Los Huérfanos de Luis Ramiro

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Los huérfanos de Luis Ramiro Me lo imagino serio, severamente callado,tomando un café temprano, mirando con su perl espigado hacia el abrumador Illimani con esa mirada tan suya, amplia y profunda, casi perdida, com traspasando el perl de hielo y roca escarpada, intentando entender si todo aquello tiene algún sentido más allá de lo evidente. entonces, en un momento indeterminado, se gira tranquilamente hacia ora y le cuenta un chiste del que se ha acordado. !onr"e, con esa sonrisa suya de ni#o orure#o recién despierto al mundo. $e hace una que otra caricia y vuelve a sus pensamientos. % estas alturas de la historia, no creo que a muchos bolivianos haga falta e&plicarles quién es, quién fue, $uis 'amiro (eltrán. )urante los últimos d"as, sus más cercanos amigos, decenas de ellos, se han encomendado la inabarcable labor de enumerar todos y cada uno de los méritos por los que este ciudadano del mundo será recordado para siempre. * fueron muchos, no hay duda. +n innumerables andan as, esas que solo él pod"a relatar sin olvidar un detalle a pesar de los a#os, marcado a fuego por el deve hist-rico de su querida $atinoamérica, $uis 'amiro destac- en una biograf"a grabada por algo sino por la valent"a y el compromi constructor, como fue, del orgullo por una propia identidad rebelde. * sin embargo, más allá del persona e, del autor, de la ente $uis 'amiro fue un hombre bueno, amable, cari#oso, profundamente humano. /uando uno se enfrentaba, nervioso, por primera ve a su presencia, él abr"a su puerta parsimonioso, al aba sus enormes gafas, saludaba, volv"a a sonre"r, y ante el silencio ceremonioso de quienes, parali ados, intentábamos encontrar las palabras e&actas con las que no decepcionar la gloria del pensador cansado, comen aba a contarte su historia, sin pelos en la lengua, sin ambages, incluidos testimonios f"sicos de todos los pasa es, los cuales guardaba en su queri despacho como peque#os tesoros con los que seguir relatando e ilustrando una vida casi innita. Muchos destacarán de $uis 'amiro (eltrán que fue un pensador grave, un te-rico implacable, intelectual sistemático, un comunic-logo que marc- el paradigma de representaci-n emancipadora de una regi-n herida y hastiada por el saqueo sistemático de pan, pa , piedra y sentido. $a comunicaci-n hori ontal, el adi-s a %rist-teles, las Pol"ticas acionales de /omunicaci-n, la comunicaci-n precolombina y quién sabe cuántas cosas más. *o digo que, por encima de aquello, $uis 'amiro fue un comunicador cercano. 0n conversador. 0n oyente inquebrantable y entregado. 0n amante irreductible de la palabra. )efensor, en palabras y acciones, del diálogo como el me or instrumento para la igualdad sincera. /uando uno hablaba con $uis 'amiro, sab"a seguro que estaba escuchando. !us o os, aún de vie ito más grandes y marcados en una cara que hab"a ido abriendo paso a esas dos cuencas oscuras penetrantes, le"an intensos e incansables las palabras que iban saliendo, las procesaba y las ataba en su clarividencia para construir, en el resuello del disertante, una respuesta asentada, concreta

