Matemáticas y Humanismo

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Obra de Ernesto Mayz Vallenilla, filósofo venezolano, el más influyente en latinoamérica en el siglo XX

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  • MATEMTICAS Y HUMANISMO*

    Honrosa, y a la par difcil, es la misin que se me ha encomendado en el da de hoy,

    al confirseme el Discurso de Clausura del III Congreso Bolivariano de Matemticas.

    Entiendo que esta distincin me ha sido conferida, sencillamente, por ser Rector de una

    Universidad donde el estudio de las matemticas ocupa un lugar preeminente, tanto por el

    aspecto instrumental que ellas poseen en relacin a las diversas ramas tcnicas que

    enseamos en nuestra institucin, como por la importancia que en s mismas tienen en

    cuanto matemticas puras para la configuracin cientfica y espiritual de nuestro tiempo. Pero esta preeminencia que se le confiere a las matemticas en nuestra Universidad no es

    meramente casual, ni obedece a razones fortuitas o azarosas. Estamos conscientes de que si

    una Universidad quiere cumplir con eficacia su misin en nuestro tiempo, debe comprender

    que estamos viviendo un auge de las matemticas sin paralelo en la historia y que este

    mismo hecho impone que ellas adquieran, cada da ms, un sitio relevante y un papel

    fundamental en la formacin intelectual de los estudiantes.

    Pero este matematicismo de los tiempos tampoco es casual, ni como se ha dicho

    obedece a circunstancias fortuitas o azarosas. Vivimos en nuestros das una radical

    transformacin en la concepcin del mundo y de la vida. En efecto, cada vez se hace ms

    tangible el imperio de una concepcin del mundo dominada por la tcnica, como fruto o

    consecuencia de la aparicin de una nueva modalidad de la razn en la historia la razn

    tcnica, la razn instrumental, la razn manipuladora, que ha venido a reemplazar a la razn pura y al pensamiento contemplativo y esencial. Ahora bien, esta razn tcnica, este

    logos tcnico que alimenta e inerva nuestra concepcin del mundo y de la vida, requiere

    para ejercer sus funciones un tipo de pensamiento calculador que se opone, como he dicho

    hace un momento, al pensamiento contemplativo o esencial.

    Tratar de enhebrar algunas breves reflexiones para aclarar esta idea. Efectivamente,

    el logos tcnico, la ratio-technica, es una suerte, modalidad o especie de logos, que slo en

    nuestros tiempos se ha desarrollado o comienza a desarrollarse en su total plenitud. Cierto

    es que a lo largo de la historia ha habido atisbos de semejante logos y modalidades

    incipientes de la tcnica; pero slo en nuestros das, y sobre todo a partir de los ltimos

    aos, podemos decir que comenzamos a vivir dentro de una concepcin del mundo donde

    * Discurso de clausura que Ernesto Mayz Vallenilla, como Rector de la Universidad Simn Bolvar, dictara para el III Congreso Bolivariano de Matemticas. Caracas, 17 de noviembre de 1971. Anexo de Cuadernos de Estudios Generales de la USB. Mecanografiado.

  • definitivamente predominar, como ratio o logos de ella, eso que hemos llamado ratio-

    technica, instrumental o manipuladora.

    Si revisamos la historia, vemos que tanto en el mundo griego, como en el

    cristianismo, en el renacimiento, e incluso en gran parte de la edad moderna, prevaleca una

    concepcin del mundo y de la vida que era completamente opuesta a la que comienza a

    insinuarse en nuestro tiempo. Tanto el hombre griego como el cristiano, as como el

    renacentista o incluso el de la edad moderna, viva en un mundo al cual conceba como algo

    dado y hecho. Dentro de ese mundo existan cosas, entes u objetos; y cada cosa o cada

    ente u objeto tena su correspondiente esencia. En base a este orden esencial o eidtico,

    existan tambin las leyes naturales, como aquellas ordenaciones generales que expresaban

    el comportamiento regular, necesario y universal de los entes, cosas y objetos del universo.

