Max Weber - La Ciudad

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  • CAPTULO SEGUNDO

    LA CIUDAD

    I. Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25

    II. Causas que originan las ciudades . . . . . . . . . . 27

    III. Compendio histrico de la ciudad . . . . . . . . . . 30

    IV. Concepto y definiciones de la ciudad . . . . . . . . . 72

    V. Clasificacin de las ciudades . . . . . . . . . . . . 76

    VI. Breve sntesis histrica de los modelos de planificacinurbana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81

    VII. El futuro de la ciudad . . . . . . . . . . . . . . . 83

    VIII. Anexo. Programa de Desarrollo Econmico . . . . . . 86

  • CAPTULO SEGUNDO

    LA CIUDAD

    I. INTRODUCCIN

    50. La problemtica de la ciudad, para Henri Lefebvre,1 importa distin-guir claramente: a) los filsofos y las filosofas de la ciudad que definena sta especulativamente como globalidad; b) los conocimientos parcia-les que interesan a la ciudad; c) las aplicaciones tcnicas de estos cono-cimientos, y d) el urbanismo como doctrina, es decir, como ideologa,en cuanto interpreta los conocimientos parciales y justifica las aplica-ciones.

    51. La ciudad fue objeto de meditacin desde los comienzos de lafilosofa clsica. Ah estn, pues, las obras imperecederas de Platn, quese refiri a ella en el Critias, en La repblica y en Las leyes, y deAristteles, en La poltica. De ah en adelante, no estuvo ausente delpensamiento de muchos filsofos, cuya enumeracin excede nuestropropsito.

    52. Entre los conocimientos parciales de la ciudad se destacan losprovenientes de la sociologa urbana, que trata del impacto de lavida de la sociedad sobre las acciones sociales, las relaciones sociales,las instituciones sociales y todos los tipos de civilizaciones derivadas delos modos de vida urbanos.2 Estos estudios abarcan autores clsicoscomo Marx, Max Weber y Durkheim, los aportes de la Escuela de Chi-cago y las orientaciones actuales que se advierten en los Estados Unidosy en Francia.3

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    1 El derecho a la ciudad, Barcelona, Pennsula, p. 59.2 Egon Ernes Bergel, Sociologa urbana, Buenos Aires, Bibliogrfica Argentina, p. 17.3 Para una sntesis de este pensamiento cientfico, vase la tercera parte, titulada

    Rgimen histrico de la sociologa urbana, pp. 195-292, de La ciudad y la urbaniza-cin, de Jean Remy y Liliana Voy, Madrid, Instituto de Estudios de AdministracinLocal, 1976, coleccin Nuevo Urbanismo.

  • 53. En 1910 apareci por primera vez la palabra urbanismo,4 mo-mento de la reunin en Londres de los pioneros de esta disciplina:5Stbben, Patrick Geddes, Louis Bonnier, Thomas Adam, Eugene H-nard, E. Howard, Liliemberg, Raymond, Unwin, etctera. As naci estaciencia interdisciplinaria, de notable desarrollo sobre todo en Europa ylos Estados Unidos, que ha producido obras clsicas como La cultura delas ciudades, de Lewis Mumford.

    54. Adems de los enfoques histricos, econmicos, arquitectnicos ygeogrficos ----de gran importancia para comprender el fenmeno urba-no---- se aprecia, entre otras materias particulares que tambin estudianla ciudad, la intencin de dar nacimiento a otra ciencia interdisciplina-ria: la equstica.

    La arquitectura, la planificacin de ciudades, el estudio de las comunica-ciones ----afirma Arnold J. Toynbee----,6 la economa, sociologa, medici-na, biologa, estn todas comprometidas, y las estudiemos por separadoo asociadas unas con otras, tenemos que analizarlas en el tiempo-dimen-sin, a fin de hacerlo en forma realista. Debo mi iniciacin en equstica aldoctor Constantino Doxiadis, el pionero del estudio unificado de las co-lonizaciones humanas que acu un nuevo nombre para un tema nuevo.

    55. Presente la ciudad para polticos, literatos7 y hombres de Estado,no fue extraa a los sueos de filsofos y poetas, como se aquilata enalgunas utopas y ciudades ideales imaginadas. Recurdese a Platn,Aristteles, San Agustn, Toms Moro, el paralelogramo de la armonay la cooperacin de Robert Owen, el falansterio de Charles Fourier, la

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    4 Bardet, Gastn, El urbanismo, Cuadernos de Eudeba, p. 13, quien refiere que elloocurri en un artculo de Paul Clerget en el Bulletin de la Socit Gographique deNeufchtel.

    5 Bardet, op. cit., p. 13. La aparicin del urbanismo entre las ciencias y de losurbanistas entre los investigadores es, pues, consecuencia de problemas nuevos, impues-tos por fenmenos de una amplitud que no reconoce igual en la historia. Es preciso----dice el autor en la p. 6---- no confundir las grandes realizaciones del arte urbano, queresolvieron magistralmente problemas que no eran de la misma escala, complejidad nisustancia que los nuestros, con las soluciones del urbanismo, hoy necesarias. En talsentido deberamos reconocer el carcter de artistas inmortales a Hipdamo del Mileto,Fidias o Vitrubio, pero no asignarles la calidad de urbanistas con la significacin queacabamos de mencionar.

    6 Ciudades en marcha, Madrid, Alianza Editorial, 1973, p. 8.7 Vase La cultura de las ciudades, Buenos Aires, Emec, t. III, pp. 28-30.

  • ciudad jardn de Ebenezer Howard, la ciudad industrial de Tony Gar-nier, o la ciudad contempornea de Le Corbusier. Para un desarrollosinttico de esos proyectos se puede consultar Ciudad y utopa, del Cen-tro Editor de Amrica Latina, con notas de Alberto Soto.

    56. Destacada la notable complejidad del tema, podemos expresar quecon este captulo aspiramos slo a introducir al estudioso del derechomunicipal en la materia, exponiendo los conceptos bsicos sobre la ciu-dad, su origen, estructura, historia y otros asuntos fundamentales.

    II. CAUSAS QUE ORIGINAN LAS CIUDADES

    Opiniones de Aristteles, Fustel de Coulanges,Ihering, Posada, Weber, Lefebvre y Mumford

    Distintos pensadores han opinado sobre las causas que originan lasciudades.

    57. Aristteles pens en las necesidades de la vida. En La poltica8expresa:

    Cuando se unen varios pueblos en una sola y completa comunidad, lobastante numerosa para procurarse casi todo lo que requieren, se originala ciudad, nacida a causa de las necesidades de la vida, subsistiendo de-bido al anhelo que sienten de vivir bien. Si las primitivas formas de so-ciedad son naturales, lo es tambin la ciudad, por ser ese el fin que seproponen, pues la naturaleza de una cosa es su propio fin; llamando na-turaleza a lo que es la cosa una vez desarrollada por completo... Ade-ms, la causa final y objeto de una cosa es lo mejor y el bastarse a smismo es el fin y lo mejor. De ello se evidencia que la ciudad es crea-cin de la naturaleza y que el hombre es animal sociable por naturaleza.El que por naturaleza y no debido a mero accidente no pertenezca a ciu-dad alguna, o es un mal hombre o superior a la humanidad.

    58. Fustel de Coulanges postul el origen religioso de la ciudad anti-gua. En su conocida obra9 dice:

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    8 Obras selectas de Aristteles, Buenos Aires, El Ateneo, p. 17.9 La ciudad antigua, Buenos Aires, Emec, pp. 207 y 208.

  • Es necesario pensar en la excesiva dificultad que para las sociedades pri-mitivas implicaba el fundar sociedades regulares. No es fcil establecerun lazo social entre seres humanos que son tan diversos, tan libres, taninconstantes. Para darles reglas comunes, para instituir el mando y ha-cerles aceptar la obediencia, para subordinar la pasin a la razn y larazn individual a la razn pblica, seguramente se necesita algo msfuerte que la fuerza material, ms respetable que el inters, ms seguroque una teora filosfica, ms inmutable que una convencin, algo quese halle igualmente en el fondo de todos los corazones y que en ellosmande con imperio. Este algo es una creencia. Nada hay de ms poderoen el alma. Una creencia es la obra de nuestro espritu, pero no somoslibres para modificarla a nuestro gusto. Ella es nuestra creacin, pero nolo sabemos. Es humana y la creemos un dios... Pues bien, una antiguacreencia ordenaba al hombre que honrase al antepasado; el culto del an-tepasado agrup a la familia en torno del altar. De ah la primera reli-gin, las primeras oraciones, la primera idea del saber y la primera mo-ral; de ah tambin el establecimiento de la propiedad, la fijacin delorden de la sucesin; de ah, en fin, todo el derecho privado y todaslas reglas de la organizacin domstica. Luego se engrandecen la creen-cia y la asociacin al mismo tiempo. A medida que los hombres advier-ten que hay para ellos divinidades comunes, se asocian en grupos msextensos. Las mismas reglas, encontradas y establecidas en la familia, seaplican sucesivamente a la fratra, a la tribu, a la ciudad.

    59. Ihering pens en razones defensivas.

    El campesino ha fundado la ciudad, en donde se han establecido poste-riormente el comerciante y el artesano y la ha fundado para encontraren ella un refugio en caso de invasiones enemigas; la necesidad de re-cintos fortificados es la que ha determinado la fundacin de la ciudad;las primeras ciudades han sido fortalezas, y no mercados. Por eso, casitodas las ciudades estaban fortificadas; su parte esencial se compona, node casas, sino de muros.10

    60. Posada sostuvo que el origen estaba en las necesidades de luchay cooperacin. En su renombrada obra El rgimen municipal de la ciu-dad moderna11 expres:

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    10 Prehistoria de los indoeuropeos, p. 129, citado por Posada, Adolfo, El rgimenmunicipal de la ciudad moderna, 3a. ed., Madrid, 1927, p. 13.

    11 Posada, Adolfo, op. cit., pp. 11 y 12.

  • La ciudad, aglomeracin que, por la intensificacin de su ncleo, la in-tegracin del esfuerzo comn, la extensin de su accin y la fuerza desu resistencia, se diferencia y distingue, al fin, de las dems aglomera-ciones ----rurales----, responde a la doble necesidad que acta como unacausa general en la evolucin de las sociedades: la de la lucha unida yla de la cooperacin; es un fenmeno de cooperacin defensiva y ofen-siva para atender, en su crculo, al cumplimiento general de todos losfines de la vida humana.

    61. Max Weber defendi la tesis del origen econmico.

    Toda ciudad, en el sentido que aqu damos a la palabra, es una loca-lidad de mercado, es decir, que cuenta como centro econmico delasentamiento con un mercado local y en el cual, en virtud de una es-pecializacin permanente de la produccin econmica, tambin la pobla-cin no urbana se abastece de productos industriales o de artculos decomercio o de ambos y, como es natural, los habitantes de la ciudad in-tercambian los productos especiales de sus economas respectivas y sa-tisfacen de este modo sus necesidades.12

    Sin embargo, tambin aclara que el concepto econmico de la ciudadse complementa con el tipo poltico-administrativo, y en tal sentido laciudad lo mismo en la Antigedad que en la Edad Media, dentro quefuera de Europa, constituye una clase especial de fortaleza y de guarni-cin.13

    62. Henri Lefebvre cree que la causa est en la divisin del trabajo.

    La divisin social del trabajo entre la ciudad y el campo corresponde ala separacin entre el trabajo material y el trabajo intelectual y, por con-siguiente, entre lo natural y lo espiritual. A la ciudad incumbe el trabajointelectual: funciones de organizacin y direccin, actividades polticasy militares, elaboracin del conocimiento terico (filosofa y ciencias).La totalidad se divide; se instauran separaciones; entre ellas la separa-cin entre Physis y Logos, entre teora y prctica, y ya dentro de laprctica, las separaciones entre praxis (accin sobre los grupos huma-nos), piesis (creacin de obras), tchne (actividad armada de tcnicasy orientada hacia los productos). El campo, a la vez realidad prctica y

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    12 Economa y sociedad, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, t. 3, pp. 218 y 219.13 Ibidem, p. 226.

