María mercedes barnechea garcía metodologia para la sistem

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ ESCUELA DE GRADUADOS MAESTRÍA EN SOCIOLOGÍA Llega un momento en que recuperamos los anteojos y el mundo adquiere diferente nitidez El conocimiento desde la práctica y una propuesta de método de sistematización de experiencias Trabajo de investigación presentado para optar al Grado Académico de Magíster en Sociología María Mercedes BARNECHEA GARCÍA María de la Luz MORGAN TIRADO Lima, septiembre de 2007

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚESCUELA DE GRADUADOSMAESTRÍA EN SOCIOLOGÍA

Llega un momento en que recuperamos los anteojos y el mundo adquiere diferente nitidez

El conocimiento desde la práctica y una propuesta de método de sistematización de experiencias

Trabajo de investigación presentado para optar al Grado Académico de

Magíster en Sociología

María Mercedes BARNECHEA GARCÍAMaría de la Luz MORGAN TIRADO

Lima, septiembre de 2007

ÍndicePág.

Índice 1Resumen 2Introducción 3

Capítulo 1. Referentes teóricos 61.1. El objeto de conocimiento de la sistematización de experiencias 61.2. El conocimiento práctico 81.3. Características de las personas que desarrollan la intervención 9

Capítulo 2. Concepto de sistematización de experiencias 112.1. El tránsito del “saber práctico” al conocimiento práctico: el rigor en

la sistematización

13

2.2. Confluencias, diferencias y posibilidades de diálogo con otro tipo

de conocimientos

14

2.3. Sentido, utilidad y limitaciones de la sistematización de

experiencias

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Capítulo 3. Propuesta de método de sistematización 173.1. Cómo concebimos el método 173.2. Qué se sistematiza 183.3. Condiciones que se requiere para sistematizar 193.4. Los momentos del proceso de sistematización 20

Capítulo 4. Reflexiones finales sobre los desafíos pendientes 41

Bibliografía 44

2

Resumen

Este documento se enfoca en el tema de la sistematización de experiencias, concebida como una manera de extraer y hacer comunicables los conocimientos producidos en los proyectos de intervención en la realidad con intencionalidad de transformación. Su finalidad principal es presentar un método que facilite la tarea a los/as profesionales de las ciencias sociales y a otras personas interesadas en desarrollarla.

Previamente se desarrollan las bases conceptuales y epistemológicas que sustentan esta propuesta de sistematización. Se discute la especificidad de su objeto de conocimiento – la experiencia – del tipo de conocimientos que en ella se produce y de las personas que lo generan. Los referentes teóricos incluyen a autores que han desarrollado ideas sobre el conocimiento práctico, los/as profesionales de la acción y el/la práctico/a reflexivo/a.

Los sustentos epistemológicos de esta concepción de la sistematización de experiencias se sintetizan en dos: la unidad entre sujeto y objeto de conocimiento y la unidad entre quien sabe y quien actúa, lo que cuestiona las tradicionales distancias entre lo racional-objetivo y lo afectivo-subjetivo. Ello plantea retos y abre perspectivas nuevas, así como posibilidades de diálogo con otras formas de producir conocimientos, principalmente la investigación y la evaluación.

El método que se presenta se concibe como lineamientos generales que aspiran a convertirse en una orientación para un esfuerzo que requiere mucha creatividad y flexibilidad. Es por ello que se plantea que las condiciones más importantes para poder sistematizar son actitudinales: curiosidad, voluntad de reflexionar críticamente sobre la experiencia vivida, capacidad de crítica y autocrítica.

Los momentos del proceso de sistematización propuestos son:

1. Diseño del plan de sistematización2. Reconstrucción de la experiencia3. Análisis e interpretación del proceso4. Comunicación de los resultados

Cada uno de ellos se desarrolla señalando su sentido y brindando orientaciones para transitarlo. Se incluye igualmente algunos ejemplos y guías orientadoras.

Finalmente, se plantean desafíos en cuatro niveles para dar continuidad a estas reflexiones: uno macro, referido al diálogo con enfoques del desarrollo y a la incidencia en políticas públicas; otro relacionado con la constitución de instituciones que aprenden; un tercero vinculado al debate académico; para terminar con aquellos derivados de la puesta en práctica de la propuesta metodológica.

3

Introducción

Las primeras referencias al tema de la sistematización de experiencias en

América Latina surgen a partir de fines de la década del sesenta, en el marco

de corrientes renovadoras “que buscan redefinir, desde la particularidad de la

experiencia latinoamericana, los marcos de interpretación y los modelos de

intervención de la práctica social” (Jara, 2006:14)1. Si bien inicialmente aparece

en las reflexiones desarrolladas entre los/as trabajadores/as sociales, la

inquietud por la sistematización pronto trasciende hacia la educación popular y

posteriormente, hacia la promoción del desarrollo. Como se puede apreciar, en

todos los casos se trata de disciplinas en que predominan profesionales de las

ciencias sociales, que se enfocan en la acción y que manifiestan un interés

específico por hacer explícitos y comunicar los saberes que se producen en

ella.

A lo largo de estas décadas se han producido importantes avances, tanto en el

campo teórico y metodológico como en la práctica de la sistematización. A

principios de los 90, Diego Palma (92:8) realizó un análisis histórico de estos

diversos ejercicios, concluyendo que efectivamente existe en las ciencias

sociales en América Latina una práctica específica cuyo nombre es

sistematización y que se distingue de otros esfuerzos referidos al conocimiento

de los hechos sociales.

En el mismo texto Palma también menciona que el término es usado de

manera ambigua por las y los autoras/es y que no existen acuerdos plenos

sobre sus contenidos. Desde que venimos trabajando el tema hemos

encontrado muchas publicaciones auto denominadas sistematización, pero que

en nuestra opinión se asemejan más a informes de trabajo. Ello nos llama a

preocupación porque no deja en muy buena posición a la sistematización, pero

al mismo tiempo nos confirma el gran interés que existe en ella. De ahí la

importancia de proponer un método que brinde orientaciones para desarrollar

1 En el texto citado, Óscar Jara identifica seis corrientes que alimentan a la sistematización de experiencias: el Trabajo Social reconceptualizado, la educación de adultos, la educación popular, la teología de la liberación, la teoría de la dependencia y la investigación-acción-participativa (Jara, 2006: 14).

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un proceso riguroso de producción de conocimientos y que sea asequible a

quiénes desean emprender este esfuerzo.

Si bien todas las propuestas de sistematización comparten su oposición al

enfoque positivista (Palma, 92:13), la diversidad de planteamientos surgidos

desde que este autor realizó su estudio se ha ampliado notoriamente. Miradas

en conjunto todas intentan dar cuenta a la vez de la teoría y de la práctica – del

saber y del actuar – pero las formas de abordar esta complejidad varían desde

la hermenéutica (Cendales, Ghiso, Martinic, Torres, entre otros) hasta la

metodología histórica-dialéctica (Jara y otros), pasando por diversas

modalidades de aproximación a la comprensión e interpretación de las

experiencias.

Una distinción importante se refiere a la persona que sistematiza. Las

corrientes hermenéuticas tienden a dar mayor peso a un/a agente externo/a,

que apoya a los/as actores/as de la experiencia en el proceso de descubrir el

sentido de su actuar o, en algunos casos, realiza dicha interpretación

directamente, devolviéndola luego a los y las participantes. Otras modalidades,

entre las que nos incluimos, ponen el énfasis en que las mismas personas que

desarrollaron la práctica realicen la reflexión y produzcan conocimientos.

A partir de una revisión de los trabajos de los y las autores/as antes

mencionados/as, en este documento nos proponemos hacer un aporte a la

reflexión de las ciencias sociales sobre este tema, que cada vez concita mayor

interés debido a la necesidad de enriquecer los debates teóricos con

conocimientos más cercanos a las especificidades de nuestra realidad. En el

primer capítulo nos referiremos al objeto de conocimiento de la sistematización

y al tipo de conocimiento que de ella surge. Es particularmente importante en

esta propuesta aludir a quienes realizan la sistematización y por ello se incluye

aquí un acápite sobre el tema.

El segundo capítulo aborda el concepto de sistematización, sus confluencias,

diferencias y posibilidades de diálogo con otro tipo de conocimientos, así como

el sentido y utilidad del proceso de sistematización de experiencias. En el

5

tercero se presenta una propuesta de método para llevarla a cabo y en el

último algunas reflexiones sobre los desafíos futuros que se debería abordar.

Agradecemos a la Universidad Católica por la oportunidad de realizar este

curso de actualización que nos permitirá obtener el grado de Magíster en

Sociología, y en especial a Martha Rodríguez, promotora de esta importante

iniciativa para la comunidad académica, y a Luis Soberón por su asesoría para

desarrollar este trabajo. Expresamos nuestro particular reconocimiento a las

demás integrantes del Taller Permanente de Sistematización2, con quienes

hemos venido reflexionando continuamente sobre estos temas y que han

aportado comentarios y sugerencias de gran valor. Finalmente, debemos un

agradecimiento a las y los sistematizadoras/es a quienes hemos asesorado,

con cuyo esfuerzo y entusiasmo hemos descubierto buena parte de los

planteamientos que aquí se presentan.

2 Actualmente el Taller Permanente de Sistematización (TPS) está integrado por Jennifer Bonilla y Estela González, además de las autoras de este artículo. Oscar Jara, miembro honorario del TPS, también aportó valiosos comentarios al documento.

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Capítulo 1. Referentes teóricos

1.1. El objeto de conocimiento de la sistematización de experiencias

Resulta obvio indicar que el objeto de conocimientos3 de la sistematización de

experiencias es, precisamente la experiencia. Es indispensable, sin embargo,

empezar precisando qué la define y delimita conceptualmente para efectos de

la sistematización.

