LOS POETAS DE LA GUERRA -...

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file:///D|/xampp/htdocs/bdigital/secciones/literatura/autores/70/obras/!70_523.htm[05/07/2013 10:01:18] LOS POETAS DE LA GUERRA Preparada principalmente por el general Serafín Sánchez, con la colaboración de un grupo de patriotas que tomaron parte en la primera guerra de independencia, bien desde los campos de batalla, bien desde el destierro, esta recopilación salvó del olvido a algunos constructores de la nación que, por su condición de humildes operarios, no estaban llamados a figurar en historias y antologías; y contribuyó a popularizar el lado-poético del sacrificio que fue – que es– la vida de los libertadores. Con su genial clarividencia, Martí antepuso a la colección un preámbulo que sirviera de escudo a aquellos artesanos, del verso, improvisadores en su mayoría, frente a la agresión de la crítica académica, exigente por antonomasia, y en este caso posiblemente al servicio de la reacción colonialista. Como dijo el Maestro de aquellos poetas guerreros: "Su literatura no estaba en lo que escribían, sino en lo que hacían." Claro está que este librito, publicado por primera vez en 1893, contiene solamente poetas y poesías de la Guerra Grande. Ya en 1928 José Manuel Carbonell reunió en un volumen de la colección titulada Evolución de la Cultura Cubana, una selección de La Poesía revolucionaria en Cuba desde sus orígenes hasta las postrimerías del siglo XIX. Pero exceptuando la inclusión de los versos publicados en Los poetas de la guerra, allí no figuran muchas composiciones de sabor popular. (Tomado de la Advertencia editorial a Los poetas de la guerra: colección de versos a la independencia de Cuba:pról. de José Martí.__La Habana: Universidad de La Habana, 1968.)

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LOS POETAS DE LA GUERRA

Preparada principalmente por el general Serafín Sánchez, con la colaboración de un grupo de patriotas que tomaronparte en la primera guerra de independencia, bien desde los campos de batalla, bien desde el destierro, estarecopilación salvó del olvido a algunos constructores de la nación que, por su condición de humildes operarios, noestaban llamados a figurar en historias y antologías; y contribuyó a popularizar el lado-poético del sacrificio que fue –que es– la vida de los libertadores. Con su genial clarividencia, Martí antepuso a la colección un preámbulo quesirviera de escudo a aquellos artesanos, del verso, improvisadores en su mayoría, frente a la agresión de la críticaacadémica, exigente por antonomasia, y en este caso posiblemente al servicio de la reacción colonialista. Como dijo elMaestro de aquellos poetas guerreros: "Su literatura no estaba en lo que escribían, sino en lo que hacían."

Claro está que este librito, publicado por primera vez en 1893, contiene solamente poetas y poesías de la GuerraGrande.

Ya en 1928 José Manuel Carbonell reunió en un volumen de la colección titulada Evolución de la Cultura Cubana, unaselección de La Poesía revolucionaria en Cuba desde sus orígenes hasta las postrimerías del siglo XIX. Peroexceptuando la inclusión de los versos publicados en Los poetas de la guerra, allí no figuran muchas composiciones desabor popular.

(Tomado de la Advertencia editorial a Los poetas de la guerra: colección de versos a la independencia de Cuba:pról.de José Martí.__La Habana: Universidad de La Habana, 1968.)

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FRANCISCO LA RÚA

LOS POETAS DE LA GUERRA

¿Y quedará perdida una sola memoria de aquellos tiempos ilustres, una palabra sola de aquellos días enque habló el espíritu puro y encendido, un puñado siquiera de aquellos restos que quisiéramos revivir con elcalor de nuestras propias entrañas? De la tierra, y de lo más escondido y hondo de ella, lo recogeremostodo, y lo pondremos donde se le conozca y reverencie; porque es sagrado, sea cosa a persona cuantorecuerda a un país, y a la caediza y venal naturaleza humana, la época en que los hombres, desprendidosde sí, daban su vida por la ventura y el honor ajenos. La indignación misma ante la envidia y codicia quemalean, hipócritas o descaradas, las virtudes más finas, trae en sí como cierta piedad, y un deseo ciego ydominante de perdón y olvido; porque sobre todo cuanto cubrió derrama su belleza la luz de aquellostiempos consoladores y muchas veces sobrenaturales. Una noche de poca luz, después del día útil, en elrincón de un portal viejo de las cercanías, de New York, recordaba un general cubano, rodeado de ávidosoyentes, los versos de la guerra. Los árboles afuera, árboles fuertes y nervudos, recortaban el cielo, yparecían caricia a los muertos, al bajarse una rama rumorosa, o revés, al erguirse de súbito, o, hilera deguardianes gigantescos, con el fusil a la funerala, al borde de nuestra gran tumba. El robusto recitador,sentado como estaba, decía como de lejos, o como de arriba, o como si estuviese en píe. Las mujeres,calladas de pronto, acercaron sus sillas, y oían fluir los versos. El respeto llenaba aquella sombra. ¿Por qué,–dijo uno– no publicaremos todo eso, antes de que se pierda;. antes de que caigan tal vez, con las estrofasa media decir, los bravos, que las recuerdan todavía? Y en la prisa de trabajos mayores, como quien sedescubre un instante la cabeza en la humildad del alma y conversa en la tiniebla con los suyos antes deseguir el camino arduo, se publican los versos que Serafín Sánchez, el recitador de aquella noche, aprendióde los labios de los poetas, en los días en que los hombres firmaban las redondillas con su sangre.

De copia en copia han venido guardándose, o en la. memoria agradecida, los versos de la guerra. Ni luztiene el sol, ni hermosura la naturaleza, ni sabor la vida, mientras corren riesgo constante de degradaciónlos hombres que nacieron en la misma tierra que nacimos; ni el desahogo y regalo de la pluma parecen,con justicia, digna ocupación, cuando la sangre toda de las venas arde por derramarse, de abono y semilla,en la tierra donde los hombres no pueden vivir en paz, con su honor, ni emplear en su bien y en el delmundo la riqueza oprimida de su pensamiento. En los descansos de esta fatiga creciente, que sólo ha decesar cuando la patria sea feliz o la vida se extinga, –porque no hay dicha privada que emancipe alhombre, criatura y compuesto de su pueblo, de su deber público; en los instantes de bochorno, raros porfortuna, en que se ve caer una honra de su antigua cumbre, a sentarse a un pan vil, o en los de santorecogimiento, cuando el ánimo decidido, como para ponerlo en lo futuro, busca en la memoria el honorpasado, –los cubanos leales, a la sombra de un viejo o de un valiente, se juntan a recordar las hazañas yla gloria, y los versos. Tiene la guerra su poesía famosa, ya porque expresaba, en la forma ingenua yprimeriza del mártir novel, los puros sentimientos que sacrificó alegre al de la patria, ya porque a filo dechiste le descabezaban al contrario una insolencia, ya porque dicen hechos tales de sacrificio y ardor queponen como una majestad involuntaria e inviolable sobre los que en aquel aire respiraron, y contra eltestimonio de sus venas pugnarían luego en vano por negarse el honor de haber sido en él héroes otestigos. Periódicos hubo allí como El Mambí, El Cubano Libre, La Estrella Solitaria, y La Estrella de Jagua,de Hurtado, donde, en el tipo mínimo de aquellas cajas andariegas, vio la luz mucha poesía generosa ehistórica; ocios hubo allí amables, y certámenes en ellos, y hasta un libro manuscrito llegó a componerse,de lo mejor que se recitaba en una casa amiga; valiente tuvo la Revolución que no bien salvado en la cejaprotectora, de la sorpresa de la sabana donde perdió los espejuelos, narraba-, envuelto aún en el humo, sucómica agonía; los combates y la amistad y el amor fueron puestos en rima o romances, inferiores siempre,por lo segundón y mestizo de la literatura en que se criaron, a las virtudes con que en ellos se copiabaninsensiblemente los poetas. Su literatura no estaba en lo que escribían, sino en lo que hacían. Rimabanmal, a veces; pero sólo pedantes y bribones se lo echarán en cara; porque morían bien. Las rimas eran allíhombres: dos que caían ¡untos, eran sublime dístico; el acento, cauto o arrebatado, estaba en los cascosde la caballería. Y si hubiera dos notas salientes entre tantos versos de molde ajeno e inseguro, en que elespíritu nuevo y viril de los cubanos pedía en vano formas a una poética insignificante e hinchada, seríanellas la púdica ternura de los afectos del hogar, encendidos, como las estrellas en la noche, en el silenciosocampamento, y el chiste certero y andante, como sonrisa de desdén, que florecía allí continuo en medio dela muerte. La poesía de la guerra fue amar y reír. Y acaso lo más correcto y característico de ella es lo que,

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por la viveza de sus sales, ha de correr siempre en frasco cerrado. En los labios de todos, entre otrosmenos conocidos, están los nombres de los poetas. Miguel Gerónimo Gutiérrrez y Antonio Hurtado del Valle,y José Joaquín Palma y Luis Victoriano Betancourt, y Antenor Lescano y Francisco La Rúa, y Ramón Roa.Hay versos que hacen llorar, y otros que mandan montar a caballo.

La rima, que entretiene el dolor, fue en los largos descansos de la guerra tarea de enfermos y de heridos,o piedad con que el poeta animaba al ejército hambriento y desnudo, o crónica en que se iba viendo, endías de poca imprenta, los deseos y juicios de la Revolución e historia de sus sucesos principales, o formasencilla, e inadecuada casi siempre, de sentimientos y escenas heroicas. Catorce años van pasados, quehan sido años de veras, desde que por sorpresa o desmayo comenzó la tregua en Cuba; y no se reúne unacasa de entonces o un poco de nuestro honor antiguo, sin recordar una anécdota gloriosa y picante deltiempo fuerte y bueno, o a un bravo chistoso, o un cuadro conmovedor, o el zancudo soneto y sueltadécima en que aquellos poetas naturales los conmemoraban. Habla Tomás Estrada Palma, autor a la vezdel decreto de muerte a los cubanos traidores y de la fina trova a la modestia y piedad de las hermanas deFernando Figueredo; y recuerda, como entre nubes de pólvora, la procesión patriótica, poco después de latoma de Bayamo, en que salió de libertad la hija de Perucho, e iba el pueblo cantando tras ella el himnoque en el arrebato del triunfo había compuesto el padre: De Las Villas sabe mucho Néstor Carbonell, y élcuenta el porte noble de Miguel Gerónimo y su verso doloroso, y la melancolía y enfermedad del pulcro ytierno Hurtado, y de José Botella, que a consonantes puros, y con otros recursos ingeniosos, logró curar alos oficiales en barbecho de la manía de probar unos en otros el acero que por enfermos o desocupados nopodían blandir en pelea: en un bohío estaban como diecisiete valientes, con una sed que daba náuseas, yles hacía ver enemigos o serlo entre sí; cuando un ojo baqueano divisó por allá arriba uno que parecíapanal suculento, y resultó, luego de derribado, cuajo de cera, sin más que un dedo de miel, que cupo ensuerte al compasivo Coll, en premio del mejor soneto entre los que se disputaron el panal. Si no hay moñosalrededor, nunca falta quien recite las décimas aquéllas de Luis Victoriano a don Julián de Mena; o tantacosa suya de franco giro y epíteto desenvuelto; o la décima de Antenor a Villergas, en que el chispeantecamagüeyano, autor más tarde en México de versos reales y sentidos, le volcó sobre la cabeza aldemagogo alquilón la caricatura con que en El Moro Muza se quiso burlar de los fundadores de un pueblo.O se está en familia, entre Barrancos y Guerras, contando como se vivía, en terror y orgullo, por losprimeros años de la Revolución, y pinta Benjamín Guerra, que ya a los doce años era caballero de lalibertad en nuestros montes, el modo con que volvió al rancho libre el abuelo de la casa: –tenía el viejo aNuevitas por cárcel, y para que le viese la humillación el pueblo entero, le hacían subir todos los días laloma del gobernador a la pobre barba blanca; pero José de Armas fue, cuando la visita de arreglos, ydieron al abuelo permiso de volver a su familia: a caballo loco venía el niño a saber novedades, cuandodivisó al anciano, torció jáquima y voló a decir al rancho la felicidad: de la puerta del rancho salía a poco lafamilia entera, con los hijos alrededor de la abuelita, y el sol sobre el grupo, y en las manos de la abuela labandera cubana: el viejo, al verla, se quitó el sombrero, se mesó la barba blanca, y rompió en una décima,mala y sublime, que empezaba así:

Esa bandera adorada,que llena mi corazón de placer, satisfacción, al verla en tu mano amada...

