M[1]. Teresa Alvarez - Ellas Mismas Mujeres_ Que Han Hecho Historia

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M. Teresa lvarez - Ellas Mismas: muejres que han hecho Historia

Mara Teresa lvarez

ELLAS MISMAS

MUJERES QUE HAN HECHO HISTORIA CONTRA VIENTO Y MAREA

Primera edicin: marzo de 2003

Segunda edicin: abril de 2003

Tercera edicin: abril de 2003

Cuarta edicin: mayo de 2003

Mara Teresa lvarez Garca, 2003

Por los dibujos, E Gonzlez, 2003

La Esfera de los Libros, SL., 2003 Avenida de Alfonso XIII, 1, bajos

28002 Madrid

Telef.: 91 296 02 00 Fax 91 296 02 06

Pg. Web: www.esferalibros.com

Diseo de cubierta: Compaa

Ilustracin de cubierta: Gertrudis Gmez de Avellaneda (AISA-archivo iconogrfico S. A.) (arriba derecha); La princesa de boli (AISA-archivo iconogrfico S. A.) (arriba izquierda); Juana de Austria (Oronoz fotgrafos) (centro); Clara Campoamor (archivo Arlanza) (abajo).

ISBN: 84-9734-115-5

Depsito legal: M. 24.189-2003

Impreso en Espaa

ndice

Introduccin

Leonor Plantagenet

Mara de Molina

Leonor Lpez de Crdoba

Juana de Trastmara, la Beltraneja

Beatriz Galindo, la Latina

Isabel Roser

Mara Pacheco

Juana de Austria

La princesa de boli

Mara de Zayas

Ana de Austria

Sor Mara de Jess

Luisa Ignacia Roldn, la Roldana

La condesa de Montijo

Teresa Cabarrs

Mara Rafols

Mara Felicia Garca, la Malibrn

Gertrudis Gmez de Avellaneda

Concepcin Arenal

Rosala de Castro

Rosario de Acua

Cristina de Habsburgo Lorena

Eulalia de Borbn

Carmen de Burgos

Mara de la O Lejrraga

Mara Blanchard

Clara Campoamor

Bibliografa

A quienes intentan ser ellos mismos.

A Nacho, Pablo y Mnica para que lleguen a conseguirlo.

A Sabino, siempre.

Introduccin

El gran hombre nace de la masa y lo arrastran las circunstancias, pero la masa de mujeres queda al margen de la historia, y las circunstancias son para cada una de ellas un obstculo y no un trampoln.

Simone de Beauvoir matizaba con esta frase su creencia de que no es la inferioridad de las mujeres la que determina su insignificancia histrica sino que, al contrario, la insignificancia histrica condena a las mujeres a la inferioridad.

Jams hubiera podido imaginar hace casi diez aos, cuando comenc a interesarme por personajes histricos femeninos, la importancia que muchos de ellos llegaron a alcanzar en su tiempo. Me sorprend porque casi ninguno de sus nombres ocupaba un lugar en la historia.

Confieso que mi inters por conocer y difundir la realidad de estas mujeres lo despert una de ellas. Despus de adentrarme en la vida de doa Juana de Trastmara, ms conocida como la Beltraneja, despus de comprobar cmo la utilizaron todos y cmo la historia se olvid de ella, no dejaba de preguntarme si a Juana le hubiese ocurrido lo mismo de haber nacido varn. Es muy probable que entonces, por muy inteligente que fuera doa Isabel -que s lo era-, no tuviera nada que hacer frente a un contrincante masculino, aunque supuestamente ste fuera bastardo.

Fue tal el impacto que me caus la desgraciada vida de Juana de Trastmara, y la sospecha de que nada le habra sucedido de ser varn, que me impuls a recabar informacin de otras mujeres y a escribir sobre ellas en un deseo de intentar devolverles un lugar en la historia de la que formaron parte y con la que colaboraron en la medida de sus posibilidades, que siempre fueron ms bien escasas, y a veces nulas. Pero a pesar de la difcil situacin que les toc vivir muchas desempearon cargos importantes y todas influyeron en el devenir de su tiempo, aunque despus la historia no se hara eco de ello.

Adolfo Posada, sensible a la problemtica de las mujeres, escriba: Ni una sola profesin humana hay a la que la mujer no haya proporcionado lcido contingente. Desde hroe, rey, literato, hasta esclavo, todo cuanto fuere el hombre, lo fue la mujer. Y en qu condiciones? Siempre en la ms desfavorable (salvo para ser esclava), teniendo que luchar con las preocupaciones contrarias, con la falta de educacin...

En el prefacio, prlogo o introduccin del segundo Libro de los Macabeos, del Antiguo Testamento, los autores escriben que sera simpleza mostrarse difusos antes de entrar en materia, para luego ser breves en sta. Ellos presentan al lector la compilacin de los cinco libros que sobre la historia de Judas Macabeo y sus hermanos haba escrito Jasn de Cirene y cuentan lo mucho que se han esforzado para seguir las normas correctas de condensacin de los cinco libros en uno, manifestando que lo nico que pretenden es facilitar su lectura.

He utilizado este ejemplo porque, salvando las diferencias, existen ciertos puntos en comn en las intenciones de los mencionados autores y las mas al escribir Ellas mismas. Al igual que ellos, pretendo hacer fcil la lectura y dar a conocer, de forma resumida, los rasgos ms importantes de la vida de las protagonistas del libro, muchas de las cuales han sido objeto de biografas extensas y muy documentadas que he utilizado como fuentes, aunque por desgracia con alguna de las mujeres que integran el libro no pude hacer lo mismo y he tenido que reconstruir su vida con relatos de contemporneos en los que algunas veces se las cita de pasada. Todas fueron personas importantes que intentaron dejar su impronta en el momento histrico que les toc vivir.

Ellas mismas pretende ser un revulsivo para el olvido y dejar constancia de que la historia ha omitido sistemticamente el nombre de las mujeres, tal vez porque la mayora de los historiadores pensaban como Gregorio Maran, que siempre deca: La historia est hecha por los hombres, las mujeres tienen reservada la misin de hacer al hombre, padre de la historia.

Ellas mismas quiere recuperar esa memoria de las mujeres y penetrar en la historia del tiempo que vivieron a travs de la realidad de su existencia. Comprobar, por ejemplo, la misoginia de algunos miembros de la Compaa de Jess, contemporneos del fundador, san Ignacio de Loyola, que se opusieron con todas sus fuerzas a la presencia de mujeres en la congregacin, consiguiendo expulsar a Isabel Roser, que haba ingresado en la Compaa el da de Navidad de 1545. Profundizar en el significado que encerraba el honor para la sociedad medieval observando el comportamiento de Leonor Lpez de Crdoba que, adems, es la autora de la primera biografa en lengua castellana que se conoce. O descubrir que una de las razones que movieron a Juan Lamberto Tallien, lder de la Revolucin francesa, a adelantar el golpe de Thermidor que llevara a Robespierre a la guillotina, era el deseo de salvar la vida de su amada, Teresa Cabarrs, encerrada en la crcel de la Force en Pars. Los franceses le dieron entonces a Teresa Cabarrs el nombre de Nuestra Seora de Thermidor!

Las veintisiete protagonistas de este libro vivieron en pocas muy distintas de la historia. Unas fueron monjas -alguna ha sido beatificada-, otras reinas, escritoras, pintoras, cantantes o simplemente esposas, aunque con personalidad propia. Porque si algo tienen en comn las mujeres que aparecen en este libro es que siempre intentaron ser ellas mismas.

Qu quiero expresar al decir que intentaron ser ellas mismas y cmo llego a esta conclusin? La respuesta es muy sencilla, todas lucharon por desarrollarse como personas, como seres humanos, con sus aficiones, aptitudes, proyectos e ilusiones. Todas consiguieron, con gran esfuerzo, proyectarse ms all de los muros del hogar en que la sociedad de su poca deseaba encerrarlas. Incluso Mara Lejrraga, cuyo comportamiento matrimonial resulta desconcertante, pudo dedicar su vida a lo que ella quera, escribir.

Las veintisiete protagonistas son todas espaolas a excepcin de Leonor Plantagenet, Gertrudis Gmez de Avellaneda y Mara Felicia Garca, la Malibrn. Las dos primeras llegaron muy jvenes a Espaa y aqu discurrieron sus vidas. Mara Felicia era hija de espaoles y aunque no naci ni vivi en Espaa siempre fue considerada como tal en el mundo artstico en que se mova.

He querido a travs de estas veintisiete protagonistas acercarme al mundo de las mujeres desde el siglo XII, en que vivi Leonor Plantagenet, al XX, en que vivieron algunas de ellas, como Clara Campoamor, Mara Lejrraga, Carmen de Burgos, Mara Blanchard o la infanta Eulalia de Borbn. Digo vivieron porque ninguna de las protagonistas de Ellas mismas naci en el siglo XX.

Deseo que llegue el momento en que no sea necesario escribir libros para saber qu hizo una parte de la humanidad. Libros que nos permiten a las mujeres encontrar nuestros referentes recuperando nuestra memoria histrica. Lo deseo con todo mi corazn porque entonces, si eso sucede, es que, por fin!, se habr dejado de considerar lo masculino como universal y lo femenino como particular.

LEONOR PLANTAGENET

Una princesa extranjera en la corte castellana

(Cherburgo [Francia], 1160-Castilla, 1214)

El agua templada disipa las inflamaciones; las palabras dulces apaciguan la clera. Plutarco

Si no supiramos que fue la madre de la reina Berenguela de Castilla y de la reina Blanca de Francia. Si no supiramos que fue la abuela de Fernando III el Santo y de san Luis de Francia, y la bisabuela de Alfonso X el Sabio, podramos creer que la existencia de Leonor Plantagenet haba sido algo irreal, etreo, como un sueo del que la historia no ha querido acordarse.

Sin embargo, la presencia de Leonor en el viejo y anquilosado reino medieval castellano signific la apertura a la nueva realidad europea. Leonor, educada en el ambiente ms progresista del siglo XII, hija de Leonor de Aquitania, la mujer que en aquel tiempo encarnaba la modernidad, lo tena todo para ser una buena reina. Vivi momentos cruciales de la historia. Contribuy desde la sombra, de forma callada, al engrandecimiento de Castilla. Fue la esposa de Alfonso VIII, el vencedor de la batalla de las Navas de Tolosa.

Cuando Leonor lleg a Castilla contaba diez aos. La boda con el rey Alfonso se celebr en Tarazona, y Tarazona fue el primer nombre que la joven inglesa aprendi en lengua castellana. Un nombre que siempre permanecera en su corazn porque all conoci al que se iba a convertir en su marido y al que am ms que a nada en el mundo.

Leonor Plantagenet llegaba a Castilla de un mundo totalmente diferente. En Poitiers, donde la corte de sus padres se estableca durante varios meses al ao, viva inmersa en un ambiente artstico y cultural nico. Su madre, Leonor de Aquitania, adoraba esta ciudad porque en ella se senta querida y admirada en medio de sus cortes de amor, rodeada de poesa y de trovadores que cantaban su belleza.

No sabemos si la joven Leonor era aficionada a componer canciones y a taer algn instrumento musical, pero s se sabe que su hermano mayor Ricardo lo haca. Porque Ricardo, el hijo ms amado de Leonor de Aquitania, el mismo que con el paso del tiempo se convertira en uno de los personajes ms populares de la historia, Ricardo Corazn de Len, compona con bastante xito canciones para su madre y podra haberse convertido en un afamado trovador.

