Medios Masivos de Manipulacion
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¿MEDIOS MASIVOS DE MANIPULACIÓN?
Pedro José Posada Gómez
Magister en Filosofía, Profesor asociado, Universidad del Valle
RESUMEN:
El artículo trata de aclarar el sentido que tiene el concepto de manipulación aplicado al ejercicio de los medios masivos
de comunicación. Se retoman las reflexiones sobre el uso político y económico de los medios y sobre su influencia en la
opinión pública y en la forma política de la democracia representativa.
PALABRAS CLAVES:
Democracia representativa; Medios Masivos de Comunicación, Opinión Pública.
ABSTRACT:
The article tries to clarify the sense that has the concept of manipulation applied to the exercise of the massive means of
communication. The reflections are recaptured on the political and economic use of the mass media and envelope their
influence in the public opinion and in the political form of the representative democracy.
KEYWORDS:
Mass Media, Public Opinion, Representative Democracy.
1. Introducción
“manipular. (Del lat. manipŭlus, manojo, unidad militar, y en b. lat. el ornamento sagrado). tr. Operar con las manos o
con cualquier instrumento. || 2. Trabajar demasiado algo, sobarlo, manosearlo. || 3. Intervenir con medios hábiles y, a
veces, arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al
servicio de intereses particulares. || 4. coloq. Manejar alguien los negocios a su modo, o mezclarse en los ajenos.”
DRAE
El desarrollo de los medios masivos de comunicación, tanto en su aspecto técnico como en el poder de influir sobre la
sociedad, es uno de los fenómenos más conocidos de la historia moderna, desde el nacimiento de los primeros
periódicos hasta la Internet.
El debate sobre su papel político y cultural se entrecruza con aquel de la opinión pública y su lugar en la sociedad
democrática.1
1Retomo aquí los resultados de mi trabajo de investigación: “Opinión pública y opinión crítica. (La prensa de opinión frente al proceso de paz), Univalle, 1999-2001. Un resumen del cual fue publicado en la Revista Anagramas, vol. 3, #6,
En este artículo quisiera pasar revista a las razones que permiten hablar de los medios masivos de comunicación como
herramientas de manipulación. Entendiendo, en principio, el concepto de “manipular” en la tercera acepción que ofrece
Diccionario de la Academia: “Intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en el mercado, en la
información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares”.
2. ¿Medios o fines?
Desde sus comienzos, con la prensa escrita, los medios de comunicación han sido el campo de expresión de dos fuerzas
contrapuestas: por un lado los intereses comerciales y político-partidistas, y por el otro, el interés de la opinión pública,
en su sentido de expresión de los intereses más generales.
El predominio de las fuerzas económicas y políticas, sin embargo, sólo se logra en la medida en que consiguen, por
cualquier medio, legitimarse ante la opinión pública. A esto se refería ya David Hume, en los inicios de la modernidad:
"… Considerado los Primeros Principios del Gobierno, Hume no encontró "nada más sorprendente" que “ver la
comodidad con que los muchos son gobernados por los pocos; y observar la sumisión implícita con que los hombres
resignan sus propios sentimientos y pasiones ante aquéllos que los gobiernan. Cuando inquirimos por qué medios se
provoca esta maravilla, encontramos que, cuando tal Fuerza está siempre del lado de los gobernados, los gobernantes no
tienen nada más en que apoyarse que en la opinión. Así, por consiguiente, tal gobierno sólo se funda en la opinión; y
esta máxima se extiende tanto al más despótico y a la mayoría de los gobiernos militares, como al más libre y más
popular.”2
El diagnóstico de Hume, sin embargo, padece del optimismo propio de la Ilustración. Optimismo que parece suponer
que los gobiernos siempre siguen a la opinión pública. Los estudiosos de la opinión pública han encontrado que la