    Dentro de este mundo de cosas, entes, objetos, esencias y leyes naturales dadas y hechas

    de una vez por todas, pensar y descubrir la verdad consista en adaptarse contemplativamente a las cosas o entes, y arrancarles a ellos sus correspondientes eidos o

    esencias, o asimismo las leyes naturales que regulaban su comportamiento universal,

    permanente, necesario y definitivo.

    Pues bien: eso ha variado radicalmente en nuestro tiempo. La razn tcnica, razn

    que es impulsada y dirigida primordialmente por una vertiente ontolgica filiada en la

    voluntad de dominio o de poder sobre el universo, no admite que existan cosas hechas,

    entes definitivos, leyes naturales permanentes o invariables. Por el contrario, para

    semejante voluntad de dominio o de poder que dirige e impulsa al logos tcnico, la meta

    primordial radica en enseorearse sobre las cosas, sobre los entes, sobre el universo entero,

    colocando estas cosas, esos entes y el universo entero (incluyendo al hombre mismo entre

    ellos) a su servicio instrumental, valga decir, bajo su voluntad de manipulacin y de

    dominio.

    Ahora bien, para una razn que busca dominar el universo, para una razn que aspira

    a enseorearse sobre las cosas y sobre los entes, incluyendo al propio hombre, no pueden

    existir cosas, entes, esencias, ni leyes definitivamente dadas ni definitivamente hechas. Para

    esta razn, por el contrario, las leyes, las cosas, los entes, tienen que inventarse. En tal

    sentido, seores, el hombre de nuestro tiempo y especialmente el cientfico, como portador

    de la razn tcnica, ha asumido el papel de un demiurgo frente a la actitud meramente

    contemplativa que prevaleca hasta nuestra poca. En efecto, en el hombre de nuestro

    tiempo aparece hoy como actitud caracterstica la de sentirse capaz cual un autntico

    demiurgo de crear con su razn y su poder nuevas formas de vida, nuevas leyes naturales. El hombre, en tal sentido, no simplemente debe obedecer a la naturaleza, sino que frente a

    la naturaleza se halla para que sta le obedezca. Seguramente, conocen y recuerdan

    ustedes las inmortales palabras de Kant en el Prefacio a la segunda edicin de la Crtica de

    la Razn Pura, donde por vez primera, aunque no con la completa claridad con que la vemos

  • hoy en da, vislumbr cul era la ms radical revolucin del pensamiento que iba a decidir el

    cauce de la segunda parte de la edad moderna.

    Voy a permitirme leer brevemente esas palabras para enhebrar con ellas algunas

    otras reflexiones sobre este mismo tema. En efecto, deca Kant:

    Cuando Galileo hizo rodar sobre un plano inclinado las bolas cuyo peso haba sealado, o cuando

    Torricelli hizo que el aire soportara un peso que l saba igual a una columna de agua que le era

    conocida, o cuando ms tarde Stahl transform metales en cales y stas a su vez en metal,

    quitndole o volvindole a poner algo, puede decirse que para los fsicos apareci un nuevo da. Se

    comprendi que la razn slo descubre lo que ella ha producido segn sus propios planes; que debe

    marchar por delante con los principios de sus juicios determinados segn leyes constantes, y obligar a

    la naturaleza a responder lo que lo propone, en vez de ser esta ltima quien la dirija y maneje. De

    otro modo no sera posible coordinar en una ley necesaria, observaciones accidentales que al azar se

    han hecho sin plan ni direccin, cuando precisamente es lo que la razn busca y necesita. La razn se

    presenta ante la naturaleza, por decirlo as, llevando en una mano sus principios (que son los nicos

    que pueden convertir en leyes a fenmenos entre s acordes), y en la otra, las experiencias que por

    esos principios ha establecido; haciendo esto, podr saber algo de ella, y ciertamente que no a la

