María, la humilde esclava del Señor

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-- María, la humilde esclava del Señor ENRIQUE LLAMAS (Salamanca) I. PLANTEAMIENTO "La humildad ... le trajo del cielo en las entrañas de la Virgen, y con ella le traemos nosotros de un cabello a nuestras almas ... ; quien más tuviere, más le tendrá y quien menos, menos; porque no puedo yo entender cómo haya ni puede haber humildad, sin amor, ni amor sin humildad" l. "El Cántico del Magníficat que, salido de la fe profun- da de María en la visitación, no deja de vibrar en el corazón de la Iglesia a través de los siglos ... Las palabras usadas por María ... constituyen una inspirada profesión de su fe ... En estas sublimes palabras ... se vislumbra la experiencia personal de María, el éxtasis de su cora- zón"2. De intento he querido poner estos dos textos como pórtico de mi reflexión sobre la humildad de la Virgen María. Cada uno de ellos refleja una particularidad de la actitud y situación espiritual de María, que es lo que nos interesa conocer. Teresa de Jesús ve en la Virgen de Nazareth un ejemplo excelso de humildad, como virtud. Y enseña que es ésta una ¡ SANTA TERESA, Camino de Perfección, 24,2. 2 JUAN PABLO Il, Ene. Redemptoris Mater, 35.36. REVISTA DE ESPIRITUALIDAD 50 (1991), 183-208

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María, la humilde esclava del Señor

ENRIQUE LLAMAS

(Salamanca)

I. PLANTEAMIENTO

"La humildad ... le trajo del cielo en las entrañas de la Virgen, y con ella le traemos nosotros de un cabello a nuestras almas ... ; quien más tuviere, más le tendrá y quien menos, menos; porque no puedo yo entender cómo haya ni puede haber humildad, sin amor, ni amor sin humildad" l.

"El Cántico del Magníficat que, salido de la fe profun­da de María en la visitación, no deja de vibrar en el corazón de la Iglesia a través de los siglos ... Las palabras usadas por María ... constituyen una inspirada profesión de su fe ... En estas sublimes palabras ... se vislumbra la experiencia personal de María, el éxtasis de su cora­zón"2.

De intento he querido poner estos dos textos como pórtico de mi reflexión sobre la humildad de la Virgen María. Cada uno de ellos refleja una particularidad de la actitud y situación espiritual de María, que es lo que nos interesa conocer.

Teresa de Jesús ve en la Virgen de Nazareth un ejemplo excelso de humildad, como virtud. Y enseña que es ésta una

¡ SANTA TERESA, Camino de Perfección, 24,2. 2 JUAN PABLO Il, Ene. Redemptoris Mater, 35.36.

REVISTA DE ESPIRITUALIDAD 50 (1991), 183-208

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de las fundamentales de la vida religiosa. Ella la establece como fundamento de la vida de sus monasterios reformados. Pero, más que como virtud en particular, puede interpretarse como una actitud determinante de su estilo de vida, de su relación con Dios.

El Papa Juan Pablo II se sitúa en otra perspectiva. Para él, que considera a María en la Encíclica sobre La Madre del Redentor como modelo y signo de la fe de la Iglesia en camino hacia la glorificación, sus palabras son una "profesión de fe", y como tal -dada su singularidad y el momento histórico en que las pronunció- manifiestan una profunda experiencia espiritual, vivida en el fondo de su corazón al ser hecha Madre de Dios. Expresan un éxtasis del corazón, rebosante de amor, puesto en las manos del Dios Salvador; una experiencia mís­tica, podrían decir nuestros mejores Maestros espirituales.

Ambos textos contienen y ponen de relieve un matiz, o un aspecto, que me interesa destacar desde el principio, y que va a marcar la línea, o la orientación de nuestra reflexión. Ese matiz es: que se trata de una experiencia espiritual inefable de María, de una vivencia interior, fruto de una viva fe. Esta experiencia -que va a servirnos de clave para clarificar algu­nas cuestiones fundamentales en torno al Magnificat- es un dato que yo doy como cierto desde el principio, y que intentaré razonar más adelante.

Podemos decir que éste es el punto de partida que preva­lece hoy entre los comentaristas, que no se atan al sentido de la letra, tomada en su significación filológica, sino que inten­tan penetrar su sentido y descubrir su contenido, guiados por las claves de una hermenéutica complexiva. El Magníficat es la expresión de una auto-vivencia, o experiencia extraordina­ria de María, vivida también en un momento excepcional. L. Deiss ha captado toda la profundidad de esta vivencia, en el ámbito de su oración espiritual: "Conocer el corazón de Ma­ría, penetrar el sentido más profundo de su pensamiento, com­prender la meditación de ese corazón pobre aunque de estirpe real: ¿quién de nosotros no ha deseado alguna vez conocer la oración de la Madre de Jesús? Pues bien, el Magníficat nos ilustra maravillosamente en este sentido. El corazón de María

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es en pnmer lugar un corazón que canta las alabanzas de Dios ... "3.

11. EL MAGNÍFICAT

1. Preludio

El verso, objeto de nuestro comentario, pertenece a la primera parte del Magníficat. Está situado en el punto de arranque. Es una autoconfesión de María, que manifiesta sus sentimientos sobre su persona y sobre la acción de Dios Salvador, que favorece a los pobres y humildes, que confían en él.

Las palabras se proyectan más allá de los límites cronoló­gicos y geográficos dentro de los cuales vive y actúa la prota­gonista. Se trata de un momento de la salvación, en el que María desempeña una función excepcional, como modelo y representante de la Iglesia. Es la Hija de Sión, representante del nuevo pueblo de Dios; es la Madre y la figura de la Iglesia. Su vida, sus actuaciones y sus virtudes tienen un valor tras­cendente. Ella está en el origen del nuevo pueblo de Dios. Su fe señala, como dice el Papa Juan Pablo 11, el comienzo de la nueva alianza de Dios con la humanidad. María, la que ha creído, está en la base de la Iglesia y de lo que ésta debe ser en el correr de los siglos. Por eso, estuvo en comunión con todos los que constituían el germen del nuevo Israel, como dice el mismo Papa 4.

El Magníficat, bajo esta perspectiva, no es propiamente un canto del pasado, ni es un recuerdo arqueológico: es una ora­ción de la Iglesia de siempre. A. Bossard, recogiendo una idea, a la que recurren con frecuencia los comentaristas, dice muy acertadamente: "¡El Magnificat no ha terminado de sorpren­dernos! Es verdad que nunca ha sido olvidado en la plegaria pública o privada de los cristianos. Pero, asistimos a un redes­cubrimiento; y su actualidad para la Iglesia de hoy aparece

3 L. DEIss, María, Hija de Sión, Madrid, Ed. Cristiandad, 1964, pp. 191-192.

4 JUAN PABLO n, RM 27.

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bajo una nueva luz. Teólogos de la liberación y de la esperan­za, carismáticos y ecumenistas descubren en él -y tal vez con sorpresa- la expresión de sus demandas más profundas, como justificación de sus intuiciones o de sus actitudes ... El Magnificat no es un canto de ayer, para encerrarlo en el arma­rio de los recuerdos; es un canto para el hoy de la Iglesia, pueblo de Dios, que no cesa de recibir el don de la salvación -al Salvador-, para hacerle presente en el mundo" 5.

La importancia que tiene y ha tenido el Magníficat en la tradición y en la vida de la Iglesia, el interés que suscita su problemática, las incógnitas que esperan aún una clarificación mirando a su texto, a pesar de lo mucho que se ha escrito sobre este himno ... , nos invitan a hacer algunas reflexiones preliminares, que nos ayuden a situar con precisión el proble­ma clave para nosotros: el análisis de la situación, o actitud interior de María, en el momento de pronunciarlo 6.

