Martin, Hazan - Un Dia Mas de Vida

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    Un da ms de Vida

    Rodas - Auschwitz - Buenos Aires

    La odisea de David Galante

    Martn Hazan, Junio de 2007

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    Este es el testimonio de la vida de David Galante, relatado por su ahijado, Martin Hazan. De su particular relacin surgieron maravillosos momentos de vida compartidos. Y en un determinado momento surgi tambin este libro. Pero hay mucha gente ms detrs de estas pginas y es justo reconocerles a todos el merito de haberlo hecho posible.

    DEDICATORIA A mis padres Abraham y Rebeca A mis hermanas Rosa, Juana, Sara y Matilde. A mi hermano Hiski y a su esposa Regina quienes nos cobijaron e hicieron de padres en nuestra llegada a la Argentina. A mi hermano Mosh, que despus de tanto sufrir en los campos de exterminio, form una hermosa familia con hijos y nietos, y que por una enfermedad se fue prematuramente de esta Vida. A mi querida esposa Raquel, que me ha apuntalado durante 50 aos de silencio. A mis hijos Sandra y Ezequiel, y a mi nuera Susy, que me apoyaron permanentemente y siempre tuvieron la hidalgua de preservarme para no hacerme sufrir. A mis nietos Daniel y Yamit que me dan las fuerzas para seguir adelante.

    DAVID GALANTE A Patricia y a Tiago quienes llenan mis horas, a pesar de haberles robado muchsimas para poder escribir este libro. A Bebu (mi mam) porque todava hoy es mi fuente de sabidura (y por todo lo que sufri para alcanzarla). A mi pap (Marcelo) por hacerme amar a los libros. A Laura y Claudio (mis hermanos) por aguantarme y quererme. Y a todos mis abuelos, Regina, Sal, Malquita, Hazdai y Leonor por animarse a la aventura de cruzar el mundo para soar con un futuro en esta Buenos Aires esperanzadora, enigmtica y lejana.

    MARTIN HAZAN

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    AGRADECIMIENTO Quiero agradecer especialmente a mis cuados Rita y Rubn, que con amor y dedicacin me ayudaron a dar mi primer testimonio en 1995. A toda la Comunidad Chalom de Buenos Aires que me hizo sentir en mi casa, cuando ms necesitaba una casa. A la Fundacin Memoria del Holocausto y al Museo de la Sho, que me dieron un grupo de pertenencia, y que junto a mis compaeros de infortunio me brindaron la oportunidad de transmitir mi sufrimiento. Al Rabino Moti Maarabi por haberme impulsado a dar mi primer testimonio. Y a mi ahijado Martn, quien hizo posible este libro.

    DAVID GALANTE Gracias a todos los que de alguna manera me ayudaron a hacer realidad estas pginas. A Daniel Rafecas, Jos Menasc, Silvina Chague, Fernando, Norberto y Patricia Jazan, Mariela Ivanier, , Hebe Uhart, Jorge Goldberg, Gerardo Young y Daniel Gutman. Tambin a Marta Cruz, Andres Peluffo y Cecilia Crivaro por la paciencia y la buena voluntad. Y fundamentalmente a David por abrir su corazn de par en par y permitirme entrar en su vida, con la confianza y la calidez que solo una personalidad de su estatura humana puede brindar. Espero que estas hojas sean un humilde testimonio de su imprescindible existencia.

    MARTIN HAZAN

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    Prologo por el Juez Daniel Rafecas Conozco a David Galante desde hace unos aos, pues compartimos actividades en el Museo del Holocausto de Buenos Aires. Siempre me impact especialmente su testimonio, transmitido en forma oral a los alumnos que acuden a escucharlo. Su mirada, propia de uno de los hombres ms sabios que conozco, invitan a uno a poner en perspectiva, en una larga perspectiva, todos los problemas cotidianos con los que cada uno est acostumbrado a lidiar. Un joven vive, a mitad del siglo XX, en una Isla del Egeo, Rodas, que desde 1912 estaba bajo bandera italiana. Estudia, trabaja, se divierte, disfruta de la ternura y la contencin de los suyos. Su vida transcurre bajo el sol del Mediterrneo, junto con sus padres y hermanos, perfectamente integrado a un medio social que parece imitar la armona del entorno natural. Los Galante y las dems familias de la comunidad sefard de Rodas se lo ganaron tras casi cinco siglos de estancia en la isla. Hay incluso una academia rabnica que es su orgullo. Conviven en paz con turcos y griegos; cristianos y musulmanes. Un da aparecieron las primeras nubes negras en el horizonte. El fascismo italiano impone en 1938 leyes racistas que forzaban a los judos a segregarse del medio social que lo rodeaba. Las nubes comenzaron a avanzar. En septiembre de 1939 se desencadena la guerra en Europa, que se transforma en las primeras dificultades econmicas y en caresta de bienes bsicos. En septiembre de 1943 los alemanes ocupan Rodas. La

    oscuridad no ces en su avance, al contrario, la velocidad con la que todo lo cubri tom por sorpresa a esa comunidad. A mediados de junio de 1944 lleg a Rodas una comisin de las SS bajo las rdenes del obertsurmfhrer (teniente primero) Anton Burger, el mensajero del ngel de la muerte, Adolf Eichmann. Burger era comandante del campo de concentracin ms grande de Checoeslovaquia, Theresienstadt, y fue designado especialista en deportaciones destinado en Grecia1. El director de la comunidad juda superviviente, Maurice Soriano, asegura que con ellos estaba en comisin el Oficial de inteligencia de grupo de Ejrcitos E, Oberleutnant (teniente coronel) Kurt Waldheim, quien antes y despus de la deportacin mantuvo informado al Estado Mayor del Ejrcito alemn acerca de los progresos en la evacuacin de los judos de las islas griegas y de todas sus implicancias2. La historia de Waldheim se la refiri Soriano a Galante oralmente, pero tambin tuvo el tino de dejar constancia de ello en septiembre de 1961 en Yad Vashem, el formidable archivo histrico sobre la Sho existente en Jerusaln3. Es que Waldheim, por aquel entonces un oscuro personaje, alto, flaco, ligeramente rengo, se convertira dcadas despus, en Secretario General de la ONU y luego, en presidente de Austria.

    1 Cfr. Hilberg, Ral: La destruccin de los judos europeos, Ed. Akal, Barcelona, 2005, p.1214. 2 Cfr. Cohen, Bernard-Rosenzwig, Luc: El misterio de Kurt Waldheim, Ed. Gedisa, Buenos Aires, 1987, pp. 62-3. 3 De all se sirvi Hilberg, cit., p. 787. La cita de Soriano en Yad Vashem est registrada, segn Hilberg, como Historia Oral, 1745/67. Agrega el historiador, que Soriano escap con su esposa en barco a Turqua.

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    La llegada de la comisin SS a Rodas coincidi con la convocatoria para presentarse ante las autoridades de ocupacin con sus documentos. No lo saban, pero era el prinicipio del fin para el colectivo judo de la isla. Su suerte ya estaba sellada. A mediados de julio, David Galante y toda la judera de Rodas, desde los bebs hasta los ancianos, fueron deportados sin contemplaciones al perfecto opuesto de aquella isla de ensueo. Durante un calamitoso viaje de mil quinientos kilmetros, de alrededor de un mes de duracin, fueron transportados por mar y luego por tierra, a travs de Serbia, Hungra y Checoeslovaquia hasta la frontera polaca, en un ferrocarril de ganado -cuyo boleto slo de ida fue pagado por las SS al Reichsbahn con dinero incautado a las vctimas-, hacia el sitio ms espantoso jams concebido por el hombre, el agujero negro de la modernidad: Auschwitz-Birkenau. Las vctimas de las Islas griegas no iban a ser la excepcin, al contrario, la cercana de la costa turca, la actividad en la zona de la Cruz Roja, sumado a la reticencia natural de la poblacin local, forzaban ms que nunca a mantener el mximo secreto acerca del destino final de los deportados. El contraste entre el punto de partida y el de destino de este viaje infernal pone en su exacta perspectiva la ilimitada capacidad del hombre moderno en infligir dolor y sufrimiento a sus semejantes, all cuando se cruzan ciertos componentes: odio, deshumanizacin, poder blico, discurso legitimante. Y que nadie se sorprenda de la racionalidad de estas deportaciones. La endlsung, la solucin final del problema judo, tuvo una larga evolucin en la que los

    nazis fueron impulsando medidas cada vez ms radicales, acompaado de un fro clculo de costo-beneficio. Haba que reducir al mnimo la diseminacin de rumores sobre las matanzas, la degradacin psicolgica de los perpetradores y el empleo de tropas y municin requeridos en el frente. Al mismo tiempo, haba que llevar el proceso de destruccin al mayor ritmo posible. As se engendr Auschwitz-Birkenau. Y Treblinka. Y Sobibr. Y Belzec. Por otra parte, puede generar interrogantes el empeo en la destruccin del pueblo judo a mediados de 1944, cuando los aliados ya haban desembarcado en Normanda, ascendan por la pennsula italiana y, en el este, recuperaban territorio desde el Bltico hasta las puertas de Budapest. Eso slo puede ocurrir all cuando se tenga una percepcin incompleta del pensamiento de Hitler, para quien tan importante era la guerra total en el frente externo, como en el interno, en cuyo seno desde siempre los judos tuvieron un lugar de privilegio en calidad de enemigos del Reich. Por eso no hubo excepciones, ni demoras justificadas en prioridades econmicas o blicas. As, de los 1800 rodesles deportados, salvo unos 400 que fueron seleccionados para el trabajo esclavo, el resto, no ms al bajar en el andn, fueron conducidos a las cmaras de gas y a los hornos crematorios. Los chicos, a los viejos, era el espantoso consejo que, en djudezmo, se oa en las tinieblas, proveniente de unos espectros vestidos con unos ridculos trajes a raya, entre tanto terror. De los restantes, slo se salvaron poco ms del centenar, quienes como Galante, fueron sealados por el destino con una larga cadena de situaciones salvadoras, acompaado de un empeo indestructible por tratar de sobrevivir. De ambas cosas se habla en este libro. El lector lo relacionar con los relatos de otros sobrevivientes, Levi, Wiesel, Kertesz, pero

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    cada camino es distinto, las situaciones atravesadas nunca son las mismas. Pero el inters del relato de Galante no se detiene aqu. Buena parte del final de esta obra est dedicada a reconstruir su vida despus de la toma del campo de exterminio por las tropas rusas, el 27 de enero de 1945, el relato de cmo particip pasivamente de la lucha en el frente oriental, cmo pudo volver a Rodas, cmo dio con su hermano, sobreviviente de Bergen Belsen, en Roma En especial, creo que la forma en la que este sobreviviente de Auschwitz, tuvo que ingresar en la Repblica Argentina en la posguerra, de polizonte, escondido durante un penoso y largusimo viaje en barco, para terminar preso en la crcel de Devoto merced a la persecucin implacable de las autoridades policiales y migratorias del Estado Argentino, nos dice mucho acerca del papel que cumplimos como pas durante aquellos aos. Un papel tristsimo y que deberamos comenzar a asumir. La Argentina, al menos a partir de junio de 1943, estuvo gobernada por una dictadura militar favorable al Eje4. Fue la ltima de las naciones americanas en cerrar su embajada en Berln, recin en 1944. Hacia finales de la guerra, todos los pases americanos retiraron a sus embajadores de Buenos Aires, en protesta por que Argentina no declaraba la guerra a Alemania. Recin lo

