Maya Banks - El Desenlace de Los Colter - Serie El Legado de Los Colter v.v - Las Ex 398

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Agradecimientos

Al Staff Excomulgado: Mdf30y por la Traducción,

Alatariel y Bibliotecaria70 por la Corrección, Mokona

por la Diagramación y Annammussa, Leluli y Kiti08

por las Lecturas Finales de este Libro para El Club De

Las Excomulgadas…

A las Chicas del Club de Las Excomulgadas, que nos

acompañaron en cada capítulo, y a Nuestras Lectoras

que nos acompañaron y nos acompañan siempre. A

Todas…

¡¡¡Gracias!!!

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Capítulo 1

—Esto me está matando —dijo Noah con voz sombría.

Liam suspiró y se pasó una cansada mano a través del pelo mientras miraba

a su amigo.

—También a mí —admitió—. Ella no duerme, y cuando lo hace, tiene

pesadillas. No sé qué hacer. ¡Me siento tan malditamente indefenso!

Noah se tomó un sorbo de la taza humeante de café y miró a través de las

puertas de cristal al patio que conducía a la pequeña terraza de la cabaña que él,

Liam y Lauren compartían ahora. Cuando regresaron a Clyde hace seis semanas,

habían sabido que tenían que hacer frente a la cuestión de la vivienda. No había

ninguna manera de que pudieran permanecer en el pequeño apartamento que

Lauren tenía arriba de la clínica en la ciudad.

Adam había pedido un favor a un viejo amigo que tenía una cabaña justo

fuera de la ciudad. Estaba a medio camino entre Clyde y el sitio donde los Colter

mayores vivían en la cima de la montaña. El hombre no había vivido en ella

durante algún tiempo, y sólo la había usado como casa de vacaciones una o dos

veces al año. Había estado contento de que ellos se mudaran allí. No era perfecta,

pero serviría hasta que pudieran averiguar lo que querían de un lugar permanente

donde vivir.

No había ninguna duda de que permanecerían aquí. Rodeados por la familia

de Lauren. Las personas que la amaban y que eran una fuente constante de

consuelo y alivio. Pero no tenían mucho para trabajar. Principalmente pensaban en

que infiernos iban a hacer él y Liam para apoyar a la mujer que ambos amaban.

Tenían dinero ahorrado. Sin duda alguna podrían hacer que este durara por

un largo periodo de tiempo, pero no era infinito. Y lo último que Noah quería era

que a Lauren le faltara algo. Le daría la jodida luna si esto era lo que quisiera.

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—Solo tenemos que darle tiempo —dijo Noah en voz baja—. Pasó un

infierno. Todavía puedo ver la maldita vergüenza en sus ojos, a veces, y me cabrea

que dejáramos que ese hijo de puta llegara a ella. Otra vez.

Liam asintió con la cabeza, pero sus ojos eran tormentosos ante el

recordatorio de lo que Joel Knight le había hecho a Lauren.

No habían hecho el amor con ella desde que regresaron a casa hace seis

semanas. Ni siquiera habían hecho el intento. Con su sueño inquieto por las

pesadillas y las sombras presentes en sus ojos durante las horas de vigilia, no habían

querido presionarla. Esperarían por siempre si eso es lo que hacía falta. No se iban

a ir a ninguna parte. Lauren era suya.

—Murió demasiado rápido —dijo Liam salvajemente.

Noah asintió con la cabeza.

Los dos hombres levantaron la vista y se quedaron en silencio cuando

Lauren entró en la sala de estar. Llevaba un pantalón de pijama de franela

descolorido y una de las camisetas de Noah. Éste se ablandó cuando se dio cuenta

de la fatiga en sus ojos. Le gustó ver su camisa en ella. Como si estuviera envuelto a

su alrededor en cada minuto.

—Buenos días —dijo ella en voz baja.

Incluso consiguió esbozar una sonrisa, pero Noah sabía que tenía que estar

agotada. Había despertado a Liam y a él justo después de medianoche con un suave

lloriqueo. Había estado muy angustiada, y cuando por fin habían conseguido

despertarla, había estado débil y afligida.

Con una voz que todavía hacía que las entrañas de Noah se apretaran, y que

le habrían tenido repartiendo golpes a diestro y siniestro, ella había preguntado:

¿Por qué? ¿Por qué todavía estaba siendo atormentada por Joel Knight? ¿Por qué

no podía olvidarlo y seguir adelante? Estaba muerto. Nunca podría hacerle daño de

nuevo. Le molestaba el aprehensión que tenía sobre ella, incluso desde la tumba.

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Liam se levantó y se dirigió resueltamente a donde Lauren estaba parada. La

cogió en sus brazos, abrazándola con fuerza. Entonces se inclinó para rozar un beso

en su boca.

—Buenos días, nena. ¿Cómo estás hoy?

Al menos no le había preguntado una cuestión realmente idiota como: ¿Qué

tal dormiste anoche?

—Mejor —susurró.

Debió ver la duda en la cara de Noah, porque sonrió y luego se separó de

Liam para cruzar hacia donde él estaba sentado. La alcanzó, precipitándola a su

regazo, con sus brazos bien envueltos alrededor de ella.

—De verdad lo estoy —dijo.

Besó su sien y le respondió.

—Me alegra oírlo.

— ¿No vienen Dillon y Seth esta mañana? —preguntó.

Noah asintió con la cabeza. Los dos hombres habían llamado la noche

anterior y les habían pedido espéralos esta mañana.

— ¿Hay algún problema? —preguntó, su expresión preocupada.

Noah la abrazó otra vez.

—No, en absoluto. Dijeron que había algo de lo que querían hablar con

Liam y conmigo. No lo expusieron. Pero estoy seguro de que no es nada.

No parecía convencida.

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—Parece extraño que tengan que venir ambos hasta aquí estando Lily tan

cerca del parto. Estando en la cama en reposo hasta que empiece el trabajo del

parto, sus maridos no la han desatendido.

Noah no había considerado eso, y ahora que Lauren lo dijo, también se

preguntó que querrían los dos hombres. Lily tenía que permanecer en reposo en

cama desde hace tres semanas, cuando había comenzado a tener contracciones. Sus

maridos habían querido trasladarla a Denver inmediatamente para que estuviera

cerca de un gran hospital, pero ella había sido firme en que quería permanecer aquí.

Rodeada por su familia. A sus maridos no les había gustado, pero no podían

negarle nada. Y Noah estaba seguro de que también querían a su familia con ellos

cuando el primer nieto Colter naciera.

Llamaron a la puerta, y Lauren levantó la cabeza y luego bajó la vista hacia

su pijama e hizo una mueca.

—Voy a darme una ducha deprisa mientas hablan con Seth y Dillon.

Noah volvió a besarla otra vez mientras Liam se dirigía a la puerta.

—No te preocupes, ¿de acuerdo? Estoy seguro de que no pasa nada malo, o

nos los hubieran dicho, en lugar de hacer una algo como venir a hablar con

nosotros.

Ella asintió con la cabeza y sonrió, sus ojos iluminándose. Se inclinó

después de levantarse de su regazo, y le dio un beso largo y dulce.

—Te amo —susurró contra su boca.

—Yo también te quiero, cariño.

Ella se apresuró al dormitorio y cerró la puerta justo cuando Liam volvió a

la sala de estar, Seth y Dillon justo detrás de él.

Noah se levantó para estrechar la mano de los dos hombres antes de hacerle

un gesto para que se sentaran en el sofá de la pequeña sala de estar.

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— ¿Pasa algo? —preguntó Noah cautelosamente.

Seth pareció sorprendido, pero negó con la cabeza.

—No, en absoluto. Dillon y yo teníamos asuntos que discutir contigo y con

Liam. Sobre su futuro aquí. Y el de Lauren.

Dijo su nombre el último, intencionalmente, y a pesar del hecho de haber

dicho que no pasaba nada malo, Liam se tensó ante la mención de su nombre.

Dillon y Seth intercambiaron miradas y luego se centraron sobre Noah y

Liam.

—Mira, sabemos que esto es difícil. Para todos —dijo Dillon en tono

grave—. También sabemos que están haciendo lo correcto por Lauren, y

apreciamos eso. Toda la familia lo hace. Especialmente Max. Todos hemos estado

preocupados por Lauren, y la cosa es que ella está preocupada también. Por ustedes

dos.

Noah y Liam intercambiaron una rápida mirada de: ¿qué coño? ¿Lauren

preocupada por ellos? Oh, diablos, no. Tenía suficiente en su plato sin añadir a sus

preocupaciones.

— ¿Qué demonios quieres decir con eso? —exigió Liam.

—No hay ninguna forma retórica para discutir esto —dijo Seth—. Así que

sólo voy a dejarlo ahí. Necesito un ayudante. Jim se jubilará pronto. Ya lo habría

hecho si hubiera tenido un reemplazo listo. Hace unos años, cuando me hice cargo

del puesto de sheriff, Lacy England, me dijo que Jim quería trabajar unos cuantos

años más para asegurarse su jubilación. Mis otros ayudantes son jóvenes. Son

buenos. Pero necesito a alguien con más experiencia.

Echó un vistazo a Liam.

—Me gustaría que consideraras esta propuesta. La paga no es muy elevada,

pero tiene buenas ventajas, y esta es una buena ciudad. No es demasiado peligrosa.

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Lo más importante, te mantiene aquí, cerca de Lauren, y mantiene a Lauren cerca

de su familia.

Liam pareció derribado. Sus cejas se juntaron y sus labios se apretaron en

una línea firme.

—La otra cosa —dijo Dillon, rompiendo el silencio—. Necesito a alguien

que pueda manejar mis negocios, el bar en concreto. Soy propietario de varios en

Clyde, y estoy buscando expandirme con presencia en Internet en los negocios

minoristas.

Estaba mirando con expectación a Noah mientras hablaba, y la realidad se

deslizó hasta la columna vertebral de Noah. Este hizo una mueca.

—Mira, aprecio lo que están tratando de hacer aquí, pero no es necesario.

No queremos ser un caso de caridad. Podemos apoyar a Lauren por nuestra cuenta

hasta que sepamos lo que vamos a hacer.

—No me cabrees —refunfuñó Dillon—. No estaría haciéndote esta oferta si

no tuviera necesidad imperiosa de alguien más. Tampoco lo haría Seth en algo tan

importante como el puesto de ayudante. Hay demasiado en juego con el hombre

que elija. Con el fin de mantener su trabajo como sheriff, tiene que tener a la ciudad

contenta.

—Yo ni siquiera sé qué decir —murmuró Noah.

—Este es el trato —dijo Dillon sin rodeos—. Yo estoy fuera. Con Lily a

punto de tener a nuestro hijo, no hay forma en el infierno que vaya a gastar las

horas que he estado invirtiendo en el bar y en los otros negocios. Necesita alguien

con ella las veinticuatro horas del día los siete días de la semana. Michael reducirá

sus horas de consulta, al menos durante los primeros meses después de que llegue el

bebé, y si Seth contrata a otro ayudante para cubrir el puesto de Jim, entonces no

tendrá que atender él las horas de llamadas suplementarias.

