Massolo, Laura - La Otra Piedad

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  • 7/25/2019 Massolo, Laura - La Otra Piedad

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    La otra piedad (Cuento) Premio Radio Francia Internacional del Concurso Juan Rulfo, 2001. Laura Massolo

    Dra. Brbara Mller:

    No espero que mi carta sirva para esclarecer los aspectos relacionados con el caso de Gonzalo Velzquez. No tengo datosprecisos que aportar, no quiero aportarlos. Me e tomado el atrevimiento de intervenir sin aber sido convocada. !o" madre

    de un paciente del mismo sanatorio en el que Gonzalo estaba internado. Mi i#o, Manuel $osada, de veinte a%os, padece unapatolog&a por la que debe concurrir a la modalidad de 'ospital de D&a " recibe tratamiento psicol(gico " de reabilitaci(n.

    De modo que usted no encontrar en mis palabras otro contenido que el de un mero punto de vista) punto de vista que,asociado a la identi*icaci(n con aquellos que vivimos esta realidad en carne propia, e complementado con lo que pude ver "o&r a partir de mi cercan&a con esa instituci(n.

    +ll& presido una peque%a cooperadora de padres destinada a subsanar algunas carencias que no son consideradas por losseguros mdicos. -ste cargo, que no es ms que una acci(n ben*ica, eige mi permanencia en el lugar durante los d&as de lasemana. /on otras madres que tampoco tienen otra ocupaci(n, cumplo *unciones de &ndole prctica: recolecto *ondos paraalguna reparaci(n, convoco, desde la solidaridad o desde la eortaci(n a la culpa, a padres que, por su o*icio, puedancolaborar con tareas de mantenimiento ", *undamentalmente, promuevo una especie de apo"o 0espiritual1 para los ms

    desvalidos.

    +proveco este comentario para invitarla a los talleres de re*lei(n que organizamos los #ueves por la ma%ana. 2ienso querespirar esta realidad, respirar el clima de pretendido consuelo, respirar ese otro clima de decepci(n " agobio, escucar lasocasionales sentencias " las constantes que#as, ver c(mo la angustia puede adquirir *orma en la voz o en la cara, ver c(mo seintenta un te#ido reparador sobre la cscara de un agu#ero, podr serle 3til, a lo me#or, para tomar distancia de susindagaciones " admitir que lo sucedido con este cico s(lo tiene por causa un designio que no comprendemos, 4 ni siquiera a*uerza de dolor " resignaci(n 4 los que tenemos que vivir ba#o el peso de esta cruz.

    5sted pensar que mis ideas estn ligadas a la religi(n " a la *e. -n ese sentido, creo que no somos quienes deban #uzgarciertas actitudes umanas. Dicen que daremos cuenta de nuestros actos despus del pasa#e terrenal. !in embargo, doctora, conrespecto a mi *e, debo con*esar que permanece aplastada ba#o el imperio de una voluntad suprema que no dio lugar a ning3n

    intercambio, que no me permiti( pactar, que me de#( al margen de la esperanza de las compensaciones) " si procedo encon*ormidad con ciertas le"es es por una costumbre estereotipada, in"ectada a *uerza de temor " de*ectuosidades, practicadaa modo de murmullo en oposici(n al desaliento. 2or mi eperiencia, este pasa#e terrenal nos de#a intervenir pobremente en suacontecer) " es tal vez esta carta un acto de misericordia para con usted, " es, tal vez, un intento de sosla"ar la impotencia a laque estamos abituados.

    2or otro lado, puedo aceptar la muerte de Gonzalo como el trnsito que le estaba destinado por esa voluntad suprema, perome resulta inadmisible el manoseo burocrtico " #udicial al que an quedado sometidos estos sucesos.

    -s cierto que Gonzalo, durante su internaci(n, no recib&a ms visitas que las de su padre, espordicas, quiz *orzadas. !inembargo, la se%ora 6ulia Velzquez no era la 3nica madre que no concurr&a al sanatorio, " ms all de las razones vinculadas asu estado de salud, ser&a prudente contemplar que no todos venimos a este mundo preparados para aceptar lo que nos toca. -s

    una cuesti(n de *ortaleza.Dicen que la sabidur&a inmensa de Dios distribu"e en cada uno de nosotros la cruz que, por su peso " su medida, podemossoportar. !in embargo, " tal vez por la intervenci(n de otras *uerzas que desconozco, no siempre es posible sostener esa cruz.'a" un cido que *lota en la columna vertebral. + veces, carcome) a veces, sangra) a veces, nos entierra.

