Los Crepzusculos del Jardin - Revista Iberoamericana

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Los Crepzusculos del Jardin de Leopoldo Lugones E s opini6n ya generalmente aceptada que Los crepisculos del jardin (1905)1 es la obra en verso mis tipicamente modernista de Lugones. Se asemeja mis, evidentemente, a las Prosas prof anas (1896) que a la obra del poeta nicaragiiense a que es contemporinea, los Cantos de vida y es- peranza (1905). Es contemporanea tambien a Los ixtasis de la montania (1904), del poeta uruguayo Julio Herrera y Reissig, y a aquel monumento de la prosa modernista, La guerra gaucha (I905). Sin embargo, hay razones mucho mas convincentes que la mera simultaneidad para ubicar a este libro en el ciclo modernista de Lugones, y entre las grandes creaciones que este movimiento dej6. En primer lugar, se advierte la misma exquisitez de que hacia gala Ruben Dario en su momento nupcial con la est6tica parnasiana: princesas, pajes y abates enamorados, suspiros intrascendentales y quejas de amor mis fingidas que reales. Es que los modernistas conjugaron la frialdad parna- siana en la composici6n con la misica de los simbolistas y tuvieron siempre una conciencia muy aguda de su artesania. Por otra parte, Lugones ofre- ce una casi permanente sitira del romanticismo, de manera que en contados momentos le es dado al lector presenciar efusiones de sentimiento. Cuando aparece un trozo ligeramente lirico, se trata simplemente de un inevitable y fugaz estremecimiento portico. Seria mas vilido, con respecto a ciertas obras de Ruben Dario, Herrera y Reissig y sobre todo en la valoraci6n de Los cresprisculos del jardin, adoptar otro criterio analitico, digamos los 1 Hay tres ediciones de esta obra: (Buenos Aires: Editorial Arnaldo Moen y Hnos., 1905); (Montevideo: Colecci6n Poetica, Arte e Idea, 1924); y (Buenos .Aires: Editorial BABEL, 1926). Tambien se la puede leer, desde luego, en las tres ediciones de las Obras podticas completas de Lugones (Madrid: M. Aguilar editor, 1948. Segunda edici6n, 1952. Tercera edici6n, 1959). Para este estudio he utilizado la de 1948 y los nimeros de pigina que aparecen junto a los. textos citados corresponden, sin excepci6n, a esta edici6n.

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Los Crepzusculos del Jardin

de Leopoldo Lugones

E s opini6n ya generalmente aceptada que Los crepisculos del jardin(1905)1 es la obra en verso mis tipicamente modernista de Lugones.

Se asemeja mis, evidentemente, a las Prosas prof anas (1896) que a la obradel poeta nicaragiiense a que es contemporinea, los Cantos de vida y es-peranza (1905). Es contemporanea tambien a Los ixtasis de la montania

(1904), del poeta uruguayo Julio Herrera y Reissig, y a aquel monumentode la prosa modernista, La guerra gaucha (I905). Sin embargo, hayrazones mucho mas convincentes que la mera simultaneidad para ubicar aeste libro en el ciclo modernista de Lugones, y entre las grandes creacionesque este movimiento dej6.

En primer lugar, se advierte la misma exquisitez de que hacia galaRuben Dario en su momento nupcial con la est6tica parnasiana: princesas,pajes y abates enamorados, suspiros intrascendentales y quejas de amor misfingidas que reales. Es que los modernistas conjugaron la frialdad parna-siana en la composici6n con la misica de los simbolistas y tuvieron siempreuna conciencia muy aguda de su artesania. Por otra parte, Lugones ofre-ce una casi permanente sitira del romanticismo, de manera que en contadosmomentos le es dado al lector presenciar efusiones de sentimiento. Cuandoaparece un trozo ligeramente lirico, se trata simplemente de un inevitabley fugaz estremecimiento portico. Seria mas vilido, con respecto a ciertasobras de Ruben Dario, Herrera y Reissig y sobre todo en la valoraci6n deLos cresprisculos del jardin, adoptar otro criterio analitico, digamos los

1 Hay tres ediciones de esta obra: (Buenos Aires: Editorial Arnaldo Moeny Hnos., 1905); (Montevideo: Colecci6n Poetica, Arte e Idea, 1924); y (Buenos.Aires: Editorial BABEL, 1926). Tambien se la puede leer, desde luego, en lastres ediciones de las Obras podticas completas de Lugones (Madrid: M. Aguilareditor, 1948. Segunda edici6n, 1952. Tercera edici6n, 1959). Para este estudiohe utilizado la de 1948 y los nimeros de pigina que aparecen junto a los. textoscitados corresponden, sin excepci6n, a esta edici6n.

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grados de riqueza visual, o de perfecci6n metaf6rica, o de eficacia tecnicaen el tratamiento de determinados temas. Resultari initil, por lo tanto,que el lector se esfuerce por encontrar poemas esencialmente liricos-porque no los hallari y puede, ademis, escaparsele el verdadero valordel libro- donde el poeta se ha propuesto, con una sola excepci6n, ejercersu virtuosismo.

Esta excepci6n es una de las pocas notas personales que quedan enpie en Los crepzsculos del jardin: el erotismo, intenso, pero velado en lagran mayoria de los casos por una sonrisa displicente, como si el poetahubiera querido disfrazar asi sus verdaderas emociones, o como si elpoeta que dedic6 mas de un libro al amor conyugal no creyera realmenteen e1.