Y si se habla con Fernando Figueredo, es de no alzar la mano del papel, porque pinta como sí se les viesea toda aquella compañía de gloría, y no hay canción, que él no sepa, ni memoria tierna o picante, ni quienle gane a contar con intención y cariño, ni quien saque más risas cuando narra el ataque al poblado deYara, en que para conocerse en la oscuridad los cubanos entraron desnudos de cintura arriba, y tenercamisa era cosa infeliz; pero no fue tan bien como pudo en aquella ocasión a los cubanos, por lo que losespañoles los burlaban en unas estrofas bizcas, cantadas a coro en la retreta, y a las que Fernandocontestó con dichosa parodia, que los voluntarios mismos de Yara cantaban después:

Sin cardias, triunfantes, entraron, ante el mundo mostrando, orgullosos, que aunque pobres son libres, dichosos, siervos no de un tirano opresor.

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Pero lo mejor de Fernando es cuando cuenta cuán mal le pareció a aquel gigante ingenuo, al leal y geniosoModesto Díaz, que Tomás Estrada tuviese de secretarios a Francisco La Rúa y a Ramón Roa: –Ven acá,hombre: ¿cómo has consentido que Tomás haga eso?"– "Pero, don Modesto, sí son dos magníficospatriotas!" –`Mira, hombre, qué patriotas ni qué magníficos: pues a mí me han dicho que son dossinvergüenzas". –"Don Modesto,, ¡si no hay quien les ponga punto a esos dos mozos!, ¿qué malqueriente ledijo esa maldad? –"Hombre, mira: a mí no me dijeron que eran sinvergüenzas: a mí me dijeron no más queeran poetas".

Pero en la casa de toda una mujer, de Loreto Castillo de Duque de Estrada, fue donde tuvo la poesía de laguerra más largo y abrigado asiento. La casa estaba en San José de Guaicanamar, que los testigosdichosos de nuestra grandeza pintan como potrero extenso y feraz, donde residía de uso el Gobierno; ohabía siempre correo que pudiera dar con él. Otros ranchos eran de horquetas de caballete, con tresluengas yaguas de montura, que arrastraban en tierra, y adentro la hamaca: algún rancho fue recio yforrado, como el de Francisco Sánchez, a quien se le sujetó la tisis tenaz en la salud de la guerra: la casade Loreto era, como las más de las cercanías, con la pared de lo que hubiese, y de yagua las puertas, y eltecho de ella también, o de guano o manaca. Por sillas sólo había la hamaca de preferencia, o bancos decuje, o troncos de árbol, pero la limpieza campesina hacía a todo el mundo llevarse la mano al yarey. Y allíse juntaban las mejores visitas. Duque de Estrada era silencioso, y Loreto vehemente y resuelta, baja decuerpo, y de ojos relampagueadores cuando la sacaba del asiento la indignación, o contaba un lanceapurado de su propia vida, como el de la bandera de las camagüeyanas para Enrique Reeve, bordada aojos públicos, que ella plegó con mucho esmero bajo el cáliz, a que la bendijese con él el arzobispo deSantiago: o decía sus angustias de cuando salió del Príncipe a la guerra, toda colgada en lo interior demedicinas, paquetes y jarros, y al entrar en la casa de las afueras, de donde pensaba irse de escondite,halló de visita a un capitán que cortejaba en la familia, y era de ver la falda aquella que no podía moversesin música y denuncia: o hablaba de la infelicidad de Cuba y de la muerte cruenta de sus hijos, y losguerreros oían a la mujer con la cabeza baja. Herminia, la hija, era de todos amiga discreta e inocente, ysiempre fue como quien sabía que sin sonrisa de mujer no hay gloría completa de hombre. Allí iban todaslas edades, y el Ejército y el Gobierno, y el Camagüey y los habaneros con el Oriente y Las Villas: EstradaPalma, a todas horas cortés, visitaba con el Presidente, que era Spotorno entonces, y hombre de tantaurbanidad como ímpetu: Eduardo Machado ponía en todo su gracia serena, y aquel simpático mérito suyo,que no se complacía en deslucir el ajeno: allí el más puro, La Rúa; el más constante, Juan Miguel Ferrer; elmás intencionado, Luis Victoriano Betancourt; el más caballeroso, Fernando Figueredo ; el más decidor,Marcos García; el más original, Ramón Roa. Allí, entre versos propios y . extraños,corrían las horashonrosas. Herminia -recitaba, de poetas de Cuba, o alguna romántica melodía traída a la memoria de losmejicanos o los caraqueños: recordaba Machado, a El Hijo del Damují, con la doliente voz de su cuerpomenudo, y su mano altiva y rota: quién recitaba un soneto de Céspedes, o las décimas guerreras de antesde la Revolución, o el himno de Holguín, que compuso Pedro Martínez Freire, o un feliz estribillo, que todoOriente cantó, de José Joaquín Palma, o los demás versos de él, que son, en lo serenos y lúcidos, como lasclavellinas del Cauto. En recitar era siempre, el primero Marcos García, por su voz obediente y briosa, y elsentido que daba a El Beso, de Milanés o al Nocturno, de Zenea, o a lo mejor de la poesía de España.Fernando Figueredo, con su hidalgo reposo, decía, del corazón más que de los labios, las décimas queescribió a su madre cuando el combate de Báguanos, o versos de ternura y lealtad a una flor de la guerra.Por la virtud del poeta parecían más bellas las estrofas propias que llevaba La Rúa, y él fue quien con suletra franca y cuidada escribió el único tomo de La Lira Mambí, perdido acaso, donde está lo mejor que.entonces se compuso o dijo en la casa de Loreto. Luis Victoriano, guardando para lid mayor el corazón altoy estoico, era rima continua, quebradiza y risueña, y ponía en musa la gacetilla toda de la República, y lade Guaicanamar. Y Roa, en los romances, felicísimo, siempre iba allí con uno nuevo, bien de burla amigablea los transidos amigos de Herminia, bien de agorero regocijado, pintando su entrada triunfal en elCamagüey, con más lauros que ropa, y a las bellezas todas de su amistad rodeándolo solícitas, y a él entretantas tentaciones ,impasible, porque, como decía el último verso: el buey suelto bien se lame. – O eratriste la reunión a veces, porque alguno de los que estuvieron antes en ella no volvería ya jamás a recitarversos.

Convite y nada más es este libro, a todos los que saben de versos de la guerra, para que, siquiera sea sinorden ni holgura, salven, por la piedad de hermanos o de hijos, todo lo que pensaron en nuestros días deNación los que tuvieron fuego y desinterés para fundarla. Lágrimas cuajadas son algunas estrofas deaquéllas o bofetones, o mortal despedida, y puede hallarse más de una vez entre el follaje y relleno de la

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jerga poética española, el rasgo franco y preciso del verdadero genio. Pero la poesía de la guerra no se hade buscar en lo que en ella se escribió: la poesía escrita es grado inferior de la virtud que la promueve ; ycuando se escribe con la espada la historia, no hay tiempo, ni voluntad, para escribir con la pluma en elpapel. El hombre es superior a la palabra. Recojamos el polvo de sus pensamientos, ya que no podemosrecoger el de sus huesos, y abrámonos camino hasta el campo sagrado de sus tumbas, para doblar anteellas la rodilla, y perdonar en su nombre a los que los olvidan, o no tienen valor para imitarlos.

José Martí

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PEDRO FIGUEREDO

LOS POETAS DE LA GUERRA

PEDRO FIGUEREDO

EL HIMNO DE BAYAMO

La Bayamesa, por La Marsellesa, fue compuesta por Pedro Figueredo, el indómito revolucionario, mesesantes del pronunciamiento de Yara. La Bayamesa se tocaba por las bandas criollas de la localidad, secantaba por las damas y se tarareaba por los muchachos de la calle. Aquel pueblo, que acariciaba ya larevolución, daba así expansión a sus sentimientos patrios mucho antes de lanzarse a la lucha.

Bayamo cayó en poder de la Revolución. El 20 de Octubre, a las diez de la mañana, cuando las campanastocaban a vuelo, cuando vitoreaba la multitud ebria de gozo, cuando los colores de la libertad, sin orden,sin concierto, aparecían en todos los balcones, en todas las casas, cuando toda la ciudad entusiasmadaanunció el triunfo de las armas de la Revolución, apareció rodeado por la multitud, en el centro de la plazade la Iglesia, erguido sobre su jadeante caballo, que arrojaba sangre por los ijares y espumas por la boca,un hombre -quemado por el sol, desconocido por el polvo, que sombrero en mano gritaba: ––"¡Bayameses,viva Cuba!” y en medio del frenesí que enloquecía a aquel pueblo, en medio de las lágrimas y la alegría,rompe la orquesta y llena los aires con los dulces acordes del himno La Bayamesa.

En seguida Pedro Figueredo rasga una hoja de su cartera, y cruzando su pierna sobre el cuello del ardientecorcel, escribe la octava, hoy famosa. El pueblo hizo coro, la cuartilla de papel corrió de mano en mano y elmismo Figueredo ordenó la marcha que al son de la música recorría las calles y entusiasta exclamaba: “––-Que morir por la patria es vivir"; y mientras los españoles se rendían, el pueblo cantaba y el autor de LaBayamesa, ebrio como Rouget de Lisle, ebrio de gozo por su triunfo, hacía popular su canto de guerra,cuyo espíritu selló cuando pocos años más tarde era conducido en ignominiosa procesión a través de lascalles de Santiago de Cuba, donde lanzó su último aliento acribillado a balazos, exclamando orgulloso,soberbio: “––-¡Morir por la Patria es vivir!"Fernando Figueredo.

EL HIMNO DE BAYAMO

Al combate corred, bayameses, Que la Patria os contempla orgullosa: No temáis una muerte gloriosa,Que morir por la Patria es vivir.

En cadenas vivir, es vivir En afrenta y oprobio sumido: Del clarín escuchad el sonido¡A las armas, valientes, corred...

Pedro Figueredo

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ANTONIO HURTADO DEL VALLE

LOS POETAS DE LA GUERRA

ANTONIO HURTADO DEL VALLEEl hijo del Damují

A MÉJICO

Cuba, en sus diez años de lucha, en su guerra de igual motivo y de igual fin que las de todas lasRepúblicas de la América antes española, tuvo siempre la esperanza puesta en esa familia de puebloshermanos: ¡era imposible, verdaderamente, que los que debían su existencia de hombres libres, a Hidalgo,a Bolívar, a San Martín, abandonasen, en la desigual y bárbara pelea, a los que luchaban por lo mismo quelucharan ellos! Y estuvo una ocasión decidido pues, de que de los campos de Cuba saliese un enviado aMéxico. ¿Quién mejor que Antonio Hurtado del Valle, que a la pureza de su republicanismo, y a la exquisitadelicadeza de su amor patrio, unía los atractivos del poeta sincero y conmovedor? Fue electo Hurtado; y enlos días de esperanza en que tuvo por cierta su misión que no pudo realizarse, compuso, como si estuvieraya pisando las playas amigas, los versos que con el título "A México" encontrarán eco en todo corazónamericano.Serafín Sánchez.

A MÉJICO

¡Salud, oh rica tierrade- gigantes volcanes coronada,en cuyo seno espléndido se encierrala historia misteriosa de una razaguerrera, y sepultadaen la sombra del tiempo silenciosa!iY esto es verdad, y en venturoso día me conduce a estas playas la, fortuna! Dejadme alzar mi cántico salvaje,y permitid que rinda el alma mía del gran Hidalgo a la soberbia cuna cariñoso homenaje.Yo en mis sueños de bardo te veía, ¡oh, Méjico gentil !: me figuraba tus verdes campos, tus pintadas flores, tus tribus de magnífico plumaje,tus vírgenes morenas, tus guerreros repeliendo de Puebla en la muralla numerosos y bravos invasores cubiertos de brillantes armaduras, humillando en las fértiles llanuras las águilas altivas de la Francia.

