragoza, en La Piedad Mich., que se encuentra prácticamente
en las márgenes al sur (aproximadamente 500 m) del Río Lerma.
Las investigaciones en este sitio son llevadas a cabo por Eugenia
Fernández V. Medina, quien propone una ocupación de Zaragoza del 500 al
800 d.C. Otro rasgo además del juego de pelota que comparte este sitio con
Plazuelas es la abundante cantidad de petrograbados, características que
hemos señalado ya como muy escasas en el Bajío. Otros elementos del sitio
son terrazas -tanto habitacionales como agrícolas-, plataformas, montículos
y plazas (Fernández V. Medina, 2004: 295). Esta autora hace importantes
aseveraciones que sin duda aportaron muchos elementos a la construcción
del planteamiento de esta tesis. Entre estas, podemos mencionar, por un
lado, la que hace referencia a la relación entre Plazuelas y Zaragoza dada la
presencia del juego de pelota, y por otro, la “no asociación” de estos sitios con
la Tradición Bajío. Pero sin duda la propuesta que hace más eco para esta
investigación es la que tiene que ver con la consideración del Lerma como
confluencia de distintos rasgos:
“Es de notar que entre los 174 sitios documentados como parte de la tradición El Bajío que comparten el principio arquitectónico del patio hundido en cualquiera de sus ocho variedades, únicamente cinco tienen cancha para juego de pelota (Cárdenas 1999). (^) Brambila, Crespo y Saint- Charles (1993) dan cuenta de 6 sitios, cinco en Guanajuato y uno en Querétaro, en los que el juego está presente y, curiosamente, sólo uno forma parte de la tradición de los patios hundidos. Lo anterior es una muestra de que la vertiente del Lerma fue una zona donde coexistieron diferentes complejos culturales” (Fernández V. Medina, 2004: 297). (subrayados míos).
68
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Las investigaciones de los últimos años han hecho importantes
contribuciones. Puede además notarse la evolución de las distintas
propuestas, y sobre todo, comenzar a considerar las diferencias culturales
que existen en una misma región.
El hecho de que en un área relativamente pequeña -como es el
suroeste del Bajío- confluyan factores geográficos tan diversos
indudablemente ha derivado en un particular desarrollo cultural, donde
distintas manifestaciones se han hecho presentes. La naturaleza de estas
diferencias no es menor, los rasgos arquitectónicos presentes en cada
conjunto de asentamientos son definitivamente indicadores de funciones
determinadas de los sitios. Afortunadamente, varios de los sitios que no
pertenecen a la Tradición Bajío han sido fechados ya -como Cerro
Huanímaro, Cerro Barajas y Plazuelas y Zaragoza-, lo que permite comenzar
a plantear el continuum histórico del Bajío, además de hablar ya de
secuencias cronológicas y sobre todo, proponer eventos que pudieron tener
lugar en la región.
III.2. Problemática e hipótesis
En el apartado anterior se trató de mostrar cómo la falta de estudios más
detallados en el patrón de asentamiento del Bajío, han dado como resultado la
visión de una región que por un lado, se explica en torno a un momento de su
desarrollo, y por otro, a las “incursiones desordenadas” de nuevos elementos
culturales.
Es claro que durante más de tres décadas se han hecho notables
contribuciones sobre el análisis arquitectónico, sin embargo, el estudio de los
patrones de asentamiento requiere de algo más que la descripción formal de
la arquitectura, o de trazar mapas de distribución de rasgos. Requiere, en
69
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
principio, de una organización de datos y de una propuesta que de algún
sentido a lo que se pueda leer en un mapa. Creo que hasta ahora se tienen
datos suficientes para poder pasar a un segundo paso que nos acerque más a
una interpretación. Si el primer paso en años anteriores consistió en
identificar a estos sitios, lo que sigue es problematizar su presencia, y más que
otorgarles un título, un carácter o una función, lo que debe hacerse ahora es
analizar su patrón de distribución y su emplazamiento, partiendo de
considerar siempre el contexto socio-cultural y político y poder inferir el
porqué de su presencia.
Específicamente, esta investigación está dirigida a analizar la presencia
de los asentamientos terraceados en la vertiente del Río Turbio, entendiendo
que aunque la gran mayoría de los asentamientos de la región cuentan con
esta característica, otros sitios pertenecientes a la Tradición Bajío, por
ejemplo, refieren sobre todo a terrazas agrícolas, o en algunos casos
habitacionales. Es entonces que hacemos una clara distinción entre los sitios
con terraceo agrícola o agrícola-ceremonial, de los que se emplazan en un
complejo diseño de plataformas, en donde se trazan elementos ceremoniales,
habitacionales y agrícolas. Estos últimos se sitúan además en terrenos
abruptos y de difícil acceso, incluyendo además en algunos sitios, altos muros
y/o murallas que impiden o controlan una libre circulación.
Este tipo de asentamientos (cuya presencia se obvia en toda
Mesoamérica) ha sido documentado en gran parte del norcentro del país (p.e.
el Bajío, los Altos de Jalisco, San Luis Potosí, Aguascalientes^) infiriendo que
estos son una respuesta a conflictos acaecidos en el Epiclásico, periodo que
clásicamente ha sido caracterizado como época de movimientos
poblacionales. La propuesta generalizada es entonces que los sitios
encontrados en laderas y cimas de los cerros buscan sobre todo la defensa,
considerando que las nuevas movilizaciones traerían consigo conflictos por
70
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
apropiación de territorios. Vale la pena para los fines de esta tesis, revisar
algunas posturas que se tienen precisamente respecto al Epiclásico.
Es el Epiclásico un periodo complejo para el Bajío, ya que aunque haya
propuestas sobre el cómo funcionaba esta región, la falta de correlación entre
los distintos aspectos -en este caso la arquitectura y la cerámica- siguen
dejando un hueco en el marco explicativo. Jiménez Bets propone que: “En
contraste con la percepción de un Epiclásico balcánico y fragmentado, los
datos arqueológicos muestran uno de los horizontes de mayor interacción
interregional hasta entonces alcanzado en Mesoamérica” (Jiménez Bets,
2005: 68), y establece las relaciones socio-culturales del noroccidente y
norcentro de México por medio de esferas de interacción, de acuerdo a la
distribución de los tipos cerámicos.
La principal problemática que rodea a esta propuesta, es que a pesar de
que efectivamente la cerámica muestre indicios de algún tipo de relación, o en
el mejor de los casos, de interacción, la correlación con la arquitectura sigue
planteando una complicación. La arquitectura abajeña del Epiclásico
manifiesta que, contrario al periodo anterior, pudo haber conflictos o
movimientos poblacionales que originaron que se diera un giro al sistema
constructivo y patrón de asentamiento, “subiendo” de las fértiles tierras de las
planicies a las abruptas laderas y cimas de cerros. Contrario a lo que propone
Jiménez Bets sobre las relaciones en el norcentro y noroccidente, sobre una
interacción aparentemente pacífica, el cambio en la arquitectura
muestra sitios que denotan algún tipo de tensión. Sin que esto
quiera decir que tensión deba traducirse a una batalla permanente
por el control de territorios o recursos.
Esta concepción de las eventualidades ocurridas hacia el Epiclásico se
ha atribuido generalmente a la caída de Teotihuacan, y aunque sin duda es
una hipótesis que tiene mucho a su favor -considerando el radio de influencia
en todos sentidos de este centro-, debemos considerar otros factores, y
71
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
también a “otras sociedades”. ¿Sería acaso muy aventurado pensar que
algunas sociedades, por ejemplo, norteñas, optaron en algún momento y por
algún motivo cambiar su residencia sin que estuviera involucrado
Teotihuacan? Hasta el momento tanto una propuesta como la otra son
difíciles de comprobar, por lo menos para el suroeste del Bajío, y
considerando además la dificultad que presenta para la arqueología la
búsqueda que más que efectos nos muestre las causas.
No se abordará a detalle esta problemática porque sin duda requiere
del análisis de otros factores. El punto que aquí nos interesa retomar para la
discusión del capítulo V es la propuesta general sobre la caída de Teotihuacan
y sus implicaciones para las distintas migraciones, y cómo esto se considera
un factor determinante para el establecimiento de sitios que han sido
considerados defensivos. En un apartado del capítulo II se abordó
someramente la cuestión sobre la relación/no relación de Teotihuacan con el
Bajío. A este respecto vimos cómo ha sido demostrada la presencia
teotihuacana en varios sitios sobre todo de la porción colindante entre
Guanajuato y Querétaro, sin embargo, vimos también que esta relación es
inexistente -o por lo menos no ha sido comprobada- ni en la parte central ni
en la porción suroeste del Bajío. Aquí justamente tendríamos qué determinar
si los movimientos poblacionales de los que se habla son provocados
exclusivamente por la caída de Teotihuacan, o si podríamos proponer también
que estos obedecen a problemáticas de otra índole, como migraciones que
provienen de otros lugares, o incluso un reacomodo netamente regional, es
decir, un movimiento de grupos locales ocasionado por motivos de otra
naturaleza, ya sea el control de algún recurso, problemáticas político-
ideológicas, o incluso retomar en alguna medida la propuesta de Armillas
sobre los cambios climáticos. Estas son sólo algunas interrogantes que surgen
cuando se habla de la caída de Teotihuacan, de movimientos poblacionales, de
los conflictos del Epiclásico^ Evidentemente cualquier pregunta y propuesta
72
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
deben formularse en términos más formales, en términos en primera
instancia de las problemáticas regionales.
La razón de estudiar la parte suroeste del Bajío, obedece al hecho de
que después de analizar los resultados de proyectos como Gasoducto (Sánchez
y Zepeda, 1981), Atlas Guanajuato (Cárdenas, 1988) y Actualización del Atlas
del Suroeste de Guanajuato (Castañeda y Cárdenas, 2003), y, al mismo
tiempo, de confrontar sus resultados, es muy notoria por un lado la
confluencia de distintos rasgos arquitectónicos, y por otro, parece haber un
patrón en cuanto a la distribución de estos rasgos, concentrándose la gran
mayoría de los sitios de la tradición de los patios hundidos hacia la parte
central del Bajío, los sitios con juego de pelota en las márgenes del Río Lerma
en la parte que corresponde al suroeste abajeño, y los asentamientos
terraceados en la vertiente del Río Turbio. Sin que esto quiera decir que no se
encuentren estos rasgos arquitectónicos en algunos sitios que no están dentro
de las áreas propuestas. Estamos hablando sobre todo de generalidades y de
patrones recurrentes.
Aquí se aborda principalmente lo concerniente a los sitios terraceados
por el reto que hasta ahora han representado para su interpretación. Sobre
todo a los que se ha ubicado en el Epiclásico, tradicionalmente se les ha
considerado defensivos, dados su establecimiento en lugares de difícil acceso
aunado a los conflictos que se han inferido comúnmente para este periodo.
Sin embargo, existe también otra tendencia a descartar el elemento defensivo
de estos sitios y de proponer más bien un carácter ritual:
“(..) mi postura no es la ausencia de enfrentamientos bélicos, pero considero que muchas veces se ha abusado al buscar indicadores de ellos. Se ha visto como evidencia de un conflicto latente, por ejemplo, la peculiar ubicación de algunos sitios del Clásico y Epiclásico en lugares de difícil acceso, y la construcción de obras de infraestructura supuestamente defensiva. Sin embargo, recientemente se ha
73
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
comprobado que la elección de un área para el establecimiento de un centro ceremonial, además de sus características arquitectónicas, pueden obedecer a un proceso de sacralización del espacio y su delimitación. Entre múltiples, un ejemplo de esto lo constituye el sitio zacatecano de La Quemada, que comúnmente se ha visto como defensivo por excelencia (cfr. Hers, 1988:35) y cuyo emplazamiento en realidad tuvo una fuerte causalidad ritual” (Solar, 2002).
Por obvias razones se ha visto a estas dos posturas como contrarias, es
decir, el carácter que se les ha querido conferir a estos sitios es, o
estrictamente defensivo, o estrictamente ritual. Por mi parte me inclino a
pensar que difícilmente un asentamiento puede tener una sola de estas
connotaciones. A esto volveremos en detalle en el capítulo V concerniente a la
discusión. Por lo pronto lo que aquí se recalca es la caracterización que se ha
pretendido dar a los sitios localizados en laderas abruptas.
A partir de distintos factores es que se hacen necesarias diversas
preguntas, buscando sobre todo hacer una aportación a la identificación no
solamente de rasgos arquitectónicos, sino sus posibles implicaciones socio-
culturales.
Entonces, la pregunta central de este estudio es:
¿Puede considerarse el Río Turbio como una frontera cultural en
la historia prehispánica del Bajío?
Y a partir de esta pueden desglosarse otras interrogantes:
1. ¿Qué indica el establecimiento de estos sitios en la vertiente del
Turbio?
2. ¿Tienen estos asentamientos alguna relación entre sí?
74
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
3. Si la mayoría de estos sitios se establecieron en esos lugares en el
Epiclásico, ¿de dónde provienen estos grupos y qué podríamos inferir
al respecto de este movimiento?
4. ¿Qué indica su establecimiento en lugares de difícil acceso?
5. ¿Son sociedades autónomas o pertenecen a una asociación jerárquica?
6. ¿Son migraciones o proceden de alguna desintegración política local?
7. En esta problemática no podemos descartar el factor del medio
ambiente, ¿su establecimiento en laderas altas obedeció a un cambio
climático o tal vez al control de ciertos recursos?
Hipótesis:
Los asentamientos terraceados en la vertiente del Turbio
funcionaron como una frontera cultural entre los sitios de la
Tradición local y los sitios que manifiestan la inclusión de otros
rasgos. Su emplazamiento obedece a las tensiones que debieron
existir debido a los movimientos poblacionales acaecidos en el
Epiclásico. Por lo tanto, los cambios en el patrón de asentamiento
reflejan la transición entre el fin de un desarrollo local y la
adopción de nuevas prácticas culturales.
Evidentemente una de las cuestiones más importantes a resolver para
poder responder cualquiera de estas preguntas es la cronología de estos
asentamientos, que como hemos visto la tendencia es a considerarlos dentro
del Epiclásico. Más adelante discutiremos la propuesta cronológica, por
ahora consideremos esta como las más viable, considerando que uno de los
asentamientos más importantes de este tipo de arquitectura -por su
75
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
monumentalidad y su estado de conservación, que han permitido su estudio y
además inferir distintas funciones del sitio- esto es, La Mina ha sido fechado
con una importante ocupación epiclásica16. Además, los fechamientos
llevados a cabo en otros sitios como Nogales, Zaragoza y Plazuelas -que
aunque arquitectónicamente no corresponden al orden de sitios aquí
estudiados- nos dan la pauta para inferir una asociación si bien, no de orden
cultural, si de los acontecimientos que pudieron ocurrir en la región,
gestándose así nuevos patrones en los sistemas de asentamiento.
Cabe señalar de nueva cuenta que en este estudio cuando hablo
de sitios terraceados me refiero a los sitios cuyo emplazamiento se
realiza total o casi totalmente sobre terrazas, ubicando además los
elementos ceremoniales principales -o de mayor magnitud- como
plazas o montículos en los lugares de más difícil acceso y las cimas
de los cerros. En este sentido existe una diferenciación con otros
asentamientos que presentan terraceo principalmente para la
agricultura, ya que el centro cívico-ceremonial se localiza en
lugares más abiertos o de hecho en la planicie, como es el caso de
Peralta.
Al analizar estos sitios es notable en algunos de ellos la presencia de
elementos arquitectónicos pertenecientes a la tradición local, como son los
patios hundidos o cerrados. Evidentemente, uno de los cuestionamientos que
surgieron por esta observación es considerar que estos asentamientos
pertenecen también a la Tradición Bajío. Considero que algunos de ellos
efectivamente tuvieron un desarrollo paralelo y conjunto a los patios
16 Aunque La Mina es un caso especial porque se ha considerado con una ocupación constante desde cazadores-recolectores, además se ha propuesto que durante el Clásico fungió como parte de la UPT de Peralta, tal vez proveyendo de obsidiana a este centro, debido al yacimiento encontrado en las inmediaciones de La Mina. Sin embargo, se ha recalcado la ocupación Epiclásica debido a importantes elementos fechados para ese periodo, como es una terraza funeraria de la que se extrajeron individuos completos.
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
hundidos, sobre todo los que se ubican más hacia la parte central del Bajío.
Sin embargo no podría afirmar lo mismo para otros sitios del suroeste que
presentan esta característica y que se concentran sobre todo en la vertiente
del Turbio. Es evidente que quizá hayan retomado este rasgo, o que incluso
ya lo conocieran, pero descarto que por presentarlo deba atribuírseles una
asociación directa con los sitios de la Tradición Bajío. Este elemento
arquitectónico puede presentarse indicando simplemente que dicho espacio
funcionaba bien para congregar gente, bien para alguna ceremonia en
particular. Dado esto, considero que los sitios terraceados están definidos
más que por sus rasgos arquitectónicos, por su emplazamiento y su ubicación
geográfica.
Ahora bien, antes de pasar a la exposición de los sitios del capítulo
siguiente, es necesario definir algunos conceptos bajo los que se está
trabajando y que han sido guías para este estudio, como son fron tera , los
estudios regionales y los parámetros tomados de los análisis de patrón
de asentam iento.
Sin lugar a dudas, un concepto que hasta ahora llamaría más la
atención del lector es el de “frontera”, ya que su significado y su
funcionalidad en esta disciplina son constantemente cuestionados. Esto se
debe a la concepción política actual que tenemos sobre las fronteras, sobre
todo en nuestro idioma que no permite un uso “flexible” del término, sino
que lo restringe a líneas definidas. Muchos han sido los intentos en la
arqueología de resolver esta cuestión, proponiendo a las fronteras no como
los límites tajantes que conocemos actualmente, sino como puntos que
además de demarcar territorios otorgan un sentido de confluencia.
Es justamente este sentido de frontera el que se propone aquí. Lo que
se ha podido leer en el contexto arqueológico de nuestra área de estudio, no
es un límite territorial definido por líneas exactas, sino un espacio en donde
confluyen distintos rasgos culturales. El Río Turbio es entonces un elemento
77
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
que además de tener esta funcionalidad de zona de confluencia entre diversas
manifestaciones culturales, está fungiendo como frontera para la expansión
de las mismas.
Al inicio de esta investigación existía cierta renuencia de mi parte a
utilizar tanto el término “frontera” como el de “zona de confluencia”, ya que
resulta por demás evidente que cualquier espacio, dependiendo de la
problemática y del enfoque que se le dé a la interpretación, puede resultar o
una frontera o una zona de confluencia. Sin embargo, es evidente también
que existieron importantes desarrollos culturales que definieron en gran
medida los eventos más trascendentes de la época prehispánica, es decir, de
inicio el Bajío es un área intermedia entre centros como Teotihuacan en el
Altiplano central, La Quemada hacia el norte y Teuchitlán en Occidente; y si a
esto sumamos que cuenta con algunos de los ríos más caudalosos de México,
podemos imaginar la importancia que esta región debió tener en la historia
prehispánica. Específicamente el suroeste del Bajío debió ser una de las áreas
más habitadas del país, dados por un lado la presencia de los importantes
caudales del Turbio, Laja, Guanajuato y Lerma, y por otro la gran cantidad de
asentamientos localizados y la diversidad de manifestaciones culturales.
Esta concepción del Bajío como frontera ha sido propuesta por
investigadores como Taladoire, entre otros. Tras los resultados obtenidos de
investigaciones realizadas en las presas de La Gavia (municipio de Romita) y
La Purísima (municipio de Irapuato) en Guanajuato, Taladoire sugiere a
esta región como una frontera pacífica:
“No se trata de una zona guerrera, sino de una frontera de colonización agrícola. Esto se puede interpretar en términos de una población bastante homogénea, o de una coexistencia pacífica entre grupos nómadas y sedentarios, lo que resulta muy posible considerando la heterogeneidad étnica posterior” (Taladoire, 1998).
