Los jóvenes y el tabaco: ¿podemos ser optimistas?

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EDITORIAL LOS JÓVENES Y EL TABACO: ¿PODEMOS SER OPTIMISTAS? T ras un periodo de cierta ambigüe- dad, la n eces idad de afronta r el consumo de tabaco como pr oble- ma prior i tario de salud púb l ica empieza a ser claramente reconocida en nuestro medio, ta nto por l os profesiona- les de la salud como por las distintas ad- min istraciones públicas . En este sentido cabe interpretar la posic i ón del Min iste- rio de San i dad y Cons umo. que en su do- cumento r Estrategi as de salud en el año 2000 en afirma: ft EI hábito de fu- mar es , actualmente, la mayor causa a is- l ada conocida de morta li dad en E spaña, y su eliminación tendría por sola ma- yor efecto que cualquier aIra medida de salud Sin embargo, las iniciativas diri gidas a disminui r el consumo de tabaco se han centrado h asta ahora casi exclusivamente en la elaborac i ón de un marco legal so- bre determinados aspectos «comprome - del tabaquismo. como la promoción y venta de productos derivados del taba- co, la información a l os consumidores, y el consumo de taba co en espacios públi - cos, además de la s campañas informat i- vas, La efect ividad de estas medidas es incierta. la evaluación de las campañas masivas en l os medios de comun icación, por ejemplo, ha demostrado su utilidad en contribuir a la d is min u ción del consumo de tabaco en otros paises - fundamen - ta lmente en el ámbito anglosaj ón 2 -, pe- ro en nuestro pais no tenemos , al menos por el momento, evidencias incontesta- bles de su impacto. Hay que admitir, sin embargo, que la creación de un estado de opinión y el fomento de un debate so- cial soore el tema han sido probablemente las i ntervenciones más adecuadas en una primera etapa, antes de general izar pro· gramas especificos y estudios piloto, con- siderando la elevada prevalencia del tabaquismo entre nuestra población adul- ta, especi al mente preosupante entre mé· dicos y maestros 3 , 4. En este contexto, algunas evidencias recientes parecen reflejar cambios favo- rables en la evolución de la epidemia de tabaquismo en nuestro pai s. Así, l as en· cuestas periódicas realizadas en la comu· nidad autónoma de Cataluña i ndican una d isminuc ión de l tabaq uismo entre los varones e ntre 1982 y 1990, Que habría pa- sado de158,3% al 49 ,7%. Esta dismi nu· ción se produce particularmente a expensas de los grupos de edad más jó- venes, en los Que se habría producido u na d ismimx:ión del 33 % en este periodo, que ha pasado de l 58, 6% al 39,1% en los va- rones de 15 a 24 años , mientras que pa- ra las mujeres de la misma edad las pro¡x:lrciones fueron del 48 % y de 37,4 %, repectivamente 5 . Asimismo, se ha produ- cido según las mismas encuestas una im· portante disminución en la inic i ación d el tabaq uismo entre l os adolescentes, que ha pasado del 75% al 52 , 5% en el gru - pode 12 a 15 años en el pe r íodo compren- di do entre 1982 y 1986 4 . 6, En el mismo sentido cabe interpretar l os resultados descritos por Val lescar et al. , en este mis· mo número 7 , que enc uentran u na dis- m inu ción de alrededor del 20% de la pr eva l encia del tabaquismo en t re jóve- nes de e nseñ anza med ia de ambos se- xos en la comarca de la Garrotxa entre 1982 y 1 986. Otro estudio realizado en escolares de enseñanza media de Barcelona ha mos- trado asimismo una disminuc n notab le del tabaquismo entre 1986 y 1989, pedo - do en el que la prevalencia de fumado- res en oct avo curso de Educación General Básica pasó de 14,7% a 8% (G. Ariza 1991, comunicación personal). ¿Signi fi can estos datos que hemos superado el pun- to de in flexión en la evolución de l taba- quismo? ¿Podemos esperar desde ahora una disminución costante y mantenida en la inciden cia de nuevos fumadores? Algunas limitaciones al optimismo Pese a las evidencias, por el momen- to deberíamos evaluar con prudenc ia estos resultados aparentemente prome- tedores , evitando adq>tar una posi ción ex- cesivamente optimista que comprometa o debili te la j usti ficación de mantener u na acti tud firme en et futuro inmediato_ las razones para estas reservas son diversas, pero entre ellas conviene destacar la pre- sión del mercado y algunas li m itac i ones de carácter metodológico. En l os últimos tiempos la p resión pu- blicitaria de la ind ustria tabacalera se ha orie n tado espec ifi came n te a los jóvenes ya las mujeres, Que constituyen los seg- mentos del mercado en (os Que todavía puede producirse una expansión. En es- te sentido hay que señalar Que las en- cuestas realizadas en cataluña han mostrado, j unIo a la anteriormente comen - tada di sminución de la preva l encia delta - baquismo entre los jóvenes de menos de 25 años de ambos sexos, un aumento im- ponante entre l as muj eres de edad me- dia, especialmente en el grupo de 25 a 34 años_ Esta t endencia es compatible con un efecto cohorte, que i ndicaría Que en los años ochenta se alcanzaron las máximas tasas de incidencia entre las adolescentes que iniciaban el consumo de tabaco, y refleja probablemente los fructiferos esfuerzos de la industria taba- calera para expandir el me r cado de l ta- baco entre las m uj eres, apelando a sentimientos como la «independencia» o el -de recho a di sfrutar. (como los hom- _ En el mismo senlido podemos va- GACETA S AN IT AR IA/M AVQ. J UNIO. 1991. N. 24 , V OL, s 111

