Maristela Svampa Desde_abajo

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  • Cmo es la vida en los mrgenes de la ciudad? Cmo avan-zar hacia una comprensin ms general de los sectores popu-lares que supere a la vez la mera cuantificacin de su situacineconmica y la descripcin pintoresca, voyeuse, de su vidacotidiana? Buscaremos indicios de respuesta a partir de la des-cripcin etnogrfica y tenderemos lneas interpretativas desdela problemtica de la integracin social. Para ello nos apoyare-mos en las historias de Javier y Marcelo, dos jvenes que vivenen un asentamiento del Gran Buenos Aires.1 A travs de susexperiencias intentaremos ver cmo es trabajar y estudiar all,cmo se vive la ciudad y cmo uno se divierte; en fin, cmo serelacionan sus biografas con la historia colectiva de una ocu-pacin de tierras. Ambos jvenes viven una misma situacinsocial aunque tienen historias diferentes: Javier lleg al asenta-miento cuando su padre perdi el empleo y ya no pudieronpagar el alquiler, Marcelo vino con su madre y sus tos desdeuna villa, no lejos de all.

    Las historias individuales y la accin colectiva que analizaremosestn signadas por la bsqueda del intersticio, del espacio deja-do vacante por unas instituciones que no logran garantizar laintegracin social. En un universo marcado por la inestabilidady el riesgo no hay espacio para la cultura del agricultor, quiendebe planificar si vida sobre la base del ritmo de los ciclos na-turales. Asi, grupos e individuos se mueven como cazadoresque recorren la ciudad y las instituciones en busca de una opor-tunidad.

    Javier, La Radio y El Barrio

    Nos encontramos frente al caf la Perla, en la Plaza Once, y sa-limos poco despus del medioda del sbado rumbo a El Tambo.

    A media tarde llegamos a la Radio Accin, cerca de las tierrastomadas, en el barrio San Pedro. Esa era la primera vez queCarolina me acompaaba as que todo tena un aire poco habi-tual, especialmente para ella. Javier, a quien debamos entrevis-tar, trabajaba ese da como operador en la radio y an no habaterminado su tarea. Esperaba el relevo de Gustavo que se de-moraba en llegar. Nosotros decidimos aguardar en una peqneaantesala que abre paso a los estudios de la radio y conversamossobre la caravana que pasaba ese da: el presidente Carlos S.Menem y el gobernador Eduardo Duhalde hacan un recorridoproselitista por el Gran Buenos Aires que inclua una buena par-te de las zonas ms pobres del pas, entre las que estaba el ba-rrio donde nos encontrbamos.

    Para llegar a la radio y al asentamiento tuvimos que pasar obli-gadamente por all. A esa altura la caravana atravesaba laslocalidades de San Alberto, Isidro Casanova y una parte deLaferrere, y pasaba junto al Barrio Villegas de Ciudad Evita,recorriendo completa la Avenida Cristiana. Luego se perdadoblando hacia el sur por la ruta 21. Iba viboreando por elconurbano en un esfuerzo en el qne pareca no dejar ningnbarrio pobre en el abandono, como si as salieran de la indife-rencia. Cuando bajamos del colectivo en Villegas, apenas pudi-mos cruzar Cristiana. La multitud y el cordn policial hacanbastante difcil cruzar la calle en ese momento. El "menemvil"estaba por llegar y centenares de personas caminaban por lacalle o miraban desde los edificios y las azoteas. La alegria go-bernaba la escena: vinchas y banderas argentinas y justicialistasen todas las frentes y en todas las manos; pasacalles, pancartas,cohetes que tronaban en el aire. Todo era celeste y blanco, y se

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    Desde Abajo. La transformacinde las identidadessociales

    1. Durante el periodo de trabajo de campo al que se hace referencia contcon la colaboracin de Carolina Jnemann, en ese momento alumna en losltimos cursos de la carrera de Sociologia. Las entrevistas que se citan enel texto fueron realizadas entre marzo de 1995 y agosto de 1996 (el tiempopresente empleado en el texto corresponde a esas fechas). Las historias devida, las observaciones y los dilogos que presentamos tienen valor ilustra-tivo, y se apoyan en un mucho mis amplio trabajo de campo desarrollado alo largo de siete aos de investigacin. Los nombres de los entrevistadoshan sido cambiados a fin de preservar su identidad.

    Vivir en los Mrgenes: La Logica delCazador. Notas sobre sociabilidad y culturaen los asentamientos del Gran Buenos Aires

    hacia fines de los 90

  • haca imposble distinguir las banderas nacionales de las pero-nistas. La polica completaba el escenario con una presencia quepor una vez no daba miedo. Formaban parte de la fiesta y dabala sensacin de qne slo estaban all para proteger al presi-dente. Grnpos de jvenes caminaban por la calle con sus ban-deras atadas a la espalda a modo de capa. La gente se rea ysaludaba a sus vecinos. Los nios corran tratando de apro-piarse de cuanto objeto la propaganda partidaria les haba acer-cado a la esquina del barrio. Haba probablemente mayoria demujeres, jvenes y nios, pero la sensacin era que todo elmundo estaba ah para ver pasar al presidente. El centro delpoder se habia trasladado por una vez hasta all para hacercampaa. Todos se sentan bien.

    Estamos en la radio. En un momento en el que Javier sali delestudio y se sum a la charla, coment con l que tal vez la gen-te pensara que "despus de todo, si el presidente viene bastaaqu debe ser porque somos importantes, porque pesamos enel destino de la nacin, porque nuestros votos importan, porqueen estos barrios est el verdadero peronismo", cosas de esetipo. Pero Javier explic que la gente va a saludar a Menem"porque qniere tener un acercamiento con el que se refleja [conaquel por quien se siente reflejado], con el tipo que es gober-nador, con el que es presidente. entends? No es cholulismo,esa no es la palabra [...] La gente esta contenta de que el pres-idente pase por su barrio". Y enseguida sentencia que fue mu-chsima menos gente de la que yo pensaba. "Y a vos, que tequedaste ac, que te dice la gente? "Que soy un hijo de puta,porque no voy."

    Unos minutos antes de la llegada del vehiculo que traa al pre-sidente lleg toda la comitiva rodeada de autos y motos de lapolica, y desde un altoparlante se anunciaba: "Aqu llega elPresidente de la Nacin, doctor Carlos Sal Menem". Los veci-nos de estos barrios olvidados de la mano de Dios repetan sinproponrselo la escena que han visto tantas de veces por latelevisin. Como al paso del Papa en su "papamvil" la multitudagito sus banderas, las caras reventaron a fuerza de gritos ysonrisas y la emocin hizo estallar las lgrimas. Siempre la mul-titud se ha reunido a ver pasar al poderoso. Probablemente sea

    esa una de las escenas ms repetidas de la historia. Es elmomento de contacto, de verlo de cerca, tal vez de estrecharlela mano, de estar junto a el. Se tiene un sentimiento de perte-nencia, de estar. Por una vez la imagen de la televisin sevuelve realidad aqn, en mi mundo propio "en mi pas, en mipueblo, en mi barrio. Yo lo conoc. Yo lo vi pasar. Yo estuve conel". Luego uno escuchar mil veces los cuentos: "Quiere que lecuente cuando estuvo aca?... Yo lo conoc bien, estuve con l".

    Unos aos antes, durante el primer gobierno de Menem, el diri-gente de un asentamiento me lo haba hecho comprender. Enaquella ocasin se iban a entregar subsidios a los habitantes deun sector de tierras ocupadas del Gran Buenos Aires y el entor-no del ministro responsable quera que este fuera a los barriosa hacer una breve recorrida donde anunciara la entrega deldinero y pudera recoger el "redito politico" de la accin. Quienestrabajbamos en el programa que gestionaba los subsidios nosoponamos al proselitismo, sosteniendo que era injusto que elpoder politico su cobrara de ese modo lo que veamos como unasimple accin administrativa. Pero los dirigentes de los asenta-mientos se nos opusieron: "Mir, la gente quiere ver al ministro.Para ellos es reimportante, lo quieren ver, darle la mano, tocar-lo". Los dirigentes interpretaban asi ese deseo, ese sentimiento,entre su gente. Y tenan claro algo ms. Si el ministro bajaba albarrio seria gracias a ellos. El dirigente pondra as su condicinde tal en acto: poder unir lo separado, comunicar las partes ais-ladas, conectar a la gente con el gobernante y a este con lagente. Tan separado parece un mundo del otro, tan encerradoparece cada cual en su mundo, que hacen falta mediadores.Esta es una de las razones de ser de un dirigente barrial: entrelos politicos el es el vecino de un barrio, y entre los vecinos, les un poltico. En cierta medida no es plenamente, lo uno ni lootro, pues ni los vecinos ni los politicos lo reconocen como unigual. As, no habla bien ninguno de los dos idiomas, pero tienela rara capacidad de hacerse entender en ambos y de decir encada lugar lo que all se quiere or. Por eso el da que lograreunir al poltico con los vecinos actualiza la fuente de su poder.Es el da en el que puede probar a unos y a otros que es unbuen dirigente. El politico espera que l sea capaz de juntar asus vecinos, y los vecinos, que sea capaz de obtener algo del UNTREF VIRTUAL | 2

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    Maristella Svampa(ed)Denis Merklen (aut)

  • gobernante. Si dirige bien, obtendr recompensas de amboslados (Merklen, 1997b).2

    Finalmente Gustavo lleg a la radio, sonriente y con una gorraque, por ser demasiado estrecha para su cabeza, le quedabacomo posada all arriba. Estaba vestido con un jean y unacamisa leadora desabotonada que dejaba ver con toda clari-dad un Che Guevara estampado en blanco sobre una camisetanegra. Con l venan otros dos compaeros. Los tres eranmiembros del programa de radio que se iniciara en unos minu-tos. Puro rock and roll donde se irian mezclando chistes, co-mentarios de noticias ledas de revistas rockeras y difusin demsica, de tal forma que las canciones de las estrellas nacio-nales e internacionales compartiran el ter con grupos locales.

    En la cabina, Javier cedi su lugar al Colo, el nuevo operador.Una bolsa con una decena larga de casetes se desparramsobre la mesa instalada frente al vidrio qne comunica con elnico estudio de la radio A cada lado de esa ventana se ubicanlas caseteras, bandejas giradiscos y reproductores de CD. Otramesa a la izquierda soporta el aparato transmisor, la salida dela antena, algunos diarios y revistas viejas y el equipo de mate.Un viejo telfono, de la poca de la compaa estatal, al que sele quit el disco para evitar abusos, permite recibir llamadas delos oyentes, aunque no es posible emitirlas al aire. Cada vezque llega una llamada el operador la recibe, le cuenta al conduc-tor del programa y ste responde y comenta con los supuestosoyentes. Dentro del estudio, que no alcanza los seis metroscuadrados, dos sillas destartaladas y un micrfono de pie sonlos nicos elementos de trabajo con los que cuentan los "perio-distas". No solamente todos los equipos estn en un estadolamentable, en mal funcionamiento, llenos de tierra, sino queson adaptaciones precarias de aparatos de uso domstico quehan pasado ya por varias manos. Los equipos de transmisin dela radio han sido donados a la asociacion ACCION (AsociacinCivil, Cooperacin, Integracin, Organizacin Nueva) por unaorganizacin no gubernamental catlica como parte de un pro-yecto de comunicacin y promocion comunitaria. Pero la provi-sin de los equipos de sonido con los que trabajan los opera-dores y se producen los programas ha corrido por cuenta del

    grupo, con algo de ayuda financiera. Estos equipos, si bienestan en psimo estado y no son de uso profesional, son demarcas de primera lnea, lo que no es en absoluto la regla en unbarrio pobre. Es evidente que la eleccin de los equipos ha sidohecha con seriedad, mostrando responsabilidad en la empresaemprendida.

