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LOS VIAJES DE GAGE EN EL SIGLO XVII HISPANOAMERICANO Resumen de la ponencia presentada por Carmelo Sáenz de Santa María, de la Universidad de Deusto, en la sección primera del IV Congreso de la (1-4) Asociación Internacional de Hispanistas. Salamanca, 31 de agosto de 1971. Tomás Gage es el primero de los grandes viajeros que recorrieron el continente americano durante los siglos hispánicos; fue además el primero que pudo publicar sus impresiones de aquel largo viaje. Su condición de dominico que desemboca al fin de su vida en el pú- blico abandono de la fe católica y el consiguiente ingreso en la Iglesia de Inglaterra, ha manchado su nombre ante el público de habla castellana. Es muy probable que a lo largo de sus viajes fuera Gage poniendo por escrito sus impresiones: esta calidad de testigo inmediato da mucho valor a su obra fundamental, A new Survey of trie West Indias. En su estudio hay que tener siempre en cuenta que al redactar y dar forma de libro a sus notas creyó necesario explicar a lo largo de su vida las razones de su cambio de confesión religiosa: esto hace peligroso su testimonio. Desde el prin- cipio sus editores juzgaron conveniente suprimir los pasajes que tuvieran relación más estrecha con su peculiar actitud mental. Fue grande su influjo no sólo en la preparación de la gran armada de Cromwell hacia las Indias Occidentales, sino también en las decisiones tomadas años más tarde por Luis XIV en el apogeo de su poder. En la linea hispánica Gage es muy poco conocido: el par de traduccio- nes castellanas que han visto la luz pública tienen el gran defecto de haber sido hechas sobre una traducción francesa. Y Gage fue un escritor inglés que no pudo desprenderse de sus largos años de convivencia hispánica: su obra está llena de frases castellanas, y son muchas más las que apenas se

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LOS VIAJES DE GAGE EN EL SIGLO XVIIHISPANOAMERICANO

Resumen de la ponencia presentada por Carmelo Sáenz de Santa María,de la Universidad de Deusto, en la sección primera del IV Congreso dela (1-4) Asociación Internacional de Hispanistas. Salamanca, 31 de agostode 1971.

Tomás Gage es el primero de los grandes viajeros que recorrieron elcontinente americano durante los siglos hispánicos; fue además el primeroque pudo publicar sus impresiones de aquel largo viaje.

Su condición de dominico que desemboca al fin de su vida en el pú-blico abandono de la fe católica y el consiguiente ingreso en la Iglesia deInglaterra, ha manchado su nombre ante el público de habla castellana. Esmuy probable que a lo largo de sus viajes fuera Gage poniendo por escritosus impresiones: esta calidad de testigo inmediato da mucho valor a suobra fundamental, A new Survey of trie West Indias. En su estudio hayque tener siempre en cuenta que al redactar y dar forma de libro a susnotas creyó necesario explicar a lo largo de su vida las razones de su cambiode confesión religiosa: esto hace peligroso su testimonio. Desde el prin-cipio sus editores juzgaron conveniente suprimir los pasajes que tuvieranrelación más estrecha con su peculiar actitud mental. Fue grande su influjono sólo en la preparación de la gran armada de Cromwell hacia las IndiasOccidentales, sino también en las decisiones tomadas años más tarde porLuis XIV en el apogeo de su poder.

En la linea hispánica Gage es muy poco conocido: el par de traduccio-nes castellanas que han visto la luz pública tienen el gran defecto de habersido hechas sobre una traducción francesa. Y Gage fue un escritor inglésque no pudo desprenderse de sus largos años de convivencia hispánica: suobra está llena de frases castellanas, y son muchas más las que apenas se

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ocultan bajo palabras inglesas. Sería conveniente emprender una buena tra-ducción al castellano que reincorpore a las letras hispánicas un autor que—prescindiendo de su conducta personal— pensó en castellano aunquehubo de traducirse a sí mismo a un inglés cuyo uso había prácticamenteperdido.

Esa calidad mestiza la expresó él mismo con el sobrenombre de el inglés-americano que, para él v su contexto, valía por el anglo-hispano.