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»Ahora, quiero a alguien en quién pueda confiar y alguien que sepa que hará

un buen trabajo. Callie lo podría hacer, pero no quiero dejarle esto a ella. Ella y

Max viajan con frecuencia y la cosa es que no necesita el trabajo. Max tiene más

dinero de los que sus nietos gastarán en toda su vida. Por no mencionar, que no

quiero que mi hermana lleve en sus hombros este tipo de carga.

— ¿Por qué dijiste que Lauren estaba preocupada por nosotros? —preguntó

Liam suavemente—. ¿Y cómo lo sabes?

La boca de Seth bajó en una mueca.

—Se confió a mamá, tiene miedo de que ambos renunciaran a demasiadas

cosas por ella. Que no sean felices aquí. Está preocupada porque sientan demasiada

presión por mantenerla ya que desea quedarse aquí con la familia. Se pregunta si no

debería estar dispuesta a volver a New York para que ustedes puedan retomar sus

vidas y carreras, pero al mismo tiempo, está aterrorizada.

—Hijo de puta —refunfuñó Noah—. Esto es un infierno de noticia.

Liam no pareció más feliz con ello.

—Jesús, y aquí pensábamos que todavía estaba lidiando con lo que pasó —

dijo Liam—. Ni una vez supuse que tenía esas ideas tan locas sobre que no íbamos

a ser felices aquí o, por el amor de Dios, que estábamos haciendo un sacrificio

enorme por ella. Al diablo con ello. Estamos justo donde queremos estar. Esto no

cambia.

Dillon sonrió ampliamente.

— ¿Así que aceptaran los empleos?

—So. No nos adelantemos aquí —dijo Noah—. Esto es mucho para

nosotros de repente. Aunque no dudo ni por un minuto que Liam podría hacer el

trabajo de ayudante, tengo cero experiencia en el comercio minorista.

Dillon se encogió de hombros.

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—Has dirigido tu propio negocio durante años. Ahora dirige el mío. Un

negocio es un negocio. Si creyera que no eras capaz, créeme, no te pasaría mi

medio de vida entero a ti. Tengo una esposa y un hijo en el que pensar. Esos

negocios son como yo los apoyo, cómo mantengo a mi familia.

Noah echó un vistazo a Liam para ver una mirada pensativa en la cara de su

amigo.

— ¿Liam? —Preguntó Noah—. ¿Qué piensas?

La expresión de Liam se ensombreció un poco.

—Lo que pienso es que tenemos mucho que hablar con Lauren. Y muchos

puntos en los que tranquilizarla. Ella es nuestra puta vida. No hay ningún sacrificio

demasiado grande para hacer, por tener esta vida con ella.

—Esto podría ayudar a transitar el largo camino a tranquilizarla —dijo

Noah en voz baja—. Si tuviéramos puestos de trabajo aquí. Trabajando con la

gente que nos gusta. Ninguna conversación va a convencerla por completo de que

somos felices. Pero podemos mostrárselo.

Liam miró a Seth, una mueca dibujada en su frente.

—Tengo que decírtelo. He sido mi propio jefe durante muchos años.

Aprecio la oferta, y haré el mejor trabajo que pueda, pero te lo advierto ahora.

Estoy acostumbrado a hacer las cosas a mi manera y no tener a un jefe colgando

sobre mi hombro todo el tiempo.

Seth se rió entre dientes.

—Nunca me imaginé que lo hicieras. Mira, no manejo a mis ayudantes. Haz

el trabajo, y tú y yo nunca tendremos problemas. Preferiría que vieras esto como

una asociación. Un deber compartido para proteger la ciudad. Y a la gente que

amamos.

—Creo que puedo manejar eso —dijo Liam lentamente.

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— ¿Y tú? —Preguntó Dillon a Noah—. ¿Estás de acuerdo?

—Demonios, sería un tonto si no lo hiciera, pero tenemos que hablar al

menos de mi salario. No soy barato, ya sabes, y con el tiempo planeo tener hijos

que mantener también.

Dillon echó su cabeza hacia atrás y se rió.

— ¿Estás para una prueba de fuego? Sólo tengo unas semanas hasta que Lily

dé a luz, y en cuanto eso suceda, estaré fuera. No la abandonaré. Ni siquiera

durante una hora. Esto es demasiado importante. Ha pasado por un infierno antes,

y por encima de mi cadáver volverá a suceder.

—Liam y yo tenemos que hablar de esto con Lauren. Esto le afecta también,

y quiero estar seguro de que está de acuerdo. Y evidentemente, Liam y yo no

hemos estado al pendiente de lo que está pasando por su cabeza últimamente.

Nosotros pensábamos… —Se pasó una mano por el pelo en un movimiento

cansado—. No ha estado durmiendo bien. Todavía tiene pesadillas. Y el hecho de

que ella haya estado haciendo hincapié en nuestro… Maldita sea. Eso se me clava

en las tripas. Me jode no haberlo sabido. Deliberadamente no hemos abordado la

cuestión de lo que íbamos a hacer, porque no habíamos querido pasar ni un minuto

lejos de ella. Nos necesita. Teníamos un montón de tiempo para arreglar todo esto,

y me gustaría que no se hubiera jodido a sí misma atando tantos nudos sobre las

cosas.

—Es una mujer dulce con un corazón de oro —dijo Seth—. Quiere lo que es

mejor para todo el mundo a su alrededor. Nunca piensa en sí misma.

—Esta mierda tiene que parar —dijo Liam sin rodeos—. A partir de ahora

mismo.

Noah asintió con la cabeza en acuerdo.

— ¿Qué tal si vienes a la ciudad esta tarde y llenas una solicitud en la oficina

del sheriff? —Le dijo Seth a Liam—. Habrá una reunión del consejo del

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ayuntamiento en pocos días para anunciar la jubilación de Jim. Estará feliz porque

haya encontrado un reemplazo tan pronto, porque prometió quedarse hasta que

contratara a alguien más, pero quiere irse ahora. Y el consejo escuchará mi

recomendación. Siempre y cuando no tengas ningún esqueleto en tu armario, serás

uno de los favoritos. Con tu experiencia militar, y en seguridad personal, la ciudad

se sentirá segura en tus manos.

—No sé qué decir —dijo Liam—. Noah y yo apreciamos esto. Más de lo

que pueden imaginar.

—Son de la familia —dijo Dillon con una sonrisa—. Uno de los nuestros

ahora. Lo que significa que tendrán a nuestros padres respirándoles en la nuca,

asegurándose de que permanezcan sobre sus pies. Mamá los sofocará con abrazos y

se hará cargo de sus vidas. Y por supuesto, cuidar a su nuevo sobrino o sobrina los

mantendrá ocupados de vez en cuando.

—Esto va en ambas direcciones —dijo Liam, con un brillo en sus ojos—.

Estoy planeando tener algunas personitas yo mismo, y no puedo pensar en un lugar

mejor para dejarlos que con su tía y sus tres tíos.

La magia se filtró en el corazón de Noah. Con qué facilidad se sentaron

hablar sobre el futuro. Un futuro con Lauren. Y sus hijos. Las familias pasando

tiempo juntos y haciendo de canguros.

Pero primero… Primero tenían que calmar los temores de Lauren y

asegurarse de que supiera que no había nada en el mundo que no harían para

tenerla con ellos para siempre.

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Capítulo 2

Lauren cepilló su pelo y agudizó el oído hacia la puerta tratando de

averiguar si Seth y Dillon todavía estaban allí. No estaba segura de lo que habían

querido hablar con Liam y Noah, pero no quería entrometerse.

La mano le temblaba ligeramente cuando posó el cepillo y miró su reflejo.

No necesitaba a nadie para señalarle el hecho de que todavía tenía sombras en sus

ojos. Podía verlas por sí misma. Y no importaba lo que hiciera, no era capaz de

sacudirse el miedo residual, la vergüenza y la preocupación de su corazón.

Suspiró. Era absurdo, todo. Joel no podía hacerle daño. Su cómplice no

podría hacerle daño tampoco. Iba a pudrirse en la cárcel, de lo cual no tenía

ninguna duda. E incluso ahora, el fiscal del distrito de Nueva York estaba

limpiando la casa. El escándalo ya había pasado a través de los medios de

comunicación

Había estado aterrorizada porque su nombre de alguna manera se vinculara

a todo. Eso no habría dejado ningún lugar al que pudiera escapar de su pasado.

Había visto las noticias, durante cuatro noches seguidas, pegada a la televisión, a

pesar de las objeciones de Liam y Noah. No habían querido que las viera, que

hablara de ello. Querían que lo dejara atrás. Pero lo que necesitaba saber era si de

alguna manera había sido relacionada a todo eso.

Pero no, las noticias habían estado llenas de las detenciones que resultaron,

y las pantallas salpicadas con nombres prominentes. Todos involucrados en una red

de prostitución.

Se estremeció, más agradecida que nunca porque el fiscal de distrito no la

hubiera implicado. No lo habían necesitado. Ella habría sido probablemente un

objetivo para muchas personas, si se hubiera sabido que fue la que entregó la

información a las autoridades.

— ¿Nena?

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Lauren levantó la cabeza, sobresaltada por el susurro cariñoso y suave de

Liam. Estaba de pie detrás de ella, en la puerta de la habitación, mirándola

fijamente. La preocupación brillaba en sus ojos, y se apresuró a sonreír para

tranquilizarlo. No quería que se preocupara. Ellos se preocupaban demasiado y

habían perdido muchas horas de sueño desde que habían llegado a casa.

Un día… un día todo pasaría. Y no sería un recuerdo tan fresco en su

memoria o en sus pensamientos. Hasta entonces, lo único que podía hacer era

tomar un día a la vez, sabiendo que cada día que pasara estaría un día más cerca de

la redención. El perdón. El auto-perdón.

Liam se acercó y deslizó las manos sobre sus hombros, apretando

suavemente antes de recoger los mechones de su pelo en su mano y permitirles

deslizarse entre sus dedos.

—Es tan hermoso —dijo—. ¿Te he dicho hoy que te quiero?

Su sonrisa se hizo más grande y su pecho se apretó.

—Sí, lo hiciste, pero esto es algo que nunca me cansaré de oír.

Él se inclinó hacia abajo, apartando su pelo para poder besarla en el cuello.

Un estremecimiento se apoderó de ella, hormigueando en su piel mientras

protuberancias frías estallaron y bailaron su camino a través de su carne.

—Es algo bueno —murmuró—. Porque nunca voy a cansarme de decírtelo.

La besó otra vez antes de enderezarse.

—Ven a la sala de estar. Noah y yo tenemos algunas cosas sobre las que nos

gustaría hablar contigo.

La preocupación le golpeó de lleno en el pecho. Atascando su garganta. Su

mirada voló hacia arriba, buscando en su expresión cualquier signo de… ¿De qué?

¿Descontento? ¿Infelicidad?

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—No pongas esa cara, nena —dijo, su voz calmada y tranquilizadora—. Te

preocupas demasiado, y después de que tengamos esta conversación, tengo la

intención de asegurarme de que no te preocupes otra vez.