    4 As por ejemplo, en la prestigiosa Enciclopedia del Holocausto, Director de redaccin: Zadoff, Efraim, entrada correspondiente a Argentina, pg. 131.

    hizo el 27 de marzo de 1945 (cuando el frente ruso estaba a menos de 50 km. de Berln) pues de otro modo la Argentina se quedaba afuera del concierto de las Naciones Unidas. Argentina recibi a los peores genocidas nazis. Son conocidas las historias de complicidad y asimilacin de personajes siniestros como Mengele y Eichmann. No por nada este ltimo, al ser colgado en Jersualn en 1961, viv a Alemania, a Austria y a Argentina antes de expirar5. En fin, la historia de David Galante, en esta ltima parte, se entrelaza con este lamentable contexto, y permite comprender un poco ms de nuestra historia reciente. Sin embargo, a lo largo de estas cuatro dcadas, la Argentina fue reivindicndose con David Galante. Desde aquel entonces, y tras aquel triste incidente que lo priv de su libertad durante unas dos semanas, nunca ms volvi a ser molestado o perseguido. Al contrario, aqu ech races, construy una familia y vive en paz. En definitiva, creo imprescindible conocer la vida de este judo de Rodas, sobreviviente de Auschwitz y refugiado en la Argentina. Su enorme sabidura est plasmada en esta obra, condensada despus de cuarenta aos sin decir una sola palabra a nadie, ni siquiera a aquellos como su hermano Moshe- con quienes compartieron la visin del infierno. Creo que conocer su historia constituye para nosotros un triple compromiso: como miembros del gnero humano -pues el Holocausto atent contra la humanidad toda-, como productos que somos de la cultura moderna y occidental -la misma que engendr Auschwitz-, y finalmente, como ciudadanos

    5 De ello se hace eco, entre muchos otros, Hannah Arendt, en su obra Eichmann en Jerusaln. Un informe acerca de la banalidad del mal. Ed. Lumen, Barcelona, 2001.

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    argentinos, no slo en desagravio para con este noble sobreviviente, sino tambin en homenaje a la paz y a la democracia que tanto nos cost recuperar.

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    La puerta en la nariz No termin de preguntarle a David si estaba seguro de aceptar el desafo de hacer este libro, cuando alcanz a deslizar una mueca reveladora de su afirmacin al tiempo que aprovechaba para atajarse: - Vos sabs que yo realmente quiero contarte todo lo que pas. El problema es que no recuerdo la mayor parte de las cosas que me pasaron en Auscwitz. Son ms de cincuenta aos y hay un gran vaco de tiempo en el medio. Ten en cuenta que hasta hace diez aos, yo casi no haba hablado de este tema con nadie. Mi hermano Moshe muri en el 92 y jams mencionamos una palabra de lo que nos pas en el campo. Era como un secreto que no compartimos ni siquiera entre nosotros. No s si es mi memoria, pero la mayor parte de las cosas que me sucedieron quedaron atrapadas en el campo. Aunque algunas veces pasa algo que, de golpe, despierta un recuerdo que estaba dormido. Y es como desenterrar algo que estuvo escondido durante mucho tiempo. Como aquella noche cuando me golpee con la puerta del bao en la nariz; te acords Hice un gesto de negacin con la cabeza mientras lo interrumpa: - No David; recuerdo muchas ancdotas que me fuiste contando a lo largo de los aos, pero ninguna que se relacionara con una puerta en la nariz. Respir sereno e hizo un ademn introductorio mientras me deca: -Te cuento entonces. David se despert de madrugada con ganas de ir al bao. Eran como las cuatro segn el reloj de la mesa de

    luz y Raquel estaba durmiendo tranquila, as que intent desplazarse en la oscuridad sin hacer ruido. Entr sigilosamente al bao y una vez all gir su cuerpo repentinamente sin darse cuenta que la puerta estaba a medio abrir. Sinti un fuerte golpe en la punta de la nariz, como un latigazo involuntario. De repente y sin esperarla, una historia que durmi durante cincuenta aos en su memoria, despert de improviso. David se vio formando una hilera frente a la barraca que le fue asignada en el campo de exterminio. Frente a l, un oficial alemn gritaba furioso, aguijoneando el aire helado de Auschwitz con sus insultos. Pareca estar descontrolado y los motivos podan ser cientos: alguien que se fug frente a sus narices, un temor que no lo dejaba dormir o simplemente su cuota diaria de morbosidad que no haba sido satisfecha hasta el momento. Lo cierto es que el amenazante nazi, profera unos alaridos aterradores, tan indescifrables como elocuentes. Para acompaar esos gritos, enarbolaba al viento su revolver, hacindolo girar entre sus dedos e intensificando entre los espectadores de turno, el temor angustiante por la proximidad de unas balas agazapadas en la recmara. Esa noche, un fro atroz perforaba el intangible traje gris con el que David intentaba protegerse del invierno y pareca insensibilizar a todos los que all esperaban angustiados el resultado de esa farsa. Auschwitz estaba tan helado como para comprobar en carne propia que no es de azufre sino de hielo de lo que est hecho el infierno. - Cuando el suplicio se extiende tanto tiempo, llega un momento en que ya no te importa quin es el destinatario de la bala que amenaza asomar desde el revolver; lo nico que te interesa es dejar de or esa cadena de gritos e intimidaciones escupidas al aire, que alargan con perversa insana el martirio innecesario de quien finalmente tiene que

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    caer. Por fin, el verdugo de turno se decidi a dar por terminada su opereta y empez a jugar con el dedo sobre el gatillo, dibujando un horizontal columpio y apuntando con la punta del revolver hacia ambos extremos de la hilera. Pas reiteradas veces por la cara de los sentenciados a fin de hacerles sentir que poda matarlos dos o tres veces a cada uno si aquel fuera su verdadero deseo. Aunque eso le robara la diversin de maana, y la de pasado, y la de pasado. La mirada nunca sabe donde ocultarse en un momento as. Mirarlo de frente puede ser tan letal como esquivarlo. Agachar la cabeza y rezar una y mil veces parece ser la nica escapatoria para acelerar el fin de ese martirio. De repente un alarido de fuego escapa del can y por un instante, David sinti un latigazo seco y demoledor en la punta de la nariz. - Como cuando me choqu con la puerta del bao. Alz instintivamente su mano derecha. Toc la punta de su nariz. Todava estaba all, junto a un ro de sangre que flua incesante. Sus dedos se tieron de rojo mientras su mirada, incrdula, se colgaba de ellos. Intent detener el flujo de sangre haciendo presin con dos dedos sobre la nariz mientras intentaba ayudarse limpindose con el puo de la camisa. No senta nada, ms que el dulce sabor de la sangre filtrndose por entre las comisuras de sus labios. Apret bien fuerte con el pulgar y el ndice, tratando de detener la hemorragia. No pareca ser tan grave. Mir a su alrededor y descubri un manojo de nieve cuya blancura contrastaba con el furioso rojo de su mano. Aplicando un puado de nieve sobre la nariz pens - la hemorragia cedera. Por un instante, la gente haba comenzado a dispersarse a su

    alrededor esquivando su cuerpo como un bulto inoportuno. Se agach con algn esfuerzo, tratando de llenar su puo de hielo. En un fugaz recorrido, su mirada alcanz a divisar la figura del hombre que segundos antes haba estado parado a su lado. Recortado sobre la nieve blanca, un plido y ensangrentado rostro pareca haber encontrado la definitiva bala que segundos antes apenas alcanz a rozar su nariz. Se puso de pi y retorn a la barraca. Nunca haba recordado esa ancdota, hasta que una puerta mal cerrada del bao se la devolvi de improviso, como un vendaval inclemente que tarda ms de cincuenta aos en llegar.

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    Nota del Autor El viaje de una lengua Toda vida es un viaje. Todo viaje est recorrido por innumerables viajes. Y todos ellos tienen mltiples desviaciones que derivan en los destinos ms inesperados e inciertos. Hay un viaje que se inicia en Espaa en 1492 cuando los Reyes Catlicos no tienen mejor idea que invitar diplomticamente a todos los judos a retirarse de Espaa (con los moros no fueron tan diplomticos), so pena de ser convertidos al cristianismo por las buenas o por las malas (ms por la segunda que por la primera). El Sultn del Imperio Otomano enterado de este buen gesto de los Reyes Espaoles, manda publicar y distribuir un edicto a fin de que sean bien recibidos los sefaradm (trmino que identifica a los judos provenientes de Espaa y cuya traduccin exacta es espaoles en Hebreo) en todos los puertos bajo su dominio. Enterados de esto, muchos sefaradm comienzan a dispersarse por el Mediterrneo buscando la proteccin del Sultn Otomano con la ilusin de construir un futuro mejor en tierras levantinas. Y esta procesin continu con los aos ya que poco a poco, la inquisicin sigui expandindose por Europa y destinos seguros como Portugal e Italia comenzaron a convertirse en inhspitos para los sefaradm que desearan conservar su judasmo. Por el contrario y lejos de advertirlos como una amenaza, las relaciones con los Otomanos (ms conocidos popularmente como los turcos) fueron mejorando y estrechndose con los aos, lo que permiti la constitucin de comunidades pujantes y numerosas en ciudades como Salnica, Estambul, Esmirna y

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    Rodas (uno de los puertos de mayor importancia de la Grecia antigua). Dos cosas fundamentales llevaron con ellos los sefaradm en su salida de Espaa. Una era la llave de su casa, testimonio de que se iban con la idea de volver. La otra era su lengua: el castellano. Un idioma que atesoraron con tanto orgullo durante los ocho siglos que estuvieron en la pennsula, que ni la santsima inquisicin ni los reyes del imperio en el que no se pona el sol, pudieron obligarlos a abandonar. No existen muchos casos de conservacin de una lengua en el exilio por tantos aos (ms de 500 para ser precisos) siendo esta una lengua no propia (como el hebreo) y que perdur por los siglos enriquecindose y evolucionando sin perder su esencia. El ladino o djhudezmo tambin es el espaol que mis abuelos trajeron a Argentina. Una lengua dulce y graciosa que an resuena en mi memoria asociado a las voces de Sal, Reyina, Hazdai y Leonor. An recuerdo la ancdota que contaba mi bisabuela Reyina cuando lleg al puerto de Buenos Aires procedente de Esmirna en 1912. Emocionada y sorprendida le dijo a su madre apenas pis tierra: - Al di, cualo es esto todos hablan djhudezmo aqu? Durante 500 aos, los sefaradm conservaron al djhudezmo o ladino como su lengua madre an en convivencia con otros idiomas como el griego, el rabe, el turco o el armenio. La lengua es la patria de un hombre y tambin es refugio, identidad y conciencia. La historia de los sefaradim est inevitablemente enlazada a la lengua de Cervantes. A su modo y con perseverancia, los judos espaoles surcaron el mare nostrum, regando sus aguas de sufrimiento, pasin y sobre todo de un gran fervor por su cultura. Pero 500 aos

    en Rodas parecen haber sido suficientes y el destino con su mano trgica quiso que este viaje tan rico y enriquecedor terminara muy lejos del calor de las playas del soleado Egeo. Durante todo el tiempo que dur la investigacin y la escritura de este libro, hice un esfuerzo permanente por ingresar a un mundo tan inexplicable como desconocido. A partir de cada relato, de cada frase, de cada gesto, de cada silencio, intent sumirme en ese mundo que, con increble serenidad y paciencia, desglosa y describe David Galante. An sabiendo que nunca podr entrar en Auschwitz hice el intento de asomarme a travs de sus ojos y esto fue lo que vi.

