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NlKLAS LUHMANN Introducción a la teoría de sistemas (México, Universidad Iberoamericana, 1996) Sistemas sociales (Barcelona, Anthropos/Universidad Iberoamericana, 1997) Complejidad y modernidad: de la unidad a la diferencia (Madrid, Editorial Trotta, 1998. Edición y traducción a cargo de Josetxo BERIAIN y José María GARCÍA BLANCO) Luhmann es, sin duda, uno de los teóricos de la sociedad más relevantes del último cuarto del siglo XX. Su viaje hacia la teoría sociológica, a partir de la ciencia de la Administración Pública, de la mano del funcionalismo de Par- sons, le ha llevado hasta el desarrollo de una teoría de sistemas aplicada a la rea- lidad social, en la cual la definición del objeto de estudio y la depuración de la propia disciplina sociológica forman la cara y cruz de un único —necesaria- mente único— proceso de maduración teórica. La teoría de sistemas de Luh- mann trata de asimilar la tradición sociológica y la filosofía del conoci- miento, aglutinándolas en un enfoque próximo al impulsado por la biología, la psicología y la informática contem- poráneas. En ese enfoque, son básicas nociones tales como las de diferencia- ción funcional, «autopoiesis» y observa- ción de segunda. Quizá el arco de bóve- da de todas estas nociones sea un con- cepto de comunicación entendido no al modo clásico de relación entre sujetos, sino en un sentido más complejo que hace de esa misma comunicación un Reís 85/99 pp. 315-367

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NlKLAS LUHMANN

Introducción a la teoría de sistemas(México, Universidad Iberoamericana, 1996)

Sistemas sociales(Barcelona, Anthropos/Universidad Iberoamericana, 1997)

Complejidad y modernidad: de la unidad a la diferencia(Madrid, Editorial Trotta, 1998. Edición y traducción a cargo

de Josetxo BERIAIN y José María GARCÍA BLANCO)

Luhmann es, sin duda, uno de losteóricos de la sociedad más relevantesdel último cuarto del siglo XX. Su viajehacia la teoría sociológica, a partir de laciencia de la Administración Pública,de la mano del funcionalismo de Par-sons, le ha llevado hasta el desarrollo deuna teoría de sistemas aplicada a la rea-lidad social, en la cual la definición delobjeto de estudio y la depuración de lapropia disciplina sociológica forman lacara y cruz de un único —necesaria-mente único— proceso de maduraciónteórica. La teoría de sistemas de Luh-

mann trata de asimilar la tradiciónsociológica y la filosofía del conoci-miento, aglutinándolas en un enfoquepróximo al impulsado por la biología,la psicología y la informática contem-poráneas. En ese enfoque, son básicasnociones tales como las de diferencia-ción funcional, «autopoiesis» y observa-ción de segunda. Quizá el arco de bóve-da de todas estas nociones sea un con-cepto de comunicación entendido no almodo clásico de relación entre sujetos,sino en un sentido más complejo quehace de esa misma comunicación un

Reís85/99 pp. 315-367

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sistema articulado en torno a tres fun-ciones de información, participación ycomprensión. Es tal ataque permanentede Luhmann al reino de la intersubjeti-vidad el que le ha granjeado la críticade su oponente, Habermas, a partirnada menos que del año 1973, cuandoambos cruzaron sus argumentos en elya consagrado texto ¿Teoría de la socie-dad o tecnología social? Desde entoncesha llovido mucho y tanto las posturas«tecnológicas» —como la adoptada porLuhmann— cuanto las posturas «críti-cas» —como la propiciada por Haber-mas— han venido manteniendo undiálogo muy fructífero que enriquece lateoría de la sociedad, haciendo de lasociología de orientación moral algomucho más realista y, a la inversa, dotan-do a la sociología de orientación científi-ca de un marco valorativo convincente.

La obra de Luhmann no destaca porsu sencillez temática ni por su diafani-dad formal. Antes al contrario, la prosadel autor desbroza la selva conceptualpor la que se adentra con rigor y docu-mentación, por supuesto, pero, almismo tiempo, con poco amor por lasilustraciones ejemplares, el espíritu dedivulgación o la anticipación de esque-mas arguméntales. Cualquier libro deLuhmann no contiene «pista» algunaen forma de epígrafes o subepígrafes,ni mucho menos gráficos, cuadros ocorolarios fácilmente identifícables.Leer a Luhmann es viajar con él deprincipio a fin, sin atajos ni elipsis. Porello no es infrecuente que su vasta pro-ducción esté acompañada, en cada unade las grandes comunidades lingüísti-cas, de una no menos considerablecantidad de literatura secundaria.

En el ámbito hispanoparlante lasituación ha sido, hasta muy reciente-

mente, peculiar, dado que los trabajossobre Luhmann casi eran superiores alas traducciones al español de los títu-los clave del autor*. Hoy, por fortuna,la práctica totalidad del trabajo luh-maniano está vertida al español,comenzando por su obra cumbre, Sis-temas sociales, traída a colación enesta reseña. El estudio recoge lo másmaduro de las propuestas del autor,en particular lo relativo a la sociedadconcebida como suma de sistemas«interpenetrados», autotransformado-res y en permanente estado de auto-observación. Se trata de un trabajo(aparecido originalmente en 1984)voluminoso y compendiador de todauna vida y obra. Un auténtico legado.

Otro de los libros aquí recogidos—Introducción a la teoría de sistemas—constituye la transcripción literal deuno de los últimos cursos (el de 1992)dictados por Luhmann en la Universi-dad de Bielefeld antes de pasar a serprofesor emérito. Menos prolijo e inter-namente imbricado que Sistemas socia-les, las sucesivas lecciones de que consta

* De toda la literatura secundaria en espa-ñol sobre Luhmann destacaría, por orden cro-nológico: Ignacio IZUZQUIZA, La sociedad sinhombres. Niklas Luhmann o la teoría comoescándalo, Barcelona, Anthropos, 1990; JoséALMARAZ, «Niklas Luhmann: antes de la auto-poiesis», en A. Pérez-Agote e I. Sánchez de laYncera (comps.), Complejidad y teoría social,Madrid, Centro de Investigaciones Sociológi-cas, 1996; Josetxo Beriain (comp.), Las conse-cuencias perversas de la modernidad, Barcelona,Anthropos, 1996; Anthropos, núms. 173-174:«Niklas Luhmann. Hacia una teoría científicade la sociedad», julio-octubre 1997 (volumenmonográfico, con muy variadas colaboracio-nes), y, finalmente, el excelente trabajo deJosé María GARCÍA BLANCO, «Por fin, Luh-mann», aparecido en Revista de Libros, núm.11, noviembre 1997.

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el ensayo poseen la virtud de aunarhondura doctrinal y carácter pedagógi-co, erigiéndose en texto introductorio«auténtico» por antonomasia. De lamultiplicidad de temas abordados yodestacaría el postrero, referido a la nece-saria superación de la antinomia inme-morial que divide a las sociologías«empírica» y «crítica». Según Luhmann,la sociología no debe ser mera cronistade «las cosas» ni, a la inversa, denuncia-dora de magos o conspiradores ocultossupuestamente «detrás de las cosas».Más allá de ambos extremos, debe sercapaz de encarnar ella misma la condi-ción de subsistema científico que, alobservarse a sí mismo discursivamente,clarifica y clasifica a la realidad.

La teoría de Luhmann despierta entu-siasmo y rechazo a partes iguales. Tacha-do por unos de mero epígono del inge-nuo ciencismo positivista, ensalzado porotros como único autor contemporáneocapaz de hacer de la sociología una realciencia de la sociedad, la enorme obradel teórico requiere un análisis sereno ypormenorizado. Y a ello contribuye, ver-daderamente, la compilación que llevapor título Complejidad y modernidad.

Los dos responsables de la misma, Joset-xo Beriain y José María García Blanco—jóvenes y ya sólidos profesores ambos,el primero de la Universidad Pública deNavarra y el segundo de la de Oviedo—,han seleccionado con acierto diversostextos del autor, haciéndolos pivotar entorno a tres grandes ejes temáticos: elconcepto (tecnocomunicativo) de socie-dad; el cúmulo de procesos de diferen-ciación que denominamos globalmentemodernidad, y, por último, la esencia yfunciones de la sociología.

Clara y concisamente presentado porlos compiladores, el abanico de pregun-tas abiertas y senderos trazados porLuhmann adquiere en el presente volu-men un sobrio tono de compendio. Conel natural entusiasmo de todo autor,Beriain y García Blanco afirman en elprólogo que «este libro exige una lecturapaciente (...) pero el esfuerzo reclamadopodemos asegurar que no será baldío».Para este reseñador no lo ha sido, desdeluego, por lo que me permito felicitar alos compiladores y a la Editorial Trottapor su valiente y eficaz iniciativa.

José Enrique RODRÍGUEZ IBÁÑEZ

LLUIS FLAQUER

El destino de la familia(Barcelona, Ariel, 1998)

DAVID S. REHER

La familia en España. Pasado y presente(Madrid, Alianza Editorial, 1996)

La familia como institución resiste Los reaccionarios, ya sea en su ver-los cambios sociales, económicos e sión de agoreros del futuro o de nos-ideológicos de este final del siglo xx. tálgicos del pasado, llevan pronosti-

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cando en sucesivas versiones socioló-gicas, religiosas o morales la desapari-ción de la familia y el advenimientode otras formas de organizaciónsocial, nunca tan buenas ni deseablescomo ésta. Pues bien, ni la familiadesaparece ni la institución tradicio-nal era tan buena o convenientecomo ellos querrían. Es más, lo quevamos constatando con el tiempo, ymás agudamente en estas últimasdécadas de cambios sociales acelera-dos, es que la familia es una institu-ción con una capacidad de adapta-ción y de transformación impresio-nante. Dos obras publicadas reciente-mente sobre la familia española vie-nen a constatarlo. Después de lamirada histórica que echa sobre lafamilia española el estudio de Reher yla penetrante mirada a su alrededorque supone el ensayo sociológico deFlaquer, podemos asegurar la impor-tancia y la estabilidad que, como ins-titución, sigue teniendo la familia ennuestra sociedad.

En conjunto, se trata de dos obrasimportantes e innovadoras que ofre-cen una reflexión sociológica sobre lafamilia. Su publicación supone un ini-cio interesante a un debate social delas cuestiones relativas a la familia.Durante años apenas ha existido estedebate, no se ha considerado la fami-lia como un tema de interés social opolítico, apenas nadie ha hablado dela institución familiar salvo desde unaperspectiva psicológica o religiosa. Ladictadura franquista hizo de la familiauno de sus símbolos preferidos, con locual puso en su contra a buena partede la intelligentsia, y a ello se añadió elvarapalo que la antipsiquiatría y elmovimiento feminista dieron a la ins-

titución familiar en los años sesenta ysetenta. Como resultado de todo ello,los políticos españoles sacaron el tér-mino familia de sus discursos y casi desus programas. Con la publicación deeste tipo de estudios se sientan lasbases de un debate social y científicoacerca de los cambios tan importantesocurridos en la institución familiar enla sociedad española en las últimasdécadas.

Estas dos obras explican cómo,poco a poco, la familia ha ido per-diendo funciones patrimoniales ysociales. El padre de familia va per-diendo importancia y autoridad conel creciente aumento del Estado y desus instituciones, que intervienencada vez más en todos los procesos dela vida del individuo, desde el naci-miento hasta la muerte. La familia nodesaparece, pero deja de ser la regula-dora central que fue antaño de todosestos procesos. Las nuevas formas detrabajo, aumentando fuertemente laproporción de la salarización y, conello, de la separación entre vivienda ylugar de trabajo, están en la base deciertos cambios que, a primera vista,sólo parecen fruto del avance delindividualismo y de la libertad, comola creciente independencia personalen la elección del cónyuge. Tanto unaobra como otra insisten en que laimportancia creciente de los factoresde afinidad y preferencia personalpara elegir el cónyuge están relaciona-dos con los cambios socioeconómicosy las nuevas formas de trabajo, laseparación del lugar del trabajo y dela vivienda, el aumento del trabajopor cuenta ajena y la pérdida relativade importancia del patrimonio fami-liar como base del sustento del grupo

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doméstico. El aumento en importan-cia del mercado, como regulador delas oportunidades de trabajo y deconsumo de bienes y servicios, sientalas bases del individualismo que vaimpregnando la sociedad y que serefleja también en las formas de cons-tituir las alianzas matrimoniales.

Ambas obras, pero más claramentela de Flaquer, reconocen la impor-tancia del Movimiento Feministacomo factor político e ideológicoque influye en la evolución de lafamilia en los finales del siglo xx.Bien es verdad que el movimientofeminista denunció la opresión de lamujer y arremetió contra el patriar-cado cuando la evolución económicaya había sentado las bases de unacierta emancipación femenina ycuando la evolución política y la apa-rición del Estado del bienestar habíadebilitado enormemente la autoridaddel pater familias y su funciónmediadora de las relaciones entreindividuo, familia y sociedad. Sonlas feministas las que denuncian loque, inicialmente, se consideró unaconquista de las mujeres de clasemedia, la dedicación en exclusiva a lafamilia y la apropiación femenina delespacio doméstico y privado. Los ale-gatos de Friedam contra «la místicade la feminidad» sonaron inicialmen-te sarcásticos para las mujeres de lasclases trabajadoras que recién estabanllegando al status de «ama de casa».Pero el mensaje pionero de las femi-nistas triunfa en su denuncia de estatrampa, dorada para unas pocas, através de la cual las mujeres van aencontrarse aisladas de la sociedad ydoblemente atadas y dependientes desus maridos.

La obra de Flaquer, profesor deSociología en la Universidad Autóno-ma de Barcelona, es un ensayo bri-llante y cuidadosamente escrito,pero, más allá de admirar el esmerode la presentación formal y la armo-nía en el orden de los temas que vaintroduciendo, me interesa destacarlo ambicioso de su proyecto en cuan-to que aspira a entender los procesosde cambio familiar ocurridos en lasociedad española de este final desiglo. Quiere medir hasta qué puntoson centrales en este proceso la trans-formación de las relaciones de géneroy de las categorías de edad, así comolas relaciones sociales y económicasque se articulan entre el Estado, elmercado y los hogares, en la Españaactual.

El estudio de la familia es, paraFlaquer, un asunto central y necesa-rio «para entender el conjunto de laestructura social». Nunca analiza lafamilia como una institución aisladacon respecto a otros procesos socialesy pretende comprenderla en cone-xión con las relaciones de poder y deconflicto que se producen en nuestrasociedad. Y así vincula las explicacio-nes de la evolución familiar con losprocesos de cambio global de nuestrasociedad, identificando los aspectosfamiliares como algunos de los mássignificativos de éstos. A la hora deentender la evolución de la familiano hay una sola causa, sino unadiversidad de razones. La explicaciónde los cambios familiares que domi-na la obra de Flaquer es la de la«complejidad de los factores causan-tes de la transformación en curso», lamultiplicidad de factores que sonconcomitantes en su proceso de

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cambio y transformación de losmodos de vida que involucran enprofundidad a la familia como insti-tución (p. 187).

Uno de los temas que plantea conmayor interés es el de la emergencia dela juventud como grupo social antesinexistente. Los jóvenes, como catego-ría social, aumentan constantementeen su importancia numérica y tambiénen su reconocimiento social. La educa-ción general y obligatoria ha creado lajuventud como categoría social que nocesa de extenderse porque se incorpo-ran a ella miembros de todas las clasessociales y porque como etapa vitalcada vez se prolonga más en el tiempo.Esa emergencia de la juventud comoetapa importante y, a la vez, depen-diente tiene, al menos en nuestrasociedad, una importancia creciente ytiene mucho que ver con la evoluciónactual de la familia. Este tema de lajuventud enlaza con el del declive de laautoridad del padre, que va en paraleloal aumento de las competencias de laAdministración en materia de infan-cia, y le preocupa en cuanto que elproceso conduce a erosionar la respon-sabilidad de los padres. Ahora bien,hay que tener en cuenta cuál es la ley ycómo la explica y justifica el legislador.Sólo recientemente han comenzado lasAdministraciones públicas a inmis-cuirse en los asuntos internos de lafamilia en los casos en que la seguri-dad física, psíquica y la supervivenciade los menores estuviera amenazada.Supone un cambio histórico muy radi-cal porque la tradición del legisladorespañol, y lo mismo ocurría en el restode los europeos, era la de que el poderpúblico no entraba en temas internosde la familia por dos razones: una, por

considerar que la familia era un asuntode índole privado, y otra, porque elEstado no podía contrariar la autori-dad natural que en ella existía, que erala del padre y esposo.

El autor critica estos cambios enrazón al deterioro de la patria, po-testad. «A mi juicio, la tutela perma-nente del Estado sobre los menoresen tantos campos de actividad tienepor resultado un debilitamiento de laautoridad de los padres» (p. 191).Felizmente, diría yo. ¿O es que elautor está defendiendo la vuelta a lapatria potestad masculina y a la ejem-plaridad de los castigos físicos, que,no hace tanto, suponían un terrenoen el que los padres no tenían que darcuentas a nadie? Porque una cosa es laposible defensa pública de los dere-chos de los menores, unida, induda-blemente, al debilitamiento de laautoridad del padre, y otra cosa lasconsecuencias psicológicas que estedebilitamiento pueda tener en la per-cepción del yo de los varones que sehan socializado en la identificaciónde masculinidad y poder. Es en esteterreno de la percepción masculina dedebilidad de poder en el que apareceuna cierta nostalgia de otras formasfamiliares del pasado.

El libro de Reher está presidido poruna visión histórica profunda a la vezque poco determinista. Cuando echamano de la historia para representar-nos relaciones familiares en tiempospasados, igual vamos a encontrar rela-tos de familias unidas ante la adversi-dad que ejemplos literarios de indivi-duos desarraigados que tienen quehacer frente a la vida como el lazarillode Tormes, cuyos infortunios parecencomenzar con el abandono de su

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madre, dedicada a la prostitución.Como la de Flaquer, también estaobra se propone llegar a conocer yentender «la complejidad de las for-mas familiares así como sus variacio-nes a lo largo del tiempo». Me pareceespecialmente interesante la concep-tualización inicial que hace de lo quees la familia. La examina como unainstitución que tiene una doble fun-ción y, por lo tanto, la ve siempredesde una doble perspectiva: como«institución destinada a defender,proteger y asegurar lo mejor posiblela supervivencia y bienestar de susmiembros» y, por otra parte, como «lainstitución garante de la reproduc-ción social, económica y demográficade la sociedad» (p. 23). Va a ser enesta última función, que se mantieneconstante, donde podremos advertirlas enormes transformaciones en lasque, finalmente, han desembocadolas diferentes formas familiares quehan existido en España.

Se trata de un trabajo profundosobre un período muy amplio, quecomienza en las épocas en las que seempieza a encontrar fuentes (el sigloXVll) y desarrolla su análisis hasta lasegunda mitad del siglo XX. Quizásuno de los aspectos más interesantesde esta obra es que analiza la relaciónentre las formas de propiedad, los orí-genes de ésta, las normas hereditariasy las diferencias entre las clases socia-les para explicar las estrategias matri-moniales en las diferentes épocas y enlas diferentes regiones españolas. Des-cribe las redes familiares que se refle-jan en la cercanía de las viviendas y lacolaboración entre parientes, redesque se explican tanto en términos desolidaridad como de necesidad o

imposición económica según los luga-res, las épocas y las diferentes clasessociales.

