Manual de Practica Contemplativa por Kigen Raul Davila, Osho

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MANUAL PARA LA PRÁCTICA CONTEMPLATIVA

POR: KIGEN RAÚL DÁVILA, OSHO

—ADVERTENCIAS PRELIMINARES---

La práctica contemplativa puede producir múltiples beneficios, personales y

sociales, a distintos niveles. La mente del ser humano suele ser muy

desorganizada e inconstante, por lo que se nos hace difícil tener tranquilidad

verdadera, personal y colectivamente.

Todo el mundo acepta que si alguien interesa ser un gran cirujano, escritor,

concertista, balarín, atleta, etc..., tiene que entrenarse con mucho tesón y

disciplina. Sin embargo, se nos hace difícil pensar o aceptar que tenemos que

entrenar nuestro principal instrumento, la mente, para tener una vida felíz y

plena. El resultado es que demasiadas personas tienen una conducta errática

y son inmaduros, superficiales y egoístas. Aún cuando puedan ser personas

inteligentes y capaces en sus profesiones y ocupaciones, tienen vidas vacías,

llenas de incongruencias, miedos, conflictos y sufrimiento.

Casi todo el mundo busca la felicidad en el lugar equivocado, afuera. Casi

todo el mundo trata de ser felíz a través de una pareja, de la acumulación de

cosas materiales, del poder político, de posiciones y prestigio social o de

conquistar a los demás. Es cierto que algunas de esas cosas pueden darnos

cierta satisfacción y ayudarnos en nuestras vidas. No se trata de convertirnos

en ascetas. Pero la verdadera y duradera felicidad está en la busqueda interior

y en adquirir la sabiduría sobre lo que verdaderamente somos. Tenemos que

darnos cuenta de que quien busca afuera, es el ego, en un empeño inútil por

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completarse y sentirse seguro. Usualmente, esa búsqueda de felicidad en

cosas externas trae un sin fin de problemas, conflictos y complicaciones, al

individuo y a la sociedad.

El entrenamiento que podemos dar a nuestra mente mediante la práctica

contemplativa puede resolver la mayor parte de los problemas señalados a

nivel individual y propiciar una mejor vida colectiva. El Buda Sakyamuni

nos decía que nada puede hacernos más daño que nuestra propia mente. Sin

embargo, la mente es nuestro principal recurso y, bien entrenada a través de

la práctica contemplativa, puede convertirse en nuestro mejor aliado. Pero

hay más. El mayor y más profundo beneficio de la práctica es que nos puede

ayudar a resolver nuestro problema existencial.

Ahora bien, para llegar al fondo de las posibilidades de la práctica

contemplativa hace falta un requisito indispensable, es necesario tener una

gran curiosidad por saber qué soy..., que es lo mismo que preguntar qué es la

vida y qué es la muerte, de dónde vengo y a dónde voy. Aquél que acepte la

existencia de su yo de forma incondicional, es decir, sin cuestionar qué es el

yo, no va a tener la motivación necesaria para hacer esta práctica hasta sus

últimas consecuencias. Pero, aquél que tiene la suficiente sensibilidad como

para cuestionar la naturaleza de su existencia y la razón de ser del

sufrimiento de los seres humanos, tendrá el acicate necesario para hacer

práctica contemplativa de forma intensiva, y podrá encontrar la respuesta a

estas preguntas observando muy de cerca cómo funciona nuestra mente y

como aparece y desaparece el yo.

La verdad de lo que somos no pertenece al Zen, ni al Budismo, ni a ninguna

Religión, ni a ninguna Filosofía. La verdad es un hecho que está dentro de

cada uno de nosotros, y cada quien tiene que descubrirla por sí mismo. Cada

quien tiene que ser su propio maestro y su propio discípulo. Es una

verdadera fortuna, y una ayuda inmensa, el encontrar un verdadero Maestro

que nos oriente, nos guie y nos inspire, pero en última instancia, la

responsabilidad es siempre nuestra.

Hemos dicho que vamos a des-cubrir la verdad. La verdad ya está allí, no

hay que inventarla , ni especular al respecto, simplemente vamos quitar el

manto que la oculta y dejar que ésta se manifieste. Lo que oculta la verdad es

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la ignorancia de lo que realmente somos lo cúal es a su vez la raíz de nuestro

sufrimiento. El fin último de la práctica es eliminar la ignorancia de lo que

realmente somos, lo cual nos libera del sufrimiento. La importancia del Zen

radica en que nos ofrece un método, una práctica para lograr este

descubrimiento.

Hay que tener en cuenta que en la práctica del Zen, y en la búsqueda de la

verdad, las palabras tienen muy poca importancia. Lo que cuenta es la

experiencia, porque el mundo de las palabras no es real. Esta es una de las

verdades que se descubren a través de la práctica contemplativa.

Cuando hablamos de contemplación estamos hablando de que la mente se

contemple a sí misma. Preferimos el término “contemplación” al más popular

de “meditación”, porque este último puede implicar un proceso de lógica,

analísis o pensamiento discursivo, y eso no es lo que queremos hacer. Lo que

lo que vamos a hacer es a dejar que la mente se observe a sí misma, sin

intervenir con lo que estamos observando, sin aceptar ni rechazar nada, como

quien se sienta a la orilla de un río a ver el agua pasar.

