Los efectos de las resoluciones de la Asamblea General y ...

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1 Hipertexto de Derecho Internacional Público M iguel Villamizar Bibiana Jurado Artículo de análisis de la investigación Los efectos de las resoluciones de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas dentro del sistema del Derecho Internacional Público Fernando Bermúdez Durana 200323635 Bogotá D.C. Diciembre 2 de 2008

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Hipertexto de Derecho Internacional Público

Miguel Villamizar

Bibiana Jurado

Artículo de análisis de la investigación

Los efectos de las resoluciones de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas dentro del sistema del Derecho

Internacional Público

Fernando Bermúdez Durana

200323635

Bogotá D.C.

Diciembre 2 de 2008

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Índice

1. Introducción

2. Marco normativo

2.1 Resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas

2.2 Resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas

3. Efectos de las resoluciones y el concepto de derecho blando

3.1 Efectos de las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones

Unidas

3.1.1 Efecto generador

3.1.1.1 Opinión Consultiva sobre Sahara Occidental

3.1.1.1.1 Hechos relevantes

3.1.1.1.2 Consideraciones de la Corte Internacional de Justicia

Justicia

3.1.2 Carácter vinculante

3.1.2.1 “Consecuencias legales para los Estados por la presencia continua de

Suráfrica en Namibia”

3.1.2.1.1 Hechos relevantes

3.1.2.1.2 Consideraciones de la Corte Internacional de Justicia

3.2 Efectos de las resoluciones del Consejo de Seguridad

3.2.1 Carácter vinculante

3.2.1.1 “Consecuencias legales para los Estados por la presencia continua de

Suráfrica en Namibia”

3.2.1.1.1 Hechos relevantes

3.2.1.1.2 Consideraciones de la Corte Internacional de Justicia

3.2.1.2 “Asunto de las cuestiones de interpretación de la Convención de

Montreal de 1971”, (Caso Lockerbie)

3.2.1.2.1 Hechos relevantes

3.2.1.2.2 Consideraciones de la Corte Internacional de Justicia

4. Conclusiones

5. Bibliografía

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1. Introducción

En las relaciones internacionales hoy, se le reconocen deberes y derechos propios a

las organizaciones internacionales, así como una personalidad jurídica (Shaw,

1997: Pp. 38-39). Dicha situación se remonta al año de 1949, cuando a través de

una opinión consultiva1, la Corte Internacional de Justicia señaló que la

Organización de las Naciones Unidas (ONU) era un sujeto de derecho internacional

que podía hacer cumplir sus derechos al traer reclamaciones relativas al

incumplimiento del derecho internacional2.

En la medida en que más Estados han entrado a formar parte de la comunidad

global, el derecho internacional ha aumentado su espectro de aplicación a

numerosos temas. Ya no se trata únicamente de temas relacionados al territorio y la

jurisdicción de los Estados, sino que temas como los derechos humanos, el medio

ambiente, el desarrollo y el terrorismo3 han adquirido nuevos lugares en la materia

(Shaw, 1997; Pp. 39-40).

En esas novedosas áreas del derecho internacional se encuentra la relativa a las

Organizaciones Internacionales. Estas organizaciones son diseñadas, creadas y

utilizadas para alcanzar los objetivos propuestos por sus Estados miembros de las

mismas, es decir, no son creadas como fines en sí mismos (Urueña, 2008: Pp. 3).

En esa medida los miembros discuten y toman muchas decisiones en diversos

temas, pero; ¿En qué medida son las decisiones de estas organizaciones fuentes de

derecho internacional? ¿Qué función se les puede atribuir dentro del derecho

internacional público?                                                                          1 Los artículos 65 del Estatuto de la Corte Internacional y 96 de la Carta de la ONU señalan que únicamente pueden solicitarle a la Corte una opinión consultiva la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de la ONU. Es importante señalar que en principio, las opiniones consultivas son meramente un consejo, y por tanto no tienen un carácter vinculante. Pueden llegar a adquirir fuerza jurídica, en aquellos casos en donde los Estados así lo acepten, es decir que manifiesten de manera expresa el compromiso de considerarla obligatoria (Galland y Rivas: Pp. 194; Urueña, 2008: Pp. 267-268). 2 Opinión Consultiva, “Reparación por los perjuicios sufridos al servicio de las Naciones Unidas, Reportes CIJ, 1949. 3 Frente al tema del terrorismo es muy interesante ver lo señalado por la Corte Internacional de Justicia en el caso Lockerbie, así como las sanciones que le impuso el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas por medio de la Resolución 748 de 1992 a Libia por el atentado contra un avión de Pan American en 1988. La Corte le reconoció el carácter vinculante a las resoluciones del Consejo en el tema del terrorismo, basándose en el mandato que le fue entregado para proteger la paz y la seguridad internacional. Este caso se desarrollará en la sección 3.2.1.2 del artículo.

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Si bien es cierto que la ONU ha jugado un rol importante en el mundo, no resulta

del todo claro que sea un sujeto en el derecho internacional con las herramientas

necesarias para hacer cumplir sus mandatos4. En esa medida resulta fundamental

analizar las fuentes del derecho internacional, con el fin de comenzar a dilucidar en

donde podrían encajar las resoluciones de la Asamblea General y el Consejo de

Seguridad, o al menos entender el efecto que tienen en el sistema jurídico

internacional.

Existe un consenso entre los principales doctrinantes del derecho internacional

(Brownlie, 1996: Pp. 1-4; Harris, 1991: Pp. 23-24; Herdegen, 2005; 113-115;

Shaw, 2001: 54-56), que las fuentes del Derecho Internacional Público en términos

generales son las contenidas en el artículo 38 del Estatuto de la Corte Internacional

de Justicia: (i) las convenciones internacionales; (ii) la costumbre internacional; (iii)

los principios generales del derecho y; (iv) la jurisprudencia y la doctrina. Si se

toma ese artículo (38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia) en sentido

estricto, actos como las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones

Unidas y del Consejo de Seguridad carecerían en apariencia de carácter vinculante

en el derecho internacional. Sin embargo, la Corte Internacional de Justicia (en

adelante CIJ) ha señalado por medio de diferentes sentencias y opiniones

consultivas que los actos expedidos por estos órganos pueden tener diferentes

efectos, e incluso llegar a tener efectos vinculantes para los Estados.

La situación descrita evidencia la pertinencia de analizar, desde el derecho

internacional, cuál es el efecto de las resoluciones de la Asamblea General de las

Naciones Unidas (en adelante AG) y del Consejo de Seguridad de la misma

organización internacional (en adelante CS) frente al ámbito de las fuentes del

sistema de Derecho Internacional Público, acorde a lo señalado por la

jurisprudencia de la CIJ y los más reconocidos doctrinantes frente al tema que se ha

expuesto. Ese es precisamente el objetivo central del presente ensayo.

                                                                         4 Un ejemplo de ello ha sido la discusión que se ha generado entre el choque que se produjo en el seno de la ONU con respecto a la invasión de Irak por parte de Estados Unidos en marzo de 2003 y la posición de la Guerra Preventiva.

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Para darle mayor claridad al lector, en la primera parte del artículo se esbozará el

marco normativo que rige el tema de las resoluciones de la AS y del CS de las

Naciones Unidas. En la segunda se analizará el efecto que tienen las mismas en la

práctica, a partir de lo resuelto por la Corte Internacional de Justicia y lo señalado

por la doctrina. Finalmente, se presentaran las conclusiones generales a partir de lo

expuesto.

