"Los Contextos de la Visión"desde un Punto de Vista Específico

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Universidad Nacional de Buenos Aires Facultad de Filosofía y Letras Maestría en Análisis del Discurso Seminario 2012 a cargo de Profesora Consulta Elda Cerrato. Título: COMO LA EXPERIENCIA DE LOS 90 ES PENSABLE HOY EN DÍA. Interacción de los campos de lo decible y de lo visible en la construcción de los significados de las obras estético visuales en los últimos 15 años en la producción artístico visual argentina. Teresa Brennan "Los Contextos de la Visión"desde un Punto de Vista Específico Tomado de BRENNAN, Teresa, JAY, Martin (ed.). Vision in Context. Historical and Contemporary Perspectives on Sight. New York: Routledge, 1996. Trad.: Marcelo Giménez, julio 1998. Rev.: Elda Cerrato, Marcelo Giménez, agosto 2000. En la concepción positivista corriente (en la que nadie, ni siquiera los positivistas, creyeron por mucho tiempo), el ojo es un órgano pasivo que recibe información y la transmite honradamente. La concepción contrapuesta es que la vista está conformada cultural y lingüísticamente y que hay mucho más para ver que lo que el ojo conoce. Hay quienes abrazan la no irrazonable creencia de que ambas posiciones son verdaderas. Uno de ellos es Martin Jay. Al comienzo de su Downcast Eyes, Jay sugiere que alguna explicación fisiológica de la experiencia visual humana necesita tener cabida a lo largo de la culturalista. De hecho, cada una de las que Jay discute es culturalista, pero algunas son más culturalistas que otras. El más culturalista de todos es Max Wartosfsky, quien cree que toda percepción está conformada por cambios históricos 1 . Jay opta por la concepción más moderada, la que permite alguna explicación fisiológica de la visión dentro de una explicación cultural. Yo sugiero que estas dificultades 1 Martin Jay, Downcast Eyes: The Denigration of Vision in Twentieth-Century French Thought (Berkeley: University of California Press, 1993), p. 5. Teresa Brennan "Los Contextos de la Visión" desde un Punto de Vista Específico 1

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En la concepción positivista corriente (en la que nadie, ni siquiera los positivistas, creyeron por mucho tiempo), el ojo es un órgano pasivo que recibe información y la transmite honradamente. La concepción contrapuesta es que la vista está conformada cultural y lingüísticamente y que hay mucho más para ver que lo que el ojo conoce. Hay quienes abrazan la no irrazonable creencia de que ambas posiciones son verdaderas. Uno de ellos es Martin Jay.

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Universidad Nacional de Buenos Aires

Universidad Nacional de Buenos Aires Facultad de Filosofa y Letras

Maestra en Anlisis del Discurso

Seminario 2012 a cargo de Profesora Consulta Elda Cerrato.

Ttulo: COMO LA EXPERIENCIA DE LOS 90 ES PENSABLE HOY EN DA.

Interaccin de los campos de lo decible y de lo visible en la construccin de los significados de las obras esttico visuales en los ltimos 15 aos en la produccin artstico visual argentina.

Teresa Brennan

"Los Contextos de la Visin"desde un Punto de Vista Especfico

Tomado de BRENNAN, Teresa, JAY, Martin (ed.). Vision in Context. Historical and Contemporary Perspectives on Sight. New York: Routledge, 1996.

Trad.: Marcelo Gimnez, julio 1998. Rev.: Elda Cerrato, Marcelo Gimnez, agosto 2000.

En la concepcin positivista corriente (en la que nadie, ni siquiera los positivistas, creyeron por mucho tiempo), el ojo es un rgano pasivo que recibe informacin y la transmite honradamente. La concepcin contrapuesta es que la vista est conformada cultural y lingsticamente y que hay mucho ms para ver que lo que el ojo conoce. Hay quienes abrazan la no irrazonable creencia de que ambas posiciones son verdaderas. Uno de ellos es Martin Jay.

Al comienzo de su Downcast Eyes, Jay sugiere que alguna explicacin fisiolgica de la experiencia visual humana necesita tener cabida a lo largo de la culturalista. De hecho, cada una de las que Jay discute es culturalista, pero algunas son ms culturalistas que otras. El ms culturalista de todos es Max Wartosfsky, quien cree que toda percepcin est conformada por cambios histricos. Jay opta por la concepcin ms moderada, la que permite alguna explicacin fisiolgica de la visin dentro de una explicacin cultural. Yo sugiero que estas dificultades devienen especialmente agudas cuando provienen de la nocin de mirada.

La mirada (gaze) puede ser una fuerza poderosa y, sin embargo, no es totalmente una fuerza. Es inmaterial, efectivamente simblica, "metafrica". No ha habido concepciones fsicas acerca de la mirada, al menos en Occidente, desde que la teora de la extramisin fue arrinconada. Esta idea sostena que los ojos emiten rayos: el ojo no slo reciba rayos lumnicos; los emita. Jay, en su enciclopdico estudio, subraya que mientras la teora

ha sido hace tiempo desacreditada, expresaba una verdad simblica. El ojo... puede claramente proyectar, sealar y emitir emociones con destacable poder. Frases comunes como "una punzante o penetrante mirada", "ojos fulminantes", "una mirada sugestiva" o "echar una fra mirada", todas ellas capturan esta habilidad con sorprendente vivacidad.

Pero cmo es eso de que aqu slo se expresa una verdad simblica? Precisamente, cmo transmite el ojo lo que transmite si no lo hace de tal manera, por medios fsicos activos? Mi inters aqu no es defender la teora de la extramisin sino sugerir, como har ms adelante, que fue descartada porque era por lejos demasiado frgil. Ms an, la teora de la extramisin (y con ella las nociones de un ojo activo) fue abandonada en un momento histrico especfico (aunque resurgi de manera diferente en la discusin de Freud acerca de la visin y en la de Lacan acerca de la mirada). Fue la demanda del momento ms que los rigores de la experimentacin quien decidi el destino de la extramisin. Mi principal inters es situar ese momento histrico en un ms amplio proceso cuyos contornos he intentado explicar en otra parte. Este inters hace de este captulo no tanto un eplogo sino ms bien una idiosincrtica reflexin acerca de ciertas contribuciones a esta coleccin as como del mismo libro de Jay, Downcast Eyes. Si doy ms peso a las contribuciones que ofrecen una perspectiva histrica es porque mi foco est sobre los procesos histricos.

