Los Mercados Públicos en la Ciudad de México. Su...

35
Los Mercados Públicos en la Ciudad de México. Su papel en la configuración de identidades territoriales y su relación con sistemas locales de producción. G. Torres Salcido; M. del Roble Pensado Leglise (Universidad Nacional Autónoma de México -CEIICH.) Comunicación aceptada por el Comité Científico del III Congreso Internacional de la Red SIAL “Alimentación y Territorios” Copyright © 2006 de los autores. Todos los derechos reservados. Los lectores pueden hacer copias de este documento para fines no comerciales por cualquier método mecánico o digital siempre y cuando este anuncio de copyright aparezca en dichas copias.

Transcript of Los Mercados Públicos en la Ciudad de México. Su...

Los Mercados Públicos en la Ciudad de México. Su

papel en la configuración de identidades territoriales y su relación con sistemas locales de producción.

G. Torres Salcido; M. del Roble Pensado Leglise (Universidad Nacional Autónoma de México -CEIICH.)

Comunicación aceptada por el Comité Científico del III Congreso Internacional de la Red SIAL “Alimentación y Territorios”

Copyright © 2006 de los autores. Todos los derechos reservados. Los lectores pueden hacer copias de este documento para fines no comerciales por cualquier método mecánico o digital

siempre y cuando este anuncio de copyright aparezca en dichas copias.

1

Los Mercados Públicos Municipales en la Ciudad de México. Su papel en la configuración de identidades territoriales y su relación con la formación del capital social1.

Gerardo Torres Salcido2

Mario del Roble Pensado Leglise3

Palabras clave: Capital Social, Ciudad de México, Territorio, Identidad, Sistemas Locales, políticas de desarrollo regional. Tema Propuesto: 2: Pobreza, Capital Social y Asociacionismo Presentación: oral I. INTRODUCCIÓN. Territorio, sociedad y formas de distribución de alimentos.

Cuando definimos los territorios desde el punto de vista de las ciencias sociales nos

referimos al espacio singular configurado por la acción humana, que sirve de marco a

los intercambios, la construcción de relaciones sociales y de identidades colectivas.

Para las ciencias sociales, la construcción de identidades urbanas a partir pertenencia

común a espacios públicos identificados con los atributos del territorio, el patrimonio

arquitectónico y los símbolos de identidad, constituyen en conjunto los elementos que

sirven para identificar a los pobladores y distinguirse de los habitantes de otros

espacios, barrios o ciudades. La concepción del territorio, rural o urbano, se encuentra

asociada a la evocación simbólica del lugar de origen. El territorio se convierte en un

lugar entrañable, en donde se halla el gusto y sabor de los alimentos predilectos, el

apego a las costumbres y hábitos adquiridos, así como a otras percepciones fijas en la

memoria. Es también el lugar al que atribuimos especificidad cuando consumimos

algún producto, aquello que representa el uso de recursos ligados a la satisfacción de

nuestras necesidades humanas y que valoramos por el poder de evocación de un

producto original del terruño de cada quien.

1 Agradecimientos: a Víctor Hernández y Amelia Quiñones, por su participación en el trabajo de campo. 2 Investigador CEIICH-UNAM, México. Investigador Visitante, IEG-CSIC, Madrid, España. [email protected] 3 Investigador CIIEMAD, IPN, México [email protected]

2

No obstante, pese a los rasgos otorgados al territorio –tanto en su delimitación

geográfica, en sus recursos específicos y en nuestra cotidianidad-, otro aspecto relevante

es su singularidad histórica. Los elementos que determinan la transformación del

territorio, son los productos del trabajo de los hombres y las mujeres que se encuentran

sujetos a transformaciones, a presiones del mercado, al consumo e intercambio con los

habitantes de otros territorios; a economías distintas y a constricciones

homogeneizadoras de la organización del trabajo y de las formas características de

consumo.

Por ende, el territorio es un espacio abierto, sujeto a externalidades y a dinámicas

internas de cohesión y conflicto. Se desenvuelve en función de la actividad de sus

habitantes. Como tal, el territorio es un sistema que puede tener momentos de equilibrio

y apertura, de certidumbres, pero también de desequilibrios que dependerán de las

relaciones de cohesión o conflicto, así como de la economía de los recursos específicos;

de la confianza y de la interacción entre los sujetos, es decir, de sus “intercambios

subjetivos” que constituyen la base de la construcción de las identidades y de las

instituciones.

En suma, el territorio puede ser asimilable al “lugar” (Escobar 2002)4 con recursos

específicos transformados de manera singular, en el cual se desarrolla un marco ínter

subjetivo de construcción de instituciones, normas, identidades y reglas que sustentan la

acción humana. De otra manera, puede señalarse que el territorio es un sistema que

transforma los recursos específicos en una trama compleja que sirve de base a los

intercambios con otros sistemas. En este sentido, puede definirse el territorio como una

trama compleja que constituye un subsistema en el que los recursos, las acciones

humanas y el intercambio opera en un área geográfica cuyas fronteras son flexibles,

pero cuyos recursos son su moneda de cambio frente a otros territorios. Los territorios

4 La noción de territorio como el “lugar” con características específicas y con recursos singulares que pueden actuar como una identidad colectiva basada en el espacio dorado de la infancia y el sitio del retorno prometido, tiene sus raíces en los mitos religiosos occidentales, específicamente en la cultura judeo-cristiana del retorno al paraíso. También se expresa literariamente desde las primeras obras occidentales (la “Ithaca” de Odiseo), así como en las manifestaciones de melancolía comunes en la Sociedad Cortesana y en la literatura romántica, (Elías 1982, Elías 1989).

3

no están por ello exentos de conflictos internos o externos, pero éstos son la base de su

interacción y su retroalimentación5.

Sin embargo, también es cierto que el concepto de territorio como objeto y sujeto de las

ciencias sociales surge del análisis del espacio en su relación con las variables

económicas. Aquí se ha destacado la importancia de concebir al territorio como

instrumento analítico para comprender el marco espacial de las relaciones complejas

que se forman en un subsistema social. En este sentido, el territorio es el espacio

productivo y de intercambio que determina los regímenes alimentarios.

Para el caso de México, la teoría de la ciudad-mercado indígena, de A. Marroquín

(1954) fue un concepto pionero para explicar la importancia de la vinculación del

territorio con la producción e intercambio, que sigue vigente de alguna forma pero que

su origen se remonta a épocas prehispánicas remotas6. En particular, la actividad

comercial de culturas como la maya en el sureste o de la Tlatelolca en el centro del país.

Los rasgos característicos de funcionalidad de la ciudad-mercado indígena, que habían

sobrevivido a mediados del siglo XX estaban centrados en las funciones de construir y

legitimar un territorio para la distribución comercial, organizado en torno a: 1) el

campesino indígena, quien fungía como productor y como consumidor

simultáneamente; 2) los intermediarios comerciales (generalmente de familias mestizas

y criollas), que realizaban el acopio concentrador; y por último, 3) un pequeño grupo de

familias ligado al poder político que monopolizan la distribución y con capacidad para

fijar los precios.

Esa estructura comercial determina en el siglo XX la distribución territorial del

comercio en la cual se insertan los Mercados Públicos Municipales (MPM) como un

intento de ordenación espacial de la ciudad central y de equilibrio entre los tianguis de

tradición indígena y el comercio mayorista.

En la actualidad, el comercio detallista y los MPM pueden considerarse en el debate del

territorio como parte de los recursos específicos de una región o localidad. Ello puede

5 Para la noción de los sistemas complejos véase y su importancia en el análisis histórico y territorial véase (Braudel 1976, González Casanova 2004, Wallerstein 2005) 6 Ver: Marroquín A., (Marroquín 1954), Durston, (Durston 1976, 2002)

4

ser analizado con base en tres interpretaciones teóricas: 1) la teoría clásica de Christaller

sobre el “lugar central” para enmarcar la categoría de las ciudades; 2) la teoría de los

círculos concéntricos, que explica cómo la distancia, establecida en principio como una

variable exógena, afecta los costes de transacción; y 3) las teorías posmodernas del

consumo diferenciado, en las que prevalece el estudio de las preferencias del

consumidor y su peculiar interés por conocer el origen del bien a consumir y su proceso

de elaboración. Estas últimas teorías son la base de la valoración del comercio de

proximidad y de los recursos intangibles intrínsecos a las instituciones (normas y

relaciones de confianza) para el desarrollo de productos diferenciados y de calidad

(García Ballesteros 2001).