  • representacin, aportara las imgenes de la naturaleza, del ser y de looriginal.14

    63. Nosotros, basados en la complejidad antropolgica del ser huma-no, no creemos en un slo tipo de causas como fundantes de la ciudad.Por eso estamos ms cerca del pensamiento del Estagirita, y con Mum-ford pensamos que las necesidades sociales del hombre originan las ciu-dades.15

    La ciudad constituye un hecho de la naturaleza, lo mismo que una cuevao un hormiguero. Mas tambin es una obra de arte consciente y contie-ne, dentro de su armazn comunal, muchas formas de arte ms simplesy ms personales. La mente adquiere forma en la ciudad y, a su vez,las formas urbanas condicionan la mente. El espacio, lo mismo que eltiempo, se reorganiza artsticamente en las ciudades, en las lneas peri-fricas y en las siluetas de los edificios. Al elegir los planos horizontalesy los picos verticales, al utilizar o rechazar un lugar nautal, la ciudadconserva la huella de una cultura y una poca y la relaciona con los he-chos fundamentales de su existencia. La cpula, el capitel, la avenidaabierta y el patio cerrado nos revelan no solamente las diferentes dis-posiciones fsicas, sino tambin las concepciones esencialmente diferen-tes del destino humano. La ciudad es de utilidad fsica para la vida co-lectiva y un smbolo para aquellos movimientos colectivos que aparecenen circunstancias favorables. Junto con el idioma, es la obra de arte msgrande del hombre.16

    III. COMPENDIO HISTRICO DE LA CIUDAD

    1. La ciudad antigua

    64. De los 500,000 a 1,000,000 de aos a que se remonta la historiadel hombre, se calcula que slo hace aproximadamente 5,000 aos sur-gi la primera ciudad. Tuvo que pasarse del salvajismo paleoltico a labarbarie neoltica, para que nuestros antepasados dejaran de ser nma-des, que vivan de la caza y la pesca, y se convirtieran en agricultores

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    14 Op. cit., p. 47.15 Op. cit., t. 1, p. 13.16 Ibidem, t. 1, p. 15.

  • que deban quedarse cerca de sus campos. As, en la Nueva Edad dePiedra surgieron las primeras aldeas y luego lleg la Era de los Metales,que implic el surgimiento de la ciudad.

    65. Hay dos hiptesis sobre la forma en que nacieron las primerasciudades: o las primitivas aldeas de campesinos se transformaron gra-dualmente en centros urbanos o los pueblos que tenan armas de metalsometan a los campesinos que tenan armas de piedra, constituyendocampamentos permanentes en islas o colinas del territorio de los pueblosvencidos para facilitar el ataque y la defensa, asegurando su domina-cin.17

    66. Las primeras ciudades tuvieron lugar en las antiguas civilizacio-nes de la Mesopotamia, Egipto, India y China. Ur, Erek y Lagash en laVieja Sumeria, son consideradas las ms antiguas, aunque Toynbee creeque ms pretritas fueron Jeric y la recin descubierta ciudad neolticade Lepenski Vir en Yugoslavia,18 hace ya ms de 5,000 aos.

    67. Respecto de la manera en que se forma la ciudad, debemos men-cionar la tesis de Fustel de Coulanges,19 corroborada por Max Weber.20Segn el autor, la tribu, como la familia y la fratra, estaban constituidaspara ser independientes, ya que tenan un culto especial que exclua alos extraos. Sin embargo, la reunin de familias constituy la fratra, yla reunin de fratras, la tribu. En un estado posterior, la reunin detribus form la ciudad. Pero este proceso fue posible porque se respetel culto de cada una de estas asociaciones. No hubo ciudad alguna quedejara de encender el fuego sagrado y se diera una religin comn, peroello no implicaba que las tribus dejaran de tener su propio culto y supropio gobierno, y as hasta llegar a las familias.

    La ciudad era una confederacin de grupos constituidos antes que ellay que seguan existiendo.

    En los oradores ticos se ve que cada ateniense formaba parte a la vezde cuatro sociedades distintas: es miembro de una familia, de una fra-tra, de una tribu y de una ciudad. No ingresa al mismo tiempo y elmismo da en las cuatro, como el francs que en el momento de nacerpertenece simultneamente a una familia, a un municipio, a un departa-

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    17 Bergel, op. cit., pp. 32 y 33.18 Op. cit., p. 43.19 Op. cit., captulos III y IV del libro 3o., p. 202 en adelante.20 Op. cit., p. 248.

  • mento y a una patria. La fratra y la tribu no son divisiones adminis-trativas. El hombre ingresa en diversas pocas en estas cuatro sociedadesy, en cierto sentido, asciende de una a otra. El nio es admitido prime-ramente en la familia por la ceremonia religiosa que se celebra diez dasdespus de su nacimiento. Algunos aos despus entra en la fratra poruna nueva ceremonia que hemos descrito anteriormente. En fin, a la edadde diecisis o dieciocho aos se presenta para ser admitido en la ciudad.Ese da, ante un altar y las carnes humeantes de una vctima, pronunciaun juramento comprometindose, entre otras cosas, a respetar siempre lareligin de la ciudad. A contar de ese da es iniciado en el culto pblicoy se convierte en ciudadano.21

    68. Dice el clsico autor que ciudad y urbe no eran trminos sinni-mos entre los antiguos. La ciudad era la asociacin religiosa y polticade las familias y de las tribus; la urbe era el lugar de reunin, el domi-cilio y, sobre todo, el santuario de esta asociacin.22 Por eso la consti-tucin de la ciudad era un proceso ordinariamente largo, mientras que laurbe se fundaba en un slo acto.

    Siguiendo el testimonio de Dionisio de Halicarnaso, Plutarco, Tcito,Catn el Viejo y otros, as nos transmite dicha ceremonia: con respectoa Roma,

    ...el primer cuidado del fundador consiste en escoger el emplazamientode la nueva ciudad. Pero esta decisin, cosa grave y de la cual se creeque depende el destino del pueblo, se deja siempre a la decisin de losdioses. Si Rmulo hubiese sido griego, habra consultado el orculo deDelfos; samnita, hubiera atendido al animal sagrado, el lobo o el pico-verde. Latino, inmediato vecino de los etruscos, iniciado en la cienciaaugural, pide a los dioses que le revelen su voluntad por el vuelo delos pjaros. Los dioses le designan el Palatino. Llegado el da de la fun-dacin empieza ofreciendo un sacrificio. Sus compaeros forman alre-dedor de l, encienden un fuego de zarza y uno tras otro brincan sobrela llama ligera. La explicacin de este rito es que, para el acto que vaa realizarse, se necesita que el pueblo est puro; ahora bien, los antiguoscrean purificarse de toda mancha fsica o moral saltando sobre la llamasagrada.

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    21 Fustel de Coulanges, op. cit., pp. 203 y 204.22 Ibidem, p. 209.

  • Cuando esta ceremonia preliminar ha preparado al pueblo para elgran acto de la fundacin, Rmulo cava un pequeo hoyo de forma cir-cular y arroja a l un terrn de tierra que ha trado de Alba. Luego, cadauno de sus compaeros, acercndose por turno, arroja, como l, un pocode tierra, que ha trado del pas de donde procede. Este rito es notabley nos revela en estos hombres un pensamiento que conviene sealar.Antes de llegar al Palatino habitaban en Alba u otra cualquiera de lasciudades vecinas. All estaba su hogar; all haban los padres vivido yestaban enterrados. Ahora bien, la religin prohiba abandonar la tierradonde se haba establecido el hogar y donde los divinos antepasados re-posaban. Haba sido, pues, necesario, para librarse de toda impiedad, quecada uno de estos hombres se valiese de una ficcin y llevase con l,en el smbolo de un terrn de tierra, el sagrado suelo en que sus ante-pasados estaban enterrados y al que se hallaban ligados sus manes. Elhombre no poda trasladarse sin llevar consigo su suelo y sus abuelos.Era preciso que este rito se consumase para que pudiera decir, mostran-do el nuevo lugar que haba adoptado: Tambin sta es la tierra de mispadres, terra patrum, patria: aqu est mi patria, puesto que aqu estnlos manes de mi familia.

    El hoyo donde cada uno haba echado un poco de tierra, se llamabamundus: esta palabra designaba especialmente en la antigua lengua re-ligiosa la regin de los manes... Alrededor de este hogar debe elevarsela urbe, como la casa se eleva alrededor del hogar domstico.

    Rmulo traza un surco que indica el recinto. Tambin en esto los me-nores detalles estn prefijados por el ritual. El fundador ha de servirsede una reja de cobre; el arado ha de ser arrastrado por un toro blancoy una vaca blanca. Rmulo, cubierta la cabeza y revestido con el trajesacerdotal, sostiene personalmente la mancera del arado y lo dirige en-tonando preces. Sus compaeros marchan detrs observando un silencioreligioso. A medida que la reja levanta terrones de tierra, se arrojan cui-dadosamente en el interior del recinto, para que ninguna partcula deesta tierra sagrada caiga en terreno extranjero.

    Este cerco trazado por la religin es inviolable. Ni el extranjero niel ciudadano tienen el derecho de franquearlo. Saltar sobre este pequeocerco es un acto de impiedad; la tradicin romana deca que el hermanodel fundador haba cometido este sacrilegio y lo haba pagado con lavida. Pero para que se pueda entrar y salir en la urbe, se interrumpe elsurco en varios sitios: Rmulo ha levantado y transportado la reja paraesto; los intervalos se llaman portae: son las puertas de la ciudad. Sobreel surco sagrado, o un poco detrs, se elevan enseguida las murallas, queson tambin sagradas. Nadie podr tocarlas, ni siquiera para su repara-cin, sin el permiso de los pontfices. A ambos lados de esta muralla

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  • hay un trecho de algunos pasos concedido a la religin; se le llama po-moerium y no est permitido pasar el arado por l, ni construir ningnedificio.23

    69. En cuanto al espritu de estas ciudades, el autor expresa:

    Cada ciudad, por exigencias de su misma religin, tena que ser inde-pendiente. Era necesario que cada cual poseyera su cdigo particular,pues cada una tena su religin y de sta emanaba la ley. Cada cual de-ba tener su justicia soberana y no poda haber justicia superior a la dela ciudad. Cada cual tena sus fiestas religiosas y su calendario; los me-ses y los aos no podan ser los mismos en dos ciudades, pues la seriede los actos religiosos era diferente. Cada cual tena su moneda particular,que en el origen sola marcarse con su emblema religioso. Cada cual te-na sus pesas y medidas. No se admita que pudiera existir nada comnentre dos ciudades.24

    Esto explica que nos encontremos ante ciudades-Estado, y no antefenmenos municipales como hoy conocemos. Por eso las ligas anficti-nicas de la Grecia fueron confederaciones de ciudades-estado, y el mu-nicipio, para la mayora de la doctrina, slo naci en el momento de laexpansin de Roma, como luego veremos. Cada ciudad amaba intensa-mente su autonoma: as designaba al conjunto integrado por su culto,su derecho, su gobierno, toda su independencia religiosa y poltica. Erams fcil a una ciudad sojuzgar a otra que incorporrsela.25

    70. Siguiendo la caracterizacin de la ciudad antigua, veamos lo re-lativo a sus revoluciones. En un principio existi la institucin de larealeza. Estos reyes eran tambin supremos sacerdotes, que reciban elnombre de pritanos o arcontes a veces y que ejercan la autoridad pol-tica y la religiosa. Pero tanto en Atenas como en Esparta y Roma, seprodujo la primera revolucin, que consisti en la toma del poder porparte de la aristocracia.26

    71. La segunda revolucin que seala Coulanges27 son los cambios enla constitucin de la familia, consistentes en la desaparicin del derecho

    34 ANTONIO MARA HERNNDEZ

    23 Ibidem, pp. 211-214.24 Ibidem, pp. 288 y 289.25 Ibidem, p. 291.26 Ibidem, p. 333 en adelante.27 Ibidem, p. 348 en adelante.