5 A. BOSSARD, Le Magnificat: Un vieux Chant trés actuel, en "Cahiers Marials", n. 113 (1978) p. 13.

6 La Bibliografía sobre el Magnificat es abundante. Sin interrupción se publican nuevos estudios, o aparecen comentarios en obras generales, al hilo de los siglos y los gustos de cada época. Se ha analizado toda la problemática. La última bibliografía de conjunto puede verse en G. M. BESUTTI, Bibliografía Mariana, 1978-1984, Roma, Ediz. Marianum, 1988, pp. 80-82. Con posterio­ridad a esa fecha se han publicado otros estudios. La Revista "Ephem. Ma­riologicae" dedicó al Magníficat los fascículos I-I1 de 1986, recogiendo varios estudios, que citamos a continuación. También la Revista "Nuevo Mundo" dedicó el n. 136, marzo-abril de 1988, a este canto: María en el Magníficat, en el que colaboran varias religiosas de Venezuela.

Algunos estudios publicados después de 1983, o no recogidos en la nota bibliográfica del P. Besutti (orden cronológico): R. BERTALOT, JI Magnificat, en "Maria nella Communitá Ecumenica. Conferenze, meditazioni bib1iche", Roma, Ediz. Bibliche-Ediz. Montfortiane, 1982, pp. 137-141; A. SERRA, Ric­chi e Poveri; Potenti e oppresori nell Magnificat, en "Presenza delle Serve di María nell'oggi della Chiesa e del mondo", Roma, 1981 (1982) pp. 87-92; S. MUÑoz IGLESIAS, Génesis histórico-literaria del Magníficat, en "Ephem. Mariologicae", 36 (1986) pp. 9-27; G. ARANDA PÉREZ, El Evangelio procla­mado por María, íbid., pp. 29-56; A. MaLINA PRIETO, Mensaje liberador del Magníficat y sugerencias marginales, íbid., pp. 57-88; E. VILLAR, El Magní­ficat en la Teología de la Liberación, íbid., pp. 89-112; P. FRANQUESA, El Magníficat, como fuente de espiritualidad mariana, íbid., pp. 113-132; R. SCHNACKENBURG, Comentario espiritual al Magníficat, íbid., pp. 133-147; E. PERETTO, Magníficat, en "Nuevo Diccionario de Mariología", Madrid, Ed. Paulinas, 1987, 1224-1238; X. PIKAZA, María liberadora (Transfondo evangélico y novedad mariana del Magníficat), en "Ephem. Mariologicae",

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2. Problemática y momento del Magníficat

El estudio del Magníficat, como texto bíblico, presenta muchos problemas: en cuanto a su contenido teológico-socio­lógica-espiritual; en su aspecto filológico, literario y estructu­ral; en su dimensión religiosa, política y escatológica; en cuan­to a su género literario y a su origen. La mayor parte de estos problemas influyen en la interpretación de las palabras que ocupan ahora nuestra atención.

El Magníficat es una de las piezas del Nuevo Testamento más estudiadas, al igual que el texto de la Anunciación, y la presencia de la Virgen María al pie de la cruz. Sin embargo, estamos lejos de encontrar uniformidad en la interpretación que ofrecen los comentaristas.

N o es de este lugar ni enumerar siquiera los aspectos fun­damentales del Magníficat. Nuestro objetivo se reduce al aná­lisis de una sola frase: porque ha mirado 'la humillación de su esclava ... Para esto, necesitamos resolver una cuestión previa: la de su autoría. ¿Es María realmente la autora del Magníficat? De la solución que demos a este problema -que analizaremos más adelante- depende toda su valoración. Porque si María no es reconocida como autora del Magníficat, ¿a quién hay que atribuir esa autoconfesión?; y ¿qué valor tiene, si procede de cualquier otro cristiano, o de una comunidad de fieles, más o menos importante ... ? Todo esto, puede influir también en la determinación del contenido de esas palabras. Si se trata de la expresión de una vivencia-experiencia interior profunda ... ¿a quién hay que atribuirla? ¿De qué vivencia se trata?, ¿qué contiene dicha vivencia? ... No puede ser lo mismo una expe­riencia personal, que la de una colectividad.

Podemos ir abriendo camino en este problema escabroso, analizando una cuestión externa y circunstancial: el momento en que fue pronunciado el Magníficat. San Lucas lo sitúa en

38 (1988) pp. 295-334; F. M.a LÚPEZ MELús, María de Nazaret, la Virgen del Magníficat, Madrid, PPC, 1989, 119 pp.; ID.: Los textos bíblicos y el Mag­níficat en la Ene. Redemptoris Mater, en "Estudios Marianos", 54 (1989) 87-97; N. LOHFINK, Lobgesiiuge der Armen. Studien zum Magníficat den Boda­jot van Qumran und einigen Spiiten Psalmen, Stuttgarter Bibe1-Studien, 143; Verlag Katho1isches Bibe1werk, Stuttgart, 1989, pp. 13-22.

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el momento de la visitación de María a su prima Isabel. ¿Su­cedió así? ¿Es éste un dato simplemente de circunstancias? ..

Los exégetas y comentaristas se debaten aquí entre la fide­lidad a la letra del texto bíblico y la libertad para seguir otras opciones. Muchos suponen que no fue María precisamente quien pronunció ese canto de alabanza al Dios Salvador. Al­gunos piensan que el texto de Lucas no ata al investigador, y que no puede determinarse en concreto el momento en que fue pronunciado el Magníficat, a pesar de la precisión del evangelista. Gaechter piensa que María pudo pronunciarlo después de la Visitación, y en cualquier momento de su vida. Pero, ¿cuándo lo pronunció? ¿Cuál sería el momento más propio y adecuado? ..

Desde el punto de vista de la revelación y del contexto bíblico, el Magníficat dice cierta relación a la Visitación, aun­que no fuera pronunciado en aquel preciso momento. Pode­mos decir, como sugiere L. Deiss, en forma de pregunta, que la Visitación sirve de "introducción al Magníficat"?, en cuanto María responde a unas palabras de Isabel. Pero, atendiendo a su contenido, no responde propiamente a la pregunta de su prima, sino a otra pregunta supuesta, que está más en relación con el momento de la Anunciación.

El Magníficat aparece así como una prolongación del mo­mento de la Anunciación; es la expresión de la vivencia inte­rior de la Virgen María, experimentada en aquel momento supremo. Lucas lo sitúa en la Visitación, porque encuentra así un marco más apto para el diálogo, para la proclamación de un canto de alabanza al lado del de Zacarías, o la recitación de un Salmo -que todo esto es el Magníficat. Pero, su reci­tación puede situarse con mayor objetividad inmediatamente después de la visita del ángel, y de la pronunciación de aquellas otras palabras dichas por María: "Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra': que riman con las del Magníficat.

Podríamos unir a esta expresión el texto del Magníficat sin estridencias ni alteraciones. Resultaría una pieza perfecta desde el punto de vista de su contenido. ¿Por qué? .. Porque

7 L. DEISS, O.C., p. 161.

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el Magníficat es como "la fotografía del corazón y el alma de la Virgen. Es el espejo más fiel de su alma, el secreto de su inefable grandeza y de su humillación insondable. Si Ella ha sido elevada tan alta en los planes de Dios, se debe a que ha sabido colocarse en el último lugar, entre los anawins del pueblo de Jahveh"8.