    'e sabido que se sospeca de una con*abulaci(n entre -rnesto " 6ulia Velzquez para provocar la muerte de Gonzalo. 'esabido que se los acusa de aberle dado una sobredosis de medicaci(n con a"uda de una en*ermera a la que sobornaron. 'esabido que varias personas relacionadas con el caso estn siendo interrogadas para esclarecer esta suposici(n. 7 estos

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    rumores me indignan. Nadie ms que Dios a resuelto esa muerte, " si los instrumentos que el !e%or us( para empu#ar elalma de ese cico a la eternidad debieron ser el ena#enamiento o la locura, pues este mismo !e%or sabr por qu lo a eco.

    +nte estos #uicios ", sin la posibilidad de persuadir ni *renar a quienes los emiten, no me queda otro remedio que rezar.8ambin rezo en estos momentos por usted.

    Deber&amos pensar que cualquiera de nosotros, ante la muerte de un i#o discapacitado, podr&a verse in#ustamente inculpado)sobre todo, teniendo en cuenta que, precisamente, por la *ragilidad que caracteriza a estos en*ermos, por su inde*ensi(n, porlas complicaciones que las dolencias mentales provocan, la muerte es una posibilidad continua, como si colgaran de un ilo./abe citar el caso de una ciquita Do9n que su*ri( un paro cardiorespiratorio en terapia intensiva mientras estaba sola, "aque no permitieron la compa%&a de la madre en esa unidad. ! que los padres an iniciado #uicio al ospital. !in embargo,creo que lo an eco presionados por la in*luencia de ciertos abogados con *ines de lucro, sin aceptar resignada "cristianamente la voluntad de Dios.

    $a muerte de Gonzalo, el desarrollo de esta istoria, acent3an mi sensaci(n de que todo est silenciosamente te#ido deantemano en nuestros destinos, como si se tratara de una sociedad entre las as*iias " las cargas.

    /reo, en resumen, que la indagatoria que usted est llevando a cabo es una locura, creo que es promover una o*ensa. /reo

    que usted est en riesgo. /reo que se equivoca. /reo que se adentra en terrenos peligrosos.

    7o le reitero mi invitaci(n a nuestras reuniones de los #ueves. Venga, doctora, ver que entre alguna torta que llevamos,algunas galletas, algunas risas, va a desentra%ar el patetismo que reviste la misi(n para la que estos padres *uimos 0elegidos1.Venga, si quiere, al *estival anual, donde dis*razamos a los cicos " nos dis*razamos) venga " mire las mscaras que tapan laconsternaci(n, el baile *rentico de las sillas de ruedas, las sondas nasogstricas pintadas de verde *luorescente, las cabezassin sostn bambolendose al comps de la m3sica, las manos al aire, sin asidero) el papel crep roto, desgarrado, 3medo.Venga, si quiere, al templo carismtico donde llevo a Manuel los domingos. Mire, all&, las crisis de isteria, los colapsos, losalaridos, los esp&ritus que, para quedar liberados del demonio, creen que deben atormentarse en la crispaci(n " en el aogo.+s(mese a este mundo antes de #uzgar a los que lo integramos. Venga a mi casa, trate de conversar conmigo en paz, percibac(mo nos interrumpe la inquietud, el estertor de una garganta que no articula, la baba que corre por un trapo siempreinmundo. M&reme, imagine que esto" escribiendo esta carta a las dos de la ma%ana porque es el 3nico momento en que tengo

    silencio, porque "a emboqu, di*icultosamente, cuidando mis dedos de la mordedura, todas las dosis de pastillascorrespondientes, incluido un ipn(tico para el sue%o, media p&ldora para m&, que nunca duermo, que no s si vo" adespertarme con un cadver o con un vegetal en la abitaci(n de al lado. /rame, aora que le digo que me an pasado losa%os " me a pasado la vida sin poder escapar de este cuadro *at&dico, de este encierro de aullidos, de mdicos, deelectroence*alogramas, " turnos, " recetas, " orarios de reabilitaci(n, " pa%ales enormes, " olores acres. Venga a ver lasmarcas en todas las paredes de mi casa: son de la silla de ruedas. Venga a sentir el aroma: a pis, a tristeza. ese en m&, enmis arrugas, en mis pu%os, en los otros i#os que crecieron sin mi energ&a, sin mi alegr&a, sin mi cuidado. 8(mese un trago deeste v(mito de amargura. 7, entonces, de#e de morti*icarse " morti*icar a los dems con su pesquisa.