    manera de un escolar que deja al maestro decir cuanto le place, antes bien, como verdadero juez que

    obliga a los testigos a responder a las preguntas que les dirigen. De suerte, que bien se advierte que

    la fsica debe tomar la provechosa revolucin de sus pensamientos a la ocurrencia de que slo debe

    buscar en la Naturaleza (no inventar = nicht anzudichten, se dice en alemn) [igase bien esto,

    porque despus aludiremos a esta diferencia] no inventar aquello que la razn misma puso en

    conformidad con lo que desea saber, y que por s sola no sera factible alcanzar. A esta revolucin

    debe principalmente la fsica haber entrado en el seguro camino de la ciencia, despus de haber sido

    por largos siglos un simple ensayo y tanteo.

    Observen ustedes que Kant, con su genialidad caracterstica, vislumbra cul debe ser

    el camino; pero sin embargo, como lo he insinuado y remarcado en la lectura, hay ciertos

    matices de su pensamiento apegados todava a cierto reato de pensamiento contemplativo,

    donde an la nocin de la verdad era la de la escolstica. En efecto, como ustedes saben, la

    nocin de verdad de la escolstica era la de la adequatio y se defina en la clebre frmula

    de: Veritas est adequatio intellectus et rei, valga decir: adecuacin del pensamiento y la

    cosa. La verdad, en tal sentido, era el producto de una adecuacin que el pensamiento haca

    con la cosa, contemplando y arrancando de esta cosa su verdad, su razn, sus logos, o su

    esencia. Pues bien, volvamos a or de nuevo a Kant: Qu dice? Dice textualmente:

    La fsica debe toda la provechosa revolucin de sus pensamientos a la ocurrencia de que slo debe

    buscar en la Naturaleza (no inventar), aquello que la razn misma puso en conformidad con lo que se

    desea saber, y que por s sola no sera factible alcanzar.

    Ahora bien, en eso de no inventar, es en lo que vara radicalmente nuestro tiempo

    la era tecnolgica con respecto al pensamiento kantiano y, por supuesto, en relacin a los primeros tiempos de la edad moderna. Hoy la razn, el logos o ratio-technica, inventa, crea,

    ordena nuevos mundos, nuevas leyes. No se conforma simplemente con adecuar el

    pensamiento a las cosas, pues no existen esencias ni cosas, sino que el mundo est ah,

  • frente al hombre, para ser transformado y ste existe para ser un demiurgo. La razn

    tcnica, el logos tcnico, es aqul que, frente al perfil natural de las cosas o entes, trata de

    transformar en todos los sentidos a esos entes o cosas con el fin de aprovecharse de ellos,

    de ejercer su seoro sobre ellos, de manipularlos y ponerlos a su servicio, a fin de lograr en

    tal forma la dominacin del mundo y del universo.

    La verdad, pues, ya no es simple adecuacin. Pensar no significa adecuarse a las

    cosas. Pensar significa: inventar, crear las cosas. La verdad, por eso, se establece en base

    de la formal e inmanente coherencia del pensar consigo mismo. He aqu la fuente de donde

    arranca toda la prodigiosa fecundidad pero tambin los peligros del formalismo matemtico. Si pensar es inventar y la verdad de semejante pensamiento slo tiene como

    lmite y rigor la coherencia de aqul consigo mismo cuntos objetos y entes ideales es

    capaz de crear, imaginar, forjar el pensamiento humano! Atenido a semejante criterio, el

    mpetu de la creatividad matemtica no conoce otras fronteras que no sean las de la simple

    coherencia de sus axiomas con las conclusiones y consecuencias que de ellos se derivan

    formando un todo o sistema que carece formal e internamente de contradicciones.

