Marx Reloaded (Postone)

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  • 9En el primer ttulo publicado por esta coleccin1 se presentaban un con-junto de materiales que abogaban por una reconsideracin del trabajo ale-jada de esencias ontolgicas y transhistricas, reivindicando al mismotiempo su reconceptualizacin en trminos de relaciones sociales. El lti-mo de esos materiales, Repensando a Marx (en un mundo postmarxista),vena firmado por el profesor del Departamento de Historia y EstudiosJudos de la Universidad de Chicago, Moishe Postone y, en el mismo, seestablecan los principales elementos de una relectura categorial de la obramadura de Karl Marx desde la que fundamentar, precisamente, dichareconsideracin del trabajo.

    Coincidiendo con la reciente edicin en castellano de su obra fundamen-tal, Tiempo, trabajo y dominacin social (Marcial Pons-Politopas, 2006), elactual volumen presenta varios artculos de Postone que tienen el mrito demovilizar su relectura categorial de la obra de Marx en dilogo con impor-tantes tericos clsicos (Lukcs, Pollock y Horkheimer) y con otros msrecientes (Derrida, Bell y Mandel). La confrontacin abierta entre hiptesisterico-explicativas alternativas hoy tristemente olvidada en un mbitodel pensamiento social crtico cada vez ms apegado a la generacin de con-sensos simblicos avalados por pretendidas urgencias tcticas sirve aqude vehculo para el desarrollo y la movilizacin de la potencia heurstica rei-vindicada por Postone en relacin con la teora crtica de Marx.

    PrefacioMarx, ms all del marxismoAlberto Riesco Sanz y Jorge Garca Lpez

    1 Garca, J.; Lago, J.; Meseguer, P.; y Riesco, A. (Comp.) [2005] Lo que el trabajo esconde. Materialespara un replanteamiento de los anlisis del trabajo, Madrid, Traficantes de Sueos, Bifurcaciones 1.

  • Esta introduccin no pretende recorrer todos y cada uno de los puntos tocadospor el autor a lo largo del libro, sino, simplemente, destacar algunos de los mayo-res y ms interesantes interrogantes y aperturas surgidos como consecuen-cia de su revisin crtica del denominado marxismo tradicional.

    En concreto: una reconceptualizacin del trabajo como mediacin socialgeneral; la centralidad terica concedida al modo de cambiar de ste y la radicalhistoricidad que caracteriza a la trama categorial con la que Marx acomete, segnPostone, ambas cuestiones.

    Ms tarde, al hilo de dichas propuestas, trataremos de realizar un brevebalance de los repertorios y discursos al uso con los que, actualmente, estamostratando de dar sentido a las transformaciones que se han venido sucediendo enlos pases industriales avanzados desde la dcada de 1970.

    I

    Detrs de la seleccin de dilogos crticos que componen este libro y a modode hilo conductor, encontramos una reflexin terica en torno a la existencia deuna determinada dinmica de desarrollo histrico especfica del capitalismo: laconstituida por el capital.

    Dicha propuesta, que constituye el objeto central del anlisis, se despliega entorno a dos problemticas: a) la crtica, desde una relectura de la obra de Marx,de algunos de los presupuestos que han venido alimentando las lecturas mar-xistas tradicionales de dicho autor; y b) la persistencia, no intencionada, en dife-rentes tentativas de reformulacin de la teora social crtica, de muchos de loslmites asociados con dichos presupuestos del marxismo tradicional, lo que hatenido como consecuencia una notable dificultad para responder adecuadamen-te, en trminos explicativos, a las transformaciones sociales contemporneas.

    Esta segunda problemtica se inscribe de lleno en la interpretacin y el escla-recimiento del porqu y el cmo de la crisis: la que hemos venido significandolos ltimos veinticinco aos con los trminos de globalizacin, neoliberalis-mo, flexibilidad, postfordismo, postindustrialismo, etc. El autor, noscoloca, al respecto, ante la necesidad de evaluarla dentro de una dinmica msamplia y general: la que nos ha llevado del capitalismo liberal de principios delsiglo XX, a su aparente domesticacin, en el segundo tercio del siglo, hasta unasituacin en donde todos los equilibrios, las certidumbres y estabilidades ligadasal perodo de crecimiento de la postguerra, parecen haber saltado por los aires.

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  • La cuestin a responder ser entonces: presentan entonces nuestras socieda-des modernas una trayectoria especfica de la cual cada uno de esos perodosconstituira una fase? De ser as, cul sera el motor de dicho movimiento?

    En lo que se refiere a la primera de las problemticas, la relativa a las insu-ficiencias de las respuestas del marxismo tradicional a estas preguntas,podramos resumirla en la persistencia, dentro de la teora social crtica, delsiguiente planteamiento: 1) un trabajo transhistrico, mediando las relacio-nes entre el ser humano y la naturaleza y, en tanto que tal, supuesto comosocialmente ontolgico, es situado como el fundamento de 2) una teora posi-tiva de una forma natural necesaria de la produccin (la relacionada conel desarrollo de las fuerzas productivas) desde la que se opera una crticanegativa de un modo de distribucin, el nico supuesto como histricamenteespecfico contingente (el relacionado con las relaciones de produccin).Por tanto, el modo de produccin capitalista, el capitalismo, remite aquesencialmente a 3) la vigencia o no de esas relaciones de produccin, lascaracterizadas, segn este planteamiento, por la propiedad privada de losmedios productivos y el mercado como principio organizador del reparto y ladistribucin del producto social.

    De la crtica del marxismo a la reconceptualizacin del capitalismo: trabajo, valor ycapital como categoras histricamente especficas.

    Frente a estos presupuestos transhistricos, comunes al marxismo tradicio-nal, Postone nos va a sugerir, apoyndose en su relectura de la obra del Marxmaduro, que asumir la especificidad histrica de la trayectoria capitalistaimplica que la validez y la significacin de las categoras tericas que emple-amos para pensarla se han de presentar, tambin, como histricamente cir-cunscritas y determinadas. Lo que, ante los planteamientos habituales delmarxismo tradicional, podramos traducir, por ejemplo, como: a) que lahistoria de la humanidad no es la historia de la lucha de clases; b) que el tra-bajo no es, simplemente, la actividad universal productora de bienes y servi-cios que media la relacin de los seres humanos con la naturaleza, en todotiempo y lugar; y, c) que la llamada estructura econmica no es un principiouniversal de articulacin de las sociedades. Es decir, que las clases sociales(como sujeto sociolgico y poltico); el trabajo y su papel, como actividad pro-ductora de bienes y servicios, pero, tambin, como relacin social, como media-cin social general; la existencia misma de una lgica de desarrollo histrico

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  • perceptible, son apuestas tericas que, en Marx, haran referencia nicamentey seran vlidas para las sociedades capitalistas, no pudiendo extrapolar-se a otro tipo de sociedad.2

    Por otra parte, frente a la definicin tradicional del modo de dominacincapitalista como mera apropiacin desigual del producto social (la explota-cin entendida en un sentido estrechamente econmico), Postone conside-ra que esa dinmica histrica (la inscrita en la categora de capital deMarx) implica la existencia de importantes constricciones estructurales quelimitan, en un sentido mucho ms amplio, la posibilidad de autodetermina-cin democrtica. Nos estamos refiriendo, en particular, a las constriccionesresultantes de la confrontacin simultnea en el capitalismo de la transfor-macin del tiempo histrico y de la reconstitucin del tiempo abstrac-to. De esta confrontacin se deriva una presentizacin permanente deltiempo de la vida de las personas (el futuro como repeticin continua delpresente) y la consiguiente alienacin del conjunto de las capacidades ypotencias sociales acumuladas, bajo la forma de trabajo muerto, por dichaconfrontacin.

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    2 Para Postone, existen dimensiones cualitativas y cuantitativas (incremento de contenido y nivelde cualificacin de los asalariados, de desarrollo de la ciencia y de sus aplicaciones tecnolgicas,de las formas adoptadas por la organizacin social de la produccin, de las condiciones de male-abilidad y adaptacin del medio natural a las necesidades humanas, etc.) que se expresan en untiempo concreto histrico, seala Postone, como movimientos dentro de otro tiempo que, por suparte, permanece inmutable: el tiempo abstracto del valor. El fluir histrico existe detrs de esteltimo pero no aparece dentro del marco del tiempo abstracto, no se expresa en l. En la medidaen que el capitalismo avanza hacia sus ms altos niveles de desarrollo, la generacin de riquezamaterial se apoya crecientemente en un proceso de objetivacin de ese tiempo histrico (en laforma de trabajo muerto) ms que en el empleo y gasto de tiempo de trabajo humano inmedia-to. Sin embargo, este contenido temporal histrico permanece velado por la vigencia de lasemitica abstracta del valor que empuja a una presentizacin permanente de dicho tiempo. De aqu lacaracterizacin por Postone de esa dinmica inmanente no lineal como dialctica de la transfor-macin y reconstitucin de, respectivamente, el tiempo histrico (concreto) y abstracto (cf.POSTONE, 2006: 388-89). El capitalismo supone entonces una reconstitucin de la forma de media-cin social cuasi-objetiva basada en el trabajo que constituye el valor. Pero si, de este modo, man-tiene su identidad subyacente, como tal capitalismo, lo hara sometiendo a la sociedad a unaconstante transformacin: de la naturaleza de la produccin, la divisin social y tcnica del traba-jo, la estructura e interrelaciones de las clases y otros grupos sociales, de la naturaleza del trans-porte, la circulacin, los modos de vida, la forma de la familia, etc. Este patrn dialctico habradado nacimiento, segn Postone, a la posibilidad de que la produccin basada en el tiempo his-trico pueda constituirse separada de la produccin basada en el tiempo presente, en el tiem-po de trabajo humano inmediato, en el valor, y de que esa interaccin entre pasado y presente,caracterstica del capitalismo, pudiera ser superada (cf. ibidem: 388-397).