actitud de los gobernantes frente a ella, puede asumir varias formas. Siguiendo la clasificación de Eric Landowski 3,
estas actitudes se organizan en un cuadrado de oposiciones así:
Cuadro 1: Actitudes de la clase política frente a la opinión pública
El caso (1) corresponde al ideal ilustrado; los casos (2) y (4) parecen bastante raros. A lo sumo corresponden a la actitud
que pueden asumir aquellos individuos o grupos que, con razón o sin ella, suponen que la mayoría, representada por la
opinión pública, está equivocada. Volveré al final sobre esto. La realidad parece corresponder mejor a una combinación
de (1) y (3): El grupo dominante engaña a la opinión pública haciéndole creer que la está siguiendo. Para ello necesita
Universidad de Medellín, enero-junio de 2005, con el título. “Opinión pública y opinión crítica (Un modelo para interpretar la prensa de opinión)”.2 Citado en: Noam Chomsky: Deterring Democracy (Democracia disuasiva), 1991, 1992. Chap 12: Force and Opinion. Traducción mía.3 Landowski, Eric (1989): La sociedad figurada (Ensayos de socio-semiótica); Universidad Autónoma de Puebla y Fondo de Cultura Económica, 1993. cap. 1: “La opinión pública y sus portavoces”. Para una revisión crítica de esta tesis puede consultarse el informe de investigación antes citado.
1) “La clase política sigue a la opinión”
3) “La clase política engaña a la opinión”
2) “La clase política desafía a la opinión”
4) “La clase política se enfrenta a la opinión”
de los Medios, que para la clase política son sólo eso, medios, tal como lo anotaba el columnista de El Mundo (España)
Federico Jiménez Losantos:
“El problema de fondo es que los medios de comunicación son para la sociedad fines en sí mismos, hechos que ayudan
a su configuración, a su evolución, a sus cambios de percepción y de opinión. [Mientras que] Para los partidos políticos
los medios son sólo eso, medios. Y no de comunicación sino de propaganda en sus dos variantes: la exaltación y la
difamación...”4
Aunque esta tesis supone aclarar varias cosas (la idea de ‘fines en sí mismos’, y la clase de ‘hechos’ que son los
medios) es claro que desde la esfera política los medios suelen ser meros instrumentos de propaganda, desde la
‘publicidad política pagada’ hasta el control de las políticas editoriales de cadenas y noticieros, pasando por la
complicidad (gratuita o gratificada) de los periodistas y líderes de opinión. A este sometimiento de los medios a los
poderes establecidos se refirió hace poco un columnista del periódico colombiano El Espectador, en tono un tanto
vehemente:
“O los medios de comunicación han perdido su norte en materia informativa y se estupidizaron, o estamos viviendo una
situación lamentable, en la que los comunicadores están totalmente obnubilados y controlados por un remedo de
periodista que trabaja en la secretaría de prensa de la Presidencia y quien les marca cautelosamente la agenda a los
medios de comunicación dizque independientes. ¡O tal vez estamos ante una despreciable mezcla de esos dos factores!
(...) Los medios de comunicación se entregaron, juegan un papel lamentable, les hacen el juego a las presiones de los
anunciantes y se amangualaron con un gobierno cuestionado y peligroso. ¡Se equivocan si creen que le hacen un favor
al país al haberse entregado y arrodillado! Con esta actitud, señores de los medios, se debilita la democracia.”5
Hasta aquí, los medios son instrumentos que pueden ser usados para los fines políticos y económicos de los que los
poseen. Hay sin embargo otro aspecto de esta cuestión: el instrumento, que son los medios, produce sus propios
dispositivos de forma y contenido (imagen, sonido, discurso) para presentar su versión de la realidad. Así, controlar los
medios, es controlar a un poderoso aliado para cumplir el sueño (¿posmoderno?) de inventar la realidad. Y ya no habría
más mentira, pues, como anticipó el poeta español-más con humor que con cinismo: “Si se miente es por falta de
imaginación, porque la verdad también se inventa”.