Frunció el ceño mientras pensaba en sus palabras. ¿De qué querían hablarle?

La ayudó a ponerse de pie, y la puso a su costado, sacándola fuera del

dormitorio, llevándola a la sala de estar, donde Noah se paseaba de un lado al otro

por delante de la chimenea.

Noah se paró en cuanto la vio, y el amor calentó sus ojos. Había una

suavidad en su expresión que no había estado allí antes. Levantó una mano hacia

ella y dejó a Liam, moviéndose rápidamente a través del cuarto para quedar de pie

al lado de Noah.

La cogió en sus brazos y presionó sus labios en su frente.

—Necesitamos hablar contigo, cariño. Liam y yo. Tenemos mucho que

decir. Y queremos que nos escuches.

Contuvo el aliento, ignorando la orden anterior de Liam para que no se

preocupara. Algo estaba pasando. El temor se coló en ella. La preocupación llenó

su mente.

Noah maldijo suavemente antes de llevarla hacia el sofá. La sentó, y luego él

y Liam, rápidamente tomaron asiento a ambos lados de ella.

—Mírame, Lauren —dijo Noah.

Echó una mirada entre él y Liam, pero quería verlos a los dos. Quería ser

capaz de mirarlos a ambos. Por tanto se deslizó del sofá, quedando de rodillas

delante, y se giró para estar enfrente de ellos. Necesitando la tranquilidad, pasó sus

manos en las suyas, entrelazando sus dedos con fuerza.

Liam tiró de su mano a su boca y le presionó un beso en la palma. Eso más

que nada calmaba sus preocupaciones. Había amor y calidez en los ojos de ambos.

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Y preocupación. Se le ocurrió que mientras había estado tan ocupada

preocupándose, sobre muchas cosas, ellos habían estado igualmente preocupados.

Si no más.

Su corazón se ablandó. Ella conseguiría pasar por este período difícil,

maldita sea. Quería que fueran felices. Quería ser feliz ella misma. Y quería que

todos fueran felices juntos.

—Nos han ofrecido empleos aquí —dijo Noah.

Sus cejas subieron. Ni siquiera se había dado cuenta de que habían estado

buscando. Había estado asustada porque no habían mostrado ningún signo de

querer hacer de este su hogar permanente. Se había preguntado si tenían dudas.

— ¿Cuándo? ¿Cómo? —preguntó.

Liam sonrió.

—Seth quiere que reemplace a un ayudante que se jubila.

—Y Dillon quiere que me haga cargo y dirija sus negocios aquí. Es el dueño

de muchos. Mucho más de lo que imaginaba. Infiernos, es dueño de casi todo el

maldito pueblo de Clyde, incluyendo el edificio que alquila a la ciudad para el

departamento del sheriff.

Lauren frunció el ceño.

—Pero, ¿qué va a hacer?

—Va a estar con Lily —explicó Noah—. No quieren que ella pase nunca

más por lo que pasó con su primer bebé. Casi la destruyó, y todos están decididos a

estar con ella cada minuto del día. Dillon quiere retirarse. Hacerme dirigir sus

negocios. Me ha propuesto una sociedad. Todavía será dueño de todo, pero me

dará un porcentaje más un salario.

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La esperanza ardió, cálida y vertiginosa. Su aliento se aceleró mientras

imaginaba su vida. Aquí. Con los dos hombres que amaba más que a nada. Felices.

Rodeados de amigos y familia. Era más de lo que podría haber soñando.

— ¿Y tú y Liam que piensan del trabajo? —preguntó en voz baja.

—Nena, cavaría zanjas de mierda si eso significara tener una vida contigo —

dijo Liam.

Volvió la mirada preocupada hacia él.

—Pero, ¿no lo ves? Quiero que tú y Noah sean felices. No quiero que se

sacrifiquen…

Noah levantó la mano.

—He oído decir esa palabra bastante hoy. No me importa si no la vuelvo a

escuchar de nuevo. No hay ningún sacrificio que no haría por ti, Lauren. Nada que

no hiciera por tener una vida contigo. Pero cariño, esto no es un sacrificio. Liam

será un gran policía, y yo voy a ser un maldito buen director ejecutivo. Pero incluso

si estuviéramos cocinando hamburguesas… Cariño, no lo entiendes. Estaríamos

felices de hacer cualquier cosa si eso significara estar contigo.

Sus ojos se abrieron y les observó, paralizada por la determinación de sus

rostros.

—Quieres decir cada palabra, ¿no es así?

Liam suspiró.

—Nena, no sé cómo podemos ser un poco más claros.

Ella pasó un brazo alrededor de cada uno, abrazándolos contra sí, mientras

se acurrucaba entre ellos.

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—Oh, Dios, estaba tan asustada —susurró—. Tan preocupada y con tanto

miedo. Quería esto tanto. Pero quiero que ambos sean felices. No es justo que

tuvieran que hacer todos los sacrificios.

Noah la interrumpió con un gruñido molesto.

Ella se rió y luego dijo:

—Está bien. No sacrificios, pero sus vidas fueron las que cambiaron. Se

mudaron lejos de todo por lo que habían trabajado tan duro para lograr, más lejos

de su familia. Todo por mí. ¿Y yo que dejé? Nada. No era justo.

—A riesgo de enojar más a Noah por usar la palabra con S otra vez, el amor

es sacrificio, Lauren. El amor es dar, no tomar. El amor es lo que haces por la

persona sin la cual no puedes vivir. Y no me digas que no has hecho ningún

sacrificio. Eso es mentira. ¿Qué pasa cuando sacrificaste la cosa más preciosa del

mundo por nosotros? Tu vida, Lauren. Tú misma te pusiste en peligro por Noah y

por mí, para mantenernos a salvo. Nunca lo olvidaré. Me voy a dormir cada noche

soñando con eso. Que fuiste raptada por ese bastardo por salvarnos a Noah y a mí.

¿Qué demonios podemos hacer nosotros que se acerque a eso?

No tenía respuesta para eso.

—Demonios, tenemos la oportunidad de trabajar con gente que nos gusta.

Hemos sido adoptados por una familia enorme y maravillosa. Y te tenemos. ¿Qué

más se puede pedir?

—Esto va a funcionar realmente —suspiró ella—. Oh, Dios mío. Todos mis

sueños. Se están haciendo realidad.

—Excepto uno, cariño. Y no creas que Liam y yo no nos vayamos a

entregar a ese también.

Perpleja, ladeó la cabeza a un lado, no sabiendo de qué hablaba.

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—Tú propia casa —dijo Liam en voz baja—. En tus propias tierras. Seth y

Dillon también nos informaron que sus padres han dividido diez acres a un lado de

la pradera de Max y Callie. Es un regalo de bodas para nosotros. Y luego vamos a

construir tu casa de ensueño allí mismo, en medio de tu familia.

Las lágrimas inundaron sus ojos, haciendo que todo se volviera difuso y

brillante delante de ella. Incapaz de hablar, se limpió el rastro húmedo marcado en

sus mejillas.

—No sé qué decir —se ahogó—. Viviré aquí mismo con mi hermano. Callie.

Y Holly y los papás. No sé de nada más prefecto.

Noah le sonrió suavemente.

—Yo lo hago.

— ¿Y qué es? —preguntó suavemente.

—El día que des a luz a nuestro primer hijo en esa casa, en esta montaña,

rodeada por tu familia.

—Oh, Noah —dijo, su voz quebrándose—. No sé qué haría sin ti y Liam.

Son mi corazón. Mi alma. Los amo a ambos tanto. ¿Tenemos que esperar mucho

tiempo para tener hijos? No puedo pensar en nada más fabuloso que darle al hijo de

Lily un amigo cercano a su edad. Y otros bebés. Oh, Liam. Sólo piensa en toda la

diversión que tendremos con tantos hijos. Una nueva generación entera para crecer

libre y amada en esta montaña.

Ambos ojos masculinos se ablandaron tanto con amor como con

anticipación. Noah acarició su espalda, pasando su mano arriba y abajo cuando la

abrazó otra vez.

—Y sé que Max y Callie están esperando un poco. Ambos están de acuerdo

en que Callie es joven y que quieren ver un poco más de mundo, pero sólo sé que

cuando tengamos nuestros hijos, ellos querrán los suyos propios.

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Liam se rió entre dientes.

—Eres un año más joven que Callie, nena. ¿Estás segura que quieres hijos

tan pronto? Tenemos todo el tiempo del mundo.

Ella sonrió, tan ampliamente, que sus mejillas dolieron por la tensión. La

alegría explotaba de su alma. Después de tantas semanas preocupándose, de

intentar olvidar su pasado, conseguía un vislumbre de un futuro más brillante que el

sol.

—Siempre he querido una gran familia. Y no quiero ser demasiado mayor

para disfrutar de ellos, ni tampoco quiero ser vieja y gris cuando finalmente

abandonen el nido. Pero si los dos quieren esperar, hasta que estemos más

asentados es…

Noah puso su dedo sobre sus labios.

—Queremos hijos, Lauren. En cuanto estés lista para ellos. Pero tal vez

deberíamos esperar sólo un poco. Al menos hasta que te sientas más cómoda

haciendo el amor con nosotros.

El calor enrojeció sus mejillas y bajó la mirada con aire de culpabilidad.

—No te pongas así, nena —dijo Liam con la voz dolorida—. No te estamos

presionando. Esperaríamos para siempre y eso es un hecho. Era sólo una cuestión

de hecho, una declaración, de qué estoy de acuerdo con que tal vez necesitamos un

poco de tiempo juntos para que estés segura de nuestro amor y compromiso, y tú

tengas tiempo para tratar con lo que has pasado antes de que demos ese salto.

—Quiero hacer el amor con ustedes —susurró—. Me duele por la noche. Lo

quiero más que nada.

Liam rozó un beso sobre su frente.

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—Y queremos hacer el amor contigo. Pero sólo cuando estés lista. Hasta

entonces, estamos completamente felices abrazándote. Amándote. Gastando cada

día contigo tal y como estamos.

Ella sonrió de nuevo, aturdida sobre esta conversación sobre el futuro.

—Está sucediendo. Realmente está sucediendo. Nuestra vida aquí. Una

casa. Niños. Familia. Oh, no sé ni qué decir. ¡Siento como si fuera a estallar!

— ¿Tienes ganas de ir a la ciudad con nosotros? —le preguntó Liam—. Seth

quiere que vaya y rellene una solicitud para que pueda acelerar mi contrato.

Pensábamos llevarte donde Lily mientras hacíamos nuestras diligencias en la

ciudad.

—Oh, me encantaría —dijo—. Han pasado unos días desde que la vi por

última vez, y sé que ella se está volviendo loca. Me envió mensajes todo el día de

ayer. A mí y a Callie.

—Entonces, ¿qué te parece si nos preparamos y nos dirigimos a la ciudad?

Después de que hayamos terminado te invitamos a cenar. —Ofreció Noah.

Ella los besó a los dos, dejando que sus labios permanecieran sobre ellos,

probándolos, inhalando sus olores.

—No puedo pensar una mejor manera de pasar la tarde.

