Marxismo Alternativo II

download Marxismo Alternativo II

of 36

description

Marxismo Alternativo II

Transcript of Marxismo Alternativo II

Espacio y capitalismo: la crisis capitalista, el territorio y las resistencias sociales

SANTOS ALONSO BELTRN BELTRNPolitlogoAdministrador PblicoIngeniero IndustrialMagster en Estudios PolticosCandidato a Doctor en Estudios Polticos y Relaciones Internacionales

La dimensin espacial se ha convertido en uno de los filones de anlisis ms importantes en el estudio de las dinmicas de acumulacin capitalista. Sin embargo esto no se ha dado de manera fcil, por el contrario, las ciencias sociales se han ocupado de manera preferencial del variable tiempo y han descuidado de manera sistemtica la incidencia que el espacio puede tener en la construccin de las relaciones sociales de produccin. La visin sobre el espacio ha estado dominada por un esencialismo centrado en su dimensin fsica, y su relacin con el tiempo y los fenmenos sociales se ha reducido a verlo como un mero contenedor inerte y aislado. El papel jugado por el espacio en la reproduccin del capital ha sido estratgicamente reducido en los discursos celebratorios de la globalizacin neoliberal, y la posibilidad de la resistencia territorializada, que haga un uso creativo y subversor de su relacin con el lugar, descuidada por los movimientos de resistencia que han pensado que el combate se libra mas en las agencias multilaterales, a veces creadas por los propios agentes del capital que impulsan la globalizacin excluyente, que en sus races con el territorio que han construido desde sus prcticas culturales, econmicas, ecolgicas y sociales. El presente escrito hace una revisin del espacio como relacin social. En principio se discute la percepcin fisicalista de la geografa para construir un concepto que relieve la arista dialctica del espacio desde las luchas sociales y el desarrollo del capital. En un segundo momento, el escrito se ocupa de manera especfica de la relacin entre espacio y capital desde la geografa radical para discutir los procesos de espacializacin capitalista y su afn de eliminar la incidencia del espacio en la acumulacin capitalista mediante la aceleracin de los ciclos de produccin. Finalmente, el texto busca resaltar la capacidad de resistencia que tienen los movimientos sociales, emplazados territorialmente, de enfrentar los embates de la globalizacin neoliberal y muestra en Colombia algunos ejemplos paradigmticos en este camino.

Espacio y espacialidad: del espacio fsico al espacio socialmente construido.

El espacio como elemento constitutivo de la realidad vivida por los hombres ha sido objeto de reflexin casi exclusivo por parte de las disciplinas y ciencias exactas. La descripcin del espacio y su estudio se ha concentrado fundamentalmente en una visin cuantitativa, objetiva e independiente de otras realidades por fuera del mundo fsico.As la matemtica, la geometra y la fsica principalmente, han orientado su explicacin del espacio en una perspectiva fuertemente influenciada por la corriente positivista separndolo del tiempo y rompiendo la relacin estrecha que existe entre las dos variables. Es decir el espacio-tiempo como realidad compleja no ha sido lo suficientemente estudiado, en su lugar se ha optado por una divisin radical entre la realidad fsica que desarrollan los cuerpos en el espacio y su medicin en el intervalo de tiempo en que los fenmenos o las interacciones entre los cuerpo ocurren. De all que al espacio se le haya reducido a una magnitud constante, isomrfica, homognea y dada, mientras el tiempo haya sido objeto de miradas ms complejas y dinmicas.El desarrollo de las ciencias sociales, o de las disciplinas encargadas del estudio de los fenmenos sociales, ha sido fuertemente influenciado por el xito y desarrollo de las disciplinas orientadas al estudio de los fenmenos naturales y con ello la visin sobre el espacio ha sido tributaria del positivismo de las ciencias exactas; la nocin de espacio, mediada por la conceptualizacin objetivista, ha dejado a las ciencias sociales el papel de descriptoras del espacio fsico sin ocuparse de la relaciones, de las interacciones sociales de los individuos y colectivos humanos en la construccin de un mismo espacio ms all de sus connotaciones fisicalistas.La geografa, disciplina social encargada del estudio del espacio geogrfico, enmarc su desarrollo inicial con esa influencia positivista y en buena medida ha redujo su visin sobre el espacio a la interpretacin, descripcin, localizacin o extensin y no a dar cuenta de las relaciones complejas que construyen el espacio como referente y contenedor de la accin social, que desborda el carcter fsico de su existencia.La irrupcin del marxismo en una corriente crtica del mundo de la geografa abri las puertas para que una visin mucho ms compleja del espacio se afincara en el objeto de estudio de esa disciplina, la corriente crtica conocida como geografa radical, revolucion la visin sobre el espacio destruyendo el simplismo fisicalista e instaurando en el centro del debate la construccin social del espacio como un proceso social complejo y dialectico. Gracias a ello la percepcin del espacio se ha enriquecido y se ha nutrido de lo cultural, lo poltico y lo econmico, con todo ello el espacio se ha vuelto poltico se ha vuelto territorio, se ha convertido en teatro de la lucha por el poder que es influenciado e influencia la accin social. El espacio es ahora una realidad social co-constitutiva, estructurada y estructurante de y por la accin humana.

La visin cuantitativa y el espacio objetivo

Es claro que nuestra primera percepcin sobre el espacio descansa fundamentalmente en nuestra experiencia fsica. El espacio se nos presenta como la percepcin objetiva de la ubicacin de los objetos. El espacio est all, no es ni siquiera necesario problematizarlo, no cambia, no se transforma parece inerte. La percepcin del espacio es fsica, sobre el ocurren los fenmenos, sobre l se ubican los cuerpos, sobre l se despliega la realidad social, pero l no participa, no acta, no interviene en la construccin del fenmeno. Mientras el tiempo pasa y con ello los fenmenos y lo cuerpos cambian su posicin y accin en el espacio, el propio espacio permanece intacto. Salvo algunos cambios en su apariencia, ya sea porque se lo ha intervenido fsicamente o porque se ha operado una accin natural en l, el espacio continua exactamente igual.As considerado, el espacio parece una realidad inerte y homognea, la percepcin fsica sobre su existencia nos obliga a observarlo desde la dinmica cuantitativa. Separado del tiempo, el espacio debe ser medido, esta es una de sus cualidades esenciales y constitutivas. Medir el espacio es una accin objetiva, es la comparacin de un patrn de medida con una realidad fsica que parece intacta y por ello puede ser descrita a travs de su extensin. El espacio se cuantifica y con ello se describe una de sus cualidades, la extensin. No es posible que vare, el espacio fsico no se achica, no se condensa, est all invariablemente quieto en su extensin.Los cuerpos permanecen en el espacio fsico y en tanto este es inerte se les puede ubicar, se puede describir su posicin a travs de simples coordenadas. En caso de moverse basta con revisar su nueva ubicacin para ver si se han trasladado si han permanecido en su lugar. La ubicacin de los cuerpos fsicos en el espacio no admite discusin, nuevamente el espacio inerte, homogneo e isomrfico se ha convertido en un teatro donde ocurren los fenmenos, l mismo no participa, nuevamente lo dinmico es el tiempo. Las dos posibilidades de estudio del espacio: medicin y ubicacin, lo ubican en un universo positivista en el que la descripcin objetiva es primordial para acceder a la imagen de lo espacial, y donde este aparece en una independencia absoluta de los otros fenmenos.As las cosas, la matemtica y la geometra serian las disciplinas encargadas del estudio del espacio. La reflexin matemtica se nos aparece como la visin natural y autorizada sobre el espacio. El plano cartesiano, con sus ejes y puntos en cada cuadrante, con sus coordenadas, permite medir las distancias, trazar rectas, encerrar reas. Las reas a su vez pueden ser cuantificadas a travs de la ubicacin de sus puntos, de las rectas que las contienen. Hacer girar las reas sobre los ejes cartesianos, describe volmenes, otra vez medibles, otra vez cuantificables; de all, el mundo se despliega en una rigurosidad cuantitativa y el espacio puede casi que cuadricularse para insertar all la ubicacin de los cuerpos, la longitud de sus desplazamientos, la extensin de sus reas, la medida de sus volmenes, y en fin todas las interacciones en el espacio, en ese espacio cuadriculado. La geometra ser una mirada aun ms sofisticada de la percepcin objetivista sobre el espacio. Los axiomas y los teoremas, la infalibilidad de sus corolarios, el desarrollo lgico de sus conclusiones no dan el menor pie de duda sobre la objetividad, inmutabilidad, isomorfismo y homogeneidad del espacio. En el caso de la fsica no ser muy diferente. La fsica convierte la matemtica y la geometra en lenguaje de descripcin de fenmenos, la ocurrencia de interacciones entre los cuerpos debe ser reducida a su expresin cuantitativa, el discurso explicativo es solo vlido en cuanto se acompae de una fundamentacin matemtica que permita arribar a conclusiones infalibles por lo menos demostrables con la experimentacin, y en ello la matemtica y la geometra no harn otra cosa que convertirse en el lenguaje obligado de expresin.La aparicin de nuevos paradigmas en las dos disciplinas ayudo a la problematizacin de la visin sobre el espacio, pero sin desanclarla de su consideracin meramente fisicalista. En el caso de la matemtica, la teora del caos plantea serios cuestionamientos a las percepciones totalmente organizadas e infalibles frente a las cantidades, las medidas o los razonamientos matemticos. A su vez, la geometra no euclidiana revoluciona las concepciones bidimensionales del mundo, obligando a una construccin ms compleja del espacio y de la ubicacin de los cuerpos en l. Finalmente en el caso de la fsica el paradigma einsteniano y la teora de la relatividad, revolucionan la visin sobre los fenmenos fsicos, planteando aun en la homogeneidad del espacio, una serie de fisuras conceptuales, que aseguran que aun la percepcin sobre el espacio pasa por una percepcin relativa del observador y que el mismo espacio puede no ser homogneo e isomrfico sino curvado, relativo, dinmico. No obstante la impronta positivista del espacio, desarrollada por las disciplinas descritas influye de manera preponderante en la construccin conceptual de las ciencias sociales al punto que estas se crean bajo la tutela de una escuela cuantitativista, abocada a la simple descripcin, medicin y ubicacin del espacio.