78
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
En estos términos, cabe aclarar concretamente el sentido de frontera al
que nos estamos refiriendo. Una de las definiciones que más se acercan a la
noción que aquí pretende esbozarse es la propuesta por Brambila, quien
correlaciona la inclusión en la disciplina antropológica de conceptos tan
importantes como son el de región y por ende, el de frontera. Estas
problemáticas aún vigentes han aportado a la arqueología nuevos enfoques
para comprender además dinámicas de interacción:
“Dentro de estas corrientes la frontera se debe considerar como parte integral de la sociedad que la formó, una periferia que interactúa de diferentes maneras con un núcleo. Pero además este nuevo enfoque no ve a las periferias como únicas y aisladas, sino dentro de un conjunto mayor, por lo que la frontera es el punto de contacto con otros grupos” (Brambila,1996: 16).
Por mi parte a esto agregaría que los eventos culturales que tienen
lugar en las fronteras son de una complejidad tal que parecieran formar una
región distinta, como una especie de autonomía que produce sus propios
fenómenos socioculturales. De aquí la importancia de estudiar la frontera
desde la noción de área de confluencia e interacción, y no desde la
perspectiva que nos obliga a visualizarla como una línea periférica a la acción.
Para distinguir entre estas dos perspectivas, resulta muy útil la
diferenciación que se tiene en el inglés de los términos frontiers y
boundaries. En los estudios arqueológicos frontier se propone para analizar
sobre todo este sistema de expansión del centro a las periferias, definiendo
por lo tanto una línea más demarcada entre una sociedad y otra. Por su parte
el concepto de boundaries, analiza las interacciones ocurridas en estas áreas
donde hacen contacto distintas sociedades. Para los fines de este estudio, la
definición de boundaries es mucho más adecuada, aunque como se mencionó
antes, en español no existe un término que haga referencia exacta a este
79
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
significado, por lo tanto, el uso que aquí le damos a “frontera” hace referencia
no a una línea divisoria, sino a esta confluencia de distintos rasgos culturales.
El uso del concepto “frontera” en los estudios arqueológicos está
asociado a los estudios regionales, y aunque pareciera que tanto la
antropología como la arqueología han trabajado siempre bajo este supuesto,
realmente la delimitación de regiones fue una innovación a los clásicos
estudios basados en la difusión de rasgos (difusionismo), y a partir de los
cuales trataban de establecerse “círculos culturales” o Kulturkreise, como se
les llamó en su originaria escuela alemana de geografía. En sustitución de
estas ideas más orientadas hacia el difusionismo, en las últimas décadas se
han visto reforzar esfuerzos a distintas disciplinas como la geografía, la
antropología y la arqueología con el fin no solo de analizar la distribución de
rasgos en un área, sino de entender los procesos que tienen lugar en la
“construcción” de regiones.
Sin embargo, son vigentes aún las discusiones sobre la
conceptualización de territorios. No olvidemos que la tradición académica
norteamericana sigue estando más ligada hacia la antropología cultural, en
donde el concepto “región” no es comúnmente utilizado, y a cambio de este se
emplea el de área cultural, o en términos de Steward, área sociocultural.
Mientras que en la tradición europea se retoman conceptos y modelos de la
geografía, disciplina que introdujo a la antropología y a la arqueología los
análisis regionales.
Uno de los estudios más representativos en cuanto a análisis
regionales es el de Carol Smith, que aunque dice diferir de los realizados por
los geógrafos, si se nota que privilegia los aspectos económicos por sobre
otros de la sociedad, como lo demuestra su estudio realizado en Guatemala
sobre el modelo de lugar central de Christaller. Pero es notoria también su
propuesta de integrar todos los elementos para el entendimiento de la región.
Cárdenas, refiriéndose a Smith:
80
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
“Menciona que su acercamiento a los estudios de sistemas regionales difiere del que hacen los geógrafos y científicos regionales, ella considera como variables explicativas los elementos naturales, políticos o económicos de la región, se concentra en la evolución de los sistemas como regiones e incorpora variables socioculturales como el poder político, clases sociales y divisiones de grupos étnicos. Estima dos unidades como básicas para el análisis de la organización social de una región: sistemas locales y sistemas regionales^” (Smith, 1976, en Cárdenas, 1999: 131).
O, como la misma Smith señala:
“On the one hand, a regional perspective makes it posible to control for local environmental or idiosyncratic variability and to discover how these might systematically affect higher- level systems, thus allowing one to observe localizad and environmental effects more completely than one sees them at either the community or the national level” (Smith, 1976).
Si es así, podemos apostar porque los análisis regionales nos den el
marco necesario para una interpretación del desarrollo sociocultural y los
espacios que arqueológicamente están definidos por interacciones no
solamente de comunidad a comunidad, sino en cuanto a aprovechamiento
medioambiental y su posible inserción en un sistema social, político o
económico mayor.
Aunque en arqueología parece ser que los análisis regionales más
comúnmente realizados optan por modelos económicos, el hablar de regiones
no significa que el factor económico sea el único preponderante para la
construcción de la misma. La región no es estática, no debe analizarse desde
el punto de vista sincrónico, como C. Herrejón Peredo señala: “^por encima
de la simple interrelaeión, sea eeonómiea o de otro tipo, la perspectiva
histórica añade otra nota esencial al concepto de región: la región siempre
es el resultado de un proceso temporal” (2009). Importantes también son las
observaciones que hace el mismo autor para diferenciar región y territorio:
81
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
“_ advertimos ahora que la región implica principalmente la interrelación como resultado del dinamismo propio de tal o cual economía o cultura, o de otros elementos en los que puede o no destacar la voluntad de poder; en el territorio en cambio, lo específico consiste en la delimitación espacial como signo de voluntad de poder para control de recursos” (ídem).
Esto nos acerca de nueva cuenta a la idea de frontera como un espacio
fluctuante, activo, sujeto a distintas dinámicas socioculturales y no
dependiente de una delimitación territorial, puesto que considero que los
actores que habitan una región no necesariamente tienen que estar
consientes de ella, contrario a la noción de territorio. La región se hace
posible para el investigador puesto que se trata de analizar unidades
interrelacionadas, que se hacen ostensibles en el aprovechamiento del medio
natural, la organización política y económica y las manifestaciones
ideológicas. En estos términos interviene también el factor del conflicto,
mediante el cual las sociedades se relacionan, aunque si bien no es una
convivencia pacífica y/u organizada, la interacción sigue estando presente.
En el capítulo I se hizo una reseña de los distintos estudios que se han
desarrollado sobre las problemáticas interpretativas de los análisis espaciales.
Se mencionó también que el enfoque de esta investigación está orientado
hacia los patrones de asentamiento, que además del propio esquema que
expone esta propuesta, se integra a los estudios regionales. Coincido con
Cárdenas cuando afirma que el análisis del patrón de asentamiento no es
meramente el estudio de la distribución de sitios en el paisaje, sino la
interpretación de este en el marco de las problemáticas regionales, tales como
las transformaciones socio-culturales y económicas, y al mismo tiempo la
interacción de estas sociedades con el medio ambiente. Considera entonces
que los estudios regionales deberán estar enfocados a revelar en la conducta
de los espacios construidos tales cambios en la organización social (Cárdenas,
1999: 133).
82
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Este enfoque conjunto de estudios regionales y patrones de
asentamiento resulta evidente, puesto que recurrimos al concepto “patrón”
como una serie de pautas seguidas por determinados grupos sociales en un
espacio y un tiempo. Es necesario entonces, no solo el análisis de la evolución
temporal de estas pautas, sino de la correlación con otros asentamientos que
manifiesten patrones similares, y al mismo tiempo, su inserción y su
conducta sobre un espacio geográfico17.
Los patrones de asentamiento suponen varios niveles de análisis, que
requieren de una investigación amplia, tanto a nivel regional como en la
propia excavación de un asentamiento. Evidentemente esto se complica
desde el hecho de que la mayoría de los proyectos arqueológicos no cuentan
con un respaldo económico o incluso a veces, académico, para que pueda
abarcar todas las tareas que requiere dicho análisis. Otras de las veces es el
propio diseño de investigación el que no está bien definido para lograr los
objetivos. Debido a la problemática que plantean los proyectos arqueológicos
de larga duración, y además, que esta sea ininterrumpida, estos deben
diseñarse de acuerdo a las etapas que vayan planteando también las
cuestiones del propio registro arqueológico, siempre con la visión de que el
objetivo final del estudio de patrones de asentamiento no será un mapa de
distribución, sino la exploración de los asentamientos.
Vogt propone que el análisis del patrón de asentamiento debe incluir:
1. La descripción de los tipos de casas en el sitio
2. La relación que guarda una casa respecto a las otras en el sitio
3. La relación de las casas respecto a otros elementos arquitectónicos de
relevancia en el asentamiento
4. Las proyecciones del asentamiento o de un grupo de asentamientos
relacionados
17 Recordemos que una propuesta específica sobre esta problemática es la esbozada por Flannery sobre “distribución contagiosa” y “patrón simbiótico”.
83
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
5. Las relaciones entre los pueblos en un área tan grande como sea
posible. (Vogt, 1983).
Tomando esto en consideración, cabe señalar que esta investigación es
una primera etapa al reconocimiento de los asentamientos que nos muestran
la problemática planteada páginas anteriores, con esto se pretende
interpretar un patrón distributivo que dará pie a nuevas discusiones. Como
ya he mencionado, la finalidad no es crear un mapa indicando los sitios que
se relacionen con el modelo aquí planteado, puesto que además se está
partiendo de reconocimientos previos. Partimos entonces del análisis de
datos existentes y de la comparación de los mismos.
III. 3. Objetivos y metodología
Objetivo general:
Explicar la o las funciones de los sitios como parte de una
estructura o sistema de asentamientos en la vertiente del Río
Turbio mediante el análisis espacial basado en la complejidad
constructiva, patrón de asentamiento, emplazamiento y
disponibilidad de recursos.
Objetivos particulares:
- Intentar un primer acercamiento al entendimiento de las subregiones
culturales del Bajío.
84
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
- Entender los patrones de emplazamiento que se están observando en
el área de estudio.
- Mostrar estos elementos no como rasgos estáticos, sino como parte de
lo que en su momento fue una dinámica socio-cultural, por lo tanto,
los asentamientos analizados muestran las eventualidades de su
contexto.
Metodología
La metodología aquí empleada se enfocó principalmente en establecer
los criterios bajo los cuales se analizó la información disponible, que como
ya se mencionó, consta de tres principales fuentes:
• Proyecto Gasoducto tramo Salamanca-Degollado (Sánchez y Zepeda,
1981).
• Atlas Arqueológico de Guanajuato (Cárdenas, 1988).
• Actualización del Atlas Arqueológico del Suroeste de Guanajuato
(Castañeda y Cárdenas, 2003).
Los datos obtenidos se contrastaron con la importante aportación que fue
el tener acceso a los diarios de campo de Efraín Cárdenas García, gracias a los
cuales pudieron ampliarse algunos de los datos de los sitios. Los pasos que
guiaron este trabajo fueron:
1. Definición de criterios que se tomarían en cuenta para el análisis
2. Consulta de los datos existentes para la región, sobre todo los
recorridos que presentan mapas de distribución y croquis de los sitios.
85
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
3. Contrastación de las fuentes, incluyendo algunas modificaciones a las
descripciones basadas en los diarios de campo de Cárdenas y en
consultas a ortofotos.
4. Delimitación del área de estudio en base a los sitios que se
identificaron como las unidades de análisis.
5. Reedición de los croquis de los sitios que se considera representan la
problemática que plantea esta investigación.
6. Elaboración del mapa que muestra la distribución de sitios con la
propuesta.
El análisis detallado de la distribución de sitios, así como de su
ubicación geográfica y los elementos arquitectónicos que lo componen, se
hizo con la finalidad de apoyar una propuesta que si bien se vislumbra en los
mapas presentados por otras investigaciones, carecía aún de una propuesta
concreta. En el capítulo siguiente se presenta entonces el mapa resultante del
análisis así como los croquis de los asentamientos terraceados ejes de este
trabajo.
86
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Capítulo IV
Marco geográfico y reconocimiento y
descripción de sitios.
IV.1. Situación geográfica
Geográficamente se conoce como Bajío a las planicies formadas hacia el norte
del Eje Neovolcánico. Este conjunto de planicies se encuentran por debajo de
la cota 1750 y entre los meridianos 100° y 102° longitud oeste y los paralelos
20° y 21° latitud norte. Algunas elevaciones como la Sierra de Pénjamo y la de
Abasolo sobrepasan los 1800 m/n.m. Se localiza al Bajío en la unidad
geomorfológica del Altiplano Meridional, en donde las sierras dividen a esta
en dos, ubicándose al Bajío en la parte occidental y desaguando hacia el
sistema Lerma-Santiago (Braniff, 1999: 33). En la unidad del Altiplano
Central se encuentran distribuidos extensos valles, entre estos el del Bajío, al
igual que el del Río Tula, el de Toluca y el de San Juan del Río: “Estos valles
fueron producidos por antiguos lagos rellenados por sedimentación lacustre y
materiales aluviales, drenados posteriormente por una red hidrológica, que,
aunque poco caudalosa, es eficiente agente erosivo” (Tamayo 1949, vol. I: 414
416, citado en Braniff, idem).
El Bajío se extiende por los actuales estados de Guanajuato -en su
parte meridional-, una porción suroccidental de Querétaro, una franja del
oeste de Jalisco, y lo que corresponde al municipio de La Piedad, en
Michoacán. En este estudio, trataremos fundamentalmente la parte suroeste
del Bajío. Es necesario aclarar que aunque no podemos determinar
87
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Fig 1. Ubicación del Bajío
regiones culturales basadas en delimitaciones geográficas, es sin duda un
factor de importancia en términos arqueológicos, ya que si las regiones
88
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
geográficas están determinadas por agentes geomorfológicos,
medioambientales, etc., son estos elementos que sin duda intervienen en el
asentamiento y desarrollo de una sociedad. Ha sido el Bajío una región que
comparte rasgos singulares en cuanto a su contexto mesoamericano, siendo
esto motivo de que en este estudio se presenten las características culturales
de un área que hasta ahora no han sido abordadas.
El Bajío ha sido desde siempre una región sobresaliente por sus fértiles
tierras. De acuerdo con un análisis del INEGI sobre aguas superficiales,
existen áreas de suelos con base sódica y salina, lo que nos indica la presencia
de ciénegas o lagos en la época prehispánica (Cárdenas y Fernández-
Villanueva, 2004: 498). Este medio ambiente dio al Bajío un modo de vida
que no solo dependía de la agricultura, sino en gran medida de la subsistencia
a base de otros productos lacustres, al mismo tiempo que probablemente
aprovecharon otras materias primas otorgadas por los lagos y las ciénegas.
Aunque esto fue también en gran medida motivo de la enorme destrucción de
la vegetación, ya que desde la época prehispánica han intentado aprovecharse
al máximo sus terrenos.
Ya en la colonia, la fama de la región como granero de México era
conocida, los relatos de la Nueva España describen el gran potencial de su
tierra, utilizando en los primeros tiempos de la conquista las áreas
montañosas para el ganado y los valles para la siembra. En estos tiempos la
práctica más común entonces era la ganadería, debido a la abundante
vegetación que aún predominaba en el Bajío, aunque después la agricultura se
convirtió en la principal actividad económica,
“El empleo del Bajío como una región agrícola fue en parte planeado por la Corona. Celaya, Irapuato, Silao, se fundaron con el propósito expreso de de producir alimentos para los establecimientos mineros de Guanajuato, San Luis Potosí y Zacatecas (_) Las técnicas agrícolas avanzadas que se usaron en los fértiles suelos negros del Bajío, lo convirtieron en el
89
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
“granero de México” hasta fines del siglo XIX” (Wolf, 1972:69).
El intensivo aprovechamiento que han sufrido las tierras abajeñas
hasta la actualidad, ha mermado sin duda la calidad tanto de sus suelos como
del entorno medioambiental en general. Un estudio realizado por González
Ledesma (2004) para el proyecto arqueológico Peralta, en Abasolo, Gto.,
indica el alto grado de perturbación que acaece en la región, y subraya que el
95% de la vegetación ha desaparecido ya, señalando que la planicie estuvo
cubierta por mezquital y las laderas de los cerros por bosque tropical
caducifolio.
“En la actualidad solo quedan algunos pocos reductos de este último tipo de vegetación que funcionan como verdaderos almacenes de germoplasma vegetal y con seguridad también animal, a partir de los cuales se reinstala el bosque, o al menos algunos de sus componentes, en sitios donde cesa o disminuye notoriamente la presión del hombre y de sus animales domésticos (Rzedowski y Calderón 1987)” (González Ledesma, 2004).
El territorio de Guanajuato, área que nos interesa, se encuentra dentro
de la denominada Subprovincia del Bajío Guanajuatense, región caracterizada
por la abundancia de tierras fértiles aluviales y formaciones serranas
prácticamente desforestadas y muy erosionadas. Es ésta una de las 5
subprovincias que se localizan en el estado pertenecientes a la Provincia del
Eje Neovolcánico. Casi todo el territorio de Guanajuato se encuentra dentro
de esta provincia, exceptuando una franja al norte perteneciente a la Mesa
Central.
En el Eje Nevolcánico existen una gran cantidad de fracturas y fallas,
derivadas del vulcanismo terciario y cuaternario, lo que ha dado lugar
también a la formación de grandes fosas, como el Lago de Yuriria (Síntesis
Geográfica de Guanajuato, 1988). Esta provincia, conformada básicamente
por sedimentos y rocas ígneas del terciario y los aluviones originarios del
90
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
cuaternario y que llenan las extensas planicies del Bajío, dan a esta región un
peculiar sistema de topoformas: llanuras de aluviones profundos, llanuras con
tepetate, sierras de cumbres escarpadas, sierras de laderas tendidas, mesetas
con lomeríos y lomeríos aislados-, además de una gran cantidad de acuíferos
subterráneos, el Bajío Guanajuatense es una región apta para la agricultura,
considerando que casi el 70% de su territorio es suelo fértil (Valencia García,
1998: 47). Sus grandes llanuras hacen que la región sea uno de los principales
productores nacionales de avena, cebada, centeno, sorgo, trigo y maíz, entre
otros.
Fig 2. Mapa de recursos. (Cárdenas y Villanueva; 2004)
91
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Los recursos existentes en la región que principalmente se utilizaron en
la época prehispánica son importantes yacimientos de obsidiana y riolita,
además de ópalos. Particularmente nos interesan los ubicados en las sierras
de Pénjamo y Abasolo.
La hidrología del estado de Guanajuato se comprende en dos regiones
hidrológicas: Lerma-Chapala-Santiago y Alto Río Pánuco. La primera abarca
la mayor parte del estado (83%) y se divide en cuencas, la cuenca que nos
interesa (al suroeste del estado):
“corresponde a la cuenca Lerma-Salamanca; tiene su origen en la Presa Solís, comprende además los afluentes del centro de la entidad, Salamanca-Río Angulo, Arroyo Temascatío y Río Guanajuato-Silao. Dentro de esta subcuenca (Río Guanajuato-Silao) se localizan dos de los cuatro almacenamientos más importantes del estado: presa La Purísima con capacidad de 195,700,000 m3(que domina una superficie de riego de 400 has) y la presa La Gavia con capacidad de 150,500,000 m . Además recibe las aguas del Río Turbio-Presa Palote, Río Turbio-Manuel Doblado” (Síntesis Geográfica de Guanajuato, 1988).
Centrándonos más en el área de estudio -el suroeste de Guanajuato-,
señalaremos que esta corresponde a la Subprovincia del Bajío Guanajuatense.
Casi toda el área que nos interesa pertenece a esta subprovincia, que abarca
los municipios de Abasolo, Huanímaro, Irapuato, Pueblo Nuevo, Romita,
Salamanca, San Francisco del Rincón, Silao y Villagrán y partes de Apaseo el
Grande, Celaya, Manuel Doblado, Cortázar, Cuerámaro, Guanajuato, Jaral del
Progreso, León, Purísima del Rincón, Juventino Rosas y Valle de Santiago,
excepto una parte de Pénjamo que pertenece a la subprovincia Sierras y Bajíos
Michoacanos. La subprovincia del Bajío Guanajuatense es una gran llanura,
interrumpida por pequeñas sierras volcánicas, mesetas lávicas y lomeríos
(idem).
