Los McWilliams y El Timbre de Alarma

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LOS MCWILLIAMS Y EL TIMBRE DE ALARMA

los mcwilliams y el timbre de alarma

MARK TWAIN / ESTADOS UNIDOS

La conversacin fue pasando lenta, imperceptiblemente del tiempo a las cosechas, de las cosechas a la literatura, de la literatura al chismorreo, del chismorreo a la religin, y por ltimo hizo un quiebro inslito para aterrizar en el tema de los aparatos de alarma contra los ladrones. Fue entonces cuando por vez primera el seor McWilliams demostr cierta emocin. Cada vez que advierto esa seal en el cuadrante de dicho caballero me hago cargo de la situacin, guardo profundo silencio y le doy oportunidad de desahogarse. Empez, pues, a hablar con mal disimulada emocin:

No doy un cntimo por los aparatos de alarma contra ladrones, seor Twain, ni un cntimo, y voy a decirle por qu. Cuando estbamos acabando de construir nuestra casa advertimos que nos haba sobrado algo de dinero, cantidad que sin duda haba pasado desapercibida tambin al fontanero. Yo pensaba destinarla para las misiones, pues los paganos, sin saber por qu, siempre me haban fastidiado; pero la seora McWilliams dijo que no, que mejor sera instalar un aparato de alarma contra los ladrones, y yo hube de aceptar el convenio. Debo explicar que cada vez que yo quiero una cosa y la seora McWilliams desea otra distinta, y hemos de decidirnos por el antojo de la seora McWilliams, como siempre sucede, ella lo llama un convenio. Pues bien: vino el hombre de Nueva York, instal la alarma, nos cobr trescientos veinticinco dlares y asegur que ya podamos dormir a pierna suelta. As lo hicimos durante cierto tiempo, cosa de un mes. Pero una noche olemos a humo, y mi mujer me dice que ms vale que suba a ver qu pasa. Enciendo una vela, me voy para la escalera y tropiezo con un ladrn que sala de un aposento con una cesta llena de cacharros de latn que en la oscuridad haba tomado por plata maciza. Iba fumando en pipa.Amigo le dije, no se permite fumar en esta habitacin.Confes que era forastero y que no podamos esperar que conociese las normas de la casa, aadiendo que haba estado en muchas por lo menos tan buenas como aquella y que nunca hasta entonces se le haba hecho la menor objecin en ese sentido. En toda una larga experiencia, puntualiz, en ningn sitio se pens jams que tales normas obligasen a los ladrones.Yo repuse:Pues nada, siga fumando, si esa es la costumbre; creo, no obstante, que conceder a un ladrn el privilegio que se niega a un obispo constituye una clara demostracin de la relajacin de los tiempos en que vivimos. Pero dejando eso a un lado, con qu derecho entra usted en esta casa, furtiva y clandestinamente, sin hacer sonar la alarma contra los ladrones?Pareci confuso y avergonzado, y con visible embarazo declar:Le pido mil perdones. No saba que tuviesen ustedes una alarma contra ladrones, pues de haberlo sabido la habra hecho sonar. Le suplico que no lo comente donde puedan orlo mis padres, porque estn viejos y delicados, y tan imperdonable infraccin de los convencionalismos consagrados por nuestra civilizacin cristiana podra cortar con demasiada brusquedad el frgil puente que pende en las tinieblas entre el presente plido y evanescente y las grandes profundidades solemnes de la eternidad. Le importara darme una cerilla?Sus sentimientos le honran contest, pero si me permite decirlo, la metfora no es su fuerte. Djese de la pierna: estas cerillas slo se encienden con la caja, y aun as no siempre, si puede darse crdito a mi experiencia. Pero volviendo al asunto: cmo ha entrado usted aqu?Por una ventana del segundo piso.

