Matagalls-Montserrat ‘18...el estatus de ídolo o leyenda. Pronto nos cayó la noche encima, pero...

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Matagalls-Montserrat ‘18 La Crónica – Dani Infante Llegamos a El Brull y ya se palpaba un ambientillo muy guay, pudiéndose escuchar la musiquita y al speaker de fondo. Tras dar un par de vueltas a través del aparcamiento (¡gracias por tus in- dicaciones de m…, Teresa!), Nathália consiguió aparcar en el terraplén. El sitio estaba petadísi- mo de gente, todos super equipados y ataviados con calcetines Compressport, maillots Buff o chalecos de hidratación Salomon S-Lab (a 100€ la unidad, nada más ni nada menos). Noso- tros, sin embargo, parecíamos turistas, domingueros en el arte del trail running que tan de moda está últimamente. Cerca de la furgoneta Inverse nos encontramos con Alex, Anna y el pequeño Martí. Allí le entregué su camiseta, el dorsal, la taza y el brazalete. Tras unas fotillos de rigor pa- ra inmortalizar el momento y despedirnos de nuestras respectivas (Nathália, Sara y María, Anna y Martí), los runners nos dirigimos hacia el punto de salida. ¡Nuestra gesta estaba a puntito de comenzar! Km 0 (00:00:00-16:02) Salida desde El Brull El dorsal de Phil y el mío indicaban que nuestra salida era a las 15:56 y el de Alex a las 16h, pe- ro decidimos salir todos juntos (no nos iba a venir de 4 minutos, jejeje). Pocos minutos antes de la salida, Phil se encontró con su colega Germán del curro, el cual iba con una pareja que queda- ron bautizados como “los de la visera Helly Hansen (HH)”, y salieron en el grupito previo al de Alex y al mío, pero en unos cuantos metros ya nos reagrupamos. Esto empezó muy bien, de “charleta” mientras íbamos llaneando, para ponernos al día. Poco más tarde empezó el descen- so (sobre unos 400m) y allí perdimos a Phil, Germán y a la pareja HH, que se adelantaron tro- tando. El descenso hacia Aiguafreda se hizo muy ameno y poco antes de llegar al punto de con- trol nos cruzamos con un chaval al que bautizamos como “el Chancleto”. El colega estaba corriendo con unas sandalias de dedo tipo Havaianas y cuando lo vimos se las estaba cambian- do por las zapatillas que llevaba colgadas de la mochila. ¡Menudo crack!

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Matagalls-Montserrat ‘18

La Crónica – Dani Infante

Llegamos a El Brull y ya se palpaba un ambientillo muy guay, pudiéndose escuchar la musiquita y al speaker de fondo. Tras dar un par de vueltas a través del aparcamiento (¡gracias por tus in-dicaciones de m…, Teresa!), Nathália consiguió aparcar en el terraplén. El sitio estaba petadísi-mo de gente, todos super equipados y ataviados con calcetines Compressport, maillots Buff o chalecos de hidratación Salomon S-Lab (a 100€ la unidad, nada más ni nada menos). Noso-tros, sin embargo, parecíamos turistas, domingueros en el arte del trail running que tan de moda está últimamente. Cerca de la furgoneta Inverse nos encontramos con Alex, Anna y el pequeño Martí. Allí le entregué su camiseta, el dorsal, la taza y el brazalete. Tras unas fotillos de rigor pa-ra inmortalizar el momento y despedirnos de nuestras respectivas (Nathália, Sara y María, Anna y Martí), los runners nos dirigimos hacia el punto de salida. ¡Nuestra gesta estaba a puntito de comenzar!

Km 0 (00:00:00-16:02) Salida desde El Brull

El dorsal de Phil y el mío indicaban que nuestra salida era a las 15:56 y el de Alex a las 16h, pe-ro decidimos salir todos juntos (no nos iba a venir de 4 minutos, jejeje). Pocos minutos antes de la salida, Phil se encontró con su colega Germán del curro, el cual iba con una pareja que queda-ron bautizados como “los de la visera Helly Hansen (HH)”, y salieron en el grupito previo al de Alex y al mío, pero en unos cuantos metros ya nos reagrupamos. Esto empezó muy bien, de “charleta” mientras íbamos llaneando, para ponernos al día. Poco más tarde empezó el descen-so (sobre unos 400m) y allí perdimos a Phil, Germán y a la pareja HH, que se adelantaron tro-tando. El descenso hacia Aiguafreda se hizo muy ameno y poco antes de llegar al punto de con-trol nos cruzamos con un chaval al que bautizamos como “el Chancleto”. El colega estaba corriendo con unas sandalias de dedo tipo Havaianas y cuando lo vimos se las estaba cambian-do por las zapatillas que llevaba colgadas de la mochila. ¡Menudo crack!