Hay tres grandes viajeros que se adentran en el inmenso continente yque se preocupan de poner sus impresiones por escrito. Empezando por elúltimo y más conocido, no es necesario recordar ni exaltar la gran figurade Alejandro Humboldt, que recorre 17.000 kilómetros durante el quin-quenio 1799-1804. Hmboldt ha pasado a la historia de lo americano comoel gran descubridor ante el público culto europeo de lo que entonces eray significaba la América virreinal. Medio siglo antes la pareja Jorge Juan-Antonio de Ulloa rinden un informe secreto ante la Corte española quees el resultado de sus observaciones personales durante su viaje de onceaños, 1734-1746. Sus informes tuvieron carácter de revelación sensaciona-lista aJ ser publicados en Londres en 1826 bajo el título que es toda unaprofesión de fe: Noticias Secretas de América.

Un siglo antes recorría desde 1625 hasta 1637 las tierras de Méxicoy Guatemala, otro viajero, nuestro Tomás Gage. Inglés de nacimiento, casiespañol de educación, dominico y misionero, Tomás Gage publica sus me-morias en 1648 dentro de un complejo sistema síquico que se estructuracomo una conversión a lo inglés y en lo inglés a lo más estrictamente puri-tano, que se reflejaba entonces en la victoria del Parlamento y de Cromwellsobre la tradición monárquica de las Islas.

En 1648 aparecía en Londres bajo barroca titulación, que revela suarraigado hispanismo, lo que había podido recoger en aquellos doce años deviajes por tierras americanas. He aquí su título y subtítulos:

The English American his Travail by Sea and Land: / or / A New Survey / ofthe / West-Indias, / containing / A Journall of Three thousand and Threehundred / Miles within the main Land of America. / Wherein is set forthhis Voyage from Epain to St. John de Ulhua; / and from thence to Xalappa,to Tlaxcalla, the City of Angeles / and / forward to México. With the des-

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cription of that great City, / as it was in former times, and also at this pre-sent. / Likewise his Journey from México through the Provinces of Guaxa-ca, / Chiapa, Guatemala, Vera Paz, TruxiJlo, Comayagua, with his / abodetwelve years about Guatemala, and especially in the / Indian-towns ofMixco, Pinola, Petapa, Amatitlán. / As also his strange and wonderfull Con-versión, and Calling from those / remote parís to his Native Countrey. / Withhis return through the Province of Nicaragua and Costa Rica, / to Nicoya,Panamá, Portobelo, Cartagena, and Havana, with divers / occurrents anddangers that did befall in the said Journey / Also, / A New and exact Disco-very of the Spanish Navigation to / those parts; and of their Dominions,Government, Religión, Forts, / Castles, Ports, Havens, Commodities, fashions,behaviour of / Spaniards, Priests and Friers, Blackmores, Mulattos, Mes-tizos / Indians and of their Feasts and Solemnities. / With a Grammar, orsome few Rudiments of the Indian Tongue, / called, Poconchi, or Poco-man / By the true and painfull endevours of Thomas Gage, now Preacherof / the Word of God at Acris in the County of Kent, Anno Domini1648 / London, / Printed by R. Cotes, and are to be sold by HumphreyBlunden at the / Castle in Cornhill, and Thomas Williams at the Bible inLittle Britain, 1648.

Complicado título en que se trataba de expresar todo el sentido de laobra y de su autor. Se encabeza con el sobrenombre que quiere se le apli-que The English American, el Inglés Americano: sobrenombre que enton-ces se estrenaba, y que había de tener tan amplio significado a lo largo dela siguiente centuria. El Inglés Americano señalaba el carácter híbrido deltrabajo, resultado de un hombre nacido inglés, madurado en hispano-ame-ricano; nacido católico, madurado en puritano. Sus viajes le daban satisfac-ción: tres mil trescientas millas no se hacían todos los días, mucho menosdentro de los misteriosos límites de aquel continente injustamente —decía—vedado a los ingleses; pero sus conocimientos puestos al servicio de unagran causa podían servir para la «redención» de aquellas tierras, para cuyaobra se consideraba señalado por la providencia.