  • Al mismo tiempo, cuando Postone habla de estructura hace referencia a tiposconsolidados e histricamente especficos de la prctica, remitiendo dichostipos, histricamente especficos, de prctica social al anlisis de la formavalor del trabajo moderno, conceptualizada por Marx.3 Nos encontramos, porlo tanto, ante un uso del trmino estructura muy alejado del que ha prima-do en muchos debates tradicionales: el establecido en torno a la definicin dela naturaleza o estructural o actorial, econmica o social, de larealidad (sin importar en qu momento histrico y en qu sociedad). El traba-jo, para Postone, es central en esta nueva perspectiva estructural no porque lainfraestructura econmica sea el aspecto ms importante de la vida socialo la esencia de la sociedad humana, sino porque el carcter abstracto ydinmico de los procesos sociales mediados por ese trabajo en el capitalis-mo constituyen las caractersticas fundamentales de tales procesos y, ambascaractersticas, podran aprehenderse y clarificarse en funcin del papel,histricamente especfico, jugado por el trabajo en esa sociedad. Estaramosante una especificidad que atraviesa tanto las prcticas de los sujetos, comola existencia de las propias constricciones estructurales (cristalizadas tantoen instituciones econmicas como sociales) que esas mismas prcticasinstituyen, reproducindolas.

    Nos encontramos, pues, ante una reivindicacin de la necesidad de nuevosanlisis estructurales del cambio y la transformacin social, histricamentecontextualizados y delimitados, basados en una teorizacin explcita, en clavesrelacionales, del contenido adscrito en ellos a las reglas que nos han permi-tido atar tanto elementos estructurales como actoriales. Reivindicacin de unacontextualizacin histrica que contrasta con muchas de las apuestas que hoy

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    3 Postone sostiene que el carcter abstracto del trabajo capitalista (el inscrito en la forma valorde un trabajo dual simultneamente concreto y abstracto) no encuentra su fundamento en nin-guna propiedad de la actividad fabricadora humana (tal y como el marxismo ha resuelto frecuen-temente) sino en el proceso permanente de comparacin e igualacin de sus resultados por mediodel intercambio. Igualacin permanente de los productos de trabajo forma abstracta de la riquezae igualacin permanente de las actividades de los individuos forma abstracta de las actividadeso trabajo general abstracto por el intercambio de bienes y servicios y capacidades de trabajo,respectivamente, que suponen las dos caras del mismo proceso social. Ambas son el resultado dela generalizacin de los intercambios en trminos de valores equivalentes (realcense stos porvas tanto administrativas como mercantiles). Activado dicho proceso, cualquier clase particularde trabajo pude funcionar como trabajo abstracto y cualquier producto del trabajo como mercan-ca. El trabajo es trabajo general o abstracto en tanto que prctica social objetivadora constitutivade una mediacin social universal: este trabajo no se define por ningn tipo de contenido (fsico,mental, energtico, etc.) adscribible a la actividad misma, se trata de una forma de mediacinestrictamente social que opera sobre el conjunto de las relaciones sociales (cf. ibidem: 183-256).

  • se defienden en nombre de una libertad humana convertida en principio onto-lgico apriorstico cuando no, simplemente, moral, poco til en trminosexplicativos y/o de intervencin poltica.4

    En este sentido, Postone, en su dilogo crtico con Derrida (cf. captulo2), sostiene que la oposicin establecida por este ltimo entre el presen-tismo (al que relaciona con una historia compuesta por presentesmodelizados) y la espectralidad (ligada con la acontecibilidad), correel riesgo de reforzar la falsa (y muy extendida) dicotoma entre necesidad(historia) y libertad (acontecimiento). Aceptar tal dicotoma presuponeque el cambio real slo encuentra un lugar en lo completamente inespera-do e imprevisto, en la pura contingencia.

    La teora crtica del capitalismo, dir Postone, no puede ser una que surja demanera externa al mismo (sobre la base de principios ontolgicos y/o ahistricos:la libertad humana, por ejemplo), sino que debe consistir en una teora crticainmanente, situada en el presente pero capaz de contribuir a la construccin deun proyecto emancipador no condenado a la repeticin perpetua de aquel. Estacapacidad de ir ms all de la reproduccin del tiempo presente estara directa-mente conectada con nuestra capacidad para fundamentar esa teora crtica enun anlisis relacional (y no esencialista) de la dinmica histrica capitalista.

    La comprensin relacional e histricamente contextualizada que efectaPostone de la dinmica de desarrollo capitalista implica, adems, una rupturacon las lecturas deterministas y evolucionistas de la misma, muchas de ellasherederas de Hegel. Ruptura que nos permitira recuperar frente al marxis-mo tradicional otro modo de abordar la relacin entre totalidad y subjetividad.

    En eso consiste la operacin central efectuada al hilo de la discusin conLukcs (cf. captulo 3). La teora crtica de este ltimo se apoya, segn Postone,en el supuesto de la exterioridad transhistrica de un valor de uso y de unasubjetividad inscritos en un trabajo socialmente ontolgico. Esta exteriori-dad con respecto a un capitalismo definido en trminos de mercado y pro-piedad privada, es asumida como la precondicin y la posibilidad de lareconstruccin histrica de una totalidad coyunturalmente bloqueada por esasrelaciones de produccin capitalistas.

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    4 En el mbito explicativo, porque condenan todo anlisis a una descripcin costumbrista y/o auna proyeccin normativa en trminos de deber ser. En trminos polticos, porque hipotecannuestras posibilidades de accin al mero voluntarismo, preferible a corto plazo, sin duda, alderrotismo inmovilista, pero que arroja las consecuencias probables de nuestras acciones almbito de lo ininteligible.

  • Marx, segn Postone, no niega la existencia de esa totalidad pero hace de lamisma el objeto de su crtica. La totalidad sobre cuyas posibilidades histri-cas de abolicin Marx trata de reflexionar implica la no correspondenciaentre sujeto sociohistrico y subjetividad. Marx sostiene que, frente a quieneshan pensado las relaciones capitalistas como un obstculo (externo) al plenodesarrollo del sujeto (identificado con el proletariado): a) el capitalismo conlle-va efectivamente la constitucin de un sujeto histrico: el capital como sustan-cia dotada de dinmica propia, valor que se valoriza a s mismo, sustancia enproceso; sujeto que no se identifica ni con ningn grupo social particular (elproletariado, la burguesa), ni con la humanidad; y, b) tal sujeto histrico noconstrie, escinde o mutila ninguna subjetividad exterior y/o natural, sinoque produce subjetividades inditas.

    Esto supone, segn nuestro autor, que las relaciones sociales bsicas delcapitalismo no deben ser definidas en trminos de clase, sino en trminos deformas de mediacin social: una forma de dominacin de las personas por eltiempo que sera diferente de la mera dominacin de clase.5 El proletariado (yel trabajo por l efectuado) no es el sujeto histrico cuya realizacin y afirma-cin posibilitara la abolicin del capital. No constituye ningn punto externoal capital en el que anclar la crtica al capitalismo. Al contrario, la superacindel capital requerira de la abolicin del trabajo (como mediacin social gene-ral) y del proletariado.

    Lo que Marx, segn la lectura de Postone, est efectuando no es una crticadel capitalismo desde el punto de vista del trabajo; ni una crtica de la dimensinabstracta del valor en nombre del valor de uso (como si uno y otro fueran desga-jables); no es una crtica de unas relaciones de produccin basadas en la pro-piedad privada y el mercado (entendidos entonces como los principales obst-culos al libre desarrollo de las fuerzas productivas, al trabajo convertido entotalidad). Se trata ms bien de una crtica al trabajo en el capitalismo, de una cr-tica a la totalidad identificada con el capital y constituida por el trabajo, siendoambos capital y trabajo objetos de la crtica.

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    5 Tal y como seala Postone: Las estructuras cuasi-objetivas comprendidas en las categoras de lacrtica de la Economa poltica de Marx no velan las relaciones sociales reales del capitalismo, esdecir, las relaciones de clase, al igual que no ocultan al sujeto histrico real, esto es, al proleta-riado. Por el contrario, dichas estructuras que, adems, no son estables, sino histricamentedinmicas constituyen las relaciones bsicas de la sociedad capitalista (cf. captulo 3).

  • De la reconceptualizacin del capitalismo a la crtica del marxismo: uncapitalismo sin capital?

    En la primera parte de este epgrafe nos hemos centrado en la crtica efectuadapor Postone a los presupuestos habituales del marxismo tradicional (exteriori-dad del sujeto y de la crtica con respecto al capitalismo, ontologizacin deltrabajo, explicaciones transhistricas de los procesos sociales, interpretacineconomicista del capitalismo y de las categoras marxianas, etc.), sealandoalgunos de los callejones sin salida tericos y prcticos a los que conducela aceptacin de tales presupuestos. Habiendo esbozado apenas algunos posi-bles caminos desde los cuales reformular nuestra comprensin del capitalismo,este nuevo apartado pretende ahora abordar, brevemente, la segunda de lasproblemticas del libro que sealbamos al comienzo de la introduccin: la dela crisis y los profundos cambios que viven nuestras sociedades, as como lasdificultades de la teora crtica para dar cuenta de dichas mutaciones.

    En este sentido y con objeto de introducir algunos elementos desde loscuales repensar las transformaciones acaecidas tras la crisis de la dcada de1970, Postone, por medio de los desarrollos de la Escuela de Frankfurt, dialo-ga crticamente con las conceptualizaciones del capitalismo subyacentestras un tipo de periodizacin del desarrollo histrico que sigue resultando,hoy, un lugar comn en buena parte de la teora social crtica.

    Se trata de ese tipo de periodizacin que caracteriza al capitalismo deci-monnico y de principios de siglo XX (liberal) en torno a la anarqua delmercado y la vigencia de la propiedad privada de los medios de produccin.Y que piensa el capitalismo de la segunda mitad del siglo XX (postliberal)el que sirve hoy en muchos casos como tipo-ideal (fordismo, keyne-sianismo, estado del bienestar, sociedades de la norma social deempleo, etc.) desde el que evaluar (negativamente) las transformacionescontemporneas como articulado en torno a una gestin estatal y/o buro-crtica del mbito econmico. El paso de un tipo a otro de capitalismo,habra conllevado, asimismo, un deslizamiento de las tensiones y conflictossociales fundamentales de las esferas econmicas y productivas hacialas polticas y/o sociales.