Espacio y subjetividad: la mirada desde el individuoPor supuesto, el espacio es primeramente fsico, pero con toda seguridad tambin se despliega en una complejidad de acciones sociales que rebasan su mera representacin fsica. La visin positivista del mundo espacial puede aparecer en este sentido recortada, demasiado simple, y es ahora necesario nutrirla de las percepciones individuales que pueden construir lo espacial desde la subjetividad de las vivencias de cada uno de los participantes. Nace de esta manera una percepcin subjetivista del espacio como norte argumentativo que se orienta a romper la frialdad de la visin objetiva y en buena medida a superarla.El espacio es pues vivencia, es experiencia cotidiana, es resignificacin a partir de la propia interaccin del individuo. Los individuos particularmente considerados fabulan sobre el espacio, llenan de sentido los lugares y al nombrarlos imprimen una naturaleza ulterior, ms rica, ms compleja. La vivencia sobre el espacio constituye contenidos simblicos para los lugares en la medida que cada vivencia imprime un cariz simblico diferente, el espacio es un teatro de la lucha y en l las consideraciones simblicas de los individuos pugnan por imprimir su sello personal a los lugares, por comandar la construccin de sentido y de all jerarquizar la ubicacin, marcar los lmites, sealar las fronteras, en fin construir espacio como subjetividad.El espacio como vivencia ser diferente para un preso condenado al encerramiento en un rea pequea, que para un miembro de una etnia cuya forma de vida es casi nmada; la percepcin sobre el espacio anclada a las vivencias cotidianas de los individuos ser tambin diferente para un habitante urbano que discurre entre avenidas, edificios y cafs, que para un campesino cuya vida cotidiana est ms anclada en la inmensidad del paisaje rural; ms an, el espacio como vivencia es diferente para un obrero en una cadena de produccin cuyo puesto de trabajo est milimtricamente medido que para un jornalero, un artesano, un recolector de las economas de dispora. Finalmente, pinsese en las connotaciones de espacio que arrastra la vida cuasi-nomadica para un indgena en comparacin con la misma nocin para un labriego. La subjetividad anclada al espacio construye una arista adicional al mbito fsico y tan importante como la propia posibilidad de su percepcin objetiva.Nombrar los lugares hace parte de nuestra construccin subjetiva sobre el espacio. Si bien los lugares tienen caractersticas fsicas distintivas, es ms, aunque estas caractersticas fsicas den una personalidad concreta, son las formas en que son nombrados las que hacen que puedan sustraerse de la homogeneidad del espacio fsico. Las experiencias de los individuos sobre los lugares construyen el entramado simblico que remata o se cristaliza en la asignacin de un nombre para el lugar. Este nombre vivifica la relacin del individuo con el espacio, la remite a sus construcciones y contenido simblicos para construir sobre ellos una red de nuevos significados y para que los dems individuos pongan en juego sus construcciones simblicas con el fin de orientar o plegarse a la construccin cultural sobre el lugar. El nombre del edificio, el mote que se le asigna a una regin o la designacin de un espacio por una caracterstica relevante de su morfologa son acciones de poder, el lenguaje que se articula al espacio es una accin de poder sobre l y de all es lgico que venga la intervencin fsica del espacio para transformarlo y homogeneizar la percepcin que sobre l se tiene.Con todo lo anterior, es claro que reducir el espacio a su construccin meramente fsica es tan recortado como anclarlo en su percepcin subjetiva, cultural o simblica. Las dos visiones parten de la misma realidad concreta y no son simplemente complementarias, su relacin es ms amplia, en algn momento llegan a ser contradictorias, opuestas, dialcticas. En este orden de ideas hablar de espacio debe llevar a una concepcin integral que vea esta relacin contradictora en un intento de captura holstica.La necesidad de medir, cuantificar, ubicar y simplemente describir, debe articularse a la demanda por ver las interacciones, en este caso individuales, que resignifican el mismo espacio. No es que se puedan considerar dos aristas separadas de la relacin con el espacio ni desarrollos lineales en su construccin, ellas componen de manera dialctica la relacin que los hombres desarrollan en el espacio que habitan.

La accin social y la construccin espacial.Ser posible que una percepcin individual sobre el espacio, como su principal elemento descriptivo, nos pueda precipitar a un relativismo absoluto sobre la relacin con l? La pregunta plantea una arista de crtica muy fuerte al individualismo de la relacin con el espacio y nos ubica en otro plano de la discusin: la necesidad de pensar el espacio desde una accin colectiva signada por la accin de grupos o clases o sectores de clases para garantizar su permanencia fsica, su reproduccin cultural y en fin su existencia como colectivo humano.En este planteamiento es necesario partir de la consideracin eminentemente social de los hombres. No existe la posibilidad de una total separacin del individuo en sus lazos sociales con sus semejantes y aun su experiencia individual est signada por sus interacciones sociales en el marco de una socialidad innata a su condicin como hombre. Las fbulas que narran la vida de hombres aislados construyendo sus condiciones de existencia en la total independencia y en enfrentamiento directo con la naturaleza son ciertamente discutibles, tal vez solo sean construcciones imaginarias para cimentar una visin determinada sobre el hombre, para resaltar o condenar ciertos valores de su comportamiento.En tanto esto es cierto, la vida sobre el espacio es una vida colectiva, es una accin comn y continua, que se realiza en el marco de una accin humana de transformacin de la naturaleza y de construccin de las condiciones sociales de existencia de los hombres. El espacio se transforma y transforma a los hombres en esta accin social, en esta accin colectiva que todos emprenden por garantizar su existencia. Tanto la transformacin natural del espacio fsico, como la construccin simblica sobre l, son pues, un asunto social; de la misma manera que la transformacin que el espacio opera sobre los hombres es tanto una cuestin de modelacin individual de los rasgos corporales como una accin de transformacin de las relaciones sociales que todos ellos desarrollan entre s con el espacio.En este sentido el concepto de espacio como relacin social estara ms all tanto de la simple percepcin fsica sobre el espacio como de la accin individual que lo construye de manera simblica, y se proyectara a la dimensin socio-cultural de su conformacin. Hablar de la relacin social espacial es considerar que en su estar en el espacio los hombres dotan de sentido su relacin con l, y que ella es perceptible de manera concreta en la articulacin de sentidos en torno a ese espacio habitado. As las cosas el espacio es vivido colectivamente en mltiples escalas: local, regional, nacional, y ltimamente de manera global.En la construccin social del espacio, el concepto de lugar empieza a jugar un papel primordial toda vez que se contrapone al concepto de espacio homogneo, ilimitado, absoluto y universal, y subdivido en contenedores geogrficos inertes, a la usanza positivista desarrollada durante la modernidad. El lugar es la construccin dinmica de la accin social en el territorio que desarrolla estructuras sociales sedimentadas, que se relaciona con mltiples expresiones de la vida humana, desde el mbito biolgico, pasando por las prcticas econmicas y culturales, hasta las ms complejas acciones de simbolizacin y lucha por la hegemona poltica. La construccin del espacio es pues, una experiencia de vida que supera el carcter individual y conecta directamente con la accin colectiva. Mltiples relaciones sociales construyen esas experiencias sobre el espacio. Sin embargo, para algunos la compleja dinmica econmica entendida en su sentido ms amplio, como relacin social de produccin, es por excelencia la fuerza que moldea construcciones espaciales que rompen la pretendida inmutabilidad del espacio y al contrario plantean su maleabilidad a travs de las dinmicas de concentracin o disgregacin de las actividades econmicas.En un anlisis que parte del proceso econmico como productor de formas de actividad social espacializada se podra pensar a su vez en divisiones y construcciones territoriales ligadas a la concentracin del capital para explicar por ejemplo la formacin del Estado- nacin moderno y su dinmica posterior de divisin al interior, seguira la misma ruta de negociacin con poderes locales, imposicin de las dinmicas centralizadoras y en general imposicin de un orden territorial particular.En este sentido se podra decir que los distintos modos de desarrollo de la produccin, en el modo denominado capitalista, espacializan las relaciones sociales. La espacializacin econmica dara, por ejemplo, la posibilidad de separacin de diversos mbitos de la vida humana: las divisiones campo-ciudad, las divisiones fabrica- mundo domstico, centro-periferia, produccin-mercado, responderan a esta espacializacin capitalista, y la misma globalizacin no sera ms que el fenmeno de construccin espacial particular del mundo capitalista. La construccin territorial del espacio no es en lo absoluto la apropiacin individual y simbolizada del ambito fsico, sino una relacin social contradictoria donde las luchas por el poder, y la propia formacin econmica, juegan un papel primordial.En ese orden de ideas el espacio incorpora de manera dialctica una conceptualizacin simplemente objetiva como un elemento homogneo, isomrfico, independiente y cuantificable de la realidad socialy una dimensin relacional de espacio percibido como realidad social. Un concepto que se afinca en su manifestacin fsica pero que la supera gracias a la pervivencia del nexo inescindible entre el mundo fsico y el mundo social de los hombres que lo habitan: mundo social complejo, conflictivo, porque no dialctico. El espacio as concebido fue abordado por las ciencias sociales aunque fue necesario un proceso de construccin conceptual para que la geografa, la disciplina social ms cercana al anlisis espacial, adoptara una visin social-compleja sobre el espacio.

De las ciencias sociales a las ciencias espaciales: un acercamiento a la geografa radical

Las ciencias sociales se desarrollaron con celeridad durante el siglo XIX. En buena medida se podra decir que con el impulso ocurrido en el estudio de los fenmenos naturales que hizo que las disciplinas naturales como la qumica, la fsica, la matemtica, etc., definieran tanto su mtodo como su objeto de estudio, y, que bajo el tutelaje del positivismo se convirtieran en exitosos intentos de organizacin del conocimiento humano se desarroll tambin el estudio de los fenmenos sociales. La extrapolacin de mtodos y objetivos de las disciplinas cientficas a las disciplinas sociales gener un achatamiento y disminucin de la riqueza y capacidad explicativa del conocimiento humano sobre los fenmenos sociales. El positivismo invadi la esfera de las disciplinas y estas en su afn de presentarse como ciencias, encerraron su objeto de estudio en la concepcin fra de objeto y adoptaron el mtodo cientfico de experimentacin y formulacin de leyes como forma de ordenar el proceso de investigacin del mundo social.Nada diferente ocurri con la geografa como disciplina encargada del estudio del espacio que habitan los hombres.La geografa en un principio se plante la tarea de estudiar el espacio desde una lgica cuantitativista, objetiva y neutral. La geografa se ancl as en la visin de un mundo espacial signado por el objetivismo positivista donde su funcin era describir, medir o ubicar las caractersticas del espacio geogrfico. La descripcin del espacio, su medicin, la posibilidad de ubicar en l al hombre, hacia juego con la visin de la matemtica, la fsica o la geometra de un espacio isomrfico, constante, neutral e independiente. La geografa fue solo una ciencia del espacio. Una aproximacin objetivizante al complejo mundo espacial.En un segundo momento, la geografa debi ocuparse de las interacciones de los hombres sobre el espacio, pero aun sigui presa de su funcin de describir que no de integrar la dinmica espacial social al mundo fsico del espacio. En este caso una geografa regional se desarroll en un intento de abarcar la complejidad del espacio pero separando las relaciones sociales que lo modificaban. La geografa opt as por el espacio como una construccin de objetos naturales y objetos artificiales, construidos por el hombre, pero no desarroll cmo la dinmica subjetiva de los hombres, y la propia accin colectiva, modificaban y eran modificadas en el espacio fsico que habitaban.Finalmente la irrupcin del marxismo a la explicacin sobre los procesos de reproduccin y acumulacin capitalista ligados a su carcter espacial influy en la geografa, al punto que una corriente llamada geografa radical inicio una verdadera revolucin en la percepcin que sobre el espacio tena la geografa clsica, llamando la atencin sobre el carcter conflictivo, contradictorio y dialctico de la relacin espacial, que inclua tanto la necesidad de ver su adscripcin fsica como su transformacin alrededor de las complejas relaciones que los hombres entablan en el marco geogrfico, que constituyen relaciones espaciales que deben ser descritas desde la arista dialctica entre el espacio fsico y el espacio socialmente construido. En adelante la percepcin sobre el espacio se nutrir de su carcter socio histrico y con ello dara pie a una nocin de territorio como una relacin de poder sobre el espacio fsico.

