Marisol & juanjo

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N.º IDENTIFICADOR: 332.019 FEBRERO 2004 N.º 332 CUADERNOS DE PEDAGOGÍA | 59 TEMA DEL MES Espacio para la acogida y el diálogo Conversar y reinventarse en compañía El aula se convierte en un área de complicidad, en la que el docente se deja seducir por los interrogantes de los demás, aprende a ser interlocutor y, a la vez, a escucharse a sí mismo. En los proyectos de trabajo, la interacción del grupo es el motor que genera unos aprendizajes de los que emergen conocimientos ricos y variados. Marisol Anguita y Juanjo López* Cada curso que comienza es un nuevo viaje donde confluyen los caminos que ya han sido recorridos ante- riormente por cada uno de los viajeros y donde hace falta buscar puentes que nos acerquen, que nos unan en nuestras diferencias, de manera que cada uno pueda hacer sentir su propia voz, que pueda escuchar las voces de los otros y establecer conexiones con ellas. Se trata de intentar acoger los conocimientos, las interpretaciones, las ideas, los pensamientos, las emo- ciones y las distintas formas de relacionarse con los demás y con los saberes. Se trata de que cada uno tenga un lugar para aprender y pueda ir avanzando a partir de sus propias posibilidades. Los proyectos de trabajo nos invitan a la creación de una comunidad de intercambio, de diálogo y de refle- xión. Un aula como comunidad de aprendizaje, don- de el diálogo es un instrumento que permite com- partir y construir los conocimientos y las identidades personales. Hablamos de quiénes somos y desde quien somos, y escuchamos parecidas o distintas formas de ser o de percibir el mundo que nos sirven para reconstruir permanentemente nuestra identidad per- sonal y nuestros conocimientos, ya que el aprendiza- je es individual, personal, pero se aprende con los otros y de los otros. Las voces —todas y no sólo algunas— se engarzan, se entretejen, en una conversación cultural que nos ayuda a crear una narración de aula. Un tejido hecho de diferentes tramas, de texturas, de distintos relatos que se entremezclan en una narración global, a modo de telaraña que nos atrapa a todos y nos convierte en tejedores de nuestros propios deseos. Intentamos com- partir historias de vida, ser protagonistas, permitien- do que existan espacios y tiempos para que puedan aflorar nuestras biografías. De cómo dialogamos para comprender, para comprendernos Llegamos al aula dispuestos a dejarnos seducir por los relatos de los demás, a implicarnos en los interro- gantes de cada uno, a dejarnos llevar por los miste- rios, por la sorpresa, dispuestos a hacer de interlocu- tores atentos, a implicarnos en un diálogo que nos ayudará a conocernos y a conocer. “El hombre es sobre todo un animal narrativo” Luis Landero Flor García.

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Espacio para la acogiday el diálogoConversar y reinventarse en compañía

El aula se convierte en un área de complicidad, en la que eldocente se deja seducir por los interrogantes de los demás,aprende a ser interlocutor y, a la vez, a escucharse a sí mismo.En los proyectos de trabajo, la interacción del grupo es el motorque genera unos aprendizajes de los que emergenconocimientos ricos y variados.

Marisol Anguita y Juanjo López*

Flor

Gar

cía.

Cada curso que comienza es un nuevo viaje dondeconfluyen los caminos que ya han sido recorridos ante-riormente por cada uno de los viajeros y donde hacefalta buscar puentes que nos acerquen, que nos unanen nuestras diferencias, de manera que cada unopueda hacer sentir su propia voz, que pueda escucharlas voces de los otros y establecer conexiones con ellas.Se trata de intentar acoger los conocimientos, lasinterpretaciones, las ideas, los pensamientos, las emo-ciones y las distintas formas de relacionarse con losdemás y con los saberes. Se trata de que cada uno tengaun lugar para aprender y pueda ir avanzando a partirde sus propias posibilidades.

“El hombre es sobre todo un animal narrativo”Luis Landero

N.º IDENTIFICADOR: 332.019

Los proyectos de trabajo nos invitan a la creación deuna comunidad de intercambio, de diálogo y de refle-xión. Un aula como comunidad de aprendizaje, don-de el diálogo es un instrumento que permite com-partir y construir los conocimientos y las identidadespersonales. Hablamos de quiénes somos y desde quiensomos, y escuchamos parecidas o distintas formasde ser o de percibir el mundo que nos sirven parareconstruir permanentemente nuestra identidad per-sonal y nuestros conocimientos, ya que el aprendiza-je es individual, personal, pero se aprende con losotros y de los otros.