Junto al virtuosismo y al erotismo, es necesario mencionar aquellos in-olvidables personajes femeninos que Carlos Obligado ha llamado "figulinasde colegiala".2 Dice que son "privativamente suyas, pues nadie arranc6 decopa de cristal, ain vacia, mis genuinos y argentinos sones". 3 Estasmuchachas son, por lo general, adolescentes, con formas apenas insinuadas,enamoradas casi todas por primera vez, dulcemente desmayadas entre laemoci6n amorosa y el temor del pecado. No hay, por supuesto, mujeresmundanas, ni la frivolidad que surge cuando el amor, por demasiadoconocido, es ya mnis un tema de conversaci6n que experiencia real. No;en Los crespisculos del jardin la frivolidad est. en la actitud del poetay desaparece del todo, momentaneamente, en la descripci6n de estasmuchachas que sienten intimamente lo que les ocurre. Aparecen unascuantas mujeres deportistas que levantan sus figuras atl6ticas, sus rostroscurtidos del sol y sus vigorosas sonrisas; pero en quienes se especializaLugones es en esas colegialas ojerosas, cuyo coraz6n late como una palomaasustada al menor sobresalto.

Juan Carlos Ghiano reconoce en este libro la influencia de AlbertSamain (Au Jardin de l'Infante [1887-1892] y Chariot d'Or (r886-I899]).4 Tambien parece evidente la huella de Fetes galantes (I869) dePaul Verlaine y la lectura de ciertos poetas hispanoamericanos, sobre todoRuben Dario, Ricardo Jaimes Freyre y Amado Nervo. Hay que aclarar,sin embargo, que a pesar de la claridad con que se discierne la presenciade estos autores en Los crepzisculos del jardin, al hablar de la creaci6n

2 "Pr61ogo" a Antologa podtica (Buenos Aires-Mexico: Espasa-Calpe Argen-tina, S. A., Tercera edici6n, 1942), pp. 11-12.

3 Ibid., p. 12.4 Lugones escritor. Notas para un andlisis estili'tico (Buenos Aires: Edi-

torial Raigal, 1955), p. 71.

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poetica de Lugones es preferible referirse a reminiscencias mis o menoslejanas; dificilmente se puede sefialar imitaci6n, porque el influjo delmodelo, sea Poe en los cuentos, Laforgue en el Lunario sentimental o Sa-main en Los crepzsculos del jardin, suele traslucirse de una manera

indirecta y resulta, por consiguiente, dificil cuando no imposible de pun-

tualizar.5 Algunos poetas dejaron hondo surco en el arte del Lugones

5 Varios criticos, entre otros innumerables que lo han mencionado de paso,han estudiado detenidamente diversos aspectos del interesante y complejo problemade las influencias en Lugones. Victor Perez Petit ("El pleito Lugones-Herrera yReissig", Nosatros, Aio II [en la caritula dice Afio III], Tomo VII, Nim. 26-28, mayo-julio de 1938) afirma que cuando Lugones "coge una metifora ajenaque le ha enamorado, y se da a la tarea de construir con ella otra propia, trastornatan hondamente la idea y los trminos, que ya casi no se reconoce aqulla. Esque, en realidad, por virtud de su arte, y de su inspiraci6n tambien, mis quemodificar, innova" (pp. 241-242). Guillermo Ara, hablando de las influencias deSamain y Verlaine en Los Crepssculos del jardin, observa que estas influenciasson "dificiles de determinar. Lugones, cuya capacidad para sentir con los poetasque admiraba era muy grande, no toma nunca un verso integro ni siquiera unaimagen ajena, que autorice una confrontaci6n de semejanzas precisas" (LeopoldoLugones, Buenos Aires, Editorial La Mandrigora, 1958, p. 61). Allen W. Phil-lips, en un estudio de la presencia de Jules Laforgue en el Lunario sentimental,dice: "Creemos que la lectura de Laforgue parece haber proporcionado a Lugonesciertos estimulos tematicos y estilisticos que influyeron, a pesar de la marcadadiferencia de tono, mis o menos directamente en la composici6n del Lunario"("Notas sobre una afinidad poetica: Jules Laforgue y el Lugones del Lunariosentimental", Revista Iberoamericana, Vol. XXIII, Nim. 45, enero-junio de1958, pp. 63-64).

Todos estos criticos coinciden en observar que la manera de asimilar influen-cias es una de las dimensiones mis sugestivas del variado talento literario deLugones. No se trata de reincidir en lo obvio, en aquello de que las innovacioneslugonianas fueran algo mis que imitaci6n servil, sino de destacar, al contrario,que el momento receptivo fue, en el proceso creador del poeta, el estimulo de suoriginalidad, el comienzo y no el final de su inspiraci6n. Partiendo de un temacomin, Lugones, segin el estudio de Phillips (pp. 55-57), se aparta del modeloinicial (vena contemplativa, pesimismo, ironia amarga), para seguir en la direc-ci6n que le dicta su propia inclinaci6n espiritual (humor sard6nico, caricatura,tono festivo y optimista). El valor inestimable del anilisis de Phillips es quepenetra la superficie de los poemas a una regi6n medular en que se deja ver juntoal elemento paralelo, casi como su anverso, la diferencia, tambien ponderable,entre ellos. Se puede concluir, pues, que sobre un cimiento comin (exaltaci6nir6nica de la luna) Laforgue y Lugones construyeron edificios harto diferentes.

Aniloga relaci6n existe entre Lugones prosista y sus fuentes de inspiraci6n,como ha apuntado John E. Englekirk, refiribndose al inconfundible pero dificilde precisar sabor a Poe que distingue gran parte de los cuentos lugonianos (Lasfuerzas extraas y los del Lunario .sentimental sobre todo, los Cuentos fatales engrado menor): "In spite of the fact that almost all of the stories of these volumesare amazingly Poesque, it is impossible to claim that even a single tale wasdirectly influenced by Poe" (Edgar Allan Poe in Hispanic Literature, Nueva York,Instituto de las Espafias, 1934, p. 293).

Sobra decir que mi intenci6n no es negar o menospreciar las influencias deSamain, Laforgue o Poe en Lugones (ni las de Dario, Jaimes Freyre u otrospoetas hispanoamericanos que evidentemente fueron considerables tambidn), sinode sefialar el camino que tom6 la poesia lugoniana a raiz de ellas.