  • de primogenitura y la desmembracin de la gens. Con la primera re-volucin, la familia haba seguido con su misma estructura, pero consta se atac el sistema de creencias que fundaba la familia antigua: elculto domstico, la autoridad paternal, la indivisibilidad del patrimonioen razn de la primogenitura y, en fin, todo el derecho privado. Luegovino la emancipacin de la clientela,28 que en Atenas fue obra de Soln.

    72. La tercera revolucin consisti en el ingreso de la plebe en laciudad.

    Los cambios que a la larga se operaron en la constitucin de la familia in-trodujeron otros en la constitucin de la ciudad. La antigua familia aris-tocrtica y sacerdotal se haba debilitado. Habiendo desaparecido el de-recho de primogenitura, perdi su unidad y vigor; habindose emancipadola mayora de los clientes, perdi casi todos sus sbditos. Los hombresde la clase inferior ya no estaban distribuidos en las gentes, vivan in-dependientemente, formando un cuerpo entre s. Con lo cual la ciudadcambi de aspecto: en lugar de ser, como antes, un conjunto dbilmenterelacionado de tantos pequeos Estados como familias haba, la uninse hizo: de una parte, entre los miembros patricios de las gentes; de laotra, entre los hombres de clase inferior... De las dos clases, una queraque se conservase la constitucin religiosa de la ciudad y que el gobier-no, as como el sacerdocio, siguiese en poder de las familias sagradas.La otra quera derribar las antiguas barreras que la colocaban fuera delderecho, de la religin y de la sociedad poltica.29

    Esta lucha dur siglos; la plebe fue avanzando lentamente, primeroalindose a reyes o tiranos, despus teniendo su propia elite, para culmi-nar con su propia religin, su presencia en los ejrcitos, en la riqueza ysus propias instituciones, como los tribunos en Roma. Soln y Clstenesen Atenas consumaron los cambios legislativos y polticos para admitirdefinitivamente en la sociedad poltica a la plebe, derribando a la aristo-cracia de los euptridas.30 En Roma este proceso dur cuatro siglos, alcabo de los cuales los plebeyos lograron vencer a los patricios.

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    28 stos eran los servidores, inferiores por nacimiento, pero ligados a la familia porel culto domstico. Cabe tener presente que la familia antigua era totalmente distinta de laactual, no slo en sus principios, sino tambin en su constitucin y en el nmero demiembros.

    29 Op. cit., pp. 367 y 368.30 Ibidem, p. 367 en adelante.

  • 73. La cuarta revolucin, segn el autor, fue el establecimiento de lademocracia, previo gobierno de los ms ricos. A esta altura, la creenciareligiosa haba dado paso al inters pblico como principio esencial deaquellas ciudades. Ello humaniz la forma de gobierno, antes eminente-mente teocrtica, y dio lugar a la participacin democrtica, mediante elsufragio.

    El inters pblico no era un principio de tal naturaleza que autorizasepara conservar mucho tiempo la desigualdad. Conduca inevitablementelas sociedades a la democracia. Tan cierto es eso que, un poco antes oun poco despus, fue necesario en todas partes dar a los hombres libresderechos polticos. Desde que la plebe romana quiso tener comicios pro-pios, tuvo que admitir a los proletarios y no pudo hacer persistir la di-visin en clases. La mayora de las ciudades lograron formar as asam-bleas verdaderamente populares y el sufragio universal qued establecido.El derecho de sufragio tena entonces un valor incomparablemente ma-yor que el que puede tener en los Estados modernos. Mediante l, todoslos ciudadanos intervenan en todos los negocios, nombraban a los ma-gistrados, discutan las leyes, dictaban justicia, decidan la paz o la gue-rra y redactaban los tratados de alianza.31

    Fustel de Coulanges32 dice:

    Admira el gran trabajo que esta democracia exiga de los hombres. Eraun gobierno laboriossimo. Ved cmo se emplea la vida de un ateniense.Un da se le llama a la asamblea de su demo y tiene que deliberar sobrelos intereses religiosos o financieros de esta pequea asociacin. Otroda se le convoca a la asamblea de su tribu: trtase de organizar unafiesta religiosa o de examinar los gastos, de redactar decreto o de nom-brar jueces y jefes. Tres veces por mes es preciso que asista a la asam-blea general del pueblo; no tiene el derecho de faltar a ella. La sesines larga y no concurre solamente a votar: lleg por la maana y es ne-cesario que permanezca hasta hora muy avanzada del da para escuchara los oradores. Slo puede votar cuando ha estado presente desde laapertura de la sesin y ha odo todos los discursos. Este voto es paral una de las cuestiones ms serias, pues unas veces se trata de nombrara sus jefes polticos y militares, esto es, a los que va a confiar por un

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    31 Ibidem, p. 420 en adelante.32 Ibidem, p. 427 en adelante.

  • ao sus intereses y su vida; otras se trata de crear un impuesto o decambiar una ley; otras, en fin, ha de votar sobre la guerra, sabiendo per-fectamente que en ella ha de dar su sangre o la de un hijo... Los in-tereses individuales estn enteramente unidos al inters del Estado... Eldeber del ciudadano no se limitaba a votar. Cuando le tocaba su turno,deba ser magistrado en su demo o en su tribu. De dos aos, por trminomedio, uno era heliasta, es decir, juez, y se pasaba todo el ao en lostribunales, ocupado en escuchar los informes y aplicar las leyes... Ape-nas haba ciudadano que por dos veces en su vida no formase parte delSenado de los Quinientos. Entonces y durante un ao, tomaba asientoen l cada da, maana y tarde, escuchando los informes de los magis-trados, recibiendo sus cuentas, respondiendo a los embajadores extran-jeros, redactando las instrucciones de los embajadores atenienses, exami-nando todos los negocios que haban de someterse al pueblo y preparandotodos los decretos. En fin, poda ser magistrado de la ciudad, arconte,estratego, astinomio, si la suerte o el sufragio lo designaba. Comprn-dese, pues, que era ardua carga el ser ciudadano de un Estado demo-crtico; que el serlo era bastante para ocupar casi toda la existencia ydejaba muy poco tiempo para los trabajos personales y la vida doms-tica... Los hombres invertan su vida en gobernarse. La democracia slopoda durar a costa del trabajo incesante de todos sus ciudadanos.

    74. Aunque en la historia de la ciudad antigua no todo fue similar, nisiquiera en Occidente ni dentro de una misma civilizacin ni en la his-toria de dos ciudades, como por ejemplo Esparta y Atenas, interesa des-tacar algunos rasgos que configuran un tipo histrico. En tal sentido,nada hay superior en la Antigedad, como ciudad democrtica, que Ate-nas en el siglo de Pericles.

    Adems de las autoridades religiosas que se mantuvieron, en la pocademocrtica se crearon estas magistraturas para velar por los interesesmateriales de la ciudad: diez estrategos, que se ocupaban de los nego-cios de la guerra y la poltica; diez astinomios, que tenan el cuidado dela polica; diez agoranomios, que velaban por los mercados de la ciudady del Pireo; quince metronomios, que contrastaban los pesos y las medi-das; quince sitofilaquios, que vigilaban la venta de trigo; diez custodiosdel tesoro; diez receptores de cuentas; once encargados de ejecutar lassentencias. Por encima de estos magistrados que deban hacer ejecutar laley, estaba el Senado, que era una especie de consejo de Estado, y sobrel la asamblea del pueblo, que era el verdadero soberano.

    DERECHO MUNICIPAL 37

  • 75. La asamblea se reuna por los pritanos o los estrategos. Luego deuna invocacin religiosa, a indicacin del presidente de la asamblea, queera un pritano, un heraldo deca el asunto a tratar, que antes haba sidoestudiado por el Senado. El pueblo careca del derecho de iniciativa,slo poda aprobar o rechazar el proyecto presentado. Seguidamente sepreguntaba quin quera hacer uso de la palabra, y entonces los oradoressuban a la tribuna por orden de edad. Sin embargo, no se resolva inme-diatamente, puesto que se designaba a cinco oradores para otra reunincon la misin de defender la antigua ley. En esta segunda reunin tam-poco se resolva, ya que se designaba a una numerosa comisin integra-da por ex jueces que tambin discuta el proyecto. Si lo rechazaba, noexista apelacin, y si lo aprobaba, la asamblea poda hacer lo mismo,convirtiendo al proyecto en ley.

    76. A la expansin del imperio romano, a la nueva filosofa poltica,esencialmente humanista a partir de los estoicos, y al cristianismo dbe-se, segn Fustel de Coulanges, la desaparicin de la sociedad antigua.Ya la ciudad obedecera a otros principios y creencias.

    2. La ciudad medieval

    77. La creacin de los dos imperios romanos, de Oriente y Occidente,separ al Continente Europeo. La ciudad de Bizancio (luego Constanti-nopla) conoci cierto esplendor, del mismo modo que las correspondien-tes al Islam. En el mundo occidental, Roma ----que haba cado en el 476de nuestra era, dando comienzo a la Edad Media---- se haba ido desin-tegrando paulatinamente. Los brbaros destruyeron la civilizacin urba-na, dado que tenan una cultura preurbana, y al basarse en la agricultura,dieron nacimiento al feudalismo. En lugar de ciudades levantaban casti-llos, para tener sometidos a los campesinos. Trescientos aos despus dela cada de Roma, el reino de Carlomagno ----nico gran imperio medie-val en Occidente---- careca de capital y el emperador no tena residenciapermanente.33 Las ciudades, aunque no totalmente destruidas, perdierontoda significacin. En la poca carolingia, Roma, cuya poblacin secalcula que lleg a ser en sus mejores momentos de cerca de 1,000,000de habitantes, slo alcanzaba 20,000.34

    38 ANTONIO MARA HERNNDEZ

    33 Bergel, op. cit., p. 36.34 Idem.

  • 78. A la necesidad de proteccin atribuye Lewis Mumford35 la forma-cin de nuevas ciudades cinco siglos despus de la cada de Roma. Esque el terror impuesto por las invasiones peridicas de los brbaros for-m pequeos pueblos o suburbios al lado de los castillos y luego seconstruyeron o reconstruyeron las murallas, dando lugar a islas de pazdonde comenz a florecer el comercio y la vida urbana. Hasta ese mo-mento, los monasterios desempearon un importante rol.

    De hecho, el monasterio ----dice el autor antes citado---- durante ese pe-riodo llev a cabo las funciones de la ciudad al transmitir, cuando nola dilataba, la herencia social. Gracias al conocimiento de benedictinos,stos conservaron algunas veces los mtodos agrcolas romanos, que eranmuy superiores a los que se practicaban en los campos vecinos. En estoslugares floreci el arte de la construccin, la tcnica de la manufacturadel vidrio y la decoracin. Pero el monasterio llen una funcin an msimportante: la de ser el depositario del acervo cultural e histrico, yaque en sus bibliotecas se conservaba lo que se haba escrito en la anti-gedad.36

    79. Este renacimiento de las ciudades amuralladas pudo permitir laapertura de las rutas comerciales, el mejoramiento de la industria, la agri-cultura, la creacin de las universidades, la celebracin de las grandesferias, etctera, que llevaron al aumento de la poblacin urbana y a unaetapa de fundacin de nuevas ciudades.

