LUCHAR - un camino (posible) para superar dos reformismos sin salida - Gustavo Sciolla G.

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LUCHAR: un camino

(posible) para superar dos

reformismos sin salida

"En época de mentiras, contar la verdad se convierte en un acto revolucionario"

George Orwell.

"Cambiar la vida. Transformar la sociedad". Ciudad Universitaria, graffiti.

“Cuando el león encuentre quien escuche su historia, entonces la historia dejará de ser escrita

por el cazador” (proverbio de Kenya, citado por Vinyes).

Gustavo Sciolla G. – persona.-

Introducción

Bueno, quizá no sea el camino más ortodoxo posible, pero dado que éste no es un documento

académico ni un manual de metodología comenzaré ésta introducción con la conclusión:

- En el espacio de la Universidad de Chile, la Coordinadora LUCHAR parece verse

confrontada puntual, pero también estructuralmente, a dos fuerzas de izquierda reformista que

aunque quizás muy diferentes en apariencia, y de formas también posiblemente muy diversas,

confluyen decididamente en un mismo “final de embudo”, “final de embudo” además taponeado

con pegamento, es decir, sin salida, al menos para aquellxs quienes creemos que la solución al

problema de la Educación (y de la sociedad entera) no está en las reformas, en el “modelo”,

sino en el sistema mismo.

- Aclaro algo de entrada: ser a) reformista o b) plantearse reformas, no es algo

“intrínsecamente perverso”: en el primer caso si tu “horizonte finalista”, tu “utopía concretizada”

contempla como estrategia la reforma como camino adecuado a seguir para lograrla; en el

segundo caso, si la reforma es vista como una táctica concreta y puntual en el seguimiento de

una estrategia más radical (o digamos derechamente, revolucionaria). El problema comienza

cuando se pretende ser algo que no se es, porque ahí comienzan los “juegos de malabares”,

las “cortinas de humo”.

- Y aclaro algo más se debe saber diferenciar cuando se habla de: táctica “para la

coyuntura”, estrategia “para el periodo” y fin último, “lo que se supone que queremos lograr

finalmente”. Demás está decir que estas caracterizaciones no son estricta o totalmente

discernibles entre sí (y a muchxs les conviene y buscan que sea así precisamente) y que,

además la determinación del “largo plazo” es algo bastante oscuro y que siempre se ha

prestado para (malos) manejos y “acomodos” de diverso tipo. Como dijo -más o menos- un

gran economista del siglo XX: “el problema es que en el largo plazo todxs vamos a estar

muertxs”.

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Y la conclusión (de la introducción al menos) es, al fin: los proyectos de las JJCC (últimamente

ligadas a las Juventud Socialista) y de Izquierda Autónoma (Creando Izquierda) (trabajando

ahora junto a la NIU -Nueva Izquierda Universitaria- rama juvenil de Izquierda Ciudadana) son

SÓLO dos caras de la misma moneda...moneda con la cual no debería verse “amalgamada”,

bajo ninguna circunstancia, una izquierda que se defina como radical y con intención

revolucionaria.

No es que unxs sean “lxs buenxs” y otrxs “lxs malxs” de la película. Pero son dos caminos, dos

estrategias (como ya hice mención, “el fin último” es algo demasiado “manoseable” en

términos discursivos, por lo tanto no será mi centro en estas reflexiones, aunque no por eso

tiene menos relevancia), la del “reformismo” (comunistas y autónomxs, para facilitar la

redacción) y la “radical" que no tienen punto de convergencia estratégico posible, aunque sí

sea posible el encuentro y el trabajo conjunto en determinadas coyunturas. Como se sabe, esto

no es una cuestión de mejores o peores personas, de malas o buenas intenciones, es una

cuestión sobre el futuro al que queremos arribar y de cómo se le construye desde el presente.