La persona de Gage

Definitivamente no es simpática. Y es difícil separar la persona de laobra. Esta pudiera considerarse como un diario detallado de los años pa-sados en México, Chiapas y Guatemala; con abundantes detalles del viajea través del resto de América Central hasta su embarco en Puerto Belo, ymenos número de particularidades respecto a los años previos a su partidadesde Cádiz, y a su posterior estancia en Inglaterra.

Casi todos sus biógrafos han de comenzar pidiendo perdón al lector poremprender la tarea de pergeñar la historia de personaje tan antipático.

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Algunos intentan iniciar alguna disculpa; otros se contentan con cargar ala cuenta del tiempo en que vivió alguno de los rasgos de su carácter. Noes frecuente —dicen y digo— presentar un personaje como héroe de unescrito, por el que no se llegue a sentir un principio de simpatía y com-prensión.

Y vamos con los datos fundamentales. Tomás Gage procedía de la ramasegundona de una noble familia que se había destacado por su adhesióna la causa católica en los tiempos de Enrique, María y Felipe, e Isabel. Estafamilia había unido en un sólo amor la devoción a la antigua fe con lacausa de sus más destacados representantes en la Inglaterra de la época:los jesuítas. Tomás, nacido en fecha desconocida, pero cercana al comienzodel siglo XVII, había sido enviado por sus padres a completar su educaciónen el colegio que para nobles ingleses mantenían los jesuítas en SaintOmer; de allí se le suponía pasado al seminario de San Albano en Valla-dolid. Investigaciones más recientes parecen descartar que hubiera sidoestudiante en este centro; pero nos consta que por esas fechas se produjoun sonado rompimiento con sus maestros que quedó sellado y simbolizadocon la entrada en el Colegio de San Pablo y en la orden de Santo Domingo.

Ni nos consta, ni es fácil que aparezca nunca, cuál fue el motivo deeste cambio de rumbo tan contrario a las tradiciones de su familia; ni cuálfue su sentido. En Inglaterra —y en su casa familiar— causó tal impre-sión que su padre decidió desheredarle; en su vida interna marcó de talmanera su conducta posterior que un odio —que llamaríamos africano, sinintenciones geográficas ni raciales— hacia los jesuítas sería el componentemás constante de sus escritos y actitudes. En fecha muy posterior —y comoamigos suyos— publicó un escrito sin valor histórico ni literario que inti-tuló simbólicamente A duell betwen a jesuite and a dominican, en que tratade insertar su fea acción en una lucha casi secular entre jesuítas y domi-nicos. El había conseguido finalmente derrotar en Londres a los jesuítascooperando a que los llevasen a la horca... Folleto que no bastó a limpiarsu nombre de la consideración y apellido de gratuito traidor: y que haseguido pesando sobre él como pecado irremisible.

Este fue su primer motivo vital: .un odio activo a los jesuítas. El se-gundo motivo —tal vez conexionado con el primero— fue el propósito demirar por su porvenir, ya que había sido privado de la posible participaciónde la herencia paterna: tenía que hacerse con dinero por los medios queestuvieran a su alcance. Nuevo detalle de mal disimulada avaricia quetampoco es de lo que más excitan la simpatía. Sobre estos dos condicio-nantes negativos se levanta con calidad de motivación positiva un cierto

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celo, a lo Las Casas; que en este caso no encontraría en la Corte de Españael apoyo necesario para sus planes y proyectos de reforma, y lo iría a bus-car en Inglaterra.