    Martin Hazan

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    Primera Parte: Rodas

    como deba interpretar mi generacin, la de los nacidos ms tarde, la informacin que recibamos sobre los horrores del exterminio de los judos? No podemos aspirar a comprender lo que en s es incomprensible, ni tenemos derecho a comparar lo que en s es incomparable, ni a hacer preguntas, porque el que pregunta, aunque no ponga en duda el horror, s lo hace objeto de comunicacin, en lugar de asumirlo como algo ante lo que solo se puede enmudecer, presa del espanto, la vergenza y la culpabilidad. Es se nuestro destino; enmudecer presa del espanto, la vergenza y la culpabilidad? Con que fin? solo me pregunto si las cosas slo deberan ser as: unos pocos condenados y castigados y nosotros, la generacin siguiente, enmudecidos por el espanto, la vergenza y la culpabilidad. Bernhard Schlink - El Lector- Zurich 1995 Rodas. David Galante naci en la isla de Rodas en 1925. Rodas pertenece al grupo de las Islas del Dodecaneso en el mar Egeo, prxima a la costa sudoeste de la pennsula Turca su fama tiene ms de 3.000 aos. Su ciudad capital, tambin se llama Rodas. Bajo el dominio del Imperio Otomano, los Judios siempre fueron respetados en tanto que eran considerados dhimmis ya que pertenecan al Pueblo del Libro. Aunque no tenan los mismos derechos que el resto de los sbditos del imperio, debido a que no eran musulmanes, podan desarrollar sus tareas normalmente sin mayores limitaciones. Como todo sbdito del sultn deban pagar

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    capitacin y hasta en algunos casos algn extra poda venir agregado, pero habitualmente tenan la libertad de administrarse por leyes internas de la Comunidad y solo en muy pocos casos deban recurrir a la Justicia Turca, la cual sola tratarlos en igualdad de condiciones. Precisamente por estar tan bien integrados al resto de la sociedad, la decadencia del Imperio se hizo sentir tambin en todos los hogares judos por lo que luego de cinco siglos en tierras otomanas, los jvenes debieron partir en busca de nuevos horizontes. Tambin la guerra lleg por esta poca. Durante la guerra Greco-Turca la isla fue ocupada por las fuerzas italianas en 1912. En 1923 a raz del Tratado de Lausana, la isla qued oficialmente bajo dominio italiano. Italia aprovech a sentar sus bases en las islas Rodas y Cos en su afn expansionista para conquistar Libia. Contrariamente a lo que era la poltica habitual de los pases colonialistas, los italianos llevaron la modernidad a Rodas, creando infraestructuras en obras de saneamiento, provisin de agua potable, energa elctrica, etc. Modificaron los planes de enseanza y llevaron educadores a la isla. En Rodas existan algunos colegios en el nivel primario y luego vena el gymnasium, que constaba de tres ciclos y se rega por las normativas de la famosa l'Alliance Israelite Universelle. La Alliance como era conocida popularmente, era una institucin educativa de excelencia al estilo francs que tena escuelas en casi todas las ciudades donde haba gran cantidad de sefaradim. En muchos casos, cuando las familias deban mudarse a otras ciudades o pases, sus hijos podan continuar normalmente con su educacin, siguiendo el mismo programa de estudios.

    Quienes deseaban seguir sus estudios ms all de esa instancia, podan ir al colegio catlico de los Santos Padres o al de las Monjas Italianas que, si bien eran confesionales, ofrecan un rgimen muy liberal a sus estudiantes no cristianos. Sin embargo, estos colegios privados ms costosos, limitaban de hecho su acceso a las clases ms privilegiadas econmicamente. Los colegios de l'Alliance Israelite Universelle tenan un excelente nivel educativo, lo que era muy reconocido en toda la regin. Incluso se daba el caso que muchas familias de la comunidad griega o musulmana, an teniendo sus propios colegios, decidan enviar a sus hijos al gymnasium de l'Alliance por su mejor nivel de enseanza. Despus del Tratado de Lausana el colegio paso a llamarse Scuola Israelita Italiana y el idioma francs paso a ser una asignatura ms dentro del plan escolar. El idioma oficial pas a ser el italiano a pesar de que toda la gente la segua llamando l'Alliance. En las primeras dcadas del siglo veinte haba en Rodas unos 5000 judos. En su gran mayora vivan dentro de la ciudad amurallada. Slo los pertenecientes a las clases ms acomodadas vivan en el Marash, un barrio moderno y lujoso que se encontraba en las afueras de la ciudadela. Sin embargo, la crisis econmica que padeci la isla provoc una gran emigracin. La situacin econmica comenz a empeorar de a poco y al no haber expectativas de desarrollo ni perspectivas que permitieran mirar con algn optimismo al futuro, ms de la mitad de sus integrantes decidi partir hacia otros pases de Europa (solo cuando su situacin econmica lo permita), en la tercera clase de los barcos que partan hacia el continente africano o a Estados Unidos o Argentina que eran los destinos

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    ms comunes para quienes nada tenan y soaban con hacerse la Amrica. Luego, cuando se avecin la guerra, todos los que estaban en condiciones econmicas y tenan la edad adecuada aceleraron la decisin. De los 5000 judos existentes en la comunidad a principio del siglo XX, solo 1800 quedaban en la isla cuando la segunda guerra empez.

    Los italianos Se puede decir que los habitantes de la ciudad comenzaron a vivir un renacimiento con la llegada de los peninsulares al gobierno de la isla. La sociedad italiana de Rodas, de pequeas proporciones, pas a ocupar los cargos de ndole gubernamental y los cargos directivos de las empresas que ellos mismos haban creado. La convivencia entre los italianos y la judera se desarroll siempre sin inconvenientes y en ms de una oportunidad la solidaridad acerc a todas las comunidades. Los jvenes judos incorporaron al italiano como su idioma y hasta se puso de moda juntarse en grupos a cantar, desde las canzonettas napolitanas hasta las operas italianas. Quizs sea por ello que quienes sobrevivieron a la guerra se dirigieron hacia Italia como primer destino. Muchos de los sobrevivientes de los campos de exterminio eligieron pasar por Roma o Bologna, pero al descubrir en carne propia los estragos que la pobreza de la post guerra all estaba provocando, decidieron continuar su viaje en busca de nuevos rumbos. El bajo nivel de antisemitismo latente entre los italianos era algo palpable. El reducido porcentaje de judos de este origen muertos durante la Shoa, comparado con el que sufrieron otros pases europeos, demuestra la actitud solidaria que tuvieron los peninsulares hacia sus judos frente a las rdenes de la deportacin. Las parodias que protagoniz el propio Mussolini para evitar deportar a los judos hacia los campos de exterminio pese a su buena relacin con el Reich, son una demostracin de ese sentir del pueblo italiano, ms que un testimonio de las cualidades humanitarias del Duce. Pero en Rodas, la comunidad italiana era demasiado pequea y la judera demasiado grande

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    como para poder modificar las rdenes impartidas por el alto mando alemn con el objetivo de evacuar a los judos. Las pocas familias italianas que vivan en la isla tuvieron que contentarse con derramar sus lgrimas detrs de las persianas bajas, mientras asistan silenciosos a la deportacin del pueblo judo.

    La religin Rodas contaba con 4 sinagogas, una yeshiv (escuela religiosa) y un colegio rabnico de muy alto nivel fundado en 1928 bajo el auspicio del gobernador italiano Mario Lago, a instancias, llamativamente, del propio Benito Mussolini. Este colegio atrajo estudiantes de los Balcanes, Turqua, Palestina, Egipto y hasta Etiopa, y rpidamente adquiri un alto prestigio en toda la zona. El colegio rabnico, despus de 9 aos de estudio, otorgaba el titulo de Doctor en Filosofa. Su currcula no se restringa solamente a materias confesionales o teolgicas judas, sino que abarcaba materias ms generales como religiones comparadas (mono y politestas), historia mundial, etc. En 1937 tuvo lugar la primera y nica promocin ya que al ao siguiente comenzaron las leyes restrictivas y el rabinato no tuvo otro remedio que cerrar sus puertas. Durante la poca del Imperio Otomano era costumbre que las autoridades de la Isla saludaran a los integrantes de las diferentes comunidades en las fechas de sus altas fiestas, yendo a sus sinagogas, mezquitas e iglesias a presentar sus salutaciones. Era un gesto de tolerancia y pluralismo muy valorado por todos, por lo que Mario Lago (primer Gobernador Italiano de la isla) continu hacindolo anualmente hasta 1938 cuando fue reemplazado por Cesare Mara De Vecchi Conte de Val Cismon (nada ms y nada menos). El nuevo enviado pretendi que los representantes principales de cada comunidad fueran a saludarlo a l en sus diferentes festividades a fin de no tener que tomarse tantas molestias. De ser un gesto valorado y respetuoso, el rito pas a convertirse en una demostracin del poder del nuevo gobernador y de su poca tolerancia hacia los distintos credos.

