Medicina Americana

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La medicina aborigen americana y la medicina moderna La aportación de la medicina aborigen americana a la medicina moderna es un tema siempre apasionante, no solo por su interés histórico, sino por que es un tema siempre abierto a nuevas perspectivas. Comenzó esta aportación en 1492 y constituyó una verdadera revolución terapéutica en su tiempo, que aun no ha cesado ya que en nuestros días se esta trabajando en Botánica aborigen en diversos centros de la investigación de América y la Botánica americana sigue proporcionando nuevos elementos valiosos a la terapéutica moderna. ¿Cómo era la Medicina aborigen americana a la llegada de los descubridores españoles al Nuevo Mundo?. Acompañando a Cristóbal Colon fueron a América el cirujano maestre Alonso, vecino de Moguer, el doctor Diego Álvarez Chanca, el flebótomo Melchor, el maestre Juan, cirujano y el maestre Diego, boticario. Posteriormente irían el cirujano Berlanga, que introdujo en América la caña de azúcar, base de riqueza para muchos países de aquel continente aun en nuestros días, el cirujano Camacho y los médicos Sepúlveda y Navarro. Entre los primeros mártires hubo dos médicos, junto con el primer contingente de españoles que Colon deja en el Fuerte de la Natividad en las islas recién descubiertas: maestre Alonso y maestre Juan. La ciencia medica fue la primera en pagar con su sangre y su vida la nueva etapa del Descubrimiento. El contacto con la nueva patología americana, desconocida en su mayor parte por los españoles, les hace conocer tempranamente garrapatas y coloradillas, jejenes y morrongóys, moscas y mosquitos de voracidad inusitada, pulgas arenarias y niguas, y les da pestilencias "de las cuales murieron muchos soldados y demás desto todos los demás adolecimos de unas malas llagas en las piernas" según dirá Bernal Díaz del Castillo. Balboa ya había señalado anteriormente que de las entradas o exploraciones por aquellas selvas del Darién regresaban todos plagados de llagas en brazos y piernas. Todos los españoles que desde el primer momento escriben sobre las tierras recién descubiertas de Indias, repiten una y otra vez que los insectos les hacen la vida imposible. Oviedo hace repetidas menciones y descripciones de los nuevos males, en especial de la bubas, que tanta polémica creará hasta nuestros días. Sífilis tropical, treponematosis, no transmitida en forma venérea, pian, frambesia, yaws, leishmaniasis, pinta o mal del pinto o carate, fiebres palúdicas, disenterías a causa de las aguas contaminadas, amebiasis, alimentos descompuestos, escorbuto en las tripulaciones que pasaban meses en el mar sin comer alimentos frescos vegetales, parasitosis de todo tipo, dermatomicosis, filariosis, enfermedad de Chagas, viriasis múltiples, epidemias de modorra... ¿Qué hacer ante esta variada, polimorfa e infinita de nueva patología, muchas veces de insospechado origen? Hernán Cortes dará solución, observando en carta al Rey que "no necesita médicos de España, ya que con los curanderos indios tiene bastante", Cortes comprobó en si mismo la eficacia terapéutica de aquellos hombres que si no tenían hospitales, ni religión cristiana, ni ancestrales avances filosóficos, tenían algo que para él era mucho más sutil como hombre práctico que era: un empirismo tradicional, una experiencia de ensayos milenarios y que les había hecho llegar al conocimiento por medio del acierto y el error, transmitido de generación en generación de los efectos curativos de las plantas. La extensa Botánica del Nuevo Mundo proveían al descubridor de toda clase de nuevos remedios desconocidos para el europeo. Dios daba la llaga, pero también daba la Medicina. Bernal Diaz, Pedro de Alvarado, Hernán cortes, Balboa y miles de descubridores españoles fueron maláricos. Disentería de sangre adolecieron muchos de los que participaron en la batalla de Uspactán en 1529. Bernal nos habla del mucho padecimiento de bubas que sufrieron los soldados de Cortes, Pedrarías Dávila sufrió una úlcera en sus partes pudendas, probablemente leishmaniasis, hasta el fin de sus días. Y así, infinidad de nuevas enfermedades, junto con exacerbación de otros viejos padecimientos, maltrataron a los descubridores. No es de extrañar que desde el primer momento que los españoles pisaron tierra de América se despertase en ellos el interés por las cosas que en ella había y en especial de las plantas. Basta leer a los cronistas de todo tiempo para comprobarlo. Así debemos al propio médico de Colón, Álvarez Chanca, el conocimiento de la patata, cacao, maíz, mandioca, copaiba, guayaco y palo Brasil. El mismo Colón anota que hay miles de árboles nuevos para él. Oviedo dedica buena parte de su obra a la descripción de las plantas y animales de las tierras recién descubiertas y una especial atención a la acción medicinal y alimenticia de las plantas del Nuevo Mundo.

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La medicina aborigen americana y la medicina moderna

La aportación de la medicina aborigen americana a la medicina moderna es un tema siempre apasionante, no

solo por su interés histórico, sino por que es un tema siempre abierto a nuevas perspectivas.

Comenzó esta aportación en 1492 y constituyó una verdadera revolución terapéutica en su tiempo, que aun no ha

cesado ya que en nuestros días se esta trabajando en Botánica aborigen en diversos centros de la investigación de

América y la Botánica americana sigue proporcionando nuevos elementos valiosos a la terapéutica moderna.

¿Cómo era la Medicina aborigen americana a la llegada de los descubridores españoles al Nuevo Mundo?.

Acompañando a Cristóbal Colon fueron a América el cirujano maestre Alonso, vecino de Moguer, el doctor

Diego Álvarez Chanca, el flebótomo Melchor, el maestre Juan, cirujano y el maestre Diego, boticario.

Posteriormente irían el cirujano Berlanga, que introdujo en América la caña de azúcar, base de riqueza para

muchos países de aquel continente aun en nuestros días, el cirujano Camacho y los médicos Sepúlveda y

Navarro.

Entre los primeros mártires hubo dos médicos, junto con el primer contingente de españoles que Colon deja en el

Fuerte de la Natividad en las islas recién descubiertas: maestre Alonso y maestre Juan. La ciencia medica fue la

primera en pagar con su sangre y su vida la nueva etapa del Descubrimiento.

El contacto con la nueva patología americana, desconocida en su mayor parte por los españoles, les hace conocer

tempranamente garrapatas y coloradillas, jejenes y morrongóys, moscas y mosquitos de voracidad inusitada,

pulgas arenarias y niguas, y les da pestilencias "de las cuales murieron muchos soldados y demás desto todos los

demás adolecimos de unas malas llagas en las piernas" según dirá Bernal Díaz del Castillo.

Balboa ya había señalado anteriormente que de las entradas o exploraciones por aquellas selvas del Darién

regresaban todos plagados de llagas en brazos y piernas. Todos los españoles que desde el primer momento

escriben sobre las tierras recién descubiertas de Indias, repiten una y otra vez que los insectos les hacen la vida

imposible. Oviedo hace repetidas menciones y descripciones de los nuevos males, en especial de la bubas, que

tanta polémica creará hasta nuestros días.

Sífilis tropical, treponematosis, no transmitida en forma venérea, pian, frambesia, yaws, leishmaniasis, pinta o

mal del pinto o carate, fiebres palúdicas, disenterías a causa de las aguas contaminadas, amebiasis, alimentos

descompuestos, escorbuto en las tripulaciones que pasaban meses en el mar sin comer alimentos frescos

vegetales, parasitosis de todo tipo, dermatomicosis, filariosis, enfermedad de Chagas, viriasis múltiples,

epidemias de modorra...

¿Qué hacer ante esta variada, polimorfa e infinita de nueva patología, muchas veces de insospechado origen?