En una primera aproximación, estamos aludiendo a una dimensión que está en

el mundo de la acción, del obrar humano. Pero la sistematización no se refiere

a cualquier acción, sino a la que tiene lugar en el marco de proyectos y

programas de desarrollo, es decir, de intervenciones intencionadas, con

objetivos de transformación de la realidad. Siguiendo a De Souza (97:16),

definimos a los proyectos como “prácticas de intervención organizadas

institucionalmente con la finalidad de resolver determinados problemas y/o

potenciar capacidades existentes en una población dada, para garantizar su

subsistencia, su integración social (adaptación más transformación), su

desarrollo cultural”.

Los proyectos pueden concebirse como apuestas o hipótesis de acción4,

expresan lo que se espera lograr, poniendo en juego determinadas estrategias

y recursos; formulan objetivos y definen planes.

Con relación al tema que estamos abordando, es necesario resaltar que todo

proyecto se sustenta en conocimientos, particularmente en los siguientes:

- una lectura de la realidad – diagnóstico – que da lugar a la identificación de

los problemas en que se decide intervenir;

3 En este documento entendemos por conocimientos a los mapas o representaciones mentales que las personas construyen para representar el mundo que los rodea. Establecemos una distinción entre los saberes que adquieren las personas al actuar – sea en la vida cotidiana o en el marco de proyectos – y los aprendizajes, que son producto de un esfuerzo intencionado y una reflexión crítica sobre su quehacer.

4 Sergio Martinic (87) propuso el concepto de hipótesis de acción como una forma de organizar los supuestos en que se basan los proyectos: su particular interpretación de la realidad y de sus problemas, así como de la manera enfrentarlos.

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- una formulación de objetivos, que expresan la idea de los cambios que se

quiere lograr en las situaciones problemáticas identificadas y, en última

instancia, dan cuenta de determinada concepción de la sociedad que se

busca aportar a construir;

- una definición de los procesos o estrategias que permitirán lograr esos

objetivos, a partir de determinados enfoques metodológicos.

Este primer nivel de conocimientos es el punto de partida de todo proyecto. Lo

que sucede cuando se lo ejecuta, sin embargo, nunca coincide con lo previsto

originalmente. Ocurren situaciones que obligan a hacer ajustes y muchas veces

se originan consecuencias – positivas y negativas – que no se imaginaron en el

momento de diseñarlos. Denominamos experiencia, justamente, a lo que

sucede realmente en la ejecución del proyecto. De acuerdo a Jara (06:7-8), las

experiencias son procesos vitales en permanente movimiento, que combinan

dimensiones objetivas y subjetivas: las condiciones del contexto, las acciones

de las personas que en ellas intervienen, las percepciones, sensaciones,

emociones e interpretaciones de cada actor/a, las relaciones personales y

sociales entre ellos y ellas.

Los cambios que se van dando durante la ejecución del proyecto no son

casuales; expresan descubrimientos que van surgiendo en la práctica:

conocimientos nuevos sobre el contexto o una profundización de lo que ya se

sabía sobre los problemas y las personas involucradas. La experiencia está

preñada de conocimiento, pero las demandas de la acción muchas veces

impiden a los actores percibir claramente la manera en que los cambios en la

práctica son consecuencia de los saberes que van adquiriendo. Al responder a

problemas que exigen enfrentamiento rápido e inmediato, estos procesos no

siempre son conscientes y por tanto, no dan lugar a un conocimiento ordenado,

fundamentado y transmisible.

La sistematización de experiencias, justamente, pretende explicitar, organizar y

por tanto, hacer comunicables, los saberes adquiridos en la experiencia,

convirtiéndolos por consiguiente, en conocimientos producto de una reflexión

crítica sobre la práctica.

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1.2. El conocimiento práctico

Como ya se indicó, todo proyecto se sustenta en conocimientos expresados en

conceptos, categorías, afirmaciones, con un sustento más o menos

explícitamente teórico. "Todas las acciones, puesto que suponen intenciones, se

hallan situadas dentro de marcos o paradigmas conceptuales que dependen de

la vida social. ... Esto implica que 'la teoría' no es algo que se aplique

'mecánicamente' a la práctica, sino que está ya presente en ésta de modo que

sin ella, la práctica no sería tal, sino simple conducta fortuita" (Usher y Bryant,

92: 85-86).

Los autores citados denominan a este sustento implícito de la práctica, teoría

no formal, que penetra y emerge del mundo de la experiencia de los y las

profesionales, brindando orientación para la acción.

La teoría que sustenta el proyecto, sin embargo, nunca es suficiente; como ya

se indicó, la práctica va generando nuevos saberes, que enriquecen y

complementan los existentes. Pero los conocimientos que se producen en la

práctica son diferentes a los que se logran a través de otros esfuerzos,

particularmente, mediante la investigación.

En primer lugar, en la búsqueda de caminos para lograr lo que se han

propuesto, las personas que desarrollan el trabajo profesional recurren al

bagaje teórico disponible, pero poniéndolo al servicio de la acción. El interés no

está en encontrar explicaciones a los fenómenos, sino en lograr determinados

cambios, por lo que la validez de los conocimientos se comprueba en el éxito

de la acción: la teoría está al servicio de la práctica (Usher y Bryant, 92).

En segundo lugar, los problemas de la acción se resuelven a partir de la

reflexión que realizan los y las profesionales. En este proceso constante no

sólo ponen en juego sus conocimientos teóricos, sino su experiencia previa y

una serie de otras habilidades, particularmente su capacidad de percibir los

cambios en la realidad y en los/as actores/as, así como los puntos de vista de

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las diversas personas involucradas. Schön (83) se refiere a estos procesos

como el arte de los y las profesionales, que los/as empodera para hacer frente

y solucionar situaciones cambiantes y desconocidas. El proceso de reflexión

sobre esa acción cotidiana genera permanentemente nuevos conocimientos,

que luego serán usados en nuevas prácticas.

Ya se mencionó que tras todo cambio en la práctica se ocultan nuevos saberes

que no siempre son conscientes para quienes están desarrollando la

intervención. Los autores revisados los denominan "conocimiento práctico" y su

importancia estriba en el aporte que brindan para entender y explicar las

situaciones que surgen en la práctica, es decir, son conocimientos

situacionales. Los y las profesionales buscan conocimientos cuando la acción

lo requiere, recurriendo a fragmentos de la teoría que les servirán para

comprender y actuar mejor ante una situación nueva.

Son estas características del conocimiento práctico las que entregan

orientación ante los cuestionamientos vinculados a la rigurosidad en los

procesos de sistematización. El reto está en conseguir que estos procesos

permitan comprender – y explicar – las situaciones enfrentadas en la práctica y

producir conocimientos que guíen adecuadamente la acción futura, recurriendo

a la reflexión, la interpretación crítica y los aportes teóricos como

"instrumentos" que contribuyan a esta comprensión y explicación. Así también,

estos conocimientos relacionados con la acción demandarán una mayor

profundización en la fundamentación teórica de nuestro quehacer.

1.3. Características de las personas que desarrollan la intervención

En esta propuesta se privilegia que sistematicen los y las profesionales que

desarrollan proyectos de intervención y es sobre este tipo de personas que

hemos enfocado nuestra reflexión.

Nos estamos refiriendo a quienes Schön (83) denomina profesionales de la

acción, que cotidianamente se encuentran ante situaciones inciertas y confusas

que deben ser capaces de enfrentar para llevar adelante sus objetivos

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transformadores. Para ello desarrollan constantemente procesos de reflexión-

en-la-acción, que les permiten comprender las situaciones, orientarse en ellas y

actuar adecuadamente.

En consecuencia, estamos hablando de una persona que conoce y actúa, y

que al actuar, enriquece su saber. Pero además, su acción modifica el entorno

y lo/la modifica a él/ella mismo/a, lo que le exige actualizar permanentemente

sus conocimientos.

No todas las personas, sin embargo, desarrollan a profundidad estos procesos.

Se requiere una actitud de búsqueda de hacer mejor las cosas, de innovación

en las estrategias y métodos de intervención, de atreverse a explorar nuevos

caminos, de arriesgarse a equivocarse. Lo contrario se traduce en la repetición

mecánica y rutinaria de determinados procedimientos, y no da lugar a nuevos

conocimientos.

Con mayor razón, la sistematización “requiere de sujetos autónomos capaces de

plantearse problemas, de aplicar sus saberes sin aferrarse a los conocimientos

tradicionales, institucionales o previamente regulados … un sujeto emancipado …

un sujeto capaz de construir un saber crítico, preparado para distanciarse de

conceptos y planteamientos ciertos y supuestamente acabados” (Ghiso 06:42).

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Capítulo 2. Concepto de sistematización de experiencias

Como se ha visto en el capítulo anterior, la sistematización de experiencias

está vinculada estrechamente al concepto de experiencia, entendida como lo

sucedido en la ejecución de un proyecto. Éste expresa una propuesta, pero al

llevarla a la práctica suceden necesariamente imprevistos, nuevos hechos que

son resultado de las interacciones entre todos/as los/as actores/as

involucrados/as y que dan lugar a procesos que son nuevos e inéditos, a los

cuales denominamos experiencia.

A diferencia de los procesos de sistematización de información que intentan

organizarla, jerarquizarla, etc., la sistematización de experiencias pretende

ordenar, procesar y hacer comunicables los conocimientos adquiridos en éstas.

La concebimos entonces como la reconstrucción y reflexión analítica sobre una

experiencia, mediante la cual se interpreta lo sucedido para comprenderlo. Ello

permite obtener conocimientos consistentes y sustentados, comunicarlos,

confrontarla con otras y con el conocimiento teórico existente, y así contribuir a

una acumulación de conocimientos generados desde y para la práctica.