Desde nuestro punto de vista, los paradigmas señalados anteriormente tienen las

siguientes limitantes: a) la teoría del lugar central de Christaller es insuficiente en las

actuales circunstancias para explicar la concentración del sector servicios en las

ciudades, dada la creciente terciarización en el sector rural, patente en algunas zonas de

Europa y España (Calatrava, Asunción y Ana Melero 2003); b) la teoría de los círculos

concéntricos, común en las teorías de la disminución de los costes de transacción,

explica la instalación de los centros comerciales y de la accesibilidad del consumidor,

pero no el fenómeno de la exclusión; y c) las teorías posmodernas del consumo

diferenciado ponen el acento en la región y en sus recursos para constituir labeles,

agricultura periurbana, agroindustria, productos con denominaciones geográficas

protegidas o sellos de tipicidad (Sanz Cañada, Macías Vázquez 2005), pero no han

abundado lo suficiente en la construcción de instituciones que podrían ser elementos

explicativos del desarrollo económico en unos territorios y el atraso en otros.

Tomando en cuenta estas limitaciones, parece necesario que introduzcamos el problema

de la construcción del capital social en los territorios. Ello implica releer, por un lado,

las propuestas de Putnam (Putnam, Leonardi & Nanetti 1993) sobre la construcción de

una cultura cívica e institucional; y por otro lado, las de los economistas neo-

marshallianos sobre los sistemas productivos locales como distritos industriales

(Becattini 1998), en los cuales la emulación, la competencia y la cooperación marcan el

5

desarrollo de las Pequeñas y Medianas Empresas (PYMES)7, con el objetivo de generar

nuevas interpretaciones de la articulación del consumo urbano y la producción local.

Claude Courlet ha demostrado que los conceptos de capital social y de economías en red

delimitadas en un territorio específico han derivado en la noción de Sistema Productivo

Local (SPL) cuyas características esenciales han sido definidas por la literatura de la

siguiente manera: 1) la existencia de un gran número de empresas con lazos de

cooperación en un territorio restringido; 2) la constitución de un sistema cooperativo en

el uso de recursos y en la elaboración, innovación y distribución de un producto; y 3) la

existencia de vínculos entre el patrimonio socio-cultural (valores, instituciones y saber

hacer) y la esfera económica (disponibilidad de capital, saber técnico, etcétera) (Courlet

2002).

Es de hacer notar que esta noción de SPL, se halla vinculada, en la literatura reciente

con la gobernanza de los territorios, la densificación de las redes para disminuir los

costos de transacción y la eficiencia de las instituciones. Bajo el análisis institucional se

concibe al SPL como…“un entramado de reglas, más o menos institucionalizadas, más

o menos codificadas, fundadas sobre las representaciones colectivas y que inscriben a

los individuos y las organizaciones en un cuadro de acción común”. (Salais y Storper,

citados por Courlet, 2002: 37, trad. libre)8

El estudio de los sistemas agroalimentarios bajo las perspectivas de los SPL enmarcados

por la construcción del capital social, de las instituciones y la gobernanza territorial,

puede ser pertinente para estudiar las formas de producción, distribución y consumo en

áreas urbanas de los países en desarrollo. Sin embargo, en el caso de Latinoamérica, y

específicamente en el caso de México, es necesario incorporar ciertas salvedades, para

establecer una hipótesis de trabajo.

7 Schmitz denomina a los distritos industriales observados por Becattini en Italia, como “clusters”. Por Cluster entiende una concentración industrial y geográfica de PYMES, como en el “distrito industrial”, pero con otras características, dado que la cooperación interfirmas o el supuesto de las redes sociales no siempre se verifican en el terreno (Schmitz 1995), no obstante, la noción de cluster ha sido usada más ampliamente en los estudios industriales y menos en los SPL. 8 Bordieu establece que la conjunción de estos elementos dan las bases sociales a la economía que es concebida así, en el contexto de un “habitus” (Bourdieu 2000) que determina la identidad –y distinción- del espacio y los habitantes

6

En primer lugar, el fuerte contenido artesanal de los sistemas (Requier-Desjardins

2006), lo que dificulta encontrar relaciones de integración y coordinación vertical que

serían propias de un SPL.

En segundo lugar, las ciudades y su metropolización determinan un crecimiento

exponencial de sistemas asociados a la Gran Distribución (GD) que actúan e intervienen

en el comercio detallista de abarrotes y alimentos frescos, no sólo en la periferia, sino al

interior de las zonas centrales de las grandes ciudades.

En tercer lugar, la cultura posmoderna del consumo en la Ciudad de México9, aflora

con diversas modalidades de diferenciación de calidad y tipo de bienes alimentarios10

que se encuentran insertas en un modelo de desigualdad económica y social.

Bajo tal contexto, nos proponemos explorar la validez de la hipótesis de que en ámbitos

urbanos, en ciudades-mercado, las formas de abastecimiento de proximidad pueden

jugar un papel central en la dinamización de sistemas agroalimentarios locales

destinados a la alimentación de los núcleos centrales de población, pero el comercio

de proximidad también puede desempeñar un papel importante en la construcción de

identidades, instituciones y formas de intercambio que dan sentido a la noción de

“lugar” o localidad. Los Mercados Públicos Municipales (MPM) podrían jugar un

papel importante en la vinculación de las economías locales, en la regulación comercial

y en propiciar una cultura alimentaria en torno a la calidad.

Trataremos de dar validez empírica a esta hipótesis por medio de un estudio sobre los

MPM en la Ciudad de México11 y el papel que han jugado y pueden jugar, en la

conformación de sistemas locales de producción y consumo bajo teniendo en cuenta la 9 Los factores que definen este consumo posmoderno son mencionados por N. García Canclini, cuando define las características de la diversidad cultural en ciudades como México en las que coexisten testimonios de diferentes períodos culturales como : a) monumentos que les dan carácter de ciudad histórica con interés artístico y turístico; b) un desarrollo industrial que reorganizó de distinto modo su uso del territorio; y c) una reciente arquitectura transnacional, post industrial (de empresas financieras e informáticas) que reordenó la apropiación del espacio, los desplazamientos y hábitos urbanos, así como la inserción de dichas ciudades en redes supranacionales. La convivencia de estos diversos períodos culturales en la actualidad implica una heterogeneidad multi temporal en la que ocurren procesos de hibridación, conflictos y transacciones interculturales muy densas, agudizados por el impacto de la migración poblacional. (García Canclini 1995) 10 (Pensado Leglise, Mario del Roble. 2005), 11 En este caso limitamos la noción “Ciudad de México” al Distrito Federal, núcleo central de la Ciudad, lugar de habitación de 8.5 millones y constituido por 16 delegaciones políticas

7

aportación comunitaria y el patrimonio histórico que representan esas concentraciones

comerciales.

Los MPM juegan un lugar central en el consumo de productos frescos. Más de la mitad

de los habitantes de la Ciudad de México todavía acuden a estas concentraciones

comerciales para adquirir productos de calidad y a bajo coste. Si a ello unimos otros

canales tradicionales de la venta informal, tipo “tianguis”, la proporción de habitantes

que confluyen a estas concentraciones todavía es más elevada.

Ello demuestra su lugar, como “pivote” entre los mercados mayoristas, el sector rural –

lejano y peri urbano- y el consumidor urbano con base en un concepto de proximidad.

Sin embargo, esta noción no es suficiente, pues también cuentan los aspectos jurídicos,

políticos y culturales; éstos últimos expresados en la vigencia de antiguas reglas de

intercambio (tales como la relación directa entre cliente y marchante establecido con

base en la práctica de regateo y/o el pilón)12. Estos aspectos constituyen un marco

complejo de contratos y convenciones que aportan elementos de juicio y comprobación

de la hipótesis y sirven como referentes para debatir la especificidad de los mercados

municipales como subsistemas de distribución y consumo en áreas urbanas.

Por ello, es pertinente plantear algunas alternativas para la recuperación de los lugares

centrales del DF como ámbitos de la esfera pública y la relación central del MPM en

las zonas urbanas. Más aún, con las localidades intra urbanas en las que existe prácticas

rurales urbanas y peri urbanas, por ejemplo en delegaciones como Xochimilco, Tlalpan,

Milpa Alta, en las que se pueden consolidar relaciones con los sistemas productivos

locales de productos frescos, como las hortalizas, las flores o el nopal, su patrimonio

12 El marchante establecido es el pequeño comerciante, locatario de mercado de productos frescos (frutas, legumbres, carne de pollo, res o pescado) que establece lazos de lealtad y confianza con base en las prácticas de regateo en la que se negocia el precio susceptible a cambios marginales favorables al consumidor y el pilón que es dotar al comprador de un producto extra o una adicional cantidad marginal del alimento fresco adquirido con tal de que el cliente regrese la siguiente vez al mismo local. Dicha práctica también se adopta en Tianguis pero con menor frecuencia dado que el trato se basa con un comerciante fijo porque radica en la confianza del cliente depositada en el producto fresco sano y de calidad adquirido que garantiza salud y bienestar para la familia consumidora y esto solo se logra con un comerciante establecido o que se presenta de manera recurrente a un espacio dentro del Tianguis que se establece en forma periódica. En lo general, en las tiendas de autoservicio, de servicio rápido o de 24 horas, no existe posibilidad de ofrecer dicho trato personalizado debido al sistema administrativo y operativo comercial.

