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1 Subsecretaria General de Transformación del Estado Coordinación General de Territorios y Ciudadanía MÓDULO 3. LA TRANSFORMACIÓN DEMOCRÁTICA DEL ESTADO Y EL PODER POPULAR Documento de Trabajo NOVIEMBRE, 2015

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1

Subsecretaria General de Transformación del Estado

Coordinación General de Territorios y Ciudadanía

MÓDULO 3. LA TRANSFORMACIÓN DEMOCRÁTICA DEL ESTADO Y EL PODER

POPULAR Documento de Trabajo

NOVIEMBRE, 2015

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ÍNDICE

Introducción ........................................................................................................................................ 3

Capítulo 1 ............................................................................................................................................ 5

La planificación descentralizada y participativa .................................................................................. 5

1.1. Participación y planificación construyen un Estado democrático .......................................... 5

1.2. Recuperar la facultad de planificar de la mano de la participación ciudadana. ..................... 6

1.3. El Sistema Nacional Descentralizado de Planificación Participativa (SNDPP) ......................... 8

Capítulo 2 ......................................................................................................................................... 10

Transformación Democrática del Estado (TDE): un proyecto político en construcción ................... 10

2.1. Transformar el Estado en beneficio de las mayorías ............................................................ 10

2.2. La desconcentración, las instancias de participación y los procesos de planificación local 10

2.3. La descentralización, las instancias de participación ciudadana y los procesos de

planificación local ......................................................................................................................... 12

Capítulo 3. Poder Ciudadano y Protagonismo Social ........................................................................ 15

3.1. Poder, democracia y participación ........................................................................................ 15

3.2. El poder popular o ciudadano y la reinvención de la democracia ........................................ 17

3.3. De los repertorios clásicos a la ciudadanía virtual ................................................................ 19

Bibliografía ........................................................................................................................................ 22

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Introducción

Como se mencionó en el módulo I, los derechos que actualmente tienen los ciudadanos, fueron el

resultado de décadas de reivindicaciones y luchas sociales, donde hombres y mujeres

comprometidos con la idea de cambiar sociedades, dedicaron su vida para lograr que el Estado

garantice el bienestar común.

La Constitución, en su capítulo IV establece el protagonismo de las ciudadanas y los ciudadanos en

la toma de decisiones, en la planificación y en la gestión de los asuntos públicos, y lo reconoce con

un derecho. Además, determina una serie de mecanismos de relacionamiento Estado-sociedad, en

diferentes ámbitos de la acción pública, y reconoce las expresiones de la soberanía popular y la

organización colectiva.

Recuperar el Estado fue vital para garantizar la participación de comunidades, pueblos y

nacionalidades en la construcción de políticas públicas, superando así las limitaciones del pasado,

arraigadas en una cultura ciudadana contemplativa, pasiva y delegativa.

Cambiar la cultura ciudadana ha supuesto dar contenido y sentido a la participación ciudadana, a

fin de que se apropie de los desafíos que implica la consolidación de un Estado democrático, para

construir un país que responda a las dinámicas y particularidades propias de cada localidad, y

asumir responsabilidades para transformar y provocar los cambios profundos que la patria

necesita.

Este involucramiento de la ciudadanía es indispensable para consolidar un Estado democrático, el

cual requiere de una ciudadanía activa y de fuertes movimientos sociales que trabajen en redes

abiertas, para tratar cuestiones locales y temas nacionales, por esta razón ha sido necesario

institucionalizar múltiples espacios de participación, con el fin de que la ciudadanía influya sobre

las decisiones políticas, y se active el interés y el protagonismo de los sectores más desfavorecidos.

La construcción de un Estado popular para el Buen Vivir demanda una transformación de las

relaciones de poder entre el Estado y la sociedad civil, que obligue a consolidar una

institucionalidad democrática y eficaz, dar vitalidad a la movilización ciudadana, dinamizar la

organización social y mantener vivo el poder constituyente, base de la soberanía popular.

La consolidación de una administración pública eficiente, eficaz y participativa, que resuelva las

demandas populares es tarea de todos los ciudadanos y ciudadanas, que desde cada uno de los

espacios deliberativos e institucionalizados de participación ciudadana, alarguen la intervención

ciudadana e incidan en el ciclo de las políticas públicas.

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En la consolidación del poder popular es muy importante tener en cuenta la creación de una

cultura política democrático-participativa: una ciudadanía activa, decidida y comprometida por el

ámbito público que consolide un tejido social fuerte y organizado, que se apasione con la idea de

ser el dinamizador de los procesos creativos, innovadores e identitarios que permitan seguir

avanzando en una sociedad justa, solidaria y soberana.

No obstante, arribar a la sociedad del Buen Vivir supone también activar redes de ciudadanos y

ciudadanas que asegure el poder popular y rompa con la falsa división entre los saberes populares

y el conocimiento científico. La articulación y activación de estas redes ameritan el

aprovechamiento de las nuevas tecnologías de la comunicación virtual (internet) que posibilitan el

mejoramiento y la complementariedad de los espacios y estrategias de participación ciudadana

tradicionales.

Los temas expuestos en esta breve introducción serán profundizados en el presente documento

de trabajo, el cual es un material de apoyo al módulo 3: “La Transformación del Estado y el Poder

Popular” y forma parte del proceso de capacitación ciudadana en “Transformación Democrática

del Estado”. Sigue la secuencia de los dos módulos que le preceden:

� Módulo 1. Construcción Democrática del Estado

� Módulo 2. El Estado en el Territorio: Desconcentración y Descentralización

En el capítulo 1 del módulo se iniciará recordando las iniciativas locales de participación que

sirvieron de base para el establecimiento normativo de la participación ciudadana como un

derecho constitucional, a continuación se expondrá la importancia de haber recuperado la

capacidad del Estado de planificar y se abordará el tema del Sistema Nacional Descentralizado de

Planificación Participativa (SNDPP), que es el gran paraguas legal del que se desprenden las

instancias de planificación tanto del nivel nacional como local.

En el capítulo 2 se analizará el papel de la participación ciudadana en la transformación del Estado

y se expondrán las diferentes instancias de participación establecidas por la constitución y demás

normativas referentes.

Finalmente, en el capítulo 3 se abordará el tema del poder popular y su relación con la

participación ciudadana, se reflexionará sobre las diferentes dimensiones de la democracia y la

complementariedad que debe existir entre estas. Además se evidenciará la importancia del

trabajo en red para la construcción del poder popular.

Este documento está dirigido a los consejeros y consejeras ciudadanas de la Senplades, así como a

los y las Asambleístas ciudadanos y a la ciudadanía en general.

