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    CULTURA

    ANTONIO MUOZ MOLINA 26 MAR 2013 - 16:42 CET

    IDA Y VUELTA

    Memoria crtica

    El saber mejora y libera, la ignorancia embrutece

    Archivado en: Antonio Muoz MolinaAntonio Muoz Molina Enseanza pblicaEnseanza pblica Institucin Libre de EnseanzaInstitucin Libre de Enseanza Izquierda socialistaIzquierda socialista PPPP PSOEPSOE Sistema educativoSistema educativo Instituciones culturalesInstituciones culturales

    HistoriaHistoria EspaaEspaa Partidos polticosPartidos polticos EducacinEducacin PolticaPoltica CulturaCultura

    En Espaa algo que nunca ha faltado

    son los defensores de la ignorancia.

    Tradicionalmente, solan pertenecer a

    los gremios ms reaccionarios, y por

    lo tanto ms interesados en la

    sumisin analfabeta de las mayoras.

    Nada como la ignorancia para

    asegurar la fe en los milagros y la

    reverencia hacia los terratenientes, y

    para asegurarles a estos las masas

    de jornaleros dispuestos a trabajar a

    cambio de salarios de limosna en sus

    latifundios, y en caso necesario a

    dejarse poner uniformes y a servir de

    carne de can en las guerras,

    marcando el paso en los desfiles ante el Santsimo y la bandera a los sones de un pasodoblepatritico. Predicadores de los catecismos socialistas utpicos del siglo XIX alentaban con

    una misma elocuencia las cooperativas obreras y la instruccin pblica, y las primeras

    mujeres rebeldes que reclamaban la igualdad con valenta inaudita celebraban el aprendizaje

    y el conocimiento como herramientas necesarias para conseguirla.

    Los socialistas y los anarquistas competan fieramente y a veces violentamente entre s, e

    imaginaban parasos obreros incompatibles, pero tenan en comn una pasin idntica por la

    educacin. El saber mejoraba y liberaba; la ignorancia embruteca. La reaccin levantaba

    iglesias, cuarteles, conventos, plazas de toros; ser progresista noble palabra liberal que en

    nuestra juventud qued encogida y amputada y caricaturizada en el trmino progre

    significaba, prioritariamente, levantar escuelas e institutos de enseanza media desde los

    cuales irradiara el entusiasmo del conocimiento, la eficacia prctica y cvica de la

    racionalidad. Aprender mejoraba la vida de las personas y fomentaba la prosperidad del pas,

    al permitir el despliegue colectivo de las formas ms variadas del talento individual. En medio

    de las nieblas msticas del 98, inteligencias tan apegadas a la realidad de las cosas como la

    de Joaqun Costa, Giner de los Ros y Santiago Ramn y Cajal proponan remedios muy

    semejantes para sacar al pas del atraso y la abismal injusticia: escuela y despensa,

    regados, preparacin tcnica y cientfica, trabajo frtil y no humillante, estudio. A la II

    Repblica le dio tiempo a hacer pocas cosas, pero algunas de las prioritarias fueron las

    escuelas y los institutos, y unos planes de bachillerato tan rigurosos que ni el franquismo

    pudo desguazarlos del todo. Que los matarifes del ejrcito sublevado en julio de 1936 se

    dieran tanta prisa en ejecutar a los maestros de escuela es el indicio de otro orden deprioridades.

    Una de las sorpresas ms desagradables de la democracia fue que la izquierda abandonara

    su viejo fervor por la instruccin pblica para sumarse a la derecha en la celebracin de la

    Alumnos del Instituto-Escuela de Barcelona durante una fiesta de fin de curso en 1932.

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    Una de las

    sorpresas

    ms

    desagradablesde la

    democracia

    fue que la

    izquierda

    abandonarasu viejo

    fervor por

    la

    instruccin

    pblica

    Que tanta

    informacin seaahora accesible es

    una razn para

    instruirnos en el

    rigor del

    conocimiento, no

    para desdearlo

    como innecesario

    ignorancia. Y as se ha dado la paradoja de que al mismo tiempo

    que se cumpla el sueo de la escolarizacin universal triunfaba una

    sorda conspiracin para volverla inoperante. La izquierda poltica y

    sindical decidi, misteriosamente, que la ignorancia era liberadora y

    el conocimiento, cuando menos, sospechoso, incluso reaccionario,

    hasta franquista. En otra poca los argumentos contra el saber

    oscilaban entre un amorroussoniano por el nio como buen salvaje

    y una aficin maosta por convertir la mente en una pizarra en

    blanco en la que se inscribiran con ms facilidad las consignas

    polticas. Ahora, como no poda ser menos, los celebradores del

    analfabetismo feliz echan mano de las nuevas tecnologas: Quin

    necesita aprender nada, si todo el conocimiento est fcilmente,

    risueamente disponible, con solo teclear en un telfono mvil?

