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Julio 2000 Los planos históricos de Madrid y su fiabilidad topográfica (1) Javier Ortega Vidal Catedrático Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid Hace ahora 250 años, cuatro arquitectos próximos a los círculos gremiales madrile- ños se disponían a cumplir un encargo me- nor que, probablemente, abordarían sin ex- cesiva excitación profesional. Éste consistía en efectuar un levantamiento parcial de la ciudad, con fines eminentemente catastra- les, cuya realización se concretaría en una ruda abstracción gráfica de la compleja rea- lidad urbana. De esta manera, el variopinto y carnal conglomerado unitario de la ciudad se reduciría a un conjunto numerado de 557 manzanas o «islas», descompuestas a su vez en una serie de líneas y dimensiones precisas que especificaban, dentro de ellas, la serie de parcelas o unidades de propiedad que las constituían. Tan sólo una serie de cotas externas y un conjunto de nombres rotulados en los planos aludirían a las au- sentes manzanas colindantes, hermanadas por las calles entre ellas dispuestas. LMJOVEntre el pesado arrastre de las cadenas de agrimensor, entre los gélidos y abrasa- dores extremos del clima madrileño, difí- cilmente podrían imaginar estos arquitec- tos y sus probables ayudantes el privilegio informativo que estaban gestando para la futura investigación sobre la ciudad (2). Dejando a un lado la asociación de estos gráficos lineales con la información escrita recabada en la Visita General –fuente his- toriográfica de abrumadoras implicaciones en gran parte aún por procesar–, centré- monos tan sólo en la inmediata aplicación de la información dimensional y formal, utilizada como inapreciable ayuda para la investigación sobre el tema que aquí pre- tendemos tratar. 65 (1) El contenido básico de este artículo se expu- so en el «Ciclo de Conferencias con motivo del 250 Aniversario de la Planimetría General de Madrid 1749-1999», realizado entre el 19 de enero y el 22 de febrero de 2000. Un enfoque complementario del asunto aparece publicado en ORTEGA VIDAL, J.: «Entre Retículas y Triángulos, una revisión gráfica de los planos madrileños», Revista BAU n.º 14, pp. 115-119. La ejecución de los escaneados y dibujos que aparecen en este artículo se debe al arquitecto Ángel Martínez Díaz, a quien agradezco su ayuda. (2) MARÍN PERELLÓN, F. J.: «Planimetría General de Madrid y Regalía de Aposento», en Plani- metría General de Madrid, Tabapress, Madrid, 1988, vol. 1, pp. 81-111.

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Julio 2000

Los planos históricos de Madridy su fiabilidad topográfica (1)

Javier Ortega VidalCatedrático

Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid

Hace ahora 250 años, cuatro arquitectospróximos a los círculos gremiales madrile-ños se disponían a cumplir un encargo me-nor que, probablemente, abordarían sin ex-cesiva excitación profesional. Éste consistíaen efectuar un levantamiento parcial de laciudad, con fines eminentemente catastra-les, cuya realización se concretaría en unaruda abstracción gráfica de la compleja rea-lidad urbana. De esta manera, el variopintoy carnal conglomerado unitario de la ciudadse reduciría a un conjunto numerado de557 manzanas o «islas», descompuestas a suvez en una serie de líneas y dimensionesprecisas que especificaban, dentro de ellas,la serie de parcelas o unidades de propiedad

que las constituían. Tan sólo una serie decotas externas y un conjunto de nombresrotulados en los planos aludirían a las au-sentes manzanas colindantes, hermanadaspor las calles entre ellas dispuestas. LOS PLANOS HISTÓRICOS DE MADRID Y SU FIABILIDAD TOPOGRÁFICAJAVIER ORTEGA VIDAL

Entre el pesado arrastre de las cadenasde agrimensor, entre los gélidos y abrasa-dores extremos del clima madrileño, difí-cilmente podrían imaginar estos arquitec-tos y sus probables ayudantes el privilegioinformativo que estaban gestando para lafutura investigación sobre la ciudad (2).Dejando a un lado la asociación de estosgráficos lineales con la información escritarecabada en la Visita General –fuente his-toriográfica de abrumadoras implicacionesen gran parte aún por procesar–, centré-monos tan sólo en la inmediata aplicaciónde la información dimensional y formal,utilizada como inapreciable ayuda para lainvestigación sobre el tema que aquí pre-tendemos tratar.

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(1) El contenido básico de este artículo se expu-so en el «Ciclo de Conferencias con motivo del 250Aniversario de la Planimetría General de Madrid1749-1999», realizado entre el 19 de enero y el 22 defebrero de 2000. Un enfoque complementario delasunto aparece publicado en ORTEGA VIDAL, J.:«Entre Retículas y Triángulos, una revisión gráfica delos planos madrileños», Revista BAU n.º 14,pp. 115-119. La ejecución de los escaneados y dibujosque aparecen en este artículo se debe al arquitectoÁngel Martínez Díaz, a quien agradezco su ayuda.

(2) MARÍN PERELLÓN, F. J.: «PlanimetríaGeneral de Madrid y Regalía de Aposento», en Plani-metría General de Madrid, Tabapress, Madrid, 1988,vol. 1, pp. 81-111.

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Dentro de un interés básico en el dibujocomo doble y privilegiado instrumento alservicio tanto de la definición como del co-nocimiento de la arquitectura y la ciudad, ycentrados en la aplicación de este enuncia-do al caso concreto de Madrid, trataremosde aportar en lo que sigue una perspectiva,entendemos que novedosa, para progresaren el conocimiento sobre nuestra cartogra-fía urbana. Dicho de manera sencilla, lapregunta a la que trataremos de responderserá la siguiente: ¿hasta qué punto resultanprecisos o fiables en su aspecto dimensio-nal y formal los planos fundamentales delpasado de nuestra ciudad?

En lo que a la consideración de su pa-sado se refiere, la ciudad de Madrid parecehaber oscilado de una manera un tanto es-cindida ente una añoranza genérica y eldesprecio casi absoluto de sus propias se-ñas de identidad. De esta manera, su histo-ria por un lado y la producción historio-gráfica sobre la misma, en cierta lógica re-sonancia, han supuesto una serie deepisodios de muy distinta condición, alter-nando así hechos y producciones muy des-tacables que se perfilan sobre un fondoátono y de relativa mediocridad. Tal ocu-rre con la doble consideración sobre suproducción cartográfica y con los estudiosa ella relativos. Alternan así planos y traba-jos muy notables con otro tipo de docu-mentos, gráficos y escritos, de muy distin-ta condición.

En este sentido, se tratarán de destacaren lo que sigue los planos más importantesde la secuencia histórica de Madrid, apor-tando una visión de conjunto que, centra-da en la cuestión antes planteada, hilvane orecoja las referencias ya vertidas sobre elasunto por los estudios realizados hasta elmomento (3).

