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LÍMITES DEL EFECTO NEGATIVO DE LA COSA JUZGADA Y PROCESO SOCIAL Magdalena Nogueira Guastavino 1 “Para el observador desinteresado, hay algo bastante hermoso en el parecido perfecto de dos gemelos: es que la naturaleza, como si se hubiera industrializado momentáneamente, parece suministrar productos iguales” Marcel Proust 1. Preliminares: la reforma de la cosa juzgada y su repercusión laboral. 1. En todos los tiempos y en casi todos los ordenamientos jurídicos, razones de oportunidad y consideraciones de utilidad social, han puesto de relieve la necesidad de poner término a la investigación judicial y tratar la sentencia como ley irrevocable para el caso concreto 2 , de suerte que la decisión firme dictada sobre una concreta controversia sea garantizada en lo sucesivo con la consecuente seguridad jurídica que proporciona a los justiciables la intangibilidad de lo resuelto, incluso, aun a riesgo de que la solución no sea la correcta 3. 1 Letrada del Tribunal Constitucional. Prof. Titular de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en la Universidad Autónoma de Madrid. 2 CHIOVENDA G. Ensayos de Derecho Procesal Civil , Ediciones Jurídicas Europa América (Boch y Cía Editores), vol. III, 1949, págs. 194-195. 3 Como señala la STS UD 19.5.1992 (Ar. 3575): Aunque no puede desconocerse la posibilidad de que una sentencia firme sea incorrecta, precisamente el instituto de la cosa juzgada impone, por razones de seguridad jurídica, que entroncan con la garantía que en este sentido establece el art. 9.3 de la Constitución, la eficacia de la resolución judicial, impidiendo que lo ya juzgado por sentencia firme pueda ser modificado, en base a supuestos errores o inadecuada defensa de los propios intereses, mediante la reproducción del litigio por la misma 1

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LÍMITES DEL EFECTO NEGATIVO DE LA COSA JUZGADA Y PROCESO SOCIAL

Magdalena Nogueira Guastavino1

“Para el observador desinteresado, hay algo bastante hermoso en el parecido perfecto de dos gemelos: es que la naturaleza, como si se hubiera industrializado

momentáneamente, parece suministrar productos iguales”

Marcel Proust

1. Preliminares: la reforma de la cosa juzgada y su repercusión laboral.

1. En todos los tiempos y en casi todos los ordenamientos jurídicos, razones de oportunidad y consideraciones de utilidad social, han puesto de relieve la necesidad de poner término a la investigación judicial y tratar la sentencia como ley irrevocable para el caso concreto2, de suerte que la decisión firme dictada sobre una concreta controversia sea garantizada en lo sucesivo con la consecuente seguridad jurídica que proporciona a los justiciables la intangibilidad de lo resuelto, incluso, aun a riesgo de que la solución no sea la correcta3.

Razones de seguridad jurídica que entroncan con la garantía establecida en el art. 9.3 CE justifican, así pues, el instituto procesal de la cosa juzgada4. Como en numerosas ocasiones ha reiterado el Tribunal Constitucional, una de las proyecciones de la tutela judicial efectiva reconocida en el art. 24.1 CE consiste en el derecho a que las resoluciones alcancen la eficacia otorgada por el Ordenamiento y ello significa no sólo el derecho a que las resoluciones judiciales se ejecuten en sus propios términos, sino el

1 Letrada del Tribunal Constitucional. Prof. Titular de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en la Universidad Autónoma de Madrid.

2 CHIOVENDA G. Ensayos de Derecho Procesal Civil, Ediciones Jurídicas Europa América (Boch y Cía Editores), vol. III, 1949, págs. 194-195.

3 Como señala la STS UD 19.5.1992 (Ar. 3575): Aunque no puede desconocerse la posibilidad de que una sentencia firme sea incorrecta, precisamente el instituto de la cosa juzgada impone, por razones de seguridad jurídica, que entroncan con la garantía que en este sentido establece el art. 9.3 de la Constitución, la eficacia de la resolución judicial, impidiendo que lo ya juzgado por sentencia firme pueda ser modificado, en base a supuestos errores o inadecuada defensa de los propios intereses, mediante la reproducción del litigio por la misma causa. La eficacia de la cosa juzgada sólo puede así ser combatida mediante el recurso extraordinario de revisión en los casos en que proceda, como pone de relieve el art. 1251 del mismo Código Civil. Prueba también de la prevalencia de la seguridad jurídica frente a la corrección doctrinal es el hecho de que, incluso, en el antiguo recurso en interés de ley se mantenía la firmeza de la sentencia de instancia aun cuando se revocara su doctrina como señalan DE LA VILLA L.E, GARCÍA BECEDAS G., GARCÍA PERROTE I., Instituciones de Derecho del Trabajo, Madrid (CERA), 1991, 2ª ed., pág. 754.

4 En este sentido, SSTC 231/1991, de 10 de diciembre, (BOE 3 en. 92); 12/1989, de 25 de enero 1989, (BOE 20 feb.); 142/1992, de 13 octubre, (BOE 17 nov.); 134/1994, de 9 de mayo de 1994 (BOE 13 jun.), entre otras.

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respeto a su firmeza y a la intangibilidad de las situaciones jurídicas en ellas declaradas, aún sin perjuicio naturalmente, de su revisión o modificación a través de los cauces extraordinarios legalmente establecidos. En otro caso, es decir, si se desconociera el efecto de la cosa juzgada material, se privaría de eficacia a lo que se decidió con firmeza en el proceso, lesionándose así la seguridad jurídica de quien se vio protegido judicialmente por una Sentencia dictada en un proceso anterior entre las mismas partes5.

El instituto de la cosa juzgada, como precisa la Exposición de Motivos de la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil6 (en adelante, LEC/2000), se dirige a "impedir la repetición indebida de litigios y a procurar, mediante el efecto de vinculación positiva a lo juzgado anteriormente, la armonía de las sentencias que se pronuncien sobre el fondo en asuntos prejudicialmente conexos". Desde el punto de vista procesal la cosa juzgada hace referencia, así pues, a determinados efectos procesales (negativos y positivos) que produce la resolución firme dictada sobre un concreto objeto sometido a conocimiento judicial7, llegándose a decir, incluso, que la cosa juzgada es "el efecto más importante del proceso"8 habida cuenta de que explica el sentido mismo de la jurisdicción, la fuerza que el ordenamiento jurídico concede al resultado de la actividad jurisdiccional y que consiste en la subordinación a los resultados del proceso y en la irrevocabilidad de la decisión judicial9.

La importancia y complejidad de esta institución es generalmente admitida10, existiendo muchas dudas acerca de su contenido y de sus límites, esto es, sobre qué es lo juzgado y

5 SSTC 77/1983, de 3 de octubre, (BOE 7 nov.); 159/1987, de 26 de octubre (BOE 12 nov.); 251/1993, de 19 de julio, (BOE 18 ag.); 59/1996, de 4 de abril, (BOE 21 may.); 18/1997, de 10 de febrero, (BOE 14 mar. ); 108/1999, de 14 de junio, (BOE 8 jul.); 53/2000, de 28 de febrero, (BOE 29 mar.), entre otras muchas. La indudable conexión del instituto de cosa juzgada con el derecho a una tutela judicial efectiva sin indefensión (art. 24 CE), no significa, no obstante, que toda discusión acerca de su existencia pueda acceder libremente al recurso de amparo. Como ha matizado el mismo Alto Tribunal, determinar cuál es el sentido de un fallo es una función netamente jurisdiccional, y, en consecuencia, también lo es la de apreciar si, en cada caso concreto, se ha producido una vulneración de la cosa juzgada de suerte que, al no corresponder al Tribunal Constitucional, en vía de amparo, sustituir a la autoridad judicial en la valoración que de ello haya hecho en cada caso, si la decisión judicial no es incongruente, arbitraria o irrazonable, debe ser respetada, ya que en otro caso el recurso de amparo se convertiría en una nueva instancia (SSTC 242/1992, de 21 de diciembre, (BOE 20 en. 93); 92/1993, de 15 de marzo, (BOE 15 abr.); 135/1994, de 9 de mayo, (BOE 13 jun.); 34/1997, de 25 de febrero, (BOE 1 abr.); 43/1998, de 24 de febrero, (BOE 31 mar.); 106/1999, de 14 de junio (BOE 8 jul.).

6 Ley 1/2000, de 7 de enero (BOE 8).7 TAPIA FERNÁNDEZ I. El objeto del proceso. Alegaciones. Sentencia. Cosa Juzgada. Ley

de Enjuiciamiento Civil 2000, Madrid (La Ley), 2000, pág. 135.8 MONTERO AROCA J., GÓMEZ COLOMER JL., MONTÓN REDONDO A., BARONA

VILAR S., Derecho Jurisdiccional. II, Proceso Civil, Valencia (Tirant lo Blanch), 2000, pág. 457.

9 MONTERO AROCA J., “Cosa Juzgada, jurisdicción y tutela judicial”, Derecho privado y Constitución, 1996, núm. 8, pág. 251.

10 DE LA OLIVA SANTOS A., Sobre la Cosa Juzgada civil, contencioso-administrativa y penal, con examen de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, Madrid (CEURA), 1991, pág. 15, TAPIA FERNÁNDEZ I. El objeto del proceso..., op. cit., pág. 136

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cómo se delimita, o cómo influye en un proceso posterior la delimitación de la cosa que ha sido juzgada. Dudas alimentadas por la tradicional ausencia de una regulación completa del instituto de la cosa juzgada en nuestro sistema procesal y que han provocado que se aplique en un sentido amplio y poco técnico11 al socaire de la delimitación material contenida en el art. 1252 del Código Civil (en adelante, CC). Precisamente, para superar algunos de los problemas que se venían observando en este instituto como consecuencia de su bifurcada regulación (CC y LEC), la nueva LEC/2000 deroga el precepto que, hasta el momento, contenía los pilares de la delimitación de la cosa juzgada material, esto es, el art. 1252 CC y sistematiza, ordena y precisa sus rasgos más relevantes en la norma ritual por excelencia, reforzando, de este modo, su carácter de instituto "de naturaleza esencialmente procesal"12.

2. Esta reordenación de la cosa juzgada llevada a cabo por la LEC/2000 no resulta ajena al ámbito jurídico laboral. Ciertamente, la vigente Ley de Procedimiento Laboral13 (en adelante, TRLPL) contiene algunas referencias directas o indirectas a este instituto. Así, de modo directo, junto a la referencia excluyente contenida en el derogado art. 26.2 en relación a las resoluciones recaídas en materia de asistencia jurídica gratuita14, no cabe duda de que la referencia por excelencia es la contenida en el art. 158.3 TRLPL en relación al proceso de conflicto colectivo donde se precisa que “la sentencia firme producirá efecto de cosa juzgada sobre los procesos individuales pendientes de resolución o que puedan plantearse, que versen sobre idéntico objeto”. De modo indirecto, esta última referencia se extiende en sus efectos al proceso de impugnación de convenios colectivos en virtud del art. 161.3 TRLPL pero, sobre todo, tras la reforma llevada a cabo por la Ley 11/1994, a los procesos de modificación sustancial de condiciones de trabajo y movilidad geográfica de carácter colectivo (actuales arts. 40.2 y 41.4 TRET y cuyo reflejo procesal se manifiesta en el art. 138.3 TRLPL)15.

11 TAPIA FERNÁNDEZ I. El objeto del proceso, op. cit., pág. 137.12 Como declara en este sentido la Exposición de Motivos de la LEC/2000, en su apartado IX ,

"esta Ley, rehuyendo de nuevo lo que en ella sería doctrinarismo, se aparta, empero, de superadas concepciones de índole casi metajurídica y, conforme a la mejor técnica jurídica, entiende la cosa juzgada como un instituto de naturaleza esencialmente procesal".

13 Real Decreto Legislativo 2/1995, de 7 de abril (BOE 11), por el que se aprueba el Texto Refundido de la ley de Procedimiento Laboral.

14 Los arts. 25 y 26 del TRLPL fueron expresamente derogados por la disposición derogatoria única de la Ley 1/1996 de 10 de enero, de Asistencia Jurídica Gratuita. En el art. 26.2 TRLPL se declaraba que “las sentencias reconociendo o denegando el derecho a litigar gratuitamente no producen los efectos de cosa juzgada”. Esta precisión no se contempla en la normativa actualmente vigente, lo que constituye el resultado lógico de la "desjudicialización" perseguida por la Ley 1/1996 que configura la función de evaluación de los requisitos como una actividad esencialmente administrativa llevada a cabo por unos nuevos órganos administrativos (Comisiones de Asistencia Jurídica Gratuita), a fin de descargar a Juzgados y Tribunales de una tarea que queda fuera de los márgenes constitucionales del ejercicio de la potestad jurisdiccional y de agilizar la resolución de las solicitudes de los ciudadanos mediante una tramitación sumaria y normalizada. El reconocimiento del derecho pasa, por tanto, a convertirse en una función que descansa sobre el trabajo previo de los Colegios profesionales, que inician la tramitación ordinaria de las solicitudes, analizan las pretensiones y acuerdan designaciones o denegaciones provisionales, y, por otra parte, sobre la formalmente responsables de la decisión final, y en cuya composición se hallan representadas las instancias intervinientes en el proceso.

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Estas referencias laborales, sin embargo, refieren fundamentalmente a uno sólo de los efectos de la cosa juzgada material: el efecto positivo o prejudicial, silenciando la norma laboral el tradicional y mas clásico efecto de este instituto: el efecto negativo o preclusivo de la cosa juzgada que, además, es el más directamente afectado en el reciente proceso reformador. Pese a ello, no cabe duda de que las novedades introducidas por la LEC/2000 en este concreto aspecto de la cosa juzgada son también de aplicación en el proceso laboral pues, como es sabido, en lo no previsto en la ley procesal laboral actúa como supletoria la de Enjuiciamiento Civil (disp. adic. 1ª).