    ;ecurdeme que le muestre el certi*icado de incapacidad del noventa " oco por ciento, mi sentencia, la certeza de una vidain3til que necesita de m& todo lo que tengo, todo lo que "a no tengo, todo lo que preciso *abricar con la *icci(n. +comp%eme,una de las tantas veces en que me miro en el espe#o " me pregunto quin so".

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    reabilitaci(n, limpiando mierda, mientras ella se revuelca sin sentido con cualquier ombre que pase. Venga. Mire.+s(mese.

    Va"a, despus, a conversar con cuanto pro*esional de la salud se le cruce. $e van a decir las mismas resueltas idioteces: lodi*&cil, el da%o, el emergente, el caos, la contenci(n, la incontenci(n, la *bula, tal vez la inconsciencia de una mu#er quedecidi( no abortar para no irse al in*ierno " que, a los cuarenta " pico, acun( dulcemente a un monstruo con la pretensi(n de

    que era un ngel.

    $ea bien lo que le escribo.

    Va"a, despus, " converse con un cura, con un mago, con diez locos. -s lo mismo, atado " desatado, el designio, el demonio,los dos *ilos cruzados en la espalda.

    2reg3ntele a cualquiera de las asistentes del instituto. 2reg3nteles por los abandonos, por las ambulancias, por lasconvulsiones, por esos seres que de pronto adquieren el aire espeluznante de un pose&do " se agrandan " se retuercen "tiemblan " se contorsionan, " se sacuden, " parecen tan magn&*icos como aterradores. > se encogen, como cscaras de ierro,como pedazos de piedra imposibles de abrazar. 7 se les mueven los brazos, " se les mueven las piernas, " se endurecen, " sonestatuas, " la cabeza para un costado porque si no se muerden la lengua, " que se agan todo encima, o que vomiten, o que se

    aoguen, " los o#os, patticos, desaparecidos a los costados, las (rbitas en blanco.

    +dems, las convulsiones tienen sus causas: a veces la *iebre, a veces una emoci(n, a veces la imposibilidad de epresarse deotra *orma. 7, a veces porque *alt( la medicaci(n, porque la i#a de mil putas de la madre se olvid( de darle al ngel lamedicaci(n, porque la mquina *all( en el instante del olvido. -ntonces el ngel castiga retorcindose.

    7 a& estn, siempre, todos los d&as, como lo 3nico que nos gobierna, lo que nos pone de rodillas, lo que nos ace cumplir, loque nos obliga no sabemos a qu ni para qu. 7 a" que seguir, a" que seguir, a" que seguir. No se pueden ba#ar los brazos,ni un minuto. No se pueden desatar las manos de las correas que su#etan al madero orizontal de la cruz. No se puede de#ar lavertical *orzosa de la que colgamos.

    7 uno pretende eplicarse que lo que manda es el amor, que es del coraz(n, del 3tero, de no s d(nde que sale la *uerza.

    2ero son ellos los que mandan, los que dan las (rdenes, los que disponen de la vida de todos, los que determinan lo cotidiano" lo perenne) que una se quede callada o que able o que mire un programa por televisi(n o que no mire) que piense, que no

    piense. +bsorben toda la energ&a, absolutamente toda.

    =gual, a la ma%ana, empezar de nuevo, aunque duelan los uesos.

    /laro, "o no podr&a de#ar internado a Manuel. No podr&a por la culpa. 7 es otra de las cosas que gobiernan: la culpa, la malentendida piedad. ?No ser&a me#or suponer un error de clculo en la naturaleza@

    +l principio, cuando Manuel entraba en una convulsi(n, me provocaba una especie de parlisis. +parentemente, l norespiraba, pero la que no pod&a respirar era "o. + l se le torc&an los o#os, a m& se me agrandaban. + l se le alargaban lasmanos, a m& se me encog&an. -ra un ecizo. 'ubiera podido dominar a todos con una palabra, con una sola palabra) " uno

    esperaba que esa palabra brotara, de golpe, que rompiera el mutismo, como si Manuel *uera due%o de un lengua#e oculto, delarvas, de bacterias, de algod(n, de bicos, de *antasmas, " en el momento de la convulsi(n ese lengua#e pudiera reptar astala lengua.