Es así que, más allá de parafernalias y “puestas en escena” comunistas y “autónomxs” son dos

caras de una misma moneda:

a) Unxs, lxs comunistas, la cara de la promesa mitológica del "retorno" al pasado de un

Estado de Bienestar al que volveríamos poco a poco, reforma tras reforma para, ahora sí, a

partir de ahí, “abrir las grandes Alamedas” y llegar a un hipotético ¿socialismo? (en las

resoluciones de su último XXIV Congreso la palabra “socialismo” no aparece mencionada

NI UNA SOLA VEZ, ni siquiera se alcanza a hablar de “postcapitalismo”. Reconozcamos

que en la declaración de principios de sus Estatutos aún mantienen el concepto, pero bien

sabemos cuánto valen esas “declaraciones de principios” si no, veamos a lxs “compañerxs”

que controlan el Partido Socialista). Así iríamos avanzando de la mano de una especie de

“Frente Populismo 2.0” en el cual algún/a compañero/a haría el papel –ya que estamos

hablando centralmente de la Educación- de “neo Pedro Aguirre Cerda” que iniciaría este

camino del “gobierno de nuevo/viejo tipo” hacia las anchas alamedas de una nueva Unidad

Popular y un intento de “socialismo del s.XXI” (¿o XXII, vaya unx a saber…) todo esto en

teoría, ya que como dicen, el camino al infierno está sembrado de buenas intenciones a los

costados, y los sillones y las dietas parlamentarias son bastantes tentadoras y

adormecedoras. Ésta sería en líneas gruesas la “propuesta reformista/socialdemócrata tipo

a”…

b) Lxs otrxs, el “autonomismo” nos muestran la otra cara, una más juvenil, menos desgastada

y más “dúctil” -debemos reconocer-: la cara de la promesa idealista (en el mal sentido) de

un futuro que –reconociendo y acusando lo que hay de verdaderamente añejo y engañoso

de la propuesta comunista- nos promete que con reformas más o menos radicales de tinte

ciudadanista, liberal/democratizantes y económicamente socialdemócratas, reformando (y

agitando las aguas de las “fuerzas sociales” y el “movimiento popular” si fuera necesario)

basándonos en la construcción de un Nuevo Estado de Bienestar (de “nuevo tipo” debemos

suponer también) y de la mano del arribo a la "sociedad del conocimiento" llegaremos

al....bueno, hasta ahora ni siquiera se han preocupado de darle un nombre...ya que, en la

concreto, son estrictamente eso: reformistas, reformadorxs del sistema capitalista –en el

caso que nos ocupa, hablaríamos de la reforma del modelo de “estatalidad subsidiaria” en

la Educación- reformadorxs que aspiran a cambios “de modelo” que no “de sistema”,

diferencia que no es menor…. Y esta sería en líneas gruesas la “propuesta

reformista/socialdemócrata tipo b”, ya avanzaremos más en su análisis…

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Desde la izquierda radical con intención revolucionaria que se puede empezar a vislumbrar en

espacios como LUCHAR, no parece pretenderse ni una vuelta –imposible- al pasado (ni en lo

concerniente a sus “promesas” ni en sus fallidos métodos), así como tampoco parece creerse

en los "remedios" y "caminos" del autónomo/ciudadanismo " (posiciones que demuestran

también o, al menos así lo parece, ingenuidad e ignorancia sobre el desarrollo histórico de la

humanidad,...) aunque al parecer, haya no pocxs interesadxs en que esa “amalgama” se

produzca con esta nueva construcción “identitaria y política” que se puede comenzar a apreciar

en LUCHAR, partiendo por el autonomismo en cuanto tal, ante su impotencia –al menos actual-

de (auto)construirse desde y con el campo popular.

Última aclaración de esta Introducción: si uno ha leído opiniones o ha prestado atención al

discurso establecido por la coordinadora LUCHAR, es posible constatar que, definiéndose

como izquierda radical y con intención revolucionaria, en ningún momento lo hacen como

LA “izquierda radical y con intención revolucionaria” con “criterio de exclusividad”. Nos dicen –y

no habría porqué no creerles dado su camino recorrido hasta ahora- que sus convicciones

teóricas y prácticas se alejan profundamente de cualquier “vanguardismo (auto)iluminado” que

pretenda pontificar desde algún “púlpito de pureza revolucionaria”. La coordinadora LUCHAR

nos dice que su pretensión es interpelarnos desde el calor de la lucha y la construcción diaria,

en interrelación directa y naciendo desde el campo popular, al cual no se plantean arribar con

recetas preestablecidas ni del cual se consideren portavoces atemporales ni representantes

eternos por delegación. Para sus componentes, LUCHAR sólo se consideraría legítimamente

una parte del TODO EN MOVIMIENTO, no el centro de un universo estático.

Ahora pues, me explayo un poco más.