    No obstante, este desplazamiento hacia una formacin social supuestamen-te capaz de gestionar (polticamente) la esfera econmica por medio de laaccin del Estado, no impidi a estos autores seguir denominando a estassociedades y conflictos como capitalistas. Cul era entonces el contenido

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  • de esos nuevos conflictos que posibilitaba, pese a las transformaciones registra-das, seguir haciendo referencia a formaciones sociales de carcter capitalista?Postone va a dar cuenta de dos respuestas diferentes a dicha cuestin: la dePollock y la del ltimo Horkheimer (cf. captulo 4).

    Segn el primero, Pollock, el carcter an capitalista de esos conflictos remi-ta a su enraizamiento en antagonismos de clase. As pues, la esencia delcapitalismo estribara ahora, ms all de la propiedad privada y el mercado, enel antagonismo de clase. El capitalismo postliberal habiendo abolido losrasgos anteriores conservara el carcter antagonista, de ah su caracterizacincomo esencialmente capitalista.

    Para Horkheimer, sin embargo, la contradiccin propiamente capitalistaentendida al modo del marxismo tradicional entre las fuerzas produc-tivas y las relaciones de produccin6 habra sido definitivamente supera-da con el capitalismo postliberal. Con ello se demostrara que: a) la domi-nacin no resida en el capital sinnimo aqu de un modo de produccinmediado por una distribucin organizada por el mercado y la propiedad pri-vada, sino en la razn tecnocrtica o instrumental basada en el trabajomismo concebido ste como accin humana transhistrica relativa a ladominacin de la naturaleza; y, b) la emancipacin ya no depende delcarcter intrnsecamente contradictorio de la totalidad social, sino que seubica ms all, o ms ac, de sta.

    Desde el planteamiento avanzado por Postone, ambas respuestas planteanproblemas. Por ejemplo, en el primer caso, en qu consistira para Pollock elcarcter de clase de los conflictos y antagonismos contemporneos si lasrelaciones de produccin capitalistas (entendidas stas al modo del marxis-mo tradicional) han sido superadas? En una apelacin indeterminada a lasrelaciones de poder, de dominacin o de desigualdad sociales, relaciones todasellas entendidas de modo transhistrico. En otros trminos, el supuesto de laprdida de la autonoma y funcin de las leyes econmicas con la emergen-cia de un modo consciente de distribucin y de regulacin social, desemboca

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    6 Es decir, que las relaciones de produccin capitalistas, definidas por la propiedad privada de losmedios de produccin y la organizacin social en torno al mercado, seran el principal obstculoal libre, y casi natural, desarrollo de las fuerzas productivas. O, dicho en otros trminos, que lacontradiccin bsica del capitalismo sera la que enfrenta a la produccin industrial entendidacomo un mero proceso de carcter tcnico versus el modo de distribucin burgus (la propiedadprivada y el mercado): salvado dicho modo burgus de distribucin, siempre podramos salvar laproduccin industrial y, con ella, el trabajo y a sus protagonistas, los proletarios.

  • en la conceptualizacin paradjica de un capitalismo de Estado que no seacompaa de una reelaboracin de la categora de capital que justifiquedicha conceptualizacin. En cuanto al anlisis de Horkheimer, qu habramosganado con una teora cuyo carcter crtico se deriva de su no pertenencia aeste mundo, de su ubicacin fuera del mismo, en un deber ser utpico queno resulta ya consustancial a ningn es contradictorio?7

    La utilidad de la reformulacin que efecta Postone del modo marxista tra-dicional de pensar el capitalismo queda tambin patente en su dilogo crticocon algunas de las tentativas contemporneas de dar cuenta de la dinmica decambio de las sociedades capitalistas avanzadas: nos referimos a la teora pos-tindustrial de Bell y la teora del capitalismo tardo de Mandel (cf. captulo 5).Se trata de dos planteamientos significativos por su carcter pionero a la horade enfatizar que las sociedades capitalistas de la dcada de 1970 estabanviviendo una profunda transformacin que obligaba a considerar la emergen-cia de una nueva fase o etapa de desarrollo, as como a definir las principalescaractersticas de la misma. Para empezar: si se trataba, o no, de una supera-cin propiamente dicha del capitalismo.

    Pese a la existencia de diagnsticos y nfasis diferentes en un autor y otro, elinters de comparar, segn Postone, ambos planteamientos deriva de que susanlisis, con sus aciertos y debilidades, apuntan a la necesidad de una teora cr-tica del capitalismo alejada de los presupuestos del marxismo tradicional y capazde dar cuenta de las novedosas transformaciones subrayadas por ambos.

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    7 Estos problemas, as enunciados, distan de remitir en exclusiva a los autores interpelados, consti-tuyendo hilos fecundos de los que tirar en relacin con el debate crtico con algunas formulacionesactuales sobre el sentido del desarrollo histrico del capitalismo contemporneo. Muchas de estasformulaciones tienden, como Pollock, a explicar el modo de dominacin capitalista en trminos derelaciones de poder antagonistas entre dimensiones y sujetos instituyentes e instituidos de la socie-dad, explicacin que nos conducira a la paradoja de un capitalismo sin valor, ni capital.Asimismo, la disolucin efectuada por Horkheimer del carcter intrnsecamente contradictorio de lasociedad capitalista que es lo que le permite hablar en trminos de una crtica no inmanente, sinoexterna, al capitalismo acaso no guardara semejanzas con cierta bsqueda actual de saberes yprcticas subalternos o minoritarios a los que se presupone situados fuera de, ms all, irre-ductibles a en los que fundamentar y dotar de legitimidad y eficacia a nuestros discursos y prc-ticas polticas? Ambos problemas resurgen cada vez que se nos coloca, explcita o implcitamente,ante la exterioridad como el nico punto de apoyo posible para el pensamiento crtico: ante un suje-to transhistrico emancipador (las clases dominadas, encarnadas en esta ocasin por el proletariado),merced a sus procesos de autoconciencia, sus prcticas de autovalorizacin, etc., colocado ms acde las relaciones de dominacin capitalistas; como potencia social y excedente subjetivo irreductiblea las regulaciones y formalizaciones del capital o del sistema, etc.

  • Bell parte de una definicin del capitalismo tpica del marxismo tradicional: centra-da en la propiedad privada y el mercado. De forma que, ante las semejanzas palpa-bles existentes entre las sociedades capitalistas y la sociedad sovitica de la poca(desarrollo de la produccin industrial, procesos de racionalizacin de la vidasocial, primaca de lgicas economizantes, etc.), deduce que hablar en trminos demodos de produccin capitalistas y socialistas no permite comprender la dinmicade desarrollo subyacente a las sociedades modernas. Plantea, en este sentido, quesera preferible hacer referencia a sociedades industriales (de las que tanto laURSS, como los pases capitalistas, seran ejemplos concretos) y postindustriales.

    Las sociedades postindustriales, el tipo de sociedad que estara emergiendotras la crisis de la dcada de 1970, se caracterizara por: la sustitucin del proleta-riado por una nueva clase de trabajadores del conocimiento y de la clase capitalistapor una nueva clase de administradores profesionales y cientficos; por la desapa-ricin de la funcin social de la propiedad privada; por la terciarizacin de la eco-noma y la centralidad de la informacin, etc. Se tratara, en definitiva, de unasociedad postproletaria y postcapitalista, caracterizada por una primaca del mbi-to poltico sobre el econmico (equiparado por Bell con el mercado), y de las lgicassociologizantes sobre las lgicas economizantes propias de las sociedades industriales.

    La cuestin a plantearse ser, por lo tanto, la siguiente: dnde ubica Bell elmotor del cambio histrico que le permite hablar del paso de sociedades indus-triales a sociedades postindustriales y, desde este punto de vista, del trnsitohacia sociedades postcapitalistas (o en proceso de superacin del capitalismotpico de las sociedades industriales)?

    Segn Postone, la respuesta a esta pregunta se sita para Bell en la tecnolo-ga. Cuestionando de manera acertada que aquello que diferencia a lassociedades capitalistas de las socialistas sean las relaciones de propiedad, Bellsepara en dos ejes diferenciados, el eje tecnolgico y el eje de las relaciones socia-les, lo que Marx interpretaba de manera interrelacionada como fuerzas y relacio-nes sociales de produccin. Al atribuir a Marx errneamente una identifica-cin de las relaciones sociales capitalistas con las relaciones de propiedad, yhabindose desmarcado, como hemos visto, de las explicaciones en dichos tr-minos, Bell terminar por poner el nfasis en el eje tcnico, vindose atrapado enel determinismo tecnolgico a la hora de explicar la dinmica social.8

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    8 As, la tecnologa es, segn Bell, la que ha transformado las relaciones sociales y nuestras formasde mirar el mundo (la cultura). El eje tcnico subrayado por Bell queda pues al margen de las rela-ciones sociales y, por tanto, de cualquier tipo de explicacin sociolgica (cmo se produce el desa-rrollo tecnolgico?, por qu toma la direccin que toma?).

  • Asimismo, junto al determinismo tecnolgico, otra de las dificultades del an-lisis de Bell radica en su pretensin de dar cuenta de fenmenos sociales gene-rales en trminos de cultura (entendida como una esfera social independientede las dems). Bell haba identificado las sociedades industriales con la hege-mona de una lgica economizante compuesta de valores culturales que moldea-ran la economa y el conjunto de la sociedad de manera independiente a lasrelaciones y estructuras sociales. De hecho, las dificultades registradas enrelacin al pleno desarrollo de una sociedad postindustrial (y de su lgicasociologizante caracterstica) procederan de la permanencia de la ideologaeconomizante. Bell refuerza as, implcitamente, el supuesto de un mbitocultural que, como variable independiente, explicara la persistencia delconflicto tras la abolicin de los antagonismos tpicos de las sociedadesindustriales (las crisis econmicas consustanciales, en el mbito de la distribu-cin, a la vigencia del mercado y la propiedad privada).

    De este modo, Bell, habindose deshecho de la interrelacin existente entrefuerzas y relaciones de produccin interrelacin de donde surgira, segnMarx, una dinmica histrica direccional y no lineal exclusiva de las sociedadescapitalistas no le queda otra que apostar por un esquema evolutivo transhis-trico y lineal: preindustrial, industrial (ideologa economizante), pos-tindustrial (ideologa sociologizante). Este modelo explicativo, adems decuestionable empricamente, sigue sin explicar de manera convincente el tipode procesos y relaciones sociales que llevan a pasar de una etapa a otra.