Examinar todos los aspectos que han sido modificados por la nueva LEC y su repercusión en el ámbito jurídico laboral, no cabe duda, de que merecería un estudio profundo, riguroso e ingenioso de todos y cada uno de los preceptos reformados. Máxime en un libro homenaje a mi Maestro al ser eso lo que nos suele aconsejar. Sin embargo, las pretensiones del presente artículo son de menor alcance y se reducen a un primer contacto con un tema abigarrado lleno de aristas y cuyo tratamiento con profundidad exigiría, no sólo mucho más espacio y tiempo, sino también, un mayor y más intenso conocimiento de una parcela del ordenamiento jurídico, como es la procesal, la mayoría de las veces postergada por aquellos que, a diferencia del Profesor De la Villa, hemos carecido de su dilatada experiencia forense y de la riqueza que, sin duda, dicha experiencia aporta a la vida académica y a la actividad científica y universitaria.

El objeto de estudio, así pues, se va a reducir al examen del instituto procesal de la cosa juzgada material en su efecto más relevante, el negativo y, dentro de él, a sus límites o requisitos. Por su especialidad y amplio tratamiento doctrinal así como por la matizada repercusión que en ellos tiene la LEC/2000, quedan conscientemente marginados el análisis del efecto positivo de la cosa juzgada al que se vinculan las expresas referencias laborales, el estudio de los problemas conexos con la cosa juzgada formal, así como otros aspectos de indudable trascendencia a los que sólo se hará, en su caso, una referencia indirecta cuando resulte imprescindible. Este primer y limitado acercamiento, no obstante, arranca el compromiso futuro de un estudio mucho más amplio y ambicioso de los problemas procesales que presenta el instituto de la cosa juzgada en el ámbito del proceso laboral.

2. La Cosa Juzgada: formal y material.

1. Cuando se alude a cosa juzgada la doctrina viene tradicionalmente distinguiendo dos tipos, la formal y la material, si bien, en los últimos tiempos se cuestiona con fuerza la vinculación de la primera de ellas con la esencia de la cosa juzgada.

Se entiende por cosa juzgada formal el efecto de todas las resoluciones judiciales inherente a su firmeza o inimpugnabilidad. Cuando no cabe recurso alguno o, existiendo, no se interpone o formaliza en los plazos previstos, se dice que la resolución pasa en autoridad de cosa juzgada (art. 207.3 y 4 LEC/2000)16. La mayor parte de la doctrina equipara la cosa juzgada formal con la firmeza de la sentencia y, por ello,

15 CACHÓN VILLAR P. y DESDENTADO BONETE A., Reforma y Crisis del Proceso Social (1994-1996), Pamplona (Aranzadi), 1996, págs. 227 ss.

16 DE LA OLIVA SANTOS A, DÍEZ-PICAZO I., Derecho Procesal Civil (El proceso de declaración), Madrid (CERA), 2000, pág. 486.

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cuestiona que constituya un tipo o subespecie de la cosa juzgada17. No obstante, existe alguna postura doctrinal en contra tendente a precisar alguna sutil diferencia entre ambos institutos, firmeza y cosa juzgada formal, sobre la base de que esta última, aunque indisolublemente unida a la firmeza y la inimpugnabilidad significa algo más: que en el proceso en que se ha dictado, los sucesivos actos de ese mismo proceso “han de respetar” la resolución dictada y estar a lo dispuesto en ella18. En cualquier caso, debe resaltarse que la característica más reseñable de la cosa juzgada es su carácter "intraprocesal", esto es, el hecho de referirse al propio proceso en el que recae la resolución firme19.

La firmeza de las resoluciones o esta vertiente formal de la cosa juzgada, además de en el art. 245.3 LOPJ, donde permanece, venía regulada en el art. 408 de la LEC si bien carente de toda precisión y sistemática al limitarse a declarar que, “transcurridos los términos señalados para preparar, interponer o mejorar cualquier recurso sin haberlo utilizado, quedará de derecho consentida y pasada en autoridad de cosa juzgada la resolución judicial a que se refiera, sin necesidad de declaración expresa sobre ello”. Se entremezclaban en este precepto, de este modo, tanto los efectos propios de la cosa juzgada formal (los efectos en el seno de un mismo proceso) como los de la cosa juzgada material o cosa juzgada en sentido estricto (efectos en un segundo proceso posterior a la sentencia firme habida sobre el fondo de la cuestión litigiosa).

En la actualidad, la LEC/2000 mantiene la denominación de cosa juzgada formal pero la dota de contenido y la distingue sistemáticamente de la cosa juzgada en sentido material. Así, el art. 207 LEC/2000 se destina íntegramente a la cosa juzgada formal dejando el art. 222 del mismo texto legal para todas aquellas cuestiones referentes a la cosa juzgada material. Así, tras distinguir las resoluciones definitivas de las firmes, el art. 207 LEC/2000 preceptúa que “las resoluciones firmes pasan en autoridad de cosa juzgada y el Tribunal del proceso en que hayan recaído deberá estar en todo caso a lo dispuesto en ellas” y que “transcurridos los plazos previstos para recurrir una resolución sin haberla impugnado, quedará firme y pasada en autoridad de cosa juzgada, debiendo

17 Parte de la doctrina procesalista tiende a considerar que la denominada cosa juzgada formal, en realidad, es un efecto propio de todas las resoluciones judiciales en virtud del cual se convierten en inimpugnables, esto es, en realidad refiere de modo directo a lo que la ley denomina en otras ocasiones firmeza, como un efecto procesal derivado de la preclusión, y no guarda relación con la verdadera cosa juzgada material que es exclusivo de las sentencias sobre el fondo. En este sentido, GUASP DELGADO J., "La pretensión procesal", Madrid (Civitas), 1981, pág. 97; MONTERO AROCA J., “Cosa Juzgada, jurisdicción y tutela judicial”, op. cit., págs. 257 ss; TAPIA FERNÁNDEZ I. El objeto del proceso..., op. cit., pág. 138 y DAMIÁN MORENO J., "Los procesos ordinarios. Las medidas cautelares", AAVV (Coord. V. Cortés y V. Moreno), La nueva ley de Enjuiciamiento Civil, Tomo II, Madrid (Tecnos), pág. 119.

18 DE LA OLIVA SANTOS A., Sobre la Cosa Juzgada..., op. cit., pág. 20, entiende que existen diferencias entre la denominada cosa juzgada formal y la firmeza de una resolución por cuanto esta última expresa la imposibilidad de revocar la resolución y de sustituirla por otra distinta mientras que la cosa juzgada formal, además que no puede ser revocada, significa que tiene que ser respetada, esto es, tiene que ser efectiva y ha de partirse de lo en ella dispuesto en los sucesivos actos del mismo proceso en que se ha dictado. Esta misma postura se mantiene en, DE LA OLIVA SANTOS A, DÍEZ-PICAZO I., Derecho Procesal Civil (El proceso de declaración), op. cit., pág. 487.

19 DE LA OLIVA SANTOS A., Sobre la Cosa Juzgada..., op. cit., pág. 21.

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el Tribunal del proceso en que recaiga estar en todo caso a lo dispuesto en ella”. De este modo, toda resolución firme, ya sea por haber dejado transcurrir los plazos previstos para recurrir o porque no exista recurso contra la misma, tiene fuerza de cosa juzgada en el proceso en el que se produce, esto es, vincula al Tribunal en el que la misma haya recaído sin que pueda éste replantearse un punto o cuestión ya decidida ni decidir algo contrario o distinto a lo ya decidido sobre ese punto o cuestión en la resolución firme.

Esta clásica concepción de la cosa juzgada formal como vinculación intraproceso de lo resuelto con carácter firme encuentra recepción en la jurisprudencia laboral, donde se hace especial hincapié en asimilar este concepto a la idea de firmeza y al efecto preclusivo propio de la misma20.

2. Por su parte, la cosa juzgada material presupone la cosa juzgada formal y es el efecto esencial de la principal resolución procesal. Consiste en una precisa y determinada fuerza de vincular en otros procesos a cualesquiera órganos jurisdiccionales respecto del contenido de la resolución21 firme sobre el fondo del asunto litigioso sometido a consideración judicial. Sólo el fondo es cosa a los efectos de la cosa juzgada22. Ese

20 Como declaran en este sentido las SSTS UD 17.12.1999 (Ar. 9822) y 24.2.1998 (Ar. 1957): "la firmeza no es sino la manifestación de la llamada cosa juzgada formal de los actos judiciales -predicable no solamente de la Sentencia, sino del resto de tales actos- que determina su invariabilidad, sea porque la ley no otorgue recurso alguno, ya porque precluya el plazo para ejercitarlo, o bien debido a que el recurso interpuesto ha sido rechazado y frente a la Resolución desestimatoria no quepa recurso alguno, salvo el de revisión u otros extraordinarios que establece la ley (artículo 245.3 de la Ley Orgánica del Poder Judicial)". Especialmente gráfica es también la STS 27.1.1998, (Ar. 1143) cuando declara que el "efecto de la sentencia firme es su inimpugnabilidad, de modo que, frente a ella, en los términos del art. 245.3 de la LOPJ, no cabe recurso alguno, salvo el de revisión u otros extraordinarios que establezca la ley. Este efecto preclusivo de la sentencia dentro del mismo proceso y que actúa como su cierre definitivo -es decir, la llamada cosa juzgada formal de la sentencia- ha sido vulnerado en el presente asunto, en cuanto la cuestión sobre la competencia del Juez y Tribunales españoles para conocer de la pretensión litigiosa, quedó, definitivamente zanjada por la Sentencia de 20 abril 1995, que adquirió firmeza al no haber sido impugnada por las partes y este carácter vedaba a la Sala de lo Social conocer ex novo sobre la misma cuestión, que había devenido ya, firme; carácter de firmeza que impedía su nuevo debate y resolución dentro del mismo proceso".

21 Al imbricarse el instituto de la cosa juzgada con la idea y razón de ser de la jurisdicción, se discute si, aparte de las resoluciones judiciales, los efectos de este instituto alcanzan o no, por ejemplo, a las transacciones, judiciales o administrativas. En el proceso social se dejan sentir las tensiones en este punto, vid. STS 13.10.1995 (Ar. 8668), con voto particular. Este debate se ha de extender a los laudos y a otros acuerdos extrajudiciales. Sobre este tema vid. BOQUERA OLIVER V., “Los límites subjetivos de la cosa juzgada material”, en AA.VV. (Dir. Montero Aroca), Efectos jurídicos del Proceso (Cosa Juzgada, costas e intereses, impugnaciones y jura de cuentas), Cuadernos de Derecho Judicial, Madrid (CGPJ), 1995, pág. 140 y DAMIÁN MORENO J., "Los procesos ordinarios. Las medidas cautelares", op. cit., pág. 129. Igualmente, STS 24.7.1988 (Ar. 5904/1989), STS 15.7.1994 (Ar. 6668).

22 DE LA OLIVA SANTOS A., Sobre la Cosa Juzgada..., op. cit, págs. 17 y 23. Como señala la STC 199/1987, de 16 de diciembre de 1987 (BOE 8 en.), la cosa juzgada material no opera cuando no se resuelve sobre la pretensión de fondo. Por ello, la doctrina entiende que no puede atribuirse dicha fuerza a las resoluciones que ponen fin a un proceso sin entrar en el fondo, resolviendo requisitos y presupuestos procesales: DE LA OLIVA SANTOS A, DÍEZ-PICAZO I., Derecho Procesal Civil (El proceso de declaración), op. cit., pág. 497. Pero

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"efecto vinculante" se desdobla. Por un lado, de un modo negativo, por cuanto ningún órgano jurisdiccional puede pronunciarse sobre la misma pretensión ya resuelta y decidida: non bis in idem (efecto negativo, excluyente o preclusivo de la cosa juzgada material). Por otro lado, de una forma positiva, pues los órganos jurisdiccionales ha de ajustarse a lo juzgado en un proceso anterior cuando hayan de decidir sobre una relación o situación respecto de la cual la sentencia recaída es condicionante o se encuentra en estrecha conexión (efecto positivo o prejudicial de la cosa juzgada)23. De este modo, cuando se promueve un segundo proceso y concurren los requisitos para entender que se está ante cosa juzgada en su vertiente material, o bien el juzgador de ese segundo proceso ha de ponerle fin para evitar obtener una solución contraria o distinta sobre la misma cuestión de fondo (efecto negativo), o bien, cuando el segundo proceso no sea reproducción del primero pero fueran parte de su thema decidendi cuestiones ya resueltas en la sentencia firme anterior respecto de los mismos sujetos, deberá atenderse al contenido de dicha sentencia como indiscutible punto de partida24.

Como es natural, ambos efectos de la cosa juzgada material han tenido también su reflejo aplicativo en el ámbito jurídico laboral. Como resume la STS UD 30.6.1994 (Ar. 5508)25: "a) el efecto negativo o preclusivo impide que los Tribunales de Justicia se pronuncien de nuevo sobre un asunto ya resuelto por medio de sentencia firme, de ahí que si el correspondiente pleito ya se ha iniciado, aunque tal sentencia todavía no se haya dictado o la misma no haya adquirido firmeza, y en esta situación se vuelve a plantear la misma cuestión en virtud de nueva demanda, es preciso que el Juez que conozca de ésta se abstenga de decidir sobre tal cuestión; b) en cambio, la función positiva o prejudicial de la cosa juzgada no impide que se dicte sentencia en el segundo juicio, sino que obliga a que la decisión que se adopte en esa sentencia siga y aplique los mandatos y criterios establecidos por la sentencia firme anterior (...); máxime cuando los casos en que entra en acción este efecto positivo o vinculante de la cosa juzgada, son casos en los que no sólo se suscitan los problemas propios del primer proceso, sino que además se plantean otras cuestiones nuevas no ventiladas en aquél, cuestiones éstas que quedarían sin la respuesta judicial adecuada". Esta función o efecto positivo de la cosa juzgada, por lo demás, presenta una especial e importante aplicación en el ámbito laboral por cuanto ha sido la acogida a la hora de interpretar el art. 158.3 TRLPL en

existen dudas sobre otro tipo de resoluciones como las derivadas de juicios sumarios: al respecto vid. MONTERO AROCA J., “Cosa Juzgada, jurisdicción y tutela judicial”, op. cit., págs. 272 ss.