El analista del discurso Patrick Charaudeau encuentra incluso una ideología en las imágenes de los medios, ideología
que oculta la realidad social imponiendo una construcción de ella:
“Los medios no transmiten lo que ocurre en la realidad social, sino que imponen lo que construyen del espacio público.
La información es esencialmente una cuestión de lenguaje, y el lenguaje no es transparente (...). Incluso la imagen, que
creíamos era la más apta para reflejar el mundo tal como es, tiene su propia opacidad que descubrimos de forma
evidente cuando produce efectos perversos (...) o se pone al servicio de una falsedad (...). A causa de su ideología, que
consiste en "mostrar a toda costa" en "hacer visible lo invisible" y en "seleccionar lo más sorprendente" (...), construye
una visión parcializada de ese espacio público, una visión adecuada a sus objetivos pero muy alejada de un reflejo
fiel.”6
4 Federico Jiménez Losantos: Los medios, en: EL MUNDO de España. 20 de enero de 2000. Y agrega, refiriéndose al monopolio televisivo en España: “...Este panorama audiovisual sencillamente pavoroso para quienes saben que la pluralidad empresarial es la única garantía razonable para la pluralidad de opinión, que es el respiradero natural de las sociedades libres...”.5 “Arrodillados”, Felipe Zuleta, El Espectador, febrero 23 de 2008.6 Patrick Charaudeau, EL DISCURSO DE LA INFORMACIÓN, Ed. Gedisa.
La importancia de la imagen en los proyectos políticos totalitarios, como el nazismo de Hitler, fue planteada por el
filósofo español Rafael Argullol en una columna para El País de España:
“Hipnosis, sumisión, deslumbramiento: cuando admiramos -técnicamente, con razón- la estética de las imágenes de un
modo semejante a cuando elogiamos la fuerza visual de la publicidad -con medios técnicos y económicos apabullantes-,
(...). En ambos casos aceptamos que las imágenes carecen de verdad y de responsabilidad moral. Son, por así decirlo,
inocentes, con tal de que satisfagan su función estética o retórica.”
“... fue Hitler el primero que comprendió en su profundidad y alcance la alquimia totalitaria de ciertas imágenes. Para
comprender uno de los rasgos esenciales del siglo XX, el nuevo poder de la técnica, caracterizado por Heidegger, es del
todo insuficiente si no se contempla unido al nuevo poder de la representación icónica. La simbiosis de técnica y
representación, y su mutua fecundación, es uno de los caudales más vertiginosos de nuestra época.”
“Hitler parecía entenderlo a la perfección al poner en marcha un mecanismo global en el que no bastaba la coacción
tradicional, la de la palabra y la sangre, sino un tipo absolutamente nuevo de coacción -entrevisto por los grandes
visionarios como Kafka, Wells o Huxley- basado en una telaraña icónica a la que el individuo no pueda substraerse.”7
El intelectual de izquierda español, Gabriel Albiac, ha visto en el desarrollo de los media la consumación del proyecto
capitalista:
“Los partidos políticos se han convertido en filiales de los grandes conglomerados financieros que apañan sus
imposibles contabilidades. Nadie ignora que el voto está determinado por la consciencia y que la consciencia lo está por
una red de fantasías que los publicitarios construyen artesanalmente al milímetro. Colocar a un parlamentario en su
escaño tiene exactamente la misma dificultad y costes que colocar un refresco de limón en la nevera de cada hogar. Sólo
hace falta dinero. Controlar los grandes medios de comunicación, a cuyo través esas grandes campañas publicitarias se
materializan, es controlar el mercado político. Como se controla cualquier otro mercado. (...) Estaremos, al fin, en la
dulce dictadura del capital que Marx previera: nada de tanques; sólo televisores.” 8
3. ¿El crepúsculo de la democracia representativa?
