Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

download Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

of 283

Transcript of Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    El tiempo de las tribus

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    La mirada transversalsujetos / discursos / prcticas sociales

    Coleccin dirigida por Albert Hernando y Grard ImbertEsta coleccin pretende reunir diversas reflexiones sociales, tanto tericas como prcticas, sobre nuestra cotidianeidad. En las coincidencias o confrontaciones de los temasyplanteamientos se buscarsiempre un punto de vista crtico capaz de transcender los compartimientos metodolgicosylos cnones de cualquier ndole moral, poltico, esttico.Nuestro inters es aprehender las mutaciones en el sentir colectivo y la emergencia de nuevos discursos y prcticas sociales sobre losque se funda lasocialidad: cmo viven y discurren los sujetos socia

    les,su contribucin a la renovacin del tejido social, su capacidad deresistir las agresiones del sistema, sus trnsitos en el espacio urbano ,el encuentro con el otro, la relacin con el ecosistema, la p roducciny uso de nuevos modelos de comunicacin y saber...

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    Michel Maffesoli

    EL TIEMPODE LAS TRIBUSEl declive del individualismoen las sociedades de masasPrlogo de Jess Ibez

    V2>\

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    Traduccin del francs de Bernardo Moreno CarrilloDiseo de la portada: Helena de la GuardiaTtulo original de la obra:Le Temps des Tribus Mridiens Klincksieck, 1988 de esta edicin:ICARIA Editorial, S.A.

    Comte d'Urgell, 53, pral. 1.a08011 BarcelonaPrimera edicin: junio 1990ISBN: 84-7426-166-XDepsito Legal: B. 14.631-1990Impresin y encuademacin: Tesys, S.A.Manso, 17-19 - 08015 BarcelonaImpreso en EspaaProhibida la reproduccin total o parcial

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    ParaRaphale,Sarah M arie, Emm anuelle

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    PrlogoOmnis potestas a populo

    Como no suelo leer revistas acadmicas, me entero de la aparicin de nuevos socilogos por los peridicos. Un socilogo no lo esde verdad hasta que no traspasa la barrera de la prensa. Los socilogos sedentarios escribenin absentia.Desde el pasado si son de derechas. Desde el futuro si son de izquierdas. Sus escritos porqueno tienen nada que ver con ella se producen, circulan y se consumen fuera de la vida cotidiana y concreta. Los socilogos nmadasescribeninpraesentia.En el presente y sobre el presente. Por esosus discursos estn impregnados d e, e impregnan a, la vida cotidiana.Y salen en los peridicos.

    Hace ya muchos aos, se me apareci, en un artculo de EugenioTras en Tele-Express, Baudrillard. Hace algunos menos, se me apareci, en una entrevista que le hacan enLe Monde, Maffesoli. Losdos socilogos que ms me han ayudado a comprender el aqu y ahora del mundo en el que vivo. Dos socilogos de la postmodernidadsituados en la zona fronteriza que separa y conecta modernidady postmodernidad. Baudrillard se sita ms bien del lado de all: poreso ve de la postmodernidad lo que perdemos, su tono es ms bienpesimista, maneja m s la negacin que la afirmacin (an est contaminado por la sospecha). Maffesoli se sita ms bien del lado de ac: 9

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    por eso ve de la postmodernidad lo que ganamos, su tono es ms bienoptimista, maneja ms la afirmacin que la negacin.La modernidadsedespliega en un tiempo orientado: va a algunaparte, en lnea continua de progreso segn las versiones burguesas, en cascada discontinua de revoluciones segn las versiones proletarias. La postmodernidad se refugia en el espacio (en un espacioque es, segn Maffesoli, tiempo condensad): en el aqu y aho ra, enel presente, en los objetos ms que en los recuerdos o en los proyectos.No va a ninguna parte en particular aunque puede ir a cualquierparte.Los conceptos que manejan los socilogos han sido construidospara analizar la modernidad. La modernidad ha intentado construirlo social como un o rden . Sus ejes son Descartes (eje filosfico), Lute-ro (eje religioso) y la Revolucin Francesa (eje poltico). P ero , cules son los polos de agregacin de nuestra condicin postmoderna?No los encontramos con los instrumentos metodolgicos diseados

    para pensar la sociedad moderna. Para pensar la postmodernidad, hayque inventar nuevos conceptos, un nuevo paradigma. En el sentidoetimolgico dein-venire, hacer venir lo que ya est presente. Deah, la proposicin que hace Maffesoli de una sociologa vagabundaque al mismo tiempo no sea sin objeto. Un paradigm a dbil, hechode mini-conceptos o nociones. El paradigma de la modernidad erafuerte.El ser tema un fundamento, y la historia tema un sentido. Po r esolo social constitua un orden. El paradigma de la postmodernidad esdbil.El ser, como constata Vattimo, siguiendo a Heidegger, no tiene fundamento y la historia no tiene sentido. De ah que Baudrillardconstate el fin de lo social. P ero , desde Freud y Le Bon hasta Canne-ti,se ha percibido la existencia de un residuo de ese orden: lamasa.La masa es eso que no puede ser codificado por lo social. Una potencia protoplasmtica que invade todos los rdenes de lo social.

    Deca Wittgenstein qu e, pa ra que la figuracin sea posible, lo figurante y lo figurado deben tener la misma forma. El pensamientolineal y arborescente vala para pensar la sociedad moderna. Slo un 10

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    pensamiento en mosaico y rizomtico sirve para pensar la sociedadpostmoderna. Bion ha visto en los grupos un componente bsicoyunode trabajo.El segundo es intencional y consciente, el primero estrpico (enelsentido del tropismo vegetal) e inconsciente. El segundo se inscribe en el mbito del yo, el primero en el del ello.Para elsegundo cuentan las razones, para el primero los afectos. La raznmaneja una lgica binaria, que computa en trminos de S o no.El afecto maneja una lgica no binaria, que computa en trminos deMs o menos. El corazn tiene sus razones, que la razn no conoce. Ya Klossowski enfrentaba con el Dios queesel amo de las disyunciones al Anticristo que juega con las conjunciones: el paso de unsujeto por todos los predicados posibles. Frente a laidentidaddel individuo, la serie indefinida y polimorfa de lasidentificaciones de lapersona.

    Foucault ha sido el analista ms lcido de la construccin moderna de lo social. Su visin es tan clara que Baudrillard sospechde esa obscena claridad y afirm que lo que estaba analizando eraya un cadver. De ah la consigna: Olvidar aFoucault . Maffesolianaliza precisamente esa zona oscura que dej de lado Foucault. Eseresiduo de la disolucin de lo social. En vez de la visin apolnea delapolis,la tactilidad dionisaca de lathiasis.En vez de la abstraccininherente a la visin desde lejos, el contacto con lo concreto (lo concreto ms extremo, segn Benjamin). En vez de la geometra eucl-dea, la topologa.

    Un socilogo que intente analizar este tipo de realidad tiene queser un socilogo de la vida cotidiana. Slo la observacin de la vidacotidiana le puede sum inistrar los materiales necesarios para inventarpara hacer venir lo que ya estaba los conceptos que le permitananalizar esa realidad.La vida cotidiana ha sido , en general, despreciada por los socilogos. Si se acercaran demasiado a ella podran contagiarse de sentido comn. Sus discursos podran desembocar en la sociologaespontnea (a la que tanto tema Durkheim).Nihil in vulgus mdico,deca Tcito. La multitud no tiene ninguna m edida. Pero, c-

    11

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    pmo medir lo inconmensurable? Julien Freund propone clasificar a lamultitud bajo la categora de los privativo.Y es curioso que utilicela misma palab ra (PRIVATIVO) que utilizan los gramticos cuandohablan deoposiciones privativas.Oposiciones en las que hay untrmino m arcado. Un trmino m arcado es el que no se deja encerrar enuna definicin. Com o observa Garca Calvo, en la oposicin proletarios/propietarios no hay trmino marcado. Ambos trminos designan funciones internas al orden capitalista. Por eso, elelanrevolucionario de los proletarios se ago ta en la reivindicacin de su revalorizacin como fuera de trabajo. En cambio, en la oposicinseores/pueblo, hay trmino marcado: pueblo. Pueblo designaun exceso no semiotizable, no semantizable. No codificable por elorden social. Una potencia revolucionaria. Se entiende el miedo delos socilogos, servidores de los seores, a contaminarse del saberpopular.

    Una coleccin que tiene por ttuloLa mirada transversalslo poda empezar por este libro de Maffesoli, El tiempo de las tribus.Elespacio social, desde que es ocupado por un poder, queda estriado.Sobre una cadena vertical fija se trenzan las filigranas de una tramahorizontal variable. La cadena de las filiaciones y la trama de las afiliaciones. La cadena de los organigramas y la trama de los sociogra-mas. Frente a este orden, que clava cada persona y cada cosa ensulugar, reivindica Guattari la transversalidad. La comunicacin en to das las direcciones y en todos los sentidos posibles. En la pgina 151deEl tiempo de las tribus hay una referencia explcita a la miradatransversal. Mirada a los dispositivos transversales de comunicacin,in-vento en el sentido de hacer venir lo que ya estaba, de lo queGuattari reivindicaba.

    El tiempo de las tribusinventa un camino enteelscilladescrito por Baudrillard el apocalptico (el fin de lo social) y elcaribdisdescrito por Lipovetsky el integrado (el retorno de lo individual).Individuo y sociedad son conceptos modernos. Son trminos quedesignan entidades orientadas, finalizadas {naturanaturat).A la polaridad individuo/sociedad opone la polaridad tribus/m asas . Tribu

    12

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    y masa son trminos postmodernos que designan entidades no orientadas, no finalizadas (natura naturans).En cierto modo, como observa Grard Imbert en su resea dellibro paraEl Pas,la referencia a Lipovetsky est implcita en el subttulo (El declive del individualismo en la sociedad de masas). Lareferencia a Baudrillard est explicitada en el texto mediante numerosas citas.Maffesoli construye una galaxia quizs nebulosa de mini-conceptos: comunidad emocional, potencia subterrnea, socialidad,tribalismo, policulturalismo, proxemia...La expresin comunidad emocional la toma prestada de We-ber. Los trminos pro letariadoyburguesa designan sujetos histricos: los protagonistas de la guerra que es la modernidad. Definidospor su orientacin al cumplimiento en funcin y/o un fin. Son conceptos modernos, que se sitan en un paradigma poltico-econmico

    de produccin. Maffesoli opone a ese paradigma un paradigmaesttico.En el sentido etimolgico que se refiere a los rganos de los sentidos. El trmino sentido es evacuado de un contexto racional a uncontexto emocional. Cuando hablamos del consenso que aglutina aun grupo, nos solemos dejar contaminar y yo el primero por elsentido moderno del trmino. Un tejido conversacional de razones.Un consenso que slo atraviesa el grupo de trabajo de Bion. Olvidamos la etimologadeconsenso:sentir conjuntamente. Desdeelpuntode vista metodolgico, he opuesto en numerosas ocasiones al juegode lenguaje pregunta/respuesta, que opera en los dispositivos m odernos de control, el juego de lenguaje conversacin que opera en losdispositivos postmodernos de liberacin. Pero he dejado de lado casi lo emocional puesto en el juego: lo ftico en la comunicacin.Una conversacines,a la vez, escena y fbrica de consenso (conjugado,por supuesto con disenso). Pero exige la integracin de un componente racional (de trabajo) y un componente emocional(bsico). Maturana ha enfatizado recientemente el contenido emocional de la conversacin.