2. Marco normativo

2.1. Resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas

Antes de analizar cuál es el efecto de las resoluciones de la AG es importante ver

cuáles son los alcances normativos de sus poderes y funciones dentro del sistema

del Derecho Internacional Público. En esa medida, en este numeral se expondrá

brevemente lo que se estipuló en la Carta de las Naciones Unidas, frente a las

funciones de este órgano que representa a la totalidad de los miembros de la

Organización.

La ONU fue creada tras el fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945 por los

aliados que resultaron victoriosos. En el artículo 1 de la Carta de la organización se

establecieron los propósitos de la misma, los cuales se pueden resumir de la

siguiente manera: (i) el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, (ii)

el desarrollo de relaciones de amistad entre las naciones a partir del desarrollo del

derecho a libre determinación de los pueblos, (iii) alcanzar la cooperación

internacional para dar solución a los problemas económicos, sociales, culturales y

humanitarios, así como la promoción del respeto por los derechos humanos y las

libertades fundamentales y, (iv) servir como centro entre las naciones para alcanzar

los anteriores fines. Así mismo, se establecieron seis (6) órganos internos

principales, tres de los cuales tienen relevancia fundamental para el desarrollo del

6  

artículo: La Asamblea General, el Consejo de Seguridad y la Corte Internacional de

Justicia5.

Las funciones de competencia de la AG de la ONU se pueden llevar a cabo a

través de dos tipos de actos: (i) los que tienen un carácter obligatorio jurídicamente

para sus miembros y, (ii) los que se toman tras un proceso de deliberación y cuya

conclusión es expedir recomendaciones6.

Dentro de los actos que tienen carácter obligatorio se pueden encontrar dos grandes

subgrupos: (i) las decisiones y, (ii) las resoluciones organizacionales. Las primeras

no resultan muy comunes, pero un ejemplo de ellas es la aprobación del

presupuesto de la ONU, a cargo de la AG (artículo 17 de la Carta). Ahora bien,

dentro de las resoluciones organizacionales se encuentran aquellas mediante las que

se decide acerca de la creación de un nuevo órgano subsidiario (artículos 22 y 29 de

la Carta), la elección de los miembros no permanentes del CS, del Consejo

Económico y Social, el Consejo de Administración Fiduciaria o la escogencia del

Secretario General de la Organización (Conforti, 2005: Pp.294-296 y; Verdross,

1982: Pp.498-499).

Frente a la segunda categoría, es decir las recomendaciones, el artículo 10 de la

Carta de las Naciones Unidas señala que la AG está facultada para discutir

cualquier asunto que se enmarque dentro de los límites del texto, o que haga

referencia a las funciones y poderes de cualquiera de los órganos creados por la

misma Carta. Así mismo señala que podrá hacer recomendaciones a los miembros

de la ONU, al Consejo de Seguridad o a ambos, dentro de los límites contemplados

en el artículo 11. Este último artículo señala que la AG “podrá considerar los

principios generales de la cooperación en el mantenimiento de la paz y la seguridad

internacional” e “incluso los principios que rigen el desarme y la regulación de los

                                                                         5 Los otros órganos son, de acuerdo al artículo 7 de la Carta de las Naciones Unidas: (i) El Consejo Económico y Social, (ii) Consejo de Administración Fiduciaria y, (iii) la Secretaría. 6Es preciso señalar que estos actos son conocidos como actos unilaterales (Galland y Rivas: Pp: 93-104). Así mismo es preciso anotar que los actos que tienen carácter de recomendación son los que generan problemas de interpretación frente a su obligatoriedad (Verdross, 1982: Pp. 496).   

7  

armamentos”. De acuerdo al mismo artículo, la AG puede discutir sobre aquellos

temas cuando le sean presentados por un Estado miembro, el Consejo de Seguridad

o un Estado que no sea miembro de la ONU en la medida en que acepte en lo

relativo a la controversia, las obligaciones que contiene la Carta con respecto al

arreglo pacífico de las mismas. De esa forma, la AG puede hacer recomendaciones

a los Estados interesados, al CS o a ambos. Sin embargo es preciso señalar que

cuando la controversia requiera de acciones es necesario que se le informe al CS

antes o después de producida la discusión en el seno de la AG.

Sin embargo, es preciso aclarar que el artículo 12 de la Carta establece un límite al

accionar de la AG frente al CS. En esa medida, mientras en CS esté desempeñando

sus funciones asignadas por la Carta respecto a una controversia o situación

específica, la Asamblea General no podrá hacer recomendación alguna sobre tal

situación, salvo en el caso en donde el CS se lo solicite.

En conclusión, salvo los límites contemplados en el artículo 12 de la Carta de las

Naciones Unidas, la AG puede hacer recomendaciones que tiendan hacia el arreglo

pacífico de controversias, que a su juicio puedan perjudicar el bienestar general de

la comunidad internacional, o las relaciones amistosas entre los diferentes Estados,

así como las situaciones que resulten de la violación de las disposiciones de la Carta

de las Naciones Unidas. Así, se ve que al menos desde un plano meramente

normativo la AG está facultada para emitir recomendaciones, que en estricto

sentido, no tienen un carácter vinculante para los Estados miembros.

Como se expuso en esta sección, existen diferentes tipos de actos de la Asamblea

General, que dependiendo de su naturaleza pueden tener o no un carácter vinculante

para los miembros de la ONU. Mientras existen unas decisiones y unas

resoluciones que obligan a sus miembros, hay otras con carácter de recomendación

que generan problemas en su clasificación. Antes de desarrollar más a fondo estos

problemas bajo lo señalado en determinados casos por la Corte Internacional de

Justicia, es importante analizar las resoluciones del CS y sus efectos, ya que tienen

grandes diferencias con las de la AG.

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2.2. Resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas

En primer lugar es importante señalar que de acuerdo a la Carta de las Naciones

Unidas, el CS está compuesto por quince (15) miembros de la Organización de los

cuales cinco (5) son permanentes y diez (10) no permanentes elegidos por la AS por

periodos de dos (2) años7. El CS tiene como fin el asegurar una acción rápida y

eficaz por parte de la ONU hacia el mantenimiento de la paz y la seguridad

internacional. En esa medida, los miembros de la ONU reconocen que el CS actúa

en representación de ellos al desempeñar las funciones impuestas y aceptaron

respetar y cumplir las decisiones que tome de acuerdo al artículo 25 de la Carta.

Ahora bien, de acuerdo al artículo 33 de la Carta, cuando exista una controversia

entre diferentes partes, que sea susceptible de poner en peligro la paz y la seguridad

internacional, éstas deben tratar de solucionarlas mediante arreglos pacíficos

(negociación, mediación, conciliación, arbitraje, etc.). En aquellos casos en donde

el CS lo considere necesario podrá instar a las partes con el fin de que resuelvan sus

controversias por alguno de esos medios. De tal manera, el artículo 34 de la Carta

de las Naciones Unidas faculta al Consejo de Seguridad para que investigue

aquellas controversias que puedan llevar a producir una fricción de carácter

internacional, con el fin de determinar si tal situación puede poner en peligro la paz

y la seguridad de la comunidad internacional.