Espacio Y Capital: Una Reflexin en torno a la Reproduccin Capitalista

El capitalismo solo puede ser explicado a travs de la relacin material concreta que lo hombres entablan entre s y con el mundo que los rodea, esta relacin es tanto una accin especfica sobre el medio natural como un plexo de acciones sociales entre los hombres. La primera reflexin en este orden de ideas indicara que el hombre se enfrentara a la naturaleza desde su condicin de ser social para resolver los problemas especficos de su existencia como ser viviente. La contradiccin que se plantea entre el hombre y la naturaleza se presenta en tanto que el hombre es en s mismo parte integrante de la naturaleza la naturaleza no puede ser ms que extensin orgnica del propio hombre pero la existencia humana solo es posible en tanto que la naturaleza sea transformada a travs del trabajo humano. El hombre debe modificar el medio natural, para ello pone entre l y el medio natural un instrumento, una herramienta, que modifica la naturaleza: este proceso inicial no es otro que el desarrollo de las fuerzas productivas, es decir el adelanto tcnico y tecnolgico que dota a los hombres de las capacidades para transformar la naturaleza.Por supuesto el anterior proceso no es en lo absoluto un ejercicio individual, solitario e independiente, al contrario solo es posible en tanto que se realiza en el marco de una accin social amplia, en tanto que es una dinmica emprendida por hombres concretos en situaciones concretas de existencia, estas relaciones, que no son otras que las relaciones sociales de produccin, incluyen tanto las condiciones fsicas, y tcnicas, en las que se realiza la produccin, es decir las fuerzas productivas anteriormente descritas, como las formas de divisin del trabajo, las formas de propiedad sobre los medios de produccin y sobre los productos as como la forma de apropiacin del excedente creado en el ejercicio productivo.En el mismo momento germinal, en la relacin hombre naturaleza, debe tenerse en cuenta que la propias condiciones del medio fsico ya son limitantes para las dinmicas de produccin, y que de esa manera los sujetos estn impelidos a desarrollar determinadas formas de relacin con el medio geogrfico que a su vez determinan su propias formas de socializacin, pero se debe tener especial cuidado en no caer en el determinismo geogrfico o en una especie de biologismo espacial. En tanto que el hombre transforma el medio natural es a su vez transformado por l, en la produccin de sus condiciones materiales de existencia el hombre tambin se produce como ser social y se reproduce como sujeto de mltiples dinmicas de interrelacin: polticas, culturales, ideolgicas, etc., estas son tan determinantes sobre las acciones de los hombres frente al espacio como a su vez son producto de la propia dinmica material espacial de existencia de los individuos. De tal manera que tanto las fuerzas productivas como las relaciones sociales de produccin, y especialmente su concrecin temporal articulada como modo de produccin, tienen un claro carcter espacial, y en la determinacin de cada modo de produccin histricamente considerado se producen formas especficas de configuracin espacial.A cada etapa especfica desarrollo de las fuerzas productivas corresponde a su vez una forma concreta de las relaciones sociales de produccin que se cristalizan temporalmente a travs de la creacin de todo el ropaje jurdico, poltico e ideolgico que le es funcional. Este proceso que solo debe ser visto como una dinmica dialctica donde lo que determina en ltima instancia son las relaciones sociales de produccin implica un desarrollo geogrfico expansivo y generalizador de la produccin capitalista.En el razonamiento anterior es claro que el arranque material concreto de la produccin es en primera instancia espacial, es una relacin concreta con el medio fsico, y que el capitalismo como relacin social de produccin es una accin espacializada de creacin de plusvalor que integra el trabajo vivo y el trabajo muerto para crear dinmicas de valorizacin.En tanto relacin espacial, el propio capitalismo segmenta o divide el mbito fsico donde se desarrolla. La divisin campo ciudad es una relacin espacializada creada por el capitalismo, es una construccin espacial que solo es posible pensarla como segmentacin del espacio para garantizar la acumulacin de capital. A su vez, la separacin del proceso de produccin de la esfera de reproduccin de la fuerza de trabajo, es decir la divisin entre el mundo de lo domestico y el mundo de la fabrica capitalista es otro ejemplo de cmo el capitalismo como, relacin social de produccin, es una espacializacin especifica.En la propia nave industrial el proceso de produccin se segmenta, se descompone en mltiples espacios de accin del trabajo humano y la produccin. El espacio nacional y su lgica de mercado interno es otra forma de divisin capitalista que seala el lugar geogrfico donde la dinmica productiva encuentra su lugar de reproduccin especfica. Este mercado interno presupone tambin un ms all geogrfico que no es otro que el mbito de lo internacional como mercado mundial, otra forma de accin capitalista sobre el espacio. Pero por supuesto en el marco de ese mercado mundializado, la competencia capitalista crea las regiones econmicas, los espacios del mercado comn interestatal, el mundo globalizado, la integracin de zonas, la exclusin de otras, la dinmica de divisin entre centro y periferia, en fin el capital como relacin social de produccin implica una accin concreta sobre el espacio, implica una espacialidad de orden capitalista que reconstruye las formas de accin sobre el territorio, que influye y es influenciada por las relaciones sociales de produccin, que es co-constitutiva: el espacio es espacio de produccin y reproduccin capitalista; el espacio es tanto productor como producto del ejercicio de acumulacin capitalista, as que tanto la dinmica de acumulacin como la misma posibilidad del solucin de las crisis se juegan en el espacio capitalista que no es otro que el espacio fsico de la accin productiva en todos sus niveles local, nacional, regional, internacional o mundial y su transformacin en el marco de las relaciones que cada escala espacial construye influencia, transforma y e integra. Dinmica capitalista y espacio: las soluciones a la crisis del capital

Es claro que la teora marxista de acumulacin de capital desarroll el problema de la reproduccin del sistema a travs de la pregunta por la reposicin del capital fijo y el capital variable, pero que en alguna medida descuido un horizonte de explicacin ligado a la necesidad de ver la participacin del espacio en las dinmicas de capitalistas.En principio la reproduccin simple de capital ese ejercicio que el propio Marx consideraba solo un intento explicativo, toda vez que el capital como relacin no poda conservarse sino a condicin de aumentar la cantidad de capital fijo y capital variable involucradosimplicaba un primer acercamiento a travs de la simple consideracin de una reposicin vegetativa de los factores de produccin. Sin embargo, la reproduccin del capital solo era posible en tanto que la espiral capitalista incorporara cada vez mayores cantidades de insumos, maquinas, herramientas, en general medios de produccin, y por supuesto en tanto que tambin incluyera mayor cantidad de fuerza de trabajo en condiciones de trabajo asalariado. As, la reproduccin ampliada implicaba que la plusvala generada en el ejercicio capitalista inicial, se destinara a aumentar la cantidad de capital fijo y variable utilizado en el principio, para que en el segundo movimiento la cantidad de plusvala producida, mayor que la anterior, permitiera una etapa ms amplia de expansin capitalista. En tanto que esta espiral se mantuviera, no habra posibilidad que el capitalismo retrocediera en su capacidad de hacer del capital y el trabajo elementos destinados a la produccin capitalista. No obstante la reproduccin del capital no era indefinida y poda experimentar periodos crticos que podran morigerar el ritmo, estancar el crecimiento o causar fenmenos de franca involucin en su desarrollo. La teora de la crisis del capital se convirti as en un interesante objeto de estudio para la teora marxista. En su anlisis, las teoras posteriores intentaron seguir los desarrollos que el propio Marx habra dejado sealados en el capital, y agregaron algunas variables que el filosofo de Trveris no podra haber vislumbrado de manera tan clara en el contexto social en que vivi.Los anlisis se dirigieron a tres posibles escenarios de la crisis. Algunos apuntaron a la posibilidad de una crisis de oferta ocasionada por un problema de produccin de las mercancas, es decir una crisis que podra explicarse como resultado de la incapacidad del sistema para desarrollar las fuerzas productivas. Esto era por supuesto un caso extremo y solo se podra considerar de manera meramente hipottica. El capitalismo sobrevive a condicin de renovar y revolucionar las fuerzas productivas, de tal manera que solo de forma muy remota se podra presentar el caso de que todo el aparato de produccin fuera arrasado, y aun cuando buena parte del aparato de produccin capitalista asentado en algn pas fuera destruido por una guerra, una catstrofe natural o cualquier otro fenmeno trgico de grandes proporciones el capital podra seguir funcionando toda vez que en su configuracin mundializada presentaba una estructura interconectada que le permita simplemente hacer frente a esta crisis acelerando los procesos de produccin en lugares donde el aparato productivo no se hubiera visto afectado. As las cosas, una crisis de oferta era una posibilidad remota y tal vez de imposible ocurrencia. En otro sentido algunos apuntaron a ver el origen de las crisis en el lado de la demanda: la no realizacin de las mercancas en el mercado podra causar una ruptura del ciclo de acumulacin capitalista. La crisis de demanda fue el fenmeno ms estudiado, la explicacin buscaba mostrar como el capital estaba condenado a la paradoja de la exaccin de plusvala, pero, a su vez, a la necesidad de garantizar que los bienes producidos fueran adquiridos con el fin de reiniciar el ejercicio de produccin con la compra de medios de produccin y fuerza de trabajo excedentaria. El tercer eje en el que podra desenvolverse la crisis se daba en los lmites del medio ambiente que soporta la produccin de capital. La amenaza que causara la explotacin capitalista del entorno vital, de la naturaleza, podra llevar al capital a un fin acelerado toda vez que la produccin en si misma se basa en la transformacin de la naturaleza para construir mercancas mediante el concurso del trabajo humano, reemplazar totalmente la utilizacin de materias primas o amenazar de manera importante la subsistencia en la biosfera, eran riesgos que el capital en su expansin acelerada poda convertir en realidades concretas y con ello en su destruccin real como sistema de produccin y crnicamente en un elemento de sus crisis estructural.As las cosas, tanto la reproduccin como la crisis capitalista se explicaban por fenmenos que involucraban el tiempo, pero de manera muy tangencial involucraban el espacio. Sin embargo, el capital en si no poda ser separado de su connotacin espacial y la propia dinmica capitalista era, y es, un fenmeno espacializado; entenderla de esta manera permitira un acercamiento ms claro a la propia historia del capital como relacin social.

