Luh Mann

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Coda fin a l EL LABERINTO DE CRISTAL No es extraño que Niklas Luhmann haya recibido el pres- igioso Premio Hegel en 1988. Y no porque Luhmann exhiba a etiqueta de ser un pensador hegeliano, que le convertiría ‘ii una copia inútil de Hegel y que supondría un demérito >ara quienes se lo han concedido. Sin embargo, Luhmann ía escuchado, casi al pie de la letra, el dictado que el propio legel se impuso a sí mismo: seguir el «esfuerzo del concep- o». Lo que equivale a trabajar con la abstracción, a seguir :aminos de dificultad, a mostrar, sin ambages, la compleji dad desnuda y la dureza exigida por la reflexión rigurosa. Yo quisiera haber mostrado en estas páginas esa dureza, sin itorgar concesión alguna. Pues lo que Luhmann plantea equivale a mostrar también el esfuerzo del concepto, la dure za de la abstracción, la dificultad de la teoría. El esfuerzo de Luhmann no tiene descanso. Y me atreve ría a decir que no plantea tampoco límite alguno en su ten sión. Obsesionado por elaborar una teoría abstracta, Luh mann pretende con ello llegar a entender lo más concreto. Un camino que, como es sabido, Hegel también anunció al establecer su dictado de que la verdadera abstracción es la única que permite entender y transformar lo que se conside ra concreto. Aunque, para ello, deba vivirse — como quería 313

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  • C o d a f i n a l

    EL LABERINTO DE CRISTAL

    No es extrao que Niklas Luhmann haya recibido el pres- igioso Premio Hegel en 1988. Y no porque Luhmann exhiba a etiqueta de ser un pensador hegeliano, que le convertira ii una copia intil de Hegel y que supondra un demrito >ara quienes se lo han concedido. Sin embargo, Luhmann a escuchado, casi al pie de la letra, el dictado que el propio legel se impuso a s mismo: seguir el esfuerzo del concep- o. Lo que equivale a trabajar con la abstraccin, a seguir :aminos de dificultad, a mostrar, sin ambages, la complejidad desnuda y la dureza exigida por la reflexin rigurosa. Yo quisiera haber mostrado en estas pginas esa dureza, sin itorgar concesin alguna. Pues lo que Luhmann plantea equivale a mostrar tambin el esfuerzo del concepto, la dureza de la abstraccin, la dificultad de la teora.

    El esfuerzo de Luhmann no tiene descanso. Y me atrevera a decir que no plantea tampoco lmite alguno en su tensin. Obsesionado por elaborar una teora abstracta, Luhmann pretende con ello llegar a entender lo ms concreto. Un camino que, como es sabido, Hegel tambin anunci al establecer su dictado de que la verdadera abstraccin es la nica que permite entender y transformar lo que se considera concreto. Aunque, para ello, deba vivirse como quera

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  • Hegel un verdadero Viernes Santo especulativo. Es una actitud extraa en nuestro tiempo, que esboza irnicas sonrisas ante toda pretensin de sntesis terica y ante el esfuerzo mismo del concepto. Luhmann parece rerse, con su obra, de esa irona, y se mantiene como alguien que piensa su propia poca sin seguir dictados de moda alguna. Luhmann es uno de esos raros que cada poca genera y que, al mismo tiempo, oculta con vergenza, porque son esos raros quienes pueden arrebatarle su poder y pueden desvelar las frmulas de encantamiento que atesoran. Las pocas siempre han tenido envidia de sus raros y les han encerrado en particulares galeras. Estos raros representan siempre lo que da miedo descubrir, conocer y pensar. Por eso cada poca tiene su galera de raros, que no es ms que su galera de miedos.