    En este proceso sobresalieron las ciudades de Italia, como Florencia,Venecia, Gnova, Pisa y Miln; de Alemania, como Colonia, Trveris yMainz; de los Pases Bajos, como Brujas, Gante, Amberes y Amster-dam; y despus de Inglaterra, como Londres. Tambin se dieron fen-menos particulares, como la Liga Hansetica, que en su mximo poderocomprenda cerca de 80 ciudades, entre las cuales se hallaban Hambur-go, Bremen, Colonia, Berln, Breslau y Cracovia. La Liga dominaba elcomercio de los pases que rodeaban al Mar Bltico, aunque su influen-cia lleg a Escandinavia y Rusia, y fue tan importante factor de poderque conquist a Copenhague en 1370 y derrot a Inglaterra, obligndolaa pagar una indemnizacin de 10,000 libras. Con el fortalecimiento de

    DERECHO MUNICIPAL 39

    35 Op. cit., t. 1, p. 31 en adelante.36 Ibidem, p. 36.

  • los Estados nacionales dej de tener supremaca y fue reemplazada porellos. Su ltima reunin se celebr en 1669.

    80. La ciudad de Occidente ----expresa Max Weber----37 y especial-mente la medieval, no era slo en lo econmico sede del comercio y dela industria, en lo poltico normalmente fortaleza y eventualmente guar-nicin, en lo administrativo un distrito judicial y, por lo dems, unahermandad de conjuratio. Distinguiendo el proceso propio de las ciu-dades antiguas, en que era necesaria la pertenencia a una familia, fratray tribu, el autor indica que en las ciudades medievales, al ser fundadas,el burgus se presenta como individuo y como tal jura la conjuratio.La pertenencia personal a la asociacin local como tal, y no al clan oa la tribu, le garantiza su posicin jurdica personal como burgus. Lafundacin de la ciudad incluye a menudo, tambin aqu, no slo comer-ciantes extraos al lugar, sino de otros pueblos o razas.38 Por eso, MaxWeber asegura que el hombre de la antigedad es un homo politicus,mientras el de la Edad Media es un homo economicus,39 y tambin sontotalmente distintos los estamentos de la ciudad. En aqulla tenamoslos siervos, esclavos, clientes, etctera; en sta, dichas categoras desapa-recen.

    La Edad Media, slo en los primeros tiempos anteriores al rgimen ur-bano, conoce a los libertos como un estamento especial. Dentro de lasciudades, ya en la primera poca del desarrollo de las mismas, la capade los siervos corporales, cuya herencia advena en todo o en parte alseor, disminuy gracias al principio el aire de la ciudad hace librey, adems, por el privilegio concedido por el emperador a las ciudades,que prohiba que el seor pusiera sus manos en la herencia del burgus,y con el seoro de los gremios desapareci por completo.40

    81. En sus orgenes, la ciudad medieval fue de linajes, semejante a laciudad antigua.41 El ejemplo ms notable en este sentido es el de Vene-cia, que estableci una tirana patrimonial-estatal de la nobleza urbanaque abarc una extensa zona territorial y martima, gracias al control

    40 ANTONIO MARA HERNNDEZ

    37 Op. cit., t. 3, p. 250.38 Ibidem, t. 3, p. 248.39 Ibidem, p. 344.40 Ibidem, t. 3, p. 345.41 Ibidem, t. 3, p. 264 en adelante.

  • establecido entre las familias nobles, por la siguiente tcnica sealadapor Max Weber:42 1) una divisin concurrente de poderes en las magis-traturas centrales; los diversos colegios de la administracin especial,casi todos ellos provistos de facultades judiciales y administrativas, con-curran en la competencia ampliamente; 2) una divisin de poderes, tipodivisin del trabajo, entre los funcionarios, siempre nobles, como com-petencias: la administracin judicial, militar y financiera estaba siempreen manos de diferentes autoridades; 3) breve plazo de desempeo de loscargos, y 4) a partir del siglo XIV, por la corte poltica inquisitorial delConsejo de los Diez, que fue una comisin investigadora creada para uncaso de conjura y se convirti en magistratura permanente para los deli-tos polticos y, finalmente, vigil la conducta poltica y personal de losnobili.

    82. Asimismo, acontecieron luchas terribles entre los distintos linajesdentro de la ciudad, y entre diferentes ciudades. A su vez, los reyes aveces se aliaron con las ciudades en contra de los seores feudales, y entodo este proceso fue gestndose un alto grado de autonoma, ratificadopor las cartas otorgadas a las ciudades por los reyes o nobles, aunqueesto no fue igual en el Occidente europeo.

    Aquella dominacin de linajes se quebrant de un modo similar a loacontecido en la Antigedad, sobre todo en las grandes ciudades y enparticular en las italianas, que se desarrollaron sin interferencias extraur-banas.43 Al demos o a la plebe de la Antigedad correspondi elsurgimiento del popolo en la Edad Media, que se compona de em-presarios, por una parte, y de artesanos, por otra. El popolo italianono era slo un concepto econmico ----dice Weber----,44 sino tambin po-ltico: un especial ayuntamiento poltico dentro de otro ayuntamiento,con funcionarios propios, finanzas propias y un rgimen militar propio.Estaba gobernado por el capitanus popoli, de eleccin anual, muy amenudo llamado de fuera como el podest ----que gobernaba la ciu-dad---- y tena a su disposicin una milicia reclutada entre los barrios ygremios. Tambin tena como rgano especial para la administracin delas finanzas a los representantes de los gremios, elegidos por los barrios,llamados anziani o priori. En Florencia, el popolo grasso abar-caba a los gremios de los jueces, notarios, cambistas, comerciantes en

    DERECHO MUNICIPAL 41

    42 Ibidem, t. 3, p. 269.43 Ibidem, t. 3, pp. 293 y ss.44 Ibidem, t. 3, p. 294.

  • paos extranjeros, comerciantes en paos florentinos, comerciantes ensedas, mdicos, comerciantes de encajes y de pieles, mientras que elpopolo minuto estaba compuesto por gremios de catorce artesanas.Primero participaron del poder los gremios de los empresarios, y slodespus de varias revueltas lograron hacerlo los gremios de artesanos,que a veces se aliaron a los nobles para contrarrestar la influencia deaqullos.

    83. En su mximo grado de independencia o de autonoma, Weber45

    seala los siguientes rasgos de las ciudades medievales: 1) Autonomapoltica y, en parte, una poltica exterior, de suerte que el rgimen de laciudad dispone de un poder militar propio, celebra alianzas, hace gran-des guerras, somete la comarca y, en algunos casos, a otras ciudades yadquiere colonias ultramarinas. 2) Establecimiento autnomo del dere-cho por la ciudad, y dentro de ella, a su vez, por los gremios y lasguildas. 3) Autocefalia, o sea, autoridades judiciales y administrativasexclusivamente propias. 4) Poder impositivo sobre los ciudadanos yexencin de pagar impuestos y rentas para fuera. 5) Derecho de merca-do, polica autnoma del comercio y de la industria y poderes monop-licos de coto. 6) De la peculiaridad poltica y econmica de las ciudadesmedievales se segua tambin su actitud con las capas que no pertene-can a la burguesa urbana. En tal sentido, hubo un antagonismo entrelas ciudades y los reyes y los seores feudales, que originaron a vecesalianzas entre reyes y ciudades contra aqullos, y otras veces alianzas dereyes y seores contra las ciudades, que se defendan de la presin fiscalque sobre ellas ejercan.

    84. Pero la Edad Media y su ciudad no pueden ser comprendidas sinla presencia trascendente de la Iglesia, que influye en todos los actos de lavida del hombre del medioevo. Al lado del castillo, es la catedral elsmbolo ms notable de la arquitectura de aquella poca, que nos hadejado obras imperecederas como las catedrales gticas de Alemania,Francia, Italia, Espaa e Inglaterra, donde el misticismo fluye vigorosa-mente.

    Este complejo sistema social y de poderes de la Edad Media, quemantena el equilibrio entre los reyes, los seores feudales, la Iglesia ylas ciudades, no pudo mantenerse. Grandes cambios filosficos, polti-cos, tcnicos y econmicos fueron marcando el paso a la Edad Moderna.

    42 ANTONIO MARA HERNNDEZ

    45 Ibidem, t. 3, pp. 313 y ss.

  • Una visin antropocntrica de la vida, el fortalecimiento del Estado na-cional, los grandes descubrimientos y el nacimiento del capitalismo sig-naron las bases de la nueva era y todo ello se trasunt en las ciudades.

    Sin embargo, los orgenes de este Renacimiento se los debe buscar enla Edad Media en las obras de Santo Toms, de Alberto Magno, deDante y de Giotto.46

    3. La ciudad moderna

    85. Arthur Korn47 seala que el trnsito de la ciudad medieval a larenacentista y a la del gran estilo, tuvo las siguientes etapas: 1) las pri-meras manifestaciones del capitalismo en Italia, Flandes y la regin dela Hansa; 2) el desplazamiento del comercio europeo desde el Medite-rrneo al Atlntico; su transformacin de local en nacional, con el forta-lecimiento del Estado central y del rey, y los descubrimientos de losmercaderes aventureros; 3) el crecimiento del Estado nacional bajo elnuevo despotismo y la transformacin de la primera etapa del capitalis-mo en mercantilismo, y 4) finalmente, la Revolucin Industrial.

    La ciudad renacentista fue el reflejo del nuevo humanismo, del racio-nalismo, de la ciencia militar y del prncipe comerciante. Los mejoresejemplos se encuentran en la cuna del Renacimiento, Italia, en ciudadescomo Florencia o Venecia, que expresaron arquitectnicamente el nuevoorden en las defensas de la ciudad contra la artillera y en los palaciosde la nobleza gobernante.48

    86. La ciudad del gran estilo, que Mumford denomina como barroca,es la correspondiente al despotismo ilustrado, a los reyes absolutos queen Inglaterra, Francia, Espaa y Holanda han constituido el Estado na-cional, suplantando el poder de las ciudades. Es la etapa del mercantilis-mo y de la formacin de los ejrcitos permanentes.

    La ley, el orden y la uniformidad son productos esenciales de la capitalbarroca: pero la ley existe para confirmar el estatuto y asegurar la po-sicin de las clases privilegiadas; el orden es un orden mecnico, quese basa no en la sangre, la vecindad o propsitos y afectos comunes,sino en la sumisin al prncipe regente, y en cuanto a la uniformidad,

    DERECHO MUNICIPAL 43

    46 Mumford, op. cit., t. 1, p. 131.47 La historia construye la ciudad, Buenos Aires, Eudeba, pp. 92 y 93.48 Ibidem, pp. 98 y 99.

  • es la uniformidad de los burcratas, con sus archivos, sus expedientesy sus numerosos procedimientos para regular y sistematizar la percep-cin de impuestos. Los medios externos para hacer obligatoria esta mo-dalidad de vida se basan en el ejrcito; el brazo econmico es la polticamercantil y capitalista y sus instituciones ms tpicas son el ejrcito, laburocracia, la bolsa y la corte.49

    Los mximos ejemplos de esta poca son Pars y Versalles, y lasformas arquitectnicas simblicas son especialmente la avenida y el pa-lacio, aunque tambin deben agregarse el diseo de damero, los jardinesy las plazas.

