Los fenicios - IES Hipólito Ruiz...

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Los fenicios ¿Quiénes eran los fenicios? Cananeos, fenicios, púnicos, cartagineses, términos distintos que aluden a un mismo pueblo a lo largo de los siglos. ¿Por qué existen nombres distintos para denominar a las mismas gentes?, en parte porque su historia está envuelta en el misterio. No conservamos casi nada de lo que los fenicios escribieron sobre sí mismos. Las escasas noticias escritas que tenemos sobre ellos provienen de sus enemigos: griegos y romanos, que, consiguientemente nos dan una visión interesadamente manipulada de su historia. Así, los fenicios y sus descendientes, los cartagineses, eran pérfidos, sanguinarios, gente bárbara en la que no se podía confiar. Los romanos hicieron bien en eliminarlos de la faz de la tierra. La consecuencia de esto, es que las fuentes escritas sobre los fenicios son vagas e imprecisas. Por eso, la arqueología se ha convertido en la principal fuente de conocimiento sobre este pueblo. Antes de nada vamos a aclarar lo de los nombres: Cananeos: es el término con el que los fenicios se conocen a sí mismos en su propio idioma (el fenicio es un idioma semítico similar al hebreo). San Agustín nos dice en pleno siglo IV que los campesinos de Túnez aún hablaban cananeo y se llamaban a sí mismos cananeos en su época a pesar de que la provincia de Cartago había sido intensamente romanizada. Los historiadores actuales suelen utilizar el término “cananeo” para referirse a los fenicios de Siria, Líbano y Palestina durante la Edad del Bronce (es decir, durante el segundo milenio antes de Cristo). Fenicios: es el término con el que los griegos conocían a los fenicios en la Edad del Hierro (primer milenio a. de Jc.), Homero también les llama sidonios (de la ciudad de Sidón). El origen del término “fenicio” no está

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Los fenicios ¿Quiénes eran los fenicios?

Cananeos, fenicios, púnicos, cartagineses, términos distintos que aluden a un

mismo pueblo a lo largo de los siglos. ¿Por qué existen nombres distintos para denominar a las mismas gentes?, en parte porque su historia está envuelta en el misterio. No conservamos casi nada de lo que los fenicios escribieron sobre sí mismos. Las escasas noticias escritas que tenemos sobre ellos provienen de sus enemigos: griegos y romanos, que, consiguientemente nos dan una visión interesadamente manipulada de su historia. Así, los fenicios y sus descendientes, los cartagineses, eran pérfidos, sanguinarios, gente bárbara en la que no se podía confiar. Los romanos hicieron bien en eliminarlos de la faz de la tierra.

La consecuencia de esto, es que las fuentes escritas sobre los fenicios son vagas e

imprecisas. Por eso, la arqueología se ha convertido en la principal fuente de conocimiento sobre este pueblo.

Antes de nada vamos a aclarar lo de los nombres:

� Cananeos: es el término con el que los fenicios se conocen a sí mismos en su propio idioma (el fenicio es un idioma semítico similar al hebreo). San Agustín nos dice en pleno siglo IV que los campesinos de Túnez aún hablaban cananeo y se llamaban a sí mismos cananeos en su época a pesar de que la provincia de Cartago había sido intensamente romanizada. Los historiadores actuales suelen utilizar el término “cananeo” para referirse a los fenicios de Siria, Líbano y Palestina durante la Edad del Bronce (es decir, durante el segundo milenio antes de Cristo).

� Fenicios: es el término con el que los griegos conocían a los

fenicios en la Edad del Hierro (primer milenio a. de Jc.), Homero también les llama sidonios (de la ciudad de Sidón). El origen del término “fenicio” no está

nada claro, parece ser que puede provenir del color rojo con el que los fenicios teñían sus afamadas telas. Los historiadores lo utilizan hoy en día para identificar a los fenicios de El Líbano y de la Península Ibérica-Marruecos en la Edad del Hierro (siglos XI-VI a. de Jc.)