En esa medida, es necesario señalar que en primer lugar el CS puede hacer

recomendaciones sobre los procedimientos o métodos que permitan superar las

controversias que se han señalado a lo largo de este numeral. Así mismo, en

tratándose de controversias de índole jurídico, el CS debe tomar en consideración

que ellas deben ser sometidas por las partes a la Corte Internacional de Justicia,

acorde a las reglas contenidas en el Estatuto de dicho Tribunal8.

                                                                         7 En virtud del artículo 23 de la Carta de las Naciones Unidas, los miembros permanentes del Consejo de

Seguridad de las Naciones Unidas son: (i) la República de China; (ii) Francia; (iii) Rusia; (iv) el Reino Unido

de la Gran Bretaña y; (v) los Estados Unidos de América.  8 De acuerdo al artículo 36 de la Carta de las Naciones Unidas.

9  

En aquel caso en donde las partes no logren llegar a un arreglo de la controversia de

manera directa, o por medio de los medios pacíficos a los que se hizo referencia con

anterioridad, las partes deben someter sus diferencias al CS. Si este órgano

considera que aún se mantienen las condiciones de amenaza, podrá proceder de

acuerdo al artículo 36 (explicado brevemente con anterioridad) o si procede a

recomendar los términos generales del acuerdo.

Hasta este momento únicamente se han expuesto las funciones y poderes del CS de

seguridad dentro de un marco muy similar a las del AG, es decir, el poder de hacer

recomendaciones que no tienen un carácter vinculante como tal para las partes. Sin

embargo, es necesario señalar cuáles son aquellos casos en donde se diferencian, es

decir, aquellas decisiones del CS que sí tienen un efecto vinculante para los

miembros de la ONU.

En ese sentido, así como el CS puede tomar la decisión de hacer recomendaciones

en aquellos casos en donde exista una amenaza para la paz, el quebrantamiento de

la paz o un acto de agresión, también puede tomar la decisión de determinar las

medidas que deben ser tomadas con el fin de restablecer la paz y la seguridad de la

comunidad internacional. Así las cosas, de acuerdo al artículo 41 de la Carta de las

Naciones Unidas, el CS tiene la facultad de decidir qué medidas han de emplearse

para hacer efectivas sus decisiones, siempre y cuando no impliquen el uso de la

fuerza armada. El CS podrá instar a los miembros de la ONU para que apliquen las

medidas que sean determinadas en cada caso específico, “que podrán comprender la

interrupción total o parcial de las relaciones económicas y de las comunicaciones

ferroviarias, marítimas, aéreas, postales, telegráficas, radioeléctricas, y otros medios

de comunicación, así como la ruptura de relaciones diplomáticas”. En todo caso, de

acuerdo al artículo 42 de la Carta, si el CS considera que las medidas tomadas en

virtud del artículo 41, antes mencionado resultan inadecuadas o pueden serlo, podrá

ejercer “por medio de fuerzas aéreas, navales o terrestres, la acción que sea

necesaria para mantener o restablecer la paz y la seguridad internacionales”. Dicha

acción podrá comprender bloqueos, demostraciones así como otras operaciones

ejecutadas por fuerzas de los miembros de las Naciones Unidas. De todas formas,

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es importante tener en cuenta que al ser la ONU una organización eminentemente

política, cualquier decisión de estos órganos genera presión sobre los miembros en

alguna medida para acatar lo señalado (Conforti, 2005; Pp. 292-293).

Así las cosas, es posible determinar que desde un plano normativo, el CS a

diferencia de la AG tiene funciones y poderes a su cargo que le permiten expedir

resoluciones que tienen carácter vinculante para los miembros de las Naciones

Unidas. Una muestra de ello es lo señalado en el artículo 43 de la Carta, en donde

los países que suscribieron dicho texto se obligan a poner a disposición del CS

entre otras a fuerzas armadas, facilidades y ayuda necesaria para mantener la paz y

la seguridad internacional cuando así lo solicite.

3. Efectos de las resoluciones

Una vez analizado el carácter normativo de las resoluciones tanto de la AG como

del CS de las Naciones Unidas, es posible analizar cuáles son sus efectos a partir de

lo señalado por la doctrina y por la jurisprudencia internacional. Se procede a

analizar los efectos de las resoluciones, especialmente en el caso de las resoluciones

de la AG, que si bien aparentemente únicamente tienen efectos de recomendación,

en algunos casos se ha sostenido que pueden tener un efecto generador9 dentro del

sistema del Derecho Internacional Público o incluso un carácter vinculante.

3.1. Efectos de las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones

Unidas y el concepto de derecho blando

Como se mencionó anteriormente, para el desarrollo de esta parte del artículo se

recurrirá a lo señalado por la doctrina y la jurisprudencia de la Corte Internacional

de Justicia, con el fin de analizar los efectos de las resoluciones de la AG. En

primera medida se expondrá lo señalado por la doctrina, y luego se expondrá el

                                                                         9 Se hace re ferencia a un efecto generador, en la medida en que las Resoluciones de la AG pueden constituir un punto de partida de la formación de una costumbre internacional, en la medida en que si bien en un principio no genera obligaciones como tal, puede empezar a causar un comportamiento posterior por parte de los Estados miembros de acuerdo a lo señalado por medio del acto (Galland y Rivas: Pp. 88).

11  

desarrollo jurisprudencial mediante una breve exposición de algunos casos que han

desarrollado la materia.

De esta manera, es posible observar la dificultad que se tiene para clasificar los

efectos de las resoluciones de este órgano, en lo que los doctrinantes han llamado

soft law o derecho blando10. Por medio de este concepto, se ha caracterizado a

aquellas recomendaciones que no crean normas jurídicas como tal, es decir que se

encuentra en oposición al derecho vinculante o “hard law”, y por tal motivo el

concepto de derecho blando es erróneo para el caso que se está tratando (Urueña,

2008: Pp. 294). Lo que sí pueden crear es un derecho deseado (llamado lex

feranda), que posteriormente podrían ser incluidos en el marco de un tratado

internacional (Galland y Rivas; Pp. 98-99). Como lo sostiene Herdegen (2005: Pp.

164) “el concepto de soft law es sencillamente una expresión de una dificultad

jurídica para la clasificación de tales instrumentos, detrás de los cuales no existe

una clara voluntad jurídica de otorgarle carácter vinculante. Se trata de clasificar un

proceso de desarrollo, que puede llevar al establecimiento de un derecho

consuetudinario, o a la concreción de un principio general de éste.

Así las cosas, si bien en principio las resoluciones de la AG sólo tienen carácter de

recomendación (Herdegen, 2005: Pp. 161; Verdross, 1982: Pp. 496), algunos

doctrinantes consideran que en algunos casos se les puede atribuir un carácter

jurídicamente vinculante. Teniendo en cuenta que la AG es el órgano de las ONU

que representa a la totalidad de sus miembros, sus resoluciones, bajo ciertos

presupuestos, pueden entenderse como una expresión de la convicción legal

general, cumpliendo de esa manera con uno de los elementos del derecho

consuetudinario internacional11.