8

cultural (fiestas, asociaciones vecinales en torno a los mercados, etc.) y arquitectónico,

como recursos locales que pueden ser activados con la gastronomía y el turismo.

9

El método y las técnicas

Considerando lo antes señalado en la discusión conceptual precedente y las cautelas que

hemos tomado con respecto a la hipótesis, nos proponemos analizar los resultados de un

trabajo de campo sobre los canales de distribución popular de alimentos en la ciudad de

México, efectuado en el marco de una investigación financiada por el Consejo Nacional

de Ciencia y tecnología, CONACYT. Una parte de ese estudio empírico incluyó el

estudio de los MPM13. El estudio de caso se llevó a cabo en el año 2001 y consistió en

realizar entrevistas a profundidad de los administradores de Mercados públicos del

Distrito Federal14, teniendo en cuenta un muestreo aleatorio de cuotas, que respetó la

representatividad de los mercados en las áreas geográficas (Delegaciones Políticas). Del

listado oficial de 312 MPM existentes en la ciudad, se seleccionaron aquellos cuyo giro

fundamental registrado era el de la venta de alimentos frescos. Así, sólo 248 de esos

mercados reunían esa característica. En ese sentido, se procedió a seleccionar una

muestra de 30 entrevistas.

Los criterios para la selección de los mercados fueron: 1) que estuvieran adscritos a la

jurisdicción de alguna de las delegaciones del DF.; y 2) que tuvieran los giros de venta

las frutas, verduras y alimentos frescos. El sujeto informante en este caso fueron los

administradores de los mercados, por dos razones: por el conocimiento de las redes que

configuran la distribución en el espacio de estos pequeños mercados; por su

conocimiento del entorno de los MPM; y por economía, pues una selección de los

locatarios de frutas y verduras hubiera resultado inviable dada la dispersión de los

sujetos a entrevistar.

Una característica que se observa en nuestro estudio es que los círculos periféricos de la

ciudad no se encuentran debidamente representados. Algunas delegaciones muy

13 Bajo esta forma, MPM, nos referimos a los mercados públicos delegacionales en funcionamiento de la Ciudad de México dada su división territorial administrativa en delegaciones, instancia que cumple el papel de símil municipal en términos de elegir a su autoridad local, pero observa importantes restricciones en lo referente a la autonomía presupuestal y a ciertas funciones administrativas y operativas. 14 Entre las funciones que tienen las delegaciones políticas en las que se divide el DF se encuentra dar mantenimiento y atención a los mercados públicos, para lo cual deben destinar un presupuesto gubernamental. Es decir, las leyes y reglamentos de mercados, que datan de 1951, deben ser aplicados por las delegaciones, que de hecho, tienen atributos semejantes a los municipios en este sentido.

10

pobladas, como es el caso de Iztapalapa, o bien de aquellas que están teniendo un

crecimiento poblacional notable, como es el caso de la delegación Tlalpan, tienen muy

pocos MPM. Ello se debe a la determinación política de no construir más MPM desde

principios de la década de los años 80. Es posible que esa decisión se debiera a que la

acción del gobierno en materia de abasto alimentario haya tenido un sesgo más

intervencionista, dado que en la década anterior se impulsó el establecimiento de

tiendas gubernamentales de tipo supermercado denominadas CONASUPER, en zonas

urbano populares. En la segunda mitad de la década de los ochenta con base en las

políticas de ajuste, este subsistema de abasto urbano fue desmantelado.15 El crecimiento

de la ciudad ha propiciado por un lado, la pérdida de centralidad del MPM y por otro

lado, sugiere una reestructuración de la distribución espacial del comercio que en

términos teóricos podría llamarse “poli céntrica”, aunque con una escasa presencia de la

economía en red.

En el siguiente cuadro puede observarse que en la columna 1 las delegaciones con

mayor número de MPM son: la Gustavo A. Madero, seguida por la Cuauhtémoc y la

Venustiano Carranza. Sin embargo, en cuanto al número de locales la delegación

Cuauhtémoc es la de mayor peso, seguida por la Venustiano Carranza y la Gustavo A.

Madero. El número de mercados que ofertan frutas y verduras la relación vuelve a

invertirse con la delegación Gustavo A. Madero en la primera posición.

De acuerdo a los criterios establecidos, se procuró mantener la representatividad de las

delegaciones con un mayor número de mercados que ofertan productos frescos, como

puede verse en la columna número 8. El porcentaje de mercados visitados y cuyos

administradores accedieron a ser entrevistados fue de un 8.3%.

15 Es evidente que la salida de las CONASUPER facilitó la expansión urbana de las grandes cadenas de tiendas de hipermercados y supermercados en los ochenta. Por otra parte, en el campo siguió operando una red de abasto de tiendas DICONSA, en las que se oferta una canasta de productos básicos, principalmente de abarrotes que a la fecha son alrededor de 23 mil en toda la República mexicana. La infraestructura de almacenes regionales y de tipo logística es realizada por el gobierno federal y el manejo de la tienda en la localidad es concesionado a personas físicas o es operado en forma comunitaria por consejos de abasto popular.

11

DelegaciónNúmero de Mercados

Municipales

Participación delegacional

Número de locales

Participación delegacional de acuerdo a

No. De Locales

Número de Mercadosque ofertan

alimentos frescos

Participación porcentual

sobre el total de mercados de

PF

Muestra Mercados

Municipales de PF

Participación

Porcentaje de los Mercados

Municipales de PF en el total por

delegación (F/B)*100

% Mercados de PF sobre el

total deMercados Municipales

(H/F)*100

% de la muestra en el

total de mercados (H/B*)100

Alvaro Obregón 14 4,49 1737 2,52 12 4,84 1 3,85 85,71 8,33 7,1Azcapotzalco 19 6,09 3657 5,31 17 6,85 1 3,85 89,47 5,88 5,3Benito Juaez 16 5,13 3722 5,40 10 4,03 2 7,69 62,50 20,00 12,5Coyoacan 20 6,41 2826 4,10 20 8,06 2 7,69 100,00 10,00 10,0Cuajimalpa 5 1,60 405 0,59 5 2,02 1 3,85 100,00 20,00 20,0Cuahutemoc 37 11,86 14405 20,91 18 7,26 1 3,85 48,65 5,56 2,7Gustavo A. Madero 50 16,03 9920 14,40 44 17,74 3 11,54 88,00 6,82 6,0Iztacalco 16 5,13 2873 4,17 16 6,45 1 3,85 100,00 6,25 6,3Iztapalapa 20 6,41 3017 4,38 20 8,06 2 7,69 100,00 10,00 10,0Magdalena Contreras 5 1,60 311 0,45 4 1,61 1 3,85 80,00 25,00 20,0Miguel Hidalgo 17 5,45 6665 9,68 11 4,44 2 7,69 64,71 18,18 11,8Milpa Alta 8 2,56 747 1,08 7 2,82 1 3,85 87,50 14,29 12,5Tlahuac 18 5,77 1394 2,02 16 6,45 2 7,69 88,89 12,50 11,1Tlalpan 17 5,45 1225 1,78 12 4,84 0 0,00 70,59 0,00 0,0Venustiano Carranza 39 12,50 13849 20,10 28 11,29 4 15,38 71,79 14,29 10,3Xochimilco 11 3,53 2131 3,09 8 3,23 2 7,69 72,73 25,00 18,2Totales 312 100 68884 100 248 100,00 26 100 10,48 8,3 Fuente: Elaboración propia

Los aportes de esta metodología son los siguientes:

1) Aborda un estudio cualitativo directo, a diferencia de los estudios que utilizan

encuestas telefónicas, pero con una generalidad que permite desborda las limitaciones

de los estudios basados en historias de vida (García Ballesteros 2001).

2) Se diferencia de los estudios descriptivos que diagnostican los flujos de productos

frescos y la situación de los concesionarios de locales en los MPM (Pacheco, J.:

Segovia, E., Martínez & Rincón 2003) y de los que se basan en fuentes económicas,

jurídicas o estadísticas secundarias.

3) Amplía las preocupaciones sobre el comercio de alimentos a los aspectos

institucionales, sociales y culturales por lo cual integra preguntas y observaciones

relacionadas con el patrimonio arquitectónico y las fiestas patronales, como un medio

de cohesión de la comunidad y de los barrios.