Conviene advertir que el tema que aquíse plantea tiene su límite en la mitad del si-

glo XIX, aunque, como veremos acontinuación, se utilizará en parte la granempresa planimétrica iniciada en 1865 porFrancisco Coello al frente de la Junta Ge-neral de Estadística, finalmente editadaentre 1872 y 1874 por el Instituto Geográ-fico y Estadístico bajo la dirección de Ibá-ñez de Ibero (4). En un sentido retrospec-tivo, se tratarán de hilvanar así una serie dereflexiones gráficas y escritas sobre loscuatro planos fundamentales de Madrid: elplano perdido de los ingenieros, conocidoa través de la reducción editada por Coelloen 1848, el plano del Conde de Aranda de1769, conocido por el nombre de su gra-bador Antonio Espinosa de los Monteros,el famoso plano de Teixeira editado en1656, y la imagen de incierto origen quepodríamos denominar como Mancelli-Witde entre 1622 y 1635. A esta secuencia bá-sica de los planos fundamentales en losque se figura la planta de Madrid, se le aña-dirán en otro rango u orden de considera-ción unos breves apuntes sobre la granmaqueta de 1829-30 realizada bajo la di-rección de León Gil del Palacio.

Enlazando con el inicio de este escrito,habría que destacar nuevamente el alto va-lor histórico del levantamiento catastraliniciado en la Visita General de 1750-51,luego editado parcialmente en 1762 bajo eltítulo de la Planimetría General de Madrid,pues habría que advertir que la mayor par-te de este estudio no podría haber sidorealizado sin la precisa aportación de la in-formación implícita en este peculiar hitohistórico de la cartografía madrileña. Larazón de esta afirmación se basa en que elmétodo utilizado consiste en la produc-ción previa de una reconstitución fiable dela planta de Madrid hacia 1750, para poderafirmar con cierta objetividad el grado deacierto o precisión de las distintas infor-maciones históricas objeto de estudio bajoun prisma de observación unificado.

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LOS PLANOS HISTÓRICOS DE MADRID Y SU FIABILIDAD TOPOGRÁFICA

(3) En cualquier referencia sobre la cartografíamadrileña resulta imprescindible la obra fundamentalde MOLINA CAMPUZANO, M.: Planos de Madrid delos siglos XVII y XVIII, Instituto de Estudios deAdministración Local, Madrid, 1960.

(4) A este respecto conviene consultar MARTÍNLÓPEZ, J.: Francisco Coello, su vida y su obra, Ministeriode Fomento CNIG, Madrid, 1999, pp. 63-105.

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En lo esencial, el método utilizado sebasa en la producción de dos dibujos que re-flejan la planta de Madrid en los años de1850 y 1750, realizados ambos mediante uncalco secuencial sobre la plantilla del planode Ibáñez de Ibero. Teniendo así a éstecomo primera referencia de una alta preci-sión y atendiendo fundamentalmente al pla-no de 1848, se produce en primer lugar unaversión simplificada de la ciudad en este mo-

mento, aunque calcada o construida sobre labase del documento más tardío y supuesta-mente más preciso. De forma parecida, y enfunción de la información transmitida por laVisita General, varias veces aludida, se pro-duce otra versión de la planta de la ciudadhacia 1750, calcada y construida sobre lamisma base del documento anterior. En lasuperposición de estos dibujos, las líneascoinciden o cambian en función de las per-

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JAVIER ORTEGA VIDAL

Figura 1Reconstitución de las plantas de Madrid en 1850 y 1750; fragmento del eje del Prado

Nota: Se observa en ellas la retícula base del plano parcelario de 1872-74 que se utilizará para su traslado a los planos históricos

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manencias o transformaciones operadas enla ciudad en los distintos momentos.

Confiando en las escasas transforma-ciones generales de la ciudad de Madrid enlos 125 años anteriores a esta fecha de1750, dispondríamos así de un instrumentode comparación básico para poder referirmínimamente la veracidad de las dimensio-nes y formas que representan la ciudad enlos distintos documentos históricos.

Para hacer más explícito este hecho seacude a una doble estrategia gráfica basadaen el uso de dos importantes instrumentoso recursos del dibujo cartográfico: la retí-cula y el triángulo.

Aparece así, por un lado, la traslación enel espacio y en el tiempo de la serie de pun-tos constitutivos de la retícula de 280 × 350metros que estructura y refiere la planta de1875 con las nuevas versiones dibujadas de1850 y 1750. En virtud del retroceso efec-tuado, resulta posible identificar con ciertasgarantías estos puntos sobre los planos obje-to de estudio. Su expresión o superposicióngráfica sobre los documentos históricos dela ciudad ofrece así, gracias a la deformaciónde la imagen de la retícula, una primera apro-ximación sobre la fiabilidad de los planos.

Entendido el triágulo como instrumentocomplementario de comprobación, se haprocedido a una triangulación de gran escalasobre las distintas representaciones de la ciu-dad atendiendo a una serie de puntos enlaza-dos, cuya elección obedece a varios criterios:su permanencia y facilidad de identificaciónen los diversos momentos, y su cierta rela-ción estructural –geométrica y simbólica–con la ciudad. De esta forma, y tomandocomo base de irradiación el centro de la Pla-za Mayor, se han referido cinco puntos prin-cipales: cuatro en los ejes más importantes(Alcalá, Atocha, Toledo y Segovia) y unoalgo más contingente hacia el norte (Afligi-dos). Se forma así un pentágono equilibradode control con diez medidas, dibujándose ensu centro una circunferencia de 500 varas deradio según la escala gráfica del documento.Como estrategia complementaria, y apoya-das en esta figura de base, se establecen otrasocho referencias periféricas sobre las pose-

siones reales del Buen Retiro y de la Casa deCampo. En cada caso de los aquí estudiados,se ofrece un cuadro con los valores dimen-sionales obtenidos midiendo en función dela escala gráfica de cada documento, expre-sados en varas castellanas de 0,836 m.

Finalmente, y antes de comentar globaly particularmente el conjunto de retículasy triángulos, de las superposiciones decontrol y prueba a las que sometemos a losplanos madrileños, habría que observarque todos los documentos gráficos seencuentran reproducidos a una misma es-cala comparativa en función de su propiaescala gráfica, debiendo ser por lo tanto dela misma dimensión la circunferenciade 1.000 varas de diámetro (esto es, unos836 metros) que se genera en cada docu-mento desde el centro de la Plaza Mayor.