                                                                         10 Para mayor desarrollo del tema se recomienda ver a Álvarez, José E., International Organizations as Law-

Makers, Oxford University Press, Great Britain, 2006 11 Como se mencionó anteriormente, la costumbre, de acuerdo al artículo 38 del Estatuto de la Corte

Internacional es una fuente del derecho internacional público. Sin embargo, es necesario señalar unos puntos

que resultan claves para su entendimiento. Es preciso anotar que existen dos elementos fundamentales para que

se cree una norma por vía de la costumbre: (i) la práctica y (ii) la opinio iuris. Frente al tema de la práctica de

los Estados, toman especial importancia la duración, la consistencia, la repetición y la generalidad con que sea

practicada. En el derecho internacional, la duración no está delimitada como tal, y por ende depende del análisis

12  

Para que dicha resolución pueda tener en efecto un carácter legal, es necesario

partir del presupuesto que los Estados que aprobaron la resolución actúen con la

convicción de que el contenido de ella tiene en efecto un carácter vinculante

(Herdegen, 2005: Pp. 161-162).

Como la misma Corte Internacional de Justicia lo ha reconocido12, el hecho de que

existan numerosas resoluciones de la AG en donde se sancione una determinada

conducta numerosas veces no es suficiente para que se pueda concluir que se ha

generado una costumbre internacional. Tal es el caso de la amenaza o uso de armas

nucleares, toda vez que sí existen numerosas resoluciones que sancionan dicha

conducta, las decisiones se tomaron con muchos Estados que se abstuvieron o se

manifestaron abiertamente en contra.

En la Opinión Consultiva de 1996 sobre la materia, la Corte va más allá, e inclusive

entra a hacer un análisis más detallado del argumento sostenido por los países que

consideran que existe una prohibición a la amenaza o uso de armas nucleares cuya

fuente es la costumbre internacional, al señalar que el hecho que desde 1945 no se

haya hecho uso de estas armas demuestra tanto el factor objetivo como subjetivo de

la misma. Por su parte, otros Estados sostienen que si bien no se ha hecho uso de

las armas nucleares, siempre han mantenido la reserva a usarlas en caso de que sea

                                                                                                                                                                                                           para cada caso en particular. Frente al segundo y tercer elemento, la CIJ, en el caso Asylum (1950), el cual

trataba sobre un conflicto entre Perú y Colombia por la concesión de asilo al Sr. Haya de la Torre en la

embajada colombiana en Lima, definió la necesidad de que la práctica de los Estados sea uniforme y constante

(otros ejemplos que ilustran el tema particular son: (i) Reportes CIJ, Caso de las pesqueras anglo-noruegas

(1951), (ii) Reportes CIJ, Casos de la plataforma continental del Mar del Norte (1969) y Reportes CIJ,

Actividades militares y paramilitares en y en contra de Nicaragua (1986). Una vez es posible encontrar que el

comportamiento examinado cumple con los requisitos señalados para la práctica, es necesario analizar la opinio

iuris, es decir la manera en que los Estados ven su propio comportamiento. Para que se cumpla con este

requisito, resulta indispensable que el o los Estados consideren que la práctica que se ha venido realizando es

legalmente obligatoria (Shaw, 2001: Pp. 56-67). 12 Para el efecto resulta interesante tener en cuenta lo señalado por la Corte Internacional de Justicia en la

Opinión Consultiva, “Legalidad de la amenaza o uso de armas nucleares” del 8 de julio de 1996, en

http://www.icj-cij.org/docket/files/95/7495.pdf, consultada el 22 de febrero de 2008 a las 3:34 p.m.

 

13  

necesario en el ejercicio del derecho a la legítima defensa que surge de la

costumbre internacional, con el fin de proteger sus intereses vitales de seguridad.

Para la Corte, el hecho que las armas nucleares no hayan sido utilizadas en los

últimos 50 años, no demuestra que exista una opinio iuris que permita afirmar

contundentemente que la prohibición de uso de las armas haya adquirido carácter

de norma internacional vía costumbre. Por ello, la Corte señala que al no encontrar

en normas internacionales, ni en tratados ni en la costumbre, y teniendo en cuenta

el derecho a la legítima defensa, que no puede señalar que está prohibido el uso de

armas nucleares o su uso como amenaza, sobre todo ante la eventualidad de que

dicha acción ejecutada por un Estado tenga como fin su supervivencia.

No obstante, en otros documentos13, la Corte Internacional de Justicia ha

reconocido los diferentes efectos que pueden tener las resoluciones de la AG, a

saber: (i) efecto generador (sección 3.1.1) o, (ii) carácter vinculante bajo

circunstancias muy concretas (sección 3.1.2). A continuación se expondrán una

serie de casos en donde la Corte ha reconocido los efectos que pueden tener las

resoluciones de la AG, diferentes a la mera recomendación sin carácter vinculante

para las partes interesadas.

3.1.1 Efecto generador

Como se mencionó anteriormente, las resoluciones de la AG de las Naciones

Unidas por lo general únicamente tienen un carácter de recomendación, que en si

no es vinculante para los Estados miembros de la organización. Sin embargo, se

han presentado casos en donde la Corte Internacional de Justicia ha reconocido un

efecto generador de estos actos de la ONU, es decir, que lo que se señale en el texto

puede servir para que se desarrolle una norma de derecho internacional, con

carácter vinculante para los Estados.

                                                                         13 En las secciones 3.1.1 y 3.1.2 se explican más a fondo dos casos que ejemplifican lo anteriormente señalado: Caso sobre “Sahara Occidental” (1975) y Consecuencias legales para los Estados por la presencia continua de Suráfrica en Namibia (África Sur Occidental frente a la resolución 276 del Consejo de Seguridad” (1970), respectivamente.

14  

Para entender el llamado efecto generador es importante analizar lo señalado por la

Corte Internacional de Justicia en la Opinión Consultiva sobre “Western Sahara”

(1975), en donde se discutió sobre el alcance del principio de la libre determinación

de los pueblos. A continuación se expondrán los hechos relevantes del caso

particular para posteriormente proceder al análisis de la justificación del efecto

generador.

3.1.1.1 Opinión Consultiva sobre Sahara Occidental

3.1.1.1.1 Hechos relevantes

Desde 1884, el territorio del Sahara Occidental fue colonia de España, tras

otorgársele durante la Conferencia de Berlín. Sin embargo, tanto los gobiernos del

Imperio de Marruecos como el de Mauritania alegaron ante la ONU que ese

territorio hacía parte de sus respectivos países (Marruecos lo hizo desde 1961

mientras que Mauritania desde 1960, año en que se hizo miembro de dicha

organización). España por su parte alegó que el territorio objeto de la Opinión

Consultiva era terra nullius, es decir, tierra de nadie al momento de serle

concedido, y que por tanto las pretensiones de las otras dos partes eran infundadas.

La Asamblea General de las Naciones Unidas, por medio de las Resoluciones 1514

de 1960 y 2625 de 1970 había defendido el principio de la libre determinación de

los pueblos, y reiterado la necesidad de avanzar en los procesos de independencia o

integración de los territorios que aun permanecían como colonias. Ante la

controversia existente entre las naciones antes mencionadas, la AG le planteó dos

preguntas a la Corte Internacional de Justicia por medio de la Resolución 3292, con

el fin de que emitiera una Opinión Consultiva. Las preguntas fueron las siguientes:

1) ¿Era la zona del Sahara Occidental al momento de la colonización

por parte de España un territorio que no le pertenecía a nadie (terra

nullius)?; y si la respuesta a esta pregunta resultaba negativa;

2) ¿Cuáles son los vínculos legales de este territorio al Imperio de

Marruecos y a entidad mauritana?

