MEMORIA
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PROYECTO
Alberto Castelló Juan
5º curso 2011-2012Proyectos y procesos
Facultad de Bellas Artes de Cuenca
Alberto Castelló Juan 1 Memoria
ÍNDICE
Introducción 4
Análisis visual a partir de Mientras Agonizo,
de William Faulkner 8
Influencias 14
Capítulo 1 30
Capítulo 2 32
Capítulo 3 34
Capítulo 4 36
Capítulo 5 38
Capítulo 6 40
Capítulo 8 42
Capítulo 9 44
Capítulo 10 46
Capítulo 11 48
Capítulo 12 50
Capítulo 13 52
Capítulo 14 55
Capítulo 15 56
Conclusiones 57
Documentación 59
Alberto Castelló Juan 2 Memoria
Alberto Castelló Juan 3 Memoria
Introducción
Todo el proyecto girará en torno a la familia y las relaciones que en ella se
crean, partiendo como base del libro de William Faulkner, Mientras agonizo.
Pienso hacer una obra narrativa, en la que los cuadros funcionen tanto
individualmente como en narración. Me adentraré en el libro utilizando como
base la historia del libro, y a partir de ahí, lo relacionaré con mis recuerdos
personales, haciendo que ese ejercicio de introspección se traslade a los
cuadros.
Me lo planteo como un viaje, un viaje interno, buscando una adaptación del
imaginario de Faulkner a espacios atemporales, básicos, en los que se pierda
el sentido del tiempo.
El viaje comenzará y terminará en una casa en la que ha muerto la madre. Me
adentraré en ella como un voyeur, escrutando los escenarios uno a uno,
mostrando lo que en ella sucede a partir de mi experiencia personal. Haciendo
un ejercicio de memoria, mostrando a personajes en espera y soledad,
huyendo de una narración temporal. Serán como escenas teatrales en las que
la pérdida y el dolor serán los protagonistas.
Voy a hacer un viaje de introspección a través de mi pintura, avanzando en el
lenguaje pictórico hacia una figuración densa. Me gusta que se vean las
pinceladas en los cuadros, largas, pastosas, viciadas; como el tema que en
ellas se trata, porque el material que utilizas para pintar un cuadro es
importante, tiene que extender la narración hacia el artista para que el
espectador se sienta respetado.
Muchos artistas han bebido de literatura para explorar sus mundos personales,
puede decirse que todo el siglo XX está infestado de artistas narrativos que
vivían de adaptar y reinterpretar el pensamiento ajeno para desarrollarlo como
algo propio. Mis motivos para pintar esta serie son dos, a nivel personal y a
nivel de comunicación con el espectador.
A nivel personal mi propósito es encontrar un lenguaje pictórico adaptable a las
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sensaciones que quiero mostrar. Por esa razón me he planteado el proyecto
como algo progresivo. Tengo claro que mi lenguaje siempre estará relacionado
con la narrativa, aunque sea críptica o prácticamente incomprensible sin un
apoyo teórico, y que mi personalidad siempre debe quedar patente en todo lo
que hago, sacrificando algo de comprensión por parte del espectador si es
necesario. Lo que me gustaría es que mis cuadros, a pesar de toda la
figuración que tienen, tuviesen una lectura totalmente abstracta, que lo que se
ve en ellos funcione como un todo para crear estados de ánimo, que en la
narración que encierran quede patente que su lectura siempre será subjetiva.
Por parte del espectador espero que cuando mire los cuadros de esta serie se
encuentre con un lenguaje estructurado a través de un todo, que vean aunque
sea vagamente una conexión narrativa que les haga pensar en una historia
familiar, como si ellos pudiesen ser los protagonistas. Por eso utilizo lo
cotidiano, para transformarlo en una realidad que yo veo con claridad, una
realidad interpretada. Lo que busco es que los cuadros por si mismos tengan
las máximas lecturas posibles, que cada persona que los vea les busque un
sentido.
Organizaré la serie a partir de la madre, todas las imágenes estarán
relacionadas con ella y su muerte. Todo el grueso de la obra tratará sobre los
sentimientos de las personas cercanas, sobre la familia. Comenzaré con
escenas más generales a partir de las cuales buscaré la introspección, los
momentos de soledad de una familia siempre disfuncional. No concibo el
entorno familiar de otra manera. Espero encontrar el mal en ella, mirar dentro
de lo sucio detrás de esa fachada que todos sabemos falsa. Reconocer esos
momentos de egoísmo que todos tenemos y que el espectador lo capte de
forma progresiva. No hay otro modo de conseguirlo para mí que no sea a
través de la normalidad, siempre teatral.
El voyeurismo será esencial para encontrar lo que busco. No conozco otra
manera de adentrarme en lo íntimo. El tema es mirar sin ser visto, para poder
ver libremente, para poder escrutar y mostrar al espectador lo que ocurre,
siempre parcialmente. Todo se compone de partes, espero que mi sinceridad
consiga que todo se una aunque sea a través de la tristeza.
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El proyecto es literario, por lo que comenzaré a partir de la lectura de un libro,
el ya comentado anteriormente, Mientras agonizo, de William Faulkner. Lo
primero que haré será convertir el libro en microrelatos descriptivos para buscar
las imágenes que me permitirán narrar mi propia historia. A partir de esos
relatos visuales comenzaré a buscar documentación o a generármela con
fotografías sacadas de mi entorno. Una vez elegida la documentación para
crear una imagen la adaptaré a mi modo de pintar.
A partir de dibujos en rotulador negro analizo la composición y el claroscuro. Ya
satisfecho con la imagen la pintaré al óleo sobre madera imprimada en sombra
tostada. Comenzaré con pincelada densa y cerrada, detallada, para buscar una
simplicidad basada en masas, sin dibujo.
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Análisis visual a partir de Mientras Agonizo, de William Faulkner
Niño con un pescado en brazos, vestido con harapos, lo enseña al espectador,
pidiendo.
Joven con un martillo en la mano y una cuña para cortar madera en la otra
mirando un ataúd.
Viejo sentado en un porche mirándose las manos, una luz fría le ilumina la
cara. La mirada perdida, llorosa. No tiene dientes.
Reunión de mujeres malignas con una casa de madera destrozada al fondo.
Varia figuras están alrededor de la casa. Las mujeres hablan con la vista puesta
en la casa. No pueden decir nada bueno de ellos.
Mujer joven en una cocina amasando. Concentrada con la tristeza en sus ojos,
las lágrimas caen sobre la masa. Huevos rotos en primer plano.
Niño limpiando un pez con las tripas abiertas, concentrado en su trabajo con
una mezcla de asco y dejadez.
Casa con un camino delante, un viejo está sentado en el porche de entrada
mirando a un hombre vestido de negro, impoluto, orgulloso. El viejo del porche
lo mira resignado.
Una chica joven abaniquea en una cama a una vieja decrépita al borde de la
muerte, que la mira con ojos desesperados aferrándose a la vida.
Un hombre gordo con un maletín de médico vestido de negro con un corbatín
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mira desde una puerta horrorizado al interior de una habitación que no se ve,
ve la presencia de la muerte.
Un viejo se aferra con la mirada perdida a un niño tan harapiento como él. Los
dos sentados en un porche.
Un joven levanta una sierra delante de un ataúd enseñándosela a una vieja que
hay en una casa al fondo. Asoma su cara moribunda por la ventana.
Un niño encima de la cama de una moribunda intentando hacerla resucitar, la
muerte está presente en la cara de la vieja. El niño se contorsiona llorando.
Un viejo y una joven en el centro de una habitación, el viejo con los brazos
caídos y la joven llorando con las manos en el rostro. Un hombre gordo bien
vestido en el umbral de la puerta.
Niño sufriendo con un palo roto en la mano, llora mirando al suelo. Un trozo del
palo roto a su lado. Una vaca en lo alto de una loma.
Niño sentado en el suelo con un pescado destripado a su lado.
Mujer joven preparando la cena. Tripas de pescado se esparcen por el banco,
al fondo dos hombres sentados alrededor de una mesa esperando la cena,
cabizbajos.
Niño mirando una cama toda llena de sangre y tripas de pescado. Cabezas de
pescado sobre las sábanas. Un cubo lleno de vísceras al lado de la cama.
Joven arrodillado en el barro, la lluvia cae sobre él. Una luz artificial lo ilumina
con un brillo tenue.
Un farol sobre un tocón, el suelo está lleno de un barro rojizo que parece
sangre. La luz del farol ilumina el suelo sobre el que hay un martillo.
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Un joven sierra algo indefinido iluminado tenuemente por la luz de una lámpara
de gas. Mientras un viejo el fondo lo mira con la mirada perdida.
Un ataúd de madera sobre unos caballetes. Tablas a la derecha apoyadas en el
tocón donde se encuentra la lámpara de gas.
Un pez muerto.
Una mujer canta en una habitación aséptica rodeada de otras rezando. Todas
de negro.
Unos hombres fuman en la puerta de una casa en silencio, todos de negro. Un
niño sentado en el porche mira al espectador.
Un viejo da la mano a un hombre que le da el pésame. El viejo mira al
espectador.
Una casa al fondo. Dos jóvenes conducen un destartalado carro mirando hacia
ella. Mas al fondo amanece.
Seis hombres llevan un ataúd convertido en pez. Un niño los mira pasar.
Un joven limpia una mancha de barro del ataúd que esta en el carro. Al lado
otro joven ríe con locura. Una joven ensimismada sostiene una caja en su
regazo.
Es de noche, el carro está vacío, solo queda el ataúd. Un viejo, tres jóvenes
varones, una joven y un niño duermen en cuclillas alrededor de él.
Un hombre de pie, de espaldas al espectador, habla con un joven subido en un
caballo pellejoso. Los ojos del joven lo miran con orgullo.
Un zopilote aposentado encima de un ataúd. El ataúd es de madera,
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humedecido, llegando casi a lo putrefacto.
Una joven desnuda encima de un abismo flotando en el aire con un cuchillo en
la mano. Un niño está dormido agarrado a su pierna. Ella lo mira. Una ligera
brisa sopla desde atrás.
En un establo, un joven extremadamente delgado, anoréxico, chupando de la
teta de una vaca. La vaca está de culo mostrando sus orbes por debajo
mientras el joven chupa directamente del pezón. Al fondo una puerta abierta a
la noche, todo iluminado por la tenue luz de un candil.
Joven muy delgado, con un candil apoyado en el suelo. Cava en un campo
yermo infinito. El cielo azul oscuro se extiende en tres cuartos.
Una joven vista en picado, la falda transparente mojada por la sangre y el agua.
Se mira las manos como si le faltase algo. Un pez muerto yace en el suelo
ensangrentado.
Un hombre joven mira el agua que lo rodea, no hay nada más que agua. Una
cuerda medio hundida en ella le dice que todo se ha perdido.