Las crisis del capital: el espacio de la globalizacin y el espacio de la resistencia.

La relacin del proceso de produccin capitalista con el espacio no es en lo absoluto una dinmica de generacin de las condiciones de la produccin en las que el medio geogrfico se construye o desarrolla solo como contenedor territorial de la produccin, es decir, no est en los presupuestos de esta explicacin del espacio verlo como un simple epifenmeno de la acumulacin de capital, como si el espacio fuera un mero reflejo, una excrecencia de las dinmicas del capital. Se debe insistir en que el espacio es estructurado y estructurante, es un producto y un productor de las dinmicas de acumulacin.Las crisis del capital se resuelven tambin en el espacio, son tanto problemas en la circulacin de las mercancas es decir problemas de transporte de los productos que se solucionan o minimizan con la reduccin del tiempo entre la produccin y el consumo, y con ello el tiempo en que el capital muerto se torna otra vez en capital dinerario listo para ser reinvertido en un nuevo circuito ampliado de acumulacincomo problemas de estreches de demandan efectiva que a su vez se atacan con la ampliacin de las fronteras de los mercados internos mediante las guerras comerciales, la colonizacin o los diferentes procesos de imposicin imperialista.De manera ms particular, la crisis capitalista, al igual que la acumulacin de capital, no se pueden ver como un problema ligado de manera exclusiva la aceleracin de los ritmos de produccin o la incorporacin de capital variable a costos reducidos, o de capital fijo con altos desarrollos tecnolgicos. El capitalismo como relacin social de produccin implica una transformacin del medio natural y de las relaciones que los hombres entablan entre s y con ese medio, en este aspecto es siempre una relacin espacial: la produccin es una accin espacializada toda vez que es mediante la separacin del proceso de trabajo del proceso de valorizacin que se puede confinar fsicamente la transformacin de las materias primas y la reproduccin de la fuerza de trabajo; la transformacin tcnica de las materias primas se realiza mediante la divisin funcional del espacio fsico de la nave industrial; la circulacin fsica de las mercancas se desarrolla a travs de los medios de transporte; la realizacin de las mercancas en el consumo ocurre en tanto existe un espacio homogneo de transacciones que permite la utilizacin de la moneda comn y la configuracin del mercado como mbito fsico y convencional de la transacciones; la ampliacin del sistema de produccin ocurre toda vez que nuevos mbitos espaciales son incluidos en la dinmica de acumulacin mediante la incorporacin de nuevos recursos naturales de reas no explotadas y de fuerza de trabajo no sometida a relaciones de explotacin capitalista.Pero ms all de ello, el espacio de la acumulacin y la reproduccin del capital salta los contenedores fsicos de lo local, regional o nacional incluso de lo internacionaly puede proyectarse ms all mediante el desarrollo de novedosas modalidades de reproduccin espacial que incluyen tanto la configuracin de espacios virtualescomo las regiones econmicas desarrolladas a travs de los flujos de exportaciones de pases o regiones que no tienen contigidad o cercana fsica, las reas metropolitanas, las megalpolis, las tecnopolis, las zonas transfronterizas, las regiones pivtales, etc.,como el desarrollo de modalidades de produccin y de realizacin del valor que buscan eliminar la barrera fsica de la transformacin y confinamiento de mano de obra y materias primas de la produccin o de la circulacin de las mercancas en el mbito espacialde esta manera operaran las maquilas, las empresas satlites manufactureras, las formas de explotacin deslocalizada de las multinacionales; y en el caso de la circulacin, la funcin de aniquilar la barrera espacial la cumple la venta a crdito, las modalidad de adquisicin por previo pago, la autoconstruccin, la propiedad compartida de los productos adquiridos, etc..,Pero por supuesto, en tanto que la tecnologa avanza, en tanto que las fuerzas productivas se desarrollan, pareciera que el problema del espacio se torna simplemente marginal, y que el capital pudiera reproducirse en ausencia de su relacin con el espacio.A esto apuntaran todas estas tendencias globalizantes que desde el neoliberalismo celebran la muerte del espacio y con ello la eliminacin de los lmites espaciales de circulacin de las mercancas. No obstante estas posiciones amparadas en los nuevos desarrollos tecnolgicos que han permitido la irrupcin de una nueva forma de acumulacin capitalista centrada en la especulacin financiera y cuyo lugar de accin se encuentran en la inmaterialidad de la red informtica las mercancas son fsicas, su produccin no se separa de las condiciones naturales del medio fsico donde se desarrollan, y el trabajo, el factor creador de valor por excelencia, no puede obtener ni la movilidad ni la inmaterialidad de los flujos informacionales, as que nuevamente las crisis del capital son crisis en las que, aunque los capitalistas quisieran aniquilar el espacio a travs del tiempo, la realidad concreta de la produccin los arroja nuevamente al espacio como determinante fundamental de la produccin, y de contera, ste es la articulacin social de mltiples formas de accin social que permiten la resistencia frente a los lineamientos del capitalismo. Paradjicamente vuelve a ser el espacio el marco de la resistencia, y su disputa por los sujetos, la dinmica poltica ms importante.El discurso neoliberal, que se apodero del proceso de globalizacin y lo at a sus intereses econmicos y polticos, pretendi que ante la conexin acelerada de los mercados los espacios de tratamiento de las dinmicas socio-polticas, centradas en la matriz Estado-nacional, haban ya sido superadas, y en esa misma medida el fin de los Estados era el fin de los territorios. El mercado se pretendi el mximo ordenador de las diversas demandas de los habitantes de cada espacio Estado-nacional, y la regulacin de ste estaba por fuera tambin de sus posibilidades; lo internacional se volvi interioridad, y emergi con ello un mundo desterritorializado, donde la resistencia al capital era difcil, en tanto difcil era la ubicacin de sus lugares de accin, sus dinmicas de produccin y con ello la identificacin de los puntos vulnerables del sistema. En respaldo a todo ello se pretendi construir una tica mundializada que se encargara de ser el contenedor de los abusos del capital y la salvaguarda de los derechos de los habitantes del planeta frente al acceso a los recursos, la redistribucin de los excedentes y la garanta de los derechos humanos. El espacio haba muerto y en su lugar una aldea-mundo emerga en la que la homogeneidad del espacio era prcticamente un componente esencial de las dinmicas de reproduccin. Pero las crisis no fueron asuntos del pasado y seguan manifestndose, arrastrando regiones completas a la pobreza o desarrollando formas de explotacin del trabajo, claramente emplazadas territorialmente. Las crisis eran regionales pero sus efectos eran globales, sus manifestaciones podran tener una regionalizacin especifica el sudeste asitico, Mxico, Rusia, Europa oriental, pero sus efectos no eran simplemente en ese espacio circunscrito, contrario a la imagen de una capitalismo en red que poda desconectar los nodos que caan en desgracia, ste, cada vez mas interconectado, segua mostrando que el espacio era en realidad un espacio articulado mundialmente y que la acumulacin, que se supona global, era en realidad local y que de all la resistencia no poda ser menos que territorial, y articulada al mundo de la globalizacin de manera creativa.

La resurreccin del espacio: lugares de resistencia y espacios de dominacin.