15  

3.1.1.1.2 Consideraciones de la Corte Internacional de Justicia

Teniendo en cuenta que lo que se ha intentado desarrollar en este artículo son los

efectos que pueden tener las resoluciones de la AG de las Naciones Unidas, en este

numeral se plasmarán las conclusiones de la Corte Internacional de Justicia frente al

tema en concreto. Como se mencionó anteriormente, el desarrollo relevante gira en

torno al principio de la libre determinación de los pueblos analizado en esta

Opinión Consultiva, y los efectos generados principalmente en las resoluciones

1514 del 14 de diciembre de 1960 y 2625 del 24 de octubre de 1970 de la

Asamblea General de las Naciones Unidas en el proceso descolonizador de África

en el Siglo XX.

En primer lugar, es necesario señalar que la Carta de las Naciones Unidas, señala en

el numeral 2º del artículo 1º que uno de los propósitos de la Organización es

“fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al

principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los

pueblos(…)”. Ahora bien, en la Opinión Consultiva a la que se está haciendo

referencia se define el principio de la libre determinación de los pueblos como “la

necesidad de atender la voluntad libremente expresada de las gentes”.

Teniendo en cuenta que la Asamblea General de las Naciones Unidas le pregunta a

la Corte Internacional de Justicia dos preguntas concretas, ésta se limita a

contestarlas, haciendo obligatoriamente un análisis del principio a la libre

determinación de los pueblos, fundamental para el caso concreto, teniendo en

cuenta que se trataba de un territorio que permanecía como colonia española.

Con respecto a la primera pregunta planteada y, señalando el desarrollo del

principio de la libre determinación de los pueblos, la Corte recuerda lo que se

señaló en la Resolución 2625 de 1970, muy similar al contenido de la Resolución

1514 de 1960, recordando que:

16  

“Todo Estado tiene el deber de promover, a través de acciones

conjuntas y/o individuales la realización del principio de igualdad

de derechos y la libre determinación de los pueblos acorde a lo

señalado por la Carta de las Naciones Unidas, y así mismo de

brindar asistencia a las Naciones Unidas en llevar a cabo las

responsabilidades confiadas a ella por la AG con respecto a la

implementación del principio, con el fin: (…) (b) de traer a un

rápido fin al colonialismo, teniendo en cuenta la voluntad

libremente expresada por los pueblos”

De esta manera la Corte Internacional de Justicia reconoció la necesidad imperativa

de que los Estados miembros tomen las medidas necesarias para acabar con las

colonias existentes en el mundo, fundamentándose en la necesidad de cumplir y

respetar con el principio de la libre determinación de los pueblos, por medio del

cual los pueblos deben poder determinar su estatus político y perseguir de manera

libre su desarrollo económico, social y cultural, tal y como se señaló en la

Resolución 1514, antes nombrada.

Así las cosas, si bien se dijo al principio del artículo que los actos unilaterales14 de

las organizaciones internacionales no tenían carácter vinculante para los Estados,

salvo ciertas excepciones relativas al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas,

en el caso concreto de las citadas resoluciones de la AG, la CIJ encontró que las

resoluciones en cuestión, si tuvieron un efecto generador. Si bien antes de la

adopción de las resoluciones mencionadas se produjeron procesos de independencia

frente al Reino Unido y a la Corona Española, éstas desencadenaron un proceso

acelerado de impulso a los procesos de independencia de los territorios colonizados,

con miras a velar por el cumplimiento del principio de la libre determinación de los

pueblos.

3.1.2 Carácter vinculante

                                                                         14 Como se mencionó anteriormente, la doctrina clasifica a las resoluciones de la AS y el CS como actos unilaterales (Galland y Rivas: Pp: 93-104).

17  

Así como en la Opinión Consultiva de “Western Sahara” (1975) la Corte

Internacional de Justicia reconoció el efecto generador que pueden tener ciertas

resoluciones de la AG de las Naciones Unidas, también es sumamente interesante

ver el efecto que se le otorgó en la Opinión Consultiva de “Consecuencias legales

para los Estados por la presencia continua de Suráfrica en Namibia (África Sur

Occidental frente a la resolución 276 del Consejo de Seguridad” (1970). Al igual

que en el caso presentado en el numeral anterior, en primer lugar se presentarán los

hechos relevantes del caso concreto, con el fin de ilustrar la situación antes de

desarrollar los planteamientos del Tribunal relativos al tema que se está

desarrollando por medio del presente artículo.

3.1.2.1.1 “Consecuencias legales para los Estados por la presencia

continua de Suráfrica en Namibia”

3.1.2.1.1 Hechos relevantes

Luego de la Primera Guerra Mundial se estableció por medio del artículo 22 del

Convenio de la Liga de las Naciones que ciertos territorios que aún no estaban en

capacidad de ser independientes fueran administrados por otras naciones bajo un

sistema de mandatos, mientras se creaban las condiciones para que los territorios se

pudieran administrar de manera independiente como Estados. A Suráfrica le

correspondieron, entre otros territorios, el de Namibia.

Disuelta la Liga de las Naciones se mantuvo el sistema de los mandatos bajo el

artículo 80, parágrafo 1 de la Carta de las Naciones Unidas. Suráfrica, si bien tuvo

posiciones contradictorias, reconoció durante muchos años la continuación del

sistema de mandatos una vez finalizada la existencia de la Liga de las Naciones, y

la posterior creación de las Naciones Unidas.

La Asamblea General de las Naciones Unidas, por medio de la Resolución 2145 de

1966 señaló que el mandato al que se ha hecho referencia debía terminar, y que por

tanto Suráfrica no tenía más el derecho de administrar el territorio de Namibia.

Posteriormente, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, señaló por medio

18  

de la Resolución 276 de 1970, entre otras, que la presencia de Suráfrica en Namibia

era ilegal. Luego, el día 29 de julio del mismo año, le envió por medio del

Secretario General de las Naciones Unidas la siguiente pregunta a la CIJ, con el fin

de que emitiera una opinión consultiva, a saber:

“¿Cuáles son las consecuencias legales para los Estados la

presencia continua de Suráfrica en Namibia, a pesar de la

Resolución 276 de 1970 del Consejo de Seguridad?”

La solicitud de la opinión consultiva emanó de la Resolución 284 de 1970 del

Concejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

3.1.2.1.2 Consideraciones de la Corte Internacional de Justicia

La Corte inicia la opinión consultiva haciendo un análisis de las implicaciones del

sistema de mandatos tras el final de la Liga de las Naciones y la creación de las

Naciones Unidas, para luego proceder a analizar las resoluciones de la Asamblea

General y el Consejo de Seguridad de este último organismo.

Para entender las conclusiones de la Corte frente a los efectos de las resoluciones de

la Asamblea General de la ONU en el caso particular, es necesario hacer un breve

recuento de lo señalado por medio de las resoluciones expedidas frente al tema de

Suráfrica y Namibia que se tuvieron en cuenta al momento de hacer el análisis. Por

medio de la Resolución 9 de 1946 la AG invitó a todos los países que tenían

territorios bajo mandatos que los incluyeran dentro del sistema de las fiducias.