No, no debi de resultarle nada fcil a la joven Leonor adaptarse a la oscura y rgida corte castellana. Pero si aoraba su vida anterior nadie se percat de ello. Leonor se integr de una forma admirable en su nueva realidad. Sin duda el amor que senta por Alfonso le ayud a conseguirlo.

Despus de su matrimonio no hubo ms verdad para Leonor que Alfonso y Castilla. Al lado de su esposo trat de unir los reinos cristianos para luchar contra el Islam. Porque Leonor no precis viajar -como haba hecho su madre- a Tierra Santa para pelear contra los infieles ya que stos vivan a su lado en la pennsula Ibrica.

El primer baluarte musulmn que Leonor vio caer fue el de Cuenca. Tras largos meses de asedio la ciudad se rindi al ejrcito coaligado de Castilla y Aragn. Haba tantos enfermos y heridos, y era tal la miseria, que lo primero que hizo Leonor fue mandar construir un hospital para los pobres. La orden de Santiago se encarg de l.

En Cuenca vivieron Alfonso y Leonor varios aos y all naci uno de sus hijos, que muri a los pocos das. Lo mismo que les iba a suceder a casi todos sus hijos varones.

Leonor sufri con su esposo la derrota de Alarcos y junto a l se alegr de la victoria de las Navas. Los territorios musulmanes en la Pennsula se haban reducido poco a poco... La slida etapa de los omeyas perteneca al pasado, aunque su huella permaneca imborrable.

Leonor se emocion ante la belleza de Crdoba y de su Medina Azara -la ciudad palacio de los califas-, que todava reflejaba el esplendor de otro tiempo. La desmembracin del imperio califal en numerosos reinos de taifas haba favorecido la ofensiva de los monarcas cristianos, que incrementaron sus incursiones en territorio musulmn.

Leonor anim al rey Alfonso en su intento de repoblar los asentamientos arrebatados a los musulmanes. juntos fundaron villas y ciudades, impulsando la vida municipal. En su reinado se cre en Palencia el primer Estudio General de Espaa. Y fue ella, Leonor, quien convenci a Alfonso para construir en Castilla un gran monasterio.

En las afueras de Burgos se levantaron los ms bellos edificios monsticos. Santa Mara la Real albergara la espiritualidad femenina del Cster y tambin seria la ltima morada de Alfonso VIII y Leonor Plantagenet o de Castilla, como en seguida se la empez a llamar.

Cuentan las crnicas que aquel 6 de octubre de 1214 Castilla llor la muerte de uno de sus mejores reyes, y que Leonor, su esposa:

Entregose tan de lleno en los brazos del dolor, y ste le apret de tal manera que le quit la vida a los 26 das.

Mirando los sepulcros del rey Alfonso y de la reina Leonor, situados uno al lado del otro en el coro de la iglesia del Real Monasterio de las Huelgas de Burgos, es inevitable pensar en cul habr sido la verdad de sus vidas en la intimidad.

En siglos posteriores se difundi una historia que hablaba de los amores del rey Alfonso VIII con una juda de Toledo. Segn los mismos, el monarca habra abandonado sus obligaciones de gobierno dominado por la pasin que la juda haba despertado en l. Es probable que hubiera algo de cierto en esta leyenda, aunque no es menos cierto que puede ser una simple invencin. Fuera como fuese, Leonor nunca dej de apoyar a su marido y siempre permaneci a su lado.

Murieron a una edad bastante avanzada para su poca: estaban cerca de los sesenta aos y llevaban ms de cuarenta y cuatro casados.

Alfonso VIII fue un buen rey de Castilla y Leonor contribuy a ello. Alfonso confiaba en Leonor y ella nunca le fall. Aunque no creemos que resulte aventurado pensar que Leonor intentara en ms de una ocasin convencer a su esposo para tratar de evitar una guerra. Porque aunque era hija de su tiempo, y, como buena normanda, estaba acostumbrada a que las discusiones tuviesen por escenario el campo de batalla, crea en la efectividad de otros medios para conseguir los acuerdos que por medio de aqulla al final, nunca se lograban.

Leonor pensaba que un matrimonio conveniente soluciona muchos problemas y decidi la unin de su hija Berenguela con Alfonso IX de Len.

Cuando Roma anul el matrimonio del monarca leons con su prima Teresa de Portugal Leonor se apresur a iniciar las gestiones. Lo ms difcil consisti en conseguir la aprobacin de su esposo. Alfonso no crea en aquel matrimonio porque Berenguela era sobrina segunda del monarca leons, pero al final accedi. Y as, Berenguela se convirti en reina de Len.

Es curioso comprobar cmo esta decisin de la reina Leonor cre los lazos que ms tarde uniran para siempre los reinos de Len y Castilla. Porque aunque a los siete aos la Iglesia anul el matrimonio de su hija con el rey leons, y Berenguela hubo de regresar a Castilla, en Len se quedaron cinco hijos de Berenguela. El mayor de ellos, Fernando, convertira en realidad los deseos de su abuela Leonor. Lo consigui de una forma fcil, su madre Berenguela le haba allanado el camino.

Los hechos se desarrollaron as: a la muerte de Alfonso VIII y Leonor el reino de Castilla pas a Enrique, el nico hijo varn que tenan, un muchacho de unos doce aos que muri al poco tiempo en Palencia vctima de un desgraciado accidente mientras jugaba. Berenguela, tras el fallecimiento de su hermano, reclam inmediatamente la corona para ella. Pero antes se haba preocupado de que las dos hijas de Teresa de Portugal y su ex marido, Alfonso IX, rey de Len, renunciaran a sus derechos al trono leons a favor de su hijo Fernando.

Berenguela consigui ser nombrada reina de Castilla e inmediatamente abdic en su hijo.

La importancia que Berenguela tiene, en mi opinin, es que por primera vez hay una defensa del derecho de la mujer a reinar en Castilla. Berenguela, separada de su marido por una sentencia de la Iglesia, no tiene en estos momentos a quien transmitir la corona salvo a su hijo. Ella defiende mediante ese gesto el derecho a reinar y con el gesto inmediato siguiente, el derecho a renunciar a la corona en Fernando. Si pensamos que la actitud que Blanca toma en Francia en relacin con San Luis es bastante semejante a sta, no tenemos ms remedio que darnos cuenta de que el papel de la reina Leonor tuvo que ser decisivo.

Es Leonor la que trae un viento nuevo a la historia castellana, una nueva concepcin poltica, una nueva concepcin de las relaciones entre hombre y mujer, de las relaciones entre reino e Iglesia.

Alfonso VIII y su esposa Leonor consiguieron del papa Clemente III la exencin de diezmos a la Iglesia para Santa Mara la Real, el convento que haban decidido construir en Burgos. Tambin lograron la autonoma del monasterio en relacin con el obispo.

Sea notorio a todos, as presentes como futuros, como yo, Alfonso por la gracia de Dios rey de Castilla y de Toledo, en uno con la reina Leonor mi mujer deseando conseguir en la tierra remisin de nuestros pecados y despus en el cielo lugar con los santos, edificamos a honra de Dios y de su santa Madre este Monasterio. Y os lo damos a vos Misol, abadesa, y a todas vuestras hermanas presentes y futuras para que sea perpetuamente por vosotros disfrutado.

Con estas palabras, el rey de Castilla, Alfonso VIII, entregaba a la rama femenina del Cster el monasterio de Santa Mara, que contaba con jurisdiccin seorial sobre las villas de su dominio, incluidos los habitantes. Y todo el poder estaba en manos de la abadesa.

En algunos textos se alude a ellas, a las abadesas de Santa Mara de las Huelgas, como seoras de horca y cuchillo sobre ms de un centenar de villas. Las abadesas nombraban alcaldes, jueces y confesores.

De haberse producido un fenmeno similar en nuestros das lo calificaramos de revolucin femenina, pero en aquel tiempo no dejaba de ser una manifestacin ms del sistema feudal. Generalmente slo tenan acceso a los cargos abaciales las mujeres de la alta nobleza.

La reina Leonor, con la consagracin de Santa Mara, haba conseguido convertir en realidad un viejo sueo: disponer en Castilla de un monasterio similar al de Fontevrault. De nia haba acudido muchas veces a aquella abada con su madre.

Es seguro que el da que entregaron Santa Mara a la abadesa doa Misol, Leonor volvi a escuchar la voz de su madre, mezclada con la voz de su marido, cuando emocionada al llegar a Fontevrault deca:

He venido a Fontevrault, conducida por Dios, y con el corazn lleno de emocin, he aprobado, concedido y confirmado todo aquello que mi padre y mis antepasados han donado a Dios y a la iglesia de Fontevrault.

Fontevrault era el nico lugar donde su madre consegua encontrar un poco de sosiego. All quiso que discurrieran los ltimos aos de su complicada vida. Leonor quiso que Santa Mara se convirtiera en la ltima morada para toda su familia, igual que la abada de Fontevrault, donde reposan los cuerpos de su madre, Leonor de Aquitania, de su padre, Enrique II de Inglaterra y de su hermano Ricardo Corazn de Len. En Fontevrault, como en Santa Mara la Real, el poder estaba en manos de una abadesa.

Teniendo en cuenta toda esta serie de coincidencias resulta bastante elocuente el deseo de Leonor de seguir el ejemplo de su madre.

Los historiadores muchas veces nos preguntamos: cul es la coincidencia y la diferencia que hay entre la madre y la hija? Yo quiero pensar que se trata de mitad y mitad. Hay una diferencia en cuanto a la dulzura, la prudencia, la eficacia de la joven reina de Castilla, pero tambin hay una clara coincidencia en el talante poltico, aunque Leonor de Castilla tuvo la gran ventaja de contar con un marido capaz de hacer las cosas tal y como ella imaginaba que se hicieran.

Leonor Plantagenet o de Castilla fue una digna hija de Leonor de Aquitania y una madre ejemplar que supo inculcar en sus hijas el sentido del deber y el valor de la ejemplaridad, y as ver colmadas sus aspiraciones en Berenguela, que fue reina de Castilla; en Blanca, reina de Francia; en Urraca, reina de Portugal, y en Leonor, reina de Aragn. Todas cumplieron la misin encomendada y sacrificaron sus vidas para alcanzar unos acuerdos, una deseada paz. Slo una de sus hijas busc su paz personal. Constanza renunci al mundo e ingres como monja cisterciense en Santa Mara la Real. Pasado cierto tiempo estara al frente del monasterio, ostentando el mismo poder que un da Alfonso otorg a doa Misol, primera abadesa de Santa Mara.

Es curioso observar cmo en determinadas pocas de la historia el convento supuso el ms seguro reducto donde las mujeres podan disfrutar de una mnima libertad para estudiar, componer msica o librarse de un horrible matrimonio.