1.- Las complicaciones de la “cara comunista” del reformismo

El Partido Comunista de Chile (y las Juventudes Comunistas, como parte integral y

subordinada a él) ha iniciado, desde la realización de su XXIV Congreso en 2010, un viraje

estratégico de su línea política, la que apuntará ahora a una convergencia electoral y

programática con la Concertación (ahora fuertemente tensionada, fuera del gobierno y de la

cohesión que otorga el control del aparato estatal). De ahí que en su documento de

resoluciones del Congreso partidario se hable de los “12 puntos acordados con la

Concertación” y se comience a utilizar como idea fuerza central el concepto de “gobierno de

nuevo tipo” que contempla más específicamente la incorporación del PC -más algunos aliados

periféricos sujetos a su influencia- al bloque Concertacionista como un intento de arrebatarle en

la próxima elección presidencial el gobierno a la derecha conservadora actualmente en el

poder. En teoría se trataría de conformar un conglomerado de gobierno capaz de iniciar un

proceso de largo aliento de reformas políticas y sociales de corte democratizador donde el

sector “de izquierda” de este “gobierno de nuevo tipo” pudiera ir ensanchando crecientemente

su influencia.

Es de una prístina obviedad el símil que se puede –y se busca- establecer con el periodo que

va desde 1938 a 1973, con el camino recorrido desde el FRAP a la UP. Hay otras tres cosas

que son prístinamente obvias: a) que han pasado casi 75 años desde el inicio de ese camino y

que la historia no se repite y tampoco Chile –ni el mundo- son los mismos, b) que dicha

experiencia de construcción impulsada por los sectores en su momento mayoritarios de la

izquierda chilena terminó en la derrota total y absoluta con el golpe cívico-militar del 11 de

septiembre de 1973 y la brutal desarticulación física y organizativa del pueblo chileno y, por

último, c) que las correlaciones de fuerza –electoral y teórica- entre “centro” e “izquierda” eran

muy diferentes en 1938 o 1973 de lo que lo son en 2012-13. EL PC entraría como socio

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absolutamente minoritario y subordinado a un bloque que, de por sí, está anclado mucho más a

la derecha –económica y políticamente hablando- de lo que lo estaba el FRAP que elige a

Pedro Aguirre Cerda en 1938, por ejemplo.

Está claro que ni la táctica ni la estrategia que está proponiendo el Partido Comunista auguran

ningún resultado acorde a las aspiraciones de transformación radical que el pueblo de Chile

necesita con la mayor urgencia, de superación de un sistema, el capitalista, opresivo y

explotador. Entre otras cosas porque nos remite una y otra vez hacia un discurso

“estatalista/republicano” que no se condice en nada con la realidad histórica –pasada ni actual-

del Estado capitalista chileno ni su sistema republicano burgués. La confianza ingenua en tales

instituciones ha marcado con fuego, sangre y en el mejor de los casos, con la derrota táctica y

estratégica el destino de las experiencias reformistas cuando éstas han logrado imponer su

conducción sobre el campo popular y sus movimientos sociales.

Decir esto en términos generales es también decirlo en relación a las tácticas y estrategia

seguida –en forma subordinada al Partido, como ya dijimos- por las Juventudes Comunistas en

relación a la crisis de la Educación. La defensa de una supuesta “Educación Pública” bajo

amenaza no es más que un recurso efectista para un sistema educacional que, para sólo citar

el caso de la Universidad de Chile, está “privatizado de facto”. En la práctica lo que ocurre

muchas veces no es más que la utilización demagógica de consignas vacías de sentido real y

que –muchas veces- esconden intereses francamente corporativistas, cuasi “feudales”. La

Educación Pública, en todas sus áreas y niveles, ya no hay que “defenderla”, para ser sincero,

pienso que HAY QUE CONSTRUIRLA.

También es engañoso el hablar de “defender” de “re-construir” un sistema educacional que, si

bien mirado en perspectiva y siendo generosos -y focalizándonos en lo ocurrido entre los años

1965-1973- se puede considerar como un “progreso tendencial y en crecimiento sideral” con

respecto a la situación ahora existente con la educación pública, está sin embargo lejos de ser

“un paraíso perdido al que deberíamos aspirar a reconstruir”. La brutal diferenciación de clase

existente a comienzos de la segunda década del siglo XXI no anula la brutal escisión del

mismo tipo existente a comienzos de la séptima década del siglo XX.