12

Respecto a las técnicas para exponer los resultados, se utilizan las de tipo cualitativo en

lo relativo al manejo de la información, aunque también se emplea la descripción

estadística en lo relativo a la hipótesis. A través de este trabajo empírico se muestra las

principales aportaciones y dificultades que presentan los MPM en el consumo urbano de

productos frescos y el papel que juegan en el ordenamiento territorial de las colonias y

barrios, así como en la configuración de las relaciones, identidades, percepciones y

hábitos de consumo en los espacios geográficos de las delegaciones y barrios en los que

tienen influencia. Asimismo, se muestran las relaciones con el mercado mayorista y con

los potenciales SPL existentes en las áreas rurales de la Ciudad de México, para

explorar alternativas de reactivación de esos canales de distribución, tanto desde un

punto de vista económico, como desde la esfera pública para la consolidación de la

identidad y sentido de pertenencia vecinal y territorial de sus clientes.

Una vez establecido el contexto teórico, así como la hipótesis y sus limitaciones,

estimamos pertinente adentrarnos, en primer lugar, en la literatura existente sobre el

papel de los MPM en la trama rural-urbana, en la cual incluiremos la relación de los

MPM con otros canales de distribución; en segundo lugar, expondremos los resultados

de nuestra investigación y en tercer lugar, retornaremos a los conceptos y nociones de

esta introducción y a la hipótesis que hemos establecido. Finalmente, concluiremos con

algunas probables alternativas.

Los MPM en el debate actual.

Los enclaves comerciales han representado riesgos para la esfera pública urbana por la

predominancia de la esfera privada de las concentraciones comerciales. Ello ha

acarreado como consecuencia el uso intensivo del automóvil, el crecimiento de las

zonas metropolitanas y la desaparición de numerosos locales tradicionales destinados a

la alimentación. Los riesgos para la esfera pública y para los espacios en los que puede

desarrollarse la socialización son cada vez más grandes debido al crecimiento periférico

de las grandes ciudades (López de Lucio, Ramón 2002). La imagen de los Centros

Comerciales y la seducción que ejercen sobre el consumidor ha tenido efectos en el

ordenamiento territorial de las ciudades. El fenómeno de los Centros Comerciales ha

sido abordado por tres grandes corrientes teóricas que explican las preferencias del

13

consumidor por estos enclaves: la teoría de la localización, originada a partir de las

propuestas de Christaller sobre el lugar central y los modelos gravitatorios que

conducirían a un equilibrio en la cuota de consumidores en una concentración

determinada (González Benito 2005); la segunda es la que concibe al comercio como un

sector de actividad económica con una evolución y estructura interna inmersa en un

contexto cultural y la tercera que se enfoca a las motivaciones del consumidor en las

que influye la semiótica en torno a los Centros Comerciales (García Ballesteros 2001),

lo que anticipa el advenimiento del consumidor que busca la diferenciación y la

distinción para no sumir su experiencia de consumo en la masa informe de los

productos en serie de lo que se ha llamado la “era del consumo fordista” (Alonso 2005).

Los estudios realizados desde este último enfoque muestran que las motivaciones del

consumidor tienden a segmentarse y diferenciarse, por lo cual, a pesar de las ventajas

que aún tienen los grandes centros comerciales, es posible anticipar una ralentización de

las preferencias del consumidor por las grandes superficies.

Atendiendo a esta última observación, desde el inicio de esta primera década del siglo

XXI, se ha insistido en España, y en otros países europeos, en dotar de valor a los MPM

explotando la imagen tradicional que siempre han tenido, debido a la tendencia al

“retorno” de los alimentos tradicionales y diferenciados. Al respecto, vale la pena, para

nuestro estudio, repasar algunas aportaciones recientes al estudio de los MPM y a la

construcción de las alternativas de desarrollo local en torno a estos centros de

distribución alimentaria.

Dentro de la teoría urbana regional se considera a los MPM como un “producto

establecimiento”, cuyas características son la proximidad, el trato personal y la garantía

de la calidad, generando formas de identidad, por estar en contacto directo con el

entorno urbano (Alonso Gordón 2003).

Como elemento del desarrollo económico local, para Ibáñez Casanova las unidades

alimentarias en estos mercados juegan un papel fundamental en la generación de los

vínculos sociales entre vendedores y consumidores y la formación subjetiva de las

percepciones de la calidad, que se encuentran íntimamente vinculadas a los recursos

específicos de los MPM. MERCASA, de Zaragoza, España, inició un programa de

14

fomento a la calidad con indicadores que además de las condiciones objetivas

(características organolépticas y control sanitario de los alimentos) recoge las

condiciones subjetivas ligadas a la percepción del consumidor (Ibáñez Casanova 2003).

Uno de los pilares de ese Programa es la valorización de los espacios públicos para el

comercio y el factor de proximidad debido al interés creciente del consumidor por los

productos diferenciados y por su origen (territorio). Cabe añadir que dicho interés se ha

acelerado en Europa por las crisis de seguridad en torno a la inocuidad alimentaria

(vacas locas, gripe aviaria, etcétera), lo que ha profundizado la recurrencia a esos

espacios y la importancia que han adquirido para el ordenamiento territorial y la

vinculación de la producción consumo.

El nicho de la calidad, como sello distintivo de los MPM, también ha sido materia de

muchos estudios de sociología, de marketing y distribución, que ven en la

diferenciación y en el valor añadido de la asesoría personal al cliente, los fundamentos

para disminuir los costes de transacción derivados de los desplazamientos o de las

posibles asimetrías de información (Gómez Pascual 2005, Rebollo Arévalo, Casares

Ripol 2006). Ello ha conducido a la elaboración de programas y políticas públicas de

fomento a estos espacios particulares como el programa de MERCASA, citado por

Ibáñez Casanova, o más generales para mantener la competitividad de los MPM

(González Reyes 2003). En este sentido, la formación de valor a partir de la calidad y la

proximidad es una clave que puede hacerse extensiva a todo el comercio minorista,

(Rebollo Arévalo, Casares Ripol 2006)

De hecho, más recientemente, el valor de estos establecimientos ha sido visto como un

aliciente importante para “vertebrar” la trama urbana, entendida como una red de

comercios y establecimientos, de las ciudades por el cambio demográfico, el patrimonio

arquitectónico de los MPM y su cultura gastronómica.(Rebollo Arévalo 2003).

En este contexto, la regeneración de las ciudades pasa por la valorización de estos

establecimientos, necesarios para establecer concentraciones comerciales abiertas en las

zonas centrales y que son contrarias a las concentraciones cerradas que exigen el uso

intensivo del automóvil, con base en la comercialización de productos locales. Esta

nueva economía anticipa la colaboración entre ciudades en un contexto regional. Es

decir, que los establecimientos públicos pueden colaborar en el desarrollo de ciudades

15

red, que vendrían a ser alternativas a la jerarquía de las ciudades, que fue común en los

estudios urbanos de los años setenta y ochenta(Elizagárate 2005, Elizagárate, Zorrilla

2004). Así, el comercio de proximidad se considera que está íntimamente ligado al

futuro de las ciudades (Casares Ripol 2005) y a la revitalización de los centros

históricos.

Más aún, los MPM pueden ser considerados como un “producto” establecimiento, es

decir, como imagen e identidad, que pueden contribuir a la formación de ciudades

“producto”, es decir, como atractivo turístico ligado al patrimonio arquitectónico,

gastronómico, cultural y a la realización de fiestas religiosas o cívicas que contribuirían

a dinamizar la economía regional (Alonso Gordón 2003).

Finalmente, los MPM, por sus características de proximidad, trato y calidad, han sido

considerados recientemente como indicadores necesarios para la construcción de un

índice de calidad de vida residencial, que mediría la satisfacción de los pobladores con

su entorno urbano.

Sin embargo, en el caso de Latinoamérica los MPM se encuentran lejos de ser

valorizados. Por el contrario, se ubican en un contexto de degradación en las zonas

centrales y bajo una institucionalidad vertical, con ordenamientos jurídicos atrasados y

con programas de renovación de imagen muy limitados.

La crisis de los MPM ha dado lugar al desarrollo de formas de distribución que reflejan

una asimetría profunda entre los sistemas y que enfrentan a estos establecimientos con

formatos derivados de situaciones históricas y estructurales del comercio y que como

hemos dicho han configurado el territorio en las ciudades-mercado por la fuerte

tradición indígena o por los formatos en serie de productos derivados de la Gran

Industria Alimentaria que precisa de intensificar el consumo y disminuir su dependencia

de la GD, adoptando, precisamente, la proximidad como un elemento clave.

Para dar una idea más amplia del contexto de los MPM y de las nuevas tendencias en el

comercio de proximidad en las ciudades mexicanas es pertinente referirnos a los

formatos que compiten con el Mercado Público Municipal.