Una mujer joven, voluptuosa, con el vestido empapado mira al cielo. Un hombre
joven, exhausto, apoya su cabeza ladeada en su pubis, solo los separa un
trozo de tela, sucio y húmedo.
Una mujer vieja abraza a su hijo, un hijo sucio, ruin. Un abrazo lleno de lujuria,
de amor, las manos del hijo se agarran al culo de la madre y su boca succiona
la leche de su seno. Mientras, una mujer piadosa reza en la habitación de al
lado. Una pared que no existe separa las dos escenas.
Una madre sentada en un rincón, tres niños peleándose por debajo de una
mesa. Un hombre sentado comiendo. Ella en blanco y negro.
Un picado de una mujer siendo follada por su marido, con la sábana puesta y el
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agujero en el coño.
Ella mira a un lado ensimismada en una luz que ilumina la escena. El la
penetra entre espasmos.
Un picado de una mujer acostada a la derecha con el camisón con un agujero
en el coño, el cuadrado deja ver el pelo, los pechos y los muslos transparentan
su carne sudada. El hombre duerme a su lado. Ella mira al espectador.
Una chica joven, con un paquete en la mano, en el centro de una habitación.
Mira el paquete con tristeza. Tiene un charco de una secreción acuosa a sus
pies.
Un niño en cuclillas encima de un ataúd mira con los ojos desorbitados, presa
de la locura el techo de una casa.
Una mujer joven y un niño. Los dos acostados en un cobertizo. Ella mira su
barriga mientras el niño duerme. La luz de la luna se enmarca a través de la
puerta iluminándoles a medias.
Un ataúd se recorta en la noche delante de una casa, descansando sobre dos
caballetes. La casa está en llamas y lo ilumina con una luz tenue.
Un hombre joven presa de la locura se ríe retorciéndose en el suelo rodeado de
su familia. Una familia ausente, que le niega la más mínima piedad y
comprensión. Ni tan solo se ven sus rostros...
Un hombre delante de una casa en llamas la mira con los ojos extremadamente
abiertos. El hombre en primer plano, la casa al fondo como una masa difusa.
Su mano se levanta recortada contra la casa llena de tensión.
Picado de un hombre riéndose en absoluta locura sentado en el vagón de un
tren. Dos sombras iguales se proyectan sobre él.
Una mujer joven camina al final de un pasillo en penumbra. Un hombre
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despreciable tiene una botella que deposita encima de un banco en primer
plano.
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Influencias
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(Éxtasis de Jack el Destripador en “El mejor sastre del mundo”, capítulo 10 de From Hell, cómic
de Alan Moore y Eddie Campbell, 1993-1997)
¿Se puede hacer otra cosa que no sea especular cuando hablamos de artistas
que nos influencian con su modo de ver la vida y el arte? ¿Si empiezo un
recorrido por mis influencias artísticas puedo decir que son unos y no otros los
que pueden tener en su mente otras personas al ver mi obra? ¿El intento
infructuoso de acabar con la narración en la pintura es un ataque contra el
espectador mismo cuando se ve totalmente desconectado de lo que tiene
delante por su incomprensión? ¿En un mundo donde la notoriedad es un bien
económico podemos permitirnos ser personales en nuestra obra sin tenernos
que condenar al ostracismo? ¿Hablar de lo cotidiano se ha convertido en una
rareza que no le interesa a nadie por el enfoque cultural que vivimos en estos
tiempos de la cultura de la evasión? ¿Como se muestra artísticamente un
rechazo al conceptualismo en un mundo artístico totalmente abstraído?
¿Porqué tengo la sensación de que un artista para ser tomado seriamente
como tal ha de estar hablando continuamente de arte? ¿Se masturba el arte a
si mismo?¿Como hablar de mi identidad como artista si no es a través de esos
espacios que siempre se encuentran en mi memoria repitiéndose una y otra
vez haciéndome volver continuamente a ellos?
Soy un artista que se alimenta básicamente de cultura popular, de artes más o
menos denostadas por la alta cultura como si su importancia fuese secundaria.
Antes de dedicarme al arte abiertamente y con continuidad era un gran
consumidor de artes llamémoslas...periféricas (cómics, cine, literatura de
ficción, música popular...etc). La primera toma de conciencia sobre mi interés
para dedicarme a esto fue leyendo From Hell (cómic. Alan Moore, Eddie
Campbell, 1993-1997), concretamente el capítulo, El mejor sastre del mundo
(capítulo 10). Son treinta y tres páginas donde se encuentran todos los
conceptos que a mi me interesan a la hora de plasmar algo: el drama, el amor,
el sentido de culpa, el dolor, la crueldad, la lentitud, la claridad, la oscuridad, la
amoralidad, el éxtasis interior, y así podría seguir hasta quedarme sin palabras
porque todo lo encuentro ahí. ¿Es eso lo que intentaban Alan Moore y Eddie
Alberto Castelló Juan 15 Memoria
Campbell cuando crearon este capítulo dramático de la historia ficticia de Jack
el destripador?, probablemente en sus mejores sueños si, y esto es lo que me
ayudó, entre comillas, a tener motivación para buscar algo más, algo más que
encontré en otros artistas buscando mi propio lenguaje, que en definitiva es lo
que siempre he buscado, un lenguaje a través del cual expresar lo que veo a mi
alrededor. Para mí, lo que define a un artista es la profundidad de ese escrutar,
un escrutar donde se pierde la intimidad de lo mirado siempre manteniendo un
respeto hacia los personajes a través de la verdad,. Una verdad, que como en
El mejor sastre del mundo puede ser pornográfica y vista desde el punto de
vista de un voyeur, pero siempre respetuosa con el espectador que quiera o no
va a hacer un juicio moral. De la calidad de lo narrado depende que ese juicio
sea aprovechable por parte del espectador, y digo aprovechable porque da
igual la conclusión a la que se llegue en la visión de una obra de arte, sea
negativa o positiva tiene que servir de algo, la simple decoración no me parece
una razón suficiente para este trabajo, es demasiado costoso.
Pensaba comenzar a partir de Giotto, pero voy a intentar relatar mis influencias
artísticas del modo más cronológico posible desde mi memoria, lo que me lleva
al pasaje antes citado del cómic From Hell, una obra de arte.
El pasaje referido comienza con Jack el Destripador entrando a una casa
donde le espera una prostituta, lo que sucede a continuación tiene una
violencia sobrecogedora en la que se mezclan tanto placer como asco. Esas
treinta y tres páginas te lo muestran todo, no esconden nada a un espectador
que sabe que lo que está viendo es totalmente amoral. Se pierde el sentido del
tiempo, en un espacio que se diluye, en el que el espectador queda absorto en
la sensación de placer que siente Jack, extasiado. Los cortes se suceden
lentos, se acercan a la mirada del espectador, recreándose...hay un momento
en el que la sangre se adentra en él, lo vemos a través de su iris, negro.
Todo rayado y sucio, se va volviendo claro dentro de esa maraña de muebles y
utensilios que se muestran poco a poco, cuando te acostumbras. El espectador
tiene que mirar fijamente para ver la verdad dentro de unos dibujos que se
encaminan hacia el sueño, incluso hacia la abstracción, para luego aclararse.
Este es el juego que a mí me interesa con respecto al espectador, el juego de
descubrir algo que hay detrás de todas las buenas imágenes, algo que se
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mueve en el terreno de lo intangible.
La narración que vemos en estas páginas es una narración moderna, para
lectores actuales acostumbrados a ese lenguaje. Está basada totalmente en
gestos, gestos que vemos desmenuzados como una disección, como lo que
estamos viendo. La expresión fría y enajenada de Jack se nos muestra con
todo lujo de detalles, sus movimientos con el cuchillo son lentos, entendibles,
como lo han sido en toda la historia de la pintura narrativa. Los entendemos
perfectamente porque son de nuestro tiempo, los hemos visto cien veces.
Podemos recrearnos sin perdernos, juegan con el conocimiento que nosotros
tenemos como se ha hecho siempre, como hacía Giotto(1267-1337), como
hacía Balthus(1908-2001), como hacían Munch(1863-1944) o Goya(1746-
1828), como hacen todos los creadores que quieren que sus imágenes se
entiendan. El lenguaje es claro y directo, la abstracción ya está más que
entendida, necesitamos volver a desmenuzar, necesitamos volver a entender
en un mundo del arte encerrado, alejado de la sociedad en la que vive. Donde
todo el arte social que se crea es totalmente periférico, alejado dentro de otra
periferia, como es el mundo artístico.
Durante largo tiempo me sumí en inconcretos pensamientos, hasta que volví a pensar en la muchacha, tan hermosa y llena de juvenil frescura, que tenía unos ojos tan dulces, buenos y puros. Imaginé vivamente lo encantadora que era su bella boca infantil, lo hermosas que eran sus mejillas, y cómo su presencia física me hechizaba con su melodiosa ternura, cómo hace cierto tiempo le pregunté algo, cómo bajó los bonitos ojos en la duda y en la incredulidad, y después, cómo dijo «no» cuando le pregunté si creía en mi amor sincero, mi cariño, entrega y ternura. Las circunstancias le habían ordenado viajar, y partió. Quizá hubiera podido convencerla a tiempo de que tenía buenas intenciones, de que su querida persona me era importante, y de que por muchos hermosos motivos quería hacerla feliz, y con ello a mí mismo; pero no me esforcé más, y ella partió. ¿Para qué entonces las flores? «¿Recogía flores para depositarlas sobre mi desdicha?», me pregunté, y el ramo cayó de mis manos. Me había levantado para irme a casa; porque ya era tarde, y todo estaba oscuro.
(Página final de la narración de Robert Walser, El paseo,1917)
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Este es el final de un libro que me ha gustado especialmente. Toda la narración
transcurre a través de un paseo, el paseo inspirador del protagonista escritor
hablando con diferentes personas de su comunidad. Sería un libro más sobre la
vida de un artista si no fuese por este final. Para mí la moralidad de esta última
página se encuentra en estos momentos fuera de tiempo. Además, es un texto
que no viene a cuento, como un capricho que Walser se permite en un alarde
de sinceridad, como para decir que él tiene esos pensamientos, que no
sabemos si son ciertos o no, que en definitiva nos da igual que lo sean, lo que
nos importa verdaderamente de esta afirmación como artista es que aunque no
sea cierto realmente, pasa a serlo a través de la ficción. ¿Ha cambiado
realmente el arte tanto como nos vemos obligados a creer en los últimos cien
años? Me gusta esa afirmación que se hace Walser al final de un libro escrito
simplemente por placer estético. No tengo que estar de acuerdo con ello, no
tiene siquiera que importarme la catadura moral del texto, no se como
pensarían al principio del siglo XX sobre la pederastia. Hace unos meses se
acusó a Fernando Sanchez Dragó de pederastia en muchos medios de
comunicación españoles, incluso el Ministerio de Cultura le reprobó la
publicación de esa conversación con el director teatral Albert Boadella. Una
conversación sobre dos niñas japonesas que eran muy putas y a las que les
gustaba mucho follar, etc, etc...a que punto estamos llegando en el terreno de
la censura como para que un ministro haga comentarios intencionados
políticamente respecto a un texto que seguro que es ficción. Las palabras de un
machito que tuvo esa fantasía y que la reproduce en un libro de conversaciones
con el único fin de vender su obra...