Reher explica la regionalización delas estructuras de hogar en Españapor los rasgos más persistentes que semantienen a través de su evoluciónhistórica. Tomando ejemplos denumerosos estudios previos, defiendesu hipótesis de relacionar las pautashereditarias con unas y otras formasde convivencia familiar. «En aquellaszonas en donde predominaban lasprácticas de herencia divisible, elmatrimonio implicaba más o menosdirectamente la formación de unhogar, los hogares tendían a ser poconumerosos y estaban primordialmen-te compuestos por la familia conyu-gal. Donde la herencia era más omenos indivisible, y siempre quehubiera un heredero claramente favo-recido frente a sus hermanos, unnúmero relativamente alto de hogarestenían parientes corresidentes porrazones de sucesión» (p. 67). Estaaproximación la relativiza en tanto encuanto las pautas hereditarias uniper-sonales y no igualitarias afectan a unaminoría de familias propietarias, porlo que incluso en estos lugares siem-pre son moderados los porcentajes dehogares complejos. El mismo autorseñala que, incluso donde hay familiatroncal, ésta nunca afecta a más de un30 por 100 de la población, es decir,la minoría de población con un ciertonivel de propiedad. Las pautas deherencia preferencial se utilizan paramantener el patrimonio unido, perosobre todo para asegurar la corresi-dencia y la atención a los padres en lavejez. Los padres mejoran al hijo quelos cuida o mejoran a uno de sus hijos

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con esa condición. Al heredero se leimpone la obligación de vivir con lospadres, a la vez que este hijo se res-ponsabiliza de educar y alimentar alos hermanos sin herencia.

Uno de los temas en los que sedetiene es en la vulnerabilidad de loshogares familiares y los riesgos depobreza en una sociedad y unas épo-cas en las que no existían mecanismosgenerales de seguridad y asistenciapública. Los que mayores riesgostenían de caer en la indigencia, encaso de infortunio, eran los indivi-duos más dependientes económica-mente, los niños, los viejos y lasmujeres. Es interesante como muestraque la idea de pobreza asociada algénero femenino no es una novedaddel siglo XX. La diferencia es queahora se denuncia y se trata de paliar,pero la mayor precariedad de lasmujeres es una constante históricaderivada de las limitaciones social-mente impuestas a su dedicaciónlaboral. El que las mujeres sólopudieran aspirar a los peores trabajosy a los salarios más bajos no es unrasgo de la sociedad actual, sino másbien una remora de un pasado en elque las condiciones de discriminacióneran aún mucho más fuertes. Tenien-do en cuenta que su actividad laboraltenía como consecuencia una pérdidaenorme de energías para el trabajodoméstico, a las familias les compen-saba más el trabajo de los niños queel trabajo femenino asalariado, y sólose recurría a éste en caso de extremanecesidad. La verdadera aportaciónde las mujeres era el trabajo desempe-ñado en el hogar, absolutamente fun-damental en estas economías pocodesarrolladas en cuanto a comerciali-

zación de bienes y servicios. Los tra-bajos básicos del hogar requerían unaenorme cantidad de tiempo y deenergías en unas épocas en las que lamayoría de la población no teníaacceso a los elementos básicos delconfort: la luz eléctrica, las cocinas degas, la estufas o radiadores de calefac-ción, el agua corriente y los servicioshigiénicos. Además de estar muypoco avanzada la comercialización delos productos básicos de alimentacióny vestido. También en este estudio semuestra cómo la familia ha sido his-tóricamente la institución de amparode los ancianos y cómo sólo ahora, afinales del siglo XX, se están generali-zando entre nosotros los sistemas deseguridad social que van dando unaalternativa al cuidado familiar de losmayores. Esto estaba estrechamenterelacionado con la fecundidad, pueslos hijos eran una garantía necesariade protección en la vejez y el tenerlosera una forma de previsión ineludi-ble. Sólo muy recientemente, loshijos han pasado a ser una cuestiónde deseo, no una necesidad para lasupervivencia.

Tanto Flaquer como Reher sientenun cierto vacío tras evaluar los cam-bios acaecidos, como si no fueraninmunes del todo a las llamadas almiedo y la nostalgia que nos hacenperiódicamente los representantesmás conservadores de nuestra socie-dad. Mientras que Flaquer señalabael miedo al vacío ante la potencialpérdida de la figura del padre, Reherno puede evitar un reflejo de temorante las potenciales consecuencias deque «la función desempeñada por lafamilia en el proceso de educación ysocialización del niño ha disminuido

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tanto en alcance como en calidad».A mí me gustaría saber a qué educa-ción y a qué familia se refiere. Que-rría saber si está pensando en unhogar familiar idealizado, supongá-moslo en el entorno doméstico, aco-gedor y atractivo pintado por Larssonen la Suecia de principios de siglo, enel que la madre pasa las horas agrada-blemente dibujando o leyendo cuen-tos a sus hijos, a los que con un cier-to confort y ayuda doméstica va a daruna sabrosa cena que también com-partirá el padre, recién llegado de sutrabajo. O querría saber si está pen-sando en aquellos cuchitriles inmun-dos retratados por Dickens en los quela madre de cinco o seis criaturas noda abasto ni para peinarlos ni paralavarlos, ni tiene apenas energías paradarles rápidamente una sopa fría,pues hay poco carbón y sólo enciendeel fogón una vez al día, y pretende ala luz de unas velas meterlos en unacama común a todos ellos antes deque venga el padre, medio borracho yagresivo, repartiendo golpes y pala-brotas sobre todos ellos. ¿Qué sociali-zación hay en cada caso? No creo quedenostando mecánicamente la televi-sión y el nivel de consumo actualentendamos mejor los procesos desocialización que se dan en los actua-les hogares familiares, en los que, almenos si no han habido otros cam-bios, han aumentado y se han homo-geneizado enormemente las oportu-nidades de confort, cultura, entrete-nimiento y alimentación.

En cuanto a la pérdida de impor-tancia de la autoridad paterna, esinteresante contrastar este interésdesde la perspectiva de las mujeresque nunca han tenido —legalmente,

hasta antes de ayer— autoridad sobrelos hijos, sin que eso les haya llevadoa plantearse la maternidad como algocarente de sentido. Ha de ser, enton-ces, el sentido de pérdida lo que ago-bia a los varones en Occidente, pueses difícil creer que tenga sentido lapaternidad sólo si va unida al podersobre el hijo, y carezca de sentido siesta autoridad se reduce o se compar-te. «Pero entonces, ¿qué significadotiene la paternidad hoy en día? Mien-tras que la reciente revolución en elderecho de familia ha propiciadosocavar los cimientos de la paterni-dad, en cambio, las bases de la mater-nidad no se han visto alteradas. Con-tinúa asociada al cariño y a la ternura.Por el contrario, cada vez resulta másdifícil aceptar que la paternidad sigaestando aliada con el orden y con laautoridad cuando se hallan ausenteslos instrumentos jurídicos que le ser-vían antes de apoyatura... Cabe pre-guntarnos: ¿sigue teniendo la paterni-dad un lugar en nuestro mundo fini-secular? ¿Habrá que reconstruir elconcepto o bien simplemente tirarlopor la borda?» (Flaquer, p. 113). Enestas reflexiones parece sentirse elpánico ante la autoridad compartida.¿Es que si los hombres no mandan nose sienten padres? Parece un tantosorprendente, pero muy revelador dela cultura actual, ese pasmo, esa des-orientación masculina que se produceante la pérdida de privilegios. Es laqueja de los que se preguntan si acasoes justo que ellos estén perdiendo pri-vilegios mientras que a las mujeres lesha llegado el tiempo de ganar dere-chos. Postura un tanto discutible quemás parece la de los que considerabanla situación anterior legítima, y sus

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privilegios naturales, y que ahorasienten una sensación de desposesióny una cierta inseguridad ante el equi-librio entre los géneros.

Dejando aparte estas diferencias decriterio que tengo en algunos temascon los autores, me interesa resaltarel valor de estos trabajos por la rique-za de su documentación, la profundi-

dad de sus análisis y la brillantez desus argumentos, además de la opor-tunidad de ofrecer una reflexiónacerca de la familia, que es una de lasinstituciones a la vez más importan-tes y más cambiantes en este final desiglo.

Inés ALBERDI

RONALD G. EHRENBERG (ed.)The American University: National Treasure or Endangered Species?

(Ithaca y Londres, Cornell University Press, 1997)

La educación universitaria es cadavez más importante en el mundocontemporáneo1. En el mercado labo-ral la exigencia por tener un títulouniversitario (de licenciado/a e inclu-so de doctorado/a) es cada vez mayor.En el mundo empresarial apenas que-dan ya directivos sin estudios que sehayan hecho a sí mismos; los puestosejecutivos están ocupados por perso-nas con títulos de licenciatura y,sobre todo, con másteres en el extran-jero. El éxito (lo que de forma intuiti-va se traduce como salario elevado enuna empresa sólida, puesto de res-ponsabilidad, casa propia, familia,estudios de calidad para los hijos/as yuna segunda vivienda) depende cadavez más de la educación formal uni-versitaria.

Durante el siglo XX, la universidad

Agradezco algunas ideas de Emilio J.Castilla, desde Stanford University, y de Ber-nabé Sarabia y José M. Echavarren, ambos enla Universidad Pública de Navarra.

estadounidense se considera como elsistema de educación superior másexitoso en el mundo. Es precisoconocer las características de ese siste-ma universitario para entender suscualidades. Si hubiese que aislar elfactor más importante, diríamos quees la integración en una misma insti-tución —y personas— de docencia einvestigación. Ninguna otra caracte-rística introduce mayores diferenciasde calidad en esas instituciones. Laorganización fundamental de la edu-cación superior no se denomina uni-versidad, sino «universidad-investiga-dora». Una universidad de calidadrealiza investigación como parte desus funciones y objetivos, equilibran-do docencia e investigación. Lo dis-tintivo es que son las mismas perso-nas quienes realizan las dos labores, yno existe una separación entre docen-cia e investigación. Esto se aplicatanto al profesorado como al estu-diantado, y a todos los niveles. No setrata de que la investigación se reserve

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únicamente para el tercer ciclo (doc-torado y másteres), sino que es partedel primer y segundo ciclos también(diplomatura y l icenciatura). Lasinergia entre investigación y docen-cia multiplica la productividad enambos campos. Ésta es la característi-ca dominante de las mejores universi-dades del mundo. La combinación dedocencia y de investigación se aplica,pues, a una misma organización y alas mismas personas. Ambas se refie-ren a un proceso igual, que es delconocimiento. La construcción deinstituciones, edificios o puestos detrabajo diferentes para docencia ypara investigación es poco aconseja-ble. La sinergia docencia-investiga-ción se basa precisamente en que seanlas mismas personas las que realizanambas tareas. Si no, la universidadlogra una contribución muy pequeñaa la ciencia y al avance del conoci-miento.

La investigación es una forma deenseñarse a uno mismo/a. La combi-nación docencia/investigación es difí-cil de llevar a cabo en contextos enque una proporción alta de profesores(bastantes de ellos/as con doctorado)nunca han investigado realmente. Lavocación investigadora e intelectual seaprende a través de otras personas. Seproduce mágicamente en el contactode un estudiante/a con un profesor/ailusionado, iluminado, excitado por lainvestigación y los descubrimientos.En el reino de la ciencia, el autoapren-dizaje es un proceso inusual. Es impo-sible predecir en qué universidad y enqué campos concretos se van a produ-cir avances o descubrimientos impor-tantes. La ciencia es un proceso enmarcha que produce descubrimientos

e innovaciones con frecuencia, perono siempre predecibles. Pero es en lasuniversidades investigadoras donde seproduce la mayor parte de esos descu-brimientos. En ese sentido, la frase deque «la ciencia no es simplementeacerca del futuro, es el futuro» (Lañe,1997: 133)2 adquiere sentido.

Así, las universidades norteameri-canas (sobre todo las estadouniden-ses) y unas pocas europeas forman ala mayor parte de los profesores einvestigadores de calidad del mun-do entero. No son universidades deun país concreto, sino del mundo.¿A qué se dedican el resto de las uni-versidades, sobre todo las que no soncentrales? Tratan de repetir experi-mentos y de comprobar teorías ehipótesis. Funcionan, además, comoun sistema de selección de estudian-tes/as para enviarlos a estudiar fuera(a las universidades centrales); pararealizar el doctorado, avanzar en lacarrera investigadora o para un traba-jo postdoctoral. Las universidades nocentrales conforman un sistema derepetición de las ideas o descubri-mientos de las universidades centralesdominantes. Quizá debido a su posi-ción marginal, tienen la oportunidadde realizar algunos descubrimientosinnovadores, que contradicen lasideas dominantes y que terminan enuna verdadera revolución científica.Pero sigue sin estar claro el papel quecumplen las universidades periféricas.Quizá un objetivo preferente seríaprecisamente el debatir ese rol.

1 La idea se desarrolla mejor en el capítulosobre «Prospect for science and technology»en el libro editado por Ronald G. Ehrenberg(1997).

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Pero el papel de la universidad-investigadora supone dedicarse a algomás que a docencia e investigación.La universidad de calidad alcanza elmundo externo, se incardina en elentorno social. Además del avance dela ciencia, su objetivo es debatir lascuestiones de actualidad, sobre todolas más graves. Participa activamenteen el debate sobre el futuro de lasociedad y del país. Trata, además, deidentificar los problemas que tiene lasociedad y de colaborar en encontrarsoluciones a esos problemas. La ideacentral es la de responsabilidad. Si nose encuentra respuesta a los proble-mas, por lo menos hay que mantenera la población informada, colaboran-do con ella (la población) para tomardecisiones. Se informa también a loslíderes dentro de la sociedad. Se eva-lúan problemas, así como sus conse-cuencias a medio y largo alcance.

El objetivo de la universidad no essólo enseñar a los estudiantes/as paraque se conviertan en líderes, ejecuti-vos y profesionales (con sueldosaltos). Se puede medir la calidad dela universidad cuantificando elnúmero de patentes, artículos publi-cados en revistas competitivas, o elnúmero de premios Nobel. Otroindicador ya citado es la proporciónde estudiantes extranjeros que estánmatriculados. Pero el indicador másinteresante de la calidad de una uni-versidad es el número e importanciade antiguos estudiantes/as que con-tribuyen a la reducción de las des-igualdades sociales, al incremento dela tolerancia y el multiculturalismodentro de la sociedad, a crear canalesnuevos de movilidad social hacia arri-ba, a mejorar las condiciones de los

grupos sociales oprimidos o con des-ventajas, etc. Esos antiguos estudian-tes/as son los que hacen de su almamater una institución importante yde calidad3.

El sistema universitario última-mente recibe muchas críticas. La pri-mera es que las matrículas son cadavez más caras. Otra es que la compe-titividad en la selección de estudian-tes es elevada. Las ciencias, carreras yáreas de conocimiento están frag-mentadas. Se observan numerososconflictos de intereses. Las rivalida-des entre el profesorado son frecuen-tes. Algunos resultados de investiga-ción son falsificados. El sistema eselitista y arrogante. La organizaciónse opone al cambio. Los/as funciona-rios (tanto profesores como el PAS,personal de servicios y administra-ción) no se dedican responsablemen-te a su trabajo. Abundan las corrup-ciones de todo tipo. Para algunosprofesores/as, su puesto en la univer-sidad no es más que un segundoempleo, y el menos importante. Hayabusos de todo tipo. Todas estaspolémicas demuestran que la univer-sidad es una institución que aceptaun nivel alto de críticas e incluso deautocríticas. La crítica es parte de laeducación universitaria.

Los cambios del entorno (la crisisactual del sector público, del Estadode bienestar, el déficit público y el

3 Otro indicador de calidad es la impor-tancia de la contribución de antiguos alum-nos/as al mantenimiento de la universidad. Sepuede medir por la proporción del presupues-to anual que supone el dinero y donacionesrecibidas de antiguos alumnos/as. En las uni-versidades españolas suele ser una proporciónnula.

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entorno empresarial cambiante)demandan un incremento de la efica-cia del sistema universitario. Suponehacer más con menos. Un objetivo esreducir el costo de la educación uni-versitaria. Esto es doblemente difícilen un sistema universitario como elespañol, que ha sido tradicionalmentebarato y que está todavía por desarro-llar. No hay verdaderas universidades-investigadoras, ni hay universidadesespañolas entre las mejores delmundo. Pedir una reducción del pre-supuesto es, pues, arriesgado. El pro-blema es que las universidades se con-sideran más como gasto (para losestudiantes, familias, el Estado) quecomo inversión. De la misma forma,la investigación dentro de la universi-dad se suele considerar un lujo, uncoste o un capricho. Pero las familiassaben que la inversión en sus hijos/as—más que la inversión en los hijos/asde los vecinos/as— es productiva. Lossacrificios realizados para que loshijos/as estudien, y para que puedanpor fin elevarse de clase social, sevaloran muy positivamente. Quizá lascohortes venideras no van a ponertanto énfasis en ese sacrificio (o inver-sión) en los hijos/as.

Otra crítica es que el sistema pare-ce cada vez más competitivo. La com-petición para ser admitido en lasmejores universidades-investigadorasdel mundo es cada vez mayor(William G. Owen, 1997: 20)4. EnEspaña, la selectividad (que se realizaal finalizar el año de COU y antes delingreso en la universidad) es un trá-mite clasificatorio por áreas de cono-

cimiento más que por universidades.La tendencia es a quedarse en la uni-versidad más cercana al hogar fami-liar. La competición no se realiza parair a las universidades más prestigio-sas, sino para ser admitido en la uni-versidad más cercana. En parte, esoocurre porque no hay una idea clarade ránking de universidades según sucalidad o prestigio. Los/as estudiantesuniversitarios no están becados, y lamayoría tienen que realizar sus estu-dios viviendo en el hogar de suspadres. Además, la selectividad seentiende como un «coladero» (un sis-tema en que todos/as aprueban salvolos/as que tienen mala suerte en elexamen) y no como un sistema declasificar estudiantes/as por nivelesacadémicos, o de crear diferenciassegún universidades. Todo el sistemauniversitario español se construye entorno a la idea de no crear diferenciasentre los estudiantes, y mucho menosde inteligencia o competitividad5. Laley tiende también a no crear diferen-cias entre universidades, e impedirque una universidad destaque, seamucho mejor o tenga presupuestosmayores.

El objetivo de una formación uni-versitaria de calidad es siempre tomake a dijference, es decir, conseguirrealizar a lo largo de la vida activauna contribución original y notable.La educación universitaria de calidadpermite dedicarse al conocimientopor el propio conocimiento, y no

4 El capítulo primero se titula «No limits»(en Ronald G. Ehrenberg, ed., 1997).

' En España, este falso democratismo llevaincluso a la idea de que todos los profesores/asson iguales, independientemente de sus méri-tos académicos o de su nivel como profesor/a.Se realiza un esfuerzo especial por evitar com-paraciones públicas.