Hernán Cortes dará solución, observando en carta al Rey que "no necesita médicos de España, ya que con los

curanderos indios tiene bastante", Cortes comprobó en si mismo la eficacia terapéutica de aquellos hombres que

si no tenían hospitales, ni religión cristiana, ni ancestrales avances filosóficos, tenían algo que para él era mucho

más sutil como hombre práctico que era: un empirismo tradicional, una experiencia de ensayos milenarios y que

les había hecho llegar al conocimiento por medio del acierto y el error, transmitido de generación en generación

de los efectos curativos de las plantas. La extensa Botánica del Nuevo Mundo proveían al descubridor de toda

clase de nuevos remedios desconocidos para el europeo. Dios daba la llaga, pero también daba la Medicina.

Bernal Diaz, Pedro de Alvarado, Hernán cortes, Balboa y miles de descubridores españoles fueron maláricos.

Disentería de sangre adolecieron muchos de los que participaron en la batalla de Uspactán en 1529.

Bernal nos habla del mucho padecimiento de bubas que sufrieron los soldados de Cortes, Pedrarías Dávila sufrió

una úlcera en sus partes pudendas, probablemente leishmaniasis, hasta el fin de sus días. Y así, infinidad de

nuevas enfermedades, junto con exacerbación de otros viejos padecimientos, maltrataron a los descubridores.

No es de extrañar que desde el primer momento que los españoles pisaron tierra de América se despertase en

ellos el interés por las cosas que en ella había y en especial de las plantas. Basta leer a los cronistas de todo

tiempo para comprobarlo. Así debemos al propio médico de Colón, Álvarez Chanca, el conocimiento de la

patata, cacao, maíz, mandioca, copaiba, guayaco y palo Brasil. El mismo Colón anota que hay miles de árboles

nuevos para él. Oviedo dedica buena parte de su obra a la descripción de las plantas y animales de las tierras

recién descubiertas y una especial atención a la acción medicinal y alimenticia de las plantas del Nuevo Mundo.

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Le seguirán con más preparación científica, aunque no con mayor capacidad de observación, el P. José de

Acosta, quien ya menciona la patata como alimento y numerosas plantas medicinales como la zarzaparrilla, la

raíz de mechoacan y otras muchas.

Agustín de Zárate en su Historia del Descubrimiento y conquista del Perú (1555) habla también de la patata.

¿Cómo era la medicina aborigen en América a la llegada de los descubridores españoles? Dependía del grupo

cultural y había muchísimos y muy variados. Mientras la mayoría basaba la terapéutica en la magia y en el

empirismo, otros grupos habían evolucionado hacia estados mas avanzados y así aztecas, mayas e incas habían

logrado un notable desarrollo tanto en la terapéutica medicinal como en la quirúrgica. Se daba, sin embargo el

contrasentido de que su desarrollo no había podido prescindir del sacrificio humano ni del canibalismo por muy

ritual que fuese.

El chamanismo era una institución generalizada como lo es aún en los grupos que, como fósiles vivientes,

conservan sus antiguas tradiciones y culturas lo es aún en Oceanía y África. Pero en las altas culturas americanas

había evolucionado hacia una medicina sacerdotal, como ya había ocurrido en el antiguo Egipto, Siria y

Babilonia por ejemplo.

En Méjico, capital del Anahuac, el emperador disponía cerca de sus templos de grandes jardines botánicos donde

se aclimataban, a la par que plantas ornamentales de todo el imperio, otras medicinales de todos los territorios

bajo su mando. En los tianquez o mercados aztecas, que eran verdaderas instituciones, los herbolarios vendían

toda clase de plantas medicinales. Los Tlama-tepati-ticitl eran los medicos generales que curaban con plantas,

baños, dietas, laxantes o purgantes. El Texoxo-Tlacicitl era el que se dedicaba a la cirugía. Los que practicaban

flebotomías y sangraban eran los Tzoc-tzoani. Las parteras eran las Tlamatkiti-tzitl. Los yerberos eran los

Papiani-Panamacani. Los especialistas en las enfermedades de los ojos tlancotinalitztli y los arregla huesos eran

los teomiquetzani.

Practicaban la adivinación para llegar al diagnostico y la purificación para desagraviar al dios ofendido. Extraían

la causa del mal por medio de la succión, como hacían todavía muchas tribus primitivas. La fisioterapia estuvo

muy extendida entre los aztecas y así conocieron y usaron el baño de vapor o temazcalli, el masaje, la dieta y el

ayuno como técnicas curativas.

La cultura médica de los mayas fue en conjunto muy similar a la azteca. El ahmen es el que sabe y era capaz de

curar por diversos procedimientos, seguían a la previa ceremonia de adivinación o diagnostico.

Entre los incas, al llegar los primeros españoles, la medicina era como entre aztecas y mayas, una mezcla de

religión, magia y empirismo. El amauta es el medico-sacerdote de la nobleza incaica, casta sacerdotal dedicada

al arte de curar, con sus propias escuelas donde eran entrenados los mas selectos de sus descendientes. Llegaron

a tener conocimientos muy por encima de su tiempo en Neurocirugía, cirugía craneal principalmente,

practicando con profusión la trepanación craneal (a veces parece haber existido una verdadera locura de

trepanar) logrando un elevado índice de supervivencias, incluso en casos muy delicados de traumas craneales tan

frecuentes a causa de sus armas y forma de luchar. Sus mazas golpeaban espacialmente la cabeza, de manera que

la fractura con hundimiento fue su principal lesión craneal en la que adquirieron gran practica quirúrgica los

cirujanos militares.

Los hampi-camayoc, por su parte, eran los guardadores de medicinas. Otros eran los comasca o sancoyoc, que en

un plano inferior equivalían al curandero, hechicero, envenenador y médico del pueblo llano. Utilizaban la

adivinación diagnóstica lanzando las hojas de coca y la succión como terapéutica unida al uso de hierbas de

acción medicinal.

Los collahuaya eran otros buenos hierberos, buenos botánicos y el ichuri era el chaman adivino.

Todos los cronistas de Indias refieren extensos capítulos al arte de curar entre los pueblos amerindios.

Los españoles no dejaron de aprovechar los nuevos descubrimientos en materia médica, y los nuevos remedios

fueron pasando en una u otra forma al viejo mundo.

En esta acción destacan los médicos Nicolás Monardes, que vivió en Sevilla donde ejerció su profesión y recibía

de América las plantas y substancias medicinales que utilizaba en sus propios pacientes, observando sus buenos

efectos curativos y el doctor Francisco Hernández, protomédico de Felipe II, quien realizó en 1570 su viaje a

Nueva España para estudiar la Historia Natural por orden del monarca. Allí conoció e hizo amistad con

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numerosos médicos aborígenes, utilizando sus conocimientos para escribir su voluminosa obra, gran parte de la

cual estaba dedicada al estudio de los remedios vegetales. Posteriormente, las numerosas expediciones como la

de Mutis, que estudió las plantas del Nuevo Reino de Granada, que abrió el camino para el conocimiento de

innumerables plantas medicinales de América que luego penetraron en Europa. Su Flora de Bogotá y Nueva

Granada es algo verdaderamente notable, como lo son los miles de dibujos del natural que aún se conservan en

sus maravillosos colores, por fortuna bien guardados en un armario de acero, contra todo riesgo de incendio o

inundación en los sótanos del Instituto Botánico Cavanilles del Jardín Botánico de Madrid, donde he podido

verlos y estudiarlos.

Ruiz y Pavón estudiaron la Flora de Perú y Chile, resultado de lo cual es su obra Flora peruviana et chilensis.

Ellos fueron quienes extendieron el uso de la Ratania y la Calaguala y el conocimiento de las quinas del Perú.

Mociño, Sessé y Castillo harán otro trabajo de investigación botánica en América, resultado del cual será su obra

PlantaeNovaeHispaniae.

¿Qué influencia ejercieron las nuevas substancias en España y posteriormente en Europa, en la dieta y en la

terapéutica?