    Gonzalo tambin ten&a convulsiones. $o cuid " lo limpi mucas veces en el sanatorio. Despus se dorm&a. -ran oras depaz.

    Dicen que cuando vuelven no se acuerdan de nada. Dicen que, a veces, escucan ruidos, ven visiones. -s un misterio. 7 escomo si el aire se quedara quieto alrededor. Nadie sabe qu acer, no se puede acer nada. 5na convulsi(n se parece a la

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    muerte, pero el coraz(n late, corre la sangre, a" una revoluci(n como de lastimadura, cispas, cortocircuitos, latigazos) escomo si de adentro emergiera otra vida, incontrolable. AGonzalo, en cambio, era incontrolable todo el tiempo. $o ten&anatado, por precauci(n.

    Dicen que lo 3nico que a" que acer es rezar.

    -n los primeros a%os no pude rezar nunca. Me quedaba pegada a mi i#o, pero le#os) lo miraba, ni siquiera pod&a tocarlo.+ora, cuando tiene convulsiones, rezo, solamente por costumbre, despacio, siempre las mismas oraciones, la repetici(n, elmurmullo, el vaciamiento.

    8ambin rezaba por Gonzalo.

    +dems, doctora, usted tendr&a que ver c(mo cantan en el templo, con qu alegr&a. $a alegr&a de la *e, supongo. 7 Manuel sealegra: aplaude, se r&e, mueve la cabeza, las manos, grita. 7 aunque nos cueste, mi marido " "o, vamos) mi marido " "o,sobrios, porque a la iglesia es necesario ir sobrios, &ntegros, sumisos, umildes, resignados. 7 lo cargamos en brazos. Noentramos la silla. -s peligroso porque a" gente que se descompone " se desma"a " se puede golpear con los ca%os, porquelos que se quedan catat(nicos se pueden golpear con los ca%os, porque las alucinaciones m&sticas " los alaridos " la espumade la boca " las u%as con *ilo " las manos con *orma de garras golpean contra los ca%os.

    -s ermoso ir al templo. No sabe c(mo a"uda. 'asta pude pedir una intenci(n para que esa mu#er " ese ombre, los padresde Gonzalo, encuentren paz) para que usted tambin encuentre paz, para que de#e de buscar cruces, transportarlas,trans*erirlas.

    Gonzalo Velzquez muri(, seguramente, en *orma accidental o a consecuencia de alguna complicaci(n, como determinarnlos mdicos. Gonzalo Velzquez muri( para cerrar un c&rculo, para encerrarla a usted en ese c&rculo.

    $a muerte no es il(gica. No todas las muertes son impredecibles.

    2or otro lado, es tan *cil de#arlos morir. Basta con no alimentarlos, basta con no darles la medicaci(n, basta con darles

    medicaci(n de ms, basta un descuido, un agua, una canilla abierta. 2ero la desesperaci(n est en la culpa, no en lasresoluciones. /asi nadie ser&a capaz de tomar esa decisi(n. /asi nadie. +unque.

    5sted podr&a seguir le"endo esta carta si s(lo imaginara, con toda la nitidez posible, que algo a lo que ama encarnizadamentepudiera convertirse en una estatua, aullar, desacerse, temblar, desparramar umores@

    ?5sted cree que 6ulia Velzquez " "o somos di*erentes@ No, doctora: la cruz tiene una proporci(n determinada. -iste unapesadez eacta que quiebra la espalda, que dobla en dos. Gonzalo lleg( al l&mite del peso.

    ?5sted cree que se puede mentir una alegr&a@ ?/ree que esos bailes morbosos de los *estivales no son una puesta en escena dela desesperaci(n, que la m3sica misma no es un absurdo@ No, doctora: a" pedazos de vidrio en la orilla de la garganta, a"un tel(n engancado con al*ileres a los o#os, a" una soga tensa a punto de soltarse, dar el tir(n, desatar la locura.

    De# mi pro*esi(n, ace veinte a%os) puntualmente, cuando tuve a Manuel. !o" psiquiatra. 2ero todo se alter(, todo empez( acocar. 7 el entendimiento no resiste, no resisten las eplicaciones) no a" eplicaciones.

    $a raz(n impone un orden. $a *e se respalda en cierto desorden. 7o necesitaba cantar a gritos, encender velas, " necesitabaestampitas " cruci*i#os " oraciones) necesitaba no pensar, no preguntarme. No me alcanz( la l(gica. !e me desmoron(. !e metermin( la posibilidad de anlisis.