Mi mente juvenil te concebía de selváticas galas ataviada enamorando al sol del Mediodía. En tu recinto, en fin, hice mi entrada y al verte tan feliz y tan hermosa bajo ingrávida bóveda azulada, mi primer impresión quedó borrada por una realidad esplendorosa;que en vano la potente fantasía ejercitó fecunda su paleta

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en pintar tu belleza majestuosa rara, agreste, magnífica, bravía, porque tú eres más bella todavía a los húmedos ojos del poeta!

Cuando desde la nave voladora en que las ondas férvidas surcaba descubriendo mi vista abarcadora el elevado pico de Orizaba,sobre la raya azul del horizonte,¡con qué emoción tan grata palpitaba mi pecho a vista del erguido monte, y, soñador sobre el abismo alzado,centinela de México altaneroque, viéndome extranjero,el "¡quién vive!" me daba desconfiado, y la mar a mis pies lo repetía!Yo en óptica ilusión embelesado así le respondía:"No vengo aquí como Cortés osado, con la ambición mezquina de un tesoro desde las costas áridas de España buscando desoladoen cualquiera granítica montaña abundante depósito de oro;no vengo como aquel aventurero acompañado de esforzada gente, y la espada ceñida del guerrero, a convertir en degradado esclavoa un pueblo noble, cándido, inocente, que si a la altura se elevó- de un bravo destruyendo sus frágiles bajelespara entrar en la tierra mejicana, cuando esta hazaña realizó no vista trajo superstición, suplicios crueles, y el bárbaro derecho de conquista que esclavizaba la nación indiana.

Y yo ¿qué traigo? un corazón de artista que las obras de Dios canta y adora,y en patrio fuego arde y fácil se enamoraa la salida de la rubia aurora, y al morir melancólica la tarde. No me conduce aquí sed de riquezas ni vengo a destruir con ruda manoel bienestar de un pueblo independiente; que vengo sólo, trovador cristiano,a pedir en mi cántico doliente, que acaso al éter resonante, suba, el óbolo de un pueblo americano para fundar la libertad de Cuba.

II

"Vuela,–la PaIria me dijo un día–

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anda a esa tierra de libertad,donde ya muerta la tiranía todo promete felicidad.

Dila que lucho porque he lanzado glorioso grito de rebelióncontra el saqueo desenfrenado de la española dominación;dila que sola no temo a España, y que lastiman mi dignidadlos que pretenden que a raza extraña deba mañana mi libertad.

Empero dila que soy su hermana, la misma raza, la misma feen esa forma republicanaque ideal hermoso de Hidalgo fue;que, pues la suerte ya le sonríe, me dé una lanza con qué pelear, y los auxilios que ella me envíe agradecida sabré pagar".

Cuba la heroica, la denodada, la joven india no fatigadaen larga lucha con su opresor, así me dijo tomó mi espada, dióme el arpa del trovador.

Oh! si con ella creara flores con los perfumes embriagadores de las que nacen en mi país, que no supera con sus primores el arte mágico de París;

Sí las creara, ¡con qué alegría, oh, mejicanas, os formaría alfombras dignas de vuestros pies! Pero mi tímida poesíapálida y triste y estéril es.

En suelo extraño, sin ilusiones, me lanzo en largas contemplacionesa mi risueño valle natal,donde quedaron mis afecciones y de mis trovas el manantial.

Y en cada aurora, y en cada rosa, y en cada fruta fresca y sabrosa,y en cada nube que admiro aquí, recuerdo a Cuba que es tan hermosa, aquella tierra donde nací.

Tiene canoras aves galanas lagos azules, verdes sabanas en donde reina perpetuo abril, que es de las islas americanas la más gallarda, la más gentil.

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Lame sus plantas el mar bravío; en las serenas noches de estío, de las estrellas al resplandor, como a las flores baja el rocío baja a las almas lluvia de amor.

III

Yo vengo de esa tierra que devora el aliento de Marte,y el ruido de sus últimas batallas paréceme escuchar. Asoladora del ibérico déspota la furiapor ciudades y campos va dejando rastro de sangre, lastimosa huella, como pasa a las veces arrasando por las verdes campiñas la centella.

El anciano labriego cuya frente respeto inspira al corazón más duro; la campesina virgen inocenteque le sirve de báculo seguro .y cuyo honesto porte interesante a las claras revela su decoro; en su cuna pacífica el infantede rojos labios y cabellos de oro,y a su lado, la madre que anhelante vela sus sueños de color de rosa, pareciendo en la rústica cabaña viva imagen de tórtola amorosa. . . ¡cuántos como este cuadro de familia destrozaron los vándalos de España!, Miradlos! en tropel sus batallones se lanzan ¡ay! sobre la choza fieros rugiendo imprecaciones,y ni tienen aspecto de guerreros ni otra cosa parecen que ladrones. Ya invaden el hogar con ceño duro y la chusma españolase entrega a la rapiña, y son en vano las lágrimas, los ruegos, porque inmola a la virgen gentil, el ángel puro,y a la madre, y al niño, y al anciano.

¡Oh Patria, cara Patria! quien no siente inflamarse de cólera su senoante crímenes tales; quien no anhela verter de su rencor todo el veneno contra esa odiosa raza de tiranosque con sistema bárbaro, inclemente, exterminar pretende a los cubanos ¡ni tiene corazón noble y ardiente, ni merece vivir entre cristianos!Pueblos que ayer blandisteis la cuchilla con heroico valor, con faz serena,y las huestes venciendo de Castilla del esclavo rompisteis la cadena,

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qué! ¿no escucháis la desigual pelea que ruge a vuestras puertas todavía entre un pueblo valiente, pero débil, y una fuerte y antigua monarquía. ¿Tres años de matanza no han bastado a despertar la América? ¿O reposa incauta en los laureles del pasado?

¿Será que, falta del antiguo bríoy de hermosa, virtud, republicana esquive afeminada el desafíola heroica juventud americana? ¿Será que impunemente el europeo de la América insulte la bandera, en Cuba abriendo retador torneo con arrogancia fiera?

¡Imposible! ¡imposible! En ira ardiendo los hijos de Colombia generosaya parten a la lid, dejan sus lares y a las playas de Cuba cariñosa vuelan cruzando los tendidos mares! Alarmada despierta Venezuelay el unánime grito de venganzade pueblo en pueblo resonando llega: y es que el pirata de la Europa lanza, preñado de ambiciones,a manera de monstruo furibundo el plomo destructor de sus cañones bajo el cielo feliz del Nuevo Mundo. "Castiguemos, en fin, tanta osadía,y pues tiene desnudos sus aceros en tierra de Colón, la tiranía,al combate volemos, compañeros, que ni cobardes Venezuela críani se hacen esperar los caballeros…”Así los hijos de Bolívar, viendo que España intenta mantener esclavosen suelo americano, y revolviendo grandes recuerdos de un pasado hermoso, su espíritu entusiasta se recreay en alas de entusiasmo generoso arrójanse, también a la pelea.

Y tú, noble herederadel patrio amor y de la espadadel gran Morelos, juventud brillante ornamento de Méjico, que fíael futuro esplendor de su banderaa tu aliento, a tu brazo, a tu hidalguía;tú, en la guerra terrible y denodada como en paz apacible y deleitosa, ¿la postrera serás en la cruzada que inaugure la América enojada y del honor continental, celosa?Si defender de libertad los fueros es deber de los libres, no ya tardes,

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y demuestra a tu vez a los iberos que ni nacen en Méjico cobardes ni se hacen esperar los caballeros. La liza abierta está. La lira mía que de un cubano corazón exhala el ansia y el dolor, hoy te señala bello el camino que a la gloria guía. Levanta, pues, ¡oh juventud! la frente en brillante legión organizada,y conquista a tu patria floreciente nueva corona de laurel ganadabajo el pendón de Cuba independiente.

A CAMPRODÓN

Pocas veces se ha prestado la rima a empleo más infeliz que cuando Camprodón puso en ella las burdasacusaciones y profecías con que el peor vulgo de España increpaba la guerra de independencia de Cuba;una guerra que muchos españoles admiraban, y en que muchos españoles, avergonzados del desgobiernoe inhumanidad de su Nación, tomaron parte tan pura como la del desinteresado y amadísimo Huerta, tanvaliente como la de Dorado y Villamil: tanto que si a los revolucionarios de más peso en Las Villas, porejemplo, se les pregunta por un tipo perfecto de civismo y valor en la guerra cubana, sin vacilar respondenlos cubanos: –“El español Huerta”. Lo que se odia es la presión injusta sobre el hombre, y su explotacióninjusta, no al hombre bueno y liberal, porque ha nacido en la tierra de los opresores y explotadores. Huertapeleó, por la humanidad: Camprodón, con lira infeliz, se puso del lado de los que la ahogaban en crímenesy sangre. Y la indignación fue mucha en un pueblo de poetas, que ven en el verso como forma superior ypura de las bellas pasiones, y padecían de verlo así rebajado y prostituido. A muchas respuestas dio origenla infortunada poesía de Camprodón; en la Habana, un niño osado le llevó otra oda de .respuesta al palaciomismo del Cerro, de sala de seda blanca y oro, donde el dramaturgo catalán solía ir como amigo preferido:-es famosa y difícil de hallar, la contestación que le dio, Luis Victoriano Betancourt: la que Patria publica, yalcanzó mayor popularidad que todas, es obra de la noble vena de El Hijo del Damují, aquel hombre tiernoy admirable cubano, aquel modelo de hombres.

Serafín Sánchez.

A CAMPRODÓN

¡Oh bardo! ¡oh Camprodón!. ¿Qué ciego encono motiva los insultosque en insolente tono,en tono indigno de escritores cultos, vomitas esta vez? ¡Ah! se diríaque ha enojado al autor de Flor de un día llegar de Cuba a las risueñas playas como un bajá venido de Turquía,y encontrar el fragor de las batallas en lugar del turrón que hallar quería

Al palaciego trovador extrañaque abjure al fin de su materna cuna el joven pueblo que entusiasta adoro, sin ver que madre se fingió su España para llevarse de mi patria el oro!Para llevarse el oro han procurado que esclavos haya y el impuesto suba, y viene Camprodón como empleado

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a la Hacienda de Cuba…!Para llevarse el oro ¡fariseos! venís aquí de catadura extrañaa ejercer del Gobierno los empleos, nueva langosta que nos manda España…!Para llevarse el oro, larga lista lanzó de aventurerosa realizar de Cuba la conquista: y aquellos hombres fieros, aquesta gente estúpida y plebeya que de Jesús ignora las doctrinas,sacrifica la raza siboneyaen el arduo trabajo de las minas…! Tengo en esta verdad mi mente fija,y aunque al insigne Camprodón no cuadre lo que yo escriba y la razón exija,¿son éstas las caricias que la madre ha prodigado a su inocente hija?Pero si esta actitud que Cuba toma es al derecho natural extrañay en abismo de males se desploma, díganos Camprodón, ¿por qué su Españasacudió el yugo cuando fue de Roma? Y con razones lógicas y puras explíquenos, político, el misteriode que, al romper sus fuertes ligaduras, como colonia del antiguo imperio,no cayera en un mar de desventuras. Que si era justo lo que España hacía, saliendo al cabo de clausura amarga, no es racional que Camprodón se enoje porque la patria míacon fuerzas propias a su vez arroje de cuatro siglos la pesada carga! Cautividad bien largaes ésta ¡vive Dios!: hondos suspiros aún arranca el pensar en los verdugos innúmeros, sin fin, que en tantos añoshan venido a chupar, nuevos vampiros, de Cuba rica los vitales jugos…!y ¿hay quien repute un acto de demencia,que mi Patria infeliz, mártir esclava, lance un giro mortal de independencia, y el traje vista de amazona brava?que no debiendo cobijar esclavos de un pueblo libre la feliz bandera en el centro del mundo americano, magnánimo levanta de su esfera al mártir africano?