En el mismo texto acabado de citar, Albiac denuncia la caída de la forma política de la democracia representativa por el
desarrollo de los medios como forma de control y construcción de “consenso”:
“...Villalonga y Polanco van a llevarse por delante los últimos resquicios (mínimos, pero resquicios) que quedan para el
ejercicio de la libre expresión en un país tan herméticamente controlado como lo es éste. Un sólo consejo de
administración regirá las infalibles máquinas de producir conciencia (y opinión) pública. En el límite, la potestad de
decidir sobre la información; esto es, sobre la vida. Culmina, así, bajo forma casi de laboratorio, lo que la política
europea ha venido gestando desde final de los setenta: el crepúsculo de la representación.”9
Ya en 1961, W. Lippmann había advertido que: "the knowledge of how to create consent will alter every political
calculation and modify every political premise"10. Y más recientemente el academico Hans Köchler ha sostenido esta
7 Hitler y la publicidad, Rafael Argullol, DIARIO EL PAIS, S.A. Madrid, Sábado 20 febrero de 1999, Nº 10238 Una dulce dictadura, Gabriel Albiac, EL MUNDO, España, 29 de junio de 2000.9 Idem.
misma línea argumentativa: “...The decision made by general referendum is democratically meaningless in a society
where the sources of information (the media) are overwhelmingly controlled by private interest groups.” 11
Por su parte, Chomsky ha encontrado un nexo entre las tesis del liberal Lippmann y las del marxismo-leninismo:
“Lippmann estuvo vinculado a estas comisiones de propaganda y admitió los logros alcanzados, al tiempo que sostenía
que lo que él llamaba revolución en el arte de la democracia podía utilizarse para fabricar consenso, es decir, para
producir en la población, mediante las nuevas técnicas de propaganda, la aceptación de algo inicialmente no deseado.
También pensaba que ello era no solo una buena idea sino también necesaria, debido a que, tal como él mismo afirmó,
los intereses comunes esquivan totalmente a la opinión pública y solo una clase especializada de hombres responsables
lo bastante inteligentes puede comprenderlos y resolver los problemas que de ellos se derivan. Esta teoría sostiene que
solo una élite reducida -la comunidad intelectual de que hablaban los seguidores de Dewey- puede entender cuáles son
aquellos intereses comunes, qué es lo que nos conviene a todos, así como el hecho de que estas cosas escapan a la gente
en general. En realidad, este enfoque se remonta a cientos de años atrás, es también un planteamiento típicamente
leninista, de modo que existe una gran semejanza con la idea de que una vanguardia de intelectuales revolucionarios
toma el poder mediante revoluciones populares que les proporcionan la fuerza necesaria para ello, para conducir
después a las masas estúpidas a un futuro en el que estas son demasiado ineptas e incompetentes para imaginar y prever
nada por sí mismas. Es así que la teoría democrática liberal y el marxismo-leninismo se encuentran muy cerca en sus
supuestos ideológicos.”12
El fenómeno de la decadencia de la participación democrática debida a los medios ya fue analizado por Jürgen
Habermas en su libro Historia y crítica de la opinión pública, publicado originalmente en 1962:
“El mundo diseñado por los medios de comunicación de masas sólo es en apariencia una esfera pública”13.