16

El mercado informal

Frente a los MPM algunas formas alternativas de distribución de alimentos se han

impuesto en la ciudad a través del comercio ambulante en sus diversas variantes: a) el

puesto fijo establecido oficialmente en vía pública; b) el comercio autorizado practicado

por los “tianguis” generalmente en fin de semana con cierre de calles específicas; c) el

relativo a los mercados sobre ruedas, que es una práctica comercial oficial de carácter

itinerante en ciertas colonias durante los días hábiles, lo cual también implica su

instalación en determinadas calles; d) el comercio con puesto móvil o realizado sobre

un vehículo automotor en la vía pública, generalmente sin autorización alguna pero

tolerado por las autoridades. Otra forma comercial ambulante ocasional es e) el puesto

comercial que acompaña recurrentemente a las ferias (juegos mecánicos) y que es

instalado durante algunos días en la vía pública con motivo de una celebración religiosa

o local en determinadas calles aledañas a plazas y edificios públicos o templos

religiosos.

Los puntos de contactos del comerciante ambulante itinerante son múltiples y aún

cuando operan en calles distintas, son cercanas entre sí y con respecto a los mercados

públicos e inclusive con los supermercados. En el año de 2004 se estimaba en alrededor

de 1,006 Tianguis (fluctuando de un mínimo de sesenta puestos en la calle ocupada

durante un día hasta un máximo de 500 puestos), 57 mercados sobre ruedas y alrededor

de 207 concentraciones de comerciante con puestos fijos en áreas determinadas de la

Ciudad.

Las tiendas de conveniencia

Otra tendencia que se ha incrementado en los últimos cinco años es la modalidad de

franquicias de tiendas de comestibles de venta de conveniencia o de “24 horas”. En este

nicho de mercado, domina la rapidez en la acción de compra-venta de productos de

abarrotes, leche, pan, refrescos, cigarros y bebidas y licores.

17

Las mercancías en estas tiendas tienen precios establecidos, y por lo general son más

caros, dado que se cobra marginalmente la oportunidad de adquirir la mercancía a

cualquier hora y la cercanía del domicilio u oficina donde se efectúa el consumo.

Adicionalmente, su localización e instalación es planeada y realizada por los poseedores

de las franquicias, quienes imponen su criterio con base en estudios mercadotécnicos

propios, en zonas de alta densidad poblacional, de tráfico intenso, o en espacios

aledaños o dentro de gasolineras.

Por el contrario, la tienda de abarrotes común opta por complementar generalmente su

venta de comestibles con productos frescos y pese a que vende cerveza no tiene licencia

de expedir licores y bebidas como las franquicias, además que su horario de día hábil

normal está restringido a un promedio de 12 hrs. de actividad.

En la actualidad son tres las cadenas de rápido crecimiento que expenden franquicias en

las que normalmente se incluye el pago del costo de diseño de la tienda, el inmobiliario,

el estudio de mercado y el software del sistema administrativo de ventas.

La primera establecida fue una cadena estadounidense asociada a capital comercial de

Nuevo León, denominada Seven Eleven, fue fundado en 1976 en Monterrey, N.L., con

la Asociación de Grupo comercial Chapa y 7-Eleven Inc. En el país hay alrededor de

550 tiendas de conveniencia ubicadas en los estados de Nuevo León, Coahuila, Distrito

Federal, Estado de México, Jalisco, Tamaulipas, Yucatán y Quintana Roo. Estos dos

últimos bajo el esquema de sub-licencia territorial. Sus ingresos anuales se estimaban

alrededor de 500 millones de $US

La segunda, es la que surgió en la década de los 80, como iniciativa del corporativo

refresquero Femsa, actual franquicitario de la Coca Cola y de los productos cerveceros

de la Industria Cuauhtémoc-Moctezuma (marcas como Sol, Tecate, Superior; etc.) que

impulsó el establecimiento de tiendas de conveniencia Oxxo, que no sólo vendía sus

propias marcas, sino abarrotes, bebidas y comidas rápidas. Más tarde, con la

distribución de marcas cerveceras propias, la instalación de dicha franquicia de tiendas

no tuvo marcha atrás. A partir de 2000 comenzó una estrategia de crecimiento de 500

tiendas por año, por lo que de 1,468 que tenía en 2000, al cierre de 2004 suman 3,500

que aportaron unos 1,600 millones de $US.

18

Al cierre del 2005, Oxxo contaba con 4,141 tiendas de conveniencia en la república y

reportó ventas por 28,734 millones de pesos (2,627 millones de dólares), un 21.8 por

ciento más que el año anterior. Al considerar que el segmento de comercio al detalle es

fragmentado, ha continuado la oportunidad de expansión para dicha cadena de tiendas.

Asimismo, habría que considerar que FEMSA opera en Brasil, Argentina, Venezuela,

Colombia, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, por lo que no sería extraño que

existiera la posibilidad de establecimiento de este tipo de tiendas de conveniencia al

nivel regional latinoamericano.

En la práctica la cadena ofrece desplaza mayor volumen de mercancías generados por el

corporativo sino que ofrece ubicar al consumidor, conocer sus preferencias, servir de

pruebas para experimentar nuevos productos y realizar promociones de ciertas

mercancías con dificultades en su desplazamiento. De tal manera, dicho corporativo no

solo desplaza sus productos sino que compite con los sistemas comerciales de la GD.

Sin embargo, por ahora no le interesa la venta de productos frescos y solo llega a

ofrecer ciertos alimentos precongelados.

La tercera cadena es la franquicia de tiendas Extra del grupo cervecero Modelo (marcas

Modelo, Corona, etc.). Su vinculación con nuevas estaciones gasolineras ha tenido éxito

y en la actualidad tiende a tener una fuerte expansión. Se tiene estimado que para el

2007, cuenten con un millar de tiendas y logre ingresos por cerca de 1,800 millones de

$US. Al igual que FEMSA, este grupo cervecero tiene la oportunidad de contar con una

participación de mercado propia en el comercio detallista, en la que garantiza una parte

importante de su mercancía propia y de identificar la evolución del mercado urbano

además de surtir tradicionalmente sus productos a las tiendas de abarrotes, al sistema de

la GD y demás detallistas. Al igual que OXXO, las tiendas Extra no abarcan los

productos frescos.

19

Clubes de precios

Adicionalmente, otra rama de competencia en la venta de abarrotes al detalle, son los

clubes de precios que son operados por las grandes cadenas de hipermercados como

son COSTCO, SAM´S CLUB, etc. En algunos casos, este tipo de establecimientos que

venden paquetes de productos de abarrotes, también han incentivado el establecimiento

de tiendas de abarrotes que estén ligadas durante cierto tiempo para la venta de los

productos adquiridos en el Club de Precios. Wal Mart a partir de 2005, abrió un

producto denominado “Mi Tiendita” con lo cual se financiaba el establecimiento de

micronegocios que debían de estar ligadas por lo menos dos años a la adquisición de

mercancías en dicho club de precio.

Como puede verse, a excepción de los tianguis, los otros formatos son grandes cadenas

interesadas en comercializar los productos agroindustriales de tipo masivo, por lo que

no apuestan a la diferenciación o a la frescura de los alimentos. Por supuesto tampoco

tienen las características para convertirse en “plazas públicas” y tampoco presentan

elementos que permitan convocar a la población en torno a festividades locales.

Por ello, a pesar de la crisis, los MPM han mostrado su potencialidad como centros de

reunión, de asociación y de desarrollo económico a partir de la comercialización de

productos locales. Esta característica ha sido resaltada en la Ciudad de México (Castillo

Berthier 2003) y en la ciudad de Trujillo, en Venezuela (Pacheco, J.: Segovia, E.,

Martinez & Rincón 2003). A partir de esos estudios se puede demostrar que aún a pesar

del modelo dominante, los MPM permiten desarrollar la asociación y vinculación de los

sistemas productivos con el comercio detallista y con los consumidores. Desarrollo

obligado, en gran medida, por las condiciones de pobreza de más de la mitad de la

población y por la importancia que tienen en el consumo los alimentos tradicionales.

También existen experiencias que han sido valoradas como la fuente de innovaciones

administrativas en las cuales se han difundido y adaptado formas de gerencia

desarrolladas por grupos de productores locales y consumidores sobre la base de

intercambios recíprocos y liderazgos generadores de confianza. La gestión compartida y

la responsabilidad colectiva son la fuente de construcción de la ciudadanía a partir de

20

los espacios públicos de comercio que pueden ser institucionalizados en las regiones

municipales. Las ferias del estado de Lara en Venezuela han sido señaladas como un

ejemplo por parte del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) (Gómez Calcaño

2000).