Y tú que viertes la gastada idea de civil y futura bataholaen la patria de Plácido y Zenea, óyelo una vez sola:queremos Camprodón, que Cuba sea africana, primero que española.

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¡Guerra! con justa sañala voz de ¡guerra! por los aires suba y saque a los tiranos a campaña, porque cada criollo que hay en Cuba tiene un agravio, que vengar de España! Y este consejo, por tu honor, recibe: cuando uno siente fibra de guerreroy anhela subyugar a un pueblo entero, se sale a combatir y no se escribe.Porque insultar en necia poesíaa los valientes de la patria mía, sin salir a los campos de batalla, es un acto que aplaude la canalla, pero un acto no más de cobardía.

Mas, dejo ya la plumaporque en este cubano campamentode próximo combate hay movimiento: y esto es primero, Camprodón. En suma: no temo las bravatas del tiranoque fue de Cuba abominable azote: grite, si quiere, pero grite en vano, porque la voz del rifle americano pondrá silencio al español Quijote.

Lomas de. Siguanea. Campamento del Mamoncillo, I869.

A LAS OLAS

Hurtado era profundo y reflexivo; y fuera de la patria, suma para él de todos los amores, tenía él acaso susdos gozos mayores en el abandono de una sincera amistad, y en la solitaria contemplación de lanaturaleza. En una noche, no lejos de la mar, le oímos recitar sus quintillas A las olas, y la impresiónimborrable que nos causó, la vaguedad y rumor mismo con que las decía él, parecieron advertirnos a todosdel fin pronto de aquel amigo amado, y darnos como anticipado consuelo el sentimiento de la eternidad delhombre. Entre los amigos más íntimos de Hurtado, A las olas es una de las composiciones preferidas. N.C.

A LAS OLAS

¡Ah! bajaré a la arenaque besa el mar en plácida armonía: allí la voz del mundo no resuena: iré a buscar en su ribera amena la dulce paz que el corazón ansía...!

Ya en mi frente resbalar siento apacible suavela alegre brisa del mar como el aire de un palmar, como el suspiro de un ave...

En ansia febril y locase estará el mundo agitando, mientras yo sobre esta roca donde el mar casi me toca,la orilla estoy contemplando.

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Las olas veo llegar,las siento a mis pies bullir, llegan la arena a tocary las veo luego huir por la llanura del mar.

Así, llegando y huyendo, los siglos fueron pasando, los hombres fueron naciendoluego al sepulcro bajando,y otros sobre ellos creciendo.

En tanto, también venían las olas, breves llegaban,al centro del mar huían, y otras las playas besaban que también después morían.

¿Qué me decís, puras olas que en apacibles rumores de la luna a los fulgores besáis estas playas solas con ecos murmuradores?

¿Qué decís, cuando luciente tiende el sol su rayo de oro en vuestra espuma rienteque la tierra dulcemente halaga en rumor sonoro?

¿Qué decís cuando apenada llega un alma aquí a llorar, y huye la borrasca airada del mundo y viene a buscar aquí la dicha anhelada?'En la claridad del día, en los tintes de la aurora y con la noche sombría, ¡siempre alzáis con alegría nuestra música sonora!

¿Con alegría? ¡Quién sabe el misterio que encerráis…!¿Quién oye si es dulce o suave, o triste, y doliente o graveel cántico que entonáis?

Yo amo aquese rumor lento que percibo en blanda calma, porque acalla mi lamento, porque en el alma lo siento: mas, ¿qué decís a mi alma?

Las olas me entristecían, y, ¿qué con su voz decían? Preguntó mi alma apenada: y ellas bullían, bullían,

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y no contestaban nada...

EL HIMNO DE LAS VILLAS

Corría el año de 1874 cuando el Gobierno de la Revolución decidió, después de acuerdo expreso con losjefes del ejército, invadir el territorio de Las Villas, "venero entonces de riquezas de donde el Gobiernoespañol sacaba lo suficiente para sostener el lujo con que conducía aquella dispendiosa guerra". Se decidióinvadir Las. Villas, y "llevar la revolución hasta la misma Habana".."La noticia causó una especie de vértigo embriagador; ya no se pensó más en Oriente, que aparecíapequeño, insignificante, cuando se abrían a la gloria y a la noble ambición de adquirirla los vastos einexplorados campos de Occidente; y marchar así en masa todos los amigos y compañeros: pelear,derramar su sangre, morir juntos, era cuanto podría desearse. Ya no se habló más que de la invasión, ycada uno quería que la marcha se emprendiese en seguida. Debido al entusiasmo que aquella noticiaprodujo, y habiéndose pedido al dulce vate villareño El Hijo. el Damují que improvisase, a poco rato corríade mano en ano en cuartillas de papel el siguiente himno que encontró acogida tal, que un hijo de unaRepública suramericana le compuso una música adecuada, y fue desde aquel instante como canto deguerra, y bien o mal, solo o en coros, era repetido por todas partes, con grandísimo entusiasmo".

Historia de la Revolución, por Fernando Figueredo.

EL HIMNO DE LAS VILLAS

I

Hay unos valles verdes, hermosos, donde las cañas de oro se dan,¡allí los déspotas codiciosos nuestras riquezas gozando están!

II

¿No veis el fausto de los tiranos que se sustenta con el sudorde aquellos míseros africanos, grosero insulto de su dolor?

III

Aire corrupto de bacanales respira sólo la juventud: placeres lúbricos, inmorales allí los roban a la virtud.

IV

Salvar debemos a los cubanos de tal sistema de corrupción,y es noble empresa llevar, hermanos, a aquellos pueblos la redención.

V

Los generosos pueblos de Oriente de sus guerreros mandan la flor,y con vosotros marcha el valiente

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camagüeyano batallador.

VI

¡Alzad un himno que al éter suba y que surcando rápido el maral mundo enseñe que sabe Cuba a sus tiranos avasallar.

VII

Y que en el pecho de los cubanos ha puesto el cielo todo el vigorde los torrentes americanos, de los volcanes del Ecuador!

VIII

i Hurrah, a Las Villas! Por que nos llamala voz de un pueblo que gime allí,en las riberas del Agabama y en las orillas del Damují.

AL COMBATE DE ATOLLAOSA

El romance de Antonio Hurtado del Valle, AL COMBATE DE TOLLAOSA, describe cómo en realidad fue aquélmuy reñido encuentro. Atollaosa, finca y monte en la jurisdicción de Sancti Spíritus, está cerca del pueblode San Antonio del Jíbaro que lleva ese nombre. El coronel José Payán era el jefe de nuestra fuerza, que secomponía de 300 hombres, contra igual número de españoles pertenecientes al afamado batallón deTarragona. Fueron derrotados completamente los españoles, y dejaron unos 50 muertos con sus armas, asícomo todas sus acémilas cargadas y sus caballos de monta; nuestras fuerzas tuvieron ocho muertos ycomo veinte heridos. Este combate sangriento tuvo lugar en el año de 1870, y prueba la organización delas fuerzas e Sancti Spíritus ya en aquella época, bajo el mando directo de Payán y de Diego Dorado,primero y segundo jefes de aquella fuerza cubana. El poeta se hallaba en ese combate, sirviendo en elEstado Mayor de la División de Sancti Spíritus, junto con el que escribe estas líneas. Era capitán entonces.

Serafín Sánchez.

AL COMBATE DE ATOLLAOSA

Cual rápido torbellino, o como arrasante tromba, andaba allá por el Jíbaro una columna española,que operando impunemente asolaba aquella costay a las familias tenía en una eterna zozobra: compónenla los trescientos soldados de Tarragona que pelearon como fieras en las trinitarias lomas,y les precede la famade una bravura asombrosa, y una astucia consumada

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para asaltar nuestras postas; ya los bosques no respeta, ni los ríos, ni las rocas,que por doquiera se extiende, que nada su marcha estorba. Bajó hacia el sur casualmentenuestra Brigada gloriosay penetramos en unavereda oscura y angosta.––"¡El enemigo!"anunciaron–– "¿A qué distancia?"––"Muy corta"y Payán sobre la izquierdaa la infantería. embosca, mientras que Dorado activo su bravo escuadrón desmonta, y encargado del flanqueoen posición se coloca. Éramos también trescientos mal armados –dura cosa– delante de un enemigo que rifle Remington porta; .mas si nos falta armamento, .fe y entusiasmo nos sobran para batir a unos vándalos que a las familias acosan: silencio, pleno silencio sigue a nuestra maniobra,que se acercan los contrariosy sorprenderlos importa. Entran por fin en aquella vereda oscura y angostay se da la voz de "¡fuego'! ": descargas atronadorasse suceden: las cornetas a la par degüello tocan, y sólo se oyen clamores, sólo se respira pólvora; espesa nube de humoenvuelve la línea toda,que se hace un fuego nutrido y el combate se prolonga:parapetados peleanlos bravos de Tarragona, que en árboles corpulentos hallan trincheras famosas: ¡no así los nuestros, que van sobre la tropa españolacon el pecho descubierto en busca de la victoria! Ya sale de nuestra filala voz "el parque se agota": "¡ pues al machete!" gritamostodos con voz estentórea,y cual se lanza a la playa una resonante olaque impelida por el viento

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salta las ásperas rocas, así la cubana gente, avanza, avanza furiosa sobre la línea de fuegode aquella aguerrida tropa. Toca "fuego en retirada" ya la corneta española, cobardes que tanto temen al filo de nuestras hojas: armas, acémilas, parque, en confusión abandonan,y como nuestros muchachos les van quemando la ropa "a escape", tocan de nuevo, y hacia una trinchera próxima huyen por medio del bosque los bravos de Tarragona.Las insurrectas cubanascon la nueva se alborozan y cantan de esta manera en sus recónditas chozas: "Tejamos todas, amigas, a los cubanos coronasque acaban de hacerse dignos del amor de las criollas. ¡Que viva la Patria! Aquellafuerte columna españolaque en continuas correrías era el coco de nosotras, aquellos hombres audaces, que iban profanando chozas por llevarse a las mujeres presas a pobladas zonas,se batieron con los nuestros en montes de Atollaosa,y huyeron como lebreles los bravos de Tarragona!"

Sancti Spíritus, 1870.

SALUDO AL CAMAGÜEY

Hurtado era un alma de amor: en él, más que en nadie, eran ciertos los versos de aquellas "décimas decampamento",- que dicen así, como rimas criollas:

"Cubanos somos, cubanos: se ha dicho ya muchas veces: todos somos bayameses,y todos camagüeyanos.

En Cuba no hay más que hermanos, que han nacido, bajo un cielo,que con ardoroso anhelo e intrépida valentía, hoy lanzan la tiranía de su exuberante suelo".

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Con ese espíritu animó Hurtado cuanto compuso en los -ocios de la guerra, y él resplandece en losfragmentos del Saludo al Camagüey, que se publican como los recuerda el recitador. Por su mérito depoetisa y el patriotismo de los versos, lo tenía enamorado una camagüeyana, a quien no había visto nunca,y a ese delicado sentimiento alude en el Saludo.P.

SALUDO AL CAMAGÜEY

………………………………

¡Camagüey yo te saludo! De allá de la Siguanea, donde Jagua y Trinidad sostienen larga peleapor la patria libertad,

donde, bajando a los llanos a manera de torrentes, arrollan a los tiranosun puñado de valientes,

gente altiva y decidida que dijera con ardor: "perdamos aquí la vida, mas salvemos el honor!"

De allí vengo, libre vate, aspirando a la venturade aplaudirte en el combate; de ver aquí una hermosura: que si es hermoso arrancar libertad al opresor,es muy dulce tolerarla esclavitud del amor.

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MIGUEL GERÓNIMO GUTIÉRREZ

LOS POETAS DE LA GUERRA

MIGUEL GERÓNIMO GUTIÉRREZ

A ESPAÑA

“Su alma de poeta solía, junto con José Joaquín Palma y Manuel Hurtado del Valle, arrancar, cuandodescansaba de sus ocupaciones como legislador, notas melancólicas que, al compás de la música de mansoarroyuelo, se quejaban, de la ausencia de la familia, de los pesares del corazón; pero, su musa vibraba conacentos épicos cuando entonaba el himno de libertad, cuando apostrofaba a la tiranía. De su estropoderoso se ha salvado una joya inédita, la composición A España, que en la memoria ha conservado unadmirador suyo, compañero de la guerra". Gonzalo de Quesada.