23 BOQUERA OLIVER V., “Los límites subjetivos de la cosa juzgada material”, op. cit., pág. 140.

24 DE LA OLIVA SANTOS A., Sobre la Cosa Juzgada..., op. cit, pág. 25 quien, además, pone de manifiesto cómo en alguna ocasión el propio Tribunal Constitucional confunde la distinción entre la función negativa y positiva de la cosa juzgada (ATC 703/1986). No obstante, en otras ocasiones realiza una buena síntesis de esta diferencia, como en la STC 77/1983, de 3 de octubre, (BOE 7 nov): "la cosa juzgada despliega un efecto positivo, de manera que lo declarado por Sentencia firme constituye la verdad jurídica y un efecto negativo, que determina la imposibilidad de que se produzca un nuevo pronunciamiento sobre el tema" (FJ3).

25 Esta distinción, igualmente, en STS UD 14.2.1995 (Ar. 1155) y de modo clarificador en el voto particular de la STS 29.5.1995 (Ar. 4455). Un comentario a esta última Sentencia en CACHÓN VILLAR P., "La excepción de la cosa juzgada en el proceso laboral", RGD, 1997, núm. 634-5, págs. 8617 ss.

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relación a la vinculación de los procesos individuales respecto de la sentencia promulgada en procesos de conflicto colectivo26.

3. Ambas funciones o efectos de la cosa juzgada material carecían de regulación precisa en la legislación procesal anterior27. La nueva LEC, por el contrario, recoge en su art. 222 los elementos centrales que definen este instituto Así, en primer término, define su efecto más característico, el negativo, señalando que “la cosa juzgada de las sentencias firmes, sean estimatorias o desestimatorias, excluirá, conforme a la ley, un ulterior proceso cuyo objeto sea idéntico al del proceso en que aquélla se produjo” (art. 222.1 LEC/2000) precisando, a continuación, el alcance de la exclusión y las partes a quienes afecta. Delimitada la función negativa de la cosa juzgada, el precepto dibuja los elementos que definen su función positiva: “lo resuelto con fuerza de cosa juzgada en la sentencia firme que haya puesto fin a un proceso vinculará al tribunal de un proceso posterior cuando en éste aparezca como antecedente lógico de lo que sea su objeto, siempre que los litigantes de ambos procesos sean los mismos o la cosa juzgada se extienda a ellos por disposición legal” (art. 222.4 LEC/2000). La nueva redacción contribuye a clarificar, en consecuencia, algunos aspectos dudosos del efecto positivo de la cosa juzgada material pero, sobre todo, del efecto negativo que es el que constituye el objeto de este estudio y que pasamos ya a analizar.

3. Límites del efecto negativo de la cosa juzgada material

1. Al hilo de la regulación de las presunciones28, el art. 1252 CC exigía como regla general para el juego de la presunción de cosa juzgada que “entre el caso resuelto por la sentencia y aquel en que ésta sea invocada, concurra la más perfecta identidad entre las cosas, las causas, las personas de los litigantes y la calidad con que lo fueron”.

Al margen del pleonasmo utilizado por dicho precepto29, la clásica exigencia de una identidad triple (sujetos, petitum y causa petendi) definía, también en el ámbito laboral30, los requisitos para que la cosa juzgada material desplegara su efecto

26 Entre otras, SSTS 14.2.1995 (Ar. 4455) y 13.10.1995 (Ar. 8668) y SSTS UD 16.6.1995 (Ar. 4904) y 8.10.1997 (Ar. 7654).

27 A salvo del art. 408 LEC al que ya se ha hecho referencia y que mezclaba la cosa juzgada formal y material. No obstante, su tratamiento procesal existía si bien en una norma de contenido material o sustantivo como era el Código Civil (art. 1252 CC) y que, por ello, con la reforma ha sido derogado y racionalmente reconducido a su hábitat natural (LEC/2000).

28 El art. 1251 CC señalaba que “las presunciones establecidas por la ley pueden destruirse por la prueba en contrario, excepto en los casos en que aquélla expresamente lo prohíba. Contra la presunción de que la cosa juzgada es verdad, sólo será eficaz la sentencia ganada en juicio de revisión”. No obstante los requisitos para el juego de dicha presunción se contemplaban en el art. 1252 del mismo texto legal.

29 Como se ha hecho notar por la STS 18.4.1969, la identidad imperfecta no puede ser ontológicamente tal: TAPIA FERNÁNDEZ I. El objeto del proceso..., op. cit., pág 174.

30 Por todas, STS 3.1.1991 (Ar. 47) con cita de SSTS 15.4.1986 (Ar. 2179), 17.11.1986 (Ar. 6460), 20.10.1984 (Ar. 5303) y 7.12.1983 (Ar. 6177).

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preclusivo o negativo31 como consecuencia, normalmente, de su alegación como excepción procesal32.

Estos requisitos, por otro lado, además de tener que darse conjuntamente y no de modo aislado33, resultaban coincidentes con los exigidos en la excepción de litispendencia34, precedente lógico y cronológico del efecto negativo de la cosa juzgada material. En efecto, normalmente la excepción dilatoria de litispendencia termina por convertirse en la perentoria de cosa juzgada35. Mientras que la dilatoria impide el seguimiento del proceso en tanto se está desarrollando otro idéntico en el mismo u otro Tribunal sin que en el último haya recaído sentencia firme, la perentoria de cosa juzgada constituye un

31 La triple identidad es propia del efecto negativo de la cosa juzgada sin que se haya estudiado con profundidad su extrapolación a la cosa juzgada en su función o efecto positivo donde, más bien, se la suele dar por sobreentendida. En el ámbito laboral, existe algún pronunciamiento judicial en el que se hace referencia expresa a la traslación de esta triple exigencia. Así, la STS 10.2.1992 (Ar. 961) declara que “el efecto positivo de la cosa juzgada que los recurrentes invocan requiere que exista un pronunciamiento judicial claro y preciso que pueda y deba ser determinante de efectos en otro proceso ulterior, concurriendo las identidades precisas”. Al margen del acierto final en el caso concreto, debe señalarse que el estudio de las identidades en la cosa juzgada para que se produzca el juego de la cosa juzgada en su función positiva o prejudicial no parece que deba llevar a una identificación con las exigencias de la cosa juzgada en su efecto negativo. Y ello porque, de reproducirse los sujetos, objeto y causa del proceso, en realidad, el único efecto que habría que invocar es el negativo sin que el Juez del segundo proceso pueda dictar una resolución sobre el fondo de una cuestión litigiosa ya ventilada en un proceso anterior con carácter firme. Esta distinción en alguna ocasión se ha resaltado con claridad en el marco del proceso de conflicto colectivo que es donde con mayor intensidad se muestra el efecto positivo en el ámbito laboral, tal y como pone de relieve el voto particular a la STS 29.5.1995 (Ar. 4455) formulado por el Magistrado Desdentado Bonete. La LEC ha dado luz a este problema al limita la identidad exigida a la subjetiva y al especificar que no es precisa la identidad sino tan sólo, lógicamente, una conexión. Como precisa el actual art. 222.4 LEC/2000 la sentencia firme que ponga fin a un proceso sólo vincula al Tribunal posterior cuando “aparezca como antecedente lógico de lo que sea su objeto”. Por su parte, en su tratamiento procesal, el art. 421 .1 in fine de la nueva LEC prevé que no se sobresea el proceso en el caso en que el efecto de una sentencia firme anterior haya de ser vinculante para el Tribunal que está conociendo del proceso posterior”. En cualquier caso, la identidad subjetiva requerida por la LEC/2000 -a salvo de excepción legalmente prevista- a partir de ahora parece impedir la doctrina extensiva mantenida en alguna ocasión por el Tribunal Constitucional en la que se admite que la cosa juzgada pueda tener efectos en sujetos que ni han participado ni han sido condenados en la sentencia por el hecho de ser titulares de una situación jurídica dependiente o condicionada (como ocurre con el efecto reflejo al que hace referencia la STC 207/1989 o la STC 58/1988), como ha hecho notar TAPIA FERNÁNDEZ I. El objeto del proceso..., op. cit. pág. 214. Sobre la primera sentencia vid. RODRIGUEZ PIÑERO M., "Cosa juzgada y eficacia relativa de la sentencia laboral", RL, 1990 (I), págs. 19-21.

32 En este punto existe una contradictoria evolución de la doctrina del Tribunal Supremo que va lentamente desde la alegación de parte hasta la apreciación de oficio de la misma. No obstante, se discute si esta evolución es de aplicación a los dos efectos tradicionales de la cosa juzgada material (positivo o negativo) o solo a uno de ellos. En general, para esta evolución en la jurisprudencia de la Sala Primera del Tribunal Supremo puede verse por su concisión y claridad: MONTERO AROCA J., “Cosa Juzgada, jurisdicción y tutela judicial”, op. cit., págs. 285-291. En la jurisprudencia social, a partir de la STS UD 29.5.1995 (Ar. 4455), la posición general (a salvo del voto particular en contrario) es la de la aplicación de oficio de esta excepción procesal: "la Sala de lo Social del Tribunal Supremo lo proclama en sus Sentencias

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óbice para la decisión del proceso actual cuando ya se hubiese resuelto por sentencia firme otro sobre la misma cuestión y entre las mismas partes. De ahí que la jurisprudencia les otorgue un tratamiento paralelo en relación a la exigencia de la identidad entre litigantes, petición y causa de pedir. Como se ha señalado por la Sala Cuarta del Tribunal Supremo, la litispendencia es en nuestro Derecho procesal una excepción que tiende a impedir la simultánea tramitación de dos procesos con el mismo contenido, siendo una institución preventiva y tutelar de la cosa juzgada, de ahí que requiera las mismas identidades que ésta, identidades que han de ser subjetiva, objetiva y causal, sin que sea suficiente que entre ambos procesos exista una mera conexión o identidad de alguno de estos elementos pues, esto último, a lo único que puede dar lugar es a la posibilidad de acumulación de ambos procesos a instancia de parte legítima, constituyendo una hipótesis distinta a la de litispendencia36.

Esta finalidad de evitar dos procesos simultáneos con el mismo contenido así como la exigencia de la triple identidad, por lo demás, pone de manifiesto la clara imbricación de la figura de la litispendencia con el efecto negativo, y no así del positivo, de la cosa juzgada37.

de 7 marzo 1990 (Ar. 1771) y 16 septiembre 1992 (Ar. 6789) y han aplicado de oficio la excepción de cosa juzgada, entre otras, las Sentencias dictadas en recurso de casación para la unificación de doctrina de 11 febrero 1994 (Ar. 869), 30 abril 1994 (Ar. 3474) y 29 septiembre 1994 (Ar. 7732), sin que se entendiera necesario, en esta última, que se planteara previamente el juicio de contradicción respecto de la cuestión de la cosa juzgada. Sin duda la apreciación de oficio en un caso como éste debe producirse pues se trata, como afirman las dos sentencias primero citadas, de «una cuestión de orden público procesal, dado que la finalidad que persigue es la seguridad jurídica» y la interdicción de la arbitrariedad, que son valores garantizados en el artículo 9.3 de la Constitución Española". Entendiendo, no obstante, que no puede ser apreciada de oficio: DE LA VILLA L.E, GARCÍA BECEDAS G., GARCÍA PERROTE I., Instituciones de Derecho del Trabajo, op. cit., pág. 755.

33 STS 20.5.1999 (Ar. 4837)34 La triple identidad en la litispendencia puede verse en STS 11.4.1991 (Ar. 3261), con

profusión de sentencias citadas el mismo sentido.35 Como señala la STS 16.6.1988, (Ar. 5398), la diferencia entre ambas excepciones es

meramente temporal pues en la litispendencia no ha de existir sentencia firme en el anterior proceso y en la de cosa juzgada ha de concurrir tal firmeza. En cualquier caso, lo normal es que la alegación de la litispendencia sea correcta en un primer momento procesal pero pase posteriormente a ser cosa juzgada, lo que no obsta a la hora de su verificación judicial como litispendencia cuando se alega su infracción como motivo de recurso: STS 20.10.1993 (Ar. 7850), STS 18.5.1998 (Ar. 4655).

36 STS 20.5.1999 (Ar. 4837), con cita de la STS-1ª de 31 de julio de 1998 (Ar.6930).37 Como señala la STS 15.7.1994 (Ar. 6668): "que el art. 158.3 declare que la sentencia dictada

en el proceso especial de conflicto colectivo produce efecto de cosa juzgada sobre los procesos individuales pendientes de resoluciones o que puedan presentarse y versen sobre idéntico objeto no significa que quepa alegar la excepción de litispendencia en mérito a una presunta identidad sustancial de ambas excepciones procesales solo diferenciables por una simple razón de orden cronológico. La similitud entre ambas, que nace del carácter cautelar de la primera, litispendencia, reviste respecto de la otra y que tiende, en definitiva, a evitar la duplicidad de procesos y pronunciamientos judiciales innecesarios y potencialmente contradictorios, de ahí que se vengan exigiendo en ambos los mismos requisitos. Pero esta sentencia puntualiza que “la conexión entre ambas excepciones procesales se revela más acusada y apreciable en el ámbito del efecto negativo de índole preclusivo que despliega la

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2. La conexión entre ambas excepciones se refleja con claridad en la reforma de la LEC/2000 donde se opta por una regulación conjunta de su tratamiento procesal.

