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Número 23 Noviembre 2011 La Recreación vista por ... Jordi Martínez Almansa en la Guerra de los Siete Años Memorias de un soldado III

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Número 23Noviembre 2011

La Recreación vista por ... Jordi Martínez Almansa en la Guerra de los Siete Años

Memorias de un soldado III

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Colección fotográfica de Juan Carlos Banovio García

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EDITORIAL

SumarioEl ducado de Saboya de-clara la guerra a las Dos

Coronas. 4

Memorias de un soldado III.8

Almansa en la guerra de los siete años.13

Toisón de Oro (II).16

La recreación vista por Jordi Martínez Fernández.18

“Gaceta de Almansa Histó-rica”. Publicación de la A.C.

1707

www.almansa1707.es

Redacción: Herminio Gómez, Norberto Cuenca, José Ramón Sánchez, José Antonio Blanco, Manolo Olaya.Maquetación: Leia Cuenca

Colaboradores: Evaristo Martínez-Radío, José García Alarcón, Juan Carlos Banovio García, Jordí Martínez y Foto-Club Almansa.Imprime: Imprenta MunicipalPatrocinio: Concejalía de Cul-tura. Ayuntamiento de Alman-sa.Deposito legal:

Bienvenidos y Bienvenidas a un nuevo número de Gaceta de Alman-sa Histórica.

Destaca en este número un artículo de investigación en el Archivo Municipal de Almansa que nos muestra el fuerte impacto que, para la vida de nuestros antepasados, significaba el sorteo de mozos para la milicia, especialmente, como es el caso, cuando se trata de tiem-pos de guerra. El autor de tan interesante articulo, Alfonso Arráez Tolosa, se centra en el sorteo celebrado el año 1762, durante la guerra llamada “De los Siete Años” (1756-1763) y en cuya parte final intervendrá España, aunque de forma limitada.

También hacemos una amplia reseña de la magnifica conferencia que nos ofreció, el pasado 23 de Septiembre, el profesor Evaristo Martínez-Radío sobre los prisioneros de la batalla de Almansa loca-lizados en Asturias, su tierra natal y donde desarrolla su labor pro-fesional en la UNED de Gijón. Durante la investigación realizada en diversos archivos históricos del Principado para su libro sobre la Guerra de Sucesión y Asturias, publicado en 2007, descubrió nume-rosos testimonios documentales de la vida diaria de prisioneros de diversas nacionalidades cuya procedencia era la rendición del ejérci-to aliado en Almansa. Por esta obra (de la que el autor nos obsequió con un ejemplar dedicado para formar parte de la biblioteca de la Asociación 1707), el profesor Martínez-Radío fue distinguido con el premio de Investigación Histórica Padre Patac de 2007, convocado por el gobierno de Asturias.Agradecemos profundamente, el desinteresado esfuerzo realizado por el profesor Martínez-Radío en atravesar media España para ha-cernos disfrutar a todos los que tuvimos la suerte de asistir a su con-ferencia en Almansa, con sus amplios conocimientos y especialmente de su cercanía y amabilidad.

El Equipo de Redacción.

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En la primavera de 1703, el Elector de Baviera, Maximiliano Emmanuel, aliado de Francia, atacó con un fuer-te ejército las tierras del Tirol, bajo soberanía del Emperador Leopoldo I, sobre las que reclamaba derechos históricos, consiguiendo tomar Inns-bruck, la capital. La guerra se exten-día en centro Europa.

Así nos narra la situación estratégica el Marqués de San Felipe en 1725:“Aunque hacía la guerra en Italia el francés, tenía más altas ideas, pero dependían de la suerte del duque de Baviera. Había secretamente determinado bajar contra el Tirol, y en caso de ganarle, tenía orden el duque de Vandoma de juntar a los bávaros gran parte de sus tropas, empresa que, si la prosperaba la fortuna, estaban expuestos a gran riesgo los Estados hereditarios de la Casa de Austria, y corrían los france-ses sin dificultad desde el Rhin hasta el talón de la bota de Italia (que esta es su figura, que remata en Nápo-les).”

Víctor Amadeo II, Duque de Sabo-ya, intuía en esos movimientos que

Luis XIV deseaba convertir el ducado Saboyano en un territorio francés. Si Luis XIV conseguía poner bajo su tu-tela toda Italia, ¿por qué iba a dejar de controlar un pequeño territorio y estratégicamente tan importante como el Ducado de Saboya? Tan solo los matrimonios de sus dos hijas con el Delfín de Francia y Felipe V de España le mantenían unido a Las Dos Coronas.