Según el filósofo alemán, en los Mass Media la mentalidad del consumo sustituye el desarrollo de un consenso crítico-
racional por una demanda de aclamación. La esfera pública se ha convertido más en un espacio para la promoción
comercial que en espacio para el debate critico-racional. Los Medios son usados para que el público de consumidores se
identifique con las posiciones públicas o personales de los actores políticos y responda con la aclamación o la negación
de ella, más que con el discurso crítico. Es por ello que Habermas habla de un regreso a la versión representativa (y
manipulativa) de lo público, que caracterizó al dominio político en el Medioevo. Así, por ejemplo, “Los partidos tratan
de movilizar al público para que otorgue su aclamación, sin darle educación política ni remediar la ‘inmadurez política’
de los votantes”, reemplazando así el debate político por el plebiscito.14
En el mismo su texto, Habermas ha analizado el ascenso de la opinión pública burguesa, liberal, como opinión que se
propone para servir de mediación y regulación de las relaciones entre el Estado y la sociedad civil. Esta es una opinión
pública política, crítica y defensora de los intereses ciudadanos (con todos sus matices), que se forja en la vida cotidiana
10 Lippmann Walter: Public Opinion, New York, 1961, p. 248 (version castellana: La opinión pública, Compañía General Fabril Editora, Buenos Aires, 1964).11 Dr. Hans Köchler: “A Theoretical Examination of the Dichotomy between Democratic Constitutions and Political Reality”, Paper presented at the Colloquium: "New Paths of Democracy", University Center Luxembourg, 15-17 December 1995. Sobre el concepto de "creation of consent" como debilitador de la participación política direct a ver: Michael Burawoy : Manufacturing Consent. Changes in the Labor Process under Monopoly Capitalism, 1979.12 Noam Chomsky: “El control de los medios de comunicación”, en Internet.13 Habermas, (1962) Historia y crítica de la opinión pública (La transformación estructural de la vida pública); Gustavo Gili, 1982, p.171. Para una reseña de este texto puede consultarse mi informe de investigación antes citado.14 Habermas, (1962), p. 203
y se ejerce en la política. Así mismo, Habermas encuentra la decadencia de ese ideal, en la sociedad de los medios
masivos de comunicación y de las técnicas de control del poder político y de los medios mismos. A falta de una
legitimación del poder en el respaldo de la opinión pública; el Estado acude a una aclamación plebiscitaria; que no
decide auténticos programas de interés público, y sólo expresa un sí o un no, que legitima o ilegitima el ejercicio del
poder.
La opinión pública crítica es desplazada por la propaganda y la publicidad manipuladora. El debate político es
sustituido por una política plebiscitaria, el público mediatizado es solicitado para que “aclame públicamente” a aquellos
que ejercerán el poder.15 La notoriedad pública se logra mediante una aclamación en un clima de opinión no pública.16
Esta “opinión pública” manipulada, más que como opinión pública funciona como un plebiscito de aclamación. El
índice de popularidad le da a un gobierno la medida del control que ejerce sobre esta opinión no-pública, o del grado de
promoción publicitaria del que está necesitado.17 Esta forma plebiscitaria de la opinión exige que los notables hagan
verdaderas concesiones a las expectativas de la población. Pero, aun en un gobierno dispuesto a corresponder a los
deseos de la opinión pública, “no se cumplirían las condiciones necesarias para una formación democrática de la
opinión y la voluntad”, pues aún falta allí la autonomía y la racionalidad que ella supone. 18 Las opiniones no-públicas
(inclinaciones, deseos, sentimientos) no se forman en una polémica consciente sobre los estados de cosas, ni en
discusiones que sopesen los pros y las contras en un diálogo sostenido públicamente. De este modo, el público de
ciudadanos desintegrado como público, llega a estar tan mediatizado por los instrumentos publicísticos que puede ser
solicitado para legitimar compromisos políticos sin que sea capaz de participar en decisiones efectivas, de participar en
el sentido pleno del término.19
4. ¿Qué pasa cuando la opinión pública rechaza la verdad?
El catedrático y periodista Mario Morales reseñó diversos planteamientos sobre el tema de la “opinión pública”
manipulada y engañada. Sintetizo aquí los más relevantes.20
El filósofo y periodista argentino Miguel Wiñaski dice el académico que habida cuenta de la preponderancia de los
medios aun en las esferas privadas, las audiencias se han convertido en una suerte de “tribus masivas” que aceptan
ciertas noticias, aunque no haya elementos informativos reales para sustentarlas, y rechazan las que están bien fundadas.
“...La amenaza terrorista, la inminente invasión imperialista o la presunta cercanía de la debacle total actúan como
fantasmas que exacerban la imaginación de las multitudes que, presas de la paranoia, se aferran a sus propios delirios.