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    /ambi la pro*esi(n por el misticismo, la palabra por el rito, la duda por la certidumbre, la consideraci(n de la parado#a porel aplastamiento.

    !on caminos, *ormas de evadirse. /ada cual elige el su"o.

    =gual, no a" alivio. No tengo alivio.

    $os Velzquez no tendr&an alivio. $as demandas no de#aban alivio, las cr&ticas a las inasistencias de 6ulia Velzquez,transmitidas a su marido en cada una de las ocasionales visitas, no permit&an ning3n alivio.

    ?2udieron razonar los Velzquez@ ?'icieron un complot@ ?$o mataron@

    No s.

    8al vez sea una *orma de eutanasia. 5na llovizna de piedad.

    +dems, e llegado a comprobar lo inveros&mil. 'a" algo que se te#e en lo trgico, es un mecanismo, algo etra%o, un miedo:-l 3ltimo paciente que atend& en e#ercicio se llamaba 6oaqu&n Mller.

    ?$e dice algo esto, doctora@ ?No es una incre&ble coincidencia@

    No puedo amenazarla con desertar de un secreto pro*esional. No lo ar&a. 2ero tal vez usted est buscando, con suempecinamiento contra los Velzquez, castigar a sus propios padres) revivir, con esta penitencia, al ermano imper*ecto, al

    pobrecito que se aog( 0sin querer1 en la ba%era de su casa natal.

    /uando a"a llegado al *ondo de estas investigaciones, lo 3nico que le va a quedar es un vac&o sin respuestas, algo que sevolver en su contra, de*initivamente.

    8ome en cuenta mi conse#o: abandone el caso.

    CL!"#"$ % &'M#"$

    +ora la vo" a llamar. 8engo que avisarle que de#( las medias de 2atricio en la soga. > no. No ace *alta que la llame poreso. $a vo" a llamar para decirle que las medias de 2atricio en la soga me producen algo etra%o) que un par de mediasciquitas, en esta casa, se ven raras. > no. + lo me#or no entiende lo que quiero decirle. + lo me#or piensa que me molesta quese las a"a olvidado. + lo me#or no so" capaz de eplicarle lo que signi*ica ese par de medias, ciquitas, 3medas, colgadasen la soga, lavadas por m&, que nunca lav algo tan ciquito, que nunca lav algo de algo parecido a un i#o.

    2rimero vo" a escribir " despus la vo" a llamar. + lo me#or escribiendo puedo poner en orden las sensaciones. Vo" a escribirdesde el principio: desde que vino aquella tarde, toc( el timbre " me di#o so" +driana. 7o pregunt qu +driana. !e qued(callada del otro lado de la puerta. Volv& a preguntar qu +driana. 7 di#o, como con miedo, la mu#er de Gustavo.

    7 no le abr&.

    $a segunda vez vino ms decidida. $a voz sonaba *irme: Cbrame la puerta, por *avor, necesito que ablemos. Gustavo viveen ;osario.

    -n realidad, "o, de ella, sab&a poco.

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    Gustavo no se lo ve&a bien, que tomaba, que todas las noces iba al ca* de la placita, que se comentaba que la mu#er nopod&a tener i#os. 7 a m& qu.

    -sa segunda vez s& le abr& la puerta. Mal, porque me resultaba orrendo que ubiera tenido el cora#e de venir a mi casa. 2orotro lado, la curiosidad era ms *uerte. $a ice pasar a la cocina, como para no darle importancia.

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    -s verdad que me sent&a rara. =gual, me sent&a me#or que con las mil oras de terapia, me#or que cuando tomo el +lpla,me#or que cuando salgo con un tipo " me olvido, al menos por un rato, de mi culpa " de mi drama. 7 no es que me sintiera*eliz mientras ablaba con +driana. $as dos estbamos tristes " las dos, de alguna manera, estbamos en guardia. 2ero mesent&a me#or. 7 no es que interpretara que en el dolor de esa mu#er se consumaba una venganza. +l contrario, me asombrabams aquella parado#a que todo lo que me ensombrecieron todos mis *racasos.

    -lla me di#o que Gustavo ablaba orrores de m&. 'orrores " orrores) que la palabra asesina, o la palabra i#a de puta, eranpermanentes.

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    Me cont( lo que *ue su pare#a con Gustavo desde entonces.