Los judíos en el Evangelio según Juan (1)

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Teología y Vida, Vol. XL (1999), pp. 255-267 Miguel Angel Ferrando, s.m. Profesor de la Facultad dc Teología. PUCCH Los judíos en el Evangelio según Juan (1) "El cuarto Evangelio no es antisemita; el evangelista no condena ni a la raza ni al pueblo, sino a la oposición a Jesús" (2), Esta frase. estampada por Raymond E, Brown en la Introducción a su extenso y ya clúsico comentario al cuarto Evangelio. resume lo que estas palabras quieren explicar con convicción y. si es posible. de una manera convincente, 1, EL TERMINO "JUDIO" EN EL CUARTO EVANGELIO El término 'judío' (Iouomoc;) aparece 194 veces en el Nuevo Testamento; de ellas 71 veces es tú en Jn. casi siempre en plural y en la pluma del evangelista; 79 veces en Hch y sólo cinco. seis y cinco veces respectivamente en cada uno de los tres Evangelios sinópticos (3), Es de notar que nunca son nombrados los 'judíos' en la Un, a pesar de que esta carta es un comentario al Evangelio. escrita pensando en un grupo de creyentes que se han separado de la comunidad juánica, El examen de los textos induce a concluir que en Jn el término 'judío' no tiene una significación unívoca sino análoga. es decir. designa a personas que tienen algunos rasgos comunes. pero que no siempre piensan y actúan de la misma manera (4), (1) Conferencia leída en el salón de honor de la Casa Central de la Pontificia Universidad Católica de Chile ellO de junio de 1998, con ocasión de la publicación del documento de la Comisión para las Relaciones con el Hebraísmo titulado Nosolros recordall1os: ulla re.f7exiríll sobre la Shoah, firmado por el Card, Edward L Cassidy, Roma 16 de marzo de 1998, (2) R.E. BROWN, The Cospel accordillg lo Jolul (The Anchor Bible 29), Garden City, N. Y, Doubleday 1966, pág. LXXII. (3) Según el vocabulario estadístico de la lengua del Nuevo Testamento, de R. MORGENTlIALER, publicado en Zurich cn 1958, reproducido fotográficamente por M, GUERRA CAMPOS, El idioma del Nuevo Tes/{{lI1elllo (Facultad de Teología del Norte de España, Sede Burgos), 3' ed. Burgos, Aldeeoa 1981, pág. 191. (4) CL 1. BEUTLER. Die "Judel1" ulld der Tod Jesu im Johal1lleseval1gelilllll, en Sludiel1 ¿u johalllleischel1 Schrifrell (Stuttgarter Biblisehe Aufsatzbande 25), Stuttgart, Katholisches Bibelwerk 1998,59-76. Este trabajo había sido ya publicado en 1978. en una obra colectiva sobre

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Teología y Vida, Vol. XL (1999), pp. 255-267

Miguel Angel Ferrando, s.m.Profesor de la Facultad dc Teología. PUCCH

Los judíos en el Evangelio según Juan (1)

"El cuarto Evangelio no es antisemita; el evangelista no condena ni a la razani al pueblo, sino a la oposición a Jesús" (2), Esta frase. estampada por Raymond E,Brown en la Introducción a su extenso y ya clúsico comentario al cuarto Evangelio.resume lo que estas palabras quieren explicar con convicción y. si es posible. de unamanera convincente,

1, EL TERMINO "JUDIO" EN EL CUARTO EVANGELIO

El término 'judío' (Iouomoc;) aparece 194 veces en el Nuevo Testamento; deellas 71 veces es tú en Jn. casi siempre en plural y en la pluma del evangelista; 79veces en Hch y sólo cinco. seis y cinco veces respectivamente en cada uno de lostres Evangelios sinópticos (3), Es de notar que nunca son nombrados los 'judíos' enla Un, a pesar de que esta carta es un comentario al Evangelio. escrita pensando enun grupo de creyentes que se han separado de la comunidad juánica,

El examen de los textos induce a concluir que en Jn el término 'judío' notiene una significación unívoca sino análoga. es decir. designa a personas quetienen algunos rasgos comunes. pero que no siempre piensan y actúan de la mismamanera (4),

(1) Conferencia leída en el salón de honor de la Casa Central de la Pontificia Universidad Católica deChile ellO de junio de 1998, con ocasión de la publicación del documento de la Comisión paralas Relaciones con el Hebraísmo titulado Nosolros recordall1os: ulla re.f7exiríll sobre la Shoah,firmado por el Card, Edward L Cassidy, Roma 16 de marzo de 1998,

(2) R.E. BROWN, The Cospel accordillg lo Jolul (The Anchor Bible 29), Garden City, N. Y,Doubleday 1966, pág. LXXII.

(3) Según el vocabulario estadístico de la lengua del Nuevo Testamento, de R. MORGENTlIALER,publicado en Zurich cn 1958, reproducido fotográficamente por M, GUERRA CAMPOS, Elidioma del Nuevo Tes/{{lI1elllo (Facultad de Teología del Norte de España, Sede Burgos), 3' ed.Burgos, Aldeeoa 1981, pág. 191.

(4) CL 1. BEUTLER. Die "Judel1" ulld der Tod Jesu im Johal1lleseval1gelilllll, en Sludiel1 ¿ujohalllleischel1 Schrifrell (Stuttgarter Biblisehe Aufsatzbande 25), Stuttgart, KatholischesBibelwerk 1998,59-76. Este trabajo había sido ya publicado en 1978. en una obra colectiva sobre

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Hablar de los judíos nada tiene de despectivo o de irónico cuando el evange-lista explica que en Caná de Galilea, en la casa donde se celebraba una fiesta dematrimonio, había "seis tinajas destinadas a las purificaciones de los judíos" (2: 6),ni cuando Pilato pregunta a Jesús: "¿eres tú el Rey de los judíos?" (18: 33, cL 35).Son honrosas para ellos las palabras de Jesús a la samaritana: "la salvación viene delos judíos" (4: 22), donde 'judíos' se contrapone a 'samaritanos'.