    No voy a convertir estas palabras de clausura en una clase de epistemologa; y

    menos de epistemologa matemtica, porque ya la osada sera temeraria e insensata. Pero

    quisiera sealar, no obstante, que la ms fecunda polmica entre los matemticos

    contemporneos valga decir, entre los formalistas y los intuicionistas puede rastrearse e incluso filiares en esa doble va del pensamiento kantiano que hemos mencionado. En

    efecto, mientras los intuicionistas, sobre todo Brower y Kronecker, se atienen un tanto al

    clsico esquema kantiano (aunque para la construccin de los conceptos no acuden a una

    intuicin a priori, ni mucho menos a una intuicin emprica), los formalistas, especialmente

    Hilbert, tienden sus audaces construcciones axiomticas a partir ms bien de una

    modificacin del mismo, apoyando tal modificacin, sin embargo, en la posibilidad ya

    diseada de que el pensamiento y la verdad se establecen y sostienen en base de una

    simple coherencia. Ahora bien, sin entrar a discutir cul de estas dos ramas o concepciones

    tienen razn en sus planteamientos, quisiramos brevemente recapitular algunas de las

    afirmaciones que hemos hecho refirindonos, por ltimo, a la concepcin formalista para enhebrar, en base de ellas, algunas reflexiones complementarias.

    En efecto, como hemos dicho, la razn tcnica niega la existencia de los entes o las

    cosas dadas como hechas y definitivas. Asimismo, tampoco cree en la existencia de leyes

    naturales, ajenas e independientes del hombre. Por el contrario, esta razn tcnica, para

    llevar a cabo sus fines, que son los de dominar el universo y ponerlo al servicio del hombre,

    ha tenido que construir un tipo de pensamiento, instrumentado por las matemticas, donde

    el criterio de verdad est representado por la simple coherencia o concordancia formal de

    aquel pensar consigo mismo. Ahora bien, en base de esta vertiente (que es la que

    predomina en el formalismo) es posible explicarse, vgr. lo que sucede con el espacio de (n)

  • dimensiones, de uso tan comn y corriente en nuestro tiempo. Sin embargo, siendo algo tan

    comn en nuestros das, ese tal espacio de (n) dimensiones no hubiera podido ser concebido

    por Kant (como de hecho no lo fue) por impedrselo su propia concepcin gnoseolgica. En

    efecto, basndose la existencia de los objetos matemticos en la construccin de los

    conceptos, y hallndose tal construccin atenida a una intuicin, Kant slo poda concebir la

    existencia de un espacio intuitivo semejante al euclideo, pero no la de un espacio

    imaginario, irreal, perfectamente in-existente, como es el de (n) dimensiones. Qu es,

    pues, lo que ha sucedido? Lo que ha sucedido es que hoy la razn, sabindose omnipotente

    para inventar y crear nuevos entes u objetos ideales, se ha lanzado a crear esos espacios,

    cuya existencia y verdad nada tienen que hacer con la realidad emprica, sino que son

    producto de un pensamiento perfecta y absolutamente coherente consigo mismo, por cuyo

    efecto y accin se constituye una supranaturaleza que reemplaza a la realidad natural y a

    sus limitados objetos. Por ello, si es cierto que ese espacio de (n) dimensiones no existe en

    ninguna parte de la realidad emprica, nadie puede, sin embargo, negarle que es

    verdadero, ya que su verdad no slo puede demostrarse matemticamente, sino que su

    existencia (aunque irreal) es utilizada por el propio hombre para conocer y dominar el

    universo. No obstante aadamos por ltimo siendo algo slo inventado, construido, forjado por el hombre, semejante espacio de (n) dimensiones, al igual que cualquiera otra

    criatura del demiurgo humano, no tiene ni puede tener esencia, en el sentido clsico del

    trmino

    Detengamos aqu la reflexin y anudmosla con otras en parte ya sabidas, pero que,

    a la luz de lo que sigue, adquirirn una nueva perspectiva. En efecto, como ya hemos dicho,

    la ratio-technica, armada con su mpetu matemtico, no reconoce esencias y se siente capaz