� Púnicos: deriva del anterior y era el nombre con el que los

romanos conocían a los descendientes de los fenicios en el Mediterráneo Occidental (de ahí viene el término Guerra Púnicas). Hoy en día los historiadores utilizan este término para referirse a los fenicios del Mediterráneo Occidental (Península Ibérica, Túnez, Sicilia, Cerdeña) entre los siglos V-II a. de Jc.

� Cartagineses: en un principio son los habitantes de Cartago,

colonia fenicia fundada en Túnez en 814 a. de Jc., sin embargo, a partir de los siglos IV-III a. de Jc., Cartago expandió su imperio por Sicilia, Cerdeña y España, extendiendo también el término (en este sentido púnico-y cartaginés se pueden admitir como sinónimos).

Como ya he dicho, los cananeos, o sea fenicios antiguos o fenicios de la Edad del

Bronce, poblaban durante el segundo milenio a. de Jc. la costa del Mediterráneo Oriental: Siria, El Líbano y Palestina. No formaban un estado unificado, sino que estaban organizados en ciudades-estado. Las dos más importantes de esta época eran Biblos (Líbano) y Ugarit (Siria) y estaban gobernadas por reyes y por una rica oligarquía comercial. Ya en esta época tan antigua resalta su habilidad como comerciantes y artesanos. Su principal socio comercial era Egipto (el Egipto de Akhenaton y Nefertiti) y una de las mercancías que proporcionaban a los egipcios eran los famosos cedros de El Líbano.

El mundo de la edad del Bronce entró en crisis hacia 1200 a. de Jc. Todo el

Mediterráneo Oriental se vio sometido a invasiones exteriores (los dorios, los famosos “pueblos del mar”), y crisis internas. Cayeron varios imperios (Micenas, Troya, los hititas, etc.). También las ciudades cananeas sufrieron fuertes convulsiones, sin embargo no sabemos muy bien lo que ocurrió en los siglos XII y XI a. de Jc. Se trata de una auténtica “Época Oscura” con muy pocos datos.

A partir del siglo X a. de Jc. volvemos a tener datos sobre los fenicios. En este

momento su territorio se ve reducido al Líbano, una franja costera limitada de tierra por una elevada cordillera . esta situación avoca a estas ciudades a la expansión marítima pues se encuentran en plena expansión demográfica. Ahora las ciudades fenicias más importantes son Tiro y Sidón y probablemente formaron un solo reino.

La Biblia nos informa de que durante los reinados de David y Salomón (950-900

a. de Jc.) el rey Hiram de Tiro firmó una alianza con ambos reyes de Israel. A cambio del trigo israelí de la llanura de Acre Hiram prestó sus artesanos y arquitectos para construir el gran templo que Salomón mandó erigir a Yahvé en Jerusalén. Asimismo, la Biblia nos cuenta que Hiram y Salomón llevaron a cabo varias expediciones comerciales a un lugar cuya ubicación aún desconocemos: Tarsis. ¿Se refiere el mítico Tarsis al mismo lugar que el Reino de Tartessos citado por los griegos?.

Tras la muerte de Salomón, el reino de Israel se dividió, y en el siglo IX a. de Jc.

un nuevo estado, el Imperio Asirio, se convirtió en el nuevo poder del Próximo Oriente.

Los asirios eran conquistadores brutales que sojuzgaron por la fuerza y el terror a los pueblos de Mesopotamia, Siria-Palestina y Egipto. Entre los siglos IX-VII también dominaron a las ciudades fenicias, sin embargo, tuvieron un comportamiento relativamente “benévolo” con el reino de Tiro-Sidón, pues permitieron que siguiera siendo un reino independiente a cambio de que pagara tributo. La explicación de este comportamiento extraño es que los fenicios proporcionaban a los asirios mercancías estratégicas y de gran valor que obtenían en sus colonias del Mediterráneo Occidental (plata, hierro, cobre, etc.).

La colonización Los fenicios cruzaron el mar Mediterráneo de punta a punta y establecieron sus

colonias en el Mediterráneo Occidental: Chipre, Malta, Sicilia Occidental, Cerdeña, Cartago, el norte de Marruecos, Argelia y el sur de España. Hay que tener en cuenta que esto ocurrió más de 500 antes que la expansión del Imperio Romano e incluso años antes que la colonización griega. Por tanto, la colonización fenicia de todos estos lugares debe ser considerada como un acontecimiento histórico de gran envergadura comparable a la Colonización de América por los europeos en la E dad Moderna.