Hasta dónde nos llevará la práctica contemplativa dependerá de la capacidad

de cada uno y de la dedicación, empeño, interés y tiempo que cada quien

aporte a la misma. El trabajo es responsabilidad individual. El

descubrimiento lo tiene que hacer cada quien por sí mismo, cada quien tiene

que vivir la experiencia. Nadie puede hacerlo por nosotros. Nadie puede

darnos o prestarnos su experiencia. No hay sustituto para la práctica. Si

alguien, pretendiendo ser maestro, nos dice que conoce la verdad y que

tenemos o debemos creer o aceptar lo que nos dice, esa es la mejor

evidencia de que esa persona no es un Maestro verdadero.

Tampoco los libros y los escritos son sustitutos para la práctica. Los libros y

los escritos y enseñanzas de los buenos Maestros pueden ser una gran ayuda

y pueden ser una gran fuente de inspiración, pero nosotros tenemos que

hacer la tarea y andar el camino con nuestros propios pies. Nadie puede

saciar el hambre leyendo libros de cocina por más buenos que estos puedan

ser.

Algo más que tenemos que tener presente es que al hacer la práctica

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contemplativa, no se debe tener un objetivo particular en mente porque el

mismo se convertirá en un obstáculo. Los objetivos son sólo ideas, y la

verdad no está en el plano de las ideas. En otras palabras, no debemos tener

ninguna preconcepción de lo que vamos a observar. Se debe hacer la

contemplación con mente abierta, libre de ideas y creencias, y con la

disposición de observar todo lo que ocurra sin preferencias, sin seleccionar

lo que nos guste y sin desechar lo que nos desagrade.

El proceso que se describe más adelante en este escrito no ocurre siempre de

la misma manera, ni en el orden que aquí se describe, ya que la actividad

mental es usualmente bastante errática, desorganizada e inestable.

La penetración dentro de nosotros mismos pocas veces ocurre de forma

lineal si no que las más de las veces nos movemos en zig zags, o avanzamos

y retrocedemos, o nos quedamos atascados en algún punto por más o menos

tiempo. Otras veces, cuando menos lo esperamos, damos un salto en la

claridad mental y tenemos una vivencia extraordinaria. Nos damos cuenta de

algo que forma parte del funcionamiento de nuestra mente y que nunca antes

habiamos visto. Estas experiencias de: Ajá!, son extraordinarias y producen

una especie de mutación involuntaria en la conciencia.

Pero tenemos que ser pacientes y perseverantes. No debemos esperar que

ocurran experiencias maravillosas, ni que lleguemos a vivir el proceso

completo que aquí se describe, cada vez que nos sentemos a practicar.

Algunas veces estaremos más distraidos y tendremos menos capacidad de

atención que en otras. No importa, de todos modos debemos practicar porque

la práctica incrementará nuestra capacidad de contemplación, aún cuando a

veces podamos sentir que estamos perdiendo el tiempo.

Es importante no desfallecer, ni rendirnos. Tenemos que seguir

contemplando todo lo que ocurra en nuestros procesos mentales sin

disminuir en nuestra dedicación a la práctica. No podemos esperar descubrir

el fundamento de nuestro ser en una hora o en unos cuantos dias de práctica.

Tenemos que ser perseverantes y mantener viva nuestra curiosidad.

Otra advertencia. Cuando en el texto se usa el término “pensamiento(s)”, el

mismo incluye todas las imágenes, ideas y cualquier tipo de verbalización o

parloteo producido por la mente.

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Esta orientación va dirigida principalmente a personas que practican sin la

ayuda de un Maestro Zen cualificado que les pueda asignar un Koan y

recibirlos en Sanzén durante un retiro o sesshin. Si se tiene un Koan

asignado y un buen Maestro disponible para ayudarnos, debemos trabajar el

Koan con su ayuda.

Pero lamentablemente, para la mayor parte de nosotros el Maestro no está

siempre asequible y, aún cuando tengamos un Koan, no contamos con el

beneficio del Sanzén. Entonces podemos hacer la práctica que aquí se

describe.

Lo primero que debemos hacer es determinar un tiempo y lugar apropiados

para hacer la práctica. Las primeras horas de la mañana son ideales porque

usualmente tenemos más energía, no nos hemos envuelto todavía en el trajín

diario, vamos a tener menos interrupciones y hay más silencio en el

ambiente. El lugar debe ser tambien un sitio en el que estemos lo más

cómodos posible y protegidos de ruidos e interrupciones. Idealmente

debemos separar un espacio en la casa que podamos usar todos los días sin

que nos molesten y en donde podamos mantener nuestros cojines, un reloj y

cualquier otra cosa que querramos tener a la mano.