As haba sido, en efecto. Proced a rescatar los cacharros segn las tarifas de las casas de compra-venta, descontando los gastos de publicidad, di las buenas noches al ladrn, cerr la ventana tras l y fui a presentar mi informe ante el cuartel general. A la maana siguiente mandamos aviso al de las alarmas contra ladrones, vino y nos explic que la razn de que la alarma no se hubiera disparado era que slo la primera planta de la casa estaba conectada a la misma. Era lo que se dice una idiotez: en una batalla, tanto da no llevar armadura en absoluto como llevarla slo para las piernas. As pues, el tcnico conect a la alarma todo el segundo piso, nos sac trescientos dlares ms y se fue con viento fresco. Al cabo de cierto tiempo sorprend una noche a un ladrn en el tercer piso cuando se dispona a bajar por una escala de mano con un lote de efectos variados. Mi primer impulso fue el de partirle la cabeza con un taco de billar; pero el segundo fue el de abstenerme de tal designio, ya que el hombre se encontraba entre la taquera y yo. El segundo impulso era sin duda alguna el ms sensato, de modo que me contuve y proced a la consabida transaccin. Recuper los efectos a la misma tarifa que la vez anterior, descontando el diez por ciento en concepto de uso de la escalera de mano, que era ma, y al da siguiente mand llamar otra vez al experto, el cual conect a la alarma el tercer piso a cambio de otros trescientos dlares.Para entonces el avisador alcanzaba ya dimensiones impresionantes. Tena cuarenta y siete rtulos con los nombres de las diversas dependencias y chimeneas, y ocupaba el espacio de un armario ropero corriente. El timbre era del tamao de una palangana y haba sido instalado sobre la cabecera de nuestro lecho. Un alambre iba desde la casa al alojamiento del cochero en la caballeriza, y junto a su almohada tena otro timbre de padre y muy seor mo.Era para que nos hubisemos encontrado ya a nuestras anchas, y sin embargo, haba un pero. Todas las maanas, a las cinco, la cocinera abra la puerta de la cocina en cumplimiento de sus obligaciones, y para qu contar la que se armaba! La primera vez que sucedi tal cosa pens que haba llegado el juicio final. No lo pens dentro de la cama, sino fuera, y es que el primer efecto de ese timbre apocalptico es el de proyectarle a uno a travs de la casa y estamparlo contra la pared, y dejarlo all enroscado y retorcindose como una araa cuando cae en la tapa de la estufa, hasta que llega alguien y cierra la puerta de la cocina. Con toda sinceridad, no hay estruendo que pueda compararse ni remotamente a la horrsona estridencia de ese timbre. Pues bien, semejante catstrofe aconteca regularmente todas las maanas a las cinco en punto, hacindonos perder tres horas de sueo; porque le voy a decir a usted, si ese artilugio le despierta a uno no se limita a despabilarlo a medias; lo despabila del todo, en cuerpo y alma, y ya est listo para dieciocho horas de vigilia integral: dieciocho horas en el ms inconcebible desvelo que haya experimentado en su vida. Cierto visitante se nos muri una vez en casa, y lo pusimos para velarlo aquella noche en nuestro dormitorio. Cree usted que el difunto esper al juicio final? No, seor; se incorpor a las cinco de la maana siguiente del modo ms simple y automtico. Yo saba de antemano lo que iba a pasar; lo saba a ciencia cierta. Cobr su seguro de vida y sigui viviendo tan campante, ya que haba sobradas pruebas del absoluto rigor cientfico de su fallecimiento.As las cosas, bamos languideciendo poco a poco camino del reino que nos est destinado, debido a nuestra diaria merma de horas de sueo; hasta que al fin llamamos otra vez al tcnico, que conect un alambre en el lado exterior de la puerta e instal un interruptor; slo que Thomas, el mayordomo, sola incurrir en un pequeo error: desconectaba la alarma por la noche al irse a acostar y volva a conectarla por la maana al rayar el da, a tiempo precisamente para que la cocinera abriese la puerta de la cocina y diese lugar a que el timbre nos proyectara a travs de la casa, rompiendo a veces tal cual ventana con alguno