Bastaría que citásemos la quina, la zarzaparrilla, la ipecacuana, el palo santo o guayaco, el curare, la coca, la

cáscara sagrada, jalapa, el Bálsamo del Perú, el Podófilo, la ratania, la angostura, la escobilla, la cuasia, la

kamala, la copaiba, el paico, el jaborandi y la guaraná y la raíz de polígala entre miles de plantas americanas de

acción medicinal. Y la yuca, el maíz, la patata, el cacao entre las alimenticias para comprender que podemos

hablar de una verdadera revolución terapéutica y alimentaria, sin mencionar las especias, como la

canela(Cinamomunceylanicum), vainilla (Vanillaplanifolia), nuez moscada (Myristicafragans),

pimienta(Pipernigrum), clavo(Eugenia aromática).

O las plantas de uso industrial como las tintóreas: añil (Indigoferatinctorea), palo Brasil (Caesalpinabrasiliensis),

alheña (Lawsoniainermis), achiote (Bixaorellana), jagua (Genipa americana), cúrcuma (Cúrcuma longa), glasto

(Isatis tinctorea), Reseda silvestre (Reseda lutea), y otras maderables o productoras de substancias tan difundidas

como el caucho (Hevea brasiliensis), el marfil vegetal o cabeza de negrito (Phytelephasseemanii), la caoba, el

guayacán, los cedros amargos, los bongos, los tangarés, etc.

La quina (Cinchonaspp) fue una verdadera panacea. Decía Ramazzini que "la quina fue a la medicina lo que la

pólvora al arte de la guerra". Una verdadera revolución.

Y el maíz y la yuca (Zea mays y Manihot utilísima o mandioca para millones de seres humanos en el continente

africano) que son originarias de América, hoy son base alimenticia, especialmente la yuca.

En cuanto a la patata (Solanumtuberosum) siendo oriunda de América hoy es base alimenticia de muchos

pueblos de Europa. Venció el hambre en Inglaterra y países como Rusia, Polonia, Alemania y todos los países de

Europa no se conciben hoy sin patatas. Por ello podemos decir, que como muchas de las plantas medicinales, las

alimenticias han ejercido una influencia decisiva y la seguirán ejerciendo sobre la salud y la dieta de los pueblos

europeos.

La quina tiene una larga historia que no vamos a exponer aquí, pero ha dado lugar a muchos libros escritos sobre

sus propiedades y ha curado a millones de personas, especialmente sus derivados, utilizados aún hoy día para

curar la malaria.

El Curare (Strichnostoxifera) también utilizado ampliamente en cirugía moderna, como anestésico de base,

mediante sus derivados.

La Cáscara sagrada o jalapa (Convolvulus jalapa) purgante que se encuentra hace muchos años en la Farmacopea

de toda Europa. La raíz de Michoacán o el ruibarbo de Indias que tanto alababa Monardes.

La ipecacuana (Psychotria emética) excelente amebicida y emético, del que se obtiene la emetina, insustituible

amebicida.

El guayacán (Guayacumofficinale) muy utilizado como sudorífico, diurético y antisifilítico en tiempos pasados.

Se le llamó también palo santo o palo de bubas porque los indios lo usaban para curar esta enfermedad.

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La zarzaparrilla(smilaxsp) se usó y aún se utilizaba como diaforético, antigotoso, tónico gástrico, depurativo,

diurético y aún antisifilítico. Hoy ha caído en desuso, pero durante varios siglos ha sido medicina de uso diario.

Mutis preparaba con ella su famosa cerveza policresta combinada con la quina anaranjada.

El Bálsamo del Perú (Myroxylonperuiferum) aunque nunca lo hubo en el Perú, sino en Méjico, América Central

y Colombia, fue muy usado por los indios (su savia negruzca) para la curación de las heridas. Luego se difundió

por Europa para curar enfermedades de la piel, entre ellas la sarna y para la elaboración de pomadas. A este árbol

se le llamó en Méjico huitziloxitl.

El Bálsamo de Tolú (Myroxylombalsamum o Toluiferumbalsamum). Se utilizó su resina como la del Bálsamo

del Perú para curar las heridas. Monardes lo alabó en gran medida entre las plantas recibidas por él.

El Podófilo (Podophyllumpeltatum), purgante, colagogo, usado en trastornos hepáticos. En tintura concentrada

es excelente y aún se usa para extirpar las verrugas especialmente el herpes progenital.

El Paico(Chenopodiumantihelminticum) excelente vermífugo ampliamente utilizado, primero por los indios y

luego en toda Europa.

La Ratania o estancadera (Ratania trinada) usada por los indios tupí como antihemorrágico fue introducido por

Hipólito Ruiz en España. La había encontrado en el Perú. Hizo extractos que proporcionó al famoso médico Ruiz

de Luzuriaga quien trató a varios pacientes con excelentes resultados, presentando luego un trabajo sobre el tema

a la Real Academia de Medicina.

La Cuasa (Cuasia amara L.) traída a Europa desde Surinam pasando del Caribe a las Farmacopeas europeas

como febrífugo, aperitivo y alexitérico, diurético y tónico estomacal, así como vermífugo en enemas.

La Angostura (Cuspariatrifoliata) estudida por Mutis, se difundió por Europa como febrífugo, antipalúdico y

tónico digestivo.

La Escobilla (Scopariadulcis) que cito aquí por ser la preferida de Mutis quien la usaba como tónico y febrífugo,

asegurando que había reducido toda su farmacopea personal a esta sola planta.

La Kamala (mallotusphilippinensis) una Euforbiáceas de gran poder tenífugo y vermífugo, así como excelente en

muchas dermatitis fue utilizada en Filipinas trayéndola a Europa donde fue también muy usada como tenífugo.

El Jaborandi (Pilocarpusgondotianus) conocido por los indios tupí-guaraní como emenagogo, abortivo,

antirreumático, antianémico, anticatarral, también fue muy utilizado en Europa como sialorreico, sudorífico,

gracias a sus alcaloides, isopilocarpina, pilocarpina, y pilosina, excitantes del Sistema Nervioso Central, muy

utilizado en oftalmología.

La lista sería in terminable y aún más... ya que existen en América todavía miles de especies y géneros de plantas

cuyos efectos terapéuticos aún no se han difundido.

Personalmente he tenido la suerte de conocer y utilizar numerosas plantas de Centro y Sudamérica en diversos

procesos patológicos. Pondré un ejemplo de los más llamativos para terminar: la jagua(Genipa americana). He

podido experimentar en repetidas ocasiones sus efectos antimicóticos, fungicidas, extraordinarios en las

dermatomicosis, pie de atleta y afecciones dermatológicas pruriginosas. Fue desde los primeros tiempos del

Descubrimiento muy alabada por Gonzalo Fernández de Oviedo, nuestro primer cronista de Indias y tenía mucha

razón para hacerlo.

En el instituto de Investigaciones Amazónicas de Manaos, en Brasil, así como en otros muchos centros de

investigación se están llevando a cabo una serie de estudios sobre las plantas utilizadas por los indios actuales

como remedios para sus enfermedades, para comprobar en ella la existencia de posibles substancias terapéuticas

nuevas. Algunas de ellas podrían revolucionar la terapéutica actual.

Los indios conocen muchos de sus efectos terapéuticos aunque las utilicen por sus aspectos mágicos. El amplio

campo de los líquenes, de los hongos, de los cactus, aún casi virgen, está aún por estudiar. Creemos que en este

terreno existe aún un gran futuro para la medicina y la terapéutica de las enfermedades que no debemos olvidar.

LA MEDICINA AMERICANA

Page 5: Medicina Americana

Acabo de regresar del congreso de la Academia Americana de Dermatología que se ha celebrado en New

Orleans. En un post posterior os contaré las novedades que he encontrado en dicho congreso. He aprovechado

que estaba en EEUU para visitar algún amigo dermatólogo en Minneapolis y en la Clínica Mayo de Rochester,

Minnesota.

Cuando uno viaja y vive fuera de España es cuando descubre su propio país. Las particularidades tanto positivas

como negativas. También uno se da cuenta que los españoles nos parecemos más de lo que algunos desearían.