En palabras del Marqués de san Fe-lipe:

Luego que penetró tan vastas ideas el duque de Saboya y tan perniciosas a su seguridad, determinó secreta-mente apartarse de la liga de España y Francia y adherir a los austríacos, si se ponía en ejecución, porque le pareció más heroico disfrutar su des-gracia que dejarla llegar.”

“Los franceses llevaban esto con gran secreto; pero las mismas ope-raciones del bávaro daban a enten-der, porque no se podía con otro fin empeñar en la conquista de un país difícil, estéril, pobre y afecto a su So-berano. Contra él tenía prevenidos

dos ejércitos el Emperador: uno con-ducía el conde de Sckilich, para in-festar la Baviera, y constaba de vein-te mil hombres; catorce mil introdujo al Palatinado el conde de Stirum; los prusianos sitiaron a Rhenoberga. Ni aun estando ceñido de enemigos se amedrentó el duque de Baviera; en cuatro días ganó a Neoburg, intentó llevar a su partido al círculode Franconia, o que se quedase neutral, pero ya los había ganado el César (el Emperador Leopoldo I). Rindióse Rhenoberga por hambre a tiempo que el mariscal de Villars había pasado el Rhin, aun observa-do del príncipe Luis de Baden, que

Crónica de la Guerra de Sucesión

1703 (II) El Ducado de Saboya de-clara la guerra a las Dos Coronas.

“Víctor Amadeo II, Du-que de Saboya, intuía (...)que Luis XIV desea-ba convertir el ducado Saboyano en un terri-torio francés”

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retrocedió con su ejército después de haber presidiado el fuerte de Kell con cuatro mil hombres. Quedó con un destacamento el general Sibrach, pero fue vencido de los franceses y seguido hasta un vecino bosque en que se refugió. No dejó de quitarle mucha gente la espada del vence-dor, y la deserción más”.

Las promesas del Emperador, que incluían el nombramiento del Duque de Saboya como Rey de Sicilia, en caso de ganar la Guerra, pesaron más, que la incertidumbre militar del conflicto, no muy brillante durante 1703 para los aliados, y los lazos familiares.

Luis XIV se encontraba muy preocu-pado por como las cosas estaban mutando en su contra. Mandó emi-sarios a Víctor Amadeo II con la in-tención de convencerle para que permaneciera de su parte. Luis XIV le ofrecía el control del Milanesado y del Monteferrato a cambio de Sa-boya y Niza. Pero Víctor Amadeo se había ya decidido y no estaba dis-puesto a plegarse a las presiones de Luis XIV, el cual había ordenado

a sus generales invadir el Piamonte para poner fin a la situación.El 8 de noviembre de 1703, en el Tratado de Turín, Leopoldo I y Víctor Amadeo II se prometieron recíproca alianza. El Imperio había consegui-do un nuevo aliado en su lucha por la corona de España para el Archi-duque Carlos.

Sin embargo, la campaña de 1703 sería, globalmente, positiva para los intereses de Las Dos Coronas. El duque de Marlborough, nombrado comandante en Jefe de la complica-da alianza anglo-holandesa amena-zaba los territorios hispanos en los Países Bajos. Sin embargo la resis-tencia holandesa a cumplir sus órde-nes provocó una importante derrota aliada que impediría por el momen-to sus planes.

En Eckeren, cerca de la actual Ant-werp, en la actual Bélgica, un ejer-cito Holandés de 10.000 hombres mandado por Jacob van Wassenaer Obdam fue sorprendido por un ejer-cito franco-hispano de 40.000 man-dado por el Mariscal Villars y el Mar-ques de Bedmar, que comandaba

el destacamento español. El ejército holandés hubiera sido barrido total-mente si no hubiera sido por la inter-vención de Frederik Johan van Baer, Lord of Slangenburg el 30 de Junio de 1703, que consiguió detener la persecución sobre sus compatriotas. Con esta victoria se eliminaba, por el momento, la presión aliada sobre los territorios hispanos en Flandes. También en el frente del Danubio la campaña se cerraba positivamente para los Borbónicos, con la victoria en la denominada primera batalla de Höchstädt en Baviera (también se escribe Hoechstaedt) el 20 de sep-tiembre de 1703, una victoria fran-co-bávara bajo el mando del ma-riscal Claude Louis Hector de Villars contra los austriacos comandados por el general Limburg Styrum.

Frederik Johan Van BaerGeneral Holandés.