Las voces —todas y no sólo algunas— se engarzan,se entretejen, en una conversación cultural que nosayuda a crear una narración de aula. Un tejido hechode diferentes tramas, de texturas, de distintos relatosque se entremezclan en una narración global, a modode telaraña que nos atrapa a todos y nos convierte entejedores de nuestros propios deseos. Intentamos com-partir historias de vida, ser protagonistas, permitien-do que existan espacios y tiempos para que puedanaflorar nuestras biografías.

De cómo dialogamos para comprender, paracomprendernos

Llegamos al aula dispuestos a dejarnos seducir porlos relatos de los demás, a implicarnos en los interro-gantes de cada uno, a dejarnos llevar por los miste-rios, por la sorpresa, dispuestos a hacer de interlocu-tores atentos, a implicarnos en un diálogo que nosayudará a conocernos y a conocer.

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Estamos hablando de dialogar con la realidad;para poder comprenderla estamos conectando nuestromundo escolar con el exterior y nuestro mundo perso-nal con el de los adultos.

“Si Milosevic fuera un 60% de razonable y un 40%de bueno, puede que la guerra no hubiera pasado. Yentonces no habría quinientos treinta muertos y ocho-cientos mil heridos, y todos los de Yugoslavia seríanfelices y comerían anises”, nos dice Dani, de siete años,a propósito de la guerra de Kosovo.

El diálogo nos hace de motor, nos ordena, nos sitúa,va construyendo la narración. No es hablar por hablar.Se trata de conversar, de dialogar, de cooperar inte-lectualmente, de discutir de manera argumentada, devalorar las diferentes posiciones.

El reto también es aprender a ser interlocutores y,a la vez, aprender a mostrarnos. Alguien dijo quetodos somos extranjeros de nosotros mismos. El otrose nos presenta como algo amenazante por lo desco-nocido. Por tanto, el diálogo ayuda al encuentro conel otro y con uno mismo. Nos narramos para inter-pretarnos y para interpretar al otro.

Debemos dejar de hablar para escucharnos a noso-tros mismos y comenzar a hablar y escuchar paraintentar descifrar al otro. Se trata de poder expresar laspropias ideas para poderlas compartir, para que éstassean contrastadas, ampliadas, que pasen a formar partede la comunidad y nos sean devueltas ya transforma-das y enriquecidas.

En una clase de alumnos de tres años investigába-mos sobre los misterios del océano. Nos atraían espe-cialmente los animales “malos” para distinguirlos delos “buenos”. Al final del proceso conversamos sobrelo que nos ha supuesto indagar sobre el mar. Revisa-mos los interrogantes que nos han movido en nues-tro proceso y Miquel nos dice: “Tenemos que cambiarla pregunta, no tenemos que decir ‘¿cuáles son malosy cuáles son buenos?’; hemos visto que algunos son‘tranquilitos’ y algunos son peligrosos”.

Oriol nos recuerda: Los que tienen dientes puntia-gudos son peligrosos, son carnívoros.

Miquel: Pero las serpientes son peligrosas porquetiran veneno y los dinos de cuello largo comen hierbas,pero si te dan un golpe con la cola, son peligrosos.

Kevin: Sí, los dinosaurios tranquilos te pueden pisary te puedes morir.

Clàudia: Y los elefantes también te pueden pisar ylos leones se van corriendo.

Maria: Los delfines tienen dientes de puntas y soncarnívoros, pero son tranquilos. Se hacen amigosnuestros.

Vemos, por tanto, que no podemos hacer afirma-ciones tan categóricas como “todos los herbívoros sontranquilos y todos los carnívoros son peligrosos”. Así,hemos compartido que ser bueno o malo tiene mu-chos matices.

Clàudia: En el arroz me he comido un animal, soycarnívora. Pero es que tenía hambre...