    13

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    Frente al concepto arborescente de poder, el concepto rizom-tico de potencia subterrnea. Este (mini)-concepto est construidosobre la metfora imagentransportada del agujero negro. Un agujero negro es una masa tan densa que su fuerza gravitacional impideque nada, ni energa ni informacin, pueda salir de l. Ya Baudri-llard haba hablado de implosin de las masas: lo que cancelaba laesperanza marxista en la explosin de las masas. Pero un agujero negro es tambin la puerta a otro universo. La metfora resalta lapotencia crealiya_deiailcialidadiSeproduce, a la vez, la destruccinde un universo y la creacin de otro . La potencia reside enlono-dicho,en el secreto, en la duplicidad. En la condensacin de los simblico.Ha dicho Spencer-Brown que el smbolo eseleganteporque da aelegir.La potencia de las masas es demonaca. Resistencia contra el poder de Dios. Frente a la transcendencia del poder, la transcendenciainmanentede la potencia subterrnea. Para que los elementos de unacoleccin formen conjunto, se mantenganjuntos,han de estar cercados por una frontera. Un elemento del conjunto (en los tres sistemasde intercambio: el Oro, el Pad re, la Lengua) se convierte enOtro,para que los otros puedan jugar como unos. En el sistema poltico-religioso, un punto fijo exterior a la sociedad hace el papel de frontera. Dios o el Es tado. Pero tambin la coleccin puede ponerse a distancia de s misma. Entonces, la transcendencia es inmanente. Freudllam a estopnico.Trmino que implica al dios Pan , el dios de loextrao y/o insemiotizable. Ponindose a distancia de s misma, re-flexionndose, la coleccin forma conjunto. Maffesoli. Resaltaelpapelde la risa, como instrumento de la resistencia al poder. Desde e lpun -to de vista mecnico, resistencia es lo que se opone a la potencia (leyde la palanca). Desde el punto de vista orgnico, potencia es lo queresiste. Lgica inclusiva de lain-tensinfrente a la lgica excluyentede laex-tensin.Pero m ezcla, amijuicio, dos modos de risa: el irnico y el humorstico. Frente al dictado de una ley (del poder) cabendistintas conductas. Laconversay laperversatienen slo la potenciade una respuesta. Una respuesta directa o inversa al dictado. Las respuestas son siempre serias. A tuertas o a derechas, refuerzan al Poder. Lasubversivay lareversivatienen la potencia de una pregunta.Con las preguntas viene la risa. Respectivamente: una pregunta a la

    14

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    pregunta, la subversiva o irnica; una pregunta a la respuesta, la re-versiva o hum orstica. Subversivo o irnico es preguntar por los fundamentos de la ley para ponerlos de manifiesto (a quin y para qusirve: manifestar su valor deuso).Reversivo o hum orstico es responder tan estrechamente a la ley que estalle como en la huelga de celo(la ley es injusta porque no ajusta a la realidad). En la pgina 101,Maffesoli habla de la versatilidad de las masas, zig-zag que las obliga ajugar las bolas del modo que les permita escapar a las balas. Es unaconducta reversiva a la que llama subversiva. Quizs los prefijos meta y trans , que tanto utiliza, puedan recubrir estas nociones de subversin irnica y reversin humorstica. Mediante estas conductasanmalas, el pequeo mal. Entre A y no A, no hay trminomedio. Pa ra la lgica taosta o zen que Maffesoli cita, en tre AynoA estn Ayno A yniAni no A. Por ejemplo, segnM orin lajerarqua (A)se conjuga con labetarqua (no A),lapoliarqua (A y no A), ylaanarqua (ni A ni no A).Anarqua es, precisamente, la potencia subterrnea que hace emerger las otras.

    Cuando la sociedad ha terminado queda la socialidad. Lo mismo que Julia Kristeva ponesignificancia frente a significacin, Maffesoli pone socialidad frente a sociedad. La sociedad est hecha deindividuos, la socialidad de personas. El individuo tiene una identidad.La personaseidentifica con un rol. Representa, es una m scara. Edipo:histrico es el que no sabe si es hombre o mujer, fbico el que no sabesi es padre o hijo, obsesivo el que no sabe si estvivoo muerto (indeci-bilidad en alguna de las aristas del tringulo edpico). Al concepto cerrado deidentidad,opone Maffesoli la nocin abierta deidentificacin.Elindividuo se encierra en su identidad (se agota en su funcin), la persona se identifica con sus simultneas o sucesivas mscaras sin agotarseenninguna de ellas. Cuando lo social se ha saturado nos queda la socialidad. Germen, quizs, quizs no, de otra sociedad. Una forma socialque hace que el saber hacer y el saber decir no se reduzcan ni a unaaccinindividual ni a una estructuraimpuesta.Halbwachs la llam memoria colectiva, Mauus y Bourdieu habitus. La intersubjetivi-dad crea algo cualitativamente diferente de los elementos que laconstituyen (una transcendencia inmanente).

    15

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    En la tribu (entre parntesis: es una metfora) pasamos del orden arborescente (de lapolis)al de la fusin rizom tica. En vez depolis,thiasis(en lathiasisse aglutinaban los que rendan culto a Dionisos). Hay una va-y-ven necesario entre las tribus y la m asa.La masa se difracta constantemente en tribus. La masa es una entidad autosuficiente (sin fines). La tribu es una sedimentacin estadstica que se forma y se desforma en filigrana que la socialidad seestructura m ediante un dispositivo de doble articulacin. La organizacin de la socialidad tiene forma de red. Una red conecta nudos.Los nudos de la red seran las tribus. Hay, dentro de la masa, unasegunda articulacin que trabaja con el eje de seleccin y se producemediante la sedimentacin por azar de tribus,yuna primera articulacin que trabaja con el eje de combinacin y se produce mediante laconexin por necesidad de esas tribus. Es la institucionalizacin o cristalizacin. La modernidad acentuaba la primera articulacin, la postmodernidad la segunda. Maffesoli confunde, a veces, a mi juicio lasedimentacin propia de la segunda articulacin con la cristalizacinpropia de la primera.

    Para entender la nocin de policulturalismo hay que referirsea la relacin con el tercero, con el extranjero , con el diferente. Desdela ptica moderna es el trmino a excluir: el grupo lucha contra losintrusos de fuera y los desviantes de dentro. Es el supuestobsico de ataque-fuga de Bion. La modernidad es homogeneizante,la postm odernidad heterogeneizante. L a modernidad juega con atracciones, la postmodernidad con atracciones y repulsiones. La modernidad elimina al otro, la postmodernidad lo asimila. La autonomase conjuga con laalonoma.Pasamos del monotesmo al politesmo,de la concepcin absoluta de Newton a la relativa de Einstein. Lo queexige tener en cuenta la organizacin de las diferencias. Es el rgimende castas, que analiza Bougl, la teora de los estados, que impera enla Edad Media. La unidad m ecnicaesabsoluta. Cuando la ideologadom inante se ha expresado, sucesivamente en trminos religiosos, polticosypublicitarios, ha predicado esta unidadmecnica:respectivamente, todos hijos del mismo D ios, todos iguales ante la Ley,ytodoscompran los mismos productos. En el politesmo, todos son iguales

    16

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    pero algunos son ms iguales que otros. Maffesoli, que est fascinado po r el Oriente (Japn, Brasil), pone el ejemplo de la trinidad festiva en Brasil: fiestas monotestas, sagrada (Semana Santa) y profana(da de la P atria ), y fiesta politesta (Carnaval). Carnaval es la nicafiesta verdaderamente popular. El policulturalismo, como forma social, se manifiesta en el mestizaje generalizado de las modas del vestido,de la comida, de los espectculos... La pertenencia a varias clasesde orden permite una conectividad generalizada: en la cadena de lasfiliaciones o de los organigram as todos convergemos en algn punto,menor m ayorante por arriba y mayor minorante por abajo. La pertenencia a varias clases de equivalencia es ms compleja: si queremossalvar la identidad, la pertenencia mltiple es imposible. Las claseshan de estar ordenadas de algn m odo . Mezcladas pero no confundidas.P ara Maffesoli, la mafia es una m etfora de lo social. El territorio es, en general, respetado: la guerra entre familias slo sobrevienecuando el equilibrio entre los territorios se rom pe. El equilibrio entreclases de orden es estable, entre clases de equivalencia inestable. Elorden postmoderno es plural y cambiante. La publicidad, por ejemplo,hadeproducir la ordenacin (jerarquizacin), simulando que nola produce.

    Frente a la lejana de la visin ptica de la modernidad, la proxe-mia del contacto tctil en la postm odernidad . El concepto de proxe-mia ha sido construido por Palo Alto. Hay un lazo estrecho entreel lugar y lo cotidiano. Espacio y socialidad. Las tribus puntan elespacio a partir del sentimiento depertenencia, en funcin de unaticaespecfica y en el cuadro de una redde comunicacin. Pero,cmo se conectan, de prximo en prximo, con lo lejano? Ms atravs de un ajuste afectuala posteriorique de una regulacin racional apriori. Maffesoli parece utilizar una metfora fractal de lo social. Los objetos fractales son autosemejantes: tienen la misma formaa todas las escalas. El utiliza a menudo la metfora de las muecasrusaso de las pinturas en abismo (como el envase del pimentnEl Fnix: un ave fnix sostiene con sus garras un envase en el quehay pintada un ave fnix que sostiene con sus garras un envase en elque haypintada.. .) La red de redes que describe es un objeto frac-

    17

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    tal.El espacio, en vez de ser lineal y extrnseco, com o en la m odernidad, es areolario e intrnseco (el espacio de la intensin frente alde la extensin). La lnea es una secuencia de puntos, el rea un entorno. La persona y la red son as las mscaras de cada persona seajustan entre s y a las mscaras de las otras personas del entorno conjugando atracciones y repulsiones, consenso y disenso (que, al fin yal cabo, son dos modos de sentir). Los nudos de la red no son puntos(individuos) sino reas (tribus). As se difunden, por ejemplo, los chismes: de tribu a tribu , los individuos de la tribu m s que hablar sonhablados por la tribu . El comadreo es la metfora de la com unicacin.

    Al presentarlo en el curso que sobreEl sujeto europeoorganizla Fundacin Pablo Iglesias, deca yo que Maffesoli no era un socilogo m s, sinoelsocilogo. El d iscurso de la mayora de los socilogos es egocntrico. Lo que lo unifica es un punto de vista del sujeto.La com unicacin entre ellos slo procede en el interior de una escuela. El discurso de Maffesoli es logocntrico. Lo que lo unifica es elobjeto . Pone el acento sobre el ento rno .Ynos conecta con ese entorno.El discurso de los otros es un discurso de inventario. El de Maffesoli de invencin. Precisamente porque lo inventa, en el sentido dehacer venir lo que ya estaba aqu, se refleja en l, en vez de refractarse en el entorno (el objeto).