¿El nivel de la medicina española es comparable a la americana? Es difícil de contestar. Desde luego los

americanos desearían tener las coberturas sanitarias y la calidad de la sanidad pública española. También

desearían que los seguros médicos privados fueran tan baratos como aquí. Y desde luego a los americanos les

gustaría una medicina no “defensiva” como se realiza en EEUU, donde en ocasiones para prevenir denuncias no

se realizar determinadas técnicas o tratamientos, o se realizan de forma innecesaria.

¿Entonces qué hace que cuando una persona con posibilidades económicas de cualquier país acuda a EEUU

cuando tiene una enfermedad grave? En mi opinión existen 3 razones: la investigación, la organización y el

respeto al paciente.

La mayor parte de los avances científicos diagnósticos o terapéuticos se originan en EEUU. La investigación de

hoy es la medicina del futuro y eso los americanos lo saben muy bien. Y cualquier médico en EEUU tiene,

además de su parte asistencial, una línea de investigación que hace que su profesión sea más completa. Otro

ejemplo es el valor que dan a las bibliotecas en los hospitales americanos, donde tanto sus instalaciones como su

contenido asombran a cualquier médico.

En relación a la organización, la medicina americana es insuperable. Todo acto médico está debidamente

protocolizado para minimizar los errores y para hacer sentir al paciente más cómodo desde que llega a la

clínica, hasta que se va.

Y por último el respeto al paciente. Respeto en cuanto a puntualidad, información, tiempo dedicado a cada

paciente, especialización en los tratamientos, y rigor científico a la hora de aplicarlos.

Siempre que regreso cada año de la Academia Americana lo hago con muchas ganas de mejorar nuestra unidad y

nuestra práctica diaria y de incorporar nuevas ideas y avances científicos. Y me doy cuenta de que a pesar de las

limitaciones económicas de la medicina en España, el nivel de los médicos españoles es muy alto y la calidad

asistencial es muy elevada, sobre todo en la medicina pública, y cada vez más en la privada. Prueba de ello es el

gran prestigio internacional que tiene la medicina española, con constantes publicaciones en las revistas

científicas más prestigiosas del mundo. Y es nuestra obligación como médicos seguir mejorándola.

El 3 de diciembre se celebra el Día de la Medicina Latinoamericana, coincidiendo con el natalicio del sabio

cubano Carlos Juan Finlay y Barrés, nacido en Camagüey, en 1833, quien descubrió del agente transmisor de la

fiebre amarilla.

El doctor Finlay, el más profundo e intenso investigador de esta enfermedad, concluyó que entre un sujeto

infectado y otro sano, había un agente independiente que la transmitía, y fue capaz de identificar al Aedes

aegypti como el vector biológico.

Finlay aplicó dicha teoría a la solución del misterio acerca de la propagación de la fiebre amarilla, enfermedad

que desde 1762 era endémica en Cuba donde había producido considerable número de víctimas, y descubrió al

mosquito Aedes aegypti como el único agente capaz de transmitirla. Durante sus investigaciones creó el método

experimental de producir formas atenuadas del mal en los seres humanos, lo que además de permitirle

comprobar la veracidad de sus concepciones y descubrimientos, le posibilitó el estudio de los mecanismos

inmunológicos de las enfermedades infectocontagiosas. Por otro lado formuló las reglas básicas para erradicar al

mosquito, que todavía se aplican como medida preventiva, con lo que dio inicio al procedimiento sanitario social

conocido como lucha antivectorial.

Por sus grandes contribuciones para librar al hombre de los terribles estragos de la fiebre amarilla y erradicar

otras enfermedades, se le considera al doctor Carlos J. FinlayBarrés un benefactor de la humanidad y el más

grande científico cubano de todos los tiempos.

En el acta de la sesión de la Junta de Gobierno de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La

Habana del 12 de diciembre de 1932, consta la proposición de nombrar una comisión que se encargara de los

preparativos para conmemorar al siguiente año el centenario del natalicio de Finlay.

Page 6: Medicina Americana

Esta iniciativa de celebrar con solemnidad los 100 años del nacimiento del sabio cubano, había sido lanzada

mucho tiempo antes por el doctor Jorge Le Roy Cassá y fue el día de esa reunión que adquirió carácter oficial.

Más aún, en el acta de la referencia se hizo también constar que el entonces joven médico argentino Horacio

Abascal Vera, preocupado porque una vez que transcurriera la fecha del 3 de diciembre de 1933 desaparecería de

la escena una efemérides tan gloriosa, sugirió como forma de perpetuarla la realización de las gestiones

pertinentes para constituirla como “Día de la Medicina Americana”, de manera que todos los países dieran

cuenta esa fecha de sus progresos, tanto en el área médica en particular, como en los aspectos económicos y

culturales en general, en los cuales la obra de Finlay había ejercido una influencia favorable.

La sugerencia del Dr. Abascal prosperó meses después, en ocasión de la celebración en Dallas, Texas, Estados

Unidos de América, del IV Congreso de la Asociación Médica Panamericana, entre el 21 y el 25 de marzo de

1933. La conclusión del trabajo que presentó como ponencia a ese evento bajo el título de “Finlay,

panamericanismo y día de la medicina americana”, proponía justamente la conmemoración solemne, el 3 de

diciembre de ese mismo año, del centenario del natalicio del científico cubano y la instauración de la fecha como

el “Día de la Medicina Americana” con carácter permanente. La proposición tuvo una acogida muy favorable

de parte de los representantes de los países allí reunidos, quienes la aprobaron por unanimidad.

Así, desde del 3 de diciembre de 1933 y por la iniciativa del Dr. Abascal, médico argentino se celebra

anualmente cada nuevo aniversario del nacimiento de Carlos J. Finlay.

Durante cerca de 30 años, la trascendental efemérides se conmemoró como el “Día de la Medicina Americana”,

según se había acordado en el referido Congreso de la Asociación Médica Panamericana. Sin embargo, con

posterioridad al triunfo de la Revolución cubana, se consideró que el 3 de diciembre de cada año debían ser

objeto de homenaje todos los trabajadores que de cualquier forma dedican su esfuerzo a las disímiles labores que

tienen que ver con el fomento, la preservación y el restablecimiento de la salud dentro o fuera del país.

Esta es la razón por la que se celebra desde entonces en esa fecha el “Día de la Medicina Latinoamericana y del

Trabajador de la Salud.

Medicina Americana Nativa La práctica americana nativa de la medicina fue dada abajo de las generaciones por una tradición oral, que hace

difícil de documentar sus orígenes. Como otras prácticas tradicionales de la medicina, la medicina americana

nativa se centra en curativo en su totalidad, implicando el uno mismo físico, el alcohol interno, la forma de vida

y el ambiente. La filosofía de la medicina americana nativa se arraiga profundamente en tender un puente sobre

la relación entre los seres humanos y el mundo natural que los rodea. Algunas semejanzas se pueden considerar

entre las prácticas de la medicina de las varias tribus americanas nativas. Las preferencias del paciente se

respetan siempre en medicina americana nativa.

Carlos Juan Finlay (1833-1915), médico y microbiólogo cubano, descubridor del modo de transmisión de la

fiebre amarilla, una enfermedad infecciosa caracterizada por fiebre alta e ictericia.

Carlos Juan FinlayBarrés nació el 3 de diciembre de 1833 en Puerto Príncipe (hoy Camagüey). Estudió en el

Jefferson Medical College de Filadelfia, Pennsylvania (EEUU), graduándose en 1855. Después regresó a Cuba,

revalidando su título en la Universidad de La Habana en 1857. En 1902, al proclamarse la república de Cuba,

Finlay fue nombrado jefe nacional de Sanidad, puesto en el que se mantuvo hasta 1909. El 3 de diciembre,

aniversario de su nacimiento, se celebra el Día de la MedicinaAmericana.