Herminio Gómez Gascón

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Conferencia

El pasado viernes 23 de Septiem-bre tuvimos la gratísima ocasión de contar con el Doctor Martí-nez-Radío, quien a su gran labor investigadora y docente como Profesor de Historia Moderna del Centro de la UNED en Gijón, une la distinción de haber obtenido el Premio de Investigación Histórica “Padre Patac”, en 2007, convo-cado por el Gobierno de Asturias, por una obra titulada “La Guerra de Sucesión en Asturias”. A lo largo de su investigación, fueron surgiendo numerosas referencias a prisioneros de varias naciona-lidad que pasaron varios años vi-viendo en Asturias, la mayoría de ellos, según se desprendía de la documentación, provenientes de la derrota aliada en la Batalla de Almansa, el 25 de Abril de 1707. Tras habernos dado a conocer algunos datos al Centro de Inter-pretación Almansa 1707 a través de la web, y pensando que sería un tema de interés para nuestros asociados y los almanseños en

general, le pedimos al profesor Evaristo Martínez-Radío que acu-diera a nuestra localidad para que nos deleitara con una con-ferencia sobre el tema, así como darle a conocer nuestro Centro de Interpretación, las actividades que desarrollamos y mostrarle el Campo de Batalla Histórico. Te-nemos que agradecer profunda-mente su esfuerzo por recorrer, casi de punta a punta, nuestro

país, para ofrecernos, de forma totalmente desinteresada, el fruto de sus investigaciones. La asistencia fue muy numerosa, más de 60 personas llenaron la sala de exposiciones nº 2 de la Casa de Cultura, posteriormen-te, como es habitual en nuestras conferencias, compartimos mesa y mantel con nuestro invitado.

Herminio Gómez Gascón

Prisioneros de la Batalla de Almansa: su resonancia en Asturias.

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Sinopsis de la conferencia

Nombrar a Almansa irremediable-mente nos evoca el nombre de una batalla que tuvo lugar en tal locali-dad allá por abril de 1707, cuando estaba en juego no sólo la Corona española, sino el orden político del mundo occidental del momento. Esto es sabido, pero no lo es tanto qué fue de aquellos hombres que padecieron el rigor de la contienda en sus propias carnes, sus verdade-ros protagonistas.

Con esta exposición pretendemos acercarnos a qué ocurrió con los vencidos de Almansa, aquellos pri-sioneros que fueron dispersados por otros territorios españoles ajenos a su patria. Es el caso que detecta-mos en Asturias, adonde llegaron cautivos ingleses, flamencos, holan-deses y portugueses, seguramente por ser un lugar considerado fuera de peligro. Tales cautivos, bastantes heridos, no sólo fueron custodiados en fortalezas o castillos, sino por los propios vecinos de aquellos conce-jos como una carga impositiva más. Con ello, atendemos a historias del

día a día de esos hombres, realmen-te humanas y alejadas de la sangre del campo de batalla. Tanto es así que incluso los propios prisioneros acordaban con las autoridades su manutención o si preferían ser custo-diados en uno u otro lugar.

Y con ello, ¿cómo eran las relacio-nes entre ellos y sus distintas proce-dencias? ¿Cómo era el sistema de vigilancia de los mismos? ¿Cómo se mantenían? Respondiendo a estas y otras cuestiones, es indubitable que más allá de disputas territoriales y políticas, hemos de fijarnos en unos extranjeros que tuvieron que coexistir o, por qué no en muchas ocasiones, convivir con el que debía ser su ene-migo, dándonos una imagen real-mente más cercana en tanto que las primeras motivaciones del ser huma-no pueden estar muy alejadas de las de sus líderes.

Evaristo Martínez-RadíoDoctor en Historia

UNED - Gijón

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Novela Gráfica

Resumen y notas históricas inclui-das en el relato.

Nuestro joven protagonista ha llegado a Almansa huyendo de la Inquisición en Toledo. Decide enrolarse en el ejército y es en-viado junto a otros 15 almanse-ños hacia Murcia, donde forman parte del Regimiento de Murcia. Tras recibir su uniforme y arma-mento son enviados a Yecla para reunirse con el resto del ejército de Las Dos Coronas. En la viñe-ta les vemos entrando a la vecina ciudad por un antiguo arco que todavía se conserva, desde el que se aprecia la torre de la “Iglesia de la Asunción” o “Iglesia Vieja” como es conocida popularmente, que data de mediados del s. XVI. Los nuevos soldados no han reci-bido más que unas ligeras nocio-nes de instrucción militar y prác-ticamente sin haber disparado un tiro en su vida se ven inmersos en medio de una guerra. Pero, de momento, van a utilizar más sus