Esto es lo que puede ocurrir si somos lo suficientemente perseverantes,

dedicados y constantes en nuestra práctica:

1. Asumimos la posición de Zazén. Podemos usar la posición de loto, medio

loto, birmana o la de zeiza. La descripción de cada una de estas posiciones

está disponible en los libros básicos de Zen o se puede encontrar en la red.

También se puede usar una silla, o sentarnos a la orilla del “Tan”(banco

donde se ponen los cojines), manteniendo la posición de zazén en el torso y

los pies planos en el suelo.

Lo ideal es practicar sentados en cualquiera de estas posiciones, pero hay

personas que incluso pueden practicar acostados con las manos en “sassho”

(la palma de la mano derecha sobre el esternón y la izquierda sobre ésta) o,

manteniendo los brazos extendidos a los lados del cuerpo. El riesgo de

practicar acostados es que nos podemos dormir, pero, si nos podemos

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mantener despiertos, es perfectamente viable practicar acostados. De hecho,

una magnífica oprtunidad para contemplar es el momento en que nos

despertamos en la mañana. En lugar de saltar de la cama, podemos quedarnos

acostados, por tanto tiempo como podamos, contemplando nuestra mente.

También podemos alternar períodos de meditación sentados con períodos de

meditación caminando. Podemos caminar más o menos rápido dependiendo

de lo que preferamos, en “sassho”, es decir, con las palmas de las manos

sobre el pecho. Lo importante es que mantengamos nuestra actitud

contemplativa sin distraernos con el ambiente.

2. Una vez adoptada la posición seleccionada, dirigimos la atención hacia la

respiración, lo cual es una magnífica forma de desarrollar nuestra capacidad

de atención y de prepararnos para poder caer en cuenta de lo que ocurre en

nuestro interior de momento a momento. La respiración es un recurso muy

conveniente porque está siempre presente y cercana.

3. Respiramos normal y relajadamente, sin tratar de afectar de una manera u

otra el flujo del aire. Dejamos que la respiración siga el ritmo que determine

el cuerpo, sin intervenir con ella. Solamente observamos la inhalación y la

exhalación según ocurran por sí mismas. Realmente no hay nadie respirando

porque la respiración ocurre sola, con independencia de la voluntad, los

conceptos y el pensamiento discursivo.

Hay varias técnicas para observar la respiración. La que yo prefiero es la de

observar el aire en el punto que entra y sale de la nariz. Observamos todo el

curso de la inhalación y nos damos cuenta de que al final hay una breve

pausa antes de que comienze la exhalación. Al final de la exhalación hay otra

breve pausa antes de que comienze la próxima inhalación.

El ritmo de la respiración se va a alterar de forma natural según seguimos

observándola. Usualmente se hace más larga, lenta y profunda, pero no

tenemos que hacer nada al respecto. Nos damos cuenta del hecho y

continuamos prestando atención a todo lo que ocurra.

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Si contemplamos la respiración con toda entrega, aumentará

considerablemente nuestra tranquilidad y concentración y entonces

podremos contemplar con mayor facilidad todo lo que ocurra dentro de

nosotros.

4. Además de observar la respiración, podemos ahora prestar atención a

todos los pensamientos que se presenten. Notaremos que la actividad mental

es mucha y que está constituida por imágenes, ideas, diálogos, parloteo,

emociones y sensaciones. Tenemos que observar todo según surja, con

mucha atención, sin intervenir con nada, sin aceptación ni rechazo.

Solamente nos damos cuenta de todo lo que ocurre. Durante la

contemplación somos testigos y no actores del drama que presenciamos.

5. Notaremos tambien que la actividad interna, además de ser mucha, se

produce en forma vertiginosa. Las imágenes, ideas y verbalizaciones se

agolpan y se suceden unas a otra con mucha rapidez. Ocurren tan rápido que

a veces parece no haber pausa entre un pensamiento y el otro, o nos parece

que están ocurriendo varios pensamientos a la misma vez, o pasamos de un

pensamiento a otro sin darnos cuenta de cuando fué que cambió “la

película”.

Si seguimos observando muy de cerca, y con mucha atención, nos daremos

cuenta de que toda esta actividad mental ocurre espontáneamente y no

porque querramos. Al igual que la respiración la actividad mental ocurre

independientemente de nuestra voluntad. Esto es importantísimo porque nos

demuestra, o nos confirma, que el yo no lo controla todo, si no que la

actividad mental funciona por la libre y es independiente de nuestra

voluntad. Claro, podemos pensar a voluntad sobre algún asunto en particular,

pero, cuando no tenemos intención de pensar, de todas formas el

pensamiento continuará ocurriendo por su cuenta. Tambien ocurre que

cuando queremos concentrarnos en pensar sobre un sólo asunto, la actividad

espontánea del pensamiento nos interrumpe y nos distrae, o nos impide

pensar organizadamente sobre el tema que queremos considerar. Esto se nota

mucho en personas que nunca han entrenado su mente. Podemos ver como,

en sus conversaciones, saltan de un tema a otro sin motivo alguno, hacen

comentarios irrelevantes al tema de la conversación y se les hace difícil

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mantener un tren de pensamiento organizado y lógico.