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Capítulo 3

Lily Colter estaba sentada en la cama, con un montón de almohadas

apoyando su espalda, cuando Lauren entró en su dormitorio. El rosto de Lily

inmediatamente se iluminó, le tendió el brazo para un abrazo cuando ella se

acercó.

—¡Estoy tan contenta de que hayas venido! —exclamó Lily—. Estoy a

punto de volverme loca. El reposo en cama es para las aves.

Lauren se rió y se deslizó en el borde de la cama para sentarse a su lado.

—Has tenido a tus maridos para entretenerte, sin duda.

Lily rodó los ojos.

—Me están volviendo más loca de lo que lo hace el reposo.

Pero incluso mientras lo decía, sus ojos se suavizaron y brillaron con mucho

amor.

—Están tan decididos que no sienta ni un gramo de preocupación —dijo

Lily en voz baja—. Han sido maravillosos. Todo el mundo ha sido maravilloso.

Holly e incluso los papás vienen al menos una vez al día para asegurarme que no

voy a tener que mover un dedo después de que nazca el bebé. Me siento culpable,

en realidad.

Lauren levantó una ceja.

— ¿Culpable?

Lily suspiró.

—Están tan preocupados porque al tener el bebé vaya a traer de vuelta los

recuerdos de cuando tuve, y perdí, a Rose. Y la cosa es que ya no tengo esas

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preocupaciones. Me han demostrado una y otra vez que puedo contar con ellos.

Que nunca estaré sola. Que no tengo que pasar por todo esto sola. Me gustaría

hacerlos ver. Que confío en ellos implícitamente. Que no tengo ningún tipo de

preocupación sobre que lo que pasó con Rose vuelva a suceder esta vez.

Lauren apretó su mano.

—Ellos te aman.

—Y yo los amo —dijo Lily en voz baja—. Si no hubiera actuado como un

monstruo cuando averigüé que estaba embarazada, no estarían tan estresados sobre

la forma en que lo estoy afrontando. Pero la verdad es que estoy muy emocionada

por conocer a nuestro hijo, que estoy deseando que pasen los días, haciendo una

cuenta atrás de cuando él o ella estará aquí. La última cosa en mi mente es la

preocupación de que las cosas puedan parecerse a cómo eran antes.

—No fuiste un monstruo —dijo Lauren ferozmente—. Eres humana. Y fue

un shock. Cuando tuviste tiempo de digerir todo esto, fuiste maravillosa. Y la

Navidad. Nunca tendremos una Navidad más maravillosa que la que tuvimos el

año pasado.

—Oh, sí, la tendremos —dijo Lily, su sonrisa resplandeciendo en su rostro—

. Este año vamos a tener el primer nieto Colter, y todos estaremos juntos. ¡Tú,

Noah y Liam también! ¿Qué podría ser más perfecto?

—Tal vez cuando tengamos un hijo también —dijo Lauren con una sonrisa.

Lily sonrió.

—Escúchanos. Diciendo que cada año será mejor que el pasado, cuando los

que hemos tenido han sido bastante espectaculares.

—Pero lo serán —dijo Lauren—. Sólo piensa. Cada año. Más sorpresas. El

aumento de la familia. Todos nosotros tan felices.

Lily apretó su mano.

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—Tienes razón. Sólo tenemos cosas cada vez más y más buenas a las que

aspirar. Eso es bastante especial.

—Así que, ¿cómo estás? —dijo Lauren, dirigiendo la conversación de nuevo

a Lily.

Ésta suspiró.

—Todavía teniendo contracciones de cuando en cuando. Trato de no

decirles nada a los chicos porque sólo se preocuparán y tratarán de convencerme de

que nos tenemos que trasladar a Denver hasta que nazca el bebé.

La frente de Lauren se arrugó, su preocupada mirada encontrando la de

Lily.

—Tal vez eso sea lo mejor. No tenemos exactamente la mejor atención

médica por aquí.

Lily sonrió, un cálido resplandor alcanzó sus ojos.

—Pero yo quiero que nazca aquí. Aquí mismo, en esta casa. Justo como

Seth y Michael nacieron en la cabaña con Holly y los papás. ¿Qué podría ser más

especial que traer la próxima generación de niños Colter al mundo aquí en estas

montañas?

Lauren la miró en estado de shock.

— ¿Saben que esto es lo que planeas?

Lily despacio negó con la cabeza.

—Son firmes en que nos vayamos el próximo fin de semana. Se preocupan

de que estemos tocando demasiado la probable fecha del parto en dos semanas y

media.

—Así pues, ¿qué vas a hacer? ¡Ellos se moverán de un tirón!

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Lily sonrió.

—Lo voy tomando día a día y espero que el bebé decida venir un poco antes.

Se interrumpió, una mueca tensando su cara momentáneamente. Parecía

que su cuerpo, tuviera espasmos, y luego se relajó, hundiéndose hacia atrás en las

almohadas.

—Lily, ¿eso fue una contracción? —preguntó Lauren preocupada.

—Sí —Lily soltó el aire—. Se han hecho más fuertes en las últimas horas.

Pero todavía son muy irregulares. Me alegraré cuando todo esto haya terminado.

—Pero si se han hecho más fuertes, ¿no es algo que debería ser motivo de

preocupación?

Lauren no pudo contener la ansiedad de su voz. Quería ir y buscar a los

maridos de Lily, o al menos a uno de ellos, pero no quería traicionarla. Aún si

Lauren estuviera muy preocupada sobre estas contracciones.

Lily negó con la cabeza.

—No lo creo. Con Rose, definitivamente supe cuando fue el momento. Eran

más fuertes con el tiempo y más regulares.

—Umm, Lily, lamento ser la que te lo indique, pero acabas de decir que se

están haciendo más fuertes. Si fueran contracciones de Braxton Hicks1, no serían

más fuertes. Y sabes que no todos los embarazos y partos son iguales. ¿No has

escuchado las historias de Holly de cuando nacieron sus hijos? ¡Ninguno de ellos

fue igual, y es por lo que de los cuatro, sólo uno nació en el hospital!

Lily comenzó a hablar, pero entonces sus ojos se abrieron y ambas miraron

hacia abajo y vieron como la humedad se filtraba en la cama, mojando las sábanas.

1 Contracciones Braxton Hicks: contracciones del útero que no duelen, son relativamente breves y

que pueden presentarse a partir de la segunda mitad del embarazo.

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—Oh, no —exhaló Lily—. Creo que he roto aguas.

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Capítulo 4

Lauren corrió del dormitorio de Lily a la sala de estar, donde Michael estaba

sentado. Seth y Dillon todavía estaban en la ciudad, pero por suerte, esta sólo

estaba a unos minutos de distancia.

Michael alzó la mirada con el ceño fruncido cuando Lauren se paró en seco

frente a él.

— ¿Lauren? ¿Qué pasa?

—Es Lily —dijo sin aliento.

Michael estaba de pie antes de que le dijera cualquier cosa. Llevó una mano

a su brazo para detenerlo. Odiaba el miedo en sus ojos. El pánico inmediato. Y

quiso tranquilizarlo. No debería haberlo asustado, pero, oh Dios mío, Lily estaba

de parto. Aquí. No en un hospital, sino aquí.

—Está de parto, Michael. Probablemente lo ha estado desde hace un

tiempo. Rompió aguas. Pero ella no lo sabía. No te enfades.

Michael la miró estupefacto.

— ¿Enfadado? ¿Por qué diablos iba a estar enfadado con ella?

Su expresión se suavizó y él deliberadamente se mordió una respuesta

adicional. Ella agachó la cabeza porque sabía que ninguno de los Colter era para

nada como Joel. Nunca harían daño a una mujer. Pero su instinto fue proteger a

alguien que le importaba mucho. No quería que ninguno de los Colter se enojara

con Lily por el hecho de que estaba concediéndose su deseo más profundo. Dar a

luz a su hijo en su casa.

Michael apretó su mano y sonrió.

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—Todo irá bien, Lauren. ¿Puedes hacerme un favor, si? ¿Puedes llamar a

Seth y a Dillon y luego llamar a mamá y a los papás? Hazles saber lo que está

pasando, y diles que se den prisa. Tengo que ir con Lily y ver lo cerca que está.

Lauren asintió con la cabeza enérgicamente y ya alcanzaba su móvil cuando

Michael salía a zancadas hacia el dormitorio donde estaba Lily.

Michael entró en el dormitorio para verla luchando por salir de la cama.

Estaba separando la sábana húmeda lejos con una mueca, y luego se encogió,

sosteniéndose su estómago, todo su rostro perlado de sudor por la tensión.

—Nena —dijo Michael amorosamente cuando fue hacia ella, sosteniéndola

y apoyándola mientras respiraba a través de una contracción.

Ella levantó la vista, sus ojos desorbitados por el miedo.

—No tenía miedo antes, Michael. ¡No lo tenía! Pero, oh Dios, es real. Ya

está aquí. ¿Qué hago?

El pánico en su voz lo golpeó directamente en el pecho, y se suavizó

absolutamente por el amor. Por ella. Por su hijo.

La abrazó a él, colocando su palma ahuecando sobre su todavía, ondulante

vientre.

—Vamos a tener un bebé —dijo alegremente.

Ella lo miró con tanto alivio en sus ojos que le partió las entrañas.

—Lo primero que tenemos que hacer es quitar estas sábanas de la cama, y

ponerte en algo seco y caliente. Entonces veré a qué altura del proceso estás.

— ¿Hay algo más que pueda hacer por ayudar? —preguntó Lauren desde la

puerta.

Michael se volvió y la vio muy preocupada.

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—Llamé a todos. Alucinaron pero están de camino. Todos ellos.

Michael asintió con la cabeza.

— ¿Puedes ayudar a Lily a ponerse un nuevo camisón, mientras quito las

sábanas y las cambio?

Lauren se adelantó y tomó el brazo de Lily, guiándola hacia la cómoda

donde estaba doblada su ropa de dormir. Michael hizo un rápido trabajo haciendo

la cama y luego colocó las almohadas para que tuviera un montón de apoyo para la

espalda. Cuando los demás llegaran, colocaría a Dillon y a Seth en ese punto para

darle todo el apoyo que necesitara.

Ahora mismo iba a hacer todo lo que estaba en su poder para asegurar que

Lily estuviera tranquila, aun si él mismo estuviera a punto de perder su maldita

cabeza.

¿Si le daban un animal? Podía manejarlo. ¿Pero el parto de su propio hijo?

De repente deseó como el infierno que sus padres ya estuvieran allí. Habían

ayudado a traer al mundo a tres de sus hijos. Podía usar algo de su tranquilidad,

porque en todo lo que podía pensar era, ¿y si algo salía mal? ¿Y si él la jodía?

Nunca podría mirar a Lily de nuevo si hiciera algo que le hiciera daño a ella o a su

hijo. Y Lily simplemente no podía aguantar otra pérdida.

— ¿Michael?

La voz suave, dulce de su esposa se filtró a través de sus pensamientos

infundidos en pánico. Se giró para verla mirándole, sus ojos brillando de amor.

Puso su mano sobre su brazo y luego se inclinó hacia él, recostando su cuerpo

abultado cerca del suyo.