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tanto por las recompensas moneta-rias o en especie que se pueden obte-ner. No importa el área de conoci-miento en que las personas se espe-cializan, sino su capacidad para con-tribuir eficazmente al mejoramientode la sociedad. Una buena educa-ción, y sobre todo el obtener notaselevadas en la educación secundaria,permite escoger carrera. Es, además,la única vía de acceso a las carrerasconsideradas como difíciles o escasas.Pero además de incrementar las posi-bilidades de elección, las buenasnotas y los méritos académicos incre-mentan de forma más que propor-cional el encontrar luego un trabajocreativo (no repetitivo ni alienante),las posibilidades de innovación den-tro de ese trabajo, las condiciones detrabajo, una vida más agradableindependiente incluso del trabajo.Las notas elevadas están relacionadascon estímulos intelectuales y cultura-les de todo tipo, posibilidades de via-jar, de conocer personas prestigiosasy agradables, sentir placer por la cul-tura (música, teatro, arte, ciencia).Permiten luego participar en activi-dades de la comunidad que generansatisfacción, autoconfianza y, engeneral, el número de amigos/as quese pueden mantener. Suponen elacceso a fuentes fundamentales deinformación. Además, permitenposibilidades de matrimonio y decrear una familia más ventajosas. Lascontrapartidas no-económicas sonmás interesantes que la mera recom-pensa en salario, que en cualquiercaso es más que proporcional alesfuerzo realizado.

Pero en el debate de la calidad debepreguntarse: ¿calidad para quién? Las

notas de los estudiantes/as, sobretodo en el sistema universitario espa-ñol, son un factor de predicción pocofiable del éxito posterior en la vidaprofesional. No hay apenas correla-ción entre notas y salario posterior.La relación entre expediente académi-co y las responsabilidades que luegoadquieren esas personas es débil. EnEspaña, todavía el apellido familiar, laclase social de origen, el género yotras variables (más indefinibles) con-dicionan los resultados tras la univer-sidad. En este sentido, no sólo esimportante preguntarse ¿calidad paraquién?, sino también ¿calidad porqué?

Otra crítica recurrente es que launiversidad está cada vez más deshu-manizada. Afirmar que las Humani-dades están en crisis es una muerteanunciada... salvo que nunca mueren.Las Humanidades son parte de unaarqueología del saber, pero su cultivosuele vincularse a un cierto eurocen-trismo, con numerosos mitos cultura-les, dentro de la tradición cultural«occidental». Las Humanidades tal ycomo se enseñan en España son partede la cultura «occidental» dominante,que cada vez se pone más en duda. Secritica la arrogancia de los cánoneseuropeos y la aceptación de sesgosfilosóficos etnocéntricos. Soplan vien-tos multiculturales por todo elmundo. Los estudios clásicos se aso-cian —quizás a la ligera— con esacultura occidental (siempre entrecomillas) dominante y decadente. Sinembargo, una universidad de calidaddebe reabrirse a las Humanidades,pero sobre todo a las que se refieren aotras culturas, tradiciones filosóficas,países. Los continentes olvidados

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(África y Asia) deberían tener unarepresentación mayor en la investiga-ción y la formación de las universida-des de calidad.

Una teoría recurrente, que se ponede moda cada cierto tiempo, es que launiversidad está en crisis, y que esnecesario regenerarla. Según criteriosobjetivos, la universidad nunca desa-parece; es la institución menos en cri-sis dentro de la sociedad. La universi-dad tampoco es una fábrica de para-dos, como llegó a afirmarse. El paroen España es alto, pero correlacionacon niveles bajos de estudios (perso-nas con sólo estudios primarios) ycon género (femenino). Las personascon estudios universitarios mantienenuna tasa de paro que es la mitad de lamedia. No hay muchos doctores/asen paro, aunque bastantes se conside-ren subempleados, malempleados ydiscriminados. Algunos/as ocupantrabajos precarios de los que no lesresulta fácil salir.

Hay una falta de sincronía entre laformación de profesionales y las nece-sidades objetivas de esos/as profesio-nales en el país. La universidad no esresponsable de dar trabajo a los licen-ciados/as que forma, ni siquiera a losdoctores/as. Las necesidades de algu-nas especialidades no guardan rela-ción con el número de estudiantesuniversitarios. En España, el caso dela profesión médica fue tan llamativoque terminó en una política de nume-rus clausus. El resto de las profesionesy carreras parecen autorregularse,aunque no existe una planificaciónprecisa. El sistema es bastante irracio-nal y poco empírico. Mientras tanto,las profesiones pierden gradualmentesus características de ser un servicio

público, un trabajo en favor de lapoblación, una dedicación humanita-ria, un trabajo en condiciones difíci-les, que rechaza las motivaciones cre-matísticas y que mantiene el dominiodel trabajo propio profesional. Lasprofesiones se desarrollan cada vezmás en un mercado laboral (capitalis-ta) que las domestica, perdiendo sustres características más importantes:vocación moral, servicio público yprotección de las necesidades de lapoblación.

El paro, subempleo o trabajo pre-cario de licenciados/as es un proble-ma que preocupa seriamente a lospaíses avanzados. Pero más preocu-pante aún es el desempleo de perso-nas con el título de doctor. Este pro-blema es relativamente reciente, y seha tratado de resolver con trabajostemporales, puestos docentes inade-cuados en la propia universidad,entradas y salidas entre universidad yempresas, de forma circular, sin llegara crear un trabajo estable, otros traba-jos precarios, etc. En el futuro esposible que las personas con doctora-do no vayan a realizar exactamenteun trabajo docente ni de investiga-ción, sino de gestión, en campos amenudo diferentes del original. Estono debe ser considerado como un fra-caso o un aprovechamiento inadecua-do de recursos. Algunos doctores/asdenuncian que su empleo actual esinadecuado o no relativo a su áreaestricta de conocimiento. Pero esoseguramente no será consideradocomo problema en el futuro, nisiquiera inadecuado. Quizás estemosante un cambio sustancial de laestructura de enseñanza e investiga-ción en el mundo entero.

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En el futuro, las personas con unaformación de tercer ciclo van a cambiarvarias veces en su vida de empleador(empresa o institución) y también dedisciplina o especialización. Se cuestio-na que el ideal de un programa de doc-torado sea el de especializarse y profun-dizar. Quizá sería útil volver a progra-mas de doctorado más abstractos, teóri-cos, multidisciplinares y humanistas. Laformación en gestión, organizacionescomplejas, dirección, evaluación, infor-mática, comunicación, imagen, admi-nistración, etc., es cada vez más impor-tante para combinarse con una o dosespecialidades base. Esto supondría uncambio eficaz de los planes de estudiosde doctorando incorporando nuevasasignaturas y conocimientos. Es, ade-más, necesaria una mejor preparaciónen comunicación escrita, verbal, formasde escribir y, sobre todo, en informáti-ca. Cada vez es más importante sabertrabajar en equipo, compartir valores einstrumentos, y comunicar de formaeficiente los resultados.

En Estados Unidos se calcula oficial-mente (por el Department of Labor)que en el siglo XXI las personas cambia-rán carreras —no sólo empleadores—unas cinco veces de media a lo largo desus vidas (Fox, 1997: 106)6. La conse-cuencia obvia es que se requiere unaformación de doctorado más amplia yglobal. Es difícil predecir los conoci-mientos que van a necesitar los/aslicenciados y doctores en el futuro.Más que materias específicas, es prefe-rible que aprendan a aprender, y a

6 Marnye Arme Fox, en un capítulo titula-do «Gradúate students: Too many or toonarrow?», en Ronald G. Ehrenberg (ed.)(1997).

saber cómo se sabe. El proceso deaprender, los hábitos de aprendizaje yla motivación pueden ser más impor-tantes que los planes de estudios o elcontenido de las asignaturas. La cultu-ra de una disciplina (o área de conoci-miento) supone conocer los clásicos/as,la metodología propia de esa disciplinao carrera y, sobre todo, sus manías ylenguaje secreto. La manera de formu-lar hipótesis, demostrarlas y llegar adescubrimientos ha sido siempre parteimportante de la socialización en unadisciplina concreta.

Ese paro, o carencia de buenos tra-bajos, en personas que tienen el títulode doctor/a lleva a algunas universi-dades a contratar para los trabajos deinvestigación (y de ayuda a la docen-cia) a estudiantes postdoctorales envez de predoctorales. Pero esto es unaforma de matar la gallina de los hue-vos de oro, pues se penaliza a unacohorte entera de estudiantes (lospredoctorales) en favor de los de másedad y formación. Habría que realizarun estudio de cohortes para entenderlas dificultades y oportunidades porlas que pasa cada cohorte. El ideal esque cada cohorte tenga igual probabi-lidad de aprender realizando investi-gación. No debe separarse la docenciade la investigación.

La creatividad o el afán por el des-cubrimiento no tienen que asociarseúnicamente con la universidad. Lasolución es doble: la socialización enese rol y la aceptación de las personasque utilizan su doctorado en otroscontextos sociales de forma creativa.La incredulidad respecto de poderrealizar un trabajo creativo e investi-gador fuera de la universidad es loque más dificulta el cambio. Los

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jóvenes doctores/as mantienen aspira-ciones de trabajo irreales, unidasa una cierta arrogancia que derivaprecisamente de sus estudios acadé-micos.

El papel de un profesor/a, sobretodo de un catedrático/a, no consisteen reproducirse de forma clónica ensus estudiantes de doctorado. Un/abuen profesor busca y experimentacon nuevos papeles y ocupacionespara los futuros doctores/as. Exploranuevos campos y líneas de investiga-ción (lo cual es obvio) e incluso nue-vas direcciones, combinación de tra-bajos y formas de aplicar la profesión.A su vez, los/as estudiantes no debenser un calco de sus maestros/as. En launiversidad, una obsesión dominantees que sólo se puede tener éxito en lavida como profesor/investigador uni-versitario. La única meta imaginablees llegar —lo antes posible— a cate-drático/a. Eso produce frustración yangustia, pues, tal y como están lascosas en España, una proporción ele-vada de doctores/as y profesores/asnunca alcanzarán la cátedra. La uni-versidad tiene que cambiar. Losactuales estudiantes no pueden con-vertirse en una réplica de sus maes-tros universitarios. En parte es unproblema de número7.

7 Cuando yo empecé a estudiar (en la Uni-versidad Complutense de Madrid), la pobla-ción de estudiantes universitarios de todaEspaña era menor que la actual de la Univer-sidad Complutense. Realizo luego mi segundodoctorado en una universidad extranjera (enYale University) cuyo tamaño es la mitad quela Facultad de Económicas de la Universidadde Barcelona, en la que actualmente soy cate-drático. Una proporción estimable de losestudiantes/as de mi generación en Madrid sehan convertido luego en profesores de Uni-

La solución es una educación doc-toral orientada a ese futuro múltiple.Tanto a nivel de licenciatura como dedoctorado, los estudiantes requierenuna educación más amplia, abstracta,teórica, múltiple, interdisciplinar. Elobjetivo es que esa educación seahábil para varios campos y puestos detrabajo diferentes. Paradójicamente,es lo que a menudo se critica de launiversidad española: que los estu-diantes saben de todo y no saben denada, que las clases son muy teóricas,que el conocimiento que se impartees demasiado abstracto y variado. Sinembargo, el conocimiento abstractoes clave, lo que contribuye a conse-guir poder dentro de un área deconocimiento. Como decía C. WrightMills, no hay nada más útil que unabuena teoría8. Se trata, pues, de quelos programas de doctorado tenganun contenido más amplio y que laformación, en vez de especializarse,sea más diversificada e interdiscipli-nar. No se requiere tanto que un/adoctorando aprenda un campo de suespecialidad en gran profundidad,sino que mejore su capacidad deescribir, de diseñar una investigación,de hablar en público, de manejarmejor ordenadores y las tecnologíasde información e imagen, de gestio-nar y administrar recursos, de evaluarprogramas, etc. Es aconsejable quelos/as doctorandos desarrollen un

versidad, debido al impresionante crecimientodel número de estudiantes en estos años. Demi clase y cohorte en la Facultad de la Com-plutense, unos cuantos son ahora catedráticosy otro puñado políticos. Esta situación novolverá a repetirse.

8 Realmente, no hay nada más útil que dosteorías.

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curriculum vitae que incluya variasdisciplinas9.

Por un lado están las críticas a launiversidad y, por el otro, los indica-dores de calidad. Paradójicamente, elmejor indicador de calidad de la uni-versidad-investigadora es su espíritucrítico. La universidad conserva ytransmite el conocimiento tradicio-nal, pero al mismo tiempo lo criticapara comprobar nuevas ideas e inno-var. La libertad de oponerse, de estaren desacuerdo, de provocar y de sercrítico/a son valores universitariosimportantes. Lo usual es que los/asjóvenes (profesores y estudiantes) noestén de acuerdo con sus condiscípu-los o colegas. De cada cohorte seespera una serie de innovaciones; yeso en todas las materias y áreas deconocimiento. Si no ocurre así, peli-gra la verdadera esencia de la univer-sidad-investigadora.

El papel de una universidad-investi-gadora es doble. Por un lado, tieneque preservar el conocimiento tradi-cional y mantener viva su llama. Esosupone el cultivo de los estudios muyespecíficos y de líneas del saber queno sobrevivirían a las leyes del merca-do (de oferta y demanda). Pero, porotro lado, la universidad debe cuestio-nar el conocimiento, dudar de todo eimaginar nuevos caminos. Lo impor-tante en la educación universitaria noson las respuestas, sino las preguntas,sobre todo las preguntas-sin-respuesta.Una universidad-investigadora de cali-dad no suele ser una institución con

' Esta propuesta conecta con la crítica deOrtega y Gasset sobre los/as bárbaros especia-listas que desarrolla en su celebrada obra Larebelión de las masas (publicada en 1930).

sólo carreras de moda, o donde seinvestigue únicamente en temaspunta. Debe trabajar también sobreáreas importantes aunque sean aburri-das (quizás precisamente por serlo).

Un buen indicador de calidad deuna universidad es precisamente lacalidad de sus estudiantes. No estanto que los/as estudiantes se sientanatraídos por las buenas universidades,sino que los/as profesores tienden a ira las universidades en que hay buenosestudiantes. El estudiantado es, pues,al mismo tiempo un recurso y unobjetivo. Frente a esta realidad com-petitiva se suele difundir una ideaequivocada de que es preferible noseleccionar estudiantes, sino mezclar-los todos juntos. En España se propo-nen a veces reformas en que ni siquie-ra el sistema de notas clasifica estu-diantes. En parte explica que las notasde los/as estudiantes tienen poco quever con lo que luego esas personas rea-lizan en su vida. Pero si no hay selecti-vidad ni selección, difícilmente unauniversidad puede llegar a estar en elgrupo de las universidades-investiga-doras centrales en el mundo. El siste-ma de universidades públicas españo-las, su financiación, homogeneizaciónde títulos, y especialmente la ley,impiden sistemáticamente que hayagrandes diferencias de calidad entrelas universidades. No puede hablarsede universidades buenas o menos bue-nas, sino que hay que referirse adepartamentos concretos, y más aún aprofesores/as determinados.

La juventud (tener menos años deedad) no es por sí misma un valor.Pero en las organizaciones universita-rias de calidad las personas (estudiantesy profesores) no son sólo valoradas por

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lo que son, sino sobre todo por lo quepueden llegar a ser. Los/as jefes dedepartamento, decanos, tribunales delos concursos, evalúan lo que las perso-nas han realizado pero también lo quepueden llegar a realizar. Ambos factoressuelen estar bastante relacionados. Sepuede hablar así de la calidad de lo quese puede llegar a ser como un indicadoresencial, aunque difícil de medir.

La educación en general es como eldios Jano, con una cara favorable opti-mista y otra dramática. El sistema edu-cativo es el sistema reproductor socialpor excelencia, el que crea las desigual-dades sociales más duraderas. Pero almismo tiempo permite la movilidadsocial. Una vieja idea es que la educa-ción libera al ser humano de su origensocial. Las universidades-investigadorasson instituciones que permiten la movi-lidad social ascendente para estudian-tes/as de clases bajas con capacidadesespeciales, que no serían capaces de ele-varse en la pirámide social si no fuesepor el sistema universitario. La univer-sidad es, además, la institución menossexista, racista y segregacionista quesuele existir dentro de una sociedadavanzada. También es una de las mástolerantes. Al terminar los estudios, losalumnos (sobre todo las alumnas) sedan cuenta de la diferencia entre la ins-titución universitaria abierta y elmundo «de verdad», bastante más dis-criminador. El problema del siglo XXIva a ser el de las desigualdades sociales.El sistema educativo, y sobre todo eluniversitario, puede colaborar de formaefectiva a superar factores importantesde desigualdad e injusticia en la estruc-tura social.

Se entiende que un factor de cali-dad es la diversidad de los estudiantes

(por género, intereses, orientacionesideológicas, etnicidad, formas depensar, códigos éticos, estatus socialde origen). Una universidad de cali-dad no contiene un solo tipo decarreras o de estudiantes. Por ejem-plo, es impensable en el siglo XXI unauniversidad-investigadora de calidadque sea únicamente para varones. Nopodría considerarse como una uni-versidad de calidad. Lo mismo puedeaplicarse a otras características ads-criptivas y discriminatorias, siempreque las personas estén altamente cua-lificadas. Lo problemático es que unsistema selectivo por notas no asegurala variedad o diversidad de estudian-tes cualificados. Es necesario el talen-to o la inteligencia de los/as mejoresestudiantes, también sus opiniones ypersonalidades diferentes. Indicado-res de calidad universitaria son laproporción de mujeres, de gitanos/as,de inmigrantes (o hijos/as de inmi-grantes).

Otro indicador de calidad es la mul-tidisciplinariedad. Se define como laproporción de personas (profesores/estudiantes) que realmente trabajan enequipos multidisciplinares. Para ellohay que superar la idea de que hay unasáreas de conocimiento inferiores y otrassuperiores10. En el mundo del saber,todos los campos y líneas de investiga-ción son potencialmente iguales. Esimposible cuantificar el estatus de unárea de conocimiento respecto de lasdemás. Pero sí es posible cuantificar lacalidad global de las universidades. Lamultidisciplinariedad (o interdisciplina-

"' Que, por ejemplo, Economía es superiora Sociología, o Telecos (Ingeniería TécnicaSuperior de Telecomunicaciones) superior atocar el violín.

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riedad) debe aplicarse tanto a la docen-cia como a la investigación.

Un indicador de calidad es laincorporación del sistema universita-rio (de investigación y de formación)a las nuevas tecnologías informáticasy a los nuevos sistemas de comunica-ción. Eso supone entrar lo antes posi-ble en el proceso de globalización dela educación, la comunicación instan-tánea (fundamentalmente en inglés) ylos sistemas de enseñanza que incor-poran la informática tanto en ladocencia como en la investigación.No es aconsejable quedarse atrás enese proceso, que involucra no sólo ala organización de la universidad,sino también del profesorado y estu-diantado. El reto de las universidadesen el siglo XXI es aprender a utilizar latecnología de información de formacreativa para mejorar la docencia y lainvestigación. La informática ha deja-do ya de ser una herramienta delcálculo matemático más complicadopara convertirse en un sistema impor-tante de aprendizaje, comunicación,innovación e información, con uncomponente peculiar de anarquismoy desorganización. Para bien o paramal, esta nueva tecnología de lainformación va a permitir la globali-zación más radical que siglos de invi-sible college apenas lograron. Pero nosólo se trata de globalización, sinotambién de diversidad. El lado anár-quico (y desorganizado) de la navega-ción informática sugiere confiar eninnovaciones y avances adicionales enlos terrenos científicos.