Aunque aún falta mucho por avanzar en el reconocimiento de los espacios de comercio

detallista de proximidad en Latino América como elementos de construcción de capital

social, instituciones y espacios rurales-urbanos, en este apartado hemos buscado

actualizar el debate, dar a conocer las nuevas tendencias que se están operando en el

ámbito de la comercialización y hemos planteado algunos puntos que sirven de base

para justificar nuestro trabajo de campo, cuyos resultados detallaremos a continuación.

21

Los MPM en la ciudad de México

El marco institucional y la Competencia de los MPM

Los MPM fueron reconocidos en la ley de 1951 por el gobierno del Presidente Miguel

Alemán Valdez como de utilidad pública y la administración de los mismos se otorgó al

entonces Departamento del Distrito Federal con el objetivo de promover una

disminución del costo de la canasta básica y elevar la higiene en el consumo de

alimentos.

Con la modificación del estatuto de gobierno del DF, los mercados públicos han pasado

a ser responsabilidad de las delegaciones políticas y son ellas las encargadas de aplicar

los presupuestos para conservación de los mismos.

Renovación de los MPM

En la actualidad, existe un plan para la renovación de los MPM pero no ha sido

suficiente para que los mercados puedan desempeñar el papel central que tuvieron hace

algunas décadas en la distribución de alimentos, ya que los fueron construidos siguiendo

la traza concéntrica de la ciudad y las grandes tiendas de autoservicio se han colocado

en esas delegaciones disputando la preferencia de los consumidores.

El marco legal no ha sido modificado y ello ha implicado que los locatarios tengan el

mercado en comodato y los funcionarios administradores del mismo sean nombrados

por las delegaciones por lo que la participación de los locatarios es mínima y no influye

en las decisiones. Este hecho tiene su origen en que los comerciantes no participan en

los costos de mantenimiento y administración de los MPM(Vera Hernández, Rivera

García et al. 1979)

Por ello, los principales problemas son los siguientes:

a) Falta de apoyos institucionales, con el consecuente deterioro de la

infraestructura

22

b) Falta de reconocimiento público sobre el valor patrimonial cultural y

arquitectónico de los mercados públicos

c) Falta de seguridad

d) Cambio en el giro de venta

e) Competencia del comercio ambulante

f) Envejecimiento de la clientela

Al margen de la innumerable cantidad de mercados populares ambulantes o semi-

ambulantes existentes en la Ciudad de México, los mercados públicos ofrecen una gama

de fenómenos en los cuales puede observarse la decadencia de la distribución artesanal

de alimentos frescos en esa ciudad. Para establecer un diagnóstico y probables

alternativas desde los supuestos teóricos a los que hemos pasado revista, es que se llevó

a cabo el trabajo de campo al que hemos hecho referencia y cuyos resultados

expondremos a continuación.

Resultados.

La participación de los mercados tradicionales en la distribución de alimentos y

específicamente de frutas y verduras en la Ciudad de México es fundamental. Pese a los

problemas enunciados, los MPM siguen siendo una de las fuentes de satisfacción

cotidiana de la demanda de frutas, verduras, flores y productos cárnicos de los

habitantes del Distrito Federal.

Ello no quiere decir que se encuentren exentos de dificultades por los modelos de

urbanización y la exacerbada competencia derivada de la anuencia explícita e implícita

(mediante facilidades o falta de aplicación de normatividad e inclusive de su

actualización) de las mismas autoridades locales en relación a la expansión territorial de

la GD que actúa prácticamente sin restricciones.

23

Por el contrario, en ciertas delegaciones políticas de la Ciudad con mejores servicios de

infraestructura urbana y comunicaciones, donde se localizan hogares con ingresos bajos

y/o medianos y con imagen típica, los MPM son una fuente de gastronomía tradicional,

contribuyen al logro de una mayor atracción turística por asociarse a zonas importantes

de patrimonio arquitectónico o de paisaje natural (como es el caso de Coyoacán y San

Ángel). A ello se debe agregar el papel que desempeñan las festividades religiosas y

culturales que son realizadas con base en una sólida participación social organizada

comunitaria y de sus actores económicos: los comerciantes y locatarios de los

contribuyentes y benefactores.

Otro elemento de aportación significativa de los locatarios de mercados es su

participación para apoyar las actividades sociales del barrio, pueblo o colonia, mediante

donaciones para la realización de labores de asociaciones culturales y de asistencia

social local, de clubes deportivos y equipos artísticos.

En suma, a pesar de los problemas que presentan, los MPM son centros gravitacionales

para el desarrollo de comercio detallista destinado a satisfacer las necesidades de

víveres para la compra semanal pero también de compras de última hora. Por ello, se

instalan en torno a ellos un conjunto de pequeños negocios diversos como misceláneas,

papelerías, negocios de alimentación y fondas (restaurantes a precios económicos), por

lo que además de fuentes de capital social e identidad, podrían ser la base para

desarrollar la relación entre la comunidad y el complejo urbano así como también sus

relaciones con la economía local y regional,

Al interior de los MPM los sujetos que se encuentran presentes son el administrador

(responsable de la gestión del Mercado, generalmente representante de los comerciantes

ante el gobierno ante la Delegación –administración casi municipal- del gobierno del

DF); los locatarios (comerciantes que tienen sus puestos en concesión) y el consumidor.

24

El administrador es la columna vertebral de la vida organizativa e institucional de estos

establecimientos. La asignación de locales y la decisión de establecer nuevos giros de

venta siguen una lógica de verticalismo y autoritarismo que suelen acompañarse de

redes de complicidad que se construyen por la relación que grupos de locatarios tienen

con el administrador. Incluso la asignación de servicios sanitarios se da bajo esta

perspectiva. De hecho, el cobro por el uso de las instalaciones sanitarias se ha

convertido en un área de disputa de grupos o en un negocio del administrador, pues

significa un ingreso seguro. El administrador generalmente tiene el poder o lo conserva,

porque los locales del mercado están ocupados por una red de amigos, incondicionales y

familiares que acaparan los mejores puntos de venta. En este sentido, si bien la teoría

establece que el capital social es un conjunto de redes que se articulan para lograr

intercambios con base en lazos de confianza, en esta situación se cumpliría en forma

negativa. Portes, denomina a estas redes cerradas “capital social negativo” (Portes

1998), aunque ciertamente, ese capital social negativo se da como efecto de una

carencia de lazos cívicos, es decir, de lazos de confianza que trasciendan el círculo

cerrado.

El problema básico que presentan estos establecimientos es que desde la segunda mitad

de la década de los noventa, en el 55 % de los casos se confirmó que había habido

cambios de giro que habían afectado principalmente al sector alimentario. Dichos

cambios se realizaron hacia el área de entretenimiento, con materiales piratas (sin

copyright). En más de la mitad de los mercados públicos, había aumentado el comercio

informal fuera del establecimiento, incluyendo las frutas y legumbres16. Asimismo, los

tianguis y mercados sobre ruedas llegan a representar también una competencia

tremenda para los mercados. En el 20 % de los casos, estos canales de abasto deben

competir al menos un día a la semana en una distancia menor a 500 metros.

16 Cuestión de la que es responsabilizado el Administrador del MPM, por los locatarios.

25

Una de las características del sistema de abasto de alimentos de la Ciudad de México es

la articulación de los diversos canales de distribución. La fuente de abastecimiento de

los canales populares es el mercado mayorista de frutas, verduras y productos frescos.

El mercado de la Central de Abastos de la Ciudad de México (CEDA) es la fuente de

este abastecimiento. Esta central tiene vínculos con las regiones principales productoras

del país y en algunos casos inclusive de zonas productivas del extranjero, al igual que

el área que abastece abarca prácticamente todo el país. Su aprovisionamiento se

extiende a sistemas productivos muy lejanos, hasta un radio de mil kilómetros o más de

la Ciudad de México. La totalidad de los locatarios de productos frescos se abastecen de

este mercado mayorista.

Sin embargo, el abastecimiento de latería, de refrescos y productos sanitarios y de

limpieza se realiza de manera frecuente en las tiendas de autoservicio, principalmente

en Wal Mart, la cadena de supermercados más poderosa del mundo. Ello ha afectado a

los mayoristas abarroteros de la CEDA.

Las compras de locatarios de mercados en la CEDA son, en general, de poco volumen,

aunque los precios son más atractivos que en cualquier otro canal de abastecimiento.

Uno de los problemas más grave de la logística es que los locatarios realizan en su

mayor parte las compras aisladamente, agudizando con ello los problemas del transporte

y la contaminación en el DF. Al respecto, 70 % de los entrevistados realiza sus compras

empleando vehículos propios o transporte colectivo en pésimas condiciones mecánicas,

asumiendo costos de transacción y de transporte más altos. En cuanto a las formas

asociativas, como indicador de formación de capital social, el 30% de los encuestados

se organiza para hacer compras en común.