Pensamos que todo acto comunicativo debería inte-grar las diferentes interpretaciones que puede presen-tar cualquier situación. La comprensión del mundonecesita identificar las diversas versiones sobre loshechos o los fenómenos que se examinan. Intentare-

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mos incorporar en docentes y niños una escuchainterpretativa, crítica, que juzga, que analiza, que tomapartido, pero desde la acogida de las múltiples perspec-tivas que siempre están presentes en cualquier situa-ción que abordemos. Como dice Fernando Hernández:“Tener en cuenta que no hay unos únicos valores cul-turales para explicar la realidad, que no existe sólo unúnico punto de vista, que no existe una única maneraposible de actuar”.

Buscando información sobre volcanes leemos unreportaje sobre cómo, en Colombia, la erupción delvolcán Nevado del Ruiz destruyó la ciudad de Arme-ro, situada a 50 kilómetros del cráter del volcán. Losvulcanólogos advirtieron del peligro a las autori-dades de la ciudad, pero éstas decidieron no hacernada porque el volcán estaba muy lejos. Murieron23.000 personas.

En los días que hablamos del Nevado del Ruiz, elvolcán Popocatepelt entra en erupción en México y“las autoridades” deciden que hay que evacuar a loscampesinos indígenas que viven en los alrededores.Vemos en la televisión a soldados que ayudan a fami-lias enteras a subir a camiones del ejército y nos pare-ce bien. Al día siguiente presento el fragmento de unreportaje grabado de las noticias de la tele. Un grupode campesinos se resiste a marchar y uno de ellosdeclara: “Yo nací aquí y no conozco otro lugar; cuandoel volcán se puso a echar humo hace tres años, al finalno pasó nada, los compadres que se marcharon yanunca regresaron y ahora dicen que sus tierras sondel gobierno”. Las palabras del campesino nos impre-sionan profundamente, nos descubren otras caras dela realidad.

Tiempos y espacios para dialogar

Todo lo abordado hasta ahora implica una organi-zación diferente del tiempo y del espacio. Aspiramosa que el aula se convierta en un contexto con espa-cios de complicidad que permitan, desde nuestrasdistintas identidades, compartir experiencias, emo-ciones y todo lo que nos preocupa y que queremoscomprender.

Necesitamos tiempos y espacios para poder expre-sar intereses, certezas e interrogantes; tiempo paraformular hipótesis, para poner en duda lo que yase sabe, para contrastar, para argumentar, para plan-tear nuevas preguntas, para buscar relaciones; tiem-po para poder buscar en el lenguaje aquellas pala-bras que puedan expresar mejor lo que pensamoso sentimos, o las que abren nuevas dimensiones alconocimiento. ¿Qué aula nos queremos regalar parainiciar este viaje? Un aula que nos invite a conver-sar y a crecer en compañía. Un aula que dialogue conel conocer.

Imaginémonos una gran habitación llena de ojos,voces, historias, deseos, misterios, miedos... Rega-lémonos un aula como espacio simbólico de expresión,de reinvención, un aula donde podamos escucharel ruido de la vida invadiéndolo todo, invadiéndo-nos (no como aquellas aulas que, por desgracia, aúnexisten, donde parece que se ha borrado la vida para

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no recordar, para dejar de ser cuando se entra porla puerta).

Queremos regalarnos un aula a modo de paisajeinnovador. Como dice Jaume Carbonell, “precisamosespacios simbólicos, mentales y afectivos, diversifica-dos y estimulantes, para facilitar el encuentro colec-tivo y la soledad, el trabajo individual y en equipo”. Unaula con contextos reales y abiertos y con espacioscualitativos conectados, dinámicos, adaptativos, quese influyan los unos a los otros.

Creemos que el aula debe tener un espacio deencuentro en el que, de manera ritualizada, se empie-ce el día narrando, dialogando..., donde se busca elclima que nos ayuda a ponernos en situación de diá-logo. En estos espacios, a menudo, se dan situacionesde vida en las que la interacción de todo el grupo esel motor que permite la emergencia de conocimien-tos ricos y variados y, al mismo tiempo, es genera-dora de nuevos aprendizajes. Donde el diálogo nospermite compartir interrogantes y establecer relacio-nes desde la complejidad. Como dice Maribel Pomar:“Tiempo y espacio para presentar el problema y tiem-po y espacio para profundizar en el significado delmismo.”

