Mandala: Filosofías Underground

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#YaMeCansé

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El país se está cayendo a pedacitos, de esos pedazos pequeños que ni un buen pegamento mediático puede solucionar. La gente se esta hartando, las personas gri-tan, los perros ladran, las puertas arden, las semillas cre-cen. Es momento de aullar, de desgarrarnos la garganta levantando la voz, de quebrarnos la mano por escribir fuerte, de despedazarnos el alma por pedir justicia, de rajarnos la madre para no quedarnos callados.

Mándala: Filosofías Underground había permanecido dormida, guardada en un cajón de “proyectos pendien-tes”, pero es imposible quedarse callado ante semejante desmadre que está ocurriendo en nuestro país. Los gri-tos de indignación y justicia deben de ser escuchados, y los pequeños medios alternativos son los que producirán ecos que difundan el mensaje. No están solos, no esta-mos solos.

Las sociedades siempre viven debajo de símbolos que los unen, ya sean edificios, banderas, himnos, persona-jes e incluso platillos, en México el número 43 ha empe-zado a tener un gran carácter simbólico, ya no son los 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa, sino todas las vidas que ha cobrado la guerra contra el narco, la des-igualdad social, la injusticia del estado, la corrupción del sistema y sobre todo: el hartazgo de una sociedad.

Dos dígitos resumen la situación actual de un país en pleno clímax de cambio.

EL NÚMERO QUE ESTÁ

CAMBIANDO UNA

NACIÓN

EDITORIAL

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Índice

Portada

Diseño

Número 5620 de noviembre del 2014Pachuca, México

-Tlatelolco, Ayotzinapa

y lo que aún no se ve

- El llamado a la solidaridad

- Después de la oscuridad

- Cuando el pueblo no tiene hambre

- Peor es nada

- Mi memoria histórica no ha muerto

- Epílogo del hartazgo

- Decadencia del estado mexicano

- Girasol corazón

- El dolor de México se hace sentir

Uriel Vazquez Zamora

Mowgli420

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“Cien estrellas en lo alto/ nadan con bra-zos de fuego/ y la madre arroja al piso/ pedazos de lirios muertos. Sabe que no ha de volver/ el estudiante peque-ño/ que lo mataron a golpes/ soldados y granaderos. Y su dolor hondo, largo/ lo mastica su silencio/ y sólo exige justicia/ el puñal de su lamento”. De esta forma comienza el texto titulado “Romance del Estudiante Muerto” de Ricardo Capeti-llo Cásares.

Texto publicado en el hoy extinto y re-liquia de libro, “El diario de una perio-dista: Una luz de bengala”, de Mercedes Padrés, mismo que en su portada refle-ja la silueta de un helicóptero que arroja una luz de bengala mientras de la es-quina inferior derecha surge la pregunta ¿Qué pasó en 1968?

Hoy ese romance parece emerger de un vergonzoso y no olvidado pedazo de historia enclaustrado en incertidumbre, dimes y diretes, historias que pasan de boca en boca, y de testigos que prefirie-ron callar por el resto de sus vidas, hoy no se tiene certeza de cuántos fueron los estudiantes y personas desapareci-das el 2 de octubre de 1968, y en pleno 2014 ese texto parece emerger como

reafirmando que el mexicano podría es-tar condenado a repetir su propia historia.Testigos de primera mano cuentan del hartazgo que había en la capital mexi-cana, de la gente y comerciantes que a diario salían perjudicados por el vanda-lismo que había entre las marchas, tan-to que no faltó quién gritara a los cuatro vientos, “pónganles un alto a estos ca-brones, ya nos tienen hasta la madre”, pero de igual forma había padres de fa-milia, obreros y campesinos que se su-maron a la lucha estudiantil.

Ahora, aunque pareciera que los go-biernos no cambian, la sociedad sí, lo sucedido en la normal de Ayotzinapa en Guerrero, hubiera quedado como un acto impune más, pero en pleno 2014 las circunstancias han cambiado, Méxi-co se encuentra en un estado de com-pleto desequilibrio, todo pareciera que lo sucedido en Guerrero ha sido la gota que derramó el vaso, y la punta de lanza que hace que todos los problemas polí-ticos, injusticias sociales, autoritarismos y vínculos políticos con el crimen organi-zado salgan a la luz.

Y aunque aún es posible escuchar co-mentarios de la gente en contra de las

Por: Oscar Raúl Pérez Cabrera

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manifestaciones, o publicaciones de hi-jos o familiares de políticos en las redes sociales, en las que por su acidez, igno-rancia y plena presunción de su estupi-dez, en cuestión de segundos se echan a medio mundo encima; hoy gran parte de la población concuerda con que el PRI debe desaparecer, en que Enrique Peña Nieto debería renunciar a un car-go que le dio menos del 50 por ciento de la población mexicana.