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Capítulo 1

La planificación descentralizada y participativa

1.1. Participación y planificación construyen un Estado democrático

La democracia que reduce a la ciudadanía a meros electores o votantes y su participación a elegir

a sus representantes a los diferentes niveles de gobierno, excluye a la ciudadanía de los procesos

de toma de decisiones y gestión en los asuntos de interés colectivo, y otorga el poder a unos

pocos.

Ante esta reducción de la democracia, aparecieron iniciativas para profundizar la democracia y

ejercer participación a nivel local, convencidos de que para conseguir transformaciones nacionales

e incluso globales es importante el accionar ciudadano. Así se puede entender la experiencia de

participación ciudadana en el Municipio de Porto Alegre en Brasil, donde desde 1988 la

planificación de este gobierno local se la hizo a través de Asambleas distritales (el Municipio de

Porto Alegre ésta dividido en 16 distritos) en las que se discutía el presupuesto municipal de forma

participativa. De esta manera los ciudadanos decidían las obras que eran prioritarias y en dónde

se debían hacer, y que obras podían esperar para el próximo año.

Este proceso de participación local tuvo resultados exitosos en todos los sentidos: mejoró la

calidad de vida de las personas, aportó a reducir la corrupción, la inversión fue más eficiente y

efectiva, pero sobre todo las personas se dieron cuenta que podían ser partícipes de su desarrollo

y que su destino dependía en gran medida de sus niveles de participación.

Esta experiencia de ampliar la democracia y activar la participación ciudadana, se convirtió en una

tendencia reconocida a nivel regional; Ecuador no estuvo al margen de esta corriente de

profundizar la democracia a través de la recuperación de la participación ciudadana en los

procesos de planificación local. En la década de los 90, la participación ciudadana fue acogida por

ciertos gobiernos locales, sobre todo en aquellos en los que predominaba o tenían un alto

componente de población indígena (esto tal vez se debe, a que parte del sistema comunitario

indígena se basa en la participación y en la constante consulta de las autoridades a sus bases

sociales), se puede mencionar otras experiencias importantes de participación a nivel local como

son la Asamblea de Unidad Cantonal de Cotacachi y la Asamblea de Unidad Cantonal de Montufar.

Así la participación ciudadana encuentra un terreno fértil en los procesos de planificación local, en

los cuales la ciudadanía se involucra en los espacios de reflexión sobre las problemáticas que

aquejan a su realidad como también sobre las oportunidades que se presentan para

transformarla. Analizar la realidad y buscar alternativas para aprovechar las oportunidades y

superar las dificultades, no es otra cosa que un ejercicio de planificación participativa, que dicho

sea de paso, consolida la construcción de una ciudadanía informada y crítica.

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Estas experiencias de ampliar la democracia mediante el involucramiento de la participación

ciudadana en los temas de interés, hicieron eco al momento de elaborar la Constitución del 2008,

consagrando a la participación ciudadana como un Derecho constitucional y el pilar desde donde

se construye y profundiza la democracia1.

La participación ciudadana que había irrumpido el escenario de la política, lo había hecho de la

mano de la planificación participativa. Este espíritu está presente en el artículo 279 de la

Constitución que establece el Sistema Nacional Descentralizado de Planificación Participativa,

sistema encargado de organizar la planificación para el desarrollo.

Así consagrado en la Constitución del 2008, planificación y participación ciudadana son un par

indisoluble; además se dispone que la planificación sea descentralizada, de esta manera, la

participación ciudadana y el ejercicio de planificación deben ocurrir en todos los niveles de

gobierno: nacional, provincial, cantonal y parroquial.

De esta manera, las experiencias de participación de los años 90 que procuraron profundizar la

democracia con el involucramiento de la ciudadanía en la gestión y administración de lo público,

en los ámbitos locales, hoy en día se convierten en el paraguas normativo que dispone que todos

los niveles de gobierno, responsables de realizar la planificación lo hagan incluyendo a la

ciudadanía. Así el soberano (el pueblo) no solo limita su participación cada cuatro años en las

urnas, sino que incide de manera permanente en el diseño de la sociedad que quiere y, con ello,

guía al Estado en correspondencia con su voluntad; manteniendo vivo el poder constituyente base

del poder del pueblo, de esta manera, se contribuye a construir un Estado más democrático.

1.2. Recuperar la facultad de planificar de la mano de la participación ciudadana.

En la sociedad de mercado son las grandes corporaciones privadas las que planifican, dibujan

escenarios y realizan apuestas para garantizar el control de los recursos estratégicos para sus

intereses corporativos (petróleo, minerales, mercados, información, conocimiento, tecnología), de

esta manera orientan las transformaciones de las sociedades y su futuro. Dentro de esta lógica, el

Estado cumple un rol, que es la “no intervención”, es decir, no regula, no planifica, no controla.

Mientras esto ocurre, la ciudadanía mira como sus vidas se deterioran cada día, a la par que unos

pocos controlan todo o casi todo. Superar este orden de cosas, supone recuperar el Estado y sus

facultades de regulación, control y planificación, para orientar la acción e inversión pública en

beneficio de las grandes mayorías y, de esta manera, dibujar una sociedad de oportunidades para

todos y todas. La sociedad del Buen Vivir

1 El artículo 1 de la Constitución establece que la “soberanía radica en el Pueblo, que se ejerce a través de los

órganos del poder público y de las formas de participación directa previstas en la Constitución”. El derecho a la participación está consagrado en más de 60 artículos de la Carta Magna, marcando un cambio sustancial en el régimen político ecuatoriano.

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El Buen Vivir es una idea movilizadora que ofrece alternativas a los problemas contemporáneos de

la humanidad. Construye sociedades solidarias, corresponsables y recíprocas que viven en armonía

con la naturaleza, a partir de un cambio en las relaciones de poder. Fortalece la cohesión social, los

valores comunitarios y la participación activa de individuos y colectividades en las decisiones

relevantes para la construcción de su propio destino2. Siguiendo este enfoque la Constitución del

2008, establece que la planificación de la política pública debe servir para garantizar derechos a

toda la población.

La sociedad del Buen Vivir, no se construye de la noche a la mañana, alcanzarla requiere la acción

del Estado como ente planificador que traza el horizonte hacia el que debemos encaminar todas

las acciones para su realización.

Parafraseando a una de las autoridades en prospectiva Michael Godet diríamos “los sueños

fertilizan la realidad”. Tener una visión de largo plazo ayuda a saber a hacia dónde y cómo deben

darse los siguientes pasos para alcanzar una nueva sociedad cuya economía no esté basada en los

recursos naturales sino en el conocimiento, permitiendo la incorporación de tecnología,

innovación y conocimiento en su estructura productiva; en lo social se hayan cerrado las brechas

de inequidad; y en lo político se haya profundizado la democracia, dando paso a un Estado distinto

que rompa las estructuras y relaciones de poder heredadas del pasado, empoderando a los

territorios a través de una efectiva desconcentración y descentralización; y una activa

participación ciudadana con capacidades reflexivas, críticas y colaborativas que incida en la

discusión sobre el uso, asignación y distribución de los recursos para alcanzar la sociedad del Buen

Vivir.