¿Cuándo se inició la colonización fenicia del Mediterráneo? . Responder a esta

pregunta no es fácil, sobre todo por la falta de coherencia entre las fuentes históricas y los datos que proporciona la arqueología.

Tradiciones históricas tardías (y por tanto, poco fiables) consideran a Cádiz como

la colonia fenicia más antigua y sitúan la fecha de su fundación en 1100 a. de Jc. Sin embargo, los hallazgos fenicios más antiguos encontrados en Cádiz no son anteriores al siglo IX a. de Jc. (250 años posteriores a su supuesta fundación). Cierto que la arqueología en un núcleo urbano actual es muy difícil, pero los hallazgos fenicios en otros yacimientos de Andalucía y territorios cercanos tampoco son anteriores a los siglos IX-VIII a. de Jc. por lo que corroboran la cronología que por ahora proporcionan las excavaciones en la ciudad.

Ante esta contradicción entre las fuentes escritas y la arqueología se han tomado

dos posturas

� La tradición escrita que resalta la antigüedad de Cádiz es falsa y surge por un tardío interés de manipular la historia y resaltar la gran antigüedad de la ciudad de Cádiz.

� Al principio, los fenicios realizaron exploraciones y viajes

puntuales hacia occidente que la arqueología no puede detectar pues no dejaron restos de entidad. Cádiz fue fundada en 1100 a. de Jc. pero esta primera fundación no ha dejado elementos físicos reconocibles.

La cuestión sigue abierta hoy en día aunque es de una gran complejidad y no voy

a profundizar más. ¿Por qué se produjo la Colonización Fenicia?.

Por lo que respecta a las causas de la Colonización Fenicia, se resaltan las siguientes:

1. La presión del Imperio Asirio sobre los territorios fenicios llevaría

a éstos a emigrar a ultramar en búsqueda de nuevas tierras y un modo de vida más libre.

2. El desarrollo económico del Próximo Oriente durante la Edad del

Hierro haría que aumentase la demanda de ciertas mercancías y, sobre todo, de metales como la plata, el hierro y el cobre. Estos metales se podían obtener en el Mediterráneo Occidental dado que en occidente habían surgido grandes focos metalúrgicos como Cerdeña, Tartessos o las islas Británicas que comerciaban entre sí. Uno de los puntos clave para controlar este comercio era el Estrecho de Gibraltar, de ahí la importancia de Cádiz.

Como vemos, la primera causa parece abogar por una colonización agrícola con

grandes contingentes de población fenicia moviéndose hacia occidente. La segunda, en cambio, tiende a resaltar las actividades comerciales y artesanas en pequeños enclaves costeros. Tradicionalmente se ha considerado que la colonización fenicia adquirió esta segunda forma como contraste con la colonización griega. Esta última sería una colonización agrícola formada por grandes núcleos de población interesados en controlar el territorio circundante arrebatándoselo incluso a los indígenas.

La arqueología está demostrando que estas presuntas diferencias entre fenicios y

griegos no son reales pues las colonias fenicias del Mediterráneo Occidental son núcleos de población frecuentemente fortificados y de una envergadura considerable. Cierto que los fenicios suelen instalarse en las costas y sólo esporádicamente se asientan en el interior, sin embargo, la densidad del poblamiento costero fenicio debió ser muy grande para la época.

Los fenicios en la Península Ibérica. Tartessos. Un ejemplo de esto es el alto grado de ocupación de las costas de la Península

Ibérica por parte de los fenicios. La arqueología está descubriendo un rosario de asentamientos fenicios costeros en España y Portugal que van desde la desembocadura del Mondego, (unos kilómetros al norte de Lisboa), del Tajo, del Sado, el Algarve, la desembocadura del Guadiana, Huelva, Cádiz, Málaga, Granada, Almería, Murcia hasta Alicante e Ibiza.