Todos los países, salvo Sur África, acataron lo señalado por la Asamblea, o les

ofrecieron la independencia a los territorios. Por ello, por medio de las

Resoluciones 65 (I) de 1946,141 (II) de 1947, 227 (III) de 1948, la AG le reiteró a

Suráfrica la necesidad de incluir el territorio de Namibia dentro del sistema de

fiducias, ante lo cual dicho país hizo caso omiso. Posteriormente, por medio de la

Resolución 337 (IV) de 1949, la AG expresó que lamentaba que el gobierno de

Suráfrica desconociera las obligaciones del mandato de entregar los reportes de su

administración a las Naciones Unidas.

19  

Ante la negativa del Gobierno surafricano, por medio de la Resolución 338 (IV) de

1949, la AG le envió preguntas específicas a la Corte Internacional de Justicia

referentes al estatus internacional del territorio de Namibia, solicitándole una

opinión consultiva. Luego de conocer la respuesta de la CIJ, se expidió la

Resolución 449 de 1950 en donde la AG aceptó lo señalado por la Corte en la

Opinión Consultiva, es decir: (i) que el territorio de Namibia se encontraba bajo un

mandato conferido a la Unión de Suráfrica, (ii) que existían obligaciones

internacionales de este último país con respecto al mandato (como la presentación

de informes y la transmisión de las peticiones de los habitantes de dicho territorio),

(iii) que Suráfrica no estaba en la obligación de someter el territorio de Namibia al

sistema de encargo fiduciario y, (iv) que Suráfrica no era competente para

modificar el estatus del territorio de Sahara Occidental. Así mismo, por medio de

dicha resolución, la AG de la ONU le propuso a Suráfrica diferentes alternativas

que conllevaran a solucionar la situación del territorio involucrado. Suráfrica no

accedió a las propuestas y se negó a aceptar el principio de supervisión de las

Naciones Unidas sobre la administración del territorio. Ante tal negativa, la AG

tomó la decisión de expedir la Resolución 2145 (XXI) de 1966, por medio de la

cual señaló la terminación del mandato conferido a Suráfrica sobre el territorio de

Namibia (África Suroccidental).

La Corte, antes de contestar la pregunta planteada, hace un análisis de la

Resolución 2145 (XXI) recién señalada y afirma lo siguiente:

“Los términos del preámbulo y de la parte operativa de la Resolución

2145 (XXI) no dejan duda acerca del carácter de la resolución. En el

preámbulo la Asamblea general se declara a sí misma “Convencida de

que la administración del territorio bajo mandato por parte de Suráfrica

ha sido manejada de manera contraria” a los dos instrumentos

directamente impuestos a Suráfrica, el Mandato y la Carta de las

Naciones Unidas, así como la Declaración Universal de los Derechos

Humanos”.

20  

Así las cosas, la Corte sostiene que acorde a lo señalado en los Reportes de 1962 de

ese mismo Tribunal, el mandato es un acuerdo de carácter internacional que tiene

la forma de tratado o convención. En ese sentido, y de acuerdo a la Convención de

Viena de 1969 acerca del derecho de los tratados, las razones materiales para dar

por terminado un tratado son: (i) la violación de una disposición esencial para el

logro o propósito del tratado o, (ii) el rechazo de un tratado no admitido por la

misma Convención. En ese orden de ideas, para la Corte, la Resolución 2145 de la

AG de la ONU considera que ambas condiciones materiales se han cumplido, y en

ese sentido y teniendo en cuenta los señalado por el Tribunal en Sentencia del 21 de

diciembre de 1962 (Casos de África Suroccidental), no constituye una presentación

de hechos, sino la formulación de una situación legal como tal. De esta manera, si

bien por regla general la Asamblea General de las Naciones Unidas tiene poderes

para emitir resoluciones con carácter de recomendación, ello no implica que esté

imposibilitada de adoptar, dentro de las posibilidades, resoluciones que contengan

determinaciones o tengan en sí un diseño operativo. Así, en el caso concreto, la

Corte Internacional de Justicia le da un carácter vinculante a la Resolución 2145 de

la Asamblea General de las Naciones Unidas, entendiendo que se trató de un

documento que plasmaba una situación legal por el cumplimiento de las

condiciones para la terminación de una convención de acuerdo a la Convención de

Viena de 1969.

3.2 Efectos de las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones

Unidas

Como se señaló anteriormente, existen dos tipos de actos del Consejo de Seguridad,

los cuales tienen efectos distintos. Por una parte se encuentran las

recomendaciones, que son adoptadas bajo el mandato del capítulo VI de la Carta de

las Naciones Unidas, frente al arreglo pacífico de controversias. Estas

recomendaciones, como su mismo nombre lo indica, no tienen un efecto vinculante

para las partes. En cambio, las decisiones adoptadas bajo el mandato del capítulo

VII de la Carta (Acción en Caso de Amenazas a la Paz, Quebrantamientos de la Paz

o Actos de Agresión) sí pueden tener un efecto vinculante para los Estados

21  

(Álvarez, 2006: Pp. 191-195). Por ello, en el presente artículo se estudiarán sólo

aquellas a las que se les ha reconocido un carácter vinculante, a partir de lo

señalado por el CS en la parte operativa de las resoluciones.

3.2.1 Carácter vinculante

3.2.1.1 “Consecuencias legales para los Estados por la presencia continua de

Suráfrica en Namibia”

3.2.1.1.1 Hechos relevantes

Los hechos relevantes de este caso fueron plasmados en la sección No. 3.1.2.1.1

anterior. No obstante es necesario señalar que en el desarrollo del caso de la

presencia continua de Suráfrica en Namibia, el CS expidió entre otras la resolución

276 de 1970, por medio de la cual: (i) condenó la negativa del Gobierno de

Suráfrica de cumplir con lo señalado en las resoluciones de la AG y del CS, (ii)

declaró que la continuación en la presencia de las autoridades surafricanas en

Namibia era ilegal y que por tanto todas las medidas tomadas por ellas luego del fin

del Mandato sobre dicho territorio serían ilegales y carecerían de validez y, (iii)

instó a todos los Estados, especialmente a aquellos que tuvieren intereses en

Namibia a abstenerse de toda gestión con el Gobierno surafricano que no esté de

acuerdo con los señalado en el punto (ii).

3.2.1.1.2 Consideraciones de la Corte Internacional de Justicia

La Corte, luego de analizar los efectos que pueden tener ciertas resoluciones de la

Asamblea General, entra a analizar los que producen las resoluciones del Consejo

de Seguridad. Así las cosas, la CIJ comienza señalando que sería indefendible una

interpretación que señalara que los Estados miembros de la ONU eran libres para

actuar de la manera que quisieran frente al caso de Suráfrica y Namibia pues ello

iría en contra de la ilegalidad declarada. Luego de tal afirmación, la Corte señala

que no es posible sostener que lo señalado en el artículo 25 de la Carta (“Los

Miembros de las Naciones Unidas convienen en aceptar y cumplir las decisiones

22  

del Consejo de Seguridad de acuerdo con esta Carta”) no puede limitarse

únicamente a las acciones fundamentadas en el capítulo VII de la misma, antes

descrito. La aceptación y cumplimiento de lo señalado por el Consejo de Seguridad

no se puede limitar a las acciones contenidas en el capítulo VII, sino que aplica a

todas las decisiones del CS adoptadas acorde a la Carta. Por tanto, al concluir que

lo determinado por el CS en sus resoluciones frente al caso concreto (especialmente

la 276 de 1970) se tomaron teniendo en cuenta los propósitos y los principios de la

Carta, así como de los artículos 24 y 25 de la misma, ellas tienen un carácter

vinculante para todos los Estados miembros de las Naciones Unidas,

independientemente de si fueron adoptadas bajo el capítulo VI o VII de la Carta.