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Km 10.7 (01:42:14-17:40) Punto de control 1 y avituallamiento de Aiguafreda

Llegamos 20 minutos antes de lo previsto (con una velocidad promedio de 6.6km/h en compara-ción a los 5.4km/h que yo había estimado). Phil nos estaba esperando en la carpa de avitualla-miento comiendo algo, con los tapones de sus palos puestos (esto ya había sido motivo de risas en la salida). Su colega Germán y la pareja HH habían tirado hacia delante en un sprint de des-censo y los había perdido. Yo aproveché el paroncillo para tomar té frío, naranjas, plátanos y bizcocho. Alex patrocinó el membrillo como buen embajador que es, pero decliné probarlo, al menos hasta el siguiente avituallamiento. Phil se estaba quejando de una ampolla que proba-blemente llevaba de serie en la planta del pie. Tras 10 minutos de descanso reemprendimos la marcha, ¡aunque ya habíamos recortado 20 minutos a nuestra previsión conservadora, oh yeah!

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Km 15 (2:36:33-18:38) Punto de control 2 – Pla de la Garga

Subida interesante desde la que dio para ver El Brull, desde donde habíamos partido, y el castillo de Tagamanent, así como la masía donde Alex y Anna se casaron. Por el camino vimos a un se-ñor con una bici por partes tatuada en los gemelos (Mr. Brompton, jejeje) y un chaval con el chu-basquero/cortavientos puesto (¡qué calor!), así como los auriculares, y su acompañante al lado manteniendo conversaciones de calidad. El punto de control se encontraba al lado de un maizal, y ahí tuvimos el primer cambio radical de paisaje. Volvimos a petar el crono: 30 minutos de ade-lanto respecto la previsión (5.3 Vs 4.2km/h). ¡Estábamos hechos unos jabatos! Mi puñetero palo izquierdo telescópico comenzó a bajarse en lo que sería la tónica del resto de la carrera. Álex le hizo un tutorial a Phil sobre cómo amarrarse eficientemente la correa de los palos.

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Km 23.6 (4:22:32-20:24) Punto de control 3 – La Rovireta

Primer punto de control en el que no pudimos superar la velocidad prevista (4.9 Vs 5.9km/h). Aun así, como habíamos ganado mucho tiempo en los kms previos, todavía llevábamos 30 minutos de adelanto. De todos modos, yo estaba súper contento, porque la reducción de velocidad se debía a los “atascos” cuando el camino se estrechó. Se formó un tapón enorme en el descenso a causa de un “gigantón”, que se daba con las ramas en la cabeza. Temíamos quedarnos sin cena si dicho animal llegara antes que nosotros al avituallamiento, jejeje. Volvimos a ver al “Chancle-to”, otra vez con las sandalias puestas. A partir de entonces y para el resto de la carrera, alcanzó el estatus de ídolo o leyenda. Pronto nos cayó la noche encima, pero el atardecer fue precioso, rojizo, para enmarcar. Fue una pena no haberlo inmortalizado, pero no estábamos para hacer fo-tos, ¡sino por la épica!

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Km 27.2 (21:05) Avituallamiento 2 – Coll de Poses