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juvenil, de esto no cabe duda, pero tambien es innegable que mas adelantesupo aprovechar los elementos mas afines a su sensibilidad de los autoresanteriores, y transformarlos, mediante su incomparable pericia, en frutoslegitimos de su huerto.

Si se leen los poemas de Samain, sobre todo Au Jardin de l'lnfante,se encontrara un eco familiar en el fraseo, en la adjetivaci6n o en la me-lancolia de los paisajes, pero no hay una sola estrofa que haya sido direc-tamente imitada por el autor de Los crepsculos del jardin. Las seme-janzas consisten, especificamente, en ciertos modos expresivos, como laadjetivaci6n animista: "soir melancolique",6 y en la actitud llamada"spleen", frecuentisima en los poemas de Samain y que parece haberinfluido fuertemente en Lugones: "L'ame en langueur des jardins sourds/Exhale d'etouffants aromes" (p. 17), "D'une langueur la nuit s'enivre"(p. 25), "un amour mystique et solitaire" (p. 58), "une joie un peutriste" (p. 62), "paleurs infinies" (p. 85). Tambien son muy frecuentesen Los crepzisculos del jardin las metaforas logradas por medio de frasesprepositivas, procedimiento que Lugones ya habia empleado eficazmente,aunque con menos insistencia, en Las montanas del oro: "el vientre cal-deado de un brasero" (p. 72), "la ignivoma dentadura de los crateres"(p. 82), "la desnudez eterna de los silenciosos cielos" (p. 82), "el 16bre-go despliegue de la sabana de hojas" (p. 86). En la obra de Samain selee: "le ciel fin de turquoise" (p. x6), "cette lassitude indicible del'heure" (p. 41), "l'motion pale du soir tombant" (p. 42), "dans le soird'am6thyste,/Un musical amour sur les sens apaises (p. 62), y en Loscrepzsculos del jardin: "la melancolia taciturna de amar" (p. 1'i2), "unafina languidez de encajes/Y un indulgente olor de violetas" (p. 1 15), "Elalma enferma de divinos males" (p. i6), "la ducal decrepitud del raso"(p. 117), "La palidez dorada del Ocaso" (p. 117).

Son muy conspicuos en ambos poetas los verbos en -iser (-izar).Samain los utiliza con insistencia, y en Los crepisculos del jardin el autorlos aprovecha con el mismo fin, el de lograr la metafora instantanea. 7

6 Albert Samain, Au Jardin de l'Infante (Paris: Mercure de France, Dix-neuvim.e edition, 1908), p. 50. Las varias citas que hago de Samain en esteestudio llevan junto al texto, entre parentesis, los numeros de las piginas en queaparecen correspondientes a esta edici6n.

7 En un excelente estudio de los elementos poeticos de la prosa lugonianaen La guerra gaucha, Allen W. Phillips sefiala este mismo detalle: "No conocemosninguna prosa de tanta intensidad en los empleos del verbo... De mas importan-cia para caracterizar el estilo opulento de La guerra gaucha es que el verbo meta-foriza por su propia cuenta" ("La prosa artistica de Leopoldo Lugones en Laguerra gaucha", La Torre, Afio V, Num. 17, enero-marzo de 1957, pp. 190-191),

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En un poema de Samain titulado "Promenade a l'etang" se lee, porejemplo:

Le calme des jardins profonds s'idealise.L'ame du soir s'annonce a la tour de l'eglise;Icoute, l'heure est bleue et le ciel s'angelise.8

En "Soirs" (II), del mismo autor: "Et le ciel, ou la fin du jour se sub-tilise/Prolonge une agonie exquise de couleurs" (p. 117); en Los cre-pzsculos del jardin: "un sucinto prado de azucenas/Que crepusculiza labruma de tul" (p. 135), "Sobre el especioso secuaz que la asedia/Pulve-riza un poco de su coraz6n" (p. x136), "Las nebulosas como capullos degusanos/De luz, se atomizaban en vaho de aluminio" (p. I51), y fi-nalmente:

Fuinebre es tu candor adolescenteQue la luna somnambula histeriza,Y el perfume de nardo decadenteEn que tu alma pueril se exterioriza. 9

A veces el verbo es un neologismo, de manera que a la novedadlexica se afiade la funci6n tr6pica que el poeta le asigna en el verso:

A la mismaHora, el astro, con amarillez de pena,Sobrenaturalizando la escena. 10

En transfiguraci6n postrera,Anormalizaronse con vida exclusiva,Tu inmensa cabelleraY tus ojos. .. 1

En el Prefacio rimado aparecen unas cuantas redondillas de tono sar-castico que anticipan las travesuras del Lunario sentimental. El poeta, apa-rentemente no pudiendo superar del todo al pillete que escandalizaba asus tias beatonas en C6rdoba, prende al frente de un libro escrito con

8 Au Jardin de l'Infante, p. 29.9 Obras poeticas completas, p. 138.10 Ibid., p. 174.11 Ibid., p. 176.

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bastante seriedad (Borges habla de "juvenil y excesiva solemnidad"),12esta escarapela risuefia con la que pretende burlarse un poco del lector ydecirle que no se debe tomar muy en serio lo que se lee adentro. Entrerimas de sonidos mas o menos grotescos -ramillete/bufete (p. 107), ba-ladi/five o'clock tea (p. Io7)-y algunas bromas de no muy buen gusto-- pasatiempo singular... como esculpir desde un puente o hacerse cruci-ficar (p. o107)- el lector se sumerge de pronto en un poema titulado"Cisnes negros", dedicado a Mariano de Vedia, en que el lenguaje seaterciopela en linguidas cadencias e imigenes desfallecidas, como las dela primera cuarteta:

La tarde en muelle laxitud declinaLigeramente enferma, y el ambienteEsti suave como una muselinaHabitual, cuyo roce no se siente.13

y en vocablos tipicos del repertorio finisecular (estanques, juncos, cisnes,estatuas y alamedas).