En la sociedad de finales del siglo XII y comienzos del XIII, en la que vivi Leonor, poco se sabe de las condiciones de vida de las mujeres. Adems, en aquel tiempo convivan en la pennsula Ibrica mujeres judas, cristianas y rabes y es posible que las diferentes culturas y religiones condicionaran sus vidas, pero lo que s puede afirmarse es que todas ellas estaban sometidas al dominio de los varones y eran consideradas inferiores a ellos por su naturaleza. En el caso de las mujeres judas, al no aceptar su religin el monacato, resulta evidente que sus posibilidades de acceso a la cultura eran escasas, ya que el ingreso en el convento fue utilizado en muchas ocasiones como puerta de acceso a la cultura:

Desconocemos muchos datos de la vida de las mujeres en esta poca, pero en el estado actual de conocimientos efectivamente s podemos entrever que la vida de mujeres musulmanas, judas y cristianas, en un mbito bastante parecido, pues forzosamente tambin tena una serie de influencias similares y de vida muy parecida. Ahora bien, da la impresin, por los datos que conocemos, de que sin embargo las mujeres cristianas, al menos potencialmente, tenan algo ms de libertad. Hay un ejemplo importantsimo en el problema de la transmisin de propiedad, de la transmisin del patrimonio. Las mujeres cristianas y las islamistas transmiten el patrimonio, pero en la tradicin cristiana est prohibido el matrimonio entre parientes, es decir, que las mujeres cristianas deben casarse, est fomentado por la tradicin religiosa, fuera del mbito familiar y se necesita una dispensa especial para que pueda hacerlo, por ejemplo el matrimonio entre primos. Mientras que en el Islam es obligatorio que las mujeres se casen dentro del mbito familiar y por lo tanto la capacidad de eleccin es mnima.

Ciertamente, el abanico de posibilidades era un poco ms amplio pero en la mayora de los casos las mujeres no podan elegir. As le haba sucedido a Leonor; a los diez aos fue enviada a un pas lejano para casarse con un rey al que no conoca. Decidieron por ella. Su madre saba lo que convena a la corona inglesa y ella como princesa tena la obligacin de obedecer. Leonor saba muy bien cul era su papel en la vida y tambin era consciente de que poda haber sido enormemente desgraciada, aunque afortunadamente en su caso no fue as; y la desgracia de que Dios no le hubiera querido dar hijos varones fuertes se vio compensada con unas hijas extraordinarias.

Fueron pasando los aos. Hace tiempo que Alfonso y Leonor han dejado este mundo... Un da en Santa Mara la Real se celebraron las bodas de una biznieta suya. La joven se llama Leonor, como su bisabuela, y se casa con Eduardo I de Inglaterra.

Desde su sepulcro en Santa Mara Leonor tal vez pens en lo caprichoso que a veces puede resultar el destino. Ella, princesa de Inglaterra, se haba convertido un da en reina de Castilla. Haba trado como dote el condado de Gascua... Ahora, una infanta de Castilla se converta en reina de Inglaterra. Se llamaba como ella, Leonor, y adems llevaba como dote el condado de Gascua.

Leonor a buen seguro se alegr de aquella unin, aunque en el fondo debi de sentirse confusa, era como si su vida hubiese sido un sueo. Inglaterra recuperaba lo que le perteneca: Leonor y Gascua. Pero el sepulcro de Alfonso a su lado le devolvi a la realidad.

Alfonso haba sido su referencia en la vida y tambin lo era en la muerte. Leonor siempre haba sido consciente de que si alguna vez la historia se acordaba de ella sera por haber sido esposa de Alfonso VIII. Y no le import, porque, aunque haba asumido que su misin en la vida era estar en la sombra al lado de su marido, siempre defendi sus ideas y nunca dej de ser ella misma. Y porque, adems, saba que sin ella el rey Alfonso VIII y Castilla no hubieran sido lo mismo.

Tal vez a Leonor le hubiese gustado escuchar lo que de ella escribi su biznieto Alfonso X el Sabio:

Doa Leonor reina de Castilla! Esposa bien amada de Alfonso VIII. De esta noble reina doa Leonor departe an la Historia; y dice que fue palanciana de sus bienes y de sus noblezas y asosegada y muy hermosa y muy mercendera contra las rdenes y muy limosnera contra los pobres de Dios; muy amable a su marido el Rey, y muy honradera a todas las gentes de cada uno de sus Estados. Quin podra contar las noblezas y los compridos bienes que en ella haba!.

MARA DE MOLINA

Tres veces reina

(h. 1265-Valladolid, 1321)

Es la prudencia ciencia que mata los torpes deseos de la voluntad.

Juan de Mena

No siempre los matrimonios reales estn inspirados por el amor, pero el de Mara de Molina con Sancho de Castilla s lo estuvo. De no haber sido por el cario que les una y por la fuerza e inteligencia de Mara no habran podido superar las enormes dificultades que rodearon su enlace y su reinado.

Sancho estaba comprometido con Guillermina de Moncada, una rica heredera catalana. Todos decan que era fea y brava y tal vez por ello Sancho no le haca caso alguno y viva con su amante, Mara de Ucero.

Cuando conoce a Mara, Sancho tiene un amplio historial amoroso: varias amantes y unos cuantos hijos bastardos, pero ella le perdon con magnanimidad. l se volvi un amante perfecto y nunca hubo ms mujeres en su vida.

Sancho y Mara protagonizaron una hermosa y autntica historia de amor. Pero su unin no gozara de todas las bendiciones. El matrimonio provoc un gran escndalo debido al grado de parentesco entre los cnyuges. Mara de Molina, hija del infante Alfonso de Molina, hermano de Fernando III, era prima hermana del padre de Sancho, Alfonso X el Sabio.

Mara y Sancho se casaron en 1281. Lo hicieron sin dispensa pontificia. Otras parejas reales lo haban hecho hasta entonces, pero ellos, a diferencia de stas, vean cmo pasaba el tiempo y no les llegaba la ansiada autorizacin papal.

Cuando Mara de Molina y Sancho se casaron estaban muy lejos de sospechar lo que ms tarde se convertira en certeza: el pontfice reinante nunca les concedera la dispensa matrimonial porque estaba de acuerdo con los enemigos de la pareja que trataban de impedir que Sancho se convirtiera en rey de Castilla. Lo cierto es que sin la inteligencia y el apoyo de Mara Sancho jams lo hubiera conseguido.

Los hechos sucedieron as: a la muerte de Fernando de la Cerda, hermano mayor de Sancho y heredero de la corona de Castilla, su padre, Alfonso X el Sabio, confirm a su segundo hijo, Sancho, como heredero legtimo al trono. Pero al cabo de un tiempo, sin saberse qu factores pudieron influir en su nimo, el rey cambi de opinin y decidi implantar un nuevo sistema hereditario.

Alfonso X el Sabio dispuso en las Partidas que el heredero seguira siendo siempre el primognito pero, en caso de fallecimiento, y aqu est la modificacin del procedimiento tradicional, lo serian sus hijos, aunque fueran nios. Fernando de la Cerda tena hijos varones y el mayor era, segn la decisin del rey Sabio, a quien le corresponda la Corona.

Alfonso X, al inclinarse a favor de su nieto, no valor el peligro que encerraba dejar la Corona en manos de un nio que no poda hacerse cargo del gobierno. Ni parece que considerara el riesgo de fractura entre los diferentes grupos de poder de la nobleza castellana. Con su resolucin el rey Sabio creaba un grave conflicto sucesorio en la corona de Castilla porque Sancho IV, desoyendo los deseos de su padre, se proclam rey de Castilla. Fue la primera prueba de fuego para Mara de Molina. La situacin de rebelda en la que su esposo se haba declarado frente a su padre exiga, sobre todo, prudencia en el ejercicio del poder.

La guerra pareca inevitable. Sevilla, corte de Alfonso X, se levant y reaccion en contra del nuevo soberano de Castilla, Sancho, que se haba atrevido a coronarse rey sin respetar la voluntad de su padre. El clima de confrontacin civil era una guerra declarada y abierta entre padre e hijo.

En 1284 Alfonso X el Sabio muri en Sevilla sin modificar su testamento en el que desheredaba a su hijo Sancho.

A pesar de la desaparicin del rey Sabio, en Sevilla continuaba el rechazo a Sancho IV Su madre, la reina viuda Violante, y su hijo, don Juan, acaudillaban una guerra sorda, una guerra por el poder que minaba la Pennsula. Los leales al rey fallecido, un grupo de poder cuyos miembros eran todos cristianos, se mezclaban sin ruborizarse con los rabes y no dudaban a la hora de solicitar ayuda a los musulmanes para atacar Castilla; antes lo haba hecho el propio Alfonso X al pedirle a Guzmn el Bueno -Alonso Prez de Guzmn- que negociase el apoyo del sultn de Marruecos para luchar contra su hijo Sancho. Guzmn el Bueno tuvo xito en su empresa y permaneci fiel al rey Sabio, pero a la muerte de ste se puso al servicio de Sancho IV, que le encarg la defensa de Tarifa. Seria en esta plaza donde Alonso Prez de Guzmn recibira el sobrenombre de El Bueno. El enemigo haba secuestrado a su hijo y amenaz con matarle si Guzmn no les entregaba la ciudad. Guzmn, con el corazn destrozado, consinti en el sacrificio de su hijo y Tarifa sigui en manos castellanas.

Era aqul un mundo de grandes fidelidades y tambin de grandes traiciones. Las alianzas de hoy se cambiaban por otras ms ventajosas al da siguiente. La lucha por el poder constitua el motor que impulsaba todas las acciones.

Mara de Molina estuvo a la altura de las circunstancias. Su equilibrio y diplomacia fueron esenciales para Castilla. Mara aconsej prudencia a su esposo. Le recomend la paz y la negociacin con Aragn porque de este reino poda depender su permanencia en el trono: los pretendientes legtimos a la Corona castellana, los adversarios de Sancho, sus sobrinos, los infantes de la Cerda, eran rehenes del monarca aragons. Aconsej la negociacin con el reino de Granada. Mara saba que la diplomacia era el remedio ms eficaz. Y Sancho IV, siguiendo el consejo de Mara, conseguira el apoyo y la alianza del rey de Granada, quebrando as las alianzas de sus enemigos con aqul. Pero Mara no lograr convencer a su esposo del peligro que entraa un determinado sector de la nobleza, temeroso de perder sus privilegios y prebendas.

Es un momento muy conflictivo no slo en la Pennsula, en Castilla, sino en toda Europa. Desde finales del siglo XII se ha producido la recepcin del derecho romano y se estn sentando las bases de lo que va a ser el Estado moderno. Y esto supone, en Castilla, el fin del poder poltico de la nobleza tradicional, que la nobleza tradicional ya no intervenga en los asuntos de gobierno, sino que sean el Rey y las instituciones que se irn creando, que se estn creando en este momento, los que atiendan al Gobierno del reino. Alfonso X haba puesto las bases con la introduccin del derecho romano y la nobleza vea que Sancho iba a seguir la poltica de su padre y, por tanto, un grupo muy importante de nobles, incluso de sangre real: infantes, tos de Sancho, parientes prximos suyos estaban en contra de esta situacin que pensaban que si los que ostentaban la corona eran los infantes de la Cerda, los iban a poder manejar y de esta forma seguiran manteniendo un poder poltico.

Slo Mara de Molina pareca ver la avaricia y la envidia detrs de aquel grupo de nobles. Muchos de ellos haban luchado contra el rey Sancho desde Sevilla al lado de don Alfonso X. La reina comprob hondamente abatida cmo su marido, don Sancho, desoyendo sus consejos, se entregaba a muchos de aquellos traidores.

El rey prometi a uno de ellos, al seor de Vizcaya, don Lope Daz de Haro, facerle el mayor ome del reino e ms honrado.

El seor de Vizcaya, desde la posicin de poder que le otorg Sancho IV, intrig tratando de acercarse a Aragn y alimentando la ruptura con Francia, a pesar de que conoca el inters de la reina Mara de Molina por la mediacin que pudiera hacer el monarca francs ante su amigo el papa, nica va para conseguir la deseada dispensa matrimonial y la legitimacin de la Iglesia para que sus hijos pudieran heredar legalmente el trono.

