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Filosofa y Teora Crtica en los Estados UnidosFoucault y la Escuela de Francfort*THMAS McCARTHYNorthwestern University Evanston, ru, EEUU

Al hilo de los movimientos filosficos de la ltima dcada en Estados Unidos, el autor intenta defender la tesis de que la teora social crtica y las historias genealgicas interpretadas tal como lo haca Foucault al final de su vida, lejos de oponerse, pueden de alguna manera complementarse de forma fecunda. Para realizar esta tarea, el autor mostrar, en primer lugar, la amplitud de las afinidades entre ambos pensamen-

tos. A continuacin, realizar una profunda crtica de la interpretacin que Foucault daba de su propio pensamiento en los aos setenta, mostrando al tiempo que la genealoga es susceptible de una mejor caracterizacin mediante el esquema clsico de dominacincrtica-emancipacin. Finalmente, intentar aproximar este ltimo punto de vista a la interpretacin definitiva que dio el propio Foucault de su obra.

Con el retroceso del pragmatismo y el ascenso del empirismo lgico durante los aos que siguieron al final de la segunda guerra mundial, la filosofa americana adquiri una fisonoma decididamente apoltica, cientificista. James, Dewey y Mead no se limitaron a participar en las discusiones especializadas de los filsofos, sino que tambin lo hicieron en la discusin pblica sobre los temas importantes del momento. En contraste con esto, durante el reinado del empirismo lgico, el discurso filosfico se desarrollaba siempre sin perder de vista, y a veces teniendo slo en cuenta, la lgica, las matemticas y las ciencias naturales. Dada esta orientacin bsica, no es sorprendente que el clima filosfico se mostrara inhspito para preocupaciones culturales, sociales y polticas ms amplias. No obstante, este clima cambi rpida y dramticamente en los aos sesenta. La aparicin y difusin del movimiento de los derechos civiles y de movimientos contrarios a la guerra, y la correlativa intensificacin de la actividad poltica en los campus, afectaron al discurso filosfico, particularmente al de los miembros de la generacin que en ese momento se iniciaba en la vida acadmica. Debido a la naturaleza de los problemas que ocupaban el centro de la atencin, era comprensible que algunos jvenes pensadores se dr* Traduccin de Angel Rivero,

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gieran, en busca de inspiracin, a la tradicin del marxismo occidental. y tambin era comprensible que bajo la influencia de Herbert Marcuse, cuyos trabajos de los aos cincuenta y sesenta se haban convertido en parte de la cultura terica de la nueva izquierda, la obra de la Escuela de Francfort conquistara una posicin privilegiada entre los tericos crticos ms jvenes. El fervor terico-crtico se encontraba en declive en los aos setenta hasta que el surgimiento de los nuevos movimientos sociales -del feminismo y la liberacin homosexual al amplio espectro de problemas verdes- dio un nuevo aliento vital al pensamiento social, poltico y culturaL Pero esta vez la inspiracin terica vino de distintas fuentes, principalmente de las corrientes de pensamiento postnietzscheano y postheideggeriano que haban desplazado a la fenomenologa, al marxismo y al estructuralismo en Francia. El impacto de Derrida en la teora literaria americana fue rpido y amplio, y de ah se extendi a la filosofa (al menos entre los filsofos continentales americanos), a la crtica cultural y, en menor grado, a otras reas del pensamiento social (p. ej., el movimiento de los critical legal studies). La influencia de Foucault, por el contrario, se hizo sentir directamente sobre las ciencias sociales, histricas y culturales. En concreto, sus estudios de carcter histrico sobre la locura, la medicina, los castigos y la sexualidad parecan ofrecer una forma de practicar la crtica social diferente de todos los modos neomarxistas anteriormente dominantes, y ms a tono con el tipo de problemas culturales que animaban a los nuevos movimientos sociales. Profundamente deudora de la influencia de Foucault, la teora social crtica en Amrica ha llegado a ser, hoy en da, tan postnietzscheana como postmarxiana. Pero, por lo general, se han mantenido diferenciadas ambas corrientes de pensamiento y se han entendido, generalmente, como alternativas rivales entre las cuales deban elegir los tericos crticos, en lugar de como perspectivas complementarias que podran ser combinadas de algn modo. Salpicada por el desprestigio del reciente antimarxismo francs, la genealoga es presentada como si buscara reemplazar, en lugar de enriquecer o renovar, la tradicin de la teora social crtica que va desde Marx, a travs de Lukcs, a la Escuela de Francfort y a Habermas. Es a esta situacin a la que se refieren las siguientes observaciones. La intencin que las anima es la de dar a entender que la aparicin de diferencias irreconciliables surge, principalmente, de la auto-interpretacin que proporciona Foucault de sus propias investigaciones histricocrticas, que esta auto-interpretacin es profundamente equvoca, y que su obra en realidad no slo es compatible con los enfoques terico-crticos clsicos, sino que constituye un valioso complemento de ellos. Despus de subrayar en la primera parte la amplitud de algunas de las afinida50ISEGORiA1 (1990)