Sin embargo los padres de familia, her-manos, tíos, sobrinos, vecinos, y de-más, esperan que sean sus propios hijos, sus propios primos, sus propios sobrinos, sus propios vecinos, los que sean acribillados, torturados, secuestra-dos, o desaparecidos, para comenzar a preocuparse, el país está molesto pero sólo en eso ha quedado, en una moles-tia que todavía no es suficientemente molesta para decir ¡basta!

Lo cierto es que el movimiento comen-zado por los 43 estudiantes normalistas

desaparecidos en Guerrero, ha ido des-cubriendo poco a poco problemáticas mayores en cada entidad, ha escarbado en parte de la historia, y ha tomado gran fuerza, sin embargo aún no es suficiente para poder dar una buena lección a los gobiernos, al sistema, y a los que están en el poder.

De nada sirve ir a una manifestación y gritar en medio de cientos de personas, cuando en casa propia no se atreven a informar a sus familias, cuando les pre-guntan y no saben a ciencia cierta lo que está sucediendo y porqué se mani-fiestan, de nada sirve estar sin estar, de igual forma de nada sirve saber lo que sucedió en 1968 o lo que acaba de ocu-rrir en Ayotzinapa si se sigue caminado por la vida de forma pasiva, lo mismo un burro cargado de leña que de libros, porque al final de cuentas no sabe si lo que lleva en el lomo son libros o leña.

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El pasado 5 de noviembre, alumnos del Instituto de Artes (Ida), amanecieron en paro, como respuesta a la convoca-toria nacional, hecha por la Asamblea Interuniversitaria, en apoyo a los 43 nor-malistas desaparecidos.

Al día siguiente, también se ocupó el Instituto de Ciencias Económico Admi-nistrativas (ICEA), y el de Ciencias de la Salud (Icsa). Todos entregaron las insta-laciones el día 7 de noviembre.

Por su parte las autoridades de la Uni-versidad Autónoma del Estado de Hidal-go (UAEH), realizaron un paro de dos horas en activo el día 5, y declararon suspensión de labores después de los acontecimientos del Ida.

A partir de las asambleas que se rea-lizaron, una parte de los estudiantes conformó la Coordinadora Estudiantil UAEH, en la que según su fanpage, se discutirán asuntos que atañen a los uni-versitarios.

Algunos comentarios de Facebook, niegan que exista una representación puntual de la comunidad estudiantil. La respuesta para los autores es que se sumen a las asambleas y entonces de-cidan.

De acuerdo con algunos docentes, du-rante la semana del paro, cuando se procedía a la toma del Instituto de Cien-cias Sociales y Humanidades (Icshu), no se permitió la entrada, debido a que el contingente estaba formado en su mayoría por personas de Icsa e ICEA y muy pocos de Icshu.

Otros usuarios opinan que el foco de la manifestación, el asunto de Ayotzinapa, se perdió entre las discusiones. Institu-tos en Querétaro, Veracruz, Zacatecas, Coahuila, Puebla, Nayarit, Guerrero, Sonora, Hidalgo y principalmente en la Ciudad de México se sumaron al paro.

En el momento de la elaboración de este escrito, a través de redes sociales, del sitio proyectoambulante.com se in-formó que dentro de las instalaciones de la UNAM un elemento policiaco disparó contra los estudiantes, donde un alumno resultó herido. “Más de 300 granaderos intentaron replegar a los manifestantes”, dieron a conocer en un podcast.

El ojo público

Ayotzinapa es un espejo que evidencia el bloqueo ante las expresiones de los jóvenes. La articulación entre faculta-des, institutos, o centros educativos,

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que arrancó con las jornadas de paros, es importante para informar y pronun-ciarse respecto de cualquier agresión en cualquier parte del país.

Cabe mencionar que la sociedad civil no está al tanto de lo que sucede en las asambleas, marchas y paros, casi no leen y menos tienen acceso a inter-net, no les importa y no los entienden, piensan que quienes deciden no asistir a clases son huevones, porque desco-nocen el trabajo de asambleas de más de cinco, seis, ocho horas.

Me parece necesario recordar que si-gue habiendo impedimentos para la ciudadanía en general, la economía no está como para cerrar los negocios en quincena y sumarse a algún paro. Por otra parte, cada empleado se adscri-be a la línea que su empresa le dicte y sólo aquellos que se encuentran libres de ciertas obligaciones van a empezar a mover las cosas.

Ya no puedo decir que soy universitario porque afortunadamente, o desafortu-nadamente, ya cobro un salario, y eso me coloca en otra posición. Antes yo no creía en esta especie de movilizacio-nes estudiantiles, honestamente tenía poca fe acerca de la organización de los

alumnos, porque como siempre, sólo hay unos cuantos informados y compro-metidos con la causa.