Parece que el carácter convertido en sagrado de una obra de arte la convierta
en conductora de la verdad por sistema, por tradición. Me voy a parar en una
relación artística que ocupó bastante tiempo en mi pensamiento con respecto a
la verdad en el arte, esa verdad que a esta sociedad parece importarle tanto.
Klaus Kinsky y Werner Herzog hicieron una obra juntos que tiene momentos de
una intensidad psicótica que se acerca mucho a esa verdad del arte que
realmente importa. Esa relación produjo cinco películas, (Cobra verde,1987.
Nosferatu, el vampiro de la noche, 1979. Aguirre, la cólera de Dios, 1972.
Fitzcarraldo, 1982. Woyzeck, 1978) una biografía(Yo necesito amor, Klaus
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Kinski, 1991) y un documental (Mi enemigo íntimo, Werner Herzog, 1999), que
para mí son una misma obra en la que se habla de lo real a través de la ficción,
que no tiene nada que ver con lo que nosotros queremos creer. Hablaré de un
ejemplo en el que esto queda patente de un modo aplastante. Una escena de
la película, Aguirre, la cólera de Dios, en la que Kinski campa a sus anchas
para convertir lo que quiere decir Herzog en algo que se acerca a lo sublime,
donde interviene eso que llamamos aura.
Yo soy el mayor traidor,
no debe haber ninguno más que yo,
el que albergue siquiera el pensamiento de huir sera convertido en 190 pedazos,
y sus pedazos serán después pisoteados hasta que se pueda untar con ellos una pared.
(silencio)...
El que coma un gramo más de maíz o beba una gota más de agua,
será encerrado en prisión durante 150 años.
(silencio)...
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Klaus Kinski hablando a sus hombres en "La cólera de Dios". Werner Herzog-Klaus Kinski, 1972
http://www.youtube.com/watch?v=LYS4SkKzhrc
Cuando yo, Aguirre, quiero que los pájaros caigan muertos de los árboles, los pájaros caen
muertos de los árboles.
Yo soy la cólera de Dios,
la tierra sobre la que camino me ve, y tiembla,
aquel que me siga a mí y al río conseguirá una riqueza sin igual,
(silencio)...
pero aquél que deserte...
(Diálogo transcrito de “Aguirre, la cólera de Dios”, de Werner Herzog, 1972)
Se hace un silencio eterno en el que Kinski se apodera de lo que quiere decir
Herzog con su consentimiento. Herzog sabe que su obra por si misma puede
traspasar la barrera de la normalidad a través de Kinski, que es en realidad lo
que le importa en esos momentos, una cuestión de humildad que Herzog sabía
gestionar. La obra se hace protagonista para cobrar vida propia, una vida
ficticia que nos habla de realidad, porque la emoción que sentimos al ver a
Kinski en ese silencio es real, libre de interpretación, el rostro de un actor
transmitiendo lo que el narrador-director no puede conseguir. Al darse cuenta,
Herzog sigue a Kinski para extraer lo que éste le da, algo intangible que nos
emociona, el rostro de Kinski retrata lo irretratable, lo que tan solo la obra por
si misma puede mostrarnos, porque hay veces que la obra ha de ser libre. Si lo
traducimos a un trabajo pictórico, sabemos que hay ocasiones en las que el
cuadro se pinta por si mismo, momentos en los que no tienes el control porque
la imagen que estás pintando cobra su propio sentido, ajeno a ti.
En su libro de memorias, (Yo necesito amor) Kinski, mintiendo como solo los
grandes mentirosos se atreven a hacerlo, nos muestra un estado desgarrador
de su vida personal. Se describe como una persona al límite de su sensibilidad,
incapaz de controlar sus emociones ante un mundo hostil, habla de Herzog de
un modo tan despectivo y creíble que nos hace sentir compasión. El tramo final
de estas memorias (ficticias o no...) nos descubre a un ser sensitivo, lleno de
pasión por la vida al mismo tiempo que horrendo en su comportamiento social.
Incomprensible en su narcisismo y al mismo tiempo conmovedor. Cuanto hay
de mentira en estas memorias sólo lo sabe él. Fue capaz de reconocerlo
posteriormente cuando Herzog le pidió explicaciones en un alarde de
sinceridad, pero, ¿era esa sinceridad real?, ¿o fue un pacto entre los dos como
Alberto Castelló Juan 20 Memoria
dice Herzog en su documental homenaje a Kinski, Mi enemigo íntimo?
Toda una vida consagrada a la pintura, ¿Es posible definir la pintura? ¿cuál sería su definición?
La pintura es una encarnación. Le da cuerpo y vida a la visión que la inspira. Hace falta una lenta e infinitamente paciente aproximación, a menudo titubeante, para tratar de hacer que el cuadro la alcance lo más exactamente posible. La visión es interior. Pero se alimenta del contacto permanente con la realidad. No se forja ni se elabora más que con la observación paciente, empedernida, incansable, de las formas de la naturaleza. La observación es un medio para el conocimiento del mundo. Hay que mirar, mirar y mirar aun más. Siempre estamos por debajo de lo que vemos. ¡Por más que sepamos ver...! Los pintores de hoy en día ya no saben mirar. Creen poder ir más allá de la observación para inventar. Pero ¿qué podemos inventar si uno no le da combustible a su imaginación? Es la mirada quien la fecunda. Sin ella, la imaginación se empobrece muy rápido. Se vuelve repetitiva, estéril.
(Pregunta de Françoise Jaunin, repuesta de Balthus, perteneciente al libro: Meditaciones de un
caminante solitario de la pintura, Françoise Jaunin, 2010)
Toda esta entrevista con Balthus al final de su vida gira en torno a lo que es el
arte y como debe practicarse. Habla de condicionantes morales y conceptuales
que hoy día parecen olvidados por la mayoría de los artistas. Yo,
personalmente, suscribo todo lo que dice Balthus en esta respuesta. Otros
podrán decir que es la respuesta de un burgués sin necesidades que no ha
hecho otra cosa en la vida que dedicarse a la pintura al gozar de una posición
económica privilegiada. Yo digo que esta respuesta es una crítica al mundo
artístico actual absorbido por el comercio y el capitalismo, que nos habla de
que el arte debe ser algo más que una creación de cara a un espectador
aborregado por una situación caótica en la que las imágenes forman parte de
nuestro entorno cotidiano. Una situación en la que el consumo masivo de
dichas imágenes a terminado con la cualidad que tiene el ser humado de
observar y pararse en algo que puede tener belleza o no, y que en la situación
actual de sobreexposición visual en la que nos movemos cada día es más difícil
Alberto Castelló Juan 21 Memoria
encontrar. Belleza que se transmite a través de la mano de un hombre que se
toma la tarea de pintar un cuadro como un ejercicio místico. Porque el arte es
poesía, y la poesía no tiene valor. Nos dicen que tenemos que exponer, ¿y
como se expone lo que no tiene valor, lo que no tiene una interpretación
objetiva?, incluso por parte del autor...
Que un artista intente vivir del arte me parece una utopía, sobre todo muy
injusta para el artista, que es el que sufre las inclemencias de un mercado que
no tiene nada que ver con la obra que él realiza. Un artista nunca debe tener la
obligación de exponer, solo debe hacerlo ante una necesidad vital de mostrar
su trabajo, cuando siente el impulso de hablar.
Cuando me dispongo a preparar un cuadro siempre me encuentro con Balthus,
me parece un callejón sin salida del que no puedo escapar. Miro a sus niñas y
me recuerdan a pinturas de otro tiempo, mejor dicho, fuera de tiempo. Son
cuadros que no tienen final, que cuando los miras a través del tiempo siempre
son nuevos, limpios, básicos en su temática, lo que hace que su interpretación
sea variable, infinita. Me gusta que nunca terminen, lo que los convierte en
inaccesibles, crípticos.
Todo se ve, la calma se trasmite a partir de la luz, una calma tensa, en silencio.
Alberto Castelló Juan 22 Memoria
La habitación, 1952, Balthasar Kłossowski de Rola.
Miro a la niña y no me transmite erotismo, el ambiente te traslada a un lugar
que no existe, lo que lo hace más real. Siempre nos imaginamos los espacios
reales adaptados a nuestra imaginación. En el cuadro se ve eso, una imagen
irreal que nos es familiar, que ya hemos visto. Sentimos empatía por una
imagen que nos provoca rechazo, por la niña. Una niña que se nos muestra
desnuda, exhibicionista. Más desnuda todavía porque ella no es consciente, la
malignidad de la enana convierte el cuadro en extraño. El gato es un testigo en
el que nos reflejamos.
Me recuerda a Los 120 días de Sodoma(film,1975), de Pasolini. A
Justine(1791), de Sade. A la atracción del voyeur que todos llevamos dentro.
Plasmar en imágenes lo que no queremos ver pero que nos atrae. Porque todo
se convierte en imágenes, somos así, nos atrae lo que nos repele, la
curiosidad.
Balthus dice que la pintura no debe ser narrativa. Yo creo que no debe ser
narrativa para el pintor, pero que cuando un cuadro deja de pertenecerte cobra
vida a partir del espectador que lo mira, que lo escruta, que saca de él sus
propias conclusiones según su experiencia. Un espacio donde esa imagen
cobra su propia vida independiente del autor que tan celosamente lo ha pintado
para explorar en su pensamiento. Lo miro y veo calidad, una calidad que tiene
siglos de historia de la que no podemos abstraernos, o al menos no
deberíamos.
Alberto Castelló Juan 23 Memoria
Captura de Saló o los 120 días de Sodoma, Pier Paolo Pasolini. 1975
La única diferencia es que el filtro de la calidad se ha ido ensanchando. En
Giotto veo lo mismo, esa calidad. También la veo en Munch. Lo que hace que
nos inventemos nuestra propia historia. Lo que juega con el baremo de nuestra
moral.
Munch habla de dolor a través de su familia arrasada por la enfermedad.
¿Cómo se enfrenta un artista a una temática tan personal y deprimente? Con
veintitrés años firmó La niña enferma(1885), con sesenta y uno El caminante
nocturno(1923). Entre estos dos cuadros hizo de todo. Examinó a su familia
extrayendo su intimidad con el lado más feo en cualquier vida. Buceó en su
enfermedad consciente de la pérdida de su identidad presa de la locura.