La primera cuestión que se deduce de lamera visualización de la secuencia consisteen la lógica evolución hacia la regulariza-ción de la retícula, desde la deformación odistorsión máxima del plano más antiguohasta la práctica homogeneidad del planomás moderno de los procesados. Siendoesto evidente, habría que observar en se-gunda instancia una serie de matices parti-culares, dejando para el final el conjunto deobservaciones y relaciones generales.

El plano más antiguo de los conoci-dos sobre Madrid, tal vez debería ser re-ferido con cierta escrupulosidad comode autor desconocido, aunque tambiénresulta posible definirlo como el planode Mancelli-De Wit (5). En términosmuy sintéticos, el compromiso de estosdos nombres expresa las incertidumbressobre su procedencia precisa. Se refiereel primero a Antonio Mancelli, ilumina-

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(5) Sobre este plano se debe consultar MOLI-NA CAMPUZANO, M., op. cit., pp. 217-233, SANZGARCÍA, J. M.: «La guadianesca historia del primerplano madrileño, hecho en 1622, cuando San Isidrosube a los altares», Anales del Instituto de Estudios Madri-leños XXXVII, 1997, pp. 435-467 y PEREDA, F.,«Iconografía de una capital barroca: Madrid entre elsimbolismo y la ciencia», Espacio Tiempo y Forma,n.º 11, 1998, pp. 103-134.

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Figura 2Superposición de las mallas de control al plano de Mancelli-De Wit

MEDIDAS EN VARAS CASTELLANAS. 1 VARA = 0,836 m. ESCALA DEL PLANO 1:20.000

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dor de origen italiano que realizó en1608 un plano de Valencia (6), y que re-sidió en Madrid desde 1618 hasta sumuerte en 1632. A través de su testa-mento se sabe que en septiembre de1622 contrató con el regidor de la villaLorenzo del Castillo la edición de dos di-bujos suyos sobre la Villa y la Plaza Ma-yor por 350 ducados. Este precio incluíalas planchas y una tirada de 150 ejempla-res. El segundo de los nombres se refiereal editor Frederick de Wit ya que la re-producción habitualmente manejadapertenece a una compilación por él pu-blicada hacia 1700, aunque existen otrasversiones anteriores sin escala gráfica delos años 1657 y 1682. Sin que resulte po-sible afirmar ni negar con certeza la iden-tidad entre ambos documentos, lo que síresulta claro y aquí interesa consiste enque el plano que nos ocupa, aunque deinnegable atractivo y enorme valor docu-mental, no destaca por su fiabilidad to-pográfica.

Impreso en dos hojas, su composiciónadquiere unas dimensiones de 765 × 522mm., siendo el marco del dibujo de 725 ×424 mm. La medición de sus escalas gráfi-cas sobre el original resulta de 102 mm.para 500 varas castellanas y de 67 mm.para 1.000 pies castellanos, lo que su-pondría unos valores proporcionales de1/4.097 y 1/4.158 respectivamente. Unaaproximación metrológica que tuviera encuenta las retracciones del papel, arrojaríaun redondeo aproximado del valor de re-ferencia en torno a 1/4.000. No obstante,la doble comprobación aquí efectuadanos señala que la ciudad representada dis-ta de ser veraz y homogénea en cuanto asus dimensiones, de tal manera que laaproximación media supondría una re-presentación en torno a 1/4.600 en la di-rección este-oeste, el lado largo del plano,

mientras que la escala media de las di-mensiones norte-sur estaría próxima a1/6.000.

Esta doble escala podría sugerir unaposibilidad de reducción vertical en fun-ción de una aproximación de correcciónperspectiva, aunque la escasa fiabilidad delconjunto y su falta de homogeneidad noinvitan a pensar en excesivas sofisticacio-nes. No parece tampoco probable que esteplano se basara en otro anterior de posiblegestión de la Villa y Corte, resultando másverosímil una producción dirigida a unplano de imagen, como ilustraría la hipóte-sis de su relación con los festejos de cano-nización de San Isidro apuntada por SanzGarcía. Como es sabido, este autor, defen-sor de la adjudicación a Mancelli, apuestapor la fecha de realización de 1622, mien-tras que Molina Campuzano abogó en sudía por una fecha de referencia en torno a1635.

Frente a las entrañables limitacionestopográficas del plano anterior, el pla-no de Teixeira editado en Amsterdamen 1656, con escasa diferencia de años,supone una considerable distancia enlo que a su evaluación topográfica se re-fiere.

A salvo de los datos que se despren-den del propio documento gráfico, sonprácticamente inexistentes las noticias oreferencias históricas sobre el mis-mo (7). No obstante constituir el máxi-mo exponente y emblema del madrile-ñismo, y ocupar un rango en absolutodespreciable en el elenco de los planosmás o menos coetáneos de las ciudades

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(6) BENITO DOMÉNECH, F.: «Un planoaxonométrico de Valencia diseñado por Mancelli en1608», en Tiempo y Espacio en el Arte. Homenaje al profe-sor Antonio Bonet Correa, Madrid, 1994, t. I, pp.231-245.

(7) Sobre el plano de Teixeira: MOLINA CAM-PUZANO, M., op. cit., pp. 249-279, PEREDA, F., op.cit., y CORTESAO, A. y TEIXEIRA DA MOTA, A.,Portugaliae Monumenta Cartografica, Imprensa Nacio-nal-Casa da Moeda, Lisboa, 1960 (reed. 1988), vol. IV,pp. 153-160, de donde están extraídos en su mayorparte los datos citados a continuación. Sobre este pla-no también se puede consultar BIDAGOR LASAR-TE, P. (texto de Luis Moya): «La verdadera planta delplano de Texeira», Revista Arquitectura, n.º 37, Madrid,1962, pp. 10-12, donde se efectúa una reconstituciónde la planta de 1656 sobre la base del plano de Coello.

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Figura 3Superposición de las mallas de control al plano de Teixeira de 1656

MEDIDAS EN VARAS CASTELLANAS. 1 VARA = 0,836 m. ESCALA DEL PLANO 1:20.000

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europeas, habría que evidenciar nueva-mente que no se conocen en absolutotanto las razones o intenciones del mis-mo, de su promotor personal o institu-cional, ni siquiera del proceso y métodoutilizado para su dibujo.