Es evidente que este especial interés de los fenicios por la Península Ibérica (la

otra punta del Mediterráneo) no puede ser casual. Ya hemos dicho antes que el Estrecho de Gibraltar era el pasillo por el que se tenían que canalizar todas las mercancías que se movían entre el Atlántico y el Mediterráneo Occidental, pero además de eso, junto a Cádiz se encuentra el mítico Tartessos.

Tartessos responde a una realidad histórica que no conocemos demasiado bien,

pues en él se mezcla la realidad histórica y el mito. Este nombre lo conocemos a través de los relatos que nos transmiten los griegos a partir de los siglos VI-V a. de Jc. Los griegos nos dicen que era un reino (sus reyes eran Gerión, Gárgoris, Habis y sobre todo, Argantonio, “el hombre de la plata”) y que dicho reino tenía una capital también llamada Tartessos. Aunque los griegos nos transmiten una visión mítica de Tartessos como un reino de fabulosas riquezas, la arqueología está descubriendo que en Andalucía Occidental (Huelva, Sevilla, Cádiz) existió una cultura prehistórica relativamente desarrollada y con una gran riqueza metalúrgica a la que hoy en día los historiadores denominan justamente “Tartessos”.

Tartessos tenía importante minas de plata en la Serranía de Huelva y Sierra

Morena, sin embargo, no debían valorar mucho este metal pues no lo explotaron masivamente hasta la llegada de los fenicios. La riqueza de Tartessos estribaba más bien en los yacimientos locales de cobre y el control del estaño que llegaba desde las Islas Británicas, esto le convirtió en una importante cultura de la Edad del Bronce (fíjate que Cerdeña también era un gran productor de cobre pero necesitaba el estaño que le llegaba gracias a Tartessos para producir bronce).

La relación comercial de Cerdeña con Tartessos ha sido muy resaltada en los últimos años. Antes de la llegada de los fenicios se han encontrado cerámicas nurágicas (sardas) en Huelva y espadas atlánticas y andaluzas en Cerdeña. Además, una tradición escrita considera que la ciudad de Nora en el sur de Cerdeña fue fundada por el héroe tartésico Norax. No es extraño que los fenicios decidieran instalarse en Andalucía y Cerdeña para controlar en su provecho una ruta comercial ya existente entre estos dos puntos.

Nuevamente, y aunque las fuentes escritas resaltan la relación de Tartessos con los

griegos, la arqueología ha demostrado que esta relación comercial es tardía y minoritaria si la comparamos con la que mantuvieron los fenicios con esta cultura indígena. Las fuentes escritas nos mienten una vez más sobre la verdadera importancia de los fenicios.

Ya en los siglos IX y VIII a. de Jc. nos encontramos a los fenicios sólidamente

instalados en Cádiz donde fundaron su principal colonia en occidente. Sin embargo, también parecen haber existido comunidades fenicias integradas en asentamientos indígenas tartésicos: Huelva, Sevilla, Carmona, etc.

La colonia antigua de Cádiz debió ser muy distinta a la Cádiz actual. En primer

lugar era una archipiélago de tres pequeñas islas y no una península como en la actualidad. Los fenicios instalaron su colonia (Gadir-literalmente “la fortaleza”) en la isla septentrional, y la necrópolis en la isla larga. Entre ambas situaron dos puertos comunicados entre sí por un canal interior (igual que en Tiro). En la isla meridional se situó el templo de Melkart, la divinidad más importante de la ciudad que velaba por la paz y la honestidad en las transacciones comerciales. Cadiz tuvo un puerto en tierra firme que hoy conocemos mejor que la propia ciudad gracias a las excavaciones del Castillo de Doña Blanca en el Puerto de Santa María.

¿Existió una ciudad llamada Tartessos que podamos localizar hoy en día?. Yo creo

que hay dos posibles candidatas. La más probable es la actual ciudad de Huelva, donde se detecta un asentamiento

indígena de gran tamaño, con una acrópolis indígena, una rica necrópolis orientalizante y un barrio portuario con actividades artesanales vinculadas a la plata. También se detecta una posible concesión a comerciantes y artesanos fenicios y posteriormente griegos.