Así, tanto cuando se aprecie la pendencia de otro juicio (litispendencia) como la existencia de resolución firme sobre objeto idéntico (y no conexo o lógico, por lo que se ha de entender que refiere al efecto negativo de la cosa juzgada), la nueva norma declara que el Tribunal debe dar por finalizada la audiencia y dictar, en el plazo de los cinco días siguientes, un Auto de sobreseimiento (art. 421.1.1º LEC/2000). En el proceso laboral debe tenerse en cuenta, no obstante, que al no existir como en el proceso ordinario civil una fase de excepciones procesales que puede abocar a la finalización del juicio (art. 443 LEC/2000)38, la decisión anticipada sobre las excepciones procesales no cierra la continuidad del desarrollo del juicio para las cuestiones de fondo39 por lo que será una sentencia la que, en tal caso, acoja las excepciones. En cualquier caso, debe tenerse en cuenta que, desde el punto de vista procesal, la presentación de una segunda demanda igual a la que dio origen a una previa sentencia firme puede considerarse, como ha ocurrido ya en el ámbito laboral, fraude procesal que, por la mala fe y temeridad con la que se obra, permite imponer una multa al litigante que provoca esta situación40.

Por el contrario, si el Tribunal considera inexistente la litispendencia o la cosa juzgada, la LEC/2000 preceptúa que el juez debe declararlo así de modo expreso en el acto y proseguir la audiencia para el resto de sus finalidades (art. 421.2). Entre ambos extremos, existencia o inexistencia de estas excepciones, la LEC/2000 contempla una situación intermedia si bien sólo cuando las cuestiones planteadas sobre la litispendencia o la cosa juzgada tuvieran una especial complejidad o dificultad, en cuyo caso, el Tribunal puede resolver sobre ellas mediante Auto dentro de los cinco días siguientes a la audiencia -plazo éste en el que deberán practicarse las actuaciones oportunas cuando sea necesario resolver sobre alguna cuestión de hecho- y proseguir ésta para el resto de sus finalidades (art. 421.3 LEC/2000). Actuaciones oportunas que, en el ámbito laboral, al continuar el desarrollo del juicio pese a la oposición procesal, han de entenderse referidas a las diligencias para mejor proveer a las que alude el art. 88 TRLPL.

Por otro lado, debe señalarse que ambas excepciones se han visto igualmente afectadas por la reforma de la ley procesal civil en relación a la triple identidad tradicionalmente

excepción de cosa juzgada en el sentido de que el órgano judicial no deba pronunciarse sobre una misma cuestión litigiosa que se halle sub iudice. Sin embargo en el aspecto positivo de la cosa juzgada se advierte, más bien, un claro efecto de sujeción a la misma que obliga a sujetarse a los términos de la sentencia configuradora de aquélla, lo que no impide que en el nuevo proceso se llegue a entrar en el enjuiciamiento de la controversia judicial aunque, ello deba efectuarse con subordinación a lo establecido en la sentencia entrañante de la cosa juzgada”. Este es el criterio seguido, además, por la Sala Cuarta constituida en Sala General en su sentencia de 30 de junio de 1994 (Ar. 5508).

38 Como pone de relieve DESDENTADO BONETE A., "Consecuencias de la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil en el proceso social: el proceso declarativo y los recursos, de próxima publicación por la Editorial Francis Lefebvre.

39 Ibídem, citando en el mismo sentido un artículo también en prensa de Moliner Tamborero.40 Esto es lo que ocurre, por ejemplo, en la STS 27.9.1993 (Ar. 7042).

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exigida para su proyección procesal. En efecto, la triple identidad que ha venido caracterizando a ambas excepciones, aunque se mantiene en términos generales en relación a los sujetos y al petitum, se ha visto alterada en alguna medida en relación a la causa de pedir en virtud de lo previsto en el nuevo art. 400.2 LEC/2000 cuyo ámbito de actuación se extiende a ambas excepciones. De ahí que, al constituir este aspecto el objeto de estudio del presente artículo, resulte procedente examinar por separado los "requisitos" o "límites" de la cosa juzgada, entendiendo que, en sus líneas básicas, su análisis es extensible a la litispendencia. Requisitos y límites que, como se ha hecho notar, no son sino las dos caras de una misma moneda por cuanto "requisitos" atiende a los que han de concurrir para que se pueda apreciar la existencia de cosa juzgada cuando hay que resolver la cuestión controvertida en el proceso posterior y la referencia a "límites" tan sólo persigue averiguar hasta donde llega la vinculación de la sentencia recaída en el proceso anterior para impedir un nuevo pronunciamiento41.

3.1. La identidad subjetiva.

1. La eficacia de la cosa juzgada material en su vertiente negativa se produce, en primer y preeminente lugar, entre quienes hayan sido partes del proceso (res iudicata inter partes). Esta regla general responde al principio constitucional de audiencia y contradicción (art. 24 CE) y trata de evitar que una resolución judicial favorezca o perjudique a quien no ha tenido la oportunidad de participar y defenderse en el proceso correspondiente42. De no establecerse unos límites subjetivos para la eficacia de la cosa juzgada, como se ha hecho notar, se podría incentivar el fraude procesal y la connivencia de demandante y demandado en el primer juicio para impedir una declaración distinta en un segundo proceso respecto a un tercero que no hubiera sido parte en el primero y al que se le negara la posibilidad de defensa43.

La identidad subjetiva, por ello, es una constante en la delimitación de la cosa juzgada. Esta delimitación se recogía en el art. 1252 CC, donde expresamente se exigía la "identidad entre las personas de los litigantes y la calidad en que lo fueron" y se recepciona en la LEC/2000 donde su Exposición de Motivos advierte que, a salvo excepciones muy justificadas, se reafirma la exigencia de la identidad de las partes como presupuesto de la específica eficacia en que la cosa juzgada consiste. En particular, el primer párrafo del art. 222.3 LEC/2000 declara que "la cosa juzgada afectará a las partes del proceso en que se dicte, a sus herederos y causahabientes, así como a los sujetos no litigantes, titulares de los derechos que fundamentan la legitimación de las partes conforme a lo previsto en el art. 10 de esta Ley". Y lo que prevé este último precepto al que se reenvía es que se consideran partes legítimas “quienes comparezcan y actúen en juicio como titulares de la relación jurídica u objeto litigioso” con excepción de “los casos en que por ley se atribuya legitimación a persona distinta del titular”44.

41 BOQUERA OLIVER V., “Los límites subjetivos de la cosa juzgada material”, op. cit., pág. 141.

42 El principio de audiencia y de contradicción como fundamento de los límites subjetivos en BOQUERA OLIVER V., “Los límites subjetivos de la cosa juzgada material”, op. cit., pág.143, DE LA OLIVA SANTOS A., Sobre la Cosa Juzgada..., op. cit., pág. 45.

43 BOQUERA OLIVER V., “Los límites subjetivos de la cosa juzgada material”, op. cit., págs. 143-144.

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2. La nueva regulación presenta la virtualidad de precisar el contenido de la normativa anterior al residenciar en la titularidad del derecho que fundamenta la legitimación el elemento subjetivo de comparación. Es precisamente dicha titularidad del derecho o el interés el que permite sistematizar grupos de casos que conviene distinguir a la hora de determinar la identidad de las partes45.

En todos los casos, debe tenerse en cuenta que la identidad subjetiva exigida se mantiene cualquiera que sea la posición de los titulares del derecho subjetivo cuestionado. De este modo, es indiferente que los litigantes ocupen la posición de demandante o demandado o de reconviniente o reconvenido46. Asimismo, no se altera la eficacia de la cosa juzgada por el hecho de que la coincidencia subjetiva sea tan sólo parcial, esto es, que en el primer proceso hubiera más o menos número de litigantes que en el segundo si con ello lo que se persigue es, precisamente, eludir los efectos de cosa juzgada47. Por ello, sólo cuando en el segundo proceso haya más litigantes cuyo llamamiento no resulte innecesario y que no tuvieron que haber sido parte en el primero, podrá afirmarse que no existe identidad subjetiva, al menos, respecto de los que no fueron parte en el primero48.

a) En primer lugar, no cabe duda de que existe la identidad exigida para entender que existe cosa juzgada cuando los litigantes son los mismos en los dos procesos y actúan con la misma legitimación.

En el ámbito laboral, en consecuencia, habrá de estarse a los requisitos de capacidad y legitimación regulados en el TRLPL para verificar si, en ambos procesos, los litigantes son los mismos, lo hacen por causa propia y, en consecuencia, con la misma legitimación, incluidos aquí los sindicatos y asociaciones empresariales (art. 17.2 TRLPL y modalidades especiales en que se establece su legitimación por causa

44 Se recoge, en consecuencia, la legitimación ordinaria y la extraordinaria o legitimación por sustitución (“los casos en que por ley se atribuya legitimación a persona distinta del titular”). En este segundo caso, es decir, cuando una norma atribuya legitimación extraordinaria a personas que no son las titulares de la relación jurídica o del derecho subjetivo controvertido, estas personas, que actúan en nombre e interés propio aunque por un derecho subjetivo o una relación jurídica ajenos, quedan legitimados ex lege por sustitución de tal forma que, sin ser los titulares de aquéllos, sí son titulares de la acción que se ejercita; son parte en esos procesos y por ello se verán afectados por los efectos de las sentencia (TAPIA FERNÁNDEZ I. El objeto del proceso..., op. cit. pág. 182)

45 En su esencia, se sigue en este punto la distinción propuesta por BOQUERA OLIVER V., “Los límites subjetivos de la cosa juzgada material”, op. cit., pág. 145.

46 MENÉNDEZ PIDAL Y MONTES J., "Consideraciones sobre la cosa juzgada en lo social", Revista de Derecho Privado, vol. XLVI, 1962, pág. 747. Por ello, en este aspecto resulta sorprendente la declaración de la falta de identidad subjetiva sobre la base del cambio procesal al que alude la STS 20.5.1992 (Ar. 3582) aunque el resultado jurídico fuera correcto por la ausencia del resto de identidades.

47 Aunque desde la perspectiva del efecto positivo, la existencia de una estrategia de fraude procesal para eludir la excepción de cosa juzgada se recoge en la STS 11.7.1988 (Ar. 5792), con cita de la STS 5.10.1984 (Ar. 4757).

48 Cfr. BOQUERA OLIVER V., “Los límites subjetivos de la cosa juzgada material”, op. cit., pág. 146 y TAPIA FERNÁNDEZ I. El objeto del proceso..., op. cit., pág. 177.

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propia49) así como los órganos de representación unitaria cuando tengan intereses colectivos (arts. 62 en relación con el 65.1 TRET, 152.c) 164.1.a) TRLPL). La identificación del elemento subjetivo de comparación a efectos de cosa juzgada, en el ámbito laboral, suele ubicarse por lo general en este primer supuesto en el que despliega toda su esencia la regla res iudicata inter partes. Y ello porque, como se ha hecho notar, en el proceso laboral es norma generalizada a la hora de atribuir la correspondiente legitimación ad causam la de que sólo se reconoce facultad de accionar al titular de los derechos e intereses materiales objeto de la tutela judicial50. De este modo, si la pretensión es individual será el trabajador el legitimado y si es colectiva, los órganos de representación colectiva. No obstante, en la medida en que, como precisa ahora el art. 222.3 LEC/2000, la eficacia de la cosa juzgada afecta a sujetos no litigantes pero titulares del derecho que fundamenta la legitimación, cabe diferenciar algunos otros casos que, no por su escasa utilización, son menos relevantes a los efectos de la institución objeto de estudio. b) Así, por ejemplo, debe señalarse que no existe cosa juzgada cuando, pese a ser los mismos litigantes, actúan, sin embargo, con distinta legitimación. Supuesto que se produce, por ejemplo, cuando el representante actúa en el primer proceso como tal representante y en el segundo, sin embargo, actúa en nombre propio o cuando en el primero se litiga siendo sustituto procesal y en el segundo por derecho y nombre propio.

Trasladándonos al escenario laboral, cuando se trata de una pretensión individual, esto es, cuando se reclama la tutela de derechos o intereses derivados del contrato de trabajo, no existe cosa juzgada si en el primer proceso actúa el sindicato como representante voluntario del trabajador (arts. 18 y 19 TRLPL) y en el segundo actúa de nuevo ese mismo sindicato pero por causa propia y como parte principal (art. 17 TRLPL). Tampoco cuando el sindicato en el primer proceso actúa en virtud de la posibilidad contemplada en el art. 20 TRLP, es decir, como representante voluntario del afiliado, y en el segundo proceso interviene como parte principal con plena legitimación (art. 17 TRLPL). Aunque con mayores matices, por cuanto se discute el alcance de la figura del sindicato como coadyuvante y si el sindicato actúa como auténtico legitimado, constituyendo con el trabajador un litisconsorcio activo voluntario51, las mismas conclusiones deben alcanzarse en relación a la actuación del sindicato en el primer proceso como coadyuvante y en el segundo por causa propia. Y ello porque, en ninguno de estos casos se reconoce al sindicato la legitimación procesal ordinaria para intervenir como parte principal, recayendo el resultado del proceso sobre el trabajador, titular del derecho o interés en litigio. En los casos expuestos, por lo demás, lo normal es que junto a la falta de identidad subjetiva también el petitum y la causa petendi sean distintos y,

49 Al respecto vid. DE LA VILLA GIL L.E., "Intervención de los sindicatos y de las asociaciones patronales en el proceso social tras la LPL de 1990", en AA.VV., Estudios sobre la nueva Ley de Procedimiento Laboral, Madrid, (CGPJ), 1991, págs. 110-112.