Hoy, como espectador, sé que es muy probable que los actos de la Ciudad de México se extiendan a Hidalgo, tanto las exigencias como las provocaciones, dis-cursos en contra y represalias, además habrá quien intente sacar provecho de la coyuntura. Por eso tengo como tarea, que por lo menos las personas más cer-canas a mí se olviden un poco del men-saje de sangre y estén conscientes de que las manifestaciones parten de ac-ciones pacíficas, para cambiarnos, to-dos juntos.

Cabe mencionar que la sociedad civil no está al tanto de

lo que sucede en las asambleas, marchas y paros, casi

no leen y menos tienen acceso a internet, no les importa y

no los entienden, piensan que quienes deciden no asistir

a clases son huevones, porque desconocen el trabajo de

asambleas de más de cinco, seis, ocho horas.

difundir

Por: Oliver García

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Quise escribir un cuento porque es lo que hago en este proyecto: narrar, inventar, te-jer historias, mentir y ficcionar, pero esta vez me ganó el respeto. Y es que para escribir hay que hacerle de todo a las pa-labras, desarmarlas, desnudarlas, confun-dirlas, engañarlas, masacrarlas: faltarles al respeto. Esta vez no pude.

No pude ni siquiera comenzar a delinear una narración que tuviera a alguno de los cuarenta y tres normalistas desaparecidos de la Rural Normal Ayotzinapa como pro-tagonista, o a todos, o a algunos. No pude. No puedo.

Esto que pasa es tan real y doloroso que las palabras apenas pueden contarlo. No es romanticismo palabrero, no. Veo es-tas fotografías intentando acercarme a los rostros que pusieron en alerta roja a este país, mi país. Veo fotos de jóvenes que ya me parecen muertos, esas caras bien nuestras, con esas miradas firmes que parecen retar al que las mira. Esos rasgos de nuestro México campesi-no marcado por la fatalidad y la desigual-dad, por la pobreza que te embarnece las facciones y te exige mirar de frente y no agachar la mirada jamás. Qué no lo ha-gan.

Nunca habían hecho algo grande, vislum-bro. Hasta ahora. Tal vez no sepan que lo

hicieron, tal vez es ésta la obra para la que nacieron, o murieron. No lo sabemos aún. No queremos saberlo. Destaparon una cloaca que apestó a todo el país, que ve-nía haciéndolo desde hace tiempo, que en esta horrible maraña de sucesos engen-drados desde lo podrido de nuestro siste-ma, resulta dolorosa y poderosa. Transfor-madora.

26 de septiembre de 2014 ¿Qué estaba haciendo yo? No lo recuerdo. Pero en la parte colectiva de mi memoria y en el ima-ginario nacional un suceso quedó escul-pido (y escupido) en nuestra atropellada historia: cuarenta y tres personas fueron desaparecidas por el gobierno de Iguala por una absurda interpretación de su al-calde. Uno de los muchos presidentes mu-nicipales que tienen a México hecho una zozobra, una prostituta que sale muy cara, pero que se ve barata.

Desaparecidos con violencia, negligencia, abuso de un poder que nos han arreba-tado, secuestrado. Desaparecidos como si de un juego de escondites se tratara. Desaparecidos con la complicidad de la quimera que nos vomita sus llamas en la cara: el crimen organizado.

Tenemos un país cuyo guión está siendo interpretado por personas aberrantes que parecieran sacadas de un chiste muy malo:

Después de la oscuridad Por:Enid Carrillo

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un presidente de trapo que es tan endeble como incapaz, un tipo que da pena mirar por la incertidumbre de su sombra, por el miedo que le controla el caminar, por la persona tan pequeñita que es, tan corta de ideas, de visión, de humanidad.

Un sistema de justicia que de justicia no sabe un carajo, un sistema político que es a la vez un basurero en donde se engen-dran las ratas y aves de carroña que creen tenernos en sus manos: en parte sí y en parte no, malas noticias para ambas par-tes.

Son cuarenta y tres personas que ahora no están, se los llevaron. Seguramente no han sido los únicos y tampoco los prime-ros, tampoco podemos asegurar que se-rán los últimos, pero es lo que queremos. Desde nuestra médula de mexicanos, her-manados por un color y una tradición que a veces detestamos, que otras amamos, es lo hoy queremos defender.

Cuentan que los quemaron, que sus cuer-pos hicieron una enorme llamarada que duró el día y la noche, que explotaron y desaparecieron como si nunca hubieran estado aquí. Pero estuvieron. Y en su bre-ve paso por la vida dejaron chispas en el aire que se unieron en una luz que nos ilu-minó a todos. Nos dejaron un México ardi-do, ardiendo en brasas que se escaparon del infierno y que a fuerza de voluntad ha-remos regresar.