    de inventar nuevos mundos, puramente formales y coherentes, a los que asigna un

    contenido verdadero porque sirven para dominar al universo. Ahora bien: Es posible

    ensayar ese mismo procedimiento, de crear e inventar nuevos mundos y nuevas leyes, en la

    esfera de los valores y de la existencia del hombre? O hay aqu algn lmite? Pueden,

    acaso, matematizarse los valores y la conducta humana, y dentro de la conducta, aquello

    que la alimenta, valga decir, la libertad del hombre? Es cuantificable y mensurable la

    libertad humana, o es esa libertad un plus metafsico, caracterstico de eso que se llama el

    espritu, distinto al soma, e incluso a la psiquis, y, por tanto, in-mensurable, in-cuantificable

    y no-matematizable?

    En este Congreso se han escuchado voces que han aludido a la posibilidad de un

    humanismo fundado en las matemticas. Qu se quiere decir con esto? Qu significa

    fundar un humanismo en las matemticas? Entiendo que aquellos que creen en la posibilidad

    de semejante humanismo deberan plantearse, como cuestin previa, los lmites de la

    matematizacin del universo. Es posible, acaso, una mathesis universalis (tal como la

    denomina Leibniz), valga decir, un arte combinatorio o caracterstica universal, donde todos

  • los entes y regiones (incluyendo al hombre, a su libertad y a los valores morales) sean

    mensurables y, por tanto, matematizables? O existen, por el contrario, regiones entitativas

    del universo que no resisten ni son adecuables a la matematizacin? No voy a entrar aqu a

    solventar, ni siquiera a abordar, semejante problema. Quisiera solamente dejarlo sealado

    para llamar la atencin y dar una voz de alerta.

    Ahora bien, sea cual fuere la respuesta que se le otorgue a semejante pregunta, creo

    que es mi deber, como humanista y educador, traer a colacin, ante este ilustre Congreso,

    la siguiente cuestin: cmo pueden ayudar las matemticas al humanismo contemporneo

    y a la educacin en general de nuestro tiempo?

    Frente a esta pregunta me limitar a decir slo dos cosas. En primer lugar debo

    sealar que el humanismo de nuestro tiempo, sea cual fuere su direccin especfica, no

    puede concebirse desligado de la tcnica. Efectivamente, si el humanismo ignora la tcnica,

    valga decir, esa revolucin que sacude y conmueve a nuestra poca, ser un humanismo

    condenado al fracaso e inevitablemente nacer como una simple criatura de museo. Por el

    contrario, si el humanismo quiere ser contemporneo y servirle al hombre como gua y luz

    de su existencia, l debe brotar y enraizarse en los ms profundos estratos de esa misma

    existencia, potenciada y sojuzgada por la tcnica, en un movimiento dialctico, creador y

    destructor al mismo tiempo. En tal sentido, si debe ser as, ese humanismo debe tener en

    cuenta las posibilidades que la tcnica otorga y niega a la existencia humana, para lo cual

    deben esclarecerse los efectos que la praxis de aqulla ejerce sobre el hombre. Ahora bien,

    para conocer esa tcnica y dominarla, as como para entender los efectos de su praxis, son

    absolutamente necesarias las matemticas. En tal sentido, hallndose la tcnica escrita en

    caracteres matemticos, para entender su lenguaje, y por ende, sus efectos sobre la

    existencia, es necesario contar con aquellas matemticas como instrumentos imprescindibles

    de todo humanismo. Ahora bien: si las matemticas como afirmamos son un instrumento necesario para el humanismo son, acaso, tambin su finalidad?