Otro indicador de calidad es laexistencia de una cultura organizacio-nal (en este caso de universidades)desarrollada. Cada vez es más impor-

tante dedicar tiempo a informar alos/as profesores y estudiantes sobresu universidad, explicarles la estructu-ra de la organización, sus objetivos, laforma en que se gasta el dinero, losdescubrimientos realizados en el mespasado. La denominada «comunidaduniversitaria» (PAS, profesorado,estudiantado) requiere bastante másinformación y conocimiento sobre supropia universidad. Una instituciónde calidad fomenta al mismo tiempola lux y la veritas. Su cultura organiza-cional plantea a estudiantes y profe-sores las ventajas de dedicarse alconocimiento y a la búsqueda de laverdad objetiva, a pesar de las dificul-tades que ese objetivo conlleva.Transmite entusiasmo por los descu-brimientos, la aventura de investigar,de avanzar el conocimiento, inventar,conocer nuevas realidades y relacio-nes. Investigar es como una novela demisterio, de policías-y-ladrones.

Pero la calidad universitaria no sólose mide en avances, descubrimientos,patentes o premios Nobel. Un factorimportante (que a su vez está relacio-nado con lo anterior) es una buenainteracción entre profesores/as yalumnos/as. La «buena interacción»se entiende como relaciones más fre-cuentes, con capacidad de comunicarideas y conocimiento, y sobre todouna relación más personal e indivi-dualizada. En un mundo gregario ycomunitarista como el español llamala atención la falta real de comunica-ción (fuera y dentro de las aulas) deprofesores y alumnos/as. Los/as pro-fesores de calidad no sólo escriben,descubren y patentan, sino que ade-más motivan, escuchan, comprendeny reconfortan. Saben comunicar

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entusiasmo pot la ciencia. Transmitenideas para realizar una contribuciónsustancial con pocos recursos ymucha atención. Comunican el valorde la meticulosidad. Enseñan a escri-bir y a hablar en público tanto comoa investigar.

La «excelencia» es el concepto claveen la calidad de las universidades. Setrata de hacer las cosas bien, de formainnovadora, original. Pero la excelen-cia no es un concepto científico estre-cho. Supone también entender losproblemas de la población, estar aten-to a los deseos y motivaciones delos/as ciudadanos (¡y de los no-ciuda-danos!), entender empáticamente losdeseos de las personas, sus dificulta-des y aspiraciones, valores y frustra-ciones. La universidad de calidad estáatenta cada día a las polémicas y a losproblemas nacionales. Se replantea,por ejemplo, la idea de España, de lademocracia y su profundización, de latolerancia. La universidad de calidadtiene algo que decir sobre la violenciaen la sociedad contemporánea, sobreETA, la condición de la mujer, lacorrupción, el individualismo, elfuturo, las guerras, la contaminación,el cuerpo, la imagen, la infancia, laidea de Europa, las desigualdadessociales, la energía nuclear, el desarro-llo... Al mismo tiempo debate losproblemas candentes, sin perder elnorte de los problemas básicos de lasociedad y de la población. Un objeti-vo de la universidad-investigadora, decalidad, es la estructuración de lasociedad. El objetivo central siguesiendo realizar un trabajo realmentevibrante, competitivo, innovador,vital, que atraiga la atención. Serequiere de estudiantes/as y profeso-

res/as motivados, dedicados a la reali-zación de una investigación puntaque produzca descubrimientos yavances.

Toda sociedad tiene problemas. Laciencia y la universidad deben colabo-rar para encontrar soluciones. Lopeculiar es que los problemas socialesno desaparecen. Cada vez hay másproblemas sociales, y éstos son máscomplejos. Las ciencias sociales seencargan de encontrar solucionestanto a los problemas históricos comoa los nuevos. La universidad es unainstitución importante en ese queha-cer. Una característica de los proble-mas complejos actuales es que no sonfácilmente solucionables desde unasola disciplina, o con una única pers-pectiva. La división de las ciencias enramas independientes, a menudoantagónicas, decrece sus posibilidadesde éxito. El proceso de especializaciónproduce una fragmentación sucesiva yun aislamiento relativo de las diversasciencias y áreas de conocimiento.Esto es un problema añadido queconviene solucionar seguramentedesde la universidad-investigadora.

Se entiende que la universidad-investigadora de calidad debe mante-ner un papel significativo en la vidamoral y social de un país, contribu-yendo a dar sentido y significado a lavida humana. La universidad recono-ce que la sociedad actual es cada vezmás complicada, con problemassociales que no desaparecen y quecada vez son más complejos. Además,una sociedad democrática es todomenos estable, trabajando siemprepor profundizar en esa democracia.Igualmente, los valores de toleranciason también móviles; aceptan y gene-

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ran cambios sociales. Todo ello esaceptado con sentido de responsabili-dad y de liderazgo por la universidad-investigadora actual. Se dedica a ana-lizar (y contribuye a la resolución de)los problemas sociales complejos y ainvestigar la ansiedad que esos pro-blemas crean en todos los grupossociales, no solamente los que sufrenla desigualdad o los problemas.

El papel de las ciencias sociales esparadigmático dentro de las nuevasuniversidades-investigadoras. Ademásdel puro avance del conocimiento, setrata de mejorar las condicionessociales de la población. Los/as soció-logos suelen ser buenos diagnostica-dores pero malos terapeutas. Definenbien los problemas pero no sabensolucionarlos. A menudo, la terapiaes atinada pero la voluntad política(o los recursos económicos) no esajustada a las necesidades. Se criticaque las ciencias sociales son menosexactas que las ciencias más «duras»,y que las soluciones no son fácilmen-te definibles. En los dos casos se estáde acuerdo en que una funciónimportante es informar a los/as estu-diantes y a los demás colegas sobreesos problemas sociales. Ante laimpotencia de encontrar soluciones,un objetivo es mantener viva la llamadel conocimiento (el mejor conoci-miento posible, el más ajustado a larealidad social). Es posible que en elfuturo sí sea posible solucionar esosproblemas.

La universidad es hija de la Iglesiay del Ejército. Quizá por eso haypocas organizaciones sociales queduren más que las universidades. Lasociedad ha cambiado más que susuniversidades. Hacia el año 1500

había en el mundo unas setenta uni-versidades11. Quinientos años despuéstodas ellas perviven, y, lo que es másllamativo, en la misma localidad geo-gráfica. La universidad es, pues, unaorganización especializada en sobrevi-vir. Lo paradójico es que algunos de losmayores cambios sociales (por ejemplo,la revolución informática) se han gene-rado desde la universidad. Las universi-dades son el sancta santorum de la inno-vación, del conocimiento; pero, para-dójicamente, como organizaciones sonpoco innovadoras En eso van por detrásde las empresas. A las universidades noles gusta nada el cambio12. En el sigloXXI las universidades deben cambiar, yaplicarse su propia medicina: jarabe decrítica y grageas de cambio.

Las universidades no sólo debenaceptar el cambio, sino incluso produ-cirlo. Las universidades son —y quizálo seguirán siendo siempre— institu-ciones que definen y conforman elfuturo. En las aulas deben enseñarse (ypracticarse) la gestión y la planificacióndel cambio como la asignatura másdifícil. Hay que cambiar al mismotiempo el cómo se enseña y el qué seenseña. Una característica de la calidadde la universidad-investigadora es lapreocupación por el presente, por lostemas candentes, importantes o deactualidad. Pero, además, está preocu-pada seriamente por el futuro, por losdescubrimientos, los avances y el tipo

" De ellas, seis son españolas: las Universi-dades de Barcelona, Salamanca, Santiago,Valencia, Valladolid y Zaragoza. En la actua-lidad existen las seis, y todas ellas con más detreinta mil estudiantes.

12 La mayoría siguen siendo dirigidas porcatedráticos de Derecho romano, Historia dela psicología, Física teórica o Farmacología.

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de sociedad a que se puede llegar conesos avances. La preocupación lo estambién por el futuro del país, y cadavez más del mundo (a través de ten-dencias como la globalización, multi-culturalismo o ecologismo). En todoslos casos, lo que caracteriza a una uni-

versidad-investigadora de calidad es laresponsabilidad respecto del entornosocial en que se sitúa, y el análisis de laestructura y el cambio social.

Jesús M. DE MIGUEL

JORGE DE ESTEBAN

La alternancia. La caída del PSOE y el ascenso del PP al poder(Madrid, Libertarias, 1997)

No son abundantes los estudiosdedicados a la alternancia, a pesar deser ésta un elemento clave para lademocracia, ya que democracia supo-ne pluralidad de opciones que, almenos como posibilidad, compitenlibremente por ocupar en algúnmomento las instituciones de gobier-no. En este panorama de escasezbibliográfica, el Catedrático de Dere-cho Constitucional de la UniversidadComplutense, Jorge de Esteban, reco-ge ahora en forma de libro un con-junto de artículos, algunos de ellospreviamente publicados en la prensa,otros redactados para esta ocasión,con el hilo conductor de la idea dealternancia.

A causa de la poca bibliografíasobre el tema, el autor incluye en elprimer capítulo una exposición sobreel concepto de alternancia, los requi-sitos necesarios para que pueda darse(entre los que señala una sociedadrelativamente homogénea, un sistemaparlamentario, un sistema de partidoscon tendencia al bipartidismo, un sis-tema electoral mayoritario y la acep-tación del compromiso por las partes

que participan en el juego), así comolos diferentes tipos de alternancia. Enlos capítulos posteriores analizará lascausas y la forma de la caída delPSOE y el acceso del PP al poder, asícomo el modo de gobernar de estepartido.

Considera Esteban que en la histo-ria contemporánea de España no hahabido posibilidad de una auténticaalternancia hasta la transición a lademocracia en 1975. Anteriormentese produjeron situaciones que guardanconcomitancias con el fenómeno de laalternancia, tal y como él lo entiende,durante el período de la Restauración,de 1876 a 1923, y en la II República,de 1931 a 1936. Sin embargo, en nin-guno de los dos casos llegó a realizarseplenamente. Es obvio, por otra parte,que durante el régimen franquista talfenómeno brilló por su ausencia,puesto que una de sus bases era laconstrucción desde arriba de un «esta-do unanimista» que evitara cualquieroposición y, por lo tanto, hicieraimposible la alternancia.

Democracia, sin embargo, significapluralismo político y, a partir de ese

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pluralismo, decisión por mayoría, nopor la unanimidad anteriormentepretendida. Ahora bien, si el princi-pio de toma de decisiones es la reglade la mayoría, es necesario que elpoder de la mayoría esté sometido aunos límites que no puede transgredirsin degenerar en un poder tiránico,límites que vienen marcados por elrespeto a las minorías. La minoría nosupone únicamente un freno alpoder, sino que también ofrece alelectorado una alternativa de gobier-no. Por lo tanto, el reconocimientode sus derechos es un requisito indis-pensable para que exista al menos laposibilidad de alternancia dentro deun régimen político.

El autor recoge en este contextoalgunas de las causas que llevan ahablar en la actualidad de una crisisdel Parlamento (cap. IV). Señalaentre ellas la fuerte dependencia delos representantes respecto de sus par-tidos políticos, más que del electora-do, y el hecho de que al ser un parti-do quien generalmente domina elGobierno y la mayoría parlamentariapodría perder su sentido la teoría clá-sica de la separación de poderes, ele-mental en un régimen democrático.De ahí que proponga la necesidad defortalecer el papel de las minoríasparlamentarias para que puedan ejer-cer el papel de oposición y la funciónde controlar al Gobierno.

A continuación pasa a exponeralgunas de las peculiaridades de laalternancia en España; en concreto,las derivadas del Estado de las Auto-nomías (cap. V). Considera el autorque aún no se ha perfilado de unamanera definitiva la distribución decompetencias entre Gobierno central

y Gobiernos autonómicos. La razónde ello no es sólo la complejidad delproceso y el tiempo necesario para latransferencia de competencias ejerci-das tradicionalmente por el Estadocentral, sino, sobre todo, porque lapolítica autonómica gira en torno ados polos opuestos. Por un lado, latendencia a la simetría, que pretendeuna homogeneidad en cuanto a com-petencias y forma de financiación entodas las Comunidades Autónomas.Esta ha sido la línea seguida por losdiferentes gobiernos centrales, inde-pendientemente de cuál fuera susigno, y reivindicada también por lasdiez autonomías de vía lenta, basán-dose en la teoría de los «agravioscomparativos». Pero, al mismo tiem-po, se da también la tendencia con-traria, representada por las comunida-des de vía rápida, que reivindican unaforma asimétrica del Estado de lasAutonomías, que haga justicia a loshechos diferenciales. Por ello conside-ra que constituye una paradoja quereremprender la reforma del Senado,como Cámara de representación terri-torial, sin haber solucionado definiti-vamente la cuestión autonómica.

Otra de las peculiaridades del casoespañol derivadas de lo anterior es elprotagonismo asumido por los parti-dos nacionalistas en los gobiernosformados a partir de 1993, año en elque el PSOE pierde la mayoría abso-luta de que hasta entonces disfrutaba.Aunque la lógica política hubiera exi-gido un gobierno de coalición conIU, Felipe González no estaba dis-puesto a formar una coalición deizquierdas y, por ello, se ve obligado arecurrir al apoyo de nacionalistas vas-cos y, sobre todo, catalanes, con una

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ideología de centro-derecha. A partirde entonces nos encontramos con laparadoja de que, aunque la prerroga-tiva de disolver las Cámaras y convo-car elecciones generales correspondeal Presidente del Gobierno, la clavede su disolución o continuidad nopasaba tanto por Felipe Gonzálezcomo por Jordi Pujol, de tal maneraque un presidente de ComunidadAutónoma no sólo dirigía la políticade su Comunidad, sino que, además,su peso era decisivo para condicionartambién la política estatal. De estemodo, la legislatura acabaría en elmomento en que Jordi Pujol retirarasu apoyo a Felipe González o se adhi-riera a una eventual moción de censu-ra patrocinada por el PP ante losnumerosos casos de corrupción quesalen a la luz en esta época.

El capítulo VII («El rechazo de laalternancia: el último gobierno delPSOE») está dedicado a los últimosaños del PSOE, marcados por losescándalos y los intentos de la oposi-ción por lograr la dimisión del Presi-dente del Gobierno, ineficaces mien-tras el PSOE contara con el apoyo deCiU. Sin embargo, a finales de 1995cambian las circunstancias. Por unlado, en las elecciones autonómicasdel PSOE pierde la mayoría que hastaentonces tenía en el Senado, a causade la incorporación de nuevos sena-dores autonómicos, designados porlas distintas Comunidades Autóno-mas, lo que suponía una señal al Pre-sidente del Gobierno para adelantarla convocatoria de elecciones. Sinembargo, esta señal no es atendida.Con ello se trata de evitar la segundaalternancia en la democracia españo-la, que ya aparece como inminente,

hasta que resulta ineludible cuandoPujol retira el apoyo al Gobiernoantes de las elecciones autonómicascatalanas de diciembre de 1995. Enesa situación, Felipe González notiene más remedio que disolver lasCortes y convocar elecciones genera-les para el día 3 de marzo de 1996,abriendo así la puerta a la alternanciapor segunda vez en nuestra democra-cia.

El PP, sin embargo, no alcanza lamayoría absoluta anunciada por lossondeos y, una vez más, resulta nece-sario recurrir al apoyo de los partidosnacionalistas para poder formargobierno. La causa de que no logre laamplia victoria que cabía esperar laatribuye el autor a la escasa culturademocrática en España, que no per-mite la existencia de una amplia fran-ja de electores flotantes que otorgansu voto alternativamente a uno u otrode los grandes partidos, según lacoyuntura política del momento.

En el capítulo IX expone algunasde las características del gobierno delPP, derivadas de lo que se ha analiza-do en los capítulos previos; en con-creto, los escándalos políticos durantela anterior legislatura y el no haberlogrado la mayoría absoluta. La pecu-liaridad más importante de este pe-ríodo será que la sombra de lacorrupción se proyecta sobre la activi-dad parlamentaria del PSOE, deforma que el PP puede gobernar dehecho sin una oposición real. Porello, «la alternancia futura aparececada vez más alejada del horizontepolítico español» (p. 222). Esto esmás grave aún que si quien se encon-trara en esa situación fuera el partidoen el poder, porque así el país se

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queda sin esperanza de futuro y, ade-más, el gobierno de turno tiene lasmanos libres para ejercer el poder sinel freno que supondría una oposiciónlegítima. Por eso, critica el autor algu-nos de los actos de gobierno del PPpróximos a modos autoritarios, comola Ley sobre secretos oficiales, deter-minados nombramientos en el poderjudicial o en medios de comunicaciónde titularidad estatal y la negativa a ladescalificación de los papeles delCESID. A ello hay que añadir las con-cesiones hechas por el PP a sus aliadosdebido a la insuficiente mayoría parla-mentaria, que llevan al Presidente delGobierno al incumplimiento demuchas de sus promesas electorales.Por lo tanto, quien realmente estáejerciendo una función de freno ycontrol al partido en el gobierno no estanto el partido mayoritario en laoposición, sino los partidos minorita-rios que le han prestado su apoyo parapoder formar gobierno.

Los últimos capítulos del libro tra-tan el tema de la alternancia aplicadoa otros ámbitos distintos de la políti-ca. En primer lugar, a personajes que,por distintos motivos, sobresalen enla historia y son, por tanto, singula-res: Tomás y Valiente, que desde sucargo de Magistrado y Presidente delTribunal Constitucional contribuyó aponer las bases de nuestro Estado deDerecho; Mario Soares y Adolfo Suá-rez, cuya contribución a la instaura-ción de la democracia en Portugal yEspaña, respectivamente, resultainsustituible; Tony Blair, político bri-llante que tiene en su haber el logrode deshancar a los conservadores, des-pués de diecinueve años en el poder,poniendo nuevamente en marcha la

alternancia en Gran Bretaña. Por últi-mo, Gustavo Villapalos, con quien elautor muestra una actitud muy críticapor considerar que ha alcanzado unagran notoriedad en la vida públicaespañola que no se debe a sus propiosméritos, sino a una estratégica yhueca labor de imagen.

La universidad española y los malesque la aquejan es otro de los campossobre los que el autor proyecta la ideade alternancia. Harán falta variasgeneraciones para regenerar la situa-ción crítica que atraviesa, debida enparte a la masificación y a la funcio-narización a partir de 1982 de aspi-rantes a profesores políticamente afi-nes al PSOE, como consecuencia dela LRU. Ambas circunstancias hanimpuesto la mediocridad más absolu-ta en la universidad. Por ello conside-ra el autor que no hay alternanciapara la universidad española.

«La alternancia en el oficio» recogevarios artículos que son producto dela experiencia del autor en el cargo deEmbajador de España en Italia, oficioque ha alternado con el de profesorde universidad. Los dos últimos capí-tulos están dedicados al fútbol —enalgunas de sus implicaciones jurídicasy políticas—, como deporte que casino goza de alternancia en España, y ala presentación de cuatro libros sobredistintas cuestiones de Derecho opolítica.

A modo de epílogo se analizan dosacontecimientos recientes que puedenfavorecer el desbloqueo para unanueva alternancia, esta vez sí en senti-do político. Por un lado, la celebra-ción del XXXIV Congreso del PSOE,que, aunque destinado a fortalecer lafigura de Felipe González, desde el

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momento en que éste anuncia suintención de no presentarse a la ree-lección del cargo de Secretario Gene-ral, se abre una vía a la regeneracióndel partido para que pueda ejerceruna auténtica oposición. El otrohecho significativo para el desbloqueofueron las numerosas manifestacionesque tuvieron lugar en toda España araíz del asesinato de Miguel ÁngelBlanco. Especialmente relevante fueel cambio operado en el País Vasco,puesto que el apoyo de la sociedadvasca resulta indispensable para aca-bar con el terrorismo de ETA.