    Bell se desembaraza, de este modo, de la determinacin explcita del carc-ter de las relaciones sociales capitalistas y, por ende, de su teorizacin, parapresentarlas exclusivamente como dinamizadas por la tecnologa y la cul-tura. En otros trminos: an cuando cultura, tecnologa y estructura ototalidad social se afirmen como implcitamente interrelacionadas en, y por, elparticular patrn transhistrico evolutivo propuesto por este autor, la explica-cin del contenido adscrito a dicha interrelacin permanecer en cuarentena,de forma indefinida, dentro de su obra.

    Por su parte, el anlisis de Mandel, pretenda fundamentar socialmenteaquellas mismas transformaciones por medio de una teora del capitalismo quepostula la existencia de una dinmica no lineal en forma de ciclos u ondas lar-gas de desarrollo. A diferencia de Bell, Mandel sostiene que la explicacin delas transformaciones sociales contemporneas, as como de los conflictos y con-tradicciones presentes en ella (como el mantenimiento de la pobreza en socie-dades cada vez ms opulentas; el incremento o no reduccin del tiempo detrabajo en sociedades caracterizadas por el desempleo estructural, etc.) deben

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  • abordarse desde la perspectiva de una sociedad capitalista que denominacomo capitalismo tardo y, en ese sentido, a partir de la teora del valor formu-lada por Marx.

    La lectura efectuada por Mandel de la teora del valor de Marx le permitirexplicar el carcter cclico y contradictorio de la acumulacin de capital y, endefinitiva, del desarrollo capitalista (incluido el desarrollo tecnolgico).Mandel, fundamentando los procesos de cambio socioeconmico en relacionescapitalistas, evita as las explicaciones evolucionistas y deterministas, desde unpunto de vista tecnolgico, de Bell.

    Sin embargo, pese a los aciertos de Mandel,9 su planteamiento se ver limi-tado, como vimos en los autores anteriores, por una definicin tradicional delcapitalismo en trminos de propiedad privada como fundamento del procesode valorizacin.

    Este planteamiento de Mandel prximo al marxismo tradicional, tal y comoseala Postone (cf. captulo 5): Tiende a reproducir las clsicas antinomias deestructura y accin, de dimensiones objetivas y subjetivas de la vida social, enlugar de situarse ms all de ellas (...). [Mientras que] una teora del valormenos ortodoxa podra abrir el espacio para un anlisis de la transformacinestructural que fundamentase esas transformaciones en tipos de prctica hist-ricamente especficos; (...) podra relacionar estructura y prctica de manerasistemtica, explicando las estructuras en relacin con la especificidad dedeterminados tipos de prctica, ms que presuponiendo o negando la existen-cia de las estructuras; podra, asimismo, fundamentar tericamente la dinmi-ca histrica de la sociedad moderna y dilucidar su carcter no lineal.

    En definitiva, cabe concluir con Postone que tanto la visin optimista delmarxismo tradicional, como la crtica pesimista de la teora crtica, compartenla misma interpretacin del trabajo en el capitalismo como trabajo [transhis-trico]; lo mismo que ocurre con marxismos interpelados y/o corregidos porBell y Mandel. Precisamente, es de esta interpretacin comn de donde deriva-

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    9 Captar de manera no lineal y no determinista la dinmica de desarrollo capitalista; dar cuentade muchos de los cambios recientes caractersticos del capitalismo tardo creciente importanciade la tecnologa y el conocimiento cientfico, crecimiento no lineal, carcter cclico y no definitivode las polticas intervencionistas en la economa, etc. y de la dinmica capitalista en general diferencia entre procesos de creacin de riqueza material y procesos de valorizacin, y, en este sen-tido, diferencia entre progreso tecnolgico (productividad) y crecimiento econmico (beneficios);abordaje de la dinmica global del capitalismo y de la interrelacin entre los procesos de desa-rrollo y subdesarrollo; etc.

  • ran sus problemas a la hora de explicitar el contenido, en trminos de unaforma histricamente especfica del conjunto de las relaciones sociales, deaquello que insistan en seguir conceptualizando, de un modo u otro, comocapitalismo. Por consiguiente, antes de aceptar la conceptualizacin marxis-ta tradicional del capitalismo (propiedad privada y mercado), y, ante sus evi-dentes debilidades de cara a abordar la fase postliberal, proponer, simplemen-te, corregirla o adecuarla (habindola, no obstante, dado por buena para la faseanterior), para Postone sera necesario tomar en consideracin la hiptesis deque quizs los elementos tradicionalmente movilizados de cara a la conceptua-lizacin del capitalismo requiriesen de una profunda reformulacin, empezan-do por el trabajo mismo.

    II

    El grueso de los debates y autores que Postone interpela en este libro nos remi-ten, pues, a teorizaciones acerca de las transformaciones que se operaron en lospases industrializados tras la Segunda Guerra Mundial. Como hemos seala-do, tras dichas teorizaciones subyaca la necesidad de una reconceptualizacindel contenido y las contradicciones bsicas adscritas por el marxismo tradicio-nal en trminos de propiedad privada y de mercado al capitalismo y sudinmica. El autor nos propone as volver sobre aquellos intentos de reconcep-tualizacin con el objetivo de contribuir al esclarecimiento y la superacin dealgunos de los obstculos a los que actualmente nos enfrentamos en relacincon la interpretacin de los grandes procesos que han vuelto a torcer esa tra-yectoria de desarrollo desde la dcada de 1970.

    Nuestras dificultades actuales no remitiran tanto a la absoluta novedad yheterogeneidad de las dinmicas que se han venido generalizando desdeentonces novedad y heterogeneidad que, se nos dice en ocasiones, nos esta-ran obligando a improvisar, a reinventar desde cero, nuevos conceptos ade-cuados a una realidad supuesta como radicalmente otra como a un dficitde discusin sobre los lmites de miradas que, a la postre, se han revelado inca-paces de prever los procesos actuales y, por tanto, quizs tampoco hayan diag-nosticado acertadamente las dinmicas de entonces.

    Cabe, pues, dar un paso ms all en esta direccin, aprovechando las herra-mientas que nos brinda Postone, para tratar de articular un breve balance provi-sional crtico respecto de los repertorios de los que nos hemos venido sirviendo

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  • ltimamente para tratar de teorizar y recolocarnos, tambin, polticamentefrente a las transformaciones actuales. No se trata, por nuestra parte, de zanjarcon ello discusin alguna, sino de poner en movimiento su relectura categorialde la teora crtica de Marx para insistir en la importancia y el inters de esa mira-da autorreflexiva sobre nuestra forma de hacer hablar al presente.

    A nuestro juicio, entre la heterogeneidad de las propuestas e intentos deexplicacin de las transformaciones relativas a la ltima fase del desarrollocapitalista, en el entorno europeo, es posible identificar dos marcos interpreta-tivos recurrentes, fundados en dos repertorios conceptuales: el del trabajo yel del empleo. El primero de ellos remite a un pretendido cambio en la natu-raleza del trabajo mismo, entendido como el hilo de Ariadna del que tendra-mos que tirar para que los procesos se nos volvieran inteligibles. El segundo,por su parte, apunta a un cambio de naturaleza en las polticas de empleo delEstado, de sus modalidades de regulacin social y de las estrategias de actorese instituciones laborales como los ejes necesarios para la construccin de undiagnstico acertado de nuestro presente.

    Desde la primera de estas propuestas interpretativas, la naturaleza del tra-bajo habra cambiado. Nuestra poca estara caracterizada por una alteracinindita de un trabajo que deviene potencialmente actividad abierta a la sor-presa, al cambio y al acontecimiento (cf. SCHWARTZ, 1988; ZARIFIAN 2001; VELTZ,2000). Se tratara de un trabajo que moviliza lenguaje e informacin (comu-nicacin), afectos y solidaridades (subjetividad, cooperacin). Un trabajo queno se dejara contener en normas y reglas, pues las desborda, inventndolas yreescribindolas sin cesar. Un trabajo que ya no es susceptible de ser encor-setado en procedimientos prescritos, ni capturado en escalas de cualificacin yjerarquas salariales. Todo ello subyace, en mayor o menor medida, tras el diag-nstico comn de un modelo taylorista-fordista de gestin social de la acti-vidad humana en vas de sustitucin por un modelo postfordista.

    Los escenarios en los que esta mutacin se constata varan segn los discur-sos: desde el aumento del trabajo independiente (cf. GORZ, 1998), a la emergen-cia en las viejas empresas fordistas de nuevas formas de organizacin del tra-bajo por grupos autnomos (cf. KERN y SCHUMANN, 1988; CORIAT, 1993), a lapujanza econmica alcanzada por las constelaciones de pequeos productoresagrupados en, por ejemplo, distritos industriales marshallianos (cf. BECATTINI,1987; BAGNASCO, 1988; PIORE y SABEL, 1990). Para muchos autores es un trabajode servicios (cf. GORZ, 1995) por proyectos (cf. BOLTANSKI y CHIAPELLO,2002), inmaterial o afectivo (cf. LAZZARATO y NEGRI, 1990; LAZZARATO, 1993)que estara impulsando esta transformacin, por la que hoy mandara en laproduccin social una fuerza de trabajo colectiva que se movera en espacios

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  • de cooperacin autnoma, dentro y fuera de las empresas. Cooperacin aut-noma cuya necesidad funcional revelara el giro operado por los discursos degestin empresarial, basados en la expropiacin de la subjetividad y ya no enla prescripcin de movimientos e intensidades (cf. CLOT, 1995; LINHART, 1994;COUTROT, 1998), etc.

    En sntesis, la separacin entre el trabajo (entendido como un conjunto detareas a realizar para la produccin y la reproduccin social) y el trabajador(como el agente colectivo portador de las capacidades necesarias para realizaresas tareas) se mostrara hoy, segn estos discursos, como una separacin con-traproductiva. La creciente importancia concedida a la comunicacin, la inicia-tiva, la capacidad de resolucin de problemas, la innovacin, etc., hablara de laposibilidad y la necesidad de implementar, a escalas sociales generales, nuevasformas de produccin y cooperacin social que integren armnicamente lo quedurante la pasada fase, taylorista-fordista, estuvo separado, fragmentado, balca-nizado: el trabajo y su trabajador (cf. FRIEDMANN, 1961; FREYSSENET, 1977;DURAND, 1979; CORIAT, 1982).