Don Lope, con la intencin de bombardear la buena relacin con Francia, divulg por doquier que el soberano francs pretenda, ignorando la existencia de Mara de Molina, casar a Sancho con su hermana a cambio de la amistad.

Don Lope quera gobernar a su antojo pero deba hacerse antes con la voluntad del rey. Tarea no muy difcil la de encauzar las decisiones de Sancho IV, aunque para conseguirlo don Lope saba que resultaba imprescindible aislar a Mara de Molina de l puesto que la reina siempre se haba opuesto a sus maniobras. Despus de haber fracasado en su intento de alejar al rey de Mara, proponindole a ste el matrimonio con la hermana del monarca francs, trataba ahora de convencerle para que se casara con aquella antigua novia, la fea y brava Guillermina de Moncada.

Mara de Molina, a pesar del dolor que le produca ver cmo su marido se alejaba de ella, no se permiti ningn tipo de vacilacin y sigui luchando por l, por sus hijos y por Castilla. Ella amaba a Castilla y de forma muy especial a Toro. En esta ciudad haba nacido su primer hijo, la infanta Isabel. Sancho IV le regal entonces la villa de Toro en seal de agradecimiento y como recuerdo de aquel feliz da. Desde entonces Mara sinti un gran cario por este lugar y le otorg muchas mercedes. Por ello quiso que fuera Toro el escenario donde se celebrara la asamblea para decidir si el reino castellano acordaba la alianza con Francia -el deseo de la reina- o se optaba por la amistad con Aragn, como quera Lope Daz de Haro. Mara consigui los suficientes apoyos para desarmar la trama de su enemigo y prevaleci su criterio.

El seor de Vizcaya no asimil bien la derrota y trat de devolverles el golpe a Mara y al rey, a quien ya no poda dominar. La reina se haba convertido en su mayor enemigo y don Lope les hizo frente hasta su muerte. A su lado se haba situado el hermano de Sancho IV, el infante don Juan, el mismo que desde Sevilla intrigaba para privarle del trono.

El seor de Vizcaya muri asesinado en presencia del infante don Juan y Mara de Molina intercedi para evitar la muerte de su cuado. De vengar la muerte de don Lope se encarg su hijo, Diego Lpez de Haro y Alfonso III de Aragn, dejando en libertad a los infantes de la Cerda, los herederos que disputaban el trono a Sancho IV Poco despus, el primognito de la Cerda fue proclamado rey de Castilla en Jaca.

Cuando todo pareca perdido, Mara recibi buenas y esperanzadoras noticias: el monarca francs haba solicitado al papa la dispensa matrimonial para ellos. Portugal les reiteraba su amistad y Marruecos volva a tenderles una mano amiga, ayudndoles, incluso, a esclarecer la verdad e informndoles de mezquinas maniobras por parte de algunos nobles castellanos. En Aragn haba muerto el rey sin hijos, sucedindole en el trono su hermano que estaba soltero. Castilla, Mara de Molina y Sancho IV se apresuraron a firmar una alianza con Aragn que sellaron con el matrimonio de su hija, la infanta Isabel, con el nuevo monarca aragons, don Jaime.

Pero la alianza dur poco. La infanta Isabel fue repudiada por don Jaime, que se comprometi con otra mujer, Blanca de Npoles. La hija de Mara y Sancho retornara a Castilla.

El sur volvi a entrar en ebullicin. El emir de Granada atraves el Estrecho para entrevistarse con el sultn de Marruecos. La peligrosa maniobra se produjo en un momento en que la tensin se recrudeca en Castilla: las intrigas de la antigua nobleza feudal socavaron, otra vez, el camino hacia la estabilidad. Algunos nobles se sentan desplazados por fuerzas emergentes que, de hecho, estaban sentando las bases de un nuevo sistema de gobierno, que caminaban hacia el Estado moderno:

Sancho IV y sus sucesores intentaron poner barreras a los grupos dominantes, por medio de su alianza con las ciudades y la labor de la burocracia jurdica. La Hermandad contrarrest la codicia de los poderosos en los aos de mxima debilidad de la institucin monrquica. Su defensa de la monarqua es recompensada con el reconocimiento de los fueros ciudadanos, la independencia de las villas respecto de la nobleza y la separacin de los eclesisticos de la corte. La doble va de concesiones a la nobleza y a las ciudades facilit la autonoma de la corona, que bascul de uno a otro bando segn sus intereses.

Mara de Molina era la mejor valedora del nuevo grupo de poder y se preocup de asegurarse el apoyo de la burguesa y las ciudades, la nueva clase social que estaba cobrando fuerza y que ella impulsaba. Debido a ello, la reina se convertir en la enemiga a batir por la vieja nobleza defraudada:

Ella sabe entender cul es el proyecto nuevo y moderno: la legitimacin de los municipios, del poder popular, del poder entendido de las clases rectoras, de las ciudades, que es un mundo moderno que se abre justamente con la revolucin de las burguesas urbanas, de los grupos mesocrticos que tienen su fundamento en los parlamentos, en las cortes, son, en ltimo trmino, el poder definitivo que doa Mara de Molina sabr conjugar para legitimar el concepto importante de unidad que ella sabe llevar, precisamente, contra la secesin de los viejos y clsicos estamentos: nobiliario y eclesistico.

Fue la reina Mara de Molina quien determin tomar la direccin de la defensa de Andaluca. Mara de Molina plane un programa eficaz que condujo a la mejor victoria y que sorprendi a todos: el acuerdo con los musulmanes. Castilla se libr de los asuntos perturbadores, que slo eran tiles para alimentar los intereses de la nobleza.

Corra el ao 1295 cuando Sancho IV, rey de Castilla, mora dejando desamparada a Mara de Molina y a sus siete hijos. Desamparada porque aunque todos saban que ella era la reina, y que adems haba ejercido como tal, la Iglesia todava no haba legalizado su matrimonio. El rey, presintiendo lo que podra suceder a su muerte, dej escrito:

Que fuera doa Mara, su mujer, la tutora de su heredero, Fernando, porque l era pequeo de edad y tema que desde que l finase habra una gran discordia en su tierra por la guarda del mozo.

No se equivocaba don Sancho. En su misma cmara mortuoria, en mitad de aquella penumbra y dolor, los nobles organizaron concilibulos y se enzarzaron en polmicas egostas. A la cmara mortuoria acudi tambin don Enrique, un nuevo personaje que por desgracia para la reina viuda se incorpor a la corte. Familiar lejano de su difunto esposo, era la encarnacin viva de la intriga y perturbacin poltica.

Don Enrique presion a Mara con la intencin de compartir con ella la tutora de don Fernando, el rey nio. La negativa de la reina abri la guerra para la que ya estaban preparados el propio don Enrique y un amplsimo sector de la nobleza. Mara de Molina y su hijo Fernando fueron rechazados en varias ciudades castellanas a las que viajaron: puertas cerradas, revueltas, asonadas que encabez don Juan, el hermano de su marido, aqul a quien ella salv la vida.

Doa Violante, la madre de Sancho, que siempre se haba opuesto a su reinado, tambin se sum a la oposicin activa y pact el reino de Castilla para su nieto don Alfonso de la Cerda y el de Len para su hijo don Juan. Castilla volvi a romperse. Todos confiaban en la pronta cada de una mujer que imaginaban dbil.

La encrucijada poltica tena muy difcil solucin. Doa Mara comenz a pactar. Busc apoyo en las ciudades, redujo impuestos gravosos para la mayora, comparti con don Enrique la tutela de su hijo don Fernando y limit el poder del clero. En el pueblo castellano si encontr fuerza moral y deposit en l su confianza. En prenda, dej a sus hijos repartidos en distintas ciudades y las gentes le fueron fieles.

Las luchas internas castellanas fueron aprovechadas por don Dions de Portugal, que declar la guerra a Castilla apoyando al autonombrado rey de Len, el infante don Juan. Mara de Molina consigui firmar con don Dions el pacto de Alcaices en virtud del cual logra la solidaridad de los nobles en apoyo de su hijo Fernando IV

El papa Bonifacio VIII extendi en Francia la bula que, por fin, legitimaba el matrimonio entre Sancho IV y Mara de Molina. Sus hijos ya podan ser reconocidos como herederos legales de Castilla y ella, la nica capaz de hacer frente a los hombres, se convirti en la reina ms popular. Mara de Molina supo acallar los malintencionados rumores sobre la autenticidad de la bula que enseguida circularon por doquier. Nadie los crey despus de que doa Mara ordenara leer pblicamente el texto del papa.

La reina, entonces regente, consigui poco a poco ir imponiendo su autoridad. Los enemigos ya no podan atacarle de frente porque las ciudades la defendan.

Pero mientras doa Mara luchaba por los intereses de Castilla, los nobles trataron de apartarla, como siempre, de su camino y secuestraron, como lo haban hecho con Sancho IV, la voluntad de su hijo Fernando. El inexperto Fernando, como haba hecho su padre, se dej halagar por la hipcrita amabilidad de sus cortesanos, por su falsa complacencia y consinti el desprecio con el que se trat a la reina.

El ya rey Fernando IV no acept que su madre participara en los trmites polticos de su boda con doa Constanza, la hija de don Dions de Portugal. El matrimonio tuvo dos hijos: Leonor y Alfonso.

El dolor y la angustia volvieron a aduearse de Mara de Molina. Castilla volva a necesitarla: Fernando, su hijo, el rey, muri en Granada luchando contra los infieles. Los nobles emergieron con ms mpetu que nunca y Mara fue condenada de nuevo a soportar el peso del gobierno, esta vez como cotutora de su nieto, el futuro Alfonso XI. La experiencia y serenidad, el equilibrio y diplomacia caractersticos de Mara le permitieron conducir el barco hasta el puerto ms seguro, anteponiendo siempre la razn de Estado.

El gran xito personal de Mara de Molina fue, sin duda, la unidad de Castilla, que preserv contra todo y contra todos. Supo poner rumbo hacia el norte, la mejor direccin de las posibles, y entregar a su nieto unos territorios jurdicamente ordenados.

LEONOR LPEZ DE CRDOBA

Por el honor familiar

(Calatayud, 1362?-Crdoba, 1423?)

El honor es grande pero la responsabilidad del honor es mayor.

San Agustn

No era reina. Ni hija de reyes, pero Leonor Lpez de Crdoba fue la mujer ms influyente del reino de Castilla a comienzos del siglo XV.

Su presencia cerca de la Corona no fue bien vista por sus contemporneos, y Fernn Prez de Guzmn escribira:

Confusin y vergenza para Castilla que los grandes, prelados y caballeros, cuyos antecesores pusieron freno con buena y justa osada a sus desordenadas voluntades por provecho del Reino [...] se sometan ahora a la voluntad de una liviana y pobre mujer.

Leonor haba tenido la audacia de intervenir en el gobierno de Castilla. Pero no sera su cargo como valida de la reina Catalina de Lancaster lo que le asegurara un lugar en la historia, sino el haber sido la autora de la primera autobiografa que se conoce en lengua castellana.

Leonor Lpez de Crdoba, que sufri las consecuencias de la guerra fratricida entre Pedro I y Enrique de Trastmara, sinti la necesidad de contar su vida y dict sus memorias a un escribano de Crdoba.