Desde el punto de vista aqu adoptado, la historia occidental moderna tiene profundas consecuencias para la manera en que nosotros consideramos la existencia fsica, energtica, de las cosas. En la era moderna, los procesos psquicos y sociales, por alguna extraa alquimia, tienen una existencia inmaterial. Si uno menciona el material o fuerza fsica de los procesos psquicos y sociales, es considerado una especie de reduccionista que piensa que lo "biolgico" o lo "fsico" determinan dichos procesos psquicos y sociales. El hecho de que los procesos psquicos y sociales tambin conforman ms ampliamente los fsicos es ignorado.

La teora de la extramisin puede haber sido una teora fatal. Pero en algunas de sus manifestaciones, fue tambin una teora que no separ los efectos psquicos y fsicos, como veremos en la prxima seccin. Luego vuelvo, a travs de Freud, a cmo los asuntos visuales han llegado a ser tratados metafrica ms que fsicamente. El trabajo de Freud es aqu relevante porque tambin discute el hecho de que el ojo sea un receptor pasivo, y efectivamente considera al ojo activo como una fuerza fsica. Pero Freud, como Lacan, ve al ojo cultural no como un activo transmisor de luz, sino ms bien como un agente de oscuridad. El ojo, o para ser precisos una parte del ojo, deviene algo que nos impide ver. No, como en la teora de la extramisin, que nos permite ver. En la ltima parte de este captulo, situaremos este cambio en los trminos histricos antes mencionados. Como nos muestra Jay, la denigracin de la visin significa que otras perspectivas de la vista han decado. Pero la paradoja puede estar en que la visin denigrada por el pensamiento del siglo XX no es una metfora sino un reflejo de una realidad fsica e histrica en la que vemos menos y desaprobamos ms.

La teora de la extramisin

La idea de que hay dos aspectos del ver es tan antigua como la extramisin. De hecho, fue el contrapeso de estos dos aspectos lo que predispuso a Galeno, el mejor conocido de los extramisionistas, hacia dicha teora ms que hacia la admisin o recepcin. Galeno se enfrent a los siguientes casos: lo que vemos nos trasmite algo, o lo conocemos "porque nuestro poder sensorial se extiende hacia el objeto percibido". Meyering, en su excelente discusin, subraya que como la primera alternativa era insostenible, Galeno opt por la extramisin. La elaboracin de Galeno

involucra la concepcin estoica del pneuma, un agente absolutamente penetrante compuesto por una mezcla de aire y fuego. El pneuma ptico sale desde el lugar de la conciencia, el hegemonikon, hacia el ojo a travs del (hueco!) nervus opticus . Una vez que emerge desde el ojo, inmediatamente se combina con el aire adyacente y lo asimila instantneamente (al igual que la luz solar slo tiene que tocar el lmite superior del aire para transmitir su poder directamente al todo). Esta doble asimilacin instantnea del aire al pneuma sensitivo y a la luz del sol transforma al aire mismo en un homogneo instrumento de percepcin para el ojo (al igual que el nervio lo es para el cerebro)...

Galeno se form en la tradicin estoica. Tambin se form, a pesar del hecho de que Aristteles fundara una escuela de visin rival (segn Meyerling), en Platn. Simn Goldhill, en su diseccin de las complejidades de la visin clsica, lleva las cosas ms atrs, a cuando "los nuevos intelectuales" (usualmente conocidos por el engaosamente despectivo trmino de "sofistas") comenzaron a investigar la visin misma. Los propsitos materialistas de Demcrito, por ejemplo, basados en la recepcin de eidola (pequeas imgenes) en el ojo emanadas por un objeto, establecieron la nocin de un rayo fsico que conectaba al veedor con lo visto, una nocin que fund una extensa tradicin intelectual de la ptica como 'une analytique du regard' (para utilizar la frase de Simon).

La extramisin, luz proveniente de los ojos, fue creda por al menos dos mil aos. En el siglo XVII, la idea de la extramisin comenz a considerarse absurda. El evento clave aqu fue la analoga que hizo en 1604 Johannes Kepler entre el ojo y la camera obscura. Ahora bien, el concepto de camera obscura ha sido merodeado desde al menos 1521 y son pertinentes unas pocas palabras sobre el mismo. Es el ms simple de los sistemas para formar imgenes: un espacio vaco cerrado, con una pequea abertura a travs de la cual entra la luz. Tales dispositivos forman una imagen invertida de los objetos externos relevantes sobre la superficie interna opuesta a la abertura. Los objetos relevantes son aquellos cuya imagen es refractada por la luz a medida que entra.

Hasta que Kepler llev a cabo la analoga, no fue claro si el ojo era un emisor o un receptor. Pero el balance de la opinin pblica estuvo en favor de la extramisin. Segn Smith, "El inventor del siglo XVII de la camera obscura tuvo que desafiar la opinin corriente y sostener que el ojo fue siempre un receptor, nunca un transmisor, de rayos. Siempre, desde entonces, la ciencia de la ptica y un conocimiento del ojo han corrido paralelos". Kepler observ que la visin invertida era vlida tanto para el ojo como para la camera obscura y entonces asumi que ambos operaban sobre el mismo principio receptivo. De hecho, como Gillian Beer muestra en el captulo 6 de este volumen, el ojo no se corresponde bien a la cmara tal como era, o al menos tuvo con ella diferencias radicales tanto como grandes similitudes. Pero para este conocimiento tendremos que esperar a la invencin decimonnica de la cmara propiamente dicha, junto con los "grandes avances en microscopios, telescopios... Incluso como el dominio de la visin avanz gracias a tales instrumentos, la evidencia estaba montada sobre el hecho de que el ojo era un instrumento impreciso y los hombres de ciencia inseguros observadores".

En el siglo XVII, sin embargo, antes de que la evidencia de Helmholtz (analizada por Beer) mostrase que la percepcin visual fue inherentemente inestable, se acept la nocin de la inocencia (exactitud :"purity") del ojo pasivo. Se pens que la luz, para variar la metfora de Krauss, "pasa al cerebro humano como si ste fuese transparente como un vidrio de una ventana". En uno de esos cambios que caracteriza la evolucin de la ciencia normal junto con el conocimiento convencional, el concepto de extramisin fue rechazado, y fue tomado para admitir que el ojo y la camera obscura fueron lo mismo- receptores pasivos similares.