La sistematización, tal como la entendemos, se sustenta en dos bases

epistemológicas que cuestionan y alteran los fundamentos centrales de la

concepción clásica del conocimiento.

Por un lado, se asume que quienes producen conocimientos sobre una práctica

son, a la vez, actores/as de la misma. Por lo tanto, se parte de la unidad entre

sujeto y objeto del conocimiento: el/la sistematizador/a pretende producir

conocimientos sobre su propia práctica, sobre sí mismo/a y su acción en el

mundo (que transforma su entorno y lo transforma a él/ella); forma parte,

entonces, de aquello que quiere conocer y desarrolla ahí una acción

intencionada que busca la transformación.

Al igual que en la vida cotidiana, al momento de analizar la práctica social se da

una estrecha relación entre la persona que conoce (y actúa) y la práctica en la

que participa y sobre la que quiere conocer. Las ideas sobre dualidad de la

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estructura que plantea Giddens (95:61)5 son particularmente útiles en el caso de la sistematización: “la constitución de agentes y la

de estructuras no son dos conjuntos de fenómenos dados independientemente, no forman un dualismo, sino que representan una

dualidad”. Existen regularidades propias de la estructura, pero también elementos aportados por los/as propios/as agentes. Esto

quiere decir que quien sistematiza debe percibirse como ser actuante, entendiendo los motivos de la acción y al mismo tiempo,

entendiéndose a sí mismo/a y a otros/as dentro de ella. En este juego se construyen y legitiman de manera colectiva significados

que son usados por los/as agentes y reproducidos en el curso de la interacción social a través del lenguaje. La complejidad de la

relación del “ser actuante”, que busca entender los motivos de la acción, a sí mismo/a y otros/as en ella, coloca la búsqueda del

conocimiento en un campo en que intervienen elementos subjetivos, lo que cuestiona la objetividad del conocimiento producido.

En segundo lugar, la sistematización se basa en la unidad entre quien sabe y quien actúa, lo cual le confiere un carácter muy particular

a los conocimientos que se producen. Mediante la sistematización no se pretende únicamente saber más sobre algo, entenderlo

mejor; se busca, de manera fundamental, ser y hacer mejor, y el saber está al servicio de ello.

Estas bases epistemológicas rompen las distancias y contradicciones entre lo racional-objetivo y lo subjetivo-afectivo. Si en la

sistematización existe unidad entre quien sabe y quien actúa, y entre el objeto y el sujeto del conocimiento, los procesos de

reflexión y los productos de la misma incluyen ambas dimensiones.

5 Giddens se distancia de la noción habitual de estructura, que la entiende como un “diseño” de relaciones o fenómenos sociales, equivalente al esqueleto o morfología de un organismo (página 53). Más bien la concibe como “las propiedades articuladoras que consienten la ‘ligazón’ de un espacio-tiempo en sistemas sociales: las propiedades por las que se vuelve posible que prácticas sociales discerniblemente similares existan a lo largo de segmentos variables de tiempo y de espacio y que presten a estos una forma ‘sistémica’” (página 54).

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2.1. El tránsito del “saber práctico” al conocimiento práctico

Las bases epistemológicas mencionadas ponen a la sistematización en un campo bastante exigente y, a la vez, poco explorado. Si

bien se entiende que toda práctica, por el mero hecho de realizarla, produce un saber, por lo general éste es más bien difuso,

impreciso, está poco formalizado (verbalizado) y, en consecuencia, su confrontación y validación resultan difíciles (Vasco, 96). De lo

que se trata, mediante la sistematización, es de caminar de esos saberes difusos hacia conocimientos propiamente tales los que,

según Vasco, se caracterizan precisamente por su mayor grado de delimitación, precisión, contrastación y verificación. Ello requiere

que estén formalizados en un discurso comunicable (Padrón, 94).

En esta perspectiva, si bien el rigor sigue siendo de gran importancia para darle el carácter de tales a los conocimientos producidos en

y desde la práctica, su sentido cambia. Su validez es eminentemente situacional: es su éxito para orientar una nueva práctica lo que

valida los conocimientos y no sólo su consistencia interna ni en relación con determinada teoría. Esto genera un círculo virtuoso entre

práctica – reflexión – práctica, pues para orientar adecuadamente nuevas acciones se requiere que el conocimiento de la práctica

inicial sea preciso, que interprete los cambios que se operaron en ella, que sea capaz de descubrir las lógicas que dieron sentido a

esa experiencia.

En cuanto a lo metodológico, el rigor proviene, por un lado, de hacer explícitos los sustentos (teóricos o no) de la práctica que se está

reflexionando y, por otro, de la capacidad del/la sistematizador/a para mirarla críticamente, comprender lo que sucedió y fundamentar

los conocimientos producidos al hacerlo.

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Otro aspecto planteado por la sistematización concebida de esta manera se refiere a la relación entre diversos tipos de saberes. Las

experiencias que se sistematizan siempre son procesos complejos, que articulan a actores diversos, con intereses, lógicas y

racionalidades distintas. Los saberes que están en juego y que se producen en la experiencia, naturalmente, también son distintos, y

se expresan en relatos o discursos que no siempre pueden dialogar entre sí (podríamos incluso hablar de diversos "idiomas"). El/la

profesional, por más práctico/a que sea, tiende a expresarse de acuerdo a las reglas del pensamiento lógico-formal; los/as actores/as

populares, por su parte, tienden en cambio a expresarse en un discurso simbólico-narrativo.

Quienes vienen trabajando el tema del diálogo de saberes, así como las corrientes de pensamiento e investigación hermenéutica,

están explorando formas de abordar estos retos. En este documento hemos optado por asumir la mirada de uno/a de los/as actores/as

de la experiencia: el/la profesional. A esta persona se le encarga que recupere, interprete y traduzca a su propio idioma los puntos de

vista y percepciones de los/as demás. A la vez, le proponemos que, una vez completado el proceso de sistematización, haga el

esfuerzo de volver a traducir los conocimientos obtenidos al lenguaje de los/as demás actores/as de la experiencia, para que puedan

aprovecharlos para su propio beneficio.

Un tema vinculado estrechamente al anterior es el ya mencionado, referido a la articulación indisoluble entre racionalidad-objetividad y

subjetividad-afectividad, tanto en las experiencias como en su sistematización. Las prácticas que se pretende sistematizar nunca son

propuestas exclusivamente racionales, ni se fundan únicamente en sustentos teóricos. Las dimensiones ideológicas y afectivas forman

parte integral de las propuestas de acción, y debieran también estar incorporadas en su sistematización, ya que de lo contrario la

comprensión de los procesos generados haría abstracción de una parte sustancial de ellos mismos.

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2.2. Confluencias, diferencias y posibilidades de diálogo con otro tipo de conocimientos

Para precisar mejor la conceptualización de sistematización es importante definir más claramente su perfil como quehacer en las

ciencias sociales, deslindando campos y diferenciándola de otras actividades de producción de conocimientos.

La sistematización se distingue de la investigación, fundamentalmente, por su objeto; en la investigación se intenta conocer una

dimensión o aspecto de la realidad sobre la cual se formulan preguntas; en la sistematización, se hace preguntas a una práctica en

la cual se ha participado como un actor más, con una clara intencionalidad de transformación. Como producto de la sistematización

se puede levantar preguntas de investigación que orienten a los especialistas en la producción de nuevos conocimientos que estén

mucho más directamente al servicio de la práctica y de los intereses de la transformación social. A su vez, éstos pueden constituir

una referencia más productiva para nuevas intervenciones y sistematizaciones, generando un proceso de acumulación de

conocimientos más adecuado para nuestra realidad.

De otro lado, se distingue la sistematización de la evaluación por el eje que orienta la producción de conocimientos: en la

evaluación éste se centra en el proyecto mismo (cumplimiento de sus objetivos, fundamentalmente), mientras en la sistematización

se intenta comprender los procesos que se desarrollan a partir de un proyecto para extraer aprendizajes que contribuyan a mejorar

la práctica.

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Se debe hacer notar que, dada la variedad de corrientes de investigación y evaluación, existen confluencias y posibilidades de

diálogo entre algunas de estas y la sistematización. Sin embargo, cualquiera sea la disciplina por la que optemos, es recomendable

contar con diseños metodológicos adecuados a los fines y objetos de estas diferentes formas de generar conocimientos.

2.3. Sentido, utilidad y limitaciones de la sistematización de experiencias

La sistematización de experiencias apuesta a una doble contribución: mejorar la práctica de los equipos de promoción y enriquecer

las reflexiones y propuestas teórico-conceptuales.

Con relación al primer aspecto, al obtener el equipo una visión común sobre el proceso vivido, sus aciertos y errores, sus límites y

posibilidades, la sistematización aporta una mayor cohesión y coherencia grupal, dándole así un rol en la autoformación de las

personas que desarrollan la intervención. De otro lado, a partir de los aprendizajes obtenidos, contribuye a superar el activismo y la

repetición mecánica de procedimientos que alguna vez tuvieron éxito. Estos aprendizajes también sirven de apoyo para reorientar el

trabajo o para desarrollar nuevas intervenciones en situaciones similares.

Cuando los aprendizajes se comparten, la sistematización facilita la contrastación entre los diversos trabajos y ayuda a no partir de

cero o repetir errores, contribuyendo a mejorar la práctica de otros/as.

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En tanto aporte al campo teórico, la sistematización puede propiciar la discusión, enriquecimiento y actualización de los conceptos y

enfoques que han sustentado los proyectos, aportando a elevar su capacidad explicativa de los fenómenos sociales. Así, contribuye

a enriquecer la teoría desde la práctica, acercándola a la realidad en permanente transformación.