As las cosas, el capital no es en lo absoluto una dinmica desterritorializada y aunque el ritmo frentico de la produccin haya logrado catapultar las velocidades de circulacin, de rotacin del capital, y aunque la red informtica se presente como el espacio de circulacin del valor, y aunque en todo ello, la fuerza de trabajo parezca un recurso voltil y prescindible, el modo de produccin capitalista es todava una relacin especifica entre el capital y el trabajo que tiene en el espacio una de la aristas ms importantes de anlisis. La posibilidad de resistir las dinmicas deshumanizantes del capital pasa por revitalizar el lugar, por reivindicar lo local para proyectarlo creativamente al mbito mundializado.En los propios inicios del capital la resistencia poda considerarse atada al lugar. La posibilidad de golpear al capital estaba primero en lo local, donde las industrias estaban emplazadas: hostigar a los capataces, retener las mercancas, presionar a los capitalistas, e incluso, sabotear los medios de produccin, eran acciones que estaban al alcance de la mano, que estaban en el mundo del territorio que se habitaba. Marx proyectar esto al mbito global al llamar a los proletarios a una accin que pasara las fronteras de los Estados y se articulara en el espacio mundialproletarios del mundo unos pero esto en lo absoluto implicaba un desconocimiento de las dinmicas de resistencia que empezaban en el marco territorial, en lo local: la celebracin de la Comuna de Parisdonde los obreros se tomaron el cielo por asalto , las enseanzas impartidas para nutrir la resistencia de los obreros contra la reduccin de los salarios, los anlisis de los procesos territoriales ocurridos en el marco de la produccin capitalista en Europa, y en general la relevancia de lo local como soporte explicativo del funcionamiento del capital y sus posibilidades de resistencia desarrollados por Marx, as parecen demostrarlo. Adems, como se sealo ms arriba, en lo absoluto el problema de las dinmicas del espacio para la reproduccin del capital eran desconocidas para Marx, sino que en tanto que la situacin histrico-concreta que presentaba su desarrollo era todava un modelo de escala regional, las posibilidades de advertir su conexin con lo global estaban aun en ciernes.El mundo neoliberal llevo la imagen del espacio a la virtualidad de los flujos financiarizados, cre la ilusin de la absoluta movilidad de los factores de produccin y la preeminencia de la escala global frente a la parroquialidad de las escalas locales o regionales. Con ello desactiv el poder reivindicativo de los movimientos emplazados territorialmente y los conmino a ser solo ecos de las reivindicaciones de la globalidad gestionada en los espacios de negociacin multilateral del capitallos organismos multilaterales de regulacin de las acciones comerciales y de interaccin econmica entre los Estados en donde a todas luces tenan ms poder de decisin los grandes conglomerados econmicos, las multinacionales, y en general los intereses de los grupos de capital que podan dominar la voluntad de los Estados para hacerse representar de manera directa en los espacios de decisin globalizada. Paralelo a ello se creaba la idea de una sociedad donde las contradicciones ya haban sido resueltas, donde los conflictos por la distribucin de los recursos pasaran a un segundo plano en tanto que la posibilidad del crecimiento econmico beneficiaria de manera global a todos los sectores econmicos interconectados en mundo que se presentaba como interioridad , adems la interioridad del mundo se proyectara en la construccin de un horizonte tico global que hara irrelevante lo local, donde esta escala espacial solo poda ser importante en tanto que estuviera articulada a las dinmicas mundializados, dominadas no por la reivindicacin de la justicia sino por la integracin sin lmites de los espacios comerciales.La salida, para la resistencia social, a la encrucijada de un mundo globalizado que parecera haber aniquilado el espacio mediante la aceleracin de los flujos comerciales, no sera otra que volver a reivindicar lo local como espacio de accin social primigenio y portador del germen de lo global: demostrar que el capital segua siendo un proceso de escala local que se proyectaba a lo global, una forma social particular de transformacin de la accin espacial como resultado de las dinmicas territorializadas de produccin. Relocalizar la resistencia contra lo globalizado era reivindicar la preeminencia de la poltica del lugar para desde all transformar la dominacin del capitalismo globalizado, y en la prctica local ganar la posibilidad de proyectar la resistencia al mundo global para negociar, o presionar, acciones de justicia social por fuera de los mecanismo institucionalizados que el capital haba creado a su acomodo.En este sentido, la accin de resistencia emplazada en el lugar puede constituirse en la posibilidad cierta de contener la dinmica neoliberal de globalizacin desigual y explotadora. Ms all de la confianza en la creacin de un sentimiento global contra los efectos negativos del capitalismo, es necesario que ese sentimiento parta de las dinmicas emplazadas territorialmente. Mltiples ejemplos pueden ayudar al ilustrar esta perspectiva.En el caso de las reivindicaciones de los movimientos colombianos es paradigmtico el proceso desarrollado por las comunidades negras del Bajo Atrato que han logrado que sus demandas por proteccin del espacio vital que habitan, entendido ms all del mero mbito geogrfico y aunado a su cultura y su particular uso de los recursos naturales, sean defendidos no solo a travs de la creacin de un marco normativo que lo ampare, la ley 70 de 1993, sino que adems han desarrollado una proyeccin hacia lo global a travs de la incorporacin de sus demandas a espacios de accin poltica, espacios alternativos a los clsicos mecanismos e instancias de demanda frente a la comunidad internacional. La accin poltica de estas comunidades ha llevado a un nivel de mayor capacidad movilizadora sus demandas, en tanto que ha hecho de lo local su espacio de creacin de conciencia, y de lo global su proyeccin en lo mundial para la construccin de la defensa frente a los intereses avasalladores del capital: han hecho de su debilidad como movimiento social la aparente provincialidad de sus demandassu fortaleza en el marco de lo global.Otro caso que permite ejemplificar la posibilidad de hacer de lo local el mbito privilegiado de resistencia contra la globalidad imperial y sus agentes estatales, se podra ver en el proceso de construccin de las comunidades de paz, cuyo modelo paradigmtico en Colombia es la comunidad de paz de San Jos de Apartad. Esta comunidad ha hecho de su lucha por la territorialidad su posibilidad de vivir en el territorio declarndose no solo poseedores de sus tierras sino ordenadores sociales de sus propias formas de convivencia en independencia del Estado y de los grupos armados que lo combaten su estrategia de visibilzacin en lo local, y con ello su posibilidad de construccin como sujeto poltico. Pero adems, han logrado proyectarse constructivamente a lo global a travs de la construccin de variados lazos de solidaridad internacional gestionados mediante el lobby en los organismos internacionales de proteccin de los derechos humanos, las ONGs y los grupos de presin en la comunidad internacional. Con ello han defendido el territorio y sus prcticas sociales territorialmente emplazadas frente a los embates del Estado, los paramilitares y los grupos armados que los han querido desplazar de una regin rica en trminos econmicos y estratgica en trminos militares.Finalmente, aunque los ejemplos pueden multiplicarse, otro de los experimentos exitosos desarrollados en Colombia que da cuenta de la defensa del territorio como una dinmica social que se construye desde las interacciones de los colectivos humanos que lo habitan, y que rebasa la mera accin econmica del capital globalizado y sus lgicas de dominacin neoliberal, podra verse reflejado en las zonas de reserva campesina, cuyo ejemplo ms destacado seria la Asociacin Campesina del Valle del Cimitarra. La accin reivindicativa de este sujeto poltico es tambin una accin desde el territorio como prctica social. Los campesinos organizados han logrado que el Estado reconozca la posibilidad de una propiedad colectiva del suelo, y una organizacin social derivada de ello que puede autogestionar sus prcticas de sostenimiento y de organizacin poltica. Los campesinos de esta regin han logrado reconstruir el tejido social destruido por el asedio de la violencia del conflicto armado, en especial la terrible agresin orquestada por el paramilitarismo y sus colaboradores estatales que ha sembrado de muertos el suelo santandereano desde la dcada de 90 hasta ahora.

A MANERA DE CONCLUSION: EL ESPACIO Y LAS RESISTENCIAS SOCIALES

La posibilidad de resistir la globalizacin neoliberal, esa globalizacin que se ocupa fundamentalmente de garantizar la reproduccin del capital y la eliminacin de las dinmicas de resistencia social, se encuentra de manera concreta en revitalizar la resistencia localizada, en potencializar los movimientos sociales que usan sus nexos reales con el territorio que habitan, y proyectarlos a los espacios de lo global con una dinmica alternativa de mundializacin.Como en el discurso de los zapatistas, a la globalizacin de la miseria se debe oponer la internacional de la solidaridad y la esperanza, pero sin olvidar que esta accin es solo posible si se resiste al capital desde sus lgicas locales de acumulacin, desde las estrategias localizadas de expoliacin de la riqueza social y explotacin de la fuerza de trabajo. En este sentido se debe resaltar que el capital es siempre una relacin espacial que ordena la dinmica de produccin y reproduccin mediante la disposicin de espacios especficos de desarrollo de la produccin y la circulacin de las mercancas, que aunque se proyecte a lo global, sigue anclado a sus manifestaciones locales de articulacin de capital vivo y capital muerto, que es all en lo local donde se puede frenar las lgicas desiguales de la globalizacin.Pero que esto solo es posible en tanto se utilice el espacio global para construir la solidaridad en el marco de acciones reales de intercambio tecnolgico, de proteccin de conocimiento ancestral, de defensa del medio ambiente, de respeto por los derechos econmicos, sociales y culturales, de autonoma poltica, en fin, en el respeto de la territorialidad. En el contexto actual queda a los movimientos sociales desarrollar acciones de resistencia que logren reivindicar su carcter de habitantes del territorio, y de sus relaciones con l, como los verdaderos elementos que configuren su organizacin frente a las lgicas expropiadoras de los actores capitalistas, sus agentes violentos y el aparato de Estado. En esta tarea rodear a los movimientos de resistencia, proyectar su trabajo a todas las instancias de solidaridad nacional e internacional y coadyuvar en la construccin de proyectos econmicos viables, democrticos, sostenibles y amigables con el entorno natural en que viven, es el compromiso de todos los que pensamos que el capitalismo no es el destino inexorable de los pueblos y que los intereses de los agentes capitalistas, anclados en la globalizacin imperialista, deben ceder ante la resistencia social emplazada territorialmente.

El Luxemburguismo como equilibrio inestableEste texto es la primera parte del resultado de un debate que estamos teniendo los diversos camaradas sobrequ es hoy lo que denominamos LUXEMBURGUISMO. En prximos nmeros incidiremos ms en las cuestiones que ahora planteamos. Y que seguirn siendo debatidas, entre nosotros y con otros proletarios.

Evidentemente, es un debate producto de cmo se est formando esta Red Luxemburguista Internacional, entre activistas y militantes que provenimos de diversas experiencias organizativas concretas. Pero, sobre todo, de por qu se est formando la RLI.

Creemos necesario que las alternativas que denominamos como luxemburguistas se hagan visibles. Ms an considerando la crisis global en la que la Humanidad est inmersa. Frente al capitalismo y frente a otras alternativas que han demostrado ya ser graves errores, pero que se siguen planteando y siguen atrayendo a muchos proletarios. Entre otras razones, porque alternativas como las que nosotros (y otros muchos, pues no somos los nicos) planteamos no se visualizan, son absolutamente desconocidas o minoritarias.

Est claro que si nos denominamos luxemburguistas es porque consideramos a la tendencia que contina las posiciones de Rosa Luxemburgo la ms adecuada entre las que han surgido en la historia del movimiento obrero. Adecuada para qu? Para lograr ese objetivo que el proletariado se fij desde sus inicios como clase social sometida a la explotacin capitalista: la autoemancipacin. Pocas expresiones organizadas del luxemburguismo ha habido, pese a que la vinculacin de los planteamientos de Rosa Luxemburgo y los luxemburguistas es claramente apreciable en cada movilizacin de masas ocurrida en la historia reciente. Conocan las masas proletarias las tesis de los luxemburguistas? No. Son los planteamientos de Rosa y sus seguidores los que se formulaban en coincidencia con las aspiraciones y los mtodos de lucha de los proletarios, y no a la inversa.

No estamos de acuerdo con aquellas posiciones que sostienen que hay que mirar slo hacia delante, sin atender a la propia historia del movimiento obrero. El pasado no sirve, evidentemente, para eternizar polmicas y recriminaciones. Pero s es imprescindible para poder realizar una crtica de lo que ha sido la praxis (y la teora) de la lucha contra la explotacin, y poder plantear en el presente formas verdaderamente efectivas para lograr el objetivo revolucionario: la radical transformacin de la sociedad.