    Po r eso, el socilogo que quiera comprender su aqu yahora debe leerEl tiempode lastribus.As podr arrojar alguna luz sobre muchos de los misterios de nuestro presente. Por qu el marxismoreal ha sucumbido a manos de dos fantasmas que crea conjurados:la religin y el nacionalismo. Ha olvidado lo quereligay lo que escomn (lo nacional en el sentido de H olderlin). Po r qu el descrdito creciente de los partidos polticos: por qu cada vez ms pasande ellos. Estn en la modernidad ya sa turada , no saben que el yo esun artificio al servicio delello,y hablan en nombre del yo y la lejana, en vez de hablar en nom bre delelloy la proximidad. Por quinteresan m s los chismes sobre Juan Guerra que los discursos de loslderes polticos. Porque los primeros producen cohesin social y lossegundos no: los medios de comunicacin no son slo reservnos de

    18

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    chismes, supermercados en los que se nutreelcomadreo (en la aldeaglobal el chismorreo sobre los famosos del arte o la poltica cumple el mismo papel que cum pla en la aldea local el chismorreo sobre el cura o boticario).Con los libros como ste, porque estn referidos a loldco (Maf-fesoli asume la definicin que da Simmel de la socialidad como forma ldica de la socializacin), la sociologa puede empezar a tomarseen serio.

    Jess Ibez

    19

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    A modo de introduccin1. Algunas precauciones para el uso

    El ambiente: he aqu un trmino que aparecer a menudo a lolargo de este libro; por eso , tal vez sea til decir algunas palabras sobre el ambiente que ha presidido en la elaboracin del mismo.Yo empec una de mis obras anteriores ponindom e bajo el patrocinio de Savonarola. Hoy invocar, ms bien, la memoria de Ma-quiavelo, haciendo referencia a lo que l llama el pensamiento dela plaza pblica. Para aquellos que leen, o que saben leer, se ofrecede este modo una reflexin de largo aliento que, a travs de las nociones de potencia, socialidad, co tidiano, imaginario, pretende m ostrarse atenta a lo que funda en profundidad la vida corriente de nuestrassociedades en este momento en que toca a su conclusin la era moderna . Los jalones queseponen ahora permiten orientar nuestros pasos en la direccin de lacultura,que se debe entender en el sentidofuerte del trmino y que actualmente est en trance de imponerse alenfoque econmico-poltico. Se har aqu particular hincapi en losmltiples rituales, la vida banal, la duplicidad, los juegos de la apariencia, la sensibilidad colectiva, el destino ; en una palabra , en la temtica dionisaca, y si bien es verdad que todo ello ha sido objeto dealgunaque otra sonrisita capciosa, no es menos cierto que es utilizadoamenudo de diversas maneras en numerosos anlisis contempor-

    21

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    neos.Cosa norm al, pues la historia del pensamiento m uestra a las claras que, junto con determinados mimetismos intelectuales o autolegi-timaciones apriorsticas, corren parejas legitimidades queseconstruyencon el uso. U nos adm inistran un saber cap italizado; o tros, en el sentido etimolgico del trmino, inventan, es decir, sacan a la luz loque ya existe pero que nosotros tenemos ciertas dificultades para discernir.No existenrazones,sin embargo, para mostrarse triunfalistas. Estediscernimiento no es nada fcil. Expresin de una prudencia sin dudanecesaria pero a menudo demasiado mortfera, el espritu de seriedaddomina de manera absoluta sobre nuestras disciplinas. No deja, porlo dems, de ser interesante notar cmo a veces hace buenas migascon la desenvoltura ms pretenciosa. Por cierto, existe una gran diferencia entre lo que M. Weber llamara el pequeo engranaje deun pensamiento tecnocrtico y el pasotismo o inhibicionismo queredescuenta con beneficio lo que l (u otros) sembraron bastante tiempo atrs? En realidad, ambas cosas no hacen sino confortarse mutuamente,y elhecho de que sean ensalzadas por un pblico estulto mereceatencin. Se debe, entonces, como hacen algunos, vilipendiar unapoca ablica y un tan to ignara? No ser yo, por mi parte, quien caiga en esta solucin facilona. Es normal que algunos representen elpapel de bufones ante periodistas apresurados. Despus de todo , estoforma tambin parte del dato social. Pero se puede igualmente imaginar que haya otros con otras ambiciones distintas: dirigirse a aqullos que tienen ganas de pensar por s mismos y que hallan endeterminado lib ro, o en determinados anlisis, una ayuda o un tram poln que les perm ita epifanizar su propio pensamiento. Ingenuidad,pretenciosidad? El tiempo lo dir. Slo algunos espritus avisados saben anticiprsele por poco.Ya se habr adivinado que no es otra la ambicin de la presenteobra; a saber, dirigirse misteriosamente, sin falsa simplicidad ni intil complicacin, a la comunidad de espritus que, al margen de capillas, camarillas y sistemas, pretende pensar esa hommerie de quehablaba el sabio M ontaigne y queestambin su suerte y predicamento . Espritus libres, por supuesto, pues, como se ver en las derivaciones que siguen, es menester ser dueo de los propios movimientos

    22

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    para que el pensamiento discurra de manera venturosa. Freischwe-bendeIntelligentsia. Es sta una perspectiva que puede ser poco tranquilizadora, pero que no carece de inters para quienes conceden adicha aventura la calidad que le es debida. E n una palabra, yo no tengo ninguna gana de hacer uno de esos libros que, como deca G. Ba-taille, invitan a la facilidad a aqullos que los leen... (uno deesos libros que) agradan las ms de las veces a los espritus vagos e impotentes que quieren huir y dormir (Oeuvres Completes,t. VIII, 583).No se trata de ningn estado anmico, sino ms bien de precisiones que no es intil ofrecer, pues aqu no se respetar la tradicionalcompartimentacin disciplinaria; lo cual, naturalmente, no permitirya beneficiarse de esa tranquilidad intelectual que suele traer pareja.Pero es precisamente el objeto abordado el que reclama esta transgresin. En efecto, en la actualidad suele aceptarse la afirmacin deque la existencia social, que aqu nos ocupa, se presta malamente ala com partimentacin conceptual. Dejemos esto a los notarios del saber, que creen hacer ciencia por presidir la particin clasificada delo que supuestamente toca a cada cual. No tiene importancia que elreparto se haga en funcin de las clases, de las categoras socio-profesionales, de las opiniones polticas o de otras determinacionesapriorsticas. Empleando un trmino un poco brbaro, que trataremos constantemente de explicitar, o desplegar, intentaremos mantener aqu una perspectivaholstica:eso que, dentro de una constantereversibilidad, une la globalidad (social o natural) con los distintoselementos (medio y personas) que la constituyen. Lo que, en el itinerario de la temtica que yo reivindico, equivale a unir los dos extremos de la cadena: el de una ontologa existencial y el de la ms simplede las trivialidades1. La primera iluminar, como si se tratara de unrayo lser, las distintas manifestaciones de la segunda.

    1. Reconocemosaquun planteamiento que adoptaron pensadorescomoA. Schutz,G. H. Mead y E. Goffman; sobre este tema remito a HANNERZ (U.),Explorer laville, Pars , Minuit, cap. VI, y sobre el vaivn en concreto, p . 277. Podemos citar asimismo a BERGER (P .)yLUCKMAN (Th.),LaConstruction sociale de laralit, M-ridiens Klincksieck, 1968. 23

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    Resulta obvio que, en la perspectiva de la separacin, que ansigue jugando un papel dom inante, este procedimiento es inquietante,por preferirse enfoques ya monogrficos ya deliberadamente tericos. Yo, sin embargo, dejar a un lado las delicias intelectuales decada una de estas actitudes, confiando en que el hecho de que ciertasconsideraciones inactuales puedan hallarse en perfecta adecuacincon su tiempo. Por lo que aqu nos ocupa, permtaseme citar a Lvi-Strauss, quien, con el acierto de todos sabido , m ostr que no convena exacerbar la divisin clsica entre magiayciencia, y que la primera, al acentuar los datos sensibles, haba contribuido en no pocamedida al desarrollo de la segunda2. Por mi parte, yo intentar llevar hasta el lmite la lgica de semejante comparacin, o cuan to menos aplicarla a otros tipos de polaridad parecidos. Me explicar alrespecto de una manera ms detallada en el captulo final, sealandopor ahora que late en ello una paradoja fecunda, adems de tilsimaa la ho ra de apreciar configuraciones sociales que se fundan cada vezms en la sinergia de lo que antes se tena tendencia a separar.La antinomia entre el pensamiento erudito y el sentido comnparece darse por descontada. Y, naturalmente, al primero le suele parecer enfermo el segundo: cuando no se lo califica de falsa conciencia , el sentido comn es, en el mejor de los casos, dbilytitubeante.El desprecio a las almas candidas es la piedradetoque de la actitudintelectual. En o tra ocasin ya me he pronunciado sobre tal fenmeno,pero ahora quisiera mostrar que esto explica a m enudo la incapacidad que se puede tener a la hora de comprender lo que, a falta deun trmino mejor, llamaremos la vida. Referirse a la vida en generales una cosa sin duda muy arriesgada. Puede conducir, en particular,a una ensoacin sin ningn horizonte; pero , en la medida en que seamos capaces de lastrar esta puesta en perspectiva con los datos sensibles evocados ms arriba, tendremos esperanzas de abordar la riberade esta existencia concreta, tan ajena a los raciocinios desencarnados.Al mismo tiempo, es importante conservar la posibilidad de practicarla navegacin de altura: es as como se inventan nuevas tierras. Lo

    2. LEVI-STRAUSS (C), LaPense sauvage, Pars, Plon, 1962, pp. 59 sig. 24

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    cual resulta posible merced a la categorageneral.Tales,pues, la aportacin, o la apuesta, de la sinergia encuestin:proponerunasociologa vagabunda que, al mismo tiempo, no carezca de objeto.El movimiento reversible que va del formismo a la empatia puede permitir igualmente dar cuenta del deslizamiento de im portanciaque se est operando desde un orden social esencialmentemecanicis-ta hacia una estructura compleja de predominio orgnico; estamosasistiendo a la sustitucin de la Historia lineal por el mito redundante . Se trata de una vuelta al vitalismo, cuyas distintas modulacionesintentaremos m ostrar . Los diferentes trminos evocados se encabalgan, por lo dems, los unos sobre los otros ; la organicidad remite allanvital o a esa vida universal tan cara a Bergson, quien, no conviene olvidarlo, propuso la intuicin directa para dar cuen ta del mismo.M. ScheleryG. Simmel compartieron asimismo esta visin de la unidad de la vida3. Volver frecuentemente sobre semejante puesta enperspectiva, pues adems de que sta permite comprender el panvita-lismo oriental presente en numerosos pequeos grupos contemporneos, da igualmente cuenta de la emocin ydela dimensin afectualque los estructuran como tales.Se ve, pues, el gran inters que encierra la llamada de atencinlanzada ms arriba: el hecho de que el dinamismo social no adopteya los mtodos propios de la Modernidad no significa que haya dejado de existir. Y, siguiendo el trayecto antropolgico que he indicadoantes,podemos estar asimismo en condiciones de mostrar que hay unavida casi animal que recorre en profundidad las diversas manifestaciones de la socialidad. De ah la insistencia en la religancia o religiosidad, parte esencial del tribalismo que nos va a ocupar.Sin acudir a ningn contenido doctrinal, se puede hablar a esterespecto de una verdadera sacralizacin de las relaciones sociales, deeso que, a su manera, el positivista Durkheim llamara lo divino social. Es as com o, por m i parte , yo entiendo laPotenciade la socialidad, la cual, mediantelaabstencin, el silencioyla astucia, se opone