Para ir finalizando –al menos momentáneamente- esta reflexión sobre el “reformismo

comunista”, un detalle para nada inocuo: su cultura partidaria y su lógica organizacional interna:

a) la lógica autoritaria y verticalista impuesta desde su cúpula partidaria y –lamentablemente-

más tarde o más temprano aceptada por su base partidaria –incluida la juvenil- siempre

termina permeando hacia sus procesos de inserción en realidades sociales determinadas

(en este caso la Universidad de Chile) y los espacios sociales dónde trabaja (en este caso

la FECh y otros espacios no institucionales del movimiento estudiantil de la Universidad).

Las tendencias verticalistas y donde el “centralismo (anti)democrático” opera como

aplanadora desde lo estrictamente interno a los espacios sociales que controla, muchas

veces “cortan el oxígeno” y desnaturalizan el debate y construcción de ideas, imponiendo

un ambiente chato y estéril donde el espacio social sólo opera como “correa de

transmisión” de lo que ha previamente decidido “el Partido”.

b) La tendencia estructural del PC, a lo largo de la historia, de “institucionalizar” y “cooptar”

hacia la negociación intra-sistema de partidos de la fuerza, los discursos y la

institucionalidad propia de los movimientos sociales, populares, de lxs trabajadorxs. Esto es

tan claramente evidente que sólo basta con recordar el camino recorrido desde la CUT de

Clotario Blest hasta lo que han sido las movilizaciones estudiantiles de 2011-2012,

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expresión de un proceso acumulativo de fuerzas que ya comenzaba a gestarse a fines del

s.XX. El Partido Comunista y su expresión juvenil, las JJCC, más allá de las buenas

intenciones y de la calidad moral y de trabajo –incuestionable- de muchísimxs de sus

militantes, siempre terminan quedando atrapados –y con ello los movimientos sociales que

más o menos coyunturalmente conducen- en una lógica de “embudo”, de “callejón sin

salida”, desviándose de un camino que podría tensionar hacia una “ruptura creadora” de

nuevas –y mejores- realidades para el campo popular hacia senderos que una y otra vez

fluctúan entre la (auto)derrota y/o la sensación de impotencia, desarme propositivo y de

fuerza efectiva por parte de los movimientos sociales.

Debería ser bastante obvio que una izquierda que se reclama como radical y con intención

revolucionaria deba avalar éste como derrotero acertado a seguir como camino de construcción

de fuerza estudiantil, de poder popular autónomo del sistema actual de dominación. Pensar

que la izquierda radical deba plantearse así no es producto de vocación divisionista ni anti-

unitaria alguna, no es “anticomunismo barato” ni “sobreideologización ultraizquierdista”, es

simplemente la constatación histórica de que, pudiendo confluir –como de hecho lo ha sido y

seguirá siendo- en un actuar conjunto en momentos coyunturales, en base a procesos

transparentes y abiertos de cara al pueblo y sus estructuras sociales validadas, existen

diferencias tácticas y estratégicas insalvables dadas las sobredeterminaciones organizativas y

programáticas de esta versión del reformismo de izquierda chileno, el “reformismo comunista”,

con una nueva izquierda radical en proceso de germinación

2.- El “sello”: la cara “Autónomo-Ciudadanista” del reformismo

Otra cara del reformismo de izquierda chileno –al menos a nivel universitario- está constituido

por el (mal) llamado “autonomismo”, y digo “mal llamado” por múltiples razones que no viene al

caso tratar en profundidad en este documento, donde me contentaré con señalar dos de

manera meramente nominativa:

a) Izquierda Autónoma, es decir, el “autonomismo” universitario chileno no se plantea en

términos teóricos ni prácticos la construcción de “poder autónomo” (otros podríamos incluso

hablar de “poder popular autónomo”) como una realidad concreta y discursiva con

capacidad “autorreferencial”, en el sentido de proceso centrado en sí mismo en tanto

finalidad deseable; el “autonomismo” lo opera como medio (fuerza social) para influir en la

institucionalidad y no como un “poder-hacer” en sí mismo y para sí mismo que existe

como término contradictorio al poder institucional dominante, como “relación de

poder subversiva” que niega -para superar- las relaciones de dominación

establecidas -entre otras instancias- en todo el entramado político-institucional de la

estatalidad dominante, que es una caracterización central y constituyente para

cualquier izquierda que se auto-asuma “radical”, un poder autónomo del sistema

estatal de dominación (aunque interactúe coyunturalmente con él), un Poder Popular

construido desde, por y para el pueblo, las clases explotadas y los sectores

dominados mismos.