También en los capítulos 11 y 12 se habla de los judíos en un tono neutro yhasta favorable, que sorprende después del tono elevado de las discusiones recogi-das en los capítulos 7 y 8. Los judíos, en efecto, tienen ahí una actitud simpática conlas hermanas de Lázaro, que lloran la muerte de su hermano: "muchos judíos habíanvenido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano" (11: 19, cf. 31).Cuando Jesús llora ante la tumba de su amigo, ellos comentan: "miren cómo loquería" (11: 36). Incluso "muchos de los judíos que habían venido a casa de María,viendo lo que [Jesús] había hecho, creyeron en El" (11: 45). Un poco más adelanteacota el evangelista que "gran número de judíos supieron que Jesús estaba allí [enBetania] y fueron no sólo por Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien habíaresucitado entre los muertos". Y continúa el texto: "Los sumos sacerdotes decidie-ron dar muerte también a Lázaro, porque a causa de él muchos judíos se les iban ycreían en Jesús" (12: 9-11). Sorprende que en estas frases el evangelista haga dife-rencia entre judíos y sumos sacerdotes, como si estos últimos no fueran tambiénjudíos, mientras que en otros lugares los identifica, como se verá más adelante. Estoobliga a pensar que el término 'judío' no siempre tiene para Jn un sentido favorableo indiferente.

Hay versículos en que algunos personajes, que sin duda son judíos y habitantesde Jerusalén, parecen ajenos al grupo de los 'judíos'. Por ejemplo, en el relato de lacuración milagrosa de un tullido, realizada por Jesús junto a la piscina de Betesda¿por qué escribe el evangelista que "el hombre se fue a decir a los judíos que Jesúsera quien lo había curado" (5: 15)? ¿Es que él mismo no era judío? Sin dudatambién eran judíos los padres del ciego de nacimiento que había recobrado la vistagracias a Jesús, pero Jn los distingue de los judíos. Interrogados los padres sobrequién había devuelto la vista a su hijo, ellos evitan con una evasiva el comprometer-se: "pregúntenselo a él; edad tiene; puede hablar de sí mismo". El evangelista aclarael motivo de su actitud: "dijeron esto porque temían a los judíos, pues los judíoshabían resuelto excluir de la sinagoga a quien confesara que era Cristo" (9: 21-22).Estos judíos y los del versículo 18 se identifican con los fariseos nombrados en losversículos 13 y 40.

En esta escena de la curación del ciego aparece por segunda vez un temarecurrente, el del miedo a los judíos. La primera vez es al comienzo de la fiesta delas Tiendas: "nadie hablaba abiertamente de El (de Jesús) por miedo a los judíos"(7: 13). Más adelante, muerto ya Jesús, dos judíos importantes se atreven a dar la

el lema "Exodo y Cruz en el diálogo ecuménico entre judíos y cristianos". Beutler cila confrecuencia a R. LEISTNER, Alllijlldaismus im lo!lallllesevallgelillm? Darstellung des Problems indel' neueren Auslegungsgeschichle und Unlersuchung del' Leidensgeschiehte (Theologie undWirkliehkeit 3), Bern- Frankfurt a. M. 1974, libro al que no he podido acceder.

LOS JUDIOS EN EL EVANGELIO SEGUN JUAN 257

cara: "después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque ensecreto por miedo (/ los judíos, pidió a Pilato autorización para retirar el cuerpo deJesús. Pilato se lo concedió ... Fue también Nicodemo, aquel que anteriormente habíaido a verlo de noche, con una mezcla de mirra y áloe de unas cien libras. Tomaron elcuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas con los aromas, conforme a la costumbrejudía de enterrar" ([ 9: 38-40). El día de la resurrección había otros discípulos quetodavía estaban asustados: "al atardecer de aquel día, el primero de la semana,estando cerradas, por miedo (/ los judíos, las puertas del lugar donde se encontrabanlos discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos" (20: 19).

La identi ficación de 'j udíos' y 'fariseos' se da especialmente en las ásperaspolémicas con Jesús, consignadas en Jn. 7 y 8, que parecen ligadas al milagro de lacuración de un tullido (cL 7: 23). En el capítulo 7 se nombra un par de veces a losjudíos junto con los sumos sacerdotes, pero estos últimos están ausentes en el capí-tulo 8. Las discusiones de ambos capítulos están separadas por el episodio de lamujer acusada de flagrante adulterio (7: 53-8: 11). Aquí los acusadores son fariseosy escri bas (YPCX¡l¡lCX"CE'UC;).

En 7: I se afirma que Jesús andaba por Galilea y que no quería andar porJudea, porque "lo judíos intentaban matarlo". Y un poco más adelante: "los judíosasombrados decían: ¿Cómo entiende ese de letras sin haber estudiado?" (7: 15).Pronto se enciende la discusión. Jesús les reprocha: "Ninguno de vosotros cumple laLey ¿Por qué intentáis matarme?" (7: [9). Algunos habitantes de Jerusalén se sor-prenden de que Jesús hablara con tanta libertad y se preguntan: "¿No es ese a quienintentaban matar?" (7: 25).

"Muchos entre la multitud (OXAoC;) creyeron en él. .. Los fariseos escucharon ala multitud murmurar sobe esto [las palabras de Jesús referidas al Padre: "yo loconozco, porque vengo de é[ y él es quien me envió" I y los sumos sacerdotes y losfariseos enviaron guardias para detenerlo (7: 31-32). Los guardias regresaron a quie-nes los habían enviado, confesando que no se habían atrevido a cumplir las órdenesrecibidas. Sólo "los fariseos" reaccionaron ante esta desobediencia: "¿Vosotros tam-bién os habéis dejado embaucar? ¿Acaso ha creído en El alguno de los magistrados(HuY CXPXOYHUY) o de los fariseos?". Sí, parece que al menos uno, Nicodemo, ma-gistrado y fariseo (cL 3: 1) se atrevió a romper lanzas a favor de Jesús: "¿Acasonuestra Ley juzga a un hombre sin haberlo escuchado primero y sin saber quéhace?" (7: 45-52).