Parece aceptado que la atribución deldibujo corresponde a Pedro Teixeira Al-bernaz. Perteneciente a una saga familiarde cartógrafos portugueses, era hijo deLuis Teixeira y hermano, probablementemenor, de Joäo Teixeira (h.1575-d.1652),de amplia obra muy apreciada en Portu-gal. La primera noticia sobre nuestro au-tor data de agosto de 1619, cuando juntoa su hermano Joäo se desplaza a Madridpara dar cuenta de la realización del mapao carta naval sobre los estrechos de Ma-gallanes y San Vicente. Éste vuelve a Por-tugal, mientras que Pedro se queda enMadrid, apareciendo el grabado del mapaen 1621, con la firma de Pedro comoCosmógrafo de su Majestad. Las dimen-siones de este mapa son de 340 × 395mm, siendo su grabador I. De Courbes.Entre 1622 y 1630 participó en la empre-sa conocida como «Descripción de lascostas de España» en probable relacióninicial con Juan Bautista Labaña, quienmurió en 1624. A salvo de una estanciaconocida en Lisboa en diciembre de1623, esta labor debió ocupar gran partede su tiempo desde su inicio en las costasde Guipúzcoa hasta la entrega del memo-rial a Felipe IV. Tal vez el aprecio de sutrabajo fuera la causa de que en febrerode 1632 conste que percibía una asigna-ción anual de 120 cruzados de salario, pa-gaderos por el Consejo de Portugal.

El resto de las noticias conocidas tieneun carácter más disperso, ocupándose entrabajos de cartografía terrestre y militaren Aragón y Cataluña en 1648 y en las tie-rras de Valencia en 1650. Según parece,murió en Madrid en el año de 1662, siendocaballero del hábito de Cristo. Precisa-mente, éste es el año de edición en Madridde su tercera obra conocida: un mapa dePortugal en cuatro hojas cuya dimensión

total resulta de 750 × 1055 mm., siendo sugrabador Marcos Orozco.

El nombre del grabador del dibujo sí re-sulta conocido, pues se trata de SalomónSaverij (1594-1665) natural de Amsterdam.Hijo de Jacob Saverij, y padre de Saverij III,también de nombre Jacob, pertenecía así auna saga familiar de artistas grabadores deorigen judío. Es autor de una amplia obracatalogada de 257 grabados, en la que des-taca una labor más genérica y figurativa. Seconocen algunos trabajos más de grabadosobre el dibujo de ciudades, aunque de unformato más pequeño: uno de una vista depájaro de la ciudad de Groningen de 1652,otro en alzado perspectiva con dos mo-mentos, antes y durante el incendio de laciudad de Rÿp de 1654, y una vista aérea deCopenhague de 1659 (8).

El plano mural forma un conjunto deimportantes dimensiones (2.850 × 1.800mm.), compuesto por una serie de veintehojas que, con ciertas variaciones, supo-nen una dimensión media de 570 × 450mm. En las hojas 16 y 18, el plano incor-pora en sendas cartelas cuatro escalas grá-ficas algo redundantes; en la hoja 16 seofrecen las equivalencias de 500 varas =256 mm. y 1.000 pies = 171 mm., mientrasque en la hoja 18 se pueden medir los valo-res de 500 varas = 258 mm. y 500 pasos =213 mm. Tomando el valor del pie caste-llano como 278,6 mm., las escalas que sededucen de esta lectura oscilan entre losvalores de 1/1.620 y 1/1.635, apareciendocomo valor medio el de 1/1.629. No obs-tante, el muestreo realizado midiendo so-bre el plano las diversas referencias antesseñaladas nos dice que el Madrid dibujadopor Teixeira resultaría, con cierta homoge-

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(8) BOON, K. G. (editor), Dutch and Flemischetchings, engravings and woodcuts ca. 1450-1700, VanGendt & Co. Amsterdam 1980, vol. XXIV,pp. 5-129. Estas imágenes de ciudades aparecen cata-logadas con los números 26, 22 y 210, siendo sus ta-maños de 459 × 553, 399 × 563 y 429 × 474 mm. res-pectivamente. El plano que nos ocupa tiene eln.º 110, citándose mal el tamaño del conjunto comode 170 × 185 cm.

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Figura 4Superposición de las mallas de control al plano de Espinosa de 1769

MEDIDAS EN VARAS CASTELLANAS. 1 VARA = 0,836 m. ESCALA DEL PLANO 1:20.000

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neidad, del orden de un 7 por 100 menorque el real (9).

Contrastando este hecho con la acepta-ble fiabilidad topográfica del plano eviden-ciada por la escasa deformación de la retí-cula, habría que concluir que este errorgeneral resulta un tanto excesivo. La de-formación de esta retícula ideal, obtenidaal trasladar los puntos de control sobre elplano de 1656, nos señala o prueba feha-cientemente el grado de precisión implíci-to en su dibujo. Para los planos de su épo-ca éste resulta muy satisfactorio en sus as-pectos geométricos, contrastando demanera algo contradictoria con las refe-rencias dimensionales deducidas de su ta-maño y escala gráfica.

En este sentido, y advirtiendo de ante-mano su condición hipotética, resulta difí-cil resistirse a emitir una atractiva sugeren-cia. Ésta consistiría en suponer que en elajetreado taller de Saverij se hubiera come-tido un error de trasposición del patrón deescalas, de tal manera que se hubiera cam-biado el pie castellano de 278,6 mm. por elpie romano de 296,7 mm. La mayor di-mensión de la referencia metrológica po-dría explicar la reducción de la ciudad ma-drileña antes señalada, prácticamente en lamisma proporción cercana al 7 por 100.

Incurriendo en un peligoso anacronis-mo, es corriente aludir a la representaciónen «perspectiva caballera» con la que seconstruye la imagen de Madrid en el planode Teixeira. Con tan sólo leer la cartela delplano nos daríamos cuenta de que utilizan-do esta estrategia de proyección resultaríaimposible mostrar el ancho de las calles,pues los edificios levantados ocultaríangran parte de las mismas. Frente a este sis-tema, codificado en realidad en el siglo XIX,la representación utilizada por Teixeira pa-

rece ante todo una base planimétrica, unaplanta de la ciudad, en la que en el espaciode las manzanas se ha dibujado una imagende los edificios en ellas situados. En un so-fisticado recurso de sugerencias, tan sólopisan o tapan las calles aquellos elementospuntuales (torres, cúpulas, etc.) que, sinocultar la tónica del trazado de las mismas,señalan la episódica variedad de hitos urba-nos en altura que caracterizaba la imagen dela ciudad en el siglo XVII.

La imagen planimétrica de Madrid, fin-gida en una observación aérea desde el sur,supone el emblema del efímero esplendorde la ciudad, editado en un año que coinci-de con dos hechos significativos: la realiza-ción del cuadro de Velázquez de la familiareal conocido por las Meninas y una de lasgrandes bancarrotas de la Corona. Pareceésta sin duda la gran aludida en el propioplano por la serie de acompañamientos quese disponen en su periferia, en un compro-miso de significados que atienden tambiéna la ciudad, a la villa, como sede de la propiamonarquía. Destaca así por su potencia yaditamentos el gran escudo real que se aíslaen la hoja 5 cual si de un grabado autóno-mo se tratase. En posición más centrada enel plano aunque con menor presencia, la fi-lacteria latina trata de aludir a un vetusto einexistente pasado, disponiéndose bajo ellael escudo de la ciudad ligeramente «descen-trado» de la hoja para no tapar la salida delcamino de Fuencarral, evidenciando así talvez su condición subsidiaria.