    Gracias a Internet, ejercitar y alimentar la memoria es una tarea tan

    obsoleta como aprender a cazar con arcos y flechas. Lo que hace

    falta no es embutir en los cerebros infantiles o juveniles contenidos

    que en muy poco tiempo se quedarn anticuados, y a los que en

    cualquier caso se puede acceder sin ninguna dificultad, sino alentar

    actitudes, otra palabra fetiche en esa lengua de brujos. Que el nio

    no aprenda, sino que aprenda a aprender, repiten, que desarrolle su

    creatividad, espritu crtico, a ser posible transversalmente, etctera.

    Tanta palabrera de sonsonete cientfico encubre nociones

    extraordinariamente primitivas sobre la inteligencia y sobre la

    memoria: como si sta fuera un fardo que pesar ms cuanto ms

    se cargue en ella, un almacn en el que los conocimientos aguardan

    a ser reclamados, como se recupera un archivo en un ordenador. Ni

    la curiosidad, ni el espritu crtico, ni la tan celebraba creatividad se

    sustentan en el vaco. En los estudios ms competentes sobre el

    funcionamiento de la inteligencia creativa se descubre cada vez ms

    el valor de lo que se llama working memory: la memoria que

    trabaja, la memoria activa, la que compara gilmente una experiencia inmediata con otras

    anteriores o con ejemplos aprendidos en los repertorios culturales, la que al poner juntos

    elementos en apariencia lejanos entre s descubre conexiones y posibilidades nuevas. Es

    una poderosa y muy bien adiestrada memoria visual la que permite a un artista vislumbrar lo

    excepcional en lo comn, lo semejante en lo que pareca diverso y tambin a distinguir

    entre lo verdaderamente nuevo y la moneda falsa de la moda, y a saber que en la plena

    originalidad hay siempre un fondo inmemorial de experiencia del mundo.

    El conocimiento histrico o cientfico no son fardos inertes que

    estarn esperando a ser consultados en la Wikipedia, igual que un

    aparador intil que acumula polvo en un guardamuebles. Lo que

    sabemos del pasado sucede en el presente, porque nos ayuda en la

    tarea imperiosa de intentar comprenderlo, y por lo tanto nos pone en

    guardia contra las manipulaciones y los groseros embustes a los

    que son tan aficionadas las castas polticas y los idelogos. Sin una

    conciencia histrica informada y activa no hay manera de valorar lo

    que sucede ahora mismo, porque no hay trminos de comparacin

    con lo que suceda hace muy poco o hace mucho; y tan necesaria

    como la conciencia histrica es un grado solvente de conciencia

    geogrfica: la idea tribal de que el lugar de uno es el centro del

    mundo tendr menos fervorosos adeptos si en la escuela y en el

    instituto se ensea la amplitud y la variedad de los paisajes y de las formas de vida.

    Que tanta informacin sea ahora inmediatamente accesible es una razn ms para

    instruirnos en el rigor del conocimiento, no para desdearlo como innecesario: igual que la

    sensibilidad l iteraria se educa leyendo, y el odo escuchando, y la mirada viendo arte, la

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    inteligencia crtica se afila aprendiendo a distinguir la informacin slida y contrastada de la

    propaganda, el bulo y la calumnia. El saber despierta el apetito de saber ms; la ignorancia

    slo alimenta ignorancia y desgana.

    En la izquierda, cualquier crtica del estado actual de la educacin activa como un anticuerpo

    la acusacin de nostalgia del franquismo. La derecha se re con esa sonrisa cnica del

    ministro de Educacin: ellos van a lo suyo, a desmantelar lo pblico y favorecer los intereses

    privados y el dominio de la Iglesia, y en cualquier caso siempre tienen medios para costear

    estudios de lite y msteres a sus hijos. Es la clase trabajadora la que paga el precio detantos aos de despropsitos. De nuevo la ignorancia es el mayor obstculo para salir de la

    pobreza. Quizs no falta mucho tiempo para que aparezcan de nuevo visionarios que vayan

    predicando por los barrios populares la utopa liberadora de la instruccin pblica.

    www.antoniomuozmolina.es

    EDICIONES EL PAS, S.L.