Esta actividad espontánea y libre de la mente ocurre por el juego y rejuego

de dos tendencias contrapuestas que son parte integral de nuestra naturaleza.

La actividad de estas dos tendencias opuestas es una manifestación de lo que

en el Budismo y en el Zen se conoce como la actividad del Dharma. Esta

actividad es inestable, es cambiante, nunca se queda quieta por mucho

tiempo y funciona independientemente de nuestra voluntad. La voluntad es

un subproducto de la actividad del Dharma, porque surge como parte del yo

cuando se divide la conciencia. Cuando estamos en el estado de integración

de la conciencia, no hay yo y no hay voluntad. Esto lo veremos en más

detalle más adelante.

6. Al continuar observando sin intervenir con nada, notaremos que todas

estas ideas, imágenes, y verbalizaciones, todos estos pensamientos, son sólo

movimientos mentales. Son construcciones, abstracciones o

representaciones que formula nuestro cerebro espontáneamente.

Cada uno de estos pensamientos tiene un contenido. Por ejemplo, la imágen

que se presente puede ser relativa al programa de televisión que vimos

anoche. El surgimiento de la imágen, y la presencia de la misma en nuestra

“pantalla mental”, es lo que yo llamo el movimiento del pensamiento. Lo que

vimos en el programa de televisión de anoche, y el recuerdo, que ahora surge

en la memoria, es el contenido del pensamiento. Es decir, el hecho en sí del

surgimiento de la imágen en nuestra mente es el movimiento, la actividad, de

la mente. El tema que presenta la imágen, de lo que trata, es el contenido.

Tenemos que darnos cuenta de que esta imágen que ha surgido es sólo eso...,

una imágen, una representación de lo que habíamos visto antes y que ahora

es re-construida por la actividad mental. Tenemos que darnos cuenta de que

esa imágen es sólo una abstracción, un movimiento mental, y no distraernos

con su contenido, con el recuerdo de lo que pasó en el programa de anoche.

Es decir, nos vamos a fijar tan sólo en el hecho del surgimiento de la imágen

y no en el asunto de que trate. Solamente nos daremos cuenta de los

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movimientos que vayan ocurriendo, sin intervenir con ellos. No vamos a

aceptarlos o a rechazarlos, ni a comentar sobre ellos. Si nos dejamos distraer

por el contenido de la imágen, un recuerdo traerá otro, el cerebro hará

asociaciones involuntarias con otras experiencias vividas, y esto introducirá

otros asuntos y emociones en una cadena interminable.

Pero si seguimos contemplando el movimiento de los pensamientos sin

dejamos arrastrar por su contenido, los veremos aparecer, los veremos

manifestarse, y los veremos desaparecer sin que surja la cadena interminable

de asociaciones. Ésta quizás sea la barrera más difícil de flanquear, porque el

funcionamiento normal, ordinario y habitual de nuestra mente está orientado,

fijado y apegado, al contenido de los pensamientos y es bien difícil romper

con este hábito. Sólo puede hacerse con el entrenamiento constante y

paciente de nuestra mente.

Con la práctica nos daremos cuenta de que el contenido de nuestros

pensamientos está constituido por todo lo “exterior” que recogemos a través

de los sentidos y que se reproduce una y otra vez por nuestro cerebro. En

este sentido, nuestra mente es bastante parecida a una máquina grabadora de

video, pero mucho más sofisticada porque puede re-crear imágenes, sonidos,

olores, sabores y sensaciones de toda índole. Se puede decir tambien que la

mente es como un espejo que refleja todo lo que se le pone de frente. Por

ejemplo, si una persona se para frente a un espejo éste reflejará su imágen,

pero lo que aparece en el espejo es sólo eso, una imágen o reflección de la

persona, y no la persona misma. Si la persona se retira de frente del espejo,

desaparece la imágen del mismo, pero en el caso de nuestra mente, el cerebro

retiene y almacena la imágen que luego reproduce en la pantalla mental

voluntaria o involuntariamente, en forma de recuerdos o pensamientos que

continuamente nos asaltan. A través de la contemplación nos daremos cuenta

de que lo que percibimos como externo es lo que recoge el cerebro a través

de los sentidos y que utiliza para reflejar o crear la imágen mental de lo que

aparece allá afuera.

Causa gran asombro caer en cuenta de que nuestro cerebro es capaz de

fabricar todas estas imágenes, ideas, diálogos, etc...Es tan asomboso como la

capacidad que tiene el cerebro de fabricar los sueños y, de hecho, son dos

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funciones muy similares. Realmente es una maravilla, pero tenemos que

darnos cuenta de que son sólo abstracciones transitorias fabricadas por el

cerebro, que no son la realidad verdadera. Nos daremos cuenta de que lo que

consideramos ser nuestra conciencia no es algo concreto, estable y

permanente sino que más bien es una cadena interminable de experiencias o

sucesos mentales.