En conclusión: no hay que esperarde este libro ni un estudio sistemáticodel concepto de alternancia, ni de laalternancia reciente en España. Es unlibro de otro tipo; compuesto por

artículos en su mayor parte publicadosen la prensa, otros redactados para lapresentación de algún libro. Quizá poreso lo que se echa en falta es un traba-jo de «depuración» por parte del autorde aquellos elementos demasiado«contextualizados», es decir, derivadosde la ocasión para la que se ha escritoel artículo. Si bien el autor en todoslos capítulos explica cuál ha sido la cir-cunstancia que ha motivado la redac-ción de los textos que lo componen.En cualquier caso, el libro resulta útily muy interesante para seguir el desa-rrollo de la política española en losúltimos años, sobre todo en lo que serefiere a las causas del desgaste delPSOE y del acceso del PP al poder.

Carmen INNERARITY

CHRIS TIIXY y CHARLES TILLY

Work under capitalism(Boulder, Col., Westview Press, 1998)

Hace unos años se publicó elconocido libro de Jeremy Rifkin Elfin del trabajo humano, en el que seplanteaba de forma simplista la tesisde que los avances tecnológicosrecientes estaban haciendo innecesa-rio trabajar y lo iban a hacer todavíamás en un futuro próximo. El argu-mento era muy sencillo: se está multi-plicando tanto la productividad desdehace más de un siglo que no tienesentido que todos nos dediquemos atrabajar, algo por otra parte tan incó-modo, cuando se ha abierto el cuernode la abundancia para la humanidad.

Con muy pocas cifras, y un exceso debrillantez, se planteaban unos proble-mas cuya solución no es posible quesea tan simple; todo lo contrario, quees muy compleja por afectar a la esen-cia misma de la concepción del hom-bre y de la sociedad. De todas mane-ras, es indudable que se planteabanpreguntas interesantes, quizás máspreguntas que posibles solucionesofrecidas. Igualmente, todo el esque-ma desarrollado ayudaba a proponernuevos interrogantes: ¿Cómo se dis-tribuirían, sin tener en cuenta el tra-bajo, todos los bienes y servicios que

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tan abundantemente se podían pro-ducir? ¿Cuáles serían las motivacionespara abordar esa producción necesa-ria? ¿No hay datos para pensar que lasnecesidades humanas se van acrecen-tando en la complejidad de las nuevassociedades? ¿No hay, claramente,algunas necesidades que dan lugar aotras nuevas con su satisfacción? ¿Unmundo tan complejo no hace mayorla necesidad de seguridad?

En este sentido, lejos de plantea-mientos sistemáticos y de referenciasa estudios científicos recientes, casihuyendo de ellos, el libro de Rifkinaparecía fundamentalmente como unintento de hacer afirmaciones de sen-tido común, inteligibles para todoslos lectores, sensibilizador; de ahí suéxito. Nos proponía, en efecto, unareflexión sobre el futuro del trabajocomo consecuencia de la aparición delas nuevas tecnologías, en especialdesde las claras perspectivas de cam-bio vislumbradas por todos en las tec-nologías de la información. Si la Pri-mera Revolución Industrial multipli-có, hace ya más de dos siglos, la pro-ductividad por trescientos, en la auto-rizada opinión de Adam Smith, y laSegunda (Técnico-científica) y la Ter-cera (Informacional) han realizadounos aumentos semejantes, estamosante un incremento millonario de laproductividad. Habría, por tanto,razones para creer, con más motivosque los que proporcionó el liberalis-mo inicial, que se ha instalado defini-tivamente para la humanidad la socie-dad de la abundancia. De todas for-mas, la experiencia más palpable hamostrado que, lo mismo hace dossiglos que hoy día, pueden coexistirabundancia y escasez generalizadas.

Y, de la misma manera, que la distri-bución social de lo producido en lassociedades capitalistas ha estado liga-da a la remuneración del trabajo per-sonal, sin que se hayan propuestootras formas de distribución alternati-vas; de aquí el miedo que acarrea suposible desaparición. Por todo ello,parece necesario plantearse una refle-xión detenida sobre el futuro del tra-bajo, para ver la influencia que pue-den tener las nuevas tecnologías de lainformación.

Trabajar es una actividad normal,ordinaria, de la que todos tenemos unconocimiento acumulado, experienciapersonal, que podemos pensar es bas-tante racional y que compartimos contodo el mundo. De todas maneras, alleer libros como el recientementepublicado Work under capitalism, deChris Tilly y Charles Tilly, es fácildarse cuenta de que muchas de lasideas manejadas sobre el trabajo sonfruto de experiencias muy particula-res y difícilmente generalizables, yque las ciencias sociales han acumula-do en los últimos años abundantesinvestigaciones que nos pueden ayu-dar a tener una idea más precisa de loque realmente ocurre en el mundodel trabajo.

El nuevo libro a que nos referimosno se centra de una forma directa enel futuro del trabajo; más bien hablade su presente y del pasado inmediatodesde unos planteamientos raciona-les, manejando series temporales dedatos y recogiendo los numerososestudios realizados sobre aspectosmuy concretos del trabajo y las nue-vas tecnologías. Nos procura así,desde diferentes perspectivas teóricas,una visión general y profunda de

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ambos temas, que permite abordarotros problemas anteriormente trata-dos con bastante superficialidad,como la creciente pérdida de dominiode las habilidades y conocimientosproductivos por los trabajadores o elineludible crecimiento del desempleo.Sobre el futuro del trabajo, sus mati-zadas conclusiones son muy diferen-tes de las que podrían deducirse a pri-mera vista. Frente a los que creen quehemos llegado al fin del trabajohumano, se plantea que es posibleque asistamos a pocos cambios dadoque estamos en una organizaciónsocial concreta y compleja cuya reali-dad es producto de una historia en laque han influido muy diferentes inte-reses hasta lograr un equilibrio. Endefinitiva, el trabajo es mucho másuna construcción social que tecnoló-gica, por lo que su cambio suponeunos acuerdos entre diferentes tiposde intereses; que se vean los benefi-cios que para los diferentes tipos deactores supone el cambio tecnológico,por ejemplo.

El primer punto que los Tillyintentan tener en cuenta, para conse-guir una visión acertada de lo que esel trabajo, es que no es sólo una acti-vidad que se lleva a cabo a través deempleos determinados, sometidos aun especial mercado de trabajo. Haymuchas actividades que realizan laspersonas fuera de esta estrecha defini-ción que son también trabajo: el cui-dado de la casa y de los niños peque-ños, ayudar en negocios familiares,escribir libros y dar conferencias orecitales, cuidar enfermos, planearrobos y asesinatos, ayudar a otros conel propio esfuerzo sin un pago deter-minado, realizar reparaciones en casa

o cuidar el jardín, preparar un exa-men o realizar las tareas impuestas enel colegio, y un larguísimo etcétera.Por eso, aunque nuestro interés secentre en el trabajo pagado, realizadopor encargo y sometido a un mercadoque existe fundamentalmente en lassociedades avanzadas, no podemosolvidar que existen otras múltiplesformas de trabajo.

En segundo lugar, se considera quepara combatir el determinismo tecno-lógico, económico (del mercado) ycultural debe tenerse siempre encuenta que: no es una tarea de indivi-duos aislados que responden a unmercado, sino una relación socialentre trabajadores, empleadores yconsumidores; el mercado de trabajono es algo natural y un fenómenouniversal, sino un producto históricocontingente de la lucha por el controlde las condiciones de trabajo; las his-torias que tienen que ver con el dere-cho, los recuerdos, las creencias pre-valentes, el conocimiento acumuladoy las relaciones sociales existentes seenfrentan con formas de cambiar lasorganizaciones productivas; losempleadores, trabajadores y empren-dedores crean nuevas organizacionesproductivas, aprovechando retazos dela estructura social previa, para deesta manera comprometerse ellos mis-mos inconscientemente en las cone-xiones establecidas en esa estructurasocial; las nuevas tecnologías entranen la organización principalmentecomo instrumentos de búsqueda debeneficio capitalista, siempre dentrode los rigurosos límites establecidospor acuerdos mutuos y las relacionessociales existentes; los trabajadores,empleadores y supervisores frecuente-

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mente usan su conocimiento especia-lizado de las tecnologías productivascomo medios de lucha; como resulta-do de la lucha resultan acuerdosmutuos, leyes, acciones gubernamen-tales y creencias comunes, que tienencomo consecuencia el tipo de organi-zaciones de trabajo adecuadas o posi-bles. Sobre estas bases se pretende ale-jar de la consideración del trabajo ode los mercados de trabajo y las pro-fesiones de las lógicas intemporales delos intereses individuales, de la tecno-logía, del mercado o de la ideología.Hay que intentar construir un campode estudio que tenga en cuenta lasespeciales características culturales ehistóricas de cada situación y queconsidere el trabajo y los mercados detrabajo como interacción social másque como suma de los resultados delas acciones individuales (p. 4).

En tercer lugar, más allá de las teo-rías neoclásicas, marxistas o institucio-nalistas que se manejan con frecuenciaen las ciencias sociales, incluso inten-tando sacar de ellas lo que tienen deaprovechable, podría pensarse en unateoría general del trabajo y del merca-do de trabajo que debería tener lassiguientes características: que conside-re que existe una gran cantidad devariaciones en la organización del tra-bajo en sus diversas formas; que espe-cifique cuándo y dónde aparece elmercado de trabajo, de la mismamanera que cuándo y dónde la orga-nización del trabajo toma otras formasdiferentes de las del mercado; queproponga dentro del mundo de losmercados de trabajo cómo se deberíatener en cuenta un amplio espectro defenómenos que incluyen la segrega-ción de tareas por raza o género, el

diferencial de compensación de losempleos y categorías de los trabajado-res, cómo la gente encuentra losempleos, cómo los empleos encuen-tran a la gente, las historias de lagente sobre el trabajo, y el uso dediferentes incentivos por los trabaja-dores; habría que especificar, igual-mente, mecanismos causales verifica-bles por sus efectos; y debería ser con-sistente, parsimoniosa y cierta (p. 16).

Y sobre estos fundamentos hacenlos Tilly una definición amplia deltrabajo que nos lleva a considerarlocomo «cualquier esfuerzo humanoque añada valor de uso a los bienes yservicios. Sin embargo, muchos de losque lo realicen pueden encontrarsatisfacción o disgusto en el esfuerzo,la canción, la conversación, la decora-ción, la pornografía, poner la mesa,limpiar la casa, reparar o romper losjuguetes, todo ello envuelve trabajo enla medida en que se aumenta la satis-facción de los consumidores. Antes denuestro siglo, una gran mayoría de lostrabajadores del mundo realizaban lamayor parte de su trabajo de otrasmaneras muy distintas del trabajo asa-lariado tal y como hoy lo conocemos.Incluso hoy, considerando el mundoen su totalidad, la mayoría del trabajotiene lugar fuera de los empleos regu-lares. Sólo un prejuicio, alimentadopor el capitalismo occidental y sumercado de trabajo industrial, puedehacer considerar el agotador esfuerzogastado como pago dinerario fuera decasa como si fuera el único "trabajoreal", relegando otros esfuerzos adiversión, crimen y mera limpieza dela casa» (p. 22).

De esta manera, es fácil precisarque, a lo largo de la historia humana,

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la mayoría del trabajo ha tenido lugaren uno de estos tres sitios: empresasdomésticas, como granjas o talleres;en comunidades locales, como gruposde cazadores o en ciudades; y engrandes organizaciones, como planta-ciones y ejércitos, conducidos porespecialistas en reclutar gente y man-darla. En ninguno de estos sitios elmercado de trabajo opera en el senti-do estricto de la palabra. Incluso hoydía, una buena parte del trabajo,incluso la mayoría si tenemos encuenta el tiempo dedicado, se hacefuera del mercado.

Para acabar de precisar lo que es eltrabajo, abordan los Tilly en su mag-nífico libro una definición de losprincipales términos unidos a la acti-vidad laboral, tales como: procesoslaborales, mercados laborales, contra-tos, empresas, empleos, ocupaciones,oficios, profesiones, etc. Vamos areferirnos solamente a dos de ellosque tienen un particular interés: losprocesos y los mercados laborales.

Todo trabajo envuelve procesoslaborales, realizaciones de esfuerzoscon un interés y calidad variable endiferentes aspectos de produccióndentro de unas condiciones tecnoló-gicas específicas. La innovación en eltrabajo consiste en alteración de losprocesos de trabajo: cambiandointensidad y cualidad del esfuerzo,cambiando la aplicación del esfuerzoa diferentes aspectos de la produccióny cambiando las condiciones técnicas.Pequeños ajustes de los procesos labo-rales se realizan incesantemente inclu-so en formas muy estandarizadas deproducción: por una parte, los traba-jadores maniobran entre sus propiosintereses y los requerimientos de la

tarea; por otra, los trabajadores, losempleadores y los consumidoresnegocian sus acuerdos y desacuerdossobre lo que hay que producir y cómo(pp. 23-24).

El mercado laboral se ha formadofundamentalmente bajo el capitalis-mo, sistema de producción en el quelos que aportan el capital, respaldadospor la ley y el poder del Estado,toman las decisiones cruciales refe-rentes al carácter y a la localizacióndel trabajo. En esta perspectiva capi-talista, las opciones que se consideranlegítimas para conseguir tener unbien son dos: hacerlo (convenciendoa otros para que lo hagan) y comprar-lo. De esta manera, el mercado labo-ral divide el trabajo entre empleospermanentes, realizados dentro deempresas en competencia, cuyos pro-pietarios y directores contratan yechan a los que ocupan los empleos,negocian con ellos las condiciones desu empleo, les pagan, supervisan surealización y se apropian de lo produ-cido.

En el mercado laboral tenemos, portanto, muy diferentes elementos:empleos (acumulación de contratosde trabajo asignados a una persona demanera formal y durable), empresas,trabajadores, empresarios, redes deempleo (de reclutamiento por losempresarios o de suministro por lostrabajadores), salarios, contratos(conjunto de transacciones de trabajoorganizadas y durables, realizadasentre un productor y un receptor,para determinar los derechos y obli-gaciones mutuos), ocupaciones (con-junto de empleos equivalentes), ofi-cios (con una formación profesionalformal o informalmente acreditada) y

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CRÍTICA DE LIBROS

profesiones (tareas con un cierto con-tenido basado en el conocimiento ycon un cierto control de su realiza-ción desde fuera del mercado).

Se considera que el trabajo, aunquepuede hacerse en solitario, dependeen general de una transacción entreproductores y receptores de valor aña-dido. Ésta se realiza en un campodonde existen unas tecnologías ase-quibles que conforman las posibilida-des de producción. Adoptando lastecnologías más eficientes que se pue-den conseguir, los propietarios ydirectores diseñan sistemas de pro-ducción que incluyen empleos paratrabajadores. Se ofrecen los empleos,uno a uno, a los trabajadores másbaratos que puedan desempeñarlosadecuadamente. Los trabajadoresindividuales ofrecen sus servicios a losempresarios que paguen el precio máscaro a sus cualidades. Las empresasque no encuentran estas condicionesfracasan en la competición con otrasque consiguen un coste inferior.

La organización social del trabajocambia mucho de un sitio a otro y deun momento a otro; por eso, para vis-lumbrar el futuro es necesario hacerun análisis cuidadoso. Si conocemosbien cómo es el trabajo hoy y cómoha cambiado desde situaciones ante-riores, quizás seamos capaces de orien-tar las posibilidades del futuro, inclu-so ayudar a crear formas más desea-bles de trabajo. Esto es importanteporque el tipo de tarea que la gentedesarrolla, y a la que dedica un granesfuerzo, afecta de manera clara a subienestar dentro y fuera del trabajo.

Podríamos intentar resumir lasconclusiones de los Tilly en lossiguientes puntos:

1. Aunque hay una búsqueda dela eficiencia del mercado, no se debesubestimar la aportación de las redessociales, la estructura de las organiza-ciones, la cultura, la historia y laacción colectiva (p. 246).

2. Habría que seguir investigan-do un modelo que tenga en cuentasobre todo las transacciones entre losindividuos más que a los individuosmismos. Tanto el trabajo como otrasactividades se hacen en función deunos supuestos sobre las formas posi-bles de interacción.

3. Se considera que el mercadolaboral funciona con unos empresariosy una fuerza de trabajo libres; sinembargo, tanto los trabajadores comolos empleadores crean o incorporan confrecuencia barreras organizativas quedificultan el libre movimiento del tra-bajo: monopolios profesionales, organi-zaciones artesanales, redes de recluta-miento basadas en tipos especiales deemigrantes, estratos internos en laempresa, requisitos específicos para sercontratados y muchas cosas parecidas.Al detectar tales barreras nos damoscuenta que empresarios y trabajadoresestán en una continua negociación conacuerdos relativos a la organización yque se persiguen múltiples objetivos,además de los monetarios (p. 258).

4. Los trabajadores dedican dife-rentes grados de esfuerzo, de conoci-miento y de aplicación al trabajo enfunción de las negociaciones entretrabajadores y empresarios. Aunquemuchos de los acuerdos son colecti-vos y generales, hay muchos otros quetienen que ver con el tira y afloja deltrato diario.

5. La lucha por la calidad y la efi-ciencia en la producción de bienes y

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servicios tiene que ver sobre todo conla cultura y las redes de relacionesinterpersonales. No está claro que elmercado competitivo sea la formadeseable y normal de conseguir la efi-ciencia.

6. Las remuneraciones recibidasdependen de una amplia serie de fac-tores tales como: el poder de laempresa en el mercado; la cantidadinvertida de capital por trabajador; elcontrol que hayan conseguido los tra-bajadores de la empresa; el impactode lo recibido por los trabajadores enel agregado de resultados de la empre-sa; la posible susti tución de eseimpacto; la colocación de los trabaja-dores en las diferentes categorías máso menos favorecidas; las relaciones delos trabajadores con otros bien situa-dos en algunos de los puntos anterio-res; la naturaleza de las institucionesreguladoras en la empresa, en la ramaindustrial concreta o en las ocupacio-nes; la inercia en muchas de las confi-guraciones iniciales de los factoresseñalados anteriormente. Todos estosfactores afectan a las remuneracionespor influir en las condiciones de tra-bajo en general.

7. Lo que produce la selectividadpara la contratación y la promociónes en primer lugar la tendencia, den-tro de la empresa, de los directores yde los trabajadores a crear grupos seg-mentados de tareas, caracterizadaspor diferentes remuneraciones enfunción de su relación con el poder.Por otra parte, miembros de algunasredes transversales que cruzan loslímites de la empresa —amigos, gru-pos de emigrantes o graduados enalgunas universidades— organizansus propios accesos preferenciales a

ciertos grupos de trabajo. La selectivi-dad interna y externa se conjuganpara reproducir la división existente.

8. La segmentación en diferentesmercados de trabajo tiene que ver conla eficiencia, con la historia de lasnegociaciones y con la propia inercia.Con frecuencia, el traslado de infor-mación se reduce a unas áreas resi-denciales, a unas razas o a unos tiposde emigrantes. La información sobreunos empleos disponibles llega a unossitios y no a otros por las redes derelaciones existentes.