En este sentido, las proyecciones y escenarios que se dibujan producto de la reflexión y análisis de

la diversidad de actores y entidades reafirma la importancia del ser humano en la construcción del

futuro.

Para avanzar hacia la nueva sociedad, y así cumplir con los derechos constitucionales, los objetivos

del régimen de desarrollo y las disposiciones del régimen del buen vivir; se establece en la

Constitución, el Sistema Nacional Descentralizado de Planificación Participativa, como el

conjunto de procesos, instrumentos y entidades que permite implementar y coordinar la

planificación en todos los niveles de gobierno.

2 Véase Plan Nacional 2013 – 2017, pags. 13 a la 17

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1.3. El Sistema Nacional Descentralizado de Planificación Participativa (SNDPP)

Como hemos mencionado en líneas anteriores, la participación ciudadana que irrumpe en el

escenario de la política lo hace en los procesos de planificación local, dando lugar a lo que se

conoce como planificación participativa. Este hecho social es recogido en el artículo 279 de la

Constitución que establece el Sistema Nacional Descentralizado de Planificación Participativa que

es el encargado de organizar la planificación para el desarrollo.

De esta manera, se reconoce que el ejercicio de planificación debe ocurrir en todos los niveles de

gobierno: nacional, provincial, cantonal y parroquial; y éste debe ser participativo. Para ello se

establece un conjunto articulado de principios, procesos, instrumentos, entidades, que permitan

planificar el desarrollo y el ordenamiento territorial a fin de ejecutar acciones públicas en todo los

niveles de gobierno (Zamora y Carrión, 2013). Establecer los objetivos nacionales en materia

económica y social, fijará metas de desarrollo a corto, mediano y largo plazo, que deberán

alcanzarse en forma descentralizada, y orientará la inversión con carácter obligatorio para el

sector público y referencial para el sector privado3.

El gobierno nacional en el marco de sus competencias se encarga de la planificación a escala

nacional. De esta manera, la función ejecutiva formula y ejecuta la planificación nacional y

sectorial4. En este nivel, el involucramiento de la ciudadanía se lo hace en el marco de lo que

dispone la Ley Orgánica de Participación Ciudadana.

La participación ciudadana a nivel nacional, se efectúa a través del la Asamblea Ciudadana

Plurinacional e Intercultural para el Buen Vivir (ACPIBV), que tiene entre otras las siguientes

atribuciones:

• Contribuir como instancia de consulta, en la definición y formulación de los lineamientos

nacionales de desarrollo.

• Monitorear que los objetivos de desarrollo del Plan Nacional se concreten en la

programación y ejecución del presupuesto del Estado.

• Aportar en el seguimiento y la evaluación periódica del cumplimiento del PNBV

Del seno de esta Asamblea Ciudadana se eligen a cuatro representantes al Consejo Nacional de

Planificación, instancia encargada de aprobar y dar seguimiento al Plan Nacional para el Buen

Vivir.

Por otro lado, la ciudadanía está presente en la planificación sectorial que realizan los Ministerios

y Secretarias Nacionales, a través de los Consejos Ciudadanos Sectoriales (CCS), que son las

instancias de consulta en la formulación, implementación y seguimiento de las políticas públicas

3 Véase el Art 254 de la Constitución de la República del Ecuador del 2008

4 Véase Arts 9, 10, 11, 12,13 del Código Orgánico de Planificación y Finanzas Públicas.

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sectoriales5 a nivel nacional y velar por que sus aportes consten en las Agendas de Coordinación

intersectorial que son los instrumentos de articulación de los Consejos Sectoriales de la Política

Pública establecidos como parte del Sistema Nacional Descentralizado de Planificación

Participativa6.

En el nivel, provincial, municipal y parroquial la planificación está descentralizada a los gobiernos

autónomos y descentralizados (GAD), se ejercerá a través de sus Planes de Desarrollo y

Ordenamiento Territorial (PDyOT), en articulación y coordinación entre los distintos niveles de

gobierno en el marco del SNDPP.

La participación ciudadana en el nivel provincial, municipal y parroquial acontece a través de las

instancias de participación ciudadana local7, mismas que deben ser convocadas por la autoridad

máxima del GAD (el alcalde en el caso del GAD municipal, el prefecto en el GAD provincial y el

presidente de la parroquia en el GAD parroquial). Esta instancia de participación tiene como una

de sus principales responsabilidades aportar en la construcción de los PDyOT, elegir a las y los

delegados ciudadanos al Consejo Local de Planificación que es el encargado de la elaboración final

(partiendo de los análisis técnicos y de las propuestas ciudadanas) y de la aprobación del PDyOT.

Como se puede advertir, la articulación de estos tres factores planificación, participación y

descentralización; crean las condiciones para mantener vivo el poder constituyente en todas las

esferas de gobierno y en todos los niveles del territorio.

Así el soberano (entiéndase el pueblo) mantiene viva su voluntad de construir una sociedad del

Buen Vivir en el marco de un Estado democrático, que no restringe la participación de sus

ciudadanos al voto, sino que promueve su participación y crea las condiciones para que la

ciudadanía ejerza su derecho a participar en los asuntos de interés público en todos los niveles de

gobierno.

5 Véase la Sección Tercera del Capítulo Primero de la Ley Orgánica de Participación Ciudadana.

6 Véase Art. 21 del Código Orgánico de Planificación y Finanzas Públicas

7 Además de las instancias de participación ciudadana convocadas por el GAD, la ciudadanía podrá organizar

de forma autónoma su asamblea local (ver artículo 56 de la LOPC).

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Capítulo 2

Transformación Democrática del Estado (TDE): un proyecto político en construcción

2.1. Transformar el Estado en beneficio de las mayorías

La construcción de la sociedad del Buen Vivir, no pasa sólo por el control y la administración de la

cosa pública, es decir no basta con ganar las elecciones presidenciales, sino que requiere de la

voluntad para transformar un aparato estatal diseñado históricamente para atender los

requerimientos e intereses privados de pequeños grupos.

Responder a las demandas sociales y garantizar los derechos de la ciudadanía para

necesariamente transformar el viejo Estado funcional a los intereses de las corporaciones

nacionales e internacionales por un Estado con capacidad de regular, controlar, planificar,

distribuir y redistribuir la riqueza.