En 1860 empezó a trabajar en el modo de transmisión de la fiebre amarilla. En 1881, en una conferencia

internacional celebrada en Washington, Finlay propuso la transmisión de la enfermedad por un „agente

intermediario‟. En agosto de ese mismo año leyó, en la Academia de Ciencias de La Habana, el estudio titulado

El mosquito como agente de transmisión de la fiebre amarilla, en el que identificaba a ese agente como el

mosquito Aedes aegypti. El trabajo fue publicado en los Anales de la Academia y Finlay siguió realizando

experimentos sobre la transmisión de la enfermedad. Sin embargo, su teoría no tuvo una gran aceptación y no

fue confirmada hasta 1900 por una comisión sanitaria estadounidense, creada para investigar las causas de la

fiebre amarilla y dirigida por el bacteriólogo estadounidense Walter Reed. Las investigaciones de Finlay

permitieron iniciar, en 1901, una campaña dirigida por el médico estadounidense William Gorgas, que consiguió

eliminar la enfermedad de La Habana en 1905. Cuatro años más tarde la enfermedad fue erradicada de Cuba.

Finlay falleció el 19 de agosto de 1915 en la capital cubana.

En 1933, en ocasión de la celebración en Dallas, Estados Unidos, del IV Congreso de la Asociación Médica

Panamericana, se aprobó por unanimidad que el 3 de diciembre se estableciese como el „Día de la Medicina

Americana‟, ya que el 3 de diciembre de 1833 nació en Puerto Príncipe -actual Camagüey-, Cuba, Carlos J.

FinlayBarrés, quien descubrió el agente transmisor de la fiebre amarilla.

El 12 de agosto de 1879 se fundó la primera asociación médica cubana: Sociedad de Estudios Clínicos de La

Habana. Un año después de su inauguración y a propuesta del doctor Finlay, la Sociedad determinó establecer la

Comisión de Fiebre Amarilla, encargada del estudio permanente de la enfermedad que constituía el principal

problema epidemiológico en las regiones tropicales y subtropicales.

Page 7: Medicina Americana

En junio de 1881, Finlay realizó experimentos con voluntarios y comprobó su hipótesis; también descubrió que

el individuo picado por un mosquito infectado, quedaba inmunizado contra futuros ataques de la enfermedad.

El 14 de agosto de 1881 Finlay hizo la exposición completa de su teoría, „El mosquito hipotéticamente

considerado como agente de transmisión de la fiebre amarilla‟, en la Real Academia de Ciencias Médicas,

Físicas y Naturales de La Habana. Finlay identificó a dicho agente como el mosquito conocido como Aedes

aegypti.

El doctor Finlay creó el método experimental de producir formas atenuadas del mal en los seres humanos, lo que

además de permitirle comprobar la veracidad de sus concepciones, le posibilitó el estudio de los mecanismos

inmunológicos de las enfermedades infectocontagiosas. Formuló las reglas para erradicar el mosquito, que

todavía se aplican como medida preventiva, con lo que dio inicio al procedimiento sanitario conocido como

lucha antivectorial.

Eminentes investigadores como Ronald Ross (premio Nobel en 1902) y Alphonse Laverán (premio Nobel en

1907), propusieron oficialmente en diversas oportunidades la candidatura de Finlay al premio Nobel.

La Universidad de Liverpool -el principal centro de medicina tropical en el mundo, en aquellos años-, le otorgó a

Finlay la medalla Mary Kingsley. La Academia de Medicina de París le adjudicó un premio importante y el

gobierno francés le otorgó la Legión de Honor.

En 1954, en el XIV Congreso Internacional de Historia y Medicina, celebrado en Roma, se aprobó la moción:

“Sólo Carlos J. Finlay, de Cuba, es el único y sólo a él corresponde el descubrimiento del agente transmisor de la

fiebre amarilla, y a la aplicación de su doctrina el saneamiento del trópico”.

El doctor Finlay estuvo al frente de la sanidad cubana desde el inicio de la República en 1902, hasta su jubilación

en 1915.

El doctor Gorgas aplicó en Panamá lo que aprendió en Cuba de Finlay, lo cual permitió terminar el Canal de

Panamá. Una placa en la Plaza de Francia reconoce la contribución del doctor Carlos J. FinlayBarrés a la

construcción del Canal.

HISTORIA DE LA MEDICINA

ABORÍGENES/historia

AMÉRICAS Las fuentes para el conocimiento de las enfermedades y prácticas médicas de los indios aborígenes americanos

provienen de antiguos anales históricos, principalmente españoles, de manuscritos, autóctonos que bosquejan el

folklore y creencias de esos pueblos y de estudios de sus restos de utensilios artísticos y esqueletos. En su saber

médico el indio americano era profundamente objetivo, pero en sus interpretaciones diagnósticas y pronósticas

era a menudo oscuro y subjetivo y con mucha frecuencia la base del tratamiento se cimentaba en prácticas

místicas y sobrenaturales del curandero o médico hechicero. Del estudio de la frecuencia de sus enfermedades se

ha opinado acerca de la rareza de entidades como el raquitismo, tuberculosis, micro e hidrocefalia, peste, cólera

morbo, lepra y cáncer, incluso se ha dudado de la existencia de la malaria, fiebre amarilla, fiebre tifoidea,

escarlatina y difteria. Por otra parte, la osteoporosis craneal simétrica y la osteomalacia han sido descubiertas en

cráneos peruanos, mayas y norteamericanos(1-5). Otras enfermedades han sido señaladas, como la Uta y la

fiebre de Oroya en el antiguo Perú y el Gundu, enfermedad caracterizada por una hinchazón en la base de la

nariz. Entre otras enfermedades que padecieron los indios americanos hay que incluir las artritis, reumatismos,

enfermedades por deficiencia, neuralgias, bocio endémico en ciertas regiones, litiasis urinaria, tumores óseos del

conducto auditivo externo. En la región de los Grandes Lagos, la pleuresia y neumonía eran comunes, así como

las conjuntivitis y enfermedades de los dientes del tipo de las caries, abscesos alveolares, periodontitis e

hipoplasias. Acerca de la elevada presencia de caries pueden ilustrar los siguientes datos:

Entre los Zuni 75 % (Indios Pueblos)

Pecos 47 %

Perú 35 %

Kentucky 30 %

California 25 %

Sioux 12 %

El problema de la sífilis prehistórica ha dado origen a numerosas polémicas. Importantes investigaciones de

William y Denniger afirman haber identificado la sífilis en esqueletos precolombinos y en huacos peruanos. (6-

9)

William ha reconocido la sífilis en materiales prehistóricos encontrados en Pecos, Nuevo México, en cráneos y

huesos largos de Paraca,s, Perú; cráneos de Rio Negro, Argentina; huesos largos del Valle de Cañete, Perú;

huesos largos en Ohio, E.U, cráneos y huesos largos en Alabama y Arizona y en un cráneo de Tlatelolco,

México. Este investigador concluye: el diagnóstico de la sífilis en los cráneos es tan seguro como es posible

hacerlo en huesos secos sin historia clínica. Por su parte Denninger diagnosticó "Periostitis luética del