Las memorias o autobiografa de Leonor Lpez de Crdoba constituyen el relato, a veces desgarrador, de una mujer que sufri mucho. Slo son unos nueve folios, en los que la autora cuenta los acontecimientos que marcaron los primeros cuarenta aos de su vida. A su muerte, Leonor dej sus memorias en los archivos de la iglesia de San Pablo en Crdoba. Quiso que esta institucin fuera la guardiana de su verdad, la encargada de preservarla para la historia.

El documento original se perdi a lo largo de los siglos, pero en la actualidad se ha localizado una copia de las memorias de Leonor en la Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla. Est incluida en un tomo que aparece catalogado como copia de un documento antiguo que se hallaba en el archivo de San Pablo de Crdoba.

Las memorias o autobiografa de Leonor comienzan as:

En el nombre de Dios Padre y del Hijo y del Espritu Santo, tres personas y un solo Dios verdadero. Sepan cuantos estas escrituras vieren, como yo doa Leonor Lpez de Crdoba, hija de mi seor el Maestre don Martn Lpez de Crdoba e doa Sancha Carrillo, a quien d Dios gloria y paraso, juro por esta significacin que yo adoro como todo esto que aqu es escrito es verdad, que lo vi e pas por m. Nac en Calatayud en casa del seor Rey Don Pedro, e fueron las seoras Infantas, sus hijas, mis madrinas [...]

Por el relato histrico de esos aos podemos comprobar que Calatayud haba cado en manos castellanas en el verano de 1362. Pedro I, al que la historia recordara como el Cruel o el Justiciero, segn quien lo enjuiciase, despus de conquistar Calatayud prosigui su campaa en Aragn hasta febrero del siguiente ao, arrebatando a los aragoneses todos los pueblos y ciudades del occidente de la regin.

Por estos datos sabemos que Leonor Lpez de Crdoba naci entre septiembre de 1362 y febrero de 1363. Llegaba al mundo en un momento difcil de la historia. Castilla disfrutaba entonces de la precaria paz de una tregua en la guerra civil que enfrentaba, desde haca aos, a los partidarios del rey legtimo Pedro I con los del bastardo Enrique de Trastmara.

La guerra haba sido inevitable porque a determinados poderes fcticos no les interesaba la poltica del rey y deseaban arrebatarle el trono; porque exista un hermanastro del monarca con aspiraciones a la Corona, y porque la personalidad de Pedro I era terriblemente conflictiva. Su carcter inestable, su ira incontenible y su desenfrenada pasin por las mujeres le haban acarreado un gran nmero de enemigos. Pedro I se haba casado con la princesa francesa Blanca de Borbn. A los dos das de la boda el rey orden que fuera encerrada en el castillo de Sigenza. Pedro argument que la unin con Blanca no era legal, pues l se haba desposado antes en secreto con Mara de Padilla. Aquel escndalo dividi a los castellanos y rompi las relaciones con Francia. El rey Pedro I, fiel a su palabra, sigui viviendo con Mara de Padilla, que fue la madre de sus hijos. Cuando sta muri, Pedro jur ante las Cortes castellanas que Mara de Padilla haba sido su verdadera esposa y que las hijas habidas con ella eran sus descendientes legtimas. Las Cortes reconocieron a las tres hijas del rey y a Mara de Padilla como herederas del trono.

stas eran las infantas a las que alude Leonor en sus memorias, aquellas que fueron sus madrinas y a las que un da su padre ayudar a escapar de Castilla.

La infancia de Leonor discurri en la corte de Pedro I ya que su padre, Martn Lpez de Crdoba, era una de las personas ms cercanas al monarca, que primero le nombr camarero mayor y despus le distingui con el cargo de maestre de Calatrava y Alcntara. Martn Lpez de Crdoba siempre permanecer fiel a Pedro I, jams traicionar su confianza e incluso despus de que ste muriera asesinado por su propio hermanastro, Enrique de Trastmara, seguir defendiendo los intereses de su rey.

Leonor cuenta en sus memorias que su padre, al no poder hacer nada para evitar el asesinato de Pedro I, regres a Carmona, donde vivan, para desde all seguir defendiendo la legitimidad dinstica que sealaba como autnticas herederas a las hijas de Pedro I y Mara de Padilla:

Residamos en Carmona con las hijas del seor rey don Pedro y mis cuados, maridos de mis hermanas, y un hermano mo que se llamaba don Lope, y Ruy Gutirrez de Hinestrosa, mi marido, con quien mi padre me haba casado al cumplir los siete aos.

Y fue as que cuando el seor rey don Pedro qued cercado en Montiel, mi padre acudi all con gente para socorrerlo; y hall que era muerto a manos de su hermano.

En los manuales de historia se puede leer que cuando Enrique de Trastmara, despus de asesinar a su hermanastro, se convirti en rey de Castilla, la mayora de las ciudades se sometieron a la autoridad del nuevo soberano, aunque algunas plazas del sur siguieron defendiendo la legitimidad en la lnea sucesoria. En esta lucha destac Carmona, que muy pronto fue sitiada por el rey Enrique. El inters por someter esta plaza era indudable; en Carmona se encontraban las infantas, las herederas de Pedro I, defendidas por Martn Lpez de Crdoba, que abort todos los intentos de asalto a la plaza.

Leonor narra en su autobiografa cmo el nuevo rey, el bastardo Trastmara, viendo que por la fuerza de las armas no poda entrar en Carmona envi a un emisario:

[...] mand al Condestable de Castilla para que tratase con mi padre. Y los medios que mi padre trat fueron dos: el uno, que las seoras infantas pudieran trasladarse a Inglaterra con todos sus tesoros. Y as fue hecho. El otro captulo fue que l, sus hijos y valedores y todos los que haban defendido la villa fueran perdonados. Y as se lo dio firmado el dicho Condestable en nombre del rey. Mi padre entreg la villa. Y el rey Enrique mand que le cortasen la cabeza a mi padre en la plaza de San Francisco de Sevilla, y que le fueran confiscados sus bienes y los de su yerno, valedores y criados.

Leonor dice que a su padre le cortaron la cabeza, aunque al respecto existen discrepancias entre los historiadores: para muchos, Leonor miente porque, segn ellos, la autntica versin es la que da el canciller Lpez de Ayala, contemporneo de los hechos, quien escribe que a don Martn lo arrastraron por Sevilla y llegando a la plaza de San Francisco le cortaron los pies y las manos y lo quemaron. Segn estos historiadores, no existen razones para que el canciller mintiera puesto que, como parcial que era del rey Enrique, no tiene por qu achacarle o atribuirle una crueldad excesiva. Sin embargo, segn ellos, doa Leonor s tiene razones para mentir puesto que el rey ha hecho morir a su padre sin honor, de una manera afrentosa.

Por el contrario, para otro grupo de estudiosos las memorias de Leonor son totalmente fiables ya que existen en ellas una serie de detalles, incluso los ms nimios, que documentalmente son verdicos. En consecuencia, piensan que cuando hay una contraposicin, un contraste entre las memorias de Leonor o relatos coetneos como la crnica de Ayala u otros documentos, se debe dar veracidad al relato que hace doa Leonor.

Fuera como fuese; lo cierto es que si Leonor cambia algn detalle sobre la muerte de su padre lo hace movida por el amor. Adems, es normal que trate de ensalzar la figura paterna:

Cuando llevaban a mi padre para ser ejecutado se encontr con Mosen Beltrn Duguesclin, el caballero francs que entreg al rey don Pedro para que lo matasen. Duguesclin le dijo a mi padre: Seor Maestre, no os deca yo que vuestras andanzas haban de parar en esto?, y mi padre respondi: Ms vale morir como leal, como yo lo he hecho, que no vivir como vos vivs habiendo sido traidor.

El francs Beltrn Duguesclin era el jefe de las Compaas Blancas, grupos de mercenarios ingleses y franceses que arrasaron y depredaron pueblos y ciudades en el camino hacia el trono de Enrique de Trastmara.

Si Enrique de Trastmara incumpli su palabra, al no respetar la vida del padre de Leonor, lo mismo hizo con sus hijos, familiares y amigos. No orden su muerte, aunque la mayora de ellos lo hubiesen preferido de saber lo que les esperaba. As lo describe Leonor en sus memorias:

Despus de la muerte de mi padre, los dems que quedamos estuvimos presos en las Atarazanas nueve aos hasta que el rey don Enrique falleci. Y nuestros maridos tenan 60 libras de hierro cada uno en los pies y mi hermano don Lope una cadena encima de los hierros en que haba 70 eslabones. l era nio de 13 aos, la ms hermosa criatura que haba en el mundo. A mi marido ponanlo en el aljibe del hambre, y tenanlo 6 o 7 das que nunca coma ni beba, porque era primo de las seoras infantas, hijas del rey don Pedro. En esto vino una pestilencia y murieron todos; mis dos hermanos y mis cuados y trece caballeros de la casa de mi padre y a todos los sacaban a desherrar al desherradero, como moros despus de muertos.

[...] Y no quedaron en las Atarazanas de la casa de mi seor padre sino mi marido y yo.

Probablemente ste sea el nico testimonio que exista de alguien prisionero en las Atarazanas.

Mandadas construir por Alfonso X el Sabio como astilleros, las Atarazanas cumplieron su misin durante un tiempo hasta que la inactividad en el sector las sumi en un largo perodo de abandono. Ms tarde se convertiran en recinto de dolor y terror. Los reyes Pedro I, Enrique de Trastmara y sus sucesores las utilizaron como crcel.

Ocho aos tena Leonor cuando la encerraron en prisin. Su nico delito fue ser hija de Martn Lpez de Crdoba, el mayor privado del rey Pedro I. Slo ella y su marido lograron sobrevivir... Cuando abandonaron las Atarazanas, a la muerte del rey Enrique, Leonor haba cumplido los 18 aos.

Leonor cuenta en sus memorias cmo tratan ella y su marido de rehacer sus vidas al salir de la crcel. No tienen parientes cercanos, slo una ta de Leonor que vive en Crdoba, y con ella se va Leonor hasta que su marido acuda a recogerla despus de recuperar la herencia que le corresponda en su calidad de hijo nico.

Pasaron ms de siete aos sin que Leonor tuviera noticias de su marido. En este tiempo parece que Ruy Gutirrez de Hinestrosa anduvo vagando por el mundo incapaz de conseguir la herencia que le perteneca. Slo cuando un conocido de Crdoba coincidi con l en Badajoz y le cont que Leonor se encontraba bien reuni fuerzas para acudir a su lado.

Con la llegada de su marido a Crdoba la vida de Leonor se vera alterada. Mientras estuvo sola no le import vivir de la caridad de su familia, pero ahora era distinto. Necesitaba un hogar propio. Su ta les cedi una casa junto a la suya. Leonor dice en su autobiografa que todas las noches rezaba 300 avemaras a la Virgen para que la autorizasen a abrir un postigo que permitiese el acceso directo desde su casa a la de su ta sin salir al exterior, puesto que no quera que la viesen cmo iba a comer a la mesa de sus parientes.

Leonor era una mujer creyente, confiaba en la divina providencia y esperaba recibir un da ayuda sobrenatural para conseguir una casa. Mientras tanto realizaba todas aquellas acciones que pudieran ser meritorias a los ojos de Dios.