b) Porque, en concordancia con lo anterior, el “autonomismo” criollo tiene bastante pocos

puntos de coincidencia teóricos y programáticos derivables del movimiento histórico del

movimiento autonomista, cuyas raíces se hunden en el siglo XX europeo en el marxismo

libertario y algunas corrientes del anarquismo, y en Latinoamérica en experiencias como lo

fue/es el “zapatismo” mexicano, el Movimiento de los Sin Tierra (MST) brasileño o el

fenómeno de la autogestión y el asambleísmo post-2001 en la Argentina, todos los

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fenómenos anteriores –los europeos y los latinoamericanos- con una indeleble e innegable

impronta anticapitalista y antiestatista.

Poco de lo anterior, por no decir nada, es posible rastrearlo de las propuestas, tomas de

posición, discursividad ni praxis del “autonomismo” universitario chileno actual.

Es así como de ahora en adelante nos referiremos al mundo referenciado en torno al

“autonomismo” chileno como “autónomo-ciudadanismo” (A-C), conceptualización que me

parece que arroja más y más precisas luces sobre el hacer y el decir de esta corriente política

de la izquierda chilena.

Y lo anterior -lo repito por si no queda claro aún- desprovisto de cualquier tentativa de

“demonizar” determinadas posiciones políticas dentro del campo de la izquierda chilena ni

menos a muchas individualidades que adhieren a estos movimientos y que han sido, son y

serán sin duda aportes de innegable valor en el futuro de la construcción emancipatoria de la

sociedad chilena.

Pero para que esto sea así, se deben establecer primero ciertas claridades y diferenciaciones

que ayuden a despejar el “mapa perceptual” que la sociedad tiene (o podría llegar a tener)

sobre el qué es qué y el quién es quién dentro del campo de la izquierda chilena, en especial

cuando intentamos diferenciar a una/s válida/s izquierdas/s reformista/s de otras, también

valida/s, izquierda/s radicales y con intención revolucionaria.

El autónomo-ciudadanismo imperante como teoría y práctica en espacios como Izquierda

Autónoma -en el caso de la Universidad de Chile, bajo el signo de “Creando Izquierda”- y sus

grupos de aliados cercanos, tiene su “núcleo duro” en varias conceptualizaciones que derivan

en tácticas y estrategias políticas determinadas, que a su vez llevan a una imposibilidad factual

de ser asimiladas y/o sintetizadas con las conceptualizaciones teóricas y las formas de

construcción política que parecieran constituir el corazón de las estrategias y, sobre todo, de la

finalidad que se puede apreciar viendo el funcionamiento de una coordinación política como la

que está conformando LUCHAR en la Universidad de Chile.

Se me perdonará que, en aras de optimizar su utilidad en cuanto a potenciarlo como

documento político diferenciador/aclaratorio, no me detenga en cuestiones de debate teorético

que se pueden y se deben dar cuantas veces sea necesario, pero no justo “hoy”, en un

documento como con las finalidades de éste.

Partamos pues. El “autónomo-ciudadanismo” (“A-C” de ahora en adelante), enraíza sus

conceptualizaciones, su discursividad y su práctica concreta en posiciones políticas que se

pueden definir analíticamente como “reformistas” y que se centran en lo político-económico en

general y en el sistema educacional, en particular en algunos postulados/ideas-fuerza que

podemos resumir, al menos como posiciones estratégicas en:

a) Crítica a la noción y concretización de lo que se conoce como “Estado Subsidiario” y

apelación a la construcción de un “Estado basado en Derechos Sociales Universales”

que se inscribe en el horizonte del debate y la consigna por la igualdad (“derechos

sociales universales” que también son usados en las caracterizaciones de LUCHAR

pero, como se verá, de una manera significativamente diferente). La noción de “Estado

basado en Derechos Sociales Universales” apela, para el “A-C” a una noción de

“Estado socialdemócrata moderno e integral”, una especie de “Noruega para todxs”,

que para cualquiera que entienda algo de economía global, “intercambio desigual” y las

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interrelaciones entre zonas “centrales”, “periféricas” y “semi-periféricas” (ojo que no

hablamos de “naciones”) como también de sustentabilidad medioambiental en el mejor

intencionado de los casos no es más que un “cuento de hadas”, si no es subvertido de

raíz el imperio de un sistema centrado en la “reproducción ampliada del capital”,

financiero y/o “productivo” y en la depredación medioambiental.