—Todo saldrá bien. —Le susurró.

Increíblemente era ella la que le consolaba cuando debería ser él quién

hiciera todo lo posible para ofrecerle tranquilidad.

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Él sonrió y la apretó cuando su cuerpo se tensó y un gemido bajo salió de

sus labios.

—Vamos a ponerte cómoda —dijo con la voz ronca surcada de emoción.

—Iré si llegaron a los demás —dijo Lauren ansiosamente—. Seth y Dillon

parecían… estresados.

Lily sonrió cuando Michael la dirigía a la cama.

—Apuesto a que lo está. Pobres chicos.

Michael besó su frente y luego la ayudó a instalarse. Suavemente levantó su

camisón hasta su cintura para poder ver si se veía la cabeza. Dios, esperó que no

fuera así. Todavía no. Al menos quería a los demás presentes antes de que su bebé

llegara a sus manos que lo esperaban.

Ella dobló las rodillas y las extendió, dándole acceso. Cuando consiguió una

buena visión, contuvo su aliento. Oh, mierda. Ya estaba dilatada. No muy grande,

pero la cabeza del bebé estaba allí mismo.

Se sentía mareado. Le temblaban las manos. Infiernos, no tenía nada.

—¡Lauren, tráeme mi equipo médico! Está en el mostrador. Y mantas.

Necesito mantas y un poco de agua para lavar a Lily y al bebé cuando terminemos.

— ¿Es el momento? —preguntó Lily, su cuerpo tensándose una vez más—.

Oh, Dios, Michael, tengo que empujar. ¿Qué está pasando? ¿El bebé viene ya?

Él levantó la cabeza para poder mirarla sobre su vientre.

—Sí, cariño. Es el momento. Pero no quiero que empujes todavía, ¿de

acuerdo? Tengo que conseguir algunas cosas. ¿Todo estará bien. Te lo prometo.

¿De acuerdo? ¿Confías en mí?

Sus ojos brillaron cálidos cuando soltó su aliento en un silbido.

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—Confío en ti, Michael. No dejarás que nada le pase a nuestro hijo.

—O a ti — dijo suavemente—. Eres mi vida, Lily. Nuestra vida. Iría al

infierno y volvería para mantenerte conmigo. Nunca lo dudes.

Ella sonrió y asintió con la cabeza.

—Yo también te quiero, lo sabes.

—Sí. Lo sé.

Justo en ese momento se oyó una conmoción en la sala de estar y Michael

dió un enorme suspiro de alivio. Los refuerzos estaban aquí.

Seth y Dillon irrumpieron en el dormitorio, con una miradas enloquecidas

en sus ojos.

— ¿Qué demonios está pasando? —Exigió Dillon—. Lauren dijo que está

teniendo el bebé ahora.

Seth fue inmediatamente al lado de Lily, su frente arrugada por la

preocupación.

—Así es —dijo Michael tranquilamente—. Los necesito a los dos tranquilos

y echándome una mano aquí. No hay ninguna forma de conseguir llevarla al

hospital a tiempo. El bebé nacerá aquí mismo en nuestro dormitorio.

Dillon parecía desquiciado, pero entonces hizo un esfuerzo firme para

recomponerse. Sus manos temblaban violentamente, sin embargo, cuando fue al

otro lado de Lily. Seth tomó la mano de Lily, y esta cerró sus dedos a su alrededor.

Luego besó su sien, el miedo marcado en sus ojos.

— ¿Qué necesitas que hagamos? —preguntó Seth con voz ronca.

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—Lauren está trayéndome mi botiquín. Necesito un aspirador, tijeras para

cortar el cordón y algo para atarlo después. También necesitamos algunas mantas

para envolver al bebé en ellas y algo para limpiar al bebé y a Lily después.

—Puedo hacer eso —dijo Dillon—. No te preocupes, cariño. Vamos a hacer

esto. ¿De acuerdo?

A pesar de las contracciones que sacudían su cuerpo y su lucha por la

necesidad de empujar, Lily se echó a reír.

—Estoy bien, chicos. En serio. Puedo hacer esto. Nosotros podemos hacer

esto.

— ¿Dónde mierda están los papás? —Refunfuñó Seth—. Son los que tienen

toda la experiencia en parto.

Lily se rió de nuevo.

—Esto es tan gracioso. Uno creería que buscarías a tu madre en una

situación como esta, y en cambio quieres saber donde infiernos están los papás.

—Mamá no trajo bebés al mundo —dijo Dillon con la voz contrariada—.

Lo hicieron los papás.

Lily rodó sus ojos.

— ¿No lo hizo? ¿Y cómo llamas exactamente cuándo empujas a un niño del

tamaño de una pequeña sandía de tu matriz?

— ¿Cómo puedes bromear en un momento como este? —preguntó Seth, el

pánico elevándose en su voz.

—Es reír o llorar —dijo Lily—. ¡Tengo miedo a la muerte!

Dillon y Seth inmediatamente parecieron arrepentidos. Se acercaron a ella,

besándola y ofreciéndole consuelo.

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—Somos estúpidos —dijo Seth—. Lo siento, cielo. Pero no te asustes. Con

la familia conseguiremos que este bebé llegue sin peligro.

Ella extendió la mano y le acarició la mejilla.

—Sé que lo haremos.

Otros sonidos llegaron de la sala de estar, y Michael se dio cuenta de que su

mamá y papás estaban aquí. El alivio creció. Infiernos, tenía una titulación médica.

Había ayudado a parir a casi cada clase de animal imaginable, y aún se sentía

liberado por que sus padres estuvieran aquí. Pero siempre habían sido sus rocas.

Mamá y los papás.

— ¿Necesitas ayuda, hijo? —dijo Adam desde la puerta del dormitorio.

Holly Colter empujó a Adam a un lado y se apresuró a ir a la cama, donde

Lily estaba sentada apoyada en las almohadas. Quitó la mano de Lily de la de

Dillon y la apretó de modo tranquilizador.

—Todo estará bien, pequeña. Los papás están aquí, ¡y tienen más

experiencia en el parto que la mayoría de las mujeres!

—Con eso cuento —dijo Lily justo antes de que se quedara en silencio

cuando otra contracción empezaba—. No puedo esperar más —jadeó. Su cara y las

mejillas rojas con la tensión, resoplando cuando su cuerpo entero se tensó en un

nudo.

Lauren entró corriendo con todas las cosas que Michael le había pedido, y

Ryan las tomó y comenzó a colocarlas al lado de la cama.

—Dinos lo que quieres hacer, hijo —dijo Ethan—. Aunque tengo la

sensación de que nuestra señorita de aquí lo planeó de esta forma, y probablemente

quiere que seas tú el que traigas a su hijo mundo. Si ella habló con tu madre,

entonces la idea para que este bebé naciera aquí habría sido plantada.

Los labios de Holly se apretaron y Lily le dirigió una sonrisa culpable.

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—Pillada —murmuró Lily.

— ¿Es esto lo que realmente quieres? —preguntó Dillon mientras apartaba el

pelo de su frente.

Lily lo miró, y después a Seth, y finalmente a Michael.

—Sí —dijo en voz baja—. Quiero que nuestro hijo nazca aquí. Traído al

mundo por sus padres. Quiero que nuestros hijos nacieran en esta casa como

ustedes lo hicieron en la casa de sus padres. No puedo pensar en una mejor manera

de marcar el comienzo de una nueva generación Colter.

Las lágrimas brillaron intensamente en los ojos de su madre. Los papás no

estaban menos afectados. Adam se limpió la cara antes de bajar la mano para tocar

el hombro de su esposa.

—Entonces eso es lo que haremos —dijo Seth, besando a Lily otra vez.

Luego alzó la vista hacia Michael—. ¿Qué necesitas que hagamos?

A lo lejos, oyó las voces de Callie y Max. Sabía que estaban aquí. La

satisfacción se apoderó de Michael. Lily tenía razón. ¿Qué mejor manera para su

hijo nazca? aquí mismo, rodeado por sus padres y abuelos. Tías y tíos.

—Ayúdame —dijo Lily, sin aliento mientras luchaba por subir.

Seth y Dillon entraron en acción, apoyándola para que se pusiera como

quería. Cada uno pasó un brazo alrededor de su espalda, anclándola en el lugar.

Adam rápidamente se puso a organizar todas las cosas que Lauren había

traído. Michael extendió una manta sobre el colchón y la metió bajo el trasero de

Lily. La cabeza del bebé se asomaba, presionando hacia adelante, dilatando a Lily

mientras se preparaba para hacer su entrada en el mundo.

—Está bien, cariño. Empuja en la próxima contracción, ¿de acuerdo?

Necesito que tomes una respiración profunda, la sostengas y luego cuentes hasta

diez.

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Con el rostro enrojecido, ella contuvo la respiración y luego se inclinó hacia

adelante, con la barbilla casi en el pecho. A su lado, Dillon comenzó a contar.

—Demasiado rápido, Dillon. Reduce un poco la velocidad —dijo Michael—

No quiero apresurar las cosas, y no quiero que empuje demasiado fuerte. Se

rasgará. Déjanos sólo tomar las cosas despacio y fáciles, y dejar que el bebé llegue

en su propio tiempo.

Clavó la mirada en la de Lily y luego en la de sus hermanos. Esto era todo.

La mujer que adoraban más allá de la razón les estaba regalando algo más valioso

que cualquier otra cosa en el mundo. Ella había luchado y había vencido tantas

adversidades en su joven vida, y estaba determinado a que nunca tuviera que

recorrer ese camino de nuevo.

Cuando Dillon llegó a diez, Lily se dejó caer contra los brazos de Dillon y

Seth, su respiración escapando en jadeos cortos.

—Esto duele —dijo ella entre dientes.

Dillon apretó sus labios contra su sien, su semblante lleno de angustia por

ella. Parecía tan indefenso como Michael se sentía. Haría cualquier cosa por

evitarle este dolor.

Había estado tan absorto vigilando sus contracciones y el progreso de la

cabeza del bebé, que ni siquiera se había dado cuenta que su madre y los papás

habían salido discretamente. El pánico casi lo alcanzó de nuevo, y se sintió tentado

a llamar a sus padres de nuevo. O por lo menos a Adam. Era el más tranquilo.

Excepto cuando se trataba de Holly.

Lily se inclinó hacia adelante, tomó aire, y Dillon empezó a contar de

nuevo.

—¡Eso es! —Michael dijo excitado—. ¡Ya viene! Casi tengo su cabeza. No

te relajes hasta que te lo diga, cariño.

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La cálida cabeza pegajosa se deslizó en las manos de Michael que

esperaban. Y entonces Seth estuvo allí, dándole a Michael la succión y una manta.

Michael succionó las vías respiratorias del bebé, y luego llegó el sonido más

maravilloso que jamás hubiera oído. El bebé soltó un gemido suave que resonó a

través de la habitación.

—Está bien, Lily. Sólo un empuje más, cariño. ¿Puedes hacer eso por mí? El

bebé estará aquí. Sólo un empuje más.

