LOS REALEJOS EJEMPLO DE AFANES E INQUIETUDES

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OPINIÓN EL DÍA ihHiiiiiiiiiiiiiimiiHHiimiiiiim MLlLI tEMAS ISLEÑOS IOS REALEJOS, de afanes e inquietudes Un rincón en /as af ueras de Los Realejos. Los Realejos, la villa del Norte tinerfeño que ahora ce- lebra sus fiestas en honor de la Virgen de! Carmen, es una de las localidades isleñas que con m.$s empuje y ánimos marcha por los senderos de! P,wj.,.wow. 4-.il ict CíUuau tranqui- la, se refleja la actividad de sus habitantes que, con espe- ranzadora esperanza, se han trazado una meta y, con ilu- sión, marchan decididos a su logro. Con un muy prorristedor fu- turo ante ella, la villa de ¿_os Realejos es buen ejemplo de afanes e inquietudes, es bjen ejemplo de una común uad que, con voluntad y buen y bien hacer, trabaja para ganai el pan de cada día y, al rrvs mo tiempo, realiza y proyecta con vistas al porvenir. Creo que el sentir de un pueblo se refleja bien sus plazas y jardines. En esto es- toy de completo acuerdo con un amigo extranjero qje, des- pués de muchos años en Te« nerife —isla -a la que ya con sidera como su tierra natal— siempre habla con orgu»'o de las bien cuidadas plazas y jar- dines de Los Realejos. Dice el amigo —nacido en Londres y que se considera ti- nerfeño— que, cuando desde su ciudad natal liega a Teñen fe algún pariente, primero le lleva a Los Realejos. Y dice que tal decisión tiene como motivo principal el que allí, en la villa del Norte isleño, puede apreciarse con claridad el es> fuerzo del hombre con la tie- rra, ese esfuerzo que se tradu- ce en que apenas hay allí un trozo de terreno sin cultivar, sin el manto verde y producti- vo. Y es cierto. Allí, hasta en ^as 'aderas y fondo de los barrancos se observa la cons- tante lucha de! hombre que, a fuerza de años y desvelos, ha transformado los pedregales en terrenos de cultivo. Si un extranjero —aunque mi amigo no quiere que como tal se le considere, ya que argumenta que también es isleño— re conoce ese ejemplar trabajo y esa ejemplar constancia, ¿qué vamos a decir los que aquí na- cimos? Desde los montes a la cos- ta, Los Realejos se extiende como un vuelo blanco de palo- mas. Desde las cumbres de la isla al mar que la baña, .a. villa es claro ejemplo de tra bajo —silencioso y efectivo trabajo— que a todos llena . de legítimo orgullo y no me nos legítimo optimismo. Una de las principales ca- racterísticas de la villa que crece y crece —de la villa que hoy trabaja con vistas al ma- ñana— es la de saber herma- nar el ayer con el hoy, de sa- BBOM4S SÍJV MALA FE ANDANDO EL FRIÓ Viajar en las "guaguas rojas" y vivir por Salamanca, a muchos los acongoja, y a otros les baja la panza. El subir a La Laguna, viviendo por dicho barrio, es tener poca fortuna por el nuevo itinerario. La guagua, con la parada que está en Ramón y Cajal, les queda muy alejada y hay mucho que caminar Les dejan, a su regreso, por detrás del "Hotel Bruja", para que bajen de peso, y se cueden como agujas. Desde allí hasta Salamanca, hay bastante recorrido; se llega con gran tardanza, si un coche no te ha "barrido" A mí me dijo un vecino de ese b^.rio desgraciado: es más lo que yo camino, í ue lo cu e voy "amontado". SE QUITA El caminar no le asusta perqué es fuerte y es robusto, pero sí que le disgusta porque no es por su gusto. Dice que sueña K al dormir, con algo que ya le espanta: es que hasta el año dos mil no hay guagua por Salamanca. Otro que oyó el comentario nos "espetó", tan campante: —Ya no será necesario. Habrá platillos volantes. Pienso que ese pronóstico es un poco exagerado; vamos bien en helicóptero, si las cosas no han cambiado, A coches, por esa fecha, segu o que nadie sube, pues iremos como flechas por los aires, entr-e nubes. Dicen que desde e! p'incipio, con este rollo de guaguas, empresas y municipio tienen trabado el paraguas. ber conservar ese claro espí- ritu de los años idos y, al propio tiempo, aunarlo con e! presente. Los Realejos es villa de ayer y de hoy. Villa que, ,/iá: ta desde lo alto, tiene roje? de tejas y, junto a las nuevas edificaciones, el orgullo verdsf de los viejos dragos y copu dos laureles. Hoy, como siempre, Los Realejos es ejemplo por su trabajo, por esa su constancia y férrea voluntad en el buen y bien hacer. Es, también, re creo para la vista del que ile^ ga y que, con rapidez, se sien- te ganado por la serenidad que allí impera, por la. hidal- guía que preside todos los actos de! cotidiano vivir. Bajo el cielo de! Norte tiner- feño, Los Realejos —con su antiguo sosiego— tiene un paisaje que se abre en aban! co/Al fondo ondulan las mon tañas y, así, las casas se ex- tienden entre la huerta infini- ta de! mar y e! verde radíame Como otras ciudades isla- ñas, Los Realejos es hoy la unidad, la medida, la norma. J. A. Padrón Albornoz Fue a la farmacia y pidió una vacuna antibritánica. —-Antitetámca, le rectificó e! empleado. —No, antibritánica, dijo el mecánico; porque el golpe me lo di con una "¡lave inglesa". —Había ahí un piso estupendo, dijo la señora, y no me quedé con él por una letra... —¿Es que lo rifaban?, le preguntó la amiga. —No, mujer; es que el Banco no aceptó la negociación de la letra de 500.000 pesetas para el primer plazo. Después de ver toda la vivienda que iba a comprar, pre- guntó por el último precio. —¿Y la "entrada"?, añadió. —Muy amplia y, ademas, con dos ascensores. Entró el mago en la guagua y vio que había varias per- sonas agarradas al "listón" central que pendía paralelo ai techo. ¿Y para echar eso abajo tanta gente?, comentó. Y de una agarrada, ¡o echó al suelo, El maestro, en la escuela.— ¿En .qué se parece la Fuen- te de Joco a una guagua urbana de Santa Cruz? El niño. En que se "pierde La Esperanza"... Estaba con números rojos en el Banco y recibió un es- crito para que normalizara la cuenta. ¡Vaya, me dijo, ya me llegó la dichosa "carta de ajus- ALTOBER LOS CRISTIANOS, EN MARCHA Parece ser que Los Cristia- nos están ya camino de una puesta a punto, tal como re- clamaba desde hace tiempo el lugar privilegiado que aquella zona constituya dentro de la geografía insular. Porque po- cos climas pueden parango- narse con los de la citada lo- calidad sureña que, hay que Decirlo, no fue descubierto en tal sentido precisamente por el turismo o pnr los que en torno al mismo trabajan, sino por gentes de Santa Cruz que. desde hace muchos años, hd- bían elegido aquel litoral para pasar sus temporadas, incluso en el invierno, porque la ve r - dad es que es 'jn clima para todo el año. Pero Los Cristianos, como otros muchos enclaves de ¡a isla con indudable interés tu- rístico, estuvo siempre dejado de la mano de Dios y la ini- ciativa privada se lanzó allí a edificar sin orden y concier- to, porque en verdad no exis- tía un auténtico Plan General de Urbanización. FMo ha dado motivo a que fuera un lugar polémico en repetidas ocasio- nes, y que conste que no nos -eferimos precisamente a la reciente discusión pública so- bre puerto pesquero, paso de camiones y