92
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Fig 3. Cuencas hidrológicas de Guanajuato. (CONAGUA).
El Río Turbio
El Río Turbio se ubica fisiográficamente en la Cadena Volcánica
Mexicana. El funcionamiento geológico e hidrogeológico del Turbio está
determinado por la Meseta León-Guanajuato, La Sierra de Pénjamo y el
Graben de Penjamillo. Colinda en el norte y poniente con Jalisco, al oriente
con los valles de León y Silao y al sur con el Valle de Pénjamo. El área del
acuífero abarca una extensión de 914 km , y la subcuenca de 1410 km . Este
93
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
acuífero comprende los municipios San Francisco del Rincón, Purísima del
Rincón y parte de Manuel Doblado. Se han identificado siete unidades
litológicas, todas de origen continental y la mayoría son rocas volcánicas que
van del Oligoceno hasta el reciente; estas unidades son (de la más antigua a la
más reciente):
- Ignimbritas del Oligoceno-Mioceno
- Basalto o andesita basáltica indiferenciada
- Conglomerado Xonoconoxtle
- Secuencia máfica del Río Santiago
- Basaltos del Plioceno
- Conos de escoria y derrames de lava del cuaternario
- Aluvión
(Fuente: CONAGUA, página web18).
IV.2. Reconocimiento y descripción de sitios
A) Criterios de los que se parte para la delimitación del área de
estudio y análisis de los sitios.
1. En principio se orientó la investigación al marco que ofrecen los
estudios regionales, e identificando las problemáticas de la arqueología
regional abajeña. Si bien se ha hecho hincapié en que esta no es una
región homogénea, sin duda puede considerarse con un desarrollo
histórico definible en una misma área, dado el carácter de zona de paso
y confluencia del que ya hablamos y al mismo tiempo sus condiciones
medioambientales, que otorga a las sociedades una organización
cultural particular de esta región.
18 http://www.conagua.gob.mx/CONAGUA07/Noticias/DR_1114.pdf
94
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
2. Para definir el Río Turbio como eje de este análisis, primero se
analizaron y unificaron los datos de los proyectos realizados en el
suroeste de Guanajuato, dado lo cual podemos decir que el
conocimiento que se tiene hasta ahora de esta subregión es bastante
completo
3. En el mapa de distribución, no aparecen algunos sitios que
identificaron anteriores proyectos, esto obedece a que no ha sido
constatada su presencia, en parte porque son asentamientos muy
sencillos que ya fueron arrasados y en parte porque el grado de
destrucción actual no permite inferir claramente espacios
arquitectónicos, y por lo tanto, ubicarlos en una categoría.
4. Para el análisis propio de los sitios se partió de los siguientes criterios:
a. En cuanto al patrón de asentamiento se tomaron en cuenta
principalmente tres aspectos: ubicación geográfica, acceso a
recursos y ubicación respecto a otros asentamientos.
b. Más que los elementos arquitectónicos constitutivos, se tomó en
cuenta el emplazamiento de los sitios, ya que considero que para
este caso en particular éste resultó ser un indicador mucho más
viable para una propuesta de la función de los asentamientos.
c. Otros indicadores que se tomaron en cuenta son: la altura del
asentamiento (m/nm), la orientación, la arquitectura y en los casos
en los que es posible la cerámica y la lítica.
95
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Fig 4. Mapa de Clasificación de sitios por
rasgos arquitectónicos.
96
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Listado de sitios en el mapa
01 San Antonio Carupo
02 Zaragoza
03 Casas Tapadas
04 Plazuelas
05 Palo Blanco
06 Cerro Angamacutiro
07 Nogales
08 Cerro Pinos
09 Magallanes
10 Viejo Cuerámaro
11 La Mina
12 Cerro Huizátaro
13 Cerrito del Cristo Rey
14 Los Metates
15 Cerro de la Cruz
16 Los Gatos
17 Mesa del Timbre
18 Villa de Guadalupe
19 Cerro Grande
20 San José de Mendoza
21 Los Coecillos
22 Montecillos
23 Cerro del Venado
24 Peralta
25 La Cantera
26 Paso Blanco
27 Duranes
28 Los Edificios
29 Los Baldíos
97
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
B) Descripción de sitios
Para hacer la clasificación se tomaron en cuenta los elementos arquitectónicos
más representativos que considero dan sentido a la función principal de los
sitios. Se llegó entonces a una diferenciación de 4 tipos de asentamientos
presentes en el suroeste del Bajío:
• Sitios de la Tradición de los patios hundidos
• Sitios con juego de pelota
• Sitios con terraceo habitacional
• Sitios terraceados interpretados como defensivos o ceremoniales
Para realizar las descripciones nos concentraremos en los sitios
terraceados interpretados como defensivos o ceremoniales (les nombro así
haciendo referencia a las fuentes anteriores que tratan sobre éstos
clasificándolos ya sea como sitios de defensa o sitios ceremoniales), ya que
son el motivo principal de este estudio. De los otros tipos se darán solamente
los ejemplos más representativos o mejor documentados, ya que tanto para
los patios hundidos como para los juegos de pelota existen otras referencias
mejor detalladas.
Por otro lado, quisiera aclarar que algunos de los asentamientos
ubicados como terraceados defensivos, presentan patio hundido, sin
embargo, no entran en la clasificación de los sitios de esta tradición porque,
como antes mencioné, considero que en este caso son el emplazamiento y la
ubicación geográfica los rasgos que confieren el carácter al asentamiento, y si
a esto aunamos el hecho de que los sitios de la Tradición Bajío se ubican
principalmente en laderas bajas, estamos claros que la presencia del patio
hundido en los sitios de lugares de difícil acceso, no está indicando una
asociación directa con dicha tradición.
98
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
1. S itios de la Tradición de los p a tio s hundidos
Como puede apreciarse en el mapa, estos se van concentrando principalmente
hacia la parte central del Bajío. En el suroeste, identificamos dentro de esta
tradición a los sitios 18, 22, 23, 24, 25, 26 y 27, de los cuales Peralta (24) es el
que presenta mayores dimensiones y al que Cárdenas (1999) propone como el
centro rector de esta subregión, y en donde además ha llevado a cabo extensas
exploraciones desde 2003. Los otros asentamientos de este tipo presentan
una arquitectura muy semejante entre sí, manifestando una de las nueve
variantes del patio hundido que se han identificado en el Bajío, aunque de
mucho menores dimensiones comparados con Peralta.
Los principales conjuntos arquitectónicos de este sitio constan de un
edificio de doble templo y patio hundido, un edificio con templo-recinto-patio
hundido, y el llamado Recinto de los gobernantes, que consta de un patio
hundido (uno de los de mayores dimensiones del Bajío) con un basamento
circular al interior y doble banqueta, una utilizada a manera de corredor y
otra en donde se encontraban las habitaciones de los gobernantes (Cárdenas,
2007). Los principales materiales constructivos que se han encontrado en el
sitio son el basalto, la riolita y algunos muros de adobe de muy buena calidad,
considerando la arena arcillosa de las márgenes del Lerma.
99
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Fig 5. Peralta, sitio 24. Dibujo: Efraín Cárdenas (Arqueología Mexicana, Vol.XVI-Num. 92).
2. S itios con ju eg o de p elota
En términos generales, estos son una minoría en el Bajío. En la porción
suroeste se reportan 6 asentamientos: 1, 2, 3, 4, 5 y 6, y más al norte, en la
Sierra de Comanjá uno más, sitio 29. Es notoria su concentración en la parte
más sureña del Bajío, en las inmediaciones del Lerma. De estos se han
explorado sistemáticamente dos, Zaragoza (2) por E. Fernández-Villanueva,
100
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
y Plazuelas (4) por C. Castañeda. Estos investigadores identifican el apogeo
de estos sitios en el Epiclásico, y sugieren que su presencia obedece a
migraciones con una clara filiación mesoamericana, además de considerar la
posible relación entre los dos asentamientos. Los juegos de pelota de estos dos
sitios son en forma de I latina, compartiendo además la importante
característica de la presencia de abundantes petrograbados, aunque existe
también una diferenciación en el empleo de los materiales constructivos,
siendo en Plazuelas el más común la riolita, y en Zaragoza el basalto.
San Antonio Carupo (1) fue identificado y parcialmente explorado por
el CEMCA en el 89 y 96. Se realizaron algunas exploraciones parciales, a
partir de las cuales Migeon y Pereira (2007) proponen una asociación de este
sitio con Nogales (7), no por su diseño arquitectónico sino por su sistema
constructivo, que consta de lajas superpuestas sin ningún tipo de argamasa.
Los sitios Casas Tapadas (3), Palo Blanco (5) Cerro Angamacutiro (6) y
Los Baldíos (29) han sido identificados sólo superficialmente; Casas Tapadas
por Gasoducto (Sánchez y Zepeda, 1981), Palo Blanco y Cerro Angamacutiro
por la Actualización del Atlas de Suroeste de Guanajuato (Castañeda y
Cárdenas, 2003) y Los Baldíos (29) por Brambila et. al. (1993).
101
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Fig 6. Plazuelas, sitio 4. Dibujo: Carlos Castañeda (Arqueología Mexicana, Vol.XVI-Num. 92).
3. S itios con terraceo habitacional
En este tipo de sitios estoy considerando a los que se encuentran distribuidos
en las laderas de los cerros, nivelando el cerro en forma de terrazas, pero que
su patrón de asentamiento no muestra indicios de que pueda ser considerado
defensivo o ceremonial. Se trata más bien de asentamientos sencillos cuya
presencia pudo estar asociada a sitios más grandes o debida a la explotación
102
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
agrícola de los cerros. Entre estos se encuentran los sitios Cerro Grande (19),
San José de Mendoza (20) y Los Coecillos (21), todos reportados inicialmente
por Gasoducto (Sánchez y Zepeda, 1981). Por su ubicación y su arquitectura
tal vez estos sí se encuentren en una relación más estrecha con la Tradición de
los patios hundidos.
Fig 7. Sitio San José de Mendoza
103
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
4. S itios terraceados considerados defensivos o cerem oniales
Estos son los sitios específicos que más interesan a esta investigación, ya que
como he mencionado antes, su presencia no está suficientemente justificada
en el marco de las explicaciones regionales. A lo más, se les ha interpretado
partiendo de las consideraciones que se tienen para los sitios terraceados en
otras regiones. Considero de suma importancia hacer una diferenciación de
este tipo de asentamientos de otros presentes en la misma región de estudio,
ya que su presencia nos sugiere una problemática específica, sobre todo
considerando que después de hacer el rastreo de estos sitios, su distribución
nos ubicó en la vertiente del Turbio.
Estos se están diferenciando del tipo de sitios anterior porque
presentan características arquitectónicas que nos sugieren más claramente un
resguardo del asentamiento, además de que ya de por sí los espacios en los
que se encuentran son lugares con un difícil acceso y en ocasiones el patrón de
asentamiento restringe aún más la circulación dentro del sitio. Entre estos se
encuentran los sitios Nogales (7), Cerro Pinos (8), Magallanes (9), Viejo
Cuerámaro (10), La Mina (11), Cerro Huizátaro (12), Cerrito del Cristo Rey
(13), Los Metates (14), Cerro de la Cruz (15), Los Gatos (16), Mesa del Timbre
(17) y Los Edificios (28).
En el caso de Los Gatos y Mesa del Timbre se identifican dentro de los
tipos 1 y 4 porque superficialmente no presentan una filiación clara a uno de
los dos tipos, ya que su localización y la presencia de patios hundidos nos
sugieren que pertenecen a la Tradición de los patios hundidos, pero por otro
lado, por su emplazamiento y lo abrupto de sus terrenos pudieran clasificarse
como sitios defensivos.
104
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Nogales (7)
Nogales pertenece a un conjunto de asentamientos distribuidos hacia el norte
de Cerro Barajas, en Pénjamo, Gto., en las márgenes al norte del Lerma.
Inicialmente identificado por Gasoducto Tramo Salamanca-Degollado
(Sánchez y Zepeda, 1981), este asentamiento ha sido sistemáticamente
explorado por el CEMCA (Gérald Migeon y Grégory Pereira), los que sugieren
una ocupación epiclásica del asentamiento producto de una posible migración
norteña. En el sitio existen plazas ceremoniales con basamentos piramidales
que se ubican en la parte más alta del cerro, asentándose estas construcciones
como todas las demás del sitio en las terrazas acondicionadas sobre la ladera.
Específicamente el conjunto Nogales está conformado por construcciones
monumentales, el que además se encuentra delimitado al este y oeste por
barrancas que impiden su libre acceso. Otra característica sobresaliente de
este sitio es además su sistema constructivo, constituido por lajas sin
argamasa.
Fig 8. Nogales, sitio 7. Dibujó Migeon y Pereira
105
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Cerro Pinos (8)
Se localiza en la Sierra de Pénjamo, en una meseta ubicada al noroeste de del
Cerro Pinos. El Atlas Arqueológico (Cárdenas, 87) registró nueve plataformas
(con una orientación este-oeste) y un montículo, en donde se aprecia el
sistema constructivo que consta de piedra sin trabajar, piedra careada y
tierra. A pesar de que sus dimensiones son pequeñas puede verse que se trata
de un asentamiento con una amplia visibilidad hacia el valle y las márgenes
del Turbio. Por su orientación parece ser que quisieron restringir accesos.
Fig 9. Cerro Pinos, sitio 8.
106
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Magallanes (9)
Sitio inicialmente reportado por Gasoducto (Sánchez y Zepeda, 1981). Se
ubica al oriente de la Sierra de Pénjamo, cuyos posibles accesos son abruptos
(por el sur la cañada Magallanes y hacia el este el valle del Turbio). Sánchez y
Zepeda lo catalogan como un sitio estratégico, tanto por la visibilidad
otorgada por su ubicación, como por lo difícil de sus accesos. A pesar del
grado de destrucción que presenta puede observarse su patrón constructivo,
que consta de plataformas acondicionadas al cerro sobre las cuales se
desplantan estructura y montículos. Gasoducto reporta solamente dos
plataformas, mientras que Castañeda y Cárdenas reportan doce. Debido a la
gran alteración por el saqueo reciente y la destrucción, no se logró constatar el
número de terrazas en foto área.
ESCALA GRAFICA
0 10 20 30 40 50 60 70
SITIO MAGALLANES Simbología:U bicac ión Abasolo, Guanajuato A Estructura principal
B Patio hundido
In form aciónD Estructura alargada E Estructura destruida
Proyecto Gasoducto Tram o Salam anca - Degollado Sanchez y Zepeda
F Plataforma con estructuras arrasadas G Montículo arrasado H Estructura SW
Dibujo digitalVladim ir Huerta Arellano
® Area de saqueo Derrumbe
Fig 10. Magallanes, sitio 9
107
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Viejo Cuerámaro (io)
Otro de los sitios que se caracterizan por los abrupto de sus accesos, ubicado
en las estribaciones de la Sierra de Pénjamo perteneciente ya al municipio de
Manuel Doblado. Este asentamiento cuenta con la importante característica
de estar amurallado, posee además una distribución compleja de sus
elementos arquitectónicos, que consisten en plazas, patios y montículos,
delimitadas por los altos taludes que restringen el acceso. Sánchez y Zepeda
sugieren que este asentamiento tuvo una posible función como intermediario
entre los valles de La Gavia y La Purísima, y lo catalogan además como
perteneciente a una tradición cerámica distinta, que se asocia más con la
cerámica del sitio La Gloria.
SITIO VIEJO CUEMARO Simbología:U bicac ión : A baso lo , A Mon*ícuo J j
InformaciónClalafottftt a P enogBotuc ut
Proyecto Gasoducto Tramo Salamanca - DegolladoSanchez y Zepeda
Vladimir Huer
Fig 11. Viejo Cuerámaro, sitio 10
108
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
La Mina (ii)
La Mina se encuentra en las estribaciones occidentales de la Sierra de
Abasolo, específicamente en la porción oeste de una gran elevación llamada
Cerro Huanímaro. La vegetación en el cerro es muy abundante y variada,
actualmente se observan especies conocidas localmente como matorral
espinoso, palo amarillo, palo blanco y cazahuate.
Fig 12. Palo amarillo Fig 13. Cazahuate
En la actualidad existe al pie del cerro una comunidad llamada también
La Mina -el sitio y el rancho recibieron nombre debido a una mina de tierra
que se encuentra hacia la ladera norte-. La comunidad tiene
109
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
aproximadamente 300 habitantes y algunos de ellos tienen sembradíos en
algunas de las terrazas prehispánicas del cerro.
Este es el asentamiento terraceado del que se tienen más estudios hasta
ahora, además de ser uno de los más grandes y mejor conservados, lo que ha
permitido inferir espacios arquitectónicos y el patrón general del sitio. El
primer reporte se realizó en el 72 por el Departamento de Prehistoria del
INAH, posteriormente las primeras excavaciones en el lugar fueron realizadas
en el 78 por el Proyecto Abasolo de la ENAH, dirigido por Juárez y Morelos,
proyecto del que se desprendió la tesis de Oscar Rodríguez sobre La Mina
(2005), enfocada principalemente al análisis de la abundante obsidiana
presente. En esa misma temporada realizan excavaciones en una de las
terrazas de La Mina, “en donde el objetivo se dirigió a la obtención de
materiales fechables en contextos controlados que permitieran ubicar
algunos de los complejos cerámicos” (idem: 19). El estudio de Rodríguez es
una gran contribución en cuanto a los fechamientos obtenidos y el análisis
cerámico y lítico.
El último reporte lo realizaron Cárdenas y Castañeda para la
Actualización del Atlas Arqueológico del Suroeste de Guanajuato, Cárdenas
además realizó en 2005 la limpieza de algunos pozos de saqueo como parte
del Proyecto Peralta, en donde tuve la oportunidad de participar. La finalidad
del análisis de estos pozos se hizo con el objetivo de determinar algún tipo de
indicador que muestre alguna relación con Peralta, ya que Cárdenas considera
que este asentamiento pertenecía a la UPT de Peralta (comunicación
personal, 2005), idea que comparte Rodríguez en su tesis (Rodríguez, 2005).
Tanto los materiales presentados por Rodríguez como los observados en
superficie, permiten asociar tipos con otros asentamientos de la región. Los
más frecuentes son ollas y cajetes café inciso, cajetes con base en pedestal y
ollas al negativo, y en las terrazas más altas ollas negro sobre naranja. Otro
rasgo destacable es la cantidad de obsidiana presente en el sitio, tanto de
110
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
objetos terminados como de desechos, debido lógicamente a la cercanía de los
yacimientos de obsidiana, lo que nos hace pensar en un posible intercambio o
algún tipo de comercio con los sitios del entorno.
111
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Fig 14. Sitio La Mina
112
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
El cerro está orientado este-oeste, siguiendo las terrazas la misma
orientación y aprovechando la ladera. Aunque se aprovecharon las rocas
desprendidas del acantilado para formar los muros de contención de algunas
terrazas, se puede apreciar la enorme cantidad de trabajo y tiempo invertido
en la construcción de estas, ya que los muros que las delimitan parecen tener
varias etapas constructivas, o por lo menos, haber sido construidos de manera
escalonada, lo que hasta el momento no puede definirse por la vegetación y el
derrumbe. Los muros son de basalto y cantera que según la gente que habita
en el rancho el banco de esta última también se encuentra en el cerro.
Fig 15. La vista desde el norte de La Mina
Parece que quisieron restringir los accesos. Por el este el acceso es
imposible porque se encuentra la peña del cerro, y hacia el norte y sur, en
algunos segmentos del cerro se encuentran altos muros de laja.
113
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Fig 16. Muros de contención escalonados, el material es cantera
114
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Fig 17. Altos muros de laja franqueando accesos
En cada nivelación aparecen distintos elementos. Existen plataformas
que parecen ser grandes plazas, otras en las que una misma plataforma se
divide en dos niveles, restringiendo el acceso a uno de estos dos espacios. Los
espacios siguen un patrón en “L”, es decir que una misma nivelación está
acondicionada para crear distintos espacios dentro de esta, y este patrón se
repite en distintas magnitudes a lo largo del cerro. En las terrazas más bajas
se tienen reportes (por la gente local) de la existencia de “cuartos” en sus
patios o ecuaros actuales, ya que el rancho actual se asentó sobre las terrazas
prehispánicas más bajas de La Mina.