Las discusiones de Jn 8 se centran en las afirmaciones hechas por Jesús de queDios es su Padre, que lo envió al mundo, y en los testimonios que él aduce en sufavor. Entre estos testimonios destaca el de Abrahán. El tono de la controversia escada vez más alto, hasta rozar [os límites de la injuria. "Ya sé que sois descendenciade Abrahán, pero tratáis de matarme; ... yo hablo de lo que he visto a mi Padre yvosotros hacéis lo que habéis oído donde vuestro padre. Ellos respondieron: nuestropadre es Abrahán. Jesús les dice: 'si sois hijos de Abrahán, haced las obras deAbrahán, pero tratáis de matarme ... Vosotros hacéis las obras de vuestro padre'.Ellos le dijeron: 'nosotros no somos hijos nacidos de prostitución; no tenemos máspadre que a Dios'. Jesús les respondió: 'si Dios fuera vuestro Padre me amaríais ...vosotros sois de vuestro padre el diablo ... no sois de Dios'. Los judíos le respondie-ron: '¿no decimos con razón que tú eres samaritano y que tienes un demonio?' La

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discusión concluye violentamente. "En verdad, en verdad os digo: antes de queAbrahán existiera, yo soy. Entonces tomaron piedras para arrojárselas, pero Jesús seocultó y salió del Templo" (8: 31-57). El mismo intento se repite en la fiesta de ladedicación del Templo: "los judíos trajeron otra vez piedras para apedrearlo" (10: 31).

En el capítulo 8 los interlocutores de Jesús son los fariseos, llamados unasveces con este nombre, otras veces con el de judíos (cf. 8: 13.22.48.52.57). A vecesel sujeto de los verbos 'decir' o 'responder' es "ellos", sin precisar si se trata de losunos o de los otros (8: 25.33.39) y una vez se señala que "muchos judíos creyeronen El" (8: 30-31). Un poco más adelante, después de oír las palabras de Jesús sobreel buen pastor, "se produjo otra vez una disensión (OXlCJ¡..Lcx) entre los judíos" (lO:19). La disensión anterior fue en el gentío (EV Hú 0XAÚ1) y durante la fiesta de lasTiendas (7: 43).

Los sumos sacerdotes estuvieron ausentes de todas estas confrontaciones, perosu protagonismo irá en aumento conforme se acerca la pasión. Caifás es ya la figuraclave en el Consejo formado por sumos 'sacerdotes y fariseos' que decide entregar aJesús a los romanos (11: 49-52). En este contexto, antes de que Jesús sea tomadopreso, los fariseos todavía son nombrados una vez más: "los fariseos se dijeron entresí: ¿veis como no adelantáis nada? Todo el mundo se fue tras él" (12: 19). De hecho,los sumos sacerdotes asumirán el papel de protagonistas en la lucha contra Jesús, yvan a mantenerlo hasta el final de la pasión. "Los sumos sacerdotes decidieron darmuerte también a Lázaro, porque a causa de él muchos judíos se les iban y creían enJesús" (12: 10). Aquí 'judíos' no es ciertamente lo mismo que 'sumos sacerdotes'.

Los "guardias enviados por los sumos sacerdotes y los fariseos" son "los guar-dias de los judíos" que, junto con la cohorte romana y el tribuno, aprehendieron aJesús en el huerto de los olivos y lo llevaron a casa de Anás, suegro de Caifás (18:12). Jn recuerda que éste era quien "aconsejó a los judíos que muriera un solohombre en lugar del pueblo" (18: 14). En su casa, Anás, que era el Sumo Sacerdoteaquel año, somete a Jesús al primer interrogatorio y lo envía después, atado, a casade Caifás (18: 19-24). En este interrogatorio, Jesús hace notar que siempre ha habla-do en público, en los lugares "donde se reúnen todos los judíos" (18: 20).

En el proceso ante Pilato parece que judíos y sumos sacerdotes van turnándoseen sus intervenciones, sin que se vea una clara distinción entre ellos. Los judíosse lamentan ante Pilato de que ellos no pueden condenar a muerte a nadie (18: 31).Pilato recuerda a Jesús que son su pueblo y los sumos sacerdotes quienes se lo hanentregado. Jesús le responde que si su reino fuera de este mundo, su gente hubieracombatido por él "para que no fuese entregado a los judíos" (18: 35). Pi lato sedirige a los 'judíos' para decirles que no encuentra ningún delito en Jesús (18: 38).Los sumos sacerdotes y los guardias gritan "crucifícalo", mientras que los judíosdicen "nosotros tenemos una Ley y según esa Ley debe morir" (19: 6-7). Son losjudíos quienes amenazan con acusar a Pi lato de no ser amigo del César si dejalibre a Jesús y, cuando Pilato se lo muestra flagelado y coronado de espinas, pidena gritos que lo crucifique; pero son los sumos sacerdotes quienes proclaman notener más rey que el César (19: 12-15). Muchos de los judíos leyeron la inscrip-ción que Pilato había mandado clavar en la cruz, pero son los "sumos sacerdotesde los judíos" quienes piden al procurador que la retire, a lo que él no accede(19: 20-21).

LOS JUDlOS EN EL EVANGELIO SEGUN JUAN 259

Según lo dicho hasta ahora, el concepto de "judío" tiene en Jn una significa-Clan amplia, común en su tiempo, lo suficientemente abierta como para incluir agrupos un tanto heterogéneos. Judíos son, en principio, quienes forman la poblaciónmayoritaria de una determinada región geográfica, que tienen el mismo origen étni-co, que participan de la misma cultura, que hablan el mismo idioma y que profesanpúblicamente la misma religión. Debajo de la etiqueta de judíos caben, pues, losfariseos y los sumos sacerdotes, los habitantes de Jerusalén y los de Galilea. Sonjudíos la madre de Jesús, sus familiares, sus amigos y amigas muy queridos, elgrupo de los Doce y los demás discípulos. También lo son muchos otros que creye-ron en El al menos como profeta y Mesías, sin dejar por eso de tener en gran estimaa Moisés. Ellos, en sus discusiones con los judíos que no creían en Jesús, argumen-taban con convicción a partir de la Ley. Por ejemplo, al final de la discusión suscita-da por la curación de un tullido en sábado, Jesús recurre al testimonio de Moisésdiciendo: "No penséis que yo os acusaré delante del Padre. Vuestro acusador esMoisés, en quien habéis puesto vuestra esperanza. En efecto, si creyerais a Moisés,también me creeríais, porque él escribió de mí" (5: 45-46). Sin duda el evangelistaconsigna estas palabras porque las hace suyas. Así pues, un número apreciable demiembros de la comunidad juánica se miraron por algún tiempo como judíos depleno derecho (5).