Abandonó esa exploración de su entorno para hacer una pintura más mundana.
Y en su etapa final, volvió a sus temas iniciales, sobre todo centrándose en sí
mismo.¿Se podría considerar la obra de Munch obra social?¿Qué significa este
apelativo?
Para mí la obra de este artista es más social que cualquier obra política. Habló
a partir de su entorno de los problemas que nos afectan a todos, tarde o
temprano nos encontraremos con estas escenas en nuestra vida y su obra nos
las muestra con una sinceridad difícil de entender. La prueba es que nunca se
le acabó de entender en su tiempo. Sus lienzos fueron masacrados por una
Alberto Castelló Juan 24 Memoria
La niña enferma, 1885, Edvard Munch El caminante nocturno, 1923, Edvard Munch
crítica acostumbrada al impresionismo que entendía el arte como algo lúdico.
La palabra belleza tenía para esa sociedad otro significado. Para mí la belleza
de su obra es que pasaron cuarenta años entre los dos cuadros citados
anteriormente y tienen la misma fuerza, la misma presencia. Están pintados de
modos distintos, el primero parece rascado, sucio, el cuadro de un artista
indeciso, que sabe lo que quiere pero no es capaz de hacerlo, que lo consigue
a base de pintura, de capas que se superponen para después rascarse hasta
conseguir algo que se acerque, que se acerque a la realidad que él ve. El
segundo parece empastado, de trazos largos, de color mezclado en el lienzo
por un pintor que sabe lo que pone, que se puede dedicar a buscar en lo
profundo de su alma, que deja los ojos por hacer en un rostro que mira, que
nos mira. Mi pregunta es: ¿para qué nos mira?, lo veo como inquisitivo, seguro
de lo que nos pregunta. Como una afirmación de que tenía razón, de que sabe
hacerlo, de he pasado por todo... soy viejo, os estoy mirando y digo que se lo
que hago. Mis colores son seguros, lo pongo todo donde ha de estar para que
sepáis que lo he logrado. Os he hablado de lo que es una vida normal. Dónde
la enfermedad existe, donde el sexo es protagonista, en la que el dolor se
encuentra a cada paso. Sí, seguro que aveces he pecado de melodramático,
en ocasiones seguro que he acentuado el dramatismo para que os sintierais
afectados, pero aquí estoy en la noche para veros y deciros que he sobrevivido.
El humor es para quien sepa buscarlo, yo no hago chistes, seguro que he
disfrutado una buena vida. Mis cuadros son un reflejo de lo que veo, no de lo
que soy. He escapado a una locura que nunca entendí, me volví mundano
porque estaba harto, de que no me escucharais, de que no vierais lo que os
estoy diciendo. Ahora lo veis, veis que la vida tiene importancia, que los
momentos de tristeza son tan numerosos como los felices. A través de mí
habéis perdido la inocencia. Los colores se vuelven oscuros para ser más
reales, más potentes. Un color limpio no dice nada, un color contaminado de
realidad nos devuelve lo que ese positivismo del que venimos nos quitó. ¿Y
ahora?, salgo de las sombras como lo hizo Goya, tranquilo, miro sus gatos y los
entiendo, estaban hartos de tanta locura, hartos de reyes retrasados, hartos de
injusticias. Tenían que agredir, no les quedada otra cosa.
Alberto Castelló Juan 25 Memoria
La violencia existe, siempre ha existido. Duelo a garrotazos (1819, Goya) es el
mismo cuadro, no tan violento. Un lenguaje a partir del cual hablar del drama y
la violencia, eso es lo que interesa al espectador. Goya era totalmente
consciente de lo que le rodeaba, se comprometió políticamente a partir de su
obra desde sus inicios. Gatos riñendo es un cartón para tapiz que debía
situarse en la parte superior de la puerta del comedor de los Príncipes de
Asturias en el Palacio del Pardo, nunca llegó a hacerse. Dos gatos peleando
encima de una ruina...es que Goya era muy nacionalista, a pesar de su
afrancesamiento. Siempre hablaba de nosotros, de nuestras contradicciones e
ignorancia. Su obra parte de lo particular hacia una interpretación libre. Este
cuadro podría trasladarse a la casa de campo de Barak Obama donde se
reúnen estos días el G8 (20/05/2012) sin perder un ápice de su intención y
carga dramática. Cuando hablamos de monstruos lo hacemos de nosotros
mismos, de lo que tenemos dentro, detrás de nuestra fachada que nos permite
relacionarnos. Nunca podremos mostrarnos tal como somos realmente porque
sería imposible llevar una vida social en nuestro entorno cotidiano. Él se acercó
mucho a través de su trabajo hacia ese límite, me da envidia porque trabajó en
una libertad que creo que ahora mismo no existe. Estamos trabados en
conceptos que nos alejan de lo mundano, de la realidad. La concepción de una
obra de arte hoy en día parte desde un sentido comercial que tiene más que
ver con valores estéticos que reales, cuando no sabemos ni en que nivel de
realidad estamos. Miro a mi alrededor y veo una realidad difusa, que ha
difuminado las bases de convivencia del ser humano para conseguir unas
metas a nivel individual que no tienen nada que ver con lo que es una vida
Alberto Castelló Juan 26 Memoria
Gatos riñendo, 1786, Francisco de Goya y Lucientes
digna. Hago un cuadro y tengo que justificarlo moralmente, cuando lo que hago
es proponer juicios morales, no contestarlos. Creo que la misión del artista no
es responder, nuestra misión debe ser mostrar lo básico, para que no se olvide.
La función social de una obra de arte debería ser intrínseca, y valorada desde
fuera. Cuando hablo de lo básico pienso en Giotto, es imposible no hablar de
él. Estoy harto de etiquetas, cuando miras sus cuadros se caen todas.
Son imágenes actuales porque hablan de sentimientos, de expresiones que
nos dan significados, de encuadres que nos enseñan lo que es una
composición basada en el conocimiento que el artista tenía de los códigos
visuales de la sociedad en la que vivía. Trabajó siempre en un sistema en el
que lo importante era que las imágenes fuesen entendidas. Me recuerda
muchísimo a la etapa religiosa de Igmar Bergman, sobre todo a El manantial de
la doncella(1960). Hay una escena en esa película que me ayudará a explicar
lo que yo entiendo que debe ser el arte.
Un padre de familia se entera por su criada de que han matado y violado a su
única hija. Tiene a los asesinos hospedados en su casa, comiendo su comida,
aprovechándose de su caridad cristiana. Los encierra en la cuadra donde están
Alberto Castelló Juan 27 Memoria
Lamentación sobre Cristo muerto, 1304-06, Giotto, Capilla Scrovegni, Padua
durmiendo. Habla con la criada para que le prepare un baño, quiere
presentarse ante ellos limpio, purificado. Antes de cometer el acto más sucio
uno debe limpiarse. Sale al campo y busca un abedul, lo arranca con sus
propias manos, llora, le corta las ramas con un cuchillo. Bajo la atenta mirada
de la criada que ha delatado a los asesinos se limpia, se fustiga con las ramas
con energía, con decisión, como ausente. Su alma también debe estar limpia.
El agua cae por su cuerpo desnudo, abundante, es un hombre fuerte, justo, que
sabe que está al borde de cometer el acto más sucio. Le pide a la criada el
cuchillo para sacrificar animales.
Toda esta secuencia está rodada con distancia, con una lentitud que nos hace
entender los detalles. No hace falta ser religioso para comprender el sentido de
culpa que invade al personaje que interpreta Max Von Sydow. El sufrimiento
está descrito como algo digno, sincero, necesario. Nos habla de valores
morales universales, de la imposibilidad de perdonar en determinadas
circunstancias. De lo que es el ser humano.
Alberto Castelló Juan 28 Memoria
Captura de El manantial de la doncella, 1960, Ingmar Bergman
Alberto Castelló Juan 29 Memoria
CAPÍTULO 1
Tengo mucho interés por el voyeurismo. El
empezar esta serie con una puerta abierta
habla de lo que estos cuadros van a
representar para mí. Es el comienzo de un
viaje interior a partir del libro que utilizaré
como base narrativa. Mientras agonizo, de
William Faulkner.
Mi visión del arte es más narrativa que
conceptual, es muy importante que las
imágenes que realizo cuenten una historia,
que la persona que las observa se pueda sentir identificada, que se vean como
una ventana hacia lo cotidiano, una cotidianidad que se aleje de la comodidad.
Mi intención es que el espectador se haga preguntas, que busque dentro de sí
mismo la imagen que tiene delante y que se sienta incómodo, que haga un
ejercicio de memoria y a partir de su reconocimiento se sienta confortado, que
sienta complicidad. Naturalmente no espero que vean en la imagen lo mismo
que veo yo, me conformo con que logren sentir curiosidad, porque lo que quiero
es que se adentren, que piensen en lo que sucede después, que tomen mi
imagen como un punto de partida hacia su historia personal. Que hagan un
ejercicio de memoria.
En definitiva lo que hago es hablar, hablar de lo que pasa por mi cabeza con
respecto al comportamiento de las personas que veo a mi alrededor. Juego con
las imágenes para contar historias que tengan interés para mí. Soy como un
voyeur que juzga los comportamientos y los plasma para que alguien más los
vea. Un inquisidor.
Cuando empiezo un cuadro tengo siempre en mente darle una salida al
exterior, un exterior que pertenece al espectador. Que este espectador tenga
una salida en la que descansar. Simplemente es un intento de aligerar la
densidad de la imagen, ya que tengo una tendencia obsesiva hacia la
desesperanza, hacia lo dramático, hacia callejones sin salida en los que nada
bueno puede suceder. Contrapunto como potenciador de lo dramático.
Alberto Castelló Juan 30 Memoria
Entrada, 60x60cm, Óleo sobre tabla. 2012
El escenario de este cuadro representa una entrada, hacia un lugar en el que la
familia y su comportamiento con respecto a la muerte es lo más importante.
Pretendo hacer partícipe al espectador de mi experiencia a partir de la historia
que el libro nos cuenta. Pretendo tratar tanto a personajes como escenarios a
un mismo nivel. Lo importante es la atmósfera, la situación, la tristeza...
Alberto Castelló Juan 31 Memoria
CAPÍTULO 2
Tres hombres se funden en una habitación
con una salida hacia una luz cálida. Las
paredes pierden las esquinas para adaptarse
a ello, para formar un todo que los engulla,
silenciosos en su conversación uno fuma
mientras se guarda el mechero. No esperan
nada, están presentes porque tienen que
estarlo.