La transformación democrática del Estado, es un proyecto que procura la redistribución del poder

político y administrativo, a través de la descentralización y la desconcentración; a los territorios y

al ejercicio de la participación ciudadana.

A partir de la Constitución de la República del Ecuador del año 2008, se refleja la intención de

redistribuir el poder en el territorio, a través de los procesos de descentralización y

desconcentración que a su vez buscan ampliar el derecho a la participación ciudadana y su

incidencia en los procesos de planificación y gestión de asuntos públicos, fortaleciendo el proceso

continuo de construcción del poder popular. Como se observa, este proceso también ha

institucionalizado “mecanismos permanentes de participación pública que elevan la capacidad de

incidencia y de control social sobre la acción estatal” (SENPLADES).

2.2. La desconcentración, las instancias de participación y los procesos de planificación local

El Estado como garante de derechos, necesitó hacer efectivo su rol a través de la redefinición de

lo público, de la institucionalidad y del rol de la ciudadanía como actor principal en los procesos de

transformación del Estado; este proceso permitió que se fortalezca el relacionamiento e incidencia

de los actores de la sociedad civil con el Estado y su involucramiento en el quehacer político, a fin

de que la construcción de las políticas públicas sea abierta para la ciudadanía y no una labor

exclusiva del Estado, fortaleciendo así la construcción del poder popular.

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La débil presencia del Estado en los territorios, que caracterizó al Estado Neoliberal, generó una

serie de demandas ciudadanas cuya reivindicación se basó en lograr una mayor incidencia en la

construcción de políticas públicas y en la toma de decisiones dentro de los procesos de

planificación y gestión pública; resultado de esta reivindicación y posicionamiento de las

demandas ciudadanas, la participación ciudadana se institucionalizó tanto en los diferentes

sectores como niveles de gobierno.

Así, el proceso de desconcentración promovido por el gobierno actual, tiene por objetivo

garantizar una presencia equilibrada de las instituciones del ejecutivo y la prestación de servicios

en las poblaciones, fomentando la equidad territorial.

A nivel desconcentrado, la institucionalidad creada y dividida en Unidades Administrativas (zonas,

distritos y circuitos) propician espacios para que la ciudadanía ejercite su derecho a la

participación; este proceso ha generado cambios y modificaciones en la forma de concebir la

democracia, que se evidencia en la adopción de un nuevo rol de la ciudadanía como actor social

activo. A su vez, los funcionarios del Estado y sus instituciones tienen que adaptar sus prácticas y

estructuras a este nuevo proceso en el cual la ciudadanía es el actor central.

A través de las instancias de participación, el Estado, consolida un nuevo modelo de gestión

pública que acerca la población al Estado; éste pretende incorporar las necesidades y realidades

locales en la construcción de las políticas públicas. Una de las instancias de participación

ciudadana a nivel desconcentrado es el Consejo Ciudadano Sectorial (CCS) cuyo objetivo es

involucrar a la ciudadanía en el ciclo de las políticas públicas (formulación, implementación y

seguimiento), de modo que ejerzan su derecho a la participación a nivel sectorial y

desconcentrado, aportando así a la construcción participativa del buen vivir. Cada una de las

carteras de Estado tienen que consolidar su Consejo Ciudadano Sectorial a fin de que la gestión de

las mismas se efectivice adecuándose a la realidad y necesidades de la población.

Vista desde esta perspectiva, la gestión pública, se convierte en instrumento para que la población

pueda mejorar sus capacidades organizativas y propositivas, ejercer sus derechos, verse provista

de servicios públicos con pertinencia y calidad (Pabel Muñoz, Del desmantelamiento a la

recuperación del Estado, 2014) y a la vez, mejorar con eficiencia y eficacia la prestación de

servicios públicos; en este sentido, el rol del CCS es monitorear los planes y agendas de los

Ministerios y Secretarias sectoriales para que se concreten tanto en el aspecto presupuestario

como en programas y proyectos y así tener una respuesta eficiente a las necesidades del territorio.

A través de estos procesos participativos, los ciudadanos se convierten en hacedores de la política

pública, no solo usuarios de servicios públicos. No obstante, para lograr una mayor incidencia de la

ciudadanía se requiere una representación fortalecida de las organizaciones sociales, que

transmita a las entidades gubernamentales el sentir de sus organizaciones y su realidad, que velen

para que las políticas públicas nacionales y locales, recojan las preocupaciones y propuestas

ciudadanas, así también que acompañe en la implementación de las políticas públicas en los

diferentes espacios y territorios. Es por esto la importancia de considerar el aspecto local en la

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elaboración de políticas públicas, en el caso del CCS, aunque es una instancia de carácter nacional,

su estructura se nutre de las realidades locales.

El derecho a la participación, consagrado en la Constitución (2008), representa una victoria para

los movimientos sociales, los que adquieren la capacidad de demandar y fiscalizar la gestión

pública y la prestación de servicios. Es por esto, la importancia de que los delegados formen parte

de las instancias de participación ciudadana, asuman su rol como voceros de la organización y se

responsabilicen de informar a sus bases de las acciones realizadas dentro de la instancia.

A nivel nacional, el instrumento de planificación que establece el camino y las acciones que debe

realizar el Estado, es el Plan Nacional para el Buen Vivir; su formulación y seguimiento tienen

también un componente ciudadano de suma importancia, que es la Asamblea Ciudadana

Plurinacional Intercultural para el Buen Vivir (ACPIBV), de la cual se delegan a 4 representantes

ciudadanos que integran en el Consejo Nacional de Planificación.

Dicha instancia de participación está conformada por delegadas y delegados de movimientos y

organizaciones sociales nacionales, pueblos, nacionalidades indígenas, asambleas locales de

participación y los Consejos Ciudadanos Sectoriales. Con todos estos representantes, la ACPIBV se

conforma como un espacio de consulta y diálogo entre el Estado y la ciudadanía; su objetivo

principal es aportar en la construcción del Plan Nacional del Buen Vivir y en el seguimiento al

cumplimiento de las metas y objetivos plasmados en el mismo, monitoreando la programación y la

ejecución presupuestaria, la inversión y asignación de recursos públicos; de modo que, se logre

fortalecer el rol de la ciudadanía organizada y su incidencia en el ciclo de la política pública

nacional.

Como se puede observar, el proceso de desconcentración implica una redistribución del poder

ciudadano en la toma de decisiones, que se evidencia en la funcionalidad de las instancias de

participación al momento de fomentar el cumplimiento del derecho a la participación, ya que

permite que la ciudadanía esté más cerca de la gestión pública y de los servicios que presta el

Estado central.

