Manuel Belgrano y el cáñamo

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El cáñamoes otro objeto

de cambio

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Manuel Belgrano, el prócer cultiveta

El cáñamoes otro objeto

de cambio Por Celeste Orozco

Ilustraciones Mariano Lucano

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CAnnábiCA pArA sALir de LA Crisis eCOnóMiCA: “LOs tejidOs de CáñAMO seríAn unA fuente de riquezAs pArA LA nACión”.

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el secretario llegó a redactar cinco Memorias durante sus

funciones antes de la revolución de Mayo. La segunda de

ellas, de 1797, se titulaba utilidades que resultarán a esta provincia y a la península del cultivo de lino y cáñamo.

M ucho antes del episo-dio conocido, el del cielo, las nubes, el sol, la

Virgen y la consecuente creación de la bandera nacional, Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano había estudiado en la Europa ilustrada, en las universidades españolas de Sala-manca y Valladolid, donde se graduó en Derecho con particular entusias-mo por la Economía Política. Pero sus lecturas francesas fueron más allá de Voltaire, Rousseau y Diderot. Como estaba convencido de que “la verdadera mina es la tierra bien cul-tivada”, puso el ojo en el Diccionario Económico de Noel Chomel –agró-nomo de tradición enciclopedista abocado al estudio de la economía doméstica del hogar rural– y anali-zó los Tratados sobre el cáñamo de Chateauireux y Marcandier. Cuando estuvo de vuelta por el Río de La Plata, con claras intenciones de cumplir la voluntad del rey para ser-vir a la patria, tenía algo para decir: el cultivo del cáñamo emplearía a los “infelices de la ciudad”, espe-cialmente a las mujeres.

Por sus estudios, en 1794 Manuel Belgrano –o El Secretario– fue nombrado secretario per-petuo del Consulado de Comercio en el Virreinato. Su tarea era sencilla: tomar apuntes fieles de las reu- niones en las que se discutía el destino económico de estas tierras, actividad que cumplía siem-pre y en todo lugar, a menos que su cuerpo, algo débil para sus veinti-pico de años, no se lo permitiera. Su cargo no lo habilitaba para vo-tar en las sesiones, sin embargo, tenía permitido opinar. Y era de la idea de que la agricultura era el modo de procurar felicidad y “el verdadero destino del hombre”.

“La simplicidad de su costum-bre logra la bondad del alma y la elevación del pensamiento. Y has-ta parece que la misma naturaleza se complace con la agricultura, por eso se renuevan las estaciones…”, argumentaba, por lo que se ofreció para viajar, recorrer los terre-nos desconocidos y planificar su aprovechamiento. Pero la mayoría de los integrantes del Consulado eran vendedores españoles con-centrados exclusivamente en sus operaciones comerciales, y le ne-garon el presupuesto. Belgrano, de todos modos, escribió.

La sEgunda MEMoriaEl Secretario se mantuvo en sus funciones hasta poco antes de la Revolución de Mayo, y durante ese tiempo llegó a redactar cinco Memorias propias, la segun-da de ellas, de 1797, titulada Utilidades que resultarán a esta provincia y a la Penín-sula del cultivo de lino y

agricultura. A su vez, el cáñamo es aprovechable como alimento, com-bustible o papel.

Por entonces, el “arte de darle va-lor a la tierra y sacarle ganancias” se deducía del Diccionario de Chomel;

los modos particulares del cáñamo se especificaban en

Marcandier y Chateauireux.

De é s to s se valió Belgrano

cuando el 9 de junio de 1797 expuso sus fundamentos ante los miembros del Consulado. De paso

agro-Exportación y pLEno EMpLEo“Son increíbles los beneficios que proporciona a un país un nuevo cultivo provechoso”, así dice El Secretario. Y en este caso tales provechos aventajaban tanto a la comunidad del Río de la Pla-ta como a La Península (la madre patria), a saber: “Habría un obje-to más a que se aplicasen las gentes –exponía Belgrano–. Porque sabe-mos que el cáñamo antes de poder servir para ponerlo en el telar tiene que pasar por una porción de ope-raciones ya propias del labrador como son la siembra, siega, remojo, cocimiento a beneficio del sol, se-car y ponerlo a fuerza de maza en fibras, ya propias de las mujeres de

éstos y otras gentes infelices de la ciudad, como son el espalar, rastrillar e hilar; con él sin duda tendríamos otro objeto de cam-bio para nuestras necesidades y usos, y más comodidades se aumentarían”. Porque “el hom-bre ama vivir con comodidad y cuando tiene medios aun se excede a vivir con gusto”.