A ESPAÑA

Errada vas, España, si pretendes, apurando tú bárbara crueldad,el grito sofocar de un pueblo heroico que sus cadenas te arrojó a la faz.

Si mil mártires fuertes expiraron en los cadalsos que tu furia alzó,nos quedan otros mil que a tus verdugos darán el cuello con tenaz valor.

Que del suplicio en que el patriota muere brota de gloria espléndido laurel,que colocan los genios de las tumbas del héroe inerte en la marchita sien.

¿Qué ganarás, España, con tus iras clavando al indefenso tu puñal,al indefenso que buscó un asilo en el retiro de su oculto hogar?

¿Qué ganarás hundiendo de la espada la aguda punta envenenada y cruel, allá en el seno débil palpitantede la llorosa y tímida, mujer?

¿Qué ganarás con degollar al niño que sonríe inocente a tu furor;con arrancar a trémulos ancianosuna vida que el cielo prolongó?

¡Sacia, España feroz, si acaso puede saciarse un día, tu sangrienta sed; sáciate, sí, que Cuba generosamares de sangre te dará a beber!

Aún corren por las venas de tus hijos, que libres cantan su victoria ya, torrentes de ese líquido precioso

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que tu rabia y furor no agotarán.

Si más lágrimas quieres, todavía quedan madres y esposas que en su amor para llorar sus seres más queridos tienen llenos de patria el corazón.

Y si quieres echar aún más veneno en la copa infernal de tu maldad, aún vírgenes, tenemos que escaparon del torpe hispano a la pasión brutal.

No pienses, no, vencer con el encono, la crueldad, el despecho y el furor,aunque arrancar pudiese uno a uno ,a los hijos de Cuba el corazón.

Pero tiembla confusa ante tu oprobio en vano intentes tu baldón cubrir,que Dios y el mundo con espanto tienen severos la mirada sobre ti.

Ni jamás te ilusiones con la fuerza con que pretendes al cubano ahogar: ¿cuándo midió la talla del tiranoun pueblo heroico, al levantarse audaz?

En un pueblo, sepulcro de patriotas hundido en tenebrosa oscuridad,no fuera, no, victoria apetecida escombros y cenizas dominar.

No es ya el cubano el torpe sibarita adormecido en lánguida embriaguez, aquél que en los deleites apurabala envenenada copa del placer.

Ni es tampoco el servil que le rendía al déspota sumisa adulación;es el bravo adalid, es el guerrero tostado al fuego de su ardiente sol.

Es el soldado a quien la quinta infame no reclutó para servir a un rey,es el noble patriota que ha querido héroe morir o independiente ser.

Forja, España feroz, nuevas cadenas, manda nuevas legiones a lidiar,que aquí te aguarda un pueblo de espartanos que ha jurado venganza y libertad.

MI CORAZÓN

La amistad fue una de las más nobles pasiones de la guerra de Cuba, y suavizó con delicadeza exquisitamuchas de sus amargas horas: entre los amigos tradicionales de la guerra, hubo pocos tan unidos, por lamansedumbre natural del carácter, la finura y serenidad de espíritu, y sus aficiones comunes en letras y

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poesía, como Miguel Gerónimo Gutiérrez y José Joaquín Palma. En los versos Mi corazón se puso entero elmártir, a quien sus amigos, aún estremecidos, veremos como lo pinta uno de sus biógrafos : "atravesadomoribundo en una mula, su cabeza tambaleante despedazándose contra los árboles, la barba espesa y lacabellera enredada en los bejucos del camino, la piel de su hermoso rostro desgarrada por las espinas delos zarzales: un disparo puso fin a su sufrimiento horrible". "A su matador, al cubano Castellón, lo capturóluego el coronel Fernando López de Queralta; y le dio la muerte que merecía".

N.C.

MI CORAZÓN

A José Joaquín Palma

Aquí lo tienes, poeta, sin doblez y sin abrigo, el corazón de tu amigoa quien triste afán inquieta, registra su más secreta cavidad, y no te asombre..el necio orgullo de un hombre que es sólo mísera escoria con ilusiones de gloriay con sueños de renombre:

Si encuentras algo de inmundo en los misterios que guardo,no te sorprendas ¡oh bardo!que es todo miseria el mundo: Sigue y busca en lo profundo del sentimiento las flores; " busca mis tiernos dolores, :busca mis glorias perdidas, .mis memorias tan queridas,mis purísimos amores.

Detente allí donde hallares una cual mortuoria losa:detente, que allí reposa el pesar de los pesares; y si en tus ojos guardares algún resto de tu llanto, conságralo a mi quebranto y llora, que guardo allí, todo lo que amé y perdí de bello, sublime y santo,!

Hallarás también grabado con el cincel del dolorun cuadro todo de amor, de rudo pesar sombreado; y allí, a la luz del pasado, verás entre ángeles bellos una mujer, sus cabellos dando al aire, y allí un hombre que pugna, de patria al nombre, para desprenderse de ellos.

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Verás lágrimas rodar por mejillas de carmín, y rostros de serafín volverse al cielo a rogar; también al hombre a llorar verás de dolor ahogado, ¡ay! que ese cuadro grabado en el alma que no olvida, es la triste despedidade mi hogar idolatrado!

Vagas palabras, deseos por doquier encontrarás,y allí borrados verás unos locos devaneos.Allí, como por trofeos despojos de mi ambición, venganzas del corazón cambiadas por goces puros y cerrada en goznes duros alguna oculta pasión.

Busca un campo que sembradoestá de esperanzas bellas,do brotan flores las huellas profundas de mi pasado; allí de paso cegadoel dulce ambiente respiraun poeta que se miraya en posesión de su gloria, cantando, libre, su historiaen las cuerdas de su lira.

Triunfó del tirano cruel y volvió a su hogar amado: ¡todo el acíbar pasadoes ya deliciosa miel!Estrechó a su esposa fiel.con ternísima emoción,y embriagado en su pasión de sus hijos tan queridos, volvió a sentir los latidosen su mismo corazón.

En fin, poeta, descubrecuanto quieras en mi pecho: a todo te doy .derecho: nada para ti se cubre:quiebra, rompe, desencubrelos cerrados aposentos:son tuyos mis sentimientos, tú los comprendes, los sabes, pues que te entrego las llaves de mis hondos pensamientos.

Mas si yo no he de volver al asilo de mi hogar,

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si he de morir sin gozar mi soñado apetecer, ve a mi casa: allí has de verante un altar de María;al tender la noche umbría su manto en la inmensidad, un grupo que en su piedadruega por la suerte mía.

Es mi familia adorada: acércate, y de mi suerteda la nueva, y si es mi muerte en detalles ignorada, no harás por tu parte nada, pero dirás la verdadsi afirmas que en la crueldadde mi mortal agonía, sonriendo, repetía:"¡Amor, Patria, Libertad!"

Y que en esa hora suprema cuando el alma se exhalaba del cuerpo que la hospedaba, en esa emoción postrerase oyeron allá en la ¡extremaregión, del final sus pirolos nombres con que deliro, porque ellos llevan al alma esas imágenes, Palma,del edén por que suspiro.

Diles que mi corazón yo te abrí, que tú lo viste minucioso y no advertiste envidia en él, ni traición: que la vil adulaciónjamás se albergó en su seno y, aunque de flaquezas lleno, en el fuego patrio ardía,y latió con valentíapor todo lo grande y bueno.

Diles, en fin, que tus manos yo estreché, que fui tu amigo, que yo hice versos contigoque fuiste, Joaquín, mi hermano; quizás entonces, su insanodolor hallará consuelo, y aquel amoroso anheloque acusara mi tardanza, se tornará en la esperanza de encontrarnos en el cielo.

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JOSÉ GOAQUÍN PALMA

LOS POETAS DE LA GUERRA

JOSÉ GOAQUÍN PALMA

AL POETA MIGUEL G. GUTIÉRREZ

En el libro de poesías de José Joaquín Palma, impreso en Tegucigalpa, la hospitalaria capital de Honduras,están estos versos, que no se publican en Los poetas de la guerra por aumentar sus hojas, ni por la justiciasiquiera de que no salga al público un libro de poetas de aquellos tiempos sin el nombre alabado del quelos amó y cantó tan bien, sino porque, en la noche de recuerdos de que nació esta colección, se recitaronde memoria, como por la guerra andaban, estos finos versos, versos como alados y amorosos, del poetabayamés a su amigo puro, el poeta de Villaclara.P.

AL POETA MIGUEL G. GUTIÉRREZ

I

Lejos, lejos, en Oriente, allá donde nace el alba cuajando en perlas el suelo y el cielo cuajando en nácar; donde hay montañas azules que brotan de sus entrañas de resinas olorosaslas emanaciones gratas; allá donde el sol de fuego tuesta el rostro, enciende el alma y las pasiones más bellasel espíritu levantan, tengo mi casita oculta entre dos altas montañas donde el sol verla no puede ni el viento puede besarla: en esa casita ocultaentre ilusiones doradas,hay recuerdos que consumen llamaradas de esperanzas:por eso me encuentro triste, y allá donde el sol desmaya busco en tu desgracia mismaun consuelo a mi desgracia, pues yo no sé qué amuleto, qué secretas concordancias van uniendo los destinosde Bayamo y Villa-Clara.

II

Tarde azul, esa armonía que de tus labios exhalas y que llevan en sus alas las brisas del mediodía;

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Y esos variados colores con que tiñes leves brumas, fingiendo mares de espumas, fingiendo campos de flores;

Y esas músicas eólicas que derraman expresivas las golondrinas festivas, las tórtolas melancólicas;

Y esa viva irradiación de los, rayos de Occidente, para el corazón que siente, dicen mucho al corazón.

Mucho al ser que ha de vagarsiempre de dolores lleno,sin que caliente su seno con el fuego del hogar.

Sin que consuelen el mal de su perpetua vigilia sonrisas de la familia, auras del pueblo natal.

Por eso cuando cobardegira el sol desfalleciendoy su luz se va envolviendo en el manto de la tarde,

Todo poeta bendicela paz, y guarda en su mente, lo que le dice una fuente,lo que un pájaro le dice.

Porque todo en esa hora a Dios un himno levanta, y el afortunado canta,y el atribulado llora.

Cuando ya se aleja el día entre la sombra y la calma, vienen a llenarme el alma ondas de melancolía.

El pensamiento se pierde en graves meditaciones buscando en otras regiones "mucho azul y mucho verde".

Gutiérrez, mis sentimientos tú los comprendes, los sabes, desde que te di las llavesde mis hondos pensamientos.

¡Qué agradable vaguedad! ¡Qué dulzura no sentimos

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cuando triste departimosal calor de la amistad!

¡Y cómo hablamos los dos en íntima confidenciade lo amargo de una ausencia, de lo triste de un adiós!

De amores que nos abrasan, de recuerdos que nos mueren, de memorias que nos hieren, de quejas que nunca pasan!

De ilusiones que se van, de sueños desvanecidos, y de goces extinguidos,y de glorias que vendrán!

Hasta que la luna clara empieza al cielo a subir, bella, como el porvenir de Bayamo y Villa Clara!

III

Allá lejos, en el valle donde las erguidas palmas dan al viento sus plumeros, sus plumeros de esmeralda, donde hay mansos arroyuelos .que coma cintas de plata sobre alcatifas de yerba tan sutilmente se arrastran que no forman una espuma, que no mueven una rama, y apenas puede la brisa formar pliegues en sus aguas,pasan el aire flotandobandos de palomas blancas formando collares bellosque en el aire se desgranan, y de verdes tamarindos hay glorietas encantadas, donde en ocultas redomas los genios de las montañas .depositan los aromasen que perfuman sus alas,impalpables como el éter, olorosas como el ámbar. En el centro de .aquel valle sobre flores recostada, mi ciudad gentil y bella indolente se ostentaba. Pero el deber de sus hijos y los gritos de la patria la condenaron al fuego antes que dejarla esclava

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y sus elevadas cúpulasal suelo cayeron rápidasen un mar de llamas vívidas, y humo, cenizas y lágrimas; esa ciudad fue Bayamocuya heroicidad preclarale dará lustre a su historia, y a Cuba le dará fama.