Hacia el norte del cerro existen elementos constructivos parecidos a
calzadas, en las cuales el saqueo es mucho mayor ya que se han encontrado
entierros con ofrendas.
Fig 18. Patrones en “L” Fig 19. Restos de cuartos en los actuales ecuaros
115
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
La cerámica identificada
A pesar de que a la fecha no se realizan aún temporadas de campo
sistemáticas en La Mina, tenemos ya un importante acercamiento al
conocimiento tanto de los tipos cerámicos como de la secuencia cronológica
de estos. Tres elementos claves que han servido de base para el estudio son:
- la cerámica observada tanto en superficie como en los pozos de
saqueo que existen en todo el cerro, de los que se realizó una limpieza
para ver los materiales en campo y poder ubicarlos estratigráfica y
cronológicamente
- el importante estudio de Rodríguez (2005), en el que gracias a los
reportes de las excavaciones realizadas por la ENAH en el 78, tenemos
no solamente un listado de tipos cerámicos, sino una asignación
temporal a estos.
- la vasta colección de piezas completas del Museo de Abasolo, Gto., de
las que de casi 200 vasijas un 70% es de procedencia de La Mina -
donadas por los propios saqueadores-. Esto ha permitido identificar
por lo menos parcialmente las formas y las frecuencias de tipos.
Es importante destacar que la cerámica reportada por Rodríguez
pertenece a tiestos registrados en excavaciones extensivas en las terrazas más
bajas del sitio. A continuación el listado de tipos con las temporalidades
propuesto por Rodríguez:
1. Café y negro alisado con pasta gruesa friable temprana. “Esta cerámica
no la hemos visto reportada en la región y tentativamente le
asignamos 3060 años AC, que es la fecha de radiocarbono de mayor
antigüedad para el sitio” (ibídem: 54).
2. Negro alisado temprano. Preclásico medio, entre 800 a.C. y 500 a.C.
3. Bayo alisado esgrafiado temprano. -No temporalidad-
116
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
4. Negro pulido esgrafiado pasta fina temprano. Clásico temprano.
5. Rojo temprano. Clásico temprano.
6. Borde rojo/bayo temprano. Clásico.
7. Morales esgrafiado. Preclásico superior
8. Rojo sobre bayo. Clásico-Epiclásico.
9. Bayo inciso alisado. Clásico temprano.
10. Rojo-naranja pulido. Clásico.
11. Garita café y negro plano. Clásico-Epiclásico.
12. Garita café y negro inciso. Clásico-Epiclásico
13. Blanco levantado. Sólo reporta dos tiestos de este tipo. Clásico-
Epiclásico.
14. Monócromo naranja alisado. Epiclásico.
15. Negro sobre naranja. Uno de los tipos más frecuentes. Clásico Tardío-
Epiclásico
16. Naranja pulido. 750-1200 d.C.
17. Rojo a brochazos. 950- 1200 d.C.
18. Buenavista naranja inciso. Corresponde al Complejo Acámbaro.
19. Copandero exciso alisado. Sin temporalidad.
20. Rojo (café rojizo) alisado tarasco. Posclásico.
21. Naranja alisado. 750-1200 d.C.
22. Rojo pulido pasta gruesa tardío. 900-1200 d.C.
23. Rojo alisado negativo tarasco. Posclásico.
24. Polícromo tarasco. Posclásico.
A pesar de que esta lista parece ser bastante completa, y de que el
análisis de los tiestos es muy detallado, incluyendo elementos como tipos de
grano, de desgrasante, y cocción, sigue siendo una limitante el hecho de que
no sea un muestreo realizado en todas las plataformas, ya que como antes
mencioné, los tiestos proceden de algunas de las partes bajas del cerro. Por
otro lado, resulta ser de gran ayuda la correlación que hace Rodríguez con
117
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
contextos controlados, de los cuales se obtuvieron algunos fechamientos
absolutos.
En la limpieza de los pozos de saqueo realizada por Cárdenas se
pudieron identificar cuatro tipos: el café inciso, el negativo, el negro sobre
naranja y una variedad de rojo pulido en copas con base acanalada. Como
antes se mencionó, la existencia de pozos de saqueo facilitó la correlación
estratigráfica de la cerámica, aunque, en este caso, más que en la estratigrafía
(por la alteración de contextos), la diferencia en la presencia y frecuencia de
tipos se da por terrazas. En las terrazas más bajas, así como en la calzada
norte, se encuentran el café inciso, el negativo y las copas rojo pulido,
encontrándose el negro sobre naranja solo en las partes más elevadas y en la
cima del cerro. Cabe señalar que este sería un primer acercamiento, que
aunque la observación y registro realizado en campo son hechos de la forma
más cautelosa y detallada posible, lo ideal sería en todo caso tener una
muestra que represente a cada sector del cerro, proveniente de excavaciones
extensivas.
Las piezas completas del museo de Abasolo nos dan una idea clara
sobre las formas de las vasijas. Además de que constatan la presencia de los
tipos más frecuentes.
Fig 20. Tiestos observados in situ, negro Fig 21. Pieza del Museo de Abasolo, olla
sobre naranjaglobular negro sobre naranja
118
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Fig 22. Tiestos observados in situ, Fig 23. Pieza del Museo de Abasolo,
negativo cajete con base en pedestal, negativo
Fig 24. Tiestos observados in situ, café Fig 25. Pieza del Museo de Abasolo, olla
inciso silueta compuesta, café inciso
Fig 26. Tiestos observados in situ, negro Fig 27. Pieza del Museo de Abasolo, olla
sobre naranja silueta compuesta, negro sobre naranja
119
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Fig 28. Tiestos observados in situ, rojo Fig 29. Pieza del Museo de Abasolo, copa
pulido con base acanalada rojo pulido
Los registros de la obsidiana
En este apartado es imprescindible hacer referencia al trabajo de Rodríguez
(idem), ya que es uno de los más completos sobre obsidiana que se ha
realizado en esta región. Sin detallar mucho su estudio, expondremos los
datos que resumen su aportación, aclarando que de igual manera que la
cerámica, los elementos líticos obtenidos corresponden únicamente a la
terraza excavada.
Se reporta entonces que el material lítico más abundante son las lascas,
siendo 2264 las analizadas por Rodríguez. Se enlistan aquí por orden en
cuanto a su frecuencia:
1. Obsidiana gris verde
2. Obsidiana negra
3. Obsidiana gris lechosa
4. Obsidiana gris oscura
5. Obsidiana gris transparente
6. Obsidiana gris bandeada
7. En un número mucho menor: riolita, sílex blanco, sílex café, sílex
transparente y sílex gris-verde.
120
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Otros elementos importantes: secuencias de pisos y fechamientos absolutos
existentes
La limpieza de los pozos de saqueo permitió apreciar elementos
importantes en varias de las plataformas. Por ejemplo en la terraza más alta -
donde se encuentra el único montículo del sitio- existe poca presencia de
material, tanto lítico como cerámico, (de hecho, se percibe una ocupación
breve en este espacio) siendo el tipo negro sobre naranja el más frecuente,
sobre todo en los estratos superiores, ya que en los niveles más profundos no
parece haber tiestos.
Por el contrario en las terrazas más bajas los tipos identificados son el
negativo y el café inciso, los que se encuentran en abundancia en superficie y
en los perfiles que se pueden apreciar. Existen en especial dos segmentos del
cerro en donde los saqueos han sido constantes, debido -según la gente del
rancho- a que es en estos en donde se encuentra la mayor cantidad de vasijas,
e incluso hablan también de hallazgos constantes de huesos humanos
asociados a las vasijas.
Uno de estos sectores es lo que he llamado calzada norte, en donde los
perfiles dejan ver varias ocupaciones del área. El otro sector es la plataforma
que hasta ahora reporta la mayor cantidad de elementos, que además es el
mismo espacio excavado en el 78. En esta plataforma existen varios pozos de
saqueo, que a pesar de que obviamente son contextos alterados, aún permiten
ver parte de la vida en este espacio. En estos pozos se observa una larga
ocupación; los perfiles dejan ver una serie de pisos quemados y restos de
ceniza. Ya en superficie se aprecian una serie de muros en “L” distribuidos en
la plataforma, como delimitando o restringiendo espacios. Lo que aquí es
importante destacar es que los muros no corresponden a la misma etapa
ocupacional (¿constructiva?) de los pisos, por lo que podemos inferir que esta
121
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
plataforma pudo haber tenido distintos usos en las diferentes etapas
ocupacionales. Este espacio es además donde existe la mayor concentración
de lascas y artefactos de obsidiana en los diferentes estratos, de lo que ya se
habló en el apartado anterior.
Fig 30. Secuencia de pisos quemados
Es curioso ver que en los fechamientos que nos da Rodríguez no
aparece ninguna fecha del Clásico, claro está, sin que por esto debamos
descartar la ocupación del sitio para este periodo. Señalo otra vez que las
excavaciones pertenecen a sólo un sector del asentamiento,
- 3060 aC., la fecha más antigua del sitio
- 1030 dC., fechamiento obtenido por un entierro con ofrendas
- 1050 a 1160 dC. y 1166 dC., las señala como no diferenciables entre sí
- 1280 dC.
- 1487 dC.
122
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Como puede verse, son diversas las problemáticas que engloba este
asentamiento, prácticamente ninguna cuestión está resuelta, ni su cronología,
ni su filiación, ni su posible función, entre otras de diversa índole. El estudio
de este sitio nos puede llevar a un amplio conocimiento sobre los sitios
terraceados de la región, ya que tanto los estudios anteriores como su estado
de conservación permitirían consolidar una buena investigación.
Cerro Huizátaro (12)
Se localiza en una loma frente al cerro Huizátaro, prácticamente en las
márgenes del Río Turbio, a aproximadamente 1 km al norte del poblado El
Pitayo de Cortés, perteneciente al municipio de Abasolo. Actualmente el sitio
se encuentra muy arrasado, aunque todavía se percibe en la nivelación de la
cima del cerro los restos de lo que fueron los edificios. Cárdenas y Castañeda
reportan un gran muro en la ladera sur del cerro, que interpretan como
indicador de una posible fortaleza.
SITIO C ERR O H U IT ZA TA R O S im bologia:
Castañeda y Cárdenas, 2004 1 Cerca contemporanea
Are,,.n. 1 r e » d. 20,0.
Fig 31. Cerro Huizátaro, sitio 12
123
Escala grafica
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Cerrito de Cristo Rey (13)
Localizado en la ladera sur de Cerro El Veinte, en Abasolo, el Proyecto
Gasoducto y Atlas Arqueológico lo describen como un asentamiento sencillo,
que consta de dos plataformas: la primera mide 80 X 60 metros de base, con
un patio hundido al centro. La segunda plataforma mide 80 X 35 metros de
base; cuenta con dos patios, los que están delimitados al este y al sur por dos
montículos (actualmente arrasados). No me parece que haya sido un
asentamiento sencillo, en parte por las dimensiones de los edificios y en parte
porque el cerro presenta en su ladera norte una serie de terraceos que
implican una gran cantidad de trabajo.
Fig. 32.- Cerrito del Cristo Rey
SITIO C E R R ITO C R IS TO REY Simbología:UblC ClÓn AbaS0'0' Guanajua' 0 r ^ T I Afloramiento rocoso
Redibujado de Pozo de saqueo
Castañeda y Cárdenas, 2004 Cerca contemporánea
Vladi r Huerta Ar lano febrero d 2010.
Fig 32. Cerrito de Cristo Rey (sitio 13)
124
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Los Metates (14)
El sitio se encuentra en la cima de Cerro Blanco, al este de Cerro el Veinte en
Abasolo, Gto. Atlas Arqueológico registró 23 estructuras; en el
reconocimiento para la Actualización del Atlas del Suroeste de Guanajuato, se
reportó una plataforma rectangular de 30 X 25 metros, sobre la que se
encuentra un montículo de 18 X 10 metros de base y 2 metros de altura, hacia
el poniente del sitio. En el noroeste se localiza otra plataforma de 38 X 18
metros de base; 30 metros hacia el oriente de esta estructura se encuentran
dos montículos, además de otra plataforma con un montículo al norte.
Fig 33. Los Metates, sitio 14
125
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Cerro de la Cruz (15)
Se localiza en el cerro del mismo nombre, en el Municipio Manuel Doblado,
Gto. Prácticamente todo el cerro está terraceado, aunque muy destruido tanto
por agentes naturales como por saqueo. El conjunto principal se encuentra en
la cima del cerro y se trata de una gran plataforma sobre la que desplanta otra
de menores dimensiones, y sobre esta un montículo actualmente casi
arrasado por el saqueo. En este sitio destacan altos taludes restringiendo
algunos accesos al cerro, debido a esta característica, a su ubicación y al
dominio del valle del Río Turbio que presenta, Sánchez y Zepeda lo
identifican como un asentamiento defensivo.
SITIO CERRO DE LA CRUZ SImbologíaU b lT - t lB l 1 - ' - n -!■ I _:ruttc-- p - tl,l - l
B de saqueo
1 n ■ i ■Proyecto Gasoducto Tramo Salamanca - Degollado Sanchez y Zepeda
C Plataforma prm^pal D Terraza l ' ^ rior E Mo'^ IOCestruidn F Terraza poniente
( p A^a de saqueo aer^ mbe
Vladimir Huerta Arellano
Fig 34. Cerro de la Cruz, sitio 15
126
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Los Gatos (i6)
El sitio se encuentra en el Municipio de Pueblo Nuevo, entre Abasolo e
Irapuato, Gto. Este sitio es uno de los más complejos observados en el área de
estudio, y aunque no se localice exactamente en la vertiente más próxima al
Turbio (pero sí en el suroeste de Gto), se decidió incluirlo tanto por sus
características como por la descripción de Proyecto Gasoducto, que lo clasifica
como un asentamiento defensivo y como centro rector. Como podrá verse en
el mapa de distribución en este sitio aparecen los colores azul y rojo,
referentes a los asentamientos de la Tradición Bajío y a los defensivos,
respectivamente. Esto se debe a que, por un lado, el sito se encuentra ubicado
en donde es más notoria la presencia de patios hundidos (esto es, hacia la
parte central del Bajío), además de que efectivamente en este asentamiento se
han identificado por lo menos 2g patios, pero por otro lado Sánchez y Zepeda
sugieren que se trata de un sitio que tiene características de resguardo y que
su ubicación es estratégica, además de proponer que este es uno de los centros
rectores mayores del Bajío.
El sitio es un complejo de terrazas, de distintas dimensiones y
orientaciones, con piedra (basalto) muy trabajada. Las estructuras principales
se extienden a lo largo de la cima de la elevación, en donde acondicionaron
una gran plataforma sobre la que al parecer se edificaron varios conjuntos de
estructuras, aunque actualmente la vegetación y la destrucción no permiten
identificar claramente las construcciones, sólo la de mayores dimensiones,
que consiste en un montículo aproximadamente de 30 x 30 mts. (la altura no
se logró medir por el grado de destrucción) asociado a un patio hundido.
Actualmente se puede observar en foto aérea que en las partes más bajas del
cerro se encuentran otros conjuntos similares a este pero de menores
dimensiones.
Sin una exploración del sitio, no podría definir si se trata de un
asentamiento de la tradición de los patios hundidos o de un sitio defensivo,
127
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
dado que aunque presenta rasgos arquitectónicos característicos del primero,
por su ubicación estratégica y su complejo diseño en una serie de terrazas
podría catalogarse también como defensivo.
Fig 35. Los Gatos, sitio 16
Mesa del Timbre (17)
Este sitio se encuentra en una situación similar al anterior, es decir, más
ubicado hacia la parte nuclear de la tradición de los patios hundidos, además
de presentar en su arquitectura un patio de este tipo. Se localiza en el
Municipio de Salamanca, Gto., y aunque está bastante retirado de la vertiente
del Turbio, se decidió incluirlo porque su patrón de asentamiento se adscribe
a los sitios que aquí se tratan. Desde el registro realizado por Gasoducto en
1981 ya se reportaba como un sitio bastante destruido, aunque todavía se
identifica en el croquis presentado un montículo. Sin embargo este ha sido
casi totalmente arrasado en la actualidad por el saqueo, además de que gran
128
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
parte de las terrazas que se encuentran en las partes más bajas son utilizadas
por los agricultores. Lo que actualmente se puede percibir en este sitio es el
gran sistema de terraceo que se distribuye por toda la ladera oeste del cerro,
desde la parte más alta a la más baja, además los elementos como plazas y el o
los montículos nos hablan de que la función de las terrazas no era
necesariamente -o solo- agrícola.
SITIO MESA DEL TIMBREU bicación: A baso lo , G uana jua to
Información:
Proyecto Gasoducto Tramo Salamanca - Degollado Sanchez y Zepeda
Dibujo digital:Vladimir Huerta Arellano
Simbologia:
A M ontículo §aque ad a Cl at afo rí2a Pl at afo rma M o ntí c uf&atioH undidcP lata form a con patio G-ra s adooortículo Hrras a do MortíciHorobable pla taform a
Fig 36. Mesa del Timbre, sitio 17
129
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Los Edificios (28)
Aunque este sitio se encuentra ya en el noroeste de Guanajuato, se decidió
incluirlo con la intención de identificar todos estos asentamientos con
características “defensivas” que han sido registrados hasta ahora. Los
Edificios, se localiza en la Sierra de Comanjá, Gto. y por su compleja
arquitectura hasta ahora ha sido relacionado tanto con la tradición abajeña
como con los Altos de Jalisco, además de presentar la característica de estar
amurallado, lo que se presenta en muy pocos asentamientos en la región. Su
emplazamiento y la muralla, lo colocan dentro del “rango” de los sitios
probables defensivos, además de que es uno de los sitios que se ubican en una
de las cotas más altas; sin embargo, su arquitectura posee también rasgos
muy relacionados con la Tradición Bajío, como son los patios asociados a
montículos. Ramos y Crespo (2005) sugieren que es un sitio defensivo
relacionado con los Altos de Jalisco.
Fig 37. Los Edificios, sitio 28 (croquis retomado de Ramos y Crespo, 2005)
130
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Capítulo V
Caracterización de sitios: elementos para la reconstrucción de la dinámica socio-cultural
abajeña
En los apartados anteriores, se expusieron los temas que dieron origen a la
investigación, desde la necesidad de una mejor comprensión de conceptos
como sistemas de asentamiento, región y frontera, hasta la urgencia de
profundizar más en las propuestas de la arqueología regional, en este caso del
Bajío, con el fin de replantear las interpretaciones que se tienen hasta ahora
sobre las dinámicas del desarrollo prehispánico. Abordaremos entonces
aspectos que inciden de manera directa en esta tesis, y que hasta ahora no
fueron abordados a profundidad porque no han sido tratados a detalle
específicamente en los asentamientos defensivos, como son la cerámica y la
cronología, por lo tanto se abordan en este capítulo a manera de discusión. Se
tratará entonces de correlacionar estas cuestiones con la hipótesis central, que
gira en torno a patrones de asentamiento y rasgos arquitectónicos, con la
implicación del concepto de frontera.
V.1. La Cerám ica
Existen hasta aquí distintos elementos con los cuales se pueden analizar
desde una perspectiva distinta las diferentes aportaciones de las que se habló
a lo largo de este trabajo, como por ejemplo, el patrón de asentamiento
observado en la vertiente del Río Turbio, que sin duda puede ser un paso
importante para la mejor comprensión de la distribución de rasgos
arquitectónicos en el Bajío. Y sin embargo quedan también huecos de
131
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
información, como sucede en el caso de los materiales, que aunque se están
tratando de enmendar, se requiere además del análisis propio, un esfuerzo
por parte de todos los proyectos o investigadores del norcentro, ya que
aunque todos cuentan con propuestas de clasificación y de cronologías,
muchas veces desconocemos los resultados de los trabajos circunvecinos, lo
que deriva en una interpretación parcial del comportamiento de los
materiales.