zapatos con suela de clavos, que sus fusiles.Aunque las operaciones de am-bos ejércitos los días previos a la batalla de Almansa coinciden en los datos básicos en casi todas las fuentes consultadas, difieren en la ubicación y en la cronología de los enfrentamientos citados durante esta persecución de los Aliados sobre el ejército de Las Dos Coronas. El combate que he-mos situado en las inmediaciones de Yecla es citado en las inme-diaciones de Montealegre según otras fuentes. De todas formas, el resultado es similar y el proceso claramente es una ofensiva del ejército aliado que abre la cam-paña de 1707 hacia el interior peninsular cuando el ejército de Berwick no está todavía prepara-do tras el largo invierno.El relato de los movimientos de los dos ejércitos los días previos a la batalla está basado en dos fuentes principales. Una contem-poránea a la batalla: la “Relación

puntual de lo sucedido en los meses de Marzo, Abril y Mayo de este año de 1707 en la campaña de Valencia, mandando las armas de los ejércitos de ambas coronas el Excmo. Sr. Mariscal Duque de Berwick y las de los enemigos el Marqués de las Minas y Milord Gallovay” transcrita por José Pé-rez y Ruiz de Alarcón en su obra “Historia de Almansa, apuntes” publicada en Madrid en 1949, y la otra de hace poco más de una década: el trabajo publicado por el investigador Juan Luis Sanchez Martín en diversos números de su revista de estudios de historia militar “Researching & Dragona” durante los años 1998 a 2001. Esperamos que sea de vuestro agrado este viaje en el tiempo a los inicios del s. XVIII. Hasta el próximo mes.

Herminio Gómez Gascón

Almansa, 25 Abril 1707Memorias de un soldado

Capítulo 3

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Como nos anuncia su nombre, este conflicto bélico discurre du-rante los siete años de 1756 a 1763, enfrentando a Gran Breta-ña y Prusia contra Francia, Austria y Rusia. España, sabiamente, con-siguió mantenerse neutral hasta sus postrimerías: el 4 de enero de 1762, a raíz de la firma del Ter-cer Pacto de Familia con Francia, le será declarada la guerra por Inglaterra, recelosa ante dicho acuerdo. Finalizadas las hostili-dades con la firma del Tratado de París, el 10 de febrero de 1763, será Francia la gran derrotada, pues entregaba su imperio colo-nial americano en manos ingle-sas. Nuestro país salió bastante bien librado, ya que si bien cedía la Florida a Inglaterra, recibía la Luisiana de Francia a modo de compensación. Tras esta somera introducción ve-remos de qué manera este con-flicto afectó a las vidas de los al-manseños del momento, para lo cual nos basaremos en las fuen-

tes escritas, como son los Libros de Actas Capitulares, sitos en el Archivo Histórico Municipal de Al-mansa. Así, habremos de dirigirnos al Cabildo de 30 de noviembre de 1762, diez meses después del inicio del conflicto, en donde lee-mos la necesidad de celebrar un sorteo “de dos milicianos, por ha-ber fallecido en el hospital de la ciudad de Cartajena Joseph de Campos, y Nicolas Lopez que lo eran del contingente de esta mis-ma villa…”Estos soldados eran almanseños pertenecientes al contingente de milicias (15 soldados) que a la villa le correspondía enviar al re-gimiento provincial, el Regimiento de Murcia, decidiéndose los nom-bres a través de sorteo. Hay que recordar que el sorteo de quintas, junto al reclutamiento y la leva for-zosa, era uno de los tres sistemas para abastecer de efectivos a los regimientos. Por tanto, era nece-sario reponer esas dos vacantes,

Almansa en la Guerra de los

Siete Años: un ejemplo de sorteo de quintas

previéndose hacerlo a través del acostumbrado sorteo entre todos los mozos almanseños. Seleccio-nándose para ello todos los solte-ros y viudos sin hijos, de edad de entre 18 y 40 años, y con una es-tatura mínima de cinco pies (1,40 m) como marcaban las Ordenan-zas Militares. Con tales caracterís-ticas, por tanto, leemos que “se declararon por habiles para dicho sorteo diez y seis mozos…”A continuación encontramos el sistema de sorteo: “…poniéndo-los en una cantarilla con sus nom-bres, hapellidos y los de sus pa-dres leiendolas todas las zedulas una por una dicho señor cura, y en otra cantarilla se echaron ca-torze zedulas en blanco y dos que dicen soldado higualmente leidas en alta voz por dicho señor…”Es decir, que se introducían en una cantarilla o cántaro los nom-bres de los mozos y en otra dos cédulas o notas con la palabra soldado y el resto en blanco. Ex-trayéndose alternativamente una

Historia y Patrimonio

Granadero, Regimiento de Murcia, con la fecha de su fundación. Ilustración de 1791