Page 8: Medicina Americana

adolescente" en huesos largos prehistóricos procedentes de Illinois y lesiones sifilíticas en los huesos faciales de

un cráneo procedente de Arizona que data del año 1000 de n.e. Es de señalar en lo que a cráneos precolombinos

se refiere la notable frecuencia de deformaciones artificiales encontradas en peruanos (Aymarás), Mayas e Indios

del Suroeste y Costa Noroeste de E.U. Los cráneos eran achatados en la región occipital o alargados por

compresión bitemporal o interparietal. El término medio de vida era de 37 + - 3 años. Era rara la sobrevida de 50

o más años. Los jóvenes eran entrenados por medio del ayuno y demostraciones de coraje para adquirir

resistencia y valor, proceso que culminaba con la iniciación. Pero las vicisitudes de la vida, la selección de los

más fuertes y los peligros y rigores de la caza y de la guerra diezmaban las filas de los hombres adultos. Las

mujeres sobre quienes recaía el peso de la existencia, declinaban, envejecían y morían a temprana edad. La

mortalidad infantil era excesivamente elevada como también de las madres durante el parto. De hecho, entre los

peruanos, se han descubierto cierto número de mujeres jóvenes enterradas con lo que seguramente eran criaturas

muertas. Los indígenas vivían en contacto con la naturaleza, y las leyes naturales eran muy exigentes. En los

pueblos primitivos existe a menudo la costumbre de acoger a los adolescentes en el círculo de los adultos por

medio de ritos y ceremonias. Estas consagraciones rituales son llamadas por los etnólogos "iniciaciones". Con

estas consagraciones rituales más o menos primitivas guardan relación, hasta cierto punto, los ingresos rituales

de adultos en ligas y sociedades secretas, cultos y misterios, de modo que pudiera hablarse en estos casos de

iniciaciones. Las iniciaciones ofrecen gran interés no solo desde el punto de vista histórico- cultural, sino

también en su aspecto histórico- médico. La investigación de la iniciación va íntimamente ligada con la

evolución de la etnología y se esfuerza en estudiar gran número de problemas, de los cuales, por la índole de esta

disertación, trataremos muy someramente los aspectos histórico médicos. Luego de un proceso completo más o

menos largo, los iniciantes concluyen la seclusión o período de aislamiento y alejamiento de la comunidad,

período éste que termina frecuentemente con una gran fiesta que al mismo tiempo representa el punto culminante

y final de la iniciación. Estos días van asociados por lo general con difíciles pruebas para los iniciantes, al tiempo

que la comunidad o tribu observa la influencia que ha producido sobre ellos el período de seclusión. En las

regiones donde es costumbre practicar la circuncisión, ésta constituye el acto más solemne de la fiesta. Los

iniciantes son sometidos a la operación, durante la cual toda manifestación de dolor es considerada inoportuna y

vergonzosa. También se cuentan entre estas prácticas las perforaciones múltiples en los lóbulos de la oreja o del

tabique de la nariz, el arrancamiento y/o limado de los dientes y el tatuaje. Los ritos de iniciación no solo deben

procurar vigor y salud a los iniciantes, sino también a todos los individuos de la comunidad, como el crecimiento

de los niños, la curación de las enfermedades. (10)

La iniciación además de ser un proceso - ceremonia de la madurez, desempeña también como hemos señalado,

cierto papel en la admisión en sociedades tanto religiosas como profanas, así como en las ligas secretas y de la

misma se esperan diversos efectos, aparte de los médicos ya mencionados, como buenas cosechas, éxitos en las

guerras.

Con el tiempo se conformaban grupos que se consagraban exclusivamente a uno de los citados efectos, digamos

por ejemplo, la curación de enfermedades y surgieron así sociedades llamadas "de medicina", que cultivaban la

asociación mágica con animales, a los que se atribuían virtudes curativas, ocupándose también de la enseñanza

de sus miembros en el arte mágico y práctico de curar. Los pertenecientes a estas sociedades se encargaban de

toda la práctica médica dentro de la tribu; tal es el caso entre los indios Menominee (Wisconsin) y los Odbjibwa

de Minnesota y análogas ligas existían entre los Delawares, los Panis, Indios de las praderas (Omahas), Pueblos

y Navajos. En todos los casos el ingreso en la liga tenía lugar bajo la forma de una iniciación y solo variaban en

cada una de ellas los detalles de los ritos, los preceptos y los conocimientos médicos que había que adquirir. Un

ejemplo del ceremonial y actuación de tales sociedades secretas lo tenemos en la sociedad de medicina de los

indios Acoma. Acoma es el nombre de un poblado de indios Zuni, que viven en Nuevo México en las vertientes

montañosas del Río Grande. Los habitantes de Acoma, que hoy día viven como labradores y pastores, poseen un

glorioso pasado.

Desde su pueblo natal emprendían sangrientas excursiones de rapiña que entre los habitantes de la llanura les

valió la fama de distinguirse por su implacable crueldad y violento salvajismo. Hoy día a pesar de las radicales

transformaciones que forzosamente conmovieron este pequeño Estado en sus cimientos, los indios Acoma, al

contrario de otras tribus, han sido capaces de conservar sus características e incluso imponer su voluntad ante la

poderosa raza blanca, a pesar de los intentos de los misioneros y de las tentaciones de la civilización moderna.

Las conquistas de la técnica moderna, la radio, las máquinas agrícolas, si bien suscitan el asombro o la

admiración de los Acomas, no por ello conmueven su fe en el valor de su propia cultura. Los actos religiosos de

la tribu están consagrados a dos fines: la consecución de los alimentos y el alejamiento de las enfermedades. Aún

hoy en día existían cuatro sociedades de medicina, además de otro grupo de "médicos hechiceros de serpientes",

agrupaciones éstas dedicadas al bienestar de la tribu, combatir las múltiples dolencias causadas por

embrujamiento y preservar al pueblo los espíritus malignos.

A pesar de los conocimientos reducidos de estas sociedades secretas de medicina, disfrutaban de gran prestigio

en la tribu. En realidad logran muchas curaciones, en parte quizás por la eficacia de sus medicinas y por otra

parte por la credulidad y sugestibilidad de los pacientes. Su ceremonial consta de cantos, danzas y oraciones. Es

Page 9: Medicina Americana

característico en las danzas la simulación de los movimientos de los animales sagrados. Las oraciones se dirigen

a todos los seres sagrados de la tribu y ante todo a los animales médicos- hechiceros, como son el oso, el águila,

el tejón, el puma y la serpiente, de cuya benevolencia depende el buen éxito de la ceremonia. Así, durante el rito

los médicos hechiceros gruñen como osos, para expresar que no han sido ellos, sino el médico- hechicero oso el

que ha llevado a cabo el milagro curativo. El centro de todo el rito descansa en el winock, objeto que encarna la

reliquia más sagrada de la tribu, o sea, ella misma, tal como fue creada por la madre ancestral de todos los indios.

Objeto que entre otras cosas contiene granos de maíz, que son distribuidos entre todos los participantes para su

masticación, acto que pudiéramos calificar como el de una comunión. El enmascaramiento es un elemento

sumamente importante tanto en los ritos y ceremonias de iniciación como en la práctica de los médicos-

hechiceros, curanderos y shamanes. Tanto con la careta como con la máscara, en el amplio sentido de la palabra,

se intenta conseguir una transformación y tales transformaciones son puestas en práctica en las mas diversas

ocasiones. Recordemos solo un ejemplo: el disfraz que imita al animal y que es utilizado por los pueblos

cazadores primitivos para engañar a la caza; otro ejemplo serían las actuales caretas de carnaval.

Sin embargo, entre la mayoría de los pueblos primitivos que todavía hoy conocen el uso de las máscaras, la

transformación intentada por el portador de ellas, tiene un sentido mucho mas profundo que solo puede

expresarse por las nociones religiosas de dichos pueblos y cuya importancia ha sido indicada por primera vez por

la moderna etnología en su significación mas amplia. En efecto, las máscaras de los pueblos primitivos

representan la mayoría de las veces demonios, espíritus y almas de difuntos o de animales y el portador de la

máscara se identifica absolutamente con los seres representados, es decir, que al llevar la máscara se siente en

realidad transformado. Las máscaras como representación de espíritus de difuntos y de antepasados, son usadas

también en la ceremonia de iniciación de adolescentes, en las ceremonias de difuntos de sociedades secretas, en

las fiestas de iniciación o en los ritos de "Sociedades de Medicina". Un hecho curioso es el que todo lo que se

refiere a máscaras es en gran parte cosa de los hombres, y que las mujeres solo desempeñan aquí un papel muy

secundario o están del todo eliminadas. Por supuesto que nos referimos a los enmascaramientos en los pueblos

primitivos precolombinos. Las máscaras a menudo reproducen con sorprendente naturalidad los rasgos

fisonómicos de un difunto determinado; otras veces imitan animales con o sin relación con manifestaciones

totémicas; las otras máscaras en cambio, representan en general espíritus y demonios. Los shamanes esquimales

confeccionan sus máscaras con arreglo a las visiones del espíritu. Pero existe un grupo de máscaras de particular

importancia en la historia de la medicina: las máscaras de enfermedades, justamente aquellas que están

relacionadas con las enfermedades o con la curación de enfermos.