7. Durante el proceso descrito, aunque no querramos, frecuentemente nos

vamos a distraer y a envolver con el contenido de los pensamientos. No

importa. Es normal que esto ocurra. Como antes dijeramos, por naturaleza la

mente es inestable e inquieta. La mente divaga, y nuestra atención es

arrastrada por el contenido de los pensamientos y por las emociones que

estos nos producen. No tenemos que recriminarnos, ni sentirnos culpables

por ello. Simplemente nos damos cuenta de que nos hemos distraido y

volvemos a poner nuestra atención en los movimientos de la mente y no en el

contenido de los pensamientos. Si la distracción es muy fuerte y no podemos

mantener nuestra atención en estos movimientos sin que nos arrastre el

contenido de los pensamientos, recurrimos otra vez más a concentrarnos en

la respiración. Ésta será nuestra ancla.

Estas distracciones se repetirán continuamente. Persistiremos. Cuantas veces

ocurra una distracción, nos daremos cuenta de ello y volveremos a la

contemplación. De hecho, con el simple hecho de darnos cuenta de que nos

hemos distraido, ya hemos vuelto al estado contemplativo.

Tambien ocurre que empezamos a comentar mentalmente, a teorizar o a

filosofar, sobre lo que estamos presenciando. Esto es más pensamiento. Es

otra distracción, otra intervención del proceso discursivo con la

contemplación, así que simplemente, nos damos cuenta de que estamos

pensando, dejamos de comentar y volvemos a traer nuestra atención a todo lo

que ocurra de momento a momento.

Así es que se practica el Zazén;

8. Si seguimos observando bien de cerca toda la actividad mental, y las

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reacciones que ésta nos produce, tarde o temprano nos daremos cuenta de

que hay una parte de la mente que está observando los pensamientos que van

surgiendo en otra parte de la mente; es decir, nos daremos cuenta que hay

una división, una separación, una distancia, entre la parte de la mente que

observa y el objeto, la idea, o el parloteo que se está produciendo y es

observado. Es importante notar que la parte que observa, que es la atención,

es de naturaleza y cualidad distinta del pensamiento que se observa. Uno es

el sujeto (la atención) y el otro es el objeto (el pensamiento ).

La atención es la tendencia de la mente a estar en reposo, y lo que produce el

pensamiento es la tendencia de la mente al movimiento. Son dos tendencias

opuestas. El pensamiento hace aparecer en nuestra mente el mundo exterior,

el mundo de las cosas y las formas; es lo que nuestro Maestro, Sasaki Roshi,

denomina la actividad expansiva, que es la que afirma al mundo. La atención

o contemplación, hace desaparecer el mundo exterior de la mente, hace

desaparecer el mundo de las cosas y las formas; es lo que Roshi denomina la

actividad de contracción, que es la que niega al mundo.

9. El pensamiento es siempre representativo. Su contenido (que puede ser de

objetos, sucesos, experiencias, personas, diálogos, etc...) es lo que hemos

percibido a través de los sentidos, es decir, son las representaciones

mentales que construye el cerebro a base de lo recibido por conducto de los

sentidos. Son representaciones de las experiencias que hemos tenido o que

pensamos que vamos a tener. Son representaciones del pasado vivido o del

futuro imaginado a base de lo ya vivido. Nuevamente, tenemos que darnos

cuenta de que todas estas representaciones son sólo movimientos mentales,

y, tengo que insitir, tratamos de no dejarnos arrastrar por el contenido de

dichos pensamientos. Sólo nos damos cuenta de que son movimientos y

abstracciones mentales y seguimos observando con total desapego;

10.También es preciso darse cuenta de que aunque el contenido de estos

movimientos mentales es del pasado vivido o del futuro imaginado, la

actividad mental en sí misma, el movimiento, la representación mental de lo

vivido o de lo por vivir, está ocurriendo en el aquí y ahora, en el presente. Es

decir, la realidad de lo que está ocurriendo es el movimiento mental en sí,

mientras que su contenido es una abstracción. Por ejemplo, si estoy

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pensando en algo que alguien me dijo unos dias atrás, lo que está ocurriendo

en el aquí y ahora es el movimento mental que hace surgir el recuerdo de lo

que me dijeron. Las palabras que escuché y que ahora recrea mi cerebro, no

son reales si no sólo una representación de lo que me dijeron.

11. Cuando la actividad mental está dividida entre la atención y el

pensamiento, notaremos que, además del movimiento mental y la parte de la

mente que lo observa, nos sentimos estar ahí, en medio de lo que está

ocurriendo. Ese es el yo, que se vé y se siente separado de todo lo demás. Es

el yo que, desde el presente, observa el pasado o mira hacia el futuro.