El plano de Teixeira ostentará el rangomayor de las representaciones de la ciudadde Madrid durante 112 años, hasta que en1769 se edite el plano conocido normal-mente como de Espinosa de los Monte-ros. Vueve así a aparecer de nuevo el fun-damental trabajo de la Visita General; si eneste estudio hemos utilizado parte de suinformación como instrumento de controlen un sentido retrospectivo, convendríaresaltar la más que probable utilización deeste levantamiento parcial por manzanascomo ayuda para la formación del planoque ahora consideraremos en nuestro par-ticular recorrido.

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(9) Este hecho ya fue advertido por MOLINACAMPUZANO, M., op. cit., p. 268, donde proponía elvalor de 1/1.625 para la escala gráfica y el de 1/1.800en función de sus comprobaciones. En nota a pie depágina modifica este valor hasta 1/1.840 para igualarla escala con la que adjudica al plano de Espinosa,asunto sobre el que volveremos más adelante.

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La gran planta grabada por AntonioEspinosa de los Monteros, dedicada alConde de Aranda, constituye un hito deprimer rango en la historia de la represen-tación de Madrid (10). Enunciado este lu-gar común en el que, lógicamente, casi to-dos los autores coinciden, le ocurre a esteplano algo parecido a lo que sucede con elplano de Teixeira: poco más se sabe.

Aunque no se conoce ninguna confir-mación documental explícita, parece claroel carácter oficial del documento; la dedi-catoria y el momento político apuntan auna clara promoción del plano por partedel, en aquel momento, Presidente delConsejo de Castilla: Pedro Pablo Abarca yBolea (1719-1798). En relación con el per-sonaje se ha entendido asociada a este pla-no una cierta exaltación de los logros y es-fuerzos de diez años de la renovada in-fluencia de la Corte sobre la Villa.

Normalmente se da por solventada laautoría del plano atribuyéndolo sin masprecisiones a Espinosa de los Monteros,añadiendo que éste utilizó los levanta-mientos de la Visita General. Coincideademás que éste colaboró en el dibujo re-ducido de la Planimetría General, y tam-bién en la agrupación de manzanas en los64 barrios que ilustran la Guía de Madridde Juan Francisco González. AntonioEspinosa de los Monteros y Abadía, naci-do en Murcia en 1732, se inicia como pin-tor en su tierra natal, completando su for-mación en la Academia de San Fernando,donde obtiene medalla de oro en el certa-men de 1760. Discípulo de Antonio Prie-to, grabador de cámara del rey, obtieneuna beca de 150 ducados para perfeccio-narse como grabador para la Casa de laMoneda, obteniendo finalmente una plazaen la Ceca de Segovia. Esta actividad prin-cipal se combina con la realización de di-versos grabados artísticos y, de manera untanto sorprendente, con las obras plani-métricas antes citadas.

Nos encontramos ante un plano muralde gran formato, obtenido por el montajede nueve hojas que componen un rectán-gulo de 2.445 × 1765 mm. Incorpora unaescala gráfica de 1.200 pies castellanos queequivale a 181 mm.; la razón de estas di-mensiones supone una proporción o esca-la de 1/1.847,3. Teniendo en cuenta lashabituales retracciones del papel, no seríadescabellado suponer que el valor inicialde esta escala gráfica hubiera sido de 185,7mm. equivalentes a 2/3 de pie castellano,lo que supondría una escala original netade 1/1.800.

La única interpretación sobre el origende este plano proviene de Molina Campu-zano (11), quien, en función de la similitudde escalas, supone que este plano se formósobre la plantilla de Teixeira, insertando ensu estructura general las manzanas actuali-zadas y dibujadas en la Visita General.

Aunque luego volveremos sobre esteaspecto con nuevos argumentos, del estu-dio aquí realizado se desprende que esteplano responde a una base de levanta-miento relativamente autónoma. Si estofuera cierto, sería muy difícil imaginar queel grabador Espinosa fuera el autor inte-gral de esta obra planimétrica.

Entrando nuevamente en considera-ciones hipotéticas sin confirmación docu-mental, nos gustaría sugerir la atractiva po-sibilidad de ver esta obra en relación con lapeculiar personalidad del arquitecto y capi-tán del Cuerpo de Ingenieros José de Her-mosilla y Sandoval, nacido en la localidadextremeña de Llerena hacia 1715 y muertoen Madrid en 1774. Sin entrar en excesivasprecisiones sobre su trayectoria, merece-dora de un estudio monográfico, baste de-cir que en 1747 marchó a Roma comopensionado de la Academia donde escri-bió un tratado de arquitectura civil. Nom-brado Teniente Director de Arquitectura

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(10) MOLINA CAMPUZANO, M., op. cit.,pp. 425-454.

(11) Se reafirma el autor en el valor de escala de1/1.840, explicando en nota al pie de página que tieneesta escala por el hecho de utilizar un calco del planode Teixeira, MOLINA CAMPUZANO, M., op. cit.,p. 445.

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en la Academia en 1752, renuncia a su car-go en 1756 para incorporarase como Inge-niero Extraordinario de los Ejércitos de suMajestad, en relación directa con el Condede Aranda. A partir de esta fecha actuaráen una discreta y algo ambigua posición te-niendo a su cargo encargos tan importan-tes como el Hospital General de Atocha, yla encubierta autoría de la nueva iglesia delConvento de San Francisco, a partir de en-tonces conocido como el «grande». Igual-mente, será el autor inicial del proyecto deordenación del Prado, encargo en más queprobable relación con la nueva posicióndel Conde de Aranda tras los sucesos co-nocidos como el motín de Esquilache. Enel campo del dibujo de levantamiento, seconoce su labor en los planos de la Plazade Almeida en 1762, de un encargo de le-vantamiento de los planos del Monasteriode El Escorial hacia 1763 y su conocidacampaña de documentación de la Alham-bra de Granada, entre 1766 y 1767 (12).