Sin embargo, cuando el cuarto Evangelio adquirió su forma casi definitivahacia los años 85 ó 90, la Torah ya era para los cristianos "vuestra Ley" o "la Leyde ellos", la de los judíos, no la suya (7: 19, 10: 34, 15: 25). ¿Cuándo dejaron desentirse judíos los discípulos de Jesús? ¿Por qué? ¿Son los fariseos y los sumossacerdotes, según Jn, grupos contemporáneos o pertenecen a épocas distintas? Antesde responder a estas preguntas es preciso examinar si los 'judíos' se identifican conel 'mundo'.

2. LOS JUDIOS y EL MUNDO

Un breve recorrido por el tema del mundo está motivado por el hecho de quealgún autor afirma: "los genuinos representantes de este 'mundo' son para el cuartoevangelista los 'judíos' en el sentido de los conductores responsables del pueblojudío, no por cierto en el sentido del pueblo en su conjunto" (6). Hay una afirmaciónde Jesús que pude esgrimirse para intentar probar con ella que el mundo se identifi-ca con los judíos: "Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este

(5) Sobre los orígenes judíos dc la comunidad juánica. cL C. K. BARRETT. The Cospel o/ Jo/m amiJudaislIl. Philadelphia, Fortrcss l'ress 1970. 59-76: R. E. BROWN. La ('oll¡¡lnidad del discípulo{l/liado. Estudio dc la Eclcsioiogía juánica (Biblioteca de Estudios Bíblicos 43). Salamanca. Sí-gucmc 1983, 27-56. A ningullo de estos autores se les ocurrc pensar que los judíos contemporá-neos de Jn puedan ser acusados de responsabilidad en la muerte de Jcsús: ni siquiera aluden altema.

(6) J. BEUTLER, o. c. Ilota 4.70-71. Estas palabras forman parte del enunciado de una tesis. que seexplica en clos páginas cscasas, y quc no es el momento de analizar.

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mundo, yo no soy de este mundo" (8: 23). Ciertamente no bastan estas palabras deJesús para probar que los judíos son los únicos pobladores del mundo de abajo. Elpredicado de un juicio afirmativo tiene de suyo extensión particular. El que losjudíos sean de este mundo no impide que haya muchos más no judíos que tambiénlo sean.

El término 'mundo' (KOCJ¡.tOC;) es un término importante para Juan y sus discí-pulos. De las 185 veces que aparece en el Nuevo Testamento, 78 está en Jn, 23 en!Jn y una en 2Jn. Mundo es un término análogo, que no expresa siempre conceptosidénticos, pero prevalece el sentido peyorativo. Tiene ya sentido peyorativo la pri-mera vez que Jn lo ocupa, en el prólogo del Evangelio, donde además se sugiere sudiferencia con "los suyos", es decir, con los judíos: la palabra, el Lagos, "en elmundo existía y el mundo mediante El llegó a existir, y el mundo no lo conoció. Alos suyos vino y los suyos no lo aceptaron" (1: 10-11). Sin embargo, en otra especiede preludio, después de la conversación de Jesús con Nicodemo, parece que elevangelista mira al mundo con más cariño: "tanto amó Dios al mundo que le dio asu hijo único, para que todo el que crea en El no perezca, sino que tenga vidaeterna" (3: 16). En !Jn hay una frase semejante: "En esto se manifestó el amor queDios nos tiene, en que envió al mundo a su hijo único para que vivamos por mediode El" (!Jn 4: 9). En todo caso, el mundo no queda muy bien parado, puesto quenecesita ser amado por el Padre hasta límites insospechados para tener vida eterna yno perecer. Choca con esas afirmaciones relativamente favorables al mundo lo queel autor de la carta ha dicho pocas líneas antes: "Muchos falsos profetas han salidoal mundo ... Ellos son del mundo; por eso hablan según el mundo y el mundo losescucha" (!J n 4: 1-5). Al interior del ancho mundo hay, pues, otro más reducido,que se opone a los designios de Dios.

En Jn. 7 y 8 el término aparece pocas veces, unas refiriéndose a la humanidad,otras a quienes no creen en Jesús. Destaco sólo los lugares en que tiene sentidopeyorativo. Jesús afirma que el mundo no puede odiar a los incrédulos, pero a él sílo odia, porque él "da testimonio de que sus obras son malas" (7: 7). Es notable lafrecuencia con que se habla del 'mundo' en los capítulos dedicados a la Ultima Cenay a los discursos de despedida (13-17). En estos capítulos Jesús alude a los judíosuna sola vez ("os expulsarán de la sinagoga", 16: 2), pero sin nombrarlos directa-mente. El mundo casi siempre es visto aquí como una realidad hostil a Jesús y a susdiscípulos. El mundo es incompatible con Jesús y su Espíritu (16: 20,17: 14.16,18:36; 14: 17,16: 8-11), odia a Jesús y a los creyentes (15: 18-19,16: 20). Jesús venceal mundo (16: 33) y a su príncipe (14: 30, 12: 31). Jesús no ora por él (17: 9). Elmundo no ha conocido al Padre (17: 25).

La oposición de los judíos a Jesús y a sus discípulos domina en 5-12, pero en14-17 el gran adversario no son los judíos sino el mundo. Por otra parte, el temadel 'mundo' es casi obsesivo en !Jn, carta en la que los judíos nunca son nombra-dos. El amor al mundo es incompatible con el amor a Dios, afirma el autor deesta carta (!Jn 2: 15-17); el mundo no conoce ni al Padre ni a los destinatarios de lacarta, más aún, los odia (3: 13.17; cf. 4: 1-5, citado unas líneas más arriba). Todoel que ha nacido de Dios vence al mundo, por la fe en que "Jesús es el Hijo deDios" (5: 4s). En resumen, "sabemos que el mundo entero está bajo el poder delmaligno" (5: 19).