de nosotros. Al cabo de una semana llegamos a la conclusin de que aquel lo del interruptor era un embeleco y una trampa. Descubrimos tambin que una banda de ladrones llevaba alojada en la casa no s cunto tiempo, no precisamente para robar, pues a la sazn no quedaba ya gran cosa que llevarse, sino para esconderse de la polica, porque andaban muy acosados, y sagazmente consideraron que los inspectores jams imaginaran que una cuadrilla de ladrones habase acogido al santuario de una casa notoriamente protegida por el dispositivo de alarma contra los ladrones ms impresionante y complicado de todo el continente americano.Avisamos una vez ms al tcnico, que en esta ocasin nos sorprendi con una idea deslumbrante: arregl el aparato de suerte que al abrirse la puerta de la cocina quedase cortada la alarma. Era una idea de alto copete, y nos la hizo pagar en consonancia. Pero ya habr previsto usted el resultado. Yo conectaba la alarma todas las noches a la hora de acostarnos, perdida la confianza en la frgil memoria de Thomas; y en cuanto se apagaban las luces entraban los ladrones por la puerta de la cocina, desconectando de este modo la alarma sin necesidad de esperar a que la cocinera lo hiciese por la maana. Comprender usted lo delicado de nuestra situacin. En muchos meses no pudimos tener huspedes. No haba en la casa ni una sola cama libre, ya que todas estaban ocupadas por los ladrones.Al fin hall por mi cuenta una solucin. El experto, acudiendo a nuestra llamada, tendi otro alambre subterrneo hasta la caballeriza, e instal all un interruptor, de forma que el cochero pudiera conectar y desconectar la alarma. La cosa dio resultado al principio, y sigui una era de paz durante la cual nos fue posible volver a invitar a nuestros amigos y gozar de la vida.Pero al poco tiempo el recalcitrante dispositivo de alarma nos sali con una veleidad indita. Cierta noche de invierno nos vimos arrojados de la cama por la msica subitnea del pavoroso timbrecito, y cuando corrimos a trompicones hasta el tablero indicador, encendimos la luz de gas y vimos la indicacin Cuarto de los nios, la seora McWilliams cay como muerta, y a m estuvo en un tris de pasarme lo mismo. Ech mano a mi escopeta y aguard al cochero mientras prosegua el horrible estruendo. Supuse que su timbre lo habra lanzado tambin a l de la cama y que saldra con su escopeta nada ms vestirse. Cuando estim que haba transcurrido un tiempo suficiente entr sigiloso en el cuarto contiguo al de los nios, mir por la ventana y vi abajo en el patio la sombra borrosa del cochero, el arma al brazo y al acecho de una oportunidad. Pas entonces al cuarto de los nios, dispar, y en el mismo instante lo hizo tambin el cochero apuntando al fogonazo de mi escopeta. Los dos acertamos; yo lisi a una niera, y l me arranc todo el pelo del cogote. Encendimos la luz y telefoneamos a un cirujano. No haba ni rastro de ladrones ni ventana alguna levantada. Faltabaun cristal, pero era aquel por donde haba pasado el tiro del cochero.He aqu un inslito misterio: una alarma contra ladrones disparndose a medianoche por su propia cuenta sin que hubiese un solo ladrn en las inmediaciones!El tcnico acudi a nuestra llamada de costumbre y explic que se trataba de una falsa alarma. Dijo que era muy fcil de arreglar. De modo que repas la ventana del cuarto de los nios, nos exigi por ello una cifra remunerativa, y se march.Lo que sufrimos a causa de las falsas alarmas durante los tres aos siguientes no hay pluma estilogrfica capaz de describirlo. En los tres meses que siguieron no s cuntas veces tuve que salir corriendo con mi escopeta a la habitacin indicada, y el cochero acuda presuroso con su artillera para ayudarme. Pero nunca tuvimos oportunidad de disparar contra nada; todas las ventanas estaban perfectamente cerradas. Al da siguiente mandbamos llamar al tcnico, quien arreglaba las ventanas culpables de la falsa alarma para que nos dejaran tranquilos una semana o as y jams olvidaba mandarnos una factura que rezaba ms o menos:Alambre ........................................................ $2,15

