Los Dinamismos de La Persona

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LOS DINAMISMOS DE LA PERSONA A la persona -a nosotros mismos- la conocemos por experiencia propia. Comprendemos “en carne propia” lo que es la persona porque podemos tratar de entender cuáles son sus anhelos y qué es lo que realmente pretende. Qué es lo que nos mueve a actuar, podemos entenderlo mirándonos a nosotros mismos -y así podremos entender también a los demás-. Desde esta experiencia inmediata y básica de mirar hacia nuestros adentros y hacia nuestro entorno, constatamos lo siguiente: la persona está llamada a la plenitud, existe en ella un deseo de plenitud, cuya realización pasa por el encuentro con los otros. En nosotros descubrimos un sentido radical (de raíz) que orienta nuestra vida hacia esa plenitud que anhelamos. a-La persona es deseo de plenitud La esencia de la persona es dinámica, y el dinamismo más radical, más hondo, que hallamos en nosotros es la aspiración hacia una plenitud, el anhelo de existir, de ser y seguir siendo. Queremos siempre ir a más. En todas las personas se da este deseo, por encima de muchos deseos puntuales. Más allá de los meros deseos naturales, o de aquellos que promueve en nosotros la sociedad, buscamos plenitud, es decir, buscamos sobrepasarnos, ir más allá de nosotros mismos. La prueba es que todos aspiramos a más, que nadie se conforma definitivamente con lo logrado en algún ámbito de su vida: quien tiene amigos, quiere nuevos amigos; quien tiene dinero, quiere tener más; quien sabe mucho, quiere saber mucho más; quien se domina a sí mismo, querría controlarse con mayor precisión... La experiencia muestra que la satisfacción de los deseos nunca calma el deseo de fondo. Los deseos cotidianos vienen a ser como el horizonte: cuanto más nos acercamos a él, más se aleja. Lo que creíamos iba a colmarnos (como un estupendo viaje que estamos preparando, conseguir tal objeto, o llegar a captar la atención de cierta persona) nos deja, al cabo, más insatisfechos. Esto es así porque el deseo radical que albergamos nace por encima de todo lo que nos puede faltar o satisfacernos 1 . Sucede, en realidad, que la persona misma es deseo, y por eso nunca puede ser quietud: el deseo es inquietud, pregunta, búsqueda... Nos lanza a la búsqueda de aquello que pueda proporcionar sentido a ese anhelo de sentido que albergamos. Por otra parte, este deseo de plenitud es también deseo de equilibrio pleno, de unificación plena. Se trata del deseo de vivir unificada y equilibradamente todas las dimensiones de la vida: corporal, intelectual, afectiva y volitiva; de vivir unificadamente el cultivo de la intimidad y la realización de su apertura a través del encuentro. Esto se traduce en la orientación esencial de la vida de cada persona. No se trata, pues, de buscar la propia realización, sin más. La búsqueda ciega de la realización y del éxito suele acarrear comportamientos obsesivos y compulsivos, además de estrés. Las personas que buscan la autorrealización directamente, separada de una misión en la vida, no la suelen lograr, de hecho 2 . Esta realización requiere cierto sentido y fundamento, cierta definición y orientación. Como escribe Víctor Frankl, “lo que el ser humano quiere realmente no es la felicidad en sí, sino un fundamento para ser fel iz” 3 . Porque no se trata de ser feliz, sin más, sino de hallar el camino de la propia felicidad, de darle forma a esa felicidad anhelada que vamos encarnando a lo largo de la vida. La felicidad y el placer, procurados por sí mismos, son esquivos, y suelen dar lugar a ciertas neurosis. La clave de la felicidad está no tanto en buscarla por sí misma -no en buscarse a sí mismo como meta, desde luego- sino en vivir hacia algo o hacia alguien, con olvido de uno mismo 4 . Pues cuando ha fracasado la búsqueda de sentido la vida tiende a replegarse sobre sí misma.

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ETICA

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  • LOS DINAMISMOS DE LA PERSONA

    A la persona -a nosotros mismos- la conocemos por experiencia propia. Comprendemos

    en carne propia lo que es la persona porque podemos tratar de entender cules son sus anhelos y qu es lo que realmente pretende. Qu es lo que nos mueve a actuar, podemos

    entenderlo mirndonos a nosotros mismos -y as podremos entender tambin a los

    dems-. Desde esta experiencia inmediata y bsica de mirar hacia nuestros adentros y

    hacia nuestro entorno, constatamos lo siguiente: la persona est llamada a la plenitud,

    existe en ella un deseo de plenitud, cuya realizacin pasa por el encuentro con los otros.