El crecimiento de la práctica asociativa permitiría resolver los problemas de logística y

disminuir costos de transportación y adquisición, pero esta práctica no es apoyada por

las autoridades.

26

El factor de proximidad que caracteriza a los MPM es una de sus ventajas comparativas.

No obstante, las preferencias de los consumidores jóvenes en la Ciudad de México se

han decantado por las concentraciones comerciales de grandes superficies, que por lo

demás, a diferencia de las ciudades europeas no se encuentran en las periferias

metropolitanas, sino en las delegaciones centrales, incluso a poca distancia (500 metros)

de los mercados públicos, auque ello no impide el uso intensivo del automóvil. Así, los

resultados de las entrevistas a los administradores indican que los clientes de los

mercados públicos son, generalmente, habitantes de las mismas colonias en que están

ubicados, pero los rangos de edad son mayoritariamente de personas que sobrepasan los

40 años.

En relación con la calidad y las ventajas comparativas que ofrecerían este tipo de

establecimiento, el 58 % de los administradores señalaron que las ventajas de los MPM

son la cercanía, el precio y la calidad de los productos, aunque no existen políticas

específicas que permitan impulsar esa imagen-producto del mercado público.

Para superar esas carencias se requieren una serie de medidas, según se desprende de las

entrevistas:

• La primera de ellas se refiere a la necesidad de vincular los sistemas de

abastecimiento desde una perspectiva sustentable. Aunque el 60% de los

clientes que compran en la CEDA son comerciantes de Mercados Públicos o de

otras concentraciones comerciales, existe una profunda desvinculación entre los

diversos sistemas. También es muy baja la capacidad de distribuir productos

diferenciados para públicos segmentados. Ello sólo sucede en mercados

ubicados en zonas de altos ingresos (Coyoacán y San Ángel) o en los mercados

cercanos a las zonas rurales tales como Xochimilco, Tlalpan, Milpa Alta y

Cuajimalpa, que en fines de semana tienen una gran afluencia turística por la

tipicidad y frescura de los productos que expenden, así como por la

diferenciación de algunos de ellos.

27

• La segunda cuestión es la pérdida de imagen de los MPM. Abundan los

problemas de imagen, limpieza e inseguridad en los espacios públicos de

comercio. Ello termina ahuyenta a la clientela en general, pero sobre todo a la

relativa a los hogares de ingresos medios. Ello favorece el aumento incesante de

la cuota de mercado de las grandes superficies, en las cuáles se expenden

también productos frescos, congelados y fruta importada. Así, el 26% de los

entrevistados afirmó que la seguridad pública es un problema prioritario y que

el servicio es deficiente. Los WC públicos constituyen otro problema, pues el

39 % de los entrevistados declaró que el servicio era malo.

• En la cuestión de la calidad e imagen de los MPM interviene la estructura

institucional. Casi la mitad de los administradores desconocen las normas de

funcionamiento de los mercados, a pesar de la antigüedad en las funciones. La

verificación de los instrumentos de medición presenta deficiencias y retrasos

por parte de las instancias federales. En este sentido, 58% de los encuestados

respondió que los inspectores de la Secretaría de Economía sólo van una vez al

año. Con respecto a la Secretaría de Salud, la mitad de los entrevistados declaró

que los inspectores nunca habían visitado el mercado durante su administración

y un 10% declaró que tenían más de dos años de no ir.

• Como tercer indicador de la calidad tenemos la atención a clientes. Ésta es una

parte constitutiva de la existencia de estos espacios. Aunque queda claro que

muchos clientes siguen asistiendo por la cercanía, la costumbre y el trato, para

más de la mitad de los administradores la atención está decayendo, por lo que el

trato y asesoría de los locatarios puede ser considerado como regular. Aún así,

la fidelidad de la clientela se conserva porque se garantiza la “frescura” de los

productos y las calidades organolépticas de los mismos. Así, más de la mitad de

los administradores de los MPM entrevistados considera que sus productos son

mejores que los que ofrecen las grandes superficies. No obstante, el 42% piensa

que van perdiendo terreno también en este sentido. Al respecto, 62% de los

entrevistados declaró que las tiendas de autoservicio tienen mejores controles de

calidad.

28

Debido a lo anterior, existe una percepción de que debe haber programas para mejorar

la calidad de los servicios, incrementar la seguridad y mejorar la oferta de productos,

pues la pérdida de clientes en los últimos años es significativa, además de que tienden a

envejecer.

Ahora bien, con respecto a las formas de construcción de identidades y la formación de

redes de intercambio entre el MPM y su entorno, puede afirmarse que a pesar de su

decadencia, el Mercado Público sigue desempeñando funciones de ser el centro de

reunión e intercambio de informaciones de las colonias. Es también un eje articulador

de las redes de comercio y de ventas detallistas con ahorros constantes en los costos de

transacción, ya sea por el desplazamiento, por tiempo o por búsqueda de información.

Asimismo, dada su centralidad en la vida de la colonia o del barrio, el MPM se presenta

como la plaza en la cual se identifican los habitantes con el patrimonio arquitectónico o

con los servicios de alimentación que se dan al interior de estos establecimientos y

alrededor de ellos. De tal manera, el MPM es el eje de las fiestas que expresan la vida

social del barrio y por ello, contribuye a forjar la identidad social. El Mercado Público

también juega el papel de expendedor de productos locales demandados por los

habitantes de las zonas rurales-urbanas en espacios específicos, lo que constituye una

cadena de producción y consumo, que aunque no alcanza las características de los

“clusters” o de los SPL, lo cierto es que implica una vinculación de la producción, con

la transformación y la proximidad del consumo.

Tal es el caso del Nopal en la delegación de Milpa Alta, que unido a la producción de

Mole dan lugar a concentraciones de industrias artesanales, de comercios y de

restaurantes que explotan este patrimonio gastronómico. También puede señalarse en

este sentido el caso del maíz, de la masa de nixtamal y de la tortilla en Xochimilco, que

con la producción de hortalizas y de otros productos alimenticios también dan lugar a la

aglomeración de los molinos de nixtamal, tortillerías, restaurantes y otros negocios

asociados gastronomía de la zona. Existen otros ejemplos de estas concentraciones en

Coyoacán y San Ángel destinados a un público urbano y de clase media pero que busca

lo “típico” y lo “auténtico”.

29

En suma, si bien existen problemas enormes y se adolece de una falta de política

pública, la supervivencia de estos espacios públicos y su potenciación para el desarrollo

de la ciudad, de las redes sociales y de la economía regional queda fuera de toda duda.

Con ello se confirman algunos supuestos teóricos a los que hemos pasado revista y la

hipótesis que con toda cautela hemos establecido al inicio. No nos queda en este

momento, más que avanzar algunas conclusiones.

Conclusiones y debate

El sistema de distribución de alimentos en las ciudades puede considerarse desde un

concepto de complejidad que integra los aspectos geográficos, económicos, sociales,

políticos y culturales para mejorar la disponibilidad y calidad de alimentos. No obstante

este sistema no es homogéneo y en su interior se encuentra una multitud de subsistemas

que se diversifican de acuerdo a las condiciones de desarrollo, al territorio y a la

apropiación de sus recursos específicos. En México, los MPM han sido parte de este

sistema y han jugado un papel de articulación territorial basado en la localización

central. No obstante, los cambios en los patrones de distribución de alimentos, con la

predominancia de la GD, el crecimiento de la informalidad y la crisis productiva han

desplazado, desde hace más de dos décadas, el papel de los MPM como columna

vertebral de la Ciudad. Un efecto inmediato ha sido la desarticulación de los diversos

sistemas de abastecimiento y la crisis de las economías regionales.

De acuerdo a los diversos postulados teóricos a los que hemos pasado revista, está claro,

no obstante, que los MPM pueden desempeñar un papel importante en la reordenación

de la trama de las ciudades, establecerse como centros de cooperación e intercambio

comercial, centros de difusión y articulación del saber de distinto tipo y lugar de

confirmación de identidad y asociación, amén de ser desde el punto de vista económico,

centros de expedición de productos locales y unidades de referencia para la

concentración de industrias artesanales de transformación de alimentos y de

restauración.

30

La valoración de los MPM está relacionada con los conceptos de proximidad y de

calidad como valor añadido frente a las crisis alimentarias y puede ser reactivado

mediante el “consumo emocional” –contrario al consumo racional- por las relaciones de

lealtad del cliente, o por efectos extraeconómicos –antipatía por las grandes marcas,

guerras, etcétera-. Este consumo emocional, junto a la proximidad y calidad podrían ser

indicadores de la satisfacción residencial de los habitantes de una zona específica o una

ciudad completa.