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EDITORIAL

LOS JÓVENES Y EL TABACO: ¿PODEMOS SER OPTIMISTAS?

Tras un periodo de cierta ambigüe­dad, la necesidad de afrontar el consumo de tabaco como proble­ma prioritario de salud pública

empieza a ser claramente reconocida en nuestro medio, tanto por los profesiona­les de la salud como por las distintas ad­ministraciones públicas. En este sentido cabe interpretar la posición del Ministe­rio de Sanidad y Consumo. que en su do­cumento rEstrategias de salud en el año 2000 en España~. afirma: ftEI hábito de fu­mar es, actualmente, la mayor causa ais­lada conocida de mortalidad en España, y su eliminación tendría por sí sola ma­yor efecto que cualquier aIra medida de salud pública~'.

Sin embargo, las iniciativas dirigidas a disminuir el consumo de tabaco se han centrado hasta ahora casi exclusivamente en la elaboración de un marco legal so­bre determinados aspectos «comprome­tidos~ del tabaquismo. como la promoción y venta de productos derivados del taba­co, la información a los consumidores, y el consumo de tabaco en espacios públi­cos, además de las campañas informat i­vas, La efectividad de estas medidas es incierta. la evaluación de las campañas masivas en los medios de comunicación, por ejemplo, ha demostrado su utilidad en contribuir a la disminución del consumo de tabaco en otros paises - fundamen­talmente en el ámbito anglosajón2-, pe­ro en nuestro pais no tenemos, al menos por el momento, evidencias incontesta­bles de su impacto. Hay que admitir, sin embargo, que la creación de un estado de opinión y el fomento de un debate so­cial soore el tema han sido probablemente las intervenciones más adecuadas en una primera etapa, antes de generalizar pro· gramas especificos y estudios piloto, con­siderando la elevada prevalencia del tabaquismo entre nuestra población adul-

ta, especialmente preosupante entre mé· dicos y maestros3, 4 .