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    La familia - Mi familia estaba compuesta por mi padre Abraham Galante, mi madre Rebeca Israel Benditcha, mis cuatro hermanas: Sara, Rosa, Juana y Matilde, y finalmente los varones: Hiski y Moshe y yo. Me eduqu en el colegio judo patrocinado por la Alliance Israelite Universelle, ya entonces llamado Scuola Israelita Italiana y estaba dirigido por el Profesor Gattegno de la judera italiana, que junto con su familia se establecieron en Rodas. La enseanza en la escuela primaria y en el gymnasium tena un excelente nivel y era muy reconocida no solo entre todas las comunidades de la isla, sino tambin en toda la zona del dodecaneso. Tenamos una educacin de doble turno y nos enseaban francs, italiano y hebreo. Por lo tanto adems del djhudezmo que hablbamos naturalmente todos los sefaradim, ms algunos conocimientos de griego y turco que tenamos por nuestros amigos en la isla, podamos defendernos en muchos idiomas. Eso es algo que nos ayud bastante durante el tiempo que estuvimos en Auschwitz y luego de la guerra, aun cuando la mayora de las lenguas que all se hablaban eran las del norte de Europa. Complet los estudios del segundo nivel a los 15 aos y despus me dediqu al trabajo. La guerra haba empezado; comenzamos a sentir el desabastecimiento, hubo tarjetas de racionamiento y muchos hbitos alimenticios tuvieron que ser dejados de lado. ramos una familia religiosa; en mi casa se coma casher, se iba al templo los viernes y luego festejbamos el Kabalat Shabat en familia. Mi mam era la que haca la comida y mis hermanas le ayudaban a organizar la cena. Recuerdo que los sbados mi abuela iba al templo y a la salida todos los nietos salamos a su encuentro para besarle la mano. Ella viva con nosotros, era

    una mujer alta y fuerte, lamentablemente en una cada en el bao se fractur la cadera y, despus de estar un tiempo en cama falleci. Tambin viva con nosotros una prima que se llamaba Diana. Mi hermana Rosa se haba transformado en el pilar de la casa, ella trabajaba en una librera. Era la mayor. Mi hermana Juana se haba enfermado tras haber tenido un accidente; al derrumbarse la baranda del balcn del primer piso cay fracturndose la columna. Mi hermana Matilde era la ms chica, tendra 9 10 aos para esa poca. Mi hermano Moshe trabajaba como empleado en un negocio de bonetera; con el tiempo se independiz y se dedic a la compra y venta de mercadera textil. Durante la noche y para incrementar nuestros ingresos, toda la familia se reuna en torno a la mesa y nos dedicbamos a fabricar sobres para cartas que luego mi hermana Rosa venda en la librera donde trabajaba.

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    Rodas durante la Guerra David y su familia, al igual que toda la comunidad juda de Rodas pasaron toda la guerra en la isla. Padecieron las limitaciones econmicas propias de un estado de guerra. Escaseaban los productos de todo tipo, pero lo ms duro fue la falta de comida. Las raciones eran pequeas y cada familia tena que ingenirselas para hacerla durar. Sin embargo, el mediterrneo favoreca a la isla con un clima ideal. Das clidos y noches frescas que permitan afrontar con mayor tranquilidad la falta de combustible. La combinacin del fro y el hambre es uno de los mayores azotes que padeci Europa durante la guerra. El fro en Rodas nunca se hace notar, y el hambre siempre se puede paliar con algunas de las maravillosas especies acuticas del Dodecaneso. Si bien a partir del 39 era imposible irse de all, hay quienes coinciden en sostener que Rodas era un refugio de lujo. La guerra no se haca sentir de otra manera que no fuera con las restricciones econmicas. No hubo all bombardeos hasta que llegaron los alemanes en 1943. No circulaban tropas, no haba requisas ni persecuciones. El trato de la comunidad juda con las autoridades italianas era bastante cordial a pesar de que Mussolini formaba parte del Eje. No hubo all ningn Kristalnacht (ni se enteraron que hubiera existido). No haba leyes en contra de los judos y si bien podra haber alguna clase de desavenencias con el emisario del Duce o con parte de la comunidad griega en la isla, esta no poda ser mayor que la que suele existir entre dos pueblos con cierta rivalidad, como hay miles en el mundo. No existieron ningn tipo de agresiones hasta que los italianos se retiraron con la cada de Mussolini y los

    alemanes decidieron ocupar su lugar. Ese clima de acoso que agobiaba a los judos de toda Europa, no se haca sentir en Rodas. Las noticias de la guerra, eran seguidas por algunos radioaficionados que por las noches se enganchaban a la seal de la BBC de Londres. Ellos transmitan las novedades que se iban produciendo, lo que no alteraba el normal funcionamiento de la apacible vida que suelen llevar las islas del mediterrneo y por lo que hoy se han convertido en unas de las mayores atracciones tursticas del mundo. Aguas verdes y clidas, arenas suaves y doradas, una brisa apacible, noches frescas, y callejuelas angostas con pequeas casas blancas. Sin embargo la ciudad de Rodas cuenta adems con un pasado de esplendor. Es una de las grandes ciudades de la Grecia antigua mencionada en los libros clsicos. Memnon de Rodas fue el gran general griego con el que Alejandro Magno se enfrent en varias de las ms grandes batallas de la historia. Su ciudad amurallada con sus grandes puertas y su foso tiene una figura imponente que sorprende a primera vista al viajero que arriba a sus costas. El Coloso de Rodas, la figura de un gran guerrero de 18 metros de altura construido en bronce con ambas piernas apoyadas a cada lado de la entrada del puerto es nada menos que una de las Siete Maravillas del Mundo. Y en el centro de su ciudad antigua se encuentra el Gran Fuerte de los Caballeros de San Juan (conocido como el Fuerte de los Cruzados), quienes haban construido all uno de sus asentamientos de mayor importancia en su camino a Jerusaln. Este fuerte, es an hoy el edificio de mayor imponencia de la isla y sigue siendo visitado con gran asombro por turistas de todo el mundo. No por nada David conserva fresco el recuerdo de los grandes barcos con turistas (antes de que el turismo sea esta gran industria sin chimeneas en la que se ha convertido), quienes se acercaban a la isla en busca de historia, aventura y fundamentalmente para disfrutar sus inigualables playas. Quien ha

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    visitado Rodas sabe que no se puede exigir ms de un destino turstico. Y no es difcil imaginar que la infancia de David all debe haber sido tan plcida, clida y gratificante como el clima tan especial que all se respira. O que por lo menos, se respiraba antes del fin.

    Las monedas en el mar. Las aguas turquesas del Egeo eran el hbitat natural del cuerpo pequeo y tostado de David al finalizar la jornada escolar. Junto a sus compaeros de lalliance, abandonaban furtivamente la djhudera en direccin al puerto de Rodas atravesando la imponente muralla medieval que protegi a sus habitantes durante varios siglos de los ataques extranjeros. Sedientos de diversin, David y sus amigos zigzagueaban entre las piedras de la muralla sin considerar tal vez que esas rocas desde las que se gozaba de una vista privilegiada del puerto de Mandraki y que antao estuviera dominada por el Coloso, era un verdadero privilegio para los ojos de cualquier mortal. En esa temprana edad, es difcil aprehender el valor de lo que se tiene frente a los ojos, an cuando las constantes visitas de barcos rebosantes de turistas debera darles alguna idea del magnetismo que la isla tiene para los viajeros del mediterrneo desde hace ms de dos mil aos. Las tardes eran plcidas y amenas. Los cuerpos de los nios se revolcaban al descuido sobre una fina arena regada de almejas y caracoles, y cada tanto encontraban alguna victima para caerle encima y sepultarlo bajo una montaa de cuerpos inocentes que explotaban a carcajadas. Entre las actividades que mayor atraccin despertaban, la competencia por encontrar los mejores caracoles en las profundidades del mar se fue convirtiendo en la preferida; y las contiendas por alcanzar las piezas ms preciadas se fueron volviendo cada vez ms extremas y desafiantes. El solo hecho de nacer a pocos metros de esas seductoras playas, converta a todos ellos en verdaderos expertos en el arte de contener la respiracin para sumergirse en las profundidades de ese mar cristalino y descubrir objetos de lo ms curiosos. La increble transparencia de sus aguas haca de cada juego un

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    deleite para los sentidos. A menudo, estas competencias no eran ms que una excusa para aguardar la llegada de un barco con turistas: uno de esos lujosos cruceros que atracaban en el puerto con extranjeros vidos de playas e historia, impacientes por degustar algunas de sus exquisitas criaturas marinas. Los barcos atracaban en el puerto y muchos viajeros elegan permanecer en sus camarotes para evitar descender con sus pertenencias y alojarse en la ciudad. Nunca pudieron descubrir quien haca correr la voz, pero era sabido entre los visitantes que el arrojar monedas al mar para que sean buscadas por los jvenes buceadores era una aficin bastante comn entre los turistas de aquella poca. Como un valiente Cousteau, David se zambulla junto a sus amigos al ver que una delgada moneda plateada caa girando sobre si misma desde la cubierta de un moderno yate y se perda apenas por unos segundos entre los pliegues del oleaje. No era difcil encontrarlas an antes de tocar fondo o apenas hurgando en el pedregullo. Los arrojados buceadores, emergan victoriosos de las aguas llevando a sus casas un trofeo generoso y de un valor incalculable para sus modestas pretensiones. Para los turistas no era ms que invertir unos centavos en diversin, observando a los jvenes nativos mostrar sus habilidades acuticas entre las cristalinas aguas en las que alguna vez reposara sepultado el mayor coloso de la historia de la humanidad. Para David, apenas uno de los tantos entretenimientos que alegraban sus horas y lo preparaban sin saberlo en el difcil arte de la lucha por la supervivencia. A veces, los juegos de la infancia tienen esa extraa virtud de recrearnos un escenario ilusorio o ldico que nos

    adelanta sin premeditacin para los acontecimientos que un futuro inexplicable nos puede llegar a deparar.

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    El conflicto parece inevitable La mayor parte los jvenes de Rodas fueron emigrando a medida que avanzaba la dcada del 30 y los temores del inicio de la guerra se incrementaban. Todos ellos al irse, auguraban el sueo de una vida mejor, con posibilidades de mayor prosperidad que la que se auguraba para la Europa Mediterrnea. Sus padres haban vivido los padecimientos que trajo aparejada la primera guerra mundial (conocida en ese momento como La gran guerra, que adopt su nombre actual una vez iniciada la Segunda), y la mayora de ellos no quera enfrentarse a una situacin similar. De todas formas, el peor horizonte imaginable hasta ese momento inclua serias restricciones econmicas y alguna que otra batalla en el mediterrneo que podra tenerlos como ms cercanos o lejanos protagonistas. No mucho ms. Por eso la salida de Rodas generalmente se haca con algn grado de planificacin. Casi siempre haba algn pariente lejano o cercano instalado en el lugar de destino (Rhodesia y el Congo Belga eran los lugares ms elegidos aunque Argentina era otra de las posibilidades a tener en cuenta) que gestionaba los permisos de ingreso, algn contrato de trabajo y provea alojamiento y comida hasta que el inmigrante encontraba la manera de mantenerse por si mismo. En el caso de las mujeres, lo mejor era encontrar un pretendiente con el cual casarse y entrar a la nueva tierra como la esposa de. No todas tenan la posibilidad de elegir al candidato, y an cuando la tuvieran no haba mucho tiempo para pensarlo ni muchas alternativas para elegir. Hay que tener en cuenta que en el caso de la Argentina, deban realizar un viaje de casi 15.000 Km. con una parada en un puerto europeo (como mnimo) para cambiar de barco. Generalmente estos puertos solan ser los de Gnova o

    Marsella. El costo del viaje, estaba a cargo del viajero en el caso de los hombres y a cargo del novio o de la familia de la novia (segn quien estuviera en mejores condiciones) en el caso de las mujeres. Lo comn era que los hijos emigraran, los padres se quedaran y recibieran del exterior el dinero necesario para mantenerse. Esto era un hecho comn y poda verse con regularidad en muchas familias de Rodas.