    3. SCHELER(M.),Nature et formes delasympathie,contributionl'tudedesloisdea vie motionnelle, Pars, Payot, 1928, p. 117. 25

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    alPoderde lo econmico-poltico. Concluir esta prim era aproximacin con una iluminacin aportada por la cabala, para la cual, las potencias (Sefirot) constituyen la divinidad. Segn G. Scholem, estaspotencias son los elementos primordiales en los que se funda todolo real; as, la vida se expande hacia el exterior y vivifica la creacin permaneciendo al mismo tiempo en el interior de manera profunda; y el ritm o secreto de su movimiento, de su pulso , es la ley dela dinmica de la naturaleza 4. Este pequeo aplogo permite resumir lo que, a mi juicio, es el papel de la socialidad: ms ac o msall de las formas instituidas, que siempre existen y que a veces dominan, existe unacentralidadsubterrneainformal, que garantiza el perdurar de la vida en sociedad. Es hacia esta realidad hacia la queconviene que volvamos nuestras miradas. No estamos acostumbrados a ella, toda vez que nuestros instrumentos de anlisis estn unpoco anticuados; sin embargo, existen mltiples indicadores, que yointentar formalizar en este libro, en el sentido de que es este continente el que conviene explorar.Setrata de una verdadera apuesta paralasdcadas venideras.Ya losabemos:essiemprepostfestum cuandose empieza a reconocer lo que es; con todo, es menester mostrarnoslo suficientemente lcidos y lo suficientemente desprovistos de prevenciones intelectuales para que este plazo no resulte demasiado importante.2. Quomodo

    En efecto, es preciso concordar, en la medida de lo posible, nuestras maneras de pensar con los objetos (re)nacientes que se pretendeacostar. Cabe hab lar a este respecto de revolucin copernicana? Talvez. En cualquier caso, hay que hacer alarde de una buena dosis derelativismo, aun cuando slo sea para mostrarnos receptivos a un nuevo estado de cosas5.

    4. SCHOLEM (G.),La Mystique juive, Pars,cerf, 1985, pp. 59 sig.5. Yohe dedicado un libro a este problema: MAFFESOLI (M .),La Connaissan-ceordinaire, Pars, Mridiens Klincksieck, 1985. 26

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    En un primer planteamiento, y para ir a contrapelo de una actitud harto extendida en la Modernidad, quizs haya que aceptar serdeliberadamenteintiles;prohibirse cualquier cortocircuito con la prctica y negarse a participar en un conocimiento instrum ental. Recuerdo,a este respecto, el ejemplo, curiosamente olvidado, de los padresfundadores de la sociologa, quienes, segn frase de ese gran historiador de la disciplina que es R. Nisbet, no dejaron en ningn momento de ser artistas. Y no conviene olvidar tampoco que las ideas quepueden con posterioridad estructurarse como teora proceden ante tododel mbito de la imaginacin, de la visin, de la intuicin 6. Es unconsejo oportuno, pues es as como, a finales del siglo pasado, lospensadores aludidos, en la actualidad autores cannicos, fueron capaces de proponer sus pertinentesyplurales anlisis de lo social. Aunque slo fuera por la fuerza de las cosas, es decir, cuando nos vemosconfrontados a cualquier (re)novacin social, es de suma importancia practicar ciertolaisser allerterico, sin que por ello, segn he sealado an teriorm ente, se abdique del espritu o se favorezca la perezay la fatuidad intelectual. En la tradicin comprensiva, que yo hagoma, se procede siempre mediante verdades aproximativas. Esto es tanto ms importante cuandosetra ta del mbito de la vida coriente. Aqu,con ms razn que en otros m bitos, no tenemos por qu preocuparnos de lo que podra ser la verdad ltima. La verdad de una cosa esrelativa, tributaria de la situacin.Setrata de un situacionismo complejo, pues el observador est a la vez, aunque slo sea parcialmente,integrado en la situacin concreta que l describe. La competencia yla apetencia corren parejas, y la hermenutica supone que se es deeso mismo que se describe: se necesita una cierta com unidad de perspectiva7. Los etnlogos y los antroplogos han insistido hasta la saciedad en este fenmeno; ya es hora de que lo aceptemos para lasrealidades que nos tocan de cerca.Pero como todo lo que acaba de nacer es frgil, incierto y aparece plagado de imperfecciones, nuestro planteam iento ha de tener tam -

    6. NISBET (R.),La Tradition sociologique, Pars, P.U.F., 1981, p. 33.7. Sobreestetema,a certain community of outlook, remito al libro de OUTH -WAITE (W.),Understanding socialUfe, Londres, Alien and Unwin, 1975. 27

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    bien estas mismas cualidades. De ah la apariencia de ligereza. Un terreno movedizo exige un procedimiento que sea consecuente con l,por lo que no es ninguna vergenza practicar surfing sobre las olasde la socialidad. Es, incluso, una cuestin de prudencia, que ademsno deja de revelarse eficaz. A este respecto, la utilizacin de la m etfora es perfectamente pertinente. Adem s de que sta posee sus propios ttulos de nobleza, y de que encontramos su utilizacin en lasproducciones intelectuales de todos los perodos de efervescencia, permite esas cristalizaciones especficas que sonlasverdades aproximati-vas y mom entneas.Seha dicho que Beethoven sola buscar en la callelos motivos de sus ms bellascitas; y qu buen resultado ledio Porqu no escribir nosotros tambin nuestras pa rtituras a partir del mismo mantillo?Al igual que ocurre con la persona y sus mscaras en la teatralidad cotidiana, la socialidad es estructuralmente astuta e inasible; deah la desazn de los universitarios, los hombres polticos o los periodistas, que la descubrenen otras partescuando crean haberla ya asido. En una carrera casi desesperada, los ms honrados se decidenentonces a cambiar de teora y a producir otro sistema explicativo ycompleto para poder captarla de nuevo. No sera mejor, como hedicho hace poco, serlo y practicar igualmente la astucia? En vezde abord ar de frente positivizndolo o criticndolo un dato social huidizo, utilizar una tctica hecha de matices y atacar de manerasesgada. Tal es la prctica de la teologa apoftica, que no habla deDios sino mediante evitaciones. As, en vez de querer, de una manera ilusoria, aprehender firmemente un objeto, explicarlo y agotarlo, es mejor contentarse con describir sus contornos, sus movimientos, sus vacilaciones, sus logros y sus diversos sobresaltos.Pero como todo se interpenetra, esta astucia podr asimismoaplicarse a los distintos instrumentos que se utilizan tradicional-mente en nuestras disciplinas y conservar de ellos lo que tienende tiles, si bien procurando superar su rigidez. A este respecto,me gustara hacer lo que hizo ese otro outsider que fue Goffman.Este invent conceptos, si bien a veces prefiri utilizar palabrasantiguas prestndoles un sentido nuevo o hacindolas entrar encombinaciones originales que rompieran con la pesadez de los

    28

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    neologismos8. Preferir los miniconceptos o las nociones a las certidumbres establecidas, aun cuando esto pueda resultar chocante, tales,a mi juicio, la garanta de una actitud m ental que pretenda situarse lo ms cerca posible de esa marcha llena de altibajos que es propiade toda vida social.3. Obertura

    As queda, pues, esbozado a grandes rasgos el cuadro general enel que se van a mover las diversas consideraciones sociolgicas siguientes.El ambiente de una poca y, por consiguiente, el ambiente de unainvestigacin. Esta se extiende a lo largo de varios aos. De maneraregular, los resultados provisionales fueron comprobados por varios colegas y por varios jvenes investigadores tanto en Francia como en numerosas universidades extranjeras. Descansa en una paradojadebase:el constante vaivnquese establece entre la masificacincreciente y el desarrollo de esos microgrupos que yo doy en llamartribus.Setrata aqu de una tensin fundadora que, a mi juicio, caracteriza la socialidad de este fin de siglo. A diferencia del proletariadoo de otras clases, la masa, o el pueblo, no responde a una lgica dela identidad; sin un objetivo preciso, no es el sujeto de una historiaen marcha. L a metfora de la tribu perm ite, como tal, dar cuenta delproceso de desindividualizacin, de la saturacin de lafuncin quele es inherente y de la acentuacin delrolque cada persona, tam bin en el sentido latino de la palabra, est llamada a desempear ensu seno. Se da por supuesto que, as como las masas se hallan en perpetua ebullicin, las tribus que se cristalizan en ellas no son establesy que las personas que componen estas tribus pueden moverse entreuna y otra.Se puede dar una idea del deslizamiento que est producindoseen la actualidad y de la tensin que ste suscita bajo la forma del esquema siguiente:

    8. HANNERZ (V.), op. cit., p . 263. 29

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    Social SocialidadEstructura mecnica Estructura compleja u orgnica(Modernidad)

    Organizacin econmico-Pol.(Versus)Individuos(funcin)Agrupamientos contractuales

    (Post-Modernidad)Masas

    Personas(rol)Tribus afectuales

    (mbitos cultural, productivo, cultual, sexual, ideolgico)Es en funcin de esta doble hiptesis (deslizamiento y tensin)como, fiel a mi manera, har intervenir diversas lecturas tericas o

    investigaciones empricas que me parecen tiles para nuestra reflexin*.Como ya he indicado, no pretendo hacer aqu ninguna discriminacin al respecto, por lo que, junto con las obras sociolgicas, filosficas o antropolgicas, se cita con igual derecho la novela, la poesao la ancdota co tidiana . Lo esencial es hacer aparecer algunas formasque, por irreales que puedan parecer, sean capaces de permitir lacomprensin, en el sentido ms fuerte del trm ino, de esta multiplicidad de situaciones, de experiencias, de acciones lgicas y no-lgicasque constituyen la socialidad.En tre las formas analizadas figura, por supuesto, la deltribalis-mo, la cual se halla enelcentro de esta obra. Dicha forma va precedida por las de la comunidad emocional, la potenciayla socialidad que

    *Existe un aspecto exotrico y un aspecto esotrico en todo planteam iento. El aparato crtico en su expresin.Con el fin de no recargar el cuerpo del texto, este apara to, en el que se exponende manera ms pormenorizada mis consideraciones, ha quedado relegado al final dela obra . Estas referencias, adems deloselementos ilustrativos que pretenden suministrar, pueden permitir a los lectores abundar en sus propias investigaciones.