    Comienza el programa.

    Bueno, aqui estamos en otro sbado de Radio Accin, con nues-tro programa de rock. Disculpen a todos que empezamos unpoco tarde... El programa de hoy pinta muy bueno, tenemos muybuena musica, noticias de los grupos de la zona y un par de cosi-tas que los van a sorprender...

    El estilo fresco muestra la proximidad entre el conductor y supblico. Los chistes se refieren a ancdotas de la vida del ba-rrio, del grupo de amigos. Todo lo que se dice est plagado dereferencias locales y personales incomprensibles para quien noviva en el barrio y desconozca a los personajes: "Ayer estuvimoscon Rocky, el guitarrista de Underrock, que no pudieron tocar lasemana pasada porque se quedaron sin flete". Es el programade radio de un grupo de jvenes, y todo transcurre dentro de eseuniverso de referencias. Por momentos la sensacin de que nose tiene conciencia de que se emite al aire. La duda del hombre

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    2. Una aclaracin es necesaria. Cuando nosotros nos preguntamos por qula gente va a la manifestacin a saludar al presidente, hay en el fondo laidea de que esa gente apoya o acepta una relacin de dominacin, porquepensamos que hay una relacin entre la politica vigente y la miseria en laque vive esa gente. Asi buscamos respuestas que vayan ms all de lacreencia en que los pobres estn engaados por la propaganda, la ideolo-gia dominante o los medios de comunicacin. Pero ante todo es pertinentereconocer que la pregunta existe slo en nosotros, no en los protagonistas.La aclaracin es necesaria porque supone el problema de la relacin entre"lo culto y lo popular" (Grignon y Passeron. 1989).Por otro lado, y en otro nivel, la explicacin que se intent dar antes suponela separacin -que podramos llamar estructural- entre gobernantes y gober-nados, dolos y masas. etc. En este sentido, la fragmentacin social, de lacual todo este relato etnogrfico es testigo, favorece ese tipo de relacinentre las masas y los dirigentes.

  • de radio acerca de si hay alguien escuchando del otro ladoparece no existir. Por el contrario, aqu las palabras se dirigen aun auditorio conocido de antemano: la barra de amigos y veci-nos del barrio. La emisin se dirige mucho ms a reforzar loslazos dentro de un grupo que a un radioescucha annimo eimaginario. Todo transcurre en un crculo mucho ms restringi-do incluso que el kilmetro y medio de alcance de la emisora.Nada se basa sobre el profesionalismo, y nadie es un profesio-nal de la radio. Lo que importa es "tener algo para decir". En es-te caso, defender la cultura del rock, del "verdadero rock, seque no se vende".3

    Finalmente salimos con Javier del Patronato Espaol, una enti-dad de la Iglesia Catlica destinada a la accin social dondefunciona la radio. Frente a la entrada, en lo que seran sus jar-dines si hubiera quien se ocupara de ello, un grupo de jvenesorganizaba juegos con unos cincuenta nios, para lo cual slotena como recursos el edificio desmantelado y la imaginacin.As hacan rondas, competencias entre grupos de nias y devarones y juegos basados en canciones. A la izquierda, en unacanchita entre el edificio del Patronato y la hilera de talas quedelimita su terreno, se jugaba uno de los innumerables partidosde ftbol de la tarde. La semana anterior habamos conversadocon Javier en la escalera que conduce a la radio y el dilogo seinterrumpa cada vez que un grupo de sus amigos entraba osala. Se detenan a saludar, dar la mano, hacer algn chiste...as que le propusimos sentarnos afuera, bajo uno de los rbolesque bordean la vereda. De a poquito Javier, nos fue contandosu vida, la historia de su familia mezclada con la suya propia yla del barrio. Su paso por los distintos colegios e instancias dela enseanza se iba entrecruzando con los oficios del padre,con los distintos barrios en los que vivieron, con la llegada alasentamiento, su participacin en algunos proyectos politicos,etc. l ya me conoca, sabia cual era mi tarea y no necesitabamuchas explicaciones acerca de cul es el sentido de unaentrevista en el trabajo del socilogo. As que le presento aCarolina y el dilogo va transcurriendo como si no importaranmucho las prioridades que nosotros tenamos fijadas. Pese aque Javier es una persona tranquila y que ya ha sido entrevis-tado otras veces, va saltando de un tema al otro como si no

    hubiera orden en lo que tiene para decir. Lo dejamos hablar.Querernos que se exprese lo ms libremente posible y sabemosque ya habr tiempo de volver sobre todo aquello que nosinterese.

    "Mi viejo es un tipo que est fuera de tiempo"

    La familia de Javier es de origen paraguayo. Sus padres vinie-ron a Buenos Aires cuando l era un beb. Su madre, abando-nada por su primer marido, un militar paraguayo que la dejcuando estaba embarazada de Javier, vino con l y sus dos her-manos mayores a Buenos Aires. All conoci a su actual marido,con el cual tuvo dos hijos ms. Javier se refiere a l, su padras-tro, como mi viejo porque efectivamente cumple el rol de padredesde siempre y porque el padre biolgico casi ha desapareci-do de su vida, salvo un encuentro frustrado en el que fue a verloal Paraguay sin conseguir establecer un vnculo.

    Por los aos 60, el padre de Javier an no era el pequeoempresario de la industria del calzado en que se convertiradespus. Trabajaba como obrero en un frigorfico de la zona in-dustrial de Puente Alsina, lo que le permiti ahorrar para iniciar-se como fabricante de zapatos. Eran pocas en las que losobreros podan ahorrar. As lleg a tener una fbrica junto conotros dos socios, donde empleaban unos diez obreros. La fbri-ca marchaba bien. Producan para el mercado interno y no huboproblemas hasta 1979. Para esa fecha, la aparicin de zapatosimportados baratos y la especulacin financiera hicieron que lossocios decidieran retirar su capital y que la empresa fuera a laquiebra. Javier nos cuenta que su padre tuvo la fabrica "desdeque tengo memoria, hasta que fue lo del 79, que perdi todo,ms o menos en que se fue todo a la mierda". En ese momen-

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    3. Un clsico en los trabajos sobre cultura juvenil urbana en la Argentina esdestacar la asociacin que existe entre las concepciones eticas de losjvenes y sus gustos estticos dentro del rock. Esa cultura rockera repre-senta la actitud de quien no se vende a las empresas comerciales de ladifusin musical. As, los jvenes distinguen el rock 'que no se vende' del"careta", representante este ultimo de quienes "transan con el sistema".

  • to la familia decidi partir a probar suerte a So Paulo (Brasil),donde vive una buena parte de la familia de la madre. Las cosasno funcionaron y se quedaron all justo el tiempo como para quel terminara la escuela primaria. Entonces volvieron a BuenosAires, donde el padre decidi retomar la produccin de calzado.Reuni a algunos de sus antiguos obreros y comenzaron untaller, esta vez en la casa, que nunca llegara a andar bien:

    ...y ah empez. Quiso empezar de nuevo con la fbrica, lleghasta el 82 y termin con una mquina de coser y fabricando encasa. Fabricaba l. Empez a hacer todo de nuevo pero no ledio, no pas nada y vendi las carteras, todo lo que quedaba,qued en la calle, vendi las maquinas para pagarle a los tipos,nos quedamos...En eso lo admiro y a veces lo detesto a mi viejo. porque derepente, no s... Nos quedamos sin nada pero l a los tipos lesfue fiel, por lo menos les dio parte de lo que les corresponda,tambin. Lo veo por un lado rehonesto y fuera de tiempo y yosoy como l...-Por qu decs "fuera de tiempo"?-Y si, porque los socios de l se borraron, como que de repente"hacte cargo", sacaron su guita y se fueron. Y l se quedintentando de reagrupar a la gente, para que volvieran a laburarjuntos y no pudo ser. Y bueno, se vendieron las mquinas quehaba, se vendi todo y se reparti. As que l desde el 82 sededic a vender comida, y aparte tambin se dedic a hacer untaller l solo, trabajando con mi hermano y conmigo. En casa,trabajando de armador con una mquina, una mquina viejita,de aquellas, debe tener como ciento diez aos esa mquina.Pero es, viste, patrimonio de la familia.

    La historia de la vida de Javier est marcada por una inestabili-dad que se inicia justamente all, en el comienzo de la dcadade los 80 cuando su padre queda "fuera de tiempo". Como nospasa a todos, a Javier se le mezclan las cosas. Su padre quedfuera de tiempo porque su actividad econmica perdi las condi-ciones que la hacan posible. Pero para Javier tambin quedfuera de tiempo porque es honesto, y en el mundo actual, en lascondiciones actuales, l siente que la viveza debe guiar la con-ducta. Lo vive como un conflicto moral entre la honestidad y la

    capacidad de desenvolverse en el mundo actual, que l percibecomo demasiado agresivo. Piensa que su viejo es a la vez "untipo derecho y un boludo" que fue estafado por sus socios quesupieron irse a tiempo de la empresa, retirar su parte y dejarlocon el clavo de una fbrica de mquinas viejas y un grupo deobreros a los que el dinero no alcanz para indemnizar si sequera recuperar algo del capital.

    "Che, vos, no te canss de buscar laburo?","Claro que me canso, estoy repodrido"

    En ese taller familiar del padre empez la historia laboral deJavier, al comienzo de su adolescencia:

    Yo labur mucho tiempo con l y con otro tipo. Digamos quesiempre en las temporadas haba laburo en eso, viste, en zapa-tos, algo para hacer, y mas o menos estaba bien. O sea, comosaba laburar de eso entonces lo podia hacer tranquilamente,ganaba bien. Bah, ms o menos. Hasta que lleg un momentoque [aparecieron los zapatos] mas baratos y chau.

    A partir de ah el padre de Javier comenz a vender comida deorigen paraguayo en el asentamiento y los barrios vecinos. Ac-tualmente compra chip y sopa a una mujer que hace la comidaen Laferrere y sale a venderla por la calle del barrio con unascanastas repesadas". Ese es el punto donde se rompe la cade-na laboral de la familia. El padre de Javier deja de ser un con-ductor apto para introducirlo en la vida laboral y debe comenzar-a arreglrselas solo. En una poca de cambios, los conocimien-tos del padre han quedado intiles y el problema se agravaporque las instituciones sociales tampoco son capaces de sea-lizar un camino para que Javier se integre al mundo del empleo.