Encendimos los frontales, porque ya estaba poniéndose considerablemente oscuro y nadie que-ría fastidiarse un tobillo por pisar algo que no debía. Además, la mariscada nos estaba esperan-do para cenar, jajaja. Ahora hablando en serio, suerte que conseguimos adelantar al “gigantón” y asegurarnos algo para llevarnos al buche, juas. En este tramo tuve una chispa de ingenio y con-cebí el mote “Serraner” para Alex Serrano (derivación hispano-natural del anglicismo “¡Ese run-ner!”->”¡Sée’ ranner!”->”¡Serraner!”). Es evidente que ya llevábamos unas cuantas horas cami-nando y que nuestras cabezas empezaban a dar rienda suelta a su imaginación. Una chica que estuvo caminando un rato a nuestro lado nos confesó que estaba deseando tomar el caldo (yo iba anunciando a los cuatro vientos lo que nos esperaba en el siguiente avituallamiento, para que la gente se fuera mentalizando, jeje). Cuando llegamos, tras separarnos en las diferentes colas, un gañán aleatorio le tiró a la chica por encima suyo parte del caldo: menudo fail. Ésta sería la única vez que podríamos sentarnos en la hierba (terreno mullidito) para reposar… 15 minutillos de descanso (que fueron demasiados ya que hicimos cola inútil cuando no hacía falta para coger los sandwiches de jamón y queso o de atún). Sin embargo, habíamos vuelto a ir más rápido que la estimación: ya se acumulaban 35 minutos de adelanto (5.3 Vs 4.6km/h). Aquí también tuve mi primer contacto con el membrillo. La señora que me lo dio me dijo que con eso en el cuerpo po-día cascarme 15km del tirón: ¡pura energía!

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Km 32.2 (6:25:25-22:27) Punto de control 4 – Coll de Matafaluga

Poco a comentar sobre este tramo. Bueno sí, un par de cositas. Al salir del punto de avitualla-miento vimos el primer abandono: un señor liado en la manta térmica esperando a que vinieran a recogerlo al lado de la carretera C-59 (los mossos estaban por allí para controlar que nadie fuera atropellado). Justo al lado se oían los cencerros de las vaquitas en la oscuridad, pero era impo-sible localizarlas. Las pobres estarían flipando con la cantidad de luces y de gente que había por el lugar. La subida al collado la hicimos a un ritmo genial (4.5 Vs 4km/h), con lo que volvimos a recortar unos cuantos minutos (ya acumulábamos 43 minutos de adelanto). Tal vez nos ayudó la canción para Martí que habían compuesto entre Alex y Anna: (…) el Martí és un nen molt eixerit, i viu a dalt d’un pi. (…) l’avi (¿?) el duu a Cambrils a passejar per la platja (…) i la tieta (¿?) li prepara verduretes sense conill (…). Son algunos extractos de lo que recuerdo. Tanto Phil como yo nos quedamos anonadados con la canción: ¡eran unas cuantas estrofas geniales en las que intervenía toda la familia! Eso sí, cuando quiso cantar la nana que habían compuesto le paramos el carro, pues no era plan de sobarse caminando.

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Km 42 (00:13) Avituallamiento 3 - Sant Llorenç Savall

Tras coronar el punto más alto de toda la ruta (932 m), iniciamos un largo descenso. Tal y como ya había vaticinado el suegro de Alex (que había participado en alguna edición antigua, de las que salían desde el Matagalls), hubo gente que se paró en los bares del pueblo para tomarse una cerveza y un bocata como Dios manda, como puros campeones. “Coge 20€ y déjate de avi-tuallamientos”, fue el consejo que le dio a Alex. ¡La maratón ya casi estaba hecha! Ya empezaba a costar un poco doblar las piernas para sentarse, sobre todo cuando tenías que yacer en una dura pista de fútbol sala (polideportivo del pueblo). La verdad es que el bocadillo de queso en lonchas con “trazas” de lechuga fue un poquillo triste, pero la señora que repartía los de salami no los supo vender como debía, jejeje. Aproveché para tomar otra tacita de caldo Aneto, que en-traba en el body como cuchillo en la mantequilla. Hicimos 25 minutillos bien merecidos de des-canso (habíamos planificado sólo 20), pues ya acumulábamos 50 minutos de adelanto con res-pecto a la previsión (5.5 Vs 5.2km/h). ¡A este ritmo la íbamos a petar!

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Km 46.2 (9:25:14-01:26) Punto de control 5 – Les Marines.