N o importa que Lucas sitúe el Magníficat en el momento de la visitación. Esto no es un obstáculo que impida adelan­tarlo a la Anunciación. Anunciación y Visitación, por otra parte, son dos momentos cronológicos distintos; pero, consti­tuyen una unidad cristológica y soteriológica. Me parece co­rrecta y objetiva la afirmación de Gomá Civit en este punto: "Dentro del Evangelio de la Infancia -dice- la Anunciación a María forma unidad redaccional con la Visitación a Isabel, que culmina con el Magnificat. La Anunciación define el mis­terio; la Visitación lo manifiesta; el Magnificat lo canta"9.

Dentro de esta unidad cristológica, el Magníficat tiene su origen en el misterio de la Anunciación, y más en concreto en la experiencia inefable que la Virgen María vivió al ser hecha y reconocerse a sí misma Madre de Dios. Gomá Civit parece suponerlo así, como veremos más adelante 10.

Para mí esta consideración y este presupuesto son básicos. El momento en que Lucas sitúa el canto de María es algo meramente secundario. Esto se colige de su misma redacción y de la actitud que adopta María, al no responder directamen­te a las palabras de exaltación de su prima. Ella proclama por su cuenta las grandezas del Señor.

III. MARÍA, AUTORA DEL MAGNÍFICAT

Quiero someter a consideración el problema del origen del Magníficat, que es básico para cuanto he de exponer más adelante. Nuestro objetivo es analizar y esclarecer el sentido de la forma con la cual el autor del himno expresa su situación

8 F. M.a LÚPEZ MELús, María de Nazaret, p. 15. 9 1. GOMÁ CiVIT, El Magníficat, cántico de salvación, Madrid, BAC,

1982, p. 13. 10 1. GOMÁ CivIT, o.c., p. 16. Estudiaremos más adelante este tema.

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interior y externa, y reconoce la condescendencia del Señor: porque miró la humillación de su esclava.

Conocer quién profirió estas palabras, o sus equivalentes, es fundamental, y puede ayudarnos a captar la profundidad y los matices de su contenido. No es lo mismo que las haya pronunciado la Virgen María, o que las haya dicho cualquier otro cristiano de una comunidad, por muy primitiva que se la suponga. El valor de ejemplaridad de la humildad, aquí exal­tada, depende de quien haya protagonizado esos hechos. ¿Está la Virgen María en el punto de partida y en el origen del Magníficat?

Los exégetas y comentaristas han construido diversas hi­pótesis en contestación a esa pregunta. Se multiplican las teo­rías, según el punto de vista particular que cada uno adopta, o la orientación que da a este problema. No existe un acuerdo, y será difícil dar una solución satisfactoria desde el punto de vista doctrinal y filológico. Probablemente en más de una ocasión ha fallado, o falla la metodología, por analizar el problema desde ángulos muy unilaterales. Tampoco se ha definido en concreto qué se requiere para que alguien pueda ser considerado autor de un texto, de un poema, de un himno o de una pieza literaria.

Por otra parte, muchos comentaristas se cierran en el aná­lisis histórico-filológico, estructural y doctrinal, dejando al margen otras circunstancias, que yo considero de valor prima­rio. No se ha tenido en cuenta, en muchas ocasiones, la situa­ción espiritual privilegiada de María, ni el momento excepcio­nal que ella vivió en la Anunciación, ni la experiencia o viven­cia extraordinaria de que Ella gozó al ser hecha Madre de Dios: un éxtasis de amor,· que a mi modo de ver es la clave para esclarecer todo este problema.

Es manifiesta la importancia de este preliminar. Y esto, no sólo para la comprensión del contenido del Magníficat o de una frase, como dice Muñoz Iglesias Il, sino también y sobre todo en nuestro caso, para valorar este himno y descubrir su dimensión espiritual y ejemplarizante. Es justo, por lo mismo, que nos detengamos unos momentos en su esclarecimiento.

11 S. MUÑoz IGLESIAS, Los Cánticos del Evangelio de la Infancia, según San Lucas, Madrid, Inst. Francisco Suárez, CSIC, 1983, p. 104.

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l. Las teorías

Por lo general, cualquier problema que se suscita acerca del Magníficat cuenta con diversas teorías, u opciones por parte de los comentaristas. El tema de su origen ha dado lugar a un abanico de hipótesis y soluciones, que no voy a recoger. Sólo indicaré algunas líneas de opinión.

Algunos autores consideran el Magníficat como un himno escatológico, o profético (Gunkel); otros como un salmo vele­ro-testamentario, o como un himno titánico, al estilo de algu­nos salmos bíblicos. Hay comentaristas que prefieren conside­rarlo como un himno de liberación social, extremando la sig­nificación de los pobres, que son liberados por la acción salvífica de Dios, considerándolos en su contexto material e intramundano. Pocos han interpretado el Magníficat como expresión de una vivencia profunda de María, que siente en sí misma la plenitud de la salvación de Dios.

Con relación al origen se multiplican las opciones. Por lo general, los autores se fijan en el Magníficat, tal como lo conocemos hoy, en su redacción literaria, incorporado al Evan­gelio de Lucas. Pocos se remontan a estudiar lo que pudo ser el origen primero de este himno, en su redacción primera, en su tradición original, si es que existe alguna anterior a la fecha en que Lucas lo incorpora a su texto. Yo pienso que hay que distinguir dos etapas al menos, en el desarrollo de este canto. De no hacerlo así, puede surgir una confusión, demasiado complicada. "No sabemos en realidad -dice G. Aranda­quién lo compuso, ni cuándo, ni cómo pasó a formar parte del tercer evangelio" 12. El autor de este texto parece suponer que existe un himno, tal vez en una redacción germinal, primitiva, cuyo origen desconocemos. En su segundo momento, en una redacción elaborada, Lucas lo introduce en su Evangelio.

En cuanto a su redacción literaria, tal como la conocemos hoy, parece que existe un acuerdo bastante uniforme. La Vir­gen María no es la autora de esa redacción del Magníficat. N o procede de ella. J. Brown responde así a una pregunta que se formula a sí mismo: "¿Compuso el Magníficat María misma?

12 G. ARANDA PÉREZ, l.e., p. 30.

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Puede que sorprenda a los lectores saber que hoy difícilmente se hallará un solo escrÍturista dispuesto a responder afirmati­vamente" 13. Muñoz Iglesias, L. Monloubou y los comentaris­tas actuales se sitúan en la misma perspectiva. Aceptando este supuesto, surge espontánea la pregunta: si María no es la autora del himno del Magníficat, tal como lo conocemos hoy, ¿tiene al menos alguna relación con él?; ¿utilizó el redactor literario alguna redacción preexistente? ¿Existe en realidad una redacción, más o menos elaborada de un himno, corres­pondiente al Magníficat, procedente de la Virgen María? ¿Qué se necesita para ser autor de este himno? Son muchas pregun­tas, para contestarlas con brevedad.

Dejando aparte teorías extrañas y con poco o ningún fun­damento, hay que reconocer que el Magníficat dice alguna relación con la Virgen Madre de Dios. Esto parece reconocerlo casi todos los comentaristas. J. Grelot viene a afirmar incluso que Ella es la autora del Canto transcrito por Lucas, fundado en algunos datos de la filología: "El arcaísmo en las fórmulas se correspondería bien con una composición debida a María misma en el marco de la Iglesia naciente, donde Lucas la sitúa asidua en la oración con los doce (Aet 1,14): "meditando en su corazón los acontecimientos vividos por Ella" (cfr. Lc 2,19). Ella ha podido medir la dimensión de los problemas de Dios (cfr. 1,54-55), cuando éstos se habían cumplido en pleni­tud" 14.