    Despus de haber trabajado con su padre, empleo que se pro-long varios aos si se considera una continuidad lo que en rea-lidad era trabajo estacional, Javier ensay un taller de serigrafiacon un amigo. Durante un perodo trabajaban ms o menosbien, hasta que sus clientes les empezaron a pedir papeles,emisin de facturas, inscripcin legal de la actividad... Eviden-temente el ms o menos bien de Javier y su amigo no alcanza- UNTREF VIRTUAL | 5

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  • ba para hacer la actividad de forma legal y soportar las cargasimpositivas. La solucin fue recurrir al dirigente del asentamien-to que en ese momento tena acceso a unos subsidios.

    As que nos fuimos a trabajar con l. A mi me dio un poco depicazn pero fuimos igual, porque necesitbamos tener unahabilitacin, tener alguna manera de seguir laburando porquese te venan los inspectores [...] nos pedan el cuit y un montnde cosas y nosotros no tenamos nada.

    De todos modos no obtuvieron ms que algunos trabajos queles encarg el dirigente, y all termin todo.

    En 1996 Javier cumpli veintiocho aos y, varios meses des-pus de aquella primera entrevista en la que nos conto queestaba buscando un empleo, encontr trabajo repartiendo pi-zzas en un ciclomotor, los mircoles. El trabajo dur cuatromeses -en total, unas dieciocho jornadas-, hasta que la pizzeradisminuy sus ventas y dej de necesitar al nuevo cadete.

    Desde la adolescencia, todo fue un incesante peregrinar porpequeos empleos y un largo y pesado recorrido en la bsque-da de un trabajo estable. En el momento de aquella entrevistaen el Patronato, Javier nos contaba que haca como un ao queestaba buscando trabajo y que, adems,

    ...nunca habia tenido un trabajo efectivo. Y yo aparte hagoalgunos laburos... Bah, de albailera. de pintura, de herrera,viste?, cualquier cosa, pintura, cualquier cosa. [Pero] ni si-quiera una vez a la semana. En lo que va del ao habr traba-jado cuatro veces, o sea, cuatro semanas, y ya estamos enmayo, son cinco meses.

    -Y de qu vivs?-Y, en general de lo que me da mi vieja, que me da para viajar.Y despus yo no gasto en nada. A lo sumo, todava tengo un parde guitarras, viste, que las vendo. O las empeo: no quiereuna guitarra vieja?... Y bueno, trato de sobrevivir as. Y cuandohago un laburo y lo cobro ms o menos bien, tiro un mes, gas-tando lo menos posible.

    Haca aproximadamente un ao que recorra el diario y la ciu-dad de anuncio en anuncio, sin lograr ser aceptado en ningnempleo. Su sensacin frente a esto era una mezcla de confusiny de indignacin. Descrea tanto de la buena fe de los diarioscomo de la de los empleadores. De los primeros porque pensa-ba que "muchos de los anuncios que salen en el diario son tru-chos", y el empleo ofrecido en realidad no existe. De los em-pleadores, descree hasta tal punto que tiene la sensacin deque "antes de verte la cara los tipos ya saben que no te van acontratar. No s para qu publican el aviso".

    "Yo no veo que gente de mi edad pueda conseguir un laburoestable"4

    Lo que no tengo suerte es cuando voy a los laburos por el diario.No s, sabs que no entiendo cul es la... porque de repente enlo que ya va de este ao habr hecho fcilmente cuarenta soli-citudes de empleo. Y buscar laburo por el diario es medio jodi-do, porque hay un montn de mentiras. Hay montones de avi-sos que te pintan que vas a tener un trabajo seguro, estable, quete van a pagar un sueldo fijo, qu s yo, y vas all y te encon-trs con que son todas comisiones, y que son venta. Y ahora yome di cuenta, y los avisos stos yo ya no los veo nias, por msque estn floreados y todo, no. Y despus tambin como que tepiden demasiado, mucho sobre operador de PC, viste? Y enci-ma operador de PC con dos o tres aos de experiencia en algnlado. Tambin est la otra, con veintisiete aos ya estas viejopara algunas cosas ya... [...] Por ejemplo, [para] algunos traba-jos que son una boludez (como) laburar en un supermercadotens que tener hasta veintitrs aos. Vos tens veintitrs aos,vas, te presents y te dicen: "No pibe, vos no". Y para otrascosas sos joven. Por ejemplo, te presents para vigilancia y no;te tens que cortar el pelo. Como que es muy selectivo el tema

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    4. La tasa de desempleo abierto para el total de la poblacin en el GranBuenos Aires en mayo de 1995 (fecha de la primera entrevista con Javier)era del 20.2%. Pero entre los varones de quince a diecinueve aos era de46.9%. y 59% entre las mujeres (SIEMPRO, 1996).

  • de... Lo que no s es cul es el parmetro real para seleccionarla gente. [...]En las entrevistas nos preguntaban si ramos catlicos, o sitenamos afiliacin poltica. Todo, pero absolutamente todo. Siusbamos calzoncillos floreados o slip [...] Dnde vivs, a qu tededicas, y tus, digamos. "referencias laborales". Y bueno, comoyo trabaj por ah con algunos amigos, alguna contadura, algu-na cosa de sas, mando ah el referente, y llaman y no hay his-toria. Pero ni tampoco as. (...) Viste? tambin hay otra cosa,que si vos estudias tambin te joden. Te joden porque dicen quevos no pods cumplir el horario...- Entonces, cmo se hace para conseguir trabajo?-Y, mir, lo ms efectivo es conociendo un amigo que ya estlaburando en algn lado y te lleva por unos das. El tema es con-seguir laburo estable, digamos, como quien dira estable. Yo porlo menos no veo que gente de mi edad pueda conseguir algo.Tengo amigos que tienen licencia para conducir profesional yvan a las empresas de colectivos y los rechazan asquerosa-mente viste?... Por eso te deca que no entiendo cules sonlos parmetros para medir quin si y quin no.

    Javier se niega a aceptar como tales las seales que le enva lasociedad, aunque las reconoce perfectamente. No quiere resig-narse a quedar "fuera de tiempo", como su padre. Se prepara,estudia -"ahora estoy haciendo un curso de computacin, ope-rador de PC"-, se corta el pelo y se pone saco y corbata; leparece haberlo intentado todo y aun as no consigue ser admiti-do. Nunca le queda claro el motivo del rechazo. Puede ser quelo consideren muy viejo o muy joven. Y cuando cuenta estosiente que son excusas que le dan para no emplearlo e intentamostrar que lo que le piden es imposible de satisfacer. Quesea ms joven? Ms viejo? Que un joven desocupado tengaexperiencia laboral? Dnde se adquiere la experiencia? Javierno logra descifrar las exigencias que la sociedad le demandapara ser integrado al empleo y su decepcin y desconciertoprobablemente provengan de los fracasos consecutivos. Sesiente engaado por la sociedad, representada en este caso porel periodico y los empleadores. Pero ese sentimiento de engaoes una parte importante de las categorias con las que Javier ca-lifica al mundo. Por otra parte, la otra via de acceso al empleo -

    "un amigo que ya est laburando en algn lado y te lleva"- esevidentemente insuficiente. Es terrible, pero probablemente seasu deseo de encontrar un trabajo estable lo que est fuera deltiempo, porque todo parece indicar, y l lo sabe, que son muypocos los trabajos de ese tipo que se ofrecen actualmente ajvenes como l. La institucin empleo le ofrece apenas unainsercin marginal, donde dominan la precariedad de los vncu-los y los bajos ingresos. Ah esta la clave. Desde este punto devista, el empleo no aparece como un mercado sino como unainstitucin. Y esa institucin le dice a la vez que la unica via parala supervivencia es integrarse en su seno, que las posibilidadesde acceso no ofrecen una oportunidad para l y, encima, que esl individualmente quien no cumple los requisitos pedidos parael ingreso. Por eso a sus ojos la sociedad pierde coherencia ysus dirigentes aparecen como corruptos y mentirosos. Sin em-bargo, busca y busca y vuelve a buscar. Y no lo hace solo en elterreno laboral.

    "Puedo seguir estudiando porque mi vieja me banca a veces elboleto"

    A su regreso de Brasil, Javier ingres al secundario, recorritodo el camino y obtuvo su diploma de perito mercantil. Claroque entre tanto ya hablan comenzado los problemas de su pa-dre con la fbrica de zapatos. Eran los tiempos en que la fami-lia haba comenzado un sinuoso camino por los barrios de Bue-nos Aires aprendiendo a vivir en la inestabilidad. De Belgranopasaron a Floresta y de all al asentamiento en La Matanza, soloen cinco aos. Estas mudanzas significaron otros tantos cam-bios en los colegios en los que Javier estudi: comenz el ba-chiller en una escuela secundaria en Flores en 1981, dondecurs hasta la mitad de segundo ao y abandon. Retom unosaos despus en Ramos Meja, volvi a abandonar, y finalmentese reinscribi en 1985 en un colegio comercial donde se graducomo perito mercantil en 1989. Lo cierto es que termin cuandoya vivan en el asentamiento y se decidi a ingresar en la Facul-tad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Alcanz acursar el ao de Ciclo Basico Comn y al del primer ao de lacarrera, despus de lo cual tambin abandon. UNTREF VIRTUAL | 7

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  • Le tocaba cursar el CBC en la Ciudad Universitaria. Para irhasta all desde El Tambo hay que tomar un colectivo hasta laAvenida General Paz y luego otro que recorre casi todo el con-torno de la ciudad hasta llegar a la universidad. Son casi doshoras de viaje y bueno es recordar aunque todo el mundo losepa que el Estado no ofreca entonces -ni ofrece hoy- ningntipo de albergue parar los jovenes, ni comedores de bajo costo,ni ayudas para el transporte.5 La actividad estudiantil le exigiacuatro horas diarias de viaje, lo que no era un escollo menor.Pero ademas Javier estaba en ese momento sin trabajo, lo cual,en lugar de ser una ventaja al dejarle tiempo libre parra estu-diar, era su principal problema, pues no tenia plata para el bole-to. Muchas veces conseguia que los colectiveros lo llevaran sinpagar, primero el 629 hasta la General Paz y desde alli "el 28,que tambin me llevaba" y, cuando no, l hacia efectiva una"beca" en el transporte colandose. No alcanzamos a preguntar-le como se las arreglaba con los libros, aunque probablementenunca los haya comprado. Lo cierto es que confiesa que enmuchas de las materias "no entendia nada. En matematica si noera por una minita que me pasaba unos apuntes, no cazabauna, porque el profesor te sobraba y deca que ahi l no estabapara ensearte a dividir. Y yo no preguntaba para joder, lo quepasa es que no entendia".