Por lo menos en el Bajío, considero que se tiene una gran problemática
al respecto de las secuencias cerámicas, sobre todo hacia el Clásico y el
Epiclásico, ya que al parecer no están bien representados en los materiales,
presentando muchas similitudes tanto temporales como en las distintas
subregiones. Esta dificultad podría extenderse a una gran parte del norcentro
y occidente, ya que al revisar algunas clasificaciones de estas regiones, es fácil
notar que existen algunos tipos cerámicos que se distribuyen sobre áreas más
extensas de las que se han sugerido hasta ahora en la literatura. Hacen falta,
por lo tanto, estudios más detallados sobre las distribuciones de los tipos y sus
variedades, sobre todo si se busca a través de estos hacer propuestas sobre
interacciones o influencias.
Una de las propuestas más difundidas sobre contactos en el norcentro
basada en la presencia de tipos cerámicos, es lo que se ha denominado
Esferas de Interaeeión, propuesta inicialmente de J. Charles Kelley (1974),
que en principio buscaba establecer la distribución del pseudocloisonné y a
través de ello correlacionar aspectos como el intercambio y por lo tanto la
interacción. Posteriormente, retomando el trabajo de Kelley, Jiménez Betts
modifica la propuesta delimitando la distribución de las cerámicas más
representativas del norcentro y la cuenca de México, con temporalidades del
Clásico (Jiménez Bets, 1992). En un trabajo reciente, Jiménez establece para
el Epiclásico las esferas que abarcan la región noroccidental y norcentral: en
principio la Esfera Septentrional, en donde entrarían las que se pueden
132
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
considerar las subesferas Altos-Juchipila y Valle de San Luis (Jiménez Bets,
2005). El Epiclásico nos interesa en particular porque es la cronología
propuesta para los sitios que se abordan en esta investigación.
Fig. 38. Esferas de Interacción, por Jiménez Betts (2005).
Las esferas propuestas están basadas en la distribución de materiales
cerámicos. Nuestra región de estudio entraría en el límite suroriental de la
esfera Altos-Juchipila, que se caracteriza, según Jiménez, por los cuencos con
base anular al negativo. Este tipo efectivamente ha sido uno de los
característicos de los Altos, no estamos seguros de que no exista en el suroeste
y la parte central del Bajío, dado que cotidianamente se registran otras formas
al negativo, como es el cajete con base en pedestal. Este tipo se reconoce
también en Abasolo -en Peralta y sitios vecinos- y los asentamientos de
Huanímaro, que además son los que se han registrado, habría que revisar
133
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
detalladamente otros sitios aledaños. Hacia el sur del Lerma sigue la
distribución de estos cajetes negativos, que aparecen también en el sitio de
Zaragoza (La Piedad, Mich.) y Zacapu.
Los aspectos a tratar de la presencia de este tipo -como de otros con
una distribución tan amplia- es más delicada, pues aunque existen muchas
similitudes en ciertos rasgos (como el descrito arriba) la correcta definición de
estas distribuciones tiene que realizarse más detalladamente. Deben
analizarse los tipos de las diferentes áreas y entre los distintos periodos, en
aspectos como desgrasantes, cocción, pigmentos, decoración, etc. y es
justamente en estas variaciones en donde se deben buscar los elementos para
establecer secuencias mejor definidas tanto cronológica como espacialmente,
ya que como antes mencioné, la cerámica ha representado en el Bajío una
dificultad, dadas las grandes similitudes en cuanto a la presencia de ciertos
tipos. El análisis de los componentes cerámicos es probablemente lo que nos
acercaría más a la veracidad, pues si sólo nos basamos en forma y técnica
decorativa, los grupos de interacción que se proponen tendrían que
modificarse considerablemente, dado que la presencia de los tipos cerámicos
en el Bajío es muy homogénea y además similar a las regiones circunvecinas.
Considero que existen por lo menos dos aspectos importantes a
reconsiderar en esta propuesta. En primer lugar la propuesta de la
distribución, pues por lo menos en la esfera que corresponde al Bajío la
dispersión de los tipos es más extensa que la que se propone. Actualmente
existen estudios detallados sobre los tipos y sus variedades de sitios como
Zaragoza, Peralta y Cerro Barajas, que creo que ayudarían en mucho a
redefinir las esferas. Además, el concepto “interacción” debería repasarse al
respecto de las similitudes en los materiales, pues en la región abajeña
infinidad de sitios presentan similares tipos cerámicos mientras que en otros
aspectos como la arquitectura o el patrón de asentamiento son sumamente
134
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
distintos. Por lo tanto habrá qué definir si estas similitudes en la cerámica
indican realmente interacción o solamente una difusión de estilos.
En la siguiente tabla se muestran los tipos más frecuentes y
característicos del suroeste del Bajío, considerando que se presentan los tipos
y no las variedades de cada uno de estos, por lo que son datos generales. Se
trata de un primer acercamiento para identificar los tipos presentes en el
Turbio y hacer una propuesta sobre su cronología.
135
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
CRONOLOGÍA
PROPUESTAPERALTA ZARAGOZA BARAJAS
Negro/anaranjado
Negativo
Rojo pulido
Rojo/crema
Rojo/Bayo
Café inciso
Monócromoanaranjado
Blanco/rojo
Blancolevantado
Rojo/café
Estucados
Epiclásico XX XX XX
Clásico Tardío y Epiclásico
XX XX XX
Epiclásico XX X XX
XX XX
Clásico XX XX XX
Clásico, Epiclásico y Poscláscio temprano
XX XX XX
Epiclásico X XX XX
Epiclásico (?) XX
Clásico X XX XX
X X
X
XX
XX
XX
X
XX
XX
XX
XX
XX
Presencia abundante: X X M uy escaso: X No presente: —
Fig. 45. Tabla con los tipos característicos del suroeste de Guanajuato, con inform ación de Fernández, Pom edio y Pereira (2007); G. Zepeda (1981); E. Cárdenas y Lizbeth P. Alvarez.
En la vertiente del Turbio se detectan una serie de tipos cerámicos que
además comparten con otros sitios circunvecinos del suroeste de Guanajuato,
aunque la cantidad de los tipos en los distintos sitios es muy variable. Hemos
establecido cinco grupos más frecuentes en la región y que además
cuentan con propuestas de cronología, aunque aún no podemos hablar
concretamente de tipos o variedades, son datos generales sobre la
presencia/ausencia, cronología propuesta y las posibles implicaciones.
136
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Los grupos cerámicos más abundantes en la vertiente del Turbio son19:
1. Negro/anaranjado2. Negativo3. Rojo pulido4. Rojo/Bayo5. Café inciso
En el sitio de Magallanes (uno de los sitios del Turbio), Sánchez y
Zepeda (1981) reportaron formas como ollas y cajetes con bases anulares y en
pedestal. Esta forma está muy difundida en estos asentamientos, al igual que
las ollas negro/anaranjado. El rojo pulido se presenta en gran cantidad
en cajetes con base en pedestal calada.
Fig. 3 9 . Cajete con base en pedestal calada. Procedencia LaMina, Abasolo. Museo de Abasolo.
La presencia del café inciso y el rojo/bayo se concentra más hacia
la parte nuclear del desarrollo local. En el Turbio, aunque siguen apareciendo
constantemente, es más abundante el negro/anaranjado. Lo mismo sucede
con el blanco levantado, pues su presencia es casi nula en los
asentamientos terraceados, mientras que en los sitios de la Tradición de los
patios hundidos es uno de los tipos más abundantes. Rodríguez (2005)
reporta solo dos registros de blanco levantado en La Mina. Aunque Brambila
y Crespo sugieren la cuenca del Turbio, además de las de los ríos Guanajuato
y Laja, como los principales puntos de distribución del blanco levantado
19 Debemos considerar estos datos muy preliminares, pues provienen de recorrido de superficie y pozos de saqueo. Solamente para el caso de La Mina podemos contar con material proveniente de excavación.
137
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
(Brambila y Crespo, 2005: 165). Por mi parte, recalco que considero que en la
vertiente del Turbio este tipo es escaso.
Hasta el momento la propuesta cronológica de los asentamientos aquí
estudiados está basada solamente en los datos de la cerámica (a excepción de
La Mina que cuenta con excavaciones extensivas y fechamientos absolutos).
Basándonos en las secuencias cerámicas establecidas por los proyectos del
Bajío, puede considerarse que estos sitios son epiclásicos, dada la gran
cantidad de material encontrado ubicado para este periodo.
Después de la importante definición del desarrollo del periodo
Preclásico definido por Chupícuaro, los periodos posteriores presentan
marcadas dificultades para reconocimientos concretos en términos de
materiales cerámicos. Si bien, existen tipos que hasta ahora se han
considerado diagnósticos, no se ha logrado consensar sobre la distribución
precisa de estos, tampoco sobre las temporalidades. Esto seguramente tiene
que ver en cierta medida con el hecho de querer siempre integrar todos los
desarrollos culturales en torno a las fases y procesos de Teotihuacan, ya que
en las tipologías propuestas se percibe el hecho de clasificar los materiales
estableciendo una posible relación de cualquier tipo con Teotihuacan. Por
supuesto que los materiales hablan de interacciones, contactos e influencias,
pero a la fecha considero que la compleja disposición de la cerámica -de
hecho en todo el centro norte- no ha permitido formular concretamente una
propuesta de distribución, pues además los tipos presentan un sinfín de
variedades.
La cerámica del Clásico en el Bajío se ha considerado una herencia
directa de Chupícuaro20, específicamente el rojo/bayo, que presenta
además variaciones por zonas: rojo/bayo Cantinas en el Lerma, rojo/bayo San
Bartolo en el Bajío oriental, y rojo/bayo San Miguel en el Río Laja, además de
’ O de Morales, tomando en cuenta que Morales es una continuación de Chupícuaro.
138
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
otras (Brambila y Crespo, 2005: 159). Aunque en el 88, Castañeda et.al.
consideraban la variedad rojo/bayo San Miguel como el más generalizado y el
característico para el Clásico abajeño.
El rojo/bayo está asociado a otro tipo de gran distribución en el Bajío,
el blanco levantado, cuya presencia es constante en el Periodo Clásico.
Brambila y Crespo (ibidem: 165) sugieren que el centro de producción más
importante de esta cerámica es el Río Laja, debido a la presencia de bancos de
caolín. Sin embargo su origen, tanto estas investigadoras como otros,
proponen fue en la costa de Colima, de donde se difundió hacia el Bajío y
posteriormente hacia Tula. A continuación una imagen que muestra la
distribución que Brambila y Crespo sugieren sobre la dispersión del blanco
levantado.
Fig. 40. Distribución del blanco levantado, retomado de Brambila y Crespo, 2005.
Particularmente modificaría esta distribución, ya que el blanco
levantado en sitios como Peralta y los que están en la vertiente del Turbio es
sumamente escasa, de hecho nula en algunos sitios.
139
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Otro de los tipos al que se le considera de gran dispersión en el Bajío es
el negativo, aunque este, al igual que el café inciso, presenta muchas
variantes. Brambila y Crespo (idem) han señalado un negativo temprano
(Fase Mixtlán) que se extiende por toda la franja occidental del Bajío,
abarcando la Sierra de Comanjá y los Altos de Jalisco. Existe otra variedad de
negativo al que se le ha asignado temporalidades del Clásico tardío (como en
Cerro Barajas; Migeon y Pereira, 2007) y el Epiclásico (Jiménez Betts, 2005;
Rodríguez, 2005; entre otros). Este es uno de los tipos que tiene mayor
presencia en el Epiclásico, pues se encuentra en Peralta (Cárdenas, 2007),
Plazuelas (Castañeda, 2007), Cerro Barajas (Migeon y Pereira, 2007), aunque
la temporalidad que estos autores le asignan en Cerro Barajas es del Cásico
Tardío), y Zaragoza (Fernández, 2007).
Fig. 41. Cajete con base anular al negativo Procedencia: La Mina, Abasolo. Museo de Abasolo
El negativo además de presentar variantes, como se ha venido
mencionando, tiene también una distribución muy extensa. Se encuentra
también en el norte de Michoacán y en los Altos de Jalisco. No quisiera
delimitar concretamente su dispersión, ya que a la fecha de hecho no parece
haber todavía un consenso sobre su distribución, considerando además que
aún están por definirse las variantes que presenta. Tan solo para el Bajío,
Fernández, Pomedio y Pereira (Mesa Redonda en el CEMCA, La cerámica del
Bajío y regiones aledañas en el Epidásico: cronología e interacciones; 2007)
identifican por lo menos siete variedades de negativo. De estas, no hay hasta
140
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
ahora un patrón claro de distribución, pues las variantes que existen no son
en cuanto a las temporalidades, sino en cuanto a su representación en las
distintas áreas.
Hasta ahora he podido identificar en la porción suroeste del Bajío que
aquí se estudia, lo que Fernández, Pomedio y Pereira (ibidem) catalogan como
Tepame, que es una variedad de rojo pulido al negativo; y Mimosa,
caracterizado por rojo/bayo al negativo. El Tepame lo reportan estos
autores en Barajas, Peralta y Zaragoza; mientras que el Mimosa, de los tres
sitios anteriores, solo en Zaragoza. Es extraño que Rodríguez (2005) no lo
reporte en La Mina, pues los negativos son uno de los tipos más abundantes,
junto con el café inciso. 21
Una cerámica más generalizada en el Bajío y con una gran dispersión
tanto espacial como temporal, es el café inciso pulido, reconocida
inicialmente por Snarskis como Garita black Brown, y que pertenece al
Complejo Lerma de Cerro El Chivo (Brambila y Crespo, 2005: 167; Flores y
Saint-Charles, 2006: 366). Abarca un gran rango temporal, pues se encuentra
en sitios datados para el Clásico, y también en otros asentamientos con
ocupaciones del Epiclásico y Posclásico temprano. Se le ha asociado con otros
dos tipos presentes en el Bajío, estableciendo una relación tripartita entre el
rojo/bayo, el blanco levantado y el café inciso (Castañeda, et. al. 1988;
Brambila y Crespo, 2005).
21 Estos hallazgos corresponden a las exploraciones realizadas en las terrazas de la parte media y baja de La Mina, pues en la terraza más alta ubicada en la cima del cerro y en asociación con el montículo ahí presente, el tipo que se encuentra más frecuentemente (en una proporción del 90%) es el negro/naranja.
141
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Fig. 42. Distribución del café inciso pulido, retomado de Brambila y Crespo, 2005.
Es muy probablemente que sea el tipo de mayor distribución en el
Bajío, pues además de la extensión de su dispersión, se le encuentra en
cantidades abundantes. En la vertiente del Turbio, sólo lo supera en número
el negro/anaranjado. Hasta ahora una de las problemáticas que presenta este
tipo es reconocida por Solar:
“_ en el sur de Hidalgo, sur de Querétaro y sur de Guanajuato el esgrafiado y la incisión son notablemente abundantes (desafortunadamente no existe a la fecha un trabajo sistemático sobre estas cerámica para distinguir tipos y variedades en esa vasta región, por lo que frecuentemente se emplea el mismo nombre para reportar piezas que lo único que tienen en común es la técnica decorativa, pero difieren significativamente en formas, colores, acabados y motivos)” (Solar, 2006: 17).
Un trabajo reciente que ha contribuido en gran medida a esclarecer
este problema, por lo menos para el sur del Bajío, es la presentación de
resultados de los distintos proyectos de esta región, en la mesa organizada
por el CEMCA en 2007. Fernández, Pomedio y Pereira, reconocieron al
menos cuatro variedades de incisos en los sitios Zaragoza, Peralta y Barajas.
142
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Fig. 43. Olla café inciso, procedencia CerroHuanímaro. Museo de Abasolo.
En cuanto a los incisos presentes en los asentamientos terraceados no
es posible aún definir las variedades, dado que no existen trabajos
sistemáticos en estos. Por el momento solo podemos mencionar que es uno
de los tipos más abundantes en todos estos asentamientos. Aunque esto
podría modificar en alguna medida -por lo menos para la vertiente del
Turbio- el patrón propuesto por Castañeda, et. al. (1988), y Brambila y
Crespo (2005), que asocian la presencia del café inciso al blanco
levantado y al rojo/bayo, pues como se ha venido comentando en estos
sitios es mucho más abundante el negro/anaranjado.
El negro/anaranjado es también un tipo muy difundido en el Bajío,
especialmente hacia la parte occidental. Las cronologías que se la han
asignado oscilan entre el Epiclásico y el Posclásico Temprano.
Afortunadamente existen ya fechamientos en algunos proyectos que
contribuyen a definir mejor la temporalidad de su presencia.
En Cerro Barajas, Pereira, et.al le asignan una temporalidad entre el
750-950 d.C. - que corresponde a la Fase Barajas de dicho sitio-, además de
señalar que durante esta fase las influencias de tradiciones del Bajío
disminuye -o desaparece, como es el caso del blanco levantado-,
remarcándose las influencias michoacanas y apareciendo tipos novedosos,
como es el caso del negro/anaranjado (Pereira, et. al., 2005: 127).
143
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Anteriormente, Sánchez y Zepeda lo ubicaron entre el 750-1200 (1981),
reconociendo a este tipo como uno de los más frecuentes en el recorrido de
superficie del trayecto Salamanca-Degollado. En La Mina, Abasolo, Rodríguez
(2005) lo señala como uno de los tipos más frecuentes y ubicándolo
cronológicamente en el Epiclásico; aunque en este caso, nos enfrentamos a un
problema, ya que Rodríguez en La Mina lo asocia directamente al blanco
levantado22, y recordemos que en Barajas, (Pereira, et. al., ibídem) estos
tipos no coinciden temporalmente, el negro/anaranjado aparece cuando el
blanco levantado ha desaparecido.
Fig. 44. Negro/naranja, procedencia La Mina, Abasolo. Museo de Abasolo.
Una aportación importante para la cronología de este tipo en el Bajío se
obtuvo de los resultados de los análisis del proyecto Peralta, en donde se
fecharon contextos controlados con presencia de este material cerámico,
ubicándolo hacia el 600 d.C. (Cárdenas y Márquez, comunicación personal,
2010); lo que le otorga una presencia más temprana en el Bajío que la que
anteriormente se había pensado.
Hasta ahora se ha dado un bosquejo de las investigaciones más
recientes en el contexto inmediato al área de estudio, enfocándonos en los
tipos que son más frecuentes en la vertiente del Turbio. Aunque como se ha 22
22 Lo que resulta extraño, pues recordemos que Rodríguez menciona al blanco levantado como un tipo escaso.
144
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
venido mencionando, los datos con los que hasta ahora contamos de esta
subregión son sólo de superficie, aunque se ha tratado de contrastar la propia
información con los resultados de investigaciones anteriores. A pesar de que
no son de ninguna manera datos concluyentes, creo que podemos acercarnos
en gran medida a esclarecer parte de algunos puntos importantes, como son
la cronología y las influencias o interacciones culturales de los sitios
terraceados del Turbio.
V. 2. Los m ovim ientos poblacionales
Tentativamente hemos ubicado los asentamientos terraceados en el
periodo Epiclásico, dado el material cerámico reportado en estos, además del
patrón arquitectónico que se ha caracterizado en el centro-norte como
defensivo, y que temporalmente parece corresponder al Epiclásico. Esta
tendencia a considerar a estos sitios defensivos es resultado de los cuantiosos
movimientos poblacionales que se proponen para el Epiclásico, siendo la
ubicación geográfica de estos efecto de las constantes migraciones que
habitualmente se han visto como actos violentos o con carácter bélico. Es de
suma importancia considerar estos movimientos en este estudio, pues estos
estarían directamente relacionados con el cambio en el patrón arquitectónico
en el área abajeña que estamos considerando como fronteriza.
La naturaleza de estos movimientos poblacionales ha sido puesta a
prueba durante las últimas décadas, siendo la hipótesis de Armillas la que
tradicionalmente se ha tomado como punto de partida para considerar esta
serie de migraciones la parte sustancial de la oscilación de la frontera norte
mesoamericana. Armillas consideraba este avance y retroceso de la frontera
como efecto indudable de cambios climáticos, provocando en primera
instancia, un avance de las sociedades sedentarias hacia el norte del Río
Lerma...