Justo al dejar la explanada del avituallamiento, pasamos por delante de un bar musical de mala vida: el Crack. Repleto de cracks esperando que alguna tía les alegrara la noche, jajaja. Éste fue, a mi parecer, uno de los tramos más divertidos, si no el que más. Al pasar por las curvitas daba para ver la hilera de luces de los que iban más adelantados, o el led azul intermitente-pastillero de la señora a la que bautizamos como Ibiza-Disco-Party. La última frase que ésta intercambió con su marido antes de dejarlo atrás fue: “Anda dame un beso, ¿no?”. Se notaba quién llevaba los pantalones… ¡y la luz intermitente! También tuvimos nuestro momento de subidón cuando pasamos por delante de la masía donde tenían montada una fiestaca una veintena de personas con DJ, musicote, copas de balón y hasta photo-call. El MC se cubrió de gloria con alguna frase como: “Recordeu, sempre hi ha algú pitjor que vosaltres!”, que se escuchaba desde el otro lado del valle. Lo cierto es que la música y el ambientillo nos motivó a tope, porque ahora ya acumu-lábamos 53 minutos de adelanto (5.3 Vs 4.9km/h).

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Km 57 (03:44) Avituallamiento 4 – Camí Moliner

Sin duda alguna se trató del puerto más duro (y largo) de toda la marcha, en mi humilde opinión. Estaba bien de piernas, pero la subida se me hizo eterna. De vez en cuando Phil y yo esperá-bamos a Alex, que se quedaba algunos metros atrás, a veces para beber agua, pero eso sucedió pocas veces. Poco antes de llegar, Alex y yo nos tuvimos que untar sendas zonas adyacentes a nuestros respectivos anos (cada uno el suyo, jejeje) con vaselina. Sé que suena muy mal, pero creedme: ¡en ese momento era totalmente necesario para paliar las rozaduras! Con todo y con eso, volvimos a romper el crono: ya 64 minutos le sacábamos a la previsión (4.7 Vs 4.3km/h). En el avituallamiento pudimos hablar con un señor muy majo del club excursionista de Gràcia que hacía de voluntario por primera vez. Le habían ofrecido de irse con los de espeleología en el si-guiente (y último) avituallamiento, que decía que eran más jóvenes y más enrollados, pero al fi-nal había declinado la oferta. Alex experimentó la racanería en la entrega de donuts, que hacían aparición por primera vez en los avituallamientos y tuvieron bastante éxito… De hecho yo hasta tuve suerte de que no le dieran más trozos a Alex (los daban partidos por la mitad), pero Phil no pudo decir lo mismo. No daré más detalles al respecto, jejejeje. Había que coger fuerzas, pues el próximo avituallamiento estaba a 18.5km (una distancia bárbara con el trecho ya recorrido en las piernas). Los 23 minutos de descanso que nos pegamos en medio de una calle en todo lo alto de Matadepera sentaron divinamente. Un coche hizo el amago de pasar por la calle donde estába-mos sentados pero ni por asomo tenía las ganas ni la energía para moverme de donde estaba plantado. Mi colega Youi pasó por este punto a las 5 de la mañana, y me escribió un mensaje di-ciendo que la gente se cagaba en las subiditas. Doy fe de tales quejas, jejeje. Desafortunada-mente íbamos con un ritmo mucho más fuerte que el de la previsión (súper conservadora) y ya no pude encontrarme con él.

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Km 69.7 (15:04:43-07:06) Punto de control 6 – Carretera de Rellinars

Tramo “guarro“ y no por el punto kilométrico, sino porque las rodillas se empezaban a notar en las bajadas (sobre todo en las partes asfaltadas). Mis compañeros sucumbieron a la llamada del ibuprofeno, pero yo me resistí a esos cantos de sirena. Las pilas del frontal de Serraner empeza-ron a fallar (no iluminaba una mierda), así que lo iba esperando para compartir mi foco de luz. Había gente que, cuando llegaba por detrás nuestro, nos hacía proyectar una sombra del copón. Está claro que los hay que no escatiman en lúmenes, jajaja. En algún punto del recorrido visuali-zamos la metrópoli de Terrassa, con su gran contaminación lumínica. Recuerdo tener que pasar por encima del tronco de un árbol caído que estaba bloqueando el camino. Apenas podía levan-tar las piernas, con lo que fue un espectáculo el mero hecho de verme. Justo al llegar al punto de control empezó a amanecer y pudimos apagar los frontales. Habíamos reducido nuestra ventaja a 50 minutos (4.3 Vs 4.6km/h), pues como ya decía las piernas empezaban a pesar, al igual que el sueño. Una vez llegados al punto de control, nos topamos con el señor voluntario que nos ad-virtió de los 200m de bajada “dejándose caer” (que según él ya había hecho 11 veces aquella noche) sin meterse en las “roderas”, de volver atrás tras llegar a la próxima masía, de tener cui-dado con lo verde (que resbalaba mucho) al cruzar el río, etc. Al lado de la carretera que tan po-co me gustaba cuando salía en moto (es demasiado revirada) consensuamos descansar las piernas unos 10 minutos extra antes de reemprender la marcha.