Despu6s de un admirable soneto, "La vejez de Anacreonte" (p. I 15),se leen otros doce que en conjunto constituyen una de las partes masvaliosas y logradas del libro, "Los doce gozos" (pp. 117-124), dedicadosal poeta mexicano Jos6 Juan Tablada, sonetos er6ticos que contienen misde un acierto po6tico, por la belleza con que el poeta logra expresar ins-tantes fugaces del 6xtasis amoroso, las laxitudes de la mujer mimada olos matices de un atardecer entre los sauces. Con todo, el poeta esen-cialmente visual que fue Lugones no logra asimilarse del todo al principiosimbolista de "sugerir" mas que pintar,14 e incurre en un dibujo a veces

12 Jorge Luis Borges, Leopoldo Lugones (Buenos Aires: Editorial Troquel,1955), p. 31.

13 Obras porticas completas, p. 109.14 Ademis del trabajo de Phillips ("Notas sobre una afinidad poetica",

citado en la nota 5 de este estudio) que esti dedicado sobre todo a establecer larelaci6n entre Lugones y Laforgue, Guillermo Ara (Leopoldo Lugones, pp. 53-102),Juan Carlos Ghiano ("La expresi6n po6tica", en Lugones escritor pp. 85-107) yCarlos Horacio Magis ("Los procedimientos po6ticos", en La poseia de LeopoldoLugones, M6xico, Ediciones Ateneo, S. A., 1960, pp. 176-195) se han referidoen terminos generales a las herencias parnasiana y simbolista de Lugones. Mi pro-p6sito no es resumir sus conclusiones, por interesantes que sean, sino destacar losmatices especiales que constituyen la contribuci6n de Lugones al desarrollo de lapoesia de su 6poca. Como toda cuesti6n de influencias y relaciones entre poetasy movimientos literarios, tiene una desconcertante variedad de aspectos, algunosestrechamente relacionados entre si. En primer trmino, la marcada tendencia deLugones hacia la poesia visual-descriptiva, que todos los criticos coinciden en re-conocer, constituye, en realidad, la base de la transformaci6n del procedimiento

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redundante, subrayando sin necesidad algunas imnigenes ya logradas, quequedan de pronto expuestas con excesivo detalle y a una luz poco sutil:

Al rendirse tu intacta adolescencia,Emergi6, con ingenuo desalifio,Tu delicado cuello, del corpifioAnchamente floreado.15

simbolista que nos ocupa, proceso que culmina en Lugones con el Lunario senti-mental, y que por otra parte fue una tendencia general del modernismo y deliltimo simbolismo, y que consisti6 en substituir a la t6cnica de sugerir la desorprender. Teniendo en cuenta este factor es valioso considerar las observacionesde dos de estos criticos sobre un mismo poema de Lugones, el discutido sonetotitulado "Tentaci6n", perteneciente a "Los doce gozos". Se trata de la siguien-te cuarteta:

Call6 por fin el mar, y asi fue el caso:En un largo suspiro violeta,Se extenuaba de amor la tarde quietaCon la ducal decrepitud del raso.

Para Ghiano la excesiva enfrentaci6n de metiforas resulta contraproducente, anula"la eficacia designativa, por ejemplo en el verso final de la estrofa de 'Tenta-ci6n', en donde el abuso del termino comparativo destruye los matices de la pri-mera metifora, color-sonido" (pp. 96-97). Magis sostiene (p. 181) que, alcontrario, las metaforas se complementan en beneficio del efecto total del poema.En cambio, en su anilisis del decimo soneto de "Los doce gozos", el que se titula"La alcoba solitaria", el mismo critico opina que la unidad de tono, y por tantola estructura del soneto se debilitan en el ltimo terceto porque Lugones no con-sigue "prolongarse en una modalidad [la de las 'correspondencias' simbolistas]extrafia a su temperamento", pero que si bien no consigue crear "el sentimientode una participaci6n mistica de la imagen con la realidad psiquica simbolizada,supo lograr, en cambio, la tonalidad elegiaca y la atm6sfera de sentimientos vagos"(p. 179). En ambos casos el anilisis es justo, aunque un tanto severo; y setrata de algo mis que una minuciosidad analitica porque es frecuentisima en todala obra poetica de Lugones a partir de Los crepsculos del jardin este fen6meno,cuyo punto de mayor intensidad se halla en el Lunario sentimental, de la aparici6naparentemente incongrua de giros e imsgenes que no armonizan con el resto delpoema y que a veces parecen romper por completo su continuidad tonal (hemosvisto ya un ibuen ejemplo de esto en el Prefacio de Los crepisculos del jardin).Magis cree encontrar la explicaci6n de estos prosaismos en "un movimiento in-terno del modernismo, indudablemente relacionado con la flexi6n final del simbo-lismo en Francis Jammes, Samain, Verhaeren y el mismo Copee, cuando la pala-bra sugestiva se transforma en palabra sorprendente" (p. 171). Ademas, es posiblever en esta incorporaci6n de prosaismos, fundidos a veces a un contexto poeticosumamente refinado, un parentesco temitico entre Lugones y Laforgue, como loha demostrado Phillips ("Notas sobre una afinidad poetica", pp. 57-58) repro-duciendo numerosas y convincentes instancias de este fen6meno en ambos poetas.De todos modos lo evidente es que la tecnica dio en una afinidad natural deLugones y que en seguida se convirti6 en uno de sus recursos mis caracteristicos.A medida que el poeta ampliaba su aplicaci6n en el Lunario sentimental, dondeadquiri6 proporciones de intoxicaci6n, se fue perfilando, tambien por afinidadnatural, el matiz de la caricatura y lo grotesco de que la obra esti saturada.