No lo encontró al llegar: en la Inglaterra de Carlos I, el influjo de losjesuítas era mayor del que nuestro hombre podía soportar pacientemente.Sigue envuelto en dudas, viaja a Roma para adquirir perspectiva, regresaa Inglaterra y la encuentra un poco más propicia para sus planes. El reina-do de Carlos I ha entrado en crisis y justamente seis días después de que elrey levantase el estandarte de la acción militar contra el parlamento, Gagese decide a pronunciar en la antigua iglesia de San Pablo su sermón deretractación. Este fue su primer impreso: bajo el ampuloso título de «LaTiranía de Satanás descubierta por las lágrimas de un pecador convertido,por Tomás Gage, cura romano por espacio de 38 años y ahora verdadera-mente reconciliado con la Iglesia de Inglaterra», lo publicó en Londresen 1642. Para el público el folleto quedó bautizado con el título que corríaen los encabezamientos de las páginas, «A recantation sermón»..., remo-quete que no parecía tener nada de favorable. Sin embargo el tal sermónfue reeditado dos veces en Inglaterra y cuatro en los Estados Unidos.

Con esta acción rompe Gage con su pasado y especialmente con sufamilia: precisamente su hermano mayor era uno de los jefes de mayorprestigio militar en el ejército del rey: su muerte en campaña, poco des-pués, fue una de las concausas del desastre monárquico.

La retractación de Gage fue un poco prematura: poco tardó en darsecuenta de que no era la Iglesia de Inglaterra la que había de salir triunfanteen aquella contienda; en fecha no precisada juzgó oportuno adherirse almovimiento puritano que —de todas maneras— casaba mejor con susaires de reformador de costumbres, que se le acomodaban tan bien.

Desde el puritanismo, bien establecido en la vicaría de la actual ciudadveraniega de Deal, considera llegado el momento de llevar adelante lo queentonces juzga su vocación celestial: redimir a América del yugo católicoromano. Para conseguir de un solo golpe interesar a Cromwell en pequeñavariación en el título: desaparece la primera línea que le restaba seriedad;ya no interesa declararse "El Inglés Americano», que en nuestro lenguajehabría de interpretar como «El Inglés Hispano-americano». En cambio aña-de una serie de mapas que para una programación de acción militar pu-dieran tener importancia. Y así en 1655, siete años después de la primeraedición, aparece esta segunda que se convierte en una especie de procla-mación de cruzada para la «liberación» de América.

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Cromwell no despreció la insinuación: se conserva en la Colección dePapeles de Estado correspondiente a los años 1654-1655, el parecer queGage redactó a petición del Protector. En la edición de Birch ocupa laspáginas 59 a 61, y precede inmediatamente al informe del experto militar,coronel Muddiford. El plan de Gage sugiere la invasión previa de la islade Santo Domingo para desde esta base emprender sin tardanza la con-quista de Guatemala. Muddiford se inclina por la invasión a lo largo delOrinoco. Cromwell se decidió por la opinión de Gage, quien mezclabade manera algo incongruente las razones éticas con las estratégicas.

En primer lugar va —decía— la gloria de Dios; siguen los pecadosprivados y públicos de los habitantes de aquellas tierras: pecados que hanproducido entre ellos el presentimiento —casi profético, eco de fray Bar-tolomé de las Casas— de que habrían de ser entregados en manos delextranjero. Si alguien puede presentar un título razonable para encargarsede esa misión depuradora, este era el pueblo inglés, tan injustamente tra-tado por los españoles en América, y tan purificado entonces por la revo-lución puritana. El informe baraja también los argumentos estratégicos ytácticos: coinciden éstos con los del coronel Muddiford en que hay queapoderarse previamente de alguna isla, para acometer rápidamente la in-vasión de la Tierra Firme; pero discrepan en localizar el punto de ataque.Gage lo dirige a Guatemala, Muddiford prefiere —lo hemos dicho— elOrinoco. Gage insiste en los condicionamientos humanos: América estácasi despoblada de españoles; son todavía menos los procedentes de lapenínsula. Entre peninsulares, criollos, negros, indios, mulatos y mestizosexisten tales divisiones que no se podría esperar resistencia ninguna a in-vasores bien organizados y penetrados de la justicia de la causa. Consegui-da la penetración en Guatemala habría que extenderse por el Oeste hastael río de Tabasco, todo el Este caería en manos de Inglaterra hasta elistmo de Panamá.