    Sin embargo, entre las cosas que llevaron a Javier a dejar laFacultad de Medicina no slo cuentan los problemas econmi-cos, urbanos o de aprendizaje. Todo el tiempo l se sinti un ex-trao entre los estudiantes de la Universidad de Buenos Aires.Alli senta que sus compaeros "eran todos carilindos, que enlas clases no se levantaba la mano para preguntar algo que noentendias sino para mostrar cuanto sabias ya del tema", y losprofesores hablaban en un lenguaje que le resultaba incom-prensible, quedndole la sensacin de que "no les importabanada explicarte". Javier no esperaba en la universidad una insti-tucin capaz de garantizarle las condiciones cconomicas ymateriales que hicieran posible su estudio, probablementeporque la sociedad carece de una tradicin en este sentido.Pero tampoco estaba dispuesto al rechazo social. No solamentele faltaban los soportes materiales para encarar un proyecto deformacin universitaria, sea que stos provinieran del mbito

    familiar o institucional; tambin careca de los soportes cultu-rales que le permitieran Integrarse a un medio que le resultabaextrao: "Yo senta que eso no era para m. y si no es para mme voy. Es otro mundo, me entends?".

    Poco tiempo despus de haber dejado Medicina consigui untrabajo y decidi anotarse en la Escuela de Psicologa SocialEnrique Pichon Rivire. Pag la inscripcin, que le cost alrede-dor de cien pesos. Eso era la mitad de su sueldo, pero conside-r que vala la pena. Javier segua buscando y en la Escuela dePsicologa Social encontr un medio que pareca recibirlo mejor.Ya no tena la clase magistral que un docente daba para cienalumnos en el CBC "con un micrfono que no se escuchabanada y siempre sentado en el fondo porque llegaba tarde", locual junto a la autoridad del profesor colaboraba a afirmar la dis-tancia social y el sentimiento de discriminacin. Aqu las clasesgrupales, donde todos - podan expresarse, lo ayudaban a inte-grarse. Sin embargo nuevamente sinti el rechazo cultural: allhablaban de "la gente" y al escuchar pensaba que l conocamejor esas cosas de las cuales , hablaban en la clase. l cono-ca a la gente desde otro plano, "menos terico...". Senta queestaban teorizando sobre l, porque, muchas veces cuando elintelectual de clase media se refiere a "la gente" est haciendoreferencia a los pobres, al pueblo, a ese otro que se encuentraal fondo de la escala social y que Javier crea representar. Nodur all ms que unos meses y al primer tropezn econmicovolvi a abandonar: "Y... dej porque se cort el laburo y notena para pagar la cuota". Cambiaba una vez ms. Segua bus-cando.

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    5. La Universidad de Buenos Aires tiene unas becas de ayuda econmica.Pero el monto y la cantidad de becas estan muy lejos de cubrir las necesi-dades del estudiantado. En 1996 la beca para un estudiante de Sociologia,por ejemplo, era de 150 pesos por mes, y necesitaba ochenta para cubrir losgastos del transporte diario de la Matanza a la Ciudad Universitaria. Aun lequedaban dos pesos diarios para... Ademas, la universidad da menos dediez becas para una facultad como la de Ciencias Sociales, cuya poblacines de mas de cinco mil alumnos.

  • Al ao siguiente, en 1993, Javier toc en una banda de rock enel barrio, la guitarra, el bajo y un poco la batera. Les iba bien eincluso dieron algunos conciertos. All encontr la motivacinpara anotarse en el Conservatorio de Msica de Ramos Meja,la nica institucin pblica donde se puede estudiar msica enLa Matanza. Nuevamente fracas. Esta vez en una experienciadonde era dificil que llegara a articular su inestabilidad laboralcon un conservatorio -destinado a formar docentes de msicapara la escuela secundaria- y con los deseos y aspiraciones deun muchacho que integra una banda de rock en un asentamien-to. Conservatorio, Universidad de Buenos Aires o Escuela dePsicologa Social y vida cotidiana en un asentamiento son mun-dos demasiado diferentes y lejanos como para que las solasganas de un joven alcancen a conectarlos de forma estable.Fragmentacin social quiere decir precisamente eso.

    Antes de abandonar el conservatorio ya se haba abierto en SanJusto la Universidad de La Matanza. El hecho le acercaba fisicay socialmente la posibilidad de la facultad. "Dije, bueno, tengoque encontrar algo que me quede cerca aunque no me guste.[...] Ni averige, fui y me anot en lo nico que haba: TrabajoSocial. Despus de todo era lo que yo siempre haba hecho",dice, haciendo referencia a su vocacin de participacin pblicaen la escuela, en los partidos o en el barrio.

    Cuando lo entrevistamos en 1996, Javier estaba en tercer aode la licenciatura en Trabajo Social de la Universidad de LaMatanza. Dificil es saber si terminar, pero lo cierto es que,como para muchos otros jvenes, ese proyecto educativo lespone la universidad en un universo del cual se sienten menosalejados fsica y culturalmente, sin que entremos a considerarlos aspectos acadmicos de esos proyectos. Donde, por otraparte, ninguno de ellos est en condiciones de atender y menosde evaluar la calidad acadmica de la enseanza. Lo cierto esque pueden aspirar y eventualmente integrarse a esa universi-dad porque est efectivamente ms prxima y porque la per-ciben como ms cercana.

    -Ustedes no me van a manejar mi vida (...)-Quines son "ustedes"?

    -Ustedes?... los que se la dan de que estn manejando el pas(...) y tambin los que los acompaan desde las bases, por queesos tipos son ms hijos de puta que los otros.

    El Patronato est sobre la calle Marconi, en el barrio San Pedro,y unos quinientos metros hacia la ruta 21 est El Tambo, dondevive Javier y la mayor parte de los muchachos de Radio Accin.Hacia all fuimos con Javier que iba rumbo a su casa y nosacompa unos metros mientras interrogaba a Carolina sobresus estudios, la universidad y el papel que ella cumpla en lainvestigacin.

    Entre su grupo de amigos Javier tiene el aspecto de un intelec-tual: barba prolija y cabellos largos pero cuidados, anteojos si-milares a los que estn de moda entre los estudiantes universi-tarios. Es evidente que l ocupa un lugar especial entre losotros pibes del asentamiento: es un militante. Sigue la tradicinfamiliar de sus padres, que fueron militantes del Partido Liberalen Paraguay y por eso tuvieron que emigrar a la Argentina enpocas de la dictadura de Alfredo Stroessner. Su padre no esta-ba cansado, tena ilusiones. Javier no milita actualmente en unpartido poltico, pero participa en una agrupacin estudiantil dela facultad y en un proyecto de organizacin barrial en El Tam-bo: ACCION. Esta organizacin de jvenes es la que sostienela radio -con el apoyo de los curas del Patronato- y publica devez en cuando un peridico, La Masa.

    Nos despedimos de Javier, doblamos por la calle Bach y entra-dos en el asentamiento rumbo a la casa de Manuel, quien dirigea los jvenes de ACCION. Nos detuvimos un momento en laesquina de Bach y Marconi a observar el lmite entre el barrioSan Pedro y el asentamiento El Tambo: solamente alguien dellugar que conozca su historia puede advertir que all termina unbarrio pobre tradicional y comienza uno originado en una ocu-pacin ilegal de tierras. Si El Tambo fuera una villa, las diferen-cias entre ambos persistiran y se profundizaran con los aos,y las relaciones entre los vecinos a uno y otro lado de la calleestaran marcadas por las representaciones estigmatizadas delvecino y el villero. En cambio aqu el asentamiento ha progresa-do de tal modo en sus diez aos de vida que en muchos de sus UNTREF VIRTUAL | 9

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  • aspectos urbanos se encuentra mejor equipado que el viejo ba-rrio de San Pedro, consecuencia de la organizacin de los ocu-pantes y su gestin frente al Estado. Observamos cada casa ensu lote, las calles que se continan perfectamente, la lnea rectade las veredas, los cercos de las casas. El asfalto recin hechodel asentamiento da cierto aire de nuevito que ya no tienen lascalles poceadas de los barrios vecinos. Dimos una vuelta por elasentamiento y vimos la salita, la sede de la cooperativa, laescuela y la guardera junto al saln de deportes.

    Los barrios San Pedro y El Tambo son dos barrios pobres de LaMatanza, como tantos otros. Pero no todo es indigencia o faltade dinero. Ms all de que formen parte de una gran zona pobrede ese municipio, la historia social del lugar deja todava en elasentamiento los vestigios de un recorrido conflictual que leotorgan: una unidad comunitaria particular, un importante nivelde organizacin barrial y un liderazgo fuerte que marcan la vidacotidiana6. El Tambo naci el 6 de enero de 1986 cuando ungrupo de doscientas familias ocup esas tierras. Estaban con-ducidos por un grupo vinculado a las Comunidades Eclesialesde Base de la Iglesia Catlica y en unas pocas semanas la can-tidad de gente que se acerc en busca de un lugar donde vivirfue tanta que no solamente se ocuparon las actuales treintamanzanas de El Tambo sino que se constituyeron dos asenta-mientos ms.7 Ya haba terminado la ultima dictadura militar,pero eso no impidi que fueran reprimidos "legal" e "ilegalmen-te". Fueron baleados varias veces en la noche, lo que costalgunos heridos. Cercados por la polica, se dificult mucho lainstalacin de las primeras familias. El Poder Judicial los pro-ces, lo que los oblig a desplazarse y abandonar algunos te-rrenos. Y su enfrentamiento a los vecinos de Ciudad Evita casiles cuesta el desalojo de los asentamientos.

    As transcurrieron los primeros tiempos de las ocupacioneshasta que las familias lograron instalarse. Eran los tiempos enque en los asentamientos haba una fuerte organizacin debase, con un alto grado de participacin de los vecinos, unaindependencia partidaria de la que se enorgullecan y una orga-nizacin comunitaria basada en una importante democraciavecinal. Despus, los vecinos constituyeron mutuales y coope-

    rativas que los representaran e iniciaron un largo e inacabadocamino de gestin frente al sistema poltico. En ese proceso, laintegracin de los dirigentes al juego partidario desarm lasanteriores organizaciones, al mismo tiempo que permiti obte-ner para los barrios una cantidad de beneficios materiales. Porotra parte, en la medida en que el asentamiento se consolidabacomo barrio, la participacin de los ocupantes fue disminuyen-do, y qued movilizado slo el grupo de dirigentes. Con cadapaso hacia la integracin urbana, pierde fuerza la necesidad demantener la organizacin que estuvo en el proyecto original dela ocupacin.8

    De modo que el asentamiento El Tambo es un barrio con unaexperiencia organizativa reciente bastante importante. En pocoms de diez aos han logrado construir un barrio con un altonivel de equipamiento9 y transformar al grupo de "ocupantes ile-gales" en una "comunidad de vecinos" donde todos son pro-pietarios. Varios de los jvenes de ACCION han participado enla experiencia de la organizacin del asentamiento ya desde lapoca de la ocupacin de las tierras y continuaron hacindoloen los aos duros que siguieron: organizar la guardera del ba-rrio, construir la sala de primeros auxilios, la cooperativa, el tallerde dirigentes barriales, el programa de formacin de agentes desalud, etc. Con esa experiencia estos jvenes han aprendido

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    6. Sobre la diferencia entre distintos tipos de barrios pobres en el GranBuenos Aires desde una perspectiva sociolgica vase Merklen (1997a).

    7. Actualmente en esos tres asentamientos de la Matanza (EI Tambo, 22 deEnero y 17 de Marzo) vive una poblacin de 4.100 familias y alrededor de20.000 habitantes, que ocupan una superficie de casi doscientas hectreas(Merklen, 1991).