No tenemos más opciones. No podemos hacer más que intentarlo, una vez más, desde bien adentro, desde el sano en-tendimiento de que somos mexicanos, de saber que antes que ser hombres o ser mujeres, tener una profesión o un oficio, antes que todas las cosas que vamos jun-

tando en el camino de la vida, somos de la nación, ésta que nos tocó, a la que le tocamos nosotros.

No hay más. Es este el momento de de-mostrar nuestro cansancio, cansarnos más para soportar menos después, que este suceso que ha trascendido no sólo las fronteras geográficas si no las de nues-tro propio entendimiento sirva para algo, lo que sea. No podemos parar aquí.

Si es verdad que la oscuridad cae con todo su poder antes del amanecer, espe-remos juntos, pues, iluminándo-nos unos a otros, caminando al mis-mo paso, saliéndonos de la cubeta de los cangrejos, ayudándonos a salir: acompa-ñándonos en la lucha, igualados y vibran-tes mientras llegan los rayos del sol.

Y en su breve paso por la vida dejaron chispas en el aire que se unieron en una luz que nos iluminó a todos

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Aquel chico que mira la televisión, se pregunta ¿por qué la indiferencia?, en breve, llega a la conclusión de que nada le importa a la persona hasta que lo ve en una escala individual y mientras no perjudique, la indiferencia reina en to-dos.

Aquella chica que viajaba en el micro-bús y miraba a través de la ventanilla, reflexiona: ¿Por qué las cosas que hace mi hermano?, se pregunta por qué le desagradan, eso de realizar marchas en protesta del gobierno... aunque parezca que no, al final de cuentas le resulta in-diferente, no trasciende , no nada.

En tanto el hombre llega a su casa des-pués de un día de pesadas labores, es recibido con un cálido beso de su es-posa. Se sienta en el sofá y lee el pe-riódico, todo menos la sección política, ¿para qué? si lo que ama es el fútbol,

Cuando el pueblo no tiene hambre…

su atención se centra entonces en los “DEPORTES”.

Asimismo, a la señora que recibe al marido, le resulta indiferente saber qué problemas tienen sus hijos, para ella sólo existe el dinero, las compras, y nada más.

Un grito se hace presente...¡la cena está servida! El chico apaga el televisor y baja de prisa. Su hermana apenas cru-za la puerta de la casa y se llena de ale-gria al escuchar a la señora. El marido avienta el periódico a la mesa de centro que hay en la sala. Y la jefa de familia sirve uno a uno los platillos de comida.

Cuatro cuadros de indiferencia, pero aún hay algo que los une, la comida.

Por: Juan Bryan Pérez Cabrera

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… entre más tranquilo deseaba estar, entre más perdía sus últimos anhelos de universitario más aburrida se tornaba su vida, menos amigos, menos fiestas, menos pasiones, más citas consensuadas, más dinero invertido en alcohol y mucho menos borracheras.

-descubrí que estaba haciéndome viejo y apenas tenía los 25, apenas los sentía-

Era delgado en ese entonces (más bien flaco), había bajado de peso por causa del trabajo, aunque más bien parecía que lo había chupado la bruja (eso le dijo Christian Frey la última vez que lo vio). Nunca colgó los malos hábitos, simplemente los arremangó. Eso fue todo hasta ese entonces, nada verdaderamente emocionante, solo patrañas, mentiras, amores inventados después del sexo.

Quizás intentaba cambiar su situación, pero se sentía tan cómodo en su miseria y asimilaba su presencia en el mundo como insigni-ficante para sí mismo y para la comunidad. No percibía su impor-tancia fuera de su propio cuarto, y asumía sus responsabilidades cívicas como actos debilitados por el trabajo, por la rutina, por la pobreza (su pobreza) y sin embargo hacía de todo para no dejar de intentar hacer la más mínima actividad que lo llevase lejos de su vida diaria.

Procuraba no vivir todos los días igual que el anterior.

PEOR ES NADA

Por: Lala Lalal

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Fotografías por:

ADOC

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Ayotl tortuga, oztli preñada, nappa 4 veces, es decir,

“Tortuga que recorrió los 7 mares y ha visto casi todo”

AYOTZINAPA (náhuatl)