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des entre la genealoga y la teora social crtica de la Escuela de Francfort, mostrar, en la segunda parte, que los adornos nietzscheanos con los que pertrechaba sus estudios crticos en los aos setenta' desfiguran en realidad lo que stos representan y llevan a cabo. Propondr que una versin del modelo tradicional de dominacin-crtica-emancipacin podra describir con ms fidelidad las ventajas de la genealoga. En la tercera parte, me dedicar al anlisis y la crtica de la versin que de ese modelo desarroll el propio Foucault en los aos ochenta.1

Siguiendo el ejemplo del propio Foucault, sus comentaristas han prestado generalmente ms atencin a su ruptura con las formas anteriores de teora social crtica que a sus continuidades con las mismas. No es sorprendente que un pensador de su originalidad, que alcanz su madurez intelectual en la Francia de la postguerra, afirme en ocasiones su identidad intelectual en oposicin a los distintos marxismos all imperantes. Pero si lo que se desea es desarrollar una teora crtica adecuada a las complejidades de nuestra situacin, ocuparse nicamente de las discontinuidades puede llegar a ser contraproducente. De hecho, si tomamos cierta distancia respecto a los debates en curso, lo que une a Foucault con algunos pensadores neomarxistas es tan significativo como lo que les separa. Esto es particularmente cierto respecto al grupo de tericos vagamente denominados Escuela de Francfort, con los que no se identifica en lo ms mnimo. Comenzar, pues, sealando algunas importantes afinidades de ste con el programa clsico de la teora social crtica adelantado por Max Horkheimer y sus colegas a principios de los aos treinta y renovado recientemente por Jrgen Habermas.' 1. Tanto Foucault como la Escuela de Frandort reclaman una transformacin cum radicalizacin del enfoque kantiano de la crtica. La impureza intrnseca de lo que llamamos razn -su imbricacin en la cultura y la sociedad, su entrelazamiento con el poder y el inters, la variabilidad histrica de sus categoras y criterios, el carcter corpreo, sensual y prcticamente comprometido de sus portadores- haca inaccesibles sus estructuras a los tipos de investigacin introspectiva de los contenidos de la conciencia que defendan los filsofos modernos y algunos fenomenlogos del siglo xx. Tampoco es el giro hacia el lenguaje o los sistemas de signos una respuesta adecuada a esta concepcin modificada de la razn; todas las formas de idealismo discursivo o lingstico descansan en abstracciones insostenibles de las prcticas sociales. Para explorar la naturaleza, alcance y lmites de la razn humana, tenemos que descubrir esas prcticas, y hacer esto reclama formas de investigacin sociohistrica que van ms all de los lmites tradicionalesISEGORA!1 (19901