Hoy como nómade errante, con la tienda en las espaldas busco en distante colladolo que en mi pueblo me falta: llegué al Tínima y sus ondas, han adormido mi espíritu con la luz de la esperanza, pero tornarme no pueden aquellas dulces miradas ni aquellas sonrisas dulces ni aquellas dulces palabras. ¡Ay la casa de mis hijos! ¡ay mis sueños de la infancia!¡ay mi cielo de Bayamo!¡ay mis afectos del alma! Todo lo hundieron las ruedas del carro hirviente de Palas, al vomitar de sus flancos muerte y proscripción y llama; ya mi lira estaba muda,muda estaba mi garganta, sin alas mi fantasía,mi pensamiento sin alas. Cuando una mano de amigo te di, de amistad cargada,al ver sin mancha tu frente, y tu corazón sin manchas, al ver que nuestras ideas íntimamente se hermanan, y que nuestra pena es unay es una nuestra esperanza:ven, hijo del sentimiento,y al compás de nuestras arpas, ven y cantemos las gloriasde Bayamo y Santa Clara.

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HURTADO, PALMA, GUTIÉRREZ

LOS POETAS DE LA GUERRA

HURTADO, PALMA, GUTIÉRREZ

LAS DÉCIMAS DEL ARROYO

Nunca se recitan solas, sino como se compusieron, una sobre la. otra, las tres décimas que aquellosinseparables amigos, ligados por una viva simpatía, escribieron un día, allá por los tiempos de laconstitución de la República, a la margen misma del histórico arroyuelo de Guáimaro.Serafín Sánchez.

A UN ARROYUELO EN GUÁIMARO

Décimas improvisadasI

Melancólico y sombrío hoy he perdido la calma,vivo teniendo en el almarecuerdos del pueblo mío. Quiero oír tu murmurío bajo el azulado cielo:si puedes darme consuelo, ya que tan dulce murmuras, llévate en tus ondas puras mis tristezas, arroyuelo.

El Hijo del DamujíII

La paz, el gozo, el afán que al espíritu sostienen, ay! como estas olas vienen, como estas ondas se van. Del dolor el huracán arranca de nuestro serlas sonrisas del placer,y nuestras glorias queridas como estas ondas son idas para nunca más volver.

José J. Palma.III

Arroyuelo transparente:en tu murmurar eterno algo de sublime y tierno dices al alma que siente. ¡Ay! que no pueda mi mente saber si en esos rumores apacibles, seductores,de tu perenne armonía dices algo al alma mía

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de mis ausentes temores. Imprimir | Enviar x email | Regresar

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Autores

Miguel G. Gutiérrez.

Prólogo por José Martí / Pedro Figueredo / El hijo del Damuji / Miguel Gerónimo Gutiérrez / José JoaquínPalma / Hurtado, Palma, Gutiérrez / Luis Victoriano Betancourt / Romón Roa / Fernando Fugueredo / PedroMartínez Freyre / Glosas / Sofía Estévez / Juan de Dios Coll / Francisco La Rúa

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LUIS VICTORIANO BETANCOURT

LOS POETAS DE LA GUERRA

LUIS VICTORIANO BETANCOURT

A MI MADRE

Muchas veces, en las forzosas esperas de nuestra campaña dilatada, o después de una ardua refriega enque habíamos visto caer a nuestro lado una esperanza del país, un amigo de nuestro corazón, recitábamos,con una unción y realidad que daban particular sentido a las versos, las quintillas que Luis Victorianoescribió, dos años después de comenzada la guerra, a la madre a quien siempre quiso con profundaternura, y de la que sólo hablaba entre los predilectos de su amistad. Aquellos labios, de que manaban tana menudo las rimas risueñas, y el donaire más punzante y certero, se cerraban por algunos momentostristemente, como para no mostrar, con el recuerdo melancólico, la flaqueza única de aquel espíritu puro yviril. Estaba la adorada madre, cuando el poeta le escribió esta vez, en su destierro de New Cork.

Serafín Sánchez.

A MI MADRE

(Segundo Aniversario)

Dos veces la mano fría del Norte mi frente heló; desde que la madre mía con amorosa alegríapor vez última me habló.

Dos veces la Primavera el prado vistió de flores, desde que por vez primera mi navecilla ligera dejaba atrás mis amores.

Y era un día solitario y lluvioso, y triste, y serio, como un canto funerario, en que el cielo era un sudario y la tierra un cementerio.

Y al ver de Cuba la herida, me eché en brazos de la suerte junto a la patria afligida,y dije adiós a la viday fui buscando la muerte.

Mi perdido barquichuelo a impulsos del aquilónen horas de cruel desvelo luchaba entre mar y cielo sin brújula y sin timón.

Y en tanto también bramaba una lucha en mi interior:de mi madre me acordaba,

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y mi pobre pecho estaba entre el deber y el amor.

Me acordaba de mi hermosa, de sus cantos juveniles,de su mirada amorosa,de aquellos labios de rosa, y de aquellos veinte abriles.

Y me acordaba de aquella frente pura de mi padre donde el mal no dejó huella y de la mirada bella, purísima de mi madre.

Y era tan grande el tormento de tanto recuerdo santo,que en aquel mismo momento no sé cómo el sentimientono me hizo romper en llanto...

Pero después brisa suave volvió la tormenta a ser, volvió a su rumbo la nave, y volvió en la lucha grave a dominar el deber.

Y apareció un nuevo día, y a su lumbre matinal Cuba hermosa aparecía, como una flor que dormía sobre un lago de cristal.

Y en fin, la anhelante quilla con bandera desplegada,besó la cubana orilla donde el tirano se humilla, al fulgor de nuestra espada.

Y juré sobre la estrella del cubano pabellón, borrar la española huella y dar por mi patria bella mi sangre y mi corazón.

De entonces ni la sincera pasión del perdido hogar, ni mi madre que me espera acaso la triste muera, muera de tanto llorar!:

Nada, nada podrá hacermi patrio amor extinguir: ¡porque me manda el deber o libre volverte a ver,o libre en Cuba morir!

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SIMPATIAS DEL DESTINO

La composición Simpatías del destino, dedicada a José María Castro y Meneses, fue escrita por LuisVictoriano Betancourt en Camagüey, en 1871. El doctor José María Castro y Meneses, médico entonces delCuerpo de Sanidad de Las Villas, estaba recogido en un rancho insurrecto del territorio camagüeyano,padeciendo de la descomposición de una pierna que le impedía andar. En el mismo rancho estaba LuisVictoriano Betancourt, diputado de la Cámara cubana, imposibilitado de seguir camino, de muy miope queera, por la pérdida reciente de sus espejuelos. Los dos tenían amistad íntima desde sus años de estudios,por haber cursado juntos en la Universidad de la Habana, el uno su carrera de abogado, y medicina el otro,y logrado ambos sus títulos ya casi a las puertas de la revolución. Se separaron en la Habana, y sereunieron en la guerra. Y allí escribió estos versos Luís Victoriano Betancourt. Poco tiempo después deescrita la composición, y haberse separado de nuevo los dos amigos, cayó Castro en un asalto, a manosespañolas. Muy sentida fue por cierto aquella muerte por cuantos conocieron y estimaron a Castro, que eraun ángel de bondad, y patriota de singular desinterés, sobre ser un excelente médico, buscado y preferidode todos por su carácter jovial y simpático. Era hijo de Sancti Spíritus, y contaba a su muerte unosveintisiete años.

SerafÍn Sánchez

SIMPATÍAS DEL DESTINO

A José M. Castro y Mesones

Hoy, hermano, que ante Dios y unidos por el Destinovamos de la gloria en pos, sigamos juntos los dosde manos por el camino.

Porque impetuosa nos lanza al mismo punto la suerte; porque una es nuestra esperanza, una es nuestra remembranzay una quizás nuestra muerte.

Yo, como tú, patria tengo, como tú la vida doypor este amor que sostengo; de donde vienes, yo vengo y a donde tú vas, yo voy:

¿Te acuerdas? En aquel día, cuando en terrible agonía llenas de dolor luchabanlas madres que nos llamabany la patria que sufría.

Entonces, ¡ay! el deber no pudo ingrato, tenerpiedad de tanto sufrir: y ellas nos vieron partir quizás para no volver..¡No volver, no retornar a la choza el peregrino!

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¡pobres los que han de quedar a la puerta del hogar mirando siempre al camino!.

Ven y al calor de la hoguera y a la luz de la ilusión, vagando por otra esfera, recordemos la sinceraleyenda del corazón.

Yo que a tu lado testigo soy de tus penas, contigo consuelo no busco en vano, que si gozas, soy tu amigo, y si sufres soy tu hermano.

Nos contarán las estrellas dónde están nuestras amadas, y qué se hicieron aquellas escenas de amor tan bellas,y aquellas dulces veladas.

Nos dirán con amargura Dónde está la brisa pura de aquel cielo de bonanza, qué fue de tanta ventura, qué se hizo tanta esperanza.

Que allí en la elevada cumbre del Gólgota del dolor,esperan la nueva lumbre, y gimen en servidumbre las prendas de nuestro amor.

Allí hay manos que nos llaman, y labios que nos imploran,y espíritus que se inflaman, y vírgenes que nos aman, y madres que nos adoran.

Mi madre en el porvenir quiere el destino entrever, y halla consuelo en pedir que no la dejen morir antes de volverme a ver.

Y no sabe en su amargura, que cuándo con fe más pura se ponga a rogar por mí, ya estaré tal vez yo aquí durmiendo en mi sepultura:

¡Ay, madre, madre! perdona tú, que para amar naciste,al hijo que te abandona, al hijo por quien ceñiste del martirio la corona.

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Yo sé que mi juventud fue por tu amor cobijada, y yo sé que tu virtud pagué con la ingratitud de dejarte abandonada.

Sé que es grande tu dolor maternal, y que tú eresmi égida y guarda mejor; sé que tu vida es mi amor, y sé que por mí te mueres.

¡Madre! tu nombre es tan santo, que por enjugar tu llantomi vida a tus pies pondría! ¡pero quiero a Cuba tanto! ... ¡Perdóname, madre -mía! ...

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RAMÓN ROA

LOS POETAS DE LA GUERRA

RAMÓN ROA

LA CARGA

Famosa, entre las cargas de caballería de la Revolución, fue la del carril de las Guásimas, donde lució todosu valor el brigadier Henry M. Reeve. El general Gómez mandaba la batalla. El arranque de la carga decaballería, lo describe así el coronel Fernando Figueredo en su -Historia de la Revolución de Cuba:

"Cuando Gómez concibió el plan, debía estar inspirado por un numen divino: todo salió a medida de sudeseo. Apenas pasó el tiempo necesario para recorrer el trayecto a lo largo del carril, una pequeñadescarga primero, un tiro de cañón después, y enseguida una descarga cerrada, vinieron a anunciar que loscincuenta héroes que había mandado Gómez de provocadores, estaban ya frente al enemigo: luego sesucedieron algunos disparos salteados. Y quedó todo en silencio. Entonces Gómez, arrojándose al suelo,aplica el oído a tierra y observa un instante, después del cual se le vio ponerse en pie de un salto y sinhacer uso del estribo montar sobre su magnífico caballo Cinco. Hace una señal a Ricardo Céspedes, y otraal brigadier Reeve, como anunciándoles que la hora se aproximaba. Reeve hace una observación aBaldomero Rodríguez, que al frente del regimiento de caballería del Camagüey, debía ser el primero en lacarga. A poco el atropellado ruido de los cascos que herían el suelo se apercibió distintamente y momentosdespués, envueltos en una densa nube de polvo, y como un torbellino, la caballería a toda carrera, llenandotodo el carril, con sus sables relucientes levantados al aire, acorralaba al infeliz enemigo, que huíadesalentado". Reeve, cuyo valor maravilló en aquella ocasión, fue cubierto a su vuelta por aclamaciones yvítores. Y en su honor escribió Ramón Roa La carga.

Historia de la Revolución, por Fernando Figueredo.