145
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
“(_) a mediados del primer milenario de la era cristiana las marcas septentrionales de la civilización estaban siendo ampliadas por un movimiento de colonización, en el centro del país hasta el norte del Bajío y hasta más allá del actual asiento de la ciudad de San Luis Potosí y hacia el noroeste en el somontano oriental de la Sierra Madre Occidental hasta la alta cuenca del Río Florido^” (Armillas, 1964: 68).
Posteriormente, cerca del siglo XIV, esta expansión se contraería por
una grave sequía, lo que daría pie a constantes movimientos migratorios de
las sociedades que habían mantenido un modo de vida agrícola. Esta
propuesta de Armillas ha sido constantemente sujeta a críticas, debido a que
dichos cambios climáticos no han sido de ninguna manera comprobados, y
aunque distintos investigadores del centro-norte hablan de cambios
climáticos y de migraciones en la franja sugerida por Armillas, estos
movimientos poblacionales los ubican aproximadamente entre el 900 y 1200
d.C. (Castañeda, et. al., 1988; Flores y Crespo, 1988; Crespo y Viramontes,
1996). Esto deriva en un problema, pues aunque los movimientos parecen
ser innegables, existen distintas perspectivas sobre su causa y sus efectos, así
como de su temporalidad.
Para tratar de entender y dar contexto a estos supuestos movimientos
demográficos, deben considerarse sin duda los cambios climáticos, pues si
bien es cierto que no hay estudios que muestren tal evento, esa misma falta
de estudios no debe hacernos descartar la hipótesis de Armillas. En todo
caso, la falta de estudios no ha permitido ni comprobar ni desechar la
propuesta. Por otro lado, si es verdad que esta transformación del medio
ambiente debe descartarse del todo, habría que pensar no solamente en una
nueva propuesta, sino en el modo de comprobarla, pues resulta extraño que
durante el Epiclásico y el Posclásico temprano muchos sitios del norcentro se
abandonaran, sin que hasta ahora exista una explicación originada en datos
socio-culturales claros, y que tenga resonancia en la magnitud de estas
migraciones.
146
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Enrique Nalda, ha señalado que si es que existieron estos cambios
climáticos, seguramente el efecto no fue de ninguna manera homogéneo,
existiendo incluso zonas donde no se ha detectado ningún cambio, como es el
Valle del Río San Juan (Nalda, 1976). Señala además, que de existir este
cambio climático operando de manera homogénea en toda la zona, tal vez no
fue la causa principal del abandono de esta, pues se cuenta, en primera
instancia, con la posibilidad de adaptarse al nuevo medio.
Las condiciones medioambientales de lo que ahora es el estado de
Guanajuato han estado siempre como plano principal en las interpretaciones
sobre sus dinámicas culturales, pues incluso ecológicamente, existen
elementos que hacen considerarlo como un área fronteriza. Braniff -entre
otros- apunta a este respecto que el Río Lerma parece ser el límite entre el
modo de vida sedentario, característico de las sociedades mesoamericanas, y
el modo de vida nómada o seminómada, que geográficamente se traduce en
la Gran Chichimeca (Braniff, 2008: 30). Para esta investigadora, el abandono
de la región se debió a una prolongada sequía entre los siglos X y XI d.C.,
misma que fue causa de los constantes movimientos poblacionales e
invasiones nómadas.
Evidentemente, antes de querer encontrar el origen de los
movimientos poblacionales de los que se habla, debe constatarse que estos
existieron. Una de las cuestiones principales alrededor del Epiclásico es que
se ha caracterizado a este como el periodo de migraciones por excelencia, sin
que hasta ahora tengamos evidencias concretas de ello, o por lo menos del
origen de estos y las sociedades participantes. Sin embargo, tampoco pueden
negarse los indicadores de constantes cambios y movimientos que se estaban
llevando a cabo, prueba de ello -hasta ahora- son la arquitectura y la
cerámica. Las causas y los efectos de estos cambios son los que a la fecha no
se han podido definir, pues en ello están implícitas varias propuestas, que van
147
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
desde el determinismo ambiental, hasta la consideración de la caída de
Teotihuacan como el mecanismo generador de dichos movimientos.
A estas consideraciones se suman otras que complejizan más el
panorama, pues cada vez más se ve al Bajío como una indudable zona de paso
entre las constantes migraciones e interacciones entre importantes
desarrollos culturales que se propone ocurrieron durante el Clásico y el
Epicláscio, en principio de México central y occidental hacia el norte, para
después invertir el proceso y retroceder del norte al centro. Bajo esta
consideración, el Bajío sería la región en la cual estos movimientos
demográficos tendrían un efecto claro.
Sin embargo, esto no es tan sencillo, pues en estas supuestas
migraciones van implícitas muchas problemáticas que se han expuesto, pero
que de ninguna manera están resueltas. Aunque es importante también
señalar que en los últimos años puede verse un notable incremento de
estudios sobre las muestras de estos cambios ocurridos en el norcentro
durante el Epiclásico, mismos que han puesto en consideración varios puntos
importantes a tratar, véase por ejemplo: Crespo y Viramontes 1996; Saint-
Charles 1996; Solar 2002; Hers 2005; Braniff 2005, 2008; Jiménez Betts
2005; Pereira, et.al. 2005; Brambila y Crespo 2005; Ramos de la Vega y
Crespo 2005.
De los anteriores autores, algunos como Solar (2002) y Jiménez Betts
(2005), han señalado la importancia de reconsiderar la particularidad que se
la ha conferido al Epiclásico como un periodo caracterizado por discordias y
fragmentaciones, pues los datos apuntan más bien hacia un periodo de
contactos e interacciones. Si bien esta afirmación es importante para
redefinir las interpretaciones, también es importante tener en cuenta la
diversidad del origen de estas interacciones, lo que resulta por lo tanto en
distintos tipos de eventos. Es decir, aunque evidentemente existen muestras
148
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
de contactos ideológicos y/o comerciales entre distintos grupos, es poco
probable pensar que todos los acontecimientos que pudieron darse en el
Epiclásico estarían inmersos en un ambiente pacífico. Por lo que habría que
confirmar -bajo la naturaleza de los datos- qué tipos de eventos se estarían
llevando a cabo.
Uno de los movimientos poblacionales que involucra al Bajío y que es
de gran trascendencia debido a sus implicaciones, es el que se propone se dio
desde el norte hacia Tula, Hidalgo. Los primeros en tratar sobre esta
propuesta fueron Jiménez Moreno (1941,1959) y Kelley (1961) (citados en
Jiménez Betts, 2005: 59). Es Kelley quien comienza a aportar datos sobre
algunas similitudes cerámicas entre Chalchihuites y Tula, específicamente en
los tipos rojo sobre café y Coyotlatelco, respectivamente (ibídem). Braniff
reconoce elementos norteños intrusivos en Tula y su región aledaña a partir
del Epiclásico ([Braniff y Hers, 1998]; Braniff, 2005; 49), y señala que con
seguridad los grupos de Guanajuato fueron partícipes en la conformación de
Tula (Braniff, 2008: 35). De esta manera, las sociedades agricultoras del
Bajío abandonarían la región -rumbo al centro de México- antes del 900 d.C.
(ibídem).
Brambila y Crespo (2005) también identifican a las sociedades
abajeñas como parte activa del establecimiento de Tula, siendo la tradición
alfarera del blanco levantado uno de los principales indicadores de dicha
presencia. Anteriormente, se creía que este tipo era originario de Tula, ahora
se sabe que el registro más antiguo de este material proviene de Colima,
pasando su dispersión por el Bajío y culminando en Tula. A esta aseveración
la apoyan las cronologías de los sitios de estas regiones.
El caso de Tula, en relación a los flujos migratorios del Bajío, ocupa un
lugar importante, pues es una de las pocas evidencias comprobadas que se
tiene de que tal movimiento existió. Paredes (2005: 210) reconoce en Tula
149
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
una migración procedente del noroccidente, identificada inicialmente por el
tipo rojo sobre bayo. Siendo así, estaríamos hablando de que Tula fue un gran
receptor de estos movimientos poblacionales, llegando hasta este lugar la
gente del Bajío en el Epiclásico:
“_ y que además es muy probable que haya tenido relación previa con reductos de población teotihuacana, explicando así el hallazgo de algún material (figurillas, restos cerámicos, una lápida y restos de muros en talud” (Paredes, 2005: 211).
Esta aseveración de Paredes tendrá importantes implicaciones para la
relación del Bajío con Teotihuacan, pues muestra un claro desplazamiento en
primer lugar de Teotihuacan hacia el Bajío, para después retroceder -
posiblemente estas mismas migraciones- del Bajío hacia el centro de México.
Sin embargo, es muy importante aclarar de nueva cuenta que de ninguna
manera debe verse esta presencia teotihuacana uniforme en todo el Bajío, y
mucho menos llegar a hablar de esta en todo el centro-norte. En el capítulo 2
se discutió brevemente el proceso de este tema en las investigaciones de la
arqueología abajeña. Se hablaba, por ejemplo, de los autores que abogan por
un contacto directo con dicha urbe, contra otras propuestas que se inclinan a
pensar en un desarrollo socio-político meramente local.
El principal problema en estas, como ya se ha mencionado también, es
el de ver a la región como parte de un proceso homogéneo, en el que los
mismos eventos ocurrieron y tienen iguales repercusiones. Recientemente, el
trabajo de Enríquez Farías (2009), muestra concretamente los sitios y los
indicadores en estos donde la presencia (y no sólo la influencia) de
Teotihuacan es innegable. Desgraciadamente, generaliza esta presencia ya no
digamos a todo el Bajío, sino al centro-norte, cuando los sitios que muestran
tal relación son sumamente específicos. Recalco aquí la necesidad de
proponer áreas más concretas y por lo tanto acontecimientos más definidos,
150
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
que abran la puerta a nuevas discusiones con miras a llegar a una mejor
integración de todas las investigaciones.
Una de las cuestiones más importantes a considerar entonces es el
establecimiento de particularidades en las distintas regiones. En el Bajío,
como en casi toda la arqueología nacional, un tema por demás socorrido en
varias décadas ha sido la relación/no relación con Teotihuacan. Repasemos
algunos datos concretos del capítulos 2 de esta tesis al respecto de este tema.
Los sitios de la región en donde hasta ahora se ha encontrado presencia
teotihuacana son Santa María del Refugio, en Celaya, Gto. y La Negreta, en el
Valle de Querétaro. Otros donde esta “presencia” se limita a influencias en la
cerámica son Inchamácuaro y Palo Blanco en Acámbaro, Gto., San Nicolás y
Arturo Arredondo en Salamanca, Gto. Todos estos sitios se encuentran hacia
la parte oriental del Bajío. ¿Cómo puede entonces hablarse de una relación
del Bajío con Teotihuacan cuando las diferentes áreas muestran dinámicas
distintas?
Por supuesto que no puede negarse que sitios como Santa María del
Refugio y La Negreta pueden considerarse incluso enclaves teotihuacanos,
dado los indicadores que estos presentan -ritos funerarios y patrón
doméstico a la usanza teotihuacana-. Es decir, esto evidencia que
efectivamente en la parte oriental del Bajío puede constatarse la presencia del
gran centro político. La distribución de estos sitios nos hace coincidir con
Gómez Chávez (2002), quien sugiere que estos enclaves fueron establecidos
como parte de una ruta de intercambio de Teotihuacan hacia Occidente23. Si
esto es así, la presencia teotihuacana en el Bajío oriental debió darse en el
Clásico, adquiriendo estos grupos algunos rasgos locales, como puede ser el
tipo rojo/bayo. Aquí puede considerarse la aseveración de Paredes (2005)
23 Ver capítulo 2 de esta tesis, pags. 16-17.
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
sobre los movimientos poblacionales del Bajío hacia Tula; recordemos que
propone que estos migrantes pudieron tener relación previa con Teotihuacan.
La situación de la parte suroccidental del Bajío es distinta. En primera
instancia, en los proyectos de los últimos años que han excavado
sistemáticamente asentamientos de gran importancia -como son Plazuelas,
Peralta y Cerro Barajas- no se ha encontrado esta relación con Teotihuacan,
mucho menos una presencia como tal de este centro manifiesta en materiales
o ritos funerarios -rasgos que han estado presentes en los sitios con clara
filiación teotihuacana-. Considero que el talud tablero fue un rasgo de gran
difusión en muchas regiones, pues es de esperarse que las distintas sociedades
traten de imitar en algún sentido a los grandes centros, sin que esto quiera
decir que se tenga una relación directa -mucho menos de dominio- por parte
de Teotihuacan en los sitios que presentan este rasgo arquitectónico. 24
24 H asta aquí se han tocado distintos conceptos enfocados al mismo tem a, como son: presencia, influencia o dominio, los que por supuesto no se han tratado como sinónim os y lo que se busca es justam ente dar un sentido distinto a cada uno de estos. Y a Gándara (1981) había tratado sobre la im portancia de la correcta definición de térm inos como contacto, influencia o interacción, los que com únm ente son utilizados en la arqueología sin hacer distinciones claras entre ellos, y se habla de interacción, cuando algunas veces el evento se lim ita a un contacto o a una influencia (ibídem). En este apartado se ha versado sobre la presencia, influencia o dominio que pudo haber ejercido Teotihuacan en el Bajío, recalcándose que las distintas áreas de la región m uestran diferentes acontecim ientos. En las consideraciones de este estudio, entonces, cuando se habla de la “presencia teotihuacana” nos referim os concretam ente a una migración procedente de este centro hacia otra región, lo que conocem os como enclave y que se define no sólo por la presencia de individuos m igrantes sino por las prácticas culturales que m antienen de su lugar de origen. Se hace una gran diferenciación entonces con el térm ino influencia, en el que algunos rasgos teotihuacanos pudieron m anifestarse sin que esto quiera decir que gente teotihuacana estaba presente. En este sentido, la representación de elementos de este centro tam poco denota una posición de dominio.
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Uno de los sitios del suroeste abajeño en donde se han estudiado a
mayor detalle los posibles movimientos poblacionales, es Cerro Barajas.
Pereira et. al. (2005) han establecido tres secuencias de ocupación en el cerro
basados en contextos sellados y fechamientos absolutos. Después de la Fase
Nogales (450-750 d.C.) identifican un aumento poblacional en lo que
consideran la ocupación más importante del cerro, la Fase Barajas, con un
rango temporal del 750-950 d.C.; consideran que este incremento
demográfico se dio por la llegada de grupos norteños, presumiblemente de
Chalchihuites, dadas las características arquitectónicas presentes en Barajas
(ibídem). Otro movimiento poblacional que los mismos autores sugieren para
este sitio se daría cerca del 1000 d.C., el que se evidencia en el cerro dado el
abandono masivo de los principales conjuntos, y que vinculan con el
desplome de la frontera septentrional de Mesoamérica. Además, Pereira et. al.
(2005) consideran que Cerro Barajas25 tiene claras connotaciones defensivas,
dados: “la localización de los sitios en zonas protegidas contra posibles
ataques y la realización de verdaderas obras defensivas o el uso bien
difundido de estructuras de almacenamiento^” (ibídem: 134).
Hasta aquí hemos visto algunas de las propuestas sobre movimientos
demográficos más difundidos en la arqueología sobre el Bajío. En primera
instancia, se habla sobre un movimiento poblacional originado por cambios
climáticos más o menos a mediados del primer milenio d.C.; dicho
movimiento se daría de sur a norte, dadas las condiciones favorables que el
medio ofrecía para el incremento de sociedades agricultoras. Posteriormente
esta expansión de la frontera agrícola se contraería, originando el retroceso de
los grupos del norte hacia el sur. Aquí por supuesto estarían implícitas
distintas problemáticas sobre el hecho de la confluencia en el Bajío de
sociedades nómadas con sociedades sedentarias. Aclaramos también que las
25 Así como otros sitios en el malpaís de Zacapu, Mich., los que estos autores proponen tuvieron alguna relación con Barajas.
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
propuestas sobre estos cambios climáticos no están comprobadas, aunque
siguen retomándose constantemente en las distintas investigaciones.
Al parecer Teotihuacan tuvo impacto en la parte oriental del Bajío, en
donde se han encontrado sitios con elementos teotihuacanos. Habría ahora
qué definir el radio de influencia que alcanzó este centro en la región, pues no
parece que las posibles migraciones teotihuacanas se hayan manifestado en
todo el Bajío. Tampoco consideraría la búsqueda por parte de Teotihuacan del
control político e ideológico del Bajío, pues no se han encontrado materiales
del Bajío en Teotihuacan, lo que sí sucede con productos o materiales de otras
regiones con las que estaba relacionado directamente. De alguna manera se
evidencia que el Bajío no ofrecía a Teotihuacan ningún producto (ya sea
bienes de prestigio o utilitarios) que a este le interesara. Lo que sí le interesó
fue mantener una ruta de intercambio hacia Michoacán, lo que resulta claro
dado los puntos estratégicos de los sitios hacia el sureste del Bajío en donde se
ha encontrado presencia teotihuacana, sin embargo, recalco una vez más, esta
presencia no se extiende a toda la región abajeña. Aunque sí es de esperar que
estos movimientos demográficos tuvieran eco en algún sentido en áreas
aledañas.
Al igual que en otras regiones, en el periodo Epiclásico se registra una
mayor movilización de población en el Bajío. Se ha propuesto que las
sociedades del esta región tuvieron una participación directa con el
establecimiento de Tula, grupos que tienen además ascendencia norteña. No
podemos ignorar además la serie de sucesos que debieron ocurrir al ser el
Bajío uno de los principales escenarios en donde se llevó a cabo el
enfrentamiento de los grupos nómadas del norte con las sociedades agrícolas
establecidas en la región.
Aunque no fueron sólo grupos nómadas los que protagonizaron estos
movimientos, pues se establecieron en la región otras sociedades que nada
tenían que ver con los chichimecas, como lo evidencian sitios como Plazuelas
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
y Zaragoza, establecidos en el Bajío hacia el Epiclásico y que denotan una
tradición arraigada de prácticas agrícolas.
Por otro lado, en sitios como Barajas, hay indicios de movimientos
poblacionales entre las distintas fases, y de hecho, Pereira et.al. sugieren que
entre las Fases Nogales y Barajas se registraron acontecimientos violentos, en
los que se destruyeron los edificios de la Fase Nogales antes de iniciarse la
construcción de las estructuras de la Fase Barajas.
También es importante considerar lo que si bien hasta ahora no son
evidencias claras de migraciones, sí indica relaciones cercanas con otras
grandes culturas vecinas, como es Teuchitlán. Las estructuras circulares se
encuentran en sitios distribuidos por todo el Bajío, habría qué correlacionar
distintos elementos para poder establecer un antecedente claro de su
representación. Lo que hasta ahora podemos tomar en cuenta es solamente
su numerosa presencia y la cercanía de esta región con la Tradición
Teuchitlán.
Hacia finales del Epiclásico la mayoría de las poblaciones tanto de la
parte central del Bajío como del suroeste abandonaron los grandes núcleos
como Peralta, Zaragoza, Barajas, Plazuelas^sin que hasta ahora conozcamos
el origen de este suceso, ni hacia dónde emigraron. No considero que la caída
o abandono de estos centros tenga que ver con Teotihuacan, pues como antes
mencioné, en esta porción del Bajío no se han encontrado indicios de relación
directa con el poderío teotihuacano. Creo que habrá que tomar más en cuenta
los posibles flujos migratorios procedentes del norte. En el Epiclásico se
abandonan las planicies para establecerse en lugares de difícil acceso,
asentamientos que se concentran sobre todo hacia la parte más occidental del
Bajío, presumiblemente en la vertiente del Turbio. Por lo tanto es arriesgado
considerar que la caída de Teotihuacan pudiera tener efecto en los
movimientos poblacionales de esta zona, habría que pensar en una
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
inestabilidad política originada en fenómenos más locales, o como ya
mencioné en invasiones chichimecas.