Como si se sintiese que una analoga no era realmente suficiente para aplicar la teora de la extramision, un experimento "refutador" sera ocasionalemnte invocado. Jay menciona este experimento en una nota a pie de pgina, sugiriendo que la creencia en la extramisin se debi a la manera en que la luz brilla desde los ojos. "Esto es especialmente evidente en ciertos animales. Descartes, todava en La Dioptrique, atribuy al gato la capacidad de extramisin por esta razn. En 1704, sin embargo, un experimento mostr que si un gato es inmerso en agua, la ausencia de refraccin crnea impide al ojo brillar". Desafortunadamente, aunque el experimento es mencionado en la literatura, es difcil encontrar detalles acerca del mismo. Anthony Smith, al que se remite Jay, es tpico. Smith dice que tambin l estuvo imposibilitado de hallar una fuente para el experimento, pero lo considera significante, aunque no nos da ms informacin que el hecho de que los ojos del gato no brillaron cuando fue inmerso porque no hubo refraccin crnea. De tal manera, no sabemos si el gato estaba vivo o muerto, nadando o araando. Slo que fue puesto en agua, sus ojos no brillaron, y la teora de la extramisin fue consecuentemente descartada. As como la conviccin de que el ojo era una cmara, la buena voluntad para creer que la inmersin del gato simultneamente extingui la teora de la extramisin debe algo, probablemente todo, a la dinmica histrica, los cambios contextuales, aqu bajo discusin. Volveremos a esto.

Viendo y no viendo

Apenas la extramision fue a dar al tacho, pronto reflot en teoras que enfatizaron su lado inquietante (los rayos de Mesmer provenientes de los ojos, la reubicacin por el antroplogo del mal de ojo) y descuid el inters de la teora por cmo est conformada la percepcin. Como hemos visto, parte del punto de vista de Galeno fue que la luz proveniente de los ojos se une con y da forma a la visin que tenemos de la realidad. Esta nocin de la modulacin perceptual (la que es lo que pienso que es) por supuesto permaneci con nosotros de diversas maneras, pero no fue pensada en trminos fsicos activos durante mucho tiempo. La irona aqu es que a mediados del siglo XIX, como nos dice Beer, "lo invisible, en lugar de ser plcidamente mantenido slo ms all del alcance de la visin, fue comprendido de manera nueva como un sistema energtico fuera del cual de vez en cuando emerge aquello que es invisible". Beer concluye su anlisis del mundo decimonnico de lo visible, y del clima en el que el ser humano se descubri como "sin lmites porque lati a travs de procesos", con una presciente nota sobre la respuesta positiva de Freud al gran fsico Helmholtz. En el contexto del anlisis de Beer de la "energtica" y la teora ondulatoria, "la respuesta de Freud se convierte en evidencia de su capacidad para atrapar las reverberaciones que sonaban ms ntimamente en muchas vidas de su tiempo". Y en este contexto, podramos aceptar que la concepcin de Freud de la vista repite algo de la lgica de la extramisin, una lgica de ondas y rayos y fuerzas energticas invisibles que reemergen en el campo izquierdo del psicoanlisis (el buen psicoanlisis est siempre en el campo izquierdo). Paradjicamente, la "vista" fue el campo excludo de la recuperacin decimonnica del concepto de ondas y rayos.

En la concepcin de Freud y, luego de l, en la de Lacan, hay puntos literalmente ciegos, cosas que rehusamos registrar sobre nuestra retina o las que, habiendo sido registradas, rehusamos recibirlas conscientemente. Las negamos o escotomizamos. Cmo lo hacemos exactamente? Para Freud, ver era una actividad "que mayormente deriva del tacto". Esta derivacin signific que la vista era un sentido activo. Se extenda y segua los contornos de sus objetos. Penetraba (en ocasiones). En los escritos de Freud sobre la histeria, se ampla lo que implica esta concepcin. Freud siempre consider a la histeria como un problema fsico. El cuerpo expresa una verdad simblica en un sntoma histrico, pero el sntoma era precisamente una expresin fsica. La cuestin que inicialmente fascin a Freud (e inspir su Project for a Scientific Psychology) fue el mecanismo de esta expresin fsica. En otras palabras, estaba fascinado por el mecanismo de represin de la histeria, porque este mecanismo se expresaba a s mismo en una "regresin" fsica contra el propio cuerpo del sujeto.

En los primeros trabajos publicados de Freud sobre la histeria (en co-autora con Josef Breuer) Freud sigui la pista del curso fsico de la histeria a travs del mecanismo de la ensoacin. Lo que tan a menudo paviment el camino para el sntoma fueron las imgenes de la ensoacin, as como la somnolencia, estado afectivo que la acompaa. Sigui la pista de la histeria a travs del soltar la imagen del sntoma en el lenguaje. Pero detengmonos un momento en el papel de la imagen en la formacin del sntoma.

He argumentado en otra parte que hay una relacin necesaria entre la imaginera introvertida de la histeria (el arquetipo de la femineidad) y la agresividad de la mirada. En el primer caso, se mantiene una fantasa ante los propios ojos de uno mismo; es el propio producto de uno, y es introvertida contra el s mismo. En el caso de la mirada, la fantasa es proyectada en el otro. Es una proyeccin agresiva porque, en los trminos de Freud, la visin activa, el tipo de enfoque proyectivo y externo que Lacan llam mirada, es una expresin de la pulsin de dominio. La pulsin de dominio, a su vez entrelazada con el sadismo, es tambin constitutiva de la pulsin de conocimiento, a la que Freud mencion ocasionalmente. Dominio, conocimiento y visin son agrupados por Freud. l los llama pulsiones parciales "menos orgnicas", como distintas de las ms familiares pulsiones oral, anal y flica.