    87. Luego de la Revolucin Industrial se conform la ciudad-carbn,as designada por Dickens, o ciudad industrial, segn el apelativo deMumford.50

    La base poltica de este nuevo tipo de agregacin urbana descansaba so-bre tres pilares: la abolicin de las corporaciones y la creacin de unestado de inseguridad permanente para las clases trabajadoras; el esta-blecimiento del mercado libre para el trabajo y para la venta de produc-tos y mercaderas y el dominio de ciertos pases extranjeros, a fin deobtener de ellos las materias primas necesarias para las nuevas industriasy de crear un mercado para absorber el sobrante de la industria meca-nizada.51

    Es tambin el momento del Estado liberal o gendarme, de la concep-cin individualista de los derechos humanos, de la teora de AdamSmith, y adems del gran crecimiento de las ciudades. Ese laissez fai-re impregnado de utilitarismo, propio de los siglos XVIII y XIX, tuvocomo smbolos arquitectnicos a la fbrica y a los barrios bajos que seformaban cerca de ella.52

    La fbrica generalmente reclamaba los mejores lugares, sobre todo en lahistoria del algodn, en la del hierro y en las industrias qumicas, es de-cir, las tierras ribereas; pues se necesitaban grandes cantidades de aguaen el proceso de la produccin para las calderas, para enfriar superficies

    44 ANTONIO MARA HERNNDEZ

    49 Mumford, op. cit., t. 1, p. 141.50 Ibidem, t. 1, pp. 239 y 243.51 Ibidem, t. 1, pp. 243 y 244.52 Ibidem, pp. 270 y ss.

  • calientes y hacer soluciones qumicas y colorantes. Pero sobre todo, elro o el canal tenan otra funcin importante: la tierra cerca de ellos erala ms barata y la ms conveniente para echar toda clase de desperdiciossolubles o semisolubles. La trasformacin de los ros en alcantarillasabiertas fue una proeza caracterstica de la economa paleotcnica. El re-sultado fue el envenenamiento de la vida acutica, la destruccin delpescado y la contaminacin del agua hasta el punto de que no era po-sible baarse en ella.53

    En cuanto a los barrios, fueron edificados de un modo tan inadecua-do, que llevaron a los hombres a vivir en condiciones aun peores que losde la Edad Media. El hacinamiento, la falta de servicios y las enferme-dades eran comunes, configurando el notable grado de deshumanizacinalcanzado en aquellas pocas.54

    4. La ciudad contempornea

    A. Crecimiento de las ciudades

    88. Posteriormente asistimos al crecimiento de las grandes ciudades,que formarn las metrpolis y megalpolis contemporneas.

    Recordemos que en la Antigedad las grandes ciudades como Babilo-nia, Roma, Crtago, Constantinopla y Alejandra, pudieron alcanzar1,000,000 de habitantes, y en la Edad Media las ciudades ms grandesapenas pasaban los 100,000 habitantes. Durante el siglo XVII la pobla-cin de las catorce principales ciudades europeas aument 40%, mien-tras que la poblacin en general permaneci estacionaria. En el sigloXVIII, la poblacin de Europa y sus grandes ciudades creci 50%, y elnmero de ellas se elev a veintids.

    Pero el crecimiento espectacular de las ciudades se produjo en elsiglo XIX, siendo una de sus causas principales la Revolucin Indus-trial. En Inglaterra y Gales, de 1801 a 1891, la poblacin rural pas de6,600,000 a 9,200,000, y la urbana de 2,300,000 a 19,800,000. Londres,que tena 864,845 habitantes en 1801, lleg a tener 4,232,118 en 1891.

    DERECHO MUNICIPAL 45

    53 Ibidem, t. 1, p. 271. Paleotcnico quiere decir, para el autor, lo concerniente a lacivilizacin del hierro y del carbn (op. cit., t. 3, p. 11).

    54 Para una descripcin de dichas condiciones de vida, vase la obra de Mumford, t.1, pp. 275 y ss.

  • En 1819, la poblacin en Alemania alcanzaba 25,917,010 habitantes, delos cuales 1,239,700 viva en las principales 25 ciudades; y en 1890 lapoblacin lleg a 49,428,470, de los cuales correspondieron 7,077,476a las 25 ciudades principales. Berln, que en la primera fecha menciona-da tena 201,138 habitantes, alcanz en 1890, 1,578,794. En Francia, porsu parte, la poblacin rural en 1846 era de 26,753,743, mientras que en1891 baj a 24,031,900, y la urbana, que en 1846 era de 8,646,743,lleg en 1891 a 14,311,292. En Espaa, en 1826 haba 2,552,000 habi-tantes en las ciudades y 11,010,000 en el campo, mientras que en 1888exista una poblacin urbana de 9,851,903 y una rural de 12,713,369.Madrid tena, en 1817, 138,000 habitantes, en 1900 alcanzaba 518,656.Nueva York, de 1820 a 1920, pas de 152,056 a 5,620,048 habitantes, yBuenos Aires de 40,000 habitantes en 1801 a 1,025,653 en 1905.55

    89. Estas tendencias continuaron a lo largo del siglo XX de una ma-nera verdaderamente explosiva. No slo crecimiento de la poblacin,sino tambin traslado de lo rural a lo urbano, y en particular a las gran-des ciudades.

    Veamos cifras del siglo pasado, tomando como base para considerarurbanas las localidades de ms de 20,000 habitantes. En 1920 dicha pro-porcin en el mundo entero fue del 14%, en 1940 del 19% y en 1960del 25%, o sea, un total de 753 millones de habitantes, correspondiendoms de la mitad, 380 millones, a quienes habitaban ciudades de Asiameridional y oriental, Amrica Latina y frica.

    En Amrica Latina, en 1960, la proporcin de habitantes en localida-des de ms de 20,000 habitantes fue del 32%; en Asia Meridional fue deslo el 14%; en Amrica del Norte del 57%; en Europa del 41%, y enla Unin Sovitica del 36%. Entre 1940 y 1960, el nmero de habitantesen dichas localidades aument considerablemente, sobre todo en lasreas ms subdesarrolladas: en Amrica Latina aument 170%; en fri-ca, 164%; en Asia Meridional, 130%, y en Asia Oriental, 96%. En lospases desarrollados los aumentos variaron del 24 al 76%.

    Tambin se puede ver lo ocurrido en relacin a los habitantes de lasgrandes ciudades, tomando como cifra ms de 500,000. El 5% de lapoblacin mundial viva en ellas en 1920, mientras que en 1960 dichoporcentaje se elev al 12%. Entre 1940 y 1960 el nmero de habitantes

    46 ANTONIO MARA HERNNDEZ

    55 Datos obtenidos del libro de Adolfo Posada, El rgimen municipal de la ciudadmoderna, pp. 65-79.

  • en este tipo de ciudades se triplic con creces en los pases subdesarro-llados, mientras que en Amrica del Norte y la Unin Sovitica se du-plic y en Europa ascendi slo a una quinta parte.

    Sobre la base de estas tendencias, se estimaba que el 25% de la po-blacin vivira en las grandes ciudades en el ao 2000, pero en AmricaLatina, que est a la cabeza en este proceso, podra alcanzar el 47%.56

    La Organizacin Mundial de la Salud, dependiente de las NacionesUnidas, en su cumbre de Alma Ata, ex Unin Sovitica, en 1978 calculque el 70% de la poblacin mundial viva en las zonas y poblacionesrurales, pero que en el ao 2000 se equilibraran los habitantes de ciuda-des y del campo, y en el 2025 dichas proporciones se invertiran.

    Tambin para el 2000 se estim en 60 las megalpolis de ms de5,000,000 de habitantes, de las cuales 45 correspondern a AmricaLatina. El informe de la Organizacin indicaba que para finales delsiglo XX existiran 24 ciudades de ms de 10,000,000 de habitantes. Secalculaba que la actual mayor ciudad, Mxico, tendra 24,000,000 dehabitantes, escoltada por San Pablo, con 23,600,000 y luego Tokio con21 millones, Nueva York con 16,000,000, Calcuta con 15,940,000, Bom-bay con 15,500,000, Shangai con 14,600,000, Tehern con 13,700,000,Jakarta con 13,230,000, Buenos Aires con 13,050,000, Ro de Janeirocon 13 millones, Sel con 12,900,000, Nueva Delhi con 12,700,000, ElCairo con 11,700,000, Karachi con 11,570,000 y Beijing con 11,400,000habitantes.

    Estas proyecciones tambin han sido confirmadas por el Banco Mun-dial y han sido analizadas en la Conferencia de Naciones Unidas sobreAsentamientos Humanos, desarrollada en Estambul en junio de 1996,donde se consideraron la seguridad y salubridad de las ciudades dentrodel criterio de desarrollo sustentable, vinculado a la tolerancia am-biental.

    DERECHO MUNICIPAL 47

    56 Datos obtenidos del artculo La ciudad subdesarrollada, de Vctor L. Urquidi,inserto en el libro Desarrollo urbano y regional en Amrica Latina, Mxico, Fondo deCultura Econmica, 1976, pp. 397-400. Para un estudio de la urbanizacin en AmricaLatina se puede ver el Ensayo de interpretacin del proceso de urbanizacin en laAmrica Latina, de Jorge E. Hardoy y Diana Nosovich, en el libro antes citado, pp.83-146.

  • B. Causas

    90. En cuanto a las causas de crecimiento de las ciudades, AdolfoPosada57 seala las siguientes: 1) por razones comerciales, que han mun-dializado la economa concentrando la poblacin; 2) por la total trans-formacin del sistema industrial; 3) por el progreso de la agricultura,que ha hecho posible el sostenimiento de las ciudades sin mucha pobla-cin en el campo; 4) por obra de la voluntad poltica, que ha creadocapitales como Madrid y Washington (nosotros podemos agregar Bras-lia y La Plata). Las enunciadas son las que impulsan el movimiento deconcentracin de la poblacin de modo general, pero el autor, siguiendoa Max Weber, seala otras causas secundarias en que la ciudad se ofrececomo causa y efecto de su propio crecimiento. Se resumen en aqullasque han convertido o tienden a hacer de la ciudad un medio social mscmodo, atractivo y sano; es decir, las que han permitido iniciar la solu-cin, y a veces, resolver aunque sea parcialmente, el problema de laciudad.58

    Y entonces enumera, siguiendo a Pollock y Morgan: 5) la ciudadcomo centro de paz, de trfico y cultura; 6) los nuevos inventos, v. gr.telfono, automvil, avin, etctera; 7) los descubrimientos biolgicos,que han mejorado sustancialmente la salud aumentando las expectativasde vida; 8) el anhelo por la vida al aire libre, que ha implicado unacreciente demanda de parques, espacios abiertos, campos de juego, etc-tera; 9) las exigencias estticas, en lo referente a la estructura exterior dela ciudad; 10) la urbanizacin, significando el autor la vigencia de losprincipios del urbanismo en la planificacin de las ciudades; 11) la ges-tin tcnica de la ciudad, puesto que su gobierno implica la vigencia deprincipios tcnicos, y 12) la cooperacin, como fuerza ntima de la ciu-dad para superar sus problemas.

    C. El fenmeno metropolitano

    91. En la breve sntesis histrica de la ciudad, llegamos a la actuali-dad. Los ciclos recorridos, para Lewis Mumford,59 son los siguientes:a) epolis, correspondiente a la aldea; b) polis: asociacin de aldeas o

    48 ANTONIO MARA HERNNDEZ

    57 Op. cit., pp. 88 y ss.58 Ibidem, p. 99.59 Op. cit., t. II, pp. 123 y 124.

  • grupos consanguneos con una sede comn que facilita la defensa contralos ataques del invasor; c) metrpolis, ciudad madre, que dentro de laregin surge entre otras por razones estratgicas, polticas o econmi-cas; d) megalpolis, donde comienza la decadencia. La ciudad, bajo lainfluencia de un mito capitalista, se concentra en los negocios y en elpoder; e) tiranpolis, extensin del parasitismo por toda la escena eco-nmica y social: la funcin de gastos paraliza las actividades ms altasde la cultura y ningn acto de ella se justifica cuando no implica exhi-bicin y gasto. La poltica se convierte en una competencia entre variosgrupos para explotar el tesoro municipal y el del Estado; f) necrpolis:la guerra y el hambre asuelan la ciudad y la campaa. Las ciudades seconvierten en simples revestiduras. Los que quedan en ella no puedencostear los servicios municipales o mantener la antigua vida cvica. Lasformas vivientes de la ciudad se convierten en una tumba como Babi-lonia, Nnive y Roma.