Esto parece una suposición más que una afirmación. Sin llegar a tanto, pienso que se puede aceptar la explicación de J. McHugh, que a mi modo de ver apunta a la clave de solución: "Cualquiera que sea su origen, el Magníficat, tal como se encuentra en el Evangelio, debe ser leído [yo añadiría: y en­tendido J, como expresión del gozo de María y de su acción de gracias por el don divino, que hizo de Ella la Madre del Mesías" 15. Si el Magníficat expresa el gozo de María, su gra-

13 R. E. BROWN (y otros), María en el Nuevo Testamento, Salamanca, Ed. Sígueme, 1986, p. 139.

14 J. GRELOT, Marie (Sainte Vierge), dans l'Ecriture, en "Dict. de Spiri­tualité", 10, 1980, p. 417.

15 J. McHUGH, La Mére de Jesus dans le Nouveau Testament, Paris, Ed. du Cerf, 1977, p. 118 (edic. castellana: La Madre de Jesús en el Nuevo Tes­tamento, Bilbao, Ed. DDB, 1978, p. 130).

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titud al Señor." esto podría considerarse como el embrión originario del Magníficat. Y esto sería suficiente para conside­rar a María como autora del mismo. Porque el himno es la expresión de una vivencia interior, cuyo origen está precisa­mente en la actitud espiritual de la Madre de Dios.

Muchos comentaristas modernos se sitúan precisamente en esta perspectiva. La atribución del himno a María, desde San Lucas, no carece de motivo ni de razón. Está, además, a juicio de Monloubou, el hecho de que la comunidad cristiana y el mismo Lucas eran conscientes de vivir una experiencia salvífica, que la Virgen María había experimentado, como primicia del gozo salvífico 16,

Algunos comentaristas se han esforzado en demostrar que el Magníficat, como hoy lo conocemos, nació en la comunidad primitiva judeo-cristiana, que vivió una experiencia salvífica postpascual, rompiendo la relación con la Madre de Jesús. Por más que se razone esta explicación y se acumulen argu­mentos a su favor, no llego a descubrir un fundamento válido, y me parece fuera del contexto y contraria al ritmo de los acontecimientos.

A mi modo de ver, la afirmación fundamental de esa teo­ría, a favor de la comunidad primitiva, habría que completar­la, afirmando que esa experiencia salvífica la había experi­mentado personalmente la Virgen María, de quien procede el primer himno de alabanza y acción de gracias, el primer Mag­níficat. Ahí está su verdadero origen 17. Creo que hay que llegar a esta conclusión, analizando precisamente la función y la vivencia de la primitiva comunidad cristiana. Porque -cito una vez más a L. Monloubou- "es precisamente a partir de la experiencia de María como la Iglesia -y la primera comu­nidad- percibe el misterio que Ella vive y del que el Magní­ficat le ofrece una expresión típica" 18. En este sentido me parece objetivo y concluyente para mi propósito el razona­miento de F.M.a López Melús: "La opinión común afirma

16 L. MONLOUBOU, Le Magníficat, un effort pour voir Dieu, pour Jire Dieu, en "Cahiers Marials", 113 (1978) p. 148.

17 Cfr. L. MONLOUBOU, La Priere selon Saint Lucas, Paris, 1976, pp. 219-237; Le Magníficat ... , 1.e., pp. 145-155.

18 L. MONLOUBOU, Le Magníficat ... , 1.e., p. 149.

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que el Magnificat lo compuso María, con ocasión de su visita a su prima Isabel. Pero, otros autores opinan que Lucas re­produjo tal vez bastante elaborado por él, un himno preexis­tente, que llega hasta la experiencia que, en un momento singular vivió María, experiencia que Ella expresó con pala­bras bíblicas en su agradecimiento gozoso a Dios, su Salvador; palabras que recogen el sentido y el contenido de su oración de alabanza y agradecimiento. La Virgen se encontraba en una disposición adecuada para pronunciar ese elogio de las misericordias del Señor" 19.

2. Explicación

a) Qué se requiere para ser autor. Enlazando con la idea fundamental de F.M.a López Melús, quiero exponer en sínte­sis mi opinión sobre este importante problema: ¿Es María la autora del Magnificat? Mi respuesta tendrá en cuenta los prin­cipios básicos de la Mariología y las sugerencias y las intuicio­nes del Vaticano II sobre la situación de la Virgen María en la historia de la salvación, ayudándome en última instancia de las enseñanzas y del testimonio de los místicos.

¿Qué se necesita para ser autor de un poema? La contesta­ción podría ser distinta si se trata de un poema, o himno puramente literario, o si se trata de un poema que expresa una vivencia interior, una experiencia espiritual profunda, al estilo de las liras de San Juan de la Cruz.

En el primer caso, tal vez haya que exigir que el autor redacte los versos o las frases que dan unidad al poema. En el segundo, el autor puede expresar su experiencia con unas frases suficientemente expresivas, que un segundo autor puede traducir en forma literaria. Lo importante en este caso no es la expresión literaria en su materialidad, sino la expresión de la experiencia interior, que contiene el poema.

En este supuesto, podemos decir: ¿Tuvo la Virgen María alguna manifestación externa, suficientemente expresiva de su

19 F. M.a LÚPEZ MELÚS, O.C., p. 14; J. McHuGH es favorable a la existen­cia de un canto, preexistente, que Lucas adaptó a su propósito (O. c., ed. castellana, p. 129).

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vivencia interior, al ser hecha Madre de Dios? Para responder a esta pregunta hay que conocer y tener en cuenta su situación espiritual en aquel momento inefable, en cuanto nos es posible vislumbrarla, o asomarnos a la claridad insondable de su es­píritu,

b) La experiencia interior de María: Yo pienso, interpre­tando un texto del Vaticano II, que la Virgen María en el momento de la Anunciación, al ser hecha Madre de Dios 20,

tuvo una vivencia interior singular, lúcida, fruto de su Íntima comunicación espiritual con Dios; vivencia de una joven judía, de intensa vida de piedad, que había puesto toda su confianza y su voluntad en las manos de Dios, al ver realizado en Ella la plenitud de la salvación, y cumplida la más alta aspiración que podía alimentar en su corazón una mujer del Pueblo de Dios, que esperaba su salvación. Esta experiencia es asimilable a las más altas experiencias que los autores místicos atribuyen a las almas que han llegado a la unión perfecta de su voluntad con la voluntad divina. La experiencia de María tiene una eminencia y singularidad. Ella es la primera; porque también en ella dicha experiencia procede de la unión perfecta y total de su voluntad con la voluntad de Dios, como lo manifiestan sus mismas palabras: aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.

Este supuesto hay que darlo como un principio mariológi­co, aunque no conste expresamente en el Evangelio. Está en el contexto de la vida de María. Fue una experiencia de fe, una vivencia interior excepcional, que A. Molina califica como una toma de conciencia vivísima del misterio de su maternidad y del misterio de la salvación 21. Pero, ¿en qué consistió esa experiencia?

El contenido de la experiencia es de carácter salvífico. ¿Quién fue el primero que la vivió y la manifestó? María, personalmente. Ella vivió esa experiencia sorprendente en el momento de la Anunciación. Y no la encerró dentro de sí, en su corazón; no era posible encerrar la fuerza de aquel fuego. Prorrumpió en alabanza del Señor, al verse escogida por el

20 Cfr. Vaticano II, LG 56. 21 A. MaLINA PRIETO, ¡,c" p. 61.

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Padre de las misericordias para Madre de su Hijo, y para rea­lizar en ella su salvación 22.