Cuando vi la obra de Munch por primera vez
me di cuenta de que ese era el sentido
dramático que yo quería desarrollar. Veo a esa
niña hundida en su cama, sentada, mirándome. Puedo hacer cualquier
interpretación, se que le ha sucedido algo, y lo más importante, que su
sufrimiento no termina con la imagen, que se levantará para tener un día
nefasto. O ese autorretrato tardío..., a contraluz, mostrándose con crueldad, sin
concesiones para con sí mismo. Solo los buenos pintores tienen ese valor, creo
que no saben hacerlo de otra manera. Goya y Rembrant también se atrevieron,
supongo que saldrán a relucir en algún momento en esta narración, o eso
espero... porque si mi pintura no tiene nada que ver con ellos, mejor me dedico
a otra cosa.
Es muy importante para mí esa sensación pictórica de que todo se junta, de
que la separación entre los distintos elementos no está dibujada. De que la
realidad no tiene nada que ver con lo que estamos viendo, de que todo tiene
una razón de ser y que debe interpretarse.
No he visto en directo El Caminante nocturno, no recuerdo
haber visto ningún cuadro de Munch en persona, no se si
su influencia en mí es más a nivel de mito que de
conocimiento. Veo este cuadro en foto y me lo imagino
pastoso, maduro, pintado con seguridad y soltura. obra de
un Munch ya enfermo y viejo, libre de todas las ataduras
estilísticas que experimentó a través de su obra. Es un
cuadro entero, me refiero a esa entereza que no se ve,
Alberto Castelló Juan 32 Memoria
Hombres, 60x60 cm, Óleo sobre tabla. 2012
El caminante nocturno, 1923, Edvard Munch
que resplandece. Ese espacio que se crea entre el espectador y la obra que
sólo pertenece al que la siente, que se mueve en el terreno de lo intangible. A
veces me pregunto dónde se encuentra ese espacio en el arte actual, dónde lo
hemos aparcado, en que lugar se encuentra ese tiempo que transcurre a través
de una obra de arte. Todo es inmediato, veo muchísimo arte postmoderno que
no tiene tiempo de ejecución, que se ve en un suspiro para olvidarse después
mientras imaginas lo ingenioso que es. No es que me moleste el ingenio, es
que no me parece una solución, sino un recurso.
Alberto Castelló Juan 33 Memoria
CAPÍTULO 3
Las paredes se cierran, una escalera por la
que ha bajado marcada por una luz interior.
Un pez moribundo delante de él. Ha visto
morir muchos peces, su madre es un pez. Me
impresionaron mucho unos cuadros
costumbristas de Goya en los que hay niños
jugando. El mas importante para mi es El
balancín, me impresionó la violencia descrita
en esa imagen. Ahora mismo la sociedad
trataría esos cuadros hechos por Goya, como
una basura inadmisible, blasfemos,
antisociales, generadores de violencia...no aptos para una mente sensible.
Vivimos en una sociedad en la que la realidad no interesa, en la que estamos
todos alineados hacia una sensibilidad falsa, enfocada hacia un estado del
bienestar en el que mostrar la violencia no tiene cabida sin la aprobación
institucional. Habitamos un estado de autocensura donde la violencia aceptada
siempre es estética, no se si me explico... digamos estilizada. Siempre
recuerdo cuando pienso en este tipo de violencia una etapa del cine americano
en el que la violencia se mostraba de un modo infame, sin dramatismo. Ese
periodo viene aproximadamente de mediados de los 90 hasta la actualidad. Lo
que me parece más triste es
que se ha extendido a todos
los medios de expresión,
incluso a la pintura. No
entiendo la razón por la que
este manierismo nos ha
invadido, principalmente por lo
minoritario de la pintura como
expresión artística. Está claro que todo se contagia, sobre todo si viene de los
Mass Media. Para que se entienda de que estoy hablando me remitiré a una
película de sobra conocida, Gladiator (Ridley Scott, 2000). En todas las
escenas de acción de esta película tremendamente aburrida, no se ve ni un
Alberto Castelló Juan 34 Memoria
Mi madre es un pez, 60x60 cm, Óleo sobre Tabla, 2012
Christopher Walken jugando a la ruleta rusa en El Cazador, Michael Cimino, 1978, Captura de pantalla.
espadazo. Se ve claramente como cambia la cámara cada vez que alguien va a
recibir un golpe, quitando de esta manera todo efecto dramático. Eso si, se
encargan de mostrarnos el espadazo desde todos los ángulos posibles para
compensar con espectacularidad lo que no nos muestran con carne , llegando
a un patetismo que ahora están superando mostrándonos el espadazo, con
sangre y todo (300, Zack Snyder, 2007), también desde todos los ángulos
posibles....si me cortan la escena de El cazador (Michael Cimino, 1978) en la
que Christopher Walken se pega el tiro me lo pego yo. Y es que el dramatismo
para mí no está en lo que se ve, está en lo que se siente. Ver a Walken apretar
el gatillo una y otra vez en la barraca vietnamita jugando a la ruleta rusa con
sus amigos de la infancia, ver la degeneración en la que viven, los guantazos
que les da esa especie de árbitro siniestro que les obliga a disparar...eso a mí
me hace sentir angustia. La misma angustia que siento cuando veo a los niños
de El balancín mordiéndose, la misma que
tengo cuando veo al mono, elemento
distorsionante que el único sentido que
tiene es el de la extrañeza. Eso es lo que
a mí me interesa, ese mono, me pregunto
porqué puso Goya un mono, esquinado,
en la parte superior derecha, en el
máximo foco de atención del cuadro. Me
gusta pintar ese mono, lo que ese mono significa.
Alberto Castelló Juan 35 Memoria
El balancín, 1870, Goya
CAPÍTULO 4
Dos mujeres sentadas en un sofá. Una mira a
la izquierda esperando algo, está en el centro
de la composición, iluminada. La otra, más
adulta, esta situada a la derecha, debajo del
principal foco de luz. Mira a un niño jugando,
ausente de todo lo que le envuelve.
Sigo con los niños, esta vez me he acercado
más al mono, he intentado aproximarme un
poco a Hooper, más oscuro. De Hooper me
gustan sus paisajes, los que no tienen gente.
Lo he definido más que el de los hombres, las
mujeres es como que tienen que estar limpias, y el niño también. El primer
plano del niño distorsiona, no lo veo de otra manera. La sombra está como
sucia, muy estirada. Cuantos más personajes más cuesta. Todo cálido, ocres
cálidos. Empastado.
Si me gustan sus paisajes, ¿porqué lo hago como los cuadros iluminados de
las ventanas? No lo se, supongo que son inercias, tenía que tener personajes,
como una contestación al cuadro de los hombres, pero más claro. Es una
cuestión de memoria, siempre las recuerdo así, con los niños jugando ausentes
de lo que sucede a su alrededor, siempre mirándolos para que no hagan nada
inadecuado cuando nunca hacen nada adecuado. La violencia que tienen los
niños, ¿porqué nadie la muestra?, nunca veo cuadros
de niños violentos cuando la violencia es parte de su
existencia caótica y atrapada. Vardaman es libre, en el
libro sabes que está creciendo en absoluta libertad,
¿cual es el porqué de su locura?, ¿de su ausencia tras
la muerte de su madre?
Hay un pintor nórdico llamado Wihelm Hammershoi que
me emocionó el año pasado cuando estaba
documentándome para la serie sobre un poema de Las
flores del mal, de Charles Baudelaire. (El vino del asesino,
poema 106, pag 213, año 1857)
Alberto Castelló Juan 36 Memoria
Mujeres y niño, 60x60 cm, Óleo sobre tabla, 2012
Interior, also called The Four Rooms, Wihelm Hammershoi,
1914
Esas puertas que nos llevan a lugares enigmáticos, misteriosos, en los que no
sabes lo que puede suceder. Las puertas son importantes para mí. La luz que
entra por ellas también, ¿y si pongo una sombra?, el cuadro se alarga, se
extiende hacia fuera, hacia un lugar que solo podemos imaginar. Esos lugares
ocultos me interesan, esconden algo, algo que pertenece al espectador, a su
imaginación. Siempre recoges lo que llevas dentro, la calidad del enigma
depende de tu oscuridad, de lo oculto que hay dentro de ti. Miras hacia dentro y
escrutas, hurgas, ríes, lloras, disimulas si ves algo sucio.
Alberto Castelló Juan 37 Memoria
CAPÍTULO 5
Me voy acercando al paisaje, las masas se
funden difuminadas buscando el detalle. El
color sucio y oscurecido nos habla de algo en
reposo. No necesariamente muerto, pero que
podría estarlo. Su coquetería nos dice que su
belleza se ha perdido. Sus manos intentan
agarrarse a algo, estáticas, sus uñas están
afiladas para mostrarnos una inquietud por lo
que se le escapa. ¿Que es lo que se le
escapa?, al final solo existen las preguntas.
Vuelvo a Balthus, pero lo hago de otro modo, el enfoque debe ser libre, los
maestros deben interpretarse. El otro día Simeón me dijo que le recordaba a un
cuadro de Munch de una mujer moribunda(pag. 24), un cuadro que no conozco,
tengo que averiguar si ese cuadro existe. Los colores son clásicos, sacados
directamente de los retratos de las vírgenes del Renacimiento, siempre
pasados por mi filtro, claro. No se si está sufriendo o acabando de hacerlo, tal
vez está dormida después de una larga agonía, todavía latente. ¿Abuso de la
línea? Cuando la miro me gusta, definitivamente no abuso de la línea. Me gusta
las marcas del aceite que resbalan por el cuadro. Tengo que averiguar que es lo
que expresan, ¿marcan espacios?, lo analizaré en el próximo.
La vieja que está acostada en la película
El Unicornio (Louis Malle, 1975) me ayudó
mucho, su comportamiento era totalmente
repulsivo. Sus gestos eran los de un ser
maligno frustrado por verse impedido. La
amargura de no poder molestar, de
sentirse ignorada por unos hijos tan faltos
de valores como ella. Ocupados en su propia grosería, ignorantes, sucios e
incestuosos.
Alberto Castelló Juan 38 Memoria
Madre, 60x60 cm, Óleo sobre tabla, 2012
Dando leche a la madre, El unicornio, Louis Malle, 1975, Captura
Alberto Castelló Juan 39 Memoria
CAPÍTULO 6
La luz cae iluminando la mesa. Los jugos se
esparcen inundándolo todo. Como un
bodegón porno. Dos limones, una zanahoria y
el resultado del placer exhibicionista. La luz lo
baña todo para que se vea. El voyeur mira
hacia abajo, en perspectiva, frío. Si algún día
levanto la vista me lo perderé todo.
Me acerco más a los cuadros de Hooper, los
personajes son ficticios en un mundo sucio de
pena. La limpieza del maestro desaparece
para mirar lo viciado. Pongo una ventana a propósito para poder mirar desde
todos los ángulos. Lo que viene después estaría cerca de Pierre Molinier, una
línea lejos de lo traspasable. Todos tenemos nuestras metas, nuestros anhelos,
nos limpiamos la vista para poder ver algo que nunca nos atreveríamos a
imaginar. La habitación se exprime hacia ella, una diva que sabe que hacer con
unos limones.