En la medida en que se tenga encuenta todo lo dicho, es fácil conside-rar que los cambios en el trabajo novan a depender tanto de los avancestecnológicos y del mercado como dela compleja red mediadora de los pro-cesos organizativos, muchos ligados anegociaciones contingentes. Por eso,para los Tilly, las especulaciones acer-ca del futuro del trabajo frecuente-mente se mueven en un amplio aba-nico que va desde lo que las tecnolo-gías podrían hacer posible a lo queestá actualmente ocurriendo, con losordenadores organizando y ejecutan-do todos los trabajos, a través de latecnología de la comunicación quemedian todas las transacciones. Laspredicciones más prudentes confíanen la interacción entre tecnologías ymercados, con tecnologías de costoreducido desplazando a sus anteceso-ras más caras, pero sólo dentro de loslímites de la demanda del mercado.«Aunque estamos de acuerdo en quela innovación técnica y la reorganiza-ción del mercado continuarán influ-yendo sobre el trabajo, como lo hanhecho anteriormente, nuestro análisis

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indica que los requerimientos de lasorganizaciones canalizan la adopciónde las nuevas tecnologías y la trans-formación de rutinas de trabajo paraacomodarse a ellos. La mayoría de losfuturos técnicamente posibles no sematerializan» (p. 263).

No podemos dejar de estar deacuerdo con ellos en que la mayoría dela gente continuará trabajando duran-te gran parte de su vida, simplementeporque la producción de valor añadidopermanecerá para la mayoría de lagente como la única manera posible deadquirir los medios para obtener losbienes deseados; pocos vivirán delrobo, la herencia, la bondad de lanaturaleza o de la distribución autori-taria de la riqueza de otros. Tanto lacultura existente como las relacionessociales, derivadas de una experienciahistórica acumulada, continuaránlimitando las innovaciones en las for-mas de organizar la producción. Laintervención de otros actores externos,como el gobierno y los propietarios, semantendrá en influir a las organizacio-nes para el mantenimiento del trabajo.Más allá de la obvia continuidad,deberíamos buscar los cambios en elcarácter del trabajo donde se den estascircunstancias: el poder de negocia-ción de los diferentes grupos de pro-ductores y receptores cambie significa-tivamente; nuevos actores intervenganen la producción de valor de uso; sedisponga de nuevos modelos comple-tos de organización, a través de ladifusión y la intervención autoritaria;el relativo atractivo de la calidad, efi-ciencia y poder de los que controlanlas organizaciones productivas se alterenotablemente (pp. 263-264).

Termina el libro con un párrafo

que puede servir de muestra clarísimade lo que se pretende transmitir: «Enconclusión, es improbable que el tra-bajo cambie masivamente de carácteren las próximas décadas, porque lostrabajadores de bajos salarios de lospaíses pobres compiten con sus pri-mos capitalistas en los negocios, por-que los trabajadores capitalistas pre-fieran cambiar salarios por ocio oporque alguien invente el últimomecanismo de ahorrar trabajo. Esprobable que haya cambios a causa deque los circuitos internacionales decapital están ganando poder, porquelos gobiernos están perdiendo sucapacidad o propensión a reforzar losderechos establecidos de los trabaja-dores y porque las emigraciones delugares lejanos están trayendo nuevosgrupos de trabajadores a mercadoslaborales previamente cerrados. Elcambio de las relaciones de podertendrá mayor impacto que las nuevastecnologías o las alteraciones en la efi-ciencia de los mercados. El carácterdel trabajo bajo el capitalismo hadependido siempre de esforzadasnegociaciones dentro de los estrechoslímites institucionales establecidospor las historias previas de acuerdoscompartidos y de relaciones sociales.El futuro del trabajo continuarádependiendo de una lucha silenciosa,rutinaria, o abiertamente contencio-sa» (p. 264).

Aun valorando muy positivamenteesta última reflexión, debemos teneren cuenta que, como ellos mismosindican, los cambios realmente masi-vos en la calidad del trabajo, comolos que se dieron en la RevoluciónIndustrial, ocurren cuando la mayoríade estas transformaciones organizati-

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vas llegan juntas. La posibilidad deque las nuevas tecnologías de la infor-mación sean capaces de producircambios trascendentes depende de suutilización generalizada —todavía porver, pero cada vez más cercana— y deque se dé lugar a que sus efectos se

realimenten. En la medida en que seden estas dos situaciones, será fácilque asistamos a grandes cambios en eltrabajo que, afortunadamente, no vana significar su desaparición.

Antonio Lucas MARÍN

MARISA GARCÍA DE CORTÁZAR, JAVIER CALLEJO GALLEGO,

CONSUELO DEL VAL CID, LUIS ALFONSO CAMARERO RIOJA

Y FÁTIMA ARRANZ LOZANO

El tercero ausente(Investigación empírica sobre el papel de los adultos entre niños y televisión)

(Madrid, UNED, 1998)

La televisión es la institución cul-tural más paradójica de nuestrassociedades. Disfruta de un papel pri-vilegiado en los rituales de la vidacotidiana, al tiempo que sobre ella sedesatan toda suerte de valoracionesnegativas acerca de su influencia psi-cológica y social. A diferencia delresto de medios de comunicación,acogidos al paraguas protector de laslibertades públicas y siempre vistoscomo factores positivos para la demo-cracia, la televisión ha concitado todasuerte de profecías agoreras acerca desu decisiva contribución a la extin-ción de los aspectos más valiosos denuestra civilización. Este malestar ennuestra cultura es compartido portodo tipo de públicos, si bien no entodos ellos se expresa de la mismaforma. El gran público (al que sedirige la televisión) lo hace resistién-dose a confesar todo el (prolongado)tiempo que pasa ante el televisor, así

como denigrando sus productos (quesuele gustar con fruición). El otropúblico, el del mundo académico yen general el de los intelectuales,reacciona elaborando discursos apo-calípticos sobre el porvenir de unacultura basada en elementos a los quese acusa de ser incapaces de estimularel pensamiento y, por el contrario, deexcitar las más bajas pasiones. Losanálisis rigurosos y acumulados sobreeste medio son, por lo general, unarareza o pasan más bien desapercibi-dos a la atención de la opinión públi-ca. De esta manera, se ha creado unparadójico sentido común: el querechaza (formalmente) la televisión yal mismo tiempo se nutre de sus con-tenidos. Esta amalgama produce unaindudable incapacidad para distan-ciarse críticamente de la televisión, ytan sólo permite (y no siempre) unuso de la misma regido por la malaconciencia. Difícilmente proporciona

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habilidades para el trato con ella,dejando por tanto inerme al telespec-tador (al menos en el plano de lareflexividad) ante sus mensajes.

El libro que comento, El terceroausente, confirma esta última asevera-ción, pero lo hace a partir de un rigu-roso análisis sociológico de cómotiene lugar la recepción de la televi-sión por parte de los niños. Se plan-tean así varios de los grandes proble-mas que hoy tienen por delante lasCiencias Sociales, que por ahora semuestran más que remisas a enfren-tarse con uno de sus retos teóricos ymetodológicos más acuciantes. Enefecto, si se tiene en cuenta la grancantidad de tiempo que el niño pasaante el televisor, es necesario averi-guar qué sucede en esta interacciónmediática. La respuesta más extendi-da (y fácil) aportada por los científi-cos sociales ha sido la de sumar a estetiempo el análisis de los contenidosemitidos por la televisión. En estarecuperación de las primitivas teoríassobre la comunicación de masas, cier-tamente se hallará escasa luz parainterpretar el fenómeno televisivo ysus aportaciones a la socialización.Son necesarios esquemas teóricos máscomplejos y procedimientos metodo-lógicos más pertinentes. Las dos cosasse reúnen en este libro.

En efecto, el mismo parte de unacrítica de las teorías e ideologíasdominantes sobre la televisión, paraplantearse a la audiencia infantilcomo activa en su relación con latelevisión. En una perspectiva queintegra enfoques previos (que, pararesumir, van desde Katz y Lazarsfeld alos Cultural Studies), los autores secentran no tanto en el efecto de la

televisión cuanto en lo que con ellahacen los niños. Ahora bien, dadoque éstos no tienen una autonomíaconsolidada, sus defensas son meno-res y están siendo simultáneamentesometidos a la influencia socializado-ra de familia y escuela, hay que ponerde relieve el indudable papel media-dor que padres y maestros desempe-ñan en las relaciones de los niños conla televisión. La investigación se plan-tea como objetivo la articulación entrela influencia percibida de la televisióny la consideración que padres y educa-dores tienen como fuentes de influen-cia en la interacción de niños y jóve-nes con la televisión. A partir de lainfluencia que estos adultos percibenque ejerce la televisión, se pretendeconocer las estrategias que ponen enfuncionamiento para controlar omediar sobre tal influencia.

De conformidad con las creenciassociales sobre la televisión asumidaspor padres y maestros, éstos tratan demediar en el comportamiento de losmenores a través de mandatos. Elmandato es un precepto emitido porun superior hacia un inferior al quetrata de influir en su comportamien-to. Es una forma de poder, quepadres y maestros ejercen en contrade la influencia de la televisión. Lametodología de la investigación hasido diseñada precisamente paraponer de relieve estos mandatos. A talefecto se han empleado técnicas cuali-tativas: la entrevista en profundidadrealizada en los contextos vivenciales.Un diseño reticular ha permitido cru-zar las entrevistas para así poder con-trastar lo dicho por un sujeto por lodeclarado por los otros. La muestraobtenida está constituida por 196

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sujetos (84 niños, 84 padres y 28maestros).

Los resultados del estudio podemosagruparlos en tres grandes bloques: ellugar de la televisión en la familia yen la escuela, los mandatos y las rela-ciones entre los tres agentes intervi-nientes (padres, maestros y niños).Un primer acercamiento al tema es elpanorama que el libro nos dibuja dela televisión dentro de la familia. Laindividualización de las relacionesintrafamiliares afecta también al tratocon la televisión, que se ha hechoigualmente más individualizado. Sibien es verdad que el espacio y eltiempo domésticos se organizan entorno a la pequeña pantalla, no lo esmenos que rara vez toda la familia sereúne para ver televisión. El momen-to para ocuparse de ella no es el resul-tado (como a veces se supone) de lalógica de la negociación, sino de lalógica generacional. Cada grupo deedad tiene sus tramos horarios especí-ficos. Con lo que los niños, como losadultos, ven la televisión a solas y conautonomía. Las primeras horas de lamañana es para los niños: se despier-tan con la televisión. La noche es paralos adultos. El conflicto, de presentar-se, es por la tarde. El caso de la escue-la es distinto: no suele estar física-mente presente el televisor, pero tam-poco es una realidad de la que sehable; o se ignora o, si se la trae acolación, es para poner en guardia alos colegiales por sus supuestos efec-tos negativos en el rendimiento esco-lar. De esta manera, la escuela se dis-tancia todo lo que puede de la televi-sión.

Los mandatos que los adultos diri-gen a los niños pueden ser de dos

tipos: o prescripciones (de carácterpositivo, que en este caso estribaríanen aprovechar con fines educativosdeterminados programas y espacios) oprohibiciones. La forma de mandatoideal es la prescripción argumentada.Pero dada la creciente individualiza-ción de las relaciones y el escasoconocimiento de los contenidos tele-visivos que manifiestan los adultos,no suele aparecer la misma. Lo quelos padres buscan, en definitiva, es la«evitación» de la televisión por mediode sumergir al niño en otras activida-des alternativas (que por lo generalconsisten en la prolongación de lajornada escolar). Dentro del hogar, esla madre quien asume el principalprotagonismo a la hora de producirmandatos destinados a encauzar lasrelaciones de sus hijos con la televi-sión. Los mandatos de los padresadoptan tres formas de intervenciónsobre sus hijos: 1) El heterocontrol,propio de las clases medias menosacomodadas, en el que los padresentienden que deben vigilar y contro-lar mediante imperativos explícitos eluso de la televisión por parte de losniños. 2) El autocontrol, que apareceen los estratos altos de las clasesmedias y que es a la vez el horizonteideal deseado por los enseñantes.3) El descontrol, del que se acusa alos enseñantes. En general, hay másmandatos de las clases medias que delas populares, con lo que vemosemerger como un factor explicativoimportante el de la estructura social.

En fin, las relaciones entre los tresagentes aparecen plagadas de contra-dicciones y complejidades. Entrepadres y educadores se abre un granabismo. Los padres mitifican el papel

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del maestro en la educación audiovi-sual de sus hijos. Un papel que, comola investigación señala, es irrelevante.Entre educadores y niños aparecensólo mandatos de carácter negativoque subrayan los peligros físicos deestar mucho tiempo delante del tele-visor y que ponen de relieve la desin-formación de las potencialidades edu-cativas del mismo. Los padres sobrelos niños mantienen una curiosa rela-ción: niegan que sus hijos sean telea-dictos, y tan sólo ven el problema enlos niños de los demás. Los peligrossolamente los sitúan en la influenciade la publicidad, a la que responsabi-lizan del incremento de las expectati-vas de consumo de sus retoños. Con-siguientemente, los padres piden unareducción de la publicidad en televi-sión (y también de la violencia). Lospadres, en cualquier caso, ven en latelevisión un poderoso instrumentopara el desarrollo del niño. Los profe-sores, por el contrario, encuentran enella un enemigo que interfiere y difi-culta su socialización. Para los niños,la televisión es un don, un regalosiempre vivo y estimulante del queobtienen gratificaciones inmediatas.

La conclusión general de este libroes que, frente al discurso apocalípticodominante sobre la televisión, lafamilia y la escuela apenas desarrollanactitudes y comportamientos que per-mitan mediar o interferir en tan per-judicial influencia. Los adultos estánausentes, y el niño ha de habérselasen solitario con la televisión. «Si seconsidera a la televisión como unnotable enemigo en la educación y eldesarrollo del niño —concluyen losautores—, tal vez lo mejor sea unirsea él y utilizar el medio y la relación

del niño con el medio para formarleen la recepción crítica de los mensajestelevisivos y, en definitiva, de losmensajes del mundo. Si no se consi-dera como tal enemigo a la televisión,es mejor callarse y dejar que niños yadolescentes disfruten cuanto puedancon el medio.»

El libro en su conjunto es, tal ycomo acabo de sintetizar, una valiosaaportación a la investigación decomunicación de masas desde la pers-pectiva sociológica. Tiene, además, laventaja de recuperar el papel protago-nista de los sujetos frente a las tesisdominantes de las estructuras ciegas ode los mensajes autorreferidos. Laperspectiva se desplaza aquí de losesquemas culturalistas que privilegianlos discursos a las prácticas sociales yal sentido de las mismas. Una contri-bución por parte doble: un rico apor-te de información empírica (del quesiempre está necesitada la Sociología)y un enfoque teórico que enlaza conlos modelos teóricos más consistentesen la tradición sociológica.

Este libro ha de ser un claro refe-rente de ulteriores investigacionesque continúen desbrozando el terre-no aquí roturado. En razón de estavirtualidad, me voy a permitir añadiralgunas que se derivan de los ricosresultados alcanzados por MarisaGarcía Cortázar, Javier Callejo, Con-suelo del Val, Luis Alfonso Camare-ro y Fátima Arranz. En primer lugar,la importancia y conveniencia parael análisis de esta complejidad deemplear más de una técnica de inves-tigación. En concreto, la observa-ción, que puede permitir conocercon más aproximación la circulaciónde los mandatos. Igualmente puede

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ser útil el grupo de discusión (padresy profesores) para hacer aflorar lasrelaciones entre los agentes socializa-dores.

Un segundo aspecto importanteque requiere de ulteriores indagacio-nes es el referido a la producción delos mandatos: cómo padres y maes-tros elaboran sus imperativos sobre latelevisión. Poner de relieve este extre-mo ha de aportar bastante luz acercade sus comportamientos mediadoresentre niños y televisión. Son varias lashipótesis que a tal efecto puedenplantearse: desde la falta en los mis-mos de una cultura audiovisual hastala que se refiere a las estrategias de latelevisión en sus relaciones con lafamilia y la escuela. Es interesante eneste caso dar cabida a un «tercero pre-sente pero no visible», que es el agen-te mediático (en tal categoría incluyoa periodistas y creadores en general deproductos televisivos).

De lo anterior se desprende un ter-cer ámbito de análisis que el librodeja abierto: el de cómo aliarse con latelevisión para controlar el uso que deella hacen los niños y los efectos quesobre ellos puedan producir sus men-sajes. Ello nos remite no sólo a lasacciones individuales que cada agenteeducador o cada institución concreta(familia y escuela) sean capaces de lle-var a cabo, sino de las posibilidadesque tiene la esfera privada de mante-ner unas relaciones equilibradas conuna esfera pública como es la televi-sión.

Queda, por último, un amplioespacio para el debate y la discusiónteórica a partir de datos e informacio-nes tan sugerentes como los propor-

cionados por este libro. Un debateque ha de integrar a la televisión den-tro de una teoría más amplia sobre lamodernidad. Al menos se me ocurrenlas siguientes dimensiones comodirectamente afectadas por la presen-cia de la televisión en las agencias tra-dicionales de socialización, tal ycomo describe este libro. En primerlugar, la redefinición del yo y de laexperiencia a partir de la individuali-zación que propicia el uso televisivo.En segundo lugar, el cambianteespectro de roles de los padres en vir-tud de la presencia del hogar de unainstitución que reorganiza la vida delhogar y obliga a plantearse lo inme-diato desde ópticas múltiples (y hete-rogéneas). En tercer lugar, la confron-tación escuela y televisión implica laconfrontación de procesos de raciona-lidad diversos y cuya resolución espor hoy incierta.

Si para las Ciencias Sociales el pre-sente libro tiene resultados (y virtua-lidades) sustantivos, no menos lostiene para los propios agentes impli-cados en su análisis. La imagen quede ellos proporciona puede hacerlesconscientes de su «ausencia», propor-cionándoles claridad conceptual paraplantearse con realismo y rigor algu-nos de los principales problemas queles atañen como agentes de socializa-ción. No es el menor de ellos el quese refiere a esa «tentación de la ino-cencia» en virtud de la cual sólo soncapaces de reconocer las fuentes delos problemas en los otros, y no en lapropia asunción de sus propias res-ponsabilidades.

Félix ORTEGA

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M.« JESÚS FUNES RIVAS

La salida del silencio. Movilizaciones por la paz en Euskadi, 1986-1998(Madrid, Akal, 1998)

El estudio sobre las movilizacionespor la paz en Euskadi en los últimosaños, y especialmente el estudio sobrelos movimientos sociales Gesto por laPaz y Elkarri, afrontaba un reto muysingular. El constituir una auténticaprimicia en el estudio de este tipo demovimientos. Mientras viejos (movi-miento obrero y, en cierto modo,movimientos nacionalistas) y ya notan nuevos (feminismo, ecologismo,antimilitarismo) movimientos socia-les t ienen—y mant ienen— unaextensa, casi exhaustiva, atención aca-démica, otros movimientos, entre losque se halla el objeto de este libro,han merecido escasa atención.