50 CRUZ VILLALÓN J., “La actuación del sindicato en los procesos individuales de trabajo”, RT, 1992 (II), pág. 310.

51 CRUZ VILLALÓN J., “La actuación del sindicato en los procesos individuales de trabajo”, op. cit., pág. 334 quien pone de manifiesto que esta figura precisamente ofrece al sindicato la posibilidad de evitar el perjuicio jurídico que puede ocasionarle los efectos reflejos del fallo judicial, esto es, de la cosa juzgada.

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en consecuencia, adicionalmente, no concurra la triple identidad conjuntamente exigida52.

c) El efecto de cosa juzgada es también aplicable cuando, a pesar de que los litigantes sean distintos actúan en ambos procesos con idéntica legitimación. Ello es lo que ocurre en supuestos en los que el compareciente en el primer proceso es el representante legal o voluntario de la parte y en el segundo la propia parte. Por ejemplo, en los que en el primer proceso actúa el padre como representante legal de un menor y en el segundo el menor una vez alcanzada la mayoría de edad. Igualmente, hay identidad y cosa juzgada cuando en el primero actúa el sustituto procesal y en el segundo el sustituido, es decir, cuando el acreedor puede demandar al deudor de su deudor para integrar el patrimonio de éste (art. 1.111 CC).

En el ámbito laboral los supuestos imaginables constituyen el reverso de los vistos en el bloque anterior. Así, por un lado, cuando se trata de una pretensión individual y en el primer proceso actúa un graduado social, abogado o procurador como representantes voluntarios de las partes (art. 18 TRLPL), representante común del grupo (del art. 19.1 TRLPL) o sindicato en nombre e interés de un trabajador afiliado (art. 20 TRLPL)53 o coadyuvando al trabajador en el proceso de tutela de la libertad sindical o en otras modalidades procesales54 (art. 175 TRLPL) y en el segundo proceso actúa el trabajador representado (que formaba parte del grupo, el afiliado, o el coadyuvado55, por ejemplo)..

52 La STS 20.5.1999 (4837) declara la inexistencia de identidad subjetiva en un caso en el que un sindicato actúa de coadyuvante en el primer proceso mientras que en el segundo es parte principal y única demandante: “En el proceso núm. 220/1996 los demandantes fueron, José Vicente C. I., José Javier L. C., Miguel Angel C. P., Rafael G. P., Germán C. G. y Jesús C. J., actuando en nombre propio y también como afiliados al SIJ, y de estos actores fue coadyuvante la CSI-CSIF. Los demandados en este proceso fueron Luciano L. M. y Luis P. H. en calidad de Secretario General y Presidente respectivamente del SIJ, señalándose en el encabezamiento de la demanda que en ella se ejercitaba acción sobre tutela del derecho a la libertad sindical. En el proceso núm. 109/1997 ha actuado como único demandante la CSI-CSIF, y los demandados han sido el SIJ y diez personas físicas: Luis P. H., José María V. N., Luciano L. M., María Luisa G. B., José María P. R., María Dolores J. M., Esther L. F., Gabriel P. C., Juan Luis O. I. y Enrique F. R., todos ellos miembros del Comité Ejecutivo del codemandado nombrado el 6 de mayo de 1996, señalándose en el encabezamiento de esta demanda que se acciona en procedimiento ordinario en petición de declaración de nulidad de acuerdos. Se observan, pues, algunas diferencias en el elemento subjetivo de ambos procesos, consistentes fundamentalmente en que varias personas físicas que fueron partes en el 109/1997 no lo fueron en el 220/1996, y también en que en este último la CSI-CSIF actuó simplemente como coadyuvante de los actores al amparo de lo dispuesto en el art. 175.2 de la LPL, en tanto que en el 109/1997 dicha Confederación fue parte principal y única demandante”.

53 Al tratarse de una representación sindical y no de una sustitución: MONTERO AROCA J., Introducción al proceso laboral, Madrid (Marcial Pons), 2000, pág. 101; o de una "representación sindical peculiar": DE LA VILLA GIL L.E., "Intervención de los sindicatos y de las asociaciones patronales en el proceso social tras la LPL de 1990", op. cit., pág. 111 por cuanto el sindicato está obligado a conseguir la autorización para litigar aunque sea tácitamente y ha de acreditar la solicitud de la misma.

54 Si se avanza en el sentido de la STC 257/2000, de 30 de octubre de 2000 (BOE 1 dic.).55 Si bien, en este último caso, estaríamos fuera en puridad del supuesto habida cuenta de la

concurrencia de litigantes en la figura del trabajador y, en consecuencia, de la aplicación

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Cuando la pretensión es colectiva, debe advertirse que también cabe aplicar el efecto negativo de la cosa juzgada material a las sentencias de procesos colectivos si bien con alguna particularidad en el ámbito subjetivo. En efecto, en los procesos colectivos (y no en la relación de uno colectivo con los procesos individuales, habida cuenta de que aquí estamos ante el efecto positivo y no negativo de la cosa juzgada) la eficacia de la cosa juzgada se produce atendiendo al grupo de trabajadores representados y no en función de los sindicatos legitimados. Si en un proceso de conflicto colectivo interpuesto por el Sindicato “A” se obtiene sentencia firme y, más tarde, el Sindicato “B” pretende interponer un conflicto similar o idéntico, procede apreciar cosa juzgada cuando los afectados por la sentencia son los mismos trabajadores. Es decir, las partes cuya identidad determina el nacimiento del efecto de cosa juzgada material se definen no tanto por los sujetos colectivos actuantes, sino por los grupos a los que representan56. Y ello, porque los conflictos se promueven en el ejercicio de una función representativa de la totalidad de los trabajadores57. De este modo, a efectos de cosa juzgada, lo importante para medir la identidad subjetiva son los grupos de trabajadores y empresarios afectados y no el sindicato-representante, lo que confirma el art. 158.3 TRLPL cuando preceptúa, sin hacer mención alguna al ente colectivo que inicia el proceso, que la sentencia firme producirá efectos de cosa juzgada sobre los procesos individuales pendientes. Admitir lo contrario, como reconoce expresamente la Sala Cuarta del Tribunal Supremo58, supondría la posibilidad de que, en la realidad procesal y jurídica, concurrieran sentencias con pronunciamientos dispares dictados en procesos de conflicto colectivo instados por diferentes sindicatos, y plantearía el problema de determinar cuál de esas sentencias sería aplicable a los procesos individuales pendientes de resolución que tuvieren el mismo objeto que el de esta modalidad de conflicto colectivo, a no ser que se pretendiera, extra legem, que aquella sentencia vinculara solamente a los afiliados al sindicato que promovió la acción de conflicto colectivo. Lo que sería difícilmente conciliable, de una parte con la concepción del sindicato -que tenga relación directa con el litigio-, como instrumento de defensa y protección de todos los trabajadores afectados por el conflicto, y de otra, con el significado de cosa juzgada -tantas como sentencias dictadas-, que constituye expresión suma del principio de seguridad jurídica.

3. Junto a estos supuestos generales, el art. 222.3 LEC/2000 contempla de modo expreso la previsión de que se produce cosa juzgada cuando en el primer proceso actúa el causante y después el heredero. Tanto en la normativa vigente como en la derogada se entiende que hay identidad de personas siempre que los litigantes del segundo pleito sean herederos o causahabientes de los que contendieron en el primer pleito (art. 1252.3 CC derogado, actual art. 222.3 LEC/2000). En el ámbito laboral, desde la perspectiva del empresario, deberán tenerse en cuenta los supuestos de sucesión a título universal o singular del empresario persona física y los fenómenos de transmisión jurídica a los que hace referencia el art. 44 TRET donde encuentra su entorno natural esta regla59, de suerte que, subrogado el nuevo empresario en los derechos y obligaciones laborales del anterior, también le afectan los derechos y las obligaciones

directa de la cosa juzgada en virtud del primer grupo de casos.56 BAYLOS GRAU A., CRUZ VILLALÓN J., FERNÁNDEZ LÓPEZ M.F., Instituciones de

Derecho Procesal Laboral, Madrid (Trotta), pág. 189.57 STS 29.3.1996 (Ar. 2501).58 STS 28.12.1996 (Ar. 9862).

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que habiendo sido litigiosas hayan sido resueltas antes de la transmisión de modo definitivo y firme en un proceso anterior60. Desde el lado del trabajador, la misma regla de identidad subjetiva se produce en relación a reclamaciones de sus sucesores contra el empresario que ya hubieran sido juzgadas (por ejemplo, reclamación de salarios devengados y no cobrados). En cualquier caso, para que sea efectiva, quien alega la excepción de cosa juzgada debe probar no sólo la sucesión sino también que el objeto de la litis sobre el que gira la controversia ha sido transmitido, en la medida en que las transmisiones pueden no ser totales sino parciales y no afectar, en consecuencia, al nuevo proceso.

4. La nueva regulación incorpora la novedad de silenciar dos de los supuestos a los que la normativa anterior extendía los efectos de la cosa juzgada más allá de las partes. Concretamente, se suprime la referencia que el art. 1252 CC contenía a la solidaridad y la indivisibilidad como vínculos de extensión de la identidad subjetiva a los efectos de cosa juzgada. El art. 1255 establecía que, además de con los causahabientes, la identidad de personas se producía cuando los litigantes del segundo pleito estuvieran unidos a los litigantes del primer pleito por vínculos de solidaridad o por los que establece la indivisibilidad de las prestaciones. Los numerosos problemas jurídicos generados por este precepto al ponerse en relación con otros del Código Civil y las críticas doctrinales por ello recibidas, han terminado por considerar más ajustado no mencionar ninguno de estos dos supuestos.

En efecto, el art. 1255 CC, entendido en sentido literal, llevaba a que los deudores solidarios no litigantes quedaran sometidos al tratamiento del que fue parte en el primero61, con lo que, los no llamados, quedaban a expensas de una adecuada defensa del primer demandado pudiendo ser condenados sin ser oídos, entre otros aspectos, sobre su propia condición de obligados solidarios. Es cierto que el art. 1141 CC podía justificar que el resultado del primer proceso aprovechara o perjudicara a todos los

59 O en las integraciones administrativas tal y como admite la STS UD 27.10.1999 (Ar. 828), a pesar de que, finalmente, no prospere la alegación de cosa juzgada por falta de identidad objetiva: "En el caso presente, no hay inconveniente en considerar que existe entre ambos procesos la identidad subjetiva, pese a que en el que dio lugar a la Sentencia del año 1988 la demandada, y condenada, fue la hoy desaparecida Mutualidad de la Previsión y en el actual lo ha sido el INSS -Fondo Especial-, pues precisamente en éste se integró posteriormente aquélla (Disposición Transitoria Sexta de la Ley 21/1986 y Real Decreto 126/1988), de tal suerte que, al ser el uno causahabiente de la otra, la identidad subjetiva persiste a tenor del último párrafo del citado art. 1252 del Código Civil". De interés en este sentido resulta, sin duda, la STC 206/89, de 14 de diciembre (BOE 11 en. 90) y el comentario que a la misma realiza RODRIGUEZ PIÑERO M., "Cosa juzgada y eficacia relativa de la sentencia laboral", op. cit., págs. 15-18.

60 Aunque en relación al efecto positivo de la cosa juzgada, vid. la serie de sentencias que resuelven sobre los sucesivos pleitos planteados en relación a la sucesión de la titularidad de las ikastolas por la Administración de la Comunidad Autónoma Vasca, donde el Gobierno Vasco queda subrogado en las obligaciones de las primeras, entre las que se encontraba la de respetar el derecho de los trabajadores a mantener el importe de las retribuciones que les correspondían en los momentos anteriores a la citada sucesión empresarial: SSTS UD 3.4.1996 (Ar. 2981), 15.12.1998 (As. 306, 437, 1012, 10508 a 10514).

61 BOQUERA OLIVER V., “Los límites subjetivos de la cosa juzgada material”, op. cit. pág. 151.

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deudores solidarios62, pero, como es natural, las críticas se concentraban, básicamente, en la inadecuación de la norma con el principio constitucional de contradicción y audiencia cuyo contenido hacía razonable negar el efecto de la cosa juzgada63 en estos casos a pesar de las declaraciones contenidas en alguna Sentencia del Tribunal Constitucional64. Del mismo modo, se argumentaba que, en última instancia, el hecho de que la sentencia de condena únicamente fuera título ejecutivo frente al demandado libremente elegido por el acreedor, impedía que el fallo judicial afectara perjudicialmente a los codeudores no demandados65. Razones, todas ellas, que llevaban a la doctrina a proponer una modificación normativa tendente a exigir el litis consorcio pasivo de todos los codeudores66 o una interpretación alternativa negando la existencia de cosa juzgada por falta de identidad objetiva entre las pretensiones en este tipo de supuestos67. Por estas distorsiones, esto es, por no poder extenderse sin más la cosa juzgada a los que no fueron parte en el proceso anterior, la LEC/2000 elimina finalmente esta extensión del alcance subjetivo de esta institución y su art. 542 termina por zanjar el problema cuando señala que las sentencias obtenidas sólo frente a uno o varios deudores solidarios no sirven de título ejecutivo frente a los deudores solidarios que no hubiesen sido parte en el proceso.