En este contexto, algunas evidencias recientes parecen reflejar cambios favo­rables en la evolución de la epidemia de tabaquismo en nuestro pais. Así, las en· cuestas periódicas realizadas en la comu· nidad autónoma de Cataluña indican una disminución del tabaquismo entre los varones entre 1982 y 1990, Que habría pa­sado de158,3% al 49,7%. Esta disminu· ción se produce particularmente a expensas de los grupos de edad más jó­venes, en los Que se habría producido una dismimx:ión del 33 % en este periodo, que ha pasado del 58,6% al 39,1% en los va­rones de 15 a 24 años, mientras que pa­ra las mujeres de la misma edad las pro¡x:lrciones fueron del 48% y de 37,4 %, repectivamente5. Asimismo, se ha produ­cido según las mismas encuestas una im· portante disminución en la iniciación del tabaquismo entre los adolescentes, que ha pasado del 75% al 52 ,5% en el gru­pode 12 a 15 años en el período compren­dido entre 1982 y 19864. 6, En el mismo sentido cabe interpretar los resultados descritos por Vallescar et al. , en este mis· mo número7 , que encuentran una dis­minución de alrededor del 20% de la prevalencia del tabaquismo entre jóve­nes de enseñanza media de ambos se­xos en la comarca de la Garrotxa entre 1982 y 1986.

Otro estudio realizado en escolares de enseñanza media de Barcelona ha mos­trado asimismo una disminución notable del tabaquismo entre 1986 y 1989, pedo­do en el que la prevalencia de fumado­res en octavo curso de Educación General Básica pasó de 14,7% a 8% (G. Ariza 1991, comunicación personal). ¿Significan estos datos que hemos superado el pun­to de inflexión en la evolución del taba­quismo? ¿Podemos esperar desde ahora

una disminución costante y mantenida en la incidencia de nuevos fumadores?

Algunas limitaciones al optimismo

Pese a las evidencias, por el momen­to deberíamos evaluar con prudencia estos resultados aparentemente prome­tedores, evitando adq>tar una posición ex­cesivamente optimista que comprometa o debilite la justificación de mantener una actitud firme en et futuro inmediato_ las razones para estas reservas son diversas, pero entre ellas conviene destacar la pre­sión del mercado y algunas limitaciones de carácter metodológico.

En los últimos tiempos la presión pu­blicitaria de la industria tabacalera se ha orientado especificamente a los jóvenes ya las mujeres, Que constituyen los seg­mentos del mercado en (os Que todavía puede producirse una expansión. En es­te sentido hay que señalar Que las en­cuestas realizadas en cataluña han mostrado, junIo a la anteriormente comen­tada disminución de la prevalencia delta­baquismo entre los jóvenes de menos de 25 años de ambos sexos, un aumento im­ponante entre las mujeres de edad me­dia, especialmente en el grupo de 25 a 34 años_ Esta tendencia es compatible con un efecto cohorte, que indicaría Que en los años ochenta se alcanzaron las máximas tasas de incidencia entre las adolescentes que iniciaban el consumo de tabaco, y refleja probablemente los fructiferos esfuerzos de la industria taba­calera para expandir el mercado del ta­baco entre las mujeres, apelando a sentimientos como la «independencia» o el -derecho a disfrutar. (como los hom­bres~ _ En el mismo senlido podemos va-

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lorar el crecimiento relativo del tabaquismo entre las niñas y muchachas jóvenes, que en diversos países de Euro­pa ha superado al de sus compañeros9.

En relación con las limitaciones meto· dológicas, debemos preguntarnos en pri· mer lugar hasta qué punlo los dalas disponibles son estimaciones válidas y fiables sobre muestras representativas, que reflejan por tanto una tendencia real en el conjunto de la población estudiada. En primer lugar, sabemos que en el aná· lisis de la evolución temporal de variables autodec laradas, como el tabaquismo en poblac ión escolar, es necesario estable· cer algunas precauciones ante los datos obtenidos, especialmente cuando mues­tran, como en los estudios descritos ano teriormente realizados en el medio escolar, cambios espectaculares. Asu­miendo la fiabilidad y val idez del cuestio· nario, se podría argumentar que la repetición de la encuesta en la misma es· cuela puede causar una disminución de la validez (en general una infradeclara· ción) en el segundo cuestionario, en lo que se conoce como efecto Hawthorne o efecto de la observación 10. Tampoco hay que olvidar que en los inicios de los años ochenta, cuando en Estados Unidos empezaban a aparecer indicios de una disminución del tabaquismo entre los ado­lescentes, algunas voces críticas sugirie­ron que tal vez la infradeclaración del tabaquismo aumentaba con er tiempo en la medida en que socialmente el consu· mo de tabaco dejaba de ser una conducta socialmente aceptable 11 . Es razonable pensar que en la medida en que las acti­tudes y percepciones sociales hacia el consumo de tabaco parecen estar cam­biando rápidamente en nuestro medio, el mismo fenómeno puede afectar a las ten­dencias del subregistro en los cuestio­narios.