LA CARGA

¡A la carga! es la voz que ronca y atronante, difúndese en las filas del bélico escuadrón,¡a ellos! a la carga! arriba! y adelante!se sigue repitiendo en alto diapasón.

El bruto se sacude irguiendo la cabeza,la espuela punzadora destrózale el ijar:el freno ya no estorba su indómita fiereza y juzga corto el llano el ansia de volar.

Se oprime furibundo impávido guerrero, tostado por los rayos del sol abrasador, que blande en la derecha mortífero el acero de temple que da sólo el fuego del honor.

Al bárbaro enemigo intrépido se lanza, las armas ya se chocan: comiénzase la lid: se escucha el hondo grito de rabia y de venganza que exhala sobre el campo frenético adalid.

Prolóngase la lucha y espesas se levantan nubes de humo y polvo en medio del fragor; el ruido va cesando… y al hombre no le espantan los cráneos divididos por filo destructor.

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Es nuestra la victoria: ya póstrase vencido goteando roja sangre el déspota cruel;de niños y mujeres verdugo aborrecido,dejad que un continente maldiga siempre de él.

¿Los vítores no oís? –El pueblo arrebatado del triunfo la guirnalda a un joven le ciñó; al joven extranjero, de espíritu elevado,que a Cuba en esta lucha su brazo le ofreció.

Por eso los valientes que él lleva a la victoria, que ven las cicatrices que el bravo tiene ya,le miran de la patria cual página de gloria que de uno a otro siglo la fama llevará.

¡VIDA MÍA!

En la guerra, no hubo poesía más popular que las glosas. Muchas hay ya publicadas, y de Ramón Roa sonmuchas de ellas. En Vida mía puso el alma de mucho bravo peleador; que dejaba atrás, o tenía lejos, unaamiga querida: se la repite aún mucho de memoria, y aquí se publica como se le suele recitar.P.

¡VIDA MÍA!

Cuando el patriota soldado así que la noche llega,al grato sueño se entrega, por la fatiga agobiado; yo, de desvelo asediado, en la noche oscura y fría, tan silenciosa y sombría, alzo al cielo mi querella, y a la luz de cada estrella "yo pienso en ti, vida mía"

Y cuando estoy de avanzada en un oculto retiro,exhalo un hondo suspiro al ver la luna plateada. Tengo la vista clavada mirando a la opuesta vía, y si oigo en la cercaníaun ruido hacia donde estoy me preparo, el ¡alto! doy "y pienso en ti, vida mía"

Cuando llega la mañana alumbrando el firmamento, y suena en el campamento alegre, el toque de diana;cuando la tropa cubana se formó por compañía, y el sargento, al ser de día, pasa lista- diligente,al responderle ¡presente! "yo pienso en ti, vida mía"

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Cuando al pie de la trinchera desde lejos se divisa flameando a la fresca brisade mi Cuba la bandera,si el enemigo se esperaque nos ataque ese día, los cubanos a porfía ponen el pecho a la guerray al dar un ¡viva! a mi tierra "yo pienso en ti, vida mía"

Cuando a mis plantas estalla por los aires rebramando, humo y polvo levantandoun buen tiro de metralla, al compás de la batallay feroz carnicería;en medio de la alegríaque da el triunfo al vencedor, yo siempre pienso en mi amor, "yo pienso en ti, vida mía"

Y cuando envaino el acero después que pasa la acción, vas fija en mi corazóncomo un brillante lucero. Mas, oye; el clarín guerreroresuena en la selva umbría: adiós! que si en este día la muerte he de recibir,a la hora de morir, "pensaré en ti, vida mía".

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FERNANDO FIGUEREDO

LOS POETAS DE LA GUERRA

FERNANDO FIGUEREDO

El COMBATE DE BÁGUANOS

Báguanos es un pequeño arroyo de Holguín, de aguas siempre turbias. En 1872, el día 29 de junio, hacíauna excursión el general Maceo, entonces coronel, al frente de las fuerzas de Guantánamo en lajurisdicción de Holguín. El objeto era solicitar la cooperación de Calixto García y bajo sus órdenes practicarun asalto sobre la ciudad de Gibara.

Nos habíamos detenido sobre Báguanos, en cuyo campamento se encontraban el Presidente Céspedes y sucomitiva, apoyados por una pequeña fuerza de Holguín. Maceo, al frente de Guantánamo, acampaba comoa una medía legua. Serían las diez de la mañana cuando el toque de fajina hizo que toda nuestra tropahábil se dispusiera a marchar en busca de provisiones. Partió al mando de un oficial a incorporarse aGuantánamo que, a las órdenes del coronel Paquito Borrero, esperaba más avanzado. La tropa toda sedirigió a las Cuavas, campamento enemigo, como a tres leguas de distancia, donde se había de proveer decarnes, frutas y viandas. Ambos campamentos quedaron custodiados por las oficialidades de los doscuerpos y las avanzadas respectivas.

A la una se anunció la presencia del enemigo por un tiro de la avanzada del campamento del PresidenteCéspedes. El enemigo, conduciendo un convoy de provisiones y un hospital, marchaba de la costa,buscando las mismas Cuavas. Nuestro campamento se puso a las órdenes del general Calvar, el jefe demayor graduación en ambas fuerzas. El general dio inmediatamente sus disposiciones, emboscandoconvenientemente nuestra gente dentro del campamento y reforzando la avanzada que recibía a losespañoles. El enemigo arrolló de una manera impetuosa nuestra avanzada; que replegada y apoyada en losárboles y troncos de palmas caídas por todo el campamento, hacían que el contrario adelantase muylentamente. Después de un cuarto de hora de combate cayó bajo los fuegos de nuestra emboscada,materialmente envuelto.

El enemigo detuvo su avance y lanzó las indispensables alas, para desalojar la emboscada de la izquierda,resultando su intento tan inútil, que volvió a incorporarse al grueso de la columna. Entonces emprendió unmovimiento de marcha. Su objeto era ya, tan sólo, atravesar el campamento y salvarse de aquel mortíferofuego que lo envolvía. Pasó la emboscada, abandonando cadáveres y heridos: seña fatal que denotaba ladescomposición del cuerpo e influía prodigiosamente en nuestras fuerzas.

– ¡Al machete! –gritó alguien, y nuestra exigua fuerza pretende lanzarse sobre la retaguardia al armablanca, cuando se oye a vanguardia una descarga que hizo temblar la tierra. Era Maceo que, atraído porlos fuegos, había volado en nuestro auxilio y que, colocando majestuosamente una emboscada, recibía alos españoles, en momentos en que ya no se obedecían, ni se daban órdenes. Entonces cunde ladesmoralización y el ¡sálvese quien pueda! se impone en las filas enemigas.

Ya no había esperanza de resistencia. Los criollos que habían entrado en combate con los españoles, alromperse el fuego, hicieron lo de siempre: ellos los prácticos, los conocedores del terreno, validos de suinteligencia, tomaron el monte, dejando a los españoles que, aterrados por la situación, se dejaronsacrificar. El machete cubano barrió casi toda la columna. Sus acémilas, sus cadáveres, sus heridos y susenfermos quedaron abandonados en el campo. Con este gran combate, cuya dirección se debió al generalCalvar y cuyo éxito coronó Maceo, y que se llevó a cabo tan sólo con las oficialidades de Holguín y Cuba,principió la reacción en Oriente, cuyo ejército desde aquel momento marchó de triunfo en triunfo.

Por la noche, después que la calma reinaba, cuando el silencio sepulcral del campamento era tan sólointerrumpido por el ronquido del que, desfallecido por el cansancio, dormía, o por la queja lastimosa dealgún herido, el que esto escribe, meditando en la rudeza de aquel combate singular, en los cadáveresespañoles allí al alcance de la mano, que alumbrados por el tenue fulgor de la luna, al ocultarse, aparecían

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aún más siniestros; cuando en la soledad del pensamiento se apartaba del hombre todo cuanto su almaencierra de acritud o de ferocidad, mientras a la luz de la lumbre que chisporroteaba daba vueltas enimprovisado asador un trozo de pernil de mulo, mí continua meditación me apartó de la desgarradoraescena que hería mis sentidos, pensé en mi hogar, pensé en mi madre, y me resolví a hacerle la gráficadescripción de aquel sangriento drama, que después de todo, nos había costado también alguna sangre, yla pérdida, entre otros pocos, del malogrado y valiente coronel Camilo Sánchez, muerto en la carga almachete de Maceo, a cuyas órdenes servía.

A petición de un amigo, y sin pretensiones de ninguna clase, transcribo aquí mí humilde pensamiento deaquella noche terrible, en que por doquiera la Libertad había dejado charcos de sangre helada.Fernando Figueredo.

EL COMBATE DE BÁGUANOS

Con el alma destrozada, lejos de ti, madre mía, por esta difícil víavoy siguiendo mi jornada: con la ropa desgarraday los pies ensangrentados, marcho con otros soldados de la Santa Independencia castigando la insolencia de tiranos y malvados.

Vamos, por fin, a acampar: ¡oh! qué gran satisfacciónse siente en el corazón cuando se va a descansar! Mas ... acaba de sonar un tiro allá en la vigía. Es, sin duda, algún espía que nos estaba acechando: voy a mi puesto volando, ¡y pienso en ti, madre mía!

El fuego de la avanzada ya nos empieza a indicar que tendremos que luchar, sin pensar en retirada.La gente está entusiasmada; y como tropa aguerrida desprecia toda guariday al campo raso se lanza: y a los gritos de venganza ¡pienso en ti, madre querida!

Ya dentro del campamento se introducen los soldados: fuego se oye a todos lados, que no cesa ni un momento: mientras sus pliegues al viento suelta la enseña estrellada,a bayoneta calada,nos atacan fieramente. . .¡y en tanto, siempre en mi mente

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te llevo, madre adorada!

Nosotros, machete en mano, atacamos con destreza, humillando la fierezade los siervos del tirano: ya el corneta del hispano nos anuncia retirada,ya en fuga precipitada se declaran al instante–y al gritar "¡fuego! ¡adelante!" pienso en ti, ¡madre adorada!

¡Oh, cuánta desolación! ¡qué escena tan espantosa! ¡tanta sangre generosa me desgarra el corazón! En esta gran confusióny entre tanta algarabía,hago yo mi puntería,y al salir del rifle el tiro,se me ha escapado un suspiro ¡pensando en ti, madre mía!

Nos han muerto un coronel, patriota de gran valorque su vida con honor perdió por su patria, fiel. En la situación más cruel deja a su madre adorada y a su esposa idolatrada: ¡gran Dios! ¿cuál será el destino que encontrará en su camino esa madre desgraciada?

Si algún día me cupiere la misma suerte que a él y por ceñirme un laurel en la lucha pereciere, medita en cuanto se quiere al que a lo grande coadyuva, alza una oración que suba y se remonte hasta el cielo por quien murió en este suelo por la libertad de Cuba ...!

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PEDRO MARTÍNEZ FREYRE

LOS POETAS DE LA GUERRA

PEDRO MARTÍNEZ FREYRE

EL HIMNO HOLGUINERO

Cuando se revuelven los recuerdos de los diez años, se ve como los hombres van cayendo en dos grupos,de cansados los unos, que fueron al deslumbramiento y luego no quisieron ir con la fatiga; y los otros, delos que crecían con la fatiga. Por su valor, por su disciplina, por su arrogancia personal, y por el blandotrato que suele perderse con las realidades de la guerra, y ayuda tanto a llevarla con placer, ganó puestomayor Pedro Martínez Freyre, que no fue de los cansados. Muy joven salió al campo, y son casi deadolescente los versos que compuso, para que sirvieran de himno a los bravos de Holguín. Pero losveteranos canosos los recuerdan hoy con cariño, porque el fuego de esas estrofas los animó en díassagrados a pelear con más bravura.P.

EL HIMNO HOLGUINERO

I

¡A la lid, holguineros valientes! ¡no temáis del tirano la saña! ¡ni dobléis como siervos la frente ante el déspota inicuo de España!

II

¡Somos libres! Lo anuncia el sonido que se esparce del viento en las alas, del cañón el tremendo estampidoy el continuo silbar de las balas.

III

¡Libertad, libertad! A tu nombre late el alma de gozo en el pecho. ¡Libertad, libertad! Por ti el hombre deja alegre su bien y su techo.