Varios exégetas de esta última hora, atentos a las leyes de la exégesis crítica y al sentido sobrenatural de la Palabra de Dios, se muestran favorables a esa experiencia inefable de la Virgen María. No quiero hacer un recuento de autoridades y testimonios. Bastará ofrecer algún ejemplo ..

Gomá Civit, en un texto breve, pero preñado de contenido, se sitúa en una visión teológica y cristológica, al interpretar el Evangelio de la infancia, y en concreto el momento de la Anunciación. En ese momento, Lucas no pudo menos de in­tuir una "experiencia inefable de María -si es que no la conocía por otra fuente-, que Ella misma auto-reconoció y proclamó en el Magníficat" 23. Después de esta presentación, el mismo autor dice que la Anunciación fue una "experiencia de la más alta elección divina sobre una persona humana ... , inefable comunicación divina que se expresa con la embajada de Gabriel"24.

A otro propósito, y bajo otros aspectos, Gomá Civit reitera la realidad de esa experiencia de María, que es raíz y funda­mento de otras experiencias espirituales, vividas por la Madre de Jesús en Belén, yen Nazaret. Esto se garantiza a la luz de una lectura teológica de la Palabra de Dios, no como una simple historia. María, llena de gracia, Madre de Dios que recibió la plenitud de la comunicación divina, vivió en un continuado Magníficat, en un cántico de alabanza a Dios su Salvador, como enseñan implícitamente los místicos. "En el Magníficat la Virgen María irradia su experiencia divino-sal­vífica de N azaret, en cuanto es germen y principio de la de

22 Dupont afirma que el sujeto principal de la experiencia salvífica, que canta el Magnifica/, fue la comunidad primitiva, y no María (cfr. J. DUPONT, Le Magnifica! comme discours de Dieu, en "Nouv. Rev. Theologique", 102 (1980) 321-343. Pero sus razonamientos no son convincentes, ni anulan la existencia de un canto primitivo, que admiten como teoría muy probable otros comentaristas (cfr. J. McHuGH, a.c., ed. española, p. 129).

23 1. GOMÁ CIVIT, a.c., pp. 5-8; cfr. P. BENOIT, en "New Testament Stu­dies",3 (1956-57) pp. 191-193.

24 1. GOMÁ CIVIT, a.c., p. 13. En esta experiencia de María tiene su origen el Magníficat. El autor lo afirma también en otro contexto cuando dice: "En la Anunciación aceptada tiene su origen la vena profunda del Magníficat". "La visita a Isabel hará prorrumpir en Cántico" (a.c., 16).

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Belén y de todo el Evangelio. La Navidad en Belén será epifa­nía principal de esta experiencia de N azaret, donde se realiza el misterio. De allí ha germinado el Evangelio". La Virgen del Magníficat eleva la mirada a la última razón del misterio que está en el amor salvífica de Dios. Siente en la entraña su presencia eficaz, tiene que manifestarlo." Experiencia de Na­zaret hecha Cántico; el Magníficat preludia el misterio de Belén"25.

Desde otro punto de vista, Bossard enfatiza el elemento experiencia de María en el análisis teológico bíblico del Mag­níficat. El interés de los investigadores ha descubierto muchos aspectos y ha marcado muchas vías de investigación. Muchas soluciones pueden ser aceptadas, según este autor, Ha condi­ción de que no se olvide lo esencial: intentar unir en definitiva la experiencia única de María, para comunicar con ella lo más profundamente que sea posible" 26.

La afirmación de una vivencia mariana es un dato adqui­rido hoy, fundamental para la interpretación del Magníficat. A. Bossard hace otras afirmaciones más radicales y progresis­tas si cabe, Piensa que no puede ponerse en tela de juicio ni el sentido ni la utilización mariana del himno; y citando al P. Hamel añade: "poco importa su origen preciso".; que se trate de la ipsissima verba Mariae, o no. Lo que importa mantener es que Lucas, autor inspirado, lo pone en labios de María, juzgando que eso correspondía a su situación, y que expresaba bien sus sentimientos interiores, y nos ofrecía la sustancia de su oración en aquellos días benditos"27.

c) Experiencia y expresión del Magnificat. La experien­cia inefable de María marca diversas etapas. De N azaret a Belén, y a partir de ahí a los restantes momentos de su vida.

25 1. GOMÁ CIVIT, O.C., pp. 18-19. 26 A. BOSSARD, l.c., p. 131. 27 A. BOSSARD, l.c., cfr. E. HAMEL, Le magnificat, la femme el la prom 0-

tion de lajustice, en "Cahiers Marials", 113 (1978) p. 158. Hamel piensa que el Magníficat es una oración de María, dicha en más o en menos con las palabras que utiliza el Evangelista Lucas; y que de cualquier modo expresan sus sentimientos y su experiencia inefable. De lo contrario, se seguiría un absurdo. Si María no pronunció esa oración, ¿qué sentido tiene que la repita la Iglesia? Si María no vivió esa experiencia, ¿dónde está su origen y cuál es su valor?

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Ella sintió en su entraña la presencia eficaz de la salvación, y tuvo que manifestarlo, dice Gomá Civit. ¿Por qué? Es una exigencia de la experiencia mística. La manifestación fue el Magníficat. El testimonio y la doctrina de los autores místicos pueden ayudarnos a fundamentar este hecho y a dar explica­ción del mismo. En la doble orientación se puede llegar a una conclusión convincente.

Para entender mejor y orientar adecuadamente este pro­blema hay que tener en cuenta la situación espiritual en que se encontraba la Virgen María en el momento de la Anunciación, a lo que hemos hecho referencia en páginas anteriores. No se puede dudar de que vivió en aquellos momentos, como en otros de su vida, con una concentración interior intensa, y en una unión íntima de su voluntad con la voluntad del Padre -como he insinuado antes-. Ella, la llena de gracia. Esa concentración llegó a su vértice más alto en el momento pre­ciso de ser hecha Madre de Dios. Entonces, pronunció aque­llas palabras, salidas del fondo de su corazón: Hágase en mí según tu palabra (Lc 1,28). Y entonces también, en un éxtasis de amor, cantó las grandezas y las maravillas, que el Señor había obrado en Ella. A partir de aquí, conservaba en su interior el recuerdo de los misterios de la salvación, ya iniciada -dando a recuerdo el sentido que le da San Juan de la Cruz 28_, y los meditaba en su corazón, renovando su expe­riencia, o como efecto de la misma 29.

Tener en cuenta la situación espiritual de la Virgen María , en estos momentos constituye una clave de lectura y de inter­pretación del texto bíblico, máxime cuando éste refleja viven­cias interiores de los protagonistas de los hechos. Esto puede aplicarse a la interpretación de la pasión de Jesús y a otros relatos parecidos. ¿Cuál era la situación espiritual de María, la llena de gracia, la escogida por Dios para Madre de su Hijo, en ese momento cumbre de la historia de la salvación? .. Creo que podemos aplicarle la enseñanza que San Juan de la Cruz nos ofrece, cuando trata de las almas que han llegado a la

28 SAN JUAN DE LA CRUZ, Llama de Amor viva, c. 4: "Cuán manso y amoroso / recuerdas en mi seno / donde secretamente sólo moras" ... , nn. 4-5. '

29 Cfr. Lc 2,19.

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perfecta unión con Dios, de manera particular si pensamos y nos situamos en el momento de la Encarnación. San Juan de la Cruz dice en la Llama de amor viva que esas almas experi­mentan gracias místicas excepcionales; entre ellas, el toque delicado del Amor de Dios, que es el Verbo, el Hijo de Dios, "que por la delicadeza" de su ser divino penetra "sutilmente la sustancia" del alma, y la absorbe toda en "divinos modos y deleites y suavidades nunca oídas" 30.