Hemos visto cómo el desarrollo de la GD y de otros mecanismos de distribución que

adoptan formatos populares pero con características fordistas han profundizado la crisis

en la que se encuentran sumidos los MPM en la Ciudad de México, pero también hemos

establecido las posibilidades de estas concentraciones comerciales para el desarrollo

local y para la formación de las percepciones de calidad de los productos frescos o de

los productos gastronómicos locales

Tomando en cuenta estas circunstancias, pueden expresarse estas recomendaciones:

• Una de las medidas urgentes es proteger y fomentar estos canales de distribución

de alimentos que han demostrado su eficacia para llevar a la población alimentos

frescos a precios accesibles, mediante el establecimiento de políticas que

articulen la asociación y la cooperación entre los diversos actores, bajo un

esquema de fomento a las redes cooperativas y el establecimiento de lazos de

confianza, pero bajo un esquema de modernización de los servicios. Al respecto,

es preciso también atender las demandas de cientos de miles de familias que son

concesionarias de los mercados públicos, pues es su fuente de ingresos

fundamental. Por ello, tratar de regular el crecimiento de las grandes superficies

representado por los grandes supermercados, puede propiciar una redistribución

espacial del comercio alimentario.

• Estas medidas podrían complementarse con programas para mejorar la

seguridad, promover la elevación de la calidad de los servicios y la atención al

cliente, introducir esquemas de administración colectiva y modernizar la imagen

de los MPM, cosa ésta última que ya viene realizando la Secretaría de Desarrollo

Económico del gobierno del DF.

31

• Valorizar las fiestas cívicas y religiosas como parte de una campaña de impulso

al turismo y de los productos y gastronomía local.

• Promover el reordenamiento de las zonas centrales de la ciudad teniendo como

eje el comercio de proximidad y como columna vertebral el MPM para

disminuir el uso intensivo del automóvil y establecer variables que pudiesen ser

el inicio de indicadores de “satisfacción residencial”, los cuales necesariamente

estarían relacionados con la identidad y la construcción de lazos sociales en el

territorio central o periurbano

• En el ámbito de las competencias de los gobiernos locales, integrar y utilizar la

política social tales como despensas para la población vulnerable, comedores y

otras actividades aprovechando el espacio social del mercado.

• Finalmente, también se pueden reactivar economías locales y regionales en las

delegaciones rurales del DF al propiciar la rearticulación entre producción y

oferta bajo criterios de elevación de la calidad y la disminución de costos. Ello

permitiría profundizar los SPL potenciales y los sellos de identidad de los

productos.

32

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Alonso Gordón, R. 2003, "Los mercados municipales como producto establecimiento", Distribución y Consumo, vol. 13, no. 69, pp. 27-33.

Alonso, L.E. 2005, La era del consumo, Siglo XXI, España

Becattini, G. 1998, Distretti industriali e made in Italy: le basi socioculturali del nostro sviluppo economico, Bollati Boringhieri, Torino.

Bourdieu, P. 2000, Las estructuras sociales de la economía, 1a edn, Manantial, Buenos Aires.

Braudel, F. 1976, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, 2nd edn, Fondo de Cultura Económica, México.

Calatrava, Asunción y Ana Melero 2003, "Aproximación a la estructura y los modelos de diversificación de la actividad empresarial en municipios rurales: análisis y tendencias en dos regiones españolas", Eure, vol. XXIX, no. 88, pp. 97-130.

Casares Ripol, J. 2005, "Los mercados municipales y el futuro de las ciudades", Distribución y Consumo, vol. 13, no. 69, pp. 34-37.

Castillo Berthier, H. 2003, "Los mercados públicos de la Ciudad de México. Características, problemas ¿y soluciones?" in Políticas de abasto alimentario. Alternativas para el Distrito Federal y su zona Metropolitana, primera edn, UNAM; Juan Pablos, México, pp. 187-195.

Courlet, C. 2002, "Les systèmes productifs localisés. Un bilan de la literatura", Etud. Rech. Syst. Agraires Dev., vol. 33, pp. 27-40.

Durston, J.W. 1976, Organización Social de los Mercados Campesinos en el Centro de Michoacán, Primera edn, Instituto Nacional Indigenista, México, DF.

Durston, J. & Naciones Unidas Comisión Económica para América Latina y el Caribe 2002, El capital social campesino en la gestión del desarrollo rural díadas, equipos, puentes y escaleras, Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Santiago, Chile.

Elías, N. 1989, El proceso de la civilización investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas, 2nd edn, Fondo de Cultura Económica, México.

Elías, N. 1982, La sociedad cortesana, Fondo de Cultura Económica, México.

Elizagárate, V. 2005, El comercio y la regeneración urbana de la ciudad., primera edn, Distribución y Consumo, Madrid.

Elizagárate, V.d. & Zorrilla, P. 2004, El comercio urbano como factor estratégico para la competitividad de las ciudades, 1ª edn, Mercasa, Madrid.

33

Escobar, A. 2002, El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar: ¿globalización o posdesarrollo? Pimera edn, CLACSO, Buenos Aires.

García Ballesteros, A. 2001, "Las motivaciones hacia el uso de los centros comerciales de Madrid", Anales de Geografía de la Universidad Complutense, vol. 21, pp. 257-284.

García Canclini, N. 1995, Consumidores y ciudadanos, conflictos multiculturales de la globalización, Primera edn, Grijalbo, México, DF.

Gómez Calcaño, L. 2000, Organización popular y construcción de la ciudadanía: Las ferias de consumo familiar en el estado de Lara, Primera edn, Cendes, Caracas.

Gómez Pascual, R. 2005, La calidad en el comercio minorista, 1ª edn, Mercasa, Madrid.

González Benito, Ó 2005, Papel de la localización en la selección de establecimiento minorista: un enfoque tridimensional, 1ª ed, Mercasa, Madrid.

González Casanova, P. 2004, Las nuevas ciencias y las humanidades de la academia a la política, 1a edn, Anthropos; Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Sociales, Barcelona, España; México, DF.

González Reyes, S. 2003, "Herramientas para potenciar los mercados municipales", Distribución y Consumo, vol. 13, no. 69, pp. 42-45.

Ibáñez Casanova, C. 2003, Las unidades alimentarias y los mercados municipales, 1ª edn, Mercasa, Madrid.

López de Lucio, Ramón 2002, "La vitalidad del espacio público en riesgo. Implicaciones urbanísticas de la reciente concentración en enclaves de la actividad comercial.", Distribución y Consumo, no. 66, pp. 43-61.

Marroquín, A. 1954, La Ciudad Mercado: Tlaxiaco, Primera edn, Instituto Nacional Indigenista, México, DF.

Pacheco, J.: Segovia, E., Martínez, E. & Rincón, N. 2003, "El comercio detallista tradicional de productos alimentarios en el Municipio Trujillo, estado Trujillo, Venezuela", Rev. Fac. Agron. [Online], vol. 20, no. 4, pp. 513-527.

Pensado Leglise, Mario del Roble. 2005, Los cambios en la naturaleza social del consumo de frijol en México y criterios para elaborar una política de abasto alimentario urbana en el contexto latinoamericano, UNAM.

Portes, A. 1998, "Social Capital: Its Origins and Applications in Modern Sociology", Annual Review of Sociology, vol. 24. Pp 1-24

Putnam, R.D., Leonardi, R. & Nanetti, R.Y. 1993, Making democracy work civic traditions in modern Italy, Princeton University, Princeton, N.J.

34

Rebollo Arévalo, A. 2003, El papel de los mercados municipales en la vertebración de las tramas urbanas, 1ª edn, Mercasa, Madrid.

Rebollo Arévalo, A. & Casares Ripol, J. 2006, Los mercados minoristas como valor de las ciudades, Mercasa, Madrid.

Requier-Desjardins, D. 2006, 01 de junio de 2006-last update, Globalización y evolución de la agro-industria rural en los países andinos. Un enfoque sobre los "sistemas agroalimentarios localizados" [Homepage of IICA-PRODAR], [Online]. Available: http: www.cybercable.tm.fr/~jarmah/public_html/DENIS4.htm#2 [2006, 26 de junio de 2006].

Sanz Cañada, J. & Macías Vázquez, A. 2005, "Quality certification, institutions and innovation in local agro-food systems: Protected designations of origin olive oil in Spain", Journal of rural studies, vol. 21, pp. 476-486.

Schmitz, H., 1995. Small schoemakers and fordist giants: tale of a supercluster. World Development, 23(1), pp. 9-28.

Vera Hernández, Á, Rivera García, M. y López Laines, M., 1979. Perspectivas de autofinanciamiento en los mercados públicos del Distrito Federal, Facultad de Economía-UNAM.

Wallerstein, I.M. 2005, Las incertidumbres del saber, Primera edn, Gedisa, Barcelona.