b) Crítica a la noción y práctica de una democracia restrictiva, formalista y “duopolizada”

como a la existente en Chile y su “pacto de gobernabilidad” (crítica que también puede

ser compartida desde la izquierda radical, pero que debe hacerse extensiva a toda la

noción de “democracia capitalista/liberal-burguesa”, cosa que no parece nada claro en

el caso del A-C), y en favor de la consumación de una democracia substantivizada y

“comunalista”. (mientras que una izquierda con intención revolucionaria debe

asumirse partiendo por la construcción desde el poder popular autónomo de una

democracia radical y en constante radicalización/expansión a las diversas esferas de la

experiencia humana, entre ellas, a las „relaciones sociales de producción‟ cosa que,

entre otras cosas implica algo quizá no tan trivial: la superación de las clases

sociales como única forma de democratización real posible, la superación del

capitalismo y de cualquier sistema social basado en la explotación/dominación

de algunxs humanxs sobre otrxs humanxs y de estxs ejerciendo la expoliación

del medioambiente).

c) Crítica a la noción de “desarrollo” que se desprende de las políticas “neoliberales” y

defensa –y esto es muy relevante en el ámbito del sistema educativo- por la

constitución en Chile de una llamada “sociedad del conocimiento”, “sociedad del

conocimiento” que sería imposible de construir bajo la hegemonía los intereses del

neoliberalismo (cosa que una izquierda radical dada puede compartir perfectamente)

pero que no es planteada (al menos no abiertamente, que es lo que cuenta cuando

hacemos política hacia y desde el pueblo) como una crítica global a la lógica y a un

sistema basado en la explotación de clase (capitalista) y en la dominación

(patriarcal/heteronormativa/racista y antropocentrada), situación que para una

izquierda con intención revolucionaria debe asumirse, sí o sí, como central.

d) Crítica desde el “A-C” a las “viejas identidades de la izquierda tradicional”, (actitud a la

que, reconozco de nuevo, una “izquierda radical de nuevo cuño” también debe

adherirse, pero al mismo tiempo entendiendo que los hilos de la memoria colectiva de

los pueblos tienen raíces muy profundas y que es de una ingenuidad algo arrogante el

pretender que sean “borrados de un plumazo”), en especial cuando las prácticas

cotidianas de quienes se dicen críticos de esas “identidades anquilosadas” se

encuentran diariamente con quienes hacen gala de un “despliegue escénico” en el cual

el uso de la “memoria simbólica” juega un papel aglutinador central, sectores de

“izquierda proto-Concertacionista” incluida, como su aliada electoral actual, la Nueva

Izquierda Universitaria (NIU), como ya dijimos “brazo juvenil” de Izquierda Ciudadana”,

que es a su vez un movimiento en proceso convergente con la Concertación.

Es esta forma de conceptualización teórico-política y su implementación programática cotidiana

la que, al igual –aunque en envoltorio diferente- que aquella postulada por la “cara comunista”

del reformismo han devenido, devienen y seguirán haciendo devenir, a menos que pierdan su

centralidad en el movimiento popular en general y en el movimiento estudiantil en particular, en

“empantanamientos”, “desgastes”, “puntos muertos”, “callejones sin salida” y cualquier otra

figura metafórica que se quiera utilizar para denotar la impotencia de las propuestas y visiones

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reformistas para superar tanto la crisis del sistema educacional en particular como la de la

sociedad chilena como un todo integrado.

3.- Algunas consideraciones finales

Así es como he pretendido resumir, lo reconozco, de manera muy acotada y esquemática y

con una finalidad muy concreta, repito, de manera sucinta pero suficientemente clara y

detallada las diferencias de fondo y de forma que veo que asumen esfuerzos que están

naciendo desde la izquierda radical con intención revolucionaria con las que hasta ahora se

presentan (o son presentadas) como las únicas fuerzas mayoritarias posibles, al mismo tiempo

“críticas” y “realistas”, “soñadoras pero concretas”, “locales y también globales”, fuerzas

encarnadas en proyectos conducidos respectivamente por las Juventudes Comunistas y por la

Izquierda Autónoma que nos quieren hacer creer y caer –al igual que hace el sistema político

tradicional que tanto parecen criticar- en un “falso binominalismo de alternativas”: O “Derecha o

Concertación” a nivel nacional, o “Comunistas o Autónomos” a nivel de la Universidad de Chile.