2.3. La descentralización, las instancias de participación ciudadana y los procesos de planificación local

La construcción del Estado democrático implica además del proceso de desconcentración, un

proceso de descentralización, basado en la transferencia de competencias desde el Gobierno

central hacia los gobiernos autónomos descentralizados (Constitución de la República del Ecuador

2008); en este marco, el rol de la ciudadanía es prioritario al momento de construir y definir

presupuestos, programas y proyectos que permitan garantizar el ejercicio de los derechos

ciudadanos. Con este propósito, la descentralización promueve, al igual que el proceso de

desconcentración, la distribución del poder en la toma de decisiones, asignando responsabilidades

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a los diferentes actores ciudadanos e institucionales para que gestionen de mejor manera los

recursos en el territorio, estableciendo así nuevos escenarios para la participación ciudadana.

En el Ecuador se han generado una serie de iniciativas de participación ciudadana a nivel local, que

evidencian la necesidad de la sociedad civil por ampliar su participación y su incidencia en la

construcción participativa de políticas públicas; de la misma forma, se ha generado una

institucionalidad que respalda y promueve los procesos participativos, propiciando un incremento

del poder ciudadano a través del diálogo directo con el Estado.

Las Asambleas Locales ciudadanas que se conforman en cada nivel de gobierno, son una muestra

de esos procesos participativos; los cuales se caracterizan por propiciar la “deliberación pública

entre las ciudadanas y los ciudadanos, y a la vez fortalecer sus capacidades colectivas de

interlocución con las autoridades” (Ley Orgánica de Participación ciudadana, art. 56), en base a

estos principios, los miembros informados de su realidad, inciden en el fortalecimiento del

desarrollo local a través de propuestas enfocadas a garantizar los derechos de las ciudadanas y los

ciudadanos.

Las Asambleas Locales tienen entre sus funciones, exigir el cumplimiento de los derechos

establecidos en la constitución y la ley, sobre todo en el aspecto de la prestación de servicios

públicos; aquí se evidencia la necesidad de desarrollar un trabajo conjunto entre ciudadanía,

representada por las Asambleas Ciudadanas Locales, y el Estado, para definir el desarrollo de la

gestión pública, encaminada a través de planes, programas y políticas locales.

Una de las experiencias representativas a nivel local ha sido la conformación y el trabajo realizado

en la Asamblea Local del cantón Montufar; la cual tuvo un impulsó importante desde la

institucionalidad, así se conformó un modelo de participación mixto entre la ciudadanía y el GAD.

Este cantón históricamente se ha caracterizado por el trabajo comunitario, a través del cual la

población satisfacía sus necesidades inmediatas que no eran cubiertas por el Estado, como por

ejemplo, la construcción de canales de riego o de agua, es por esto que los ciudadanos y

ciudadanas, sentían la necesidad de demandar ante el Gobierno Local la garantía de sus derechos;

finalmente, el mecanismo que permitió esta interlocución fue la conformación de la Asamblea

Cantonal de Montufar, que en un primer momento, requirió la articulación y organización de los

distintos actores sociales del territorio que se encontraban desintegrados; a partir de este

relacionamiento de actores, se logró generar el empoderamiento ciudadano de prácticas y

mecanismos participativos que permitieron incidir en la definición del desarrollo cantonal

adecuado a las características y condiciones del territorio.

Como se evidencia, este proceso al igual que otros que se han llevado a cabo a nivel local,

propician un rol más activo de la ciudadanía, al ser un co-gestor de las acciones que realiza el

Estado y corresponsable al momento de decidir su realidad. La institucionalidad creada a nivel

local, tiene por objetivo impulsar el desarrollo territorial equitativo; garantizando a través de los

Gobiernos Autónomos Descentralizados, el ejercicio de los derechos de participación, que

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permitan acercar la administración pública a la Ciudadanía (COOTAD, art. 106); el Consejo Local de

Planificación es la entidad desde la cual se formulan y aprueban los planes de desarrollo y

ordenamiento territorial. Según la ley de participación ciudadana y control social el Consejo Local

de Planificación debe estar integrado por al menos un treinta por ciento de representantes de la

ciudadanía, los mismos que deben ser designados por las instancias de participación ciudadana

local del nivel de gobierno correspondiente.

A través de las instancias de participación, la ciudadanía puede involucrarse de forma directa en

los procesos de descentralización, propiciando la redistribución de poder en la toma de decisiones,

de igual manera, las autoridades locales pueden conocer las percepciones y demandas sobre la

implementación de los servicios y políticas públicas en los territorios, aportando a la

materialización del Buen Vivir en cada territorio.

Dentro del ámbito político de la descentralización se contempla la capacidad que tienen los GAD

de crear normas y órganos de gobierno propios e impulsar procesos y formas de desarrollo

acordes a la realidad del territorio. En este sentido cada GAD es responsable de la creación del

sistema de participación ciudadana, el mismo que debe estar acorde a sus especificidades

territoriales. Es importante resaltar que tanto la desconcentración como la descentralización son

procesos que buscan que el Buen Vivir esté al alcance de toda la ciudadanía, sin importar la

ubicación geográfica en la que se encuentre, la ciudadanía es quién se beneficia de los servicios

que brinda el Estado, es por esto que la participación es fundamental en el proceso de

transformación del Estado, no sólo como beneficiaria de los servicios, sino también como

corresponsable en la garantía y ejecución de sus derechos a través de su participación.

Para esto se requiere una coordinación y articulación entre los dos procesos (desconcentración y

descentralización) que permita un ejercicio real de la ciudadanía como actor esencial en el

seguimiento y evaluación del eficaz funcionamiento de las políticas y los servicios públicos;

aportando así con propuestas para mejorar su calidad de vida.

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15

Capítulo 3. Poder Ciudadano y Protagonismo Social

3.1. Poder, democracia y participación

En el siglo XVII se consideraba que el autogobierno hacía libres a las personas porque pensaba que

cuando el pueblo gobierna nadie obedece más que así mismo. Poner en marcha este ideal supuso

establecer relaciones representativas (instituciones), lo que lleva a que en algún momento

gobiernen sólo unas pocas personas8.

Así, se fue consolidando el sistema democrático que se construye sobre la base de una ciudadanía

abstracta, es decir de individuos iguales ante la ley, que deja de lado los factores sociales,

económicos, y culturales; que diferencia a las personas por su ubicación en la estructura social y

económica; a cambio de omitir estos factores, se le otorga el derecho de votar y elegir a sus

mandantes. El ideal de que el pueblo se obedece a sí mismo cuando se autogobierna, se opaca,

aún más, cuando el pueblo debe ser representado por alguien; las sociedades sobre las que se

levantan estas relaciones de representación, se caracterizan por tener asimetrías en el acceso: al

conocimiento e información; a la toma de decisiones y a la política; a los medios de producción y a

su propiedad.