Como ahora, en tiempos del Consulado las posibilidades la-

borales en la costa rioplatense dejaban qué desear. Y el ansia de Belgrano pasaba

porque la introducción del lino y el cáñamo

como cultivos regio-nales (dos plantas “que piden unos mismos cuidados”) emplearan a los

desgraciados, sobre todo a la mujeres –ya desocupadas de su oficio de costureras debi-do a que, por aquella época, todo (“hasta la cargazón”), se traía de La Península– como él mismo había visto en Galicia, León y Castilla.

Ruega El Secretario: “Ved aquí un recurso para que trabajasen tantos infelices y principalmente el sexo femenino, sexo en este país desgraciado, expuesto a la miseria y desnudez, a los horrores del ham-bre y estragos de las enfermedades que de ella se originan, expuesto a la prostitución, de dónde resultan tantos males a la sociedad, tanto por servir de impedimento al ma-trimonio como por los funestos efectos con que castiga la natura-leza por el vicio, expuesto a tener que andar mendigando de puerta en puerta un pedazo de pan para su sustento; y… pero para qué afli-gir más el ánimo de V.S. cuando

cáñamo.Este último, pariente no psicoactivodel cannabis, se procesa en fibras para la industria textil y es tradicional-

mente utilizado para la manufactura de sogas y diversos aparejos para los barcos: otro interés de Belgrano, la navegación (de hecho, en 1799 lo-gró fundar la Escuela de Náutica), además de la economía política y la

rendía obediencia al rey Carlos IV, quien por orden real del 24 de marzo del año anterior autorizaba al virrey a conceder terrenos libremente a “cualquier vasallo” que quisiera cultivar industrialmente estas dos plantas.

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beLGrAnO y LA pAtriA CAñAMerA

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ya lo conceptúo sabedor de todos los males que sufre este miserable sexo por falta de trabajo!”. Nótese en estos pasajes por qué se habla del prócer como uno de los más claramente católicos. (Nótese tam-bién en Belgrano un antecedente de la excepción del uso del signo apertura de admiración).

Mientras tanto en La Península, los lienzos “que usa la gente de comodidad son extranjeros”, e in-cluso bajan de barcos extranjeros, con la desventaja económica que eso significa. Asegura Belgrano: “Si nosotros le proporcionamos las materias primas en abundancia no dudemos que se dedicarían a fa-bricarlas, y así veremos introducir

“Habría un objeto más a que se aplicasen las gentes. porque

sabemos que el cáñamo antes de poder servir para ponerlo

en el telar tiene que pasar por una porción de operaciones”.

eL dOCuMentO. Los escritos de Belgrano, en puño y letra del prócer.

había introducido en la zona para estudiar su adaptabilidad y pro-ductividad.

Él asesoró a Belgrano para la redacción de su Memoria y en su casa de Recoleta, hoy el espacio en-tre las avenidas Callao y Quintana, la calle Libertad y las vías del tren, se testeó el primer cultivo y pro-cesamiento de cáñamo. Incluso se llegó a mandar un primer carga-mento a la Coruña, “pero la pampa era ganadera y hacía falta mano de obra capacitada”, así explican el fracaso los historiadores del Insti-tuto Belgraniano.

A pesar de esto, el prócer, acos-tumbrado a las trabas que le ponían los compatriotas (sus medidas y

en nuestros puertos los lienzos manufacturados por nuestros com-patriotas”. Hasta acá, las razones (la cátedra de cultivo Belgrano se abre en recuadro aparte).

EL EnsayoSi bien el plan de El Secretario era regalar semillas a todos aquellos “sujetos acomodados que tienen sus casas en el campo”, se terminó haciendo una sola prueba en la casa de un amigo cultiveta, don Martín José de Altolaguirre, conocido por sus experimentos de agricultor con diversas especies de plantas que

actitudes no solían ser bien reci-bidas por el Consulado y se dice también que sus Memorias mo-rían desconocidas en los archivos de la colonia o se esfumaban en los laberintos burocráticos de Madrid), no se sintió desalentado. En su Autobiografía se contenta con ex-plicar una simple voluntad: “Echar las semillas que algún día fuesen ca-paces de dar frutos, ya porque algunos estimulados del mismo espíritu se de-dicasen a su cultivo, ya porque el orden mismo de las cosas las hiciese germi-nar”. ¿Puede que hayamos llegado al orden mismo de las cosas?