Debemos prestar cuidadosa atención a este descubrimiento. Hemos

identificado al yo, que es otra construcción mental. Es la parte de la actividad

mental que surge como una entidad aparentemente independiente y que

reacciona a todo lo que está ocurriendo, y “siente” emociones, sensaciones

de agrado o desagrado, aceptación o rechazo de lo observado, euforia,

alegría o miedo, etc,etc... Si seguimos observando cuidadosamente, veremos

que este yo, aparece y desaparece junto con los movimientos de la mente. Si

hay pensamiento, se hace presente el yo. Cuando desaparece el pensamiento

porque se fundió con la atención, el yo tambien desaparece. O sea, que

contrario a lo que creemos, el yo no es una entidad sólida, independiente ni

permanente. Y sin embargo, estamos tan identificados con esa entidad que

creemos ser eso solamente. Ese yo es el que sufre, el que siente miedo y

ansiedad, el que ambiciona y trata de acaparar todo lo más que pueda de las

cosas externas, es el que trata de dominar a los demás en busca de su propia

afirmación, porque se siente inseguro e incompleto. Y sobre todo, ese yo es

el que quiere perpetuarse y le tiene terror a la muerte.

Porqué, y cómo, se forma el “yo”? El yo se forma porque cuando la mente

recibe información del exterior a través de los sentidos, inmediatamente

después del momento de la percepción, la actividad mental se divide entre la

atención y lo percibido, es decir, la mente se divide entre la parte que

observa y la representación mental del objeto observado. Cuando ocurre esta

separación, experimentamos las sensaciones, que pueden ser de agrado o

desagrado, miedo, tristeza, alegría, etc... La experiencia repetida de este

proceso de percepción, luego división mental entre la atención y la

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representación del objeto percibido, y las sensaciones que nos provoca la

representación mental del objeto percibido, es lo que va formando el “yo”, va

creando un ente que se siente separado y distinto de lo que se percibe.

La mente suficientemente entrenada, y que ha desarrollado la capacidad

contemplativa a plenitud, puede darse cuenta de que en el momento mismo

de la pecepción no hay “yo” porque la mente no se ha dividido todavía. En

ese momento sólo existe la percepción, somos uno con el objeto percibido,

somos uno con lo observado, porque el yo no está presente. La percepción

constituye la totalidad de la realidad, sin divisiones. Esta es una forma de

iluminación.

Sin embargo, es muy difícil notar ese momento de la percepción

propiamente, porque la pecepción pura dura un “micro segundo”, es un

momento brevísimo, y casi inmediatamente después ocurre la división

mental entre el observador y la representación de lo percibido y, junto con

ellos, aparece el “yo”, que participa de ambos, de la atención y de la

representación del objeto observado y que reacciona a lo percibido. Los tres,

la atención, la representación del objeto y el “yo”, son todos parte de la

actividad mental;

12. Cuando la mente está así dividida, están presentes el sujeto observador

(la atención), el yo, y la representación mental del objeto observado (el

pensamiento). El conjunto de los tres es lo que identificamos como nuestro

mundo, “nuestra realidad", el yo y las cosas, mi yo y el mundo. Así es como

nos relacionamos con el exterior, con lo que sentimos ser ajeno a nuestro yo;

13. Pero lo cierto es que esa "realidad" es tan sólo una realidad relativa

porque está constituida por construcciones y formulaciones de la mente, por

representaciones mentales. Es una realidad abstracta y no concreta porque el

pensamiento es siempre abstracto y representativo. Esa es su naturaleza. Por

eso se dice que “el pensamiento no es la cosa” y que “la verdad está más allá

de las palabras”. Por eso tambien es que nada de lo que podamos pensar

puede ser la verdadera realidad.

Mi “yo” tambien es parte de esa fabricación, es otra representación, otra

abstracción de la actividad de la mente. Como el yo no es algo concreto si no

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abstracto, siempre es incompleto e inseguro y siente que “el mundo es ancho

y ajeno”. Como es una fabricación, que aparece por efecto de la división

mental entre la atención y lo percibido, el “yo” se siente separado de lo

percibido, y vé las cosas “allá afuera”, separadas y distintas de él. Esta es una

de nuestras mayores y continuas fuentes de conflicto con los demás, de

inseguridad, insatisfacción y sufrimiento;

14. Según seguimos observando todo lo que ocurre, insistentemente, con

ahínco y dedicación, la vertiginosa actividad de la mente disminuye en

frecuencia y, finalmente, llega el momento en que toda la actividad mental

desaparece por completo. Desaparece nuestra “realidad” porque se funden el

sujeto y el objeto, y desaparece el yo. Es decir, al fundirse el sujeto y el

objeto, desaparece la división entre el mundo de “allá afuera” y nuestro yo.

No queda nada. Sólo existe el Silencio, que es un estado de alerta total. Aquí

no hay representaciones mentales ni abstracciones. No hay división mental

entre sujeto y objeto, no hay yo. La mente está completa y unificada.

15. Repetimos. Hay una tendencia en la actividad mental a producir el

pensamiento. El pensamiento está constituido por las representaciones y

construcciones que formula nuestro cerebro a base de lo percibido a través

de los sentidos. La capacidad y tendencia natural que tiene la mente de

producir estos movimientos o representaciones mentales es lo que Sasaki

Roshi llama la actividad de la expansión, el positivo, la actividad masculina,

el marido, el padre, etc, etc...Esta tendencia o actividad es la que afirma al

mundo de las formas.