Tosco, con lo justo para saber lo que tenemos que buscar. El líquido sobre la
mesa. El surrealismo me influye lo justo ya que no me atraen los sueños sino
las realidades. Esas realidades que están en los sueños, en los anhelos, en los
pensamientos sucios que nos invaden al ver lo licuoso.
Cuando la continuidad en el cuadro es importante hay
que mirar dentro de la mente, ese lugar en el que todo es
posible. Como el cuarto de Molinier, donde se perdía la
identidad para jugar con lo imaginado, que se convertía
en realidad a partir de la soledad. Amigos imaginarios
que nunca te abandonan, ¿puede crearlos alguien
excepto yo?, la respuesta es...tal vez, pero no iguales,
no existe la copia en una obra artística, tan real como lo
ficticio. Fruta madura, como una mujer que tendré que
pintar a continuación. Debe ser vista por la soledad que nunca nos abandona.
¿Porqué siempre vuelvo al sexo?, en mientras agonizo no hay sexo... bueno, si
lo hay, la hija tiene algo húmedo. Te da la sensación de que se encuentra en
Alberto Castelló Juan 40 Memoria
Madre joven, 60x60 cm, Óleo sobre tabla, 2012
Leperon Damour, Pierre Molinier, 1969
otro sitio, es un espectador que no se lamenta de lo que ve. Siempre está
mirando para encontrar algo a lo que
agarrarse, creo. Volveré a Balthus, a
los de las niñas mirándose en los
espejos, sin gatos. ¿Volveré a hacer
un desnudo?, no creo. Voy hacia el
interior. Como en Gritos y Susurros
(Igmar Bergman) lo que importa son
los gritos, los susurros son para
escuchar, los gritos para sentir. Con los gritos todo se vuelve cálido, con los
susurros frío.
Alberto Castelló Juan 41 Memoria
Liv Ullmann en Gritos y Susurros, Ingmar Bergman, 1972
CAPÍTULO 8
Alguien mira por la ventana. El paisaje es
bonito, sin barroquismos. Es la vista de toda
mi vida en una ventana ajena. ¿Un síntoma de
aislamiento? Sería una razón demasiado
sencilla, mi barroquismo mental me lleva a
otras cosas, a sentimientos más íntimos
imposibles de desvelar. Y es que no se puede
desvelar todo. Balthus dejaba entrar la luz por
las ventanas, yo miro a través de ella,
buscando un modo de salir de una casa que
me retrae, que me obliga a describirla más intensamente para mantenerme
atrapado en lo sórdido. El sexo ronda por mi cabeza alejándome del libro, de un
espacio de ruina emocional en el que una familia convive con la muerte. No se
si el tema está demasiado viciado. De todas formas esta ventana es un
descanso, mirar por ella me renueva. Me recuerda a los paisajes de los
cuadros de Giotto, en ellos todo es sencillo, eso es lo que me atrae de ellos, la
sencillez. Veo la montaña de El milagro de la fuente y me parece más real que
un paisaje de Turner. Admito que los románticos no buscaban la realidad, al
menos una realidad patente, pero me parecen demasiado deudores del
renacimiento. Su figuración realista me lleva más hacia un paisaje imaginario
que esa montaña de Giotto, que imagino como quiero.
Giotto me invita a pensar para conseguir algo, me deja
esa sensación de búsqueda que se convierte en anhelo.
Porque buscar en el pasado nos obliga a pensar en
como lo debemos hacer, como debemos buscar esa
sencillez que nos hace sumergirnos más. ¿Si nos lo dan
todo, que nos queda?, el páramo, algo que no nos
obliga a nada, que nos hace sentarnos delante de él y
dejarnos morir en un aburrimiento perpetuo. Es muy
importante pensar que lo real está en la imaginación, no
hay ninguna duda. El hiperrealismo me aburre, siempre pienso que la realidad
en la que se basa será más hermosa.
Alberto Castelló Juan 42 Memoria
Salida, 60x60 cm, Óleo sobre tabla, 2012
Ilustración 1: El milagro de la fuente, Giotto, 1290-00
Debo hacerme una pregunta, ¿cuanto le debe esta serie que estoy pintando a
los frescos sobre la vida de San Francisco de Giotto? Creo que bastante. El
concepto de verdad en el arte está muy presente en esos frescos. Una verdad a
través del artificio, que nos traslada a la realidad a través de gestos, de detalles
que parecen insignificantes y que nos lo dicen todo, porque esos gestos que
nos encontramos en los personajes nos hablan de sentimientos, no
especificamente suyos, de sentimientos generales que le dan un sentido a la
imagen que de otra forma sería incomprensible.
Alberto Castelló Juan 43 Memoria
CAPÍTULO 9
Una mujer joven duerme en una cama,
envuelta por un sueño, de rosa. El suelo me
recuerda el color de la carne, de piel de mujer.
Una sombra oscura e intensa la encierra, sin
cubrirla. La oscuridad es cálida, se extiende
lentamente. ¿La cama sueña?
Acabo de ver un reportaje sobre la exposición
de Jeff Wall en el CGAC de Santiago de
Compostela. Me siento muy identificado con la
manera de trabajar de este artista, y me
impresiona como sus fotos son capaces de aguantar la comparación cruda,
frente a frente, con obras de Bruce Nauman. Y es que la calidad se ve, y más si
está mostrada con claridad, con limpieza. Nos demuestra que no hace falta
inventarnos ninguna teoría egocéntrica para poder hablar a través del arte.
Cuando uno habla de lo que ve tiene menos problemas para crear algo, y si lo
que ve es representativo para él, menos aún. Tenemos que plantearnos donde
se encuentra la realidad.
Me gusta mucho su foto Insomnia (1994), es
como un relato. Tiene una salida hacia la
oscuridad, su teatralidad la convierte en un
montaje, un montaje bien hecho, limpio. La
expresión del personaje refleja más pánico
que insomnio, refleja lo que hay después de...,
siempre hay algo más que buscar. El
escenario es atemporal, los muebles se
muestran como imposibles. Creo que nunca
había visto unos muebles de ese estilo limpios en ninguna imagen, al menos no
lo recuerdo en una tan actual. El espectáculo no está en los elementos que
coexisten en la imagen, está en lo que ves a través de ellos. La densidad está
en la limpieza, en un mensaje que cada cual entiende como quiere, que
transforma cualquier imagen en algo vivo, algo en lo que el espectador tiene
que escrutar, mirar. Y es que tenemos que convertir al espectador en mirón, en
Alberto Castelló Juan 44 Memoria
Hija durmiendo, 60x60 cm, Óleo sobre tabla, 2012
Insomnia, Jeff Wall, 1994
mirón de algo que siendo nuestro, bajo su mirada nos abandone. Pienso en
cuando pinto un cuadro en la soledad de mi cuarto, lo próximo que me
encuentro a él, y en lo lejos que estoy cuando lo doy por terminado, y en como
me pertenece esa imagen de Jeff Wall.
No me gustan los artificios, el impacto gratuito, un pecado demasiado frecuente
en el arte actual. No encuentro la razón para hacer algo visualmente
espectacular, de impacto instantáneo. Estamos rodeados de ese tipo de
imágenes las 24 horas del día. Cuando enciendo la tele (cuando tenía, tengo
que recuperarla) me paso las horas enlatado, no se como nunca dejan de
sorprenderme, es una gran fuente de inspiración para mí, me guía a través de
la sordidez, me anima a hacer las cosas de otra manera, me ayuda a buscar un
camino más complejo. Creo sinceramente que la televisión ha hecho que pierda
el interés por el arte popular. Es capaz de hundir a cualquiera, su poder de
seducción es tal que tenemos que estar en lucha constante contra nuestros
instintos para darnos cuenta de que todo es ficción. Representa un gran
esfuerzo para mí, apartar los ojos delante de tanta irrealidad, y como lo que a
mí me gusta es imaginar... imagino que todo es real, lo que me provoca
conflictos, especialmente respecto a mi sentido de culpa. Me parece que la
careta se nos ha caído, solo tenemos que mirar las audiencias de televisión, si
un programa cultural dura más de una temporada es un milagro, y es que la
gente se aburre, y cuando los ves entiendes porqué. La televisión no es su
formato, el formato de la televisión es el entretenimiento, y cuanto menos
sesudo mejor. Me imagino a un trabajador que acaba de hacer ocho horas en
una fábrica, digamos...turno de tarde. Sale a las diez cansado, con ganas de
despejar su mente en algo difuso, simple, algo con lo que poner el cerebro a
cero. ¿Cómo podemos siquiera imaginar que puede tener ganas de ver
Metrópolis?
Alberto Castelló Juan 45 Memoria
CAPÍTULO 10
Una mujer joven sueña, la vista del
espectador se aproxima para ver dentro. Sus
muslos y su culo están húmedos. Todos los
colores son sucios, excepto ella. Abre la boca,
¿es un grito?, la verdad es que no lo se. Me
inclino a pensar que no, ¿está llorando?,
¿está a punto de hacerlo?. Lo que está claro
es que su sueño es sobre el dolor, un dolor
húmedo.
¿La sábana está húmeda? Me gusta lo
húmedo, lo que me aleja definitivamente de la
primera idea de esta serie. No habrá vacas, demasiado metafóricas. El lenguaje
se desvía hacia los instintos, los sentimientos se convierten en protagonistas de
una fábula romántica, cada vez más sucia. Porque es que en la familia existe
suciedad, existe bajeza moral, existe el mayor dolor que se pueda buscar. Se
está convirtiendo todo en más cercano, alejándome del libro me acerco más a
él, a mi libro. No lamento dejarlo atrás, debería haberlo hecho antes.
Hay un cuadro de Degás que
siempre tengo presente, La
violación (1874). Me parece una
muestra intensa de lo que es el
horror. ¿Hemos visto alguna cama
como esa alguna vez? A mí me
recuerda a una cuna. ¿Que tipo de
sensibilidad hace falta para pintar
ese cuadro?, ¿y para apreciarlo?.