    Luhmann sigue el esfuerzo del concepto con el dolor que comporta todo escndalo. Porque el trabajo del concepto siempre est tejido de pasiones que slo quedan ocultas momentneamente, como todo lo que es importante. Luhmann pretende elaborar su teora desde una crtica, que se pretende total, a la tradicin intelectual ms sagrada de la filosofa y la sociologa europea. Lo hace de una manera escandalosa. Y slo quien sienta dolor por las consecuencias a que Luhmann llega podr entender esta ruptura. Es una ruptura que viene dictada por el esfuerzo del concepto, por la urgencia de la abstraccin y por la necesidad de pensar lo nuevo. Es la misma teora de Luhmann la que parece dictarle su alejamiento de presupuestos respetados y aceptados desde antiguo. Y la que le obliga a pensar lo nuevo, su propio tiempo, con la exigencia de nuevas perspectivas, de nuevos instrumentos, de nuevos problemas. Y la que le lleva a recordar que el excesivo respeto puede ser un freno para pensar. De ah que su urgencia sea radical, obsesionada por cuanto de nuevo debe pensarse, por cuantos instrumentos nuevos deban elaborarse, por cuanto de nueva sensibilidad deba construirse para entender, a su vez, lo que aparece como nuevo.

    Pero si ello no fuera poco, Luhmann parece seguir el dictado del perpetuum mobile. Su pensamiento es el pensamiento del dinamismo. Es este compromiso con el dinamis

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  • mo el que le obliga a escribir en un lenguaje que une, al esfuerzo del concepto, de la abstraccin y de la novedad, el esfuerzo de pensar el evento sin asesinar su dinamismo. Aun cuando ello le obligue a sortear obstculos y le haga caer en trampas, dictadas por la urgencia del tiempo, compaero necesario del dinamismo. Y aun cuando, en muchas ocasiones, suspire por una aorada frmula que permita pensar el mismo movimiento con instrumentos ideados para detenerlo.

    Esfuerzo del concepto, compromiso decidido con la abstraccin y con la teora general, novedad y lucha contra lo antiguo, pensamiento del dinamismo, todos son rasgos de la obra de Luhmann. Y rasgos que se aplican a un objeto que, desde antiguo, es muy cercano a la experiencia cotidiana de los seres humanos: la sociedad. Un objeto sobre el que Luhmann pretende proyectar nueva luz. Una luz que, en ocasiones, descubre terrores antes ocultos y convierte a Luhmann en profeta odiado. Porque Luhmann apuesta por la soledad creativa de la sociedad. Y por la soledad creativa de los seres humanos, que han construido algo que puede enfrentarse a ellos. Luhmann eleva a categora aquella ancdota que muestra a Miguel ngel Buonarroti enfadado con su recin esculpido Moiss: era una obra tan perfecta que tan slo necesitaba hablar. La sociedad es una creacin que tiene ya vida propia y slo si se analiza de este modo podr entenderse. Es el camino para entender mejor al hombre y a la sociedad. Aunque ello suponga cambiar el tercio de tantas discusiones, desterrar nostalgias y reconocer que slo en la independencia de la creacin puede transformarse sta.

    La sociedad, y cuanto ella comporta, es creacin independiente del mismo hombre. Lo que no quiere decir que no se transforme, que no pueda cambiarse, que no pueda advertirse su estructura. La sociedad no puede nunca existir sin hombres, pues stos son su presupuesto.

    Pero la modernidad no debe ser pensada con aoranzas, sino con la conviccin de que slo un nuevo pensamiento puede pensar situaciones nuevas. Es se el convencimiento de Luhmann. Y es ello lo que califica su intento. Un intento que nunca se detiene ello supondra su muerte y que recaba atencin crtica, porque slo desde el odio, la polmi

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  • ca, la sorpresa puede ser comprendido. Luhmann parece ser consciente de ello. Piensa provocando. Por ello, su obra acapara nuevos territorios y produce sorpresas y crticas cada vez mayores. Es su destino. Y Luhmann lo sabe. Como si con su obra no quisiera ms que mostrar cmo antiguos problemas y antiguas nostalgias son laberintos de perdicin, laberintos sin salida, laberintos de condena. Me gustara pensar que con su obra Luhmann hace de estos antiguos laberintos de perdicin laberintos de cristal. Laberintos donde sigue existiendo la posibilidad de perderse, pero en los que la estructura de la perdicin es, cada vez, ms transparente. Que eso es un laberinto de cristal: el laberinto pierde, pero el cristal permite ver por qu existe la perdicin. La obra de Luhmann indica cmo se puede transformar un laberinto de perdicin en un laberinto de cristal. Es esta transformacin la que he pretendido mostrar, tan fragmentaria y distanciadamente, en las pginas de mi ensayo.