    Dos de los hermanos de David pudieron emigrar de Rodas antes de la guerra. Hisky Galante vino a la Argentina en el ao 33, atrado por un primo de la familia que se haba asentado en Buenos Aires a principios del siglo. La otra hermana, Sara Galante se fue a Rhodesia (cuyo nombre no posee ninguna relacin con la isla sino con el clebre explotador de diamantes y de negros, el ingls Willam Rhodes) donde en el ao 35 se cas y tuvo un hijo. En algn momento existi el proyecto de que David y Moshe, pudieran seguir los pasos de Hiskyi y emigraran tambin a la Argentina, pero este todava no se haba asentado en el pas (no era fcil conseguir un permiso para ingresar) y la crisis del 30 dificultaba la tarea de encontrar un trabajo digno. Con este panorama el viaje de los hermanos Galante se vio postergado de manera indefinida y cuando en 1938 parti el ltimo barco que sali de Rodas con destino a Amrica, la guerra estaba en ciernes. Todos tenan conciencia de que no habra otra oportunidad para salir de all.

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    Tambin las piedras Las tardes en Rodas eran apacibles y clidas. Una suave brisa acariciaba la isla desde el mar y en la ciudad los comercios cerraban sus puertas mientras los rodesles se dedicaban con parsimonia a la tarea de la siesta. Un sol inmenso y abrasador dejaba caer sus rayos de manera perpendicular sobre la piedra rocosa, y las lagartijas correteaban entre los arbustos que les ayudaban a esconderse de los pequeos humanos que intentaban darles caza a fin de enarbolarlas en una varilla de madera cual trofeo de guerra. David y sus amigos mataban el tiempo en esos menesteres mundanos y recorran la muralla de un lado al otro en busca de diversiones pasajeras mientras la ciudad reposaba. Una tarde de mucho calor, las pequeas piedras que se desprendan de esa gran pared se convirtieron en su principal entretenimiento. Comenzaron a arrojarlas desde lo alto de las almenas intentando alcanzar el destino ms lejano posible, que en esta ocasin era el verde mar. Los que arrojaban sus proyectiles en direccin al poniente y alcanzaban el oleaje, demostraban estar capacitados para ejercer tareas temerarias tales como escalar una montaa o tripular un barco. Quien no consegua tan ansiado destino para sus rocosos misiles y apenas lograba hacerlos avanzar a los tumbos entre las arenas de la playa, poda ser considerado un candidato al fracaso. Los brazos se contraan y estiraban con destreza tratando de brindarles a las piedras toda la potencia y la direccin para que atravesaran el aire con singular aerodinamia y alcanzaran a zambullirse con elegancia entre los pliegues

    del oleaje del Egeo. La competencia comenz a ganar en intensidad y color. Los contendientes se sacaban chispas y cada cual juraba que su proyectil haba logrado mayor distancia que los otros. Cuando los contendientes empezaron a perder inters en la contienda, alguien hizo referencia a la carretera que bordeaba la muralla y a los pocos vehculos (mayoritariamente carros y bicicletas) que circulaban por ella. Definir que piedra haba llegado un metro ms lejos o ms cerca en el mar no pareca ser lo suficientemente interesante a esas horas de la tarde, pero acertarle a un conductor desprevenido a la carrera, adoptaba un cariz estimulante. Alguien mencion que podra ser peligroso y todos coincidieron. - Sin embargo, -dijo Aarn Franco si arrojamos piedras ms pequeas podremos continuar con nuestra competencia sin poner en riesgo la vida de nadie. La propuesta entusiasm al grupo y corrieron alborozados en bsqueda de esos pequeos tozos de roca, aptos para ser arrojados a conductores desprevenidos. En un momento, todos se encontraban dispuestos a atormentar al primer advenedizo que se asomara por la carretera. Apenas unos minutos despus, alguien dio la seal de alerta y un hombre joven a bordo de una motocicleta comenz a aproximarse en direccin a la djhudera. Cuando se acerc a una distancia prudente, las piedras surcaron el aire en direccin al blido en movimiento. Algunas alcanzaron a impactar en el vehculo, pero una de ellas arrojada con singular destreza, peg en la cabeza del desprevenido conductor que fren de golpe y mientras hurgaba perplejo en los confines de su cabeza, alcanzo a divisar en lo alto de la muralla a un grupo de chicos que se dispersaba con algaraba. Las risas duraron hasta avanzada la noche. El grupo en pleno se reuni en una de sus callejuelas predilectas y el recuerdo del impacto fue el tema central de la jornada. A medida que

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    avanzaban las horas, el disparo fue ganando en velocidad y direccin. Raro era que el hombre permaneciera todava con vida a juzgar por la intensidad y violencia que alcanz el piedrazo en el recuerdo a esas horas del atardecer. Se iba poniendo el sol y David saba que tena que volver a casa para cenar. Mam Rebeca lo estara esperando y su hermana Rosa le recordara que todava tena que terminar una tarea pendientes de la noche anterior. Acelerando el paso David entr a la casa atrado por el olor de de la un delicioso manjar con el que estaba ocupada mam y que ya amenazaba con alegrarle la noche. Sin embargo el impulso y el buen humor que lo embargaba, se vieron interrumpidos por la mirada severa de Pap Abraham que lo observaba en silencio desde un viejo silln. David se detuvo de inmediato sorprendido mientras Abraham se incorporaba vehemente y sostenindolo de un brazo comenzaba a descargar con intensidad unas palmadas en su trasero. El grito de A QUIEN SE LE OCURRE ANDAR TIRANDO PIEDRAS POR LA MURALLA le confirm a David que el conductor de la motocicleta era un conocido de su padre y que haba alcanzado a identificarlo. Por cinco das, el dolor de no poder encontrarse con sus amigos se sinti como el de las palmadas sobre las nalgas. Esas que lo disuadieron de manera certera sobre la inconveniencia de elegir al lanzamiento de piedras sobre personas como un inocente juego de nios.

    Rodas 1939/42 Trece aos y a trabajar Los judos consideran que a los trece aos, llega el momento de abandonar la infancia y afrontar la vida adulta. El acontecimiento que marca este lmite entre los juegos callejeros y las responsabilidades sociales es lo que comnmente se conoce como Bar Mitzvah. A los trece aos, los chicos judos deben estudiar una parash (un salmo de la Torah) que deben leer en el servicio matutino del Shabat en la sinagoga, la que debe estar compuesta por un mnimo de diez hombres. Tambin en esos das, los hombres se colocan por primera vez el talit (especie de chal con cuentas de hilo crdeno) y los tefilim con los preceptos que guiarn sus vidas, uno en el brazo izquierdo (junto al corazn) y otro en la cabeza. Para la mayora de los chicos judos de hoy el Bar Mitzvah es un acontecimiento ritual con un gran valor simblico, que dista de modificar sustancialmente sus hbitos de vida cotidianos: siguen yendo al colegio, se mantienen bajo la responsabilidad de sus padres y estn todava lejos de cualquier funcin procreadora. La hora de convertirse en hombres se encuentra todava lejos. Sin embargo, en la vida de David, probablemente como en la de pocos chicos, el paso de la infancia a la adultez se produjo ms por factores externos que por motivos rituales. A los pocos das de hacer su Bar Mitzvah, las tropas Nazis invadan Polonia y empezaba la guerra en Europa. Si bien la paradisaca isla de Rodas estaba sumamente alejada de la fra Polonia, las consecuencias de la guerra se hicieron sentir en todos los rincones del planeta. Comenz a haber escasez de vveres e importantes restricciones en la circulacin de productos. Dejaron de llegar a la isla las prendas femeninas que pap Abraham comercializaba en su local de ropa y su trabajo se hizo

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    innecesario. A los pocos meses del inicio de la guerra se vio obligado a cerrarlo. La vida se iba tornando cada vez ms difcil para los Galante por lo que todos los hermanos tuvieron que salir a buscar trabajo. Moshe, consigui un puesto como dependiente en una mercera importante, para la que le haba servido su experiencia en el negocio de pap. Rosa entro a trabajar en una librera, donde aprendi a amar a los libros a los que descubra con curiosidad y pasin. A David le toc una tarea muy particular. Consigui un trabajo como vendedor de flores. Los italianos, instalados en la isla desde haca mucho tiempo, se preocupaban por embellecer sus casas y dejar contentas a sus esposas con un ramo de flores. Estas flores eran comercializadas por un ente gubernamental cuya sede se encontraba en los edificios de la administracin central de la isla. El cultivo principal era de Rosas, que eran tpicas de Rodas (de all su nombre) y se comercializaban en toda la regin. Rodas era famosa por sus Rosas y venan de otras islas y hasta del continente para llevarlas. Haba variedades de todo tipo y color: rosas, blancas, amarillas y rojas. La isla estaba repleta de rosales que surgan a veces naturalmente al costado de una ruta, en los canteros de las calles o en el medio del campo, al cuidado de la naturaleza. Por eso, en primavera, Rodas festejaba a las miradas con su mejor color y exaltaba los nimos de los isleos con la fragancia de sus aromas.

    Tan famosas eran estas Rosas, que el gobierno italiano haba enviado ingenieros agrnomos para mejorar la produccin. Sin embargo, al iniciarse la guerra, esas Rosas

    quedaron slo para consumo interno. A pesar de la frgil situacin en la que los tena la guerra, los Italianos no reparaban en gastos a la hora de agasajar a sus mujeres, an cuando algunas de ellas eran adems sus esposas. Para David, este trabajo era una buena forma de llevar algo de dinero a su casa y adems poda relacionarse e interactuar con otras personas de distintos orgenes como los griegos, los turcos y los italianos. Esto tambin implicaba aprender algunas palabras de cada una de esas lenguas lo que sera de un valor incalculable aos despus en los campos de exterminio.

    - Yo tuve que hacerme mayor de golpe. Los hermanos tenamos que salir a trabajar para mantener la casa y yo senta que tena que ser responsable por el destino de mi familia. Era una carga algo pesada para un chico de apenas trece aos, pero en ese momento, no tenamos otra alternativa. En la poca de la ocupacin italiana, el negocio de las flores era manejado directamente por el gobierno. David haca all todo tipo de tareas. Reciba las flores de madrugada, las ordenaba en un viejo galpn y muchas veces se encargaba de repartirlas, canasta en mano, siguiendo un recorrido marcado por su jefe, en un listado donde constaban las direcciones de los clientes y el detalle del pedido. No siempre reciba una propina por estos transportes (el delivery no se haba popularizado todava) pero cuando le quedaban unas monedas en el bolsillo, se permitan el lujo de agregar un pedazo de pan en la mesa familiar o alguna confitura de esas que tanto le gustaban y que ltimamente se haban vuelto inaccesibles. David pas unos meses encargndose de las flores cuando alguien le coment que haba una oportunidad de trabajar en una empresa petrolera. All la paga era mejor y su jefe era un conocido

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    de la familia llamado Moris Soriano. Luego de una entrevista de cortesa, David empez su nueva tarea con mucho entusiasmo y con la expectativa de llevar ms dinero a casa, aliviando la situacin del hogar. Se senta ms importante por esto y pensaba que sus padres estaran orgullosos de l. La cara de preocupacin de pap Abraham se iba acentuando y esto tambin preocupaba a David que todava no crea entender muy bien cmo poda ayudarlo. En la petrolera, David era el chico de los mandados. Se encargaba de llevar y traer papeles, encargos, pedidos y otros asuntos menores. Pero Moris Soriano tena reservada para l una actividad muy particular, adems de llevar y traer a sus hijos del colegio. Durante la guerra, las restricciones al consumo de pan eran importantes y tenan un lmite por familia. Sin embargo, Moris haba hecho un arreglo con el italiano encargado de manejar el horno y se haca traer unas piezas de pan extra muy temprano por la maana. David era el encargado de llevar esas piezas a la casa de Moris con sigilo sin que nadie lo descubriera. Si la operacin se llevaba a cabo sin problemas, le corresponda una pieza de pan para llevar a casa como recompensa por la eficiencia en sus servicios. David pas a ser el responsable de llevar el pan a la casa y eso lo hizo sentir un hombre. Con obligaciones, responsabilidades y con una familia a la cual defender. Pap Abraham no se senta conforme dependiendo de sus hijos para sostener la casa, pero aceptaba que con ese aporte, las restricciones de la guerra se hacan un poco ms llevaderas. No eran tiempos como para que su orgullo herido entorpeciera la tarea de reorganizar el funcionamiento de la familia; tarea que los ms jvenes demostraban hacer con mucha responsabilidad y empeo.