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cédula de cada cántaro para ser leídas por el párroco, siendo se-leccionados aquellos mozos que extrajeran las notas de soldados junto a sus nombres. Un sistema sencillo y a la vista de todos.Y así, los elegidos fueron: “Miguel (hijo) de Miguel Soroa y Cathalina Nabarro” y “Juan (hijo) de Gil Yñi-guez y María Bonete”. Con lo que finaliza el presente cabildo de 30 de noviembre de 1762. Avancemos ahora cinco días, al 4 de diciembre, en cuya acta ca-pitular encontraremos las reseñas de ambos mozos, que reproduci-mos a continuación: “Miguel (hijo) de Miguel Soroa y Cathalina Nabarro. Natural de esta villa, hedad diez y ocho años, ojos pardos; pelo castaño claro y sin barba y estatura cinco pies”. “Juan (hijo) de Gil Yñiguez y Ma-ría Bonete. Natural de esta villa, hedad veinte años ojos pardos, picado de biruelas, y buen cuerpo y estatura cinco pies, una pulgada y tres líneas”.

Destaca la baja estatura de am-bos mozos (1,40 m y 1,43 m res-pectivamente), algo común en la población de la época, producto de la menor calidad y cantidad de la alimentación. También era común la proliferación de plagas como la peste bubónica, la virue-la y el paludismo, fomentadas por las escasas medidas de higiene, que debilitaban en extremo la sa-lud de los supervivientes.

Tras este examen de los dos mo-zos finaliza este cabildo con el nombramiento “…por comisario para la conducción de dichos dos soldados milizianos a la ciudad de Carthagena al Señor Don Francis-co Antonio Ossa y Soriano capitu-lar de este Aiuntamiento…” para su inserción en el Regimiento de milicias de Murcia.Es apropiado recordar en es-tos momentos lo que significaba para los jóvenes de aquella épo-ca ser elegido como soldado de milicias. Se enfrentaban a ¡doce

años! de servicio a cambio de un escaso salario y en medio de una férrea disciplina, ya que “la masa de los soldados de todos los exer-citos se compone del poltrón, del atrevido, del turbador de la quie-tud de su familia y de su pueblo y del fanático, a quienes sólo una rígida y constante disciplina puede poner en orden y hacer útiles a la sociedad”1. Disciplina en extremo necesaria ante la baja calidad de la tropa proveniente de los otros dos sis-temas de alistamiento: la recluta, que atraía gente sin nada que perder en la vida, desesperados e indigentes. Y la leva forzosa, realizada directamente sobre los denominados “vagos, malentrete-nidos y quimeristas”, para cubrir las vacantes de los regimientos. Es fácil, por tanto, adivinar el am-biente entre la tropa. Sólo los sor-teos de quintas solían mejorar la calidad de los recursos humanos del ejército: buenos y jóvenes mu-chachos, generalmente campesi-nos, como hemos visto.También existía un perjuicio para sus familias, al perder dos fuertes brazos tan necesarios para las la-bores del campo. Así, la incorpo-ración a filas significaba una ver-dadera tragedia para cualquier mozo de la época, más aún en tiempos de guerra como los del momento.Pero sigamos con la narración, pues al leer el cabildo del día si-guiente 5 de diciembre nos encon-traremos con una sorpresa. Juan Yñiguez, uno de los dos nuevos soldados, “se hallaba con el dedo índice dela mano derecha corta-do por la segunda coiuntura…” ¡había perdido un dedo casi por entero, hasta la segunda falan-ge!, ¿casualidad, o no? Sigamos leyendo: “…sobre cuio echo le te-nia preso y prozedia criminalmen-te a su averiguación, y castigo de los que resulten culpados…”

(1) TERÁN, Manuel de. Discurso sobre los medios de que pudiera usarse para el reemplazo del exército, sin quintas ni sorteos, tanto en el Principado de Cathaluña, como en todos las demás provincias del Reyno, Barcelona, 1776.

Hospital de Cartagena hacia 1904.

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Es decir, que estaba preso mien-tras se estudiaban los hechos. Y qué curioso que fuera el dedo ín-dice de la mano derecha, el más necesario para disparar un arma por ser el que oprime el gatillo. Y además, ocurre justo el día des-pués de ser escogido para su ser-vicio en el ejército. Qué curioso… Veamos la consiguiente investi-gación, a través del médico ciru-jano de la villa, pues se hizo un “…reconocimiento de la reciente incisión por Thomas Baello Ziruja-no…” para averiguar si Juan Yñi-guez quedaba “…imposibilitado o puede manejar el serbizio de las armas”. Examen médico del que tenemos constancia a través de la comparecencia del doctor Thomas Baello ante los señores capitulares, para explicarles los pormenores del suceso. Así, tras prestar juramento, el doctor de-clara al mozo Juan Yñiguez “…por inabil para el serbizio de las armas por faltarle primero, y se-gundo falange del dedo indize