15 Obras poeticas com pletas, p. 118.

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A pesar de estos efectos, creo que si se hiciera una antologia de losmejores sonetos de la literatura hispanoamericana seria dificil no incluiruno que otro de Los crepisculos del jardin. C6mo omitir estos dos, porejemplo, "La vejez de Anacreonte" y "Holocausto", escogidos de entreotros muchos comparables, por el interns que despiertan los contrastes esti-listicos entre ellos y porque demuestran con toda claridad la singular ri-queza del vocabulario poetico de Lugones y su dominio de la forma:

La tarde coronibale de rosas.Sus dulces versos, en divino coro,Se iban flotando como polen de oroSobre alas de invisibles mariposas.

Componian los mimos suaves glosasMujia blandamente el mar sonoro,Como si fuera un descornado toroUncido a la cuadriga de las diosas.

Y mas rosas llovieron; y la frenteDel poeta inclin6se dulcemente,Y un calor juvenil flot6 en sus venas.

Sinti6 llenos de flores los cabellos.Las temblorosas manos hundi6 en ellos...Y en vez de rosas encontr6 azucenas.' 6

Llenibanse de noche las montafias,Y a la vera del bosque apareciaLa estridente carreta que volviaDe un viaje espectral por las campafias.

Compungiase el viento entre las cafias,Y asumiendo la astral melancolia,Las horas prolongaban su agoniaPaso a paso a travis de tus pestafias.

La sombra pecadora a cuyo intensoInflujo, arde tu amor como el inciensoEn apacible combusti6n de aromas,

16 Ibid., p. 115.

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HOMEN4AJE A LEOPOLDO LUGONES

Mir6 desde los sauces lastimeros,En mi alma un extravio de corderos

Y en tu seno un degiiello de palomas.17

El grupo de sonetos titulado "Los doce gozos" es el que motiv6 lalarga pol6mica conocida como "El pleito Lugones-Herrera y Reissig".18La controversia, o mejor dicho la contienda que a esto lleg6 por momen-tos, se inici6 en 1912 con la publicaci6n de un volumen de versos tituladoLos peregrinos de piedra de Julio Herrera y Reissig.19 Se inclulan eneste volumen los sonetos conocidos como "Los 6xtasis de la montafia(Eglogbnimas)" y el autor del pr6logo, Rufino Blanco Fombona, sosteniaque en "Los doce gozos" Lugones habia imitado "descaradamente"20 los"extasis" de Herrrea y Reissig. El escritor venezolano se basaba en lafecha de la primitiva publicaci6n de "Los 6xtasis de la montafia", 1904,un afio antes de que vieran la luz Los crepzisculos del jardin donde apa-recieron "Los doce gozos", aunque no por primera vez, hecho crucial queaparentemente se le habia escapado al prologuista.

Lugones se neg6 a aclarar la situaci6n, diciendole a Sanin Cano, enuna entrevista realizada en Londres, que le repugnaba discutir su propiaobra y que "no habia de faltar quien lo hiciera en la misma generosanaci6n uruguaya".21 La discusi6n subsiguiente22 dio por resultado la con-

17 Ibid., pp. 123-124.18 El que desee enterarse de todos los pormenores de la interesante polemica

debe consultar, en primer trmino, el n6mero extraordinario de Nosotros dedicadoa Lugones (citado en la nota 5 de este estudio) donde encontrari tres articulos(pp. 227-265) referentes al suceso (Victor PrPez Petit, "El pleito Lugones-Herreray Reissig", pp. 227-244; Emilio Frugoni, "Lugones, precursor en poesia", pp.245-249; y Jos6 Pereira Rodriguez, "El caso Lugones-Herrera y Reissig", pp. 250-265); en segundo termino, el estudio preliminar de Guillermo de Torre a laedici6n de Poesias comrnpletas de Herrera y Reissig (Buenos Aires: Editorial Losa-da, S. A., 1942), pp. 7-35, y finalmente el capitulo "Lugones poeta" (pp. 22-149) de Guillermo Ara, Leopoldo Lugones (tambibn citado en la nota 5 de esteestudio), que ademas de un excelente estudio, quizis el mejor que se haya hechohasta la fecha, de Los crepzisculos del jardin (pp. 53-79), tambibn resume loshechos principales de la polemica (pp. 52-61).

19 (Paris: Garnier, 1912).2o Pereira Rodriguez, p. 251.21 La noticia de esta entrevista se halla en una carta de Lugones a un

amigo, el doctor Asdribal E. Delgado, fechada en Buenos Aires el 2 de octubrede 1914, que Pereira Rodriguez reproduce integra en su articulo (pp. 252-253) yde cuyo texto estan tomadas estas palabras de Lugones. Vease ademis BaldomeroSanin Cano, "Lugones ha muerto" (pp. 337-343) del mismo numero de Nosotros.

22 En su estudio preliminar a la edici6n de Poesias comrnpletas de Herrera yReissig (ver nota 18), Guillermo de Torre hace un examen retrospectivo de lafamosa polemica, con admirable imparcialidad en lo que se refiere a datos cro-nol6gicos; por lo demis no es dificil discernir, porque no trata de encubrirla, supreferencia personal por el autor uruguayo. Seg6n el editor, el asunto tiene dos

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firmaci6n de que los sonetos de Lugones eran anteriores en varios afios