La realidad nos ha llegado a la cabeza, estamos atravesados por el sistema po-lítico que se impone frecuentemente a través de la violencia conjugando auto-ridad y autoritarismo a fin de mantener el orden público, un orden público que se ha roto hace ya muchas luchas. Es cierto que ambas partes –los opreso-res y los oprimidos- tienen responsabi-lidad, la nuestra atiende a un compro-

miso y trabajo histórico; hemos perdido compañeros y compañeras, amigos y familiares, pero lo que no se nos ha olvidado es la memoria histórica, sa-bemos nombrar las injusticias porque también hemos estado ahí: las Asesina-das de Juárez (1993…), Aguas Blancas (1995), Acteal (Organización las Abejas; 1997) Atenco (2006), APPO (2006), ABC (2009), Ayotzinapa (2014) -y muchas más-. ¿No me están mintiendo, ver-dad? Mi calendario dice 20 de noviem-bre de 2014 pero por alguna extraña ra-zón mi conciencia se siente en una de las épocas históricas más represivas e impositivas cuando el gobierno del país a nivel federal y local ha sido ejecutor y partícipe de la siguiente línea política de represión y dominación: (desaparición) persecución-tortura-asesinato (desapa-

Mi memoria histórica no ha

muertoPor: Karen Rodríguez Camacho

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rición). Un ciclo tortuoso y aterrador que fue práctica cotidiana de la lucha social en los años 70, algunos, en la incansa-ble lucha por evidenciar estas prácticas han desarrollado enormes investigacio-nes revelando la monstruosidad del go-bierno cuando el ejército llevaba a sus detenidos en un viaje por helicóptero para tirarlos por la borda y desaparecer-los en la inmensidad y finitud del agua de los mares. Tiranía.

Cualquier movimiento social, indíge-na, de género, estudiantil, campesino y obrero que intente cuestionar y trans-gredir la estructura política y guberna-mental debe pasar por un filtro de in-timidación, violencia e impunidad. Ha sido tan cotidiano y normal que nues-tras conciencias han velado esta ver-dad. El discurso dice que no estamos en una condición de guerra, pero la rea-lidad dice otra cosa. No es fortuito, es-tamos inmersos dentro de un caos pro-gramado. Sin rastro, sin información, la incertidumbre –fomentada por el opre-sor- genera ese caos. El desaparecido no tiene tratamiento especial, no tiene identidad ni entidad. Nos parece ale-jada una aclaración veraz y confiable. Nos tienen en el limbo, nos tratan como seres inocentes y enajenados.

El sistema nos ha hecho dependientes de sus redes, no sabemos movernos ni organizarnos, no porque suponga una tarea difícil –aunque lo es- sino porque nuestra mente ha estado atrofiada ante nuestras inexistentes ganas de pensar y aprender, pero sobretodo, por la impo-sición de un discurso seductor y mani-pulador del Estado, que dice que todo está en orden y bajo control. No. Hoy, conscientes de nuestro entorno y de la realidad material, nosotrxs estamos fu-riosxs, irritadxs, indignadxs.

La educación es el pilar fundamental en la construcción de seres humanos pen-santes, reflexivos y críticos, con criterio y opinión. Esta educación nos ha pro-porcionado nuestra responsabilidad: la memoria histórica. Sin embargo, bajo el sistema oficial, la reciprocidad es inexistente, el gobierno evade respon-sabilidades, se esconde, evita la crítica pública, miente, manipula, corrompe, DESTRUYE.

Estado y gobierno, a ti te hablamos: no estamos indefensos, confusos y frag-mentados, estamos luchando porque lo que realmente abona y alimenta al país son las condiciones equitativas entre la sociedad y la estabilidad; este terri-torio debe compartir sueños, ideas y conciencia, nunca más, despojos, des-apariciones e injusticias. Promovemos el trabajo colaborativo generando redes y localidades. No seremos condescen-dientes esperando justicia, pues ésta no se hace, nos pertenece. Son más los que piensan, los que analizan, los que se indignan, los que se resisten, los que transgreden, los que están hartos, hasta la madre de la violencia, de la impuni-dad, de los asesinatos, por eso y más #TodosSomosAyotzinapa.

Guerrero lleno de gente guerrera.

Tenemos esperanza.

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Epílogo del hartazgo

Las consignas, las mantas, las pintas, los

performances son un grito desesperado, un

grito que logre hacer eco en un gobierno

sordo e incompetente que no logra dar res-

puestas contundentes a sus ciudadanos.

Un grito, un suspiro, un momento de reflexión, rabia acumulada, sed de ven-ganza, hartazgo del cinismo descara-do; eso y más es lo que hoy sentimos y expresamos todos los mexicanos, sí, otra vez ese monstruo represor llama-do gobierno ha dado un golpe bajo y sobre todo, cobarde. La historia misma nos lo ha ensañado cada año, algunas veces de una forma tan cruenta cercana a la ficción, otras veces meramente al estilo burocrático conocido coloquial-mente como “atole con el dedo”. Aquel en donde un país privilegia y protege al que más tiene y abandona a su suerte al que menos tiene, explotándole, hu-millándole y sobre todo ignorándole.