dela mano derecha…” quedando en libertad por falta de pruebas de que se provocara él mismo la he-rida. Así que con esta declaración de inhábil para las armas finaliza-ba la vida castrense para nuestro mozo, antes incluso de empezar. No andaremos equivocados, por tanto, al afirmar que nos hallamos ante un caso claro de autolesión con el fin de escapar de la mili-cia, más aún en tiempo de guerra como el que se vivía. Teoría de autolesión que se re-fuerza si recordamos el origen de este sorteo: el fallecimiento de los soldados almanseños Joseph de Campos y Nicolás López en el hospital de Cartagena, como ya dijimos. Muertes que seguramen-te se produjeron debido la enfer-medad de las tercianas o paludis-mo, pues en aquel año de 1762 hay constancia en las fuentes de una epidemia en Cartagena. Y por curiosidad, si indagamos en las actas capitulares del año 1755 encontraremos los actos de

sorteo de estos dos desafortuna-dos mozos: en el Cabildo del 23 de febrero podremos leer que fue elegido soldado Nicolás López. Respecto a Joseph de Campos, deberemos dirigirnos al Cabildo del 14 de diciembre para encon-trar su sorteo y nombramiento. Llevaban por tanto siete años en el ejército, faltándoles a ambos cinco para licenciarse.Viendo estos casos trágicos, que seguramente conocía también Juan Yñiguez, se entiende mejor su decisión de auto mutilarse el dedo índice para escapar a un destino similar. Y lo que es más revelador, se nos muestra lo que significaba para la sociedad de la época la llamada a filas, pues preferían tal sacrificio a la vida castrense. Se-guramente, el más sorprendido con todos estos hechos fuera el si-guiente mozo elegido en el nuevo sorteo, celebrado para sustituir a nuestro amigo sin dedo. Pero esa es otra historia…

Alfonso Arráez Tolosa

Cabildo de 30 de noviembre corres-pondiente al Sorteo con la inscrip-ción como soldado de Juan Yñiguez.

Cabildo de 5 de diciembre con anotación al margen donde se lee: Sobre haverse cortado el dedo indice Juan Yñiguez

Detalle de la imagen anterior.Cabildo de 5 de diciembre

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Historia y Patrimonio

La disputa por la Gran Maestría.

Al morir Carlos II sin herede-ros directos y habiendo testado a favor del segundo nieto de la Infanta Maria-Teresa de España (1638-1683) -Reina de Fran-cia como consorte de Luis XIV, e hija primogénita de los Reyes de España Felipe IV e Isabel de Borbón, Princesa de Francia y de Navarra-, Felipe de Francia, du-que de Anjou (1683-1746), se produjo un conflicto a escala in-ternacional por temor a que Fran-cia y España fueran regidas, en un futuro no muy lejano, por un mismo monarca. A esto se sumó la disconformidad del preten-diente Habsburgo, el archiduque Carlos de Austria, hijo menor del emperador Leopoldo I y herma-no de José I, que reivindicaba el trono español como herencia de familia. Es más, sus pretensiones dinásticas encontraron respaldo entre las potencias enemigas de la hegemónica Francia (Gran-

Bretaña, Países-Bajos, Austria, Alemania, Portugal,...) y, de paso, reivindicó la gran maestría de la Orden del Toisón de Oro que, según las bulas de Gregorio XIII y de Clemente VIII, correspondía solamente al Rey de España.Tras la Guerra de Sucesión Espa-ñola que terminó confirmando al rey Felipe V de Borbón en el trono español, este y el antiguo preten-diente Habsburgo ya convertido en el nuevo emperador, Carlos VI de Austria, firmaron un docu-mento (1725) en el que se le con-cedía a este último la dignidad de Gran Maestre a título vitalicio (sin por ello renunciar el monarca español a serlo también, pero de forma hereditaria).Pese a que Carlos VI de Austria falleciera en 1740, cerrando así la escisión de la orden, sus suce-sores en el trono del Sacro Impe-rio, los Lorena-Austria, hicieron caso omiso de la caducidad im-puesta por Madrid y siguieron os-tentando paralelamente en Viena

Toison de Oro (II)

la gran maestría incluso después de la disolución del IIº Reich (que sentenció el fin de la supremacía de Austria en Alemania).Obviamente, el atrevimiento de los emperadores austro-húngaros soliviantó a los soberanos espa-ñoles que no cesaron de protes-tar abierta pero infructuosamente contra esa usurpación. De hecho, la escisión de la orden en dos pa-ralelas (una en Madrid y la otra en Viena), duraría hasta 1918, fecha en que se hunde y disuelve definitivamente el Imperio Austro-húngaro. Pero los Austria-Lorena exiliados no renunciarían jamás a sus pretensiones sobre la gran maestría.