    Sin embargo, dice Mumford, estas fases lgicas a veces no se dan enel orden de la realidad, y pone como ejemplo a Roma, que en el sigloXIV era una necrpolis, pero que dos siglos despus estimula a Brune-lleschi y a Miguel ngel, dos prohombres del Renacimiento.60

    El presente acusa como rasgo definitorio el fenmeno metropolitano,que recibe distintos nombres, como metrpolis, megalpolis, rea, zonao regin metropolitana.

    92. Los caracteres especficos de este fenmeno son:61

    1) Una alta densidad demogrfica, que se mide por la cifra global dela poblacin de los ncleos que la componen, en la de habitantes porkilmetro cuadrado, o incluso en la tasa de crecimiento demogrfico. Encuanto a las cifras, hay disparidad, sealndose 100,000 o 300,000 o400,000 o 500,000 habitantes como mnimo.

    2) Predominio de la superficie edificada sobre la no edificada, en elinterior del rea, dado que en dicho espacio existe lo urbano, lo rururba-no y a veces lo rural.

    3) Alto coeficiente de densidad de las relaciones sociales, o sea, lafrecuencia de los intercambios y relaciones de todo gnero entre los in-dividuos y grupos radicados en ella.

    DERECHO MUNICIPAL 49

    60 Idem.61 Morell Ocaa, Luis, Estructuras locales y ordenacin del espacio, Madrid, Insti-

    tuto de Estudios de Administracin Local, 1972, pp. 121 y ss.

  • 4) El constituir en el contexto del sistema econmico nacional unaunidad espacialmente diferenciada, que implique cierta importanciaeconmica, un asentamiento industrial y un sector de servicios de rele-vancia.

    5) Fraccionamiento en una pluralidad de gobiernos locales, que seejemplifica con estas cifras: en los Estados Unidos la Oficina del Censosealaba que existan 15,658 municipios en las 174 zonas metropolita-nas, lo que equivale a un promedio de 90 entidades por zona. En Espa-a, en 1960, las reas metropolitanas de Madrid abarcaban 10 munici-pios; de Barcelona, 36; de Valencia, 28; de Sevilla, 15 y de Bilbao, 16.En Blgica, con datos de 1961: Bruselas, 47 municipios; Amberes, 34 yLieja, 30. En Italia, segn datos de 1961, Miln, 522 gobiernos locales;Npoles, 151; Roma, 10; Turn, 34; Gnova, 27 y Florencia, 13. Aunhabindose reducido, las unidades de gobierno local de Londres son 34;de Pars, 8 y de Tokyo, 37.62

    93. El rea metropolitana de Buenos Aires comprende la ciudad deBuenos Aires y 19 municipios del Gran Buenos Aires, con 11,295,555habitantes que ocupan una superficie de 2,353 kilmetros cuadrados, se-gn el censo de 1991.

    Las actividades de planificacin urbana se iniciaron en 1925, con laComisin de Esttica Edilicia. Ms recientemente se debe mencionara la Oficina del Plan Regulador de Buenos Aires, que actu en el perio-do 1957-1965, despus convertida en Direccin General. A partir de1972 comenz a funcionar el Consejo de Planificacin Urbana.63

    Los instrumentos de planeamiento fueron el Plano Regulador y deReforma de la Capital Federal, de 1925; luego, el Plan Director de Bue-nos Aires, de 1938 ----obra de arquitectos argentinos junto a Le Corbu-sier----, y el Plan Director para la Capital Federal y Lineamientos Estruc-turales para el rea Metropolitana, de 1962, despus complementado, en1977, con el Cdigo de Planeamiento.64

    50 ANTONIO MARA HERNNDEZ

    62 Estos ltimos datos son aportados por Martins, Daniel Hugo, El municipio con-temporneo, Montevideo, Fundacin de Cultura Universitaria, 1978, p. 41.

    63 Ainstein, Luis, El proceso de formacin y administracin territorial de BuenosAires, Ciudad y Territorio, nm. 86-87, 1991, p. 505.

    64 Figueroa Salas, Jons, Conflicto social, territorio y planeamiento. Una reflexinsobre la utilidad y la operatividad del plan de urbanismo, Ciudad y Territorio, cit., pp.461-463. El autor, en el artculo citado, desarrolla un anlisis sobre los planes urba nsti-cos de las ciudades de Montevideo, Buenos Aires, Lima, Santiago de Chile y Quito,concluyendo que ellos no fueron eficaces para resolver los graves conflictos sociales.

  • En 1984 se cre el rea Metropolitana de Buenos Aires, como orga-nismo de coordinacin entre la Municipalidad de Buenos Aires y la Go-bernacin de la Provincia de Buenos Aires, que en 1986 recibi la adhe-sin del gobierno federal.

    En 1987, con motivo del traslado proyectado de la capital federal aViedma, se cre un organismo directamente dependiente del Poder Eje-cutivo nacional, la Comisin Nacional del rea Metropolitana de Bue-nos Aires (Conamba), que todava se encuentra en funcionamiento a pe-sar de la cancelacin de aquel proyecto.

    Compartimos la visin crtica de los especialistas citados con respec-to a la planificacin y gestin del rea metropolitana de Buenos Aires,que esperamos que se modifique a partir de la efectiva autonoma de laciudad, luego de la reforma constitucional de 1994.

    94. En el caso de Crdoba, la ciudad alcanz una poblacin de1,179,372 habitantes, segn el censo de 1991, con una superficie delejido municipal de 576 kilmetros cuadrados. De acuerdo al Plan Estra-tgico para la Ciudad de Crdoba, de 1994, se definen las siguientesaglomeraciones, dispuestas en el territorio de manera concntrica:

    a) Un primer nivel est compuesto por la ciudad-ncleo, Crdoba, y lasreas urbanizadas colindantes que en el Departamento Coln tienen al-gn grado de continuidad fsico-espacial con ella. Este primer nivel pue-de ser denominado rea Gran Crdoba.

    b) Un segundo nivel est compuesto por el Gran Crdoba y un anillode ciudades y poblados pequeos dispuestos a su alrededor a una dis-tancia aproximada de 35 kilmetros, que mantienen una relacin funcio-nal de absoluta dependencia con la Capital. Este segundo nivel, queabarca una superficie aproximada de 2,500 kilmetros cuadrados puedeser denominado como rea Metropolitana.

    c) Un tercer nivel puede ser concebido como una unidad geogrficade mayor amplitud abarcando ciudades y poblados situados hasta apro-ximadamente 60 kilmetros de la ciudad ncleo, y que estn estrecha ydiariamente vinculados con la dinmica que sta le imprime. Este ltimonivel, que abarca un rea aproximada a los 4,000 kilmetros puede serdenominado como Zona Metropolitana. 65

    DERECHO MUNICIPAL 51

    65 Documento editado por el Comit Ejecutivo del Plan Estratgico para la Ciudad,de la Municipalidad de Crdoba.

  • El rea Gran Crdoba comprende la ciudad de Crdoba y siete lo-calidades y poblados circundantes; el rea Metropolitana agrega quincelocalidades y poblados ms, y la Zona Metropolitana treinta y un muni-cipios y comunas ms.

    Como ms adelante se observar,66 pensamos que sta puede ser unabuena experiencia en la materia, y en consecuencia esperamos que sehagan realidad los objetivos y programas del Plan, as como tambin lainstrumentacin metropolitana.

    95. La Gestin de las reas metropolitanas fue el tema de un colo-quio tcnico celebrado en Buenos Aires en 1990,67 que arrib a las con-clusiones que seguidamente sintetizamos.

    1) El problema de la falta de institucionalizacin del rea metropoli-tana como espacio poltico: por cuanto el rea metropolitana no cuentacon una organizacin administrativa adecuada para la gestin de losasuntos supramunicipales, con las consecuencias de falta de coordina-cin y coherencia en su tratamiento. Por eso se sostiene la necesidad dereconocer formalmente como espacio poltico al rea, definiendo los ser-vicios que pueden ser susceptibles de ello mediante autoridades nicas,asociaciones de municipios, empresas mixtas o mancomunidades, entreotras modalidades. Como esta cuestin recae especialmente sobre losgobiernos locales, se insiste en una participacin con igualdad de dere-chos de los municipios, aunque reconociendo la heterogeneidad en cuan-to a poblacin, recursos e intereses de cada uno de ellos. Asimismo, esconveniente transformar gradualmente las estructuras de gestin y deplanificacin metropolitanas.

    2) Naturaleza y alcance del intervencionismo estatal: esta conclusinseala que el intervencionismo estatal, entendido como Estado nacional,ha impedido un adecuado desarrollo de las autonomas locales que de-pendieron, en Amrica Latina, poltica y financieramente de aqul. Alcontrario, adems de fortalecerse la capacidad de gestin local debe po-nerse el acento en las relaciones interjurisdiccionales, por la vinculacinmetropolitana entre diversos niveles: el municipal, el provincial, y, aveces, el nacional o federal.

    52 ANTONIO MARA HERNNDEZ

    66 En la nota 93 y en el Anexo de este captulo, donde hacemos referencia al plan.67 Con el patrocinio del Centro Latinoamericano de Administracin para el Desarro-

    llo (CLAD) y el Instituto Nacional de Administracin Pblica (INAP) de Espaa, y elauspicio del Instituto Nacional de la Administracin Pblica (INAP) de la Argentina yde la Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires. Ciudad y Territorio, cit., pp. 48 y ss.

  • 3) Debilidad fiscal de los municipios integrantes del rea metropoli-tana, y de sta como aglomeracin supralocal: que supone la moderni-zacin de la administracin tributaria y la adopcin de programas defortalecimiento financiero de los municipios y, por su intermedio, de lasreas metropolitanas.

    4) Ausencia de una comunidad metropolitana: esta conclusin sevincula con la falta del sentimiento de pertenencia de los habitantes ala metrpoli. Consecuentemente, hay que conciliar la naturaleza delrea metropolitana y los objetivos de los gobiernos locales, en unacompleja tarea participativa, democrtica y educativa, hasta llegar auna visin ntegra de los problemas metropolitanos con la solucin gu-bernativa respectiva. Agregamos en este sentido, que nos impresionparticularmente el eficaz funcionamiento del gobierno metropolitano deToronto, en Canad.

    5) Indefinicin territorial: se indica que cuando no existe la determi-nacin jurisdiccional precisa del mbito territorial metropolitano, losmunicipios integrantes actan con entera autonoma en sus mbitos, conrivalidades entre autoridades, descoordinacin y fraccionamiento en laprestacin de servicios pblicos. Por ello se apunta a la determinacinjurisdiccional respectiva, recomendndose adems la inclusin en lostextos legales pertinentes.

    6) Escaso aprovechamiento de las economas de escala: se postulaincluir como componente especfico de la gestin metropolitana, elaprovechamiento de las economas de escala y menores costos en laprestacin de determinados servicios, tales como el transporte, la educa-cin, la provisin de agua potable, la vivienda y el turismo.

    7) Equvoca visin del planeamiento como modelo de gestin: estaconclusin seala que la anterior visin del planeamiento68 con un papelexcesivamente finalista, sin determinaciones estratgicas, fue poco aptapara interpretar la imprescindible concurrencia entre diferentes entidadespoltico-administrativas, y menos an para facilitar la concertacin deacciones entre stas y la sociedad civil.

