Los grandes sueños. Cuento por Mayra
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Los grandes sueños
Había una vez una joven que quería ser bailarina de ballet, su sueño era tan grande y profundo
que todas las noches tenía el mismo sueño de estar bailando en los escenarios y disfrutar de la
gente observando la danza tan bella que ella podía interpretar bajo las grandes luces, disfrutando
de cada pirueta, cada movimiento que era perfecto. Sus zapatillas, esas que se resbalaban a la
perfección en el piso del enorme teatro en el que se encontraba bailando, la música estaba a su
máximo esplendor, los violines suenan y de pronto…despierta. Siempre lo mismo, la misma
historia cada noche, el ballet siempre en su cabeza a todas horas, solo había un problema. Su
padre siempre pensó que bailar era algo tonto, algo en lo que solo gastaba el tiempo en lugar de
dedicarlo a otra cosa más importante, por esto, le prohibía bailar, al menos hasta que cumpliera
dieciocho años y pudiera tomar mejores decisiones para su vida. Él no quería que su hija se
enamorara del ballet profundamente y luego solo fallara en el intento de ser una bailarina, no
quería que gastara su tiempo en algo que no le da frutos a nadie, en algo que parecía ser solo un
sueño tan grande como el de un pequeño de ser un superhéroe. Pero a María le encantaba el
ballet, a veces por las tardes salía con su amiga Lilia, ya que Lilia llevaba años en las clases de
ballet a la fuerza, por el al contrario de los padres de María, los de su amiga pensaban que el
ballet era toda un arte, algo increíble para hacer y querían que su hija aprovechara la oportunidad
de ir a las clases de esta danza…pero Lilia odiaba ir a esas clases y en lugar de obedecer a sus
papas, le dijo a María que ella tomara las clases por ella.
Todo comenzó una tarde en Noviembre, Lilia tenía que ir a su primera clase de ballet y llamo a su
amiga para decirle que la esperaba en la puerta de la academia a las cinco de la tarde en punto,
asi que ella fue preparada con su cabello recogido y ropa cómoda para bailar. Sabía que esto era
en contra de lo que su padre quería para ella, pero era inevitable, era algo que su cuerpo le pedía
que hiciera y no podía aguantar la idea de tener la oportunidad de asistir aunque fuera a una sola
clase de ballet.
La maestra de ballet no pudo dejar de observar cómo se movía María con la música a pesar de
que nunca había tenido una sola clase antes y se preguntaba de dónde venían tantos pasos
buenos. A la mitad de la clase la maestra no pudo contenerse y le pregunto qué en donde había
aprendido a bailar de esa manera. María sonrió, le dijo que nunca había tomado clases pero que
había aprendido de internet en algunos videos, copiando los pasos y bailando al ritmo de la
música. Esto dejo a la maestra muy sorprendida y le dijo que era muy buena en lo que hacía, que
siguiera así y le veía un excelente futuro. María se puso muy feliz, y la clase terminó una hora
después, fue entonces cuando la maestra le dijo que volviera la próxima clase, que era una gran
idea tomar las clases teniendo ese gran talento dentro de ella.
María fue con Lilia y le dijo que quería seguir viniendo a sus clases, Lilia encantada dijo que si, sin
pensar en el enojo que sus padres tendrían después, eso no les importaba. Los sueños están
hechos para cumplirse cueste lo que cueste y María no iba a darse por vencida. Todo lo que
quería era demostrarle a su padre lo buena que era bailando y quería aunque fuera por una vez
en su vida, bailar en el escenario como lo hacía en sus sueño de todas las noches y disfrutar de
usar un par de zapatillas de ballet y sentir todo eso que había soñado toda su vida.
Al día siguiente al salir de la escuela ella siguió practicando sin que nadie se diera cuenta, y cada
vez más le gustaba la idea de bailar y así pasaron muchos días, pasó casi un mes, y ya eran las
vísperas de navidad. Sus madre ya se había dado cuenta de que algo raro estaba sucediendo con
María, era más feliz, estaba más alegre todos los días y sonreía por la nada pero nunca quiso
preguntarle nada porque prefería que ella viniera a contárselo.
En la clase de la tarde, la maestra estaba muy entusiasmada por la presentación de ballet de
invierno, iban a presentarse con el tan típico Cascanueces.
Esa tarde María llego a casa muy contenta, no les dijo nada a sus padre pero llego a su recamara a
ensayar la nueva rutina de baile que tenían para el festival, y esa noche se lo confeso a sus padres.
Su papa se puso muy enojado y le dijo que el confiaba en ella y ella sabía que él no quería que su
hija fuese una bailarina, le dijo que dejara de bailar y que nunca más le mintiera, el no entendia lo
que ella sentía. María lo hizo, lo hizo porque amaba a su padre y no quería decepcionarlo pero en
su corazón estaba la verdad…algo que ella siempre sabría, y que no podía esconderlo de ninguna
forma de nadie, ni de sí misma.
La noche antes del festival ella lloró, estaba triste por tener que dejar algo que la tenía tan
ilusionada, y sabía que dejaría abajo a su maestra y ella también estaría enojada o triste. Quiso
olvidar las cosas por la paz pero no pudo hacerlo. Decidió hablar con su abuelo y el le dijo qu los
sentimientos no se apagan así porque si, y que obedeciera a su padre pero que poco a poco fuera
convenciéndolo de lo que ella quería hacer en la vida, porque tarde o temprano ella tendría que
ponerse firme antes el. Las palabras de su abuelo le resonaron toda la noche y al día siguiente se
armó de valor y le dijo a su padre que le diera una oportunidad, que no lo iba a defraudar. Que
solo fuera a verla bailar y si no le gustaba, entonces lo dejaría por un tiempo, hasta que pensara
mejor las cosas, como el siempre decía, y lo convenció.
En el festival su padre se sentía incómodo y un poco enojado aun, pero al ver bailar a María el
enojo se fue, era mágico, era muy bello lo que podía hacer, parecía que se movía entre las nubes
con una gran soltura que la hacía verse hermosa ante sus ojos. Fue entonces que la entendió y
pensó que si ella era feliz así, entonces eso es lo que el quería para la vida de su hija. Y ese fue el
día más feliz para María, por logro cumplir su meta.