    El Barco de refugiados En 1939, cuando estall la guerra, David tena 13 aos. Apenas haba hecho su Bar Mitzvah y hasta ese momento los efectos del conflicto blico solo se senta en las restricciones al comercio y al consumo que afectaban a la economa de la familia Galante. Pocas y escasas noticias llegaban de la guerra a las costas de Rodas y David tena un escaso conocimiento de ellas. Sin embargo, a veces surga un acontecimiento que trastocaba la parsimonia cotidiana de la isla y los haca tomar contacto con el resto del mundo, abandonando el aislamiento temporal y confrontndolos con la cruda realidad. A mediados del ao 1940, lleg a las costas de Rodas un barco con refugiados judos que se escapaban de Europa. Haban intentado desembarcar en Palestina pero el gobierno britnico que estaba al mando de la zona les impidi descender argumentando que exceda el cupo de judos que podan ingresar all cada ao. En el barco venan judos checoslovacos, polacos, rumanos y de otros pases del este de Europa. Jvenes con la ilusin de alcanzar Eretz Israel y hacer realidad el sueo de la tierra prometida. Al tomar conocimiento de que en Rodas, una isla relativamente cercana a las costas de Palestina, haba una gran comunidad juda (donde seguramente podran ser bien recibidos), se dirigieron all y solicitaron ayuda, esperando encontrar el momento oportuno para volver. Sin embargo, apenas arrib el barco a sus costas, las autoridades italianas impidieron su desembarco, tal como era de esperar. No hubo gestin que modificara esta actitud de las autoridades, por lo que los integrantes del barco se sintieron atrapados y sin salida. Cautivos en el mare nostrum,

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    eran los parias de un mundo en el que ya no tenan lugar e intentar seguir escapando pareca una frmula ineficaz que los conducira a la nada. Se sucedieron una serie de debates respecto a la orientacin a tomar. Ningn destino pareca ser seguro. En medio de los acalorados debates y presos de una situacin que no tena retorno, alguien lament por un segundo el haber abandonado el continente europeo, con toda esa inexplicable crueldad de la seguridad conocida. Atrapados en un laberinto y convencidos de que no tenan muchos ms lugares adonde ir, decidieron incendiar el barco frente al puerto, tirarse al agua y llegar nadando hasta las costas. Con este sencillo acto, pasaron de ser refugiados a ser rescatados. Desbordados por esta inesperada situacin, las autoridades italianas no tuvieron ms remedio que detenerlos y aceptarlos en su nueva condicin, exigiendo que la comunidad juda se hiciera cargo de su mantenimiento durante el tiempo que permanecieran en la isla. Les armaron unas carpas en el estadio de ftbol y los ms jvenes fueron los encargados de llevarles ropa, comida, frazadas y todo lo que pudieran necesitar. David form parte de ese grupo y recuerda las ilusiones que animaban a esos jvenes que vean al futuro con optimismo y estaban seguros de llegar a la tierra de Israel para all ser libres y fundar su propia nacin. El grupo de refugiados permaneci algunos meses en la isla, cantando, bailando y soando con un maana mejor. Pero las autoridades italianas no podan retenerlos por mucho tiempo, as que mandaron a traer un barco de la pennsula y los enviaron a un campo de refugiados en Sicilia. Sin siquiera imaginarlo, ese incmodo acontecimiento les salv

    la vida, porque una vez que cay Mussolini, el sur qued liberado y al terminar la guerra pudieron dirigirse finalmente a Palestina y hacer all realidad sus sueos. Si se hubieran quedado en Rodas, hubieran terminado en Auschwitz como todos nosotros cuenta David. Como le pas a Adolfo y Sidney Foh, junto a la esposa de este ltimo, Feldora Sonne, y su pequeo hijo Alex, todos de Bratislava. Como excepcin y debido a que eran curtidores de cueros, profesiones altamente valoradas por su importancia en la elaboracin de guantes, camperas y botas indispensables para aprovisionar al ejrcito, se les permiti quedarse en la isla. Adolfo se cas posteriormente con Silvia Rozo que era una chica amiga de la familia Galante. Ellos creyeron que as salvaran sus vidas. La historia posterior demostr lo contrario. Finalmente como a todos los rodesles, a ellos tambin les toc Auschwitz como destino y murieron en las cmaras de gas, tan lejos de Eretz Israel.

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    Una lnea de contacto con el mundo La calidad de la convivencia entre las distintas comunidades en la isla, turca, griega, italiana y juda, era de una razonable tolerancia. No exista discriminacin racial a nivel oficial, aunque al estallar la guerra y con el nombramiento de Vecchi Conte como nuevo representante del Duce comenzaron a sufrir las mismas leyes segregacionistas que haban sido impuestas en Italia por el gobierno fascista. Todos los aparatos de radio fueron confiscados tanto a los judos como a los musulmanes. Sin embargo, por las noches, David y un grupo de amigos se congregaban en la casa de Tonino di Giambattista, un entraable amigo italiano cuyo padre era marechal (mariscal), quien albergaba ese ahora extrao y codiciado aparato que por decisin del gobierno de turno se haba convertido en una valiosa joya tan deseada como peligrosa. La informacin se haba convertido en un bien de alto valor, que otorgaba poder a quien la posea. Acurrucados y en silencio, se reunan en una pequea habitacin de la casa, aislada del exterior. David y sus amigos sentan palpitar fuertemente su corazn al escuchar los primeros acordes de la Quinta Sinfona de Beethoven que precedan a la edicin italiana del informativo de la BBC de Londres. A travs de ella podan mantenerse actualizados y enterarse de las novedades de lo que suceda en el mundo por boca de la voz oficial de los aliados. Eran noches reveladoras, aun cuando la informacin era escasa y ocultaba lo ms importante: el destino trgico de los judos europeos. La voz del locutor italiano invada todo el espacio y descubra las novedades poco alentadoras sobre el avance de las tropas nazis. El temor comenzaba a ganar espacio entre los presentes y al finalizar cada edicin se sucedan los ms acalorados

    debates respecto al futuro de la isla y a su impredecible destino. Poco a poco un sentimiento de temor fue apoderndose del grupo cuando se enteraron que los alemanes tomaron Grecia y que con la cada de Mussolini se inici la batalla entre el eje y los aliados por alzarse con las islas del Mediterrneo que haban pertenecido al gobierno italiano. Si bien nunca oyeron hablar de un campo de exterminio, la perspectiva de que los nazis pudieran tomar bajo su poder la isla de Rodas se haca intolerable para todos. Y eso fue precisamente lo que termin sucediendo.

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    Los Alemanes toman Rodas - As estuvimos viviendo hasta 1943, fecha en que el gobierno italiano firm el armisticio con los Aliados. Como consecuencia, los alemanes ocuparon la isla y desde ese momento comenzaron los bombardeos areos y navales. Las bateras antiareas alemanas fueron colocadas encima de los techos de nuestras casas que daban al mar. El barrio judo fue elegido por su posicin estratgica frente a la entrada del puerto y por lo tanto, se convirti en el principal destinatario de las bombas aliadas que atacaban las posiciones alemanas. El trato que tenan los soldados alemanes con nosotros, que ramos apenas unos jvenes de pantalones cortos, era hasta se podra decir cordial: nos convidaban chocolate, pan y otras cosas que pudieran recibir. Recuerdo muy bien el primer da de Pesaj de 1944, cuando la aviacin inglesa bombarde la isla. Los alemanes nos haban avisado que nos furamos de la judera porque el enfrentamiento se avecinaba encarnizado. Esa noche murieron unos 30 judos, quienes decidieron permanecer en la ciudadela por no tener otro lugar adonde refugiarse. Nuestra familia se haba retirado al interior de la isla, cerca de donde comenzaba la zona montaosa. All mi padre tena un amigo turco que nos hizo un lugar en su casa que era bastante grande. En realidad fuimos unos 40 50 judos que nos refugiamos en el establo de la finca hasta que pasaran los bombardeos. La familia turca que nos aloj en su granja se mostr muy atenta y solidaria, y nos ayudaron todo lo que pudieron, an cuando no estaban preparados para recibir a tanta gente. Cuando regresamos encontramos parte de la judera y la muralla destruidas. Nuestra casa que estaba debajo de una batera antiarea alemana se haba salvado milagrosamente aunque se encontraba bastante daada.

    Como pudimos y con algn esfuerzo, tratamos de ordenar todo lo que haba sido daado y nos arreglamos para instalarnos nuevamente, pensando que tal vez lo peor de la guerra ya haba pasado.