Algo menos clara, (aunque en los últimos años se están produciendo hallazgos

espectaculares) es Sevilla, la romana Hispalis o la fenicia Spal (literalmente “la baja, la de abajo”). En Sevilla se encuentra un yacimiento tartésico, pero al oeste de la ciudad, al otro lado del Guadalquivir se encuentra el Carambolo, una de las últimas alturas del

Aljarafe sevillano donde desde 2001 se ha estado excavando un gran templo, al parecer fenicio, dedicado a la diosa Astarté (sería el santuario más antiguo encontrado en España y dataría del siglo VIII a. de Jc. al menos).

Es evidente que los fenicios estaban muy interesados por controlar la

desembocadura del Guadalquivir y los territorios adyacentes. Las investigaciones geológicas han demostrado que la zona baja del Guadalquivir (el Coto de Doñana) formaban un gran golfo en época fenicia. De hecho, el Guadalquivir desaguaba al mar en Coria del Río (70 km. más al norte que hoy en día). Precisamente, en Coria se ha encontrado otro templo fenicio. Los alrededores de Sevilla están salpicados de estos santuarios fenicios o de influencia fenicia (Carmona, por ejemplo).

¿Cómo influyó la colonización fenicia en las comunidades indígenas de la

Península Ibérica?

La presencia fenicia fue un auténtico revulsivo para los modos de vida de las comunidades indígenas de la Península, y a la larga, generó un proceso de cambio cultural rápido que dará lugar a la Cultura Ibérica a partir del siglo VI a. de Jc. Sin embargo, no conviene exagerar esta influencia.

Algunos historiadores tienen un punto de vista un poco sesgado sobre este proceso

de cambio cultural o aculturación. Influídos por el modelo colonialista del siglo XIX consideran a las sociedades indígenas peninsulares como entes pasivos que se limitan a aceptar la cultura y los avances técnicos fenicios como algo positivo en sí mismo. En realidad es una visión muy simplista del proceso, pues los indígenas tomaron un papel activo en su relación con los fenicios y lo mismo que aceptaron algunas novedades, rechazaron otras y reinterpretaron las influencias culturales fenicias a su propia conveniencia.

Un ejemplo de esto es el rito funerario de la incineración. A pesar de que hasta los

años 80 existía una gran falta de datos sobre el particular, se asumía sin más que los indígenas inhumaban a sus muertos antes de la llegada de los fenicios (inhumar es enterrar el cuerpo del difunto en tierra). Las incineraciones indígenas posteriores eran pues la prueba de que los indígenas habían tomado el rito funerario de los fenicios. Dicho de otro modo, los fenicios habrían influido decisivamente en algo tan personal y profundo como las creencias religiosas y los ritos funerarios de los indígenas (se supone que los indígenas tendrían sus propias creencias de ultratumba y las abandonarían para adoptar las fenicias). Una mirada más atenta a los hallazgos de los años 80 descubría que en realidad los indígenas ya incineraban a sus muertos antes de la llegada de los fenicios, con lo que las incineraciones indígenas posteriores son la demostración de que éstos mantenían fielmente sus ritos funerarios tradicionales, aunque para ello utilizaran objetos de origen fenicio. La lectura es entonces la opuesta, los fenicios influirían en cuestiones externas y superficiales mientras que los elementos más profundos de la cultura indígena permanecerían fieles a la tradición.

Lo que sí tenemos claro es que los fenicios introdujeron en la Península Ibérica

nuevas técnicas, tecnologías, modas, etc. Por hacer una relación:

• Introdujeron nuevas especies agrícolas como la vid y el almendro, nuevas especies animales como la gallina, el asno, etc.

• También desarrollaron la producción del vino, el aceite, la pesca y la

salazón del atún.

• Introdujeron la metalurgia del hierro e impulsaron una masiva producción de plata..

• También introdujeron el torno de alfarero y complejos hornos de

producción de cerámica en dos cámaras. La actividad indígena alfarera se transformó así radicalmente pasando de ser una actividad doméstica a una producción semiindustrial masiva.

• Los fenicios fueron famosos por sus objetos de lujo que eran consumidos

por las élites tartésicas: orfebrería, joyería, ricas telas rojizas teñidas de púrpura,

aceite perfumado, muebles recubiertos de placas de marfil, pequeñas esculturas, cerámica pintada con motivos naturalistas, etc.