    8. Sobre las formas de accin colectiva y la prctica politica en las ocupa-ciones ilegales de tierras, vase Merklen (1997b).

    9. Actualmente en el asentamiento El Tambo hay una escuela, una guar-dera. una sala de primeros auxilios, un saln deportivo, instalacin elctri-ca, un puente vehicular sobre el Arroyo Mario, telfono y el asfaltado de lamayora de las calles. El nivel de urbanizacin alcanzado es el ms impor-tante que conocemos de todos los asentamientos del Gran Buenos Aires.

  • una compleja y dificil relacin entre la ciudadana, el poder politi-co local y la organizacin barrial. De all saben, por ejemplo, quenuclearse en torno de una asociacin con personera jurdica lespermite obtener subsidios, ayudas econmicas, materiales omonetarias, se trate de parte de organismos gubernamentales ode otras organizaciones no gubernamentales.

    Sin embargo, los jvenes de ACCION son un grupo disidentedentro de El Tambo, organizado por oposicin a la principal insti-tucin del asentamiento, la cooperativa Unidad, Solidaridad yOrganizacin (uso). Si bien los logros que el asentamiento hatenido de la mano de la cooperativa son importantes, enACCION piensan que el precio que la gente ha debido pagarpara obtenerlos es muy alto. Viven la integracin de las organi-zaciones barriales al juego poltico como "una traicin de losdirigentes que se venden". Para Javier, por ejemplo, los diri-gentes barriales "asustan a la gente y la tienen agarrada de loshuevos con el tema de los papeles y por un tema econmico",haciendo referencia a que los vecinos dependen de la coopera-tiva para obtener el ttulo de propiedad de los terrenos y a queregularmente negocian su lealtad politica a cambio de benefi-cios materiales para el barrio. Este tipo de relaciones cliente-lares lleva a que ellos vean el mundo poltico dividido en dosuniversos separados: el de ustedes y el de nosotros.

    "Ustedes son los que se la dan de que estn manejando al pas"(los dirigentes polticos y econmicos de nivel nacional) y "losque los acompaan desde las bases" (los dirigentes y punterosbarriales). Ustedes son los corruptos, son los que "transan losprincipios por unos morlacos". Como los dirigentes barriales,que nacen con la gente y la traicionan cuando suben a lasestructuras polticas que aparecen como oscuras, hipcritas,tramposas. En cambio el nosotros es el barrio como el lugar dela solidaridad, de la transparencia, de la honestidad, donde lavoluntad y la movilizacin aparecen como virtudes polticasfrente a la manipulacin representada en el politico profesional.

    Ellos son conscientes, con justeza, de los cambios que hahabido en la organizacin barrial. La primera poca se caracte-rizaba por las asambleas de vecinos, la existencia de elecciones

    de representantes, delegados manzaneros y un fuerte contenidocontestatario en la movilizacin social. En cambio, "ahora nohay ms delegados, no se hacen ms marchas, se transa con elgobierno todo el tiempo", segn lo expresa Manuel, otro de loshabitantes del asentamiento. Junto con ello hay una concienciaprecisa de los mecanismos de tipo clientelar en el funcionamien-to de la politica. Dice Javier:

    -Hay un intercambio. Yo estoy ac, soy el gobernador, y ahoratienen asfalto que antes no tenan. Yo vengo y digo que el go-bernador se afana todo, se encarama todo, y despus vengo alasentamiento y veo que la gente que lo vot ahora tiene asfaltoque antes no tenia, ahora tiene luz que antes no tenia, ahoratiene telfono que antes no tenia, ahora hay un puente queantes no haba. Eh, me parece que hay un real intercambio: yote voto porque vos me das cosas.-Vos penss que la gente siente eso?-Si, pero tambin te dicen otra cosa: "De qu me sirve qulindo que est el barrio si yo no tengo laburo, por ejemplo.Entonces se plantea otra cosa... Lo que pasa es que por ahi yono puedo sacar mi subjetividad de todo esto. Para mi el tema deque te asfalten o te pongan luces es un derecho adquirido dehace mil, y por ahi los temas de fondo siempre quedan flotandoen la nebulosa de maana, pasado, viste? [. ..] Para mi es underecho ya adquirido, ya por el hecho de ser argentino,entends?

    Lo que ellos describen es una especie de juego complejo dondese mezclan la organizacin entre pares, la cooptacin de diri-gentes, el engao, la lealtad y el uso estratgico del voto. El rela-to es confuso y fragmentado, como si hubiera conciencia de todosesos elementos a la vez, sin que se logre ordenarlos en una expli-cacin, que evidentemente no se encuentra en la realidad en smisma. Muchas veces las cosas comienzan por "un engancheque primero es no poltico, es un enganche de demanda o dereclamo barrial, que puede ser un comit vecinal, una sociedad defomento o una asociacin civil". De forma que la organizacin ba-rrial se conecta. con alguna politica municipal -una obra pblica,por ejemplo-, de donde surge un acuerdo de cooperacin entrelos dirigentes barriales y los funcionarios politicos. UNTREF VIRTUAL | 11

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  • -Entonces compran a los dirigentes, por unos mangos, enten-ds?, y al final de la obra que prometieron se hace la mitad o nose hace nada y se afanan el resto.-Y el dirigente consigue a cambio los votos de los vecinos?Cmo hace?-Y... va, los busca y les da el sobre con la lista que tienen quevotar y la gente va y agarra el sobre, porque lo llevan a votar.Algunos no, algunos cambian el sobre dentro del cuarto oscuro,hacen la de ellos, pero la mayora, vos le das el sobre agarra elsobre y vota al que vos le diste.

    Ese automatismo es descripto como natural, pero enseguidaaparece mediado por el uso estratgico que la gente hace delvoto a cambio de beneficios que deben ser percibidos con de-terminada inmediatez, trascendiendo el marco de las convic-ciones ideolgicas.

    Se da esa contradiccin "regrosa", que yo no entiendo: estncon la teologia de la liberacin y votan a Pierri,10 como que notiene relacin. [...] A la hora de decidir politicamente deciden loque es ms seguro y que es materialmente ms solvente. [...] Nisiquiera el planteo de vivir dignamente mucho tiempo, pero tam-bin saben que todo eso es efmero, es un momento, y que sino lo agarras, como deca alguien, te perds el tren y quedsafuera.

    Esta coincidencia entre lo que es "ms seguro, inmediato y ma-terialmente ms solvente" resulta un rasgo de la politica practi-cada en los barrios marginales en coyunturas como la actual loseguro es inmediato y material. Hecho que convierte a la prc-tica politica en una bsqueda permanente de la oportunidadpara obtener- ese tipo de beneficios.

    En este marco, los jvenes de ACCION tienen conciencia de que

    ...los vecinos nos ven como sapos de otro pozo. A veces sientoeso, como que no nos entienden, ms all de que nos puedenapreciar y entender y todo, igual como que no... no se sientenrepresentados. No se sienten representados porque somosjvenes, como que est muy bien y es respetable lo que hace-

    mos, pero somos "los pibes", y por ahi lo dificil es entender elporqu de ciertas cosas si no obtenemos ningn beneficio per-sonal. Yo eso lo charlo siempre con mi viejo y l me dice que soyun boludo, entends? Por hacer las cosas que hago y nuncapedir nada, nunca ser como los dems. "Para hacer politica", medice, "tens que currar", que es lo contrario de lo que me ensetoda la vida. (...) El tema es que hay que buscar una manera deque la gente sienta que es de ellos, que nosotros tambinsomos. Yo en ningn momento me siento fuera del contexto dela gente, me siento con la gente, mas que nada. [...] Creo quehay que partir hacia una cuestin de que todos estamos dentro,ms all de que haya un funcionario, es una cuestin de dere-chos y obligaciones. [...] Yo como un tipo, como un laburante,puedo ir al municipio y decirle al intendente: "lo que usted esthaciendo es una cagada". Yo creo que cualquiera puede, cual-quier vecino.

    Sin embargo, en el grupo ACCION saben que su visin es unpunto de vista parcial y que muchas veces la opinin no es com-partida. Aun cuando es cierto que la ciudadana social y politicaconstituye un elemento importante de la tradicin pblica delCono Sur y que la movilizacin popular suele organizarse entorno del reclamo de algn derecho, como en el caso de las ocu-paciones ilegales de tierras que se organizan sobre el derechoa la vivienda digna.

    En realidad, la mayor parte de los vecinos de El Tambo se sienteidentificada con los dirigentes y estn agradecidos de que sugestin haya permitido el acceso a la tierra y a varios serviciosurbanos. En ese sentido, el hecho de que los dirigentes obten-gan beneficios econmicos personales es visto como una re-compensa legitima por su trabajo, aun cuando esos beneficiossean ilcitos. En una reunin del grupo ACCION nos cuentanque uno de los dirigentes del barrio se habla comprado un auto

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    10. Importante dirigente de la derecha peronista oficial que desde LaMatanza se proyect al mbito nacional. Era presidente de la Cmara deDiputados en el momento de la entrevista. Ha sido denunciado pornumerosos actos de corrupcin y autoritarismo.

  • caro con el dinero que haba recibido como resultado de unaactividad politica corrupta, "con lo que se afan". Sin embargo,una vecina les dijo que "viste? y nosotros no se lo pudimoscomprar, se lo tuvo que comprar l. Le tendramos que regalaralgo". As fue como se hizo una colecta en el barrio y se le re-gal "una bandeja de oro o una medalla" en reconocimiento a loque habla hecho por el barrio. Ellos saben que fue el propio diri-gente quien organiz la colecta en su beneficio y que "fue l elque puso el grueso de la plata, pero igual hubo gente que puso".Repetidamente muchos vecinos nos han dicho que "ac todo loque se consigui es gracias a Pedro" (el principal dirigente delos asentamientos de La Matanza).

    La movilizacin y la organizacin de los vecinos en un asen-tamiento se presentan como una prctica compleja donde inter-vienen varias relaciones sociales. La pobreza y la vulnerabilidadsocial motivan que la accin colectiva sea frente al Estado. Estoes as en la medida en que muchas de las demandas dependende instituciones pblicas para su solucin y que, en la culturapopular, se entiende que cl Estado "debe" garantizar el cum-plimiento de esos derechos. Esto provoca que la satisfaccin delos reclamos organizados dependa de las instituciones del sis-tema politico que los modelan. As se urde un juego complejoentre los dirigentes politicos, los dirigentes barriales y los veci-mos, en el que estn presentes el dinero, el voto, la represin yel poder pblico. Pero, por otra parte, en la organizacin de laaccin colectiva se pone en juego la identidad de los vecinos,que se encuentra problematizada por los procesos de vulnera-bilidad social. Entonces, qu es ms importante a la hora deorganizar una movilizacin? Para unos, obtener "una escuelapara el barrio puede mostrar a los dems que somos gente debien, que vivimos en una ocupacin ilegal porque no tenemosotra, que queremos progresar". Para otros, es inadmisible que ala gente pobre le cambien la voluntad politica por unas cuantascosas materiales a las cuales de todos modos tienen derecho,y hay que pensar que las cosas que se obtienen deben ser paratodos y no para aquel barrio que logra un acuerdo con un diri-gente de tal o cual partido. Porque, adems, eso les impideplantearse problemas politicos de nivel nacional, en la medida

    en que su voto depende de las negociaciones que se elaboranen el mbito de la politica local.