Estas pulsiones "menos orgnicas" constituyen un problema para la visin de la realidad de Freud. Por un lado, son propiedades del ego, parte de las pulsiones del ego. La visin especialmente es crtica en la percepcin y prueba de la realidad, y estas funciones son propias del ego. Por otro lado, la teora de las pulsiones menos orgnicas fue expuesta primeramente en los Three Essays on the Theory of Sexuality de 1905. Como todas las pulsiones sexuales, visin, conocimiento y dominio estn as imbudas por la fantasa. Vemos lo que deseamos (esperamos y tememos) ver, tanto como vemos "lo que est all". Por supuesto Freud deseaba mantener el ego y la prueba de la realidad libres de la fantasa. Como es bien sabido, no tuvo xito. Lo que es menos sabido es que antes introdujo la distincin entre las pulsiones del ego y las pulsiones sexuales en un artculo sobre ceguera histrica. En una carta a Snder Ferenczi (4 de diciembre de 1920), Freud escribe desestimativamente acerca de este artculo; no fue ms que una contribucin a una Festschrift. Realmente, tiene algo que decirnos.

Pero mi inters inmediato yace en el inevitable aspecto energtico de las pulsiones "menos orgnicas", porque aunque son menos orgnicas no por eso son menos energticas. Son precisamente pulsiones. Como todas las pulsiones, son tambin direccionales: tienen un objetivo. Sin embargo, una cosa es la idea de que la mirada proyectada es una fuerza energtica, y realmente otra es pensar en ella en trminos fsicos. Es ms fcil hacerlo, de alguna manera, en el caso de la mirada introspectiva, porque podemos ver los resultados fsicos de la mirada introspectiva tomados al extremo en los sntomas histricos de parlisis. Cuando la capacidad para la visualizacin fantasmtica, en el caso de la mirada proyectada, es regresada contra el s mismo, puede completa y literalmente paralizarnos.

La introversin, o regresin contra el s mismo, de las pulsiones de dominio, conocimiento y visin es constitutiva de la femineidad. Es una regresin que cubre otra ms temprana, cuando el ego se forma primero. Lacan llam a este proceso pasivizacin, entendido en trminos de una etapa especular. En ms detalle, mi argumentacin es que el ego se forma primero en manos de la madre u otra persona a travs de la apropiacin de sus capacidades imaginadas (dominio, conocimiento, visin) como las de uno mismo. Pero precisamente a causa de que son sus capacidades, son dirigidas no extravertida sino introvertidamente contra el s mismo. Uno se mira a s mismo tal como el otro lo mira a uno. Uno no mira fuera activamente. La reversin de la pasividad en actividad tiene lugar cuando uno mira fuera. Esta reversin caracteriza el perodo de latencia y contina para caracterizar la masculinidad. En la femineidad, uno mira an hacia atrs. Desde este punto de vista, la femineidad es una pasivizacin que se superpone a un estado pasivo anterior; la masculinidad es el estado activo entre ambas (miradas).

El sosiego mismo, esta pasividad construda, que marca la histeria de una manera extrema y la femineidad en una dosis ms diluda, significa que sera bueno calificar aqu la nocin que Freud toma de una veta galnica y extramisionista que ha sido dejada de lado en el siglo XVII. Freud, o ms bien la teora de Freud, efectivamente implica que una luz fsica de percepcin proviene del interior y da forma a lo que vemos. Esta teora implica esto an mucho ms all en la medida en que implica que vemos todo a travs de realidades construdas, realidades coloreadas por las fantasas que a su vez nos construyen. Pero la teora de Freud tambin implica que esta fuerza fsica y perceptual puede reducir nuestra mediacin activa en el mundo tanto como extenderla. Para los extramisionistas, el nfasis estaba en la visin que viene desde dentro. Galeno mismo no concibi ambas maneras, no crey que el ojo fuera pasivo. La luz de dentro nos sac y nos elev a las estrellas infinitas. Lo que quiero proponer ahora es que hay algo ms que vive a lo largo de estos cambios histricos, una visin enteramente alternativa. Freud nos dirige a ella en una destacable observacin:

Apropiados experimentos han mostrado que gente que est histricamente ciega ve sin embargo en algn sentido, aunque no en el sentido completo. Las excitaciones del ojo ciego pueden tener ciertas consecuencias psquicas (por ejemplo, pueden producir sentimientos) incluso aunque no devengan conscientes. As, la gente histricamente ciega est solamente ciega en lo concerniente a la conciencia; en su inconsciente puede ver (die hysterisch Blinden sind also nur fr Bewusstsein blind, im Unbewussten sind sie sehend).

Una vez que el ego est implicado en el impedimento de la vista, la idea de que la gente histricamente ciega an ve -"en su inconsciente"- slo puede explicarse si una fuente alternativa de informacin acerca de la realidad coexiste con la informacin que el ego recibe a travs de la "prueba de la realidad". Tenemos que recordar aqu que Freud estaba escribiendo en alemn. Estrictamente, "en su inconsciente" significa "en aquello de lo que no son conscientes". No se trata de que tengamos una in-conciencia; ms bien no somos conscientes de lo que tenemos. Y "esto" puede ser registrando apresuradamente otra realidad, una realidad otra que la construida. Quiero proponer esta realidad otra como la visin alternativa que est tapada por una visin construida e imbuida por la fantasa.

Esta otra realidad ha sido observada a travs del tiempo. Freud estaba alineado en una admirable tradicin al perfilar sus dos simultneos equipos visuales. Kant, en ese libro de los quimricos, La Crtica del Juicio, dijo que observamos el mundo la mayor parte del tiempo a travs de categoras impuestas. Pero a veces, por alguna razn, las categoras son suspendidas. Cuando esto sucede, tenemos una experiencia de lo "suprasensible", una perspectiva que no est confinada a un punto de vista personal. Esta otra perspectiva es receptiva, pero no es pasiva. Lo pasivo y lo receptivo pueden sonar a lo mismo, pero no lucen de manera similar. El corazn de la diferencia est en el hecho de que lo pasivo est histricamente construido, mientras lo receptivo no lo es. Por esta concepcin, lo otro, la visin receptiva, deviene un sntoma de otra realidad, un punto de conexin con ella. Est en todos nosotros, pero la resistimos. Est fuera del tiempo y es adems la nica cosa que puede interrumpir el tiempo y la oportunidad. Est en nosotros como una alternativa a nuestro egocntrico y categorizador punto de vista visual. (Hoy llamamos a este punto de vista la posicin centrada del sujeto).