Entrando ya en las sugerencias que po-drían ligar su figura al plano, interesa desta-car en primer lugar que la escala de 1/1.800con la que éste se encuentra realizado esuna de las que aparecen en la normativa deescalas del edicto del Conde de Aranda del31 de enero de 1757, el año siguiente al in-greso de Hermosilla; expresada en la pro-porción de 1 pie a 600 varas se especifica ensu uso que serviría «para plano magistral deuna plaza con algún contorno expresando su inte-rior, ichnographia, y la misma ha de servir para lospueblos abiertos como Madrid, Zaragoza, Sevillaetc., cuando se levantasen en sus planos demostran-do calles, plazas, avenidas, huertos, etc.» (13). Ensegundo lugar, el novedoso hecho de repre-sentar la planta interior de las iglesias bien

podría ser una adaptación local y parcial delfamoso plano de Roma dibujado por GianBattista Nolli, editado en 1750, plano queprobablemente fuera conocido por el pro-pio Hermosilla durante su estancia comopensionado en aquella ciudad. Dentro deestas precisiones, interesa destacar la tem-prana presencia de la iglesia de San Francis-co el Grande y, sobre todo, la singular re-presentación del Hospital General de Ato-cha, el edificio que se trata con mayor gradode precisión en todo el documento, ilus-trando casi con seguridad el proyecto deHermosilla antes de las enmiendas de Saba-tini. Finalmente, y atendiendo a lo esencial,habría que hacer mención a la decidida in-corporación del proyecto del Prado, tansólo iniciado en la fecha del plano y queilustra una segunda y casi definitiva versión,tan sólo corregida parcialmente por Ventu-ra Rodríguez, a partir de 1775, tras la muer-te de Hermosilla.

En otro orden de cuestiones habríaque resaltar la expresión arqueológica de lamuralla; aunque ésta ya se encontraba re-flejada tanto en la Visita como en la Plani-metría, la decisión de incorporar los restosde su trazado en el plano general sintoni-zaría con la nueva consideración ilustrada.Por otra parte, no sería descabellado supo-ner la existencia de fondos planimétricossobre la ciudad de Madrid en el ámbito delejército tal y como se puede comprobarparcialmente en los planos conservados demaniobras militares al norte y al este de laciudad. Consta además la formación y ha-bilidad de Hermosilla en el manejo de ins-trumentos de medición como la plancheta,tal y como él mismo describe en la memo-ria de su actividad en la Alhambra.

Resulta así muy difícil imaginar al graba-dor Espinosa como el único responsable detodos estos planteamientos, no resultandotan difícil imaginar que el cerebro de la ope-ración fuera el propio Hermosilla, eso sí, co-locado en un segundo plano y desarrollandoel oculto papel que, al parecer, tanto gustaba.De que la empresa requirió algo más que losservicios de un grabador da fe la referenciasobre su coste, noticia brindada por el arqui-

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LOS PLANOS HISTÓRICOS DE MADRID Y SU FIABILIDAD TOPOGRÁFICA

(12) RODRÍGUEZ RUIZ, D.: La memoria frá-gil. José de Hermosilla y las antigüedades árabes de España.Fundación Cultural COAM, Madrid, 1992.

(13) «Proporción de Escalas para el uso de los Cuerposde Artillería y Ingenieros, en cualquier especie de Mapas, Pla-nos y Dibujos, adaptadas todas al pie de Burgos dividido endoze pulgadas». El cuadro de escalas aparece reproduci-do en GONZÁLEZ TASCÓN, I.: Ingeniería española enUltramar siglos XVI-XIX, vol. 1, p. 82.

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tecto Antonio López Aguado en julio de1816 cuando al presentar un presupuestopara la ejecución de un plano de Madrid, re-fiere que el de Espinosa costó la no despre-ciable suma de 150.800 reales (14).

Según parece, algo más de la terceraparte de este dinero, 66.358 reales, es loque costó la ejecución de la gran maquetade la ciudad realizada por León Gil del Pa-lacio entre los meses noviembre de 1828 y1830, afortunadamente conservada en elMuseo Municipal de Madrid (15).

No sabemos si se trata del coste total osi esta cifra se refiere tan sólo al gasto delos materiales, sin contar el trabajo deLeón Gil, de los dos subalternos fijos y delindeterminado número de colaboradores,probablemente militares, que participaronen su ejecución.

Siempre se ha supuesto una labor pre-via de levantamiento planimétrico, cues-tión ésta de difícil credibilidad dada la sor-prendente rapidez en la ejecución del mo-delo y la ingente labor de información yejecución que debió suponer. Sobre esteaspecto existe además una precisión pocoresaltada que nos transmite Pedro FelipeMonlau al referirse a la maqueta: «... el pla-no geométrico que en 1830 se formó para normade su construcción, fue delineado valiéndose del de-fectuosísimo de Espinosa, aunque corrigiendo lasvariaciones más notables.» (16). Es lugar co-mún aceptar que la escala de la gran ma-queta de 5.220 × 3.500 mm. es la de 1/2 lí-nea por vara, relación equivalente a 1/864.

Habría que advertir que la comproba-ción gráfica aquí presentada es tan sólodiferida, pues se realiza sobre la reciente re-producción en dibujo de 20 hojas, concebi-da fundamentalmente como regalo navide-ño para su comparación con el plano deTeixeira. Debido al planteamiento del dibu-jo, no hemos utilizado su escala gráfica, nitampoco se ha podido establecer ningunamedición directa sobre la maqueta. Tansólo hemos aproximado algunas referenciasvisuales a través de los despieces de la vitri-na de cristal que la protege. De la confron-tación de estas mediciones con las referen-cias manejadas tendemos a estimar másbién una escala real en torno al valor de1/820, algo lejana al valor comúnmenteaceptado (17). Con las limitaciones de estainformación diferida y mediada a través dedocumentos ajenos, la tónica general de ladeformación de la retícula parece confirmaren términos generales la contundente afir-mación de Monlau, antes citada.

La práctica regularidad de la retículasuperpuesta al plano reducido por Coellosobre la base creada por los ingenieros decaminos Ribera, Merlo y Gutiérrez nosevidencia finalmente la expresividad demétodo utilizado y la calidad del levanta-miento topográfico efectuado por éstos.Bién puede resultar así, pues nos encontra-mos ante un plano cuyo coste de ejecuciónen enero de 1845 ascendía a la no despre-ciable cantidad de 261.972,20 reales (18).Entre las lacras de nuestra historiografíaurbana tal vez constituya una de las mayo-res el haber perdido esta obra original de14 × 11 pies (unos 3.900 × 3.060 mm.) rea-lizada a la escala de 1/1.250, citada a vecestambién como de «una pulgada escasa porcien pies».

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(14) Archivo de Villa, Madrid, ASA (1-38-13).(15) Sobre la maqueta de Madrid, PASTOR

MATEOS, E.: Modelo de Madrid. 1830. Artes GráficasMunicipales, Madrid, 1977. También se pueden con-sultar los dos artículos de CARLOS, A.: «León Gil delPalacio, una vida azarosa», Villa de Madrid, n.º 64,pp. 25-28, y «La maqueta de la Villa de Madrid, 1830»,Villa de Madrid, n.º 65, pp. 5-10. Es en este último ar-tículo donde se refiere el coste antes precisado.