Tubo de unin ............................................. 0,75

Dos horas de trabajo ............................... 1,50

Cera .............................................................. 0,47

Cinta aislante ............................................. 0,34

Tornillos ...................................................... 0,15

Carga de batera ....................................... 0,98

Tres horas de trabajo ............................. 2,25

Cuerda ......................................................... 0,02

Grasa ........................................................... 0,66

Crema Pond's ............................................ 1,25

Muelles a 0,50 .......................................... 2,00

Desplazamientos en ferrocarril ........... 7,25

$19,77A la larga ocurri lo que tena que ocurrir despus de haber respondido a tres o cuatrocientas falsas alarmas, a saber: dejamos de hacerles caso. S, yo me limitaba a levantarme tranquilamente, una vez que el timbre me haba lanzado de un lado a otro de la casa, inspeccionaba tranquilamente el avisador, tomaba nota de la habitacin indicada y luego desconectaba tranquilamente del sistema esa habitacin. A continuacin volva a la cama como si nada hubiera ocurrido. Y no era esto todo; dejaba desconectada la habitacin permanentemente y no llamaba al tcnico. Pues bien, huelga decir que pasado algn tiempo todas las habitaciones quedaron desconectadas y el sistema dej de funcionar.Fue en esta poca de indefensin cuando ocurri la peor calamidad de todas. Los ladrones entraron una noche y se llevaron la alarma! S seor, hasta la ltima tuerca. La arrancaron con clavos y todo; arramblaron con muelles, campanas, gongs, batera... Se llevaron 250 kilmetros de alambre de cobre; la dejaron completamente limpia, y ni siquiera qued un solo tornillo al que pudiramos maldecir para desahogarnos.Nos cost Dios y ayuda recuperarla, pero al fin lo conseguimos, a base de dinero. La compaa de timbres de alarma nos dijo que lo que ahora debamos hacer era instalarla bien, con sus nuevos muelles patentados en las ventanas para evitar falsas alarmas y su nuevo reloj patentado para desconectarla y conectarla por la maana y por la noche sin ayuda humana. Pareca una buena idea. Prometieron que todo quedara instalado en diez das. Pusieron manos a la obra, y nosotros nos marchamos de veraneo. Trabajaron un par de das, y luego tambin ellos se fueron de veraneo. A continuacin los ladrones se instalaron en casa para pasar all sus propias vacaciones.Cuando regresamos en el otoo, la casa estaba tan vaca como un barril de cerveza en una habitacin donde hayan estado trabajando los pintores. Volvimos a amueblarla, y luego mandamos llamar urgentemente al tcnico. Este termin la instalacin y dijo:Este reloj est preparado para conectar la alarma todas las noches a las diez y para desconectarla todas las maanas a las seis menos cuarto. Todo lo que tienen que hacer es darle cuerda una vez a la semana y olvidarse de que existe. El slito se encargar de la alarma.Despus de aquello disfrutamos de tres meses de absoluta tranquilidad. La cuenta fue de echarse las manos a la cabeza, como es natural, y yo haba dicho que no la pagara hasta quedar convencido de que la nueva maquinaria no tena el menor fallo. El plazo estipulado era de tres meses.As pues, pagu la factura, y al da siguiente, ni ms ni menos, la alarma empez a zumbar a las diez de la maana como diez mil enjambres de abejas. Gir las agujas doce horas, de acuerdo con las instrucciones, y esto desconect la alarma; pero hubo un segundo sobresalto por la noche, de modo que tuve que adelantar el reloj otras doce horas para que la alarma quedara conectada de nuevo.Este desatino se prolong una o dos semanas, hasta que vino el tcnico e instal un nuevo reloj. En los tres aos siguientes volvi cada tres meses para instalar un nuevo reloj. Pero ninguno de ellos dio resultado. Todos tenan el mismo diablico defecto: conectaban la alarma durante el da, y no la conectaban durante la noche; y si la conectaba uno mismo, ellos se encargaban de desconectarla en el momento en que volva uno la espalda.Bueno, esta es la historia de la alarma contra ladrones, todo tal y como ocurri, sin suprimir un solo detalle ni aadirlo con intenciones maliciosas. S seor. Y despus de dormir nueve aos con ladrones, despus de tener todo ese tiempo una dispendiosa alarma para su proteccin, no para la ma, y todo ello a mis expensas, pues no haba manera de hacer aportar a los cacos un msero centavo, dije sencillamente a la seora McWilliams que estaba hasta la coronilla de aquel asunto; as pues, con pleno consentimiento de ella, hice desmontar todo aquel aparato y lo cambi por un perro, al que luego pegu un tiro. No s lo que opinar usted acerca de la cuestin, seor Twain; pero yo opino que esos chismes se fabrican nicamente para beneficio de los cacos. S seor, una alarma contra los ladrones combina en su ser todo lo que de reprobable tienen un incendio, un motn y un harn, y al mismo tiempo carece de ninguna de las ventajas compensatorias, de la ndole que fuere, que normalmente acompaan a semejante combinacin. Adis: yo me apeo aqu.