a los de Herrera y Reissig. La Revista Nacional de Montevideo,23 por

ejemplo, habia dado 4a conocer en 1897 2 el soneto que lleva por titulo

"El pafiuelo", uno de los poemas discutidos, aunque no es de "Los doce

gozos"; dstos vieron la luz en 1898 y comienzos de 1899 en las revistas

argentinas Iris y La Quincena;25 y en junio de 189926 la Revista moderna

de M6xico public6, los doce dedicados a Tablada. Estos poemas se volvie-

ron a publicar en la antologia Tesoro del parnaso americano=7 un aio

aspectos fundamentales, a saber, la cuesti6n de precedencias cronol6gicas, que aquise da por insoluble, y la cuesti6n cualitativa, cuya soluci6n, desde luego, jamispodri serlo, objetivamente, sino comno expresi6n de preferencias personales. Contodo, no esti bien aclarada esta supuesta insolubilidad de la cuesti6n precedencias-se tiene la impresi6n de que lo que aqui se toma por insoluble es lo que sise puede resolver y viceversa--al contrario, en esto los hechos evidentementefavorecieron al poeta argentino, como lo prueban las fechas documentadas. Laserie de sonetos "Los doce gozos" apareci6 en diversas revistas y publicacionesliterarias varios afios antes de 1904, cuando se publicaron por primera vez las"Egloginimas" de Herrera y Reissig. En favor de 6ste se alega, en palabras deGuillermo de Torre: "que los antecedentes de Herrera y Reissig dentro de esamanera se remontan a Los parques abandonados, conjunto que, aun datando de1908, tiene alguna poesia de anilogo estilo fechada en 1900, tal el soneto "Lanovicia" (p. 23). Pero aun este soneto resultaria posterior a la primera aparici6nde "Los doce gozos", como insisten todo los demis criticos que se ocuparon deeste problema posteriormente. Por otra parte, no convence del todo el argumentode que "en i'ltimo termino, si alguno sigui6 'cronol6gicamente' al otro, ella esadjetivo, ya que ambos siguieron 'espiritualmente', con sincronismo psiquico, losdictados de una influencia ajena, superior, a la que cualquiera de ellos pudierahaber ejercido sobre el otro" (p. 27), porque si bien es razonable sostener queel "sincronismo psiquico" y la referida influencia ajena son aspectos de mayorinterbs y significaci6n literaria, no por ello deja de ser lo menos adjetivo posibleel problema de las fechas cuando se esti tratando de aclarar y enderezar unaacusaci6n de plagio. Adem.is la fuerte insistencia de Guillermo de Torre en las"asombrosas semejanzas" -lo son evidentemente- entre los poemas aludidosquita vigor a la sugerencia de que ambos poetas pudieran haber procedido, total-mente desconocidos entre si y aislados el uno del otro, de las mismas fuentesprolongando y adaptando comunes modelos ambientales del simbolismo, hacia re-sultados de tan sorprendente similitud.

Al confrontar las observaciones de Guillermo de Torre con las de Perez Petitse advierte que a pesar de la cantidad de documentaci6n puramente objetiva queambos reproducen para respaldar sus respectivos argumentos, estos ilustres criticosse inclinan en direcciones opuestas, el primero en favor de Herrera y Reissig yel segundo hacia Lugones. El hecho de que ninguno de los dos consiguieraocultar del todo sus predilecciones personales les presta a sus contenciones unaespecial eficacia, ya que del proceso de esclarecer los acontecimientos de la pol6micasurge como producto lateral tin valioso y agudisimo analisis de los poemas yde los poetas.

23 He tomado estos datos del articulo de Perez Petit (citado en la nota 18de este estudio) pp. 228-229.

24 Tomo III (nfimero correspondiente al 10 de agosto de 1897), p. 67.25 La Quincena, Tomo VI, Nim. 21-24, enero-febrero de 1899.26 He tornado estos datos del articulo de Pereira Rodriguez (citado en la

nota 18 de este estudio), p. 258.27 (Barcelona: Casa Editorial Maucci, 1903).

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HO MENAJE A LEOPOLDo LUGONES

antes de que aparecieran los poemas del poeta uruguayo. Por iltimo,Horacio Quiroga dio el corte final a la cuesti6n al publicar su testimoniopresencial en El Hogar de Buenos Aires.28 En este articulo, el viejo amigode Lugones declar6 que siendo husped de Montevideo en 1g90, el poetaargentino fue invitado a varias tertulias, en una de las cuales Herrera yReissig trab6 relaci6n con e1 por primera vez. En otra de estas reunionesconsiguieron que Lugones grabara en cilindros de cera algunos de lospoemas que habian despertado el entusiasmo de los poetas uruguayos.Entre los sonetos grabados figuraban los cuatro titulados "Aquel dia..."(pp. 164-166) que en Los crepisculos del jardin estin dedicados precisa-mente a Horacio Quiroga.

Tanto Quiroga como Emilio Frugoni29 admiten que la visita de Lu-gones fue una revelaci6n y que al poco tiempo recitaban de memoria lossonetos del argentino, especialmente Herrera, que le admiraba desde lapublicaci6n de Las montafas del oro en I897.

El "pleito Lugones-Herrera y Reissig", asunto que la critica deja yapor resuelto, tiene cierto valor para la comprensi6n de la continuidad dela obra lugoniana que ya no parece, a esta altura, un mero resonante deotras veces po6ticas cuya variedad de estilos y maneras obedeciera a unafalta de originalidad o a puro afin de extravagancia. Ahora se puede verque si bien tomaba de sus poetas preferidos los elementos tecnicos o temi-ticos que momentaneamente le seducian, por otro lado iba elaborando suobra con plena conciencia, sin precipitaci6n o impetuosidad. Efectivamen-te, poco despuds de terminar Las montafas del oro escribi6 algunos de losrelatos que mas adelante constituirian La guerra gaucha, y a principiosde siglo; mientras publicaba ensayos hist6ricos o pol6mica, ya tenia labra-dos algunos de los sonetos mais brillantes de Los crepisculos del jardinque como todos los libros suyos, s6lo vio la luz cuando alcanz6 madurezcompleta. Mientras se sazonaban Los crepisculos del jardin el poeta yaensayaba una forma nueva, que no significa necesariamente un cambio demoda: la del Lunario sentimental (i909), que se publicaria cinco afiosmis tarde. Ademis, las semillas del pr6ximo libro, Odas seculares (1910),estAn ya en uno de los mejores poemas del Lunario, "Luna campestre".

A "Los doce gozos" sigue un "Ramillete" de tres sonetos floralestodos de impecable factura, titulados "Amapola", "Tuberosa" y "Came-lia", dedicados a Ricardo Jaimes Freyre (pp. 125-127). En estos sonetos

28 "El caso Lugones-Herrera y Reissig", El Hogar, 17 de julio de 1925; yreimpreso en Repertorio Americano, XI, 1925, pp. 9-10.