En esto vino un robo de la judera y tom un nio hurfano para que fuese instruido en la fe. Hcelo bautizar, y un da saliendo de misa de San Hiplito con mi seora ta le supliqu se sirviera comprar para m unos corrales cercanos a la iglesia, pues haca 17 aos que yo estaba en su compaa. Mi seora ta me los compr [...], y tengo que por aquella caridad que hice al criar al hurfano judo en la fe de Jesucristo, Dios me ayud a darme aquel comienzo de casa.

Leonor estaba totalmente convencida de que su buena accin haba sido del agrado de Dios, que la premiaba con aquello que ella tanto deseaba, por lo que debera seguir cuidando al nio judo aunque en ello le fuera la vida.

La religiosidad de Leonor no constitua ninguna excepcin en la sociedad de finales del siglo XIV.

Su relato es sincero. Documentalmente se ha comprobado la veracidad de muchos de los datos reflejados en su autobiografa. El saqueo de la judera al que Leonor se refiere es el sucedido en 1392. Crdoba, como otras ciudades, sufri el zarpazo antijudo despus del terrible progrom de Sevilla en el que fueron asesinados miles de judos. Tambin la peste negra, procedente de las estepas del Asia central, lleg a la Pennsula a finales del XIV.

Leonor habla de esta plaga y de sus consecuencias. Relata como ella y toda su familia salieron de Crdoba buscando pequeas localidades ms seguras. Vivieron en Santaella y en Aguilar, pero la tragedia les persegua. Un da, el nio judo que haba recogido lleg a casa con dos landres en la garganta y tres carbuneros en el rostro con muy grande calentura:

Dijronme: viene con pestilencia. Y el dolor que a mi corazn lleg bien lo podis entender quien esta historia oyereis, que por mi culpa haba entrado tan gran dolencia en la casa de mi familia. Fui a llamar a un criado del seor mi padre y rogule que llevase aquel mozo a su casa.

El criado tuvo miedo y me dijo: Seora Cmo lo llevar con pestilencia que me mate? Dijele: hijo no querr Dios. Y l con vergenza de m llevlo, y por mis pecados trece personas que de noche lo velaban todos murieron.

Qu remordimiento debi de sentir Leonor! Aunque sus sufrimientos seran mayores.

Cuenta que una noche, su hijo, de doce aos, vino a verla para decirle que no haba nadie que velase al enfermo y ella le mand a l:

Seora, ahora que han muerto otros, queris que me mate? Por la caridad que yo hago -le dije- Dios habr piedad de m. Y mi hijo lo fue a velar; e por mis pecados aquella misma noche le dio la pestilencia y muri.

Leonor no omite en su desgarrado relato el desprecio y el rechazo que provoca entre las gentes del pueblo su accin:

Y cuando lo llevaban a enterrar fui yo con l, y cuando iba por la calle con mi hijo muerto las gentes salan dando alaridos, amancilladas de m, y con gritos que los cielos traspasaban decan: salid seores y veris la ms desventurada, desamparada y ms maldita mujer del mundo.

Lo cierto es que cuesta comprender la actitud de Leonor, aunque se intente explicar a travs de cdigos de conducta medievales como apuntan algunos estudiosos:

Criar y educar en la fe a ese hurfano judo constituye su gran tributo, su gran obra meritoria que esgrime ante Dios para conseguir de l lo que en esta poca era su gran preciada finalidad; tener casa propia, con lo que eso implicaba de dignidad. Una vez conseguido eso su obligacin y su lealtad van a llegar hasta las ltimas consecuencias. No es una cuestin de amores. Es una cuestin de lealtades y de obligaciones.

Las memorias o autobiografa de Leonor finalizan contando cmo despus de lo sucedido con el hurfano judo su ta no quiso volver a saber nada de ella:

[...] me rog que no volviera nunca. Y as vneme a mi casa a Crdoba.

Con estas palabras Leonor pone el punto final a su autobiografa. Un relato que nos ha permitido introducirnos en la sociedad medieval castellana y en las circunstancias, trgicas la mayora de las veces, que rodearon la existencia de esta mujer. Sin embargo, no todo fueron desgracias en la vida de Leonor.

Consultando documentos de la poca encontramos su nombre entre los de las personas ms poderosas del reino de Castilla a comienzos del siglo XV:

E estaba con la reina doa Catalina una duea que dicen Leonor Lpez, hija de don Martn Lpez, Maestre que fue de Calatrava [...] la cual duea era muy privada de la reina y sta se fiaba tanto de ella y la amaba en tal manera, que ninguna cosa haca sin su consejo.

As se habla de Leonor Lpez de Crdoba en las crnicas medievales. Su relacin con la reina Catalina debi de ser muy estrecha.

En una carta localizada en la Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla la soberana deja constancia de su amor por Leonor. La despedida no puede ser ms elocuente: La reina, vuestra leal hija.

Es fcil que la reina hubiera reclamado la presencia de Leonor en la corte porque Catalina de Lancaster era hija de una de las infantas, hijas de Pedro I y madrinas de Leonor.

Catalina se haba convertido en reina de Castilla al casarse con Enrique III. Ellos fueron los primeros prncipes de Asturias. Su unin simbolizaba la paz. El matrimonio de aquellos jvenes haba conseguido cerrar una vieja herida en el corazn de los castellanos. Ella, Catalina, era nieta de Pedro I. l, Enrique III, de Enrique de Trastmara.

A la muerte del rey Enrique Catalina se ocup de la regencia del reino hasta la mayora de edad de su hijo, el futuro Juan II. Fue entonces cuando Leonor disfrut de gran protagonismo en la corte.

Al llegar a este punto la pregunta se hace inevitable, por qu Leonor no incluy esta etapa de su vida en las memorias?

La respuesta parece sencilla: porque fueron escritas con anterioridad a su presencia al lado de la soberana. Aunque tambin se podra decir que bien pudo aadir ms tarde un anexo a sus memorias. Tal vez la explicacin ms convincente sea la de Nicasio Salvador Miguel:

La explicacin es muy sencilla, se trata de un texto escrito hacia 1400 como consecuencia de una circunstancia muy concreta y es la situacin anmica en que ella se encuentra tras regresar de Santaella y de Aguilar. Haber muerto su hijo, haberse enfrentado de nuevo con su familia la lleva a utilizar un tipo de gnero bastante frecuente en esta poca que es la consolatoria, que normalmente se escriba en forma epistolar y mediante la cual se intentaban paliar las miserias de la vida hacindolas pblicas para que pudieran servir como ejemplo.

Fueron muchas sus tragedias y tal vez Leonor intentara atenuar su dolor desahogndose, dndolas a conocer o simplemente buscaba la comprensin de la sociedad justificando su comportamiento ante la opinin pblica, o quiz lo nico que pretenda era reflexionar sobre las propias acciones.

Leonor fue una mujer fuerte. Soport la muerte de su padre y de todos sus hermanos y sobrevivi a ms de nueve aos de prisin. Y quiso que la historia conociera su verdad, y tiene el mrito de ser la autora de la primera autobiografa que se conoce en lengua castellana. Una autobiografa que sin duda presenta rasgos de modernidad:

La originalidad de las memorias de doa Leonor radica en que es uno de los primeros testimonios de exaltacin del yo, de un yo personal, autnomo, existencial a la manera moderna, un yo que busca la complicidad del lector emocionndole con un lenguaje directo en primera persona.

Slo nos queda aadir que Leonor Lpez de Crdoba consigui lo que pretenda:

Dicto mis memorias para que la verdadera historia de mi vida permanezca en el recuerdo de quienes leyeran el relato.

JUANA DE TRASTMARA, LA BELTRANEJA

Vctima inocente

(Madrid, 1462-Lisboa, 1530)

La dignidad es tu bien as como la probidad; quin puede quitrtelas?

Epcteto

Corra el ao 1462 y el otoo medieval daba paso a una prometedora primavera. El Renacimiento proveniente de Italia se extenda poco a poco por el continente. Europa abra sus puertas a una nueva concepcin de la vida: florecan las artes, despertaba el pensamiento y se liberaban los espritus. Los viejos cimientos de la sociedad medieval se iban derrumbando. Los reyes intentaban terminar con las prerrogativas feudales: haba que desposeer a los grandes seores del derecho de ejercer la justicia en sus feudos y tener ejrcitos armados si se quera conseguir y garantizar el poder preeminente de la monarqua. Fue en este tiempo cuando comenzaron a consolidarse los Estados como forma poltica en torno a la institucin monrquica, aunque el camino sera lento y difcil.

En Castilla, el rey Enrique IV trat de controlar a la oligarqua nobiliaria buscando el apoyo de las ciudades, de los conversos y de la nobleza media urbana. Se rode de hombres fieles a los que distingui en detrimento de los nobles tradicionales, que reaccionaron violentamente en contra de la institucin monrquica.

Esta era la situacin del reino cuando la noticia del embarazo de la reina doa Juana vino a tranquilizar un poco el ambiente cortesano. En Madrid, el 28 de febrero de 1462, los personajes ms importantes de la corte acudieron al alczar para presenciar el nacimiento del heredero, ya que de acuerdo con un riguroso protocolo la reina haba de parir en pblico.

As sucedi. Doa Juana, rodeada por el rey, el marqus de Villena, el arzobispo de Toledo y otros altos dignatarios del reino dio a luz a una nia a quien pusieron de nombre Juana. La alegra se extendi por toda Castilla. Aquella nia constitua el mejor augurio de paz. El rey Enrique IV ya tena heredera. Con Juana se consolidaba la monarqua y la sucesin dinstica pareca asegurada.

Castilla celebr con innumerables fiestas el nacimiento de la princesa Juana. Los grandes del reino acudieron a reconocerla como heredera y a jurarle fidelidad. Tambin los hermanastros del rey, los infantes Alfonso e Isabel, reconocieron a la princesa como heredera. Aunque no habra de transcurrir mucho tiempo para que ambos le disputaran la Corona.

La hija de Enrique IV fue vctima de las intrigas y ambiciones de casi todas las personas que rodeaban a su padre. Entre todos convirtieron el futuro de Juana de Trastmara en uno de los ms tristes de la historia.

El primer personaje de este drama fue Juan Pacheco, marqus de Villena, el amigo de la infancia del rey y el noble ms ambicioso e intrigante de la poca, el hombre que poda doblegar la voluntad del monarca a su antojo.

Cuando el marqus de Villena conoci la decisin de Enrique IV de nombrar a Beltrn de la Cueva maestre de Santiago no pudo soportarlo. Villena deseaba y esperaba ese nombramiento.

Los maestrazgos de las rdenes militares eran los cargos ms codiciados del reino, autnticos centros de poder e indudables fuentes de riqueza. Los maestrazgos siempre haban estado en manos de la nobleza. Aunque llevaba muchos aos al lado del rey y era un servidor leal, Beltrn de la Cueva no dejaba de ser un advenedizo. No le result difcil a Villena concitar en torno suyo a la mayor parte de la nobleza. Los nobles castellanos no podan mostrarse indiferentes ante aquella provocacin. Y fue entonces cuando el marqus de Villena tram la venganza. Eligi la calumnia, el arma sin duda ms eficaz para daar la imagen del rey y de aquel plebeyo. Villena difundi la noticia de que la princesa doa Juana no era hija del rey Enrique IV sino de Beltrn de la Cueva: Hemos jurado por primognita heredera a doa Juana no lo siendo, afirm el marqus, pues doa Juana no es hija del rey sino de Beltrn de la Cueva.

La princesa doa Juana, nuestra protagonista, era una nia de dos aos. La negra sombra que siempre le acompaara empezaba a cernirse sobre ella.