Al momento de la maternidad divina de María, materni­dad física y biológica, acompañó una experiencia interior, mística y espiritual, de mayor fuerza e intensidad; una vivencia íntima de su unión espiritual con la voluntad salvífica de Dios, que la teología ha traducido por las palabras de San Agustín, a las que alude el Vaticano II: "concibió por la fe antes que en su seno "31.

Esa vivencia-experiencia interior tuvo un efecto singular: fue la consagración que María hizo de sí misma a la voluntad del Padre, a la persona y a la obra de su Hijo, para servir con El y bajo El a la salvación de los hombres 32. Tuvo también otro efecto, connatural a su misma naturaleza: el canto del Magníficat. Podemos garantizar esta afirmación con la doc­trina de San Juan de la Cruz, aplicando a la Virgen María lo que él dice de las almas que han llegado a la vida mística: "En este estado de vida tan perfecta -dice- siempre el alma anda interior y exteriormente como de fiesta, y trae con gran fre­cuencia en el paladar de su espíritu un júbilo de Dios grande, como un cantar nuevo, siempre nuevo, envuelto en alegría y amor en conocimiento de -su feliz estado. A veces anda con gozo y fruición, diciendo en su espíritu aquellas palabras de Job ... y también anda comúnmente cantando a Dios en su espíritu todo lo que dice David ... Y no es de maravillar que el alma con tanta frecuencia ande en estos gozos, júbilos y frui­ción, y alabanzas de Dios ... " 33

30 SAN JUAN DE LA CRUZ, Llama, 2,17. 31 "Fide plena et Christum prius mente quam ventre eoncipiens ... "; SAN

AGUSTfN, Serma 215,4 (PL 38,1074); cfr. SAN LEÓN MAGNO, Serma 1 in Nativitate, 1 (PL 54,191 B): "Prius mente quam eorpore ... " Cfr. VATICANO n, LG 53.

32 Cfr. VATICANO n, LG 56. 33 SAN JUAN DE LA CRUZ, Llama ... , 2,36.

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Este texto puede ser clave en nuestra reflexión. Si podemos considerar a María dentro del número de las almas, a quienes puede aplicarse esta doctrina del Doctor Místico; si Ella, en la Anunciación vivió una experiencia inefable de comunicación interior con Dios ... ¿cómo no iba a prorrumpir en un canto de alabanza, en un Magnificat de exaltación de las maravillas que Dios había realizado en Ella y en el mundo? A María le compete la preeminencia, el primer puesto en la lista gloriosa de los santos, por su dignidad como Madre de Dios, por su singularidad como asociada a su Hijo en la obra de la reden­ción, por sus prerrogativas personales, por su plenitud de gracia ... No podemos privarla, por lo mismo, de esas vivencias místicas, que experimentan las almas que llegan a la cima de la perfección. Precisamente, los autores místicos han interpre­tado su santidad con esta clave.

El testimonio de Santa Teresa de Jesús, más cercano a nosotros, viene a reafirmar y a reforzar nuestra afirmación fundamental. Cuando ella explica el estado espiritual de las almas que han llegado al tercer grado de oración 34, hablando por propia experiencia, afirma que las potencias del alma, el alma misma, se ocupan todas en Dios, y están en una íntima comunicación con El, que no quieren sea interrumpida. En este estado dicen "muchas palabras en alabanza de Dios ... ; querría dar voces en alabanza el alma, y está que no cabe en sí... Aquí querría el alma que todos la viesen y entendiesen su gloria para alabanzas de Dios ... Esto me parece debía sentir el admirable espíritu del real profeta David, cuando tañía y can­taba en el arpa en alabanza de Dios (2Sam 6,14) ... ¡Oh, válga­me Dios, cual está un alma cuando está así! Toda ella querría fuesen lenguas para alabar al Señor"35.

La aplicación de estos textos a la Virgen María puede hacerse sin violentarlos, sin estridencias, sin forzar en lo más

34 Santa Teresa explica el desarrollo y progreso de las almas, en la vida de oración, en forma gráfica y simbólica, por los cuatro modos de regar el huerto (Vida, 12-21). En el tercer grado el alma recibe la gracia y la comuni­cación de Dios, como el agua del río, que sólo tiene que encauzar, ayudando al hortelano, "que casi El (Dios) es el hortelano y el que lo hace todo" (Vida, 16,1). El alma tiene un alto conocimiento de Dios y un amor muy elevado. Participa de muchas gracias místicas.

35 SANTA TERESA, Vida, 13,3.4.

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mínimo el sentido de las palabras de los Doctores Místicos. María en esa íntima comunicación con Dios, rebosante de alegría, y "saltando de gozo", dijo San Ireneo, dio voces de alabanza al Señor, su Salvador 36. El Magníficat fue la expre­sión comunicativa de su experiencia interior, profunda e in­contenible. Todo cuanto dice San Juan de la Cruz pudo expe­rimentarlo en sí misma: júbilo, gozo, deleite. Está el alma que no cabía en sí (Santa Teresa). El canto, el himno salmódico, la alabanza era una exigencia de la fuerza del amor y del agradecimiento, del momento espiritual que María estaba vi­viendo en aquellos momentos 37.

d) Es hora de concluir este apartado. La imagen de Ma­ría que nos pinta San Lucas es la que corresponde ajustada­mente a su situación espiritual. Un alma de oración, que me­ditaba en su interior los misterios de su Hijo y el sentido de los planes salvífícos de Dios; alma de profunda vida interior, a la que no podemos privar de las experiencias de que hablan los autores místicos, como hemos visto 38. No puedo dudar de que Ella experimentase en el momento de la Anunciación una vivencia verdaderamente mística, un éxtasis de amor, como dice el Papa Juan Pablo n. Finalmente, las almas que gozan de esta experiencia sienten un gozo y un júbilo indecible, que espontáneamente busca su manifestación.

Este es el caso de la Virgen María. Su canto fue el Magní-

36 SAN IRENEO, Adversus Haereses, III, 10,2; PG 7,1,873. 37 Podemos decir que esta enseñanza de los autores místicos puede ser

también una clave de explicación de la visita que María hizo a su prima Isabel. El alma en este estado, dice Santa Teresa, querría "que todos la viesen y entendiesen su gloria para alabanzas de Dios". ¡Cuánto más María! Visitó a su parienta para hacerla participante del don salvífico que Ella había reci­bido. Así lo dice Pablo VI (Mc 18), siguiendo a Ireneo y a otros Padres de la Iglesia, que ponen de relieve también la alegría de la Virgen al pronunciar el Magníficat; 10 cual rima con las enseñanzas de Santa Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz.

38 Los exégetas quieren explicar esta actitud orante de María, apoyados en la filología y en la estructura literaria y gramatical del Magníficat. El participio symballoúsa, que significaría una "reflexión intensa, ejercitada so­bre un problema de importancia", según R. Laurentín, está en corresponden­cia con lo que nos dice el mismo San Lucas, sobre la actitud orante de María (cfr. R. LAURENTIN, Structure et Théologie de Luc. I-IL París, 1957, p. 99; M. A. BARRIOLA, Bendita tú entre las mujeres, en "Teología", UCA, n. 53 (1989) 22-24.

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¡icat. No importa que pudieran ser otras las palabras con las que expresó su alabanza. Serían sinónimas a las que transcribe San Lucas. De cualquier modo, lo importante es la experiencia interior de María y su manifestación, que se ha hecho hoy experiencia de la Iglesia y de las almas, en la recitación con­tinuada del canto.