Cromwell estableció sobre tan fantástico plan su western design, orga-nizó la Armada —lejano eco de aquella que fue apodada la Invencible—,la puso bajo la dirección de Guillermo Penn y del general Venable, y comoasesor político-religioso, nuestro Gage; se conserva la orden por la que lafragata Fagons pasó a recogerle a su vicaría de Deal.

La expedición fracasó; flaco consuelo pareció entonces la conquista deJamaica. Allí murió nuestro Gage a comienzos de 1566; en Deal dejabaviuda y dos hijas.

El libro de Gage no perdió del todo su interés a lo largo del siglo;pero las nuevas ediciones van liberándolo del peso muerto de sus declama

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ciones moralizantes. Hay dos ediciones más en Inglaterra, 1677 y 1699;otras dos en Holanda, 1682 y 1700, y otra alemana, en 1693. Ha desapare-cido el interés por el trasfondo religioso que le daba, según su autor,solidez y coherencia; pero se mantiene la curiosidad, y las edicionesresponden a las alternativas de interés nacional por América.

A Francia pasa en 1663 como objeto de curiosidad; es una traducciónágil, agradable y enormemente resumida. Con las mismas característicasaparece en 1676 y 1696, formando parte de la colección de viajes curiososde Thevenot. Pero el interés francés por América crece al compás de lasvictorias dé Luis XIV, y con el espíritu emprendedor de su ministro Col-bert. A él se dedica la primera gran traducción francesa aparecida en 1677.No se reproducen los primeros capítulos ni los párrafos insultantes para laiglesia romana; se subdividen los capítulos, y éstos se ordenan en cuatropartes. La traducción es suficientemente correcta, sin preocupación deexactitud se va al sentido, y se busca la agilidad de la expresión. El editorpresenta el libro a Colbert con la misma idea propagandística con queGage lo presentó a Cromwell: ofrecer un plan fácil y atrayente para laconquista de América.

¡Sino del libro de Gage que dirigiría la primera edición en suelo ame-ricano!: en 1758 se distribuía por entregas en el New American Magazine,publicado en New Jersey. Eran datos sobre el Sur que irían poco a pocoformando la conciencia americana y de su Destino Manifiesto, tan similaral Western Design de Cromwell.

Finalmente y como aportación a las nuevas conciencias nacionales, ellibro de Gage hace su entrada en las letras españolas en 1838; el criollo,dueño ya de sus destinos, encontró en las páginas de Gage nuevas razonesde queja contra los peninsulares ya desaparecidos de la escena. El mismoGage se hubiera admirado de que su libro pudiera servir de arma a aquelloscriollos que tan despiadadamente retrata.

Interés histórico de la obra de Gage

La obra de Gage no es un tratado de historia; es más bien la autobio-grafía de un personaje que va llevando sus internos problemas a lo largode un inmenso itinerario —tres mil trescientas millas, según su cálculo—:itinerario que se describe con menos detalle numérico que el recorrido unsiglo más tarde y en tierras sureñas por el célebre Concolorcordo; peroconsignado con mucha mayor riqueza de observación.

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Se discute la exactitud de alguna de sus afirmaciones. No fue proba-blemente don Carlos de Ibarra el jefe de la flota en que embarcó en Cádiz;ni era provincial de los dominicos en aquel momento el célebre fray Diegode la Fuente, compañero de trabajos diplomáticos de nuestro conocidísimoGondomar; tampoco está claro que su primer destino fueran las Filipiñas...; pero todo ello son detalles que pueden proceder del trastrueque denotas en el momento de proceder a la redacción definitiva. Lo que no cabedudar es que nuestro dominico fue anotando día a día sus impresiones amodo de diario íntimo: no cabe dudar tampoco del cuidado con que Gageconservó sus papeles. En su libro trascribe del original los distintos docu-mentos que rigieron su 'vida de religioso: tenía un curioso interés en de-mostrar que había vivido en el cumplimiento externo de la Regla. Documen-tos —recordémoslo— que hubieran bastado para llevarle a la horca si nohubiera precedido a su publicación su solemne incorporación a la Iglesiaoficial. Sólo transcrito de papeles redactados en el calor de los aconteci-mientos es posible el New Survey de Gage.