El luxemburguismo trata de mantener siempre lo que fue su base de anlisis, el Materialismo Histrico. Y, en concreto, su comprensin extraordinaria de algo tan complejo de percibir como es el proceso histrico. Pero tambin tiene que mantener la relacin entre ese anlisis (la teora) y la praxis poltico-social. Es decir, tiene que ser capaz en cada momento de tener presente los mltiples mecanismos de cambio social y cmo todos se engarzan en un proceso real que no admite imposiciones idealistas o unidireccionales que se comprobarn absurdas. Esto implica partir siempre del anlisis de la realidad concreta, no forzarla porque nuestros deseos sean cuales fueren. Y, sobre todo, no caer en posiciones simplistas que reducen la complejidad a un autntico espantajo. Ese intento permanente podemos denominarlomantenerse en "equilibrio inestable", mantener siempre la tensin entre elementos que se suelen considerar por lo general opuestos, pero que deben ser considerados como evidencias de las contradicciones propias de un sistema desigual como es el capitalismo.

Equilibrio entre el reconocimiento del carcter espontneo de las luchas, de las huelgas de masas, y la necesidad y relevancia de organizarse. Ello significa:

Reconocer la imposibilidad de decidir a priori cundo y dnde se producirn los enfrentamientos claves contra la explotacin. O negar que se producirn.

Reconocer que son las condiciones materiales, el mundo de la produccin material, lo que hace conformarse las conciencias para la lucha, y no la teora "abstracta" aprendida en el seno autocomplaciente de las organizaciones partidarias. O el tamao de stas, su supuesta fuerza.

Y al mismo tiempo reconocer que es relevante que existan activistas, militantes, siempre y cuando sean a un tiempo proletarios que luchan. Lderes ya hemos tenido suficientes.

De ah que nosotros hoy, como luxemburguistas, tengamos que reconocer que no sabemos dnde estallarn los procesos revolucionarios. Pero que, all donde estemos, ayudaremos a ello. Y que tengamos que tener claro, en cada paso, que existen y existirn "partidos", tantos como propuestas de solucin se den a los problemas. Pero queel nico sujeto posible de la transformacin social radical es la masa proletaria en su conjunto y complejidad. Una masa de la que nosotros no somos sino una parte ms.

Equilibrio entre el reconocimiento de lo objetivo del proceso histrico y las posibilidades de la intervencin para su transformacin(lo subjetivo). Esto es lo que formula la famosa consignaSocialismo o Barbarie. Barbarie no es la barbarie capitalista, sino un sistema social distinto y posterior al derrumbe del capitalismo, cuyo fin histrico inevitable motivado por su propia evolucin y contradicciones Rosa Luxemburgo pudo comprender. Eso es lo esencial de su obra "econmica", especialmenteLa Acumulacin del Capital. Eso es lo "objetivo", lo que se deduce de la propia dinmica interna del capitalismo. Pero el luxemburguismo tambin tiene claro que lo "subjetivo" existe y es crucial. No podemos perder de vista que la Historia la hacen los seres humanos.La lucha de clases es el motor de la historia. Este planteamiento, esta dialctica entre las condiciones objetivas y las posibilidades de accin, nos tiene que hacer rechazar cualquier mecanicismo (en lo que muchas tendencias caen, considerando que las cosas vendrn "slas") y tambin cualquier voluntarismo, cualquier consideracin de que slo por el simple convencimiento terico o moral las cosas cambiarn. Entre otras cosas, porque slo ante la necesidad marcada por la evolucin de las condiciones materiales puede desarrollarse ese convencimiento de manera masiva. Slo entonces la conciencia de clase podr ser general. Y la nica alternativa posible a la Barbarie, el Socialismo, podr ser puesta en prctica.

Equilibrio entre lo que comnmente se denominan "reforma" y "revolucin". No hubo para los luxemburguistas antiguos (empezando por la propia Rosa Luxemburgo) ni debe haberla para nosotros, una separacin "radical" entre ambos mecanismos. Por qu? Porque la realidad del proceso histrico nos demuestra (y quien no desee verlo, all l) que no son "momentos" distintos. Todo lo contrario: la tensin entre las posibilidades del cambio inmediato, de la mejora posible, y la necesidad de superar radicalmente los marcos sociales, siempre est presente. Es mediante la comprobacin emprica de la imposibilidad de mejorar en los marcos establecidos por la sociedad capitalista como se da el salto a la lucha revolucionaria. Y en esa lucha se realizan las mejoras concretas, paso a paso, no como si una suerte de dios creara el nuevo mundo de golpe y porrazo.

De nada sirve que separemos en los laboratorios de la teora las luchas en "reformistas" y "revolucionarias". O en "defensivas" y "ofensivas". Porque la experiencia nos muestra que las luchas pueden cambiar su "caracterizacin". Porque lo han hecho frecuentemente en el pasado. Algo concreto puede acabar reclamndolo todo. La lucha por la estricta supervivencia puede transformarse en la lucha por la emancipacin total. Y viceversa.

Por eso hay que participar, como miembros de la clase y como miembros organizados de la clase, en las luchas que se desarrollan en nuestros mbitos. Y apoyar, con todas las crticas que sean necesarias, otras luchas. No nos queda ms remedio. Si supiramos de antemano cual es la lucha que llevar a la revolucin mundial, cual es el caballo ganador al que hay que apostar, todo sera muy sencillo. Si fuese posible adivinarlo, no se habra adivinado ya?

Ser en el terreno prctico, en las luchas, donde nuestros anlisis y las propuestas que de ellos surjan tendrn sentido. Ser en esas luchas donde habr que defender como aspiraciones irrenunciables laigualdady lalibertad, lademocracia radical, laautogestin, lasocializaciny la necesidad de larevolucin mundial.

sta es una copia en castellano de un artculo que fue presentado en la Conferencia Internacional de Rosa Luxemburgo celebrada en el 2007 en Tokio. Agradecemos a su autor que nos la haya facilitado, pues consideramos que es un gran aporte a la divulgacin del pensamiento de Rosa Luxemburgo.La nocin de democracia en Rosa Luxemburgo: Algunos aportes para el siglo XXI Por Pablo Slavin Profesor Titular Ordinario de Derecho Poltico con dedicacin Exclusiva, y Profesor Adjunto Ordinario de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social, Facultad de Derecho (UNMDP); Director del Departamento de Ciencias Polticas y Sociales, Facultad de Derecho (UNMDP); Director del Grupo de Investigacin Pensamiento Crtico.Introduccin:Rosa Luxemburgo fue una de las ms destacadas figuras con que cont la socialdemocracia en las dos primeras dcadas del siglo XX.Si algo podemos destacar entre sus numerosas cualidades, es la claridad con la que supo aplicar el mtodo desarrollado por Marx y Engels, el materialismo dialctico, a todos sus anlisis.Cumpliendo con lo que Marx prescribiera en sus Tesis sobre Feuerbach, Rosa Luxemburgo no se content con realizar un estudio terico del marxismo, sino que siempre demostr un profundo inters por la faz prctica.Su activa participacin en los distintos movimientos revolucionarios de principios de siglo, hicieron que las crceles de su Polonia natal y de Alemania, su patria adoptiva, la tuvieran como asidua husped.Fue una firme defensora del sistema democrtico, y una polemista infatigable. Nunca claudic en sus posiciones, lo que motiv que tuviera duras polmicas con los ms brillantes intelectuales de su poca; como Lenin, Kautsky, Bernstein, Otto Bauer, o Pannekoek.Hoy, tras el derrumbe de la experiencia sovitica, cuando muchos crticos de derecha anuncian la muerte del marxismo y amplios sectores de la izquierda no encuentran el rumbo, creemos que es fundamental recuperar el pensamiento de una intelectual y militante que supo adelantarse a su tiempo.Porque como ella misma afirmara en 1903:Si, pues, detectamos un estancamiento en nuestro movimiento en lo que hace a todas estas cuestiones tericas, ello no se debe a que la teora marxista sobre la cual descansan sea incapaz de desarrollarse o est perimida. Por el contrario, se debe a que an no hemos aprendido a utilizar correctamente las armas intelectuales ms importantes que extrajimos del arsenal marxista en virtud de nuestras necesidades apremiantes en las primeras etapas de nuestra lucha. No es cierto que, en lo que hace a nuestra lucha prctica, Marx est perimido o lo hayamos superado. Por el contrario, Marx, en su creacin cientfica, nos ha sacado distancia como partido de luchadores. No es cierto que Marx ya no satisface nuestras necesidades. Por el contrario, nuestras necesidades todava no se adecuan a la utilizacin de las ideas de Marx. Luxemburgo, Rosa (1903); Estancamiento y crisis del marxismo. En Rosa Luxemburgo - Obras Escogidas; Argentina, 1976; T I, pg. 135.A continuacin trataremos de analizar su concepcin de la democracia, y el papel que segn ella debe desempear un Partido Socialdemcrata que se precie de tal.El modelo democrtico:Rosa Luxemburgo fue una digna heredera de la tradicin democrtica defendida desde el seno de la socialdemocracia europea. Sin embargo, eso no le impidi tener una clara nocin de los lmites que la democracia burguesa impona, y la necesidad de su transformacin y superacin.En su trabajo Reforma o Revolucin, de 1900, cuyo objetivo principal era criticar las posiciones de Bernstein y su revisionismo, nuestra autora explica el carcter superestructural de la democracia como forma poltica.Entre la democracia y el desarrollo capitalista no cabe apreciar ninguna relacin general y absoluta. La forma poltica es, en todo momento, el resultado de la suma total de los factores polticos internos y externos, y admite, dentro de sus lmites, la escala completa de los regmenes polticos, desde la monarqua absoluta a la repblica democrtica. Luxemburgo, Rosa (1900); Reforma o Revolucin; Buenos Aires, Argentina, 1969; pg. 89.Ella comprenda que el capitalismo, como estructura econmico social, utilizaba la forma poltica democrtica, pero no dependa de ella. Sealaba que la democracia haba cumplido un rol fundamental en la transicin del Estado feudal al capitalista, destruyendo las trabas que tena la burguesa para su crecimiento.Pero con la misma claridad poda ver que tan pronto como la democracia muestra la tendencia a olvidar su carcter de clase, convirtindose en instrumento de los verdaderos intereses del pueblo, la propia burguesa y su representacin estatal sacrifican las formas democrticas Luxemburgo, Rosa (1900); Ob.cit.; pg. 58.Y luego agregaba que el liberalismo como tal, ha llegado a ser para la sociedad burguesa hasta cierto punto superfluo, y aun en ciertos aspectos muy importantes, es ms bien un obstculo. () El grado de desarrollo alcanzado por la economa mundial, y la agravacin de las luchas por la competencia en el mercado internacional, ha hecho del militarismo instrumento de la poltica mundial, siendo ello lo que caracteriza el momento actual tanto en la poltica interior como exterior de los grandes Estados. Pero si la poltica mundial y el militarismo es una tendencia en auge en la fase actual, lgicamente la democracia burguesa ha de marchar hacia el ocaso. Luxemburgo, Rosa (1900); Ob.cit.; pg. 90.