El hombre con las piernas abiertas
me hace pensar que un error en la figuración dotó a este lienzo de un
significado más obsceno, Degás podría haber hecho las figuras más pequeñas
y hubiesen quedado perfectas de todos modos, y además más acordes con el
espacio en el que se encuentran. A veces pienso en los problemas que he
tenido a la hora de mostrar mis cuadros a otros artistas, como los han
Alberto Castelló Juan 46 Memoria
Hija soñando, 60x60 cm, Óleo sobre tabla, 2012
La violación, Edgar Degas, 1874
maltratado en su aspecto formal, frustrado al ver que no eran capaces de
aceptar que el cuadro consiga su propia vida, que se cree a si mismo a través
de mí. No es una cuestión de ego, ni de técnica, es simplemente una cuestión
de verdad. Ese cuadro muestra una verdad incontestable sin que se vea en la
imagen, esa verdad está en lo que piensa el espectador cuando lo mira
fijamente, cuando lo escruta. Nadie se atreve a decir en el siglo XXI que ese
cuadro está mal pintado, incluso me atrevo a decir que una persona no
instruida en el mundo de la imagen tardaría mucho en verlo, si es que lo ve. De
lo que no tengo ninguna duda es de que este cuadro le produce a cualquier
persona el mismo desasosiego, y para mí, eso es lo que cuenta. Me divierte
pensar que podría defender esa pintura diciendo que trata de un padre que
está obligando a vestirse a su hija para ir a un entierro. Un padre duro, claro. El
aspecto opresivo de una habitación burguesa, la niña llorando porque no quiere
vestir de negro, el padre inquisitivo apoyado en la puerta dispuesto a
esperar...la escena perfecta de una discusión entre padre e hija dentro de un
contexto descrito a la perfección. Incluso está el maletín donde la madre
guardaba las ropas que la niña debía ponerse el día de su entierro,
perfectamente comprensible en un escenario burgués del siglo XIX.
Alberto Castelló Juan 47 Memoria
CAPÍTULO 11
Una joven embarazada, esconde un limón.
Sus piernas están llenas. El vestido es negro
acarminado. El líquido espeso se posa sobre
la mesa, casi transparente. Una luz difusa la
ilumina y crea sombras oscuras,
contaminadas.
Los colores contaminados son más reales,
incluso se pueden utilizar para irrealidades. Es
muy bonito el jugar para utilizar los colores de
un modo arbitrario. Creo que eso crea una
sensación abstracta que atrapa al espectador.
El espectador se pregunta que es lo que no reconoce en el cuadro, y se
sorprende al descubrir su irrealidad. ¡ Me gusta tener esa sensación como
espectador! Me hace sentir bien, con los ojos abiertos. No es otra cosa que una
distorsión. Una distorsión leve, lo que la hace más profunda, porque hace que
te acerques más.
En un cuadro las cosas tienen que verse, es una teoría más, claro. ¿Que
significa que las cosas se vean?. Es una pregunta que solo puede tener una
respuesta metafísica. Y si esta afirmación es cierta el espectro se ensancha.
Nos lleva a los modos de ver, de lo que dependen. A las diferencias de criterio,
un terreno farragoso para el arte. A mi modo de ver, las cosas tienen que verse
tal y como son, que es lo que las convierte en extrañas. Llevamos las cosas al
realismo y esperamos que el espectador lo mire según su perspectiva, siempre
basada en su vida, el problema es que es nuestro realismo, y entonces es
cuando nos encontramos que a mucha gente no le gusta, el único valor
realmente importante en el arte. Sobre todo desde que perdió su funcionalidad
original de narración. Lo que tenemos que tener claro es que las cosas tienen
que estar bien contadas, después adquieren su propio significado.
El lienzo Estelle Musson, de Degas, está bien contado. Probablemente no sea
de los cuadros de este pintor que se podría considerar favorito para el público.
(a parte de la función que puede tener esta pintura, de encargo).
Probablemente le gustó a la protagonista, pero estoy seguro que alguna vez
Alberto Castelló Juan 48 Memoria
Madre o hija, 60x60 cm, Óleo sobre tabla, 2012
oyó que la habían pintado demasiado triste, ¿realmente lo estaba?
Seguramente si nos pusiésemos a investigar nos vanagloriaríamos de nuestro
descubrimiento sobre el estado de esta mujer en el momento en el que Degas
la pintó, pero eso ya no importa, porque la imagen trasciende lo real, y la
realidad pasa a ser secundaria para gozar de una nueva vida en un lienzo de
73x92 del siglo XIX. ¿Que es lo que en realidad importa? Estoy seguro de ello,
el contacto del espectador con esta imagen y lo que representa para él.
Cálidos y fríos, negros con medios
tonos. ¿Podría mezclarlos al azar si
quisiera?¿quedaría bien cualquier cosa?
Le haré un compañero, un compañero
que la quiera, que la complete. Le
gustará el líquido, lo mirará cabizbajo,
ensimismado. Ese hijo debe tener un
padre, un padre que lo acepte. ¿Será
realmente su marido el pintado?, no es
realmente necesario. Que sea el mirón el que decida, que sea este mirón juez,
jurado y ejecutor de una historia nunca terminada. Terminar una historia es
triste, como ya he dicho antes, lo que cuentan son las preguntas, las infinitas
preguntas que nos llevan a querer ser el padre, ya que ella no es de nadie. ¿Un
limón puede hacer daño?, ¿puede ser un engaño que nos aleje de lo que
realmente importa?
Su pelo es cada vez más delicado. El brillo del barniz lo hará crecer, lo
convertirá en algo libre, y por tanto digno. Me importaba mucho que estuviese
llena, que tuviese peso. Desarrollaré el peso de un cuadro en el próximo
capítulo, seguro que tiene algo que ver con la verdad.
Alberto Castelló Juan 49 Memoria
Estelle Musson. Edgar Degas. 1872-1873.
CAPÍTULO 12
Un hombre viejo sentado en una habitación
circular mira fijamente un líquido derramado
sobre una mesa de madera, ensimismado. Ya
no están los limones, se han ido con ella, esa
mujer que nos abandona por puro egoísmo, lo
único que ha conocido y por lo que ha vivido.
El suelo es rojo, no puede ser de otro modo, el
homenaje definitivo a un amigo que pinta, que
se mueve en el terreno del drama explorando,
pintando solo lo que importa. Y es que lo único que importa es lo que nos
sucede, lo que sentimos.
Marieta se bebe una copa de champán de un solo trago, no puede dejar
escapar nada (Corazón salvaje, 1990, David Lynch), cuando la ves bebiendo
sabes que lo quiere todo, que la copa no importa, que la verdad está en su
egoísmo, su locura. Ese líquido significa lo mismo, es la escenificación de un
deseo rodeado de un escenario que importa lo justo para indicarnos algo, para
focalizar un sentimiento que solo puede ser nuestro. Su cara refleja un sueño,
el anhelo de algo que nunca sabremos que es exactamente pero que
reconocemos, algo que tiene que ver con nosotros.
Los límites de la locura son extraños, igual que en Hombres leyendo (1819-23,
Goya) hay algo en lo que debemos centrarnos. La luz en el
rostro no tiene porqué ser positiva, por qué darnos algo
bueno, ¿o si?.
Le enseñé el cuadro a mi madre, me preguntó si ese
hombre se disponía a pintar un cuadro, me quedé
sorprendido, asombrado de lo que puede transmitir una
imagen. Ahora lo pienso y me pregunto, ¿por qué no?,
¿quién soy yo para decir otra cosa?, ¿qué más da lo que yo
piense?, incluso si me esfuerzo puedo llegar a pensar que
es cierto. Me pareció una hermosa deducción, libre, lejos de
todo el esfuerzo que a mí me supone llegar a mis propias
conclusiones, fruto de una mente limpia, lejos de las
Alberto Castelló Juan 50 Memoria
Padre, 60x60, Óleo sobre tabla, 2012
Hombres leyendo, 1918, Goya
contaminaciones intelectuales arrastradas a través de mis cuadros, que al final,
gracias a mi madre, poco importan.
Alberto Castelló Juan 51 Memoria
CAPÍTULO 13
Una mujer mira un cuchillo, triste. El cuchillo
brilla, las paredes son de un azul verdoso, lo
reflejan todo, reflejan lo que no se ve a través
de un hijo que arrastra algo, algo que no
sabremos nunca que es. Esas dudas que a
todos nos invaden cuando no estamos
seguros...dejamos de mirar para pensar, para
mirar dentro. Mi obsesión es mirar dentro,
¿pero dentro de qué?
Esos espacios indescifrables que siempre nos
encontramos en lo cotidiano, lugar de todos los misterios. Perdón, misterio no
es una palabra adecuada en el mundo del arte... enigma. Nunca entenderé que
tiene de malo la palabra misterio, la línea que la separa de la palabra enigma es
tan delgada que se pierde casi en lo superfluo. Lo superfluo hace tiempo que ha
dejado de importarme, es más convencional la palabra misterio, más
entendible, ¿será eso lo que tiene de malo?, ¿que se entiende?
Un enigma siempre a sido para mí algo que se tiene que descifrar, que tiene un
significado que alguien sabe, y que no nos quiere decir, o contar. Mi pregunta
es, ¿para qué sirve?, ¿si no nos lo quieren contar que sentido tiene averiguarlo
si no es para alimentar nuestro ego? No hay nada peor en un enigma que el
momento en que lo descifras, y más si te das cuenta en ese momento que ya
conocías ese significado, que todo ese trabajo que te has tomado y todo ese
tiempo invertido no ha servido de nada.
El misterio siempre te acompaña. Te levantas sabiendo que hay algo
desconocido que siempre estará ahí, como una parte de tu vida que no
necesitas descifrar porque vives con ella a través de preguntas sin fin. La
curiosidad se alimenta a través del misterio de un modo infinito. Si supiese lo
que arrastra el niño sería una imagen sin sentido, resuelta. Eso es para mí lo
hermoso de una imagen, que no se resuelva, tener todas las respuestas es el
fin, no nos sirve de nada.
Mientras escribo esto estoy oyendo a los Black Crowes, no entiendo ni una
palabra de inglés, he hablado muchas veces de esto con amigos que se saben
Alberto Castelló Juan 52 Memoria
Mi madre es un pez, 60x60, Óleo sobre tabla, 2012
las letras de los grupos de rock anglosajones. Me han preguntado muchas
veces porqué no tengo interés en entender lo que dicen, yo siempre les
respondo que la música para mí es algo que no necesita entenderse, que tiene
una función sensitiva. Se que es pereza, pero es que no tengo la necesidad de
encontrarme algo que no me gusta en la música. Miré una vez unas
traducciones de unas letras de Led Zeppelin, me parecieron tan malas que
intentar entenderlos me parece una muralla, como un conocimiento innecesario
hacia el aburrimiento. Mi curiosidad no llega a ese punto en la música, siempre
que lo he intentado he quedado tan decepcionado que prefiero mantenerme en
la ignorancia, a medida que pasa el tiempo mi gusto musical deriva más y más
hacia la abstracción, es para mí un misterio en el que me siento a gusto.
No me he manejado igual en la literatura y el cine, a fuerza de descifrar el
lenguaje cinematográfico he terminado por aborrecerlo, todas las películas me
parecen iguales, claro está que hay excepciones, pero en general todo el cine
que veo me parece basura, repetición de otras repeticiones, incluso a veces me
sorprendo pensando en la alegría del convencimiento de que está llegando a su
fin, o mejor dicho, a su transformación a través de la interacción.