    En nosotros descubrimos un sentido radical (de raz) que orienta nuestra vida hacia esa

    plenitud que anhelamos.

    a-La persona es deseo de plenitud

    La esencia de la persona es dinmica, y el dinamismo ms radical, ms hondo, que

    hallamos en nosotros es la aspiracin hacia una plenitud, el anhelo de existir, de ser y

    seguir siendo. Queremos siempre ir a ms. En todas las personas se da este deseo, por

    encima de muchos deseos puntuales. Ms all de los meros deseos naturales, o de

    aquellos que promueve en nosotros la sociedad, buscamos plenitud, es decir, buscamos

    sobrepasarnos, ir ms all de nosotros mismos. La prueba es que todos aspiramos a ms,

    que nadie se conforma definitivamente con lo logrado en algn mbito de su vida: quien

    tiene amigos, quiere nuevos amigos; quien tiene dinero, quiere tener ms; quien sabe

    mucho, quiere saber mucho ms; quien se domina a s mismo, querra controlarse con

    mayor precisin... La experiencia muestra que la satisfaccin de los deseos nunca calma

    el deseo de fondo. Los deseos cotidianos vienen a ser como el horizonte: cuanto ms

    nos acercamos a l, ms se aleja. Lo que creamos iba a colmarnos (como un estupendo

    viaje que estamos preparando, conseguir tal objeto, o llegar a captar la atencin de cierta

    persona) nos deja, al cabo, ms insatisfechos. Esto es as porque el deseo radical que

    albergamos nace por encima de todo lo que nos puede faltar o satisfacernos1. Sucede, en

    realidad, que la persona misma es deseo, y por eso nunca puede ser quietud: el deseo es

    inquietud, pregunta, bsqueda... Nos lanza a la bsqueda de aquello que pueda

    proporcionar sentido a ese anhelo de sentido que albergamos.

    Por otra parte, este deseo de plenitud es tambin deseo de equilibrio pleno, de

    unificacin plena. Se trata del deseo de vivir unificada y equilibradamente todas las

    dimensiones de la vida: corporal, intelectual, afectiva y volitiva; de vivir unificadamente

    el cultivo de la intimidad y la realizacin de su apertura a travs del encuentro. Esto se

    traduce en la orientacin esencial de la vida de cada persona. No se trata, pues, de

    buscar la propia realizacin, sin ms. La bsqueda ciega de la realizacin y del xito

    suele acarrear comportamientos obsesivos y compulsivos, adems de estrs. Las

    personas que buscan la autorrealizacin directamente, separada de una misin en la

    vida, no la suelen lograr, de hecho2. Esta realizacin requiere cierto sentido y

    fundamento, cierta definicin y orientacin. Como escribe Vctor Frankl, lo que el ser humano quiere realmente no es la felicidad en s, sino un fundamento para ser feliz3. Porque no se trata de ser feliz, sin ms, sino de hallar el camino de la propia felicidad,

    de darle forma a esa felicidad anhelada que vamos encarnando a lo largo de la vida.

    La felicidad y el placer, procurados por s mismos, son esquivos, y suelen dar lugar a

    ciertas neurosis. La clave de la felicidad est no tanto en buscarla por s misma -no en

    buscarse a s mismo como meta, desde luego- sino en vivir hacia algo o hacia alguien,

    con olvido de uno mismo4. Pues cuando ha fracasado la bsqueda de sentido la vida

    tiende a replegarse sobre s misma.

  • Pero aunque la persona percibe este deseo de plenitud, tambin experimenta una

    carencia, una privacin: se da cuenta de su menesterosidad, de sus limitaciones, de su

    impotencia. Si mira dentro de s con detenimiento, percibe la distancia que hay entre lo

    que es y lo que est llamada a ser (lo que en profundidad desea). Por eso, la vida

    tambin conlleva inseguridad y dolor. Mas no son stas sus ltimas palabras, porque el

    deseo volver a traer consigo nuevas promesas de plenitud. Pero se ha de contar con

    esta contrapartida de lo negativo, de lo dificultoso, porque forma parte de los escollos

    del camino.