Dejando, pues, a un lado lo que pudiera ser exactitud y precisión crono-lógica: lo que puede ser imaginación; y sobre todo la deformación que alo largo de su andariega y atormentada existencia producía su doble obse-sión: el odio al jesuíta, y el gratuito convencimiento de que todos erantan esclavos del dinero como él. Un último detalle de moralista un tantoingenuo completa los parámetros que encuadran las deformaciones narra-tivas de su prosa.

Lo que más le llama la atención es la profunda y múltiple división querecorre todos los estratos sociales. Junto con su contemporáneo Remesalsaca a plaza el fenómeno de creciente hostilidad que surgía y se agravabapor momentos entre criollos y peninsulares. Gage constata el hecho comoobservador ajeno al problema. Zahiere por igual a unos y otros, pero cargaindudablemente las tintas que ennegrecen el retrato del criollo. Desde supunto de vista, de misionero frustrado a Filipinas, acusa el desencantoante las realidades cotidianas de los religiosos en Indias que —según él,censor gratuito— han olvidado totalmente su vocación de apóstoles delEvangelio. Buen predicador —o poseedor de talante de tal— se encarnizacontra las liviandades de las mujeres; y sus detalles de vestido y adornoson inapreciables. En conjunto y en sentido moderno, se trata de una obracomprometida: sus innumerables declamaciones abarcan desde la afición aljuego de los superiores, que encuentra en su camino, hasta la tolerancia deprácticas semiidolátricas entre los indios. Es una curiosa revelación de lasinterioridades de aquella sociedad que naturalmente se hace tanto más ínti-ma cuanto más se adentra en lo conventual.

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Sin embargo las críticas de Gage no alcanzan la acritud de las de supredecesor Las Casas; para lectores como los ingleses que daban por des-contadas innumerables atrocidades en América los relatos de Gage resul-taban descoloridos. Se trataba de abusos normales, entre gentes tambiénnormales.

Curiosamente Gage se encarniza contra la hipocresía, contra el ansia dedinero, de sus compañeros de hábito; o contra las ambiciones de poder delos odiados jesuítas, pero no pasa del nivel de gacetillero en la tan traída yllevada inmoralidad del clero.. Se nos habla de fiestas de sociedad en loslocutorios de monjas; del chocolate servido a través de las rejas... perose nos describe el caso del joven religioso penitenciado por haber enviadoun billete indiscreto. No se toleraba el escándalo en esta línea, ni Gageencuentra demasiado que contar sobre el tema.

Interés lingüístico de la obra de Gage

Cuando Gage emprendió la redacción de sus Viajes, Gage había per-dido la normal facilidad en el empleo de la lengua inglesa: sus estudios enel extranjero y su continuada convivencia con frailes de habla castellana leobligaron a presentarse al público inglés con modestia que no era fingida:no se sentía dueño de su lenguaje. Sin embargo al reeditar su obra sieteaños más tarde no encuentra otra cosa que corregir que su anacrónicaortografía; son cientos las -e- finales que suprime... y a esto se reduce su«english improvement». Sería con todo muy interesante —y no es trabajode un día— rastrear hispanismos en su lenguaje.

Pero hay otro trabajo más sencillo, Gage multiplica los términos his-pánicos que presenta sin traducción, en letra cursiva; son palabras que,para él, no tienen traducción en inglés. Más aún, de vez en cuando trans-cribe frases enteras castellanas que conservan toda la frescura de su origi-nal. La tabulación de palabras y frases nos produciría una visión concretay dramática de las internas vivencias de aquel fraile sumergido en unacultura que, a pesar de todo, no es la suya.

Pudiéramos cree —o suponer— que el trabajo ya está hecho. Contamoscon dos traducciones castellanas de la obra de Gage. Voy a dedicarles unmomento de atención. La traducción castellana es muy tardía: aparece enParís en 1838; sobré ella, sin modificaciones sustanciales, está hecha laedición de Guatemala de 1946.