Deberíamos incluir a estos movi-mientos sociales por la paz en unacategoría de movimientos a la quepodemos denominar como movi-mientos por la solidaridad. En ellos lasolidaridad no es sólo, como en losdemás movimientos, una forma dehacer y ver el mundo (acción y cos-movisión) solidaria, sino que la soli-daridad constituye el objetivo, el hori-zonte del movimiento; el movimientopretende que prioritariamente seanlos Otros los que se beneficien de Suacción. En el genérico conjunto delos movimientos sociales, representa-dos y beneficiarios de la acción pre-sentan límites borrosos, pero en cual-quier caso los protagonistas de lasmovilizaciones también se beneficiandirectamente y visiblemente de loséxitos de las mismas. En los movi-mientos por la solidaridad, en losmovimientos en favor del tercer

mundo y de los emigrantes, en losmovimientos antirracistas, la satisfac-ción de intereses de aquellos que semovilizan resulta, al menos, escasa-mente visible. Y dentro de estosmovimientos tienen una especial rele-vancia aquellos dirigidos a restablecerla paz —la paz que ha sido vulneradamediante la muerte decidida porrazones «políticas»— de unos Otros(otros pasados y previsiblemente tam-bién unos otros en el futuro).

Creemos que la investigación sobreel fenómeno de algunos de estosmovimientos, en concreto, por ejem-plo, a los dedicados a la cooperaciónal desarrollo, ha recibido una aten-ción comparativamente irrelevante asu espectacular crecimiento. Peroalguna han tenido. Sin embargo, enel caso que nos ocupa, éste es el pri-mer estudio con pretensiones científi-cas —rigurosa base empírica, cohe-rencia y amplitud de variables estu-diadas— que se presenta.

La autora supera con creces estereto. Porque consigue definir y preci-sar aquellos aspectos fundamentales,tanto en la caracterización como en ladescripción del proceso —nacimien-to, consolidación, éxitos, retos—, deestos movimientos, y en concreto delmovimiento Gesto por la Paz y elmovimiento Elkarri. La autora no selimita a narrarnos, a describir quiénesson, qué es lo que pretenden y cómotratan de lograr sus objetivos. Su aná-lisis es más profundo. Pretende ir másallá y responder a la pregunta de porqué los movimientos son como son y

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hacen lo que hacen. Así, por ejemplo,se describen las redes nutrientes deambos movimientos, cómo unos(Gesto) asientan su opción en ante-riores compromisos, en la culturacompartida del espacio eclesial cris-tiano, y cómo en otros (Elkarri) susorígenes deben buscarse, prioritariaaunque no exclusivamente, en elespacio de la izquierda abertzale. Eneste punto resulta muy sugerente ladescripción de las divergentes valora-ciones de los militantes de Elkarri desu experiencia en las distintas organi-zaciones del nacionalismo radical y delas mayores o menores distancias que,desde una genérica posición de disi-dencia, mantienen hoy frente almismo. Este ahondar las fuentes, losafectos, las vivencias compartidas, laslealtades, los marcos de interpreta-ción del mundo en los que surgenestos movimientos, nos da cuenta deforma mucho más rigurosa sobre lascausas de una u otra opción y de lospropios estilos de las movilizaciones.

También en esta línea de superarlas apariencias, resulta atractivo elanálisis que se hace del escenario de lasmovilizaciones por la paz, especial-mente en el caso de Gesto; los meca-nismos (hilvanados en los procesos dela psicología social y de la comunica-ción de masas) por los que esos ruti-narios actos de verdadera resistencialogran multiplicar sus efectos en laopinión pública.

Como no podía ser de otra manera,la autora se ve obligada a tratar deforma muy sintética los contextospolíticos generales; el papel del nacio-nalismo en el País Vasco, la evoluciónde HB, las transformaciones de lasociedad vasca, etc. Pero resulta sor-

prendente lo preciso y adecuado queresulta su acercamiento a este compli-cado panorama. Y creemos que ello esasí porque la autora ha decidido nofiarse de clichés y estereotipos y hatratado de describir lo que pasa en elPaís Vasco desde el propio país. Ellola honra.

La honradez del texto se manifiestatambién en la seriedad científica conla que se aborda el estudio. El siste-mático uso de diversos tipos de entre-vistas como, sobre todo, el método dela observación participante (especial-mente pertinente para estos casos)nos narra de forma articulada y cohe-rente —y también poliédrica— lasdistintas realidades de estos movi-mientos; desde los anhelos y angus-tias cotidianos de sus activistas hastala formulación de sus grandes proyec-tos estratégicos. Y como el trabajotiene cimientos científicos, la autoraestá en condiciones de hacer lo que sesupone debe hacer la ciencia, es decir,predecir, a partir de la observaciónrigurosa y ordenada de los aconteci-mientos, lo que, al menos con ciertasprobabilidades, puede ocurrir en elfuturo.

Resulta llamativo observar en estesentido cómo los últimos aconteci-mientos han confirmado alguna delas hipótesis predictivas del texto.Elkarri, como señala la autora, hasido un privilegiado referente discursi-vo/ideológico en la evolución de HB;hoy parece afianzarse en el seno delnacionalismo radical la elección (yamás estratégica que táctica) de que unproceso de diálogo y eventual cambiodel marco político sólo es posible enun contexto de no violencia, tal comosiempre reiteró Elkarri. Y también

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debe constatarse cómo las últimasacciones y declaraciones conjuntas deGesto y Elkarri confirman esa ten-dencia a la complementariedad deambos movimientos, detectado por laprofesora Funes.

El libro en cuestión tiene afirmacio-nes discutibles y, por supuesto, insufi-ciencias. Pero, y lo que sigue no esretórica, creo que tales defectos no sonnada relevantes y en modo alguno des-merecen el excelente —y sobre todovaliente— trabajo de la autora. Si acontinuación menciono alguno es paraasí abrir pistas para futuros trabajos.

Apunto una valoración que mereceser reconsiderada; aquella que, en elcapítulo dedicado a la transformaciónde la izquierda abertzale, describe laevolución de las relaciones entre HB yla violencia de ETA. La autora, en basea una serie de testimonios, indica queen los años ochenta militar en HB noexigía tener una posición favorable res-pecto las acciones de ETA y que, porel contrario, en los años recientes tallealtad debía ser formulada de formaincondicional. La cuestión debe sermatizada. Efectivamente, en aquellosochenta la mayor legitimación —o almenos tolerancia social— respecto aETA podía permitir a los activistas deHB mantener ciertas distancias frentea la organización armada; pero tal fle-xibilidad discursiva, expresión detiempos más «relajados» para HB, enmodo alguno debe interpretarse comoque ETA no constituyese el referentecentral de la izquierda abertzale. ETA,desde la transición política y al menoshasta 1998, constituyó el centro simbóli-co... y estratégico de toda la izquierdaabertzale.

Resulta inevitable que un libro así

no pueda profundizar en todos losaspectos relacionados con los movi-mientos sociales en general y conestos dos en particular. Por eso, creoque las insuficiencias que a continua-ción indico son sobre todo indicado-res de futuros desarrollos.

Creo, por ejemplo, que la estructu-ra de oportunidad política, y la rela-ción interactiva que se ha dado entre losmovimientos y esa misma estructura,merecen un tratamiento más extenso.Así, en concreto, debería analizarsecon más extensión cómo tanto el sis-tema de alianzas como el de élites hansufrido, en los últimos años, sensiblesvariaciones en favor de la capacidadagitadora de los movimientos.

Ello ha sido especialmente notorioen el caso de Elkarri. Este movimien-to consiguió en los últimos años queel conjunto de los partidos políticosdemocráticos transformase en apoyosu inicial desconfianza; ello supusoque al menos los partidos nacionalis-tas moderados y algunos partidosestatales (IU) empezasen a considerarque la paz implicaba, ciertamente, elcese de la violencia pero también diá-logo político. Y, al mismo tiempo, lasalianzas se extendieron hacia movi-mientos culturales y sindicales queentraron en un decidido apoyo a lasdemandas de distintos movimientospor la paz.

En el cambio en el sistema de élitesdebería destacarse el desplazamientoestratégico del PNV; desde liderar,junto con todos los demás partidos,incluidos los estatales, un estricto eincondicional frente anti-ETA, haciaproponer el cese de violencia perotambién una simultánea apertura denegociaciones políticas.

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Y una consideración final que estoyseguro que la autora comparte conmi-go. Quizá si se hubiese dilatado unpoco más la aparición del libro sepudiese haber tratado a fondo algo quesólo se apunta al final del texto. Algotan sustancial como la relación de cau-salidad entre las movilizaciones y dis-cursos de estos movimientos y el cesede la violencia de ETA, formulado en laya —afortunadamente— lejana fechadel 18 de septiembre. O quizá, para ser

más exacto, el poder determinar la posi-ción jerárquica que han tenido moviliza-ciones en el conjunto, en la cadena decausas que han generado el cese. Trataralgo tan poco estudiado en los movi-mientos sociales como los efectos de susacciones. Creo que éste es un reto analí-tico que debe ser asumido. Y creo quela autora está en inmejorables condicio-nes para hacerlo. La esperamos.

Pedro I BARRA

PlERRE BOURDIEU

La domination masculine(París, Seuil, 1998)

Nada ha sido dado. Guardar laperspectiva histórica parece un ejecentral cuando abordamos el binomioCiencias Sociales y Género. Paraquienes hemos dedicado parte denuestro esfuerzo intelectual a trabajaren ese binomio, no podemos sinocalificar de apasionante el caminorecorrido y felicitarnos del punto enque nos hallamos1.

Los Estudios de Género han logra-do legitimarse académicamente enmenos de una década2. De ser un

1 Por sólo citar un ejemplo, próximo en eltiempo y en el espacio, en el reciente Congre-so Nacional de Sociología (A Corufia, sep-tiembre de 1998), la Sesión de «Sociología delGénero» fue una de las más concurridas depapers y público.

2 También es elogiable la apertura a unprograma de Doctorado de Género, que seimparte con éxito ya durante tres cursos, de laFacultad de Ciencias Políticas y Sociología dela Universidad Complutense de Madrid. Si

tema menor, que tomaba por objetode estudio aspectos de la vida socialinvisibles para la mirada «androcén-trica y leviatanesca» del Homo Acade-micus, que, sin embargo, eran proble-mas relevantes tanto de la vida socialcomo en el plano del conocimiento,dichos Estudios han pasado a consti-tuir la línea más pujante, y enmuchos casos brillante, de las publi-caciones en Ciencias Sociales. No hayque obviar al respecto la fuerza queotorga a los Estudios de Género,tanto en el pasado como en el presen-te, el contar con un movimientosocial (el feminismo en sus distintasvertientes) que ha logrado imponer lalucha por la igualdad entre géneros

bien su legitimación en la Universidad espa-ñola aún debe recorrer el amplio trecho quesepara a estos Estudios de su status en las uni-versidades anglosajonas.

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como una sensibilidad social generali-zada, al menos en el área de los paísesoccidentales.

Pues bien, los grandes «clásicos»actuales de las Ciencias Sociales (y/oautores de renombre) se han sumadoa esta sensibilidad. La importanciadel tema Género es subrayada en loslibros de Giddens, Ritzer, Lipo-wesky... y Bourdieu3.

Este pequeño libro, La dominationmasculine, se compone de tres partes:la primera analiza la construcciónsocial de la masculinidad y la femini-dad, aportando a este respecto susobservaciones de campo en la socie-dad Kabyla; la segunda se centra en eljuego de espejo, imágenes recíprocasde la visión masculina y de la visiónfemenina; asimismo, de la visiónsocial impuesta de la masculinidadcomo «nobleza»; la tercera parte secentra en lo que permanece y en loque cambia en torno a este fenómenosocial. El libro termina con un post-scriptum sobre la dominación y elamor y un anexo que trata de «Algu-nas cuestiones sobre el movimientoGay et Lesbien».

La obra no es original en el tiempo,puesto que recoge (como en otrasocasiones) trabajos publicados en1990 en la revista Actes de la Recher-che en Sciences Sociales (núms. 84 y

1 Éxito en Francia del libro (y también fra-gor de voces críticas). Pero cabría preguntarse:¿quién vende, Bourdieu o «las mujeres»? Eneste caso, ambos factores convergen en eléxito, pero no olvidemos el «tirón», muchasveces oportunista, de los libros sobre «lasmujeres», que, por otro lado, refleja o es sín-toma del fenómeno fin de siglo más especta-cular en el mundo occidental: el cambio socialpor género.

ss.), revista del Centre de SociologieEuropéenne que el autor suele utilizarcomo primera presentación de sustrabajos (y/o primeros borradores),así como de los trabajos de un bri-llante equipo de investigadores comoJean Claude Combessie, Monique deSaint Martin, Francine Muel Dreyfus,Remi Lenoir, A. Sayad, entre otros,que colaboran con el autor.

En mi opinión, el eje que vertebraestos escritos es el análisis de lo mas-culino, como generador de violenciasimbólica. La dominación masculinapuede definirse como el arquetipo dela violencia simbólica; ella es todopoder que logra imponer significacio-nes e imponerlas como legítimas,disimulando las relaciones de fuerzaen que se funda su propia fuerza; endefinitiva, añade la fuerza simbólica alas relaciones de fuerza. La violenciasimbólica se logra a través de unaerrónea apreciación de la realidad. Eneste caso, hombres y mujeres recono-cen la dominación masculina como elorden social de la vida. En las socie-dades antiguas, los juegos de honor yguerra, la fuerza física, forjaban laescala social de valor impuesta por loshombres. En las sociedades modernasse puede encontrar una situaciónparalela, en la que ambas a un tiem-po, la discriminación social y sexual,perpetúan el reconocimiento social dela superioridad de los hombres delgrupo dominante en los «juegos» de lapolítica, la ciencia, el arte, etc. El sta-tus de inferioridad casi umversalmen-te adjudicado a la situación de lasmujeres está basado en la asimetría delos status asignados a los dos sexos enla economía de los intercambios sim-bólicos. La liberación de las mujeres

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puede venir sólo a través de una revo-lución simbólica que ponga en cues-tión la real fundamentación de laproducción y reproducción del capi-tal simbólico y, en particular, la dia-léctica de «distinción», que es el prin-cipio que guía la producción y consu-mo de los bienes culturales tratadoscomo signos de distinción.

Todo lo anterior es un extracto dela sociología bourdiana al respecto.En propias palabras del autor: «Elsexismo es un esencialismo, como elracismo, de etnia o de clase. El sexis-mo imputa las diferencias histórica-mente instituidas a una naturalezabiológica que funciona como unaesencia de donde se deducen implaca-blemente todos los actos de la exis-tencia. Y entre todas las formas delesencialismo, el sexismo es sin dudala más difícil de desarraigar (...) Lagrandeza y miseria del hombre en elsentido de vir es que su libido estásocialmente constituida como libidodominante, deseo de dominar a losotros hombres y, secundariamente, atítulo de instrumento de lucha sim-bólica, a las mujeres»4.

Todo ello explica cómo en círculosde alta cualificación profesional5,

4 P. BOURDIEU, «La domination masculi-ne», Actes de la Recherche en Sciences Sociales,núm. 84, septiembte 1990. Virilidad y clasessociales, feminidad y clases sociales es unobjeto de investigación absolutamente rele-vante, a nuestro juicio. El autor citado tieneimportantes observaciones sobre ello. Vid.P. BoiJRDlEU, «Notas provisionales sobre lapercepción social del cuerpo», en W.AA. ,Materiales de sociología crítica, Ed. La Piqueta,Madrid, 1986.

5 Distintos organismos públicos (Institutode la Mujer, CIS, etc.) están financiandocomo tema de investigación «Mujeres y

donde los curricula masculinos yfemeninos están igualados, no obs-tante, los hombres sigan obteniendolas mayores y mejores ventajas profe-sionales, los mejores puestos dedichos círculos, y las mujeres sean enellos élites discriminadas''.

¿Cómo y por qué persiste elpatriarcado en Occidente actualmen-te? Esta es una pregunta clave. A ellatratan de responder muchas obras.Destacamos la respuesta de A. G.Jónásdottir, en convergencia conBourdieu:

«Los hombres constituyen la espe-cie con valor efectivo. (...) Lasestrategias feministas para elcambio deben construirse sobre elanálisis de los intereses de lasmujeres, en vez de sobre la com-plementariedad de géneros, quetiende a infravalorar las relacio-nes de poder implicadas»'.

En un estilo muy diferente, sinembargo, la autora está haciendo elmismo diagnóstico que Bourdieu: las

Poder», u obstáculos de las mujeres profesio-nales. En mi opinión, la agenda actual de lainvestigación en este área pasa por estos dosflancos paradójicamente extremos: el privado,con el tema de la democracia en la vida priva-da, y el público, con el tema de la democraciaen la vida pública (académica, política, etc.).Ésta es la agenda que también contempla laúltima obra de V. CAMPS, El Siglo de lasMujeres, Ed. Cátedra, Madrid, 1997.

6 Aludo aquí A fenómeno de sobreselecciónsocial y su efecto: Élites discriminadas (Sobre elpoder de las mujeres), analizado en mi obrabajo ese título, Ed. Anthropos, Barcelona,1994.

A. G. JÓNASDÓTTIR, El poder del amor.¿Le importa el sexo a la Democracia?, Ed. Cáte-dra, Madrid, 1993, pp. 316, 317 y ss.

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mujeres entran en la dialéctica de ladistinción más como objetos que comosujetos8. Anna Jónasdóttir, sin mencio-nar el término violencia simbólica,habla también de cómo «el excedentede valoración invertido en los hombreslos dota de autoridad masculina (...) yesta autoridad tiene la apariencia de noser masculina, sino humana en generaly generada exclusivamente de los méri-tos logrados de forma individual»9.

Quien quiera saber más, lea aBourdieu (pronto a ser traducido alcastellano por la Editorial Anagrama)y a la legión de autores/as que estándedicando un esfuerzo tal a desvelar«la dominación masculina» que enescasas décadas han constituido unaespecialidad nueva en las CienciasSociales. Bourdieu no está solo.

M.a Antonia GARCÍA DE LEÓN

PETER KOSLOWSKI, DERRICK DE KERCKHOVE y JEFFREY C. ALEXANDER

L'etica civile alia fine del XX secólo(Milán, Editorial Mondadori, 1998)

El siglo XX ha servido de marcotemporal a una serie de dramas histó-ricos sin precedentes. Se han sucedidodictaduras, guerras mundiales, gran-des exterminios, crecientes manipula-ciones, que han llegado incluso aldesprecio de la vida humana. Des-pués de los éxitos conseguidos en lasdos centurias pasadas, la ética civilmoderna ha mostrado enormes lagu-nas y, en las últimas décadas, haentrado en una crisis sin precedentes.Muchos la siguen ensalzando comofuente de libertad o igualdad, e inclu-so también de solidaridad (aunqueesta última sea menos evidente). Sinembargo, es necesario admitir que laetica civil específicamente moderna,aunque ha contribuido a liberar alindividuo de los vínculos coercitivosde la comunidad y ha introducido

8 Ibid.,p. 31.'' Ibid.,p. 119.

más igualdad mediante el WelfareState, ciertamente no ha sido la prota-gonista de este siglo. El proceso decivilización parece sometido actual-mente a un fuerte retroceso, al tiem-po que se manifiestan decisivas invo-luciones que introducen el problemá-tico ingreso en la era postmoderna.Incluso hay quien habla de una radi-cal crisis de la civilización, concreta-mente de la europea moderna.