El giro visual (otra vez)

Si examinamos los varios giros en la suerte de la visin construida, un examen inspirado por el libro de Jay y por su captulo en ste, emerge un patrn cabalmente claro. Cuando la nocin del ojo activo devino subterrnea fue reemplazada, en los siglos XVII y XVIII, por el ojo como receptor pasivo. Este ojo pasivo no significaba que construa algo; reciba nada ms que la verdad virtual. De all en ms, el predominio de este ojo pasivo fue disputado por el poder de lo invisible en el siglo XIX (Beer) y por el poder de construccin comprendido por algunos en el siglo XIX (Crary) y enfatizado en el siglo XX (por todos).

Eventualmente llegamos a la posicin donde podramos reconocer una vez ms que la visin fue construida, pero la construccin fue entonces tanto una introspeccin como una mirada proyectada. Esta posicin fue un avance, pero su costo fue el rechazo de cualquier nocin de fisicalidad construida. Junto a este rechazo, sugerir, va una prdida de la otra realidad, la receptividad alternativa manifiesta en otro modo de ver. Estas cosas van juntas porque el poder de la fantasa construida, la mirada proyectada, se hace ms fuerte y cubre la otra realidad.

Falta trazar estos cambios en ms detalle. Todos parecen acordar que el siglo XVII marca un nuevo giro. Lacan lo describe como el cambio de la autodefinicin basada en la identificacin con el otro ("eso es el yo") por una definicin basada en asimilar todo aquello que es otro respecto de uno mismo ("ese soy yo"). Esa asimilacin incluy el mundo visual. El sujeto no fue hacia los objetos visuales; los objetos visuales vinieron a l. El sujeto no eman hacia el objeto; el objeto ejecut este servicio para el sujeto. Estoy poniendo las cosas de esta manera porque en los siglos XVII y XVIII hay un giro visual que va de la visin activa a la pasiva. Frente a esto, puede parecer que este giro es un alejamiento de la centralidad del sujeto, que es una abdicacin del poder del sujeto si ya no impone su visin sino ms bien la recibe humildemente. En todo caso, este movimiento pasivo hace del sujeto el centro del mundo: aunque ve pasivamente, lo hace desde su propio punto de vista, el que tambin acontece ser el centro del mundo.

Como nos muestra Tom Conley, esta centralidad pasiva no carece de sus propias crticas. Construyendo anamorfosis en su pintura Los Embajadores, Holbein mont su propia crtica de la nueva perspectiva centrada en el sujeto. La anamorfosis significa tener que abandonar la posicin central para poder ver algo ms todo junto. Desde la posicin central, el punto de vista del sujeto, Los Embajadores se ve como dos embajadores. Desde un costado, acuclillndose un poco, la pintura deviene un retrato de una calavera. Conley traza esta perspectiva a partir de una discusin de Holbein y Lacan y el famoso descubrimiento o redescubrimiento renacentista de la perspectiva tridimensional. Por un lado, Conley sugiere que el punto fijo centrado en el sujeto naci en el Renacimiento con el descubrimiento de la perspectiva por Brunelleschi y Alberti, y lo que hemos estado intentando destacar de nuestra propia luz desde entonces. Por otro lado, estaba la crtica anamrfica prctica de la idea de que el punto de vista del sujeto revelaba todo lo que haba para ser visto.

Conley utiliza mi argumentacin en History After Lacan as como apunta a una fina crtica de ella. Yo subestim las complejidades de visualizacin (estoy tratando de reestablecer aqu el equilibrio observando la otra visin "inconsciente", que se sita al lado de la construida). Yo slo consider la visin involucrada en la fantasa y cmo la pasividad es construida en primer lugar. Yo llamo a esta construccin la fantasa fundacional. A riesgo de presuponer la paciencia del lector con ms resmenes, delinear esta teora brevemente, dado que es relevante para el cambio visual en discusin.

La construccin de la pasividad depende de la construccin de "puntos fijos". El primer punto fijo es puesto en juego por la represin de la primera alucinacin. De esta represin depende el sentido propio de uno mismo como un sujeto con el punto de vista propio. Esta represin y cualquier otra represin subsecuente constituyen un punto fijo porque se oponen al hipottico flujo de energa en el que hemos nacido y en el que permanecemos como parte. Esto es esencial para el nacimiento de un sujeto no slo porque constituye un punto fijo y quieto sino a causa de los contenidos de la alucinacin que es reprimida por primera vez. La primera alucinacin es la de exigir el pecho (o la madre vinculada a l), y de esta fantasa provienen las fundaciones de nuestro ser. Cuando imaginamos que exigimos el pecho, nos arrogamos las funciones de la inteligencia, planeamiento y clculo e imaginamos al otro como materia pasiva y muda, un objeto a ser dirigido y patronizado por el sujeto, uno mismo. En otras palabras, la fantasa fundacional es tambin la ocasin por la cual ideas y materia, o mente (subjetiva) y cuerpo (maternal, objetivo), son separados. Esta separacin, paradjicamente, es el por qu pensamos en "fantasa" o en cualquier proceso de pensamiento como inmaterial. Cualquier fantasa visual por supuesto involucra imgenes y adems una distribucin de luz. Que uno piense en una imagen en el ojo de la mente como algo inmaterial por alguna razn, refleja el mismo prejuicio que estoy intentando analizar. En esta conexin merece apuntarse el anlisis de Janet Soskice acerca del peso dado a lo sensual en el pensamiento cristiano medieval. Ella argumenta que este nfasis revela una consideracin por el cuerpo que se pierde en escritos posteriores. Es adems una consideracin que se extiende a una consideracin por otras cosas fsicas. Discutiendo esa favorecida imagen de la poca que es el cono, escribe:

El cono es, a su manera, una transformacin, permaneciendo madera y pintura an siendo imagen y santo al mismo tiempo. La fisicalidad de la superficie, la madera, los pigmentos, es un emblema de la fisicalidad del Dios para cuya veneracin sirve el cono. La esttica est conformada por conviccin teolgica. El cono no es, adems, pasivo a la mirada. En todo caso, y explcitamente con el de los conos de la Virgen y el Nio, es el adorador quien es mirado.