Por el contrario, la actividad de la atención pertenece al mundo interior, y

hala en dirección contraria a la dirección en que hala la actividad que fabrica

al pensamiento. La atención hace desaparecer las representaciones que

formula la mente y que constituyen el pensamiento. Esa otra capacidad o

tendencia de la mente es lo que Sasaki Roshi llama la actividad de la

contracción, el negativo, la actividad femenina, la madre, etc...,que niega el

mundo de las formas, porque se inclina hacia la ausencia de las

representaciones mentales que hace la mente a base de lo percibido por los

sentidos desde el exterior.

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Cuando la mente está dividida, están presentes ambas actividades en

contraposición, y está presente el yo. En ese estado estamos viviendo en el

mundo de lo humano. Están las dos tendencias en tensión, una halando hacia

la contracción del mundo de las formas, propendiendo hacia el silencio, y la

otra halando en dirección contraria, propendiendo hacia la creación de

representaciones mentales, hacia el pensamiento.

Cuando la atención se “traga” al pensamiento, las dos actividades se funden

y se neutralizan. Desaparece el pensamiento, desaparece el yo y se hace

presente únicamente el Silencio, la ausencia de formas, el Vacío. En ese

momento se ha manifestado el mundo espiritual. Entonces, dice el Roshi,

somos como fantasmas. La verdad es que somos la ausencia de formas,

somos espíritu, si es que se puede usar tal término.

Repito, cuando aparece el mundo exterior por la actividad representativa del

pensamiento, existe la división mental, la distancia entre el sujeto y el objeto,

entre el observador y lo observado, y simultáneamente, por efecto de esta

separación, aparece el yo.

Cuando la atención alcanza al objeto observado, es decir, cuando alcanza la

representación creada por el pensamiento, la atención y la imágen se

neutralizan, se funden ambas actividades , desaparece el mundo exterior y

desaparece el yo.

Al desaparecer la separación entre el sujeto y el objeto, surge la unidad de la

conciencia, pero ambas dimensiones, la de la separación con la actividad del

pensamiento y la de la unidad en el silencio, son funciones de la mente.

Realmente ambas dimensiones son dos manifestaciones distintas de una

misma acividad; la mente lo incluye todo, el mundo de las formas, y el

mundo del vacío, el mundo de lo humano y el mundo espiritual. Nos

percatamos de que “la forma es el vacío y el vacío es la forma”;

16. Cuando la mente está en silencio, no hay objetos, ni formas, ni tamaños,

ni distancias; no hay sensaciones, no hay colores, sabores, u olores; no hay

bueno ni malo; tampoco existen memorias del pasado ni imaginaciones del

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futuro; no hay tiempo, ni hay espacio. No hay problemas, porque no hay yo.

No existe nada de eso, porque todo eso es producto de la división de la

conciencia que ocurre por efecto de la actividad de la expansión en

contraposición con la actividad de la contracción. Cuando todo el

pensamiento cesa y surge el Silencio, sólo existe una gran tranquilidad, una

gran claridad mental y una delicada, pero intensa, sensación de felicidad.

Entonces nos damos cuenta de que “el vacío es el vacío y la forma es la

forma”.

17. Ese Silencio es una realidad que no depende de los sentidos, ni de las

percepciones, ni de las experiencias vividas, ni imaginadas, ni de nada

externo. Es algo concreto y no abstracto. No es representativo como es el

pensamiento. Esa es la realidad verdadera, esa es nuestra verdadera

naturaleza, nuestro “verdadero rostro”, nuestro verdadero hogar, nuestro

verdadero ser, el Ser completo, el absoluto. En el Budismo se le conoce

como el Dharmakaya. En el Zen, este es el Mu de Joshu, el Cero de Sasaki

Roshi. En ese estado el corazón se inunda de alegría, compasión por los

demás y de un profundo agradecimiento hacia todos nuestros antecesores y

hacia todos los que nos ayudaron a llegar a esta realización;

18. Un momento después el Silencio se rompe, y aparece otra vez la

actividad mental con pensamientos, verbalizaciones e imágenes de toda

índole. Simultáneamente con la actividad del pensamiento, reaparece el yo.

Se ha dividido el Todo y estamos otra vez en nuestra "realidad ordinaria”, en

la dimensión de lo humano, en la separación entre el yo y los demás, entre el

yo y las cosas, entre el mundo y yo;

18. Tenemos que aceptar el regreso de la actividad del pensamiento y del yo,

sin lamentarnos o aferrarnos a la experiencia del Silencio, porque la

Naturaleza es cambio, no hay nada fijo, no hay nada permanente, todo es

transitorio. Ni siquiera el Dharmakaya es permanente. Aunque siempre esté

ahí, es cambiante, y produce la actividad de la mente que tambien es

inestable y cambiante;

19. La actividad del pensamiento nuevamente hace surgir al yo, pero este

nuevo yo que surge ahora al romperse el silencio, el yo renacido, es más

Page 17: Manual de Practica Contemplativa por Kigen Raul Davila, Osho

maduro, menos exigente, y menos dominante. Tiene menos agarre y control

sobre nuestras acciones y emociones porque ahora poseemos la sabiduría de

haber vivido, de haber experimentado el vacío, el no-ser del yo y como

consecuencia nos hemos desapegado un tanto del yo.