29 "Lugones, precursor en poesia", pp. 245-249.

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la evocaci6n helenica, tan gustada por el poeta boliviano, est, concebidadentro de los c6nones rubendarianos, aunque Lugones detiene la imitaci6nen cierto punto e inserta en el tercer soneto una especie de comentariocritico, una alusi6n traviesa que arrebata, indiscutiblemente, la ingenui-dad al poema:

C6mo se llama el coraz6n lo augura:-Clelia, Eulalia, Clotilde- algfin pristinoNombre con muchas eles, como un finoCristal, todo vibrante de agua pura.30

Naturalmente el lector recuerda "el ala aleve del leve abanico" y la esqui-va Eulalia de Ruben Dario, pero si el poeta mismo anticipa que va a usarmuchas eles para lograr parecido efecto liquido, no tiene sentido tacharlede imitador al cumplir con tal intenci6n expresada. El autor prosigue enseguida a derrochar eles y eres:

Se enciende en el claror de su blancuraCon diminuta llama, un asesinoCarmin. Su alma filial cuenta al DestinoRominticas novelas de amargura.

En el vago perfil donde destella,Su ojo negro y fatal asuela aquellaPalidez. Sus maneras son prolijas

Como las de esas moribundas raras,Que se cubren los dedos de sortijasY se desviven por las sedas claras.31

Despubs de este ramillete viene el poema que algunos criticos consi-deran original por su realismo y el momento de iniciaci6n de esta nuevatendencia en la poesia lugoniana, tendencia que a partir de "El solter6n"se hace cada vez mas significativa.32 Escrito en quintillas octosilibicas, el

30 Obras poeticas completas, p. 126.3 Ibid., pp. 126-127.32 Arturo Torres-Rioseco (La gran literatura iberoamericana, Buenos Aires,

Emec6 Editores, S. A., Segunda edici6n, 1951) sefial6 esta nueva nota en la evo-luci6n po6tica ed Lugones al afirmar que "la mayor contribuci6n de Lugones fuesu realismo, que apareci6 por primera vez en 'El solter6n' " (p. 139). Borges

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poema describe la melancolia de un crepusculo en el solitario cuarto de unhombre que ha demorado demasiado en responder al llamado del amor.En la penumbra de su habitaci6n el personaje medita, y sus pensamientostienen el caracteristico soplo de desolaci6n que aparece frecuentementeen la poesia de Lugones. Recuerdense, por ejemplo, estas lineas deEl libro fiel ("El canto de la angustia") :

Te estaba escribiendo,Cuando por la casa desoladaArrastr6 el horror su trapo siniestro.33

El silencio,Como una blanda y suspirante lluviaCaia lento.

Y de pronto, desde la puerta cerradaMe dio en la nuca un soplo tremulo.Y conoci que era la cosa mala

De las casas solas, y mire el blanco techo,Diciendome: "Es una absurdaSuperstici6n, un ridiculo miedo."Y mire la pared impavida,Y note que afuera habia parado el viento.34

En el poema de Los crespusculos del jardin, el solter6n se siente acosadode pronto por esta idea: "iQue cercana esta la muerte/del silencio delreloj!" (p. I29), y a partir de ese momento empiezan a arreciar las

imagenes sombrias:

En su garganta resecaGrufie una biliosa hez,Y bajo su frente huecaLa verdinegra jaquecaManiobra un largo ajedrez.3s

(Leopoldo Lugones, p. 31) se refiere al "sensible poema 'El solter6n', cuyo atri-bulado protagonista, a diferencia de otros del libro, parece real".

33 Obras poeticas completas, p. 513.s4 Ibid., pp. 514-515.35 Ibid., p. 129.

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Los recuerdos vienen en procesi6n, los amores de juventud, los lancesde honor y sobre todo la imposibilidad de recuperar esos fugaces momentosde felicidad. Entre los recuerdos hay uno muy especial: el de la mu-chacha que quizI le aguarde todavia. El solter6n decide describirle, acer-carse nuevamente a ella como a un refugio en sus afios crepusculares, peroal fin desiste ante la evidencia de que ya es "demasiado tarde". Este temase repite insistentemente en toda la creaci6n poetica de Lugones; es posiblelocalizarlo como tema central o en ripidas alusiones.

En general, la obra ofrece esa unidad temitica y estilistica que carac-teriza las mejores obras en verso de Lugones. Los crespiisculos, con todassus connotaciones melanc61licas -soledad, hastio, tristeza- constituyen eltel6n de fondo del libro. Entre las aparentes frivolidades y exquisitecesmodernistas, hay constantes pinceladas oscuras. Asi, tras una liviana "En-decha" (pp. 140-145) viene un poema titulado "Melancolia" que es comosi el poeta entonara, con voz sincera, su verdadera melodia despues dehaber modulado un aire frivolo y ajeno:

A la hora en que a la tarde le aparecen ojeras,Cuando aquieto mis pasos por las tristes riberasDonde entre brumas lilas esf6manse las naves,Y afligen como adioses los vuelos de las avesQue afrontan lejanias hondas como la muerte;Cuando el sol moribundo sangres palidas vierteEn la imperial fatiga de su grandeza initil;Cuando el amor es necio, cuando la gloria es fuitil;Cuando la misma pena, por el cansancio trunca,Conoce el desconsuelo de no revivir nunca;Cuando en el pecho amagan incurables dolencias;Cuando en el alma hay naves que preceden ausenciasLo que en ambos fue dicha, reza en mi una plegaria. 36

Uno de los poemas de mayor aliento en esta obra, y posiblemente elm.s lirico, dentro de los limites del lirismo atenuado que ya hemos sefia-lado, es "Los cuatro amores de Dryops" (pp. 154-161), de irregular versi-

ficaci6n, basado en un tema griego, idilico, de aut6ntica ternura y conte-nido lirismo. No asoma en este poema la sonrisa comprensiva que el poetaadopta generalmente ante el amor, y el canto a la belleza femenina ad-quiere, por momentos, emoci6n relativamente genuina:

36 Ibid., p. 145.

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En sus ojos pacificos es siempre de mafiana.Sus manos son cordiales como las de una hermana.