En España, los Borbones hicie-ron cohabitar la vieja Orden del Toisón de Oro con la Orden del Espíritu Santo francés, que les fue conferida a todos y cada uno de ellos por sus primogénitos galos (Luis XIV, Luis XV y Luis XVI), y que siempre tenían a bien llevar os-

Felipe V de Espana IV de Aragon VII de Navarra

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tentosamente junto con la conde-coración del vellocino de oro.

El Toisón de Oro en Austria.El archiduque Carlos, se declaró Gran Maestre de la Orden al al-canzar la dignidad imperial, na-ciendo así la rama austriaca de la orden, separada de la española. Así los Maestres de la Orden Aus-triaca del Toisón de Oro son:Carlos VI, emperador del Sa-cro Imperio Romano Germánico (1725–1740).Francisco I, emperador del Sa-cro Imperio y Duque de Lorena (1740–1765).José II, emperador del Sacro Im-perio (1765–1790).Leopoldo II, emperador Sacro Im-perio (1790–1792).Francisco II, emperador del Sacro Imperio (1792–1835).Fernando I, emperador de Austria (1835–1848).Francisco José I, emperador de Austria (hasta 1867) y luego de Austria-Hungría (1848–1916).

Carlos I, emperador del Imperio Austrohúngaro (1916–1922).Tras la desaparición del Imperio austrohúngaro, el rey Alberto I de Bélgica reclamó que la dignidad de gran maestre y el tesoro de la Orden le fuesen transferidos como soberano de las tierras de Borgoña. Esta reclamación llegó a ser con-siderada seriamente durante las negociaciones del Tratado de Ver-salles, pero finalmente rechazada debido a la intervención del rey Alfonso XIII de España, que tomó posesión de las propiedades de la orden en nombre del destrona-do emperador Carlos I de Austria y IV de Hungría. Otto de Habsburgo, hijo de Car-los I de Austria y IV de Hungría (1957–2000).Archiduque Carlos de Habsbur-go-Lorena, hijo del anterior (des-de 2000).

Caballeros nombrados por el gran maestre Juan Carlos I de España.Nicolás Cotoner y Cotoner, marqués de

Mondéjar, en 1977 (fallecido en 1996).Torcuato Fernández-Miranda Hevia, duque de Fernández-Miranda, en 1977 (fallecido en 1980).Beltrán Alfonso Osorio y Díez de Rivera, du-que de Alburquerque, en 1977 (fallecido en 1994).El príncipe Felipe de Borbón y Grecia, Prínci-pe de Asturias, en 1981.José María Pemán y Pemartín, en 1981 (falle-cido en 1981).El rey Carlos XVI Gustavo de Suecia, en 1983.El gran duque Juan de Luxemburgo, reinante hasta el año 2000 y príncipe de Luxemburgo, en 1983.El rey Olaf V de Noruega, en 1984 (fallecido en 1991).El emperador Akihito de Japón, en 1985.El rey Hussein de Jordania, en 1985.La reina Beatriz I de los Países Bajos, en 1985.La reina Margarita II de Dinamarca, en 1985.La reina Isabel II del Reino Unido, en 1988.El rey Alberto II de Bélgica, en 1994.El rey Harald V de Noruega, en 1995.El rey Simeón II de Bulgaria, ex primer minis-tro de Bulgaria, en 2004.El rey Bhumibol Adulyadej de Tailandia, 2006.El gran duque Enrique I de Luxemburgo, 2007.Adolfo Suárez González, duque de Suárez y expresidente del Gobierno de España, 2007. El rey Abdalá Bin Abdelaziz de Arabia Sau-dita, en 2007.Francisco Javier Solana Madariaga, en 2010.

Víctor García de la Concha, en 2010.

Retrato de Carlos VI de Austria (1685-1740), Emperador de 1711 a 1740, representado como 10º Gran Maestre de la Orden del Toisón de Oro Austríaca a título vitalicio por cor-tesía del rey de España.