De esta manera, el ejercicio de gobierno de unos pocos se yergue sobre la voluntad de unos

muchos; pero son unos pocos los que toman decisiones y debaten sobre lo que es adecuado o no

para las grandes mayorías o el conjunto de la sociedad, lo curioso es que lo hacen en función de

sus propios intereses. Es decir, unos pocos tienen la capacidad de tomar decisiones en nombre de

todos; la mayoría de las veces, esas decisiones son tomadas para consolidar intereses particulares

y corporativos; pero los presentan como el interés de todos; un ejemplo de ello es la dolarización

“…si no se dolariza, es la destrucción total del país”; sin lugar a duda que una medida como ésta,

que aparentemente beneficia a todos, termina por favorecer a los grandes deudores del sistema

financiero en moneda local”. Ejemplos como éstos abundan en la historia de nuestros países,

tanto de los llamados desarrollados como de los que estamos en vías de desarrollo.

Estas asimetrías entre las personas se profundizan con el ejercicio de poder, que en el caso de

países como Ecuador, tienen sus orígenes en las relaciones de dominio y explotación heredadas de

la colonia, que se las adoptó y se mantuvo en la vida republicana en el marco de una democracia

restringida al voto9. La democracia representativa no sólo vive cómodamente con esta situación,

sino que la legítima al volverla invisible10.

8 Ortiz Leroux, Sergio. Reseña de “Qué pensar de la democracia. Límites y posibilidades del autogobierno” de

Przeworski, Adam. Andamios. Revista de investigación social, vol 8, num. 16, mayo – agosto, 2011. UNAM. 9 Veáse, Estrategia Nacional para la Igualdad y la Erradicación de la Pobreza ENIEP, págs. 17 en adelante.

Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo; Secretaría Técnica para la Erradicación de la Pobreza, 2014. 10

Santos Boaventura, Democracia al borde del caos: ensayo contra la autoflagelación. Traducción de Jineth Ardila. Bogotá, Siglo del Hombre Editores y Siglo XXI Editores, 2014; pág. 273 y ss

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Las desigualdades sociales tienden a profundizarse cuando el ejercicio de poder está orientado a

asegurar el dominio de los grupos que lo detentan y las decisiones están lejos del pueblo y del

interés colectivo. Dicho de otra manera, las carencias sociales y económicas, que las conocemos

como pobreza, son el resultado de actores políticos dotados de poder de decisión quienes

producen y reproducen las relaciones asimétricas, y con ello, la pobreza en todas sus dimensiones.

El sistema político que reduce la democracia al voto ha sido incapaz de activar los cambios

estructurales indispensables para procesar y resolver las demandas de los sectores excluidos de la

población. Llevándonos al absurdo de hablar de democracia mientras el pueblo se empobrece. La

pobreza rural y campesina se genera principalmente desde los procesos de concentración de la

tierra y de su renta, así como del agua, del ingreso y de las oportunidades de un pequeño grupo de

empresarios terratenientes arrendatarios. La pobreza urbana está ligada a procesos de

urbanización periférica, producto de la migración campo-ciudad de quienes tienen un precario

acceso al suelo, la vivienda y los servicios y están excluidos de las oportunidades: bajos salarios,

informalidad y subempleo. Todos los problemas que se pueden resolver por actores políticos a los

que el pueblo, a través de su voto, ha otorgado el poder de decisión; pero que éstos no lo han

hecho.

Se trata, entonces, de recuperar el Estado para la ciudadanía y no para quienes detentan el poder,

los esfuerzos del Estado deben estar orientados a redistribuir la riqueza y contribuir al desarrollo

de capacidades y oportunidades de las personas y los colectivos. Es decir, ampliar la democracia a

una efectiva participación de la ciudadanía en un proceso transformador de la sociedad,

eliminando los factores estructurales de exclusión económica, social y territorial mediante la

construcción del poder popular y el cambio en las relaciones de poder, en el que las demandas de

los más necesitados sean la prioridad de la política pública11.

La emancipación social supone, entre algunas cuestiones, una base popular dotada de capacidades

para hablar por ella misma y participar en la creación del futuro mediante propuestas, para

enfrentar sus opresivas condiciones de vida. Asimismo, supone que el pueblo sea escuchado e

influya en el proceso de toma de decisiones, la construcción de la política pública y el control de su

implementación, así como también que asuma responsabilidades. De esta forma se construirá una

democracia sin exclusión social, capaz de promover la igualdad y la cohesión social12.

La democracia es todo proceso de transformación de relaciones de poder desigual en relaciones

de autoridad compartida. Allí donde hay lucha contra el poder desigual, hay un proceso de

11

SETEP (Secretaría Técnica para la Erradicación de la Pobreza) (2014) Estrategia Nacional para la Igualdad y la Erradicación de la Pobreza 2014. Quito: SETEP 12

SETEP (Secretaría Técnica para la Erradicación de la Pobreza) (2014) Estrategia Nacional para la Igualdad y la Erradicación de la Pobreza 2014. Quito: SETEP

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democratización13. Sólo las luchas sociales y las prácticas ciudadanas emancipadoras ampliarán el

concepto de democracia.

3.2. El poder popular o ciudadano y la reinvención de la democracia

Retomar el ideal en el que la voluntad popular sea la que trace el camino a seguir supone que el

poder constituyente sea una forma permanente de ejercicio de gobierno, de esta manera, las

organizaciones, movimientos sociales, académicos, campesinos y todos aquellos que desean

aportar con sus opiniones y propuestas participen activamente en la consolidación del Ecuador del

Buen Vivir.

Este ejercicio de permanente diálogo con el pueblo, amplía la democracia y permite que los

mandatarios gobiernen en función de la voluntad del pueblo. Así la agenda de amplios sectores de

la sociedad orienta el curso de la gestión de la política pública, ejemplos de ello podemos

encontrar cuando: el gobierno coloca al ser humano por encima del capital; la creación del banco

de los afiliados; el aprovechamiento del ahorro interno para impulsar proyectos estratégicos como

los hidroeléctricos; el cambio de uso de combustibles fósiles por energía renovable; el

aseguramiento universal; la incorporación de la participación ciudadana en los asuntos de interés

público; que el Estado sea garante de Derechos; estas son, entre otras, algunas de las ideas y

directrices que emergieron de la sociedad civil organizada, y que sirvieron de insumo para

construir otro Ecuador, el Ecuador del Buen Vivir.