playa. Porque, ya hace mucho tiempo, todos re- cordarán aque! •'remendó pro- blema que surgió con el edif- cio que se levantó junto a !a playa, en las inmediaciones del "Hotel Moreque, y en el que tuvieron q>je intervenir dos gobernadores civiles: don Juan Pablos Abnl y don Maria- no Nicolás, si no recuerdo mal. Pero aquel edificio de apar- tamentos llamado Cristianmar, ha quedado ya marginado, se- gún tengo entendido, de! pa- seo marítimo, seguirá allí, y e! problema ha desaparecido. Si bien queda aún por derribar dos o tres casas que se ven afectadas por el paseo maríti- mo de referencia, sin que se- namnc loe ranche nnr mió tn. Cuentan I os Cristianos ya con su Plan General, y las obras que actualmente se rea- lizan han de darnos e! talante de una localidad turística pues ta al día, tanto en el alcanta- rillado y demás servicios, co- mo en los aspectos estético y de presentación. .Actualmente se cubre de lo- setas la calle principa! de en- trada hacía el muelle, en su parte baja, es decir, más o menos, desde la farmacia al puerto, • v asimismo se trabaja en el paseo marítimo de refe- rencia, que igualmente va cu- bierto de losetas. No dudamos en afirmar que, cuangto se termine, el mencio- nado paseo ribereño va a ser uno de los más hermosos de la isla, tanto por su longitud como por su trazado, siguien- do la línea costera. Ya era ho- ra, porque, como decimos más arriba, la iniciativa oficia! o municipal no había correspon- dido con su aportación -—con estas obras de servicios y acondicionamiento— a! impul- so que desde los primeros mo mentos dio a aquel sector la iniciativa privada. Y Los Cris- tianos, junto con la Playa de las Américas, ya casi unidos, cuentan mucho en la actuali- dad dentro del espectro gene- ral del turismo en Tenerife. DIONISIO Con la ISLA a cuestas SIMONADAS En cierta ocasión se me vino a las mientes decir que no qiüé cosa me parecía una simonada y los que estaban oyén- dome sJn saber lo que era aquello, y a lo mejor esperando que yo lo despHcara. Porque se daba la ccncidencia de que casi todos ers gente peninsular y los otros jovencitos de estos de chora, que entienden todo lo que se les dice en inglés y no les cogen las vueltas a las palabras de la isla. AI ver aquello, volvime para ellos y les dije: «¿Por qué me miran ansina? ¡es que estoy hablando en extranjero!?». «No, —me dijo uno—, es que no sabemos que es eso que usted lla- ma sJmcnadas. Porque si fuera limonadas...» ¡Mire usted qué cesas! ¡Limonadas! ¡Ni que estuviéramos en un café! Y para que me entendieran, pregunté: «¿Ustedes no saben lo que es un simón?». Uno me contestó que un coche. ¡Ave María! ¡Un coche! ¿Usted ha visto? A quien se le ocurre tamaño dislate... Un s5món, —les despliqué—, es un guanajo. Y otro saltó: «¿Un pavo?». ¡Otro que tal baila! ¡Un pavo! Les seguí diciendo que no. Que una simón es lo mismo que un guanajo, un torio* Isn, un Meque bobate... ¡Y no me entendían! Hasta que les di je que es un bobo, y entonces supieron lo que yo quería decir. Porque simonadas son las cosas que hacen los simones. Y co- mo hay una cáfila de simones sueltos por ahí, cada día se ha- cen más simonadas. Como las de aquel chico, que iba de pes- ca con su padre, y le dieron ganas de hacer ciertas cosas y se puso empinado en la proba, y de repente dice: «¡Ah, padre! Yo sé de donde está el tiempo». «¿De dónde, muchas?», pre- guntó el otro. «De proba». «¿Y por qué lo sabes?». Y va y con- treta: «Perqué la porquería va pa vusté». ¡Si sería simón el mu- chacho!