José García Alarcón

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Recreación HistóricaLa III Recreaciónvista por

JordiMartínez

Fernández

“Un montón de gente dedica parte de su tiempo (...) a esos menesteres, y eso es lo que más me sorprendió”

Nací en Manresa, Barcelona.Me inicié en la fotografía a los 14 años, en Fotografía David, donde aprendí los rudimentos del labo-ratorio en blanco y negro y más tarde del color.Hoy, completamente inmerso en el mundo digital, intento conta-giar mi entusiasmo por la fotogra-fía en COCO school, Alicante, donde imparto clases de Creati-vidad fotográfica, y Tratamiento digital de la imagen.Desde enero vivo en Almansa, al pasar a formar parte de la Empre-sa Tres20.

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“Todas esas personas de todas partes de España (...) parecía que estuvieran en esa época”

No soy de Almansa y desconocía totalmente que existiera una re-creación de una batalla.

Desconocía por tanto, que un montón de gente dedicara parte de su tiempo y de su vida a esosmenesteres, eso es lo que más me sorprendió. Todas esas personas, de todas partes de España, de todas partes del mundo, con esa dedicación, con ese entusiasmo, con esas ganas (a pesar del mal tiempo) que parecía realmente que estuvieran en ese lugar y en esa época.

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“Me contagió y fue para mi un honor poder vestirme como ellos y fotografiar desde el interior”

Me contagió, lo digo de corazón, y fue para mi un honor poder vestirme como ellos y fotografiar desde el interior este aconteci-miento, fue como si formara par-te de ellos, como trasladarme a un lugar y a un tiempo que antes solo podía vislumbrar en alguna película, fue como vivir en una época diferente aunque solo fue-ra por unas horas.También me admiró la organiza-ción, no pude evitar pensar en el número de horas y la cantidad de personas de aquí, de Alman-sa, que dedican un tiempo (que hoy en día no sobra) para que

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“no solo es agradable y esta bien organizado, si no que, además, educa”

esta recreación histórica se lleve a cabo, y que seguramente no pueden disfrutar de ella por tener que estar pendientes de que todo salga bien. Y finalmente me gustó, y mucho, la parte didáctica que la recrea-ción conlleva, el valor cultural y de divulgación que hace que este evento crezca en valor, no solo es agradable y esta bien organiza-do, si no que, además, educa.Gracias por dejarme formar parte de todo ello.

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La III Recreaciónvista por

JordiMartínez

Fernández

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Centro de Documentación e InterpretaciónMonjas Agustinas, 2 Almansa, Albacete (España)

(Teléfono: 675 12 30 64)

Horarios de visita:Martes a Viernes: 18h a 20.30hSábado y Domingo: 12h a 14hSábado tarde: 16.30h a 19h

Agenda

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Puedes leer “Histórica, gaceta de Almansa” en www.almansa1707.es

Agenda-NoviembreEvento Lugar Fecha

Una Jornada Particular . Teatro Regio06/11/2011hora: 19.00

Anthony Blake Teatro Regio12/11/2011hora:19.00

Noviembre de 1718, el día 22: muere el Pirata “Barbanegra”.Edward Teach (.Bristol, 1680 ?– 22 de noviem-bre de 1718), mas conocido como Barbane-gra, fue uno de los más famosos piratas de la historia.

Durante la Guerra de Sucesión Española fue marinero de la Armada Real Británica, operan-do como filibustero al servicio de Inglaterra ata-cando barcos franceses. Al terminar el conflicto quedó sin ocupación. Quizá ello le impulso a formar parte de la tripulación de un conocido pirata que operaba en las islas Bahamas bajo cuyo mando y entre otras presas capturó un gran barco francés que rebautizo como “The Queen´s Anne´s Revenge”, (“La Venganza de la Reina Ana”) y que, rearmado con cuarenta cañones, sería su buque insignia durante la ma-yor parte de su carrera como pirata.

Creó su propia flota pirata con cuatro navíos y en mayo de 1718 llevó a cabo su acción más espectacular. El ataque a la ciudad costera de Charleston, en Carolina del Sur (actual EE.UU.) en el que consiguió un botín de mil quinientas libras.

El gobernador del estado de Virginia, Alexan-der Spotswood, al saber que Barbanegra en un pequeño buque merodeaba por las costas cer-canas, envió a dos navíos y dos balandras de la armada real británica al mando del teniente Robert Maynard, que tras una prolongada per-secución finalmente asaltaron el barco de Bar-banegra.

Durante el combate en la cubierta de su buque, Barbanegra fue alcanzado por cinco disparos y varias cuchilladas y finalmente murió. Su cabe-za fue exhibida en el palo mayor del barco de Maynard a su vuelta en Virginia.

Tras su muerte, su leyenda creció hasta ser pro-tagonista de mil y una historias, recogidas por la literatura, el teatro y especialmente, el cine.

Bandera Pirata de Barbanegra

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Publicación de la Asociación Cultural 1707, con el patrocinio de la Concejalía de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Almansa