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del anlisis filosfico. La crtica de la razn, como empresa no fundamentalista, aspira a aprehender estructuras y normas que van ms all de la conciencia individual; pero lo que es supraindividual de esta forma ya no debe entenderse como trascendental; es de procedencia socioculturaL 2. Igualmente, tanto Foucault como la Escuela de Francfort rechazan la imagen cartesiana de un sujeto racional autnomo enfrentado a un mundo de objetos que busca representar y, a travs de la representacin, dominar. Los sujetos cognoscentes y actuantes son seres personificados y sociales, y los productos de su pensamiento y accin llevan la huella imborrable de sus situaciones e intereses. El sujeto libre y atomstico cartesiano ha de ser desalojado de su posicin central en los universos epistmicos y morales, y no slo por razones tericas: est ligado al individualismo egocntrico, dominante y posesivo que tanto ha desfigurado al racionalismo moderno occidental y le ha llevado a excluir, dominar o reprimir todo lo que fuera diferente. Por tanto, la desublimacin de la razn lleva pareja el descentramiento del sujeto racionaL 3. Quiz ms caracterstica que cualquiera de estas concepciones ahora ampliamente aceptadas sea aqulla de la primaca de lo prctico sobre lo terico que Foucault comparte con la Escuela de Francfort. Ya Kant propuso invertir la jerarqua tradicional, para ser rectificado, despus, por Hegel; esto mismo volvi a ser propuesto por el joven Marx, pero pronto se desvaneci en la sima del socialismo cientfico. No obstante, una vez que nuestra atencin se ha trasladado de la conciencia a la cultura y a la sociedad, carece de sentido que el conocimiento y la representacin deban disfrutar de los privilegios que sobre los valores y las normas les ha concedido la filosofa occidental. Ms an, si el conocimiento mismo es entendido como producto social, las oposiciones tradicionales entre teora y prctica, hecho y valor, etc., comienzan a quebrarse, puesto que hay presupuestos prcticos, normativos, en cualquier actividad social, incluida la teorizacin. Al igual que otras prcticas, las prcticas epistmicas tambin han de ser comprendidas en sus contextos socioculturales. En este sentido, la teora del conocimiento es parte de la teora de la sociedad, la cual est ella misma imbricada en contextos prcticos, y de mltiples formas. Es el reconocimiento de la relacin peculiarmente reflexiva del pensamiento sobre la sociedad con lo que es pensado lo que lleva a Foucault a caracterizar su genealoga como historia del presente. Instalado en la realidad misma, busca comprender, y narrar, el pasado desde el punto de vista orientado prcticamente de un futuro anticipado; es cualquier cosa menos una visin desde ninguna parte. Y aunque el marxismo occidental ha sucumbido repetidas veces ante los cantos de sirena de una teora cientfica de la historia o de una filosofa especulativa de la historia," por lo general, ha encontrado52ISEGORA/1 (1990)

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el camino de vuelta a una nocin parecida de reflexividad prctica. En esta versin de la teora social crtica, hay una dimensin prospectiva esencial para escribir la historia del presente en el cual uno est situado; y el futuro proyectado, que da forma al pasado, no es un producto de la contemplacin desinteresada o de la prediccin cientfica, sino del compromiso prctico; es un futuro que podemos tratar de producir. 4. Mucho de lo anterior tambin puede decirse, con los debidos cambios terminolgicos, de la hermenutica filosfica. sta tambin tiene en cuenta el hecho de que la razn, incluido su uso cognitivo, se encuentra imbricada en contextos socioculturales, mediada por lenguajes naturales e intrnsecamente unida a la accin. Tambin mantiene que el discurso y la accin tienen lugar en medio de complejas relaciones preestablecidas, presupuestos, que son variables histrica y culturalmente, y que nunca podrn ser captados, por completo, por el entendimiento consciente. Y, por tanto, la genealoga es tan distinta de la hermenutica como pueda serlo la teora social crtica. A pesar de la existencia de algunas diferencias considerables en este punto, ni una ni otra desean conceder a los participantes y a sus tradiciones la ltima palabra sobre el significado de las prcticas que realizan. Ambas ven la necesidad de una perspectiva objetivadora externa para ir ms all de los significados compartidos, presupuestos, y su recuperacin hermenutica. La forma de tomar distancia, de Foucault, de las prcticas en las que vivimos es mostrar sus orgenes humildes en circunstancias histricas contingentes, para disipar de este modo la apariencia de lo dado como evidente considerndolas como el resultado de mltiples relaciones de fuerza. Desde el principio, la teora social crtica tambin se ha basado en un rechazo de lo que Marx consider especficamente como la ideologa alemana y que Horkheimer denomin la locura idealista de entender las ideas tan slo en trminos de otras ideas. Se ha insistido en que el significado completo de las ideas slo puede ser aprehendido estudindolas en el contexto de las prcticas sociales en que aparecen, y que esto requiere, de forma caracterstica, el uso de anlisis sociohistricos para distanciarse de la concepciri interna de los participantes. Los relatos genticos y funcionales de cmo y por qu las prcticas racionales significativas llegan a ser presupuestas juegan un importante papel en las dos formas de la crtica de la razn impura. 5. No obstante, bajo ninguna de estas dos perspectivas significa esto adoptar simplemente los mtodos de las ciencias humanas establecidas. Tanto Foucault como la Escuela de Francfort consideran que stas se hallan particularmente necesitadas de anlisis crticos, las consideran, de alguna manera, cmplices de los males de nuestro tiempo: Hay aqu, claro est, algunas diferencias de importancia, por ejemplo, sobre qu cienISEGORA!l (1990)