Su cuerpo subió y bajó, y luego cayó y el bebé se deslizó fácilmente en las

manos de Michael. Se quedó desconcertado mirando el pegajoso bebé que se

retorcía en sus palmas.

—Un hijo —dijo reverentemente. Echó un vistazo a sus hermanos y luego

encontró la fija mirada cansada de Lily—. ¡Tenemos un hijo!

Seth rápidamente ayudó a cortar el cordón umbilical, y luego envolvió a su

hijo en una manta antes de llevarlo con mucho cuidado a la cabecera de la cama,

donde Lily esperaba.

Su expresión era una de sorpresa cuando Seth puso a su hijo en sus brazos.

Los ojos de Dillon estaban brillantes con lágrimas contenidas, pero tan pronto

como Lily sostuvo a su hijo en su pecho, se deslizaron sin control por sus mejillas.

—Es hermoso —se ahogó. Levantó su cabeza para contemplar a sus

maridos, tanto amor reflejado en su mirada que Michael no podía respirar.

¡Lo habían hecho! La madre y el bebé estaban bien.

—Tengo que asegurarme que la placenta es expulsada y no hay ninguna

hemorragia —dijo Michael con voz baja—Ayúdala a cuidarlo.

Nadie le prestó ninguna atención cuando vigiló las necesidades de Lily. Ella

apenas registraba que la placenta salía o que cuidadosamente la limpiaban después.

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Se moría por sostener a su hijo otra vez. Pero estaba recostado firmemente en los

brazos de su madre, mamando de su hinchado pecho.

Se puso de pie, mirando hacia abajo durante largo rato hasta que Lily

levantó la cabeza y sus miradas se encontraron.

—Gracias. —Ella susurró con la voz tensa por las lágrimas—. Gracias por

esto. Por mi hijo. Por otra oportunidad. Nunca olvidaré este día. Nunca.

Michael tragó sus propias lágrimas.

—No, gracias a ti, cariño. Por darnos nuestro hijo. Por amarnos.

—Es precioso —dijo Dillon con voz ronca—. El bebé más hermoso que he

visto en mi vida.

Seth sonrió, secándose las lágrimas mientras miraba a su esposa e hijo.

— ¿Te importaría dejar que todos los demás vengan a ver al más reciente

Colter? Me imagino que mamá y los papás están mordiéndose las uñas fuera.

—Sí —susurró Lily—. Déjales entrar. Quiero que vean a su primer nieto.

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Capítulo 5

—Me acuerdo cuando Seth nació —dijo Adam, su voz dolorida con los

recuerdos.

Holly sonrió a sus tres maridos, mientras se hundían en el sofá de su casa.

Habían dejado a Lily y a los chicos sólo una media hora antes, y habían vuelto a su

casa para descansar y dejar a los nuevos padres para desvivirse por el bebé. Los

chicos insistieron en llevar a Lily y al niño al hospital al día siguiente, para que

ambos pudieran ser examinados y asegurarles que no había ningún problema. Pero

Holly tenía la sensación de que si Lily se saldría con la suya, tendrían que

conformarse con hacer salir al doctor y tendrían que cuidar a la madre y al niño en

casa.

—Nunca hubo un momento más hermoso —dijo Ryan en voz baja.

—Me acuerdo de cuando viniste a casa —interrumpió Ethan—. La primera

vez que te vi después de tantos meses. Grande e hinchada con nuestro hijo. Nunca

olvidaré ese día. Fue el mejor de mi vida.

Adam asintió.

—No puedo discutir lo contrario.

Holly suspiró y se acomodó entre Ryan y Ethan en el sofá. Era tan hermosa,

si no más, como lo había sido hace casi treinta y cinco años, cuando Seth nació.

Adam la amaba más con cada día que pasaba, y no había imaginado ser capaz de

amarla más que cuando regresó con ellos.

Pero lo había hecho. El día que ella dio a luz a Seth. Y después a Michael y

Dillon. Y, por último a Callie. El susto que les había dado apenas las pasadas

Navidades aún persistía en su mente, una sombra que nunca podría desvanecerse.

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—Es difícil imaginar que somos abuelos —murmuró Holly. Su voz era un

poco triste, con el rostro expresando lo mismo, aunque Adam sabía lo feliz que iba

a ser como abuela—. Los años pasan muy rápido. No sé donde se han ido todos.

—Los mejores están por venir —dijo Ryan, tirando de ella a su lado.

—Todavía soy la joven que se enamoró de tres hombres al mismo tiempo —

dijo—. Y sin embargo, eso fue hace toda una vida, y ayer todo a la vez. No estoy

lista para irme. No estoy lista para que esta vida termine. La amo tanto. Los amo

tanto.

El pecho de Adam se apretó, y leyó la misma consternación en las caras de

sus hermanos. Ellos ni siquiera querían pensar en un momento en que no

estuvieran juntos.

Ethan le tocó la mejilla, sus ojos suavizándose por el amor, las arrugas en las

comisuras más pronunciadas de lo que habían sido hace una década.

—Nuestro amor es para siempre, cariño. El final de nuestras vidas aquí sólo

será el principio para nosotros. Ni siquiera la muerte podrá separarnos.

—Por no hablar de que todos tenemos un montón de años por delante —

dijo Adam bruscamente—. Así que no pienses siquiera en embarcarte temprano. Te

arrastraré por el pelo hasta aquí de nuevo si tengo que hacerlo.

Holly rió y el sonido envió directamente la luz del sol en el alma de Adam.

Sus ojos brillaron y las sombras habían desaparecido.

—No tengo dudas de que harías exactamente eso.

—Cuenta con ello —refunfuñó Ryan—. Nunca te dejaremos, cielo. Eso es

un hecho.

—Ellos estarán bien —dijo Holly con un contento suspiro —. ¿Viste a los

chicos? Nunca los vi desechos. Y Lily. No había ya pena en sus ojos. Ciertamente

brillaba.

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Adam sonrió.

—Gracias, nena.

Ella ladeó la cabeza, mirándole perpleja.

— ¿Por qué?

Adam se inclinó en el sofá para rozar sus labios con los suyos.

—Por darme cuatro maravillosos hijos. Por darme una vida llena de más

amor del que alguna vez soñé. Por aceptarnos. Por amarnos. Por volver a casa con

nosotros.

Las lágrimas brillaban en sus ojos mientras ella le acariciaba la mejilla.

—Sabes, nunca conseguimos hacer ese viaje del cual hablamos en Navidad.

Recuerdo claramente hablar de una playa, estando desnuda y hacer el amor

durante una semana entera.

Ethan se rió entre dientes.

—Eso es porque rechazaste incluso considerar salir cuando Lily estaba

embarazada.

—Pero no lo está ahora —dijo Holly con una sonrisa maliciosa—. Estoy

pensando que después de que les demos un par de semanas para que se sientan

cómodos con una rutina y no nos necesiten tanto como antes, deberíamos hacer las

maletas e irnos a esas vacaciones.

—Creo que es una muy buena idea —murmuró Ryan mientras la besaba

otra vez.

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Capítulo 6

Lauren gastó más tiempo del habitual en el cuarto de baño cuando se

preparó para ir a la cama. Los últimos días habían estado llenos de actividad con la

llegada de Caleb James Colter, llamado así por dos de sus bisabuelos. Los Colter y

los Wilder habían descendido a la casa de los Colter más jóvenes, a proporcionarles

alimentos, ayudando con el niño, y todo lo que se necesitaba para garantizar que

Lily descansara y estuviera libre de estrés.

Lauren había disfrutado de esos días. Le habían dado una visión anticipada

de su propio futuro. Sus hijos. Rodeada por la familia. La gente que amaba. Pero

sobre todo cómo sería cuando diera a Liam y a Noah su propio hijo.

Habían estado embelesados con Caleb. La familia entera lo estaba. Como si

sintiera lo frágil que era su madre, Caleb era el bebé perfecto. Tan tranquilo y dulce.

Nada molesto en absoluto. Había sido un sueño para amamantarlo, algo que había

deprimido a Lily en su primer hijo. Pero fieles a su palabra, Lily no había tenido

que levantar ni un dedo.

Holly Colter había pasado como un sargento haciendo una lista de deberes

que cubrían todas las necesidades. Todo lo que Lily tenía que hacer era descansar y

alimentar al bebé.

Lauren soltó un suspiro de felicidad. Quería a Holly allí cuando tuviera a su

propio hijo. Echaba de menos terriblemente a su propia madre. Ojalá hubiera

vivido para ver tanto a Max y a ella felices e instalados. Contemplando la llegada

de sus propios hijos. Holly era la figura materna para ella ahora mismo. Y bueno,

los papás eran sus padres también. Era uno de ellos. Una Colter. No de nombre,

sino en todas las demás formas que importaban.

— ¿Estás bien ahí, cariño? —La llamó Noah.

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Ella sonrió y luego deslizó sus manos sobre la ropa interior de seda que

había elegido para esta ocasión. Respirando hondo, abrió la puerta y salió para

enfrentar a los dos hombres que la esperaban.

Estaban tendidos en la cama donde les había dicho que la esperaran.

Cuando sus miradas se elevaron, el calor ardiente entró en sus ojos. Estaban

humeantes de deseo.

— ¿Dónde infiernos conseguiste eso? —exhaló Liam—. Definitivamente lo

habría recordado

Ella sonrió y miró a Noah, que tenía la boca abierta.

Pero también vio la esperanza en sus ojos. No es que la presionaran alguna

vez. ¡Ni siquiera insinuaban o incluso sugerirían! Simplemente esperaron a que ella

diera el primer paso. Y los amaba mucho más por eso.

—Quiero comenzar a buscar esos bebés —dijo mientras avanzaba

lentamente hacia el final de la cama—. Ya no quiero usar condones. No estoy en el

momento indicado para quedarme embarazada esta noche, y bueno, si sucede, que

suceda. No perderé el sueño por eso, cuando es algo que deseo tanto. Pero no

quiero usar nada. Si no estamos completamente dispuestos a dar un paso decisivo

aún, entonces continuaré con el control de natalidad. Pero quiero que no haya nada

entre nosotros. Ya no más.

Liam expulsó una inhalación en un largo suspiro.

—Oh, Dios, nena. Nosotros queremos eso también. ¿Pero estás segura?

¿Quiero decir esta noche? No nos importa esperar. Queremos que esto sea perfecto

para ti. Moriría antes de lastimarte o asustarte.

Ella pasó una mano por su pierna hasta la rodilla y la apretó.

—Va a ser perfecto. No podría ser de otra forma con ustedes.

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Noah se inclinó, enroscó una mano alrededor de su nuca y besándola.

Hambriento. Tenía tanta hambre. Él tragó su respiración, su lengua

profundizándose, como si hubiera estado esperando años por este momento. Y las

últimas seis semanas habían parecido años. Para ella, y sin duda para ellos mientras

esperaban pacientemente a que diera el siguiente paso.

Ella suspiró en su boca y luego volvió a suspirar cuando Liam se empujó a

su lado, con el brazo curvándose alrededor de su cuerpo. Ella estaba justo donde

debía estar. Entre los dos hombres que amaba y que la amaban con todo lo que

tenían. No dudaba de ese amor. Ni siquiera por un minuto. Habían pasado cada

momento en las últimas seis semanas demostrándole sin palabras lo que significaba

para ellos.