Para sustentar su posición, la Corte cita lo señalado en la Opinión Consultiva del 11

de abril de 1949 sobre la reparación de los perjuicios sufridos en el servicio de las

Naciones Unidas en donde dijo:

“La Carta no ha sido contenido para hacer que la organización

creada por ella sea meramente un centro para armonizar las acciones

de las naciones en el cumplimiento de estos fines comunes. Ha

equipado a ese centro con órganos, y les ha dado tareas especiales .

Ha definido la posición de los Miembros en relación a la

Organización requiriéndolos a dar toda asistencia en cualquier

acción tomada por ella, así como aceptar y ejecutar las decisiones del

Consejo de Seguridad”.

De esta manera, sostiene la Corte que cuando el CS adopte una decisión bajo el

artículo 25 de acuerdo a la Carta de la ONU, sus miembros deben cumplir con su

decisión, incluyendo a los miembros del CS que hayan votado negativamente la

resolución y aquellos que ni siquiera hagan parte de dicho órgano. Para la CIJ,

sostener lo contrario sería arrebatarle a este órgano principal de la ONU sus

funciones y poderes otorgados por medio de la Carta.

23  

Por las razones antes expuestas, la Corte determina que los Estados miembros de

las Naciones Unidas están en la obligación de reconocer la ilegalidad y la invalidez

de la presencia continua de Suráfrica en Namibia, y se encuentran en la obligación

de abstenerse de apoyar o dar cualquier asistencia a Suráfrica con respecto a su

ocupación de dicho territorio.

3.2.1.2 “Asunto de las cuestiones de interpretación de la Convención de

Montreal de 1971”, (Caso Lockerbie)

3.2.1.2.1 Hechos relevantes

El 21 de diciembre de 1988, el vuelo 103 de Pan American que se dirigía al

aeropuerto John F. Kennedy de la ciudad de Nueva York explotó sobre Lockerbie,

un pueblo en el sur de Escocia. Los 259 pasajeros murieron, así como 11 civiles

que se encontraban en el lugar en donde cayó el avión. Luego de las investigaciones

se concluyó que Libia y sus agentes tenían una responsabilidad casi exclusiva sobre

el atentado. En 1991, los Estados Unidos acusaron a Abdel Basset Ali Al-Megrahi

y a Lamen Khalifa Fhimah por su papel en el atentado terrorista contra el vuelo 103

de la empresa Pan American. Así mismo, las autoridades escocesas expidieron

órdenes de captura sobre esos mismos individuos con base en la información

obtenida durante la investigación.

El 19 de septiembre de 1989 el vuelo 772 de la empresa UTA (francesa) explotó

sobre el sudeste de la República de Niger, en donde murieron 170 personas,

incluyendo a los pasajeros y los miembros de la tripulación. Las investigaciones de

las autoridades del Congo (país de donde había despegado el vuelo), y apoyados

por las autoridades francesas determinaron que el atentado fue concebido y

financiado por Libia.

El Consejo de Seguridad de la ONU adoptó la Resolución 731 solicitando a Libia a

acatar las solicitudes presentadas para determinar su responsabilidad en los hechos.

Libia optó por no entregar a los sospechosos, así que el Consejo de Seguridad de la

24  

ONU impuso sanciones a este país por medio de la Resolución 748 de 1992, entre

las cuales se encontraban: medidas la suspensión de todos los vínculos aéreos con

Libia, la prohibición al comercio de armas y materiales relacionados y la reducción

del personal en las misiones diplomáticas de Libia.

Libia presenta dos casos (contra: (i) los Estados Unidos de América y, (ii) el Reino

Unido) ante la Corte Internacional de Justicia alegando que tenía derecho a

enjuiciar a los sospechosos por medio a lo acordado en la Convención de Montreal,

y que por lo tanto no podía ser obligado a entregarlos. Adicionalmente sostuvo que

no tenía tratados de extradición y solicitó a la Corte medidas provisionales con el

fin de evitar que los Estados Unidos o el Reino Unido tomaran acciones de carácter

coercitivas con el fin de que fueran entregados los supuestos terroristas

responsables del atentado. Estados Unidos y el Reino Unido presentaron objeciones

con relación a competencia de la Corte entre las cuales se encontraban: 1) a la

competencia de la Corte; 2) admisibilidad de la aplicación de Libia y 3) que las

reclamaciones de Libia no eran válidas pues carecían de objeto a la luz de las

resoluciones del Consejo de Seguridad. El caso no puedo llegar a su etapa final en

la medida en que Libia extraditó a los implicados y asumió su responsabilidad en el

caso, y solicitó que le fueran levantadas las sanciones. Sin embargo, la Corte se

pronunció sobre la admisibilidad de la solicitud de medidas provisionales por parte

de Libia, en donde hizo algunas consideraciones respecto del carácter vinculante de

las resoluciones del CS.  

3.2.1.2.2 Consideraciones de la Corte Internacional de Justicia

Antes de precisar lo señalado por la Corte, es importante recalcar que se trató de un

caso muy importante para el Derecho Internacional Público, en la medida en que el

CS de la ONU impuso una serie de sanciones por un caso de terrorismo,

justificándose en el mandato de proteger la paz y la seguridad internacional.

Frente a las medidas provisionales solicitadas por Libia, es importante señalar que

las mismas se basan en el artículo 41 del Estatuto de la CIJ, el cual señala que “la

25  

Corte tendrá facultad para indicar, s i considera que las circunstancias así lo exigen,

las medidas provisionales que deban tomarse para resguardar los derechos de cada

una de las partes (…)”. De esta manera, al ser medidas provisionales, se deben dar

antes de la decisión de fondo del Tribunal. Sin embargo, la Corte por medio de la

Providencia del 14 de abril de 1992 relativa al caso de Lockerbie, y sin haber

definido si era competente para resolver los asuntos de fondo, negó las medidas

toda vez que podían entrar en conflicto con las resoluciones del CS antes

mencionadas, obstruyendo su labor y la misión encomendada por los miembros de

la ONU, especialmente bajo el artículo 25 y el capítulo VII de la Carta de dicha

organización. La Corte señala que los Estados miembros de la ONU están en la

obligación de aceptar y de llevar a cabo las decisiones tomadas por el CS, acorde al

artículo 25 antes mencionado. Así mismo, aclaró que en la etapa en la que se

encontraba el proceso no se encontraba facultada para decidir de manera definitiva

acerca de la legalidad de la Resolución 748 de 1992 expedida por el Consejo de

Seguridad. De esta manera, la Corte sentó un precedente al señalar que las medidas

provisionales no podían chocar contra las resoluciones del CS, otorgándoles así un

carácter vinculante para los miembros de la ONU.