V.3. ¿Sitios rituales o defensivos?
Esta tesis parte de la identificación de una serie de asentamientos en la
vertiente del Turbio que manifiestan un patrón de asentamiento y una
arquitectura particulares y distintos, respecto a otros asentamientos
característicos en la región. Partimos del hecho de considerar algunas
características para proponer un rango de sitios que muestren características
fundamentalmente de resguardo, sin que esto quiera decir que en estos
asentamientos no se llevaran a cabo actividades cotidianas, como la
agricultura o ceremonias públicas o religiosas.
Los sitios cuyo emplazamiento se realiza mediante terrazas no es
exclusivo por supuesto de la zona que estamos estudiando, de hecho, una gran
cantidad de sitios mesoamericanos presentan esta característica -como
Xochicalco, La Quemada, El Tajín, Malinalco... por mencionar algunos-. De
ahí que surja la controversia sobre la función de este tipo de asentamientos,
pues mientras algunos consideran que el emplazamiento en terrazas y en
lugares de difícil acceso obedece a razones de defensa, muchos otros
consideran que este tipo de patrón de asentamiento tiene que ver más bien
con cuestiones rituales.
Es evidente que existen muchos sitios terraceados cuya función se
relaciona con cuestiones rituales, en el Bajío, dos ejemplos serían Plazuelas y
Zaragoza. Ambos sitios se distribuyen a lo largo de terrazas, sin embargo no
parece que se restringen los accesos, los terraceos son abiertos^. Y de hecho
Plazuelas puede verse a kilómetros de distancia, por lo que es difícil pensar
que un sitio con estas características se esté protegiendo.
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Los sitios presentados en el capítulo 4 tienen otras características, a
pesar de que comparten el rasgo del emplazamiento sobre terrazas. Son sitios
desde donde se tiene una excelente visibilidad de los valles circundantes, a
pesar de que desde los valles es difícil identificarlos. El sistema de terraceo y
el terreno mismo restringen los accesos, existiendo incluso en algunos casos
murallas que circundan el sitio -como son Los Edificios y Viejo Cuerámaro-.
Además no debemos perder de vista que estamos en una región de planicies
muy fértiles, por lo que es difícil pensar que el motivo principal de “subirse” a
los cerros fue el aprovechamiento de las terrazas para la agricultura.
Desarrollaron todas sus actividades en los cerros en los que se emplazaron,
pues hay evidencias de unidades habitacionales, terrazas agrícolas y áreas
ceremoniales.
Creo que primordialmente la cuestión sobre la cual debe girar la discusión
para poder definir si los sitios terraceados son sitios ceremoniales o
defensivos, son las características particulares de su emplazamiento, pues es
evidente que se está hablando de asentamientos distintos y no se puede
considerar el hecho de que estén terraceados como mero indicador de una o
de otra función. Mientras que existen sitios terraceados cuyas características
pueden considerarse rituales, existen otros, como los encontrados en la
vertiente del Turbio, que nos hacen considerarlos principalmente como sitios
de resguardo. Para definir la función principal de estos asentamientos se
tienen que tomar en cuenta varios factores, como son la restricción de
accesos, la visibilidad que se tenga desde los valles hacia el sitio (no solamente
al revés), su ubicación respecto a otros asentamientos, sistema constructivo,
elementos constructivos... y muy importante, habrá que tenerse muy presente
la situación sociopolítica contemporánea a estos.
Estamos hablando aquí de sitios de resguardo, pues algunas veces en
la literatura arqueológica se les ha llamado “militaristas”, lo que sin duda
evoca una problemática distinta. Al hablar de resguardo, no debemos buscar
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
en todos ellos evidencia de batallas o de cualquier acto violento, pues el hecho
de se estén protegiendo de cualquier tipo de ataque no quiere decir que estos
ocurrieran con cotidianeidad y que por lo tanto esperemos encontrar centenas
de puntas de proyectil, o indicios de estructuras destruidas y quemadas -como
sí sucede en Cerro Barajas, (Pereira et. al., 2005)-. Los datos en el Bajío
apuntan a considerar el periodo Epiclásico bajo una serie de perspectivas, y
por lo tanto distintos y variados acontecimientos, pues si bien este periodo se
caracteriza por una serie de movimientos poblacionales y por lo tanto de
interacción, no podemos ignorar que grandes centros de poder se
abandonaron, lo que denota también una serie de eventos que estuvieron
marcados por tensión.
Es en este marco en donde la posible función de resguardo de estos
sitios puede tener una explicación, pues dados los numerosos movimientos
demográficos que se estaban llevando a cabo en el entorno, era necesario
mantener puntos estratégicos para la defensa.
V.4. Correlación de elem entos: ¿es el Río Turbio una fro n tera
cultural?
Existen distintos y variados aspectos que deben explicarse para poder
confrontar la propuesta de este estudio, el más destacado puede ser el término
“frontera”. Antes de discutir la hipótesis, tendremos que retomar algunos
puntos del modelo del que partimos, y tratar de correlacionar las variables
derivadas de los datos.
Para que la propuesta tenga sentido se deben considerar
principalmente dos cosas: si realmente el emplazamiento de los sitios nos
hace suponer que su función fue principalmente de resguardo, y si la
distribución de estos nos sugiere un posición de frontera. Partimos entonces
de las propuestas sobre patrón de asentamiento y región (capítulo 3 de esta
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
tesis), en donde se plantea un esquema propuesto por Vogt para el estudio de
los asentamientos que consiste en la consideración de 5 aspectos de
importancia, que van desde la descripción de las casas individuales, hasta las
relaciones de las aldeas en un área determinada.
En este estudio, comenzamos por definir una subregión cultural al
suroeste de Guanajuato en donde se pueden identificar una serie de
asentamientos con características tanto arquitectónicas como de ubicación
distintas a las observadas en la gran mayoría de los sitios del Bajío. Estos
sitios, que definimos como defensivos o de resguardo, se distribuyen sobre
todo en la vertiente del Río Turbio, compartiendo además otros rasgos como
la cerámica. Aunque aquí se le ha dado mayor énfasis a los sitios defensivos -
con el fin de proponer eventos-, recordemos que el concepto de frontera surge
a raíz del patrón distributivo de los distintos rasgos arquitectónicos, como son
los patios hundidos hacia la parte central del Bajío y los juegos de pelota en
las márgenes del Lerma hacia el suroeste de la región. ¿Qué es lo que se busca
con los sitios identificados entonces? ¿A qué se debe el cambio en el patrón de
asentamiento y en la arquitectura en el suroeste del Bajío?
Aunque cabe aclarar que solamente existe un fechamiento absoluto
para uno de los sitios, La Mina, se ha propuesto que estos sitios son
posteriores al auge del desarrollo local debido a los tipos cerámicos más
abundantes, y que corresponden al Epiclásico. La ubicación cronológica
propuesta, aunada al patrón distributivo y la complejidad
constructiva, son los elementos que nos hicieron considerar a esta serie de
asentamientos terraceados bajo una misma perspectiva:
El patrón distributivo
Aunque existen algunos asentamientos terraceados dispersos, como
Los Gatos (16) y Mesa del Timbre (17), se observa una clara concentración de
su presencia en los cerros que se encuentran en la vertiente del Turbio,
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
presencia que se podría prolongar hacia el norte de Guanajuato, dada la
existencia de Los Edificios (28) en la Sierra de Comanja, que si bien no es
geográficamente cercano a nuestros sitios del suroeste, comparte el hecho de
las características de resguardo. No podemos asegurar hasta ahora que los
asentamientos del Turbio tuvieran una relación entre sí, por lo tanto no
podemos hablar tampoco de una jerarquía de asentamientos, lo que une a
estos sitios es el hecho de compartir el patrón de asentamiento, por lo que
hemos propuesto que se establecieron bajo los mismo fines y las mismas
eventualidades.
Cuando se habla de estudios de patrones de asentamiento se ha
considerado muchas veces que para que este pueda tener efecto uno de los
pasos principales es establecer una jerarquía de asentamientos, es decir, la
relación entre los sitios se supedita a una estructuración social en la que
puedan jerarquizarse sitios mayores y otros de distinto rango, estableciendo la
función de cada uno de estos dentro de la estructura. No es este el caso en esta
investigación, puesto que como ya se aclaró además de la cerámica no existen
otros elementos con los cuales podamos afirmar una relación clara existente
entre los sitios, y sin embargo considero que podemos seguir hablando de un
estudio de patrón de asentamiento. Aún sin afirmar la relación o la no
relación de nuestros sitios, partimos de otros supuestos para considerarlos
dentro de una misma área y una misma categoría: se encuentran en un mismo
espacio geográfico, que los hace vivir en un medio ambiente similar y por lo
tanto tener prácticas en común, derivadas del acceso y la explotación de los
recursos disponibles y las condiciones topográficas. Comparten la forma de
disposición en el espacio, estableciéndose todos en las cimas de los cerros con
pendientes muy abruptas y con una amplia visibilidad de los valles
circundantes, restringen accesos y parece que todas las actividades -tanto
rituales como domésticas- se realizaban en los cerros, dados los distintos
elementos arquitectónicos y el uso del espacio que se aprecia.
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Complejidad constructiva
Uno de los primeros cuestionamientos que surgen al ver un sitio
emplazado sobre terrazas, es si esto obedece principalmente al
aprovechamiento del terreno para las prácticas agrícolas, situación que
requiere de extensos terraceos con indicios de agricultura, además de que los
muros de contención entre las terrazas son de una altura menor y hechos por
lo regular con piedra sin trabajar. Lo observado en nuestros sitios es distinto.
Aunque existen terrazas que debieron destinarse a la siembra26, existen
también amplios y complejos sistemas de terraceos para edificar otras
construcciones, como montículos y plazas, observándose también en algunas
restos de habitación. Además los muros de contención son de piedra
trabajada, y entre las terrazas hay accesos escalonados de piedra trabajada
también. Los casos de Los Metates (15), Viejo Cuerámaro (10), La Mina (11) y
Nogales (07), sobresalen por su magnitud y su complejo sistema constructivo,
aunque además de su patrón de asentamiento, no existen grandes similitudes
arquitectónicas entre estos. El sitio Los Metates es uno de los más grandes,
cuenta con extensas plataformas en algunas de las cuales desplantan
montículos. El rasgo más notorio en Viejo Cuerámaro es la construcción de
una muralla que rodea al conjunto principal, el que consta de plazas, patios y
montículos. La Mina puede considerarse uno de los sitios más importantes de
esta región, ya que además de ser uno de los sitios más grandes y con un
sistema constructivo que denota un gran trabajo invertido, las exploraciones
que se han llevado a cabo sugieren que pudo tener también implicaciones
funerarias, dados los hallazgos en una de las terrazas. Por su parte Nogales,
que sin duda es un asentamiento con una filiación distinta, ha sido
considerado por quienes lo han explorado como un sitio con claras
características defensivas. Su sistema constructivo difiere principalmente en
26 Como es el caso del sitio La Mina, el que presenta hacia su lado sur una serie de terrazas de entre uno y dos metros de separación aproximadamente y con muros de contención de poca altura.
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
el empleo de lajas apiladas sin ningún tipo de argamasa, aunque esto de
ninguna manera sugiere que el sitio fuera “de paso” o que el trabajo invertido
sea menor que en otros. Es uno de los asentamientos defensivos con una de
las ocupaciones más largas, y en donde además se han encontrado una gran
cantidad de restos de habitación construidas con lajas trabajadas también.
En los asentamientos de la vertiente del Turbio puede observarse una
buena cantidad de trabajo invertido, en donde destacan también espacios
destinados a ceremonias públicas. Podemos inferir que fueron sitios que
mantuvieron una ocupación constante por algún periodo, presumiblemente el
Epiclásico. Destacamos esto porque en otras regiones del centro-norte
pueden encontrarse sitios en las cimas de los cerros con formas muy
parecidas, pero creemos que sus características y funciones son otras. Son
sitios de menores dimensiones y en donde no parece que se haya pensado en
mantener una ocupación larga, dadas las características del sistema
constructivo, por lo que la función de este tipo de sitios puede ser muchas
veces como mero observatorio.
Hasta aquí lo que se ha buscado en este apartado es concretar la
categoría que se les está dando a los sitios terraceados de la vertiente del
Turbio, además de responder a algunas de las problemáticas planteadas en el
capítulo 3, en el que se hablaba también sobre el porqué de la presencia de
patios hundidos en los sitios que se están considerando en otro tipo. Al
respecto de esto se esbozó que el patio hundido pudo ser un rasgo de amplia
difusión retomado por algunas de las sociedades establecidas en las cimas de
los cerros, y no consideramos que este elemento sea el eje constructivo en
estos sitios -al contrario de los pertenecientes a la tradición local-. Se recalca
entonces que los asentamientos del Turbio están más definidos por sus
condiciones geográficas y topográficas que por sus rasgos arquitectónicos.
162
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Río Turbio, ¿unafrontera geográfica y temporal?
En el capítulo concerniente al planteamiento del problema (capítulo 3)
se expuso el sentido del término “frontera” bajo el cual se trabaja en este
estudio. Considero que para una mejor comprensión y aplicación de este
concepto debe de asociarse a los estudios regionales, en donde se buscan
procesos evolutivos de las problemáticas locales y su impacto en distintos
niveles. Siendo así, la región debe ser vista tanto espacial como
cronológicamente27, dado que los sucesos naturales y culturales ocurridos
tienen resonancia tanto en términos geográficos como temporales.
Todos estos aspectos se hacen presentes en la región, la conformación
de un espacio definido por la integración de distintos elementos que hacen
posible su delimitación. Este espacio tendrá entonces una frontera activa, que
fluctúa al mismo tiempo que las dinámicas culturales. El Río Turbio se
visualiza como un espacio que en determinado momento histórico regional
fungió como frontera. Son los eventos ocurridos en la región los que dan
sentido a esta propuesta, de aquí la importancia del análisis regional para
problematizar y posteriormente interpretar el patrón de asentamiento de la
vertiente del Turbio, dado que hasta ahora no hay exploraciones sistemáticas
de estos sitios, por lo tanto debe partirse de un esquema general.
La consideración del Bajío como frontera ha sido ya tratada por
distintos investigadores y desde distintos ángulos. Desde la perspectiva de la
frontera mesoamericana, hasta otras que tocan puntos más particulares como
la distribución de ciertos rasgos arquitectónicos o cerámicos. Haciendo
referencia otra vez a “frontera” como fenómeno activo, tomemos la
concepción fronteriza del Río Turbio partiendo de considerar que su
funcionalidad estuvo sujeta a los eventos acaecidos en determinado momento
27 En referencia a lo expuesto por Herrejón P. (2008) sobre región, en cap. 3 de esta tesis.
163
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
histórico, por lo tanto, su significación depende de los sucesos de la región. Es
necesario entonces identificar estos sucesos.
En un trabajo publicado en 1999, David Ch. Wright propuso que el
Bajío está dividido en dos áreas, occidental y oriental, estableciendo una
frontera cultural en el Río Guanajuato. Asocia los asentamientos de la parte
occidental con los Altos de Jalisco, los que se establecen en lugares elevados,
así como en patrones radiales que asocia directamente a la Tradición
Teuchitlán. En el Bajío oriental las características predominantes serían los
patios cerrados asociados en algunas ocasiones a estructuras circulares
también (Wright, 1999: 81).
Por mi parte considero que aunque efectivamente algunos sitios -
terraceados- del Bajío occidental pueden asociarse a Los Altos de Jalisco,
varios más parecen tener otra filiación. Esto es un problema difícil, pues
aunque estamos considerando bajo un mismo tipo los sitios terraceados estos
no parecen tener alguna relación entre sí, y de hecho, parecen asociarse a
otras tradiciones. Aunque esto no es de ninguna manera una aseveración, lo
que aquí se dice es una inferencia que parte de los rasgos arquitectónicos
solamente, pero que sin duda puede tener importantes implicaciones cuando
se estudie más a fondo.
En un apartado anterior de este mismo capítulo se trató sobre los
movimientos poblacionales que se han propuesto para esta región, fenómeno
que se ha visto como característico del Epiclásico en toda Mesoamérica. En el
suroeste del Bajío estos movimientos también debieron presentarse. Existen
asentamientos en los que se ha identificado una ocupación relativamente
corta y perteneciente al Epiclásico, como son Plazuelas y Zaragoza, mientras
que en Peralta hay un vacío entre aproximadamente el 700 d.C. y el Posclásico
tardío, es decir, antes de una ocupación tarasca muy somera la ocupación más
tardía que se tiene es aproximadamente del 650. ¿A dónde y porqué se fueron
sus habitantes?
164
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
Mucho se ha discutido ya sobre el posible papel que jugó Teotihuacan
en la desintegración de los centros del poder de “tierra adentro”, entre ellos el
Bajío. Sin negar del todo esta hipótesis, habría qué definir cómo y en qué
medida intervendría Teotihuacan en el abandono de los poderíos abajeños, ya
que tal como antes se mencionó también, en el suroeste del Bajío carecemos
de evidencias claras de los nexos con Teotihuacan, por lo tanto de inicio
tenemos qué revisar datos más concretos y más locales.
No se puede hablar todavía certeramente sobre las causas de los
movimientos poblacionales en el Bajío, lo que sí es claro son sus efectos.
Partiendo de considerar el concepto de frontera como un punto de
confluencia, es necesario repasar la tipología de sitios realizada en el capítulo
4 para identificar y proponer las posibles influencias que pudieron circular
por la vertiente del Turbio.
La vertiente del Turbio es un escenario difícil, dados la gran cantidad
de asentamientos existentes y las diferencias que estos presentan. Aunque
seguimos considerando como patrón recurrente en estos el asentarse en
lugares elevados y con pendientes abruptas. Aún así los rasgos
arquitectónicos presentan diferencias. De inicio no olvidemos que es un
espacio sumamente estratégico, en donde confluyen las influencias -o la
presencia- de distintas tradiciones: los patios hundidos hacia el este28, los
Altos de Jalisco y Teuchitlán hacia el occidente, al sur Michoacán con sitios
tan importantes y a la vez distintos como Zaragoza y San Antonio Carupo, y
hacia el norte se inscriben tradiciones más relacionadas con el septentrión,
como El Cóporo.
28 La Tradición de los patios hundidos considero que se ubica sobre todo en la parte central y oriental del Bajío, y aún los sitios que la conforman presentan diferencias. Por ejemplo, se hablaba de la participación de las sociedades abajeñas en la conformación de Tula, dado el rastreo que se tiene del blanco levantado, estas mismas sociedades se cree que tuvieron en algún momento nexos con Teotihuacan. Por otro lado, en sitios como Peralta no se ha identificado esta relación teotihuacana, y al parecer tampoco con Tula, así mismo la presencia del blanco levantado es muy escasa.
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
La presencia de asentamientos terraceados posiblemente defensivos no
es exclusiva por supuesto de la vertiente del Turbio, en las regiones aledañas
se han identificado también asentamientos de este tipo. En los Altos de
Jalisco se tiene bien documentada su presencia (Ramos de la Vega y Crespo,
2005; Wright, 1999), sitios en los que algunas veces se incluyen juegos de
pelota. La cronología propuesta para estos se ubica también en el Epiclásico.
La situación colindante con Michoacán es muy parecida, Faugere-
Kalfon (1996) identificó la evolución de las ocupaciones humanas en la región
entre el Río Lerma y Zacapu, detectando importantes cambios en el patrón de
asentamiento en los periodos Epiclásico y Posclásico. En términos generales,
lo que se observa en la región de Zacapu es que durante el Preclásico final y el
Clásico los grupos prefieren asentarse cerca de las ciénegas, en terrenos
planos y abiertos; mientras que en los inicios del Posclásico se abandonan
estos sitios para reagruparse en lugares de difícil acceso, como es el malpaís:
“_ se percibe en estos grandes agrupamientos cierto carácter bélico en esa coyuntura, marcado probablemente por tensiones y amenazas de guerra: el malpaís no ofrece un medio ambiente francamente propicio para el asentamiento de grandes poblaciones que casi alcanzaron densidad urbana, pero sí tiene un innegable carácter defensivo”. (Arnauld, y Faugere-Kalfon, 1998: 24).