De cómo el interés, el misterio, se nos instala: leyen-do La Bella Durmiente en una clase de alumnos decuatro años se dice que la princesa no ha muerto, sinoque dormirá cien años. Yo pregunto si eso es muchoy muchos niños afirman “síííí, muchísimo”. Aina nosexplica que claro que es mucho, ya que el cien es elnúmero que va antes del infinito. Claudia pregunta:“¿Y qué es el infinito?”. Aina nos dice: “Uy, un númerotan grande que no nos cabría en toda esta clase ente-ra...”. El misterio está servido.

Trabajamos sobre lo que emerge de manera creativa.Nos convertimos así en creadores de lo emergente.

¿Cómo orientar este viaje?

Nuestro papel es el de facilitar la narración, hacerque fluya, recapitular, recordar lo que ya hemos di-cho, los acuerdos a los que hemos llegado, las bifurca-ciones, los puntos de encuentro, lo que aún nos quedapor recorrer.

Nos convertimos en navegantes de la incertidum-bre en esta telaraña que entretejemos juntos. Somosacompañantes, guías emocionados, poseedores de lanarración global, ya que, como expertos en otras tra-vesías, somos capaces de analizar las nuevas rutasdesde una mirada global que nos permite relatar a lacomunidad por dónde andamos y ayudar así a recon-ducir el rumbo, a descartar vías secundarias, a tomardecisiones...

Todo ello implica una nueva actitud profesional,un cambio de mirada. Se transforma la voz única oprincipal del aula en una voz que facilita, con suintervención, la participación de las voces de losalumnos; una voz que ayuda a expresar, que facilitala comprensión, que relaciona intervenciones, queabre el diálogo, que anima a formular hipótesis,que pide mayor profundidad o matices, que devuelvepreguntas, que relativiza las expresiones tajantes, que

anima a recrearse con el lenguaje y con las ideaso sentimientos que se pueden expresar. Y que, endefinitiva, tiene en cuenta que el diálogo no sólo esexpresión, sino también escucha, y por ello favore-ce la creación de estrategias que permitan compren-der, reflexionar, cuestionar lo que otros interlocuto-res dicen.

Más lejos, aún más lejos... Nos movemos paravivir, nos decimos para sobrevivir

Necesitamos cambiar la mirada, incorporar unamirada transformadora del conocer y del pensar.Mirar las incertidumbres como motor y no comofreno (cosa que no nos resulta fácil, ya que noso-tros hemos sido educados en las certezas). En rea-lidad, como dice Edgar Morin, “siempre estamosdialogando con la incertidumbre”.

Por tanto, se trata de acoger las identidades perso-nales de los alumnos en todas sus dimensiones y dedialogar también con la realidad, teniendo en cuen-ta todas las facetas que nos pueden ayudar a alcan-zar una comprensión cada vez más profunda delmundo que nos rodea. A la vez, este diálogo ampliocon la realidad nos sirve para hacer evolucionar,para enriquecer, nuestra identidad; especialmenteen lo que se refiere a puentes, a nuevas conexionesque nos acercan o nos ayudan a comprender otrasidentidades.

Los proyectos de trabajo sitúan en un primer planoa los alumnos y al mundo real; un grupo de alumnosque, para poder comprender y participar en el mundo,necesitan convertirse en una comunidad de apren-dizaje. Y esa comunidad de aprendizaje, para sercreada, necesita de la acogida de las identidades deaquellos que la forman. Y, para existir, para avanzar,necesita del diálogo. Estamos aprendiendo a caminar,a avanzar, sin tierra bajo los pies, haciendo equili-brios por los finos hilos de la telaraña. El equilibris-mo nos seduce, nos ayuda a fluir, siempre abiertos alo inesperado.

Carbonell, Jaume (2002): La aventura de innovar. Madrid:Morata.Hernández, Fernando (1997): “La necesidad de repensar elsaber escolar”. Aula, 59, pp. 75-80.Morin, Edgar (2002): La mente bien ordenada. Barcelona:Seix Barral.Pomar, Maribel (2001): El diálogo y la construcción compar-tida del saber.Barcelona: Octaedro/EUB.

Para saber más

** MMaarriissooll AAnngguuiittaa es maestra de Infantil. JJuuaannjjoo LLóóppeezz esmaestro de Primaria.

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