(...) Esa actitud permite la existencia de una tendencia política que tiene todo el poder. (...)” “... Pero, ¿cómo se logran
esos consensos rayanos en lo absoluto? Gracias a las máquinas de persuadir que, antes que reforzar la democracia, han
inventado el modelo de poder dominante en Occidente: la peitarquía. Petitó significa en griego “persuasión”. La
peitarquía es el gobierno a través de la persuasión, de la constitución permanente de opinión pública. De la producción
de adhesiones por los caminos del espectáculo.”
15 Habermas 1962, p. 207.16 Habermas 1962, p. 227.17 Habermas 1962, p. 243.18 Habermas 1962, p. 244.19 Habermas 1962, p. 247.20 Mario Morales: “Entre la persuasión y el deseo”, en Actualidad colombiana, Edición No. 414, septiembre 1 al 15 de 2005.
“Tal diagnóstico puede ser visto, con otra óptica, como una crisis de representatividad. Porque, como señala Alain
Touraine, ingresamos a un sistema de democracia de opinión.
“... Pero existen matices de acuerdo con la manera como se informan los públicos, según lo sustenta Pippa Norris,
prestigiosa analista simbólica de la Universidad de Harvard. Según Norris, hay dos tipos de países en Occidente: los
‘tevecéntricos’ y los ‘diariocéntricos’. Las naciones diariocéntricas tienen democracias más sólidas y un índice muy alto
de lectores de periódicos que se caracterizan por tener audiencias que les prestan menor atención a la televisión y a los
géneros vinculados con el entretenimiento. Según esa categorización, los países que más lectores de diario promedio
tienen en el mundo son Noruega, Japón, Islandia, Finlandia y Suecia.
“Los países “tevecéntricos”, como Grecia, Turquía, México y Polonia tienen menor calidad y tradición democrática y
mayor injerencia de los gobiernos sobre la prensa. De ahí el boom de la creación de canales transnacionales y/o
institucionales de televisión, y de la transmisión maratónica y recurrente que ha devenido en el culto a la personalidad
que se percibe en varios mandatarios del área andina...
“... El fenómeno es más evidente en la televisión, pero no les son ajenos los otros medios que como, anota Barbero,
suelen estandarizar la opinión homogeneizándola a partir de la sacralización de los énfasis mayoritarios que fabrican o
con generalizaciones al desgaire (el público mediático como una ilusión escenográfica que ratifica posiciones
generalizadas) o con encuestas y sondeos que se acogen sin mayores críticas o análisis.
Agrega Mario Morales que “El único antídoto posible es entonces el hombre que pregunta. Ese es el feudo, sin colonos,
que tiene el periodista. Porque como decía la recientemente fallecida escritora norteamericana Susan Sontang, una de
nuestras tareas es formular preguntas y elaborar afirmaciones contrarias a las beaterías reinantes.”
5. Consideraciones finales.
En el tema del análisis de los Medios hay que evitarlos dos extremos que señala Umberto Eco en un libro ya clásico:
Apocalípticos e integrados. El espíritu apocalíptico suele expresarse mediante la tesis de la Gran Conspiración: el
Poder, el Sistema, o cualquiera de los seudónimos del Mal, controla el mundo, incluidos los Medios que son su altavoz
o caja de resonancia (mucho de esto había en el viejo marxismo y aún en sus representantes más críticos, los maestros
fundadores de la Escuela de Frankfurt, Horkheimer, Adorno y Marcuse). Por el otro lado, los integrados suelen asumir
la tesis leibniziana de que este es el mejor de los mundos posibles, a la que hoy se sumar las tesis posmodernas del fin
de la historia, de la muerte de las ideologías, y del carácter inevitable del orden mundial capitalista. Ambas posiciones
conducen al inmovilismo. Pues para los primeros nada cambiará hasta que no se cambie todo, la totalidad del sistema; y
para los segundos no hay nada que cambiar, basta adaptarse y sacar el mejor provecho del orden establecido.