Yo creo que esta falsa dicotomía debe ser denunciada responsablemente pero con claridad,

como una “falsa confrontación” (como no sea una mera disputa por “espacios visibles” para

luchas entre aspirantes a conductores del reformismo) que invisibiliza la única disputa real,

posible y de fondo: la que se da entre quienes estén convencidxs y saben que la ÚNICA

posibilidad real de triunfo y avance para el movimiento estudiantil y el movimiento por la

transformación de la Educación sólo se puede dar llevando a cabo al mismo tiempo el proceso

de lucha y propuesta para la superación de la sociedad explotadora y opresiva que padecemos

en Chile, esto desde y junto al pueblo, ayudando a echar las raíces fuertes y profundas de un

verdadero “poder popular”, haciendo posible el encuentro de todxs los explotadxs y oprimidos,

en sus vidas y realidades cotidianas, propuesta de construcción que, en lo personal, pienso

que ha llegado el momento de ayudar a que vuelva a respirar libremente, de volver a salir de

los enclaustramientos impuestos y autoimpuestos para salir ha encarnarse definitivamente en

nuevas opciones para un futuro distinto para el pueblo.

No es necesario esperar la revolución social y política para avanzar en los cambios necesarios,

pero sí sostengo que unos de nuestro deberes principales ha de ser el de poner todas

nuestras propuestas y conquistas parciales, por pequeñas que sean, en la perspectiva de

nuestra estrategia, de nuestro fin último, de la emancipación final de la Humanidad, de la

conquista de la Justicia y la Libertad.

Y este camino sólo es posible de constituir de manera viable desde un conjunto de

sólidas corrientes de fuerza popular y revolucionaria que terminen uniendo a lxs

explotadxs y oprimidxs, proceso que sólo se puede llevar a cabo satisfactoriamente

explicitando lo antes y mejor posible las diferencias y divergencias que separan a la

izquierda radical de la izquierda reformista, aunque sea en un “espacio” aparentemente

tan reducido como el de una Universidad pública de un pequeño territorio al sur del sur

de los centros de poder mundial.

Y el tiempo es ahora.

Santiago de Chile, noviembre de 2012.-

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Referencias

Para el PC en general:

- “Resoluciones XXIV Congreso Nacional”. 2010.-

- Manifiesto “Acuerdo Nacional Para Democracia Social Ahora”. 13 de agosto de 2011.-

- “ICAL: El instituto de izquierda que gravita en las propuestas de Educación”. Marcos

Barraza. 3 de enero de 2012.

- “Bases programáticas del pacto „Por Un chile Justo‟”. 25 de octubre de 2012.

- Programa FECh 2012-2013, “Estudiantes de Izquierda: A levantar la FECh, a Despertar

Chile”. Noviembre de 2012.

Para Izquierda Autónoma/Creando Izquierda en general:

- “Reimaginar la Izquierda”. Carlos Ruiz Encina, a la sazón Coordinador Nacional

movimiento SurDA. 4 de septiembre de 2003.

- “Crisis educacional: cuando los árboles no dejan ver el bosque. La centralidad de la

tensión entre Estado subsidiario y derechos universales”. Víctor Orellana, director

Fundación Nodo XXI. Mayo 2012.

- “Condiciones para debatir una refundación de la política en Chile”. Víctor Orellana, en

representación de la Fundación Nodo XXI, en el marco del encuentro “Ciudadanía y

Política”. 14 de julio de 2012.

- “Izquierda para qué”. Carlos Ruiz Encina, Francisco Figueroa C., Fundación Nodo XXI.

Publicado en edición impresa de Le Monde Diplomatique, julio de 2012.

- “Entrevista a Francisco Figueroa Cerda: Ciencia, Universidad y Movimiento Estudiantil”,

por Gonzalo García, antropólogo UACh, página web Fundación Nodo XXI. 25 de

agosto de 2012.

- “Lo que está en juego en las elecciones de la FECh”. Francisco Figueroa Cerda, El

Mostrador, 8 de noviembre de 2012.

- Programa Lista A a la FECh: “Creando Izquierda Amplia” Creando Izquierda (Izquierda

Autónoma)/Nueva Izquierda Universitaria (Izquierda Ciudadana). Noviembre de 2012.