En la mayoría de los casos de enmascaramiento la relación es estrecha con el shaman o con el médico-

hechicero, que en sus ceremonias mágicas para lograr la curación, además de una vestimenta características y de

determinados atributos (como el tambor y el abanico de los shamanes y el maracá y tubo de soplar de los pagés o

caraibastupinambaes del Brasil), lleva también muchas veces una careta. En efecto, mientras que los pueblos

primitivos en general, saben muy bien tratar convenientemente las enfermedades y achaques, cuya causa externa

es evidente como en las hemorragias, luxaciones y fracturas, en otras dolencias sobre todo en las enfermedades

infecciosas, acompañadas de fiebre (paludismo, fiebre tifoidea, cólera, sarampión, viruela, enfermedades

venéreas), así como en las afecciones mentales y psíquicas, se vale de medios mágicos de tratamiento y estos se

fundan en la idea de que la causa de la enfermedad es la influencia de seres sobrenaturales, espíritus y demonios

que pueden ser dominados y expulsados por el shaman o el médico- hechicero. Precisamente las máscaras

empleadas en diversas ceremonias para ahuyentar por magia las enfermedades y epidemias, representan uchas

veces el demonio de la enfermedad, su espíritu maligno. Debe significarse que en muchas ocasiones las máscaras

lejos de representar el demonio de la enfermedad, solo están destinadas a la protección del hechicero. Una

característica del gran grupo de máscaras de los indios del noroeste de América es la acentuación de lo horrible y

terrorífico, de tal modo que en ellas el factor demoníaco alcanza quizás el máximo de expresión artística. En

estas regiones los miembros de cada uno de los numerosos clubs secretos, ya mencionados que se forman a base

de los mismos sueños y visiones y que practican sus propias ceremonias y danzas llevan todos ellos las mismas

máscaras. En estos casos, la relación entre estas danzas de máscaras y la curación de enfermos, se encuentra una

explicación ingeniosa entre las tribus Creek de Norteamérica; en ellas las danzas rituales con caretas tenían

primitivamente por objetivo la reproducción y reconciliación de los animales de caza y sólo más tarde se

volvieron ceremonias de curación, al imponerse la creencia de que los animales, para vengarse de la persecución

de que eran objeto por parte del hombre, enviaban a éste las enfermedades y epidemias.

Al contrario de las máscaras del noroeste de América donde domina la apariencia horrible y terrorífica, las

caretas y disfraces de América del Sur presentan una fuerza de expresión mucho menor. Los Indios de América

del Sur no sentían ni sienten en general, ni son capaces de representar lo terrible y demoníaco. En sus fiestas

mortuorias se permite que asistan mujeres y niños e incluso, entren en contacto con los portadores de máscaras.

Por otra parte, en consonancia con la atmósfera menos misteriosa y secreta de esta ceremonia, el carácter

imponente y demoníaco de la máscara causa una impresión más bien pintoresca. Las máscaras y danzas de

máscaras están muy extendidas. Se han estudiado entre los habitantes de la Tierra de Fuego, entre los Bororó del

este de Brasil, en los Araucanos de las Pampas (Ona), en las tribus de la Patagonia (Yamanas), tribus del Chaco,

Page 10: Medicina Americana

nordeste del Perú (Ultotos, Okaimas y Omaguas), Chibchas y Kagabas de Colombia, en la selva tropical y

noroeste de Brasil ( Xingus, Juris, Tikunas, Kobeuas). Detalle característico de todo Brasil es que las máscaras y

disfraces se destruyen al fin de la fiesta.

El baño de sudor en su forma clásica, tal como existía entre los escitas, eslavos y fineses es también una de las

prácticas culturales y médicas más difundidas entre los habitantes indígenas de Norte y centro América. Puede

decirse que en el basto triángulo conformado por Alaska, Labrador y Guatemala, solo algunas tribus periféricas

de la Columbia Británica y valle del río Colorado no practicaban estos baños. Como tantas otras cosas, el baño

de sudor de los indios, baño de vapor, está en estrecha relación con el mismo procedimiento del Viejo Mundo y

la similitud entre ambos es muy grande aún en los menores detalles. Al principio esta práctica prevalecía en todo

el este y norte y en las praderas y mesetas del oeste y se preparaba colocando en una pequeña cabaña piedras

excesivamente calientes, la cabaña se cubría con frazadas para impedir la entrada del aire y luego que los

pacientes se hubieran instalado en el interior se vertía agua sobre las piedras. Prácticamente cada tribu o

comunidad construían la cabaña a su manera y acorde con los materiales de construcción disponibles. El baño de

sudor era muy común entre los Delaware, Creeks. Choctaws, las tribus "pies negros" Dakotas y Kiowas y entre

las comunidades seminómadas Mandan, Omahas y Pawnees del río Misouri. Aún hoy el baño de vapor se utiliza

entre los esquimales de Alaska, muchas tribus californianas y Navajos de Arizona. En México y Guatemala las

cabañas para estos baños se conservan en su forma primitiva. El "tomascal" azteca era una construcción circular

con muro de piedra, abovedada, con horno exterior donde las planchas candentes de piedra roja son salpicadas

con agua. El baño de vapor era de uso corriente entre los Mixtecos, Totonacas y Mayas. La regularidad y

frecuencia del baño de vapor contribuía a purificar, refrescar y fortalecer el cuerpo, además entre muchas tribus

es considerado casi como una "panacea" contra todas las enfermedades externas o internas. Así, constituía un

remedio contra la gota y el reumatismo, la constipación, fiebre, tifus, neumonía, enfermedades de la piel,

convulsiones y parálisis. No obstante, su práctica excesiva se acompañó en ocasiones de funestos resultados. En

muchas ocasiones se complementaba el baño con masajes, sobamiento con ramas de plantas aromáticas,

soplamientos.

Entre las tribus subárticas de América del Norte, la curación de enfermos está ligada al shamanismo, que en

dichas regiones desempeña un importante papel. Al igual que en el shamanismo esquimal, reviste importante

consideración la creencia en espíritus personales protectores. En estos casos el shaman cree conquistar tales

espíritus procurando adquirir mediante aislamiento repetido, ayunos, vigilias y otras privaciones, una

sensibilidad especial para sus visiones, visiones en las cuales se le aparece el espíritu protector (un animal, con el

fin de ayudarle en los conjuros que pronuncia durante su éxtasis.

Shaman es el médico mago- sacerdote, que por el redoble de tambor, la danza, la música y las maceraciones, cae

en éxtasis, entra en comunicación con espíritus buenos y malos y adquiere así, ciencia y poder. El shamanismo

es la creencia y práctica concentradas en el shaman. Por extensión, toda forma de religión en la cual la divinidad

entra en comunicación con los hombres por mediación de personas en éxtasis o de posesos, como ocurre en las

tribus indígenas de Norteamérica y además en norte de Asia, Indonesia y África. La historia del culto de la

serpiente en América nos da un ejemplo muy notable de la tenacidad con la cual los pueblos conservan antiguas

tradiciones y creencias a través de los siglos. El culto de la serpiente estaba muy difundido entre los indios

americanos en la época precolombina . Entre los Mayas el joven que quería adquirir el arte de la medicina tenía

que hallar un maestro complaciente. El instructor y el novicio tenían que retirarse a una choza en el bosque,

donde el novicio aprendía los encantamientos y prácticas médicas necesarias para la curación de distintas

enfermedades. Luego se le dejaba solo , y era enviado al encuentro de una boa constrictor que irguiéndose sobre

la cola, colocaba su lengua en la boca del jóven, completándose en esta forma su iniciación.Entre los Mayas los

novicios eran iniciados en la medicina con una complicada ceremonia en la cual las serpientes, que salían de

nidos de hormigas , jugaban un papel muy importante: La idea del novicio devorado por la serpiente y luego

expulsado per anum sugiere la ceremonia de iniciación comunes a las distintas ramas de los Mayas. En realidad,

una cabeza humana entre las quijadas de una serpiente es un tema común en el arte Maya. Después de haber

salido del país de los vivos y de haber aprendido el uso del peyote y otras sustancias narcóticas, se suponía que el

novicio era tragado por una serpiente y que luego resucitaba, interesante interpretación de una forma de

metamorfosis que demuestra la más íntima relación entre la serpiente y la medicina.