LOS JUDlOS EN EL EVANGELIO SEGUN JUAN 261

Los capítulos 14-17 del Evangelio y las tres cartas de Jn sugieren que las malasrelaciones de la comunidad cristiana con los judíos y con el mundo no se dan almismo tiempo en la vida de la comunidad juánica. En efecto, los discursos de des-pedida de Jesús son una composición del evangelista que recoge, sí, palabras delJesús histórico, pero interpretadas a la luz de la resurrección de Jesús y teniendo encuenta las situaciones históricas de una comunidad que vivió más de medio siglodespués de este acontecimiento. Como el evangelista, también el autor de Un mira ala comunidad que tiene ante sus ojos. En los textos de Jn. 14-17 y Un la discusiónno es con judíos que niegan que Jesús sea el Mesías y el hijo de Dios, sino con cris-tianos que encuentran muchas dificultades para amarse mutuamente, que se sientenamenazados por divisiones internas, sacudidos por la defección de quienes se hanalejado de Jesús como las ramas cortadas de una vid, llenos de temores y de des-aliento ante el futuro, amenazados por persecuciones que sólo en muy pequeñamedida vienen de los judíos. La peor cuña es la de la misma madera; los verdaderosenemigos son ahora los "falsos profetas" procedentes de las mismas filas de la co-munidad (Un. 4: 1-5). Ellos, en gran número, son "anticristos" que "salieron entrenosotros, pero no eran de los nuestros; si hubieran sido de los nuestros, habríanpermanecido con nosotros" (Un. 2: 18-19). ¡Cuánta amargura hay en estas palabras!

Los que desgarran a la comunidad juánica no son ya los que niegan que Jesúses el Mesías, sino los que le niegan la condición de hombre verdadero: "muchosseductores han salido al mundo. que no confiesan que Jesús ha venido en carne; esees el seductor y el anticristo ... Todo el que se excede y no permanece en la doctrinade Cristo, no posee a Dios" (2Jn. 7-9). La comunidad juánica se siente aislada yrodeada de enemigos. Está claro, los gentiles no están mejor dispuestos que losjudíos a aceptar el mensaje cristiano. Los judíos han desaparecido del horizonte delautor de Un.

3. LA RUPTURA ENTRE JUDlOS y CRISTIANOS

¿Cuándo dejaron de sentirse judíos los discípulos de Jesús y por qué? Es elmomento de responder a esta pregunta y descubrir cómo están imbricados en elcuarto Evangelio dos niveles cronológicos: el del tiempo de Jesús y el del evangelis-ta, que a su vez es doble también.

Es preciso aceptar dos premisas para responder a esa pregunta. La primerapremisa es de carácter general: todo escrito no sólo dice algo del tema que trata,sino que también revela mucho de su autor, del grupo a quien éste se dirige y de lascircunstancias en que ambos, autor y destinatarios, se encuentran. La segunda pre-misa se refiere en concreto a Jn: para conocer las preocupaciones comunes al evan-gelista y a sus lectores, hay que recurrir por una parte a la comparación de Jn conlos sinópticos y, por otra, a la comparación de pasajes exclusivos de Jn y semejantesentre sí (7). Las diferencias con los sinópticos y las semejanzas al interior de Jn

(7) Sigo de cerca en esta parte a J. L. MARTYN. Hislory ami Theology in lhe Fourlh Gospel.Abingdon. Nashville 1979.24-100.

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permitirán descubrir lo que es propio de este y, por consiguiente, lo que responde ala situación peculiar en que él se encuentra al escribir.

La escena de la curación del ciego de nacimiento (Jn 9: 1-41) cumple con lasdos condiciones de la segunda premisa. Con los sinópticos, 9: 1-7 tiene de común elrelato de un milagro, aquí el de un ciego de nacimiento, y no pocos de sus detalles,tales como la presencia de los discípulos y de la multitud, el cumplimiento de unaorden de Jesús (cf. por ejemplo Mc 2: 2-12, la curación de un tullido, o Mt 9: 27-31,la de dos ciegos), pero falta en Mc en Mt y en los lugares paralelos de Lc, la largadiscusión que en Jn sigue sobre el milagro y su sentido (9: 8-41). Lo mismo ocurrecon el milagro de la curación del tullido en Jn 5: 1-15, que es parecido a relatossemejantes de los sinópticos y al de Jn. 9: 1-7. Pero Jn 5 tiene con Jn 9 semejanzasinéditas: la relación entre enfermedad y pecado, el largo tiempo que llevan enfer-mos ambos mendigos, el tema de la observancia del descanso sabático y, sobre todo,las largas e importantes controversias que siguen; en el caso de la curación deltullido, se ventila el tema de la identidad de Jesús, "porque no sólo quebrantaba elsábado, sino que llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose a sí mismo igual aDios" (5: 18-47). Habrá, pues, que buscar en estas controversias lo específicamentejuánico y ahora, en concreto, en la que sigue a la curación del ciego de nacimiento(9: 8-41).

En Jn 9 el evangelista ha montado un drama en siete escenas, incluido elmilagro. Los actores son Jesús, el ciego, sus vecinos, sus padres y los judíos. Ellosentran, salen, vuelven a entrar y a salir manejados con extraordinaria habilidad porel relator, que de vez en cuando interviene para dar una explicación. Jesús devuelvela vista al ciego y desaparece para reaparecer al final, donde se revela al ya ex ciegoy tiene duras palabras contra "algunos fariseos". El ex ciego progresa en su fe paso apaso: comienza confesando que lo ha curado un hombre llamado Jesús, al que luegoidentifica como profeta, y más adelante como el que viene de Dios, para terminarllamándolo Serlor y adorándolo, cuando ya lo han expulsado de la sinagoga. Losfariseos endurecen progresivamente su actitud frente al ex ciego. Sus padres selavan las manos en el asunto. El relator hace un comentario sobre la actitud teme-rosa de los padres, que es esencial para establecer las coordenadas temporales enlas que tuvo lugar no el milagro (el tiempo de Jesús), sino la discusión de losdiscípulos de Jesús con los judíos, cuando los discípulos lo relataron e interpretaronmucho tiempo después de su realización (tiempo de la comunidad juánica). El co-mentario del evangelista dice así: "en efecto, los judíos ya habían tomado el acuerdode que quienquiera que lo confesara como Cristo fa Jesús] fuera excluido de lasinagoga [literalmente: fuera hecho un desinagogado, (cxnoauvcxywyoS yr¡VE'rCXl)(9: 22).