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Km 75.5 (08:35) Avituallamiento 5 – Vacarisses

Este tramo transcurrió por una pista forestal bastante ancha pero con muchos virajes. Por prime-ra vez pudimos contemplar nuestra meta: la montaña de Montserrat. Las adverten-cias/recomendaciones del señor del punto de control 6 resultaron ser un tanto exageradas… Se-rraner se quedó un poco rezagado y Phil y yo decidimos encontrarnos con él ya en el avituallamiento. Un motivado gordaco/grandullón se dispuso a acortar el camino antes de una curva de subida, desperdiciando una valiosa energía al tener que ponerse casi a cuatro patas. Primero Phil y luego yo nos lo ventilamos. Loser. Perdí de vista a Phil, pues ya no podía bajar trotando como él hacía. Había que ser extremadamente selectivo al pisar las piedras del camino, o al tomar los escalones, pues los pies ya estaban para pocas bromas. Poco antes de llegar me entretuve con un cachorro de Braco de Weimar que había visto con una chica en varios puntos de control previos. Cuando llegué a la plaza, tanto Phil como Alex ya estaban allí, con lo que me quedé un poco a cuadros: ¿cómo había conseguido llegar Alex al mismo tiempo (o incluso antes) que yo? Para celebrar la hazaña, Alex me bañó en café con leche. Phil y Alex disfrutaban como cerdos de sus sándwiches de Nutella. Germán, el amigo de Phil, apareció de repente por allí. Iba hiper-petado y nos dijo que la pareja HH que lo acompañaba ya había abandonado, que no po-dían más. Emprendió la marcha y nosotros aún nos regalamos un poco más de tiempo. Al final disfrutamos de 30 minutos de descanso: la pausa más larga de toda la marcha, pero merecidísi-ma. Fui a la fuente a rellenar nuestras cantimploras y la bolsa de la Camelback de Phil y me cos-tó una barbaridad mover el esqueleto. La ventaja había bajado a 41 minutos (4.4 Vs 5km/h), pero eso era más que normal con la tralla que llevábamos encima.

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Km 80.8 (18:29:26-10:31) Punto de control 7 – Camí de la Creu

Éste fue el tramo del inicio de mi hundimiento. Se trataba de una bajada constante con terreno bastante abrupto: escalones de piedra que me acabaron de reventar las rodillas y los pies. Nota-ba que los dedos pequeños de los pies me ardían, pero ya no había vuelta atrás. Me convertí en un lastre majo, pues Phil y Alex me tenían que esperar cada dos por tres. Casi al finalizar la ba-jada nos volvimos a encontrar con Germán. Esta vez iba caminando como un verdadero zombi y hasta Phil lo grabó en video sin que éste se percatara. Decía que sus “colegas”, la pareja HH, se habían tomado la última pastilla antiinflamatoria. 10 pastillones y a él no le habían dado ni media, jajaja. Lo intenté persuadir para que acabara diciéndole que ya había llegado muy lejos y que la meta estaba muy cerca, pero él estaba obcecado en retirarse desde hacía mucho tiempo. Yo a esas alturas no me retiraba ni “jarto” de vino. Pese a eso, ya había llegado a un punto en el que no estaba disfrutando, más bien caminaba por inercia. La ventaja que habíamos ido construyen-do se redujo a escasos 20 minutos (3.7 Vs 4.9km/h), pero el colchón todavía era importante.

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Km 83.7 (19:28:19-11:30) Punto de control 8 – Pista de l’aigua

Ya casi lo teníamos. Por suerte (para mis piernas) las bajadas se acabaron en Monistrol de Mon-tserrat y allí nos encontramos con Anna y Martí, que había estado aplaudiendo a los participan-tes que pasaban por delante suyo. Alex dejó su mochila a Anna y cargó con el pequeño Martí en la súper mochila para excursiones que tenían. Un pequeño peso extra que quedaba totalmente compensado con la satisfacción que tendría al llegar a la meta con su hijo detrás. Una vez pasa-do Monistrol empezó la subida constante. Los tiempos ya habían pasado a un segundo plano: con el parón de nuestro encuentro y mi ritmo cochinero en las bajadas ya sólo conservábamos 4 minutos de adelanto respecto a la previsión (2.9 Vs 4.1km/h). Los chavales del punto de control tenían una pequeña fiestecilla montada en la carpa y me animaron gritando mi nombre al pasar por delante de ellos (estaba serigrafiado en mi gorra, jeje). Yo les respondí espetándoles lo bue-nos observadores que eran.