    Desde el segundo de los repertorios tericos sealados, el acento se colocaen las nuevas modalidades de trnsito por los mercados de trabajo acceso,permanencia y salida de los mismos (cf. MARUANI Y REYNAUD, 1993; MICHON,1994). El diagnstico consiste en afirmar que el cambio fundamental es el quenos ha llevado de la regulacin a la desregulacin: del Estado (asegurador ygarante de derechos y deberes) al mercado (con sus caprichos y azares); de lavida normada y pautada a la inseguridad y precariedad; de consensos entreactores colectivos a una individualizacin de las estrategias de accin social, yla prdida de poder social de negociacin para los asalariados; de la limitaciny acotacin polticas de las lgicas mercantiles a la colonizacin de los mundosde vida por las representaciones econmicas (cf. CASTEL, 1997).

    Si los estatutos salariales, las escalas de cualificacin y los propios mercadosde trabajo son construcciones o convenciones sociales (cf. DOERINGER Y PIORE,1985), la actual deriva hacia la flexibilidad y precariedad de los empleos, ladestruccin de las carreras y las vidas de trabajo, el desmantelamiento de lasgarantas y seguridades sociales, no debera ser interpretada como el resultadode ningn proceso ciego e inexorable (cf. MARUANI, ROGERAT Y TORNS, 2000).Bien al contrario, se tratara de un desplazamiento en las relaciones de podernegociacin social y de saber representaciones y discursos (cf.VILLA, 1990), de una victoria de las polticas y estrategias econmicas de corteneoliberal. Victoria, ms o menos coyuntural, que habra desembocado en unacrisis del modelo de cohesin social ensayado en el marco de los estados del

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  • bienestar y las polticas econmicas keynesianas. Las consecuencias sociales deesta transformacin son bautizadas de diferente manera, pero con igualesresultados degradantes: anomia, individualizacin negativa, desafi-liacin social, crisis de la ciudadana, etc, (cf. CASTEL, 1997; LE GOFF, 1999).

    El trabajo reconceptualizado por Postone, a partir de su relectura categorialde la obra de Marx, nos obligara a reconsiderar las virtualidades explicativas(y polticas) que se han venido adscribiendo a estos planteamientos.

    As, en primer lugar, todo sucede como si ambos repertorios propusierancomo criterio de inteligibilidad del presente un pretendido combate antitticoentre la lgica de la economa y la lgica de la sociedad.

    Para el primero de ellos, en trminos positivos, la presupuesta penetracinde lo social (comunicacin, cooperacin, afectividad, etc.) en el coraznmismo de lo econmico (los procesos productivos) bloqueara tendencial-mente la capacidad de las gramticas de dominacin, esencialmente formales,abstractas y cuantitativas, caractersticas del capitalismo (el valor y el dinero)para seguir gobernando el conjunto de las relaciones sociales.

    Para el segundo, en trminos negativos, los procesos actuales (desregula-cin de las relaciones laborales, dualizacin de los mercados de trabajo, incre-mento de los niveles de desempleo, etc.) son interpretados como reflejos de unavictoria simblica coyuntural de las representaciones neoliberales (el merca-do autorregulado como fundamento del orden social). Representaciones queautonomizaran lo econmico frente a lo social, el contrato individual fren-te a la regla colectiva, los automatismos del dinero y la competencia de losagentes econmicos frente a la norma y la cohesin de los agentes sociales, con-tribuyendo as al desarrollo de toda una serie de patologas sociales compren-didas bajo la vieja rbrica durkheimniana de la anomia.

    Por lo tanto, siguiendo la relectura categorial de Postone de la teora crticade Marx, ambos parecen partir de la autonomizacin de categoras inmanentesa la sociabilidad capitalista (trabajo concreto, trabajo abstracto; valor deuso, valor de cambio) buscando en ellas los puntos de apoyo para una pre-tendida superacin de las formas de dominacin contemporneas.

    De esta forma, los dos planteamientos podran estar contribuyendo, en laactualidad sin pretenderlo a consolidar, bajo nuevos modos, uno de los puntosciegos fundamentales del marxismo tradicional: el presupuesto de una exteriori-dad del trabajo, los trabajadores, la utilidad y las necesidades sociales esto es, de los valores de uso en relacin con la fuerza de trabajo, el salario,

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  • el precio y las necesidades econmicas (el beneficio) esto es, en relacin convalores y valores de cambio. Preestablecida esta exterioridad, la relacinentre ambas dimensiones es supuesta como antagnica: el progreso del valor, lamercanca, el beneficio y el mercado, el progreso de la abstraccin econmica,no podra sino presentar como su correlato necesario la aniquilacin progresivade utilidades, necesidades y subjetividades sociales, esto es, una regresin de lamaterialidad social, un empobrecimiento paulatino de los vnculos sociales.

    Por el contrario, el trabajo entendido como mediacin social, y el arsenalconceptual marxiano aplicado a su anlisis por Postone, nos colocan frente auna imbricacin de lo social y lo econmico en la cual valores de uso y valores,trabajos concretos y abstractos, temporalidades concretas (histricas) y tempo-ralidades abstractas conforman dimensiones inseparables de un mismo modo dedominacin. El valor no remite exclusivamente a lo econmico. El trabajadorcolectivo no es el representante, en la produccin, de una sociabilidad externa,potencialmente autosuficiente y naturalmente enfrentada a los procesos de valo-rizacin capitalistas. La forma valor de las relaciones sociales conforma y regulaesas mismas relaciones sociales, no las aniquila ni disuelve. La contraposicin, laoposicin, entre el trabajo concreto y el trabajo abstracto no es la oposicin entreel buen trabajo el directamente social y el mal trabajo el indirecta-mente social, etc. La liberacin marxiana del trabajo remite a la desaparicinde esta dicotoma, a la posibilidad, inmanente a la propia trayectoria de desarro-llo capitalista, de que la mediacin social general constituida por un trabajosimultneamente concreto y abstracto se convierta en un factor marginal para laregulacin del conjunto de los tiempos sociales de vida de las poblaciones.10

    Sin embargo, siguiendo a Postone, mantener esa pareja conceptual, buscan-do la victoria de una de sus dimensiones sobre la otra, supone mantener un sis-tema de argumentacin que se anclara, de hecho, en las formas en las que lasrelaciones sociales capitalistas se manifiestan para el sentido comn. Partir, portanto, de un conflicto entre la determinacin y la libertad, la economa y lasociedad, el mercado y la planificacin (o la norma), el inters pecuniario yla cooperacin social, la clase obrera como entregada a la recuperacin de unvalor de uso para s (la autovalorizacin de la clase), frente a un capitalocupado en la conjuracin permanente de dicha posibilidad, etc., podra noconstituir otra cosa que intentar traducir en otro lenguaje las certezas desde lasque los asalariados fundamentan su actuacin como tales asalariados.

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    10 En vez de postular un afuera desde el que fundar una visin crtica, son las contradiccionesque en su desarrollo arrastra y generaliza el capital las que nos proporcionan un adentro en elcual dicha crtica aparece como posible y necesaria.

  • Estos planteamientos, en segundo lugar, implican, por otra parte, una deshis-torizacin y una naturalizacin de los elementos conceptuales movilizados enla interpretacin. El trabajo-actividad, los productos-utilidades, la negociacinpoltica de normas y convenciones, etc., elementos ligados, todos ellos, a ins-tancias transhistricas (la actividad creadora, socialmente ontolgica; la cohe-sin social) y exteriores, previas al desarrollo de las formas capitalistas dedominacin, presentan como conteniendo, en s y por s mismos, los principiosde superacin de esas formas de dominacin. Esto es lo que permite, por unlado, dar por conocidos los envites que subyacen tras la actuacin de los agen-tes y, por otro, que nos veamos obligados a restringir nuestros anlisis a aque-llos fenmenos susceptibles de desvelarse como determinados por las accionesy estrategias de individuos o actores sociales particulares.

    Efectivamente, en estos repertorios, bien bajo la forma de la cooperacinsocial autoorganizada, bien bajo la forma del Estado y sus instituciones, nosencontramos en muchos casos ante instancias relativas a lo social frente alo econmico, lo concreto frente a lo abstracto, lo simblico frente a lomaterial que resultan, en cada caso, los datos o presupuestos de partida(nunca los resultados) del anlisis. Lo que confirma que las formas de domina-cin capitalistas son supuestas como dependiendo de relaciones sociales directasentre actores. La especificidad de la teora social crtica consiste entonces, segnestos planteamientos, en descubrir, tras las apariencias objetivistas con que lasclases dominantes la encubren, los valores, intereses y estrategias particularesque se hallaran desde siempre en su origen. Este tipo de planteamientos, tenden-tes a absolutizar el papel de los actores, no vacan completamente de sentido lapregunta por el contenido especfico de la relacin social misma, por los proce-sos y condiciones sociales que habilitan a esos actores como tales actores, esdecir, por las reglas del juego social?11 El problema nuclear de la teora social, la

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    11 Para muchos tericos sociales actuales el carcter social del trabajo responde simplemente alhecho de resultar l mismo, en tanto representacin, el producto de una lucha poltica. El tra-bajo sera entonces social porque, en definitiva, detrs de las actividades de las personas y losestatutos sociales ligadas a ellas estn siempre las personas mismas y las luchas y relaciones questas mantienen entre s (cf. PAHL, 1984). Todas las posiciones ocupadas por trabajos y trabajado-res en los distintos rdenes sociales presentaran as un mnimo denominador comn: ser equi-parables al resultado de las luchas entre unos u otros actores sociales por resignificarlas. Desdeeste tipo de planteamientos se obvia que la definicin sociolgica de los estatutos ocupados pordichos actores y la especificidad histrica de las luchas que dirimiran entre ellos dependen estre-chamente de la forma social e histrica del vnculo que los liga entre s y los conforma como tales actores.El lugar social del trabajo no es el resultado de las luchas de actores transhistricos y abstrac-tos (clases dominadas y dominantes inscritas en unos u otros rdenes sociales), sino la matriz

  • dilucidacin de los procesos de transformacin y reconstitucin permanentes delas colectividades sociales, puede presentarse as como resuelto antes de habersido siquiera planteado.