    Se postula entonces un planeamiento metropolitano como componen-te esencial de un proceso de gestin, con flexibilidad para adaptarse alos cambios del fenmeno metropolitano y con la participacin de cada

    DERECHO MUNICIPAL 53

    68 Vase el punto donde analizamos la evolucin de los modelos de planeamiento.

  • uno de los municipios en la formulacin de las propuestas y especial-mente en su cumplimiento.

    8) El problema de los ajustes constitucionales y legales necesarios:se proponen cambios en la legislacin a fin de facilitar la administracinintegrada de las metrpolis, la conceptuacin del fenmeno metropolita-no, la gradacin del intervencionismo estatal y la insercin del intersmetropolitano en el proceso de desarrollo nacional.

    9) La pertinencia del espacio regional como soporte de las funcionesde carcter metropolitano: se indica que no ha existido una poltica re-gional formal, y, por tanto, ninguna relacin entre lo que se plantea paralas reas metropolitanas y la ordenacin del territorio como proceso deestructuracin global del espacio nacional. En consecuencia, se afirmaesta posibilidad de abordar el problema metropolitano desde una pers-pectiva regional. Agregamos nosotros que no se debe olvidar que luegode la reforma constitucional de 1994, en el artculo 124 se ha reconoci-do jerarqua constitucional a las regiones.

    10) Interrelacin entre el crecimiento de la metrpoli y el modelo dedesarrollo nacional: se concluye en la necesidad de privilegiar en laconsideracin global, el carcter determinante socio-poltico y econmi-co del fenmeno metropolitano, por encima de lo puramente espacial.En consecuencia se debe analizar la interrelacin entre el desarrollo me-tropolitano y el modelo de desarrollo nacional.

    Esperamos que estas conclusiones y propuestas sirvan para modificarla apremiante realidad de las ms de 35 metrpolis en Amrica Latina.Para ello se hace necesaria una toma de conciencia, una renovacin ycambio profundos en la diligencia ----especialmente poltica----, que lepermita estar a la altura de sus graves responsabilidades ante estos desa-fos que comprometen la vida de millones de personas.69

    96. Estas grandes ciudades actuales, amorfas, complejas, desorganiza-das, con gravsimos problemas polticos, administrativos, urbansticos,ecolgicos y tcnicos, con un promedio de 15,000,000 de habitantes enlos casos de Nueva York, Mxico y Tokyo, han hecho pensar a ArnoldJ. Toynbee que el paso siguiente ser Ecumenpolis, o sea, la ciudadque cubrir el mundo y que ya est surgiendo. Leamos la imagen deella:

    54 ANTONIO MARA HERNNDEZ

    69 Peter Drucker, en su libro Nuevas realidades , advierte que tanto el nuevo plura-lismo de la sociedad como el nuevo pluralismo de la poltica plantean cambios impor-tantes del proceso y del liderazgo polticos.

  • Dentro del mbito de Ecumenpolis, aunque no en todo el resto de lasuperficie del globo, el patrn general de la colonia humana ser el mis-mo de antes. Todava seguir siendo un raro patrn de puntos esparcidosaqu y all, sobre una superficie que tendr distinto color. Sin embargo,formar el mismo patrn, con una diferencia, porque los componenteshabrn cambiado. Los puntos diseminados ahora sern los restos subsis-tentes de verdor; el espacio de color distinto, en el que estos raros yaislados puntos de color verde se hallen ya no ser el desierto virgen,sino una continuidad de calles y edificios que amenazar convertirse endesiertos de un tipo ms aterrador que los peores de la naturaleza, si elhombre fracasa al planear la forma y estructura de la ciudad-mundo delfuturo, antes de que sta se instale firmemente en la intolerable formade una ciudad-mundo de casuchas.70

    D. La urbanizacin en la Argentina

    97. El proceso argentino de urbanizacin es uno de los ms acelera-dos del mundo. Ya en la segunda mitad del siglo pasado presentabasignos notorios, que se acentuaron en el presente, figurando nuestro pasentre los pases ms urbanizados de la Tierra.

    Globalmente, este proceso presenta un rpido crecimiento de la pro-porcin de poblacin que reside en aglomeraciones urbanas, con desace-leracin del crecimiento de la poblacin rural y adems un desarrollourbano regional muy irregular por la gran concentracin de la poblacinen el rea metropolitana del Gran Buenos Aires.71

    Si se considera como urbana la poblacin que vive en localidades dems de 2,000 habitantes, segn los censos de 1895, 1914, 1947, 1960,1970, 1980 y 1991, se llega a los siguientes porcentajes: 37.4%, 52.7%,61.8%, 73.3%, 79.4%, 84.5% y 88.4%, respectivamente, de la poblacintotal del pas, lo que confirma la tendencia expresada.

    98. Siguiendo al estudio recientemente mencionado, tambin se ad-vierte gran crecimiento del nmero de ncleos urbanos, que de 113 en1895 se elev a 589 en 1970, aunque la mayor parte de ellos correspon-di a localidades de 2,000 a 20,000 habitantes. No obstante ello, tam-bin existi un aumento considerable de ncleos intermedios y mayores,

    DERECHO MUNICIPAL 55

    70 Op. cit., p. 50.71 Desarrollo regional, migraciones y primaca urbana en Argentina, Repblica Ar-

    gentina, Fundacin para el Desarrollo de Amrica Latina, Instituto de Estudios de Pobla-cin, Proyecto Fudal-Pispal, 1978, p. 1.

  • ya que en 1895 haba un slo ncleo mayor de 100,000 habitantes, en1970 stos ascendan a 15 y en 1991 a 26.

    A su vez, la distribucin de la poblacin segn el tamao de ncleosurbanos permite observar gran concentracin en las localidades mayo-res. En efecto, en las superiores a 100,000 habitantes resida, en 1895, el44.8% de la poblacin, pasando al 40.7%, 68.8%, 70.4%, 70.3%, 69.5%y 71% entre 1914, 1947, 1960, 1970, 1980 y 1991, respectivamente.72

    Asimismo se visualiza que el salto ms fuerte en la tendencia a laconcentracin de la poblacin se dio entre 1914 y 1947, periodo en elcual indudablemente la distribucin espacial de la migracin internacio-nal sigui el mismo movimiento centrpeto de la poblacin nativa y apartir del cual pareciera haber una estabilizacin del fenmeno. Estaconcentracin se manifiesta especialmente en el ncleo mayor de un mi-lln de habitantes (Gran Buenos Aires), y en menor medida en los n-cleos de 100 a 500,000 habitantes, mientras que los ncleos de 50 a99,000 presentan una concentracin de poblacin bastante inferior.73

    99. Otra caracterstica notable de la Argentina es su alto grado deconcentracin metropolitana, como se aprecia claramente en el cuadrosiguiente:74

    1895 1914 1947 1960 1970

    Poblacin total:

    En reas metropolitanas 16.8 24.1 42.5 51.6 60.6

    En centro primado (Buenos Aires) 19.8 25.8 29.3 33.8 36.0

    Poblacin urbana:

    En reas metropolitanas 69.2 73.2 85.1 86.1 90.6

    En centro primado (Buenos Aires) 81.6 78.2 58.7 56.4 53.9

    Este centro primado, el Gran Buenos Aires, acusa una marcada ma-crocefalia para el pas y dificulta la existencia de un sistema urbanoequilibrado. Este fenmeno del centro primado se repite en muchas pro-vincias en relacin a sus poblaciones respectivas. Aunque no existe lamisma intensidad en todas las jurisdicciones, aquellas que ya en 1947

    56 ANTONIO MARA HERNNDEZ

    72 Cfr. op. cit., p. 4.73 Op. cit., p. 4.74 Op. cit., p. 9

  • presentan las proporciones ms altas ----superiores al 20%---- pasan en1970 a cifras relativas en muchos casos mayores al 45%. Son los casosde San Juan (56.3%), Mendoza (50.2%), Tucumn (46.4%) y Tierra delFuego (45.8%).75

    100. Corroborando estas tendencias antes observadas, se aprecia en elcuadro siguiente, correspondiente al censo de 1980, el crecimiento de lapoblacin en las localidades mayores de 100,000 habitantes.76

    Poblacin Variacin80/70

    %Censo 1980 Censo 1970

    1. Gran Buenos Aires 9,927,404 8,461,955 17.3

    2. Gran Crdoba 982,018 792,925 23.9

    3. Gran Rosario 954,606 813,068 17.4

    4. Gran Mendoza 596,796 477,810 24.9

    5. Gran La Plata 560,341 485,939 15.3

    6. Gran San Miguelde Tucumn

    496,914 366,392 35.6

    7. Mar del Plata 407,024 302,282 34.7

    8. Gran San Juan 290,479 222,601 30.5

    9. Santa Fe 287,240 244,655 17.4

    10. Salta 260,323 176,216 47.7

    11. Gran Baha Blanca 220,765 182,158 21.2

    12. Gran Resistencia 218,438 142,848 52.9

    13. Corrientes 179,590 136,924 31.2

    14. Paran 159,581 127,635 25.0

    15. Santiago del Estero 148,357 105,527 41.1

    16. Posadas 139,941 97,514 43.5

    17. San Salvador de Jujuy 124,487 82,637 50.6

    18. Ro Cuarto 110,148 88,852 24.0

    DERECHO MUNICIPAL 57

    75 Op. cit., pp. 26-30.76 Censo Nacional de Poblacin y Vivienda, 1980, Serie A. Resultados provisionales

    por la localidad, publicado por el Instituto Nacional de Estadsticas y Censos.

  • Esta acuciante realidad nos muestra que nuestro pas se sigue urbani-zando en forma desordenada. Frente a ello urge tomar medidas que en-caucen este proceso hacia formas ms racionales y justas. Se trata deplanes nacionales de desarrollo integrales, en los cuales se incluya eldesarrollo urbano, buscando un sistema urbano ms equilibrado que sir-va de base a las distintas regiones del pas para asegurar en definitivauna alta y similar calidad de vida para todos los argentinos.

    101. Finalmente, para actualizar este anlisis poblacional de la Argen-tina, apreciaremos los resultados del censo de 1991.

    En primer lugar, podemos observar la relacin entre poblacin urbanay rural, entre los censos de 1895 y 1991, que confirma el extraordinariogrado de urbanizacin de nuestro pas:77

    PROPORCIN DE POBLACIN URBANA, SEGN TAMAODE LAS AGLOMERACIONES, 1895-1991

    Tamao de lasaglomeraciones

    1895 1914 1947 1960 1970 1980 1991

    Poblacin total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

    Total urbano 37.4 52.7 62.2 72.0 79.0 82.8 88.4

    Ms de 500,000 16.7 23.0 34.7 40.0 42.9 42.5 49.3

    100,000 / 499,999 ---- 3.2 9.7 11.6 12.4 14.1 12.1

    20,000 / 99,999 7.6 7.8 7.0 8.6 9.1 12.5 15.0

    2,000 / 19,999 13.1 18.7 10.8 11.8 14.6 13.7 12.0

    No debemos olvidar que lo urbano se contabiliza a partir de los 2,000habitantes, por lo que nos resulta disvalioso este proceso de despobla-cin del campo argentino, y de notorio crecimiento de las ciudades, queseguir profundizando nuestros desequilibrios. Alcanzamos en 1991 el88.4% de poblacin urbana, el ndice ms alto de Amrica Latina.

    102. En el cuadro siguiente se puede analizar el crecimiento de loscentros urbanos, segn los censos de 1980 y 1991:78

    58 ANTONIO MARA HERNNDEZ

    77 Censos nacionales de poblacin y atlas demogrfico de la Repblica Argentina,Centro Editor de Amrica Latina, Resultados provisionales.