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Km 87.1 (20:34:49-12:36) Llegada a Montserrat

Ascendimos por el camino del Tubo, a muy buen ritmo (3.1 Vs 3.4km/h). Anna se quedó sor-prendida de cómo estábamos subiendo, especialmente tras recorrer más de 84km. La llegada a meta fue un calvario en toda regla. Pese a que los últimos kms de subida se me habían dado bastante bien, las zonas de llaneo o las bajaditas me rompían aún más si cabe las maltrechas piernas. Alex, que iba cargado con Martí en la mochila, Anna, Phil, liderando el grupo como un jabato en los momentos más chungos, y yo hacíamos acto de presencia en el monasterio. Una señora gritaba entre la multitud, móvil en mano. Era Carla, la mamá de Phil y de Nathália, mi suegra, que nos alentaba mientras grababa un vídeo. Phil le dio un beso a su madre, pero yo no me acerqué porque olía a “perros muertos”, literalmente. Tras saludarla proseguimos la marcha,

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aún quedaban unas cuantas escaleras hasta llegar a la meta, que estaba en la plaza principal. El monasterio estaba plagado de turistas, de acompañantes y de corredores que ya habían acaba-do y se dedicaban a disfrutar de las vistas. Y por fin llegó el momento tan ansiado: Phil y yo cru-zamos la línea de meta abrazados, la gesta que habíamos conseguido no era para menos. Alex y Anna disfrutaban del momento con el pequeño Martí. Cogí un par de trozos de melón de la zo-na de avituallamiento que devoré al instante y acto seguido me tiré como pude por el suelo. Te-nía dolor en la espalda, en las rodillas, y los pies hechos polvo, molidos, irritados y con unas am-pollas de impresión en los dedos pequeños. Estuve tentado a pedir más tajadas de melón para pasarlas entre los dedos de los pies y así refrescarlos un poco, pero al final me eché atrás. Lo que no pude resistir fue pedir una taza de Coca-Cola. Hacía muchísimo tiempo (algo más de 2 años) que no la tomaba por mi voluntad (para pasar la medicación anti-hematuria (Mesna) sí que tuve que tomar un poco). Muy a mi pesar me sirvieron de un barril de plástico y el líquido estaba medio desbravado y calentorro, en fin, un desastre. Me cambié los calcetines por unos limpios pensando que algo iba a mejorar pero menudo iluso de libro fui. Aproveché para ponerme los pantalones que me regaló LocoJuan de cuando corrió la Marathon des Sables (#TODOSOMOS-DANI) y la camiseta firmada por mis compañeros de CrossFit (#TodosconDani) y saqué fuerzas para posar para una foto final que me hizo Carla entre la muchedumbre.

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Iba caminando como las muñecas de Famosa dirigiéndose al portal, ya nada podía hacer para mejorar mi deplorable condición. Phil y Alex estarían reventados, pero yo, especialmente yo, da-ba muchísima pena, juas. Sin embargo lo habíamos conseguido: ¡la prueba ya había terminado! ¡Que nos quiten lo bailao! Nunca había hecho una carrera/marcha de montaña de tanta distancia (mi récord eran unos 50km con 2000m de desnivel acumulado), pero me encantó la experiencia. De hecho el único que había saboreado algo parecido era Phil, porque Alex tenía la barrera en 68km (La Garriga-Montserrat). Como ya habíamos discutido los tres a lo largo de la prueba, esta carrera ya estaba en nuestro palmarés, en nuestro Curriculum Vitae. 87.1km (que al final fueron alguno que otro más, por los paseos extra en los avituallamientos, etc.) con algo más de 3000m de desnivel positivo no es moco de pavo. Decidimos que no volveríamos a castigar nuestro cuerpo de tal manera otra vez en otra edición de la Matagalls-Montserrat. Pese a que el año que viene se celebra la 40ª edición. Dixit.