Tiene el ser incorp6reo de una amable fraganciaQue, sin ocupar sitio, llena toda la estancia.3 7

Posteriormente Lugones ensaya el verso libre que luego formaria elcuerpo mayor del Lunario sentimental en "Las loas de nuestra servidum-bre" (pp. 167-I77), una serie de cantos nupciales, anunciadores ya deEl libro fiel (1912).

Se advierten claramente los poemas que pertenecen a la primera 6poca,alrededor de 1897, en Los crepisculos del jardin. El tema del amor todaviase resiente de ese sentimiento de culpabilidad que constituye la nota ma'sprofunda en Las monta-as de oro. Aunque los poemas er6ticos estin ins:pirados evidentemente en el amor conyugal, hay una constante autoacusa-ci6n que en vano busca aligerarse en versos ir6nicos. Los mismos simbolosde aquellas afiebradas odas aparecen aqui: los lirios, las azucenas, las mag-nolias, aluden a la virginidad y a la pureza ("Transparentaba lirios lacalada media..." [p. I36], "Alabado el lirio de tus melancolias" [p.152], ".... canonizare tus azucenas" [p. i1i6]); serpientes, perros y fierasson los simbolos del deseo y de la lujuria ("... de la hosca fiera que enmi amor te brama" [p. 138], "La fiera se deslumbra en el destello/Quetu collar adamantino arroja" [p. I38],

La dorada serpiente de mis malesCircul6 por tus pfdicos cendalesCon la invasora suavidad de un mimo3 8

asi como la noche y el mar lo son de la pasi6n amorosa ("El mar, llenode urgencias masculinas,/Bramaba alrededor de tu cintura" [p. 122], "Lanoche se mezcl6 con tus cabellos" [p. 123]). En "Romintica" aparececomo leit motiv el sentimiento de culpa:

La tibia seda que en tus rizos toco,M6rbido aroma en mis entrafias vierte,Y siento que me invaden poco a pocoIdeas de mi madre y de la muerte.

37 Ibid., pp. 154-155.38 Ibid., p. 118.

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Y recuerdo los versos de otros dias;Aquellos seres misticos y raros,Que en su estricto lenguaje de armoniasTraducen incurables desamparos; 39

Esos versos aluden a Las montalas del oro, sin duda. El ardor queprovoca la presencia de la mujer amada, en este caso la esposa, despiertanuevamente aquellas emociones dolorosas que el poeta expres6 en sus"versos de otros dias" aun no lejanos.

Los otros poemas, mas recientes, ostentan la frivolidad con queLugones busca ocultar las emociones mas hondas en sus libros posteriores.Hay ironia y hasta mofa del amor. Por ejemplo, en "Endecha" dice:

iBien hayan las horas muertasEn que, celando un tesoro

Para mi,Abri6 tus ebirneas puertasLa liavecita de oro

De tu si!

Claras volvimos las foscasDudas con que amor se vela

Por afeite,Y fue dulzura sin moscasLa mirifica mistela

Del deleite.40

Pareciera que el amor conyugal, al consagrar la uni6n amorosa queantes estaba rodeada de pecado, le hubiera quitado el sentido sombrio alamor adolescente. El personaje femenino de todo el libro es el mismo.La reiterada descripci6n de esta mujer menuda, palida y de cabellos rene-gridos da un retrato completo de Juana Gonzalez, su "sponsa unicissima".

La obra termina con un grupo de poemas titulado "Ocasos salvajes"(pp. 178-x88) donde se halla una combinaci6n extraordinaria de tonoty estilos: el parnasiano en "Le6n cautivo" y "El crepisculo de los c6n-dores" cuyo terma y titulo recuerdan a Leconte de Lisle; la poesia er6ticay elegiaca en "Ave Mia, Gratia Plena" y "Rosas de tu sendero"; y el

39 Ibid., p. 139.40 Ibid., p. 141.

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realismo en "Emoci6n aldeana". Es palpable en ambos poemas de corteparnasiano la fina ironia41 con que se aplican los recursos poeticos dedicha escuela:

Grave en la decadencia de su prez soberana,Sobrelleva la aleve clausura de las rejas,Y en el ocio reumtico de sus garras ya viejas.La ignominia de un sordo lumbago lo amilana.

Mas a veces el impetu de su sangre africanaRepliega un arrogante fruncimiento de cejas,Y entre el huracanado tumulto de guedejasEnnoblece su rostro la vertical humana.

Es la hora en que hacia el vado, con nerviosas cautelas,Desciende el azorado trote de las gacelas.Bajo la tirania de ataivicos misterios,

La fiera siente un 16gubre influjo de destino,Y en el oro nictilope de su ojo mortecinoSe hastia una magninima desilusi6n de imperios.42

"Emoci6n aldeana", cuya versificaci6n irregular anticipa al Lunariosentimental, presenta el mismo caracter descriptivo de las Odas seculares,es decir, estampas de villa provinciana que empieza a crecer al impulsoinmigratorio, y que al convertirse en ciudad adquiere rasgos particulares.El poeta parece haberse especializado en la pintura de esos rasgos a partirde 1910, presentando una sucesi6n de instantes en la vida de las ciudades,de los campos, y de la naturaleza, reviviendo momentos dram.ticos de lahistoria nacional y manifestando, en fin, la ambiciosa intenci6n de poetizartoda la realidad argentina y las consecuencias para ella de los avances dela civilizaci6n moderna.

ROBERT M. SCARI

University of Chicago

4l En "El creptisculo de los c6ndores", (pp. 179-181), que no reproduzcopor demasiado largo, el lector hallari un ejemplo mucho mais claro de 1o que aquise sostiene.

42 Obras poeticas cornpletas, p. 178.

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