62 Art. 1141 CC: "Cada uno de los acreedores solidarios puede hacer lo que sea útil a los demás, pero no lo que sea perjudicial. Las acciones ejercitadas contra cualquiera de los deudores solidarias perjudicarán a todos éstos"

63 Se discute si los razonamientos que se esgrimen son válidos para los dos efectos de la cosa juzgada o sólo alguno de ellos. Así, mientras que alguna posición considera que la inadecuación de la norma se extiende a los efectos negativos y positivos (DE LA OLIVA SANTOS A., Sobre la Cosa Juzgada..., op. cit., pág. 51), otros autores, a mi juicio acertadamente, limitaban el alcance de las distorsiones al efecto negativo y entienden que sí era y es posible un efecto positivo de la cosa juzgada en estos casos al poder existir vinculaciones prejudiciales en el proceso posterior donde se trate de discutir lo que ya fue objeto de la anterior sentencia (TAPIA FERNÁNDEZ I. El objeto del proceso..., op. cit., pág. 179).

64 STC 22/84, de 17.2.1984, FJ 6: "el principio de eficacia de la cosa juzgada, tal como se encuentra configurada en nuestro Derecho positivo y, en especial, por el art. 1.252 del Código Civil, determina que en un caso como el presente no se contraviene el art. 24 de la Constitución, sino que el efecto frente al causahabiente de la Sentencia o decisión recaída en proceso seguido contra el causante es rigurosa aplicación del mismo. Lo decidido en un procedimiento vincula a los causahabientes de los que fueron parte en ese procedimiento y a los que están unidos a ellos por los vínculos de la solidaridad, quienes no pueden pretender reabrir el proceso, ejercer la pretensión contradictoria con la ya resuelta y, además, han de soportar la ejecución de la decisión o Sentencia dictada en el proceso seguido contra su causante o codeudor solidario".

65 DE LA OLIVA SANTOS A., Sobre la Cosa Juzgada..., op. cit., pág. 51.66 Ibídem67 Como señala BOQUERA OLIVER, la cuestión puede abordarse desde una perspectiva distinta

pues, en realidad, no es que no exista identidad subjetiva entre los unidos por vínculo de solidaridad sino que lo que no concurre es la necesaria identidad objetiva exigida para apreciar la existencia de cosa juzgada de suerte que será en el segundo proceso donde se podrá saber realmente si existe vínculo de solidaridad con quienes contendieron en el anterior y cuáles son las acciones y excepciones deducidas para compararlas con el primero (“Los límites subjetivos de la cosa juzgada material”, op. cit., pág. 153).

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En el ámbito jurídico laboral esta extensión de la cosa juzgada a los obligados solidarios a los que hacía referencia el art. 1252 CC podría haber tenido importantes repercusiones habida cuenta de los frecuentes supuestos existentes68. Sin embargo, la jurisprudencia social, razonablemente y al amparo del tenor literal del art. 1144 CC69, negaba la excepción de cosa juzgada o de litisconsorcio pasivo necesario en supuestos de responsabilidad solidaria70, alineándose, de este modo, con la impronta de la nueva LEC.

Igualmente criticable era la extensión de los efectos de la cosa juzgada a los sujetos que estuvieran unidos por vínculos de indivisibilidad de las prestaciones a los que contendieron en el primer proceso. Máxime si se tiene en cuenta que el art. 1139 CC establece que si la división fuese imposible sólo perjudicarán al derecho de los acreedores los actos colectivos de éstos y sólo podrá hacerse efectiva la deuda procediendo contra todos los deudores, y que "si alguno de éstos resultare insolvente, no estarán los demás obligados a suplir su falta", exigiendo su interpretación judicial la presencia de todos los obligados en el proceso. De este modo, cuando el litisconsorcio no se produce, se entiende que la relación jurídica está viciada y que no puede recaer sentencia de fondo, única resolución que produce efectos de cosa juzgada material, siendo el juez quien, de oficio, en estos casos debe apreciar la falta de litisconsorcio exigido71. Esta exigencia judicial de litisconsorcio necesario que exige que en el proceso estén presentes todos los afectados por la sentencia a los efectos de no generar indefensión, provoca que la LEC/2000 silencie cualquier referencia a este supuesto en la nueva configuración subjetiva de la cosa juzgada material ya que, en todo caso, se supone que en los dos procesos que sirven de comparación los sujetos necesariamente (en virtud de dicha exigencia consorcial) han de ser los mismos.

En el ámbito laboral, el problema de las comunidades de bienes presenta perfiles propios ya que, al contrario de lo expuesto, no se exige demandar a todos los comuneros y, en consecuencia, no procede la nulidad de actuaciones si sólo se ha llamado a los organizadores o directores de la comunidad. Como es sabido, la normativa laboral establece la capacidad procesal de los empresarios que sean comunidades de bienes, se

68 La referencia a supuestos de solidaridad en el marco jurídico laboral son múltiples: arts. 42 a 44 TRET, los contemplados en la Ley de Empresas de Trabajo Temporal (art. 16.3), en la Ley de Prevención de Riesgos Laborales (art. 42.2), Ley General de Seguridad Social (arts. 37, 70.4 y 127), en el Reglamento General de Recaudación (arts. 11,12, 43, 80 y 121) en el Reglamento de Cotización (arts. 22, 41 y 43) o, entre otros, en el Reglamento de inscripción de empresas (art. 8).

69 Cuyo tenor literal es el siguiente: "el acreedor puede dirigirse contra cualquiera de los deudores solidarios o contra todos ellos simultáneamente. Las reclamaciones entabladas contra uno no serán obstáculo para las que posteriormente se dirijan contra los demás, mientras no resulte cobrada la deuda por completo".

70 Así por ejemplo, la STS, en recurso por infracción de ley, de 18.5.1987 declara que "la invocación de solidaridad determina que tras haber obtenido el demandante la condena de un primer empresario, sin haber conseguido, por su insolvencia, la satisfacción de su crédito, pueda dirigir nueva reclamación contra un segundo deudor en concepto de solidario, sin que frente a esta reclamación quepa invocar ni la excepción de cosa juzgada, ni la de litis consorcio pasivo necesario, pues así resulta del artículo 1144 del Código Civil, lo que hace innecesarias más precisiones en cuanto a estos temas, con la obvia salvedad de que si la solidaridad no existiere por no acreditarse la causa que la genera, esta segunda demanda no podrá tener éxito".

71 TAPIA FERNÁNDEZ I. El objeto del proceso..., op. cit., pág. 179.

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otorga a quienes aparezcan como organizadores, directores o gestores (arts. 16.5 TRLPL), teniendo que dirigirse la demanda contra ellos (art. 80.1b) TRLPL). Siendo ello cierto, esta posibilidad jurídico laboral se ha contextualizar. Su existencia persigue facilitar el tráfico jurídico permitiendo la posibilidad de un juicio y una condena del grupo sin necesidad de que sean citados siempre todos o algunos de sus integrantes, es decir, eliminando voluntariamente la exigencia de un litisconsorcio pasivo necesario72. Pero ello debe entenderse previsto a esos únicos efectos ya que, en otro caso, es decir, de condenarse a los comuneros a responder con su patrimonio personal más allá del ostentado por la comunidad cuando éste resulte insuficiente, la ausencia de llamamiento de los comuneros podría generar indefensión y vulnerar el derecho a la tutela judicial efectiva por falta de contradicción73.Trasladadas estas consideraciones a la cosa juzgada, debe entenderse que, también en el ámbito laboral, únicamente se producirá la identidad subjetiva exigida por esta figura cuando las dos resoluciones sobre el fondo que sirven de comparación afecten a la comunidad en su conjunto y, por tanto, tengan como demandado al órgano gestor o director o cuando, por el contrario, se hayan demandado a los mismos comuneros en ambos procesos. Por el contrario, no existe cosa juzgada en su efecto negativo si en el primer proceso se litiga contra la comunidad como empleadora a través de sus órganos gestores y en la segunda la demanda se dirige contra algunos de los comuneros en exigencia de responsabilidad individual. En estos casos, en realidad, junto a la falta de identidad subjetiva, lo normal es que se produzca una falta de identidad objetiva entre los procesos que sirven de comparación.

En cualquier caso, pese al silencio legal, continúa el debate procesal en torno a la virtualidad de los litisconsorcios necesarios impropios, esto es, los que surgen no de un precepto legal sino de una interpretación judicial y que normalmente se fundan en el respeto al principio de audiencia. Y ello porque, como se ha hecho notar, cuando existe una norma legal como el art. 222 LEC/2000 que prevé de modo expreso la extensión a ciertos terceros de la fuerza de cosa juzgada de la sentencia firme del primer proceso, en realidad, se opta legalmente por ésta y no por el principio de audiencia sobre la base de otras consideraciones de peso que así lo aconsejan74. Si a esos terceros a los que se extiende la fuerza de cosa juzgada pasan a ser partes (en virtud de la interpretación judicial), en realidad, dejan de ser terceros con la consiguiente aplicación de la cosa juzgada por existencia de identidad subjetiva y no tanto de extensión de la misma75. Este planteamiento debiera proyectarse en el ámbito laboral a fin de clarificar algunos de los problemas planteados por las comunidades de bienes.

72 Las SSTS 22.12.1989 (Ar. 9073) y 12.2.1990 (Ar. 900) afirman que el trabajador no tiene por qué demandar a todos los integrantes del grupo, sino sólo a quien actuaba aparentemente como empresario.

73 Sobre estos problemas resulta especialmente interesante la síntesis de doctrina contenida en la STSJ Canarias (Las Palmas) de 26.2.1999 (AS.1269).

74 Como ocurre con la extensión a terceros de los efectos de las resoluciones sobre el estado civil en el que nadie se plantea (es decir, no se ha planteado judicialmente la exigencia de un litisconsorcio necesario impropio) que, pese a no haber sido escuchados, habría que demandar a todos los terceros que pudieran resultar afectados por la decisión.

75 Estos complejos problemas y razonamientos pueden verse en DE LA OLIVA SANTOS A, DÍEZ-PICAZO I., Derecho Procesal Civil (El proceso de declaración), op. cit., págs. 503-504

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5. El art. 1252 CC establecía otros supuestos en los que se rompía la regla res iudicata inter partes y en los que la sentencia firme sobre el fondo era cosa juzgada con carácter erga omnes76. En particular, señalaba que en “las cuestiones relativas al estado civil de las personas y en las de validez o nulidad de las disposiciones testamentarias, la presunción de cosa juzgada es eficaz contra terceros, aunque no hubieran litigado” y este efecto extensivo se justificaba por el específico objeto procesal. La derogación de este precepto ha llevado consigo la conservación del primero de esos supuestos (estado civil) pero la derogación del otro (nulidad de disposiciones testamentarias) al ser exigible en este último caso un litisconsorcio necesario que convierte a los interesados en parte y no en terceros a los que extender la eficacia de la cosa juzgada77.

Así, el art. 222.3.2 LEC/2000 declara ahora sin más que “en las sentencias sobre estado civil, matrimonio, filiación, paternidad, maternidad e incapacitación y reintegración de la capacidad la cosa juzgada tendrá efectos frente a todos a partir de su inscripción o anotación en el Registro Civil”. El nuevo precepto amplía su campo material de aplicación y delimita el momento temporal en que la sentencia sobre el fondo proyecta sus efectos erga omnes como consecuencia de su carácter constitutivo: la inscripción o anotación en el Registro Civil. Esta extensión se justifica porque una persona no puede tener un estado civil en relación a determinadas personas y, sin embargo, carecer del mismo respecto a otras78; por ello, todos los terceros ajenos al proceso han de acatar el estado reconocido en la sentencia sin necesidad de tener que llamar a todos al proceso y sin que pueda plantearse ningún litisconsorcio necesario impropio.

Finalmente, la nueva LEC/2000 introduce una novedad al dibujar los límites subjetivos de la cosa juzgada. Concretamente, el art. 222.3 de esta norma finaliza con la declaración de que “las sentencias que se dicten sobre impugnación de acuerdos societarios afectarán a todos los socios, aunque no hubieren litigado”. La razón de esta nueva precisión reside en los vínculos jurídicos de los sujetos afectados79 y debe entenderse que se aplica cualquiera que sea el sentido de la sentencia (estimatoria o

76 Este carácter erga omnes podría conectar con el efecto de cosa juzgada en el proceso de conflicto colectivo o impugnación de convenio. De hecho, en alguna sentencia puede encontrarse alguna referencia en la que se alude, además, a los problemas de combinar dicha eficacia con el principio de audiencia y contradicción (STS 18.5.1998, Ar. 4655). Sin embargo, debe precisarse que el efecto de cosa juzgada en este tipo de procesos se vincula, en su sentido más tradicional, con el del efecto positivo de la misma y no con el negativo. Este último sólo sería de aplicación si se trata de aplicar la fuerza de cosa juzgada a una resolución colectiva respecto de otra de las mismas características, pero no en el binomio sentencia colectiva y procesos individuales.

77 TAPIA FERNÁNDEZ I., "Efectos objetivos de la cosa juzgada", en AA.VV. (Dir. Montero Aroca), Efectos jurídicos del Proceso (Cosa Juzgada, costas e intereses, impugnaciones y jura de cuentas), Cuadernos de Derecho Judicial, Madrid (CGPJ), 1995, pág. 210.

78 SERRA DOMÍNGUEZ M., "Comentario al artículo 1252 del Código Civil", en AA.VV., (Dir. M. Albadalejo), Comentarios al Código Civil y Compilaciones forales, Tomo XVI, vol. 2, Madrid (EDERSA), 1981, págs. 691-692.

79 DE LA OLIVA SANTOS A, DÍEZ-PICAZO I., Derecho Procesal Civil (El proceso de declaración), op. cit., pág. 501.

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desestimatoria)80. Esta medida pudiera proyectarse, igualmente, a la impugnación de estatutos de los sindicatos, aunque no altera el régimen procesal previsto para la misma.