Hemos visto que los analistas coinciden en señalar el aspecto manipulador de los Medios, bien por sí mismos o porque
son instrumento de los intereses económicos y políticos. Pero hay mucho de espíritu apocalíptico cuando se concluye, a
partir del hecho de que, a veces las palabras son ambiguas y las imágenes opacas, que siempre el lenguaje es ambiguo y
siempre la imagen es opaca. Desde un punto de vista semejante, hay quienes han concluido que la comunicación no
existe, partiendo del hecho de que la comunicación nunca es absolutamente transparente y suele dar lugar a
malentendidos.
6. Una recomendación
Ante el hecho innegable del potencial manipulatorio de los Medios, a la Academia le corresponden varias tareas. Me
limitaré a una: crear centros y grupos de análisis de los medios masivos de comunicación. En ellos se podría combinar
el trabajo de analistas del discurso, teóricos de la argumentación, filósofos del lenguaje, sociólogos, comunicadores, etc.
Tales centros podrían irradiar los frutos de su trabajo investigativo en seminarios y talleres ofrecidos para los docentes y
estudiantes, especialmente de educación básica primaria y secundaria. En ellos se fortalecerían las competencias de
lectores de prensa y usuarios de los medios audiovisuales, para incidir a largo plazo en la transformación del público
lector y televidente en sujetos críticos y en ciudadanos responsables.
“El que quiera luchar hoy contra la mentira y la ignorancia y escribir la verdad tendrá que vencer por lo menos cinco
dificultades. Tendrá que tener el valor de escribir la verdad aunque se la desfigure por doquier; la inteligencia necesaria
para descubrirla; el arte de hacerla manejable como un arma; el discernimiento indispensable para difundirla.” B. Brecht
7. Bibliografía
Albiac, Gabriel: Una dulce dictadura, EL MUNDO, España, 29 de junio de 2000
Argullol, Rafael: Hitler y la publicidad, DIARIO EL PAIS, S.A. Madrid, Sábado 20 febrero de 1999, Nº 1023
Charaudeau, Patrick, El discurso de la información, Ed. Gedisa.
Chomsky, Noam: “El control de los medios de comunicación”, en Internet
Chomsky, Noam: Deterring Democracy (Democracia disuasiva), 1991, 1992. Chap 12: Force and Opinion.
Köchler, Hans: “A Theoretical Examination of the Dichotomy between Democratic Constitutions and Political Reality”,
Paper presented at the Colloquium: "New Paths of Democracy", University Center Luxembourg, 15-17 December 1995.
Habermas, Jürgen: (1962) Historia y crítica de la opinión pública (La transformación estructural de la vida
pública); Gustavo Gili, 1982.
Jiménez Losantos, Federico: Los medios, en: EL MUNDO de España. 20 de enero de 2000.
Lakoff, George: La Metáfora en Política. Carta abierta a Internet (1991), Traducción: Paloma García Abad.
Landowski, Eric (1989): La sociedad figurada (Ensayos de socio-semiótica); Universidad Autónoma de Puebla y
Fondo de Cultura Económica, 1993.
Lippmann, Walter: Public Opinion, New York, 1961, p. 248 (versión castellana: La opinión pública, Compañía
General Fabril Editora, Buenos Aires, 1964).
Morales, Mario: “Entre la persuasión y el deseo”, en Actualidad colombiana, Edición No. 414, septiembre 1 al 15 de
2005.
Posada Gómez, Pedro: “Opinión pública y opinión crítica (Un modelo para interpretar la prensa de opinión)”, Revista
Anagramas, vol. 3, #6, Universidad de Medellín, enero-junio de 2005.
Zuleta, Felipe: “Arrodillados”, El Espectador, febrero 23 de 2008.
ANEXO: El Cuento de la Guerra Justa
El filósofo y lingüista George Lakoff, en su Carta Abierta a Internet: La Metáfora en Política21, ha realizado un análisis
del uso de las metáforas para la justificación de las guerras emprendidas por el gobierno de USA en el Medio Oriente.
Transcribo los párrafos que me parecen más significativos. La versión completa puede ser consultada en la web.