A través de la acumulación y contrastación de los aprendizajes que derivan de experiencias particulares, la sistematización ayuda a

construir un conocimiento colectivo a partir del cual es posible llegar a un primer nivel de teorización, a desarrollar metodologías de

promoción o a proponer lineamientos de políticas que se orienten a un enfrentamiento cada vez más integral de los problemas que

afectan a los sectores populares. Que este potencial se haga realidad requiere, sin embargo, que quienes están sistematizando

tengan un interés especial en pasar de la comprensión del proceso que han vivido a la producción de conocimientos de mayor

amplitud.

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Capítulo 3. Propuesta de método de sistematización

3.1. Cómo concebimos el método

La sistematización, como forma de producir conocimientos sobre una experiencia vivida a partir de la ejecución de un proyecto de

intervención en la realidad con objetivos de cambio, requiere que quienes la emprendan cuenten con una orientación – un método

– que facilite y dé rigor al proceso de extraer y ordenar los aprendizajes obtenidos en la práctica.

Sin embargo, no concebimos al método como una sucesión de procedimientos que deben ser aplicados mecánicamente, sino

como lineamientos que buscan orientar el razonamiento de los/as sistematizadores/as durante el proceso de sistematización. El

esfuerzo de producir conocimientos sobre la experiencia requiere, por sobre todo, de una actitud crítica y reflexiva con relación a la

práctica y también al método mismo; la creatividad juega un rol sumamente importante en este proceso.

De otro lado, todo método debe adaptarse a las características propias de la experiencia que se sistematizará, así como también a

las de las personas que están desarrollando el proceso. No es lo mismo sistematizar un proyecto educativo con niños y niñas que

un proceso de introducción de nuevas tecnologías agrícolas, por ejemplo. Los procesos de reflexión que desarrollan personas

formadas en ciencias sociales tampoco son iguales a los que caracterizan a profesionales técnicos/as.

Por consiguiente, todo método debe ser asumido con flexibilidad, entendiéndolo como orientaciones que ayudan a transitar por el

proceso de sistematización y no como un “recetario” a ser seguido de manera exacta.

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Esto es especialmente importante si consideramos la potencialidad formativa del proceso de sistematización mismo. Los/as

“profesionales de la acción” que reflexionan sobre su experiencia y extraen de ella y de sí mismos/as los aprendizajes que

obtuvieron viviéndola, no sólo son capaces de comunicarlos sino que enriquecen su propia acción, a partir de hacer conscientes

los conocimientos que contribuirán a hacerla más eficaz. Asimismo, el ejercicio de sistematizar exige a las personas involucradas

realizar procesos de análisis e interpretación, incentiva que recuerden y actualicen enfoques teóricos y metodológicos, que

establezcan relaciones entre los acontecimientos del contexto y lo sucedido en la experiencia.

Al ser realizada de manera colectiva, la sistematización fortalece a los equipos que desarrollan las intervenciones, motivándolos a

generar espacios de diálogo, de crítica y autocrítica y de reflexión teórica que por lo general no forman parte de los estilos de

trabajo institucionales. Esto los ayuda a superar el activismo propio del trabajo cotidiano y a generar propuestas institucionales

coherentes y cohesionadas. A la vez, un equipo que es capaz de comunicar ordenadamente los aprendizajes obtenidos en la

experiencia eleva su autoestima y gana nuevos espacios tanto dentro de los organismos en que se desempeña como con el

exterior (instituciones similares e incluso la academia).

3.2. Qué se sistematiza

Ya se indicó en los capítulos anteriores que el objeto de conocimiento de la sistematización es la experiencia, entendida como lo

que sucede a partir de la ejecución de un proyecto de intervención. En consecuencia, es importante distinguir con claridad estos

dos elementos.

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El proyecto expresa una propuesta – o apuesta – que busca lograr determinados cambios; define objetivos que dan cuenta de lo

que se espera alcanzar a partir de la puesta en práctica de estrategias predefinidas. Su ejecución, sin embargo, nunca coincide

totalmente con lo previsto: se generan procesos nuevos que son resultado de las interacciones entre todos/as los/as actores/as

involucrados/as – que pueden tener intereses diversos e incluso contrapuestos – y, a la vez, de la adaptación de la propuesta

inicial a los cambios en el contexto. Este proceso inédito es a lo que denominamos experiencia, y entender cómo se desarrolló y

por qué de esa manera será el interés principal de la sistematización.

3.3. Condiciones que se requiere para sistematizar

Una sistematización de experiencias exitosa necesita que se generen determinadas condiciones que, sin embargo, no deben ser

entendidas como un requisito previo. Más bien se trata de que, en el proceso mismo, se las vaya construyendo a partir de la

percepción de las necesidades que van surgiendo mientras se va sistematizando y que facilitarán esfuerzos posteriores.

Estas condiciones debieran desarrollarse en tres campos:

a) En la institución

Lo más importante es que los/as directivos/as se comprometan con la idea de incorporar a la sistematización como parte del

trabajo de conjunto, generando condiciones e invirtiendo los recursos necesarios para construir una institución que aprende de

su experiencia. Es necesario, igualmente, que se asuma una concepción del trabajo de promoción como un esfuerzo teórico-

práctico y no únicamente como “trabajo de campo”. Esto se debería traducir principalmente en apoyo a los equipos para que

21

desarrollen el proceso: tiempo, acceso a información y bibliografía, vínculos con quienes vienen investigando o reflexionando

sobre los temas que se desarrollan.

b) En el proyecto

La sistematización se facilita cuando los proyectos han sido formulados de manera rigurosa, es decir, se sustentan en un

diagnóstico, formulan objetivos claros y cuentan con estrategias y métodos basados en enfoques de intervención explícitos.

Igualmente, cuando su ejecución se ha desarrollado dentro de cierta “normalidad”, es decir, sin interrupciones importantes o

cambios radicales en los equipos. Un registro lo más acucioso posible del desarrollo del proyecto también facilita la

sistematización.

Es deseable que la sistematización sea asumida como parte natural del desarrollo del proyecto, al igual que el diagnóstico

previo y la evaluación. Esto daría lugar a que se la planifique desde el diseño mismo, adaptando los instrumentos de registro

para incluir el rescate de los procesos y de aspectos subjetivos, y abriendo espacios de reflexión sobre la práctica que serán

luego de gran utilidad.

c) En el equipo

Es muy importante que durante el proceso de sistematización se combinen adecuadamente trabajo individual y colectivo. Si

bien es conveniente asignar a una persona la responsabilidad principal, eso no debiera traducirse en que los/as demás se

desentiendan del proceso.

En sistematización el recurso crítico es el tiempo para realizarla. De ahí que requiere una planificación y una organización del

trabajo, de manera que todos/as puedan asumir determinadas responsabilidades y participar en la reflexión.

22

Las condiciones más importantes para poder sistematizar, sin embargo, son subjetivas o actitudinales. La principal es que el

equipo, o cuando menos algunas de las personas que lo integran, desarrollen una curiosidad, perciban que necesitan conocer

algo sobre su experiencia sin lo cual no quedarán tranquilos/as para continuar con su trabajo. Son importantes, igualmente, el

interés y voluntad del equipo por reflexionar sobre su experiencia, el aprendizaje de la crítica y autocrítica, la búsqueda de

explicaciones más allá de lo evidente. Si estas actitudes no se desarrollan, lo más probable es que el proceso culmine

simplemente repitiendo lo ya sabido, sin haber logrado nuevos conocimientos.

3.4. Los momentos del proceso de sistematización

Como ya se indicó, este método de sistematización no consiste en una sucesión de procedimientos sino en lineamientos

orientadores del proceso de reflexión crítica sobre la experiencia. En ese sentido, los momentos que a continuación se presentan

no debieran ser asumidos de manera rígida; puesto que los procesos de conocimiento no son lineales, será necesario ir y regresar

de uno a otro, redefinir contenidos, discutir una y otra vez.

A continuación presentamos cada uno de estos momentos, incluyendo algunas guías que servirán de apoyo para transitarlos y

ejemplos que contribuirán a mostrar las diversas formas que pueden asumir.

3.4.1. Diseño del plan de sistematización

23

Antes de iniciar una sistematización es necesario que todas las personas involucradas definan, de manera colectiva, lo que van a

hacer y lo que esperan lograr con ello. Se trata de un momento altamente reflexivo, en que se debe tomar una serie de decisiones,

optando – y negociando – entre diversas alternativas posibles. La finalidad de este momento es arribar a acuerdos sobre los

contenidos centrales de la propuesta de sistematización: la experiencia que se delimitará como objeto de conocimiento, los

objetivos que se espera lograr, los ejes que orientarán el proceso de reflexión y la manera en que se lo desarrollará, incluyendo un

plan de trabajo y cronograma.

Como a lo largo de todo el proceso de sistematización, en este momento se articulan la teoría y la práctica. La delimitación de la

experiencia que se va a sistematizar requiere realizar un ejercicio de abstracción, extrayendo del conjunto del proceso los aspectos

o dimensiones en que se enfocará la reflexión. Ello exige realizar un primer esfuerzo para hacer explícitos los conceptos, enfoques

y marcos teóricos que sustentaron la intervención.

Igualmente, la formulación de los objetivos y ejes de sistematización, en la medida que expresan intereses de conocimiento,

requieren explicitar lo que ya se sabe, para que se hagan evidentes los vacíos que impulsan a realizar este esfuerzo.

En las decisiones y acuerdos deberían participar, de manera indispensable, el equipo que ejecutó el proyecto y la dirección de la

institución. Esto es fundamental para que se generen las condiciones necesarias para el desarrollo de la sistematización, a partir

del interés y motivación de los/as futuros/as sistematizadores y del apoyo institucional.

