Los desayunos de stefania
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Estefanía trabaja como secretaria en una empresa de telecomunicaciones en pleno centro financiero de San Isidro. Su jornada laboral empieza a las siete de la mañana,
por lo que difícilmente le alcanza el tiempo para desayunar en su casa.
Normalmente al llegar al paradero de buses de la avenida Javier Prado toma “al paso” un emoliente o quinua con leche con un pan con tortilla, jamón o queso.
La calidad del desayuno no es la mejor, pero no se puede pedir más por los S/.2 a S/.3.5 que paga.
Los restaurantes y cafeterías de la zona, por un café con un sándwich cobran más de S/.7. Por otro lado, el emoliente es la única opción disponible en la primera hora del día.
Estefanía comenzó a pensar cuál era la mejor opción para desayunar. Para ella el desayuno mínimo indispensable consistía en:
Un Café con leche .Un sándwich mixto de jamón con queso .Un jugo de naranja
La mayoría de oficinistas como Estefanía traen sus almuerzos desde sus hogares, por lo que un recipiente más para el desayuno resultaba incomodo.
Por ello, pensó en un envase que sea lo más práctico posible.
Recordó que hace unos días su jefa recibió a través de una empresa un desayuno con rosas, enviado por su novio. Se trataba de una bandeja que contenía un jugo, café,
rosquillas, un sándwich, ensalada de fruta y una chocoteja.
Estefanía pensó que en un formato “mini”, de este empaque sería perfecto para sus desayunos diarios. Cogió un cuaderno espiral y sobre su tapa comenzó a trazar los
posibles compartimentos:
El material del empaque tendría que ser resistente para que conserve medianamente la temperatura del café y el sándwich. Por ello pensó en las cajas en que vienen las pizzas por delivery.
Los vasos también tendrían que ser resistentes al calor y herméticos, de tal manera que no se derramaran y en el trayecto a la oficina.
Conforme pasaban los días, el modelo de empaque de Estafanía tomaba forma, hasta que un buen día encontró a un proveedor y con el diseño elaboró un ciento de empaques.
Nuestra amiga comenzó a llevar sus desayunos en estos “packs” y más de un compañero de trabajo comenzó a pedirle que también le trajera desayuno en estos envases.
Al cabo de un mes, Estefanía vendía 20 packs de desayuno diarios a S/.7 cada uno, aunque los pedidos eran mucho mayores.
Al siguiente mes, se decidió finalmente formalizar este negocio, pero antes tenía que encontrar el material adecuado para el empaque que no fuera tan caro.
Además tenía que mejorar la distribución de los compartimentos en medidas exactas, así como su presentación (colores, diseños e información de contacto) y también debía considerar
nuevos modelos para desayunos más contundentes.