    b-El encuentro con los otros

    En la vida descubrimos que todo crecimiento hacia la plenitud slo se da en el

    encuentro con los otros, porque ellos son impulso y apoyo de esa plenitud de la propia

    persona. En esto consiste la segunda constatacin: el descubrimiento de la esencial

    apertura a los dems y al compromiso con ellos. Nadie es creativo ni crece, si no se

    siente cautivado por un valor, por un ideal, pero, sobre todo, por alguien capaz de

    lanzarle ms all de s mismo y de engrandecerle. En realidad, todo valor y todo ideal

    solemos recibirlos de alguien en quien creemos y a quien amamos. Y difcilmente

    iremos ms all si no nos vemos apoyados por otros. Desde lo ntimo, descubrimos

    como esencial la necesidad de la relacin con los dems. En el crecimiento personal, el

    dinamismo de ir a ms se abre y se modula casi siempre en funcin de un encuentro. La

    experiencia del otro como imprescindible para que yo llegue a ser yo es tan primigenia

    como la tendencia a la plenitud.

    c-El sentido existencial

    Lo tercero que constatamos es que la propia vida y cada circunstancia dentro de ella

    tienen un sentido, un para qu que podemos descubrir. La tarea de vivir consiste

    precisamente en descubrirlo, para comprometernos con l. El sentido es la respuesta al

    deseo: El deseo es el movimiento fundamental, la pura manifestacin de la pasin, la orientacin absoluta5. Se trata de un horizonte de valores, de un para qu que cada uno tiene que descubrir. Para realizar su plenitud, la persona ha de encontrar un horizonte

    hacia el que orientar su crecimiento. Lo que deseamos las personas, ms all del placer,

    del poder, del saber o de la riqueza, es un sentido en el que caminar hacia nuestra

    plenitud. El sentido es aquella orientacin, aquel para qu, que descubrimos como camino para ir ms all de nosotros mismos, para ir de nosotros al otro, hacia la

    plenitud, hacia la radical superacin en uno mismo.

    .-El sentido es la respuesta a los dones recibidos

    Reconocer lo recibido y responder con agradecimiento hace creativa a la persona y le

    permite extraer lo mejor de ella misma. Es el resultado de acoger las posibilidades ms

    posibilitantes (Zubiri) y realizarlas. Y esto es fuente de crecimiento y de alegra, que se

    traduce en un fecundo dar de s. Esto es as porque la persona es respuesta a esa llamada

    en que cada uno consiste. Lo que cada uno es constituye una llamada que tiene como

    respuesta la propia vida. Por qu somos capaces de responder? Sencillamente, porque

    somos amados. Soy amado, luego existo6. Por el amor, he sido llamado a ser, y a ser precisamente yo. Mi vida es, as, respuesta a ser quien estoy llamado a ser.

    Pero esta visin no procede de las necesidades que en s halla la persona, sino de una

    experiencia de sobrepasamiento. Se trata de un sentido personal (subjetual, por tanto),

  • pero no subjetivo, es decir, no depende de la imaginacin, de la voluntad o de la

    inteligencia personales.

    .-El sentido se puede descubrir, no se inventa

    Lo que hay que inventar es el modo en que el proyecto vital responde a ese sentido, esto

    es, la manera en que llevo a cabo en mi vida lo que he descubierto como valioso, como

    iluminador, como esencia. Y esto es posible por el descubrimiento de la propia

    vocacin, el signo personal que orienta sobre lo que estamos llamados a ser cada uno y

    que vamos descubriendo en el vivir mismo, paulatina y cotidianamente.

    .-El sentido tensa la vida

    No es eliminando tensiones y responsabilidades, sino asumindolas y hasta

    aumentndolas, como la persona crece y se fortalece. Ser persona, escribe Vctor Frankl,

    significa hallarse permanentemente confrontado con situaciones que son, al mismo tiempo, don y tarea. La tarea de una situacin consiste en realizar su sentido. Y lo que al

    mismo tiempo nos da es la posibilidad, mediante el desempeo de dicha tarea, de

    realizarnos a nosotros mismos7. La persona est, as, llamada, a hacerse cargo de s misma, a hacerse responsable de s misma.

    .-La triple fuente del sentido

    El sentido existencial se puede encontrar en una triple direccin8:

    Desde la creatividad, es decir, desde las propias ocupaciones y trabajos, en las

    tareas que desempeemos en favor de los dems. Hallamos sentido en cualquier

    accin donde nos explayemos y realicemos, donde despleguemos nuestra

    voluntad, nuestras potencialidades, nuestro particular saber hacer, nuestras

    fuerzas, conquistando metas y objetivos.

    Desde las vivencias de la apertura a otros, es decir, desde la apertura al amigo,

    a la pareja, a la familia, a la comunidad. Entre ellas, la apertura a la Persona

    (Dios) ser una fuente privilegiada de sentido, por cuanto es el sentido por

    excelencia y fundamento del mismo. Se trata de hallar un sentido en toda

    experiencia amorosa (en el sentido ms amplio y fecundo del trmino) donde se

    da un encuentro enriquecedor entre personas.

