Autor: Henry Padilla Londoño 2015-11

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Los caminos de la vida

Porque dejar el camino, si ahora lo empiezo a disfrutar, atrás han quedado los errores

de mi juventud, la inseguridad de lo que no era y pretendía ser, los sueños copiados de

otros. No puedo decir que atrás dejo parte de mi vida, porque pretendía vivir algo que

no era mío, ir por el camino con la careta de otro, engañándome. El aire es más fresco

ahora, puedo mirar a los ojos con paciencia y esperanza en mí, ya no busco lo de otros.

Conocer a Dios me ha liberado, es como dejar atrás una careta, un cuerpo muerto que

llevaba y arrastraba a todas partes.

No fue todo perdido, creo que tenía que pasar por todo lo que pase, para llegar al

punto en que ahora me encuentro, poco a poco, fui dejando mis cadenas, creo que él

siempre estuvo a mi lado, pero yo… solo era ciego.

Caminar viendo, es mejor que tropezar en la oscuridad.

La magnificencia de la vida a la luz de Cristo es más que cualquier trofeo, ganancia o

sueño que el hombre haya jamás tenido. Ser libre te hace vivir realmente. La vida se

esconde a los hombres, no porque ella se quiera esconder, pero los hombres la buscan

en el sitio equivocado.

Algunos la buscan en la religión, otros en el valor y la osadía, en las sensaciones del

cuerpo alimentadas por experiencias insanas y dañinas, otros la buscan en su interior,

adorando sus egos, endiosándose a sí mismos, queriendo llegar a ser dioses, pobres

dioses mortales llenos de necesidades y dolor. EL temor lleva a otros a vivir sus vidas

apartados de todo, todos saben que al final todos esos caminos tienen un solo fin, el

mismo fin a todos, la muerte sonríe al final, no importa de dónde vengas.

Él dijo: “El que en mi cree tiene vida eterna”, la vida se escapa porque los hombres la

buscan ene l sitio equivocado. La vida está en Cristo, mas allá de la religión, aparte de lo

que crees que hay en tu interior, la vida está en Cristo y solo allí la puedes encontrar.

Yo sé que al final la muerte me sonreirá, pero entonces yo le sonreiré devuelta, la

mirare a sus ojos y seguiré mi camino tomado de la mano de mi Señor. La vida me

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encontró, en medio de la muerte, y poco a poco me saco a la vida, cuando abri mis ojos

estaba de la mano de mi Señor, Jesús.

Henry Padilla Londoño