IV

Que es mil veces más dulce una fosa que la vida en silencio profundo;y en la paz del esclavo oprobiosa, justa befa y escarnio del mundo.

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GLOSAS

LOS POETAS DE LA GUERRA

GLOSAS

GLOSA POPULAR

Antes de la guerra, todo el mundo conocía, en el interior, y cantaba por el campo, "la glosa de la guerra".A punto fijo no se sabe de cuándo viene: lo que sí sentía el pueblo cubano era la llaneza y bravura, la épicasencillez de la cuarteta madre: sobra una letra y cojea una rima, pero se da aquí como nuestro pueblo laconoce y canta.P.

GLOSA POPULAR

Anda, hijo no te tardes: toma el machete y la lanza: vete a pelear por tu tierra, y pon en Dios tu esperanza.

I

Ya se escucha en la sabana del clarín ronco el sonido: ya se alza todo el partido por la Libertad cubana. Levanta esa frente ufana, no temas, no te acobardes; ese valor en que ardesde tu padre herencia fue, y así mismo te diré: Anda, hijo, no te tardes.

II

Patria y Libertad espera al que queriendo ser hombre, corre a que inscriban su nombre en la cubana bandera.El que peleando allí mueragloria sin igual alcanza:el valor y la pujanzaharán triunfar los cubanos: y así, de mis propias manos, toma el machete y la lanza.

III

Aunque soy madre y te quiero como a hijo de mis entrañas verte morir en campañaa verte esclavo prefiero. Pórtate como un guerreroa quien la muerte no aterra: los peligros de la guerra

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se han hecho para el que es hombre, y si quieres tener nombrevete a pelear por tu tierra.

IV

Anda, y pelea con valor, que yo ruego a Dios por ti, y no vuelvas más aquísi no vuelves vencedor. El que muere con honor merece eterna alabanza; así, pues, sereno avanza frente a frente al enemigo, mi bendición va contigoy pon en Dios tu esperanza.

GLOSA DE CAMPAMENTO

Al Ejército Libertador

Muchas décimas se cantaron en el campo, y es de lamentarse que no se recuerden las más campesinas,porque el guajiro de Cuba tiene en el carácter cierta melancolía y asiento que convienen al verso.Campesinos y cultos decían de memoria las décimas Al Ejército Libertador, cuyo autor, según parece, fueuno de los más chispeantes y entendidos jóvenes de la Revolución. Por la vehemencia del lenguaje no sepublican aquí, sino por ser pieza histórica, y haber sido muy cantada en su tiempo.P.

AL EJÉRCITO LIBERTADOR DE CUBA

Bala, tizón y machete con el godo han de acabar, si no queremos estarsiendo de España el juguete.

Cansados ya de sufrir el yugo de los tiranos, han jurado los cubanospor su libertad morir. Ninguno quiere vivir tratado como un zoquete; el garrote o el grillete nos espera, si cedemos;y es preciso que le demos, bala, tizón y machete.

Con asesinos, ladrones, están haciendo la guerra; porque vienen de su tierra más hambrientos que gorriones. Se llevan nuestros millones, que es lo que quieren buscar; y el que no logre escapar, ¡pobre si se queda aquí!pues el valiente mambí, con el godo ha de acabar.

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En su fatua altanería, nos cuenta punto por punto sus victorias de Sagunto, de Numancia y de Pavía. Pero aquí su cobardíavienen a patentizar,y tienen que confesar su impotencia conocida. Ninguno quede con vida si no queremos estar.

Sigamos en nuestra empresa, sin ceder un solo instante:vence siempre el que es constante y da pruebas de firmeza.Ya es notoria la fiereza del cubano; que promete perecer, sin que le inquiete su futuro porvenir.¡Lo que no quiere es seguir siendo de España juguete!

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Sofía Estévez

LOS POETAS DE LA GUERRA

Sofía Estévez

A CUBA

De antes de la guerra venía su fama a Sofía Estévez, cuya poesía fluida e ingenua ha encendido muchocorazón, le ha ganado mucha amistad fiel, y ha esbozado, con sus peligros naturales y el remedio del amorentre los hombres, la situación política de Cuba. Antes de la guerra fue una de las que, con Domitila Garcíay Úrsula Céspedes, publicó El Céfiro. En plena lucha, cuando la escasez y la abnegación, escribió lasdécimas que en este libro se publican, y fueran por aquellos años muy populares en nuestroscampamentos. P.

A CUBA

I

Cuba, Cuba, a quien adoro, por quien de amor late el pecho, Cuba, que tienes por techo cielo azul y rayos de oro ...!si tú admitieras mi lloro,si mis penas comprendieras, si mis tormentos supieras al pensar triste y sombría que no eres ya, Cuba mía,ni sombra de lo que eras…

II

Espesas y blancas brumas a otro mundo te ocultaban: cariñosas te arrullabandel mar las níveas espumas, al ver que brillantes plumas alegraban tus riberas,y a tus fértiles praderasles servían de guirnaldas los penachos de esmeraldas de tus esbeltas palmeras.

III

Gobierno cruel y tirano jamás se pudo en ti alzar, que intentase levantar sobre nosotros su mano: jamás sangre de africano manchó de tu honor el velo; ni fue testigo tu suelodel llanto amargo, infelice, con que el esclavo maldice la vida, el mundo y el cielo.

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IV

Fue Colón quien en tu orilla plantara alegre y triunfante esa bandera infamante:la bandera de Castilla. Él, del mundo maravilla, te concibió en sus antojos; él, quien con ávidos ojos buscó en el cielo tus huellas,y por aureola de estrellaste dio corona de abrojos.

V

Él a las plantas de España la puso cual un tesoro,y ella en vez de lauro de oro grillos le dio por su hazaña: aunque ingratitud tamaña en la historia no se escribe, fácilmente se concibeque de España es propiedad pagar con dolo y maldad los favores que recibe.

VI

Sobre Cuba los iberos vinieron llenos de enojos, trocando en negros despojos sus encantos hechiceros. ¡Pérfidos y traicioneros sus encantos le robaron ...y- a sus hijos inmolaronsin pensar, necios, que un día, venganza a Dios clamaríala sangre que derramaron…!

VII

La sangre, sí, que a torrentes corrió por el indio suelo ... sangre que aun le pide al cielo justicia para esas gentes: cuando exhalaron dolientes,ya perdida la esperanza, ayes que allá en lontananza desgarradores se oían... ¡parece, oh Dios, que decían¡venganza, Cuba, venganza!

VIII

¡Venganza! repitió el río en su curso gemebundo;

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venganza, el mar iracundo clamó furioso y sombrío;¡venganza del bosque umbrío dicen los cedros crujiendo; ¡venganza! fue repitiendoel eco por la montaña;y ¡maldición sobre España! dijo la tierra gimiendo...!

IX

¡Tres siglos son ya pasados, y tres siglos de tormentos,de agudos padecimientos y sucesos desdichados...! ¡Tres siglos, sí, que humilladosnos vemos por la impiedadde esa inaudita crueldad del más fiero despotismo que en un insondable abismo hundió nuestra libertad!

X

Mas, ya es tiempo que el cubano se alce contra su verdugo,y arroje intrépido el yugo que les impuso su mano: ¡Abajo! ¡Abajo el tirano...!¡Maldición a su inclemencia! Queremos nueva existencia... a Dios nuestro ruego suba: ¡Ya vuelve a ser libre Cuba, y viva su independencia!

Camagüey, 1869.

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Juan de Dios Coll

LOS POETAS DE LA GUERRA

Juan de Dios Coll

A UN PANAL

Diez y siete insurrectos, todos con llagas y fiebre, estaban reunidos una vez en un rancho del Malangar, enterritorio de Sancti Spíritus. En desafíos innecesarios, y en evitarlos entre los compañeros pasaban eltiempo, o en remendarse los pantalones de dril. El hambre los mataba, y el delirio del dulce. Con el hachamellada que les buscó un buen negro viejo, abatieron por tierra un opulento almiquí, en cuya altura se veíauno que a todos pareció muy gran panal, pero cuando vino con estruendo al suelo resultó ser cera todo,menos un rincón que tenía miel. "El que quiera comer, dijo José Botella, que lo gane en certamen: a verquién le hace al panal el mejor soneto": y triunfó el de Juan de Dios Coll, expedicionario del Salvador.N. C.

A UN PANAL

Canten los vates las gallardas flores, la altiva palma, el mugidor torrente, el ámbar suave de apacible ambiente y las campiñas con sus mil primores.

Canten otros la paz y los amores, laureles de oro con que ornar su frente, del brillante arroyuelo la corrientey los trinos de arpados ruiseñores.

Canten hazañas nobles de la guerra, y del clarín el bélico sonidohaga furioso estremecer la tierra:

Yo a las ninfas favor tan sólo pido para cantar con mis estilos francos la dulce miel de los panales blancos.

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FRANCISCO LA RÚA

LOS POETAS DE LA GUERRA

FRANCISCO LA RÚA

A EMMA

Francisco La Rúa, la ilustre víctima de la causa de la libertad de Cuba, era de constitución delicada. Endeblede cuerpo, alto, de frente ancha, de cabellos rubios, de ojos perspicaces y escudriñadores, de fácil y prontaconcepción, culto en sus maneras, de carácter afable y aspecto simpático, de vasta instrucción y palabradulce y elocuente.

¡Cuánto ejemplo sublime dio ese hombre, de constitución tan raquítica como grande de alma, en aquellaazarosa campaña de 1871, donde los más fuertes flaquearon, donde los más exagerados sucumbieron en elabismo que para los flojos abrió la Revolución! Recordamos a La Rúa, desnudo y descalzo, haciendo largasy penosas marchas a través de terrenos erizados de cortantes piedras, rodeado de espinas quedesgarraban su preciosa carne. ¡Y cómo se burlaban de él, aquéllos que al día siguiente volvieron laespalda a la dignidad y al honor, y fueron a refugiarse en la tienda del enemigo! ¡Cómo aceptaba con sinigual entereza aquellos trabajos que parecían desde entonces sepultar nuestra bandera! Era un héroe, y porsu patriotismo e ilustración merece un puesto conspicuo entre los mejores servidores de la Patria. Y aquelhéroe amó a una mujer fiel, con toda la ternura de su gran corazón, y para ella, numen y premio suyo enlos días más sombríos, escribió, desde las batallas del Camagüey, sus estrofas A Emma.

Fernando Figueredo.

A EMMA

Lejos, muy lejos del hogar que escucha tu constante gemir,hay otro ser que en sacrosanta lucha puede acaso morir.

¡Pobre emigrada que en extraña tierra no cesas de mirarhacia los campos donde cruda guerra se agita sin cesar!

Recibes en la brisa mensajera un suspiro de amory de tu mente apártase ligera la sombra del dolor.

Sueñas acaso en el feliz instante en que vuelvas a vera aquél que siempre te juró, constante, amor hasta el no ser.

Mas de pronto sumérgese en la duda tu alegre corazón,y negra, triste, tormentosa, aguda,marchita tu ilusión.

Que ahogada en sangre miras a lo lejos tu esperanza mejor,

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y contemplas los últimos reflejos de tu primer amor.

Ves rodar por el suelo deshojada tu corona nupcial, ¡corona de tus sienes arrancada por destino fatal!

Lloras ¡mi bien! y mi ansiedad en tanto no puede contenerlas gotas tristes de tu amargo llanto que quisiera beber.

Mas nunca, nunca volveré a tu lado con vida y sin honor,que a la patria mi vida le he entregado con justísimo ardor.

Feliz y libre y con la frente alzada hacia ti llegaré,o fija en tu recuerdo mi mirada cual bueno moriré.

Que yo no puedo presentarme airoso demandando tu amor, cuando no supe resistir, medroso, el supremo dolor.

Sufre y espera, que el incierto día de espléndido brillar,tal vez asome, y luzca la alegría donde reina el pesar.

Y aunque muy lejos del hogar que escucha tu constante gemir,hay otro ser que en sacrosanta lucha puede acaso morir.

Cuando la muerte presurosa venga su golpe a descargar, quizás, piadosa, su furor detenga mirándote llorar.