    Por ltimo, desde el punto de vista de sus traducciones polticas, losrepertorios que venimos evaluando van a oscilar permanentemente entre unacierta idealizacin positiva de determinados aspectos ligados a unas condi-ciones de vida, empleo y trabajo y el miserabilismo. Esa idealizacin positivade tales condiciones de vida , empleo y trabajo, opera cada vez que de lasmutaciones recualificantes de la fuerza de trabajo, de las componentes comu-nicativas o afectivas adscritas al trabajo concreto se extrapolan, de maneraunilateral, efectos antagonistas. Dicha extrapolacin slo puede mantenersedesde una confusin entre las dimensiones concretas y abstractas del trabajo.Disipada dicha confusin se entiende, como seala Postone, que el peso cre-ciente de la ciencia, la tecnologa, la formacin, la organizacin social, etc., enrelacin con el aumento de los niveles de productividad es decir, en sus tr-minos: el incesante aumento del peso del tiempo histrico en la generacinde una magnitud creciente de riquezas materiales no suprime, por smismo, de modo lineal, la vigencia y reproduccin permanentes de la necesi-dad del tiempo de trabajo humano inmediato, que constituye la base de losprocesos de valorizacin. Dicho de otra forma: que el trabajo concreto deven-ga comunicacin no significa que la fuerza de trabajo cese tendencialmentede recibir un valor y que ese valor cese de encontrarse determinado pormecanismos automticos, generales y cuasi-objetivos.

    El miserabilismo, por su parte, se pone a operar al presentar como correlatounilateral del avance de las estrategias neoliberales la disgregacin de todovnculo social, el progreso de la individualizacin y la anomia. Sin embargo, laseparacin entre el productor y los medios de produccin, entre la fuerza de tra-bajo y el trabajo, no tiene slo aspectos negativos pues abre, tanto efectiva comopotencialmente, los espacios potenciales de circulacin de los individuos en laproduccin, multiplicando los cambios de tarea, de funcin productiva, de sec-tor de actividad, etc. Es decir, si bien la radicalizacin de esta separacin supone,evidentemente, en lo inmediato, un atentado directo al poder de negociacin de

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    (o vnculo social general) que conforma histricamente determinadas luchas y determinados acto-res: precisamente, las luchas y los actores que caracterizan a la modernidad capitalista. Ni el tra-bajo, ni los trabajadores han existido siempre: una cosa es que no haya nada intrnseco altrabajo en tanto que actividad social productora de bienes y servicios que explique la funcinsocial histricamente especfica que cumple el trabajo en las sociedades capitalistas y otra, biendistinta, es que esa funcin la podamos explicar simplemente como el resultado de esas luchasentre actores por definir y conformar un determinado modelo de orden social.

  • muchas categoras de asalariados, sta implica, tambin, en el sentido indicado,una verdadera apertura de las relaciones sociales, de la experiencia social, parael conjunto de los asalariados. Apertura que constituye un potente vector de visi-bilizacin del cada vez mayor carcter social del trabajo asalariado y su gestin,esto es, del papel de mediacin social general que caracteriza fundamentalmen-te al trabajo moderno conformado por la forma valor.

    Todo ello nos conducira a preguntarnos si ambas pendientes, miserabilis-mo e idealizacin positiva de ciertos grupos sociales (como presentando for-mas de vida, empleo y trabajo dotadas de una coherencia especfica), no supo-nen, en ltima instancia, una cierta mutilacin de lo poltico, entendido comoespacio de construccin colectiva de nuevas formas de mirar y nombrar.Condenndonos a dirigirnos a los ya previamente convencidos, al reforza-miento del sentido comn de actores ya socialmente constituidos como tales,estas proposiciones podran estar contribuyendo, subrepticiamente, a elevar alrango de lo explicativo las experiencias vividas por ciertos sujetos desde deter-minadas posiciones y momentos particulares.

    Como plantea Postone, un enriquecimiento de lo poltico, en el sentido indica-do, necesitara de la oscultacin terica de las contradicciones y tensiones inscritasen la trayectoria de desarrollo, histricamente especfica, del capitalismo. A saber:a) la tensin entre una produccin de riqueza material cada vez ms dependientede niveles de productividad directamente ligados a la ciencia y la tecnologa, y unaregulacin del conjunto de los tiempos sociales que sigue descansando en la pro-duccin de valor, en el empleo de tiempo de trabajo humano directo; y, b) la ten-sin entre la apertura de las relaciones y las experiencias sociales, potencialmenteauspiciada por la movilidad generalizada del factor trabajo, y el mantenimiento delas ideologas trabajistas y profesionistas, a la sombra del aumento del desempleoy de la consiguiente conversin del trabajo asalariado en un bien escaso.12

    Estas contradicciones, ni predeterminan los perfiles sociales de sujetotransformador alguno, ni privilegian de manera apriorstica unas experien-cias del universo social frente a otras: se manifiestan en mltiples niveles dela experiencia social, dando lugar, permanentemente, a nuevos conflictos ycolectivos sociales.

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    12 Cabe recordar que, para Marx (cf. MARX, 1987: 96), la progresin de la divisin tcnica del tra-bajo, particularizando la actividad del operario en su situacin de trabajo, contribuye, no obstan-te, a universalizar aquello que la estructura social haba especializado (disolucin tendencial delos idiotismos de oficio), estableciendo una nueva homogeneizacin de los trabajadores a escalasocial bajo el principio de la conversin de todo trabajo especializado en mera disponibilidad dife-renciada para la ejecucin de cada vez ms variados trabajos.

  • Considerarlas nos obligara a repensar nuestros anlisis desde un punto devista relacionista y temporalista (o procesual). Desde este punto de vista, el con-tenido que adscribimos mediante el anlisis a la trayectoria armada por lasrelaciones en este caso la constituida por el trabajo como mediacin socialgeneral: el capital es lo que manda sobre los polos o actores que estaconstituye (y no viceversa).

    Ms esencialmente an: una poltica transformadora radical (en el sentidode apuntar a una transformacin que afecte a la raz del modo de domina-cin especficamente capitalista) no podra, en este marco, prescindir de pen-sar las condiciones que hacen posible una revolucin completa de la tempo-ralidad social, esto es, de la materia misma (el tiempo) conformada por dichatrayectoria de desarrollo. Revolucin cuantitativa redistribucin del tiem-po de trabajo socialmente necesario entre el conjunto de la poblacin activade los tiempos sociales pero, tambin y sobre todo, cualitativa disolucindel peso regulador del tiempo de trabajo inmediato sobre el conjunto deltiempo de la vida para cada individuo; disolucin que posibilite la mutacinde los contenidos actualmente ligados tanto al tiempo de trabajo, como eltiempo de no trabajo.

    Traer a un primer plano poltico esta ltima cuestin invita a la reconside-racin de los acentos puestos, recientemente, bajo unas u otras formas, en eltrabajo vivo (y, por ende, en la autonoma ganada o perdida por el trabaja-dor colectivo en su actividad) para volver la mirada sobre el trabajo socialmen-te periclitado, y las contradicciones y tensiones que caracterizan el movimien-to de su permanente restitucin: las que abonan el terreno para una vida y untiempo social sin trabajo.

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    Las cruciales transformaciones histricas acaecidas recientemente comoel retroceso de los estados del bienestar en el Occidente capitalista, elderrumbe del comunismo y de los partidos-Estados burocrticos del Este, ascomo la aparentemente triunfante emergencia de un nuevo orden capitalistaneoliberal global han vuelto a plantear el problema de la dinmica histri-ca y de las transformaciones globales en la agenda del anlisis poltico y deldiscurso de izquierdas.

    Estos desarrollos, sin embargo, representan tambin serios desafos para laizquierda, al poner en cuestin toda una serie de posturas crticas convertidasen predominantes durante las dcadas de 1970 y 1980, as como posiciona-mientos previos, los surgidos tras 1917.

    Estos cambios, que incluyen el dramtico desmoronamiento y la disolucinfinal de la Unin Sovitica y del comunismo europeo, han sido interpretados,por un lado, como sealando el final histrico del marxismo y, en trminos msgenerales, de la relevancia terica de la teora social de Marx.

    Sin embargo, lo que las ltimas dcadas parecen haber aclarado esque: i) tanto en el Este como en el Oeste, contina existiendo una dinmi-ca subyacente y global del capitalismo (entendido ste en trminos socia-les, culturales, as como econmicos); ii) que la idea de que el Estadopoda controlar dicha dinmica era vlida, en el mejor de los casos, tanslo temporalmente. Ambos aspectos ponen profundamente en cuestin

    Captulo 1Repensar la teora crtica

    del capitalismo1

    1 Texto procedente de una conferencia pronunciada por Moishe Postone en Berln el 18 de julio de2000 [N. del E.].

  • las interpretaciones postestructuralistas de la historia; es ms, apuntan aque nuestra interpretacin de las condiciones para la autodeterminacindemocrtica debe ser repensada.

    Precisamente, el que las transformaciones histricas recientes hayan reafir-mado la importancia central de la problemtica de la dinmica histrica y delos cambios estructurales a gran escala, sugiere que en la actualidad existe unagran necesidad de reconceptualizar la crtica de la economa poltica de Marx.En cualquier caso, si una teora crtica del capitalismo pretende adecuarse almundo contemporneo debe diferenciarse radicalmente de la crtica marxistatradicional del capitalismo.

    Por marxismo tradicional me refiero a un anlisis del capitalismo elabo-rado fundamentalmente en trminos de relaciones de clase enraizadas en rela-ciones de propiedad y mediadas por el mercado; un anlisis en el que el socia-lismo es visto, bsicamente, como una sociedad caracterizada por la propiedadcolectiva de los medios de produccin y la planificacin centralizada en uncontexto industrializado un modo de distribucin justo y conscientementeregulado, adecuado a la produccin industrial.

    Este enfoque ya no resulta, sin embargo, til para fundamentar una teoracrtica de la emancipacin. Fue incapaz de proveer la base para una crtica his-trica adecuada del socialismo real y se mostr impotente frente al desmo-ronamiento de dicha formacin social.