La tendencia a pensar en los procesos mentales (fantasas o pensamiento puro) como inmateriales crece con el tiempo. Queda ver por qu. La fantasa fundacional no es slo un asunto subjetivo y psquico; tambin es una fuerza histrica, monoltica o totalizante. Para establecer esta idea ms claramente: como evento subjetivo, psquico, la fantasa fundacional es antigua, al menos en Occidente. Pero hay otras posibilidades psquicas. Hasta el giro visual o aproximadamente, la fantasa fundacional no es dominante como sistema de creencias porque sus pretensiones de direccin y control estn refrenadas por formas religiosas y polticas. Slo deviene dominante psquicamente cuando los seres humanos comienzan a negar su deudas de distintas maneras: uno naci libre e igual en la plaza mercantil; uno nada debe a la naturaleza, al otro; ocasionalmente hay alguna deuda hacia el padre de uno pero ms ciertamente no hacia la madre de uno. Con estas negaciones ha nacidola ilusin de autonoma. En este contexto, quizs la cosa ms significante acerca de la desmaterializacin del ojo activo es que nos hace realmente separados de un otro. Si la manera en que nos vemos uno al otro ya no es una manera de tocar, nos hace verdaderamente independientes y solos.

Janet Soskice, discutiendo el cambio del perodo tardomedieval a la modernidad temprana, seala el argumento de Eco sobre el cambio desde Alberto Magno hasta Santo Toms de Aquino. Para Alberto, la belleza est all indiferente de si la gente existe o no. Para Santo Toms, la belleza del objeto est constituda en relacin a un sujeto cognoscente.

Aunque el equipo mental relevante (el punto de vista subjetivo de uno lo es todo) fue crticamente fortalecido durante el Renacimiento, la fantasa fundacional, como una fuerza en los asuntos humanos, slo aumenta la presin cuando posee los medios tecnolgicos para volverse realidad. Los medios reales para el dominio de la naturaleza (como objeto) son necesarios antes de que la fantasa pueda actuar ella misma en una escala mayor, replicando y reforzando la versin microcsmica que gobierna nuestras psiques individuales y altamente competitivas. Este paralelismo se extiende a la construccin de puntos fijos. As como los puntos fijos son construidos psquicamente a travs de la represin de energa, de igual manera estn construidos tecnolgicamente a travs de la "represin" de la naturaleza. Quiero decir que cuando la naturaleza es confinada dentro de formas tecnolgicas (intereses) no puede restablecer reproduccin, est confinada dentro de puntos fijos. Crtica para nuestros propsitos es la idea de que la proliferacin de puntos fijos en el exterior, en el entorno construdo, refuerza los puntos fijos en la psique, y la necesidad de ellos. As, este argumento es dialctico. Por un lado, la psique del sujeto es alterada por su entorno fsico. Por otro lado, la imposicin del sujeto de una fantasa fundacional psquica altera ese entorno.

Pero permtanme retroceder un poco a Conley. Conley discute la teora de Lacan de la fijacin de la letra, cmo necesitamos estar ligados a cierta palabra o sonido a fin de detener el lenguaje perpetuamente deslizante (y nuestro autoconcepto junto con l). La teora de Lacan del point de capiton nada dice acerca de puntos fijos visuales en la psique (como en la represin energtica de la alucinacin) o de los puntos fijos paralelos de la tecnologa, los que son construidos fuera de y contra el flujo reproducible de la naturaleza. Sin embargo, el deseo de fijar el deslizamiento del significante es sintomtico de un ms amplio proceso social al que Holbein fue extremadamente sensible. Luego del siglo XVII, la nueva perspectiva fue ms o menos establecida -por as decir- y por algn tiempo cualquier nocin de una visin construda desapareci.

En el ms visual de los siglos, el XVIII, el ver fue principalmente percibido como pasivo. Esta concepcin contrast no slo con la posicin de los extramisionistas sino con la insistencia racionalista (Descartes era preeminente en esto) respecto de la importancia de las intuiciones innatas y, por supuesto, las deducciones razonables. En otras palabras, mientras Descartes pueda tener limitada responsabilidad por el dualismo de conciencia y materia, al menos retuvo la nocin de una conciencia activa que poda construir ideas. No todas estas ideas fueron resultado de percepciones impuestas sobre el receptor pasivo, como lo fueron para Francis Bacon, John Locke, Isaac Newton, cuya perspectiva "sensualista" gan ascendencia en el siglo XVIII. Como escribe Jay:

Lo que hemos llamado la tradicin visual de la observacin reemplaz as ampliamente la de la especulacin, una vez que las funciones activas residuales de la mente asignadas por Locke a la reflexin disminuyeron, gracias a la accin de David Hume, Etienne Bonnet de Condillac y otros filsofos. Aunque todos los elementos de la actitud cartesiana hacia la visin no fueron abandonados en la Francia del siglo XVIII... debieron pelear una perdida batalla con el ms no comprometido sensualismo que gan ascendencia en el Iluminismo tardo.

Peter de Bolla, en su captulo acerca del sicle des lumires, muestra que sin embargo hubo una nocin reflexiva de la mirada operando en ese filsofo clave del Iluminismo, Adam Smith, quien posey un sentido de posicionamiento y perspectiva paralelo al del Lacan. Mientras uno ve, uno es consciente de uno mismo siendo visto. Esta conciencia acta como un garante de la existencia de uno, una garanta oculta que hace posible ocupar el fantasmal "punto de vista objetivo". Adems, podra aadir, el peso de la recepcin pasiva sera absolutamente demasiado para el sujeto activo. En el equipo mental del siglo XVIII especialmente, este sujeto narcisista recientemente nacido necesita controlar la accin al mismo tiempo que insiste en que conoce el objeto como realmente es. Lo conoce porque recibe pasivamente informacin proveniente de ste. No intenta imponer su propio punto de vista sobre l. Como he sugerido, maneja estas ideas aparentemente contradictorias recibiendo pasivamente desde su propio punto de vista. Esta teora se refleja en la nueva obsesin por el paisajismo y otros dispositivos, que lo habilitan a dar forma y ampliar los parmetros de lo que ve desde ese punto de vista. Desde su perspectiva ampliada y dominante, no es tan difcil aceptar que su actual mecanismo de visin es pasivo.

