María Odio: Arde y otros poemas

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Arde y otros poemas por María Odio

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Arde y ot ros poemas

por María Odio

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Texto: María Odio.

Imagen de portada: Baile despechado 3 por Pedro M. Serrot.

Edición

Mario Eduardo Ángeles.

La Testadura, una literatura de paso.

www.issuu.com/latestadura

[email protected]

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México, Julio 2015.

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Los derechos de los textos publicados pertenecen a sus autores. La Testadura, una literatura de paso, hecha para

olvidarse en los lugares públicos o salas de espera.

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Arde y ot ros poemas

por María Odio

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CONTENIDO

Arde y otros poemas

Por María Odio

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Mar ía Odio

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La no elegía

I No me dejes, le dije; y el sonido inter-

mitente de la línea telefónica atravesó mi cuerpo. La imaginé posando su mirada en el infinito, aprisionando sílabas que dichas por ella resonarían como un metal contra mi puerta. Sólo entonces pude reconocer en mí la víspera de la zozobra, una espera narrada desde la renunciación de su tacto, desde el olvido vistiendo su gastado traje de algara-bía.

Dante navegando tu laberinto el frívolo ocio de tu sexo indivisible

que me es ahora sal

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pez inmolado y daga La vana simulación de tu amor exaltó tus formas y nos cifró el asesinato ¿Por qué no puedo detenerme justo ahora que me sabes a humo y plañes piedad?

II Tu ventana era un cristal lejano y doliente, la cosmogonía de lo nuestro que me había sido arrebatada ocupó por un instante la totalidad de mis ojos. Pude contemplar los hilos de tu cadencia mientras el pánico re-corría mi garganta con cierto rumor a men-tira, entonces intenté vislumbrar nuestras longitudes oxidadas en medio de un repen-tino acto. Crucé la calle, subí las escaleras y entré. Tú y yo en medio del caos, con la ne-blina sanguinolenta escurriendo de tu cuello

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y mi boca salivando los besos que ya no ha-bría de darte.

Sé me conjuró tu pesadilla setenta veces siete el lenguaje anfibio de lo temido la picazón de tus labios más ignoraste siempre el hábito eterno de mi caricia y la nube tártara que me alimentaba destejiendo mi memoria

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Ante todo hay que saber cuántas veces debe-mos abandonar nuestra novia y huir de sexo en

sexo hasta el fin de la tierra. -Vicente Huidobro. Temblor de cielo.

I Verano tu constelación vomita frases taciturnas punzadas fabulosas bajo mi bragueta vértigos que nacen de tus nalgas

[infinitas eres satélite besado por naufragios gemido de garganta memorable suplicio y jadeo inoportuno

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II Me tientas al azar en una tarde que agoniza sobre tu cadera picoteo tus senos los muerdo creyendo que son nudos

[ambiciosos del minuto de las horas en la habitación que nos destroza

III Busco tu talle deslizo mis dedos y encuentro la herida brotan peces de escamas centelleantes mojas preciosa histeria aureolas en tus ojos marítimos príapo erguido sobre el borde de tu cama

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De silla y nubes A Yael Silva

I Asequible vuelo: el cielo de un tajo Apenas tu sombra bosteza y brota la cifra exacta un todo indivisible un cuento azul para leerse

entre la nieve Mas es primavera y una dinastía de nubes

[observa desde arriba ¿Cómo nombrar a las viejas figuras roídas

[por el viento?

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II Te sientas esperas y el maremoto comienza es el séptimo día de una semana insomne la séptima noche astillada por los meses mientras la ciudad humilde y agreste también espera

III Cae el vértigo sobre tu blusa y se cortan tus

[edades brilla tu sonrisa con un destello equilibrista cruzas la pierna tintinean las estrellas tintinean mis dedos escribiéndote

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IV Y yo me atrinchero un poco ahí donde se inscribe el vuelo donde improvisas letras

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Marea decorada

I Arqueles Vela absurdo citadino rutinario cuando tus caderas brotan de entre la

[maraña soleada y tu afirmación humanista trepa mis

[montes columpiándose

y empujando un entusiasmo arquitectónico -decididamente resuelto- acelera la revolución con que decoras mi entrepierna

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II Dr. Atl sonrisa estridente gesticulas manifiestos en pespunte curaduría del deseo poesía gráfica te acusan de enfermedades incurables de naufragios bélicos que precisaron los

[signos astrales personaje de ocasión voltaica aéreo y paroxista

III Maples Arce corresponsal extranjero en la américa

[purista transeúnte de buen agüero acidulando las gacetas fílmicas

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tus letras extraviadas naufragan en las [pipas fabriles

y se exhiben sobre máscaras fonográficas equilibrista tu inquietud rectilínea se enciende en mis

[ojos haciendo estallar el panorama

IV List Arzubide capitán de un afán escurridizo adormilado intelectual anónimo tus falanges impacientes amplían sobre el