La industria cañameraA diferencia de las variedades de cannabis usadas para consumo, la utilizada para usos industriales no posee componentes psicoac-tivos, por lo que su cultivo no debería presentar problemas incluso bajo la órbita prohibicionista. posee vastos usos industriales que todavía hoy, por intereses económicos y falta de información, se-guimos desaprovechando. veamos algunos de ellos.

textiles

La tela con fibra de cáñamo es más suave y cálida que las demás fibras vegetales conocidas, como el lino o el algodón, tiene más resistencia y dura-bilidad. Resulta abrigadora en invierno y fresca en verano. Existen indicios de que desde el año 8000 a.C. se usaba el cáñamo para confeccionar hilo, siendo el primer tejido hecho por la mano hu-mana. Hasta principios del siglo XX, el 80% de las telas y tejidos usadas en el mundo eran de fibra de cannabis, inclu-yendo las velas y cuerdas de los barcos, aparejos, redes de pesca, estopas, uni-formes militares, banderas, tiendas de campaña, trajes, alfombras, pañales, cortinas y edredones.

También eran de cáñamo las robus-tas cubiertas de lona alquitranada que cubrían las legendarias carretas que colonizaron el lejano oeste norteame-ricano. Durante cientos de años Irlanda fabricó la más fina y delicada ropa in-terior, así como Italia produjo con esta fibra los mejores vestidos de paño del mundo. Las fábricas europeas de ropa de cáñamo Hemp Valley y Hanf Haus confeccionan en la actualidad los mode-los finos y acabados de estas prendas.

papel

Los chinos fabricaban el papel de cá-ñamo desde el primer siglo antes de Cristo. Hasta el año 1833 del 75 al 90% del papel usado en todo el orbe se pro-ducía con fibras de cannabis: libros, mapas, papel moneda, valores bonos y periódicos. El primer libro impre-so en papel, La Biblia de Gutemberg, estaba hecha con papel de cáñamo, al igual que las obras completas de Mark Twain, Víctor Hugo o Alejandro Dumas y cómo no, la primera edición de Alicia en el País de las Maravillas. Hasta el borrador de la Constitución de los Es-tados Unidos de América fue redactado en papel de cáñamo.

Con la planta de cáñamo se puede pro-ducir el papel más resistente al paso del tiempo porque aguanta la humedad y si se moja o arruga vuelve a su textura y fuerza una vez seco. Además, la con-taminación de las aguas con dioxinas sería nula en la elaboración de papel de cáñamo al no tener que utilizar clo-ro en su producciónNi hablar de la tala indiscriminada de bosques, podría sus-tituir en un 70% la demanda de pulpa de madera y de paso frenar el efecto invernadero: una hectárea de cáña-mo rinde la misma cantidad de pulpa que cinco de bosque, y puede volverse a cultivar al año siguiente.

Combustible

La actual paradoja de los biocombusti-bles como el metanol fabricado a partir del maíz o el trigo es que, si bien re-emplazan al petróleo, también hacen subir el precio de los alimentos. Plan-tando cannabis para producir metanol y gasolina se acabaría con la lluvia áci-da, la contaminación con azufre y el efecto invernadero. El metanol resul-ta tan buen combustible que se utiliza hoy en la mayoría de los coches de ca-rrera. Y por sobre todas las cosas, si se plantara cannabis sativa en lugar de maíz para fabricar biodiesel no se des-perdiciaría alimento en estos días tan necesario para los millones de estó-magos vacíos en el mundo.

Alimento y medio ambiente

Hoy, los grandes campos de Argenti-na se han convertido en desiertos por la producción indiscriminada de soja transgénica. La tierra está absoluta-mente agotada y envenenada por el glifosato, pero esos campos se pue-den recuperar plantando cáñamo. Sus raíces se aferran al suelo dándo-le vigor y protegiéndolo de la erosión, además de reducir la contaminación química, evitar desmoronamientos o corrimientos y permitir la reutilización infinita del mismo suelo. Además las semillas de cannabis y el aceite que se extrae de las mismas poseen un inme-jorable valor como alimento

Y por sobre todas las cosas, el cáñamo no requiere de ningún fertilizante agro-tóxico en su cultivo. Al contrario. La ley actual europea impulsa a los agriculto-res a plantar cannabis industrial para entrar en las normativas ambientales internacionales, ya que es la plan-ta que más dióxido de carbono (CO2) absorbe. En Valencia, por ejemplo, ya se han plantado cientos de hectáreas como sumideros de CO2.

Materiales de construcción

El cáñamo también es un inmejora-ble material para la construcción. Con esta planta se puede fabricar moldes para hormigón, además de aglomera-do y cartón de alta calidad y resistencia. Resulta un material barato, práctico, fácil de producir y manipular, no tóxi-co, resistente al fuego y excepcional aislante térmico y acústico. El primer ladrillo hecho a partir de cannabis fue un emprendimiento francés y se llamó “isochanvre”: se construye a partir de celulosa de cáñamo mezclada con cal, de este modo se mineraliza y puede durar siglos. / investigación: Orge

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