La tradición del culto de la serpiente existe en la actualidad en muchas tribus indias de América del Norte,

particularmente entre las tribus de los Hopis, que viven en la región sudoeste. Estas comunidades celebran la

danza de la serpiente con serpientes capturadas y que luego de concluida la ceremonia son puestas en libertad,

suponiéndose que al alejarse se llevan las influencias malignas que de otro modo afectarían la salud y el

bienestar de la comunidad.

El indio americano precolombino trataba con relativa habilidad las fracturas, realizando amputaciones simples

complementadas con prótesis de madera como ha sido comprobado en el Perú. Practicaban la inmovilización de

fracturas y reducción de luxaciones empleando entablillados, pero como la consolidación dependía de la correcta

manipulación inicial, eran frecuentes los grandes callos óseos, las deformidades y acortamientos de los huesos

fracturados. Otro de los recursos médicos era la succión y aplicación de ventosas. La succión particularmente era

Page 11: Medicina Americana

un recurso muy utilizado, luego del baño en el río y sobamientos por los tupinambaesbrasileños.Las sangrías se

hacían por incisiones en las venas cefálicas, safenas y temporales con cuchilletes de obsidiana o puntas de silex y

se recuría a menudo a las mismas en casos de cefaleas y fiebre. Si las hemorragias de la herida no se cohibían

por sí mismas eran yuguladas con telas de arañas, hongos secos, corteza frescas de árboles o con raspaduras de

cueros curtidos.(11-12)

Fue la trepanación la principal técnica desarrollada por los aborígenes, especialmente en la región andina. Este

proceder ha sido estudiado en cráneos peruanos (Incalcos), ha sido descrito en la región de Pueblo, en Giorgia y

en la costa noroeste, así como en Michigan (Norteamérica). Se hacía generalmente para aliviar los golpes

debidos a fracturas del cráneo por cachiporras de guerra, otras veces, se cree se realizaban para curar el dolor de

cabeza, permitiendo que los "espíritus malignos" salieran al exterior. Casi siempre se realizaban en el parietal

derecho y menos frecuentemente en el frontal u occipital. Se han encontrado cráneos hasta con cinco

operaciones, todas satisfactorias. Los instrumentos empleados eran láminas y astillas de silex, obsidiana, cuarzo

y probablemente láminas de cobre. En el Perú se utilizaba un instrumento en forma de semiluna y amplio mango

que los médicos- hechiceros incas manejaban con destreza y que es conocido por el tumi. El progreso de las

investigaciones etnológicas en América del Sur puso de manifiesto de modo evidente que el médico hechicero

constituía una presencia común en estos territorios. Los viajeros de criterio superficial, para explicarse todo lo

que les parece incomprensible y enigmático de los pueblos primitivos, acostumbran a salir del paso alegando que

se trata solamente de un engaño de las masas, trucos de prestidigitación y supersticiones. Ahora bien, quien de

tal manera juzga, pierde de vista que el llamado hombre primitivo es un observador demasiado perspicaz para

dejarse engañar fácilmente y que, por otra parte, por su compenetración directa con la naturaleza, siente ésta con

mucha mayor seguridad y sensibilidad que el habitante del mundo moderno.

A cargo del ejercicio de esta medicina relativamente bien organizada estaba el hechicero o curandero. Era él

quien preparaba los cocimientos y medicamentos en general, quien los administraba y quien por medio de

sortilegios y palabras mágicas, convencía al paciente de la certeza del diagnósticio, de la eficacia del tratamiento

y le inspiraba confianza en el pronóstico. El campo de acción del médico hechicero no abarca el mal corporal o

la enfermedad de un órgano, sino exclusivamente la fantasía y la imaginación, el temor y el presentimiento, una

amenaza o creencia, en una palabra, la enfermedad del alma. Por ello el indio acude al médico hechicero en

muchas ocasiones por depresión anímica y malestar espiritual, cuando tienen siniestros presentimientos y en

casos de fenómenos naturales de amenazadora inminencia, en los estados de angustia y en los conflictos de

orden general. De aquí que la relación entre el "doctor" y el paciente era aún mayor que hoy, pues el médico

hechicero obrando como intermediario, ponía al paciente en relación con el mundo espiritual. Para ello el

"doctor", el paciente, o ambos, a menudo recurrían a las propiedades estupefacientes de narcóticos. En el estado

de éxtasis resultante, la visión provocada por sugestión justificaba el procedimiento empleado y garantizaba el

restablecimiento del paciente. Hemos visto de manera somera los principales procederes y técnicas empleados en

la medicina americana precolombina. Veamos ahora a grandes rasgos la materia médica. Esta materia en gran

parte estaba constituida por: hierbas, raices, hojas, corteza y ramas de árboles; semillas, flores, sustancias

animales, insectos, tierras o minerales con los que se hacían polvos, cocimientos, extractos, infusiones,

cataplasmas, etc. También se conocían venenos los cuales empleaban con variados fines. Con estas sustancias

preparaban además soluciones curativas, purificadoras, hemostáticas, narcóticas, sedantes, purgantes, eméticos,

febrífugos y estimulantes. Al parecer tenían nociones sobre la influencia del régimen alimenticio y la dieta

medicinal sobre la salud. En este contexto, es bueno señalar que el indio americano contribuyó con 59 drogas a

la famacopea moderna.

Si tenían poco o ningún conocimiento de la "dieta o régimen equilibrado" en sí, tenían aparentemente ciertas

nociones acerca de lo que se come, y cuando y como. Los Iroqueses por ejemplo, conocían el valor de los

manantiales ricos en sal, hierro y sulfuros. Había entre ellos un concepto bien desarrollado de la dieta o

abstinencia de alimentos durante la fiebre y trastornos digestivos. Los curanderos, las comadres, los vendedores

de amuletos conocían a fondo el uso de hierbas y plantas. Como eméticos empleaban acebo, pepino, ciertos

yuyos; laxativos y purgantes como el áloe (ágave), manzanas, cicomoros, olmo; como febrífugo usaban sauce,

melón de agua, salvia silvestre, álamo temblón; los antiespasmódicos intestinales se extraían de la clematita, de

los "mesquites" del zazafrás, repollo, cedro rojo, albahaca, girasol; los diuréticos se extraían del Zumaque, de la

zarzaparrilla, del enebro y de la magnolia.

Según Stone, disponían de antidisentéricos, antireumáticos, antiluéticos, antiblenorrágicos y de drogas usadas

contra las viruelas y cólera, desórdenes neurológicos, mordeduras de serpientes, desórdenes menstruales y

obstétricos. En fin, la lista de "sustancias específicas" en la materia médica de los indios americanos es muy

larga. Y no solo se usaban plantas, así, por ejemplo, los papagos ponían un grillo sobre la herida; los

Tarahumaras un lagarto; los Apaches, huevos de araña; los Navajos, ocre rojo; los Hopis ponían polvo de carbón

vegetal y ceniza; y en general el uso de grasas animales, sobre todo de serpientes, en inflamaciones, dolores

articulares y "enfriamientos de pecho".La medicina de los indios aborígenes americanos era una curiosa mezcla

de hechos, empirismos, fe, fraudes, disparates y sin embargo, no se puede decir que esa combinación haya

fracasado siempre por completo. Las prácticas médicas americanas precolombinas se caracterizaron por su

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sinceridad, por la confianza que en ellas tenían los indios, por su carácter pintoresco y por que en muchos casos

fueron eficaces. (13)