    La naturaleza del anlisis crtico del capitalismo por parte del marxismotradicional se ha revelado igualmente inadecuada. Ya no resulta convincenteproclamar que el socialismo representa la respuesta a los problemas del capi-talismo, cuando por ella entendemos, simplemente, la introduccin de la pla-nificacin centralizada y la propiedad estatal.

    Adems, los tipos de ideales emancipadores del marxismo tradicional sehan alejado progresivamente de los temas y las fuentes de insatisfaccinsocial actuales, en las sociedades industriales avanzadas. Esto es particular-mente cierto en el caso de su visin positiva del trabajo proletario industrial,as como en relacin con el especfico modo de produccin y de progresotecnolgico que caracterizan al capitalismo. En un momento en el que seextiende la crtica a semejante progreso y crecimiento, en un momentode mayor conciencia acerca de los problemas ecolgicos, de declive en nme-ro y poder de la clase industrial en los pases centrales, de descontento gene-ralizado hacia las formas existentes de trabajo, de mayor preocupacin entorno a la libertad poltica y de creciente importancia de modalidades de

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  • identidad social que no se basan principalmente en la pertenencia de clase, elmarxismo tradicional se ha vuelto cada vez ms anacrnico. Tanto en el Estecomo en el Oeste, los desarrollos histricos del siglo XX han mostrado lainsuficiencia de ese tipo de marxismo.

    Lo que necesitamos, por tanto, es una teora social que reconceptualice elncleo central del capitalismo, a fin de entender el tipo de dinmica histricaa gran escala que ha modificado el mundo de manera radical durante los lti-mos veinte aos. Y me gustara reivindicar que la teora social madura deMarx brinda, precisamente, el punto de partida para tal teora reconceptuali-zada. Esbozar algunos aspectos de una reinterpretacin de la teora socialmadura de Marx capaz de reconceptualizar su anlisis de la naturaleza fun-damental del capitalismo sus relaciones sociales, sus modos de dominaciny su dinmica histrica y de romper radicalmente con los enfoques marxis-tas tradicionales. Esta reinterpretacin podra ayudar a aclarar los elementosestructurales clave y la dinmica histrica dominante de la sociedad indus-trial avanzada contempornea, al tiempo que proporcionara una crtica radi-cal del marxismo tradicional y redefinira la relacin de la teora marxiana conotras corrientes importantes de la teora social.

    En el centro de esta reinterpretacin est la idea de que las categoras de lacrtica madura de Marx son histricamente especficas a la sociedad modernao capitalista. Este giro hacia una nocin de especificidad histrica supone,implcitamente, un giro hacia una nocin de especificidad histrica para la pro-pia teora de Marx. Ninguna teora incluida la de Marx tiene, dentro deeste marco conceptual, una validez absoluta y transhistrica.2

    Por otra parte, a partir de sus obras de madurez, todos los conceptos transhis-tricos incluyendo muchas de las concepciones tempranas de Marx en relacincon la historia, la sociedad y el trabajo, tal y como quedan expresados, por ejem-plo, en la idea de una lgica dialctica subyacente a la historia humana se venhistricamente relativizados. Marx intent con estas obras descubrir los funda-mentos de su validez en las caractersticas especficas de la sociedad capitalista.

    De cara a explicar los mecanismos subyacentes a dicha sociedad, Marxtrat de localizar los tipos de relaciones sociales fundamentales que la carac-terizan. Esa forma fundamental de relacin social es la mercanca: una forma

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    2 Por nuestra parte, cuando hacemos referencia a lo social nos referimos al conjunto de la socie-das. Segn las obras de madurez de Marx, una de las tareas importantes de la teora consiste en lareflexividad: hacer plausible su propio punto de vista empleando las mismas categoras con lascuales analiza su contexto histrico.

  • histricamente especfica de relacin social, constituida como un tipo estruc-turado de prctica social que, al mismo tiempo, es un principio estructuran-te de las acciones, cosmovisiones y disposiciones de las personas. Como cate-gora de la prctica, la forma mercanca es tanto un modo de subjetividadcomo de objetividad social. En algunos aspectos, sta ocupa un lugar similaren el anlisis de Marx de la sociedad moderna, al que podra ocupar el paren-tesco en los anlisis antropolgicos de otros tipos de sociedad.

    Tal y como es analizada por Marx, lo que caracteriza la forma mercancade las relaciones sociales es el hecho de encontrarse constituida por el traba-jo, de existir bajo una forma objetivada y de poseer un carcter dual.

    Para dilucidar esta descripcin, debemos clarificar, primero, la nocin deespecificidad histrica del trabajo en el capitalismo desarrollada por Marx.

    Marx sostiene que el trabajo en el capitalismo tiene un doble carcter: es,al mismo tiempo, trabajo concreto y trabajo abstracto. El trmino trabajoconcreto hace referencia al hecho de que, en todas las sociedades, existe algntipo de lo que consideramos actividad laboral media en las interacciones de losseres humanos con la naturaleza. Trabajo abstracto significa que, en el capi-talismo, el trabajo desempea, adems, una funcin social nica: mediandocomo una nueva clase de interdependencia social.

    Precisemos esto un poco ms. En una sociedad en la cual la mercanca es laprincipal categora estructurante del conjunto, el trabajo y sus productos noestn distribuidos socialmente por medio de vnculos, normas o relacionesexplcitas de poder y dominacin de tipo tradicional es decir, por relacio-nes sociales manifiestas como ocurra en otras sociedades. Por el contrario, eltrabajo, en s mismo, reemplaza dichas relaciones actuando como un mediocuasi-objetivo, a travs del cual son adquiridos los productos de otros. Emergeuna nueva clase de interdependencia en la cual nadie consume lo que produ-ce, pero donde, sin embargo, el trabajo o los productos del trabajo de uno fun-cionan como medios necesarios para obtener los productos de los dems. Alservir como tales medios, el trabajo y sus productos asumen, en efecto, el papelde las relaciones sociales manifiestas. El trabajo, en el capitalismo, en lugar deser definido, distribuido y significado por medio de relaciones sociales mani-fiestas, como ocurra en otras sociedades, es definido, distribuido y se le atri-buye una significacin por medio de estructuras (mercanca, capital) constitui-das por el trabajo mismo. Es decir, en el capitalismo, el trabajo constituye untipo de relaciones sociales que tienen un carcter cuasi-objetivo, aparentemen-te no social e impersonal, que engloba, transforma y, hasta cierto punto, soca-va y suplanta, los vnculos sociales y las relaciones de poder tradicionales.

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  • As pues, en las obras maduras de Marx, la nocin de la centralidad del traba-jo en la vida social no es una proposicin transhistrica. No se refiere al hechode que la produccin material sea siempre una precondicin de la vida social.Tampoco debera ser tomada como queriendo significar que la produccinmaterial sea la dimensin ms importante de la vida social en general o, inclu-so, del capitalismo en particular. Se refiere ms bien a la constitucin, histri-camente especfica, por parte del trabajo en el capitalismo, de una clase demediacin social que caracteriza de manera fundamental a esta sociedad. Essobre esta base a partir de la cual Marx intenta cimentar socialmente las carac-tersticas bsicas de la modernidad.

    Para Marx, el trabajo en el capitalismo no es slo trabajo, tal y como sole-mos entenderlo, en trminos transhistricos y de sentido comn, sino que es,adems, una actividad de mediacin social histricamente especfica. Sus pro-ductos mercanca, capital son, por tanto, al mismo tiempo, resultado deltrabajo concreto y formas objetivadas de mediacin social. De acuerdo con esteanlisis, las principales relaciones sociales que caracterizan a la sociedad capi-talista son muy diferentes de las relaciones sociales manifiestas y cualitativa-mente especficas que caracterizan a las sociedades no capitalistas como, porejemplo, las relaciones de parentesco o las relaciones de dominacin personalo directa. A pesar de que este ltimo tipo de relaciones sociales sigue existien-do en el capitalismo, lo que, en ltima instancia, estructura a esta sociedad esun nuevo nivel de relaciones sociales, subyacente, constituido por el trabajo.Esas relaciones tienen un peculiar carcter cuasi-objetivo y formal, al tiempoque son duales: se caracterizan por la oposicin entre una dimensin abstrac-ta, general y homognea, y una dimensin concreta, particular y material.Ambas dimensiones parecen naturales, ms que dimensiones sociales quecondicionan las concepciones sociales de la realidad natural.

    El carcter abstracto de la mediacin social que subyace al capitalismo seexpresa tambin en la forma de riqueza dominante en esa sociedad. La teoradel valor de Marx ha sido frecuentemente malinterpretada como una teorade la riqueza por el trabajo, es decir, como una teora que busca explicar losmecanismos de funcionamiento del mercado y probar la existencia de la explo-tacin argumentando que el trabajo, en todo tiempo y lugar, es la nica fuentesocial de riqueza. Sin embargo, el anlisis de Marx no es un anlisis de la rique-za en general, como tampoco lo es del trabajo en general. Marx analiz el valorcomo una forma de riqueza histricamente especfica, ligada al papel histri-camente nico del trabajo en el capitalismo: en tanto que forma de riquezaconstituye tambin una clase de mediacin social. Marx distingui explcita-mente entre valor y riqueza material, y relacion estas dos formas distintivas

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  • de riqueza con la dualidad del trabajo en el capitalismo. La riqueza material esmedida por la cantidad de productos producidos y depende, adems del tra-bajo, de diferentes factores como, por ejemplo, el conocimiento, la organizacinsocial y las condiciones naturales. El valor, segn Marx, est constituido nica-mente por el gasto de tiempo de trabajo humano y es la forma dominante deriqueza en el capitalismo. Mientras que la riqueza material, cuando es la formadominante de riqueza, se encuentra mediada por relaciones sociales manifies-tas, el valor es una forma de riqueza que se media a s misma.