El término 'desinagogado' es un hapax juánico. En toda la literatura griegaconocida sólo aparece tres veces, las tres en este Evangelio: la primera es aquí, en9: 22; la segunda, en 12: 42, donde el temor a ser excluidos de la sinagoga cohibía aalgunos judíos importantes hasta el punto de no confesar a Jesús; finalmente en 16:2, donde el evangelista recoge una advertencia de Jesús a sus discípulos durante laUltima Cena: "os excluirán de las sinagogas; incluso llegará la hora en que todo elque os mate piense que da culto a Dios" (16: 2). R.E. Brown acota, a propósito deeste versículo: "Trágicamente, en estos últimos siglos la situación de Jn 16: 2 se

LOS JUDlOS EN EL EVANGELIO SEGUN JUAN 263

trastrocó por completo y los cristianos condenaron a los judíos a muerte creyendoque así servían a Dios" (8).

La decisión de excluir de la sinagoga a quienes confesaran a Jesús comoMesías debió ser un acuerdo tomado antes de la reacción asustada de los padres delex ciego, y después del año 62. En efecto, los judeocristianos no estaban excluidosde la sinagoga cuando Pablo viajó a Jerusalén, hacia el año 60, y fue allí invitadopor Santiago y los presbíteros a participar en un rito de purificación en el Templo(cf. Hch 21: 23-26). Tampoco lo estaban cuando Pablo llegó a Roma dos añosdespués y se reunió allí con los dirigentes de la sinagoga (cf. Hch 28: 17-24).¿Cuándo, pues, fue tomado el acuerdo de excluir a los judeocristianos de la sinago-ga? Seguramente en Jamnia, hacia el año 85.

Rabí Johanan ben Zakkai reunió en Jamnia a algunos de los maestros quesobrevivieron a la destrucción de Jerusalén el año 70 y abrió con ellos una escuelaen la que dominó el pensamiento de los fariseos. Sobre esta escuela pesó la respon-sabilidad de asegurar la identidad del pueblo judío en la diáspora. Para conseguirlo,fijaron el canon de los libros que se podían leer en el culto sinagogal, comenzaronel arduo trabajo de llegar a un texto único de los libros sagrados e intentaron unifi-car la liturgia. Hacia el año 85, siendo escolarca R. Gamaliel I1, y a petición suya,Samuel el Pequeño revisó la oración llamada "Dieciocho bendiciones" y arregló lanúmero Doce, referida a los minim (herejes). Esta bendición quedó de tal manera,que ningún cristiano podía recitarla sin abjurar de su fe. El texto más antiguo deella, hoy conocido, es del s. VIII, descubierto en El Cairo a fines del siglo XIX.Dice así:

"No haya esperanza para los apóstatas/ y al arrogante gobierno/ arráncalo deraíz rápidamente en nuestros días.! Los nazarenos y los herejes sean destruidosen un momento/ y sean borrados del libro de la vida y no sean inscritos junto alos rectos.! Bendito seas tú, Señor, que humillas a los soberbios" (9).

Probablemente llegó una comunicación desde Jamnia a la comunidad juánica,en la que había no pocos judíos que aún frecuentaban la sinagoga. Estos judíosdebían ser desenmascarados. La manera de hacerlo era obligarles a recitar en vozalta y clara las 18 bendiciones; si tropezaban o leían de manera ininteligible lanúmero 12 y, obligados a leerla de nuevo, volvían a equivocarse, señal que erannazarenos; había que alejarlos de la asamblea. La identidad judía debía ser salvadaa toda costa. La conmoción en la comunidad juánica fue inmensa, sin duda. En esascircunstancias se redacta la mayor parte del Evangelio de Jn, tal como es hoyconocido, donde se insiste con tanta fuerza en la necesidad de confesar sin miedo ypúblicamente a Jesús como Cristo e Hijo de Dios.

Esta exclusión de la sinagoga no implicaba que los judíos condenaran a muertea sus hermanos convertidos al cristianismo, pero la exclusión era para éstos la causa

(8) R. E. BRüWN, La comunidad ... (a.c. nota 5), 67.(9) L. L. MARTYN, Hislory (a.c. nota 7),58.

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de serios problemas. Uno de ellos, y no de los menores, era que dejaban de profesaruna religión admitida como legítima por los romanos, para pasar a otra que no loera. En épocas de persecución una denuncia en este sentido podía costar caro aldenunciado.

Hay un texto cristiano de mediados del s. JI que alude a esta situación. Es unpárrafo ácido para los oídos de hoy, lleno de dureza y hasta de rencor. Lo escri bióSan Justino, un laico, tal vez el primer filósofo cristiano dc la historia, nacido enNablus (Samaría) de familia gentil, profesor luego en Roma, donde sufrió el marti-rio durante la persecución de Marco Aurelio, el emperador filósofo. Dicc así Justinoen su Diálogo con el judío Trifón:

"Porque la circuncisión, que tuvo principio en Abrahán, fue dada para señal, afin de que se os distinga de los demás hombres y también de nosotros, y asísufráis vosotros solos lo que ahora con justicia sufrís, y vuestras tierras quedenyermas, y sean abrasadas vuestras ciudades, y los extranjeros se coman vues-tros frutos delante de vosotros y nadie de vosotros pueda poner el pie enJerusalén. Porque por ninguna otra señalas distinguís del resto de los hombres,sino por la circuncisión de vuestra carne ... Y con razón y justicia os ha venidotodo eso a vosotros, que matasteis al Justo y antes de él a sus profetas. Y ahoradesecháis a los que esperan en él y en el Dios omnipotente y hacedor de todaslas cosas, que lo envió y, en cuanto es de vuestra parte, lo deshonráis, maldi-ciendo en vuestras sinagogas a los que creen en Cristo. No tenéis poder paraponer vuestras manos sobre nosotros, porque os lo impiden quicnes ahora man-dan. Pero siempre que lo pudisteis, lo hicisteis" (10).