—Te amo —susurró—. Los amo tanto a ambos.

—También te quiero, nena —dijo Liam en su oído.

Noah la arrastró más adelante, cayendo sobre su espalda para que ella

estuviera tumbada sobre él. Sus ojos brillaban, calentándola como si fuera un toque

tangible.

—Te amo, cielo. Nunca quiero que dudes de eso ni por un segundo. Vamos

a estar juntos malditamente mucho tiempo. Cada día, te despertarás y Liam y yo

estaremos aquí. Cada noche cuando nos acostemos, seremos la última cosa que

veas. Y cuando te despiertes, la primera que veas. A nosotros. A nuestro amor.

—Vas a hacerme llorar —dijo de modo acusador.

—No te quiero llorando —refunfuñó Liam—. Gritando nuestros nombres,

sí. Llorando, no.

—Me gusta el modo en que piensas —murmuró ella.

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—No es que no me guste esa lencería, pero, ¿crees que podríamos prescindir

de ella para poder verte desnuda? —preguntó Noah, con un malicioso destello en

sus ojos.

—Estoy a tus órdenes.

Antes de que hubiera terminado siquiera, Liam estaba tirando de la parte

superior, deslizándola sobre su cabeza antes de tirarla. Noah tiró de sus bragas de

encaje, Liam haciéndose cargo después cuando las había bajado de sus nalgas.

—Ahora ustedes —dijo, moviéndose fuera de Noah el tiempo suficiente para

que los dos hombres se quitaran la ropa interior.

—No tienes que rogármelo siquiera —refunfuñó Liam—. Estuve

malditamente cerca de rasgarme la ropa interior en el segundo que dejaste el cuarto

de baño.

Ella sonrió y luego tragó cuando los dos hombres volvieron a la cama, sus

erecciones hinchadas, y precipitándose hacia arriba. Liam envolvió sus dedos

alrededor de su longitud y la acarició de arriba abajo, haciendo que se pusiera aún

más rígida.

Ella se humedeció los labios y ambos hombres gimieron.

—Infiernos, cielo —dijo Noah con voz áspera—. No hagas eso. No cuando

queremos hacer esto perfecto y hacer el amor contigo como nadie nunca lo hizo

antes. Me haces pensar solamente en envolver esos dulces labios alrededor de mi

polla, y eso no es lo que quiero que pase esta noche.

— ¿Entonces qué quieres que suceda? —preguntó ella con voz ronca.

—Esta noche es toda para ti —murmuró Liam—. Nosotros amándote.

Mostrándote nuestro amor.

—Entonces, ¿qué están esperando? —bromeó.

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—Ni una maldita cosa —gruñó Noah.

Liam la cogió en sus brazos, acunándola y luego suavemente la colocó en la

cama, ubicándola como si fuera un banquete ante los dos hombres.

La acariciaron, sus manos por todas partes, persuadiendo y calmando.

Siguieron con sus bocas, lamiendo su piel, chupando sus puntos más sensibles hasta

que fue un lío que se retorcía.

La lengua de Noah, caliente y áspera, se deslizó sobre su clítoris,

provocando un grito agudo. Liam lamió y chupó sus pezones, teniendo a cada uno

de ellos formando picos rígidos que se estiraban y pedían más.

Sus muslos comenzaron a temblar cuando Noah empujó su lengua dentro de

ella, lamiéndola de dentro a fuera. La folló con esa malvada lengua hasta que ella

estaba gritando su nombre una y otra vez. Entonces deslizó dos dedos en su

interior, moviendo su boca más arriba para poder jugar con su clítoris otra vez.

—¡Noah, por favor! No quiero correrme. Todavía no. Es demasiado pronto.

¡Los deseo a ambos dentro de mí!

Él se rió entre dientes, el sonido vibrando sobre su sensible piel. Casi podía

correrse sólo con esto. Estaba en lo alto, precariamente cerca de caer sobre el borde,

y no quería. No hasta que ambos estuvieran en su interior. Carne sobre carne. Sin

nada separándolos.

Quería sentir que los dos eyacularan en ella. No quería que su semen

estuviera atrapado en el látex. Quería todo lo que tenían que dar.

Los labios de Liam cubrieron los de ella, calientes, húmedos, deslizando su

lengua profundamente dentro de su boca. Ella lamió el dorso, saboreándolo,

inhalando su aire, degustándolo antes de regresar de nuevo a él.

—Te amo —dijo, las palabras escaparon de su boca—. Malditamente tanto,

Lauren.

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—También te amo —susurró en contestación antes de besarle en silencio

una vez más.

—Quiero ese bonito culo esta noche —dijo Noah, su voz mezclada de deseo

y la necesidad—. Liam lo tuvo la última vez. Es mío esta noche.

Ella cerró sus ojos con las imágenes de esa noche, unas semanas atrás. Antes

de que su mundo se hubiera ido al diablo otra vez. La noche cuando se habían

prometido tanto unos a los otros. Cuando la habían tomado ambos al mismo

tiempo. Lo que les había rogado que hicieran. Esta noche sería sobre restablecer esa

conexión. No rota. Simplemente puesta a prueba.

— ¿Puedes ponerte encima de mí, nena? —Susurró Liam contra su boca—.

¿Y qué Noah tenga ese bonito culo tuyo?

Ella gimió. Podría hacer cualquier cosa que quisieran mientras significara

que ambos estarían en ella.

Noah dejó su lugar entre sus piernas, dándole un último largo lametón que

la dejó temblando, justo en el borde.

Con cuidado los dos hombres la giraron, Liam se deslizó debajo antes de

alcanzarla para tomar sus caderas y mover su cuerpo junto al suyo para que se

sentara a horcajadas sobre él.

—Vamos a tomar esto suave y lento, nena. Voy a entrar en ti primero.

Asegúrate de que estás condenadamente cerca cuando Noah tome tu culo. Lo

haremos bien. Como antes. Confía en nosotros, Lauren.

Liam afianzó su polla con una mano, y con la otra aferró su cadera, la

ayudó a levantarse, metiendo la cabeza de su pene en su apertura. Ella cerró los

ojos, saboreando ese primer toque. Como se estiraba para acomodarlo. La

sensación pecaminosa de él empujando en ella.

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Ambos gimieron cuando tomo más de él. Ella apoyó sus manos contra su

tenso vientre y bajó todavía más.

Cuando se sentó en sus caderas, alisó sus manos sobre su vientre y luego

ahuecó sus pechos, acariciando sus pezones entre sus dedos hasta que estuvieron

duros y arrugados.

— ¿Estás lista para mí? —Preguntó Noah en voz baja—. No quiero hacerte

daño.

Lauren sonrió ante la preocupación de su voz. Era más grande que Liam,

que era probablemente la razón por la que Liam la había tomado analmente la vez

anterior.

—Dame un minuto —dijo Liam.

Siguió el suave asalto a sus pechos y luego deslizó una entre sus piernas,

donde estaban unidos. Acarició sobre su clítoris, rozando despacio en un

movimiento circular hasta que se puso más mojada alrededor de su polla.

—Está lista —dijo con satisfacción.

—Extiéndela para mí —dijo Noah, un filo en su voz que la hizo temblar.

Liam deslizó sus manos alrededor de su cintura y luego sobre sus nalgas

antes de ahuecarlas con sus palmas. Suavemente la apretó y la extendió para Noah.

El dedo de este frotó la costura de sus nalgas, extendiendo el lubricante resbaladizo

a su estela. Entonces empujó hacia dentro con un dedo, metiendo más lubricante en

su interior.

¿Dónde demonios había conseguido el lubricante? y ¿cómo lo había hecho

sin que ella lo supiera? Pero había estado bastante ocupada con Liam durante los

últimos momentos. Y era probable que hubieran planeado esto. Finalmente…

Sonrió, confiada de su deseo. Que nunca estaba lejos de sus mentes, y

tampoco su amor por ella.

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—Relájate, cielo. Empujaré dentro de ti ahora. Sólo respira y trata de no

luchar contra ello —dijo Noah.

Automáticamente se tensó en el momento en que la cabeza roma de su pene

dio un empujón en su entrada. Las manos de Noah acariciaron arriba y abajo por

sus costados. Por encima de su espalda, en su pelo, acariciando y relajándola una

vez más.

Ella gimió otra vez cuando comenzó a violar su abertura. Implacable, con

una presión suficiente y constante. Se abrió alrededor de él, ávida por su posesión.

Quería a ambos hombres en su interior. Profundo. Duro. Una parte de ella. Para

siempre.

—Ya casi estoy, cielo.

Ella suspiró y cerró los ojos.

—Abre esos bonitos ojos, nena. Quiero verlos —retumbó Liam.

Ella obedeció, mirando fijamente hacia él, permitiendo que todo su amor se

mostrara.

La quemadura se incrementó y de repente su cuerpo cedió el paso,

tomándole hasta el fondo. Él descansó un momento, su pelvis bien pegada a su

culo. Nunca había sentido nada comparado con esto. Justo aquí. En este momento.

Como las piezas que faltan de un rompecabezas. Finalmente completo. Entero.

Noah depositó un beso en el medio de su espalda y luego suavemente

retrocedió. Ella dejó escapar un gemido suave, y él luego empujó de nuevo hacia

adelante. Con más fuerza esta vez. La meció contra Liam y este estaba

esperándola, con los brazos rodeándola. Sosteniéndola. Apoyándola. Nunca

dejándola ir.

Ambos hombres comenzaron un ritmo alternado. Empujando. Retirándose.

Dentro y fuera. Profundo y luego más profundo todavía.

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Su cuerpo estaba tenso. La tensión enroscando sus músculos, volviéndose

más apretados con cada segundo que pasaba y su orgasmo se elevaba y se

agudizaba.

—Nunca he sentido nada tan dulce —murmuró Noah—. Tu amor, cariño.

Nunca he tenido nada más dulce. Y nunca lo haré.

Apoyándose en el pecho de Liam, ella se echó hacia atrás, tomando un

papel más activo en la relación sexual. Todos ellos encontraron un ritmo. En

perfecta armonía. Moviéndose acorde. Unánimemente. Como estaba destinado a

ser.

—Te quiero allí primero —susurró Liam—. Quiero verte deshacerte en

nuestros brazos. Cae, Lauren. Déjate ir. Te agarremos. Siempre te atraparemos.

Sus palabras hicieron que diera vueltas fuera de control. El cuarto se inclinó

y se volvió borroso. Lo único que podía ver era la cara de Liam. Sus ojos.

Hermosos y tan llenos de amor.

Jadeó, un nudo en su garganta hasta que su pecho se sintió como si fuera a

explotar.

Y luego exploto.

Y como Liam había prometido, estaba allí para atraparla. La tomó en sus

brazos, abrazándola, mientras Noah la penetraba con más fuerza, más rápido.

Liam arqueó su cuerpo hacia arriba, con los músculos tan tensos como los

suyos habían estado. La tensión era evidente en su cara, pero su mirada no se

apartaba de su rostro.