Su madre, la reina doa Juana, horrorizada por el comentario del marqus de Villena, prest testimonio pblico en la catedral de Segovia:

Hago juramento a Dios y a Santa Mara y a la seal de la Cruz -dijo la reina-, que yo s cierto que la dicha princesa doa Juana es hija legtima y natural del rey mi seor, y ma.

De nada sirvi. El rey Enrique IV no trat de desmentir la injuria del marqus de Villena y el rumor de la ilegitimidad de Juana se fue extendiendo por el reino. Muchos empezaron entonces a llamarla la Beltraneja por considerarla hija de Beltrn de la Cueva.

La actitud del rey y la siempre buena disposicin del pueblo para creer este tipo de rumores contribuyeron a imprimir un carcter de autenticidad a aquella perversa noticia. Adems, el terreno estaba perfectamente abonado y era muy fcil creerse semejante historia. La supuesta impotencia del rey no constitua ningn secreto para los castellanos.

El primer matrimonio de Enrique IV con Blanca de Navarra fue anulado por no haber sido consumado. En la sentencia de nulidad se dice que: De los 13 aos que dur el enlace, los reyes cohabitaron durante tres, sin lograr llevar a cabo la conjuncin sexual; claro que en otro prrafo de la mencionada sentencia se alude a las relaciones que don Enrique mantuvo con mujeres de Segovia, las cuales declararon bajo juramento: Que el rey haba habido en cada una de ellas trato y conocimiento de hombre a mujer, as como cualquier otro hombre potente, y que tena una verga viril firme y daba su dbito y simiente viril como otro varn.

Indudablemente, y a pesar de estas ltimas afirmaciones, algo fallaba en la sexualidad del rey, y en este aspecto s parecen estar de acuerdo los cronistas de la poca. Sin embargo, en el anlisis realizado por historiadores posteriores existen algunas discrepancias motivadas, la mayora de las veces, por la afinidad o rechazo que les inspire la figura del rey. Lafuente escribe: Si no fue impotente por naturaleza, dio ocasin con sus vicios a que tal se le tuviera y pregonara.

El padre Mariana pensaba que: Puede sospecharse que gran parte de esta fbula se forj en gracia a los Reyes don Fernando y doa Isabel.

Por su parte, Sitges afirmaba que: La impotencia es la falta menos probada que se achaca a Enrique IV, y los textos en que se apoya tal imputacin no son de autenticidad tan evidente que merezcan crdito absoluto.

En el ao 1946 el doctor Gregorio Maran consigui autorizacin para examinar los restos del rey Enrique IV La exhumacin del cadver del monarca se realiz en el monasterio de Guadalupe, recinto elegido por Enrique IV que quiso alcanzar el reposo eterno al lado de su madre, la reina doa Mara, enterrada en aquel lugar. El doctor Maran finaliz su labor de investigacin con importantes y reveladoras conclusiones sobre aspectos oscuros tanto de la personalidad del rey como de las causas que originaron su muerte (de la que nos ocuparemos ms adelante).

Respecto a la presumible impotencia de Enrique IV Gregorio Maran manifiesta: Nuestra conclusin de que la impotencia del rey fue, probablemente, slo relativa, y ligada con su psicologa esquizoide, se confirma por el hecho, bien comprobado, de que la anulacin del matrimonio con doa Blanca se hizo pensando ya en una nueva unin conyugal.

La clase de impotencia que debi de padecer el rey no era, segn todos los indicios, una impotencia absoluta, y pudo muy bien permitirle alguna relacin aislada, ms o menos trabajosa y deficiente; pero es bien sabido que una vida humana se engendra, a veces, en las condiciones ms desfavorables y ms apartadas de la buena tcnica.

As pues, estaba en lo cierto el historiador Sitges cuando afirmaba que de todas las faltas atribuidas a Enrique IV era la impotencia la menos probada.

Pero, por qu Enrique IV se mostr impasible ante las calumnias del marqus de Villena? Por qu no defendi la legitimidad de su hija? Y el honor de la reina? El rey ser otro de los personajes que con su actitud colabor a tejer la desgracia de su hija.

Cuentan las crnicas que el obispo de Cuenca, Lope Barrientos, antiguo preceptor del rey, le dijo:

Seor, pues que Vuestra Alteza no quiere defender su honra ni vengar sus injurias, no esperis reinar con gloriosa fama, os certifico que desde ahora quedaris por el ms abatido rey que jams ovo en Espaa.

Lope Barrientos trataba de convencer al monarca de la conveniencia de utilizar las armas contra el marqus de Villena, que respaldado por la mayor parte de la nobleza exigi al rey el cambio en la lnea sucesoria. Enrique IV debera designar a su hermanastro, el infante don Alfonso, heredero del trono y maestre de Santiago.

No slo Lope Barrientos sino otros miembros del Consejo Real, como ms tarde el cardenal Mendoza, intentaron disuadir al soberano. Pero Enrique IV deseaba la paz ms que nada en el mundo y respondi as al obispo Lope Barrientos:

Los que no habis de pelear siempre hacis franqueza de las vidas ajenas. Bien parece padre obispo que no son vuestros hijos los que han de entrar en la pelea. Sabed que de otra forma se ha de tomar este negocio, y no como vos decs y votis .

Y el rey cedi. Pidi a Beltrn de la Cueva la renuncia al maestrazgo de Santiago y nombr heredero a su hermanastro el infante don Alfonso con la condicin de que se casara con la princesa doa Juana.

Si Juana no era la hija legtima del rey, por qu Enrique IV se preocupa de asegurarle el trono? Es verdad que la deshered, pero jams Enrique IV dijo que Juana era ilegtima.

Es muy difcil enjuiciar las reacciones de las personas y mucho ms si stas vivieron hace muchsimo tiempo en una sociedad y en unos ambientes totalmente distintos a los actuales. De todas formas, resulta evidente que Enrique IV era un ser enfermo y cobarde y, como buen cobarde, capaz de cometer las mayores vilezas. Enrique IV deba saber que lo nico que perseguan los nobles rebeldes era debilitar el poder real, y que aunque l accediera a sus reivindicaciones no se detendran ante nada, pero claudic...

Un ao despus, el marqus de Villena y los nobles que le seguan celebraron un acto vergonzoso que pasara a la historia como la farsa de vila. En una especie de escenario situado en el exterior de las murallas de vila los nobles colocaron un mueco. Lo vistieron de rey y al grito de a tierra puto! lo derribaron.

En aquella grotesca ceremonia el marqus de Villena y la nobleza destituyeron a Enrique IV y proclamaron rey de Castilla a su hermanastro el infante don Alfonso. Era la declaracin de guerra civil.

A pesar de ello, el rey todava dudaba sobre la conveniencia de utilizar las armas con los rebeldes. Enrique IV intentar por todos los medios pactar acuerdos. Todo es intil. El marqus de Villena y la nobleza que le apoya no aceptan ningn tipo de arreglo. Lo nico que pretenden es arrebatarle el trono. Quieren coronar al infante don Alfonso -un nio de doce aos- para as intervenir, segn sus intereses, en los destinos de Castilla.

Es fcil imaginarse cul sera el sentimiento de los altos cargos y nobles que an permanecan fieles al rey al comprobar la reaccin del monarca. Cuentan las crnicas que una de las familias ms importantes de la nobleza, los Mendoza, negoci su participacin en la guerra al lado del rey a cambio de que ste les entregara como rehn a su hija, la princesa doa Juana. Los Mendoza crean en la legitimidad de la princesa. Incluso llegar un da en que los Mendoza defendern los intereses de doa Juana ante su propio padre, aunque ms tarde tambin la abandonarn.

Los castellanos se enfrentaban en la guerra civil. Las armas deberan decidir el futuro de Castilla. Pero en aquella contienda no hubo vencedores ni vencidos. El fallecimiento repentino del infante don Alfonso iba a influir decisivamente en los destinos del reino y tambin en el porvenir de la princesa doa Juana.

Con la muerte de don Alfonso desapareca la posibilidad de hacer realidad el proyectado matrimonio con el que Enrique IV pretenda asegurarle el trono a su hija Juana. Aunque tambin aquel fallecimiento podra significar el final de las luchas internas, la vuelta a la normalidad. Doa Juana podra ser reconocida de nuevo como princesa heredera... No fue as. A los nobles rebeldes les importaba poco el infante don Alfonso, lo nico que les interesaba era quitarle el poder a Enrique IV Inmediatamente buscaron sustituto para el infante fallecido. Fue entonces cuando pensaron en la infanta Isabel...

Doa Isabel, hermana de don Alfonso y hermanastra del rey Enrique IV, no aceptar la propuesta de los nobles que pretenden proclamarla reina. Con su decisin, doa Isabel puso fin a la guerra civil. No quiso disputarle la Corona a su hermanastro el rey, aunque s le exigi ser declarada princesa heredera:

Sobre un punto se expres Isabel sin dar cabida a la ms pequea duda: ella era la legtima sucesora; doa Juana no. Sin explicar con detalle cules eran los motivos de la ilegitimidad de su ahijada de bautismo afirm que, muerto don Alfonso, a ella corresponda la sucesin.

Corra el mes de septiembre de 1468 cuando en Guisando doa Isabel es reconocida como princesa de Asturias. Lo haba conseguido! Su entrada en la escena poltica fue triunfal. Enrique IV, por mantener la paz y el sosiego del reino, acceda a nombrarla princesa heredera. El rey sacrificaba de nuevo a su hija doa Juana:

En el pacto de Guisando el rey suscribi su propia deshonra del modo ms solemne al desposeer a su presunta hija del ttulo de heredera.

Isabel saba muy bien lo que haca. No le import incumplir los pactos de Guisando en los que se haba comprometido a no casarse sin la aprobacin de su hermanastro el rey Enrique IV Isabel eligi como esposo a Fernando de Aragn:

Fernando era el mejor partido que se le poda presentar a Isabel. Fernando le iba a proporcionar una serie de apoyos que necesitaba para enfrentarse a su sobrina Juana. Fernando era hijo del rey de Aragn, Juan II, y de una mujer castellana, Juana Enrquez, que perteneca a una familia de las ms importantes de Castilla en aquel momento. Por otra parte, Fernando era el pariente varn ms prximo a Enrique, y esto poda plantear algn problema si a Fernando, en un momento dado, se le ocurra, esgrimiendo su parentesco con Enrique IV, exigir la herencia que corresponda a Juana.

As pues no es malintencionado pensar que doa Isabel mat dos pjaros de un tiro. Al casarse con Fernando lograba que el partido aragons de su marido defendiera sus aspiraciones al trono de Castilla al mismo tiempo que eliminaba un posible rival. Fernando, convertido en su esposo, no iba a disputarle a ella la Corona. A doa Isabel le interesaba tanto aquella boda que no dud en utilizar una bula falsa, aunque incurriera en excomunin, pues era necesaria la dispensa papal para poder casarse. Fernando y ella eran primos.

Antes de morir, de forma inesperada, Enrique IV haba enviado una carta al papa Paulo II en la que peda al pontfice que no se confirme la sucesin de los reinos en su hermana, doa Isabel, sino en su hija doa Juana. Fuera como fuese, lo cierto es que el rey Enrique no deseaba dar cumplimiento a lo acordado en Guisando. En aquellos pactos se estipulaba que la infanta doa Isabel sera jurada en las Cortes como princesa heredera. Las Cortes se reunieron en Ocaa pero nunca reconocieron ni juraron a doa Isabel como heredera.