Al mismo tiempo, saber que el objeto lo est observando fomenta su paranoia. La observacin de Bryson acerca de la naturaleza esencialmente paranoica de parte de la pintura del Iluminismo es aqu relevante, especialmente cuando uno recuerda la dialctica engendrada por la pasivizacin. Cuando uno es el recipiente (receptor) de la mirada y se vuelve pasivo por ella, uno se siente atrapado y confinado. Uno est tambin ansioso acerca de las intenciones del dador de la imagen, el observador. Esta ansiedad es la fuente de la agresividad (la aggresivit de Lacan), la que releva al sujeto de la ansiedad proyectando fuera el sentimiento de miedo sobre otro. Esta proyeccin es la manera cmo nosotros vamos desde la inversin de capacidades y pulsiones (dominio, conocimiento, visin) a reclamarlas como propias -a menos que estemos acorralados en la posicin femenina, en cuyo caso sern invertidas una vez ms.

Parecera que a comienzos del siglo XIX, el sujeto haya tenido bastante de la presin de la pasivizacin visual; sin importar el hecho de que esta lo haya hecho el centro del mundo. En el contexto de cartografiar la decadencia de la confianza del Iluminismo en la vista a fines del siglo XVIII, Jay observa: "Una marca del cambio fue el reemplazo de la sensacin pasiva por una ms activa voluntad como la marca de la subjetividad en las filosofas que dominan los principios del siglo XIX".

Esa dialctica de pasivizacin y agresin se intensifica en la medida en que la fantasa fundacional psquica se hace materialmente real, alterando fsicamente la manera en que nos percibimos a nosotros mismos y a nuestro entorno. Logra esta alteracin porque el entorno fsico que habitamos tambin es cambiado, literalmente por completo, por nuestras interacciones tecnolgicas con l. Nuestra necesidad de proyectar hacia fuera cambia el entorno, el que incrementa la presin objetivadora sobre nosotros y a su vez incrementa la necesidad paranoica de controlar un entorno que es sentido cada vez ms y ms amenazador. Lo que puede ser visualmente identificado puede ser ms prontamente controlado (vase tambin Burgin). Este es el punto de Heidegger, y es desarrollado por Lacan y por Foucault de manera semejante.

Parte de la fascinacin del siglo XIX con lo invisible es, sugiero, un deseo de aumentar la esfera de control. Parte de la ansiedad acerca de lo invisible est en que no puede ser controlado. Parte de lo que da a una teora como la de la extramisin su sentida paranoia es que significa describir algo que no puede ser visto o identificado y que podra incluso, como en el caso del "mal de ojo", tener la intencin de alcanzarnos. La tendencia es siempre insistir en que todo aquello que no puede ser visto y controlado no es real. La idea de que el instrumento para ver, el ojo mismo, tiene propiedades invisibles es insoportable. La idea de que el ojo toca a otros amenaza por igual su autonoma y su atomismo.

La verdad acerca de la paranoia es y siempre ser que es incitada por la proyeccin de nuestros propios deseos agresivos. Nuestra paranoia aumenta junto con nuestra necesidad de control visual (de todos aquellos rayos invisibles), as como incrementa nuestra real agresin hacia el otro y hacia el mundo natural. El miedo inconsciente es que uno puede ser tocado por lo que uno ha daado. La dialctica de la pasivizacin tiene efecto real sobre nosotros, as como nosotros tenemos efecto sobre otros y sobre la physis, el mundo natural.

La "visin" es denigrada en el pensamiento del siglo XX bajo discusine en el libro de Jay y en este volumen. Como nos muestra Jay, la denigracin es injusta: la "vista" no ha sido universalmente privilegiada. Pero si estoy en lo correcto acerca de los efectos de la dialctica sobre la physis y la tendencia relacionada a pensar en trminos que separan mente y materia, puede ser que estemos mirando lo que la denigracin de la visin realmente implica. En otras palabras, si la mirada tiene un componente fsico, si la agresin en la mirada aumenta en circunstancias como en las que vivimos, entonces la "visin" ha sido fsicamente afectada y merece ser denigrada. En otras palabras, cmo vemos cambia a lo largo del tiempo. Diferentes teoras de la percepcin y de la visin pueden haber sido ms verdaderas para su poca que lo que parece en una visin retrospectiva.

La idea de que vemos de la misma manera en todos los momentos histricos es por supuesto insostenible. Incluso as, persistimos en creer que, digamos, los Egipcios pintaban el ojo de la manera en que lo hacan porque eran un poco toscos, o que los medievales mostraron la perspectiva de la manera en que lo hicieron porque fueron un poco lentos. No les damos crdito a sus propias crticas de una perspectiva centrada en el sujeto, incluso aunque reconozcamos rpidamente, digamos, la relacin del cubismo con la subjetividad. Es una crtica? O es un revelar del objeto al sujeto en todos sus aspectos, un revelar que salva al sujeto del trabajo de caminar alrededor para mirar el otro lado del objeto?

Es an evidente que el dominio de la visin que subordinara cada cosa al propio punto de vista es reciente. Incluso, hay ms de una visin. La visin "inconsciente" de Freud es una alternativa a los ingresos pasivos y a los egresos activos de la visin construida. Es digno de reiteracin el hecho de que esta visin receptiva no es lo mismo que una visin pasiva construida. Este punto puede ser difcil de comprender. Por ejemplo, cuando Heidegger elogia la relacin pasiva receptiva del Ser comparada con la actividad que rige en Occidente, a menudo ana los dos sentidos de la palabra "receptiva" (vase Scheibler). Una vez que est hecha la distincin entre estas dos formas de receptividad o pasividad, se hace ms fcil aprehender la naturaleza de la dialctica de la pasivizacin y la fuente de su alternativa.

Los seres humanos no vieron y no siempre ven fuera de los ojos autocentrados. Hay otra visin receptiva, cuya misma existencia fractura el punto de vista centrado en el sujeto. El punto es que esta otra visin es riesgosa, depende de una energa ilimitada. Deviene menor cuanto ms esa energa est limitada a una proliferacin de puntos fijos dentro y fuera de la psique. Cuanto ms ocurre tal atadura, menos recibimos aquello que fractura. En algn punto lo sabemos, por eso denigramos la visin construida que nos ciega pero la confundimos con todo lo que hay para ver.

Uno puede leer el libro de Jay en conjunto, como se pueden leer algunos de los ensayos de este libro, como cartgrafos o sealadores de cmo una visin diferente, receptiva, se perdi, recubierta por una mirada dominante. En un temprano ensayo de Jay, l postula una visin positiva alternativa a la descripta en el panoptismo negativo de Foucault. Pero de acuerdo con el temperamento antidualista de la poca, en Downcast Eyes se alej del dualismo implcito. Hacia el final de aquel maravilloso libro, Jay ha prescripto una pluralidad de visin, una bolsa mixta con algunos dulces pero tambin con huevos podridos. La prescribi como una alternativa a la nocin negativa de la mirada, la visin denigrada del pensamiento francs del siglo XX.