(16) MONLAU, P. F.: El amigo del forastero enMadrid y sus cercanías o Madrid en la mano, Gaspar y Roig,Madrid, 1850, pág. 65. Este aspecto ya fue reseñadopor ALAMINOS LÓPEZ, E. y VEGA HERRANZ,P.: «Las colecciones del Museo Municipal de Madrid»,en Madrid en el contexto de lo Hispánico, t. 1, p. 485.

(17) La referecia de 1/2 línea por vara (1/864)parece tener su origen en MESONERO ROMANOS,R., Manual de Madrid, 1831, p. 231. DE CARLOS (op.cit. Villa de Madrid n.º 65), propone una escala de1/816 arguyendo que 1,2 mm. de la maqueta equiva-len a 1 metro, sin citar más precisiones.

(18) El expediente de este plano se encuentra enel Archivo de Villa con la referencia ASA (4-65-70).

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Figura 5Superposición de las mallas de control al dibujo de la Maqueta Gil de Palacio de 1830

MEDIDAS EN VARAS CASTELLANAS. 1 VARA = 0,836 m. ESCALA DEL PLANO 1:20.000

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Dejando para otra ocasión el estudio ydescripción pormenorizado de este plano,ya en parte atendido (19), trataremos desintetizar los hechos más notables sobre elmismo, haciendo resaltar ante todo quenos encontramos ante un documento con-cebido con una doble idea de aplicación.Por un lado, como el conjunto anterior dedibujos, testimonia a su modo una idea oimagen de la ciudad presente; al mismotiempo, y a diferencia de los anteriores, seconcibe ante todo como instrumento bási-co para el proyecto de intervención sobrela ciudad.

No deja de resultar curioso que estadoble faceta haya paliado en parte la la-mentable pérdida –esperemos que no defi-nitiva– del original. Conservamos así, porun lado, el excelente grabado dirigido porJuan Noguera y realizado a la cuarta partede su tamaño (1/5.000), al poco tiempoconvertido en plano oficial de la ciudad.Pero a su vez, y como parte del mismo en-cargo, conservamos a duras penas en elArchivo de Villa los planos parciales de ca-lles y plazas realizados en número de 580 auna proporción cuádruple a su escala ori-ginal (1/312,5). Entre la pequeña imagengeneral y las grandes y numerosas imáge-nes parciales en peligroso estado de con-servación, tendríamos así un cierto paliati-vo sobre la pérdida del documento debase, lamentando especialmente la caren-cia de información sobre las plantas de losedificios dibujados en el original, reduci-dos excesivamente en el grabado, y no di-bujados en los planos parciales.

Las noticias básicas sobre la formaciónde este plano tienen su origen inmediato enenero de 1840 a instancias de Fermín Caba-llero (1800-1876) por entonces Alcalde

Constitucional. Lo que se inició como unplano barato que aprovechase la labor deprácticas de los jóvenes estudiantes, y a tra-vés de los contactos con el Director Gene-ral de Caminos José Agustín Larramendi, seconvirtió en un ensayo más ambicioso rea-lizado durante el mes de julio de 1840 porlos ingenieros ayudantes segundos Juan deRibera Piferrer (h.1809-1880), Juan MerloFransoy (1806-d.1894) y Fernando Gutié-rrez (1806-1859) sobre 46 manzanas en tor-no a la calle de San Bernardo. En el informeentregado el cinco de agosto se citan y criti-can las fuentes cartográficas utilizadas (Pla-nimetría, Espinosa y López) y se estima unplazo de realización de un año.

El informe se acepta, aunque no seprecisa la fecha concreta de comienzo delos trabajos, que se hallaban en curso derealización en diciembre de 1840. Al cabode un año, en enero de 1842, se aumenta elencargo con una red de nivelación y el re-flejo en planta de los edificios públicos alnivel de calle, pues esta información se es-timaba indispensable para los proyectos dealineación. Tras diversos avatares en losque se entremezclan las cuestiones políti-cas y la falta de dinero con los variadosservicios para los que eran requeridos losingenieros, se llega al informe de enero de1845 en el que se refleja el coste económi-co antes citado. Después de otro informede febrero de 1846, aparece en mayo deese año la idea de la reducción del planogeneral a la escala de 1/5.000, sugerenciade Mesonero Romanos para que el planosea «grabado y expedido a precios cómodos» (20).

Finalmente, en noviembre de este mis-mo año 1846, se produce un informe su-puestamente final que aún contempla unaampliación del plazo para acabar 190 pla-nos de calles que se debieron entregar enseptiembre de 1847. En este informe finaldel año1846, argumentando sobre la con-veniencia de realizar la reducción del planogrande, se incorporan unas palabras clara-mente premonitorias: «... y por otra parte,

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(19) RUIZ PALOMEQUE, E., Ordenación yTransformaciones urbanas del casco antiguo madrileño durantelos siglos XIX y XX, Instituto de Estudios Madrileños,Madrid, 1976, pp. 217-220, MORA PALAZÓN, A.:«El Plano de Madrid de 1849, declarado Plano Oficialde la Villa», Centenario de Francisco Coello, Boletín delInstituto de Estudios Gienenses, n.º 169, julio/diciembre1998, pp. 553-562. (20) ASA (4-65-70)

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Figura 6Superposición de las mallas de control al plano de los ingenieros-Coello

MEDIDAS EN VARAS CASTELLANAS. 1 VARA = 0,836 m. ESCALA DEL PLANO 1:20.000

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cuando llegara el caso de perderse o inutilizarse eloriginal, como sucede tarde o temprano con casi to-das aquellas obras que no se multiplican por me-dio de la imprenta o el buril, quedaría al menos enese plano reducido un testimonio auténtico de otrotrabajo anterior de mayor magnitud, importanciay dificultad» (21).

Finalizado provisionalmente este breverepaso secuencial sobre los planos princi-pales del Madrid histórico, aún cabría con-siderar una breve ampliación o aplicacióndel método empleado, centrada en la posi-bilidad de aislar o extraer la trama o mallapoligonal descompuesta en triángulos queutilizábamos para efectuar un muestreo di-mensional comparativo y contrastable.

Además de esta función primaria, las fi-guras compuestas por los triángulos obteni-dos de cada documento, permiten estable-cer unas ciertas posibilidades comparativasentre los diversos planos. Estas figuras omallas son susceptibles de ser aisladas y su-perpuestas en distintas combinaciones evi-denciando así tanto una faceta complemen-taria de comprobación, como una posibili-dad directa de detectar algunas relacionesentre los dibujos históricos. De esta mane-ra, se puede demostrar hasta cierto punto siun plano está calcado de otro o si dos pla-nos proceden de diferentes campañas to-pográficas de levantamiento.