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cias en concreto estn ms necesitadas de crtica y sobre qu alcance ha de tener esta crtica.' Pero tambin hay algunas coincidencias importantes en sus crticas a las ideas epistemolgicas y metodolgicas en cuyos trminos nos hemos constituido a nosotros mismos como sujetos y objetos de conocimiento. Ms an, una y otra son crticos con el papel que la ciencia social y que los expertos educados social-cientficamente han jugado en la racionalizacin de la vida moderna. Consideran a la racionalidad que ha llegado a prevalecer en la sociedad capitalista como un instrumento potencial para extender nuestro dominio sobre el mundo fsico y social, una racionalidad de la tcnica y del clculo, de la regulacin y la administracin, que persigue formas cada vez ms efectivas de dominacin. Puesto que las ciencias humanas han ayudado poderosamente a forjar y mantener los barrotes de la jaula de hierro, por utilizar la frase de Max Weber, son un objetivo principal de las crticas genealgica y dialctica. 6. Ambas formas de crtica se definen mejor como esfuerzos prcticos que como sistemas tericos cerrados; aspiran, por tanto, a transformar nuestra auto-comprensin de manera que tenga implicaciones para la prctica. Es cierto que Foucault rechaz persistentemente las nociones de ideologa y de crtica ideolgica, y neg que la genealoga pudiera entenderse en esos trminos. Pero las concepciones de la ideologa que critic eran bastante toscas, y las crticas que hizo estaban lejos de echar por tierra las versiones ms sofisticadas propuestas por algunos miembros de la Escuela de Francfort. De hecho, es difcil ver por qu los esfuerzos de Foucault por analizar cmo nos gobernamos a nosotros mismos y a los otros mediante la produccin de la verdad, o sobre cmo contribuir a que la gente cambie su forma de percibir y hacer las cosas ," no pertenecen al mismo gnero. En esta lectura, tanto en la genealoga como en la teora social crtica, las tcnicas objetivadoras utilizadas para tomar distancia de las prcticas racionales en las que hemos sido educados nos permiten una perspectiva crtica sobre estas prcticas. Problematizando lo que se da por supuesto -por ejemplo, demostrando que la gnesis de lo que hasta ahora pareca natural y necesario implica relaciones contingentes de fuerza y una clausura arbitraria de alternativas; o que lo que desfila como realmente objetivo descansa sobre prescripciones que sirven para mantener desequilibrios de poderse puede debilitar su dominio sobre nosotros. Categoras, principios, normas, patrones, criterios, procedimientos, tcnicas, creencias y prcticas anteriormente aceptadas como pura y simplemente racionales, se nos muestran ahora al servicio de intereses particulares y de constelaciones de poder que han de disfrazarse para seguir funcionando, o realizando y sosteniendo relaciones de poder que nadie suscribira si fueran generalmente reconocidas. Puesto que las cosas no son siempre 10 que pare54ISEGORA/l 0990)

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cen ser, y puesto que la conciencia de esto puede crear distancia crtica -ya que la conciencia puede erosionar la autoridad derivada de una presunta racionalidad} universalidad o necesidad-, sta puede ser una fuerza social de cambio. Si esto es o no as, y el grado en que lo sea, no es, tanto a los ojos de Foucault como a los de la Escuela de Francfort, una cuestin de necesidad metafsica o de deduccin terica sino de condiciones histricas contingentes. Es decir, la significacin prctica de las intuiciones crticas vara con las circunstancias histricas. Si las comparaciones anteriores no son erradas, Foucault y la Escuela de Francfort deberan situarse an ms cerca el uno de la otra en el mapa de las opciones tericas contemporneas. Mantienen en comn que el corazn de la empresa filosfica, la crtica de la razn, encuentra su continuidad en ciertas formas de anlisis sociohistrico realizadas con la intencin prctica de tomar distancia de las creencias y prcticas presumiblemente racionales que informan nuestras vidas. Esto, ciertamente, situara mucho ms cerca al uno de la otra que de cualquiera de las otras variedades de teora contempornea, incluidas las variedades ms influyentes de textualismo. Entonces, por qu las oposiciones y las diferencias parecen tan grandes? Al menos, parte de la explicacin (pero slo parte) sera que los desacuerdos entre ellos no son menos reales que las coincidencias. Aunque la genealoga y la teora social crtica ocupan territorios vecinos en nuestro mundo terico, sus relaciones son bastante ms beligerantes que pacficas. La herencia nietzscheana de Foucault y la herencia hegeliano-marxista de la Escuela de Francfort les condujo a formular afirmaciones rivales sobre los mismos asuntos. 1) Una y otro perseguan transformar la crtica de la razn a travs del cambio del nivel de anlisis a la prctica social. Foucault, al igual que Nietzsche, vea que esto conduca a una crtica radical en el sentido literal del trmino, que atacaba las races mismas del racionalismo. Los tericos sociales crticos, siguiendo a Hegel y a Marx, entendan la crtica ms bien en el sentido de una negacin determinada que daba como resultado una concepcin ms adecuada de la razn. 2) Una y otro buscan ir ms all de la centralidad del sujeto del pensamiento moderno occidental. Foucault entenda esto como el fin del hombre y del squito de concepciones humanistas que lo acompaaban. Los tericos sociales crticos intentan reconstruir las nociones de subjetividad y autonoma que son consistentes tanto con la construccin social de la identidad individual como con el carcter situado de la accin social. 3) Una y otro afirman la primaca de la razn prctica y reconocen la inevitable reflexividad de la investigacin socal. Foucault considera que esto es incompatible con la trascendencia-deI-contexto de las afirmaciones verdaderas y con la pretensin de teoras sociales globales. Los tericos de Francfort buscan combinar el contextualismo con el universalismo y construir relaISEGORA!1 1990