3.2 Identidad objetiva: el petitum y la causa petendi

1. Junto a la exigencia de una identidad subjetiva para que la sentencia sobre el fondo adquiera fuerza de cosa juzgada, el art. 1252 CC exigía identidad entre “las cosas” y “las causas”, esto es, la identidad en el petitum y en la causa petendi.

La identidad del petitum, entendido como bien jurídico cuya protección se solicita del juzgador81 normalmente coincide con el suplico de la demanda (o con lo que suplique el demandado en la reconvención, como precisa el actual 222.2 LEC/2000) por lo que bastaría comparar ambas demandas para que en el segundo proceso el juez dictara Auto de sobreseimiento. Sin embargo, en la medida en que la cosa juzgada es resultado de la función jurisdiccional, no basta con comparar lo pedido, sino que ha de examinarse lo expresamente concedido o denegado en la sentencia firme del primer proceso. Además, parece razonable entender, tal y como propugnan algunos autores procesalistas, que la cosa juzgada extiende también su fuerza a la denominada "cosa juzgada implícita" cubriendo no sólo lo explícitamente afirmado o negado en la parte dispositiva de la sentencia, sino lo que implícita pero necesariamente se deriva de ello, con la finalidad de evitar segundos procesos y potenciar la seguridad jurídica82. La cosa juzgada, de este modo, se extiende a las pretensiones que se han hecho valer pero en la medida en que sean resueltas por la sentencia83, de modo explícito o "estrechamente implícito", esto es, en aquellas cosas en las que durante el proceso se ha asegurado, como veremos, el principio de audiencia y contradicción..

La comparación de este elemento no se ha visto alterada con la reforma y no presenta problemas como requisito aislado pero lo normal es que el petitum se encuentre integrado, no sólo por la cosa, sino también por el planteamiento jurídico que se de a la misma en un concreto proceso84, conectando en este punto con la causa petendi cuya delimitación siempre ha generado mayores problemas y controversias.

80 La disposición derogatoria de la LEC/2000 deroga el art. 122.1 LSA cuya interpretación normalmente distinguía en función de cual fuera el sentido de la sentencia. Al respecto vid., SERRA DOMÍNGUEZ M., "Comentario al artículo 1252 del Código Civil", op. cit., pág. 695.

81 STS 11.2.1993 (Ar. 1461) recoge la definición de SERRA DOMÍNGUEZ M., “Litispendencia”, Revista de Derecho procesal, 1969, pág. 675. Esta referencia al bien jurídico pedido en uno y otro proceso como elemento a verificar para entender que existe cosa juzgada también se ha realizado en el específico ámbito laboral. Así, la STS de 5.11.1990 (Ar. 8548) declara por este motivo la falta de identidad objetiva y , en consecuencia, la inexistencia de cosa juzgada.

82 La cosa juzgada implícita en, DE LA OLIVA SANTOS A., Sobre la Cosa Juzgada..., op. cit., pág. 56, TAPIA FERNÁNDEZ I. El objeto del proceso..., op. cit., pág. 173.

83 DAMIÁN MORENO J., "Los procesos ordinarios. Las medidas cautelares", op. cit., pág. 121.

84 Estas consideraciones en, SERRA DOMÍNGUEZ M., "Comentario al artículo 1252 del Código Civil", op. cit., págs. 664-665.

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Entendida la causa petendi como el fundamento o razón en la que el actor basa su petición de tutela, su delimitación ha sido objeto de polémica y confrontación en la doctrina procesalista entre los partidarios de la teoría de la sustanciación, que consideran que la causa de pedir está formada por el conjunto de hechos, circunstancias fácticas concretas o el relato histórico sobre los que el actor basa su petitum, y los de la teoría de la individualización, que la centran en la fundamentación jurídica85. En la actualidad su antagonismo se va superando y se converge hacia el entendimiento de que la causa de pedir es aquella "situación de hecho jurídicamente relevante" integrada, por tanto, por dos elementos, el fáctico (conjunto de hechos o relato histórico) y el jurídico (subsunción de esos hechos en una norma jurídica)86 , combinación que, por lo demás, parece respaldar el actual art. 218 LEC/200087 así como otros preceptos de la reforma sobre los que volveremos, en especial, el art. 400 LEC/2000 al incluir, como veremos, dentro de los efectos de la cosa juzgada a los hechos y fundamentos jurídicos que hubieran podido esgrimirse aunque de hecho no se adujeran.

2. La inexistencia de una doctrina judicial consolidada en este punto complicaba aún más la cuestión al generar controversias, algunas todavía existentes pese a la reforma, en torno a qué es exactamente lo que cubre la cosa juzgada en su ámbito objetivo. En particular el debate más acalorado se centra en determinar si la cosa juzgada cubre sólo el fallo o parte dispositiva de la sentencia o incluye los fundamentos fácticos y jurídicos y se han de entenderse comprendidas o no las excepciones alegadas por el demandado.

En efecto, uEn la actualidad su antagonismo se va superando y se converge hacia el entendimiento de que la causa de pedir es aquella "situación de hecho jurídicamente relevante" integrada, por tanto, por dos elementos, el fáctico (conjunto de hechos o relato histórico) y el jurídico (subsunción de esos hechos en una norma jurídica)88, combinación que, por lo demás, parece respaldar el actual art. 218 LEC/2000.

en la ACTUALIDAD TAPIA: Art, 218 LEC recoge esta concepción: el tribunal sin apartarse de la causa de pedir acudiendo a fundamentos de hecho o de derecho distintos de los que las partes hayan querido hacer valer, resolverá conforme a las normas aplicables al caso, aunque no hayan sido acertadamente citadas o alegadas por los litigantes”

Que ha de considerarse juzgado: el ámbito objetivo de lo juzgado: cuestiones a las que afecta la cosa juzgada

85 TAPIA FERNÁNDEZ I., "Efectos objetivos de la cosa juzgada", op. cit., pág. 210.86 TAPIA FERNÁNDEZ I. El objeto del proceso..., op. cit., págs. 22-23 y 25.87 El segundo párrafo de este precepto señala que "el Tribunal, sin apartarse de la causa de pedir

acudiendo a fundamentos de hecho o de Derecho distintos de los que las partes hayan querido hacer valer, resolverá conforme a las normas aplicables al caso, aunque no hayan sido acertadamente citadas o alegadas por los litigantes". Precisar aquí que una cosa es que el Tribunal no se aparte de la causa de pedir alegada y, otra distinta, como veremos, que a los efectos de la cosa juzgada se tengan por cubiertas no sólo las alegadas sino las que pudieron haberse alegado aunque sobre ellas no hubiera prueba y no hubieran sido juzgadas.

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a) distintas acciones afirmadas en el proceso expresadas en diversas pretensiones con los elementos que las delimitan: se juzgue lo que el actor suplique en la demanda y en su caso, aquello que fundamenta el demandado en la reconvención (oliva*solo p. 56)

*Laboral: cambio de fundamento jurídico no impide la apreciación de la existencia de cosa juzgada al no alterar la identidad de cosas y casusas exigidas89

b) Uno de los debates se residenciaba en la inclusión o exclusión de los fundamentos dentro de la cosa juzgada. La posición mayoritaria era la de entender que la cosa juzgada no se extiende a toda la sentencia sino únicamente al fallo90. Quedarían fuera, así pues, los fundamentos fácticos y jurídicos que sustentaron el mismo. Por el contrario, otros autores matizaban esta postura precisando que una cosa es que los fundamentos no estén comprendidos en la cosa juzgada y otra distinta es que carezcan de relevancia a efectos de la misma habida cuenta de que, sólo a su través, es posible determinar en muchas ocasiones el contenido de la decisión firme sobre el fondo91. Como es sabido, la parte dispositiva de la sentencia, por lo general, poco o nada indica respecto de lo resuelto por lo que parece necesario entender que la cosa juzgada se extiende a los pronunciamientos de la sentencia que determinan la decisión judicial, si bien sólo sobre aquellos que "determinan la decisión judicial", esto es, los que versen sobre un derecho subjetivo, relación o situación jurídica cuestionados en el proceso y sobre los que se haya debatido y resuelto. Y se ha de entender que ello incluye a los fundamentos o pronunciamientos negativos (cuando no hay hechos probados o no existe un derecho que fundamente la pretensión).

El otro debate se centraba en la inclusión o exclusión de las excepciones en el alcance de lo juzgado. En general, existía y existe consenso en torno a la exclusión de las excepciones procesales. La razón es evidente. Si sólo las resoluciones firmes que dirimen el fondo del asunto son susceptibles de poseer el efecto de cosa juzgada, la apreciación de estas excepciones, basadas en la falta de algún presupuesto procesal, aunque pone fin al proceso (absolución en la instancia, sentencia meramente procesal), impide entrar en el fondo y permiten un nuevo proceso en el que, con el mismo objeto y sujetos, no concurra dicho defecto procesal y, en consecuencia, no gozan de eficacia de cosa juzgada. Por estas mismas razones, la exclusión de las excepciones procesales de la cosa juzgada debe mantenerse con la actual regulación.

Con la anterior regulación la falta de comunión entre la doctrina se reducía, por lo tanto, en relación a las excepciones materiales o, al menos, respecto de algunas de ellas. En la medida en que enjuician si el demandante tiene o no derecho a la tutela jurisdiccional que solicita, esto es, deciden sobre el fondo (por ejemplo: prescripción, nulidad del

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90 En esta línea se enmarcaban GUASP, GOMEZ ORBANEJA, , PRIETO CASTRO, CORTES DOMINGUEZ o MORENO AROCA, todos ellos citados por DE LA OLIVA SANTOS A., Sobre la Cosa Juzgada..., op. cit., pág. 58 en nota núm. 51. Esta postura se mantiene aún tras la reforma, por DAMIÁN MORENO J., "Los procesos ordinarios. Las medidas cautelares", op. cit., pág. 121

91 En esta dirección se manifiesta DE LA OLIVA SANTOS A., Sobre la Cosa Juzgada..., op. cit., pág. 61. Conectando el petitum con la causa petendi en este sentido, SERRA DOMÍNGUEZ M., "Comentario al artículo 1252 del Código Civil", op. cit., pág. 665.

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negocio, extinción de la pretensión por cumplimiento, etc.) e impiden un nuevo proceso parece que era razonable entender que la cosa juzgada se proyectaba sobre ellas92. Sin embargo, el criterio doctrinal mayoritario era el contrario, esto es, su exclusión del ámbito de la cosa juzgada, a salvo de la excepción de compensación (normalmente fundamento de una reconvención) en la que el consenso se producía para evitar que el demandante pudiera cobrar dos veces.

3. En la actualidad, pese a alguna postura en contra93 , parece razonable entender que la cosa juzgada se extiende a la fundamentación. Y ello, en interpretación del art. 400 LEC/2000 que, no sólo proyecta los efectos de la cosa juzgada sobre la causa de pedir aducida expresamente, sino también a fundamentaciones fácticas y jurídicas que, pese a no ser aducidas, pudieron esgrimirse. En efecto, este precepto establece con claridad que cuando lo que se pida en la demanda pueda fundarse en distintos hechos o en distintos fundamentos o títulos jurídicos, habrán de aducirse en ella cuantos resulten conocidos o puedan invocarse al tiempo de interponerla, sin que sea admisible reservar su alegación para un proceso posterior precisando expresamente que, a efectos de cosa juzgada, los hechos y los fundamentos jurídicos aducidos en un litigio se considerarán los mismos que los alegados en otro juicio anterior si hubiesen podido alegarse en éste. Ello, por supuesto y como precisa este mismo precepto, sin perjuicio de las alegaciones complementarias o de hechos nuevos o de nueva noticia permitidos en momentos posteriores a la demanda y a la contestación por la por la LEC en sus arts. 286 y 426, respectivamente. Varios son los aspectos que se han de resaltar de la nueva regulación.

En primer término, debe destacarse que la idea de que la cosa juzgada cubre lo deducido y lo deducible no es nueva y ya se había hecho eco la doctrina94 a fin de evitar que se prolonguen los conflictos mediante la estrategia de reservarse para cada pleito (y órgano jurisdiccional más favorable) las alegaciones o la defensa de la que no se hizo uso pero cuyo objeto y sujetos en realidad seguían convergiendo. Pero frente a tales argumentos, se contraponía el principio dispositivo y, con él, la posibilidad de ejercitar o no los derechos utilizando todo o algunos hechos o todos o algunos de los títulos jurídicos en que se basa la tutela solicitada. La nueva regulación opta claramente por la primera de las posibilidades tal y como se ha anunciado. El demandante tiene la carga de alegar en la demanda todos los hechos y fundamentos que pudieran alegarse en el momento de interponer la demanda ya que una segunda demanda con los mismos sujetos y un petitum idéntico pero basada en una causa petendi distinta puede ser objeto de excepción de cosa juzgada aunque, en realidad, no haya sido juzgada una determinada acción. De este modo, la triple identidad que hasta el momento venía caracterizando los límites de la cosa juzgada, como comprobamos, sufre una quiebra en relación al tercero de sus elementos: la causa petendi95.

Las dudas provocadas por la nueva regulación ya se han puesto de manifiesto por la doctrina procesalista. Aunque se reconocen sus ventajas como instrumento para asegurar la intangibilidad de las sentencias y favorecer que en un solo proceso sean

92 DE LA OLIVA SANTOS A., Sobre la Cosa Juzgada..., op. cit., págs. 63 ss.93 DAMIÁN MORENO J., "Los procesos ordinarios. Las medidas cautelares", op. cit., pág.