Entonces Noah envistió una vez más. Con un grito, él empujó

profundamente y luego se quedó allí, su cuerpo sacudiéndose espasmódicamente

contra el de ella. Una maldición ahogada de Liam de elevó y luego gimió

duramente, su cuerpo inclinándose, derrumbado bajo el de ella y el peso de Noah.

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Ambos hombres estaban inhalando con fuerza, pegados contra ella. Estaba

envuelta entre ellos, un latido de corazón contra su espalda, el otro en su mejilla.

Nunca se había sentido más segura o más amada de lo que se sentía ahora mismo

en sus brazos.

Ella emitió un suspiro soñador y luego dejó escapar un sonido de protesta

cuando Noah comenzó a retirarse.

La besó otra vez, justo en la parte baja de su espalda, antes de tirar para salir

del todo.

—Tengo que limpiarte, cariño —dijo suavemente—. Volveré en un

momento.

Yacía allí en Liam, sus brazos envueltos alrededor de su cuerpo,

sosteniéndola cómodamente al suyo, todavía profundamente introducido en su

interior.

— ¿Fue todo bien? —murmuró Liam.

Ella sonrió contra su pecho.

—Oh, sí. Perfecto.

La apretó.

—Me alegro. Bienvenida a casa, nena.

Las lágrimas nublaron su visión. Estaba en casa. Justo donde pertenecía.

Pero no podría estar nunca verdaderamente en casa hasta que los hombres que

amaba estuvieran con ella. Totalmente. Y ahora lo estaban.

Noah regresó, pasando con un paño caliente sobre su piel para limpiarla.

Entonces Liam la levantó suavemente, liberándola de su cuerpo rápidamente. La

acostaron y terminaron el trabajo que Noah había empezado.

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Cuando acabaron, Noah tiró la tela en dirección del baño y luego se metió

en la cama junto a Lauren. Tiró de las mantas sobre ella, mientras Liam se situaba

a su otro lado.

—Ahora, hay algo de lo cual queremos hablar contigo —dijo Liam.

Sus ojos se abrieron.

—No pongas esa cara, cariño. No es nada malo. Bueno, espero

malditamente que no lo sea.

Ella rió ante la repentina incertidumbre de su voz.

Liam estaba más serio, sin embargo. Su expresión nunca vaciló cuando

cogió su mano dirigiéndola a su boca. Luego extendió la otra y a la mesilla de

noche para sacar una pequeña cajita. Poniéndola entre ellos, miró a Noah como si

estuviera esperando a su amigo para hablar.

—Sé que hablamos de ello cuando volamos a casa. No fue el mejor

momento, y siento haberlo dejado caer cuando tu mundo había sido puesto del

revés. Pero no hay un momento más perfecto que ahora mismo cuando estás en

nuestros brazos, suave y somnolienta tras hacer el amor con nosotros dos.

— ¿Qué es esto, Noah? —preguntó en voz baja.

Liam se aclaró la garganta.

—Queremos que te cases con nosotros, Lauren.

Cuando habló, abrió la caja y sacó un brillante anillo de diamantes. La

mano de ella tembló cuando cuidadosamente lo deslizó en su tercer dedo. Entonces

él lo besó.

—Sé que hablamos de ello —siguió Noah—. Pero queremos preguntártelo

ahora. Ahora que has tenido tiempo para asimilarlo y ver a como seria nuestra vida

juntos.

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—Hablamos con los Colter —dijo Liam—. Averiguamos como hicieron sus

ceremonias. Holly se muere por qué tú te cases justo donde ella se casó con sus

maridos, y Lily se casó con los suyos, y donde Max y Callie también lo hicieron.

—Allí mismo en su jardín, en su montaña —dijo temerosa Lauren—. ¡Oh,

eso sería perfecto!

— ¿Entonces eso es un sí? —preguntó Noah vacilante.

Ella se arrojó a sus brazos, dejándolo sobre su espalda mientras se cernía

encima de él. Besó cada centímetro de su cara hasta que estuvo riendo y pidiendo

misericordia. Entonces se lanzó a Liam y le dio el mismo tratamiento.

—¡Sí! —exclamó—. ¡Oh, Dios mío, sí me casaré con ustedes!

—Ahora, sobre esos bebés… —dijo Liam con una sonrisa—. Sólo dime:

¿qué tan enserio lo decías?

—Mucho —dijo ella, devolviéndole la sonrisa—. ¿Creen que los dos podrán

echarme una mano en esto?

—Seguro que vamos a intentarlo malditamente —murmuró Noah mientras

la hizo rodar debajo de él otra vez.

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Capítulo 7

Lauren, Liam y Noah se casaron bajo el mismo arco donde Holly Colter se

había casado con sus maridos casi treinta y cinco años antes. Como lo habían

hecho Max y Callie, y Lily con Seth, Michael y Dillon. Reunida toda la familia

Colter entera. Holly. Los papás. Seth, Dillon, Michael y Lily con el pequeño Caleb.

Max y Callie.

Todos ellos rodearon a Lauren Wilder cuando prometió su vida y su amor a

Liam y Noah, y decidió de ese día en adelante, tomar el nombre de Lauren

Sullivan-Prescott para honrar a ambos hombres que a su vez prometieron su amor y

devoción a ella por toda la eternidad.

Se casaron cuando los álamos habían cambiado, su brillo incandescente

trasformó el paisaje en un ferviente mar dorado. Era el mismo mes que Holly

Colter había vuelto con sus maridos hace tantos años, embarazada de su primer

hijo.

Con los años, muchos niños nacieron para los Wilder, Colter y Sullivan-

Prescott. Crecieron seguros en el amor de la vieja generación Colter, guiados por la

mano suave de Holly Colter y sus inquebrantables maridos, que juraron amarla en

la siguiente vida y más allá.

Los niños corrieron salvajes y libres en las montañas donde los Colter

habían vivido durante décadas. Crecieron con un propósito firme, confiados y

apoyados por el amor del Legado de los Colter.

Fin

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Serie El Legado de Los Colters

01- La Mujer de Los Colter

Holly Bardwell está huyendo de los errores que cometió... justo en los brazos de los hermanos Colter.

Adam, Ethan y Ryan no están buscando mujeres. Están buscando una mujer. Una mujer para compartir sus vidas y sus camas. No quieren una aventura, quieren una mujer que les cumplan, y,

están perdiendo la esperanza de encontrarla.

Eso es hasta Adam encuentra a Holly, caída en la nieve, cerca de su cabaña. Sabe que ella es diferente desde el minuto en que la coge en los brazos. Pero antes de estar seguro, necesita conocer las reacciones de sus hermanos. Poco después, es evidente que ella es la mujer que estaban buscando.

Hay algunos problemas de resolver, como convencerla de que les pertenece y mantenerla a salvo del hombre que la quiere muerta.

02- La Dama de Los Colter

¿Puede el amor de los Colter, darle la fuerza para superar la tragedia de su pasado?

Cuando el oficial de policía Seth Colter ve a la delicada y mal vestida belleza en la cola del comedor donde está sirviendo, sus

entrañas se apretaron ante la idea de ella en las calles, sola y con frío. Más desconcertante es el instinto oscuro y posesivo, que le dice que ella le pertenece.

Para Lily Weston, su hogar es un rincón aislado en un callejón trasero, hasta que Seth le ofrece un lugar donde quedarse. Ella desconfía de su ofrecimiento, pero hasta una noche fuera del frío es demasiada tentación para resistir.

Seth está convencido de que Lily es suya. El problema es, que cuando sus hermanos posan sus ojos en ella, el mismo instinto primitivo sale rugiendo a la superficie. Los Colter nunca imaginaron que seguirían el camino poco convencional de sus

padres, pero no pueden ignorar su mutua necesidad de ofrecerle a Lily su protección, y su amor. Pero antes que Lily y los hermanos puedan forjar un futuro juntos, tienen que sanar las profundas

heridas de su pasado.

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03- La Hija de Los Colter

La dejó ir una vez. Pero esta vez jugaba en serio.

Callie Colter una vez persiguió puestas de sol por todo el mundo. Hasta Max. Juntos fueron una tormenta perfecta de

deseo, y se reflejaba en una hermosa combustión. Entonces él desapareció y la traición la llevó a casa a lamerse las heridas.

¿Quién podía saber que tendría el descaro de mostrar su cara en el bar de su hermano?

Max Wilder se imaginaba que se merecía el gancho derecho de Callie a su mandíbula, pero eso no cambiaba nada. Él tenía sus razones para perseguirla a través de Europa, y para hacer que cayera enamorada. Pero cuando tomó todo lo que le dio y le ofreció más, ella cambió todas las reglas. No tenía más opción que dejarla, pero ahora él estaba de vuelta. Esta vez por los motivos correctos.

Callie estaba enfadada y herida, pero impotente contra el ataque incesante de Max. Él no se conformará con nada menos que su total entrega... y su amor. Sólo cuando ella está de regreso a sus brazos, él será verdaderamente feliz. Y la irrefutable verdad puede permanecer a buen recaudo.

Excepto que la verdad tiene un modo de salir a la luz, y ahora Max ya no tenía segundas oportunidades.

04 – La Promesa de Los Colter

Llegó a superar las posibilidades de un trágico pasado, Lily estaba decidida a seguir adelante. Los tres hermanos Colter le ayudaron a hacerlo. Ellos le enseñan nuevas formas de amar, nuevos sueños para compartir, y le ofrecieron una nueva vida que ella nunca pensó posible. Ahora es el momento para la

celebración, y que mejor manera que una reunión que juntará a toda la familia Colter y algunas sorpresas que nadie esperó. Pero primero, hay algo del pasado de Lily que todavía tiene que conciliar, aun cuando todo el tiempo ella sostiene cerca de su corazón un secreto recién descubierto que cambiara su futuro, para siempre, y enriquecerá el legado de los Colters, y hará que todas las promesas se hagan realidad.

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05 – El Regalo de Los Colter

Lauren Wilder se enamoró del hombre equivocado, confió

en el hombre equivocado, y pagó un precio muy alto por ello. Ahora rota y herida, se ha retirado en el seno de la familia Colter con el amor firme y apoyo que le ofrecen. Pero el hombre que una vez amo y confío no carece de poder, y utilizará cada pizca de su dinero y recursos para asegurarse de recuperar a Lauren, sin importar a quién destruya en el intento.

Liam y Noah fueron contratados por el hermano de Lauren para vigilarla. Pero con el peligro que ha surgido, se dirigen a las montañas de Colorado, donde Lauren ha encontrado un refugio temporal. En sus ojos heridos, Liam y Noah ven a la mujer que una vez fue, y que podría ser otra vez. Están decididos a demostrarle todo lo que un hombre puede ser, alguien que la amará, la cuidará y satisfará, y cuando llegue el momento, pondrán sus vidas ante ella.

05.5 – El Desenlace de Los Colter

Con los años, muchos niños nacieron para los Wilder, Colter y Sullivan-Prescott. Crecieron seguros en el amor de la vieja generación Colter, guiados por la mano suave de Holly Colter y sus inquebrantables maridos, que juraron

amarla en la siguiente vida y más allá…

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