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Artículo de Juan Antonio Padrón Albornoz, periódico El Día, sección "Temas isleños", 1976/08/05

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OPINIÓN EL DÍAihHiiiiiiiiiiiiiimiiHHiimiiiiim

MLlLItEMAS ISLEÑOS

IOS REALEJOS, de afanes e inquietudes

Un rincón en /as af ueras de Los Realejos.

Los Realejos, la villa delNorte tinerfeño que ahora ce-lebra sus fiestas en honor dela Virgen de! Carmen, es unade las localidades isleñas quecon m.$s empuje y ánimosmarcha por los senderos de!P,wj. , .wow. 4-.il ict CíUuau tranqui-la, se refleja la actividad desus habitantes que, con espe-ranzadora esperanza, se hantrazado una meta y, con ilu-sión, marchan decididos a sulogro.

Con un muy prorristedor fu-turo ante ella, la villa de ¿_osRealejos es buen ejemplo deafanes e inquietudes, es bjenejemplo de una común uadque, con voluntad y buen ybien hacer, trabaja para ganaiel pan de cada día y, al rrvsmo tiempo, realiza y proyectacon vistas al porvenir.

Creo que el sentir de unpueblo se refleja bien oí susplazas y jardines. En esto es-

toy de completo acuerdo conun amigo extranjero qje, des-pués de muchos años en Te«nerife —isla -a la que ya considera como su tierra natal—siempre habla con orgu»'o delas bien cuidadas plazas y jar-dines de Los Realejos.

Dice el amigo —nacido enLondres y que se considera ti-nerfeño— que, cuando desdesu ciudad natal liega a Teñenfe algún pariente, primero lelleva a Los Realejos. Y diceque tal decisión tiene comomotivo principal el que allí, enla villa del Norte isleño, puedeapreciarse con claridad el es>fuerzo del hombre con la tie-rra, ese esfuerzo que se tradu-ce en que apenas hay allí untrozo de terreno sin cultivar,sin el manto verde y producti-vo.

Y es cierto. Allí, hasta en^as 'aderas y fondo de losbarrancos se observa la cons-

tante lucha de! hombre que, afuerza de años y desvelos, hatransformado los pedregalesen terrenos de cultivo. Si unextranjero —aunque mi amigono quiere que como tal se leconsidere, ya que argumentaque también es isleño— reconoce ese ejemplar trabajo yesa ejemplar constancia, ¿quévamos a decir los que aquí na-cimos?

Desde los montes a la cos-ta, Los Realejos se extiendecomo un vuelo blanco de palo-mas. Desde las cumbres de laisla al mar que la baña, .a.villa es claro ejemplo de trabajo —silencioso y efectivotrabajo— que a todos llena .de legítimo orgullo y no menos legítimo optimismo.

Una de las principales ca-racterísticas de la villa quecrece y crece —de la villa quehoy trabaja con vistas al ma-ñana— es la de saber herma-nar el ayer con el hoy, de sa-

BBOM4S SÍJV MALA FE

ANDANDOEL FRIÓViajar en las "guaguas rojas"y vivir por Salamanca,a muchos los acongoja,y a otros les baja la panza.

El subir a La Laguna,viviendo por dicho barrio,es tener poca fortunapor el nuevo itinerario.

La guagua, con la paradaque está en Ramón y Cajal,les queda muy alejaday hay mucho que caminar

Les dejan, a su regreso,por detrás del "Hotel Bruja",para que bajen de peso,y se cueden como agujas.

Desde allí hasta Salamanca,hay bastante recorrido;se llega con gran tardanza,si un coche no te ha "barrido"

A mí me dijo un vecinode ese b^.rio desgraciado:es más lo que yo camino,í ue lo cu e voy "amontado".

SE QUITA

El caminar no le asustaperqué es fuerte y es robusto,pero sí que le disgustaporque no es por su gusto.

Dice que sueñaK al dormir,con algo que ya le espanta:es que hasta el año dos milno hay guagua por Salamanca.

Otro que oyó el comentarionos "espetó", tan campante:—Ya no será necesario.Habrá platillos volantes.