IV. "PORQUE MIRÓ LA HUMILDAD DE SU ESCLAVA" (Lc 1,48)

1. Planteamiento

Si la historia y el origen del Magníficat plantea muchos y graves problemas a la exégesis y a la teología, no son menos ni menos intricados los que plantea su interpretación, o el estudio del contenido de sus versos. La estructura del canto, la filología, la construcción gramatical, el contexto, los lugares paralelos, la intención del autor. .. dan opción a diversas y en ocasiones casi opuestas soluciones. ¿Qué contiene, qué signi­fica la expresión: humillación o humildad de su esclava? ¿Es correcto el uso de humildad, como traducción del sustantivo griego tapéinosis? .

Las versiones antiguas y modernas presentan algunas dife­rencias, aunque en un campo reducido de posibilidades. La Biblia Salvat (que depende de la versión de la BAC) traduce: "Porque se fijó en la bajeza de su esclava". El Nuevo testa­mento trilingüe (J.M. Bover, J. O'Callagan): "Porque puso sus ojos en la bajeza de su esclava". La Biblia de Jerusalén traduce: "Porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava". La versión de la Casa de la Biblia (Madrid): "Porque ha mirado la humildad de su sierva". La Biblia Nacar-Colun­ga (BAC, Madrid): "Porque ha mirado la humildad de su sierva".

Si en las versiones de la Biblia aparece bastante uniformi­dad, en las que nos ofrecen algunos autores particulares apa­recen mayores diferencias. Recogemos algunas: "Ha mirado la humillación de su esclava" 39; "Porque ha mirado la bajeza de su esclava"4o; "Dios ha mirado la pequeñez (tapéinosis) de

39 P. FRANQUESA, El Magnifica/ ... , l.e., p. 130. 40 R. SCHNACKENBURG, l.c., p. 136.

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su sierva" (doúles)41; "Porque ha mirado la humildad de su sierva" 42; "Porque ha mirado la poquedad de su esclava", "Porque ha puesto los ojos en la humilde situación de su esclava" 43,

Las traducciones apuntan en una doble dirección, que de­termina las diversas explicaciones que los comentaristas hacen de su contenido, o el significado de humildad, bajeza, poque­dad, Algunos autores dan una interpretación existencial: con­dición de bajeza de María, Otros apuntan a una significación moral o espiritual: humildad, como virtud, Es muy poco lo que podemos añadir como nuevo en este terreno, Será sufi­ciente recoger algunas de las explicaciones que nos ofrecen los modernos comentaristas. Todas giran en torno a un mismo término: tapéinosis, humildad, humillación, bajeza. A pesar de todo, no todos coinciden en la significación fundamental 44.

2. "Tapéinosis': como bajeza-poquedad

Para muchos y acreditados comentaristas actuales el sus­tantivo tapéinosis no expresa una actitud espiritual de María, ni una virtud moral, sino una condición existencial y de carác­ter social; su pertenencia a una clase social marginada, desva­lida, desamparada, representada por los pobres de Yahvé, los anawim.

Tapéinosis es un término polivalente en el uso bíblico. Puede significar una situación deprimida, o la vivencia de esa situación, que equivale a una actitud de humildad, de falta de presunción. Existe una gama de situaciones y actitudes, que pueden ser expresadas con ese término. ¿Qué significa aplicado al canto de la Virgen María? ...

41 A. MOLINA PRIETO, Mensaje liberador ... , l.c., p. 69. 42 G. ARANDA PÉREZ, El Magnificat ... , l.c., p. 38. 43 S. MUJ\)oz IGLESIAS, Génesis histórico-literaria ... , l.c., p. 24; I. GOMÁ

CiVIT, El Magnificat ... , l.c., p. 77. Estas mismas diferencias se aprecian entre los escritores antiguos. Ya Lutero puso reparos al uso del término "humildad", por parecerle que podía ser fundamento de vanagloria, y tradujo tapéinosis por bajeza, pequeñez, en sentido existencial.

44 Algunos autores hacen comentarios muy sugerentes. Cfr. O. GAECHTER, María en el Evangelio, Bilbao, Ed. DDB, 1959, pp. 207-208; L. DEIss, a.c., pp. 155-192.

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a) S. Muñoz Iglesias ha examinado detenidamente este pro blema, y ha estudiado la significación del término en cues­tión, analizando y desentrañando su contenido a través de lugares paralelos, y de la estructura misma y el ritmo del Magníficat. Su conclusión en este punto es clara y terminante, tanto en cuanto a lo que afirma como en lo que rechaza, con relación a otras significaciones. Después de una amplia expo­sición se pregunta: "¿Cuál sería, pues, el alcance de tapéinosis en este pasaje? Pienso que el significado básico de situación aflictiva ... adquiere en la literatura relacionada con los anawim o pobres de Yahvé especialmente .en los salmos, acentos im­personales y tópicos, que subrayan la condición de pequeñez, pobreza, falta de influencia y de poder. ..

La traducción más cercana a este concepto podría ser "des­valimiento", "incapacidad". Retiene la idea básica de situación aflictiva; pero no la atribuye a ninguna causa extraña. Expone la propia pequeñez, de la que se tiene conciencia de no poder salir si no es con la ayuda de Dios. El reconocerla y aceptarla tiene algo de virtud; pero, no se piensa tanto en su dimensión moral cuanto en su aspecto ontológico, psicológico y socioló­gico "45.

En este supuesto, María expresaría con sus palabras una situación aflictiva, deprimida, más que una actitud moral. La expresión: mirar, Dios miró ... parece que apunta a esa condi­ción marginada, de la que sólo El podía librar con su fuerza salvadora. Muñoz Iglesia enfatiza esta significación: "La gra­titud y el gozo de María -dice- parten de que Dios se ha dignado mirar. .. la poquedad de su esclava ... N o piensa María en la virtud de la humildad, como si lo que Dios ha obrado en Ella fuera debido a mérito alguno personal; piensa, como los auténticos "pobres de Yahvé" en su poquedad, pobreza, inde­fensión, insignificancia, nadería, falta absoluta de influencia y de poder ... Decir María que "Dios ha mirado la poquedad de su esclava" equivale a reconocer que, sin mérito propio, "ha hecho gracia a los ojos de Dios"46.

45 S. MUÑoz IGLESIAS, Los Cánticos del Evangelio ... , pp. 134-135. 46 S. MUÑoz IGLESIAS, Génesis histórico-literaria ... , l.e., p. 24; cfr. tam-

bién A. MOLlNA PRIETO, l.c., p. 70.