24

Si se lo considera conveniente y necesario, se puede convocar a participar en estas decisiones a la población involucrada Ello

depende de cada caso particular, por lo que no existen criterios fijos. Si el proyecto ha sido diseñado y ejecutado de manera

participativa, puede ser pertinente invitar a representantes de la población a intervenir en el diseño de la sistematización; si no ha

sido así, lo más probable es que no existan condiciones para un aporte sustantivo. De otro lado, también depende de los objetivos

que se busca lograr: si se espera que los aprendizajes beneficien principalmente a la comunidad u organizaciones involucradas, es

conveniente que intervengan en las decisiones sobre los temas y ejes de la reflexión; en cambio, si se busca alcanzar un producto

destinado principalmente a la academia, es posible que ello no resulte tan pertinente o adecuado.

Las decisiones sobre qué experiencia se va a sistematizar, para qué y cómo dependen unas de otras, es decir, la delimitación de la

experiencia dependerá de los objetivos que se espera alcanzar con la sistematización, y ambos, del tiempo y recursos de que se

dispone para emprender este ejercicio.

a) La delimitación de la experiencia a sistematizar

Es importante hacer notar que no es indispensable enfocarse en todo lo sucedido en el marco del proyecto. Puesto que el

criterio central es el interés de conocimiento, existe amplia libertad para elegir el aspecto o dimensión de la experiencia que se

sistematizará.

Dependiendo de lo que se busca lograr mediante este esfuerzo de reflexión se podría seleccionar algún aspecto o dimensión:

el trabajo con un sector social (mujeres, niños y niñas), una línea de acción (capacitación, innovación tecnológica), una

localidad geográfica, un periodo de tiempo, entre otras posibilidades. Incluso es posible enfocarse en un periodo breve o en un

proceso imprevisto que se generó a partir de un proyecto, como se verá en los siguientes ejemplos.

25

26

Ejemplo 1.

El proyecto de asistencia técnica a multicomunales (Puno) tiene como objetivo lograr formas de planificación, evaluación, socialización y sistematización viables y autosostenidas, que recojan las lógicas campesinas y les permitan ejecutar e implementar sus propias decisiones, con la formación de cuadros integrales que las conduzcan.

La experiencia que se eligió sistematizar abarcó un mes e incluyó las actividades (vacunación y capacitación) desarrolladas para enfrentar una epidemia de fiebre aftosa. El equipo sistematizador decidió enfocarse en esta experiencia por considerar que “ha dejado muchas enseñanzas, tanto a los propios campesinos (la importancia de revalorar los conocimientos andinos a la vez que se adoptan tecnologías modernas adecuadas a su realidad), como a los miembros del equipo de asistencia técnica (coordinaciones estrechas con los dirigentes, importancia del sondeo, conocimiento y respeto de la lógica campesina)”.

Fuente: Pinazo, Amadeo y Flores, René: “Las posibilidades y limitaciones de la asistencia técnica-pedagógica en la zona aymara. Situación de emergencia, caso fiebre aftosa”. Servicios Integrales para el Desarrollo Rural, Puno, 1995.

Ejemplo 2.

El proyecto trabaja con niños/as y tiene por objetivos disminuir la tasa de mortalidad infantil (control de peso y talla y comedor) y elevar sus niveles de socialización mediante apoyo escolar y actividades de recreación.

La experiencia que se eligió sistematizar se enfocó en el trabajo con niños/as de

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la calle, que no habían sido considerados como grupo objetivo en el proyecto y con los que se desarrolló intervenciones no previstas y que fueron diseñándose sobre la marcha, muchas veces de manera intuitiva. El equipo decidió enfocarse en esta dimensión porque, aunque habían logrado cambios en los/as niños/as, “no estaba suficientemente claro qué había sido lo más ‘eficiente’ ni por qué”.

Fuente: Araníbar, Bertha y Girgi, Stefano: “Sistematización de una experiencia con niños de la calle”. En CELATS, Curso de educación a distancia “Trabajo social y educación popular con niños”, Módulo V: Sistematización de experiencias de trabajo con niños, Lima, 1992, páginas 132 a 145.

Otro elemento importante a tener en cuenta es que no es indispensable sistematizar una experiencia exitosa. En ocasiones se

puede extraer conocimientos ricos y útiles a partir de fracasos, que además servirán para advertir a otros/as para que no

cometan los mismos errores. El siguiente ejemplo da cuenta de ello.

Ejemplo 3.

Se eligió sistematizar una experiencia que se sustentó en la hipótesis de que la constitución de microempresas como personas jurídicas es un paso necesario para que se incorporen con todos sus derechos al mercado y compitan en igualdad de condiciones con empresas de mayor tamaño. Al no lograrse el objetivo, el equipo decidió sistematizar para “comprender las razones por las que las empresas que participaron en la experiencia no adoptaron la personería jurídica”.

Fuente: Riquelme, I., Rodríguez, M. y Takayama, C.: “Por ahora no, gracias… Formalización de microempresas como personas jurídicas: ¿Requisito indispensable para su desarrollo?”. En: FIG-ACDI: “La estrategia del caracol. Las mujeres hacen empresas

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con su casa a cuestas”, Lima, 1999, páginas 13 a 45.

Se debe considerar que, mientras más amplia sea la experiencia que se decida sistematizar, habrá menos posibilidades de

profundizar en el análisis sobre lo que en ella sucedió. Pero, una vez más, depende de lo que se espere lograr mediante este

esfuerzo: tener una amplia mirada al conjunto o comprender algún aspecto específico. Cada decisión tiene sus consecuencias

y es importante conocerlas y aceptarlas: si se elige sistematizar una experiencia muy amplia, no se percibirán muchos detalles,

y si se elige un aspecto muy específico, no se tendrá la mirada del conjunto. Ninguna de las opciones es adecuada o

inadecuada, depende del sentido y objetivos de cada sistematización particular.

b) Los objetivos de la sistematización:

Para formularlos se debe pensar fundamentalmente en los conocimientos que se espera obtener mediante ella, puesto que los

objetivos de una verdadera sistematización son siempre objetivos de conocimiento. Si lo que se requiere es únicamente dar

cuenta de lo sucedido, será suficiente con la elaboración de un buen informe. Lo importante será entonces tener claro, desde el

inicio, el tipo de proceso de reflexión que se va a desarrollar y, por lo tanto, el tipo de documento final que se espera producir.

A continuación se presentan algunos ejemplos de objetivos de sistematización:

Ejemplo 1.

“Conocer los factores involucrados en la experiencia de implantación de cuotas

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en lo que se refiere a la relación de las mujeres con el ejercicio del poder en los espacios sindicales”.

Fuente: Central Única de Trabajadores de Paraiba – CUT/PB: “Empoderamento das mulheres: uma ação além das cotas”. Plan de sistematización, Brasil, 2002.

Ejemplo 2.

“Identificar las condiciones para la articulación de los pequeños productores al mercado, a partir de los errores, limitaciones y aprendizajes de la experiencia vivida”.

Fuente: PyMAGROS: “Aspectos claves para la gestión y sostenibilidad de las organizaciones de pequeños agricultores”. Plan de sistematización, Lima, 2005.

c) El eje orientador de la sistematización:

Reforzando la idea de que se trata de un proceso de producción de conocimientos, se propone que se plantee una pregunta

que exprese lo que se quiere saber sobre la experiencia y que es la fuerza principal que motiva a sistematizarla. Formular esta

pregunta es clave, puesto que es lo que le dará sentido y organizará el proceso de reflexión.

Para facilitar la formulación de la pregunta eje conviene empezar identificando el o los temas de interés que motivan la

sistematización (por ejemplo, la participación de la comunidad, la adopción de determinadas tecnologías, las metodologías

utilizadas). Posteriormente se definirá lo más precisamente posible lo que se quiere saber sobre ese tema.

Es muy importante que exista acuerdo sobre la pregunta entre todos/as los/as involucrados/as en la sistematización, lo cual

requiere que se desarrollen amplios procesos de discusión y de negociación que lleven a optar entre las diversas alternativas

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posibles. Es ahora que los elementos subjetivos y actitudinales juegan un rol central, puesto que lo que importa es que todos/as

compartan el interés en responder esa pregunta, el deseo de producir esos conocimientos, la voluntad de revisar la experiencia

rigurosa y críticamente.

Algunos ejemplos de preguntas de sistematización son los siguientes:

Ejemplo 1.

“¿Qué cambios deben producirse en los/as operadores/as municipales para lograr cambios institucionales sostenibles en la promoción de la equidad de género?”

Fuente: CESIP: “Mujeres y varones en el gobierno local: enriqueciendo la gestión local desde la equidad de género”. Plan de sistematización, Lima, 2001.

Ejemplo 2.

“¿Cuáles fueron los mecanismos que, a través de las asesorías, favorecieron cambios de actitudes referidos al ejercicio de la autoridad tanto de la microempresaria como de otros miembros de la familia?”

Fuente: CESIP: “Paradojas y dilemas de la mujer empresaria ante la autoridad familiar”. Plan de sistematización, Lima, 1999.

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Una de las funciones de la pregunta eje es que ayuda a precisar el tipo de conocimiento que se quiere producir. Muchas veces las

preocupaciones o interés de conocimiento que expresan los objetivos o la pregunta eje hacen evidente que las reales necesidades

o motivaciones no apuntan hacia una sistematización sino a evaluar los avances de un proyecto o a realizar una investigación que

ayude a orientar la intervención. Es muy conveniente descubrirlo en este momento inicial, para así enfocar los esfuerzos y recursos

en lo que realmente se necesita y evitar posteriores frustraciones al no obtener el producto esperado.