Pienso que ese pronósticoes un poco exagerado;vamos bien en helicóptero,si las cosas no han cambiado,

A coches, por esa fecha,segu o que nadie sube,pues iremos como flechaspor los aires, entr-e nubes.

Dicen que desde e! p'incipio,con este rollo de guaguas,empresas y municipiotienen trabado el paraguas.

ber conservar ese claro espí-ritu de los años idos y, alpropio tiempo, aunarlo con e!presente.

Los Realejos es villa deayer y de hoy. Villa que, ,/iá:ta desde lo alto, tiene roje?de tejas y, junto a las nuevasedificaciones, el orgullo verdsfde los viejos dragos y copudos laureles.

Hoy, como siempre, LosRealejos es ejemplo por sutrabajo, por esa su constanciay férrea voluntad en el bueny bien hacer. Es, también, recreo para la vista del que ile^ga y que, con rapidez, se sien-te ganado por la serenidadque allí impera, por la. hidal-guía que preside todos losactos de! cotidiano vivir.

Bajo el cielo de! Norte tiner-feño, Los Realejos —con suantiguo sosiego— tiene unpaisaje que se abre en aban!co/Al fondo ondulan las montañas y, así, las casas se ex-tienden entre la huerta infini-ta de! mar y e! verde radíame

Como otras ciudades isla-ñas, Los Realejos es hoy launidad, la medida, la norma.

J. A. Padrón Albornoz

Fue a la farmacia y pidió una vacuna antibritánica.—-Antitetámca, le rectificó e! empleado.—No, antibritánica, dijo el mecánico; porque el golpe

me lo di con una "¡lave inglesa".

—Había ahí un piso estupendo, dijo la señora, y nome quedé con él por una letra...

—¿Es que lo rifaban?, le preguntó la amiga.—No, mujer; es que el Banco no aceptó la negociación

de la letra de 500.000 pesetas para el primer plazo.

Después de ver toda la vivienda que iba a comprar, pre-guntó por el último precio.

—¿Y la "entrada"?, añadió.—Muy amplia y, ademas, con dos ascensores.

Entró el mago en la guagua y vio que había varias per-sonas agarradas al "listón" central que pendía paralelo aitecho.

— ¿Y para echar eso abajo tanta gente?, comentó. Y deuna agarrada, ¡o echó al suelo,

El maestro, en la escuela.— ¿En .qué se parece la Fuen-te de Joco a una guagua urbana de Santa Cruz?

El niño. — En que se "pierde La Esperanza"...

Estaba con números rojos en el Banco y recibió un es-crito para que normalizara la cuenta.

— ¡Vaya, me dijo, ya me llegó la dichosa "carta de ajus-

ALTOBER

LOS CRISTIANOS,EN MARCHA

Parece ser que Los Cristia-nos están ya camino de unapuesta a punto, tal como re-clamaba desde hace tiempo ellugar privilegiado que aquellazona constituya dentro de lageografía insular. Porque po-cos climas pueden parango-narse con los de la citada lo-calidad sureña que, hay queDecirlo, no fue descubierto ental sentido precisamente porel turismo o pnr los que entorno al mismo trabajan, sinopor gentes de Santa Cruz que.desde hace muchos años, hd-bían elegido aquel litoral parapasar sus temporadas, inclusoen el invierno, porque la ver-dad es que es 'jn clima paratodo el año.

Pero Los Cristianos, comootros muchos enclaves de ¡aisla con indudable interés tu-rístico, estuvo siempre dejadode la mano de Dios y la ini-ciativa privada se lanzó allí aedificar sin orden y • concier-to, porque en verdad no exis-tía un auténtico Plan Generalde Urbanización. FMo ha dadomotivo a que fuera un lugarpolémico en repetidas ocasio-nes, y que conste que no nos-eferimos precisamente a lareciente discusión pública so-bre puerto pesquero, paso decamiones y playa. Porque, yahace mucho tiempo, todos re-cordarán aque! •'remendó pro-blema que surgió con el edif-cio que se levantó junto a !aplaya, en las inmediacionesdel "Hotel Moreque, y en elque tuvieron q>je intervenirdos gobernadores civiles: donJuan Pablos Abnl y don Maria-no Nicolás, si no recuerdomal.