El cuarto Evangelio ha sido escrito en el período tenso y difícil de fines delsiglo 1. El pasado, los hechos y dichos de Jesús medio siglo antes, son relatadosahora con la intención de ser fieles a ellos, pero también con la de hacerlos signifi-cativos para resolver los problemas de la situación concrcta actual. Tres nivelestemporales se entrelazan en la narración y no siempre es fácil distinguir los planos.Es razonable pensar que los fariseos, protagonistas de las discusiones con Jesúsantes de la pasión, reflejan, en realidad, las posiciones de los judíos de los años 85-90, en su controversia con la comunidad juánica sobre la identidad de Jesús. Por otraparte, los sumos sacerdotes serían más bien las autoridades judías de Jerusalén queintervinieron ante Pilato para conseguir la condena de Jesús a muerte de cruz.

¿y el mundo? Por desgracia, los problemas de la comunidad no terminaron consu separación de la sinagoga. Se suscitaron nuevas tensiones todavía más dolorosasentre los miembros de la misma comunidad en torno a la condición verdaderamentecarnal del Hijo de Dios, respecto al Espíritu Santo, a la moral. a la Escatología, a lanaturaleza de la Iglesia. Estos problemas fueron abordados directamente por la !Jn yencontraron amplia resonancia en los discursos de despedida (Jn 4-17). El enemigo

(lO) JUSTINO, Diálogo con el judío Trifón, 16,2-4. Traducción de D. RUIZ BUENO, Padres ApologistasGriegos (BAC 116), Madrid 1954, 328-329.

LOS JUDlOS EN EL EVANGELIO SEGUN JUAN 265

de la comunidad juánica ya no son los judíos sino el mundo, los cristianos que hanroto los lazos que los unían a la comunidad juánica.

Así pues, la comunidad juánica tuvo que luchar en dos frentes, que tenían encomún la Cristología. Contra los judíos fieles a la Ley de Moisés, sostuvo la comu-nidad que Jesús era el Hijo de Dios. Contra los cristianos que se habían alejado de lacomunidad, ella afirmó que Jesús fue verdadero hombre. La polémica nunca secentró en la culpabilidad de todos los judíos en la muerte de Jesús. Los judíosmiembros de la comunidad juánica, que creyeron en Jesús y recibieron el bautismoen los años 50, 60 ó 70, nunca se sintieron responsables de esa muerte ni res-ponsabilizaron de ella a los demás judíos entre los que vivían y con los que polemi-zaban.

4. RESPONSABILIDADES COMPARTIDAS

El autor de Jn da un ejemplo de comprensión siempre válido para mirar a lahistoria. Sin traicionar lo nuclear de la enseñanza de Jesús, él quiere hacerla signi-ficativa para los destinatarios inmediatos de su Evangelio. El Evangelio es muchomás que una página de historia antigua. Por eso cada lector se enfrenta al deber deactualizarlo y hacer de él un escrito significativo para sí, en las circunstancias que letoca vivir.

Las palabras que siguen pretenden ser una de las múltiples actualizaciones queel texto puede tener, hecha en un momento en que los hombres de buena voluntadmiran con estupefacción y horror a la Slzoalz, el Holocausto de muchos millonesde judíos inocentes, a manos de lo que ellos llaman con indulgencia "el neopaga-nismo".

1. No es bueno caer en exoneraciones fáciles. Para Jn, los sumos sacerdotes deJerusalén y los judíos que los rodeaban el año 30, tuvieron una gran responsabilidaden la crucifixión de Jesús. Ese es un dato firmemente anclado en la tradición evan-gélica que Jn no soslaya. También fue responsable Pilato, el procurador romano quereconoce tener poder para soltarlo o crucificarlo (18: 10). Jesús no le niega este po-der, pero añade: "no tendrías contra mi poder alguno, si no se te hubiera dado dearriba; por eso el que me ha entregado a ti tiene mayor pecado" (19: 11). Jesúsemplea una forma pasiva del verbo dar, llamada pasivo teológico: se entiende que esDios quien ha dado ese poder a Pilato.

El verbo "entregar" (napa8t8oven) acompaña siempre como un estigma alnombre de Judas Iscariote, desde su presentación en el Evangelio hasta el momentoen que consuma su traición en el huerto de Getsemaní (cf. 6: 71, en Galilea; 12: 4,en casa de Marta; 13: 2, en la Ultima Cena; 18: 2, en el huerto). Por ejemplo, Jesús,en Galilea, responde a Pedro que uno de sus elegidos es un "diablo". El evangelistaanota que Jesús "hablaba de Judas Iscariote; éste, en efecto, iba a entregarlo ¡uno delos Doce! (6: 71). Estupefacto, no exclama ¡un judío!, sino juno de los Doce!

En realidad, judíos y romanos, discípulos y no discípulos, todos tuvieron quever con la muerte de Jesús. De hecho, representan a toda la humanidad. Como es-cribió Lope de Vega, "todos en él pusimos nuestras manos" y, por eso, la redenciónalcanza a todos los hombres sin excepción.

266 MIGUEL ANGEL FERRANDO

Sin embargo, no son directamente responsables de la crucifixión ni todos losjudíos, ni todos los romanos, ni todos los apóstoles, ni todos los paganos. No eslícito repartir responsabilidades colectivas identificando el grupo entero con unospocos miembros de ese grupo. Esto lleva a situaciones absurdas. Por ejemplo, en lahistoria de la pasión son sólo varones los que actúan contra Jesús. Las mujeres, encambio, lo compadecen y lo acompañan hasta el final (19: 25-27). Si fuera verdadque todos los varones que en el mundo han sido deben ser incluidos en el grupo delos verdugos de Jesús, las mujeres harían bien en perseguirlos hasta eliminarlosde la faz de la tierra. Tratar de justificar el odio a los judíos porque según el NuevoTestamento todos ellos serían responsables de la muerte de Jesús, es un errorexegético de gran calibre e implica un esfuerzo desesperado e inútil para justificar loinjustificable, el antisemitismo.