    3

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    la funda; y va seguida por las del policulturalismo y la proxemia queson sus consecuencias. Yo propongo, in fine, y para los particularmente interesados por l, un mtodo terico para poder guiarse atravs de la jungla inducida por el tribalismo. N o cabe duda de que,en los asuntos abordados, hay una cierta monotona y tambin unacierta redundancia, y ello en funcin del objeto estudiado. Al igualque las imgenes obsesivas que se pueden descubrir en toda obraliteraria, potica, cinematogrfica, etctera, cada poca repite, de manera lancinante , mltiples variaciones alrededor de algunos temas conocidos. As, en cada una de las formas abordadas se descubren lasmismas preocupaciones, siendo solamente la perspectiva la que cambia. De este m odo, espero poder dar cumplida cuenta del aspecto po-cromtico del todo social. En una notoria acusacin contra lamaquinaria causal, G. Durand ha hablado de la teora del recital,que sera la manera ms adecuada de plasmar la redundancia del relato o recitacin mtica, as como de sus dobletes y de las variantesque difunde9. Esta teora conviene perfectamente al conocimiento ordinario que elaboramos aqu, que se conforma con repetir y recitarla eflorescencia y el abigarramiento repetitivo de un vitalismo que,de manera cclica, lucha contra la angustia de la muerte repitiendolo mismo.Pero esta teora del recital, en tanto que esttica, no est hechapa ra quienes creen que es posible esclarecer la accin de los hom bres,y menos an para quienes, confundiendo al estudioso con el poltico,piensan que es posible actuar. E s, ms bien, una determinada formade quietismo, que se conforma con reconocer lo que es y lo que acaece;una especie de valoracin delprimum vivere.Com o ya he dichoms arriba, estas pginas estn forzosamente reservadas a loshappyfew. Reconocer la nobleza de las masas y de las tribus es patrimoniode una cierta aristocracia del espritu. Quiero precisar, no obstante,que dicha aristocracia no se confunde necesariamente con una deter-

    9. DURAND (G.), La Beaut comme prsence paracltique: essai sur les rsur-fcacesd'un bassin smantique,enranos, 1984,vol.53,Insel Verlag, Frankfurt-Main,B K , p .128.Sobreeltema delasimgenes obsesivas utilizado ms arriba, cf. MAU-O N (Ch.),D esmtaphores obsdanlesau Mythepersonnel, Pars, J. Corti, 1962.

    31

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    minada capa social ni con un determinado gremio profesional (y menos an de especialistas). Num erosos debates, coloquios y entrevistasme han enseado queseencuentra equitativamente repartida entre ungran nmero de estudiantes, trabajadores sociales, personal decisor,periodistas y, na turalmente, todos los que son simplemente gente decultura. Es a todos stos a quienes me dirijo, hacindoles la advertencia de que el presente libro no pretende ser sino una simple iniciacinpara penetrar lo que es. Si es ficcin, es decir, si va hasta el lmitede una cierta lgica, no inventa m s que lo que existe; lo que, obviamente, le prohibe proponer una solucin cualquiera para los tiempos venideros. Por el contrario, al tratar de plantear diversascuestiones, que pretenden ser esenciales, propone un debate en el queno tienen cabida las evasivas, las aprobaciones mediocres ni, por ltimo, pero no menos importanes, los silencios socarrones.Hay pocas que viven en la efervescencia y que , por ello mismo,tienen necesidad de impertinencias roborativas, a lo cual yo esperotambin haber contribuido por mi parte. Son asimismo perodos enlos que las utopas se banalizan, se realizan, y en los que se multiplican los actos de soar despierto. Quin ha dicho que estos mom entos soaban a los siguientes? Tal vez menos como proyecciones quecomo ficciones hechas de retazos dispersos, de constructos inacabados,de tentativas ms o menos logradas. Por supuesto, conviene hacer una nueva interpretacin de estos sueos cotidianos. No es otrala ambicin de este libro. Soadora sociologa

    32

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    1La comunidad emocionalArgumentos de una investigacin

    1. El Aura estticaAunque adopte avecesuna forma lancinante, ser menester volver regularmente sobre el problema del individualismo, aun cuandoslo fuera porque obnubila, de una manera ms o menos pertinentepor cierto, toda la reflexin contempornea. En cuanto tal, o bajona forma derivada cuandosehabla de narcisismo,sehalla enelmelo de numerosos libros, artculos y tesis, que lo abordan desde unpuntodevista psicolgico, por supuesto, pero tambin desde un punto de vista histrico, sociolgico y poltico. Es, en cierto modo, un

    paso obligado para quien pretende apo rtar su granito de arena al edificio del saber sobre la Modernidad. No es,en absoluto, intil. Cuandomsproblemas planteaelindividualismo es cuando , por no haber m sremedio,seconvierte en el ssamo explicativo de innm eros artculosperiodsticos, discursos polticos o propuestas moralistas. Estos, saltndose a la torera cualquier tipo de prudencias o de m atizaciones sabias, difunden por ello mismo un conjunto de pensamientosconvencionales, y un tanto catastrficos, sobre el repliegue en s misa n , sobre el final de los grandes ideales colectivos o, entendido ensa sentido ms lato, sobre el espacio pblico. Nos encontramos en-

    33

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    tonces, confrontados con una especie dedoxa,que tal vez no est destinada a durar mucho tiempo, pero que goza de una amplia aceptacin y corre el riesgo, cuanto menos, de disfrazar o negar las nuevasformas sociales que se elaboran en nuestros das. Y ello teniendo encuenta, sobre todo, que pueden tener expresiones muy vistosas, mientras que otras se mantienen completamente soterradas. El aspecto espectacular de las primeras servira, por cierto, a situarlas enlasrbricasde esas extravagancias inconsecuentes quesedan regularmente en losperodos revueltos; lo cual facilita la propensin a la pereza, caracterstica de toda doxa.No tengo intencin de abordar aqu frontalmente el problema delindividualismo. H ablar por lo generala contrarioa la hora de tratarde enfocar dicho tema; pues lo esencial es apuntar, describir y analizar las configuraciones sociales que parecen sob repasarlo; a saber, lamasa indefinida, el pueblo sin identidad o el tribalismo en cuanto nebulosa de pequeas entidades locales. Se trata, en realidad, de metforas que pretenden patentizar ante todo el aspecto confusional dela socialidad. Siempre la figura emblemtica de Dinysos. A ttulo

    de ficcin, propongo hacer com o si la categora que nos ha servidodurante ms de dos siglos para analizar la sociedad estuviera completamente saturada.Sedice que la realidad supera a menudo la ficcin.Tratemos, entonces, de estar a la altura de la primera. Tal vez hagafalta mostrar, como han hecho algunos novelistas, que el individuo no posee ya la sustancialidad que le han reconocido por lo general los filsofos desde los tiempos de las Luces. Por supuesto, setra ta de una postura previa. Tal ser, en definitiva, la va que tom aremos, ilustrndola con algunas citas, observaciones o ancdotas, que,por impertinentes que parezcan, no carecern totalmente de fundamento.El teatro de Becket nos indica el camino en tan to en cuanto quedestruye la ilusin de un individuo dueo de s y de su historia. Deunamanera ms paroxstica y algo premonitoria, muestra la contingencia, el aspecto efmero de todo individualismo, a la vez que subraya la artificiosidad del proceso de individuacinyel hecho de que steconduce auna prisin. El individuo es un bunker anticuado y, comotal,merece ser aband onado; tal es la leccin que nos ensea Beckett.

    34

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    Es una postura que no carece de originalidad roborativa dentro delconsensuadoprt pensermo derno. Po stura sta que ha debido hu rtarse a num erosos turiferarios suyos, pero que no deja de hallarse enperfecta congruencia con esa antigua tradicin sabia que hace de cada individuo el simplepunctum de una cadena ininterrumpida, o tam bin que le atribuye una multiplicidad de facetas que hacen de cadacual un microcosmos,cristalizacinyexpresindel macrocosmos general. Reconocemos aqu la idea de persona, o mscara, que puedeser cambiante y que, sobre to do , se integra en una variedad de escenas y de situaciones que slo tienen valor por ser representadas engrupo.La multiplicidad del yo y el ambiente comunitario que induce servirn de teln de fondo para nues tra reflexin. Yo he sugerido llamara esto paradigma esttico, en el sentido de experimentar o sentiren comn. En efecto, mientras que la lgica individualista descansaen una identidad separada y encerrada en s misma, la persona slo vale en tan to en cuanto que se relaciona con los dems. Haciendola sociologa de algunos autores modernos (Faulkner, T. M ann), Gil-bert Durand habla a este respecto de una potencia de impersonalidad que slo permite existir en el espritu de los dems 10 . Talperspectiva nos obliga a superar esa clsica dicotoma entre el sujetoy el objeto que sirve de fundamento a toda la filosofa burguesa. Elacento se pone entonces en lo que une ms que en lo que separa. Nosetrata ya de la historia que yo construyo contractualmente asociadocon otros individuos racionales, sino de un mito en el que participo.Los hroes, los santos o las figuras em blemticas pueden existir; peroson en cierto modo tipos ideales, formas vacas o matrices que permiten a cada cual reconocerse como tal y comulgar con los dems.Dinysos, Don Jua n, el santo cristiano o el hroe griego...;sepodrandesgranar hasta el infinito las figuras mticas y los tipos sociales quepermiten una esttica com n y sirven de receptculo a la expresin

    10. Cf. DURAND (G.), Le Retourdesimmortels,enLetemps de lareflexin,Pars,Gallimard, 1982, pp. 207 y219.Sobre el paradigma estnico, cf. mi artculoa i G. Simmel,Pars, Mridiens Klincksieck, 1986, y tambin ADORNO (T.),NotesstrlaLitlrature, Pars , Flammarion, 1984, p . 210, sobre el bunker delindividualismo.