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tos generales de los orgenes, estructuras y tendencias de los rdenes sociales existentes. 4) Aunque ambos consideran insuficientes las explicaciones que los participantes dan de sus propias prcticas, los tericos sociales s las tienen en cuenta como punto de partida e intentan implicarles en el dilogo en el proceso mismo de intentar ganar distancia crtica frente a ellas; el genealogista reemplaza resueltamente la perspectiva de los participantes por una perspectiva externa en la cual las pretensiones de validez de los participantes no cuentan sino que son puestas entre parntesis. 5) Una y otro son crticos con las ciencias sociales establecidas y las consideran implicadas en la construccin de una red cada vez ms tupida de disciplina y dominacin. Foucault entiende esto como si se tratara de una acusacin general a las ciencias sociales como tales. Mientras que los tericos sociales crticos intentan identificar y desarrollar formas de investigacin social que no sean simples apndices de la racionalidad instrumental. 6) Por ltimo, aunque ambos intentan la crtica de las prcticas aparentemente racionales con el propsito prctico de romper su dominacin sobre nosotros, Foucault no considera que la genealoga est al servicio de la razn, la verdad, la libertad y la justicia -no hay escapatoria a las relaciones y efectos del poder en conjunto, son coextensivos con, puesto que son constitutivos de, la vida social en general; mientras que los tericos de la Escuela de Francfort entienden que la crtica de la ideologa acta reduciendo esas relaciones y efectos y reemplazndolos mediante acuerdos sociales que son racionales en sentido distinto del instrumentaLII

Sobre el trasfondo de esta comparacin general, me gustara realizar ahora un examen ms minucioso y crtico de la crtica radical a la razn y al sujeto racional de Foucault en el contexto de la teora del poder que desarroll en los aos setenta. Con el propsito de definir lo que est en discusin entre l y la Escuela de Francfort, utilizar el intento habermasiano de renovar el programa original de Horkheimer como mi principal punto de referencia. Como se ha dicho antes, el proyecto genealgico de Foucault puede verse como una continuacin de la crtica de la razn. Puesto que la filosofa moderna se ha entendido a s misma como la forma ms radical de reflexin sobre la razn, sus condiciones, lmites y efectos, la contnuacin-a-travs-de-Ia-transformacin de esa crtica requiere hoy un giro sociohistrico. Lo que debe ser analizado bajo este punto de vista, son prcticas paradigmtcarnente racionales, y stas no pueden entenderse adecuadamente si se aslan de los contextos sociohistricos en los que surgen y funcionan. Foucault est, por supuesto, interesado en las rela56ISEGORA/1 09901