Orientaciones prácticas

Para facilitar el diseño del plan de sistematización este método propone los siguientes lineamientos:

a) Ordenamiento de lo sucedido durante la ejecución del proyecto

Se trata de construir una primera aproximación general a la experiencia que se desarrolló a partir del proyecto, que facilitará la

delimitación de lo que se va a sistematizar. A manera de guía se está presentando, en la ficha Nº 1, un listado de preguntas

que se deberían responder colectivamente, a partir de las opiniones y percepciones de todas las personas que se ha decidido

que participen en este momento del proceso de sistematización.

Ficha Nº 1Ordenamiento de lo sucedido en el proyecto

1. ¿Dónde y cuándo se ejecutó el proyecto?

2. ¿Quiénes participaron?

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Incluyendo al equipo, a la población y a otros actores involucrados indirectamente (otras instituciones, autoridades locales, etc.).

3. ¿Qué objetivos buscaba obtener el proyecto?

4. ¿Qué sucedió realmente? Se trata de hacer un breve relato – no más de una página – de lo que aconteció, que no sea únicamente un recuento de las actividades planificadas sino que dé cuenta de las iniciativas de los/as diversos/as actores/as y también del contexto en que se desarrolló el proyecto.

5. ¿Cuáles fueron los resultados de la intervención?Considerando los resultados positivos y negativos, esperados e inesperados.

b) Definición de los acuerdos básicos sobre la sistematización

A partir de esta primera aproximación a la experiencia, se pasa a tomar las decisiones fundamentales para la sistematización:

- ¿qué experiencia se va a sistematizar?: ¿todo lo sucedido?, ¿un aspecto o dimensión?, ¿cuál?;

- ¿para qué se va a sistematizar esa experiencia?, ¿a quién se espera que le sea de utilidad?;

- ¿cuál será la pregunta eje que orientará la sistematización?;

- ¿cómo se la va a desarrollar?: esto incluye la definición del método que se va a usar, la identificación de las actividades que

se realizarán y sus respectivos/as responsables, y la elaboración de un cronograma.

Como ya se indicó, cada una de estas decisiones está relacionada y depende de las demás, por lo que es necesario ir

avanzando y retrocediendo hasta que se haya arribado a acuerdos coherentes entre sí.

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La ficha Nº 2 (que estamos presentando con contenidos, a manera de ejemplo) ayuda a revisar que exista consistencia interna

en las decisiones, es decir, a verificar si la sistematización de la experiencia elegida permitirá lograr el objetivo planteado y si se

estima que las respuestas a la pregunta eje están presentes en esa experiencia.

Ficha Nº 2

Cuadro de consistencia del plan de sistematización

Nombre: Propuestas de las mujeres para una gestión municipal con equidad

Qué experiencia Para qué(Objetivo)

Preguntaeje

Proceso de participación ciudadana de las mujeres para incorporar propuestas en la gestión local del desarrollo en los distritos de … entre mayo y diciembre del 2001.

Comprender las condiciones locales que inciden en los procesos de fortalecimiento de la participación ciudadana y la equidad en la gestión del desarrollo.

¿De qué manera la intervención del proyecto, las características de las participantes, el contexto local y el tipo de relación entre la población y la municipalidad, han incidido en la mayor participación ciudadana de las mujeres y en su capacidad de influir en las políticas de desarrollo con equidad de género?

Fuente: CEDISA: Plan de sistematización, Tarapoto, 2002.

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c) Redacción del plan de sistematización

Una vez que se ha arribado a acuerdos con participación de todas las personas involucradas en el proceso, conviene ponerlos

“en blanco y negro” para que sirvan de referente y de planificación del proceso. En la ficha Nº 3 se sugiere un esquema que se

podría utilizar para ello.

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Ficha Nº 3Esquema del plan de sistematización

I. Justificación I.1. Identificación del proyecto que dio origen a la experiencia: nombre,

institución, fecha de inicio y término, dónde y con quiénes se desarrolla, objetivos esperados, principales resultados obtenidos.

I.2. Identificación de la experiencia que se va a sistematizar: si se ha delimitado un aspecto o dimensión, se lo ubica en el tiempo y el espacio, se precisan los actores y se relata brevemente lo sucedido. Si se va a sistematizar toda la experiencia, bastará con esto último.

I.3. Fundamentación de la importancia de sistematizar esta experiencia: se indican las razones por las que se ha decidido hacerlo.

II. Objetivos III. Pregunta Eje IV. Planificación

IV.1. Pasos que se seguirá, a partir del método que se ha decidido usar; actividades y responsables de cada una.

IV.2. Fuentes de información.IV.3. Recursos materiales y financieros.IV.4. Plazos y cronograma.

3.4.2. Reconstrucción de la experiencia

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Este momento del proceso de sistematización tiene la finalidad de convertir a la experiencia de una vivencia en un objeto de

conocimiento. Para ello es indispensable objetivarla, es decir, extraerla de la subjetividad de sus actores para posteriormente poder

someterla al análisis e interpretación que permitirán ordenar y fundamentar los nuevos conocimientos obtenidos.

Muchas veces los equipos de sistematización confrontan ciertas dificultades para dar cuenta de la experiencia vivida. Ello se debe,

en gran medida, a que por lo general se acostumbra elaborar informes de actividades, quedando los procesos complejos que se

desarrollan a partir de la ejecución de los proyectos en la memoria dispersa de los/as participantes. Reconstruir el devenir de la

experiencia, sin embargo, es indispensable para poder posteriormente comprender las razones por las que transcurrió de esa

manera.

La experiencia se reconstruye a partir de dos fuentes principales: los registros de lo sucedido y la memoria de los/as participantes.

Constituyen registros toda la documentación que se ha ido produciendo a lo largo de la ejecución del proyecto: el diseño original –

que, como ya se indicó, expresa los conocimientos iniciales de que se disponía antes de la intervención – los diversos informes

que se ha ido elaborando; evaluaciones si las hubo, etc. También se debe tener en cuenta los materiales de apoyo que se ha ido

produciendo (folletos, volantes, etc.), así como los registros gráficos (fotos, videos, etc.). Toda esta información es de gran utilidad

para darle rigor a la reconstrucción, pero también como ayuda memoria para completarla con aspectos subjetivos (emociones,

impresiones, interpretaciones) que casi nunca quedan registrados.

Por lo general la documentación oficial del proyecto no da cuenta del conjunto de los procesos que se desarrollaron a partir de su

ejecución, particularmente de aquellos inesperados, en los que muchas veces se enfoca la sistematización por ser los que concitan

37

mayores preguntas y necesidad de comprensión. Es por ello que la memoria de los/as participantes es un complemento

indispensable para la reconstrucción de la experiencia. A partir de las versiones de los/as diversos/as actores/as – que dependen

de su formación, género, experiencia previa y ubicación en el proceso – se podrá construir un relato más acabado y completo de lo

sucedido realmente. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la memoria puede ser parcial, interesada, traicionera, y puede

tender más a justificar lo hecho que a hacer un análisis crítico. La contrastación con los registros y la incorporación de las opiniones

de los/as diferentes participantes es clave para contrarrestar estos riesgos.

En este momento del proceso de sistematización es fundamental incorporar el punto de vista de la población con la que se

desarrolló la experiencia. Para ello se pueden utilizar diversas técnicas, dependiendo del tipo de interlocutores/as y de la relación

establecida previamente. Podría organizarse una reunión o taller para presentar la versión construida por el equipo y recoger

opiniones complementarias; realizar entrevistas a algunos/as informantes clave; etc.

Una vez culminada la reconstrucción es necesario revisar nuevamente el plan de sistematización para asegurarse de que los

objetivos y pregunta eje planteados inicialmente siguen vigentes. Puesto que se está avanzando en el proceso de conversión de la

experiencia en objeto de conocimiento, es posible que surja la necesidad de realizar ajustes. Ello requiere nuevos procesos de

discusión, negociación y acuerdos con los/as demás involucrados/as, hasta que todos/as estén convencidos/as de los cambios.

Orientaciones prácticas

38

Un primer elemento a tener presente es que la reconstrucción de la experiencia es un insumo en el proceso de sistematización, por

lo que no es necesario, en este momento, preocuparse por elaborar una redacción cuidada y detallada. De lo que se trata es de

ordenar, breve pero claramente, lo sucedido, en lo posible utilizando esquemas detallados, cuadros, líneas del tiempo, etc. Se

debe tener en cuenta que, puesto que la reconstrucción busca ordenar la información necesaria para comprender el proceso, se la

debe realizar con criterio cronológico, ya que ello permitirá luego dar una mirada a la historia de lo sucedido.

Un segundo elemento fundamental es no perder nunca de vista que no se está reconstruyendo el proyecto sino la experiencia, es

decir, el proceso real, incluyendo lo objetivo y lo subjetivo, las iniciativas de los diversos actores – no sólo del equipo – y ubicado

en un contexto cambiante. Para ello resulta conveniente tener siempre presente el cuadro de consistencia de la sistematización

(ver ficha Nº 2), en que se precisa la experiencia, los objetivos que se espera lograr y la pregunta eje. El único criterio para definir

qué contenidos formarán parte de la reconstrucción y cuáles no, es que formen parte de esa experiencia y que ayuden a responder

la pregunta y a alcanzar los objetivos.

En términos concretos, resulta conveniente encargar a una persona que elabore una primera versión de la reconstrucción,

principalmente a partir de los registros. Luego se la irá enriqueciendo con los aportes de los/as demás participantes. Igualmente, es

de utilidad someter la reconstrucción a la revisión de personas que no participaron directamente en la experiencia, que ayudarán a

detectar vacíos que a veces no son visibles para quienes estuvieron demasiado cerca.