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Para nadie es desconocido que so-mos “representados” por viejos seniles en busca de poder y privilegios entre las cúpulas, en su mayoría económi-cas, que hacen lo que quieren con el país. Aquellos que ostentan la bandera de la juventud no son más que títeres que reproducen viejas formas de atra-co, humillación, sometimiento, etc. La nación se encuentra sumergida en un laberinto sin salida, con ríos de sangre, injusticia, desigualdad; una especie de bomba a punto de estallar. Pero, ¿qué creen? Ya nos cansamos, el grito de ¡YA BASTA! crece, y sobre todo, no se detiene.

La movilización social de los últimos días no es mera coincidencia, y sobre todo en lo más mínimo centralizada. El hartazgo es generalizado y sobre todo convincente de que el país ne-cesita pruebas verídicas, castigo a los culpables y un plan nacional que lo-gre restaurar lo más pronto posible la paz en el país. El montaje mediático de nuestro presidente se derrumba, en su mejor escenario figuraban seis años de palabrería y sonrisas frente a la cá-mara, politiquería dicen los que saben. Mientras el país era despojado como ha ocurrido desde hace más de 500 años, afortunadamente, al parecer no será así.

Ayotzinapa es lo que hoy nos une, 43 estudiantes desaparecidos, 43 familias sumergidas en el dolor y la angustia, pero sobre todo millones de mexica-nos que los acompañan en su dolor. Porque detrás de los normalistas están las muertas de Juárez, los niños de la

guardería ABC, Acteal, el Halconazo, el 68; por mencionar a algunos de los más significativos y de trascendencia nacional.

Hoy, lo que ocurre en las calles no es vandalismo, quizá para aquellos que promueven el orden público y el cuida-do de los “bienes nacionales”, sí. Está más que comprobado que grupos de infiltrados (contratados quien sabe por quién, gulp) son cómplices de intere-ses particulares que intentan desvir-tuar la buena y concurrida organización social. Las consignas, las mantas, las pintas, los performances son un grito desesperado, un grito que esperar ha-cer eco en un gobierno sordo e incom-petente que no da respuestas contun-dentes a sus ciudadanos.

Lo que ocurre hoy en el país es histó-rico, no solo estudiantes o sindicatos, hoy es el pueblo quien sale a las calles. La incapacidad es tal que nuestro pre-sidente tiene que huir del país para no dar la cara a la nación. Está rebasado, su incapacidad es latente y ni siquiera la televisión ha podido hacer algo para revalorar su imagen. La opinión pública en otros países da testimonio de la cri-sis y la barbarie en la que vivimos día con día.

El atole con el dedo ya no basta, y como bien se clama en las calles: “Qui-sieron enterrarnos, pero no sabían que éramos semilla”.

Por: Viko del Real

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Nuestro país está de boca en boca en naciones extranjeras; corrupción, robo, secuestro, inseguridad y complicidad de la policía en actos delictivos, consti-tuyen ahora la palabra México.

La crisis moral y ética que flota en el ambiente deja mucho de qué hablar y también mucho de qué dudar, la baja calidad, en cuanto a capacitación poli-ciaca, la ineptitud en los altos cargos, los sueldos millonarios, el desvió de re-cursos y la falta de infraestructura, son el cáncer del estado actual. A este paso, la idea de un México con buenos va-lores y buena voluntad, parece ser una forma de vida difícil de alcanzar.

DECADENCIA

EN EL ESTADO MEXIC

ANO

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DECADENCIA

EN EL ESTADO MEXIC

ANO

El estado mexicano, se encuentra en una guerra contra grupos criminales, políticos, gente no identificada etc. Pero la verdad es que el mismo Estado es culpable, al permitir desde un princi-pio que políticos o dirigentes en gene-ral, tomen las riendas totalmente y que hagan con el dinero del pueblo y con el pueblo lo que les venga en gana, envol-viendo a las multitudes en obsequios baratos, comprando su estadía en su propio país, arrullados con demagogia y labia.

Sin duda pudiera ser que la causa pri-mera de dicha mansedumbre colec-tiva, se deba a lo que en su momento escribiese Aristóteles en su apartado La justificación de la esclavitud, la cual nos plantea que el pueblo desea ser subordinado y que lo prefiere así por miedo, miedo a la responsabilidad de sí mismos. La subordinación es un defec-to que caracteriza al estado mexicano, sin mencionar la falta de empatía y el “valemadrismo”, éstos son los facto-res que definen el estilo de vida, cuando se tragan órdenes y se creen tonterías, solo porque es más sencillo no enterar-se de lo que pasa alrededor, porque es

más importante un partido de futbol, y es más interesante la basura que nos venden las grandes empresas televiso-ras, aquí aplica la frase “Al pueblo; pan y circo”.