    78 Anuario estadstico de la Repblica Argentina, 1995, vol. 11, p. 46.

  • CANTIDAD DE CENTROS URBANOS, SEGN TAMAOY POBLACIN QUE VIVE EN ELLOS

    1980 1991 Variacinporcentual1991/1980

    Total del pas

    Cantidad de localidades 712 785 10.3

    Poblacin (en miles) 23,192 28,439 22.6

    Localidades de msde 100,000 habitantes

    Cantidad de localidades 19 26 36.8

    Poblacin (en miles) 16,132 20,220 25.3

    Localidades de 50,000a 99,999 habitantes

    Cantidad de localidades 24 24 16.7

    Poblacin (en miles) 1,654 1,958 18.3

    Localidades de 10,000a 49,999 habitantes

    Cantidad de localidades 155 185 19.4

    Poblacin (en miles) 3,187 3,845 20.6

    Localidades de 2,000a 9,999 habitantes

    Cantidad de localidades 514 546 6.2

    Poblacin (en miles) 2,219 2,417 8.9

    Fuente: Indec, Censo nacional de poblacin y vivienda 1980 y 1991.

    Estos resultados arrojan un mayor crecimiento relativo de los centrosurbanos de ms de 100,000 habitantes, en desmedro de las localidadesms pequeas, corroborndose tendencias ya observadas en anteriorescensos.

    103. En el cuadro siguiente se actualiza la lista de localidades de msde 100,000 habitantes y capitales de provincia:79

    DERECHO MUNICIPAL 59

    79 Ibidem, p. 47.

  • POBLACIN EN LOCALIDADES,* 1991

    Localidades TotalTotal 20,469,486

    Gran Buenos Aires 11,295,555Gran Crdoba 1,208,713Gran Rosario 1,118,984Gran Mendoza 773,113

    Gran La Plata 642,979Gran San Miguel de Tucumn 622,324Mar del Plata 512,880

    Gran Santa Fe 406,388Gran Salta 370,904Gran San Juan 352,691

    Gran Resistencia 292,350Santiago del Estero - La Banda 263,471Baha Blanca 260,096Corrientes 258,103

    Neuqun - Plottier - Cipolletti 243,803Gran Paran 211,936Gran Posadas 210,755

    Gran Salvador de Jujuy 180,102Formosa 148,074Gran Ro Cuarto 138,853Gran San Fernando del Vallede Catamarca

    132,626

    Comodoro Rivadavia 124,104San Nicols de los Arroyos 119,302

    Concordia 116,485San Luis 110,136La Rioja 103,727

    Santa Rosa - Toay 80,592Ro Gallegos 64,640Viedma - Carmen de Patagones 57,473

    Ushuaia 29,166Rawson 19,161

    * Localidades de 100,000 y ms habitantes y capitales de provincias.Fuente: Indec, Censo nacional de poblacin y vivienda 1991.

    60 ANTONIO MARA HERNNDEZ

  • 104. El censo de 1991 arroj las siguientes conclusiones:

    ---- La Argentina es un pas de lento crecimiento poblacional.---- Se acenta la elevada concentracin en las reas urbanas.---- Se mantienen grandes espacios geogrficos vacos.---- Se registra un mayor crecimiento poblacional relativo en las pro-

    vincias donde se realizaron esfuerzos deliberados por desarrollaractividades manufactureras o agropecuarias intensivas en el usode mano de obra.

    ---- Se advierte una reubicacin de la poblacin en espacios libresque facilitaron instalar viviendas precarias. Fenmeno observadoen el Gran Buenos Aires y las periferias de las capitales de Cr-doba y Santa Fe.80

    En cuanto a la distribucin espacial de la poblacin, en la evolucinse puede observar cierta estabilidad, aunque con cierto aumento de lasprovincias despobladas. Esta redistribucin est adscrita al proceso dedesindustrializacin que comenz en la dcada de los aos 70 y queafect particularmente a la capital federal, los 19 partidos del Gran Bue-nos Aires, Crdoba y Santa Fe, cuyas tasas de crecimiento han descen-dido y presentan desarrollos relativos inferiores al resto de las provin-cias. Asimismo han disminuido los flujos migratorios hacia el GranBuenos Aires, provocndose una sensible retencin de poblacin en lasotras provincias. Pero en cambio se habran registrado movimientos in-traprovinciales, donde la capital de cada provincia, habitualmente, pasa convertirse en el mayor factor de atraccin.81

    En efecto, mientras que en el censo de 1947 slo los departamentoscapital de San Juan, Tucumn y Ushuaia superaban el 30% de lapoblacin provincial, de acuerdo a los resultados de 1991, son 15 losdepartamentos que renen esa caracterstica, con algunos casos notablescomo Neuqun con el 68.1%, Santa Cruz con el 49.4%, La Rioja con el48.1% y Jujuy con el 44.7% de la poblacin provincial, sin analizar lasituacin del Gran San Juan o el Gran Mendoza.82

    La cuestin es de mxima trascendencia, y se inscribe en la necesidadde afirmar un proyecto federal rumbo al siglo XXI. En este gran debate

    DERECHO MUNICIPAL 61

    80 Indec, Censo nacional de poblacin y vivienda 1991, p. 21.81 Ibidem, p. 26.82 Ibidem, p. 27.

  • nacional es necesario elaborar nuevas relaciones entre nacin y provin-cias, regionalizar el pas para el desarrollo econmico y social, mejorarel ordenamiento territorial y urbano, optimizar el rol federal del Senado,afirmar la autonoma plena de la ciudad de Buenos Aires, y fortalecer laautonoma de los gobiernos locales.83

    Nuestro pas sigue siendo un desierto, tal como lo observ Alberdi,pero al que se agrega ahora otro problema, el de la centralizacin, quees la muestra ms acabada del desequilibrio, subdesarrollo y malforma-cin nacionales.

    Esta dolorosa realidad exige el ejercicio de una poltica arquitectni-ca que impulse grandes cambios y reformas rumbo a la descentraliza-cin como solucin democrtica, participativa y eficaz de los problemas.Para lograr esta profunda reforma del Estado, se deber poner nfasis enlas relaciones interjurisdiccionales que posibiliten la integracin delpas, para que ella a su vez pueda ser concretada a nivel americano ymundial, conforme al proceso de globalizacin. Como observaremos enel captulo quinto, esto conllevar la necesidad de fortalecer y moderni-zar los gobiernos locales, que debern cumplir un rol protagnico en lapromocin del desarrollo humano.

    5. La ciudad hispanoamericana

    105. Esta sntesis histrica requiere alguna referencia a la ciudad his-panoamericana. Obviamente, ella nace con la gran poca de fundacinde ciudades que sigui al descubrimiento de Amrica por los espaoles,aunque hay que sealar otros antecedentes americanistas en el sistemarudimentario de algunos pueblos indgenas, como los de la parte orien-tal de la isla La Espaola, donde se fund despus Santo Domingo, yel caso de las ciudades de Tenochtitln (hoy ciudad de Mxico) y delCuzco.84

    Ms all del espritu geomtrico propio del Renacimiento y de lasnecesidades polticas de organizar racionalmente las ciudades ----dice La

    62 ANTONIO MARA HERNNDEZ

    83 Vase nuestro artculo El proyecto federal rumbo al siglo XXI, publicado en eldiario La Voz del Interior, Crdoba, 17 de junio de 1996.

    84 Vase el artculo Origen de la ciudad hispanoamericana, de Ernesto La Padula,en el Tercer Curso de Temporada, organizado por la Universidad Nacional de Crdo-ba en 1962 y publicado en la Revista de la Universidad Nacional de Crdoba, ao IV,nms. 3 y 4, julio-octubre de 1963, pp. 359-377.

  • Padula----, fue la tradicin latina de los espaoles la que influy en laestructuracin de las normas, leyes y ordenanzas generales que regula-ron las fundaciones.85 De tal modo que el origen de nuestras ciudadesest en los conceptos urbansticos que los romanos tuvieron al fundarciudades de Espaa.

    106. La eleccin del trazado en damero y otras disposiciones fueronimpuestas en las instrucciones que se dieron desde Espaa a Pedro Ariasde vila para la fundacin de Panam en 1519; a Alonso Garca Bravo,que en 1523 y 1524 sera el autor del nuevo trazado de Mxico, y aJorge de Alvarado, en relacin a Santiago de Guatemala.

    Las normas fundamentales estuvieron contenidas en el libro IV de lasLeyes de Indias, ttulo 7, De la poblacin, de las ciudades, villas ypueblos. Veamos algunas de sus disposiciones.

    La ley I, con respecto a ciudades martimas, deca:

    ...en la costa del mar sea el sitio levantado, sano y fuerte teniendo con-sideracin al abrigo, fondo y defensa del puerto, y si fuera posible, notenga el mar a Medioda ni Poniente... y cuando hagan la planta del lu-gar y reprtanlo por sus plazas, calles y solares a cordel y regla, comen-zando desde la plaza mayor y sacando de ellas las calles a los puertosy caminos principales y dejando tanto campo abierto, que aunque la po-blacin vaya en gran crecimiento se pueda siempre proseguir y dilataren la misma forma.

    Con respecto a la plaza e iglesia se dispona:

    No se fabrique el templo en la plaza sino algo distante de ella, dondeest separado de otro cualquier edificio que no pertenezca a su como-didad y ornato y que por todas partes sea visto y mejor venerado y queest algo levantado del suelo en forma que se haya de entrar por gradasy que los otros edificios que surjan en torno a la plaza mayor: casas rea-les, cabildo, aduana, estn a tal distancia que autoricen al templo y nolo embaracen.

    En relacin al trazado de calles se enunciaba: ...de la plaza mayorsalgan cuatro calles principales, dos por cada esquina; las cuatro esqui-nas principales miren a los cuatro vientos principales porque saliendoas las calles de la plaza no estarn expuestas a los cuatro vientos que

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    85 Ibidem, pp. 364 y 365.

  • sera de mucho inconveniente. Sean las calles anchas y en los lugarescalientes, angostas y en donde hubiera caballos convendr que sean an-chas. Indicaban, adems, que las obras pblicas deban ser de todafirmeza, duracin y provecho y sin superfluidades, no descuidando poramor del particular los planteos de conjunto.

    A veces ----expresa La Padula----86 las disposiciones enfrentan losproblemas urbansticos con una visin tan vasta que hacen pensar enpreocupaciones de organizacin regional, como, v. gr., la siguiente:una vez elegida la tierra, provincia y lugar en que se ha de hacer lanueva poblacin, el gobernador en cuyo distrito estuviere, declare alpueblo si ha de ser ciudad, villa o lugar, ...los virreyes o presidentesgobernadores se informen si en su distrito es necesario hacer o facilitarlos caminos, fabricar o aderezar los puentes.

    6. La ciudad argentina87

    107. En relacin a la ciudad argentina, el proceso de urbanizacincomienza con las ciudades fundadas por los espaoles, en las tres co-rrientes colonizadoras, que dan origen a las despus capitales de lasprovincias histricas. A ello se suma con posterioridad la creacin es-pontnea de centros urbanos que responden a motivaciones militares,econmicas, geogrficas, religiosas o polticas.

    Pero si la accin de los fundadores de las nobles ciudades coloniales im-pone admiracin por su trascendencia secular ----de acuerdo con CarlosR. Melo----,88 no atrae menos la formacin modesta y espontnea de los

    64 ANTONIO MARA HERNNDEZ

    86 Op. cit., p. 368.87 Sobre este tema, vanse los muy importantes conceptos de Ral A. Orgaz en su

    Sociologa argentina, t. II de sus Obras completas, Crdoba, Assandri, 1950, pp. 111 yss.; Sarmiento en su inmortal Facundo o civilizacin y barbarie , donde enuncia su tesissobre la lucha entre las ciudades y el campo; Ezequiel Martnez Estrada en su Ra-diografa de La Pampa, y Pedro J. Fras en Algo por hacer: la ciudad argentina, en elTercer Curso de Temporada sobre la Ciudad Argentina, que dirigi en