En lo que se refiere al contexto, es necesario considerar los elementos que afectaron a la experiencia por lo menos en tres

dimensiones: en la institución desde la que se desarrolló el proyecto (por ejemplo, cambios en la conducción, dificultades

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financieras, etc.), en la zona o territorio en que éste se ejecutó (por ejemplo, iniciativas de organizaciones o instituciones, conflictos

sociales, desastres, etc.), y a nivel nacional (por ejemplo, políticas relacionadas con el tema o las personas que intervinieron en la

experiencia).

En la ficha Nº 4 se presenta una sugerencia de cuadro de reconstrucción de la experiencia y de su contexto, que podría adaptarse

a cada proceso de sistematización particular. Algunos de los elementos más importantes a tener en cuenta, además del criterio

cronológico son, por un lado, la información sobre la manera en que se desarrolló el proceso y, por otro, el espacio para las

preguntas y observaciones que van apareciendo durante la reconstrucción.

Toda sistematización pone mucha atención en los cómo, puesto que éstos ayudan a entender las razones que explican el devenir

de la experiencia y, a la vez, al analizarlos e interpretarlos, facilitan encontrar los conocimientos que este itinerario oculta.

El espacio para preguntas y observaciones, por su parte, permite que se registren las reflexiones que surgen durante la

reconstrucción de la experiencia, que serán de gran utilidad más adelante, cuando el equipo se enfoque en el análisis e

interpretación.

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Ficha Nº 4Cuadro de reconstrucción de la experiencia

Fecha Qué pasó Quiénes lo hicieron

Para qué lo hicieron

Cómo lo hicieron

ResultadosPositivos Negativos

Preguntas / Observaciones

Cuadro de reconstrucción del contexto

Fecha Nacional Local Institucional

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3.4.3. Análisis e interpretación de lo sucedido en la experiencia

En este momento se privilegia la reflexión sobre la experiencia para extraer de

ella los nuevos conocimientos producidos viviéndola y sistematizándola. Las

relaciones entre la teoría y la práctica adquieren particular importancia en este

momento, puesto que se debe establecer vínculos y distinguir lo que se sabía

inicialmente de lo que se aprendió en la práctica. Es muy importante que se

explicite claramente los sustentos teóricos y enfoques del proyecto inicial (por

ejemplo, el concepto de participación, el enfoque educativo, etc.). Estos

conceptos y enfoques serán confrontados con lo realmente sucedido en la

experiencia para descubrir, detrás de las diferencias y de las razones que las

explican, los nuevos conocimientos implícitos en la práctica.

Esta propuesta de método propone distinguir tres momentos principales en el

análisis e interpretación de la experiencia:

a) Periodización del proceso: para identificar y caracterizar las etapas por las

que transitó, de manera de aproximarse a su lógica interna y a la

comprensión de los motivos por los que las cosas sucedieron de esa

manera.

b) Interrogación al proceso: a partir del eje de la sistematización se formulan

preguntas a la experiencia y se construyen colectivamente las respuestas,

profundizando la comprensión del proceso.

c) Consolidación de los nuevos conocimientos: finalmente, en un esfuerzo de

síntesis, se explicitan los aprendizajes obtenidos, concluyendo en

recomendaciones para la acción. Muchas veces la sistematización puede

dar lugar a nuevas preguntas, que pueden generar otras iniciativas de

producción de conocimientos – investigaciones, sistematizaciones

enfocadas en otros temas – como también insumos para la formulación de

políticas o estrategias más generales a partir de los conocimientos

obtenidos en la práctica. Igualmente, es posible a partir de ella introducir

elementos cuestionadores a enfoques conceptuales o teóricos, que pueden

abrirse al diálogo con sectores académicos.

42

Orientaciones prácticas

a) Periodización del proceso

Al revisar la reconstrucción de la experiencia muchas veces se hacen

evidentes las etapas por las que transitó. Si es así, éstas deben ser

claramente identificadas, señalando su momento de inicio y término,

caracterizándolas y poniéndoles un nombre que dé cuenta de su rasgo más

importante. Es importante tener en cuenta que se trata de las etapas de la

experiencia, no las del proyecto. Es decir, por ejemplo, se podría identificar

una primera en que se forma una organización, una segunda en que ésta se

fortalece y consolida y una tercera en que declina y muere. La duración de

cada etapa es variable: algunas pueden extenderse varios meses y otras,

algunas semanas.

A manera de ejemplo presentamos las etapas que identificó el equipo en un

proceso de sistematización:

a. Preparando la tierra para la siembra: que abarcó desde noviembre de 1999 a abril de 2000 (4 meses), en que se desarrollaron una serie de talleres con representantes de las organizaciones para presentar la propuesta y generar motivación y participación en su ejecución.

b. Siembra, cuidado de la siembra: que abarcó entre mayo de 2000 y marzo de 2002 (20 meses), en que se promovió la organización de Secretarías de Asuntos de Mujeres Indígenas en las organizaciones, se capacitó a las dirigentas, se las apoyó en la preparación de propuestas y en su presentación en los consejos municipales.

c. Cosechando frutos: que da cuenta de la situación final alcanzada y los avances en lo que se refiere a la participación de las mujeres en sus organizaciones y el reconocimiento que van alcanzando en su derecho a incidir en la planificación y control de los recursos colectivos.

Fuente: CINEP: “Incorporación del enfoque de género en organizaciones indígenas del trópico de Cochabamba”. Informe de avance, Bolivia, 2003.

b) Interrogación al proceso:

Como ya se indicó, la principal herramienta para analizar e interpretar la

experiencia es la formulación de preguntas y la construcción colectiva de

respuestas.

43

Para iniciar el proceso, se recomienda que el equipo sistematizador formule

una “lluvia de preguntas”, que luego se irán procesando y decantando. Las

que aparecieron durante la reconstrucción se recuperan e incorporan en

este ejercicio.

Algunos criterios a considerar al procesar las preguntas son los siguientes:

• que se enmarquen en los objetivos y pregunta eje de la sistematización;

• que sean preguntas de sistematización, es decir, que busquen

comprender el proceso, por qué pasó lo que pasó;

• que sean preguntas de esta sistematización, es decir, que sea posible

encontrar las respuestas en la experiencia, sin necesidad de realizar

búsquedas más allá de ella, como sucedería con preguntas de

investigación;

• y aunque parezca evidente, que aludan a lo que no se sabe o no se

comprende, y no a respuestas de que el equipo ya dispone con certeza.

La formulación de preguntas, una vez más, es un esfuerzo teórico-práctico,

puesto que requiere precisar con claridad sus contenidos y, en esa medida,

los conceptos y enfoques teóricos y metodológicos que las sustentan. Por

ejemplo, si se está sistematizando una experiencia desde el eje de la

participación, la interrogación al proceso requerirá que se la defina

teóricamente pero que, a la vez, se haga operativo el concepto de acuerdo

a la experiencia particular: el contexto y las características específicas de

los/as actores/as.

Las preguntas sobre aspectos conceptuales son de especial utilidad para

confrontar los conocimientos iniciales con los obtenidos en la experiencia.

La respuesta a este tipo de preguntas ayuda no sólo a responder las demás

sino también a formular nuevas.

A continuación presentamos un ejemplo de los cuestionamientos que se

formularon en un proceso de sistematización referido a la puesta en práctica

de un programa de capacitación de pequeños productores que buscaba

mejorar su articulación al mercado:

44

1. Sobre los contenidos técnicos del programa : cuáles y de qué manera contribuyeron a mejorar: la gestión productiva, la capacidad de organización, la articulación de los productores al mercado y la construcción de confianza entre los participantes; los cambios que harían a los contenidos a partir de la experiencia.

2. Sobre l as metodologías y modalidades de intervención empleadas : las que facilitaron los aprendizajes, su adecuación a los tipos de participantes, sus limitaciones, los cambios que introducirían a partir de la experiencia en metodologías, modalidades, horarios.

3. Sobre las características de los participantes : a) Productores : cómo influyeron diversos factores (edad, sexo, nivel

educativo, idioma, características culturales, disponibilidad de recursos) en el proceso de aprendizaje y en la mejor articulación al mercado.

b) Equipo : cómo influyeron diversas características (experiencia en los temas tratados, recursos pedagógicos, idioma, estilo de trato y relación) en el aprendizaje de los productores; qué capacitación hubieran requerido los técnicos de campo antes y durante la ejecución del programa.

c) Instituciones : los roles jugados por las instituciones participantes y la manera en que influyeron en el aprendizaje de los productores, su mejor gestión productiva y organizativa y su articulación al mercado; qué roles se propone asignarles a futuro en programas similares.

4. Referidas a conclusiones :

a) Razones de los resultados diferentes en las dos zonas en que se ejecutó el programa

b) Ajustes que se debería hacerle a futuro (contenidos y métodos).c) Condiciones básicas necesarias para programas similares, en el entorno

(geográfico, de disponibilidad de recursos, económico, de políticas) y actores (productores, equipo, instituciones).

Fuente: PyMAGROS: “El desarrollo de los aprendizajes de los productores y su relación con el manejo empresarial del negocio agrícola para una mejor articulación al mercado”. Informe de avance, Lima, 2006.

Es importante que el equipo esté satisfecho con las preguntas que ha

formulado y que sienta que las respuestas le permitirán obtener los

conocimientos que motivaron a sistematizar la experiencia. Pero a la vez,

que asuma que no es posible alcanzar todas las respuestas y satisfacer

todas las inquietudes en un solo proceso de sistematización: enmarcarse en

la pregunta eje y asumir la delimitación que en ella se ha establecido resulta

clave para evitar la dispersión y el riesgo de una sistematización

interminable.

45

Las respuestas a las preguntas se construyen mediante procesos de debate

y reflexión entre todos/as los involucrados/as en la sistematización,

incluyendo a la población interlocutora, cuyo punto de vista es fundamental

rescatar. En estos debates confluyen la reconstrucción de la experiencia y

su contexto, los supuestos teórico conceptuales y enfoques, y la información

nueva que se considere necesario buscar.