• También importaron objetos de lujo provenientes de oriente como vasos

de alabastro, escarabeos y amuletos producto del saqueo de tumbas egipcias, cerámica griega de lujo, aceite y vino griego de gran calidad, etc.

• Una de las aportaciones más importantes de los fenicios fue la escritura

alfabética. Como sabes, los sistemas de escritura que existían antes de los fenicios eran muy complicados, tenían cientos o miles de signos y era muy difícil dominarlos, de manera que la escritura quedaba reservada a los especialistas. La escritura alfabética fenicia sólo tenía 22 signos y era de fácil aprendizaje y utilización. Seguramente los fenicios la desarrollaron por necesidades mercantiles (contabilización, registro). Dado que en sus viajes se encontraban lejos de templos y palacios y , por tanto, de los escribas, era necesario que alguno de los comerciantes fuera capaz de escribir. Esta sencillez en la escritura fenicia facilitó su adopción por los pueblos que entraron en contacto con los fenicios: griegos, etruscos, íberos y tartésicos. Sin embargo, hay que recalcar que los íberos adoptaron el alfabeto fenicio para escribir su propia lengua.

En los yacimientos fenicios de Andalucía ha aparecido escritura fenicia y las

primeras inscripciones tartésicas empiezan a aparecer ya en el siglo VII a. de Jc.. Asimismo, se han encontrado ponderales (pesos y medidas), marcas de alfarero, etc. Todo indica que los fenicios introdujeron y practicaron complejos sistemas de contabilización y registro en sus transacciones comerciales con los indígenas.

Una de las transformaciones más espectaculares que experimentaron las

comunidades indígenas que entraron en contacto con los fenicios afecta a sus propios asentamientos. Antes de la llegada de los fenicios la población indígena se dispersaba en

pequeños poblados de cabañas y probablemente los habitantes de cada poblado estaban ligados entre sí por lazos de parentesco. Tras la llegada de los fenicios estos poblados se aglutinan en pequeñas ciudades donde se apiñan casas de muros de piedra rectilíneos y varias habitaciones. A veces se amurallan y se dotan de edificios públicos como santuarios, almacenes, asimismo especializan funcionalmente el espacio con áreas de taller y de vivienda separadas entre sí.

La sociedad indígena se debió jerarquizar y aumentaron las diferencias sociales

como demuestra la convivencia de tumbas principescas de gran riqueza con tumbas mucho más sencillas.

La crisis del siglo VI En el siglo VI a. de Jc. se produjeron una serie de hechos que los historiadores no

alcanzan a entender completamente y que han sido denominados “la crisis del siglo VI”.

1. Por un lado, la colaboración entre Tiro y los asirios terminó al caer el Imperio Asirio en manos de los persas y babilonios (caída de Nínive en 612 a. de Jc.).

2. Poco después los babilonios asediaron y conquistaron la propia

Tiro (573 a. de Jc.). Según algunos historiadores, la caída de esta metrópoli fenicia condujo a la ruina a muchas colonias fenicias occidentales.

3. Entre 630-570 a. de Jc. se detecta un importante comercio griego

en el sur de la Península Ibérica. Algunas teorías consideran que esta intromisión de los griegos en Tartessos rompió el monopolio fenicio en esta zona y acabó con sus actividades económicas más lucrativas.

4. La caída de Tiro llevó a que Cartago, otra colonia fenicia situada

en Túnez, asumiera un papel de control de las colonias fenicias occidentales. Algunas teorías trasladan a la Cartago del siglo VI a. de Jc. el carácter imperialista y militarista que tuvo posteriormente en el siglo III a. de Jc. esto es un error, aunque sí se aprecia una mayor influencia de Cartago sobre la Península Ibérica y aún mayor sobre las islas de Cerdeña y Sicilia.

5. Otras explicaciones hablan de cambios de rutas de comercio,

agotamiento de las minas de plata, conflictos sociales, etc. El caso es que la crisis del siglo VI no acabó con los fenicios, muchas ciudades

fenicias de la Península Ibérica (Cádiz, Málaga, Almuñécar, Ibiza) transformaron sus bases económicas y sobrevivieron como centros de población occidentales hasta la conquista romana.