Todas estas iniciativas que surgieron de la sociedad civil organizada, no surgieron de la nada o de

la cabeza de un iluminado, son el resultado de un proceso de reflexión colectiva sobre las

condiciones de exclusión, olvido y sobre explotación de las personas y de la naturaleza, a las que

había conducido la aplicación del modelo de mercado y el debilitamiento del Estado. Claro está

que estas iniciativas nacidas del seno de la sociedad no fueron acogidas por los gobiernos de

turno; por el contrario fueron reprimidas, hasta que producto de las luchas, la relación de poder se

modificó y el pueblo eligió a un gobierno que represente la voluntad popular.

De esta forma, imaginar que otro Ecuador era posible, y luchar por su construcción, demandó de

organizaciones con capacidad de articulación entre los líderes y las comunidades o sectores en los

que incide; tener colectivos con estructuras flexibles e inclusivas que orientan su accionar por

problemas y territorios; con prácticas democráticas que permitan escuchar las opiniones de todos

y de todas, que se despliegan sobre la base de liderazgos colectivos.

La construcción de otro Ecuador, no sólo pasa por tener organizaciones fuertes y consolidadas,

sino también amerita la creación de espacios para que las bases hablen y expresen lo que sienten

y demanden; recojan los sueños y visiones, que son los insumos para la generación de un

pensamiento crítico; el cuál se desarrolla con una formación continua que permita estar

13

Santos Boaventura, Democracia al borde del caos: ensayo contra la autoflagelación. Traducción de Jineth Ardila. Bogotá, Siglo del Hombre Editores y Siglo XXI Editores, 2014; pág. 273

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informados, capacitados y no ser vulnerables al engaño de falsas narrativas de cambio. A su vez las

personas que han sido formadas tienen que replicar y educar a sus bases, éstas no pueden quedar

sueltas. En definitiva, se requiere de escuelas de formación continua que permita ir forjando un

pensamiento crítico que de voz propia a las organizaciones de la sociedad civil.

Todo el pensamiento crítico que condensa la discusión, reflexión y planteamientos, de diversas

voces y múltiples actores; debe ser plasmado en un proyecto político que permita hacer una

ruptura cultural con el modelo dominante; posibilitando con ello, la emergencia de nuevos actores

y sus propuestas, al escenario de la política.

Por lo que amerita identificar y seleccionar las personas que representen e impulsen el proyecto

político de todos. Quienes hacen de voceros de estas iniciativas salidas del pueblo mismo, son

estas personas las que esparcen estos planteamientos y permiten ir tejiendo redes, adhesiones,

simpatizantes e incorporar a otros sectores sociales.

Es decir, la voluntad popular se la construye en el diálogo, debate, el intercambio de opiniones y

de acuerdos, donde unos tienen que ceder sus intereses en pro del beneficio de la mayoría. Por

tanto, depende de la capacidad de un pueblo de asumirse como entes políticos, es decir recuperar

la política para el pueblo.

Como se puede advertir, la construcción del poder popular tiene que ver con el conjunto de

iniciativas de la sociedad civil organizada o no, y que hacen referencia a: la capacidad de

organización; movilización, generación de propuestas, construcción de un pensamiento crítico;

articulación de colectivos en redes; estructuración de un proyecto político; selección de voceros,

elección de sus representantes a través del voto; como también la participación en las instancias

ciudadanas.

Desde esta perspectiva, el poder popular se caracteriza por tener diferentes dimensiones; unas

que acontecen en lo que se denomina la democracia representativa, y que tiene que ver con elegir

a personas que representen los intereses de las grandes mayorías; construir partidos más

democráticos, en los que las bases o militantes interpelen a sus autoridades, en procura de

encausar la gestión en función de los intereses y ejes programáticos del partido. Participar en las

diferentes comisiones que establece la Función Ejecutiva, Legislativa, Judicial, Transparencia, a los

militantes de estructuras partidarias.

Hay otras dimensiones de lo que se ha concebido como poder popular, y que ocurren dentro del

campo de la democracia participativa, que son aquellos espacios reconocidos por la ley que

permiten que la ciudadanía incida en los asuntos de interés público14. Estas dimensiones se

14 Ejemplos de estos espacios son los comités de usuarios (salud, seguridad, educación etc) que

aportan mejorar los servicios públicos a nivel local y sirven para empoderar a la ciudadanía y

vincularla en temas más políticos y de carácter nacional, impulsando así la construcción de

organización social y su involucramiento en los espacios de decisión.

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entrecruzan y se complementan. Así mientras una organización puede proponer una reforma

política vía legislativa, también puede usar la movilización para presionar que su reforma sea

tomada en cuenta, e incluso puede participar con un candidato que vele por sus intereses en las

elecciones.

Fuera de estos ámbitos reconocidos oficialmente, la ciudadanía despliega otro tipo de repertorios

unos más clásicos como la movilización social, la protesta callejera, el paro, el cierre o bloqueo de

carreteras; y otros repertorios que se despliegan a través de las nuevas tecnologías de la

información, con las que posicionan temas, crean tendencias y provocan la acción ciudadana

“espontánea”. Estos tipos de repertorio, permiten que la sociedad civil organizada o no, se

visibilice, exprese su malestar frente a la gestión o ciertas políticas; como también posibilita que

amplifique y posicione las tesis o propuestas sobre ciertos temas.

En síntesis, el poder popular es la capacidad que tiene un pueblo para incidir en los asuntos de

interés público sea mediante los espacios oficiales como el sufragio universal, las instancias y

mecanismos de participación ciudadana; como también a través de repertorios como la

movilización social, la protesta callejera o las redes sociales.

La construcción del poder popular está íntimamente vinculado con el proceso de ampliar la

democracia, para garantizar legitimidad, cohesión social y gobernabilidad; como señala el

vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera: “Hemos criticado la democracia fósil del norte:

eligen una vez cada cinco años y luego un puñado de 20 personas deciden el destino de millones de

personas. Eso no queremos, ni lo vamos a hacer, ni lo vamos a repetir. La democracia real,

profunda, radical latinoamericana es profunda participación de la sociedad en el parlamento, en

los ministerios; pero también profunda movilización y participación de la sociedad en las calles

para defender, para profundizar su proceso revolucionario”15

.

La construcción del poder popular coadyuva a la construcción de una sociedad y un Estado más

democrático; donde el protagonismo del pueblo en la toma de decisiones no sea la excepción sino

la forma de hacer política. Es estar en igualdad de condiciones mandantes y mandados. Es

construir espacios de diálogo y consulta directa entre autoridades y ciudadanía. Es recuperar el

ideal de autogobierno para construir el Buen Vivir para todos y todas.

3.3. De los repertorios clásicos a la ciudadanía virtual

Como se ha reflexionado a lo largo del módulo, el poder popular se lo construye a través de la

combinación de varios elementos como la organización, la capacidad de movilización y de

propuesta, el trabajo conjunto de la ciudadanía, su incidencia en la política pública a través de las

15

García, A. (2015) El proceso boliviano en clave regional. Segundo Encuentro Latinoamericano Progresista. Quito. Ecuador.