La decadencia en el estado mexicano, se orilla en un peñasco que es inminen-te, la brutalidad de los hechos quienes se supone nos deben servir, impone un temor, que solo puede ser respondido de igual manera; Revolución. México necesita una nueva revolución, pero que conlleve un plan, de cambio genui-no, en donde no maten a los líderes que propicien el cambio, una revolución ci-vilizada, donde no se pierdan vidas hu-manas, como en grandes y poderosos Estados, donde no existen fronteras ar-madas ni censura del pensamiento y la evolución social.

México causa la lastima de países po-tencia y la indignación de los propios mexicanos, por actos que destruyen al país, por egoísmo y falta de visión, de voluntad.

Por: Omar Rangel

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Luz entiende las cosas bellas de la vida, sabe que para que la luna salga el sol debe esconderse, conoce el proceso para que crezca un girasol y ha visto como una oruga sale del capullo como mariposa y vuela, vuela hasta donde el cielo se con-vierte en infinito.

Lo que ella no comprende es por qué sus papás llevan tantos días fuera de casa, bueno ella sabe que buscan a su hermano mayor, lo que no le cabe en la cabeza es por qué su hermano está desaparecido, ¿dónde está? ¿Qué no está en su escue-la?, ella acompaño a su papá a dejarlo en la puerta de su escuela y lo vio entrar.

Ella tiene 8 años, su hermano le lleva 10 años. Desde que luz llegó a la vida de esa familia para todos fue eso, un rayito de luz, con sus ojos grandes color miel y su carita de interrogación frente a todo. Cuando ella cumplió 6 años quería ir a la escuela, pero estaba muy lejos de su co-munidad, en el estado de Guerrero, ten-dría que caminar 2 horas para llegar sobre un camino sin gente, lo cual era peligroso y nadie la podía llevar porque sus papás tenían que trabajar, su hermano que es-tudiar y su abuelita ya estaba grande, así que Lucecita no estudiaba, no porque no quisiera, sino porque no podía, y ella fue la razón para que su hermano quisiera ser maestro rural.

Su hermano se metió a estudiar en la normal rural ubicada en Ayotzinapa, en el municipio de Tixtla, Guerrero. Y como ahí vivía, Luz se quedó sola, sin alguien con quien jugar, a veces jugaba sola, otras le ayudaba a su mamá a trabajar las plan-

tas; pero ahora que su mamá no estaba, ni tampoco su papá, ella sólo estaba con su abuelita y su tía quien a veces las iba a visitar y ahí se quedaba para que no estu-vieran solas.

Tía, ¿cuándo van a regresar mis papás con mi hermano?, preguntaba Luz con in-sistencia. Su tía no tenía respuesta para eso, y se le ocurrió que si la niña veía las noticias podría entender lo que estaba pasando. Sentó a luz frente a la televisión y la pequeña niña veía sólo destrucción: gente quemando cosas, rompiendo ven-tanas, peleando contra policías. Y en lu-gar de entender lo que ocurría, se confun-dió más.

Al día siguiente llegó un compañero de su hermano a su casa para regalarles co-mida, Luz le preguntó: ¿por qué nos traes comida?, el muchachito le respondió que era para que comieran en lo que sus pa-pás no estaban con ellas, Luz, renuente le preguntó por qué no volvían con su her-mano. Se subió a una silla y desde ahí gri-tó llorando: quiero que me expliquen don-de está mi hermano y qué le ha pasado. Al compañero de su hermano se le nublaron los ojos con lágrimas, se calmó pronto y le explicó que su hermano estaba desapare-cido, que unos policías se lo llevaron y no saben dónde está.

¿Por qué unos policías se lo llevaron? ¿No se supone que los policías nos pro-tegen? ¿Los policías son los que están quemando cosas y rompiendo ventanas? No, eso lo estamos haciendo nosotros, nosotros los compañeros de tu hermano estamos quemando cosas, para hacer

GIRASOL CORAZÓNPor: Yaretzi QuetzalzinPara ser leído durante, antes

o después de un abrazo.

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presión y que nos digan dónde está tu hermano, respondió el joven que le expli-caba a Luz.

Entonces Luz explotó, sus ojos saltaron de enojo y sus cachetes se pusieron ro-jos como jitomates, y le contestó: o sea que unos policías se llevaron a mi herma-no y tú estás quemando lugares y des-truyéndolos para que lo regresen, ¿ que-mar un lugar donde posiblemente había gente y se quemara lo regresará? Yo no quiero que quemen a mi hermanito, o le peguen, tampoco quiero que eso le pase a alguien más, así que por favor no le ha-gas daño a nadie, o eso le puede pasar a mi hermanito y no lo quiero.