Pero aquel edificio de apar-tamentos llamado Cristianmar,ha quedado ya marginado, se-gún tengo entendido, de! pa-seo marítimo, seguirá allí, y e!problema ha desaparecido. Sibien queda aún por derribardos o tres casas que se venafectadas por el paseo maríti-mo de referencia, sin que se-namnc loe ranche nnr mió tn.

Cuentan I os Cristianos yacon su Plan General, y lasobras que actualmente se rea-lizan han de darnos e! talantede una localidad turística puesta al día, tanto en el alcanta-rillado y demás servicios, co-mo en los aspectos estético yde presentación.

.Actualmente se cubre de lo-setas la calle principa! de en-trada hacía el muelle, en suparte baja, es decir, más omenos, desde la farmacia alpuerto, • v asimismo se trabajaen el paseo marítimo de refe-rencia, que igualmente va cu-bierto de losetas.

No dudamos en afirmar que,cuangto se termine, el mencio-nado paseo ribereño va a ser

uno de los más hermosos dela isla, tanto por su longitudcomo por su trazado, siguien-do la línea costera. Ya era ho-ra, porque, como decimos másarriba, la iniciativa oficia! omunicipal no había correspon-dido con su aportación -—conestas obras de servicios yacondicionamiento— a! impul-so que desde los primeros momentos dio a aquel sector lainiciativa privada. Y Los Cris-tianos, junto con la Playa delas Américas, ya casi unidos,cuentan mucho en la actuali-dad dentro del espectro gene-ral del turismo en Tenerife.

DIONISIO

Con la ISLA a cuestas

S I M O N A D A SEn cierta ocasión se me vino a las mientes decir que no

sé qiüé cosa me parecía una simonada y los que estaban oyén-dome sJn saber lo que era aquello, y a lo mejor esperando queyo lo despHcara. Porque se daba la ccncidencia de que casitodos ers gente peninsular y los otros jovencitos de estos dechora, que entienden todo lo que se les dice en inglés y no lescogen las vueltas a las palabras de la isla.

AI ver aquello, volvime para ellos y les dije: «¿Por qué memiran ansina? ¡es que estoy hablando en extranjero!?». «No,—me dijo uno—, es que no sabemos que es eso que usted lla-ma sJmcnadas. Porque si fuera limonadas...» ¡Mire usted quécesas! ¡Limonadas! ¡Ni que estuviéramos en un café! Y paraque me entendieran, pregunté: «¿Ustedes no saben lo que esun simón?». Uno me contestó que un coche. ¡Ave María! ¡Uncoche! ¿Usted ha visto? A quien se le ocurre tamaño dislate...

Un s5món, —les despliqué—, es un guanajo. Y otro saltó:«¿Un pavo?». ¡Otro que tal baila! ¡Un pavo! Les seguí diciendoque no. Que una simón es lo mismo que un guanajo, un torio*Isn, un Meque bobate... ¡Y no me entendían! Hasta que les dije que es un bobo, y entonces supieron lo que yo quería decir.Porque simonadas son las cosas que hacen los simones. Y co-mo hay una cáfila de simones sueltos por ahí, cada día se ha-cen más simonadas. Como las de aquel chico, que iba de pes-ca con su padre, y le dieron ganas de hacer ciertas cosas y sepuso empinado en la proba, y de repente dice: «¡Ah, padre!Yo sé de donde está el tiempo». «¿De dónde, muchas?», pre-guntó el otro. «De proba». «¿Y por qué lo sabes?». Y va y con-treta: «Perqué la porquería va pa vusté». ¡Si sería simón el mu-chacho!