En cualquier caso, podemos afirmar que en la medida en que se obtengan de forma repetida en distintas poblaciones nuevas evidencias que confirmen la ten­dencia favorable acerca de la incidencia de nuevos fumadores, deberemos acepo tar sin reservas la realidad de los mismos. En ese momento aparecerá ante nosotros un nuevo di lema: ¿debemos abandonar nuestros esfuerzos en este ámbito para dedicarlos a otros temas más «rentables'?

o también, ¿cuál es el umbral de «inciden· cia" aceptable de nuevos fumadores?

Planteamiento para un futuro im­perfecto

Probablemente, nuestra respuesta a la primera pregunta deberá ser negativa, mientras que no podremos responder con certeza a la segunda. De hecho, los ob­jetivos de la estrategia europea sobre el tabaquismo incluyen la disminución de la proporción de fumadores en un 50% pa­ra 1995, con una proporción de no fuma· dores del 80%, aunque el título de la campaña hace referencia a la meta de conseguir una Europa libre de tabaco (IISmoke free Europe», IIPlanning for a smoke 'ree generation»)12. 13. Además, diversos países en los que se han produ· cido avances notables en la disminución del tabaquismo entre los jóvenes, como Noruega y Estados Unidos, mantienen ca· mo meta para el futuro conseguir que en el año 2000 se haya dejado de fumar completamente 14

. También deseamos ser conscientes de que en la medida en que el tabaquismo vaya siendo un hábito cada vez más minoritario, deberemos re­plantear nuestras estrategias de interven­ción en función de las características específicas de los adolescentes fumado· res. Así por ejemplo, algunos estudios re· cientes muestran que los adolescentes que empiezan a fumar antes difieren del conjunto de escolares en una diversidad de factores, entre los que se incluye el rendimiento escolar y la probabilidad de terminar la enseñanza media 15.

En cualquier caso, los planteamientos globales de prevención en la escuela del inicio de l tabaquismo, siguen siendo con· siderados uno de los pilares de las estra­tegias para la disminución de las enfermedades cardiovasculares y tumo· rales por la Organización Mundial de la Salud, independientemente de la preva· lencia y de las tendencias temporales de

cada país9. Así pues, ya pesar de que existen algunas evidencias prometedoras, no hay -por el momento- razón para dejar de insistir en la necesidad de llevar a cabo programas preventivos específicos diseñados para evitar la iniciación de los

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más jóvenes al hábito tabáquico. Estos programas, centrados en el medio esco­lar como forma más eficiente de alcan­zar a la mayoría de los niños, deberían estar rodeados de un medio coherente, en el que se respetara la normativa so­bre consumo de tabaco en centros públi­cos y la publicidad del tabaquismo fuera eliminada por completo 13. En cuanto a sus contenidos, se ha señalado la utilidad de los métodos basicos en el aprendiza­je social que ayudan a desarrollar habili· dades para analizar críticamente y resistir las presiones sociales de incitación al consumo 16. Como en otras intervencio· nes sobre el estilo de vida, únicamente podemos esperar tener éxito si utilizamos un abordaje multidisciplinario, basado en una diversidad de métodos y apoyado además de un cierto consenso social que haga aparecer la opción más saludable como la opción deseable. En este senti­do, el desarrollo y la aplicación de las nor­mativas legales que hagan posible la progresiva eliminación del consumo de ta­baco del medio escolar -no hay que ol­vidar que en 1986 más del 80% de los escolares de octavo curso de Educación General Básica de Barcelona percibían a sus maestros como fumadores 17 - son un objetivo a medio plazo inexcusable. Otros planteamientos correrian el riesgo de ser simples «cortinas de humo'l.

Manel Nebol Adel! Institut Munic ipal de la Salut, Barcelona

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