Seguimos debatiendo sobre la éticacivil, cuando ésta parece que se havolatilizado. El resultado de este défi-cit es el pago de gravosas consecuen-cias que se manifiestan en una ampliavariedad de formas y ámbitos. Espe-cialmente, en el deterioro de las rela-ciones sociales con el desarrollo decomportamientos no civilizados, conla difusión de pobrezas humanas detodo tipo. ¿Podemos pensar en unaética civil que permita afrontar losdramas y los dilemas del siglo XX?

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Los tres ensayos que se recogen eneste libro diseñan unas pretendidasrespuestas, que son al mismo tiempotres escenarios de sociedades posibles.El primer escenario nos propone unareanudación de la conciencia civilcomo conciencia del bien común(político) de una sociedad perfecta-mente articulada. El segundo escena-rio es el de la sociedad de la informa-ción, que haría a los singulares indivi-duos, y a los sistemas en que estáninsertados, más libres y responsables,de conectarse en redes artificialesmediante las que construir un nuevomundo comunicativo. El tercer esce-nario es el de una sociedad capaz derehumanizar los ideales de la moder-nidad, rechazando ese racionalismouniforme e individualista que ha alte-rado tanto el reconocimiento de lasjustas diferencias entre los hombrescomo la valoración de la dignidadhumana, de la concreta persona ubi-cada en el espacio y en el tiempo.Estas propuestas no se excluyen entresí. En buena medida podemos consi-derarlas complementarias.

El ensayo de Koslowski, titulado«La sociedad civil en la época post-moderna», tiene como punto de par-tida la siguiente constatación: lasituación postmoderna está caracteri-zada por el fin de las ideologías y lapérdida de la confianza en un progre-so definido por el Estado social, quehistóricamente ha sido el fundamentode la ideología comunista. Sin embar-go, afirma Koslowski, el fin de lasideologías no sólo alude a la ideologíadel Estado sin sociedad civil, tambiénincluye (aunque a menudo se olvida)a la ideología liberal, para la quepodría existir una sociedad civil sin

Estado o con un poder político muydébil. En la era postmoderna, ésta esla tesis del profesor de Hannover: esnecesario encontrar una alternativaválida a la concepción anarco-liberalde una sociedad civil privada de Esta-do. El concepto de «ética civil» re-adquiere sentido en cuanto expresiónde una filosofía social que comprendala sociedad civil de la economía demercado, el Estado democrático deDerecho y el Estado social, así comola Iglesia, que representa lo absolutoen la historia.

El dualismo entre sociedad civil yEstado es considerado por Koslowskicomo el producto de un dualismoque recorre la historia europea, con-cretamente entre Iglesia y Estado. Unorden social libre, que sepa distinguirentre sociedad civil y Estado, parapoder desarrollarse necesitaría de unadiferenciación entre sociedad civil,Iglesia y Estado, ya que ninguna deestas tres instituciones puede asumircorrectamente los objetivos de lasotras dos. Desde una visión (filosofíasocial) orgánica del bien común(«política» en cuanto alusiva a la. polis,y no solamente al Estado, que debeser considerado una estructura al ser-vicio de la polis), el concepto desociedad civil es presentado como unethos que debe articular las relacionesentre sociedad civil, Iglesia y Estado.

Según Koslowski, tal filosofía socialaparece con Aristóteles, y puede serredescubierta desde una visión neo-aristotélica de la sociedad civil enten-dida como «comunidad política», esdecir, una comunidad que se consti-tuye políticamente como forma máselevada en la secuencia que conectalas singulares formaciones sociales,

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desde las más pequeñas (la familia) alas más grandes (el Estado). La éticacivil, argumenta el autor, es una éticadel contrato social, pero no de uncontrato mercantil. Sólo se trata deun contrato por analogía, en cuantoque expresa la eticidad de lo social. Esen este punto donde se pone demanifiesto la contraposición entre laética aristotélica y la ética jacobina,ésta última rectora de la edad moder-na. En la postmodernidad, sostiene elautor, muere la concepción jacobinade la sociedad civil. La situación post-moderna reorienta la sociedad a laética y a la cultura, incluso a la ideo-logía. Por tanto, es necesario redistin-guir la naturaleza y las funciones detoda subjetividad social (desde lafamilia a las comunidades locales einterpersonales, al Estado y a la Igle-sia) «dentro» de la sociedad civil,entendida como ética común. Laética civil aparecería como el elemen-to unificador que podría articular lasdiversas esferas según un principio desubsidiariedad, principio que procedede una demanda elevada o baja deEstado (social). En esta visión, la sub-sidiariedad es presentada como elprincipio coordinador de la sociedadcivil.

Dicho brevemente, Koslowskirelanza un planteamiento moderniza-do de la clásica ética civil. Pero sesubraya la diversidad, que él posible-mente minusvalora, con respecto alpensamiento de Aristóteles. El princi-pio moderno de subsidiariedad es ydice algo más que el orgánico aristo-télico. Plantea que las comunidadesde orden superior deben promover, yno sólo defender, la autonomía de lascomunidades más pequeñas. Deben

activarlas y no limitarse solamente arespetarlas. Por este motivo es necesa-rio una visión más moderna de lacivilización. En mi opinión, la dife-rencia no es captada plenamente porKoslowski. Posiblemente, el motivoresida en su dura crítica a la visiónjacobina de intervención del Estadocomo voluntad colectiva que prevari-ca sobre los privados, olvidando laconsideración de otras versionesmodernas de la ética civil, en concre-to las liberales, desde aquella de losilustrados escoceses hasta Tocqueville.

Su perspectiva revela un problemade fondo: si la sociedad civil, con suética, representa el «todo» que sostienea las diversas partes (las articulacionesde la sociedad), ¿cómo es posible evi-tar la coincidencia con el Estado, alque se suele representar —desdeHegel— como el centro, el vértice, lasíntesis de la sociedad? El tipo deética civil que Koslowski planteadebería evitar la coincidencia de lopolítico con el Estado. Dicho enotros términos, necesita una visión nomoderna de la política. Esta tendríaque tener en cuenta tanto las frag-mentaciones provocadas por lamodernidad como los problemas delpluralismo social y cultural. Portanto, debería saber traducirse en unaconcepción pluralista de la sociedadque asimilara la concepción modernadel asociacionismo civil a lo Tocquevi-lle, más que la concepción corporati-vo-medieval usualmente ensalzadapor la tradición aristotélica.

En el ensayo titulado «Los nuevosmedia y la sociedad civil», Derrick deKerckhove considera el problema dela ética civil en la postmodernidadcomo problema ligado al desafío tec-

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nológico de los nuevos medios decomunicación y de información.Estos últimos ya no son medios de«masas» como la televisión, sinomedios al mismo tiempo más indivi-dualizados y sistémicos, es decir,«reticulares». Para el profesor de laUniversidad de Toronto, la ética civilsería un saber ubicarse en la «econo-mía de las redes» mediológicas, unsaber encontrar el propio lugar comopersona en el mundo de la informa-ción, y por ello de la cultura, que, dered en red, se «globaliza».

El punto de partida de De Kerc-khove es el siguiente: ¿qué civiliza-ción producimos con los new media?.Estamos ante una invitación que noshace olvidar la ética referente a las«cosas», a los productos, a los puestosde trabajo, a las estructuras y a losresultados tangibles, y entrar en la erapost-radiofónica y posttelevisiva. Éstaya no sería alfabética, analógica, sim-bólica y lineal, sino cibernética, digi-tal, perceptiva, sensitiva, no lineal. Enella se diseñaría una sustancial coinci-dencia entre realidad y mente (mind).

Si todo esto no fuese una realidad,el desafío podría interpretarse comouna provocación. Por este motivo, DeKerckhove dibuja un escenario que yaexiste. Su propuesta pretende enfren-tarse a esta nueva economía global enla que circula «dinero» (en la forma demedio de intercambio comunicativo,y no simplemente como moneda),más de cuanto ha circulado en la his-toria humana. Los peligros de la mer-cantilización son evidentes. Pero DeKerckhove se muestra optimista:mientras que la era de la televisión yde los viejos media ha sido una épocatotalitaria (por tanto, no civil) por la

carga pasivizante y autoritaria quecontenía, la nueva época estaría cons-truida por redes comunicativas quesólo existen cuando los sujetos que lasactivan las quieren (y en este sentidoes «civil»). En su opinión, los nuevosmedios exaltan un espíritu generaliza-do y permanente de invención conti-nua y acelerada desde la que nace elconcepto clave de la ética futura: lainteligencia conectiva. La ética civilestaría en las conexiones de la inteli-gencia comunicativa. Su paradigma esInternet —más en general, el cyberspace, el mercado de las redes—, quecrece como el sistema nervioso de lasociedad. Sería esta red la que estable-cería las condiciones, las reglas y losvalores de la nueva ética civil.

La ética de otros tiempos era laética de la difusión desde un centro auna periferia, de la transmisión devalores y reglas mediante «redes com-pactas», con estructuras fijas y rígidas.En el futuro, la ética se va a difundirmediante canales reticulares, ligeros yflexibles como la comunicación quetransportan. En este nuevo escenario,el modelo asigna el control —libertady responsabilidad— no al emisor,sino al usuario de la red. Las nuevasredes convertirían a los consumidoresen productores, sería la nueva éticacivil del prosumer (productor-consu-midor).

Siempre según De Kerckhove, elEstado no es ya la autoridad políticay moral soberana, sino una estructurade control que debe favorecer el acce-so a las redes y restituir la responsabi-lidad de sus actores. Por este motivo,la nueva ética civil consistiría en laresponsabilidad cívica de promover elacceso de las personas a las redes

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comunicativas y en proteger la demo-cracia de las redes (libertad de lascomunicaciones globales). Internetaparece como el nuevo espacio públi-co, la nueva res publica. El rol deEstado sería el de una asociaciónhumana que protege este bien común(la democracia de las redes).

Sin embargo, De Kerckhoveminusvalora una serie de hechos. Enconcreto, que los viejos media no handesaparecido; que las nuevas redescontienen asimetrías; que producennuevos analfabetos (los analfabetos delas nuevas tecnologías); que los newmedia ponen en tela de juicio la cul-tura literaria, el texto simbólico, ycon ello toda la historia que llevamosa nuestras espaldas; que las nuevasredes son el lugar de lo efímerodonde desaparece el diálogo, la inter-acción cara a cara; en resumen, queesta nueva ética corre el riesgo de seruna ética virtual. El autor podría seracusado de determinismo tecnológicosi defendiese la tesis de que las nuevastecnologías son, en cuanto tales, por-tadoras y productoras de sentido.Pero no creo que pretenda decir esto.Más bien observa que el desafío estáen las cosas. También esto es un pro-ducto de la modernidad, productoque no puede ser anulado.

Por tanto, merece la pena tenerpresente este escenario, que no sóloestá hecho de tecnologías, sino decondiciones culturales que definen lasposibilidades éticas del próximo futu-ro. Para que las redes de las que hablaDe Kerckhove puedan ser el contextoen el que aflore la ética civil del futu-ro nos debemos preguntar por lossujetos que, con conciencia civil,construyen y gestionan estas redes.

Son necesarios sujetos sociales a finde que las nuevas tecnologías y redescomunicativas sean instrumentos alservicio de los hombres, y no sofisti-cadas máquinas que los dominan. Lacomunidad comunicativa de la quehabla este autor podría convertirse enuna comunidad puramente virtual,una comunidad que podría alejarnosde nuestra concreta realidad demundo vital. Por tanto, se plantea unproblema de regulación social, másconcretamente civil, sabiendo queestas redes pueden encontrar en suinterior formas eficaces de regulación.Ninguna autoridad, si no es de formarepresiva y por ello inadecuada,podría cerrarlas, especialmente antesde que se conviertan en fuentes depatologías. El cyber space tiene necesi-dad de una sociedad civil para produ-cir ética civil. Ciertamente, el juegoes interactivo, es decir, sujetos ymedia se influyen mutuamente. Sirvacomo ejemplo el impacto de las nue-vas tecnologías en las relaciones entregeneraciones: la distancia entre losmás ancianos y los más jóvenes creceprogresivamente, reduciendo lo pocode sociedad civil que preexistía antesde la aparición de las nuevas tecnolo-gías con sus redes. Sin embargo, porotra parte, quien está en situación dedominar las nuevas tecnologías creanuevos espacios de sociedad civil. Setrata de medios más «civiles» que latelevisión o la prensa, en cuanto queestos últimos no permiten la interac-ción, y mucho menos el diálogo,entre emisor y receptor.

Por último, Jeffrey C. Alexander,en su ensayo titulado «La sociedadcivil democrática: instituciones yvalores», ofrece otro escenario de ética

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civil para el ingreso en la época post-moderna. En su opinión, existe unacontinuidad y discontinuidad con lamodernidad. Lo que está en crisis esla ética civil moderna racionalista (esdecir, inspirada en la Razón ilustra-da), individualista y autocrítica (self-criticat). Pero, para el discípulo deParsons, la modernidad contieneotros elementos que emergen conbastante fuerza en la actualidad. Sonelementos que caracterizan a la éticacivil de fines del segundo mileniocomo ética en la que aparece otraracionalidad (valorativa, sustancial,ligada al sentido de la persona huma-na), que se nutre de sociabilidad (reti-cularidad de las identidades sociales)y da lugar a la autoexpresividad (esself-expressive).

Para Alexander, esta nueva éticaemerge de los mundos de la vida(ethical life-worlds), en los queadquiere consistencia una nuevasociedad civil. Ésta es concebidacomo una esfera separada, y al mismotiempo articulada, de la sociedad ensu totalidad. La sociedad civil, sostie-ne este autor, frecuentemente ha sidoignorada porque no se encuentra ins-titucionalizada, o, mejor aún, tieneinstituciones que no poseen el mismogrado de formalización que otras ins-tituciones sociales. Su función es pro-ducir solidaridad mediante un siste-ma común de valores culturales com-partidos, que expresan la universali-dad (al menos aquella accesible en undeterminado momento histórico)entre todos los asociados, al margende sus lealtades particulares. Esta cul-tura universal solidaria se expresa endos niveles: como sentido colectivodel nosotros {«nosotros» como parte

de un todo más amplio), que definelas recíprocas obligaciones, y comoexpectativa compartida por la quetodos los individuos que componenuna comunidad son considerados almismo tiempo autónomos y respon-sables con los otros y consigo mis-mos.

La ética civil, sostiene el sociólogoamericano, contempla la cultura y lasinstituciones. A nivel cultural se expre-sa mediante un código simbólico quedefine las características que todomiembro de la comunidad debe teneren cuanto persona (según distincionesdel tipo: leal/desleal, honesto/desho-nesto, racional/irracional, capaz/nocapaz de autocontrol, solidario/agresi-vo, etc.). A nivel institucional, la éticacivil se manifiesta a través de un códigosimbólico que define las característicasque las instituciones deben tener(según distinciones del tipo: sometidaa reglas/arbitraria, abierta/cerrada, pri-vada/pública, etc.). Por este motivo, sepodría decir que la ética civil es un«discurso», y que este discurso es unaestructura lingüística (un lenguaje).Como tal, puede someterse a un análi-sis empírico. Por tanto, en toda culturaes posible definir la «persona civil»(según los criterios que la definencomo correcta, educada, respetuosa delas leyes y del sentido cívico, etc.) y las«instituciones civiles» (por ejemplo, loson la institución de la función pública—es decir, comportarse en los cargospúblicos a partir de un sentido de res-ponsabilidad y de servicio hacia losciudadanos— y la institución de laelección democrática —que permiteescoger para los cargos públicos a losmejores ciudadanos—, etc.).

En cierto sentido, dice Alexander, la

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CRÍTICA DE LIBROS

ética civil expresa una utopía: la uto-pía del hombre civil en cuanto ideal-mente virtuoso. Sobra decir que lasvirtudes exaltadas dependen de cadacultura, pero, de cualquier forma, pre-sentan características universales. Poreste motivo, Alexander entiende laética civil como un discurso estrecha-mente ligado a la religión. La éticacivil tiene un núcleo profundamentereligioso, y no puede ser de otramanera. También la modernidad hatenido su religión: la del individuo.Y es precisamente este punto el queactualmente está en crisis.

Según este autor, el discurso de lasociedad civil necesariamente esambiguo (en cuanto que, al definir aalgunos como «civiles», excluye aotros como «no civiles»), contradicto-rio (ya que la ética civil crea conflic-tos y puede trasladar a la guerra) yparticularista (desde que generalizacomo universales ciertos aspectos queson particulares, como los referentesal género, la raza, las clases sociales, lareligión, etc.). La modernidad ha tra-tado de superar estas ambigüedades ycontradicciones, pero no lo ha conse-guido. Su ideal civil es aquel del indi-viduo perfectamente libre y autóno-mo. Pero este ideal se ha derrumbadojunto con la crisis de la ideologíamoderna del progreso. Alexander, trasexaminar todas las consecuenciasnegativas, se abre a lo nuevo. Diseñael nacimiento de otro horizonte.

En su opinión, en la actualidadexiste una demanda social de normaséticas, de una nueva moralidad, quemarque el fin del cientificismomoderno y positivista. Recordemosque éste, apoyándose en el individuoperfectamente racional, había imagi-

nado poder expulsar a la ética de laciencia y de todo el campo del obrarsocial.

El lector podrá seguir sus ricas ydocumentadas argumentaciones en eltexto. Sin embargo, en estos momen-tos quiero centrarme en la conclusiónque Alexander nos plantea: la éticacivil siempre es un discurso conflicti-vo en el que se enfrentan visiones(lenguajes, códigos) particulares queaspiran a la universalidad, pero sinpoderla alcanzar de forma definitiva ycomprensiva para todos. Sigue estan-do presente un dualismo, concreta-mente entre el lenguaje de la éticacivil como deseo de liberación yemancipación, y como lenguaje de laslimitaciones y de la represión desdearriba. Alexander sostiene que el uni-versal de la ética civil no puede serpensado o vivido sin el particular. Nocontempla la relación entre universaly particular.

Por tanto, tomo su conclusión nocomo perspectiva, sino como adver-tencia. El lenguaje de la nueva éticacivil podría esconder la afirmación devalores y normas particulares (de con-cretos grupos sociales) como valores ynormas universales (válidas paratodos). Iluminar esta dialéctica nospreviene de una visión dogmática dela ética civil y nos obliga a someter eldiscurso de la sociedad civil —la éticaque se propone— al tribunal de laconciencia personal y al de una éticamás elevada, la religiosa, en la que lapersona humana es considerada fin yno medio.

Alexander, en consecuencia, debe-ría confluir en el hecho de que laética civil actualmente significa «éticahumana». Si lo civil no se identifica

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con lo humano de la plena dignidadhumana, la vida civil tiene como des-tino la muerte. Lo humano debeentenderse como valor y norma dota-dos de cualidad universal a la quetodos los miembros de la sociedadpueden acceder, independientementede sus características adscriptivas.

Como se ha podido comprobar, lastres contribuciones analizadas abrennuevos horizontes. Si bien es cierto,como dice Michael Walzer, que lasociedad civil se construye a partir dela idea de que «la vida buena está en

los detalles», también es verdad, comonos recuerdan Koslowski, De Kerckho-ve y Alexander, que el modo de vivirlos detalles depende de la visión quese tiene de la sociedad, precisamenteen cuanto civil. No se puede dudar deque, tras la modernidad y el siglo XX,lo civil tiene que interpretarse comomomento de la ética universal porencima del juego de las agrupacionessociales particulares y diferenciadas,pero no sin ellas.

Manuel HERRERA GÓMEZ

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