Aqu se plantea uno de los grandes interrogantes de esta historia: era necesario el juramento en las Cortes para que Isabel fuera reconocida legalmente como princesa heredera?

Lo cierto es que con legalidad o sin ella doa Isabel siempre se mantendr firme en su postura; ella es la princesa heredera, ella es quien debe suceder en el trono a su hermanastro el rey Enrique IV. Por ello, nada ms fallecer el rey, Isabel, sin esperar el regreso de Fernando, su marido, se proclama reina de Castilla en Segovia. Castilla est dividida entre los defensores de Juana, a la que consideran heredera legtima, y de Isabel, cuando entra en escena uno de los personajes clave en el reinado de Isabel que antes haba sido defensor de Juana.

Dicen que en su lecho de muerte Enrique IV pidi al cardenal Mendoza que se ocupase de su hija Juana pero, por primera vez en su vida, Pedro Gonzlez de Mendoza iba a traicionar la confianza de su rey tomando partido por Isabel y abandonando a Juana en manos portuguesas.

Todo esto sucede a lo largo de trece aos. Esa es la edad de doa Juana, que asiste atnita a los acontecimientos sin saber muy bien qu pasa. Corre el mes de mayo de 1475. Su padre ha muerto y su ta doa Isabel se ha proclamado reina de Castilla pero Juana sabe que la Corona le pertenece a ella. Para defenderla ha llegado de Portugal su to, el rey don Alfonso V. Es un hombre viejo con el que la obligan a casarse.

La nobleza castellana se encuentra dividida entre doa Isabel, que ya se ha hecho proclamar reina, y doa Juana. Paradjicamente, los nobles que en principio rechazaron a Juana, por considerarla ilegtima, son los que ahora estn de su parte. Se pasaron al lado de Juana cuando comprobaron que Isabel no iba a ser un juguete en sus manos.

Doa Isabel era una mujer muy lista. Haba observado lo sucedido con su hermano el infante don Alfonso y tambin el vil comportamiento de estos personajes con el rey Enrique; por lo que se mantendra alejada de ellos consiguiendo no caer en sus redes.

Y Juana, qu puede hacer? Slo tiene trece aos. Sigue siendo una nia, lo que no le impide comprobar cmo fue utilizada para perjudicar a su padre, el rey.

Doa Juana cree que todos se han conjurado contra su padre, deseaban acabar con l! Slo pensar que dentro de unos minutos podr leer en la plaza aquel documento le da fuerzas para enfrentarse a la multitud. Doa Juana quiere comunicar a todos los castellanos algo que para ella es ya una evidencia.

El rey Enrique IV haba muerto, segn la versin oficial, de un, flujo de sangre pero las circunstancias que rodearon la muerte del monarca y la extraa sintomatologa de la enfermedad fue, sin duda, la causa de que en algunos sectores se especulara sobre el posible asesinato' del rey. En opinin de estos sectores Enrique IV habra muerto vctima de un envenenamiento. Don Gregorio Maran no descart esta hiptesis, ms bien se mostr de acuerdo. Despus de examinar en 1946 el cadver del rey Enrique IV el doctor Maran manifestaba:

Los trastornos descritos en la enfermedad de Enrique IV pueden responder a un determinado nmero de enfermedades, aunque mucho mejor que a cualquiera de ellas se acoplan las de envenenamiento. Encaja tan bien esta sintomatologa en la sospecha de envenenamiento que moralmente nos queda la casi certidumbre de que sta fue la causa del trmino de su infeliz vida y reinado.

Haban asesinado a su padre los partidarios de doa Isabel? Sera cmplice su ta? Doa Juana est segura de que su padre muri envenenado. Con voz temblorosa dice a la muchedumbre reunida en la plaza de Plasencia:

Por codicia desordenada del reinar acordaron y trataron ellos, y otros por ellos, y fueron en habla y consejo de hacerle dar, y le fueron dadas yerbas y ponzoa, de que despus falleci.

Con estas palabras doa Juana de Trastmara, la Beltraneja, dejaba constancia de su acusacin. Fue la primera y la ltima vez que los castellanos pudieron escuchar la voz de la hija del rey Enrique IV. Suceda en la plaza de la catedral de Plasencia.

Cuatro aos ms tarde slo un reducido grupo presenciar la desesperacin de doa Juana despus de escuchar las condiciones de paz de su ta:

Doa Juana abandonar todo titulo; no podr llamarse reina, ni princesa ni infanta hasta que no se verifique el matrimonio con el hijo de los reyes doa Isabel y don Fernando. Si doa Juana no acepta este matrimonio deber ser monja profesa. No podr casarse ni tener hijos.

Juana no puede dar crdito a lo que le estn diciendo. Pretenden retenerla en rehenes ms de diez aos en espera de que el hijo de su ta Isabel decida si quiere casarse con ella... Qu persigue Isabel con aquella oferta matrimonial? Tal vez su deseo no es otro que el de legalizar un reinado implantado por la fuerza de las armas o simplemente entretener a su sobrina con engaos y falsas promesas.

Doa Isabel era la triunfadora. Sus partidarios haban ganado la guerra. Isabel impona las condiciones de paz. Doa Juana se resiste a creer que su ta haya decidido anularla... No podr casarse ni tener hijos... Juana tiene entonces diecisiete aos. Es una joven hermosa y a pesar de su difcil situacin desea vivir, y la obligan a encerrarse en un convento... Ella no puede aceptar aquella disparatada propuesta matrimonial. Entre todos han decidido su futuro. Juana sabe que su to Alfonso V, el rey de Portugal -que la ha liberado del lazo conyugal, el matrimonio no se haba consumado-, est avergonzado por aquellos acuerdos con la reina Isabel en los que l renunci a todos los derechos de doa Juana a la corona de Castilla. Juana se siente sola. Sabe que nunca le abandonar esa sensacin. Todos la han utilizado pero, por primera vez en su vida, la hija de Enrique IV decidir por s misma.

Doa Juana dijo no! Rechaz el matrimonio con el hijo de Isabel y Fernando. No acept la posibilidad de ser reina por va indirecta. La Corona le perteneca a ella y no a su ta Isabel.

En octubre de 1480 doa Juana profesa como monja clarisa en Coimbra. A la ceremonia asiste una delegacin castellana presidida por Hernando de Talavera, confesor de la reina de Castilla. Doa Isabel quiere tener la completa seguridad de que su sobrina Juana ingresa en religin...

Cuentan las crnicas que la joven novicia pas la noche anterior llorando, en un ltimo intento por conseguir la ayuda de los monarcas portugueses. Segn algunos textos de la poca Juana les haba pedido en reiteradas ocasiones que impidieran su entrada en el convento. Contaba dieciocho aos. No quera ser monja. Deseaba crear una familia, tener hijos, pero no a cambio de renunciar a su nica verdad. Y doa Juana profes como monja y reconoci hacerlo de forma voluntaria.

Primavera de 1505. Doa Juana de Trastmara, la excelente seora, como la llaman en Portugal, vive aislada en un pazo de las afueras de Lisboa. Es la residencia que le han facilitado los monarcas portugueses. Juana sabe que la mayor parte de las personas que han puesto a su servicio son espas del rey con la nica misin de controlar todos sus movimientos. El monarca portugus quiere estar al tanto de las visitas que recibe, de las cartas que, muy de tarde en tarde, llegan al pazo.

A lo largo de estos aos doa Juana ha salido y entrado del convento segn los intereses del momento. Su profesin religiosa no constituy ningn inconveniente para que los soberanos portugueses especularan con posibles matrimonios de Juana a fin de obtener ventajas polticas en sus negociaciones con Castilla. Doa Juana sabe que nunca dejar de ser una prisionera en Portugal. Haba pensado tantas veces en la huida, pero adnde ir?, cunto tiempo tardaran en entregarla como botn a su ta Isabel?

En la primavera de 1505 doa Juana se siente en paz. Por fin su vida discurre tranquila, hace tiempo que se han olvidado de ella. Sin, embargo, los fantasmas del pasado cobrarn vida de nuevo.

En Castilla haba muerto doa Isabel la Catlica. El rey viudo, Fernando, necesitaba del apoyo de Francia o de Portugal para mantenerse en el trono y seguir gobernando, y fue entonces cuando l y sus partidarios pensaron en doa Juana, la Beltraneja. Cuando comunicaron a Juana la propuesta de matrimonio con el rey Fernando una sonrisa ilumin su rostro. Juana no pudo evitar cierta complacencia al pensar en lo que sentira su ta Isabel si desde la tumba pudiera enterarse de aquella proposicin. Doa Juana acababa de cumplir 43 aos. Todava estaba a tiempo de recuperar lo que era suyo pero la hija de Enrique IV dijo no!

Doa Juana muri en 1530, cuando todos sus contemporneos haban desaparecido; pudo comprobar cmo muchas de las personas que la utilizaron fueron vctimas de terribles remordimientos a la hora de la muerte. Sabemos que la firmeza de doa Juana en el dolor fue tan admirable como sincera. La hija de Enrique IV asumi valerosamente el papel de vctima que la vida le deparaba. Doa Juana se comport con gran dignidad, pero, por qu no se rebel? Por qu no luch por lo que le perteneca?

Quiz porque era tal el desengao que prefiri aislarse y vivir en su mundo interior o porque las impresiones de la infancia la marcaron sensiblemente. Es posible que la clave para entender el comportamiento de la princesa doa Juana se encuentre en una de las disposiciones de su testamento:

Dejo 100.000 reales para ayudar a las hurfanas deshonradas, obligadas a probar sus derechos. Yo, la reina.

BEATRIZ GALINDO, LA LATINA

Al servicio de la Reina Catlica

(Salamanca, 1470-Madrid, 1534)

La ventaja del saber estriba en poder escoger la lnea de la mayor ventaja, en vez de seguir la direccin del menor esfuerzo.

George Bernard Shaw

Beatriz Galindo, tambin conocida como la Latina, acompa hasta Granada el cuerpo inerte de su amada reina doa Isabel. Veintiocho das tardaron en llegar hasta el ltimo destino de Isabel la Catlica. Veintiocho das para entrar en Granada, la ciudad arrebatada al Islam, la ciudad estrella de la corona castellana.

Beatriz Galindo, tal vez la mujer ms culta e inteligente de cuantas formaron la corte de los Reyes Catlicos, haba estado muy unida a doa Isabel y en aquellas jornadas de luto para toda la cristiandad Beatriz quiso permanecer, como siempre, al lado de su soberana. Beatriz Galindo, la Latina, fue hasta el ltimo momento fiel a su queridsima reina.

El oscuro otoo medieval estaba a punto de desaparecer ante la fuerza de una nueva y prometedora realidad. El Renacimiento se vislumbraba en Europa como una explosin de vida. El hombre y la naturaleza adquiran un mayor protagonismo.

Salamanca era en esa poca una de las ciudades de los reinos hispnicos ms receptiva a esta nueva corriente. En Salamanca forj su personalidad fray Hernando de Talavera, el fraile jernimo que tan importante papel habra de desempear en Castilla y que tanto influy en el espritu de Isabel la Catlica.

La clebre Universidad salmantina, fundada en 1215 por Alfonso IX de Len, estaba considerada como una de las cuatro ms importantes del mundo, junto con las de Bolonia, Pars y Oxford. En sus aulas, miles de estudiantes se formaron en aquel ti