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ciones de poder que atraviesan estas prcticas y sus contextos. Nos recuerda repetidamente que la verdad (...] no es (...] la recompensa de los espritus libres, la verdad es de este mundo; se produce en l gracias a mltiples coacconcs." Por tanto, la atencin analtica es reexpedida a las normas, prescripciones, procedimientos, etc., que son constitutivos de las prcticas racionales, a las relaciones de asimetra, no reciprocidad y jerarqua, que codificaban, y a las formas en las cuales incluan o excluan, hacan central o marginal, asimilaban o diferenciaban. El cambio de enfoque nos hace conscientes de que hay algo as como una poltica de la verdad y del conocimiento ya a este nivel del anlisis." Irracionalidad, incompetencia, desviacin, error, sin sentido, etc., quedan definidos de diversas maneras por sus contrarios; sobre estas bases, las personas y las prcticas son valoradas o estigmatizadas, premiadas o castigadas, rechazadas o revestidas de autoridad. Pero el anlisis genealgico no se limita a los aspectos polticos de las normas y regulaciones internas a las prcticas discursivas. Foucault tambin examina las relaciones externas de los discursos tericos -especialmente los discursos de las ciencias del hombres-e- con los discursos prcticos en los cuales stos son aplicados -los discursos de los psiclogos, fsicos, jueces, administradores, trabajadores sociales, educadores, etc.-, as como las prcticas institucionales con las que estn implicados en asilos, hospitales, prisiones, escuelas, burocracias administrativas, servicios sociales, etc. Tan pronto como uno intenta comprender por qu una constelacin particular de normas y procedimientos debe definir una prctica racional en un dominio dado, se hace inevitable considerar un contexto sociohistrico mayor. Cada sociedad, dice Foucault, tiene su rgimen de verdad," y la genealoga est interesada precisamente en cmo nos gobernamos a nosotros y a los otros por medio de su produccin. Concentrndose principalmente en las ciencias humanas -las ciencias que tienen por objeto al hombre-, examina la mirada de caminos en los que las relaciones de poder son tanto condiciones como efectos de la produccin de la verdad sobre los seres humanos. En campos de investigacin que van desde la psiquiatra y la medicina a la ciencia penal y los estudios de poblacin, se revelan las relaciones retroalimentadas que prevalecen entre el poder ejercido sobre las personas para extraer datos de y sobre ellas -de mltiples formas, desde observar, examinar e interrogar individuos a estudiar y administrar poblaciones- y los efectos del poder que corresponden a los expertos cualificados y a los profesionales que poseen y aplican el conocimiento obtenido de ese modo. De acuerdo con Foucault, las ciencias del hombre no slo surgen en el marco institucional estructurado por relaciones jerrquicas de poder, sino que siguen funcionando, principalmente, en ese marco. De hecho, lo que es caracterstico del rgimenSEGORA/1 (1990)

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de disciplina moderno, en su opinin, es tan slo la manera en que la coaccin mediante violencia ha sido sustituida, en gran medida, por el ms amable cuerpo de administracin, por expertos cientficamente preparados, por la exhibicin pblica de poder mediante el despliegue imperceptible de tcnicas basadas en un conocimiento detallado de sus objetivos. Por tanto, desde la perspectiva de Foucault, las ciencias humanas son una fuerza importante del desastroso triunfo del pensamiento de la Ilustracin, yel observador panptico cientfico es una expresin sobresaliente de la centralidad del sujeto, putativamente universal, que ese pensamiento promueve. Rastreando los orgenes humildes de estas ciencias en la lucha y el conflicto, en la particularidad y en la contingencia, en un afn de verdad que est implicado en la dominacin y el control, la genealoga revela sus interconexiones constitutivas con las constelaciones histricamente cambiantes de poder. Poder y conocimiento se implican directamente el uno al otro [...]. El sujeto que conoce, los objetos a conocer y las modalidades del conocimiento deben ser consideradas como otros tantos efectos de esas implicaciones fundamentales del poderconocimiento y de sus transformaciones histricas.s'' Aunque Habermas est de acuerdo con FoucauIt en considerar la verdad como una cosa de este mundo, distingue, fundamentalmente, entre distintos enfoques cognitivos caracterizados por diferentes configuraciones de la accin, la experiencia y el lenguaje." Hace esto con la intencin de oponerse a la identificacin de la racionalidad estratgica con la racionalidad tout court. Interpretar la racionalizacin sociocultural tan slo como la hegemona creciente de las tcnicas de control y poder, de dominacin y de administracin, no slo es errneo sino, sobre todo, parcial. Esa caracterizacin es incapaz de comprender la selectividad de la modernizacin capitalista, el fracaso del desarrollo equilibrado de las diferentes dimensiones de la racionalidad creadas por la moderna comprensin del mundo. Puesto que somos de forma tan fundamental animales que utilizan-el-lenguaje como animales que utilizan herramientas, las representaciones de la razn como si fuera esencialmente instrumental y estratgica son fatalmente unilaterales. Es cierto, por otra parte, que esos modos de racionalidad han conseguido una cierta preponderancia en nuestra cultura. Los subsistemas en los que estn centralmente institucionalizadas, la economa y la administracin del gobierno, han impregnado de forma creciente otras reas de la vida hasta trasformarlas a su imagen y semejanza. La resultante rnonetarizacn y burocratizacin de la vida es a lo que Habermas se refiere como la colonizacin del mundo de la vida. [O Esta imagen de una sociedad colonizada por el mercado y por las fuerzas administrativas se diferencia de la imagen de Foucault de una sociedad disciplinada en que, entre otras cosas, el objetivo de la crtica58ISEGORA/l {1990l