    35

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    del nosotros. La multiplicidad de tal o cual emblema favorece infaliblemente la emergencia de un fuerte sentimiento colectivo. Estoes algo que ha visto bastante bien P. Brown al analizar el culto delos santos en la Antigedad tarda11. Al crear una cadena de intermediarios, este culto permite desembocar en Dios. La persona estallada y esas nudosidades especficas que son los santos: tales sonlos elementos que form an la deidad y el colectivo eclesial que le sirvede vector.Se puede aplicar este anlisis a nuestro asunto: hay momentosen los que lo divino social toma cuerpo a travs de una emocincolectiva que se reconoce en tal o cual tipificacin. El proletariadoo el burgus pudieron ser sujetos histricos que tenan una tareaque realizar. Y un determinado genio terico, artstico o poltico pudo ofrecer un mensaje cuyo contenido indicaba la direccin a seguir.Tan to unos como o tros no pasaban de ser entidades abstractas e inaccesibles que proponan un objetivo a realizar. Po r el con trario, el tipo mtico tiene una simple funcin de agregacin; es purocontinente. No hace sino expresar, durante un momento determinado , el genio colectivo. Tal es, pues, la diferencia que se puede establecer entre los perodos abstractivos o racionales y los perodosem pticos. Los primeros descansan en el principio de individucino de separacin, mientras que los segundos estn dominados por laindiferenciacin o la prd ida en un sujeto colectivo: eso que yo llamar el neotribalismo.Son numerosos los ejemplos de nuestra vida cotidiana que pueden ilustrar el ambiente emocional segregado por el desarrollo tribal;se puede, por lo dems, no tar que tales ejemplos han dejado de sorprender, pues han acabado formando parte integrante del paisaje urbano. Las diversas apariencias punk, kiki, panimari, queexpresan a la perfeccin la uniformidad y la conformidad de los grupos,son como otras tantas puntuaciones del espectculo permanenteque ofrecen las megalpolis contemporneas. La tendencia a laorientacinde la existencia observable en las ciudades occidentales se puede

    11. BROWN (P.),Le Cuite des Saints,Pars,Cerf, 1984, p. 72. 36

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    relacionar con el anlisis que hace Agustn Berque de las relacionesde simpata entre el yo y el otro en Ja pn. La debilidad de la distincin, por no decir incluso la indistincin propiamente tal, entreel yo y el otro, o entre el sujeto y el objeto, es una temtica quemerece ser estudiada detenidamente. La idea de la extensibilidad delyo (un ego relativo y extensible) puede ser una palanca metodolgica absolutamente pertinente para la comprensin del mundocontemporneo12 . Huelga insistir en la fascinacin que ejerce hoy daJap n , as como en su operatividad y rendimiento econmico y tecnolgico, a la hora de proclamar el hecho de que , si ladistincinestal vez una nocin que se aplica a la Modernidad, dicha nocin es,en cambio, completamente inadecuada para describir las diversas formas de agregacin social que ven la luz. Estas poseen unos contornosindefinidos: el sexo, la apariencia, los modos de vida y hasta la ideologaseven cada vez m s a menudo calificados en trminos (trans... ,neta...) que sobrepasan la lgica de la identidad y/o binaria. Ensum a, pues, al prestar a estos trminos su acepcin ms fuerte,sepuedeafirmar que asistimos tendencialmente a la sustitucin de un socialracionalizado por unasocialidadde predominio emptico.Esta la encontramos expresada en una sucesin de am bientes, desentimientos y de emociones. Es, por ejemplo, interesante notar quelo que late en la nocin deStimm ung (atmsfera), tan caractersticad d romanticismo alemn, sirve cada vez ms, por una parte , para describir las relaciones reinantes en el interior de los microgrupos sociales,y, por la otra, para especificar la manera como estos grupos sesitan en su entorno espacial (ecologa, habitat, barrio). Asimismo,h utilizacin constante del trminoinglsfeelingen el marco de lasrelaciones interpersonales merece particular atencin; servir de criterio para medir la calidad de los intercambios y para decidir acercade su prosecucin o del grado de su profundizacin. Ahora b ien, sio s referimos a un modelo de organizacin racional, qu cosa hay s inestable que el sentimiento?

    12. BERQUE (A.), Vivre I"espaceauJapn,Pars, P .U .F. , 1982, p. 54. Se encanar un ejemplo del uniforme en VALENTE (F.), J^es Panimari, enSocits,h , Masson, n. 10, sept. 1986. 37

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    En efecto, parece necesario operar un cambio en nuestros modos de apreciacin de los reagrupamientos sociales. A este respecto,se puede utilizar con provecho el anlisis socio-histrico que hace M .Weber de la comunidad emocional (Gemeinde).El autor precisaque se tra ta de una categora, es decir, de algo que nunca ha existido com o tal pero que puede servir de revelador de situaciones presentes.Las grandes caractersticas atribuidas a estas comunidades emocionales son el aspecto efmero, la composicin cambiante, la inscripcin local, la ausencia de organizacin y la estructura cotidiana (Veraltaglichung). Weber muestra igualmente que, bajo distintasapelaciones, estos reagrupam ientos se encuentran en todas las religiones y, en general, al lado de las rigidificaciones institucionales13 . Esla eterna historia del huevo y la gallina: resulta difcil establecer unaanterioridad; pero de su anlisis se desprende que la conexin entrela emocin compartida y la comunalizacin abierta es precisamentela causante de esta multiplicidad de grupos, que acaban constituyendo una forma de vnculo social, en definitiva bastante slido.Setrataaqu de una modulacin que, cual un hilo rojo que recorriera el cuerpo social, no es por ello menos permanente. Permanencia e inestabilidad: tales son los dos polos alrededor de los cuales se articular loemocional.Conviene precisar desde un principio que la emocin de la quese trata aqu no puede asimilarse a ningn tipodepathos.M z pareceerrneo interpretar los valores dionisacos, a los que remite esta temtica, com o si fuera la ltima manifestacin de un activismo colectivo propio del burguesismo. Primero fue la marcha comn hacia elEspritu, luego hacia el dom inio concertado de la naturaleza y del desarrollo tecnolgico, y, por ltimo, tendramos la instrumentacincoordinada de los afectos sociales. Esta perspectiva es demasiado finalizada o dialctica. No cabe duda de que algunas realizaciones como,po r ejemplo, el Club M diterrane, m ilitan en este sentido; peronuestro anlisis debe estar aten to al hecho deque,de manera m asiva,

    13. WEBER (M.),Economie et Socit, Pars, Plon, 1971, por ejemplo, pp.475-478. 38

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    lo que predom ina en la actitud grupal es el gasto, el azar, la desindividualizacin, lo cual no permite ver en la comunidad emocional unanueva etapa de la patticaylineal marcha histrica de la hum anidad .El filsofo italiano M ario Perniola llam mi atencin sobre este punto en unas conversaciones mantenidas con l14. Y, a modo de prolongacin, desde un punto de vista sociolgico, de sus trabajos, yodira que la esttica del nosotros es una mezcla de indiferencia yde energa puntua l. De manera paradjica, encontramos aqu un curioso desdn hacia toda actitud proyectivayuna innegable intensidaden el acto mismo. Es lo que caracteriza a la potencia impersonal dela proxemia.

    Por su parte, y a su manera, Durkheim hizo tambin hincapien estehecho.Ysi, como suele ser habitua l enl,se muestra bastan teprudente, no por ello deja de hablar de la naturaleza social de lossentimientos y de subrayar con insistencia su eficacia. Nos indignamos en comn, escribe, y su descripcin remite a la proximidaddel barrio y a su misteriosa fuerza atractiva, que hace que algo tome cuerpo . Es en este marco en el que se expresa la pasin y se elaboran las creencias comunes, o simplemente se busca la compaa delos que piensan y de los que sienten como nosotros15 .Estas observaciones, por banales que puedan parecer a algunos, pueden aplicarseno obstante a mltiples ob jetos,yenfatizan, sobre tod o, el aspectoimposible de sobrepasar del substrato cotidiano. Sirve de matriz a partir de la cual se cristalizan todas la representaciones: intercambio desentimientos, tertulias de caf, creencias populares, visiones del mundo y dems parloteos sin transcendencia que constituyen la solidez dela comunidad de destino. En efecto, en contra de lo que hasta hacepoco era de buen tono sostener, se puede estar de acuerdo con el hecho de que la razn ocupa muy poco lugar en la elaboracin y divulgacin de las opiniones. La difusin de stas, lo mismo para los

    14. PERNIOLA (M.), Transiti, Bolonia, Cappeli, 1985 y, en francs, L'InstantEterna , Pars, Librairie des Mridiens, 1982.15. DURKHEIM (E.),Dela divisindutravailsocial, Pars, Alean, 1926, p . 70.El subrayado es mo.

    39

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    primeros cristianos que para los obreros socialistas del siglo XIX , debe m ucho m s a los mecanismos de contagio del sentimiento o de laemocin vividos en com n. Ya sea en el marco de la red de las pequeas clulas convivales, ya a travs del cabare t, tan querido de sus asiduos, la emocin colectiva es una cosa encarnada, una cosa que sealimenta de ese conjunto de facetas que el sabio Montaigne llam lahommerie;es decir, de una mezcla de grandezas y torpezas, de ideasgenerosas y pensamientos mezquinos, de idealismo y arraigo m undano; en una palabra, el hombre.Lo que no impide que sea precisamente esto lo que garantiza unaforma de solidaridad, una forma de continuidad a travs de las historias humanas. Anteriormente habl de comunidad de destino; puesbien, sta puede a veces expresarse en el marco de un proyecto rac ional y/o poltico, mientras que otras veces adopta la va ms borrosa, y de trazado mucho ms indefinido, de la sensibilidad colectiva. En este caso se hace especial hincapi en el aspecto confusionaldel grupo pequeo. Este, por concatenacin con otros grupos, garantiza el perdurar de la especie. En el primer caso, esto p roduce lo queHalbwachs llama la vista desde fuera, que es la historia; mientrasque en el segundo se elabora, vista desde dentro, una memoriacolectiva16.Siguiendo con la paradoja, dicha memoria, por una parte, estconectada con el espacio prximo; mientras que, por la otra, transciende al propio grupoy losita en una estela o linaje que se puedeentender yastricto sensuya en su perspectiva imaginaria. De todosmodos , llmesela como se quiera (emocin, sentimiento, mitologa oideologa), la sensibilidad colectiva, al superar la atomizacin individual, crea las condiciones de posibilidad de una especie de auraqueva a especificar a tal o cual poca: as, elaurateolgica de la EdadMedia, elaurapoltica del siglo XVIII o elauraprogresista del sigloXIX; y es posible que estemos asistiendo a la elaboracin de unaura

    16. HALBWACHS (M.),La M moirecollective, Pars, P.U .F ., 1986, p. 78; sobre la ideologa transindividual, cf. tambin FREUND (J.) ,Sociologiedu con flit,Pars, P.U.F., 1983, p. 204. 4

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    esttica, en la que se encontraran , en proporciones diversas, elementos que remiten a la pulsin comunitaria, a la propensin mstica oa una perspectiva ecolgica. A pesar de lo que pueda parecer, existeuna slida unin entre estos trminos distintos. Cada cual dara cuenta,a su manera particular, de la organicidad de las cosas, de esegluti-num mundique hace que , pese o a causa de la diversidad, tome cuerpo un conjunto.Esta solidaridad orgnica no deja de expresarse de mltiples maneras, y es ciertamente en este sentido como hay que interpretar elresurgir del ocultismo, de los cultos sincrticos y, de una manera mscom n, la importancia que ha vuelto a cobrar lo espiritual o la astro-logia. Esta ltima, en particular, no es practicada ya nicamente porseoritas soadoras. Numerosas investigaciones en curso dan fe desu doble inscripcin cultural y natural. G ilbert Durand muestra, a este respecto, que la astrologa centrada en el individuo es de origen reciente, toda vez que la astrologa clsica tema como primera metaeldestino delgrupo,de la ciudad terrenal17. La astrologa se inscribe en una perspectiva ecolgica figurada por las casas que predisponen a cada hijo de vecino a vivir en un entorno natural y social.Sin desarrollar a fondo esta cuestin, se puede afirmar que participaclaramente del aura esttica(aisthsis)que descansa en la unin, porpunteada que est, entre el macrocosmos y los microcosmos, y en trecada uno de stos a su vez. De este ejemplo, as como de otros quese le parecen, se puede afirmar que sirven de reveladores del climaholstico que subyace al resurgir del solidarismo o de la organicidad de todas las cosas.As, en contra de la connotacin que se les suele atribu ir, la emocin o la sensibilidad deben considerarse en cierto modo como unamezcla de objetividad y de subjetividad. En mi reflexin sobre la importancia de la proxemia (cf. cap . 6), propongo calificar esto de es-