Hace unos días estaba viendo demos de lo último en videojuegos y hubo uno
que me sorprendió hasta tal punto que me produjo incredulidad. Se llama Last
of us, verlo es ver el fin del cine comercial, el nivel de interacción que se está
logrando acabará con avatares y titanes,
la experiencia que se vive a través de
esas imágenes es imposible de encontrar
en un film. La única salida que le queda
al cine después de esto es la poesía.
Para contar historias ha quedado
totalmente obsoleto.
Hay que volver a la intimidad, a lo
cotidiano, al costumbrismo. Vemos las
pelis de acción hollywoodienses y ya no
son espectaculares, los efectos
especiales están dejando de sorprender
al espectador porque su sentido no es el
que se ve en pantalla. Todo lo que pasa
Alberto Castelló Juan 53 Memoria
Captura del videojuego Last of us, 2012
Preocupante falta de drama en el final de Prometheus, Ridley Scott, 2012
en una película debe estar al servicio del drama, intentar sorprender al
espectador de hoy con épica es totalmente imposible. Los efectos especiales
deberían utilizarse para lo que se crearon, llegar a la poesía a través de la
imagen, hacernos sentir que lo que estamos viendo tiene un sentido que tenga
más que ver con el drama que con el espectáculo, al servicio del espectador
para que la escena en la que se utilizan sea más entendible, más hermosa. No
tiene nada que ver con lo grande. Sus manos son grandes y gruesas,
trabajadas, lo que tiene que hacer las necesita.
Alberto Castelló Juan 54 Memoria
CAPÍTULO 14
Me gusta el rosa, en toda su gama. Es como
el color de la sangre que se puede beber. Las
ventanas son azules, las habitaciones están
diferenciadas para imaginar, aunque nunca
llegaremos a una solución. ¿Cómo es el color
del agua?
Es el primer espacio exterior de esta serie,
creo que consigue captar el aura del sitio en
que tomé la foto. Al menos el aura que yo
recuerdo, siempre enfocado hacia Faulkner,
claro. No se si tengo ganas de entrar en esa casa cuando miro el cuadro.
Pienso que intenté entrar para tomar imágenes más de cerca pero no pude.
Estaba todo vallado, encontré una entrada bastante accesible pero se me hizo
de noche. Siempre te quedan cosas pendientes cuando encaras un cuadro,
cosas que podrían haberlo hecho diferente, ¿habría enfocado el cuadro del
mismo modo si las fotos estuviesen tomadas de dentro, a pié de casa?
Me apetecía escapar de lo íntimo, mejor dicho, mirar lo íntimo desde otra
perspectiva, alejarme antes de encarar el final, me queda uno, creo. A medida
que avanzo cada vez es más difícil, necesito alimentarme, hacer algo más
relajado para volver a empezar, pensar en cosas triviales para relajar la
densidad y tensión de los cuadros. Comunicarlos ha sido duro, un trabajo de
repaso constante a través de obras tensas, cerradas, necesito volver a ser libre.
La decadencia de las ruinas me lleva por caminos que no he explorado antes,
siempre he tenido un pensamiento romántico a pesar de todo, y no se si lo he
plasmado en la serie como debería. Creo que esa dejadez del romanticismo no
se ve por la realidad de las imágenes. La fantasía solo me ha servido para
reflejar la realidad, no me he regocijado en ella, no la he explorado, no la he
relamido. Quizás si hubiera hecho el viaje habría aparecido, por si mismo.
Creo que en este si que aparece De Cirico, los pilares me recuerdan a sus
figuras, tienen la misma distancia respecto al surrealismo, estoy contento por
eso.
Alberto Castelló Juan 55 Memoria
La casa de las ventanas azules, 60x60, Óleo sobre tabla, 2012
CAPÍTULO 15
Si dijera lo que pienso...
Alberto Castelló Juan 56 Memoria
El padre que mira, 60x60, Óleo sobre tabla, 2012
Conclusiones
La primera conclusión que tengo es que no creo que el camino de esta serie
termine aquí. La veo demasiado corta con 15 o 20 cuadros hablando sobre la
familia. Pero todo ejercicio debe tener un final, no puedo pintar siempre lo
mismo. Ahora lo pienso y me hubiese gustado que fuera más pornográfica, que
el sexo siempre estuviese presente, no se puede separar el sexo y la muerte,
¿el Imperio de los Sentidos (Nagisa Oshima, 1978) trata sobre la familia?, ella
pone un huevo en una escena de la película... Espero haber encontrado el
silencio que sentía al pintarlos. Haré tres o cuatro más, hasta que los cuadros
digan basta.
Creo que han quedado con ese visionado que provoca extrañeza, que sugiere
más de lo que se ve. Cuesta mucho conseguir eso intencionadamente, te
obliga a desechar mucho, y cada pérdida es un lastre que arrastras en el
próximo. Creo que he aprendido a despegarme de ellos, a relativizarlos. Los
miro en conjunto y veo algo logrado, algo propio, aunque siempre lo es no
significa que los demás lo vean, si se ve en estos cuadros.
Me apetecía tratarlos como objetos, que quedaran completos, con sus
defectos, nunca he visto un cuadro perfecto. He podido aceptarlo, he tenido el
suficiente distanciamiento y desapego para mirar al espectador con respeto. Es
muy importante para mí eso, el respeto al espectador. Cuando hablo de objetos
me refiero a que los tengo en la mano y veo algo que se puede comprar, algo
que alguien puede querer poseer porque le encuentra interés. Nunca pensé
que me contradeciría de una manera tan despegada, sin tener sentido de
culpa, renunciando al arte por el arte con el fin de que alguien que no conozco
lo posea. Estoy muy lejos de este negocio, no les veo ningún sentido comercial
y eso me alegra.
Espero terminar con sexo, tengo un interés por la pornografía totalmente
dramático. No sobre la pornografía física que vemos en películas insulsas, la
pornografía de verdad es para mí de pensamiento. El interés está en el sentido
dramático que le demos a las cosas, en la candidad de realidad que hay en lo
que contamos. En el motivo están los remordimientos, el placer, la lucha por
hacer o dejar pasar las cosas, la reflexión, el momento en que todo son
dudas...nunca he entendido el sentido despectivo que se le da en ocasiones a
Alberto Castelló Juan 57 Memoria
la palabra pornografía.
Solo espero mirar atrás y no arrepentirme de nada, mirar una obra digna,
sincera,
¡Qué difícil es ser sincero!, dedicándonos a esto, ¿tenemos otra salida para
hablar de verdad?
Humildemente, lo único que espero es que se vea la verdad que yo he puesto
en ellos...
Creo que mis cuadros, al menos, hablan de todos los artistas que cito en esta
memoria. Hablan de mi punto de vista con respecto a las cosas que me
suceden o me han sucedido. Basarme en ellos a sido un placer. He encontrado
alguno de esos momentos en que tienes la sensación de que todo sale, de que
todo se ilumina y la pintura fluye sola. Creo que eso es lo mejor de la pintura, el
placer estético,¿otra contradicción?, normal, he escrito demasiado. Me lo dijo el
año pasado mi profesor de procesos...Atilio, te recuerdo.... ¡No pienses! !
Fluyeeee!
Ya estoy pensando en la próxima serie, la sierra quemada de Agullent puede
quedar dramática. No habrá personajes, al menos humanos. Necesito despejar
mi mente para empezar a hablar de personas de nuevo. ¿Se puede dejar de
hablar de personas?, ¿incluso pintando paisajes quemados?, ¿quién los
quema?, los paisajes. Será una serie más corta, con tablas más grandes.
Quizás cien por setenta, o sesenta, ya veremos. Ya pienso en los colores,
podré ser más sucio, ¿pueden tener los árboles quemados sexo?
Un saludo.
Alberto. 21/05/2012
Alberto Castelló Juan 58 Memoria
DOCUMENTACIÓN
Libros
Charles Baudelaire. (1957) Las Flores del Mal. Editorial EDAF s.l. Madrid.
William Faulkner. (1930) Mientras agonizo, Alfaguara, Santillana Ediciones
Generales S.L. Madrid.
Julio Cortázar. (1945) Conducta en los velorios, Cuentos completos 1,
Alfaguara, México.
Juan Rulfo. (1955) Pedro Páramo, Austral 70 años, Espasa-Calpe, Madrid.
Juan Rulfo, (1980) El gallo de oro, RM Verlag s.l, Granollers.
Klaus Kinsky, (1992) Yo necesito amor, La sonrisa vertical SV 99, España.
Jeff Wall, (1986) Transparencies, Schirmer/Mosel Verlag GmbH.
Samuel Beckett, (1971) El innombrable, Alianza. España.
Samuel Beckett, (2002) Malone muere, Alianza, España.
Robert Walser, (1917) El paseo, Siruela, España.
Françoise Jaunin, (2010) Meditaciones de un caminante solitario de la pintura,
Las cuarenta, Argentina.
Moshe Barasch, (1999) Giotto y el lenguaje del gesto, Akal, Arte y estética,
España.
Marqués de Sade, (1797) Justine o los infortunios de la virtud, La sonrisa
vertical, España.
Alberto Castelló Juan 59 Memoria
Películas
Edvard Munch, (1974) Peter Watkins, Norwegian and Swedish state television
networks NRK and SVT.
Gritos y susurros, (1972) Ingmar Bergman, Svenska Filminstitutet /
Cinematograph AB, Suecia.
El unicornio, (1975) Louis Mallé, Coproducción Francia-Italia-Alemania.
Mi enemigo íntimo, (1999) Werner Herzog, Coproducción alemana-GB.
Wild at Heart, (1990) David Lynch, PolyGram Filmed Entertainment /
Propaganda Films, EEUU.
El impero de los sentidos, (1978) Nagisa Oshima, Coproducción Japón-Francia;
Oshima Productions / Shibata Organisation (Tokio) / Argos Films (París).
Aguirre der Zorn Gottes,(1972) Werner Herzog, Werner Herzog Filmproduktion ,
Alemania.
El manantial de la doncella, (1970) Ingmar Bergman, Svensk Filmindustri,
Suecia.
Saló o los 120 días de Sodoma, (19769) Pier Paolo Pasolini, Produzioni
Europee Associati (PEA) ,Les Productions Artistes Associés (co-producción),
Italo-Francesa.
Alberto Castelló Juan 60 Memoria
Webs
http://www.rtve.es/alacarta/videos/metropolis/metropolis-jeff-wall/1325908/ http://www.tate.org.uk/modern/exhibitions/jeffwall/infocus/section3/img5.shtm http://librosdearte.blogspot.com/ http://pintura.aut.org/
Videojuegos
The last of us (2012), Naughty Dog. Inc. Sony Computer Entertainment
America LLC.
Alberto Castelló Juan 61 Memoria