No existen hasta ahora datos concluyentes del porqué de estos
movimientos y de estos nuevos patrones de vida. Las hipótesis van desde los
cambios climáticos hasta la caída de Teotihuacan como mecanismo
generador de nuevas organizaciones socio-políticas. Todas estas son
abordadas con cierto temor dado lo aún prematuro de cualquier indicio de
respuesta. Lo que sí es evidente es el gran cambio presentado en las formas
de asentamiento, y todos estos cambios -por lo menos en la vertiente del
Turbio y zonas aledañas- se orientan hacia la búsqueda de espacios
protegidos. No son pocos los asentamientos con estas características, son una
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
serie de los mismos que sin duda están hablando de acontecimientos
enmarcados en un ambiente de tensión, sin que esto quiera decir que no
hayan existido al mismo tiempo situaciones de interacción y de intercambio
de ideas.
Ahora bien, si la situación de los asentamientos terraceados se
presenta en todas estas regiones, ¿qué es lo que define entonces al Río Turbio
como una frontera cultural? Ya hemos hablado sobre las importantes
tradiciones que se inscriben en su entorno, y que los mismos sitios defensivos
parecen presentar distintas filiaciones. En el caso de Viejo Cuerámaro (10) se
observan rasgos que coinciden con los Altos de Jalisco, específicamente la
construcción de murallas perimetrales, como en el sitio de Tlacuitapa (en Los
Altos) y Los Edificios (28); este último Ramos y Crespo (2005) ya habían
asociado a Los Altos de Jalisco.
El sitio de La Mina (11) se ha mencionado como parte de la UPT de
Peralta (Rodríguez, 2005). Cárdenas (comunicación personal) considera que
La Mina pudo proveer de obsidiana a Peralta, esto debido al yacimiento
ubicado en las inmediaciones de La Mina y de los vestigios de explotación y
trabajo que hay en el sitio de este material. Ahora bien, si efectivamente
Peralta se abandonó en el Epiclásico habrá que preguntarnos hacia dónde
fueron sus habitantes. Posiblemente los sitios terraceados del oeste del
Turbio (como La Mina) hayan sido receptores de los migrantes de Peralta.
Por otra parte la ocupación Epiclásica de Nogales (7) se sugiere como
producto de una migración norteña (Migeon y Pereira, 2005), aunque los
datos que muestren esta filiación son muy incipientes aún. Sin embargo
efectivamente el sistema constructivo de este sitio no parece tener relación
alguna con las prácticas locales.
Aunque estamos todavía en una etapa muy superficial, puede
identificarse formalmente a la vertiente del Turbio no como mera zona de
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
paso, ni solamente como área de confluencia, sin pensar demasiado en las
implicaciones de estos supuestos. Las características de los sitios nos obligan
a pensar en problemas más profundos, en una región que está siendo
partícipe tanto de la recepción de rasgos como del límite de los mismos.
Repasando el mapa general de sitios, podemos ver que la Tradición de los
patios hundidos llega justamente hasta el Río Turbio, siendo extraño
encontrar sitios de esta tradición del lado este del río. Por otro lado, los
juegos de pelota -característicos en Teuchitlán y en los Altos de Jalisco- son
sumamente escasos hacia el oeste del Turbio.
Todos estos elementos muestran al Río Turbio como una frontera
cultural, en donde grupos posiblemente de distintas tradiciones se asentaron,
compartiendo la idea del resguardo dados los reacomodos poblacionales
característicos del Epiclásico. Estamos consientes de que estas aportaciones
están aún en un nivel muy primigenio, sin embargo su importancia radica en
el hecho de enmarcar mejor los datos existentes y de partir de los datos que
nos ofrece el contexto local.
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Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
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E s tu d io s A n tro p o ló g ic o s . S o c ie d a d M e x ic a n a d e A n tro p o lo g ía . M é x ic o .
1959 “ S ín te s is d e la h is to r ia p re to lte c a en M e s o a m é r ic a ” , e n E s p e le n d o r d e l M é x ic o
A n tig u o . R . N o r ie g a , C . C o o k y J. R . M o c te z u m a c o m p s . C IA M , M é x ic o .
J u á re z C ., D a n ie l y N o e l M o re lo s
1988 “P ro y e c to A b a so lo , 1978 , fa se p ro sp e c c ió n de su p e rf ic ie ” , P r im e ra R e u n ió n
so b re la s so c ie d a d e s p re h is p á n ic a s en el c e n tro o c c id e n te d e M é x ic o . IN A H . M é x ic o .
K e lle y , J o h n C h. y E l le n A b b o tt K e lle y
174
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
1961 M e so a m e ric a n c o lo n iz a tio n o f Z a c a te c a s -D u ra n g o : T h e L o m a S an G a b rie l
a n d C h a lc h ih u ite s C u ltu re s . M e sa R e d o n d a d e la S o c ie d a d M e x ic a n a d e
A n tro p o lo g ía .
1966 “ T h e c u ltu ra l se q u e n c e o n th e n o r th c e n tra l f ro n tie r o f M e s o a m e ric a ” en
A rq u e o lo g ía d e M e so a m é ric a . G u y S tre s se r-P e a n ed. X X X V I C o n g re s o In te rn a c io n a l
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1974 “ S p e c u la tio n s o n th e C u ltu re H is to ry o f N o r th w e s te rn M e s o a m e ric a ” , en T h e
A rc h a e o lo g y o f w e s t M e x ic o . B e tty B e ll, ed . S o c ie d a d de E s tu d io s a v a n z a d o s del
O c c id e n te d e M é x ic o . J a lisc o , M é x ic o .
L e a c h , E d m u n d
1976 “E l E s tru c tu ra lis m o e n la A n tro p o lo g ía S o c ia l” , e n In tro d u c c ió n al
E s tru c tu ra lis m o . U m b e rto , et. al. c o m p s . E d . A lian z a . M a d rid .
L é v i-S tra u s s , C la u d e
[1 9 5 3 ] 1993 “ L a e s tru c tu ra s o c ia l” , en A n tro p o lo g ía , L e c tu ra s . B o h a n n a n y G la z e r
c o m p ila d o re s . M c G ra w H ill- In te ra m e r ic a n a d e E sp a ñ a .
L ó p e z M a z z , Jo sé
2 0 0 8 L a in f lu e n c ia d e l e s tru c tu ra lism o en la a rq u e o lo g ía s u d a m e ric a n a . P á g in a
w eb :
h ttp ://w w w .u n e s c o .o rg .u y /s h s /F ile a d m in /te m p la te s /s h s /a rc h iv o s /a n u a r io 2 0 0 8 /C o n fe re
n c ia 0 4 .p d f
M o ra g ó n M a rtín e z , L u c ía
s /f E s tru c tu ra lis m o y P o s te s tru c tu ra l is m o e n A rq u e o lo g ía . Arqueoweb, re v is ta en
lín ea .
M ig e o n , G é ra ld y G ré g o ry P e re ira
2 0 0 7 “ L a s e c u e n c ia o c u p a c io n a l y c e rá m ic a del C e rro B a ra ja s , G u a n a ju a to y su s
re la c io n e s c o n el C e n tro , O c c id e n te y N o r te d e M é x ic o ” , en D in á m ic a s c u ltu ra le s
e n tre el O c c id e n te , el C e n tro -N o r te y la C u e n c a d e M é x ic o , d e l P re c lá s ic o al
E p ic lá s ic o . B r ig it te F á u g e re co o rd . E l C o le g io d e M ic h o a c á n -C E M C A . M é x ic o .
N o g u e ra , E d u a rd o
1937 “ R iq u e z a s a rq u e o ló g ic a s , ru in a s de L a G lo r ia ” , e n R e v is ta M a p a , v. 3. N o . 26.
M é x ic o .
N a ld a , E n r iq u e
175
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
1976 P ro p o s ic io n e s p a ra u n e s tu d io del p ro c e s o d e c o n tra c c ió n d e M e so a m é ric a .
X IV M e s a R e d o n d a d e la S o c ie d a d M e x ic a n a d e A n tro p o lo g ía . M é x ic o .
O re ja s S aco de l V a lle , A lm u d e n a
1995 “D e l “ m a rc o g e o g rá f ic o ” a la A rq u e o lo g ía de l p a isa je . L a a p o r ta c ió n d e la
fo to g ra f ía a é re a ” . C o n se jo S u p e r io r d e In v e s tig a c io n e s C ie n tíf ic a s , M a d rid , E sp a ñ a .
P a re d e s G u d iñ o , B la n c a
2 0 0 5 “ A n á lis is d e f lu jo s m ig ra to r io s y c o m p o s ic ió n m u lt ié tn ic a d e la p o b la c ió n de
T u la , H id a lg o ” , e n R e a c o m o d o s d e m o g rá f ic o s de l C lá s ic o al P o s c lá s ic o e n el c e n tro
d e M é x ic o . L in d a M a n z a n illa , ed. U N A M -IIA . M é x ic o .
P e re g r in e , P .N .
1996 “ In tro d u c tio n : W o rld -S y s te m s T h e o ry a n d A rc h a e o lo g y ” , e n P re -C o lu m b ia n
W o rld -S y s te m s . M o n o g ra p h s in W o rld A rc h a e lo g y no . 26 . M a d iso n , W isc o n s in :
P re h is to ry P re ss .
P e re ira , G ré g o ry , G é ra ld M ig e o n y D o m in iq u e M ic h e le te
2 0 0 5 “ T ra n s fo rm a c io n e s d e m o g rá f ic a s y c u ltu ra le s en el c e n tro -n o r te d e M é x ic o en
v ísp e ra s d e l P o s c lá s ic o : lo s s itio s d e C e rro B a ra ja s ( su ro e s te d e G u a n a ju a to )” , en
R e a c o m o d o s d e m o g rá f ic o s del C lá s ic o al P o s c lá s ic o en el c e n tro de M é x ic o . L in d a
M a n z a n illa , ed . U N A M -IIA . M é x ic o .
P o r te r , M u rie l
1956 “ E x c a v a tio n s a t C h u p íc u a ro , G u a n a ju a to , M é x ic o ” , e n T ra n sa c tio n s o f th e
A m e ric a n P h ilo s o p h ic a l S o c ie ty , V o l. 46 . F ila d e lf ia .
R a m o s d e la V e g a , J o rg e y A n a M a r ía C re sp o
2 0 0 5 “ R e o rd e n a m ie n to d e lo s p a tro n e s a rq u ite c tó n ic o s d e l c e n tro -n o r te de M é x ic o .
D e l C lá s ic o al P o s c lá s ic o ” , e n E l A n tig u o O c c id e n te d e M é x ic o . W ig a n d , L ó p e z
M e s ta s y C . G ro v e eds. E l C o le g io d e M ic h o a c á n . Z a m o ra , M ic h . M é x ic o .
R O D R ÍQ U E Z L a z c a n o , O s c a r
2 0 0 5 A n á lis is e s ta d ís t ic o d e m a te r ia le s a rq u e o ló g ic o s d e A B -6 . T e s is de
L ic e n c ia tu ra . E A N H . M é x ic o .
S ah lin s , M a rsh a ll
1978 “ C u ltu ra , p ro te ín a s , b e n e fic io s : U n c o m e n ta r io al l ib ro d e M a rv in a H a rr is
Caníbales y Reyes"". T h e N e w Y o rk R e v ie w o f B o o k s .
176
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
S a laza r, J u lia n
2 0 0 8 “ A p o r te s d e G o rd o n R . W ille y a la c o m p re n s ió n h is tó r ic a d e la a rq u e o lo g ía
a m e r ic a n a ” , en C o m e c h in g o n ia V ir tu a l, re v is ta en l ín e a de a rq u e o lo g ía . N u m . 4 :2 4 5
25 4 .
S a in t-C h a r le s Z e tin a , J u a n C a rlo s
1996 “E l re f le jo del p o d e r te o tih u a c a n o e n el su r d e G u a n a ju a to y Q u e ré ta ro ” , en
T ie m p o y te r r i to r io e n a rq u e o lo g ía . E l c e n tro -n o r te d e M é x ic o . A n a M a r ía C re sp o y
C a r lo s V ira m o n te s c o o rd s . In s ti tu to N a c io n a l d e A n tro p o lo g ía e H is to r ia , M é x ic o .
S a in t-C h a r le s Z e tin a , J u a n C a r lo s et. al1992 “ P ro v in c ia s C e rá m ic a s de l B a j ío ” , P o n e n c ia p re s e n ta d a en el ta l le r -s e m in a r io
d e la c e rá m ic a R o jo so b re b a y o e n la M e s o a m é ric a S e p te n tr io n a l y e n el N o r te de
M é x ic o , S a lam a n ca , G u a n a ju a to .
S á n c h e z C o rrea , S e rg io
1993 “ C o m e n ta r io s so b re a lg u n o s s itio s a rq u e o ló g ic o s lo c a liz a d o s al su ro e s te de
G u a n a ju a to ” e n C u a d e rn o s d e A rq u ite c tu ra M e so a m e ric a n a , N o . 25 . S e m in a r io de
a rq u ite c tu ra p re h isp á n ic a . C e n tro de In v e s tig a c io n e s en a rq u ite c tu ra y u rb a n ism o .
F a c u lta d d e A rq u ite c tu ra d e la U N A M .
S á n c h e z , S e rg io y G a b r ie la Z e p e d a
1981 In fo rm e d e c a m p o del P ro y e c to A rq u e o ló g ic o G a s o d u c to T ra m o S a la m a n c a -
D e g o lla d o . A rc h iv o T é c n ic o de la D ire c c ió n d e A rq u e o lo g ía . IN A H . M é x ic o .
S a n m artí, Jo a n y J o a n S a n ta c a n a
1992 Arqueología espacial e n “ C ie n c ia s , m e to d o lo g ía s y té c n ic a s a p lic a d a s a la
a rq u e o lo g ía ” A u re li Á lv a re z P é re z E t. A l. F u n d a c ió n C a ix a d e P e n s io n s ;
P u b lic a c io n e s d e la U n iv e rs id a d A u tó n o m a d e B a rc e lo n a , E sp a ñ a .
S ín te s is G e o g rá f ic a d e G u a n a ju a to
1988
S m ith , C a ro l A.
1976 “ A n a ly z in g R e g io n a l S o c ia l S y s te m s” , en R e g io n a l A n a ly s is . C a ro l S m ith ed.
V o ll. II. A c a d e m ic P re ss . N e w Y o rk .
S n a rsk is , M ic h a e l
177
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
1974 “ C e ra m ic A n a ly s is ” , e n T h e T a ra s c a n -A z te c a F ro n tie r: th e A c a m b a ro F o cu s .
G o re in s te in , et. al. c o o rd s . C o lu m b ia U n iv e rs ity .
S o la r V a lv e rd e , L a u ra
2 0 0 2 In te ra c c ió n in te r re g io n a l e n M e so a m é ric a . U n a a p ro x im a c ió n a la d in á m ic a
de l E p ic lá s ic o . T es is , E N A H . M é x ic o .
2 0 0 6 “ A p u n te s p a ra u n a re f le x ió n in te g ra l de l fe n ó m e n o C o y o tla te lc o ” , e n E L
fe n ó m e n o C o y o tla te lc o en el c e n tro d e M é x ic o : t ie m p o . E s p a c io y s ig n if ic a d o .
M e m o r ia del P r im e r S e m in a r io - ta l le r so b re p ro b le m á tic a s re g io n a le s . L . S o la r
V a lv e rd e , ed . IN A H . M é x ic o .
S p e n c e , M . W .
1977 “ T e o tih u a c á n y el In te rc a m b io d e O b s id ia n a e n M e s o a m e ric a ” . E n L o s
P ro c e s o s d e C a m b io e n M e so a m e ric a y a re a s c irc u n v e c in a s . X V M e s a R e d o n d a .
S M A y U n iv e rs id a d d e G u a n a ju a to . M é x ic o .
S te w a rd , J u lia n
1949 “ T h e n a tiv e p o p u la t io n s o f S o u th A m e ric a ” , e n H a n d b o o k o f th e S o u t
A m e ric a n In d ia n s . J. S te w a rd co m p . V o l. 5. B u re a u o f A m e ric a n E th n o lo g y .
W a sh in g to n .
1955 T h e o ry o f C u ltu re C h a n g e , th e M e th o d o lo g y o f M u lt i l in e a r E v o lu tio n .
U n iv e rs i ty o f I llin o is .
[1 9 5 5 ] 1993 “E l c o n c e p to y el m é to d o d e la E c o lo g ía C u ltu ra l” , en A n tro p o lo g ía ,
L e c tu ra s . B o h a n n a n y G la z e r c o m p ila d o re s . M c G ra w H il l- In te ra m e r ic a n a d e E sp a ñ a .
1977 “ C o n c e p ts a n d m e th o d s o f a re a re s e a rc h ” , e n E v o lu tio n a n d E c o lo g y . E s s a y s
o n so c ia l tra n s fo rm a tio n . Ja n e C . S te w a rd a n d R o b e r t F. M u rp h y e d ito re s . U n iv e rs i ty
o f I llin o is .
T a la d o ire , E r ic
1998 “E l c e n tro n o r te c o m o f ro n te ra d e O c c id e n te ” , en A n tro p o lo g ía e H is to r ia del
O c c id e n te d e M é x ic o . X X IV M e s a R e d o n d a d e la S o c ie d a d M e x ic a n a de
A n tro p o lo g ía , V o l. II. S M A -U N A M . M é x ic o .
T rig g e r , B ru c e
1992 “H is to r ia d e l p e n s a m ie n to a rq u e o ló g ic o ” ed. C r ític a , B a rc e lo n a .
V a le n c ia G a rc ía , G u a d a lu p e 1998 G u a n a ju a to . U N A M , M é x ic o
178
Los asentamientos terraceados y el Río Turbio como frontera culturalLizbeth Pérez Alvarez
V o g t, E v o n .Z ., y R ic h a rd M . L e v e n th a l
1983 P re h is to r ic S e ttle m e n t P a tte rn s . E sa y s in h o n o r o f G o rd o n W ille y . U n iv e rs i ty
o f N e w M e x ic o P re ss . A lb u q u e rq u e .
W a tso n , P .J .; S .A . L e b la n c y C .L . R e d m a n
1984 E x p l ic a c ió n a rq u e o ló g ic a : E l m é to d o c ie n tíf ic o e n A rq u e o lo g ía . C o lu m b ia
U n iv e rs i ty P re ss . N e w Y o rk .
W h ite , L e s lie
[1 9 4 9 ] 1993 “ L a e n e rg ía y la e v o lu c ió n d e la c u ltu ra ” , e n A n tro p o lo g ía , L e c tu ra s .
B o h a n n a n y G la z e r c o m p ila d o re s . M c G ra w H il l- In te ra m e r ic a n a d e E sp a ñ a .
W ille y , G o rd o n R .
1953 P re h is to r ic S e ttle m e n t in th e V iru V a lle y , P e rú . B u re a u o f A m e ric a n
E th n o lo g y , B u lle t in 155. W a sh in g to n D .C .
W o lf , E r ic
1972 “E l B a j ío e n el s ig lo X V III . U n a n á lis is d e in te g ra c ió n c u ltu ra l” , en L o s
B e n e f ic ia r io s de l D e s a rro llo R e g io n a l. D . B a rk in , co o rd . S E P . M é x ic o .
W rig h t C a rr, D a v id C h.
1999 “ E l B a jío O rie n ta l d u ra n te la é p o c a p re h ip á n ic a ” , en A rq u e o lo g ía y
E tn o h is to r ia . L a re g ió n del L e rm a . E l C o le g io d e M ic h o a c á n y C e n tro de
In v e s tig a c io n e s e n M a te m á tic a s . M é x ic o .
Z e p e d a , G a b r ie la
1986 E l d e s a r ro llo d e u n n ú c le o p o b la c io n a l a s e n ta d o en la c o n f lu e n c ia de lo s r ío s
L e rm a y G u a n a ju a to : u n a a p re c ia c ió n . T e s is d e lic e n c ia tu ra . E N A H . M é x ic o .
179