    17. DURAND(G.),LaFoi ducordonnier, Pars, Denol,1983,p. 222; cf. igual- e n te las tesis en curso sobre astrologa de Glowczewski y S. Joubert (Pars,V.C.E.A.Q.). Se podra hablar asimismo de la transmigracin de las almas en lacabala,que se inscribe en la perspectiva holstica aqu desarrollada; cf. a este respectoSCHOLEM (G.),LaMystiquejuive, Pars,Cerf.,1985, pp. 215 y 253 sig. 41

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    piritualidad materialista. Es una expresin un tan to gtica, que remite a sa que A. Berque, a propsito de la eficacia del medio, llamala relacin trayectiva (subjetiva y objetiva). Ya es hora, en efecto,de observar que lalgica binariadela separacinque ha prevalecidoen todos los mbitos no puede seguir aplicndose como ta l. El almay el cuerpo, el espritu y la materia, el imaginario y la economa, laideologa y la produccin la lista podra seguir alargndose yano se oponen de manera estricta. En efecto, estas entidades, jun to conlas minsculas situaciones concretas que representan, se conjugan paraproducir una vida cotidiana que se sustrae cada vez ms a la taxonoma simplificadora a la que nos haba acostumbrado cierto positivismo reductor. Su sinergia produce una sociedad compleja, que, a suvez, merece un anlisis complejo. Lo multidimensional y lo inseparable, por retomar una expresin de Morin18, nos introducen en unrizo sin fin que va a tornar obsoleta la tranquila y aburridsima contabilidad de los notarios del saber.Es en funcin de las precauciones y de las precisiones apo rtadascomo se puede atribuir a la metfora de la sensibilidad o de la emocin colectiva una funcin de conocimiento. Es una palanca m etodolgica que nos introduce en el corazn de la organicidad caractersticade las ciudades contemporneas. Es as como cobra todo su sentidoel siguiente aplogo: Imaginad por un instante que el Pad re eternoquisiera llevarse conl al cielouna casadeaples. Para su gran asombro, descubrira cm o, poco a poco , todas las casas de aples, como si se tratara de una nica y gran empavesada, saldran volandodetrs de la primera, una tras o tra, casas, cuerdas de tender, canciones de mujeres y gritos de chavales19. Es sta la emocin que arga-

    18. BERQUE (A .), Expressing Korean Mediatice, ColoquioThe conditions andvisionsofKorea'sbecoming and advancedcountry, Sel, sept. 1986. Conviene remitiraqude nuevo al notable anlisis de E. Morin, el cual debera inquietar a los ms honestos de sus detractores:La M thode,3 ,LaConnaissancede la conn aissance/l,Pars, Seuil, 1986;sobre la nocin de medio, cf. BERNARD-BECHARIES (J.F.), enRevueFrangaisedumarketing,1980/1, cuaderno 80.19. Citada por MEDAN (A.),Arcanes de Naples,Pars, Ed. des Autres, 1979,p.202.

    42

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    masa a un conjun to. Este puede constar de una pluralidad de elementos:siempre hay un ambiente especfico que los torna solidarios entres. Dicha experiencia es vivida ante todo como tal, aspecto ste queconviene que el estudioso tenga bien presente. Resumiendo, pues, sepuede decir que lo que caracteriza a la esttica del sentimiento no esen modo alguno una experiencia individualista o interior , sino, porel contrario, una cosa que, por su misma esencia, es apertura a losdems, al Otro. Apertura que connota el espacio, lo local, la proxe-mia en que se juega el comn destino. Es lo que permite establecerun vnculo estrecho entre, de un lado, la matriz o el aura esttica y,del otro, la experiencia tica.

    2. La experiencia ticaYa he sealado, sobre todo al hablar del inmoralismo tico, queeste trmino no tiene nada que ver con ningn tipo de moralismo, tanestimado en los tiempos que corren. Volver ulteriormente sobre esta

    cuestin. No obstan te, preciso por el momento que , a una moral impuesta desde arriba y abstracta, yo opongo una tica que mana deun grupo determinadoyque es fundamentalmente emptica(Einfh-ung)o proxmica. La historia puede promover una m oral (una poltica), mientras queelespacio puede favorecer, por su parte, una estticay segregar una tica.Ya hemos visto cmo la com unidad emocional es inestable, abierta, lo que puede tornarla en numerosos puntos anmica respecto ala moral establecida. Al mismo tiempo, no deja de suscitar un estricto conformismo entre sus propios miem bros. Existe una ley del medio (en la acepcin am biental delapalabra),a la que resulta bastan tedifcil sustraerse. Se conocen sus aspectos paroxsticos: la mafia, elmundo del ham pa; pero se olvida con mucha frecuencia que reina unaconformidad parecida en el medio de los negocios, en el medio intelectual, y as sucesivamente. Obviamente, en estos diferentes medios,como quiera que el grado de pertenencia se halla diferenciado, la fidelidad a las reglas, a menudo tcitas, del grupo est de por s sujetaa m ltiples variaciones. Sea como fuere, es im portan te, de una mane-

    43

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    ra no normativa, apreciar sus efectos, su fuerza compulsiva y tal veztambin su dimensin prospectiva. En efecto, a partir de ladoxaindividualista de que he hablado antes, la persistencia de un ethosdegrupo aparece muy a m enudo considerada como un arcasmo en vasde extincin. Se dira que, en la actualidad, est producindose unaevolucin al respecto. As, desde pequeos agrupamientos productivos,cuyo emblema sera el Silicon Valley, hasta eso que yo llamo elgrupismo en el seno de la empresa japonesa, nos percatamos de quela tendencia comunitaria puede correr pareja con la alta operatividadtecnolgica o econmica. Tom ando buena nota de diversos estudiosen este sentido, A. Berque puntualiza que el grupismo difiere de lagregaridad en cuanto que cada uno de los miembros del grupo, conscientemente o no , se esfuerza ante todo por servir al inters del grupoen vez de buscar en l simplemente refugio20. El trmino grupism o, pese a no resultar particularmente eufnico en nuestra lengua,posee empero el mrito de subrayar esa fuerza del proceso de identificacin que permite la solicitud que conforta lo que es comn a tod os.Tal vez sea prem aturo extrapolar la significacin de algunos ejemplos an aislados o de una situacin particular, como es la de Japn ;con todo, si no valen ms, no valen tampoco menos que esos otrosejemplos que fomentan el narcisismo contemporneo. Y, lo que esms,ataen a la esferadela econom a, fetiche donde los haya, al menos todava en nuestros das, de la ideologa dom inante. Por mi parte ,veo en ellos una ilustracin cada vez ms holstica, que est en actode disearse bajo nuestras miradas: forzando las puertas de la pr-vacy,el sentimiento se asienta, o en ciertos pases conforta su presencia, en el espacio pblico, produciendo as una forma de solidaridadque ya no se puede ignorar. Por supuesto, es menester darse cuentade que sta reinviste, con el desarrollo tecnolgico sobreaadido, laforma comunitaria que se crea superada.Podemos preguntarnos acerca de la comunidad, de la nostalgiaquele sirve de fundamento o de las utilizaciones polticas de que hanpodido ser susceptibles. Por mi parte, vuelvo a repetir que se trata

    20. BERQUE (A.), Vivrel'espaceau Japn,P.U.F., Pars, 1982, p. 167 y 169. 44

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    de una form a en el sentido que he dado antes a este trmino 21 , almargen de que sta haya existido con anterioridad o no; es menesterque,a la manera de un teln de fondo, esta idea permita hacer resaltar tal o cual realizacin social, que puede ser imperfecta, e inclusopuntual, pero que no por ello deja de expresar la cristalizacin particular de sentimientos comunes. Desde esta perspectiva form ista, lacomunidadsecaracterizar m enos por un proyecto(pro-jectum)orientado hacia el futuro que por la realizacin in actude la pulsin porestar-juntos. Haciendo referencia a expresiones de la vida corriente,sepuede decir que cosas como darse calor, darse codazos, rozarse mutuam ente..., pueden ser tal vez el fundamento ms simple de la ticacom unitaria. A lgunos psiclogos han afirmado que existe una tendenciaglischromorpheen las relaciones humanas. Sin pretender enjuiciarla en modo alguno, me parece que es esta viscosidad lo que seexpresa en el estar-juntos com unitario. A s, e insisto en ello para evitar toda derivacin moralizante, es por la fuerza de las cosas, porqueexiste proximidad (promiscuidad)yporque se comparte un mismoterritorio(sea ste real o simblico) por lo que vemos nacer la idea comunitaria y tica que es su corolario.No est de ms recordar que encontramos este ideal comunitarioen la ideologa populista y, m s tarde , en la anarquista, cuya base esprecisamente la asamblea proxmica. Para estos anarquistas, y en particular para los rusos Bakunin y Herzen, la comunidad aldeana(pbch-tchinao mir) constituye la base misma del socialismo en marcha.Completada por las asociaciones de artesanos (artels),prepara unacivilizacin fundada sobre el solidarismo22 . El inters de esta visinromntica supera la habitual dicotoma propia del burguesismo delmomento, tanto en su versin capitalista como en su versin marxis-ta . En efecto, el devenir hum ano aparece considerado como un to do .

    21 . En el mom ento de terminarse este libro, acaba de aparecer un anlisis agudoy desenmohecedor: NANCY (J.L .),LaCommunautdsoeuvre, Pars, C . Bourgeois,M6; sobre el formismo, cf. mi libro, MAFFESOLI (M.),LaConnaissanceordi-wmre,Pars, Librairie des Mridiens, 1985.22. Cf.elnotorio y erudito anlisis, en este sentido, de SOUVARINE(B.),Stali-me, Aperguhistorique du bolchvisme, Pars, G. Lebovici, 1985, p. 44.