Pero el proceso no ha terminado. Seguimos practicando el Zazén para volver

a vivir de modo conciente la unidad y otra vez la separación.

20. Este proceso de unión y separación, en el que la mente se divide, y se

separan el objeto y el sujeto, y simultáneamente con ellos surge el yo, y

luego vuelve la unidad y se funden el sujeto y el objeto, y desaparecen el

mundo exterior y el yo, está ocurriendo todo el tiempo y se repite una y otra

vez incesantemente en la vida normal de todos nosotros, pero ocurre tan

rápidamente, que no nos percatamos de ello. Por ejemplo, cuando

escuchamos un sonido, en el momento mismo en que nuestra mente lo capta,

no hay separación, no hay yo, sólo existe el sonido, la percepción. Pero casi

inmediatamente se separan las dos actividades y aparece el yo que reacciona,

que identifica y pone nombre al sonido, que reconoce, o acepta o rechaza lo

captado y se reactiva el torrente del pensamiento. Lo mismo ocurre con todas

las percepciones que tenemos a través de los demás sentidos. Hay un breve

instante de unidad que es muy difícil de captar por la mente no entrenada,

porque la mente no entrenada no tiene ese nivel de atención. Sin embargo,

cuando el momento de unidad ocurre durante la contemplación lo podemos

notar, porque estamos en un momento de atención superlativa. Mientras más

practiquemos lo podremos notar cada vez con mayor frecuencia y claridad.

Esta serie de realizaciones, que ocurren durante la contemplación, nos harán

madurar y expandirán nuestra conciencia. Nos liberarán de muchas ataduras

del pasado y de falsas concepciones. Nos liberarán de las inseguridades del

yo, y podremos vivir con mucha más tranquilidad y en mucha mayor armonía

con los demás y con nuestro ambiente. Nos iremos tambien liberando del

miedo a la muerte porque nos daremos cuenta de que quien tiene miedo a la

muerte es el yo, que no es real.

COMENTARIOS FINALES

Page 18: Manual de Practica Contemplativa por Kigen Raul Davila, Osho

La práctica contemplativa no es fácil. Como habrán visto, esto no es un

mero entretenimiento ni una simple práctica de relajación. Es algo mucho

más serio y profundo que requiere tiempo, dedicación y mucho esfuerzo.

Pero es un proceso sanador y liberador. Además, es la tarea de mayor

excelencia a la que puede dedicarse un ser humano, porque durante la

práctica estamos contemplando el fundamento de nuestra existencia. Nos

estamos transformando, y esto es lo único que puede producir, a largo plazo,

una verdadera transformación del mundo.

Dependiendo de cada individuo, y del interés, tiempo y esfuerzo que aporte a

la práctica, estas realizaciones pueden tomar años o pueden darse en un

tiempo más breve.

Sin embargo, la práctica nunca termina, si no que más bien se convierte en

una forma de vida. Durante la Contemplación, vemos el proceso ocurrir una

y otra vez, pero siempre es nuevo y deslumbrante. Cada vez lo podemos ver

todo con más claridad y profundidad y vamos ganando más confianza en la

efectividad de la práctica. La práctica será cada vez más interesante, porque

siempre habrá nuevos descubrimientos y cada vez la disfrutaremos más.

Se debe practicar lo más posible, según lo permitan nuestras obligaciones

diarias, sin dejarnos distraer por los atractivos que presentan el mundo de los

sentidos y la actividad del pensamiento. Tenemos que entrenar nuestra mente

y aprender a movernos, a ir y venir entre las dos dimensiones, entre la unidad

y la separación, entre la realidad relativa y la realidad verdadera.

Con la práctica, nuestra capacidad de atención se incrementará, podremos

incorporar la contemplación a nuestra actividad cotidiana y seremos más

eficientes en todo lo que hagamos. Se puede hacer práctica contemplativa

trabajando, manejando un automóvil, fregando los platos, haciendo ejercicios

físicos, cocinando, etc, etc...

Mientras más practiquemos, con más frecuencia y mayor claridad veremos

ocurrir el Silencio, más prolongados serán estos espacios y más crecerá

nuestra ecuanimidad y tolerancia. Seremos más felices y tendremos más

tranquilidad y paz interior porque nos estaremos liberando de las

inseguridades y los apegos del yo. Nos estaremos liberando de las cargas del

Page 19: Manual de Practica Contemplativa por Kigen Raul Davila, Osho

pasado y de los temores del futuro. Como tendremos menos necesidades

afectivas, y seremos menos egocentristas, nuestras relaciones con los demás

serán mejores y menos conflictivas. Y, lo mejor de todo, cada vez seremos

más sabios y compasivos y estaremos más dispuestos, y mejor preparados,

para ayudar a nuestros semejantes.

Como comentario final quiero pedirles encarecidamente que hagan la

práctica con toda dedicación y no dependan ni confien en lo que aquí se ha

dicho. Nada de lo antes dicho tiene ningún valor, ni puede tener algún

sentido, si no se vive a través de la práctica.