Para ello, cada malla se superpone to-mando como referencia común el centrode la circunferencia –la alusión al centrode la Plaza Mayor–, forzando además lacoincidencia del eje o lado n.º 1, distanciao relación desde este punto a la calle deAlcalá. Frente a otras posibilidades comoel respeto de la orientación de cada planoo la referencia del norte, en las que todaslas direcciones variarían, el hecho de po-ner en común una dirección permite com-parar mejor tanto el conjunto como las di-mensiones y ángulos particulares.

En esta estrategia, la referencia compa-rativa que se ha utilizado como árbitro decontrol ha sido la que se deduce del parce-

lario municipal, iniciado en 1929 y actuali-zado hasta fechas muy recientes (22). Nodeja de resultar algo paradójico el hecho deque para medir estas distancias en los pla-nos más precisos, el del Instituto Geográfi-co de 1874 y el parcelario del siglo XX, hayaque haber acudido a una estrategia comple-mentaria de cálculo analítico, pues la des-composición en hojas no permitía abordarestas mediciones con la suficiente garantía.

La superposición de las mallas o ur-dimbres topográficas de cada plano con ladel parcelario del siglo XX permite por lotanto una nueva dimensión del sistema decomprobación, que confirma en términosgenerales la prueba de la retícula. Se evi-dencia así la escasísima fiabilidad del planomás antiguo, demostrando fehaciente-mente la distorsión escalar, tanto en su fal-ta de homogeneidad como en la equivoca-da escala, seguramente incorporada concierta frescura por Frederick de Wit. En elplano de Teixeira conviene advertir que sehan ampliado las dimensiones en un 7 por100 conforme a la hipótesis antes razona-da, evidenciándose nuevamente su ciertacalidad topográfica. En términos generalesésta mejora aún en el plano de Espinosa,aumentando lógicamente la precisión en elplano de los ingenieros. La superposiciónde los planos de 1874 y del iniciado en1929 necesita de una ampliación gráfica delos nudos para poder apreciar las diferen-cias. La expresión gráfica de esta secuenciase asimila a una vibración de figuras que vadisminuyendo progresivamente conformeavanza el tiempo.

Conforme a lo que sugeríamos hace unmomento, interesa ensayar finalmente dossuperposiciones significativas: en primerlugar las de las tramas de Teixeira y Espi-nosa, y en segundo lugar la del mismoEspinosa con la trama deducida del planode Tomás López de 1785, más que proba-

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(21) ASA (4-65-70)

(22) MORA PALAZÓN, A.: «Plano topográfi-co parcelario del Ayuntamiento de Madrid», en Analesdel Instituto de Estudios Madrileños, t. XXXVII, 1996,pp. 535-547.

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Figura 7Comparación de las urdimbres geodésicas de los planos históricos con el plano

parcelario del siglo XX que se representa con línea de puntos

COMPARACIÓN DE LA URDIMBRE GEODÉSICA DEL PLANO DE MARCELLI-DEWITT Y DEL PARCELARIO ACTUAL

DE WITTPARCELARIO E: 1/20.000

COMPARACIÓN DE LA URDIMBRE GEODÉSICA DEL PLANO DE ESPINOSAY DEL PARCELARIO ACTUAL

ESPINOSAPARCELARIO E: 1/20.000

COMPARACIÓN DE LA URDIMBRE GEODÉSICA DEL PLANO DE IBÁÑEZ IBEROY DEL PARCELARIO ACTUAL

IBÁÑEZ IBEROPARCELARIO E: 1/20.000

COMPARACIÓN DE LA URDIMBRE GEODÉSICA DEL PLANO DE TEXEIRAY DEL PARCELARIO ACTUAL

TEXEIRAPARCELARIO E: 1/20.000

COMPARACIÓN DE LA URDIMBRE GEODÉSICA DEL PLANODE COELLO/INGENIEROS Y DEL PARCELARIO ACTUAL

COELLOPARCELARIO E: 1/20.000

E: 1/5.000

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Figura 8Comparación de la urdimbre geodésica del plano de Espinosa (a línea de puntos), con

los de Teixeira y Tomás López

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LOS PLANOS HISTÓRICOS DE MADRID Y SU FIABILIDAD TOPOGRÁFICA

Figura 9Cuadro comparativo de las dimensiones y escalas de los planos principales referidos a

las medidas del parcelario del siglo XX

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ble reducción directa del plano de Espino-sa, aunque con sus propios valores en loque a la información sobre la ciudad se re-fiere.

Se trataría así de ofrecer una prueba deque el plano de Espinosa, aunque lógica-mente hubiera tenido en cuenta el planode Teixeira como una posible base infor-mativa, responde a una campaña de levan-tamiento específico, como confirmaríatambién su mejor precisión dimensional.No obstante, y atendiendo ahora a la se-gunda superposición no convendría per-der de vista la relación de las tramas de losplanos de Espinosa y López, pues aunqueparece clara la reducción casi directa quehizo López del plano de Espinosa, no dejade apreciarse una leve vibración tal vez de-bida a los movimientos del papel o, segúnpresumía el geógrafo, a las correcciones ymejoras realizadas por él mismo.

Como resumen del camino aquí reco-rrido, ofrecemos finalmente un cuadrocomparativo de las observaciones efectua-das, en el que en la casilla de la derecha setrata de cuantificar el error medio de las di-mensiones propuestas en cada caso con lareferencia comparativa del parcelario delsiglo XX. En ella se distinguen los porcen-tajes de error en dos bloques: aparecen así,

por un lado, las 10 medidas principales delcasco de población, generalmente mejorajustadas, mientras que se consideran enotro grupo las medidas periféricas que,normalmente, presentan mayor distorsión.En el caso del plano de Teixeira se ofrecenlos porcentajes de las medidas directas se-gún su escala gráfica (arriba) y las que re-sultarían del factor de corrección hipotéti-co aquí propuesto (abajo). La confronta-ción integral de todos los datos creemosque tiende a apoyar nuestra hipótesis, uotra similar, pues parece evidente la con-tradicción entre la relativa corrección an-gular con la fuerte distorsión dimensional.

De cualquier modo, habría que enten-der este trabajo como un alto en el caminoque esperamos poder continuar en unadoble estrategia de perfeccionamiento;por un lado, en la paciente labor planimé-trica de reconstitución de la ciudad de Ma-drid en curso de realización, y por otro, enel empleo de la nueva base planimétricaprocurada por la restitución fotogramétri-ca, el nuevo parcelario de la ciudad que,aunque fundado en el siglo XX, servirácomo base del proyecto de la futura ciu-dad del siglo XXI y, sin duda, como privile-giado instrumento para el mejor conoci-miento de su pasado. n

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