La traducción castellana de 1838 no parte del original inglés: estátrabajada sobre la edición francesa de 1676. Esta suprime las secciones

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dedicadas a criticar el catolicismo, comienza por lo tanto en el capítulocuarto, y omite los excursos que el converso aplica a los procederes de laIglesia de Roma. Buena idea la de suprimir tanto discurso ofensivo paralos eventuales lectores de lengua francesa; pero la historia pierde a vueltasde declamaciones —que no dejan de ser testimonios de una ideología—una buena cantidad de hechos más o menos anecdóticos que siempre valenalgo para la reconstrucción de mentalidades pasadas.

Mucho más grave es la intentada traducción al francés de todo aquelloque nuestro fraile dejó en castellano. Naturalmente el traductor castellanoretradujo al castellano lo que en su original lo era. Un caso de muestra:nuestro fraile respondió a una dama que parecía excederse en su obsequio-sidad y que le había enviado un castillo de frutas, con el siguiente verso:"fruta tan fría amor no cría»; verso que dejó en su original por razonesobvias. El francés tradujo a su modo el gracioso final «n'a point d'effet», yel español, siguiéndole' «no tiene virtud». Otro caso, en su deseo de cari-caturizar a los hidalgos de Chiapas, Gage transcribe esta frase que parecesacada de la picaresca clásica: «¡Ay señor y que linda perdiz he comidohoy...!». El español, siguiendo al francés, lo desfigura así: «¡Caballero tardellega, y me pesa, que acabo de comerme una perdiz excelente...!». Undetalle más: describe Gage los obsequios del prior de Chiapas y concretaque el vino era «Spanish Pier Ximeny». El francés y su colega españoldejan perder el importante dato histórico, que queda «aguado» con lasimple mención del "excelente vino de Jerez».

Remesal, Gage y Fuentes

Los tres escritores del siglo xvn guatemalteco forman un grupo curio-samente heterogéneo. Remesal, dominico como Gage, pasa por Guatemalaen dos ocasiones: la primera reuniendo materiales para su Historia, la se-gunda para presentar al público guatemalteco la obra ya realizada. No acabóde convencer la primera vez, la segunda tuvo caracteres de catástrofe. Loscriollos se sintieron profundamente ofendidos y no cejaron en su empeñode reducirle al silencio hasta que murió en inútil espera de reivindicación,que nunca vino, en la lejana Zacatecas.

Acababa de pasar por Guatemala en su segunda aparición —festoneadade prisiones inquisitoriales— Remesal, cuando llega a la ciudad fray Tomásde Santa Mar:a, alias —ocom antes se decía— Gage. El paso de Remesa]había enseñado a los responsables de la provincia que era muy peligrosoaceptar religiosos que no llegaran a ella por los caminos legales; que vinie-

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ran —decían gráficamente— «saltando las bardas». Gage parecía entrar enla descripción: destinado a Filipinas, escapado de México para no verseen la precisión de embarcarse para las lejanas islas, inquieto y andariego,traía todas las señales precursoras de la catástrofe. Sin embargo fue acep-tado con la mayor de las generosidades: llovieron los títulos y los encargossobre él: nos hace simplemente la impresión de que lo único que se pre-tendía es tenerle contento. Gage sigue su estrella y abandona la provinciasin dejar rastro: ni bueno, ni malo. Claro que no tuvo la ingenuidad deenviar su libro a sus antiguos conocidos.

Al finalizar el siglo xvn, Fuentes y Guzmán emprende la tarea de reca-pitular "floridamente» todo lo que se refería al reino de Guatemala. Frentea Remesal trata de reivindicar al criollo, tanto religioso como seglar. Gageno cuenta en sus páginas: parece natural deducir que había desaparecidototalmente del horizonte cultural de Guatemala.

Regresó —lo hemos dicho— en las páginas de una mala traducciónfrancesa: su lectura dividió —una vez más— a su público. Muchos enGuatemala lo tomaron como simple falsificador, otros aceptaron lo quetenía de negativo para lo español.