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Artículo para Opinión

Transcript of Los Huérfanos de Luis Ramiro

Los hurfanos de Luis Ramiro

Me lo imagino serio, severamente callado, tomando un caf temprano, mirando con su perfil espigado hacia el abrumador Illimani con esa mirada tan suya, amplia y profunda, casi perdida, como traspasando el perfil de hielo y roca escarpada, intentando entender si todo aquello tiene algn sentido ms all de lo evidente. Pero entonces, en un momento indeterminado, se gira tranquilamente hacia Nora y le cuenta un chiste del que se ha acordado. Sonre, con esa sonrisa suya de nio orureo recin despierto al mundo. Le hace una que otra caricia y vuelve a sus pensamientos.A estas alturas de la historia, no creo que a muchos bolivianos haga falta explicarles quin es, quin fue, Luis Ramiro Beltrn. Durante los ltimos das, sus ms cercanos amigos, decenas de ellos, se han encomendado la inabarcable labor de enumerar todos y cada uno de los mritos por los que este ciudadano del mundo ser recordado para siempre. Y fueron muchos, no hay duda. En innumerables andanzas, esas que solo l poda relatar sin olvidar un detalle a pesar de los aos, marcado a fuego por el devenir histrico de su querida Latinoamrica, Luis Ramiro destac en una biografa grabada por algo sino por la valenta y el compromiso, constructor, como fue, del orgullo por una propia identidad rebelde. Y sin embargo, ms all del personaje, del autor, de la entelequia, Luis Ramiro fue un hombre bueno, amable, carioso, profundamente humano. Cuando uno se enfrentaba, nervioso, por primera vez a su presencia, l abra su puerta parsimonioso, alzaba sus enormes gafas, saludaba, volva a sonrer, y ante el silencio ceremonioso de quienes, paralizados, intentbamos encontrar las palabras exactas con las que no decepcionar la gloria del pensador cansado, comenzaba a contarte su historia, sin pelos en la lengua, sin ambages, incluidos testimonios fsicos de todos los pasajes, los cuales guardaba en su querido despacho como pequeos tesoros con los que seguir relatando e ilustrando una vida casi infinita.Muchos destacarn de Luis Ramiro Beltrn que fue un pensador grave, un terico implacable, intelectual sistemtico, un comuniclogo que marc el paradigma de representacin emancipadora de una regin herida y hastiada por el saqueo sistemtico de pan, paz, piedra y sentido. La comunicacin horizontal, el adis a Aristteles, las Polticas Nacionales de Comunicacin, la comunicacin precolombina y quin sabe cuntas cosas ms.Yo digo que, por encima de aquello, Luis Ramiro fue un comunicador cercano. Un conversador. Un oyente inquebrantable y entregado. Un amante irreductible de la palabra. Defensor, en palabras y acciones, del dilogo como el mejor instrumento para la igualdad sincera.Cuando uno hablaba con Luis Ramiro, saba seguro que estaba escuchando. Sus ojos, an de viejito ms grandes y marcados en una cara que haba ido abriendo paso a esas dos cuencas oscuras y penetrantes, lean intensos e incansables las palabras que iban saliendo, las procesaba y las ataba en su clarividencia para construir, en el resuello del disertante, una respuesta asentada, concreta y nica que demostraban cmo para l no importaban el tema, el tiempo ni la forma, sino el fondo de una conversacin que construa significado ms all de su aparente futilidad, con la fluidez y facilidad que solo los verdaderos sabios pueden encadenar conscientemente. Para l no existan las malas ideas, las ideas tontas, las escuchaba todas, generoso, como un nio inquieto y curioso, y siempre las coronaba con la genialidad de una nueva pregunta. Nunca en su trato mostr esa superioridad molesta del ego ilustrado. Por al contrario, Luis Ramiro hizo de la humildad su caballo de batalla.Recuerdo que, recurrente, a l siempre le gustaba romper el hielo contando aquello de yo en realidad, me debera haber llamado Fortunato. Y en gran parte es cierto: super guerras, revoluciones, enfermedades, muertes dolorosas, una cruel y temprana orfandad, conoci el amor, lo vivi hasta sus ltimas consecuencias, viaj y viaj hasta la extenuacin, extrayendo el jugo al mximo, debatiendo y rebatiendo, compartiendo en su lucidez cercana el valor de la palabra como una herramienta cargada de futuro, marcando con el ejemplo, compartiendo mesa y charla con los campesinos de su Oruro natal de la misma forma que en su momento lo hara con Rockefeller o Ingrid Bergman. Sin distinciones. Sin contemplaciones. Sin prejuicio. La palabra misma por el valor de la palabra.Y es en ese ir y venir de frases, de encuentros y discusiones, de miles de bocas y rostros que fueron pasando anonadados ante la abrumadora presencia del hombre amable y tranquilo, que se fue pasando la vida de un ser humano constante, trabajador, sabio, sincero. Constructor de un sentido propio, polifactico, sabedor del valor del cario y del respeto, enrgico por antonomasia, guerrillero de la alegra. Y as qued entre nosotros, sus hurfanos, un pedacito de su fortuna, apoyando y empujando a todos y cada uno de los Alfonso, Jos Luis, Erick, Karina, Carlos, Donato, Sandra, Alejandro, Juan, y un largo etctera de nombres, mujeres y hombres, indgenas, blancos y mestizos, bolivianos y extranjeros, grandes y pequeos, amigos y desconocidos. Daba igual. Personas, al fin y al cabo, como lo fue el propio maestro. Y aun a pesar de todo, se fue. Parti. Y nos dej desencajados a tantos de nosotros hace ahora algo ms de una semana. Luis Ramiro apag su alargada lucecita un viernes de madrugada. En clamor del fro paceo, en un invierno de aquellos como no se recuerda, la sbita fragilidad marcada por 85 aos de conquistas no pudo ya volver a enfrentar los rigores de una precaria vida, hasta esos momentos plena. Pero nos qued para siempre la luz de esa sonrisa suya, cegadora, clida y sincera, que detrs del gran intelectual latinoamericano, esconda la bondad de un hombre desde hoy eterno.