    La teora del valor de Marx nos brinda la base para un anlisis del capitalen tanto que forma, socialmente constituida, de mediacin y riqueza cuya prin-cipal caracterstica es su tendencia a una expansin sin lmites. Un aspecto cru-cial de este esfuerzo por especificar y fundamentar la dinmica de la sociedadmoderna es su nfasis en la temporalidad. Como el valor, dentro de este marcode anlisis, no est relacionado con las caractersticas fsicas de los productos,su medida tampoco es automticamente idntica a la masa de bienes pro-ducidos (riqueza material). Por el contrario, en tanto que forma abstractade riqueza, el valor est basado en una medida abstracta: el gasto de tiem-po de trabajo socialmente necesario o medio.

    La categora de tiempo de trabajo socialmente necesario no es meramentedescriptiva, sino que expresa una norma temporal general resultante de lasacciones de los productores y a la cual stos deben conformarse. Tales normastemporales ejercen un tipo de constriccin abstracta que resulta intrnseca ala clase de mediacin y riqueza capitalistas. En otras palabras, el objetivo dela produccin en el capitalismo se enfrenta a los productores como una nece-sidad externa. No est dado por la tradicin social o por la coercin socialmanifiesta, ni se decide conscientemente. Por el contrario, dicho objetivo sepresenta a s mismo como situado ms all del control humano.

    El tipo de mediacin constitutivo del capitalismo da lugar, en consecuencia,a un nuevo modo de dominacin social abstracto: un modo de dominacinsocial que somete a las personas a imperativos y constricciones estructuralesimpersonales y crecientemente racionalizadas. Es la dominacin de las perso-nas por el tiempo.

    El modo abstracto de dominacin analizado por Marx en El capital no puedeentenderse adecuadamente en trminos de dominacin de clase o, ms gene-ralmente, en trminos de dominacin concreta por grupos sociales o agenciasinstitucionales del Estado y/o de la economa. Marx intent mostrar en El capi-tal que las formas de mediacin social expresadas por medio de categorascomo la mercanca y el capital, se desarrollan en un tipo objetivo de sistema

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  • social que determina progresivamente los fines y los medios de gran parte dela actividad humana. Es decir, Marx trat de analizar el capitalismo en tantoque sistema social cuasi-objetivo y, al mismo tiempo, anclar ese sistema en for-mas estructuradas de prctica social. Este modo de dominacin no acta en unlugar determinado y, a pesar de encontrarse constituido por modalidadesespecficas de prctica social, no parece ser en absoluto social.

    El modo de dominacin que he comenzado a describir no es esttico, sinoque genera una dinmica intrnseca subyacente a la sociedad moderna. A tra-vs del anlisis de algunas de las implicaciones de la dimensin temporal delvalor he intentado mostrar cmo el capital, en tanto que valor que se valori-za a s mismo, subyace tras una dinmica histrica muy compleja y no lineal.Por un lado, esta dinmica se caracteriza por continuas transformaciones dela produccin, y de modo ms general, de la vida social. Por otra parte, estadinmica histrica conlleva la reconstitucin permanente de su propia condi-cin fundamental como rasgo inalterable de la vida social: es decir, que, enltima instancia, esa mediacin social es efectuada por el trabajo y, por ende,con independencia del grado de productividad alcanzado, el trabajo vivosigue siendo esencial al proceso de produccin (considerado en trminos dela sociedad como un todo). La dinmica histrica del capitalismo genera ince-santemente lo nuevo, al mismo tiempo que regenera lo idntico.

    Este anlisis provee un punto de partida para entender por qu el curso deldesarrollo capitalista no ha sido lineal, y por qu los enormes incrementos dela productividad generados por el capitalismo no nos han conducido ni amayores niveles de abundancia, ni a una reestructuracin radical del trabajosocial que conlleve reducciones generales significativas del tiempo de trabajo.Dentro de este marco de anlisis, la historia en el capitalismo no es ni una sim-ple cuestin de progreso (tcnico o de otro tipo), ni una simple cuestin deregresin y decadencia. Por el contrario, el capitalismo es una sociedad en con-tinuo cambio pero que reconstituye constantemente su identidad subyacente.Esta dinmica genera la posibilidad de otra organizacin de la vida social y, almismo tiempo, dificulta que dicha posibilidad sea llevada a cabo.

    Esta interpretacin de la compleja dinmica del capitalismo permite reali-zar un anlisis crtico y social (ms que tecnolgico) de la trayectoria del creci-miento y de la estructura productiva en la sociedad moderna. El plusvalor,concepto clave en Marx, no slo indica, como han insinuado las interpretacio-nes tradicionales, que el excedente es producido por la clase trabajadora, sinoque muestra tambin que el capitalismo se caracteriza por una modalidaddeterminada y ciega de crecimiento, una modalidad que conlleva la destruc-cin acelerada del medio ambiente. En este marco de anlisis, el problema del

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  • crecimiento econmico en el capitalismo no reside nicamente como ha sido fre-cuentemente enfatizado por los enfoques marxistas tradicionales en el hecho deque se encuentre gobernado por las crisis. Por el contrario, es la forma de creci-miento, en s misma, la que resulta problemtica. De acuerdo con esta perspectiva,la trayectoria del crecimiento sera diferente si el objetivo ltimo de la produccinconsistiera en incrementar las cantidades de bienes en lugar del plusvalor. En otraspalabras, la trayectoria de expansin propia del capitalismo no debera equiparar-se con el crecimiento econmico per se. Se trata de una trayectoria especfica, quegenera una tensin creciente entre las consideraciones ecolgicas y los imperativosdel valor en tanto que forma de riqueza y de mediacin social.

    Este enfoque, basado en la distincin entre riqueza material y valor, propor-ciona asimismo la base para un anlisis crtico de la estructura del trabajo socialy de la naturaleza de la produccin en el capitalismo. Seala que el proceso deproduccin industrial no debera entenderse como un proceso tcnico que, apesar de encontrarse crecientemente socializado, fuera utilizado por capitalis-tas privados para sus propios fines. Por el contrario, el enfoque que estoy esbo-zando entiende dicho proceso como intrnsecamente capitalista y proporcionalos fundamentos para una explicacin estructural de una paradoja central de laproduccin en el capitalismo. Por un lado, la tendencia del capital a generarincrementos continuos en la productividad da lugar a un aparato productivode una sofisticacin tecnolgica considerable que hace que la produccin de lariqueza material se vuelva bsicamente independiente del gasto de tiempo detrabajo humano directo. Lo cual, por su parte, hace posible, socialmentehablando, la reduccin general y a gran escala del tiempo de trabajo, as comocambios radicales en la naturaleza y la organizacin social del trabajo. Sinembargo, estas posibilidades no se han realizado an en el capitalismo. A pesardel recurso cada vez menor al trabajo manual, el desarrollo de una produccintecnolgicamente sofisticada no libera a la mayora de las personas del trabajofragmentado y repetitivo. De modo similar, el tiempo de trabajo no es reduci-do a escala social, sino que es distribuido desigualmente, incrementndoseincluso para muchas personas. La estructura actual del trabajo y de la organi-zacin de la produccin no puede, por tanto, entenderse adecuadamente entrminos nicamente tecnolgicos: el desarrollo de la produccin en el capita-lismo debe ser comprendido tambin en trminos sociales. Dicho desarrollo, aligual que el consumo, est moldeado por las mediaciones sociales expresadaspor las categoras de mercanca y capital.

    De acuerdo con esta interpretacin, la teora de Marx no plantea un esque-ma de desarrollo lineal que vaya ms all de la estructura y la organizacin deltrabajo existente (tal y como hacen las teoras de la sociedad postindustrial);

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  • tampoco hace de la produccin industrial y el proletariado las bases de lasociedad futura (tal y como hacen muchos enfoques marxistas tradicionales).El anlisis de Marx, por el contrario, sostiene implcitamente que el modo deproduccin industrial basado en el proletariado y en un tipo desenfrenadode crecimiento econmico, se encuentra moldeado por la forma mercanca, ysugiere que, tanto las formas de produccin como de crecimiento, podranser diferentes en una sociedad en la cual la riqueza material haya reemplazadoal valor como la forma dominante de riqueza. El capitalismo, en s mismo, abrela posibilidad de dicha sociedad, de una estructuracin diferente del trabajo,de un tipo distinto de crecimiento y de una nueva clase de interdependenciaglobal compleja; sin embargo, al mismo tiempo imposibilita estructuralmentela realizacin de dichas posibilidades.

    Por otro lado, debemos tomar en consideracin que, al vincular el carc-ter contradictorio de la formacin social con las formas duales expresadas enlas categoras de mercanca y capital, esta lectura de Marx conlleva que esacontradiccin social, estructuralmente fundamentada, resulte especfica delcapitalismo. La idea de que la realidad o las relaciones sociales en generalsean fundamentalmente contradictorias y dialcticas aparece, a la luz deeste anlisis, como una nocin que slo puede asumirse metafsicamente,pero no explicarse. El anlisis de Marx, implcitamente exento de concepcio-nes evolucionistas de la historia, sugiere que cualquier teora que planteeuna lgica intrnseca de desarrollo para la historia como tal, ya sea dialcti-ca o evolucionista, est en realidad proyectando en la historia en generalcuanto ocurre en el capitalismo.

    As pues, de acuerdo con la reinterpretacin que he esbozado, la teora deMarx se extiende mucho ms all de la crtica tradicional de las relaciones bur-guesas de distribucin (el mercado y la propiedad privada); no es simplementeuna crtica de la explotacin y de la desigual distribucin de la riqueza y delpoder. Por el contrario, aborda a la sociedad industrial moderna como, en smisma, capitalista y analiza de manera crtica el capitalismo, en trminos, bsi-camente, de estructuras abstractas de dominacin, de creciente fragmentacindel trabajo y de la existencia individuales, y de una lgica desarrollista ciega ydesenfrenada. Hace de la clase trabajadora un elemento central del capitalismoms que la encarnacin de su negacin, y conceptualiza implcitamente al socia-lismo no en trminos de la realizacin del trabajo y de la produccin indus-trial, sino en trminos de la posible abolicin del proletariado y de la organi-zacin de la produccin basada en el trabajo proletario, as como del sistemadinmico de compulsiones abstractas constituidas por el trabajo en tanto queactividad socialmente mediadora.

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  • De este modo, esta reinterpretacin de la teora de Marx implica un replantea-miento fundamental de la naturaleza del capitalismo y de su posible transfor-macin histrica. Al alejar el foco de la crtica de una preocupacin exclusivapor el mercado y la propie