“El Estado como Persona”, “El poder de un estado es su fortaleza militar”, “La racionalidad es la maximización del
propio interés”. “Hay una lógica implícita en la utilización de estas metáforas; puesto que le compete a todos y cada uno
de los individuos el ser tan fuerte y saludable como sea posible, de la misma forma, un estado racional tiende al máximo
a aumentar su riqueza económica y su potencia militar. La violencia puede contribuir al propio interés. La violencia se
puede frenar de tres formas: ya sea mediante un equilibrio de fuerzas, de forma tal que no haya nadie en la vecindad lo
suficientemente fuerte como para atreverse a atacar a otros. O bien, mediante la persuasión colectiva ejercida por la
comunidad, de tal forma que la violencia no sea una opción productiva. O gracias a un policía lo suficientemente fuerte
que frene cualquier tipo de violencia o que la castigue. El policía debería actuar de acuerdo con la moral, en beneficio
de la comunidad y con el beneplácito de la comunidad en su conjunto. La moralidad tiene que ver con la contabilidad,
con llevar bien los libros de la moral. Todo infractor contrae una deuda que tienen que saldar. Se hace balance en los
libros de la moral volviendo a la situación previa a la infracción, devolviendo lo que se ha substraído, pagando una
multa, o bien, mediante el castigo. La justicia es la encargada de hacer balance en los libros de la moral. En esta
metáfora, la guerra es una lucha entre dos personas, una forma de combate cuerpo a cuerpo.(...). Una guerra justa es una
forma de combate cuyo objetivo es ajustar cuentas en el terreno moral. El discurso típico de Occidente donde se
establece un combate para ajustar las cuentas en lo moral se desarrolla en el mundo de los cuentos. Si en lugar de las
personas hablamos en los cuentos de estados lo que tenemos es una situación de guerra justa.
El Cuento de la Guerra Justa
Los personajes: Un villano, una víctima, y un héroe. La víctima y el héroe pueden ser la misma persona. La trama: el
malvado comete un crimen contra una víctima inocente (generalmente se trata de un asalto, un robo o un secuestro). La
ofensa se produce porque existe un desequilibrio de fuerzas, lo que a su vez genera un desequilibrio de índole moral. El
héroe puede optar entre pedir ayuda o actuar por su cuenta. El héroe se sacrifica; se enfrenta a dificultades, por lo
general realizando un viaje heroico y agotador; a veces tiene incluso que atravesar los mares para alcanzar suelo
enemigo. El villano es esencialmente malvado, puede que hasta sea un monstruo, y de ahí, que todo intento de razonar
con él, esté fuera de lugar. Al héroe no le queda otra opción que batirse con el villano. El héroe derrota al malvado y
rescata a la víctima. El equilibrio moral queda así restituido. Se alcanza la victoria. El héroe, que actúa siempre guiado
por el honor, ha demostrado su virilidad y ha alcanzado la gloria. El sacrificio ha merecido la pena. El héroe es
aclamado y recibe la gratitud de la víctima y de la comunidad.
El cuento entraña una asimetría. El héroe es bueno y valeroso, mientras que el malvado es inmoral y un vicioso. El
héroe es racional, y aunque el villano pueda ser astuto y calculador, no se puede razonar con él. Por ello, los héroes no
pueden razonar con los villanos, los tienen que derrotar. El enemigo como metáfora del demonio nos permite entender
lo que es una guerra justa en términos de la estructura de un cuento. La forma más natural de justificar una guerra en
términos morales es hacer encajar la estructura del cuento en una situación dada. Esto se lleva a cabo mediante una
definición metafórica, es decir, contestando a las preguntas siguientes: ¿Quién es la víctima? ¿Quién es el malvado?
21 George Lakoff: La Metáfora en Política. Carta abierta a Internet (1991), Traducción: Paloma García Abad.
¿Quién es el héroe? ¿Qué crimen ha cometido? ¿En qué consiste la victoria? Dependiendo de las respuestas,
obtendríamos tramas diversas...”