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A la vista de estas reflexiones, Muñoz Iglesias rechaza la interpretación de tapéinosis, como virtud de la humildad, re­afirmando su postura y sus afirmaciones precedentes. "Otra opinión poco probable es la de los que piensan que tapéinosis debe traducirse aquí por humildad (virtud moral). Es verdad que el adjetivo tapeinós tiene habitualmente ese alcance en los pasajes del Nuevo Testamento ... Pero, no es ése el caso del sustantivo tapéinosis ni en griego clásico ni en su uso bíblico, particularmente en la frase donde aparece como complemento de la acción divina de mirar, frase que indica siempre un estado aflictivo, del que libra Dios con su mirada misericor­diosa y omnipotente. En nuestro caso, el énfasis que la Virgen pone en esta mirada liberadora de Jahvé, excluye cualquier interpretación que identifique tapéinosis con ninguna virtud moral. De una virtud moral no tiene que ser liberada Ma­ría ... "47

b) Otros comentaristas no son tan radicales, en cuanto a excluir la probabilidad de otras opciones, y en concreto con relación a humildad como virtud moral. Merece que desta­quemos en este punto la opinión de R. Schnackenburg, que viene a conjuntar las dos opiniones, o interpretaciones. Utiliza el término bajeza en vez de humildad, y se pregunta de propio intento por la intención que la Virgen María tuvo al pronun­ciar sus palabras, y por su significado: "¿Qué quiere decir María con su bajeza? Ella procedía de las capas pobres del pueblo galileo, que se veían despreciadas por los hombres ricos de las ciudades, por los escribas poderosos de Jerusalén. Su bajeza se refiere en primer lugar a su posición social. Pero es también una postura (actitud) espiritual, que se ha formado en la piedad de los pobres de su pueblo. El pobre pone toda su confianza en Dios ... María se sabe pequeña ante Dios, el

47 S. MUÑoz IGLESIAS, Los Cánticos ... , pp. 132-133. Ver también p. 131. De esta misma opinión es G. PÉREZ, que escribe: "El término griego (Iapéi­nosis) no expresa propiamente la virtud moral de la humildad ... , sino que se refiere, en este caso, a la condición social humilde de María, que vivía en una aldea desconocida (cfr. 1,26). Ello crea en María la conciencia de su peque­ñez ... " [G. PÉREZ, La [rifancia de Jesús, MI 1-2; Lc 1,2, Salamanca, Univ. Pontificia, "Teología en Diálogo", 4 (1990) p. 125].

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eterno y poderoso. Esto es lo segundo que debemos aprender del Magníficat. .. " 48

En esta misma dirección orienta su comentario F.M.a Ló­pez Melús. Partiendo de un texto de Lutero, conjunta el doble significado de tapéinosis: condición marginada y actitud inte­rior de humildad de María. "Creemos que la Virgen con el· término tapéinosis (Lc 1,48) nos describe su alma de pobre al hablarnos de su 'bajeza de esclava' ... La expresión tapéinosis no puede referirse al oprobio ... , ni siquiera de modo exclusivo a su baja condición social, sino que hay que entenderla, sobre todo, como la simple expresión de la humildad-pobreza de la esclava del Señor... Este término no sólo expresa una actitud interior, sino que hace una expresa referencia a su situación exterior, de pequeñez, impotencia, sufrimiento ... En todos los textos de la Biblia, especialmente en los salmos, tapéinosis subraya la pobreza, la bajeza, la falta de prestigio y de poder, y se usa para designar el ideal religioso de la humildad, la actitud del piadoso israelita ante Dios"49.

López Melús añade aún más, siguiendo a Muñoz Iglesias y a otros comentaristas. Piensa que estas palabras de María -la expresión de bajeza y humildad- constituyen el núcleo central del Magníficat. Y puede ser verdad. Porque es una au­to-confesión, en la que María da a conocer su condición social y su actitud interior, vivencial, espiritual, de humildad; es decir, de estar plenamente abierta a la voluntad del Padre 50.

En síntesis, tapéinosis, en boca de María, expresa ante todo la auto-confesión de una actitud interior; el reconoci­miento de su situación social, asumida espiritualmente, desde la cual se relaciona con el Señor. María proclama la grandeza del Dios Salvador, no sólo porque la ha redimido de una

48 R. SCHNACKENBURG, l.c., pp. 136-137. Ver también su estudio Das Magnificat, seine Spiritualitiit und Theologie, en "Geist und Leben", 38 (1965) pp. 342-357.

49 F. M.a LÓPEZ MELÚS, a.c., pp. 25-27. 50 "Esta palabra -la expresión de bajeza y humildad- parece constituir

el núcleo central del Cántico; con ella se nos descubre el alma, el espíritu de humildad de la Virgen" (F. M.a LÓPEZ MELús, p. 25; ver también pp. 27-28). Lo mismo había dicho S. MUÑoz IGLESIAS, quien afirma que entendido el término tapéinosis, en el sentido en que él lo explica, "es concepto central del Magníficat" (a.c., p. 135).

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posición marginada en la sociedad, sino porque la llenó de su gracia, y porque se sintió amada sin medida por El,-porque mirar Dios es amar y hacer mercedes, según San Juan de la Cruz 51_, a pesar de su actitud humilde y de esclava del Señor, y precisamente por eso.

Humildad, como condición y actitud interior es sinónimo de pobreza de espíritu, y se traduce "en una total dependencia de Dios" 52. Es un reconocimiento de la propia insuficiencia, de la propia indigencia e insignificancia ante el Señor todopo­deroso, porque lleva consigo una apertura total y absoluta a la voluntad del Padre. Es una confirmación de las Bienaven­turanzas y de la actitud de los pobres de Jahvé. Todo humilde tiene que actuar así. No basta el propio reconocimiento. Es preciso encarnar también la disposición de aceptar ante todo sin réplicas el don de la voluntad de Dios, que se nos manifies­ta. María mantuvo esta actitud, como lo demuestra el misterio de la Anunciación: Hágase en mí según tu palabra 53.

Así sucedió en la Virgen María. Esto significó su auto­confesión. La vivencia de la humildad se tradujo en Ella en una actitud de entrega total a Dios, sin reservas. María se reconoce una más entre los pobres de Jahvé. En la sencillez de su alma no puso la más mínima resistencia a Dios, su Salva­dor, cuando pidió su consentimiento para elevarla a la digni­dad de Madre de su Hijo 54; antes por el contrario, se puso incondicionalmente en sus manos: aquí está la esclava del Señor ... , palabras que riman con las del Magníficat. Por eso, esta virtud trajo del cielo al Hijo de Dios a las entrañas de la Virgen (Santa Teresa). "María ... es una pobre integral...; reci­be los dones del Señor con la mayor humildad. Sabe que El se lo da gratuitamente, y que Ella nada tenía para merecerlos. Por eso, su Magníficat puede ser el canto de los pobres de todos los tiempos, el de las grandes "maravillas", que Dios hace, si se le deja, a través de una pobreza aceptada y abierta

51 SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico Espiritual, 16,6. 52 F. M.a LÓPEZ MELÜS, a.c., p. 14. 53 Cfr. J. ESQUERDA BIFET, Magníficat y Salmos. Espiritualidad y psico­

logía mariana eclesial, en "Est. Marianos", 38 (1974) p. 59. Ha puesto de relieve el paralelismo entre este verso del Magníficat y la actitud de María en la Anunciación.

54 Cfr. VATICANO n, LG 56.

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a sus designios, disponible. Por tanto, el Magníficat de María nos permite una relectura nueva de la historia, no desde el protagonismo de los poderosos, sino desde la fuerza de los pobres de espíritu, de los humildes y de los débiles, que tienen una confianza ilimitada y ciega en ] ahvé 55.

Este sentido de humildad, y todo lo que ella encierra, es lo que da -entre otros elementos y valores- perenne actualidad al Magníficat, tanto en una dimensión eclesial y escatológica, como personal e individual. Esto marca una línea y un estilo de espiritualidad, como el de las Bienaventuranzas. María siente que su pobreza se convierte en riqueza, que su humildad se transforma en exaltación; precisamente porque en su actitud de tapeinós estuvo plenamente abierta a la voluntad del Padre, que la llenó sin reservas de su amor. Miró la humildad de su esclava, y realizó en Ella la obra más grande, la más alta ma­ravilla: ser la Madre de su Hijo 56.

55 F. M.a LÓPEZ MELÚS, O.C., p. 44. 56 Cfr. J. ESQUERDA BIFET, l.c., p. 65.