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    Una fuga inconclusa La idea de abandonar la isla en bote para tratar de alcanzar las costas turcas era una ilusin lejana para todos, pero el devenir de los acontecimientos fue tornando esta descabellada idea en una alternativa probable y tentadora. Cuando los Nazis tomaron finalmente la isla, todos en el grupo de amigos de David empezaron a evaluar seriamente esta posibilidad y solo pareca ser cuestin de tiempo ponerla en prctica. Asesorados por pescadores turcos, algunos comenzaron a organizar sus expediciones y a preparar un programa de escape. Los ingleses haban minado gran parte del mar egeo (sobre todo la entrada al mar negro) y los alemanes controlaban las costas de la isla. La nica alternativa pareca ser abandonar la costa de Rodas apenas cada la noche en un pequeo bote, con la misin de remar con todas las energas y rezar para que la marea acompae, intentando que el alba encontrara a la pequea embarcacin a mitad de camino. Desde all podran divisar la costa turca surcada por suaves montaas cercanas a la ciudad de Marmaris. Logrado ese objetivo, llegar a Turqua no era difcil. Una vez alcanzado el continente slo era necesario dirigirse a alguna de las muchas ciudades costeras en las que tambin abundaban las comunidades judas donde podran refugiarse. Turqua era neutral en ese momento y los alemanes no parecan tener intencin de poner sus garras all. Algunos amigos del grupo intentaron la aventura con todo xito. Junto con su amigo Rafael Menasch, David coincidi que a ellos tambin les haba llegado su turno. Durante varios das se reunieron con amigos y pescadores, tratando de averiguar las mejores pocas para pasar, evitando

    cualquier percance y aprovechando el curso de las mareas. Una vez que el plan estuvo avanzado, David se lo coment a su hermana Rosa, hermana mayor y en ese momento motor principal del sustento en el hogar. Rosa se enfureci cuando escuch su plan. Le dijo que estaba loco. Que no poda arriesgar de esa manera su vida, pero que mucho menos poda abandonar a su padres en esa situacin: - Mam y Pap nos necesitan ms que nunca y no podemos dejarlos librados a su suerte. Pase lo que pase en la isla, necesitamos unirnos en torno a ellos para protegerlos. Tu contribucin a la economa familiar es importante, no importa la cantidad de dinero que puedas conseguir. No pods irte David. Todos te necesitamos. No lo pens dos veces. Con pesar, pero seguro de su decisin, David se reuni esa noche con Rafael Menasche y le comunic su decisin. Abandonaba el plan de fuga porque su familia lo necesitaba. Rafael lo entendi y abort l tambin toda intencin de dejar la isla en bote. Al igual que David, Rafael ingres un oscuro da y a paso firme en el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, pero nunca lo abandon con vida. Otros integrantes del grupo, partieron para la isla de Cos creyendo estar ms seguros ya que esta isla estaba en poder de los ingleses y de los italianos que despus del armisticio se pasaron al bando aliado. Desgraciadamente y luego de una feroz batalla con los alemanes donde ambos bandos sufrieron una fuerte cantidad de bajas, la isla tambin qued en poder de las tropas germanas y sus judos fueron deportados hacia Auschwitz junto con los de Rodas. Los ingleses de la isla fueron tomados prisioneros y los italianos fusilados, por haber traicionado a sus antiguos aliados del tercer Reich.

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    La Comisin Rosenberg En Julio de 1944, llega a la isla de Rodas la tristemente famosa Comisin Rosenberg quien llegaba con la misin de ejecutar su parte en la Solucin Final. Una vez instalada en la isla, el 2 de julio de 1944, una ordenanza del comando militar alemn promulg un edicto en el que ordenaba a todos los judos de Rodas presentarse en el edificio de la aviacin (una gran construccin moderna edificada por los italianos y que se encuentra emplazada frente al puerto de Rodas) con todo su dinero, joyas y objetos de valor. Algunos judos sospecharon la mencin de dineros, joyas y objetos de valor en el pedido por lo que se apresuraron y los enterraron en el jardn de sus casas incluyendo monedas de oro y hasta billetes. Otros se presentaron en el edificio de la aviacin con todo lo que posean. El mircoles 19 de julio de 1944, un oficial del comando superior alemn se present a las 3 de la tarde en la casa de Moris Soriano (el jefe de David) creyendo que era el presidente de la comunidad juda. Moris se ofreci para acompaarlo a la casa de Jacob Franco, en ese momento, presidente de la comunidad. Una vez all, el oficial les inform que por orden del comandante general alemn, todos los judos deban presentarse a la maana siguiente sin excepcin en el edificio del comando aeronutico. Era el principio del fin. Los alemanes (como haban hecho ya en toda Europa) encargaban la tarea de organizacin y persuasin a los dirigentes de la comunidad a fin de juntar y encolumnar sin dilacin a todos los judos con direccin al destino que tenan prefijado: las cmaras de gas.

    La comisin puso en ese momento a disposicin de Jacob Franco un automvil en el que ira acompaado por un oficial de la Gestapo y un intrprete griego llamado Costa. Franco fue el encargado de recorrer la isla para decirles a los judos cul era la decisin de la comisin. Todas las familias deban presentarse adems de con sus pertenencias y valores, con provisiones para 10 das. Los que no se presentaran espontneamente seran buscados en sus casas. En caso de demora, el padre de familia deba ser inmediatamente fusilado y as sucesivamente hasta que se dirigieran al edificio de la aeronutica. Costa, el griego que al principio solo pareca oficiar de intrprete y hablaba muy bien el judeo-espaol, comenz a desplegar todo su arte de intrigas, mentiras y amenazas con el objetivo de hacer afluir la mayor cantidad de valores posibles hacia las arcas nazis de las que evidentemente se haba asegurado alguna clase de rdito en compensacin por los servicios prestados. Aos despus, Moris Soriano le asegur a David que en el grupo de oficiales nazis que lideraba la comisin, se encontraba Kurt Waldheim, quien posteriormente fuera Secretario General de la ONU y presidente de Austria. Eso lo record cuando Waldheim era ya un personaje pblico y las sospechas de que haba integrado el ejrcito alemn durante el nazismo eran mucho ms que sospechas. David y Moris, volvieron a encontrarse algunas veces ms despus de que todo aquello termin.

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    Telegrama de Buenos Aires A ms de 10.000 kilmetros de distancia, Hisky Galante se casaba con Regina Capeluto el 17 de Julio de 1944 en el templo de la comunidad Chalom en la calle Olleros entre Conesa y Cramer del barrio porteo de Colegiales. La noticia no permiti grandes festejos en la isla. El da que lleg el telegrama informando de la buena nueva a la familia Galante, su casa acababa de ser destruida por un bombardeo y el cartero encontr a todos sus integrantes revolviendo los escombros y preparando sus valijas. En unas horas ms deban presentarse en el edificio de la aviacin ubicado en Tchemenlik, junto al puerto de Rodas, para esperar el momento de la deportacin. No hubo sonrisas ni lgrimas para celebrar el casamiento de Hisky. Una extraa sensacin recorri la garganta de todos los integrantes de la familia Galante. - Camino al edificio de la aviacin nos topamos con unos carteles junto a la playa que en italiano decan claramente PROHIBIDA LA ENTRADA A PERROS Y JUDOS.

    El edificio de la aviacin - Cuando llegamos al edificio de la aviacin en Rodas, los Nazis nos dijeron que el motivo por el que estbamos ah era que nos iban a llevar a todos a un campo de trabajo. Las familias podramos permanecer juntas en el campo si trabajbamos para ellos. Como el viaje era muy largo, nos obligaron a entregarles todas nuestras pertenencias a punta de pistola. Joyas, dinero y ttulos de propiedad se fueron por los inodoros de los baos del edificio de la aviacin, porque en un momento de desesperacin, muchos decidieron que era mejor perderlo todo, antes que entregarlo a los enemigos. Los esfuerzos de toda una vida se iban de viaje sin escalas a travs de las cloacas de un edificio pblico construido por la aviacin italiana. Recuerdo haber visto por la ventana del edificio, un camin lleno de bolsas con joyas y dinero que los nazis le haban confiscado a todos los que se presentaban. Para nosotros, escapar era imposible e impensable. Si encontraban a un judo escondindose en casa de un griego o un turco, lo fusilaban. Si alguno protestaba o intentaba incitar algn acto rebelde del resto de la comunidad, era eliminado de inmediato. Nadie tena armas. Nadie necesitaba armas en Rodas por el tipo de vida que all llevbamos. Estbamos tan lejos de Europa que nunca pensamos que la guerra llegara hasta nuestra isla. Pasamos tres das dentro del edificio de la aviacin esperando la llegada de los barcos. Esos tres das fueron eternos y angustiantes. Una sensacin de incredulidad, incertidumbre y desamparo se fue apoderando de todos. Nadie entenda lo que estaba pasando. Nadie poda imaginar lo que estaba por pasar. Finalmente alguien alcanz a divisar tras un ventanuco del bao, la llegada de unas barcazas. Haban llegado por nosotros y no imaginbamos adonde nos llevaran. Cuando nos hicieron salir del edificio en direccin a los barcos, nos hicieron caminar con la

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    cabeza agachada, mirando el piso. Pap abraz a mam y los cinco hermanos tratamos de mantenernos juntos. Yo miraba hacia el piso sin poder articular ningn pensamiento. Los habitantes no judos de la isla, griegos, turcos e italianos, tenan prohibido abrir las ventanas para seguir nuestro paso hacia la muerte. Estaba prohibido mirar y nuestro futuro era una pregunta que no pareca tener respuesta.

    El viaje en barco - El 23 de Julio de 1944 nos subieron en tres barcos. Eran tres barcazas cargueras y nos llevaban abajo en las bodegas, donde solan transportar animales u otro tipo de cargas. Podamos salir a cubierta a tomar aire cada tanto y hasta alguna noche en que hizo mucho calor, nos permitieron salir para dormir al aire libre. Comida no tenamos mucha y el hambre empezaba a hacer estragos entre nosotros. A los tres das de viaje cuando el barco se detuvo en la Isla de Cos, donde subieron los 100 judos que all vivan, el comandante alemn de la isla nos hizo enviar comida, lo que calm un poco nuestra ansiedad. Tambin recogimos algunos judos de la isla de Leros. Algunas veces veamos pasar a los aviones aliados por arriba nuestro. Ellos saban perfectamente adonde nos llevaban. De hecho los aliados tenan el control del mediterrneo y no dejaban pasar barcos alemanes. Sin embargo nadie se opuso a que nos llevaran a nosotros en camino al campo de exterminio. No hubo durante esos siete das un solo intento por detener el avance de nuestros barcos. Y a los aviones aliados los veamos a diario volando sobre nuestras cabezas. Aos despus cuando volv a Rodas me encontr con un amigo griego que espiaba para los ingleses. El me confirm que los ingleses siempre supieron que nos llevaban y hacia dnde. De hecho l haba informado todo lo que nos estaba pasando y ellos ya estaban al tanto. Tardamos siete das en total en llegar al puerto de El Pireo en Atenas. En estos siete das muchos fallecieron. Ya sea por hambre o enfermedades, algunos integrantes del grupo fueron muriendo y sus cuerpos tuvieron que ser arrojados al mar. Cuando por fin pusimos nuestros pies en el continente europeo, sentimos que algo extrao estaba por pasar. Los peores temores se apoderaron de nosotros y ya nadie se animaba a ensayar una

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    palabra de aliento. Europa se extenda a nuestros pies y nuestros cuerpos ya estaban cansados de ella.

    Los barcos judos en el mediterrneo Sobre el control de los barcos en el mediterrneo ha habido un gran debate y unas cuentas polmicas respecto a la actitud que las fuerzas aliadas deban tomar frente al transporte de judos en direccin a los campos de exterminio. Luego de apoderarse de la isla de Creta, los alemanes procedieron a la deportacin de los judos como estaba establecido en su procedimiento de rutina, en una situacin similar al que vivieron los judos de Rodas, solo que algunos meses despus. Eran cuatrocientos los hijos de Israel transportados en dos modestas barcazas que se dirigan con alguna prisa hacia el continente europeo. Los aliados detectaron este movimiento y dado el control que tenan del mediterrneo, los intimaron a detenerse y a entregarse. Ambas embarcaciones prosiguieron su marcha como si no hubieran recibido orden alguna. Dos aviones del mando aliado sobrevolaron las naves a fin de disuadirlos en su negativa a acatar la orden de rendicin. El avance de las naves continu tal como estaba previsto. Finalmente la aviacin aliada abri fuego destruyendo las dos pequeas barcazas y eliminando a todos aquellos que viajaban en ellas. Desde el lado alemn estaba todo muy claro. Iban a exterminar a los judos y los aliados les hicieron el favor de eliminarlos por ellos. Toda la compleja operacin de traslado en territorio europeo qued abortada y podan continuar su bsqueda de judos por otras islas. Por otro lado los aliados, en su intento por detener las naves quedaron como victimarios de los judos, quienes de una forma u otra (salvo algunas excepciones, de las que David es uno de los mejores ejemplos) encontraran su destino final en las cmaras de gas.