Se debe tener en cuenta que los momentos de formular preguntas, construir

respuestas y relacionarse con la teoría y enfoques se van articulando

permanentemente. Si bien se comienza con preguntas, muchas veces las

respuestas dan lugar a nuevas interrogantes que, una vez revisadas a la luz

de los criterios mencionados más arriba, son incorporadas al ejercicio de

reflexión. Es fundamental igualmente la actitud crítica permanente, para no

contentarse con las primeras respuestas y seguir cuestionando hasta que el

equipo esté convencido de que arribó a conocimientos nuevos, que no eran

conscientes para ellos/as antes de iniciar la sistematización.

c) Consolidación de los nuevos conocimientos:

El punto de llegada del momento de análisis e interpretación es la respuesta

a la pregunta eje de la sistematización, que da cuenta de los nuevos

conocimientos adquiridos durante el proceso. Esta respuesta da cuenta de

lo que se quería saber y que motivó la sistematización, explicando el sentido

que se ha descubierto en la experiencia y que explica su itinerario y

evolución.

Puesto que el regreso a la práctica es el sentido último de toda

sistematización, aunque se haya puesto el énfasis en la discusión y

reelaboración de enfoques teóricos, las conclusiones deberían incluir

siempre orientaciones para nuevas acciones. Gran parte del valor de este

esfuerzo está en sus potencialidades de acumular conocimientos surgidos

de la práctica y útiles para ella, que permitan a otros/as trabajar en mejores

condiciones, desde los aprendizajes obtenidos.

46

3.4.4. Comunicación de los resultados de la sistematización

El sentido de este momento final del proceso de sistematización es dar cuenta

de sus resultados, traduciéndolos en un documento que sirva para comunicar

los aprendizajes obtenidos y para orientar nuevas acciones. El elemento central

es ahora la comunicación: el reto consiste en permitir que otras personas, que

no vivieron la experiencia, comprendan su lógica, lo que allí sucedió y,

especialmente, aprovechen los conocimientos producidos en ella.

A partir de este documento (que puede ser de carácter interno) se podrá

elaborar luego diversos productos para ser difundidos, cuyo formato,

contenidos y estilo dependerán de los públicos a quienes están dirigidos.

Es muy importante que el producto de la sistematización resulte atractivo e

inspirador para sus destinatarios/as. Para ello, los aprendizajes logrados

deberían estar suficientemente fundamentados en la experiencia que permitió

alcanzarlos, de manera de hacerlos comprensibles y motivar su aplicación y

puesta a prueba en nuevas intervenciones. La claridad y orden en la exposición

de las ideas también aportan en este sentido, así como la brevedad suficiente –

sin caer en el extremo de un listado de aprendizajes – que asegurará que una

mayor cantidad de personas lean el documento.

Resulta fundamental no contentarse con la publicación del documento, sino

prever iniciativas dirigidas a la difusión del o los productos de la

sistematización. Especial interés se debería poner en la organización de

amplios espacios de debate de estas ideas, para así promover, de un lado, su

apropiación por parte de sus destinatarios/as y de otro, que sean tomadas en

cuenta entre otros sectores, como por ejemplo, la academia, los espacios en

que se toman decisiones políticas, etc.

Orientaciones prácticas

Una primera tarea a emprender, una vez identificado el público destinatario del

producto, es definir colectivamente los contenidos que se desea comunicar,

47

poniendo énfasis en los conocimientos y aprendizajes obtenidos más que en el

simple relato de la experiencia. A partir de ello se podrá construir un esquema

de redacción que dé un orden y secuencia a los contenidos.

A continuación se presenta, como ejemplo, el esquema de un informe de

sistematización.

Introducción

1. Aspectos generales1.1. Marco institucional1.2. El proyecto “Escuela joven para el desarrollo con equidad”1.3. Los actores del proyecto

1.3.1. Contexto donde se realizó la experiencia1.3.2. Caracterización de los actores del proyecto

1.4. El proyecto de sistematización

2. El proceso de adecuación de la estrategia2.1. La propuesta inicial: la “escuela joven”2.2. Aportes del enfoque de género que modificaron la propuesta inicial2.3. Hallazgos identificados desde el enfoque de género2.4. Ajustando la estrategia de la “escuela joven” con el enfoque de género

3. El desarrollo de la experiencia3.1. Primera etapa: incorporando la diversidad3.2. Segunda etapa: ampliando las expectativas de acceso al poder3.3. Tercera etapa: las mujeres acceden a la toma de decisiones y al uso y

control de recursos en el diseño y gestión de proyectos de desarrollo local

4. Lecciones aprendidas

Fuente: IES: “¿Podemos hacerlo juntos? Sistematización de una experiencia con mujeres y varones de grupos juveniles”. Lima, 2003.

Es conveniente entregar a una persona la responsabilidad de redactar una

primera versión del documento, que luego será revisado y enriquecido por

todos/as los/as participantes en el proceso de sistematización, incluyendo a la

institución y a la población (si se lo considera pertinente). Una revisión por

personas externas también puede contribuir a la claridad y calidad del texto.

48

Capítulo 4. Reflexiones finales sobre los desafíos pendientes

Hace ya más de 10 años, Diego Palma (92:32-33) se preguntaba por qué no se

hacían más sistematizaciones si cada vez más personas estaban convencidas

de que éstas se constituían en una necesidad para mejorar las intervenciones

en el campo de la educación popular y la promoción del desarrollo. Lo atribuía

principalmente a problemas metodológicos – las polémicas al respecto y la

excesiva rigidez de algunas propuestas habrían confundido y paralizado a los y

las potenciales sistematizadores/as – así como a las dificultades de articular la

teoría con la práctica.

A pesar del tiempo transcurrido, pensamos que las opiniones de Palma siguen

vigentes. El presente trabajo es un esfuerzo para contribuir a superar algunos

de los problemas que han trabado la generalización de la sistematización de

experiencias. Como se indicó en la introducción, la reflexión sobre el tema es

producto de años de trabajo y se ha nutrido de la reflexión compartida con una

diversidad de personas que se encuentran impulsando la reflexión sobre la

práctica en América Latina y de los aprendizajes obtenidos en la asesoría a

múltiples procesos de sistematización desarrollados por profesionales de la

acción. Ambos procesos nos han permitido reflexionar sobre las formas más

adecuadas de llevarlos adelante, convertir esas reflexiones en propuestas

metodológicas, validarlas e ir reformulándolas continuamente.

Evidentemente, no aspiramos a haber alcanzado todas las respuestas ni

resuelto todos los problemas que dificultan la sistematización. Son muchos aún

los desafíos que se abren a esta práctica, que sólo tiene poco más de cuarenta

años de vida, tiempo breve en comparación con otras disciplinas.

Nos limitaremos, en este capítulo final, a listar algunos de los desafíos que

consideramos más importantes.

En un plano más amplio, el principal reto es vincular los aportes producidos

desde la sistematización de experiencias con la reflexión sobre los enfoques de

desarrollo y sobre la promoción del mismo, especialmente aquéllos que buscan

49

el empoderamiento de los/as actores/as sociales y el incremento de sus

capacidades. Los conocimientos producidos a partir de las experiencias, con

toda la riqueza que aportan sobre la manera específica de intervenir en

realidades y con actores/as diversos/as, pueden brindar importantes

contribuciones que permitan superar los estilos uniformes, centralizados y

directivos que aún prevalecen en muchas instituciones.

Todavía en ese nivel amplio, otro desafío es el de la articulación entre la

sistematización y la incidencia en políticas públicas. Son principalmente dos las

fortalezas que las experiencias sistematizadas aportan en este plano: por un

lado, la generación de propuestas validadas, que pueden ser descritas y

explicadas de manera solvente; y por otro, el conocimiento sobre los procesos

sociales, políticos e incluso psicológicos que hacen viable o inviable la

implementación de las políticas, más allá de su calidad técnica.

A nivel de las instituciones que desarrollan proyectos de promoción del

desarrollo el principal reto de la sistematización es propiciar que éstas se

conviertan en organizaciones que aprenden de su experiencia, mejorando así

su desempeño y sus capacidades de producir, gestionar, difundir y acumular

conocimientos a partir de sus propias prácticas. Ello requiere que las

instituciones se apropien y adopten a la sistematización, realizando ajustes en

su diseño organizacional y en sus formas de liderazgo que generen

condiciones propicias para llevarla a cabo.

En un plano académico, afrontamos el reto de entablar diálogos con reflexiones

que se vienen desarrollando últimamente, particularmente aquellas referidas a

la gestión del conocimiento y la metodología de momentos críticos6.

Igualmente, con disciplinas afines, como la investigación educativa, la

investigación-acción y, en general, las formas de investigación y de evaluación

cualitativas.

6 Metodología desarrollada en el Center for Reflextive Community Practice del Instituto Tecnológico de Massachussets – MIT.

50

Finalmente, a un nivel metodológico y operativo, hay múltiples retos que se

podrían sintetizar en la necesidad de continuar validando y mejorando la

propuesta, a partir de su puesta en práctica. No consideramos que el método

aquí presentado constituya el punto de llegada definitivo, sino un avance más

en el camino de definir lineamientos orientadores que hagan cada vez más

sencillo sistematizar las experiencias, sin por ello perder rigor ni descuidar su

carácter de actividad de producción de conocimientos. Las complejidades

epistemológicas – derivadas de las características propias de la sistematización

que se presentaron en el capítulo 2 – hacen que la tarea no sea sencilla, pero

consideramos que estamos en buen camino y que hay que seguir

transitándolo, en permanente diálogo con los aportes teóricos y con la práctica

misma de sistematizar.

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