Su libro es todavía útil; no hay por qué poner de nuevo en circulaciónlo que ya tradicionalmente se suprime en él: es decir las frecuentes e ines-peradas «moralizaciones» que han perdido toda actualidad. Pero sería con-veniente proporcionar al lector castellano una nueva traducción del originalinglés. Traducción que conservara —naturalmente— lo que Gage mismopuso en castellano; pero que tratara de sustituir los innumerables hispa-nismos del texto de Gage por las frases más semejantes en el castellano dela época. Gage pensaba en castellano cuando redactaba en inglés; habríaque retraducir su obra a lo que estaba en la idea del autor: en tanto encuanto naturalmente puede todavía hacerse sin caer en la arbitrariedad.

De esta manera podría de nuevo aplicarse a Gage lo que él considerósu definición: el «english american», es decir, el «anglo-hispano». De hechofue el descubridor ante el público inglés de aquellos pueblos que consti-tuían el grande y poderoso mundo hispánico: con todos los defectos quetal vez exagera, pero con todas las virtudes que —a pesar de todo— recogey describe su libro.

Bibliografía sucinta sobre Gage

El primer estudio serio sobre Gage y su obra apareció en Londresen 1928; he aquí su ficha bibliográfica:

Los viajes de Gage en el siglo XVII hispanoamericano

Thomas Gage The English American. A new Survey of the West lndies,edited with an Introduction biy A. P. Newton. London 1928.

El libro dedica a la Introducción 32 páginas; a continuación transcribelos capítulos —no controversiales— del libro de Gage. La Introducciónes buena: la especialidad del autor en los intentos imperialistas de los pu-ritanos orientan su trabajo hacia el influjo de Gage en la gran expediciónde Penn y Venables.

La introducción de A. P. Newton sirve de base al Prólogo que precedea la edición guatemalteca de 1946, que como hemos dicho reproduce sinmodificaciones el texto castellano de París de 1838.

El segundo estudio importante sobre la persona de Gage se debe aldominico inglés Anstruther (Godfrey). A hundred homeless Years. EnglishDominicans 1558-6518. Londres 1958.

Gage es mencionado con frecuencia, pero se le dedica especial atencióna lo largo del corto período que medió entre su regreso a Inglaterra y suadhesión oficial y pública a la Iglesia de Inglaterra. Naturalmente han detocarse sus malhadadas intervenciones en contra de sus antiguos colegasdel sacerdocio. Casi todo ello va incluido en el capítulo VII, intituladoCivil War.

En el mismo año —aprovechando los dos estudios previos, y datosfamiliares de los Gage— presenta una nueva edición de la obra el conocidoinvestigador mayista, Erich S. Thompson. Su título:

Thomas Gage's travels in the New World. University of OklahomaPress, 1958.

Thompson intenta profundizar en la personalidad de Gage: naturalmen-te cuenta con mayor número de datos que sus predecesores, aunque enrealidad no es mucho lo que puede aportar de nuevo que no esté todavíasujeto a revisión. Dos datos curiosos se insertan en apéndice: una solicitudfirmada por Gage para proceder a una colecta que le permita reparar suiglesia vicarial de Deal; está datada a 3 de abril de 1652. El otro se refierea un par de cuadros conservados en la iglesia de San Cristóbal de Chiapasque pudieran proceder de la época de Gage.

El texto presentado por Thompson es un poco más resumido que elde A. P. Newton; por otra parte ha modernizado el lenguaje, con lo que enconjunto desmerece frente a la edición de 1928.

El último y más reciente estudio se debe a Norman Newton, y su título:Thomas Gage in Spanish America. Londres 1965.No es una nueva edición del texto: considera suficiente el presentado

por su homónimo A. P. Newton en 1928; es un estudio sobre el autor y

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sus viajes en América. Contiene un apéndice dedicado a preguntarse siGage no sería desde el principio un espía a sueldo de Inglaterra. Se extien-de en diversas consideraciones que podrían hacer posible tal interpretación:conecta el caso de Gage con el de los conversos portugueses que tantainfluencia tuvieron en el reinado de Felipe IV, pero no llega a ningunaconclusión válida.

CARMELO SÁENZ DE SANTA MARÍA

Universidad de Deusto