    Desde la experiencia de la pasividad y el dolor. No hay ninguna situacin en la vida que realmente carezca de sentido -escribe Vctor Frankl-. Esto significa que

    los aspectos aparentemente negativos de la existencia humana, y en especial esa

    trada trgica en la que se incluyen dolor, culpa y muerte, pueden tambin llegar

    a transformarse en algo positivo cuando se afrontan con la postura y actitud

    correctas9. Se refiere a cuanto nos sobreviene sin nuestra voluntad, y nos limita. Es todo lo negativo que aparece en la vida: accidentes, enfermedades, dolor,

    inferioridades fsicas, psquicas o morales, defectos, heridas fsicas o psquicas...

    En una palabra, el misterio del mal. Pero en el sufrimiento, en el dolor, en la

    culpa o en la muerte, es posible hallar sentido. Habremos de situarnos ms all

    de la resignacin. Es posible crecer a raz de estas experiencias de dolor,

    sufrimiento, muerte o culpa, pero hace falta trascender la situacin, abrindonos

    a un sentido que ilumine, aunque sea muy tmidamente, la pasividad. Cuntas

    veces una enfermedad o el cautiverio no han sido decisivos en el desarrollo de lo

    ms valioso de una persona! Aqu el sufrimiento se presenta como tarea, como

    responsabilidad personal: No hay nada en el mundo -escribe Frankl- que sea tan capaz de consolar a una persona como tener conocimiento de un deber

    especfico, de un sentido muy concreto, no en el conjunto de su vida, sino aqu y

    ahora, en la situacin concreta en la que se encuentra10. (Y recurdese que el

  • mismo Frankl sobrevivi a un campo de trabajo nazi y fue catedrtico de

    Neurologa y Psiquiatra en la Universidad de Viena).

    La persona puede crecer y madurar en estas condiciones adversas, pues ellas mismas

    suponen una invitacin al crecimiento y a una mayor libertad interior. No hay frmulas,

    es cierto. Pero todo depende de la actitud que se tome. El ser humano puede ir ms all

    del sufrimiento y aprender de l, pues, como una vez ms escribe Frankl, el sufrimiento hace al ser humano lcido y al mundo difano11. No quiere esto decir que el sufrimiento sea necesario para hallar sentido, sino que el sentido es posible incluso en

    el sufrimiento inevitable.

    -Qu sucede si no se encuentra, se rechaza o se ignora el sentido?

    Cuando la vida carece de un sentido global, aparece la enfermedad psquica ms

    extendida: neurosis por ausencia de sentido. Es una radical frustracin existencial que

    afecta a lo ms ntimo de la persona. Las consecuencias de este vaco existencial son

    muy variadas: unas afectan a las actitudes ante la vida, y otras son psicopatolgicas.

    Entre las primeras, el hedonismo compulsivo, el conformismo y el totalitarismo. La

    bsqueda compulsiva de placer es resultado de la insatisfaccin existencial. Pero

    tambin lo es hacer lo que hacen todos como si fuera lo nico posible (conformismo), o

    hacerlo dejndose guiar ciegamente por las directrices de la mentalidad dominante

    (totalitarismo). Entre las segundas, lo que Frankl denomina trada neurtica: adicciones, depresiones y agresividad.

    1 Emmanuel Lvinas, Humanismo del Otro Hombre, Caparrs, Madrid, 1993, p. 42.

    2 A. H. Maslow, Comments on Dr. Fkankls Papers, en A.J. Sutich y M. A. Vichs (dir), Readings in Humanistic Psychology, Free Press, Nueva York, 1969.

    3 Vctor Frankl, El hombre doliente, Herder, Barcelona, 1994, p. 11.

    4 Ibid., p. 65.

    5 Emmanuel Lvinas, op. cit., p. 43.

    6 Vase el libro homnimo de Carlos Daz: Soy amado, luego existo, Descle de

    Brouwer, Bilbao, 1999.

    7 Vctor Frankl, La presencia ignorada de Dios, Herder, Barcelona, 1995, p. 108.

    8 Cfr. V. Frankl, La voluntad de sentido, cit., pp. 33-38, 247 ss; El hombre doliente, cit.,

    p. 21, 63 ss, 72-73, 249ss; El hombre en busca de sentido, pp. 108-113; En el principio

    era el sentido, pp. 44-45.

    9 Ibid., p. 110.

    10 V. Frankl, En el principio era el sentido, Paids, Barcelona, 2000, p. 35.

    11 Ibid., p. 225.