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    Luego de este incidente, los aliados desistieron de cualquier operacin de detencin de los contingentes de judos trasladados por va martima en el mediterrneo en funcin del costo operativo que les generaba, pero fundamentalmente debido al poco inters demostrado por los nazis en la materia prima all transportada.

    ltimo tren a Aushwitz - Grecia nos recibi con sigilo. Nadie quera vernos y cuanto ms rpido nos furamos, sera mejor. Todo estaba preparado para nuestra salida, aunque durante tres das nos tuvieron en el campo de prisioneros de Haidari. Un tpico campo de prisioneros de la segunda guerra. Pareca un lugar de espera; nada en especial para temer, ms que la espera. Despus de estar tres das en el campo de Haidari (del 1 al 4 de Agosto de 1944), los llevaron a una estacin de trenes donde esperaban para iniciar, de todos los viajes posibles, el que peor destino podra tener. Los vagones llevaban una inscripcin en el exterior que deca 8 Caballos/80 Personas. Todos notaron esa inscripcin. Nadie atin a comentar nada: -las escenas violentas que vivimos antes de subirnos al tren me aterraron y fueron el prlogo perfecto de todo lo que empezaramos a vivir. A los ancianos y enfermos que no se podan subir por s solos al tren, la familia tena que empujarlos y ayudarlos a subir. Aquellos a los que la tarea les resultaba compleja, directamente eran ejecutados en el lugar por los Nazis, a fin de despejar la puerta de acceso y agilizar el proceso de carga. Los cuerpos baleados quedaban tendidos junto a las vas y si los parientes insistan para quedarse junto a ellos o protestaban por el disparo, un arma cargada sobre su sien los disuada de cualquier intento en desacuerdo. No hubo el ms mnimo prolegmeno antes de disparar sobre los ancianos o enfermos. Ninguna advertencia. Los nazis disparaban sus pistolas con la misma diligencia que estampaban una firma en un formulario. Las mismas contemplaciones se tomaban con los parientes. Subir al tren o morir. Esa era la consigna, aunque en esta situacin el grado de

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    locura y perversin demostrado por los alemanes era mayor al de la isla. - Estas escenas se repitieron a lo largo de la maana junto a los vagones y todos los sobrevivientes que all estuvieron las recuerdan muy vivamente por el dramatismo con el que se sucedieron. Familias enteras tenan all la ms amarga despedida de sus seres queridos. Fue en ese preciso momento, al ver la ferocidad con la que nos subieron a los trenes, en que muchos comenzamos a darnos cuenta hacia donde nos llevaban. Nadie poda poner tanto sadismo para llevarnos simplemente a un campo de trabajo. Nadie ya poda pensar que nuestro destino sera distinto de los que quedaban tendidos junto a las vas. El ascenso a los trenes fue un momento de ruptura. Estaban en continente europeo y all todo estaba mucho ms claro sobre los que les sucedera. Los gritos aterradores proferidos por los nazis eran disparos en si mismos, o lo que suceda con mayor regularidad, su ms previsible prlogo. La familia Galante subi con mucho temor al vagn asignado, tratando de mantener a Abraham y Rebecca a salvo de los golpes y sobre todo del desgarrador espectculo de sus amigos y parientes acribillados en un incomprensible andn. Tambin se preocuparon por ayudar a Juana, que an con su dificultoso andar pudo subirse al tren sin inconvenientes demostrando que an con la cadera daada conservaba cierto grado de agilidad y pericia. - Los trenes de carga a los que nos subieron, apenas contaban un balde con agua, una pieza de pan y algunas cebollas. La comida no dur para ms de uno o dos das. Haba un barril en el medio del vagn para que hiciramos

    nuestras necesidades. Un vagn con 80 personas y en el medio un barril para que los 80 hiciramos nuestras necesidades. El vagn estaba tan cerrado que apenas unos pequeos ventanucos nos permitan sacar un poco la cabeza para poder respirar. La sensacin all era tan asfixiante que la gente se peleaba para poder asomar la cabeza aunque ms no sea para respirar un rato. David se esforzaba para que la estancia de la familia Galante en el vagn se mantuviera alejada de los focos de conflicto que las privaciones y limitaciones que un viaje de estas caractersticas imponan. Por un motivo que nadie recuerda bien, Moshe hizo casi todo el trayecto del viaje en otro vagn, por lo que las principales tareas de proteccin familiar se repartieron entre David y Rosa. Abraham y Rebeca estaban tan exhaustos como anonadados. Juana, apenas poda moverse (el accidente del balcn pareca haberse potenciado con la asfixiante situacin del vagn y el poco sutil tratamiento de los bastones nazis) y Matilde se vea sumamente perturbada sin terminar de comprender lo que de todas maneras nadie comprenda, en esa inocente edad en donde los pensamientos solo parecen estar guiados por las alas de las mariposas. Cada tanto, el tren detena su marcha en medio del campo para poder vaciar el barril de excrementos. La ocasin tambin era propicia para bajar los cuerpos de los que haban muerto desde la ltima parada. Al arrancar nuevamente, varias decenas de cadveres quedaban tendidos a los costados de las vas. Las paradas eran cada tres das y el clima se iba poniendo cada vez ms denso. En un momento, la formacin pas por Bratislava y la sorpresa invadi a cada uno de los ocupantes del tren. La mayora nunca haba estado en una ciudad as. Pero el clima que se

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    respiraba era atemorizante y la angustia iba ganando un lugar privilegiado en la garganta de cada uno de los integrantes del convoy. Pero alguien esperaba all. David record que uno de los refugiados del barco incendiado frente a las costas de Rodas (que haba conseguido el permiso de permanecer en la isla gracias a que se haba casado con una chica de la comunidad) era de Bratislava. Posiblemente era Adolfo Foh. Al pasar el tren por la capital eslovaca su padre lo estaba esperando. Nadie sabe como se enter que pasara la formacin, pero lo cierto es que pudo gritarle que all estaba y alcanz a arrojarle un pedazo de pan lo suficientemente grande como para compartirlo con los compaeros de su vagn. Esa fue la ltima vez que se vieron. El tren se alej de Bratislava una noche neblinosa con rumbo a un lugar desconocido. El 16 de Agosto de 1944, el cartel Arbeit Mach Frei los esperaba fro y elocuente. Haban llegado a Auschwitz. Era la ltima parada.

    La importancia de estar bien informado La Solucin Final fue para los Nazis encargados del exterminio, la ley mxima que rega sus vidas hasta el final de la guerra. En su viaje a Auschwitz, los judos de Rodas pudieron ver los trenes parados en las estaciones, cargados de soldados. Las rdenes del alto mando alemn eran muy claras. Los trenes que llevaban judos hacia los campos de exterminio tenan prioridad de paso por sobre aquellos que transportaban a los soldados alemanes hacia el frente de batalla. No pareca ser razonable. Pero nada de lo que all sucedi lo fue. Durante todo el trayecto, algunos que se haban informado escuchando la seal de la BBC (antes de ser tomados prisioneros en Rodas) sostenan que nunca llegaran al corazn de Europa: - Primero tenemos que atravesar el mediterrneo que est controlado por los barcos aliados. Pero al llegar al puerto de El Pireo en Atenas, descubrieron cun solos estaban. Nadie hizo el ms mnimo esfuerzo para evitar que lleguen al continente. Si esperaban alguna clase de apoyo de los aliados, podan olvidarse. Ya estaba en claro que nadie los iba a proteger. Ni siquiera una mnima ayuda. Al llegar a Atenas, el discurso de los ms informados cambi por el siguiente: - Tendramos que cruzar medio continente por tierra en una zona de combates donde las vas frreas deben estar daadas y los alemanes deben estar preparndose para recibir el avance aliado. Piensen que los alemanes ya estn retrocediendo en Rusia, en Francia y en Italia. Deben estar con miedo como para preocuparse por nuestro destino. El cartel Arbeit Macht Frei que permaneca colgado en la entrada de Auschwitz confirm con inequvoca crudeza la poca veracidad de todas estas especulaciones.

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    La deportacin de los judos de Rodas hacia Auschwitz desde Atenas, fue una de las ltimas medidas que los Nazis adoptaron en Grecia. Una empresa con un altsimo nivel de organizacin y una capacidad logstica de gran envergadura, y que fue comandada por Adolf Eichmann, permiti hacer llegar a casi dos mil judos desde unas alejadas islas griegas hasta el corazn de Polonia en 27 das atravesando un continente convulsionado y en plena guerra. Fue una tarea finamente diseada e implementada con gran sofisticacin. A los pocos das de la partida del trgico convoy, los alemanes se retiraban de la regin, replegndose del avance aliado. Era como si hubieran hecho lo ltimo importante que les quedaba por hacer en tierras helnicas; una vez que el contingente con los judos de Rodas y Cos abandonaron, primero el Egeo y luego los territorios continentales griegos, nazis y aliados retomaron la batalla. Pareca una de esas stiras blicas en donde ambos bandos solicitan un impasse para hacer sus necesidades en medio de la batalla, y luego continan luchando segn las reglas acordadas.

    Una tarea sin oposicin Luego de tomar el poder y antes de que empezara la guerra, los nazis, proclamando la superioridad de la raza aria, decidieron exterminar a los malos ejemplos de la sociedad. Los imperfectos, los errores que podan poner al descubierto que la raza aria no era perfecta. Y empezaron a eliminar a los lisiados, a los enfermos mentales, a los disminuidos fsicos e intelectuales. Cuando empezaron las matanzas (algunas en cmaras de gas cmo ms tarde padeceran los judos), la iglesia alemana elev una protesta al Reich quejndose por esta situacin. Ellos eran alemanes, eran arios y cristianos como ellos. Quin se senta con autoridad moral como para exterminarlos? Una vez presentada esta queja y advertidos de que la jerarqua eclesistica no tolerara actos de estas caractersticas, los altos mandos nazis decidieron poner fin a este tipo de prcticas con el objetivo de no enfrentarse con la iglesia. Cuando empez el exterminio del pueblo judo, las voces que los defendan eran pocas y fcilmente acalladas. Algunos curas que entendan que no poda ser de buen cristiano permitir que el pueblo judo sea exterminado, salieron a protestar. Pero eran tan pocos y estaban tan desorganizados (la jerarqua eclesistica no quiso ayudarlos de manera orgnica) que no encontraron dnde hacer or su voz y terminaron tambin ellos derrotados, cuando no exterminados. Una gran parte de la clase dirigente europea prefiri perman