Por supuesto, no tengo nada en contra de las pluralidades. Estoy preparada para hablar de feminismos, masculinidades, e incluso contextos. Sin embargo, el tema de la dualidad de la visin justifica ms investigacin. El deseo de ir ms all de las dualidades no detiene el existir de una dualidad dada. Adems, la dualidad, dejemos de lado la pluralidad, de la visin es algo de una especie en peligro. Uno de sus polos est en peligro de extincin, dejndonos con una visin monoltica que es precisamente negativa y depresivamente totalizadora. Ya no recibimos mucho de esa fractura, con lo cual denigramos la visin que nos impide recibir, o quiz adems tambin confunde, para todo lo que existe de la visin. Si estoy en lo correcto, la separacin entre una visin receptiva y una construida (activa o pasiva) es la fuente de toda fractura de visiones recibidas. Esta es la condicin de las pluralidades. Pero es una condicin que depende de la existencia de cosas que estn ms all de nuestro control.

Martin Jay, Downcast Eyes: The Denigration of Vision in Twentieth-Century French Thought (Berkeley: University of California Press, 1993), p. 5.

El trmino utilizado en ingls por la autora es gaze, que significa ms exactamente mirada fija, contemplacin (N. del T.).

Ibid., p. 9-10.

Vase Teresa Brennan, History After Lacan (London: Routledge, 1993).

Theo C. Meyering, Historical Roots of Cognitive Science: The Rise of a Cognitive Theory of Perception from Antiquity to the Nineteenth Century (Dordrecht, Kluwer Academic Publishers, 1989), p. 26.

La teora de la percepcin opuesta a la teora de la extramisin tambin tiene que ver con el mecanismo para la transmisin de la imagen. Una de las soluciones ms imaginativas fue la expuesta por Lucrecio. Propuso una teora de la percepcin "a lo cscara de ajo" en la que la "cscara" de los objetos flota hacia el sujeto. Lucrecio, On the Nature of Things, trad. R. Latham (Penguin, 1951), p. 131.

Vase Simon Goldhill, "Refracting Classical Vision: Changing Cultures of Viewing", captulo 2 de este volumen.

Vase la discusin en Nicholas J. Wade y Michael Swanston, Visual Perception: An Introduction (Londron and New York: Routledge, 1991), p. 42. La mejor fuente acerca del ocaso del modelo de la camera obscura es Jonathan Crary Techniques of the Observer: On Vision and Modernity in the Nineteenth Century (Cambridge, Mass.: MIT Press, 1990).

Vase la discusin acerca del uso del dispositivo por Leonardo da Vinci en Jay, Downcast Eyes, p. 65.

Anthony Smith, The Body (London: George Allen and Unwin, 1970), p. 385.

Gillian Beer, "'Authentic Tidings of Invisible Things': Vision and the Invisible in the Nineteenth Century", captulo 6 de este volumen.

Rosalind E. Krauss, The Originality of Avant-Garde and Other Modernist Myths (Cambridge, Mass.: MIT Press, 1985), p. 15.

Jay, Downcast Eyes, p. 9, n. 26.

Smith, The Body, p. 387.

Que sabe lo futuro/Dotado de vista penetrante. Presciencia: conocimiento anticipado de las cosas futuras/Preconocimiento, visin previa (N. del T.).

Beer, "'Authentic Tidings of Invisible Things'".

Sigmund Freud, "Instincts and Their Vicissitudes" (1915) en Sigmund Freud The Standard Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud, ed. James Strachey, trad. James Strachey et al. (London: The Hogarth Press, 1957) SE, vol. 14.

Release (N. del T.).

Self (N. del T.).

Jones, Life, vol. 2, p. 274. Pero esta "pice d'occasion", "On the Psychogenic Disturbances of Vision", intenta culpar de la ceguera histrica a las pulsiones sexuales y as mantener limpio el ego. Sin embargo, el mismo artculo revelar, en su examen, que es tambin el "ego" quien oculta informacin visual proveniente de la conciencia. Esto significa que en la histeria el ego y las pulsiones sexuales estn de alguna manera entrelazados. Obviamente este artculo es anterior al eventual reconocimiento de Freud del origen comn de la libido yoica y la libido objetal en el que intenta separar el ego y las pulsiones sexuales por primera vez. Freud, "On the Psychogenic Disturbances of Vision" (1910) SE, vol. 11.

Passification (N. del T.).

Ibid., p. 212.

Crary, Techniques of the Observer.

That is I (N. del T.).

That is me (N. del T.).

La teora de los puntos fijos ya estaba en el aire en el Renacimiento. Para Dante, el punto quieto del universo era el ano de Satn, que presumiblemente retena lo que posea y rehusaba repartir nada, as como negaba el ingreso.

Janet Martin Soskice, "Sight and Vision in Medieval Christian Thought", captulo 3 de este volumen.

Sensationalist.

Jay, Downcast Eyes, p. 84-85.

Ibid., p. 107.

Victor Burgin, "Paranoic Space", en Lucien Taylor, ed., Visualizing Theory: Selected Essays from V.A.R. 1990-1994 (New York: Routledge, 1994).

Sugerira que, exactamente por causa de este atomismo, la idea de que el ojo toca tambin puede sentirse como reasegurada (vase Merleau-Ponty, The Visible and the Invisible).

Vase Phillip Rawson, The Art of Drawing: An Instructional Guide (London: MacDonald, 1983); y Fred Duberty and John Willats, Perspective and Other Drawing Systems (London: Herbert, 1983).

Ingrid Scheibler in Verena Conley, ed., Questioning Technology (Minneapolis: Univeristy of Minnesota Press, 1993).

Martin Jay. "In the Empire of the Gaze: Foucault and the Denigration of Vision in the Twentieth-Century French Thought", en Foucault: A Critical Reader, ed. David Couzens Hoy (London: Basil Blackwell, 1986), p. 196.

Teresa Brennan

"Los Contextos de la Visin" desde un Punto de Vista Especfico