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no es la idea ilustrada de la vida informada por la razn, como tal, sino, ms bien, el error de perseguir sta mediante el desarrollo e institucionalizacin de modalidades de la razn distintas de aqullas que se centran sobre el sujeto, y que son formas instrumentales que de manera creciente determinan nuestras vidas. Las dos imgenes se solapan en varios puntos. Pues ambas estudian, por ejemplo, la complicidad entre conocimiento y poder que es caracterstica de las ciencias del hombre. Pero Foucault considera este anlisis como vlido para todas las ciencias humanas, mientras que Habermas desea distinguir entre enfoques objetivadores (p. ej., conductistas), enfoques interpretativos (p. ej., hermenuticos) y enfoques crticos (p. ej., genealgicos y dialcticos). Los intereses que los informan son, argumenta, fundamentalmente diferentes, como lo son, por consiguiente, las orientaciones generales hacia sus objetos y sus lgicas de investigacin caractersticas. Desde esta perspectiva, slo los enfoques puramente objetivadores estn intrinsecamente preparados para expandir su control sobre los seres humanos, mientras que los otros enfoques pueden ser aptos, por el contrario, para extender la intersubjetividad del mutuo entendimiento o para promover el distanciamiento reflexivo de las creencias y prcticas que se dan por sentadas. Hay un acuerdo general entre Foucault y Habermas respecto a que la expansin del estado de bienestar depende cada vez ms de la generacin y aplicacin de conocimientos expertos de varios tipos. En referencia a esto, la descripcin que Foucault realiza de la interrelacin entre instituciones sociales preparadas para la normalizacin, por una parte, y el crecimiento del conocimiento adaptado a ese propsito, por la otra, es anlogo a la descripcin de Habermas de la interconexin entre la colonizacin administrativa del mundo de la vida y la aparicin de la ciencia social objetivadora. Tambin aqu las diferencias se refieren sobre todo a 10 que pretenda incluir esta perspectiva crtica. Foucault extrapola los resultados de sus anlisis del conocimiento generado en los contextos ms o menos represivos sobre los que dirige su atencin a las ciencias humanas en general. Una consecuencia de esto es su consideracin claramente inadecuada de los enfoques hermenuticos; otra es su incapacidad para responder de su propio proyecto genealgico en trminos que no estn referidos a la accin -esto es, la genealoga es simplemente otro poder que juega a fondo en una red de relaciones sociales establecidas por el poder, y otro tipo de intervencin significara alterar el balance de fuerzas existentes. Me gustara dejar claro, en lo que resta de esta segunda parte, el precio que tiene que pagar Foucault por su crtica general de la razn impura mediante el examen ms minucioso de dos elementos clave de su metateora de la prctica genealgica: su ontologa del poder y su representacin del sujeto como un efecto del poder. Puesto que aqu mi intencinISEGORA/l (1990)