Pero ellos son malos, la gente a la que afectamos es mala, le explicó avergon-zado el muchacho. Sean malos o buenos no me importa, son personas como yo y como tú, que si hicieron algo malo, como son personas y sienten van a arrepentir-se, dirán donde está mi hermano y sus compañeros, después mi hermano ven-drá y me abrazará. El joven dejó lo que llevaba para la familia, se despidió y salió todo confundido de la casa de Luz.

A la mañana siguiente Luz despertó con el primer rayo del sol, estaba muy tris-te así que decidió tomar su té de canela en el patio, al lado de los girasoles, su abuelita no le dijo nada, tampoco su tía la detuvo. Luz estuvo una hora sentada bajo el sol bebiendo té, cuando lo ter-minó dejó el pocillo en el suelo y cami-nó hacia los girasoles, a uno lo bautizó con el nombre de su hermano, acarició sus pétalos y notó que debajo de este había un capullo de oruga, este empezó a abrirse, y observó como salió una her-mosa mariposa color azul, que se posó en su nariz, Luz sonrió y le pidió de favor que fuera con su hermano, que le dijera que lo quiere mucho y que todo estaría bien, que en casa ella lo espera para que por fin le enseñe a leer, la mariposa em-prendió el vuelo por el cielo, hasta allá donde la luz nunca se apaga, donde el cielo y la tierra se unen creando la es-peranza. Puso un poco de agua en su girasol-hermano, para que este nunca se marchitara, y se quedó mirando al cielo siguiendo el vuelo de la mariposa hasta que dejó de verla, o sea, cuando esta ya había llegado a su destino: entregar el mensaje a su hermano.

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Desde el rincón más inhóspito hasta la capital más concurrida, en un país que sufre, qué llora, qué grita, qué alza la voz, dentro de un mismo país en don-de alguien más alza el puño y deja en silencio al compañero, 43: un número, una cifra, un fenómeno, representa a una serie “de eventos desafortunados” que vivimos los mexicanos en los último años. 43 almas que abrazan tragedias pasadas como Tlatlaya, ABC, incluso como la de usuarios twitteros desapare-cidos de la red, por arte de magia.

Trascienden, ellos, estudiantes, voces fuertes y valientes, que se escuchan entre las multitudes y llegan a retumbar en los oídos de los “Altos poderes” en la nación, y escribo entre comillas, porque poder significa también responsabili-dad y compromiso, que ¿acaso, existen dentro de estas esferas en México?

Indignación es la que sentimos, es la que hace hervir la sangre en nuestras venas, sangre mexicana, oxidada, debilitada, regada entre calles y campos, como si

EL DOLOR DE

MÉXICOSE HACE

SENTIR

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de ella dependiera el crecimiento y el florecimiento; y quizá, quizá sí depen-de pero del crecimiento de la violencia, del autoritarismo, de la impunidad, de la burla, del factor riqueza para algunos.

Un leviatán que no termina de saciar-se, no entiende, no siente, no prospe-ra; sólo refuerza sus centros de mando, goza, ríe simplonamente, viaja, disimu-la, divaga y además sigue produciendo shows estelares en México, los cuales efectivamente atraen a distintos secto-res de la audiencia mexicana y al públi-co mundial.

El público no aplaude, también se indig-na, se irrita, se enferma ante secuencias que se vuelven clímax continuos dentro de esta película: “México…” la cual em-pezó sin regulación y sigue rodándose de manera impune, con un guión man-chado, eludible, capcioso y violento.

Algunas líneas de la vida mexicana co-rrompida y violentada, violada y fusilada en pleno siglo XXI.

El indignante hecho llevado a cabo en un estado que repercute en los cuatro puntos cardinales del globo: migrantes, viajeros, extranjeros.

Una llamarada en torno a la cual, millo-nes de almas se toman de las manos y forman un puño aún más fuerte que el de ese “alguien” que pretendía soslayar la presencia de algunos normalistas.

No se trata de colores, ni tampoco de ideologías y mucho menos de fraccio-nes políticas, se trata del miedo que se puede sentir por la unión y la valentía que impacta a la estructura más vieja y contaminada que “sostiene” al país; se dicen rivales frente al público, se abra-zan una vez que cae el telón y en las butacas sólo yace la máscara de la tra-gedia.

Torturados y torturadores, policías y la-drones, ¿quiénes son en verdad?

Por: Meli Vera

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Para quienes decidan manifestarse este 20

de noviembre

Recuerda llevar protector solar y suficiente agua

Por tu seguridad, asegúrate de conocer a las personas que te rodean, siempre debes ir en contingente

Siempre debes atender las indica-ciones del personal de seguridad y reportar inmediatamente cual-quier incidente

No olvides llevar tu celular o cá-mara para grabar

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Fotografías por:

ADOC

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Por: Mowgli420