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instancias de participación; la elección de gobernantes que representen el sentir de las mayorías;

el generar tendencia en redes sociales que incidan en la opinión y la acción colectiva.

Hoy en día, hay cada vez más la sentida necesidad de trabajar con las nuevas tecnologías de la

comunicación como el internet y el acceso a redes sociales, precisamente porque éstas abren el

abanico de posibilidades de comunicación y articulación entre las personas, más aún cuando en la

sociedad de la información en la que vivimos, la política atraviesa por el espacio mediático, y éste

está controlado por las empresas y por los gobiernos, por lo que las propuestas alternativas y los

actores que las soportan tienen que ocupar otro tipo de escenario mediático. Un ejemplo de ello

es el movimiento indignados en España que en el 2011 utilizó las redes sociales para auto-

convocarse, logrando crear un movimiento potente que dio vida al partido político de izquierda

llamado “Podemos”, mismo que en el 2014 se presentó a elecciones del parlamento europeo y

obtuvo cinco eurodiputados. Por lo expuesto, es preciso hacer un breve análisis de cómo hoy en

día se construye el poder en la sociedad de la información.

El poder entendido como la capacidad de influir en la voluntad del otro (hoy en día) pasa por

influir en la opinión de las personas; para ello los medios masivos de información como la

televisión y los diarios son el canal adecuado. La comunicación de masas ofrece el apoyo para la

producción social, en este sentido los medios masivos de comunicación son decisivos en la

formación de la opinión pública que condiciona la decisión política. Así, la política es básicamente

mediática o dicho de otra forma, el escenario privilegiado por la política es el escenario mediático,

lo cual convierte a los medios en el espacio en el que se decide el poder16.

Ahora bien, como se ha mencionado los medios masivos están controlados por empresas o por

gobiernos, por lo que las ideas y propuestas alternativas que emergen desde los movimientos

sociales y de ciertos actores políticos que las impulsan, difícilmente tienen cabida en los medios

masivos; mas allá de la pluralidad o no que caracterice a esos medios. Curiosamente en estos

contextos han emergido movimientos sociales, que aparecen en diferentes formas y con sistemas

marcadamente contrastados de valores y creencias, aunque opuestos a lo que a menudo definen

como capitalismo global. Los movimientos sociales de la era de la información utilizan

ampliamente los medios de comunicación individual como el internet y la web 2.0, además de su

presencia en un territorio específico donde actúan con otros actores.

Los movimientos sociales constituyen un rasgo permanente de la sociedad, adoptan valores y

asumen formas organizativas que son específicas al tipo de sociedad en el que se desarrollan. Los

movimientos, hoy en día, actúan en la estructura de esta red global y participan en la batalla por la

opinión interviniendo en el proceso de comunicación global. Piensan de forma local, arraigados en

su sociedad, y actúan de forma global, haciendo frente al poder donde estén quienes lo ostentan,

en las redes mundiales de poder y en la esfera de la comunicación. El internet es el medio para

16

Véase Manuel Castells. Comunicación, poder y contrapoder en la sociedad en red. Los medios y la política. TELOS: Cuadernos de comunicación e innovación. N° 75, 2008

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que los movimientos sociales y los individuos rebeldes construyan su autonomía y hagan frente a

las instituciones de la sociedad17.

Como se puede advertir, hoy en día, la construcción del poder popular tiene que ver no sólo con

los repertorios tradicionales: la huelga, el paro, la movilización social, la participación en las

instancias de participación; sino también la capacidad de incidir en la opinión pública a través de

las plataformas virtuales, provocando respuestas concretas que se expresan globalmente. El uso

del internet, la web 2.0, los teléfonos inteligentes, han contribuido para que aparezcan en el

escenario de la política ideas y propuestas innovadoras que son impulsadas desde colectivos y

movimientos sociales.

3.4 Participación ciudadana un antídoto contra el clientelismo

Desde la construcción del Ecuador como República la cultura política tuvo un carácter rentista,

esto significa que las decisiones políticas y el rumbo del país dependían de las rentas o ingresos; en

tiempos de bonanza económica por el auge de las materias primas el Estado cumplía con parte de

su responsabilidad social, ya que esto no afectaba los privilegios de las clases económicamente

poderosas. Pero cuando la crisis económica afectaba el precio de las materias primas y por tanto

así los ingresos del Estado disminuían; los efectos de la crisis se direccionaban a los sectores más

pobres, ya que se reducía la inversión social, a fin de posicionar medidas proteccionistas que

beneficiaban a los grupos de poder económicos y políticos. Es así que la crisis económica venía

acompañada de crisis social, ya que los sectores populares desamparados por el Estado

demandaban más atención y se enfrentaban al poder. Un ejemplo de este escenario es lo

acontecido en 1922; donde los artesanos y trabajadores guayaquileños fueron los protagonistas

de la huelga general que culminó con la masacre de los huelguistas por parte de las fuerzas

militares del gobierno de aquella época.

Esta forma rentista de gobernar generó relaciones clientelares entre el Estado y la sociedad civil,

acostumbrando a la población al intercambio de obras por votos. El clientelismo se mantiene

sobre la base del desequilibrio entre personas que detentan el poder y personas desprovistas del

mismo, de manera que los políticos tradicionales entregan de manera paternalista las obra,

siempre y cuando reciban confianza y apoyo político de los beneficiarios de sus “favores”18.

Asumir al ciudadano como mero cliente del Estado anula la capacidad de la ciudadanía de ser

parte de los espacios de toma de decisiones, a la vez que consolida la idea de que es obligación del

Estado actuar en beneficio de todos pero sin hacer nada para que esto suceda. En esta forma de

gobierno no existe la rendición de cuentas, ni control social, por lo que promueve la corrupción y

la impunidad de los malos gobernantes. Por el contrario asumir la ciudadanía como el ejerció del

derecho a la participación, al involucramiento en los asuntos público, y el ser conscientes de que

17

Véase Manuel Castells. Comunicación, poder y contrapoder en la sociedad en red (II). Los nuevos espacios de la comunicación. http://www.manuelcastells.info/en/articles?field_year_value=&tid=All&page=1 18

PASES 2012

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el Estado lo hacemos todos, consolida el poder popular y construye sociedades más justas y

equitativas.

El clientelismo es una característica de la democracia limitada a la representatividad, por lo que la

forma de combatirlo es a través de profundizar los procesos participativos, empoderando a la

ciudadanía para que incida en los asuntos de interés público y asuma su corresponsabilidad en la

gestión del Estado.

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SENPLADES (2015). ¿Cómo se construyen el Estado democrático y el poder popular? / Módulo 4

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