2. El cuarto Evangelio, como el resto del Nuevo Testamento, contribuye adescribir lo que podría llamarse el genoma de la Iglesia, el programa genético quedirigirá todo su desarrollo ulterior y al que no podrú dejar de ser fiel, a pesar de susenfermedades. A este genoma pertenece el deber de anunciar sin descanso que Jesúsha muerto y resucitado y que su resurrección se hace operante en los hombres cadavez que la Iglesia celebra el bautismo y la eucaristía. Al genoma pertenece el confe-sar que Dios es ante todo el Padre de Jesús y de los hombres. Al genoma pertenecenla jerarquía, el amor a los enemigos y la disposición a enfrentar el martirio. Tambiénpertenecen al genoma de la Iglesia sus propias miserias: la traición de Judas, ladebilidad de Pedro, la testarudez de Tomús, el apasionamiento del autor de la 2Jnque ordena: "Si alguno viene a vosotros y no es portador de esta doctrina [que Jesu-cristo ha venido en carne], no lo recibáis en casa ni lo saludéis" (2Jn 10). Tambiénpertenece al genoma el deber de reconocer los propios pecados, arrepentirse deellos, pedir perdón y tratar de evitarlos (ll).

También pertenecen a la estructura misma de la Iglesia las persecuciones,vengan de los judíos o de los romanos, de los blancos o de los negros, de los que seponen a la derecha o de los que se ponen a la izquierda, en un lugar de la Tierra o enotro. Sin embargo, todavía hay algo más doloroso que las persecuciones: el hecho deque los mismos cristianos se dividan en facciones hostiles, que no se amen entre sí,que se maten en guerras, llamadas a veces "de religión". El pecado es el obstinadoacompañante de la Iglesia a lo largo de toda su historia, pero no pertenece a laesencia de la comunidad cristiana el tomar venganza, aunque de hecho ella se hayavengado en el pasado y pueda volver a hacer lo mismo en el futuro. La actitud deJustino es explicable, pero no es evangélica.

(11) "La Shoah fue obra de un típico régimen moderno neopagano. Su antisemitismo ahondaba lasraíces fuera del cristianismo y, al perseguir sus objetivos. no dudó en enfrentarse a la Iglesia.persiguiendo también a sus miembros ... Rogarnos que nueslro dolor por las tragedias que elpueblo hebreo ha sufrido en nuestro siglo lleve a nuevas relaciones con este pueblo. Deseamostransformar la conciencia de los pecados del pasado en un compromiso firme por un nuevo futuroen que ya no haya sentimiento antijudío entre los cristianos ni sentimiento anticristiano entre losjudíos, sino más bien un respeto mutuo compartido, como conviene a quienes adoran al únicoCreador y Señor y tienen un padre común en la fe, Abrahán". Documellto de la Comisióll para lasRelaciolles COIl el Hebraísmo, Nosotros recordamos: ulla re.flexióll sobre la Shoah, firmado por elCardo Edward 1. Cassidy, Roma, 16 de marzo de 1998.

LOS JUDIOS EN EL EVANGELIO SEGUN JUAN 267

3. El Concilio Vaticano 11 recuerda que "la Santa Madre Iglesia tiene porsagrados y normativos los libros enteros tanto del Antiguo como del Nuevo Testa-mento, con todas sus partes, por cuanto, escritos por inspiración del Espíritu Santo,tienen a Dios por autor" (12). Un poco más adelante añade el Concilio que "parasacar bien el sentido de los textos sagrados hay que atender al contenido y a launidad de toda la Escritura" (13). Así pues, el Evangelio según Juan sólo es bieninterpretado cuando es tenida en cuenta toda la Escritura y, en concreto, unas pala-bras del profeta Ezequiel: "El hijo no cargará con la culpa de su padre, ni el padrecon la culpa de su hijo. El honrado será tratado como tal, mientras que el malvadorecibirá su merecido ... Yo juzgaré a cada cual según su comportamiento" (Ez 18:20.30) (14). El profeta no hace más que comentar un texto venerable de la Torah,que es normativo también para los cristianos: "No morirán los padres por culpa desus hijos ni los hijos por culpa de sus padres" (Dt 24: 16).

RESUMEN

El artículo parte de la premisa de que en Jn se reflejan momentos distintos de la historiade la comunidad juánica, desde sus orígenes hasta fines del s. 1.1) El término "judíos" puedereferirse a los contemporáneos de Jesús, sean amigos o enemigos suyos. En la pluma delevangelista y a fines del s. 1, también puede significar a los miembros de la sinagoga hostiles ala comunidad juánica. 2) Los judíos no pueden identificarse con el "mundo"; a juzgar por Jn 14-17 Y la 1Jn, integran "el mundo" los miembros desgajados de la comunidad, porque no recono-cen que Jesús sea un hombre verdadero. 3) La ruptura ente los judíos fieles a la Ley de Moisésy los cristianos de origen judío fue motivada por un decreto emanado de la escuela de Jamnia,entre los años 85 y 90, que expulsaba de la sinagoga a quienes confesaran que Jesús es élMesías. 4) El cuarto Evangelio de ninguna manera puede servir de pretexto para justificar elantisemitismo.

ABSTRACT

This article starts from the premíse Ihat John's gospel shows differenl moments of thehistory of John's communily, from ils very origins until Ihe end of the 1si century. 1) The lerm"Jewish" may refer to Jesus' contemporaries, bollh friends and enemies. In the evangelist'swrilings and by the end of the 1si century, il can also denole the members of the synagoguehostile to John's community. 2) The Jewish can nol idenlify themselves wilh "the world".According to John 14-17, and 1 John, "the world" is made up by those members detached fromIhe communily, beca use these do no accepl Jesus as a true mano 3) The break belween IheJewish failhful lo Ihe Law of Moses and Ihe Chrislians of Jewish origin was caused by a decreeissued by Ihe School of Jamnia, belween 85 and 90 AD, which expelled from the synagogueIhose who confessed Jesus as Ihe Messiah. 4) The fourth gospel may serve, by no means, as aexcuse lo juslify Ihe anli-Semilism.

(12) Constitución dogmática Dei Verbum. 11.(13) Ibidem.12.(14) Este texto se lee en la liturgia eucarística de la Iglesia Católica el sábado de la semana 19 del

tiempo ordinario. los años pares.