    Seores: el objeto y la finalidad del humanismo, su meta y su misin, no son las

    matemticas, sino el hombre mismo en cuanto creador de ellas. Las matemticas pueden

    servir como instrumento a ese humanismo, en tanto ayuden a descubrir e iluminar los

    misterios del hombre, las interrogantes que constelan sus actos creadores, por cuya obra

    incluso existe esa prodigiosa posibilidad de conocer con pasmosa exactitud los infinitos

    confines de nuestro universo

    Ahora bien, teniendo como finalidad y objeto al hombre mismo, debe ser tambin

    preocupacin de ese humanismo hacer tomar conciencia a ste de la creciente alienacin

    que amenaza a su existencia por obra de la progresiva tecnificacin del universo. En tal

    sentido, siendo posibilitada semejante tecnificacin por el incremento de una paralela

    matematizacin que se extiende por todos los mbitos y regiones de entes, al humanismo

    corresponde la tarea de esclarecer y determinar los lmites que debe respetar aquella

  • matematizacin si no quiere que bajo el pretexto de una mathesis universalis, se desvirte

    y desconozca lo verdaderamente original e intransferible que tiene el hombre entre los

    dems entes del universo. Si aquello llegase a ocurrir y bajo la apariencia de una

    matematizacin fuera el hombre objetivado y tratado como un ente cualquiera, el porvenir

    que lo aguarda es el de verse identificado progresivamente como una simple cosa, que en

    cuanto tal funcione al modo de un medio o instrumento al servicio de la omnipotente

    voluntad de dominio que impulsa y dirige la tcnica.

    Por otra parte aadir por ltimo sera ocioso y superfluo sealar en este Congreso la importancia que tienen las matemticas para la educacin en general y, en especial, para

    nuestros pueblos latinoamericanos. En tal sentido, me atrever a decir que el papel que le

    corresponde a las matemticas en relacin a la formacin cultural y educativa de nuestros

    pueblos es doble. Primeramente el de servir como lenguaje preciso y riguroso para hacer que disminuya, y desaparezca si es posible, esa vaca y exuberante retrica que aqueja a

    nuestro modo de pensar y expresarnos como fruto de la peor herencia hispano-latina

    recibida. Frente a tal legado del cual hacen indisimulado y frentico uso desde nuestros

    poetas, pasando por nuestros polticos, hasta nuestros pseudos pensadores bien nos haran unas gotas de la sobriedad, el rigor, la precisin y hasta la sequedad del lenguaje

    matemtico.

    Pero a parte del aspecto retrico, que ante todo se trasluce en la expresin y en el

    lenguaje, la ms importante influencia a desear de las matemticas sera aquella que

    ejerciera sobre la formacin del pensar mismo. En efecto, en nuestra educacin, donde casi

    nadie se preocupa por formar en el alumno una mente lgica y coherente, donde tanta

    confusin y desorden prevalecen en el pensar de aquellos mismos que ensean,

    indispensable es sembrar el hbito del orden, del rigor, de la coherencia y la claridad que

    distinguen al razonamiento matemtico. Semejante sentido formativo no es slo deseable

    para aqullos que piensen dedicar su vida al cultivo de las disciplinas cientficas, sino

    tambin para todos los que, por cualquier circunstancia, tengan una tarea de direccin en

    sus manos. Sin ese orden, sin ese rigor, sin esa coherencia y esa claridad, mal pueden los

    dirigentes de nuestros pueblos intentar pensar con lucidez y profundidad cules pueden ser

    las metas que debe alcanzar nuestro continente en esta hora crucial de su destino.

    Seores: perdonen ustedes la osada que he tenido, como filsofo, al atreverme a

    tocar tan graves y delicados temas del mundo matemtico. Pero ay! de aqul que no se

    arriesgue a interrogar lo desconocido y lejano. Slo quien a ello se aventure tocando los

    lmites de lo extrao e ignorado ser capaz de tomar conciencia de su propia finitud y admirar la inmensurable fuerza creadora que distingue al espritu del hombre.

    Con estas palabras declaro concluido el III Congreso Bolivariano de Matemticas.

    Caracas, 17 de noviembre de 1971

    MATEMTICAS Y HUMANISMO*