121.94 SERRA DOMÍNGUEZ M., "Comentario al artículo 1252 del Código Civil", op. cit., 659-

662.95 TAPIA FERNÁNDEZ I. El objeto del proceso..., op. cit., pág. 195-196.

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resueltas todas las cuestiones que pueden afectar a un mismo acto o negocio jurídico, con el consiguiente ahorro de costes, se advierte de que esta medida, en la práctica, puede ocasionar más problemas de los que pretende solucionar al imposibilitar que los errores de planteamiento puedan repararse96 y al considerarse juzgada una pretensión en puridad no juzgada97. Por ello, se recomienda, una interpretación restrictiva que evite incurrir en una situación de denegación de justicia98.

En segundo lugar, y en imbricación total con el aspecto que se acaba de ver, resulta de enorme interés fijar hasta dónde llegan los límites de la cosa juzgada que estamos describiendo. Es decir, en qué momento las alegaciones fácticas o jurídicas dejan de estar cubiertas por la cosa juzgada o en qué momento precluyen los hechos y fundamento jurídicos deducidos o que se pudieron deducir (hasta ese momento preclusivo). Esta línea de separación resulta relevante porque los no deducidos, aún no juzgados, pasan en autoridad de cosa juzgada, mientras que los que tengan lugar o pudieran alegarse con posterioridad no lo son y, en consecuencia, sobre ellos sí cabe un nuevo proceso y enjuiciamiento. En la medida en que ello conecta con el alcance o límite temporal de la cosa juzgada valga aquí con reseñar la idea y remitir su examen al próximo epígrafe.

Finalmente, debe señalarse que esta nueva regulación y sus problemas se extienden igualmente sobre las excepciones de suerte que la cosa juzgada cubre tanto las alegadas por el demandado como las que pudo alegar sin hacerlo ya que, en caso contrario, existiría el riesgo de perpetuar el conflicto a voluntad del demandado99. La LEC/2000 además, reconoce de modo expreso que la cosa juzgada se extiende sobre dos concretas excepciones materiales: la compensación, sobre la que ya existía consenso doctrinal en torno a su cobertura por la cosa juzgada, y la de nulidad del negocio jurídico. En efecto el nuevo art. 222.2 LEC/2000 declara que “la cosa juzgada alcanza a las pretensiones de la demanda y de la reconvención, así como a los puntos a que se refieren los apartados 1 y 2 del art. 408 de esta Ley” dedicados, respectivamente, a la existencia de un crédito compensable100 y a la nulidad absoluta del negocio en que se basa la pretensión101. En ambos supuestos se prevé que el Tribunal debe resolver expresamente sobre las mismas, por lo que resulta lógico que lo que se decida sobre ellas esté comprendido dentro de lo juzgado.

96 Como pone de manifiesto DAMIÁN MORENO J., "Los procesos ordinarios. Las medidas cautelares", op. cit., págs. 41 y 42.

97 TAPIA FERNÁNDEZ I. El objeto del proceso..., op. cit., pág. 195.98 DAMIÁN MORENO J., "Los procesos ordinarios. Las medidas cautelares", op. cit., pág. 42.99 MONTERO AROCA J., GÓMEZ COLOMER JL., MONTÓN REDONDO A., BARONA

VILAR S., Derecho Jurisdiccional. II, Proceso Civil, op. cit., pág. 473.100 408.1 LEC: 1. Si, frente a la pretensión actora de condena al pago de cantidad de dinero, el

demandado alegare la existencia de crédito compensable, dicha alegación podrá ser controvertida por el actor en la forma prevenida para la contestación a la reconvención, aunque el demandado sólo pretendiese su absolución y no la condena al saldo que a su favor pudiera resultar.

101 Art. 408.2 LEC/2000: "Si el demandado adujere en su defensa hechos determinantes de la nulidad absoluta del negocio en que se funda la pretensión o pretensiones del actor y en la demanda se hubiere dado por supuesta la validez del negocio, el actor podrá pedir al tribunal, que así lo acordará, mediante providencia, contestar a la referida alegación de nulidad en el mismo plazo establecido para la contestación a la reconvención".

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La referencia expresa a estas dos excepciones plantea la cuestión de si con ello debe entenderse que se zanja el debate sobre la inclusión del resto de excepciones materiales o si, por el contrario, sigue abierto. A mi juicio, en la medida en que el legislador hace un expreso reenvío desde el art. 222, sobre la cosa juzgada material, a los parágrafos 1 y 2 del art. 408 LEC/2000, debe entenderse que exclusivamente afecta a estas dos excepciones y no a otras102. Especialmente, porque si el legislador hubiera querido hubiera podido extender la remisión a otro u otros preceptos de esa misma sección dedicada a la contestación de la demanda y la reconvención (especialmente al art. 405.2 LEC/2000 relativo a la negación o admisión de los hechos alegados por el demandante). Pese a ello, la doctrina especialista, mantiene el debate en este aspecto103.

4. En el ámbito laboral las consecuencias y dudas a las que aboca la nueva regulación procesal civil son también de aplicación con carácter general. Hasta tanto se proyecte la reforma en concretas resoluciones judiciales, valga con apuntar que ya en algún caso se acoge la regla de incorporar al ámbito de la cosa juzgada lo deducido y lo deducible104. Que en numerosas ocasiones la Sala Cuarta del Tribunal Supremo ha declarado que la identidad de la causa petendi no desaparece porque no coincida la denominación de la acción ejercitada si se da identidad sustancial o íntima solidaridad entre lo que se persigue entre ambos procesos105. Y que no se ha acogido la identidad exigida cuando en el primer proceso se discute si la discapacidad supera o no un determinado porcentaje y en el segundo se debate únicamente si la entidad gestora puede revisar de oficio la prestación inicialmente reconocida y exigir el reintegro de lo indebidamente percibido106, cuando en un pronunciamiento anterior se reclama reconocimiento de grado de invalidez pero no la base reguladora y en segundo se fija dicha base107, cuando el primer proceso versa sobre tutela de los derechos de libertad sindical y la segunda sobre nulidad de acuerdos y vulneración de estatutos sindicales108, cuando un proceso refiere a la relación común y otro a una especial109, o cuando la causa de pedir que aboca a la primera sentencia es la discriminación y en la segunda se reclama la indemnización de daños y perjuicios110. Por el contrario, sí concurre cosa jugada cuando entre el contenido de la demanda que dio origen al primer proceso tramitado y la del segundo coinciden sustancialmente por referirse las dos como hechos básicos a la situación de incapacidad permanente total para la profesión habitual del actor y a la existencia de un

102 En contra de esta interpretación: DE LA OLIVA SANTOS A, DÍEZ-PICAZO I., Derecho Procesal Civil (El proceso de declaración), op. cit., pág. 511.

103 Cfr. DE LA OLIVA SANTOS A, DÍEZ-PICAZO I., Derecho Procesal Civil (El proceso de declaración), op. cit., págs. 509-510 y DAMIÁN MORENO J., "Los procesos ordinarios. Las medidas cautelares", op. cit., pág. 121.

104 STS 13.12.1995 (Ar. 9092).105 STS 9.2.1998 (Ar. 1643) y STS 11.4.1991 (Ar. 3261) con cita, además, de las Sentencias de

23.1.1980 (Ar. 617), 12.11.1983 (Ar. 5592), 20 y 29 de marzo de 1984 (Ar. 1585 y Ar. 1627), 24.9.1987 (Ar. 6394), 23 de marzo y 16 de abril de 1990 (Ar. 2340 y Ar. 3471)-.

106 STS 20.12.1999 (Ar. 10028). 107 STS 15.7.1995 (Ar. 6260).108 STS 23.7.1999 (Ar. 7220).109 STS 13.10.1990 (Ar. 7548)110 STS 21.5.1990 (Ar. 4479).

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despido producido verbalmente y en solicitar la condena a la reincorporación o readmisión de aquél con abono de los salarios dejados de percibir "sin que la circunstancia de que se califique la acción ejercitada en una de ellas como de despido y en la otra como de reclamación de puesto de trabajo pueda destruir la identidad de causa petendi, identidad existente si se repara en la común finalidad que con las mismas se persigue, susceptible de originar sentencias contradictorias, ya que la pretensión básica de las dos es la de que recaiga un pronunciamiento judicial sobre la calificación y las consecuencias legales del despido cuestionado"111.

*Montero 473: las excepciones aleagadas por demandado *en incluso las que pudo alegar: y no hizo: cubiertas por la cosa juzgada al haber sobre ellas contradicción tambien no alegadas ya que, en caso contrario, riesgo de perpetuar el conflicto a voluntad del demandado.

d) Fracciones: relaciones jurídicas complejas que se deducen de modo fraccionado (reclamación parcial de la deuda)

Montero p. 10, si hay cosa juzgada vincula respecto dicha parte,

3.3. Alcance temporal: su conexión con el elemento objetivo de la cosa juzgada

1. En la medida en que, como se ha explicado, la LEC/2000 supera la exigencia de identidad de la causa petendi entre los dos procesos a efectos de cosa juzgada y bajo su manto queda lo deducido pero también lo deducible "hasta la completa preclusión de los actos de alegación en el proceso" en que se formulen, resulta necesario fijar ese momento preclusivo. Fuera del mismo los hechos y fundamentaciones son "nuevos" y no están cubiertos por la cosa juzgada, con lo que pueden dar lugar a otro proceso. Por el contrario, hasta esta línea divisoria, el efecto de cosa juzgada se proyecta con toda su potencialidad incluso, como hemos dicho, a pretensiones no juzgadas en sentido estricto.

En el proceso civil, ese momento preclusivo está fijado legalmente, respecto a los hechos, en el escrito de la demanda, contestación o reconvención (arts. 400.1 y 412.1 LEC/2000) habida cuenta de la prohibición de mutatio libellis a partir de los mismos que persigue otorgar seguridad jurídica en la defensa. No obstante, si después de la demanda o de la contestación "ocurre" algún "hecho de relevancia" para fundamentar las pretensiones de las partes en el pleito o, incluso, si "hubiese llegado noticia de las partes alguno anterior de esas características", las partes pueden alegarlo en un momento posterior: en la audiencia previa al juicio (art. 426.4 LEC/2000). Incluso, si después de la audiencia ocurren hechos nuevos también es posible aducirlos al inicio del juicio (art. 433.1.2º LEC/2000). Respecto a los fundamentos que basan la pretensión el momento preclusivo, por el contrario, parece quedar reducido al momento de la audiencia previa (art. 426 LEC/2000).

En el ámbito laboral, como es sabido, en la demanda tan sólo es exigible que consten los hechos, si bien de todos aquellos sobre los que versa la pretensión y de los que resulten imprescindibles para resolver las cuestiones planteadas (art. 80.c) TRLPL), sin que constituya un requisito de admisibilidad la precisión en la misma de su calificación

111 STS 18.7.1988, (Ar. 6180).

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jurídica. En relación, por lo tanto, al momento preclusivo de los hechos, debe señalarse que, a diferencia del juicio ordinario civil, en el proceso ordinario laboral los hechos contenidos en la demanda en ningún caso pueden ser distintos a los aducidos en conciliación o reclamación administrativa previa , "salvo que se hubieran producido con posterioridad" a la sustanciación de dicha conciliación o reclamación (art. 80.1.c TRLPL) descartándose, en interpretación literal, la posibilidad de alegar hechos relevantes "conocidos" con posterioridad. El momento preclusivo, por lo tanto, será el escrito de conciliación o reclamación administrativa previa salvo que los hechos sean posteriores habida cuenta también de la prohibición de modificación de la demanda (art. 85. 1 TRLPL). El cambio de fundamento jurídico, sin embargo, no impide la apreciación de la existencia de cosa juzgada al no alterar la identidad de cosas y causas exigidas112.

Para finalizar señalar que, desde una perspectiva también temporal, debe tenerse en cuenta que, como ocurre en el ámbito civil, también en el laboral se entiende que no se producen la identidad objetiva cuando lo que se reclaman cantidades o pensiones por periodos de tiempo diferentes113

112 Así, la STS 3.2.1983 (Ar. 531) desestima el recurso en interés de ley interpuesto por los trabajadores y entiende que, además de la subjetiva, se produce la “identidad objetiva en el sentido de que entre el caso resuelto por la sentencia antecedente y el que se debate en el segundo proceso concurre la más perfecta identidad de lo que se pide y de la causa de pedir sin que pueda prosperar el recurso cuando, como dice la Sentencia de esta Sala de 30 enero 1982 (Ar. 325), se reproduce en un segundo litigio una pretensión con la identidad de cosas y de causas en su significado procesal ya decidida por sentencia firme recaída en otro proceso anterior entre las mismas partes, circunstancias que se dan en el actual proceso, concurriendo por tanto los requisitos establecidos en el invocado art. 1252 CC porque, como con acierto destaca el Ministerio Fiscal en su preceptivo informe, en nada se altera la identidad por el simple cambio de denominación del cómputo reclamado, como ocurre en el caso de autos en que habiéndose incrementado la pensión en virtud de la sentencia dictada en el anterior proceso en proporción al aumento experimentado por los salarios como consecuencia del alza del coste de la vida, se pretende después que el incremento se refiera a los módulos cuantitativos de los salarios de los trabajadores en activo, lo que no supone otra cosa que el intento de replantear otra vez el mismo tema que quedó ya definitivamente zanjado, hecho éste, como dice la sentencia recurrida, admitido mutuamente por los litigantes por lo que por el propio fundamento de la institución de la cosa juzgada que no es otro, como ha dicho esta Sala en Sentencias de 30 de diciembre de 1967 (Ar. 4452) y 19 de febrero de 1975 (Ar. 747), que la necesidad de mantener la seguridad jurídica”.

113 Al respecto pueden verse la STS UD 13.12.1995 (Ar. 9092), STS 10.2.1992 (Ar. 961), STS 8.6.1992 (Ar. 4539), STS 13.9.1999 (Ar. 8507).

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