Y la democracia burguesa, efectivamente, marchaba hacia su ocaso. Su asesinato en 1919 le impedira ser testigo de regmenes que, como el fascismo y el nazismo, con tanta certeza supo anticipar.Como bien lo explica el profesor espaol Elas Daz:La burguesa, que era liberal y que para la conquista y proteccin de sus intereses y privilegios se haba organizado desde esas coordenadas de individualismo y abstencionismo, cambia estas bases por otras no liberales, sino totalitarias, cuando aqullas resultan ya insuficientes para la defensa a toda costa del sistema capitalista, que es lo que le interesa realmente conservar. Mientras no hubo peligro, el capitalismo fue liberal; cuando surge el socialismo, el laissez faire ya no le sirve a la burguesa; el capitalismo ya no puede ser liberal sin peligro para los intereses y privilegios que representa. Donde la presin y las tensiones de clase son menores podr continuar siendo liberal; en cambio, donde por causas diversas las tensiones se agudizan, la burguesa abandona el formalismo liberal de que hasta entonces se haba servido y no duda en organizar totalitariamente la defensa del capitalismo. Esto es fundamentalmente el fascismo: capitalismo organizado totalitariamente; capitalismo econmico ms totalitarismo poltico. Daz, Elas (1966); Estado de Derecho y sociedad democrtica; Espaa, 1984; pg. 44.Pero justamente por ello, crea Rosa Luxemburgo en la necesidad de defender el sistema y las instituciones democrticas.Segua diciendo en Reforma o Revolucin que:Si la democracia es, en parte, superflua para la burguesa, y en parte hasta un obstculo, en cambio para la clase trabajadora es necesaria e indispensable. Y lo es en primer lugar porque crea formas polticas (autonoma, sufragio, etc.) que pueden servir de comienzos y puntos de apoyo al proletariado en su transformacin de la sociedad burguesa. Pero, adems, es indispensable, porque slo en ella, en la lucha por la democracia, en el ejercicio de sus derechos, el proletariado puede llegar al verdadero conocimiento de sus intereses de clase y de sus deberes histricos. Luxemburgo, Rosa (1900); Ob.cit.; pg. 99/100.Creacin burguesa, la democracia se haba transformado en una herramienta que poda y deba ser utilizada por el proletariado en ascenso. No slo para alcanzar el poder, como sostenan aquellos que defendan la denominada va legal, sino tambin como un medio para la educacin del proletariado, permitindole pasar de clase en s a clase para s.Democracia Socialista y Dictadura del Proletariado:Rosa Luxemburgo estaba convencida de ser una fiel exponente de la tradicin democrtica socialista iniciada por Marx y Engels. As surge de su trabajo La teora y la praxis, de 1910, donde reproduce las palabras de Engels en la Contribucin a la crtica del proyecto de programa socialdemcrata de 1891. Engels deca: Si hay algo seguro es que nuestro partido y la clase obrera slo pueden llegar al poder bajo la forma poltica de la repblica democrtica. Esta es incluso la forma especfica para la dictadura del proletariado como lo ha demostrado ya la gran revolucin francesa. Luxemburgo, Rosa (1910); La teora y la praxis; en Debate sobre la huelga de masas. Primera parte, Cuadernos de Pasado y Presente; Mxico, 1978; pg. 235.Al hablar de la dictadura del proletariado como la forma especfica de la repblica democrtica, Engels lo ofrece como ejemplo a la Comuna de Pars, de 1871. Por ello creemos que es bueno recordar brevemente aquella experiencia.El propio Engels, en la Introduccin a la lucha de clases en Francia, nos dice que la totalidad de los miembros de la Comuna eran obreros, o representantes conocidos de los obreros. Todos los cargos administrativos, judiciales y de enseanza fueron cubiertos por eleccin, empleando para ello el sufragio universal y el derecho de revocacin. Se establecieron salarios iguales para los funcionarios y los trabajadores, buscando por ese medio evitar el arrivismo y la caza de cargos.La concepcin acerca de la dictadura del proletariado, ser entonces otro punto de conflicto en su enfrentamiento con los bolcheviques.Un conflicto cuyos orgenes se remontan a 1904, cuando Rosa Luxemburgo escribe el artculo Problemas organizativos de la Socialdemocracia, criticando la posicin sustentada por Lenin en su trabajos Qu hacer?, y Un paso adelante, dos pasos atrs. All Lenin abogaba por el centralismo del Partido en la toma de decisiones y en la direccin del proceso revolucionario. Ya volveremos especficamente sobre esta cuestin cuando tratemos el papel del Partido para Rosa Luxemburgo.En lo que se refiere a la cuestin de la relacin democracia-dictadura, Rosa dir, en 1918, que:El error fundamental de la teora leninista-trotskista es precisamente el de contraponer exactamente como Kautsky, dictadura y democracia. Dictadura o democracia, as plantean la cuestin tanto bolcheviques como Kautsky. Este ltimo, como es natural, opta por la democracia y precisamente por la democracia burguesa, puesto que la coloca en funcin alternativa a la subversin socialista. Lenin y Trotski, por el contrario, optan por la dictadura en oposicin a la democracia y en consecuencia por la dictadura de un puado de personas, vale decir, por la dictadura segn el modelo burgus. Se trata de dos polos contrapuestos, ambos bastante alejados de la autntica poltica socialista.() La democracia socialista comienza junto con la demolicin del dominio de clase y la construccin del socialismo. Comienza en el momento mismo de la toma del poder por el partido socialista; no es otra cosa que la dictadura del proletariado.S, s: dictadura! Pero esta dictadura consiste en el sistema de aplicacin de la democracia, no en su abolicin Luxemburgo, Rosa (1918); Crtica de la Revolucin Rusa; Argentina; pg. 126/128.La dictadura del proletariado, en la concepcin de nuestra autora, es el comienzo de la construccin de la democracia socialista. Una democracia cuyo contenido ser superador de la democracia burguesa, ya que la lucha de clases habr culminado, para dar paso a una sociedad sin clases. El tan ansiado reino de la libertad.Si bien es cierto que Kautsky describe los conceptos de dictadura y democracia como alternativos, no lo es menos que nuestra autora posea muchos puntos de contacto con la visin que este tena sobre la democracia.Veamos sino algunas frases de Kautsky en su obra La Dictadura del Proletariado, de 1918. En ella expresa:El Socialismo como medio de emancipacin del proletariado, sin democracia, es impensable. () Socialismo sin democracia es impensable.()La Democracia es la base esencial para la construccin de un sistema Socialista de Produccin Kautsky, Karl (1918); The Dictatorship of the Proletariat; traduccin del ingls propia; en www.marxists.org/archive/kautsky/1918/dictprole/ch03.htm Captulos III y V.

Pero hasta que la Democracia Socialista no se hubiese alcanzado, Rosa Luxemburgo crea que la democracia formal, como se denominaba a la burguesa, deba ser defendida y preservada.Como marxistas nunca fuimos fanticos de la democracia formal, escribe Trotsky. Es cierto, nunca fuimos fanticos de la democracia formal. Pero tampoco hemos sido en modo alguno fanticos del socialismo o del marxismo. Esto significa que tenemos el derecho () de tirar al canasto al socialismo o al marxismo cuando nos incomodan? Trotsky y Lenin constituyen la negacin viva de esta posibilidad. Nosotros no fuimos nunca fanticos de la democracia formal, significa lo siguiente: siempre hemos distinguido el contenido social de la forma poltica de la democracia burguesa, siempre supimos develar la semilla amarga de la desigualdad de la sujecin social que se oculta dentro de la dulce cscara de la igualdad y de la libertad formales, no para rechazarlas, sino para incitar a la clase obrera a no limitarse a la envoltura, a conquistar el poder poltico para llenarlo con un nuevo contenido social. La misin histrica del proletariado, una vez llegado al poder, es crear en lugar de una democracia burguesa una democracia socialista y no abolir toda democracia. Luxemburgo, Rosa (1918); Ob.cit.; pg. 127.Como podemos observar hasta aqu, la defensa que realiza del modelo democrtico es permanente. La democracia formal es un escaln, una herramienta para ir en la bsqueda de una democracia con contenido social. La democracia socialista. En modo alguno su crtica hacia la democracia burguesa permite pensar en su reemplazo por un rgimen que restrinja las libertades formales.A la democracia burguesa se la supera con ms democracia. La insuficiencia de las libertades burguesas es completada en la democracia socialista, donde la libertad se amplia al alcanzarse una verdadera igualdad.Y cuales son los principales valores que integran el modelo democrtico que ella defiende?La libertad de prensa, de reunin y de asociacin; una opinin pblica fuerte y libre; una plena libertad de conciencia para todos los individuos y amplia tolerancia para las diversas creencias y opiniones; ilimitada libertad poltica y educacin permanente de las masas; la celebracin de elecciones peridicas sobre la base del sufragio universal.Declaraba que Es un hecho notorio e incontestable que sin una ilimitada libertad de prensa, sin una vida libre de asociacin y de reunin, es totalmente imposible concebir el dominio de las grandes masas populares. Ibidem.; pg. 118.() Sin elecciones generales, libertad de prensa y de reunin ilimitada, lucha libre de opinin y en toda institucin pblica, la vida se extingue, se torna aparente y lo nico activo que queda es la burocracia. Ibidem.; pg. 123.Ella volva a poner en el centro de la escena a la libertad. Sin libertad no hay democracia.La polmica que sostuvo con los bolcheviques sirve tambin para rescatar la pureza de su concepcin sobre la libertad.Ella insista en que:La libertad reservada slo a los partidarios del gobierno, slo a los miembros del partido por numerosos que ellos sean- no es libertad. La libertad es siempre nicamente libertad para el que piensa de modo distinto. No es por fanatismo de justicia, sino porque todo lo que pueda haber de instructivo, saludable y purificador en la libertad poltica depende de ella, y pierde toda eficacia cuando la libertad se vuelve un privilegio. Luxemburgo, Rosa (1918); Crtica de la Revolucin Rusa; traduccin de Jos Aric, y estudio preliminar de Georg Lukcs. Buenos Aires, Argentina, 1969. Pg. 119Siendo consecuentes con su pensamiento, sera imposible aceptar la calificacin de Socialista o Socialismo Real, para formas de organizacin social basadas en la autoridad del Partido nico. Espontaneidad, masas y organizacin:La relacin entre las masas y el Partido fue un tema de permanente preocupacin en el pensamiento de Rosa Luxemburgo. Consideramos que el mismo est ntimamente ligado a su visin integral de la democracia y la libertad.Ella tomaba como punto central de referencia las palabras de Marx en los Estatutos generales de la Asociacin Internacional de los Trabajadores, quien deca:que la emancipacin de la clase obrera debe ser obra de los obreros mismos; que la lucha por la emancipacin de la clase obrera no es una lucha por privilegios y monopolios de clase, sino por el establecimiento de derechos y deberes iguales y por la abolicin de todo dominio de clase Marx, Carlos (1871); Estatutos Generales de la Asociacin Internacional de los Trabajadores; en Marx-Engels, Obras Escogidas; Editorial Progreso, Mosc, 1955; TI, pg. 363.La constante apelacin de Rosa Luxemburgo a las masas y su espontaneidad, hizo que fuera considerada como la terica de la espontaneidad revolucionaria, objeto de dursimas crticas durante el perodo estalinista, y particularmente reivindicada durante el mayo francs del 68.Entendemos, sin embargo, que es un error interpretar la posicin de Rosa Luxemburgo como un ataque al Partido Poltico, o una desvalorizacin del mismo. Su ataque es a la Partidocracia y al centralismo burocrtico.Tampoco compartimos la visin de aquellos que sealan una aparente ambigedad o confusin en su discurso Ver la obra de Daniel Gurin Rosa Luxemburg o La espontaneidad revolucionaria; Argentina, 2003., que oscilara entre el apoyo al Partido, del cual siempre fue un miembro activo, y su insistente defensa de la espontaneidad.El Partido Socialdemcrata es considerado parte integrante de la clase trabajadora, y como tal, Rosa Luxemburgo le asignaba un papel muy especial.El propio Trotsky reconocera en 1935 que Rosa Luxemburgo comprendi y comenz a combatir mucho antes que Lenin el papel de freno del aparato osificado del partido y los sindicatos. Al tener en cuenta la inevitable agravacin de los antagonismos de clases, profetiz siempre la inevitable entrada en escena, autnoma y elemental, de las masas en la oposicin a la voluntad y el itinerario fijado por las instancias oficiales. En las grandes lneas, en relacin con la historia, Rosa estaba en lo cierto. () Nunca se acanton en la teora pura de la espontaneidad () Rosa Luxemburgo se aplic a la educacin previa del ala revolucionaria del proletariado y a unirla en lo posible en una organizacin Trotsky, Len (1935); Luxemburg y la IV Internacional; en www.marxists.org/archive/trotsky