Esta decisión fue muy importante para el sistema internacional, en la medida en que

la Corte reconoció desde antes de decidir su competencia sobre los asuntos de

fondo del caso el carácter de obligatoriedad de las resoluciones del CS en un tema

como el terrorismo. Si bien al final las partes desistieron del proceso, la Corte sentó

un precedente importante frente a dichas resoluciones y la imposibilidad de las

medidas provisionales de contrariarlas o llegar a chocar contra ellas.

4. Conclusiones

A lo largo del artículo se ha tratado de mostrar los diferentes efectos que pueden

tener las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, alejándose

en cierta medida de la estricta lectura del artículo 38 del Estatuto de la Corte

Internacional de Justicia como únicas fuentes del derecho internacional. Si sólo se

tomaran como fuentes (i) los tratados internacionales, (ii) la costumbre

26  

internacional, (iii) los principios generales de derecho reconocidos por las naciones

civilizadas y (iv) las decisiones judiciales y lo señalado por los doctrinantes más

reconocidos; ¿En dónde quedan ciertas resoluciones de organismos como el

Consejo de Seguridad y la Asamblea General de las Naciones Unidas, cuando la

misma Corte Internacional de Justicia les ha reconocido carácter vinculante? No es

que se esté diciendo que el simple hecho de ser expedidas las haga vinculantes

como tal, es decir, que tengan carácter de obligatoriedad para las naciones. Pero sí

se sostiene que no se pueden descartar ex ante como posibles fuentes del Derecho

Internacional en determinados casos.

Las resoluciones de la AG de la ONU, como se mencionó anteriormente pueden

tener dos efectos principalmente: (i) vinculante y (ii) generador. El primer efecto es

interesante en la medida en que le brinda la posibilidad a la ONU de tener la

capacidad de decidir, y que sus determinaciones sean obligatorias para los Estados

miembros de las Naciones Unidas. Este efecto se encuentra directamente

relacionado con los tratados como fuente del derecho, en la medida en que ese

carácter de obligatoriedad se reconoce en la medida en que la ONU esté velando

por que se cumpla una disposición acordada por las naciones. No obstante, la Corte

le reconoce en cierta medida un carácter de juez, aun cuando como tal la AG no

tiene funciones jurisdiccionales asignadas por la Carta.

Por otra parte, el efecto generador se vincula directamente con la costumbre

internacional, toda vez que en determinados casos las resoluciones pueden ser un

punto de partida para que las naciones empiecen a actuar de una determinada forma

y expresen su convicción respecto del carácter jurídicamente vinculante de esa

práctica. Por ello, dichas resoluciones pueden ser el punto de partida para que surja

una nueva norma de derecho internacional consuetudinario.

En ese orden de ideas y resumiendo, la Corte Internacional de Justicia ha señalado

que para que una resolución de la AG tenga un carácter vinculante (en aquellos

casos en donde no se trate de decisiones o resoluciones organizacionales,

explicadas en la sección 2.1) es necesario que se den dos condiciones materiales

para poder dar por terminado un tratado: (i) que exista una violación a una

27  

disposición esencial para el logro o propósito de un tratado y, (ii) el rechazo de un

tratado no admitido por la misma Convención de Viena de 1969. La CIJ señaló que

en aquellos casos en donde se cumplan las dos condiciones, la AG está facultada

para expedir resoluciones que contengan determinaciones, o un diseño operativo.

Tal fue el caso de África Suroccidental, en donde el Tribunal consideró que se

habían cumplido las dos condiciones señaladas, y que por tanto, la AG estaba

plenamente facultada para dar por terminado el mandato que tenía Suráfrica sobre

Namibia, toda vez que se trataba de un acuerdo de carácter internacional que tenía

forma de tratado o convención.

En segundo lugar, para que una resolución de la AG de la ONU tenga un efecto

generador es necesario que lo que se determine sea el paso inicial para la formación

de una costumbre internacional. Es decir, que a partir de la expedición de la

resolución los Estados miembros tomen esa determinación como: (i) una práctica

generalizada, constante y uniforme y, (ii) y tengan opinio iuris, es decir que

consideren su conducta como obligatoria, “con la opinión de que tal manera de

actuar es derecho” (Galland y Rivas: Pp. 76). Tal fue el caso de Sahara Occidental,

en donde la CIJ determinó que la Resolución 1514 de 1960 constituyó el paso

inicial para el surgimiento de una norma consuetudinaria internacional, en la

medida en que los Estados tomaron las determinaciones como una práctica

generalizada, constante y uniforme y, adicionalmente con la convicción de su

carácter de obligatoriedad.

Por otra parte, las resoluciones expuestas del Consejo de Seguridad muestran la

importancia de este órgano para el mantenimiento de la paz y la seguridad

internacional. Es una institución que tiene herramientas para producir decisiones

con carácter vinculante aun cuando se cuestione sobre su alto contenido político.

Claro está que el sistema de veto existente entre los miembros permanentes del

organismo puede ser una traba importante en un momento dado en donde haya una

confrontación que afecte a las potencias mundiales. Sin embargo, como se pudo ver

por medio de los casos expuestos, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas

tiene un amplio poder en la medida en que puede tomar acciones basadas en el

28  

capítulo VII de la Carta, que resultan de obligatorio cumplimiento para los

miembros de la organización.

Ahora bien, es importante tener en cuenta que de acuerdo a lo señalado por la CIJ, y

como se explicó anteriormente, no se debe limitar el carácter vinculante de las

resoluciones del CS únicamente a aquellas tomadas con base al capítulo VII de la

Carta de la ONU. Ha dicho el Tribunal que de acuerdo al artículo 25, son

vinculantes las resoluciones en que así lo defina el CS, siempre y cuando sean

expedidas de acuerdo a la Carta. De lo contrario se le estaría arrebatando a este

órgano principal de la ONU sus funciones y poderes.

En los próximos años será interesante ver la manera en que evolucionarán temas

medio ambientales y de terrorismo, en la medida en la AG y el CS adopten

resoluciones sobre dichos temas que se encuentran en pleno furor dentro de los

debates de la comunidad internacional. Frente al caso concreto del terrorismo, y

teniendo en cuenta la importancia que ha ganado el tema en la comunidad

internacional tras los hechos del 11 de septiembre de 2001, es sumamente

interesante ver resoluciones de la AG como la 62/272 de 2008 que defiende una

estrategia global contra ese flagelo, así como la creación del Comité Contra el

Terrorismo por medio de la Resolución 1373 de 2001 por parte del CS. Estas

acciones con el paso del tiempo muy probablemente irán generando obligaciones

vinculantes para los miembros de la ONU frente a los temas desarrollados.

En resumen, el artículo ha buscado mostrar diferentes razones para que no se lea el

artículo 38 del Estatuto de la Corte Internacional de manera exegética. En el

derecho internacional existen otras herramientas que bajo condiciones determinadas

pueden servir como una fuente de derecho, tal y como sucede con las resoluciones

de la AG y el CS de las Naciones Unidas, como lo ha reconocido la Corte

Internacional de Justicia.

5. Bibliografía:

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29  

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6. Asamblea General de las Naciones Unidas, Resolución 227 (III) de 1948.

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8. Asamblea General de las Naciones Unidas, Resolución 338 (IV) de 1949.

9. Asamblea General de las Naciones Unidas, Resolución 449 de 1950.

10. Asamblea General de las Naciones Unidas, Resolución 1514 de 1960.

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17. Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Resolución 731 de 1992

18. Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Resolución 748 de 1992,

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