    Estas diferencias de opiniones no provienen solamente de divi-siones ideolgicas. La movilizacin de los vecinos dentro de unbarrio o de un asentamiento es la forma de abrirse un lugar enel mundo, de presentarse frente a la sociedad, de definirse a simismos, y eso implica un conjunto ce conflictos internos de loscuales las opiniones de los jvenes de Radio Accin son slo unejemplo.

    Marcelo Y Su To Manuel

    Llegamos a la casa de Manuel, donde habamos quedado enencontrarnos con Marcelo, su sobrino. Manuel tiene treinta aosy es maestro en una escuela de Laferrre. Est casado con Ma-ra, bibliotecaria de un colegio secundario en Isidro Casanova, yjuntos tienen una hija de seis aos que va a la escuela. Manuelfue el hijo adoptivo de Pedro -el dirigente-, quien lo recogi enel Patronato y lo trajo a vivir al asentamiento cuando ocuparonlas tierras. En ese momento Pedro tambin ejerca su profesinde maestro y le hablaba a Manuel de Paulo Freire y de cmo laprctica con los pobres, la educacin y la organizacin socialeran todos elementos del mismo proceso de liberacin, queellos encontraban presentes en la palabra de Cristo. Manuelvivia entonces en la villa que queda detrs de la fbrica de moto-res Borgward con dos de sus hermanas mayores, con quienesse haba venido del Chaco. All estaban en la calle, coman aveces "dc los tachos de basura y dormamos en la estacin conlos otros pibes, que son como tus hermanos, y las putas". Hastaque se vinieron a Buenos Aires. En la villa, las hermanas deManuel laburaban (ejercan la prostitucin), motivo por el cual lsiempre se ocupaba de ellas, aun siendo el menor. Despus dehaberse sumado al asentamiento, Manuel consigui lugar allpara sus hermanas, que lograron as salir de la villa y anidarse,cada una a un lote, con sus hijos. Uno de ellos es Marcelo.

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  • La casa de Manuel tiene un primer ambiente cocina-comedor,detrs un pequeo bao y finalmente una unica habitacin don-de duermen los tres. Tiene paredes de mampostera, piso decemento y techo de chapa, una bonita puerta de madera y elrevoque grueso por fuera, aunque por dentro an estn los la-drillos expuestos. Hay telfono y una precaria instalacin elc-trica. Al agua hay que acarrearla desde una bomba manual enel patio, dado que no cuentan con instalacin dentro de la casa.Estbamos sentados en el fondo, aprovechando la sombra queofrece la pared y tomando mate, cuando lleg Marcelo.

    Apareci por el costado de la casa entrando directamente haciael fondo. Vena de jeans, zapatillas y con el torso desnudo. Alvernos dijo "hola" y se zambull rpido hacia adentro, aprove-chando la puerta abierta. Unos minutos ms tarde volvi aaparecer por el costado de la casa y salud de nuevo como sino lo hubiramos visto, esta vez quedndose con nosotros que,como l saba, estbamos esperndolo. Haba entrado a lacasa, salido por el frente y regresado hasta su casa a ponerseuna remera para volver a aparecer. Fue evidente que sloesperaba charlar conmigo y no imagin la presencia de Caro-lina, una chica que a todas luces no era del barrio. Nadie dijonada y todos actuamos como si Marcelo hubiera hecho una solaaparicin en escena. Tomamos an unos mates, Manuel noshizo umas cuantas bromas y entramos a la cocina con la inten-cin de charlar con Marcelo lejos de sus tos.

    Comenzamos a conversar y Marcelo pregunt por qu estabasin la moto en la que haba ido algunas veces al asentamientoy que sola dejar en casa de su tio.

    Y..., a veces vengo en colectivo y a veces en moto. Nosotroscuando venirnos en el "bondi" ya venimos observando a la gen-te, discutiendo. Ya venimos trabajando, porque aprendemoscmo se viaja hasta ac. Venir en moto no es lo mismo, novemos nada...

    No entiende muy bien qu es lo que hay para ver o aprender enun viaje de colectivo que justifique no venir en moto, lo que nosahorrara dos tercios del tiempo de viaje, pero tampoco insiste.

    Los dilogos con Marcelo son de frases cortas, como telegrfi-cas. Casi nunca hay una argumentacin larga y los silenciossuelen ser un componente importante del intercambio. Muchasveces, frente a una pregunta contesta con un "no s", un "si" oun "no", luego viene un silencio largo durante el que uno intentaadvertir si est precedido por un punto final o por una cadena depuntos suspensivos. A veces retoma con la respuesta larga,para volver a las frases cortas enseguida.

    "Yo trabajo en una fbrica de sillas..., como stas." Marceloseala las sillas en las que estamos sentados. Son sillashumildes, sencillas, confeccionadas con caos redondos solda-dos y con un asiento de madera tapizado con una lona plstica.Todo comienza despacito, como si cada pregunta fuera un malsacacorchos con el que apenas logramos obtener un par de pa-labras. Pero finalmente empieza a soltar una historia que envarias semanas va completndose, adquiriendo forma. La dis-tancia cultural que hay entre Marcelo y nosotros es tan grandeque muchas veces nos tiene que explicar lo obvio y otras tantasnuestras preguntas corren el riesgo de golpear en el vaco.

    Marcelo tiene dieciocho aos y naci en el Chaco, desde dondevino con su mam y su tio Manuel cuando era un nio pequeo.Ya en Buenos Aires hizo la escuela primaria, nada ms. En laescuela 58 de la Borgward y en la 172 de San Pedro. Nunca ini-ci estudios secundarios, as que comenz a trabajar muy tem-prano, como si una cosa fuera consecuencia de la otra. "Cuandoyo sali de la escuela empec a trabajar, me llevaba mi cuado atrabajar con l en la construccin, en una obra en Mataderos."Como para muchos chicos en estos barrios, sus primeros pasosfueron en la albaileria y, como casi siempre, el camino comien-za de la mano de un familiar o un vecino que lo lleva a sus pri-meros trabajos. El sistema consiste en que uno contrata el tra-bajo y luego comparte con algunos de sus amigos la tarea y elsalario, subcontratndolos. En ese sentido, el barrio funcionacomo una comunidad que muchas veces es capaz de conducirla socializacin junto a la familia. Barrio y familia complementanlos huecos dejados libres por las instituciones que en otrosmbitos sociales construyen los lazos sociales y conducen a losjvenes, principalmente la escuela y el empleo. El barrio no es UNTREF VIRTUAL | 14

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  • slo una realidad habitacional, tambin brinda una serie desoportes relacionales que sostienen a los individuos.11

    Marcelo continu trabajando como albail, nunca en una empre-sa grande o con un contrato formal sino en pequeos trabajosdonde iba "con un amigo mio ms grande, que vive ac atrs,cerca del arroyo, que es el delegado de manzana, consigui eltrabajo y nos llev a los otros dos. Seis meses trabajamos ahi.Y antes tambin me haba llevado mi cuado, el marido de mihermana". Sus compaeros eran oficiales, y l "era pen, noms". Siempre se trata de tareas de refaccin o reforma de al-gn local, nunca de la construccin de una obra importante. AMarcelo siempre le toc jugar de pen porque no tiene los cono-cimientos y la experiencia que le permitan avanzar en el oficio;por lo tanto, siempre est repitindose en la misma changa queconsigue ocasionalmente.

    -Hay accidentes de trabajo en la fbrica?-No, hay veces, no ms, que te quems con las sillas cuandosalen del horno.

    Actualmente trabaja con otros amigos en una fbrica de sillasde Villa Madero. El horario es de siete a diecisiete. Todos losdias sale a las seis de la maana de El Tambo y vuelve a lasseis de la tarde, ms o menos. "Paramos cuarenta y cinco (mi-nutos) para comer, los sbados trabajamos hasta las doce". Locual totaliza cincuenta y cinco horas semanales.

    -La fbrica en total es como este terreno y la mitad del de allado. Y el horno es como toda la casa sta y tiene una cadenaque entra, da toda una vuelta y sale del otro lado. De ahi colga-mos las sillas, uno las pinta y entran al horno, dan toda la vueltay cuando salen ya estn listas.

    -Dnde est la fbrica?-Queda por Villa Madero, cerca de Crovara y San Martin (unazona industrial del conurbano a una hora de viaje desde sucasa) y tiene dos partes. Una donde estamos nosotros y otradonde trabaja mi hermano. Ahi sueldan y cortan los caos, y

    tambin tapizan las sillas despus que nosotros las pasamospor el horno y la pintura est lista.

    Junto con Marcelo trabajan otros seis empleados y un supervi-sor, y las tareas son tan sencillas que Marcelo y sus compa-eros rolan en las funciones para no aburrirse. Lijar los caosque se han oxidado, meter las sillas que vienen con la pinturarayada en un piletn con un liquido "que no s qu es pero queles saca la pintura, colgar las sillas en la cinta sin fin, descolgar-las... El lugar de trabajo es sumamente caluroso y ests todo eltiempo transpirando; por eso arde". Generalmente se quemanen la espalda al pasar junto a las sillas que van saliendo delhorno calientes:

    -Hay veces noms que te quemas con las sillas cuando salendel horno. Porque a veces andas asi, no te das cuenta y le tocanla espalda las sillas y te queman.-Mucho?-No, as te queda [se levanta la remera y muestra dos quema-duras a la altura del omplato. Una mas reciente, con un centromarrn de unos cinco centmetros y una aureola coloradamayor, y la otra ya con una cscara de cicatrizacin], Al princi-pio no te das cuenta, no te duele mucho, pero despus con elsudor si. Ahi te empieza a arder y no se te cura, porque con elcalor estamos sudando todo el dia y no se te cura mas y te arde.Algunos no aguantan y se van. Pero despus te vas acostum-brando. Lo que pasa es que siempre te quemas, porque vienensaliendo los caos del horno y vos te novs un poquito sin dartecuenta lo que viene y te toca y ahi te quemaste. Despusqueds todo marcado.

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    11. La nocin de soporte relacional pertenece a Robert Castel (1995). Paraeste autor hay dos tipos de soportes que se asocian a la integracin socialde los individuos (no propietarios) en las sociedades modernas: los que brin-dan el empleo y la propiedad social (la educacin y la salud pblicas, porejemplo) y los que brinda la insercin relacional del individuo (la familia, elvecinazgo y el entorno de los proximos). Postulamos que el barrio seinscribe en este segundo registro, excedindolo.