Al respecto, lo primero que queremos resaltar es su certera aplicacin del materialismo histrico, y la comprensin de la inevitabilidad del derrumbe del sistema capitalista. Inevitabilidad que no debe ser confundida con fatalismo.Dice en Teora y Praxis, de 1910:Evidentemente nuestra causa va adelante a pesar de todo esto. Los adversarios trabajan por ella tan incansablemente que no resulta ningn mrito especial que nuestra simiente madure en cualquier condicin. Pero finalmente esta no es la tarea del partido de clase del proletariado: vivir nicamente de los pecados y errores de sus adversarios y a pesar de los propios. De lo que se trata, por el contrario, es de acelerar el curso de los acontecimientos por la propia actividad, desencadenar no el mnimo sino el mximo de accin y de lucha de clases en cada momento. Luxemburgo, Rosa (1910); Ob.cit.; pg. 273.El Partido debe desempear un rol activo en la movilizacin del proletariado.Dice en Huelga de masas, Partidos y Sindicatos, de 1906:Si los socialdemcratas, en tanto que ncleo organizado de la clase obrera, son la vanguardia ms importante del conjunto de los obreros, y si la claridad poltica, la fuerza y la unidad del movimiento obrero surgen de dicha organizacin, no se puede concebir a la movilizacin de clase del proletariado como movilizacin de la minora organizada. Toda lucha de clases verdaderamente grande debe basarse en el apoyo y la colaboracin de las ms amplias masas. Una estrategia para la lucha de clases que no cuente con ese apoyo, que se base en una marcha puesta en escena por el pequeo sector bien entrenado del proletariado, est destinada a terminar en un miserable fracaso. Luxemburgo, Rosa (1906); Huelga de masas, Partido y Sindicatos. Ob.cit.; T I, pg. 235.Consideramos que aqu es posible hallar el eje central de la argumentacin de Rosa Luxemburgo. Sus crticas van dirigidas a la falta de democracia que implicara un Partido cuya direccin est separada de la masa.El artculo Problemas organizativos de la Socialdemocracia, de 1904, resulta sumamente esclarecedor en este sentido.Prestemos atencin a sus palabras.El centralismo socialdemcrata no puede basarse en la subordinacin mecnica y la obediencia ciega de los militantes a la direccin. Por ello el movimiento socialdemcrata no puede permitir que se levante un muro hermtico entre el ncleo consciente del proletariado que ya est en el partido y su entorno popular, los sectores sin partido del proletariado.El centralismo de Lenin descansa precisamente en estos dos principios: 1)Subordinacin ciega, hasta el ltimo detalle, de todas las organizaciones al centro, que es el nico que decide, piensa y gua. 2)Rigurosa separacin del ncleo de revolucionarios organizados de su entorno social revolucionario.() Es un hecho que la socialdemocracia no est unida al proletariado. Es el proletariado.() Las condiciones indispensables para la implantacin del centralismo socialdemcrata son: 1) la existencia de un gran contingente de obreros educados en la lucha poltica, 2) la posibilidad de que los obreros desarrollen su actividad poltica a travs de la influencia directa en la vida pblica, en la prensa del partido, en congresos pblicos, etctera.() El centralismo socialista no es un factor absoluto aplicable a cualquier etapa del movimiento obrero. Es una tendencia, que se vuelve real en proporcin al desarrollo y educacin poltica adquiridos por la clase obrera en el curso de su lucha. Luxemburgo, Rosa (1904); Problemas Organizativos de la Socialdemocracia; en RL Obras Escogidas; TI; pgs. 141 y ss.. Las diferencias entre ambos son evidentes.Rosa Luxemburgo no desconoca la importancia del llamado centralismo socialdemcrata, pero entenda que el mismo es un resultado de la evolucin del movimiento obrero. Una tendencia que importa una participacin genuina, directa y con capacidad de decisin real de todo el proletariado, no de un grupo de intelectuales iluminados que acten en su nombre y representacin.Por eso, cuando en 1918 vuelve a referirse a las condiciones para la construccin de la democracia socialista, la dictadura del proletariado, dir: Esta dictadura debe ser obra de la clase y no de una pequea minora de dirigentes en nombre de la clase, vale decir, debe salir al encuentro de la participacin activa de las masas, estar bajo su influencia directa, someterse al control de una publicidad completa, emerger de la instruccin poltica acelerada de las masas populares. Luxemburgo, Rosa (1918); Ob.cit.; pg. 128.

En vista de la profunda crisis por la que atraviesa actualmente el sistema de Partidos Polticos en general, y la Socialdemocracia en particular, las palabras de Rosa Luxemburgo cobran una dimensin que debemos revalorar.Como bien deca Georgy Lukcs, en 1921:No es debido al azar si Rosa Luxemburgo, que reconoci antes y con mayor claridad que muchos otros el carcter esencialmente espontneo de las acciones de masas revolucionarias, haya visto con igual claridad, tambin antes que muchos otros, cul es el papel del partido en la revolucin. () Rosa Luxemburgo comprendi tempranamente que la organizacin es mucho ms una consecuencia que una condicin previa del proceso revolucionario, de la misma manera que el proletariado no puede constituirse en clase sino en y por ese proceso. En tal proceso, que el partido no puede provocar ni evitar, le corresponde entonces el elevado papel de ser el portador de la conciencia de clase del proletariado, la conciencia de su misin histrica. () La concepcin de Rosa Luxemburgo es la fuente de la verdadera actividad revolucionaria.

Amrica LatinaCultura, religin y polticaImelda Vega-Centeno B Martes 19 de marzo de 2013Atravesamos una crisis compleja en Amrica Latina, pero qu papel juegan en ella los sistemas de creencia, y cmo se expresan? Se trata de reflexionar con una mirada global, sobre cmo han evolucionado los sistemas de creencia de nuestro continente, cules son sus caractersticas y qu podramos esperar de este contexto, tanto en sus formas de manifestacin, como en su incidencia dentro de nuestra realidad sociopoltica.Hace poco F. Mallimaci deca: La Iglesia Catlica ha jugado un papel preponderante en Amrica Latina, sin embargo vive hoy una de las mayores crisis de su historia: menos clero, menos fieles, crisis de autoridad, deriva institucional y escndalos desde la curia romana hasta las parroquias locales. No hay pas ni regin que quede afuera de este panorama. Cules son sus causas y cules son las posibles soluciones? El acontecimiento del Concilio Vaticano II en los aos 60 del siglo pasado y sus propuestas de reformas urgentes y profundas, estn en el corazn de la discusin. Fue el hecho ms movilizador de la catolicidad en el siglo XX y su impacto contina. Estn en juego varias memorias del mismo como catalizador de enfrentamientos. Cada una con su historia, presente y propuestas para el futuro. Sin embargo, se vive a nivel mundial una mayor bsqueda de espiritualidad y de sentido que, en el caso de Amrica Latina se hace mayoritariamente al interior del complejo y diverso mundo y cultura cristianos. /1Desde mediados del siglo XX, el otrora mayor continente catlico ha visto amenazada su hegemona por la presencia de los nuevos movimientos religiosos, en particular de los evanglicos que llegan a ser el 15 % de la poblacin, siendo el caso chileno el ms notable (23 %). Esta situacin no fue descuidada por la jerarqua catlica, que con las visitas de Benedicto XVI a Mxico y Cuba (2012) trat de reforzar y revigorizar al catolicismo latinoamericano ante el desafo del crecimiento evanglico y la ampliacin del pluralismo religioso y cultural. Estrategia jerrquica que es poltica, hace hincapi en dos pases, en los cuales la relacin Iglesia/Estado ha sido conflictiva.Si hace poco ms de 50 aos se poda decir en Amrica Latina que las Iglesias a las que adscriban los creyentes reflejaban su pertenencia a una tendencia poltica determinada, hoy las opciones polticas se han diversificado y autonomizado de los sistema