    45

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    Es esto lo que presta a la obchtchina su aspecto prospectivo. Notemos, asimismo, que esta forma social pudo, con razn, parangonarse con el fourierismo y, ms en concreto, con el falansterio. F. Venturi,en su libro ya clsico sobre el populismo ruso del siglo XIX, no deja,por su parte, de hacer este parangn. Y, lo que atae ms de cercaa nuestro asunto, seala la conexin que existe entre estas formas sociales y la investigacin de una moralidad diferente; si bien lo haceno sin algunas reticencias: para l, sobre todo en lo que se refiere alfalansterio, esta investigacin pertenece ms bien al gnero de las rarezas23 . Pero lo que no ha visto el estimable historiador italiano esque,ms all de su aparente funcionalidad, todo conjunto social entraa un fuerte componente de sentimientos vividos en comn.Ysonstos los que suscitan esa investigacin de una moralidad diferenteque yo he preferido llamar aqu experiencia tica.Abundando en la oposicin clsica, se puede decir que la sociedad se halla orientada hacia la historia que est por hacer, m ientrasque,por su parte, la comunidad agota su energa en su propia creacin (o, eventualm ente, recreacin). Es esto lo que perm ite establecerun nexo de unin entre la tica comunitaria y la solidaridad. U no delos aspectos particularmente llamativos de este nexo de unin es eldesarrollo del ritual. Como se sabe, ste no est, propiamente hablando, finalizado, es decir, orientado hacia una meta; es, por el contrario, repetitivo y, por ello mismo, tranquilizador. Su nica funcinconsiste en confortar el sentimiento que tiene de s mismo un grupodado . Es bastante ilustrador, a este respecto , el ejemplo de las fiestascorrobori que ofrece Durkheim. El ritual proclama el retorno delo mismo. Ms concretam ente, a travs de la multiplicidad de los gestos rutinarios o cotidianos, el ritual recuerda a la comunidad que forma cuerpo. Sin necesidad ningunadeverbalizarse, sirve de anamnesisde la solidaridad y, como indica L. V . Thom as, implica la movilizacin de la comunidad. Como he dicho yo tambin un poco antes,la comunidad ago ta su energa en su prop ia creacin. El ritual, por

    23. VENTURI (F.),LesIntellectuels, lepeuple etlarvolution,Pars, Gallimard,1972,p. 230. 46

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    su misma repetitividad, es el ndice ms seguro de este agotamiento;pero, por ello mismo, asegura el perdurar del grupo. Esta paradojala ha visto bastante bien el antroplogo de la muerte a propsito delritual funerario, el cual sita en un puesto de honor al ideal comunitario , que reconciliara al hom bre con la muerte, y tambin con la vida24. Como pienso explicar ms adelante, hay pocas en las que lacomunidad de destino se experimenta con particular acuidad, siendoentonces cuando, por condensacin progresiva, se dirige la atencina lo que une. Unin pura, en cierto modo, sin contenido preciso; yunin para afrontar juntos, de una manera casi animal, la presenciade la muerte, la presencia en la muerte. La Historia, la poltica y lamoral lasuperanen el drama (dramein),que evoluciona en funcinde los problemas que se plantean, y tambin los resuelve, o intentaresolverlos. El destino, la esttica y la tica, en cambio, laagotanenun trgicoque descansa en el instante eterno y segrega por ello mismo una solidarida que le es propia.Vivir la propia muerte cotidiana: tal podra ser el resultado deun sentimiento colectivo que ocupa un lugar privilegiado en la vidasocial. Esta sensibilidad comn favorece un ethoscentrado en la proximidad; es decir, hablando con mayor sencillez, una manera de serque puede ser alternativa tan to en lo que atae a la produccin comoal reparto de los bienes (econmicos o simblicos). En su anlisis delas muchedumbres, a veces algo somero pero asimismo rico en intuiciones fulgurantes, G. Le Bon seala que las reglas derivadas de laequidad terica no podran conducir a las muchedumbres ms queen general, toda vez que la impresin juega un papel nada desdeable25 . Lo que equivale a decir que la justicia propiamente tal estsubordinada a la experiencia prxima, y que la justicia abstracta yeterna est relativizada por el sentimiento (sea ste de odio o de amor)

    24. THOMAS (L.-V.),Ritesdemor,Pars, Fayard, 1985, pp .16y277.Se puede notar igualmente que NANCY (J.L. ),op . cit.,pp . 42 sig., establece una aproximacin entre comunidad y m uerte. Sobre el aspecto cclico y trgico del ritual, remito a Hbro, MAFFESOLI (M.),La Conqute duprsent, Pars, P.U.F., 1979.25 . LE BON (G.),PsychologiedesFoules,Pars, Retz, prl. de A. Akoun, 1975,H 2 -

    47

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    vivido en un territorio dado. Son numerosos los sucesos, ya hablende carniceras o de generosidades, que ilustran ampliamente esta temtica general. El tendero doctrinalmente racista proteger al morode la esquina, m ientras que determindo pequeo burgus obsesionado por la seguridad ciudadana no denunciar al pequeo ratero delbarrio, y as sucesivamente. La ley del silencio no es solamente unaespecialidad mafiosa, cosa que los policas que realizan investigaciones en un determinado pueblo o barrio saben de sobra. Ahora bien,el denominador comn de estas actitudes (que merecen un desarrolloespecfico) es precisamente la solidaridad surgida de un sentimientocompartido.Ensanchando un poco el territorio, encontramos, con la ayudade los medios de com unicacin, reacciones similares a nivel de la aldea global. N o es una ley de justicia abstracta la que favorece el desarrollo de las casas de comida para necesitados, de la ayuda directaa parados por pa rte de grupos de amigos, o de otras manifestacionescaritativas. Sepuede incluso afirmar que, desde una perspectiva lineal y racionalde la justicia, estos ejemplos son un tanto anacrnicos,por no decir incluso reaccionarios. Estas reacciones, de carcterartesanal y puntual, que no abordan el fondo del problema, puedenservir de fcil coartadayreducirse a la pobre funcin de tapagujeros.Es to es sin duda cierto; pero no por ello deja de funcionar perfectamente y de movilizar las emociones colectivas. Podemos cuestionarla significacin o la recuperacin polticas de estas manifestaciones,como tambin podemos, y ello es el objeto de estas observaciones,subrayar, por una parte, que ya no se espera que sea nicamente elEstado mastodnticoyburocrtico quien se ocupe de ciertos problemas cuyos efectos sentimos palpablemente en nuestra proximidad, y,por la otra , que la sinergia de estas acciones, por m ediacin de la imagen televisual, puede tener un resultado nada despreciable. Tanto enuno como en o tro caso, lo que yo veo muy cerca de m o la realidadlejana acercada por la imagen resuenan con fuerza en cada uno denosotros, constituyendo as una emocin colectiva.Setratadeun mecanismo que dista mucho de ser secundario, y descubrimos aqu denuevo la idea holstica (global) que gua nuestras consideraciones: lasensibilidad comn que se halla en la base de los ejemplos aducidos

    48

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    proviene del hecho de queparticipam os, ocorrespondemos, en el sentido fuerte y tal vez algo mstico de estos trminos, en unethoscomn.Para formular una ley sociolgica, yo considero como un leitmotivque lo que est privilegiado es menos eso a lo que cada cualva a adherirvoluntariamente(perspectiva contractual y mecnica) que eso queesemo-cionalmentecomn a todos(perspectiva sensible y orgnica).Es sta la experiencia tica que haba evacuado la racionalizacinde la existencia.Yes esto tambin una cosa que la renovacin del orden moral plasma de manera bastante errnea, pues pretende racionalizaryunlversalizar reacciones o situaciones puntuales,ypresentarlascomo algo nuevo a prio ri; mientras que lo que constituye realmentesu fuerzaesel hecho de hallarse completamente ligadas a una sensibilidad local, siendo slo a posteriori como se encadenan formando unefecto de estructura global. El ideal comunitario de barrio o de pueblo acta ms por contaminacin sobre el imaginario colectivo quepor persuasin acerca de una razn social. Tomando prestado un trmino que fuera empleado por W. Benjamn en su reflexin sobre laobra de arte, yo dira que nos hallamos en presencia de un auraespecfica, que, en un movimientodefeed-back, ha salido del cuerpo social y lo determina a su vez. Lo cual resumira yo de la manerasiguiente:la sensibilidad colectiva salidade la forma estticadesemboca en unarelacin tica.Es conveniente insistir en ello, aun cuando slo fuera para relati-vizar los ucases positivistas que no quieren ver en el imaginario colectivo ms que a una gach de lujo, que se puede mandar a paseo entiempos de crisis. De hecho, se puede decir que ste adopta las fornas ms diversas; a veces se manifiesta de manera macroscpica einforma los grandes movimientos de masa, las distintas cruzadas, lasrevueltas puntuales, o las revoluciones polticas y econmicas. A ve-ees,por el contrario, se cristaliza de una manera microscpica e irriga en profundidad la vida de una multiplicidad de grupos sociales.Yotras veces, en fin, se da una continuacin entre este ltimo proce- (esotrico) y las manifestaciones generales (exotricas) indicadastu .primer lugar. Sea como fuere, se tra ta de unauracuyo orbe, mso menos extendido, sirve de matriz a esa realidad siempre sorprendente que es la socialidad.

    49

  • 5/21/2018 Maffesoli, Michel - El Tiempo de Las Tribus

    Es desde esta perspectiva como hay que apreciar elethosde lacomunidad. Lo que llamo aqu auranos evita pronunciarnos sobresu existencia o inexistencia. Este aura parece funcionar como si talexistiera. Es en este sentido como hay que entender el tipo-ideal dela comunidad emocional (M. Weber), la categora orgistico-exttica (K. Manheim) o eso que yo he dado en llamar la forma dio-nisaca. Cada uno de estos ejemplos caricaturiza, en el sentido mssimple del trm ino , esa salida de s o xtasis que se halla en la lgicadel acto social26. Resulta que dicho xtasis es mucho ms eficazcuando atae a pequeos grupos, tornndose por ello mismo ms perceptible para el observador social. Es para dar cuenta de este conjunto complejo por lo que propongo em plear, de manera metafrica, lostrminos tribu o tribalismo. Sin acompaarlos cada vez de comillas, pretendo, de este modo, insistir en el aspecto cohesivo delcompartimiento sentimental de valores, lugares o ideales, que estna su vez completamente circunscritos (localismo) y que encontramos,bajo modulaciones diversas, en numerosas experiencias sociales. Eseste constante vaivn entre lo esttico (espacial) y lo dinmico (acontecer), lo anecdtico y lo ontolgico, o lo ord inario y lo antropolgico,lo que hace del anlisis de la sensibilidad colectiva un instrum entode primer orden. Para ilustrar esta observacin epistemolgica, melimitar a dar un slo ejemplo: el del pueblo judo.Sin poder, ni querer, analizarlo especficamente, y contentndome con indicarlo a modo de pista de investigacin, se puede afirmarque es un ejemplo particularmente representativo de la antinomia queacabo de indicar. P or una parte , es un pueblo que ha vivido intensamente el sentimiento colectivo de la tribu , lo que no le ha impedidoasegurar a lo largo de los siglos la permanencia de valores generales

    26. Pese aloque pueda parecer aciertas mentesapresuradas, la temtica orgistico-extticaesuna constante en la tradicin sociolgica; podemos sealar a WEBER (M.),Economie etSocit, op. cit.,p. 565, MANNHEIM (K.),Idologiee t Utopie, Pars,Rivire, 196, p. 154, y, por supuesto, hay que citar a DURKHEIM (E.), Les