  • En 1995 Marcelo ganaba 1,40 pesos la hora de trabajo y lepagaban tambin los tres cuartos de hora del almuerzo, con locual ganaba unos 154 pesos por quincena ms sesenta pesospor mes de premio por asistencia y puntualidad. Los sbadosles daban el desayuno -mate cocido con facturas-, pero durantela semana ellos mismos compraban y hacan la comida, queconsista en sandwiches de pan y fiambre. A este conjunto decondiciones laborales hay que adjuntar que el trabajo es tempo-ral y la flexibilidad laboral llega al mximo; hay unos pocosemplearlos que trabajan todo el ao y el resto es contratadocuando en verano aumentan las ventas. Como en el caso deJavier, la inestabilidad laboral es la norma en la vida de Marceloque, si bien es diez aos menor que aqul, ya lleva cinco de ca-rrera en el empleo.

    -Casi siempre (desde hace dos aos) trabajo en la fbrica des-de octubre o noviembre hasta marzo, porque se hacen muchoesas sillas para tomar sol as, joya [se recuesta e imagina unareposera], y para afuera [de patio], [...] Yo empec hace tresmeses, [...] pero no s hasta cuando voy a trabajar; por ahiquedo, por ahi se corta... Yo ya haba laborado el ao pasado enesa fbrica, y habamos laburado bastante... Yo porque me fui,porque consegui trabajo en albailera y me fui. Despus losotros se hicieron echar por boludos, porque no queran laburar.-,Por qu decs que no queran laburar?-Y... porque no queran laburar...- Pero pienso que debe ser dificil aguantar mucho en ese trabajo.-Si. A mi el encargado a veces me agarra y me dice: "Vos estsllorando ahora por diez horas. y yo que hace seis aos queestoy ac diez horas adentro?". "Eh, pero vos ya ests acostum-brado, yo todavia no", le digo.

    Por supuesto, en la fbrica no existe ningn tipo de sindicato.Marcelo describe el lugar de trabajo como un lugar donde "faltael aire, te asfixias", a causa del calor del horno, los techos bajosy el resplandor del sol que traspasa las chapas de fibra devidrio. Pero todo esto conjugado no es aquello en lo que mshace hincapi Marcelo a la hora de quejarse de su trabajo; msbien lo enoja el hecho de que uno de sus compaeros, ms

    antiguo que l en el trabajo, le da rdenes. Me pregunta qu meparece, si corresponde o no, etc. Y argumenta:

    Te quieren mandar los que estn ahi, que son amigos del encar-gado. Son chabones como nosotros, que no valen nada. Vos alnico que le tens que hacer caso es al encargado, porque yole pregunt al dueo: "Yo, a quin le tengo que hacer caso? Ami amigo que me diga lo que tengo que hacer o al encargado?".Me dice: "Al encargado, por qu? Pero yo no le quise decir na-da, a ver si todavia se arma quilombo. Y ellos te quieren man-dar. A veces yo estoy pasando trapo -pasndole un trapo a loscaos lavados antes de que entren al horno para secarse-, y porahi queda algo para colgar, una silla, y agarra uno, salta y tedice: "Colg eso". "Ahora estoy pasando trapo." "Colga eso,nada mas!", te dice... Se arma cada quilombo! Y ahi en la fbri-ca casi nadie se habla, no se habla. Porque te hace agarrarbronca. Ahora hay mucha mala onda entre los compaeros.

    "Y... en algunos [boliches] pasan bailanta, cuarteto, en otrosrock"

    La vida de esparcimiento y de compartir con los amigos tieneuna cantidad de aspectos que "corresponden" con su edad.Marcelo realiza toda su recreacin con el mismo grupo de ami-gos, una decena de jvenes del barrio con varios de los cualestambin comparte el trabajo. Los sbados por la tarde es el dadel ftbol; a la vuelta del trabajo come, duerme una siesta y salerumbo a la canchita. Pero no es muy frecuente que salga fueradel barrio o de la zona para divertirse. Ni solo ni con sus amigos,entre otras cosas porque "se precisa guita para salir, porquepara el bondi y los videos o cualquier cosa que quieras hacerprecisas plata". Algunas de las veces que salen van a bailar aalguno de los boliches que quedan sobre la ruta 3, en IsidroCasanova, donde debern elegir entre la bailanta y el rock,puesto que el pblico y los locales bailables se dividen las pre-ferencias. De todos modos hace un tiempo que Marcelo no va abailar, desde que est de nuevo en la fbrica, porque para esohay que conbinar bien disponibilidad de tiempo y dinero, lo que

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  • no siempre es fcil: "Ahora no puedo ni ir a bailar. Los viernesllegs a la noche y llegs hecho bolsa. El viernes fui, pero nopods, llegs muerto. Encima, si llegs a ir a bailar el sbado,se te va el fin de semana enseguida. Porque despus, el domin-go dorms hasta tarde y si quers hacer algo en tu casa nopods".

    De modo que la experiencia de la vida urbana de Marcelo noincluye habitualmente la Capital Federal, muchos de cuyos lu-gares le resultan tan extraos como un asentamiento puederesultarle extrao a un vecino de Belgrano. La ltima vez quecharlamos con l hacia varios meses que no iba a la capitalporque tres de sus compaeros estaban desempleados y notenan dinero, "y sos son los que no quieren ir a ningn lado".Cuando pueden toman el colectivo y se van a caminar por lacalle Lavalle, antigua "gloria portea" de los cines. All caminan,toman alguna cerveza, "joden" y juegan a los videos, adems,"siempre alguno lleva la cmara de fotos y nos sacamos fotospor ah". Como si fueran turistas en una ciudad extraa. Otraexpresin de la fragmentacin social.

    Salvo que vaya a la capital para cumplir con algn trabajo, suvida cotidiana se cierra cada vez ms sobre el crculo que com-parte con sus iguales. Sus interacciones son siempre con otrosque forman parte del mismo ambiente sociocultural, lo que evi-dentemente empobrece su sociabilidad.12 As, los das en queno van a ningn lado se quedan en el barrio, en la esquina desiempre, "tornando algo, cerveza, y le sacamos el cuero a losque pasan". En el barrio hay grupos que forman una parteimportante de la vida social. Son esos grupos de pares que ase-guran la amistad, la recreacin y muchas veces son tambin elnexo con el empleo pero, sobre todo, brindan un mbito depertenencia, respeto y proteccin a sus miembros frente a losotros grupos del barrio. Los criterios de afinidad con los que seconstituye un grupo son diversos, as que hay grupos dejvenes y de adultos, de paraguayos y de bolivianos, de corren-tinos y de santiagueos, el de la murga, y varios grupos de dis-tintos tipos de rock.

    Una de las veces que fuimos a entrevistar a Marcelo no pudimosencontrarlo y demoramos unos dias en averiguar por qu. Mar-celo estaba hospitalizado. Con su grupo se haban burlado deun vecino, miembro de otro grupo,

    ...que nosotros les decimos los gordos, y el tipo se lo tom a maly nos repate. Yo pens que no pasaba nada, pero el otro dapas solo por su casa y de repente siento que me agarran de lospelos y me tiran al piso y me entran a dar patadas, de todo... Elgordo se me vino de atrs cuando me vio pasar. Ahi sali el viejode un amigo mo que vive ahi cerca y le grit: "Dejlo al pibe" -porque esos tipos ya son grandes, viste- y como el otro me dabala cabeza contra la calle, agarr y le tir un par de tiros. Y ahi elotro sali corriendo. [...] A mi me llevaron al hospital y ahi mevino a ver la cana, porque el otro hizo la denuncia por lo de lostiros [...] y la cana me dijo que mejor que no pasara nada porquea mi ya me tenan fichado y estaba hecha la denuncia. As queahora no s qu va a pasar.

    De La Marginalidad y Del Modo Como Las InstitucionesModelan La Vida Social

    Hemos presentado algunos datos recogidos en el terreno.13 Delconjunto de nuestro trabajo de campo elegimos unos cuantoselementos que, a modo de ejemplo paradigmtico, nos permi-tieran hacer una descripcin del mundo de los asentamientos.

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    12. Georges Simmel pensaba, con razn, que la participacin en distintoscirculos sociales permita aumentar la libertad de los individuos, rasgo quel atribua a las sociedades modernas por diferencia con las tradicionales(Simmel, 1939).

    13. Este tipo de relevamiento es una de las fuentes posibles de informacinque los socilogos llamamos observaciones "de campo" o "en el terreno" -otros son las estadsticas y los censos, por ejemplo-. Siguiendo nuestrasobservaciones y registros -grabador, mquina fotogrfica y recoleccin dedocumentos, como volantes, revistas, reglamentos o contratos-, vamos

  • Nos centramos en algunos aspectos de la vida y las ideas de losjvenes, representados en las historias de Marcelo y Javier. Ladescripcin, por otra parte, ha sido hecha de modo de no minarel texto con demasiadas categorias tericas, a fin de que losaspectos etnogrficos no perdieran continuidad. Sin embargo,al final la interpretacin es siempre indispensable.

    Las historias de Marcelo y Javier que hemos construido tienenentre si una serie de diferencias que no se deben slo al hechode que se trata de dos individuos o personalidades diferentes.Javier y Marcelo tienen historias de vida y trayectorias socialesdiversas -uno lleg al asentamiento desde los barrios de la ca-pital, el otro desde las villas del conurbano-. Pero por otro ladocomparten una misma situacin -la inestabilidad en el empleo,por ejemplo- y participan de un mismo proyecto grupal -la ocu-pacin de tierras y toda la accin colectiva que dio origen ysostiene el asentamiento-.

    Hemos tenido dificultades para entrevistar tanto a Marcelo comoa Javier, lo que se ha repetido no slo con ellos sino a lo largode todo nuestro trabajo de campo. En general, cuesta estable-cer citas y compromisos seguros, donde el da y la hora sean unpunto claro de referencia. Y en general, tambin, hay cierta na-turalidad en la falta del vecino a la cita, mientras que al socilo-go se le reprochar el incumplimiento de un encuentro. En mu-chos de los viajes que he hecho a los asentamientos, la tareaque tena programada con alguien ha quedado pendiente, sim-plemente porque el otro no estaba, llegaba tarde estaba ocu-pado en otra cosa. Llega ah el momento en que el investigadorse queda a la expectativa, se deja llevar, comparte el ritmo devida de los vecinos del asentamiento, sus avatares. La inestabi-lidad y la falta de regularidades invaden la cotidianidad en estosbarrios a niveles que otros sectores sociales no estamos acos-tumbrados, que son extraos a la experiencia de otras zonas dela ciudad (y mucho ms extraas an a las de otras sociedadesdonde las instituciones rigen la vida social de un modo ms sis-temtico). En el asentamiento he tenido que quedarme a dormirvarias noches de invierno o de verano porque dej de pasar elcolectivo de la nica lnea nocturna, sin que pudiera saberse elmotivo. Alguna otra vez la lluvia provoc el desborde del arroyo

    y demor dos horas en encontrar un paso que permitiera elcruce de un colectivo, para despus caminar con el agua por lasrodillas unas cuantas cuadras. Distintos episodios de violencia,donde casi siempre estaba involucrada la policia, me han impe-dido llegar a destino. Varias veces he quedado varado en PlazaOnce o en Liniers tratando de subir a colectivos que n parabanporque venan demasiado llenos. Alguna otra vez he demoradotoda una maana en sacar el auto de alguna cuneta donde ha-ba cado luego de resbalar en el barro, etctera.