[cuadernillo las avenidas desveladas salpicando de café a los amantes de

[laboratorio tú sobre la butaca del cinema columpiando la brújula de tu existencia

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Arde

I Qué lejos está la cumbre y me detengo a soñar con el símbolo del fuego, ese amarillo que con el tiempo se ha vuelto hembra y me ha dejado varias veces muerto, entre las tempestades herido mientras resplandece la trama gris de una nube cosmogónica:

en tu memoria habré de ser el último [hombre que fue cruel contigo

tú en la mía; laberinto e hilo, las [primeras lágrimas de príapo resbalando

[[por la boca

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II Es la vigilia es el espejo de la tarde con su dictamen de [abeja con su mano en tu cuello con su sexo

[[en tu espalda… sí… sí… Silvia: el minotauro resuelve el acertijo en los

[linderos de tus ojos el Aquerón se halla bajo tu falda y

[corre entre mis dedos es mi sonrisa abriéndose camino

[entre la palidez de tus muslos

III Sin fin el mar, sin fin el pez dentro del tiempo el hueco de tu sangre, mi memoria renunciando a una playa de sal a los relojes blancos de tu carne

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descubrí en la alacena la equívoca figura de [tu aroma un firmamento de acero

[[inoxidable y yo, siempre en tus ojos parisinos como el

[ajeno como el cuerpo que vuelve a la orilla [[estrangulado

XXV -Al tibio encuentro de precisión circular.

Hurgar en ti sobre la llanura y respirar el

[hormigueo de las tardes izar una dinastía de nubes para tus corvas sospechar que se avecina la pausa de tus

[labios y caer desde ahí confundida Mi pasión es un filo de arena una edad en

[espiral un grito consumido pero tú

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la sílaba de mis visiones Isolda con su fondo de nostalgia y brillo de

[soles Y te busco en cada mirar indeciso en cada

[trampa de fuego y regresas en tregua desde mi memoria con tus alegorías de sueño libre y perseguidora Tú aconteces inmensa como el cristal del mar bajo una

[mordedura de estrellas infinita como el silencio de las estatuas

[celestes mientras tus pasos junto a mí se coagulan

[como la escarcha

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En la lejanía del cielo besada por los ojos

I Entre el pecho y la atmósfera una palabra:

celeste la lengua ha saboreado la raíz de los astros la elipse que nutre los rincones de la

[soledad el alfiler sobre los barcos blandos

II Las nubes se exilian en un infinito de cobre besan los hombros de la lejanía en tanto giran tus piernas en el vacío cansadas como las hélices de un ave

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III Y tu eco se embarca hacía el olvido trotando alrededor de un valse pero el mundo retorna a mi garganta y me

[persigue

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De juegos diurnos y bólidos que sueñan

Amanecer en el mar. Amanecer insumiso, amanecer herido amanecer encadenado amanecer finito amanecer prosaico amane-cer enfermo amanecer consciente amanecer noctámbulo amanecerlo todo:

punza el ansia mortal y fabulosa sigue gira y se vuelve roca efímera en

[los adioses malas noticias para la serenidad

[ausente buenas nuevas para el tapiz sobre la

[carne El vértigo es un camino que ladra desde las venas, que crece en las sienes como tierna

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angustia y se desprende cual beso inacaba-do del océano de mis ojos. El vértigo atem-poral. Certero, desafiante suicida encadena-do aeronauta macabro austral nervioso sonriente letal:

el vértigo arista desafiado por el sol huérfano después de la totalidad semilla vomitiva que las golondrinas

[tragan el vértigo tiene un anillo en la

[garganta y su destino es el desmayo

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La nueva estación M a r z o tus ojos son el amuleto y la espuma corazón mío: tú en el calendario de arena en el vocablo diurno La sospecha del gemido hace combustión

[sobre una llanura mullida tu tacto es una plaga inconclusa

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un nudo migratorio que reviste mi pecho y en la tapicería exhaló hambre de tu íntima

[sustancia

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La hora, la noche Soltamos los huecos una a una las voces con su título

[abstracto Tu campanilla eléctrica trajo hasta mí hambre nerviosa invierno tibio en compás trepidante taxonomía de habitaciones amuebladas

[con tu nombre [corredores infinitos donde tus hombros

[abordan el taxi de las siete] Tengo vocación de cadáver esbelto: ¡con qué fluidez resbala el mar sobre mí y

[qué onda es la vigilia de mi zozobra! Soltamos los huecos la puntualidad del silencio

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y pasan por la avenida grupos de mujeres que llevan el domingo en los ojos

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María Odio nace en la

ciudad de México a finales de la década de los

ochentas. Ha escrito para los fanzines queretanos

Efímera, Yo no soy un re-belde y Tirando Netas, así

como para las revistas Reunión y Pelafustanía

Tierras de Tiña, ésta últi-ma editada por la UDG .

Actualmente cursa la licenciatura en antropología en la Universidad de Guadalajara. Le gustan las

nubes y la cerveza stout.