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no es slo la de sealar debilidades en estas concepciones, sino tambin sugerir que son en parte debidas a la actitud terminantemente negativa de Foucault hacia las formas establecidas de investigacin social, aprovechar para mi exposicin ideas desarrolladas, precisamente, en la tradicin sociolgica. 1. Poder: ontologa versus sociologa. Las diferencias entre la genealoga de Foucault y la teora social crtica de Habermas estn desfiguradas por la oposicin usual entre el nominalismo particularista del primero y el universalismo abstracto del segundo. En sus momentos nietzscheanos, Foucault puede ser todo 10 universalista que a uno le guste, o le disguste. Aunque l insiste en que quiere librarse de las referencias a la necesidad tpicas de las empresas fundamentalistas, a menudo invoca una ontologa de lo social que considera que la exclusin, la subyugacin y la homogeneizacin son presupuestos y consecuencias ineludibles de cualquier prctica social. Y aunque seala como objetivo del anlisis genealgico instituciones que estn claramente definidas por jerarquas de poder, su propia concepcin del poder como una red de relaciones en la que estamos todos, siempre y en cualquier parte, enredados, devala preguntas sobre quin posee el poder y con qu derecho, quin sufre o se beneficia de l, etc. (stas son preguntas tpicas de los enfoques marxista y liberal que l rechaza.) Lo que ganamos adoptando esta posicin es una mayor sensibilidad hacia las coacciones e imposiciones que aparecen en cualquier orden social, en cualquier prctica racional, en cualquier proceso de socializacin. En este sentido extenso del trmino, el poder [...] hay que considerarlo como una red productiva que pasa a travs de todo el cuerpo social." Dando a esta intuicin un sesgo ontolgico, se podra decir con Foucault que el poder produce realidad, produce dominios de objetos y rituales de verdad," o, alternativamente, que , pp. 135-136. 21. "Curso del 14... , p. 143. 22. Cfr. Erving Goffrnan: Asylums, Nueva York, 1961. 23. Cfr. John Heritage: Gariinkel and Ethriomethadology, Cambridge, 1984, pp. 103134. 24. Vase, por ejemplo, la Historia de la sexualidad, vol, 1, Madrid, 1987. 25. Ibd. 26. Cfr. Michael Levne: The Listening Self, Londres, Nueva York, 1989, pp. 92-103. 27. Charles Taylor, Poucault sobre la verdad y la libertad, en David Couzens Hoy (ed.): Foucault, Buenos Aires, 1988, pp. 81117, la cita es de las pp. 106-107. 28. Una versin revisada de parte de la conferencia fue publicada en castellano como Qu es la Ilustracin?, en Michel Foucault: Saber y poder, Madrid, 1985, pp. 197-207, la cita es de la p. 207. (Este texto no debe confundirse con el que se citar ms adelante como "What is Enlightenment?, [N. del T.D. Foucault escribe, a veces, como si la ontologa formal de la verdad en general -esto es, el inters tradicional por el conocimiento, la verdad, la realidad, la naturaleza humana, ete.-debiera ser abandonado como una causa perdida, aunque todava peligrosa. En otras ocasiones, la presenta como una lnea de investigacin todava viable, que l ha elegido no seguir. Vase, por ejemplo, The Political Tcchnology of Individuals, en L.H. Martin, H. Gutman, P.H. Hutton (eds.): Technologies of the Self: A Seminar with Michael Foucault, Amherst, 1988, pp. 145162, la cita corresponde a la p. 145. En cualquier caso, el hecho de que persiga su ontologa del presente y de nosotros mismos por separado de cualquier (explcita) analtica de la verdad constituye una importante diferencia con Habermas, cuyo diagnstico del presente est relacionado con la continuacin del proyecto crtico inaugurado por Kant con sus tres Crticas. Desafortunadamente, no estoy en disposicin de desarrollar aqu esas diferencias. 29. Al enfatizar los cambios en la auto-comprensin del propio Foucault en los ochenta, quiero oponerme a los comentaristas que subrayan la continuidad con su primera80ISEGORAI1 (19901

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obra, normalmente tratando las redescripciones posteriores de sta por parte de Foucault como descripciones precisas de lo que l realmente sostena con anterioridad. En mi opinin, las frecuentes (y distintas) descripciones que nos da de sus primeros trabajos se explican mejor como visiones retrospectivas tomadas desde sus nuevos puno tos de vista. Vanse, por ejemplo, las tres entrevistas concedidas en enero, mayo y junio de 1984: The Ethic of the Care for the Self as a Practice of Freedom, en James Bernauer y David Rassmussen (eds.): The Final Foucault, Cambridge, MA, 1988, pp, 1-20; The Concern for Truth, en Polltics, Philosophy, Culture, pp. 255267 (en la pgina 255 dice: Mi forma de pensar ha cambiado despus de la publicacin del primer volumen de la Historia de la sexualidad); y The Return o Moralty, en Philosophy, Politics, Culture, pp. 242-245 (dice, en esencia, lo mismo en las pginas 252-253). De las obras por l publicadas, vase por ejemplo, la introduccin al segundo volumen de la Historia de la sexualidad: El uso de los placeres, Madrid, 1987, especialmente Modificaciones, pp. 7-16. Encuentro hermenuticamente mucho ms satisfactorio este honesto reconocimiento de un cambio terico>, que cualquiera de los intentos de interpretar sus primeros trabajos como si hubieran sido escritos desde la perspectiva de los ochenta. Para un anlisis conciso del desarrollo del pensamiento de Foucault y las caractersticas distintivas de su ltima fase, vase Hans-Herbert Kgler, Froliche Subjetvitt, Historische Ethik und dreifache Ontologie beim spaten Foucault, de prxima aparicin en E. Erdmann, R. Forst, A. Honneth (eds.): Ethos da Moderne - Foucault' Kritik der Auiklarung, Francfort, 1990. No me ocupar aqu de la primera etapa del pensamiento de Foucault, que culmina alrededor de 1971 con la aparicin del Discurso sobre el lenguaje y Nietzsche, Genealoga, Historia. 30. Traducido como Qu es la Ilustracin? por Eugenio Irnaz en Emmanuel Kant: Filosofa de la Historia, Madrid, 1981, pp. 25-38. El tratamiento ms completo de Foucault se encuentra en un texto pstumo publicado con el mismo ttulo (