    Estas situaciones, que en la historia de un trabajo de investiga-cin pueden parecer anecdticas, se repiten continuamente y semultiplican en la vida cotidiana de quienes viven all. Les pasana todos, todo el tiempo y en todo tipo de situaciones: los trmitesen el municipio, en el PAMI o en el hospital demoran horas y dasde esfuerzo. Las cosas no llegan a tiempo a donde deberanestar y los maestros suelen faltar a su funcin porque tambinestn afectados por la inestabilidad, bien que la escuela es enmuchos casos el vincul institucional ms estable de las familias.Como en el caso de Javier y Marcelo, la inestabilidad alcanzaaspectos muy importantes de sus vidas. As, frente a la pregun-ta "tens trabajo?", tal vez se responder "ahora s". Lo cualquiere decir que hace un tiempo no y que maana quin sabe.De modo que viviendo en los mrgenes se hace necesario ma-nejar la inestabilidad como un componente del dia a dio. La ines-tabilidad se expresa en la vida cotidiana pero tiene su origen enla forma de las instituciones que organizan la cohesin social.

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    construyendo unas "notas de campo", a partir de las cuales hay un proce-so de sntesis, interpretacin y presentacin de la informacin bajo la formade una descripcin como la que hicimos aqui. La ms simple diferenciaentre nuestro trabajo y un texto literario es, por un lado, la explicita referen-cia al mundo de lo real, lo emprico- Y, ms all de la reflexin terica, esareferencia emprica tiene que permitir la comparacin, base principal delconocimiento en ciencias sociales. Por otro lado, estn las teorias con lasque trabajamos y que tratamos de poner en una relacin coherente connuestra informa-cin. cosa que no siempre conseguimos. Asi pretendemosinterpretar, comprender y, eventualmente, explicar.

  • Hagamos una comparacin, aun basada en observaciones va-gas. En algunas sociedades ms reglamentadas que las nues-tras, como las de algunos pases europeos, las institucionesfuncionan de un modo ms sistemtico y regularizan en mayormedida la vida cotidiana. En trminos comparativos puededestacarse que, en cuanto a la mayor correspondencia entreformalidad legal y realidad, las instituciones poseen una univer-salidad mayor y dejan brechas menores entre ellas, tienen unainfluencia mayor en la socializacin y pueden articular mejor elpasaje del individu de una a otra en diferentes momentos desu vida. Todo esto tiene un efecto de retroalimentacin sobreotras reas de la vida social que as se regularizan, corno elesparcimiento o el consumo. Esa rigidez institucional permiti,durante el periodo en el que hubo pleno empleo, garantizar laintegracin social. Esto es as pues a partir de la insercin labo-ral cobran sentido otras participaciones institucionales, como laeducacin. La sociedad se parece a un sistema. En cambio, enmomentos de crisis como los que se viven hace dos dcadas,se produce un quiebre del sistema institucional que deja amuchos individuos casi completamente fuera. Este clima es elque explica la profusa difusin de la idea de exclusin en Fran-cia, por ejemplo.

    En cambio, las instituciones de nuestras sociedades dejan sinreglamentar, o lo hacen de forma laxa, importantes mbitos dela vida social, una de cuyas expresiones ms claras es la infor-malidad. Leyes y normas que no se cumplen, economia ennegro, dbiles controles pblicos... Hay emple pero la mitaddel salario es en negro. La cobertura de la salud existe pero nocubre. No se garantiza la seguridad social para todos. Los niosvan a la escuela pero no aprenden un saber reconocido comotil. No se trata de que las instituciones no existan sino de quela forma real que adoptan deja huecos en la sociedad que soncubiertos por otras formas de lo social, como las que encon-tramos en estos barrios. Esa realidad institucional permite eldesarrollo de una cultura de la periferia donde es imposibledefinir los lmites del adentro y del afuera. Por eso elegimoshablar de marginalidad social, si se entiende con ello vivir en yde los mrgenes, y no fuera de ellos. En el mismo sentido, el tr-mino 'excluido' no corresponde a nuestra realidad social, salvo

    en algunas situaciones muy especificas. Deberia reservarse suuso slo con una referencia institucional: se puede estar exclui-do de una institucin (del empleo, el derecho al voto o la edu-cacin). Pero si se desea conservar algo de especificidad parael trmino, hablar de 'exclusin' refiere a la idea de una comple-ta separacin de la vida social instituida, de un quiebre en lasociedad donde la lnea demarcatoria se encuentra definida deforma ntida, como en el caso de los guetos o cuando un regla-mento establece la exclusin. En este sentido, es interesante lapropuesta de Robert Castel de reservar el trmino 'excluido'para aquellas sociedades con una estructura dual, donde elexcluido est separado de la sociedad. All deben observarseprocedimientos que instituyen legalmente la exclusin, unalocalizacin geogrfica precisa o la aparicin de una cultura osubcultura especifica, la mayor parte de las veces con compo-nentes raciales (Castel, 1995, 1996). Sin que ninguna de estascondiciones sea tomada sine qua non, pensamos que -a fin deganar en precisin- la nocin de excluido debe remitir a una ca-tegora social completamente separada del resto, lo que no pa-rece constituir el caso de las sociedades latinoamericanas, ymucho menos de la argentina.

    Hasta dnde tiene que ver todo esto con la pobreza? Eviden-temente Marcelo y Javier viven una situacin de pobreza: sonpobres. Sin embargo el concepto de pobreza, si bien es unaimportante via para el tratamiento de la cuestin, resulta insufi-ciente para pensar lo que hemos tratado de describir. Es ms,muchas veces los pobres tienen una situacin estable y unaposicin clara en la estructura social, como es el caso del prole-tario. En cambio, una mejor interpretacin de nuestro caso selogra incluyendo las ideas de vulnerabilidad y de inestabilidad.14Con vulnerabilidad quiere decirse que el individuo carece deltipo de reaseguros que brindan el empleo estable o la propie-dad. La vulnerabilidad se expresa en la inestabilidad perma-nente y en la necesidad de adaptarse a vivir el da a da. Encambio un pobre puede estar perfectamente integrado, como enel caso de un trabajador asalariado cuyo ingreso es insuficiente:

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    14. Para una interpretacin del tema desde la nocin de pobreza, vaseMinujin y Kessler (1995).

  • en todo caso, sus problemas pueden resolverse con un aumen-to de los ingresos. La diferencia fundamental entre cl pobre y elmarginal es que el primero tiene un lugar claro en el mundo. Laidea de vulnerabilidad refiere a los problemas ele integracinsocial y expresa ima fragilidad de los lazos sociales -de solidari-dad, dira Emile Durkheim- que deben favorecer el desarrollo delos individuos (Castel. 1995).

    En el caso de Javier, su recorrido social y el de su familia sonpor dems claros: de un barrio a otro, de un empleo a otro y deun proyecto educativo a otro. Javier no logra insertarse en unmundo institucional estable que le d un lugar claro en el mun-do, desde el cual elaborar sus proyectos. Las seales que leenvan las instituciones parecen indicar que no hay lugar paral. El problema es que Javier posee una historia familiar de inte-gracin social -representada en la historia del padre zapatero yde la familia que construye con su madre en Buenos Aires-, queentra en contradiccin con su experiencia actual del mundo. Enefecto, l y su familia han vivido cambios drsticos en el mode-lo de integracin social del que participaban y deben adaptarsea esos cambios. Pero no se aprende tan fcilmente a vivir deotro modo. No es tan sencillo aceptar el descenso social niincorporar los esquemas vitales que permiten desenvolverse enel nuevo contexto, aun cuando su padre asuma la nueva reali-dad convirtindose en vendedor ambulante.

    Javier ha perdido una parte del mundo en el cual se encontrabainserto: aquella parte representada por la asociacin entre em-pleo y educacin, que estaba ligada tambin a la creencia en elprogreso personal y social. Esto podra esquematizarse en lasiguiente frmula: "Si estudio tengo chances de un mejor em-pleo, incluso mejor al de mi padre". Asi, el contacto que l tienecon la realidad le indica que el mundo de su padre se desmo-ron, que lo han perdido casi todo y que los caminos para inte-grarse a un esquema similar aparecen cerrados para l. Encambio, hay una parte del mundo que le brinda soportes para suintegracin social: sus relaciones familiares y de vecinazgo.Antes de llegar al asentamiento, Javier y su familia haban erra-do de un lado a otro sin encontrar lazos de solidaridad que lespermitieran afrontar su deriva en el plano laboral. Es ms, la

    mudanza al asentamiento le ha brindado un mundo de perte-nencia del cual antes careca y que ahora le permite afrontar deforma grupal los problemas generados por la vulnerabilidad. Elasentamiento es un mbito de integracin social -un grupo orga-nizado que intenta construir lazos a la vez de tipo comunitario ycon la sociedad global-, que facilita el acceso a algunos de loselementos que componen un barrio: un terreno, una casa, laescuela, mnimos cuidados de la salud, etc., y a un conjunto derelaciones humanas que le hacen de soporte15-la solidaridad yla posibilidad de organizarse con los vecinos-. En este sentido,la participacin comunitaria -en la vida politica, social y culturaldel asentamiento-es una forma de construir un mundo propiodentro de la sociedad global y dotarlo de sentido. Es decir, cons-truir un mundo de significados culturales y de relaciones socia-les -la radio, la asociacin o la escuela, por ejemplo- que les per-mita una mejor experiencia de la vida en la ciudad a partir deuna mejor integracin a la sociedad.

    Marcelo comparte la experiencia del asentamiento y tambin lainestabilidad de su insercin laboral, que es similar a la de Ja-vier. Sin embargo, su historia familiar es diferente, lo que le hacepercibir y valorar la situacin actual de otro modo. En efecto,Marcelo se vino a Buenos Aires cuando slo era un beb y siem-pre vivi en la villa o en el asentamiento, en una situacin demarginalidad (por momentos ms cercana al lmite de la ex-clusin). sa es la experiencia de su madre y sus tos. De modoque en la historia reciente de su familia no hay una experienciade integracin estable en el mbito institucional: salvo la de suto Manuel, quien ha logrado reinsertarse a travs de su trabajo

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    Desde Abajo. La transformacinde las identidadessociales

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    15. Robert Castel (1991) ha sealado que la integracin social transcurrebsicamente alrededor de dos ejes: el del empleo y el de la insercin rela-cional. Este ltimo corresponde a todas las protecciones derivadas delmundo de relaciones ms prximo, principalmente la familia pero tambinlos vecinos. Ambos brindan los soportes necesarios para el desarrollo delindividuo (dem). En el caso argentino -y en el latinoamericano en general-la comunidad local y las relaciones de vecinazgo en lugares como los asen-tamientos constituyen un soporte social mucho unas fuerte del que seobserva en esa dimensin actualmente, en general, en las ciudades deEuropa, justamente porque ese lugar es ocupado por instituciones formales.

  • como maestro, el acceso al hbitat en el asentamiento y la cons-truccin de su familia.

    Marcelo no expresa la decepcin y la pesadumbre que mani-fiesta Javier frente a la dificultad para encontrar su camino. Alcontrario, parece manejar la situacin con ms naturali